Las españolas del escándalo porno, en la mira de la Justicia argentina

Las dos activistas en pleno espectáculo sexual en la Universidad de Buenos Aires

Las dos activistas en pleno espectáculo sexual en la Universidad de Buenos Aires.

La Justicia de Argentina ha identificado a las jóvenes españolas Majo Pulido y Elena Urko, activistas del grupo catalán “Post-Op”, como las protagonistas estelares de la polémica muestra pornográfica montada en un espacio público de Buenos Aires e investiga si perpetraron un delito.

EL MUNDO ha podido saber este miércoles que el fiscal Mauro Tereszko consiguió individualizarlas por pesquisas del Cuerpo de Investigaciones Judiciales. Y, además, ha requerido los videos de la orgía que tuvo lugar, el pasado miércoles 1, en el hall de ingreso a la facultad de ciencias sociales de la pública Universidad de Buenos Aires (UBA).

Primero el funcionario judicial toma declaraciones a los testigos, entre ellos los dirigentes del centro de estudiantes, y reúne más pruebas. Aunque en breve podría citar a las españolas a declarar como imputadas, junto a otros activistas que participaron de la orgía titulada “Miércoles de placer”.

A todos ellos podrían imputarles el delito de “exhibiciones obscenas“, que reprime a quien ejecute o hiciese ejecutar por otros actos de exhibiciones expuestas a ser vistas involuntariamente por terceros. En este caso concreto estudiantes, profesores y visitantes debían pasar obligatoriamente frente al show .

El fiscal Tereszko, que inició la investigación de oficio, ha establecido que “los hechos, que resultan de notorio conocimiento, podrían ser vistos como actos de impudicia del autor, más allá de que para otras personas sea aceptado como una demostración artística“.

Si las españolas fuesen declaradas culpables y se estableciera que actuaron contratadas y sin saber que había testigos involuntarios recibirían multas de entre 1.000 y 15.000 pesos (100 a 1.500 euros). Pero si se demuestra que actuaron por vocación podrían caerles hasta cuatro años de prisión.

Pulido y Urko, que se definen como “monstruas empoderadas que les gusta mostrar su sexualidad, monstruas deseables y deseantes”, viajaron a Argentina financiadas por la Consejería de Cultura de la Embajada de España para participar en la Bienal de Performances.

Mostraron su show en la Casa del Bicentenario, el Centro Cultural Paco Urondo y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. También dieron conferencias junto al profesor universitario y activista queer español Paul Preciado, que nació mujer y se pasó al sexo masculino.

Reivindicaciones

Ellas reivindican el ‘posporno’ que, según dicen, busca sacar a la pornografía del ámbito heterosexual y exhibir cuerpos alejados de los estereotipos clásicos.

En la zona de ingreso a la facultad montaron el numerito desnudas y con atuendos sadomasoquistas. Urko protagonizó el papel activo y Pulido el pasivo, echada sobre la mesa de un chiringuito del trotskysta Partido Obrero. Como allí se estudia Comunicación Socialusaron un micrófono a modo de juguete sexual.

El decanato amenazó con “sancionar” a los responsables, que incluyen a profesores, investigadores y estudiantes del área de Comunicación, Géneros y Sexualidades, pero de momento no se sabe que ello haya ocurrido. Y el rectorado se lamentó, en un comunicado, por si con el numerito porno se hirió “alguna sensibilidad”.

Porno junto a las Torres de Serranos de Valencia

Escenas  SM hetero en Valencia.

Escenas pornográficas en Valencia.

Un hombre y una mujer protagonizaron varias escenas de pornografía junto a las Torres de Serranos delante de viandantes, algunos de ellos niños de corta edad, mientras una tercera persona grababa con una cámara de vídeo los contactos sexuales en plena calle.

Los hechos ocurrieron el pasado jueves por la tarde en las inmediaciones del monumento histórico después de que el hombre paseara a la mujer semidesnuda, con una cadena que rodeaba su cuello y la evidente complacencia de sentirse humillada, ante un grupo numeroso de personas que pasaban por el lugar y se detuvieron para contemplar la escena masoquista.

Algunos de los viandantes grabaron vídeos de la extraña pareja con sus teléfonos móviles y realizaron también fotografías, unas imágenes que se difundieron de forma masiva a través de los grupos de WhatsApp. En una de las fotos, el hombre aparece sentado en un banco de piedra con un cigarrillo en la boca, sin soltar la cadena, y la mujer se encuentra de rodillas a su lado en actitud sumisa.

Otra imagen grabada y difundida de la pareja podría acarrear consecuencias penales a los protagonistas de estas escenas de pornografía, ya que una niña de corta edad mira a escasos metros a la mujer semidesnuda mientras el hombre le introduce un juguete sexual en el ano. La penetración tuvo lugar a plena luz del día en la explanada de las Torres de Serranos.

Tras recibir una queja de un ciudadano, una patrulla de la Policía Local acudió al lugar, según informaron fuentes municipales, pero la pareja y el hombre que grababa con una cámara de vídeo ya se habían marchado.

TAMOTSU YATÒ, FOTÓGRAFO DE YUKIO MISHIMA.

Procedente de L’ARMARI OBERT

Tamatsu Yatò (1928 – 1973)  es uno de los mas importantes artistas de la fotografía homoerótica del Japón, a pesar de ello hoy sería totalmente desconocido en occidente de no haber publicado el  trabajo “Otoko” en el que fue fotografiado su amigo Yukio Mishima.

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Otoko: Photo-Studies of the Young Japanese Male by Yato, Tamotsu

Otoko: Photo-Studies of the Young Japanese Male by Yato, Tamotsu

Su producción fue escasa y estaba destinada a un público limitado, sus fotografías en blanco y negro han influenciado claramente la fotografía homoerótica posterior a él.

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Amigo y colaborador de Yukio Mishima, fue pareja sentimental de su editor y traductor al inglés Meredith Weatherby.

Según Sadao Hasegawa, en su “Paradise visions” : “Tamotsu Yato alcanzó la fama por la creación de Otoko, un libro de imágenes Fotografió a Yukio Mishima, desnuda sus temas  tradicionales, hombres musculosos, campo poco sofisticados, son en su mayoría extintos hoy. Otoko fue valioso porque se podía ver estos de cuerpo largo, robusto, piernas, pelo corto, de mandíbula cuadrada hombres … ¡Adiós, hombres de Nippon! ” (texto extraido de wikipedia)

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 Tamotsu Yatò publicó tres libros:Taido: Nihon no bodibirudā-tachi :Samurai jóvenes: Los culturistas de Japón (1966) . Hadaka matsuri: festival desnudo: un ensayo fotográfico (1969). Otoko (1972) dedicado a la memoria de Mishima.

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Mas información:

http://climbing-down-bokor.tumblr.com/page/55

28J: ruinas, cuerpos y orgullo

En medio de la crisis de sentido que vivimos es necesario repolitizar las manifestaciones por la liberación sexoafectiva.

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¿Qué exigencia tengo de contar la verdad sobre mí misma? ¿Quién me lo pide? ¿Qué esperan? ¿En qué lenguaje será satisfactoria mi respuesta? ¿Cuáles son lasconsecuencias de decirlo? Mi hablar es un hacer y por tanto un acto político en sí. Antes de “jugárnosla”, antes de implicarnos en procesos y espacios públicos, el punto de partida común puede ser la duda. Las preguntas. La desorientación. La incertidumbre ante nuestros propios límites y fronteras.

El reto puede ser más simple y ambicioso al mismo tiempo: “reencontrarnos con nosotras mismas”, como dice Marina Garcés. “Dar cuenta de sí mismo”, como dice Judith Butler. No pasa nada. A veces es más importante lo que no sabemos que lo que sabemos.

¿Cómo funcionan nuestros afectos, deseos, sexos? ¿Cómo responde nuestro cuerpo en relación con otros cuerpos? ¿Cómo despojarnos de clichés, presuposiciones, corsés e inseguridades? Ninguna persona quiere quedarse sola. Nadie deja su casa o su país por gusto. Nadie quiere sentirse marginada. Nadie quiere ser diferente, y sin embargo todas los somos cuando dinamitamos las jaulas de la normatividad. Todas queremos “integrarnos”, pero no a costa de cualquier cosa y menos de “perder” la identidad.

En estos momentos

En estos momentos una adolescente estará viviendo por primera vez una historia de amor con otra mujer y temerá contárselo a sus padres. En estos momentos, una persona intersex contará su historia en una escuela. En estos momentos, un viejo de Aranjuez estará deseando a un chico bangladeshí que vende cervezas. En estos momentos, tres personas estarán haciendo una familia y querrán criar en tripartito.

En estos momentos una cajera de supermercado pensará en sus pelos y prominente clítoris que le han avergonzado toda la vida y los empezará a vivir como una delicia junto a sus amantes. En estos momentos, una persona trans odiará al endocrino que le ha “tratado” en la unidad de identidad de género y tuiteará su indignación.

En estos momentos, llegarán a la costa española dos marroquíes homosexuales perseguidos en su país, dispuestos a empezar de nuevo. En estos momentos, un joven abandonará su pueblo y se irá a vivir a la capital porque no le dejan mostrar que ama a otros hombres. En estos momentos, el presidente del gobierno español se arrepentirá de haber dado tregua al caso de asilo político de una lesbiana negra. Alguien estará viviendo una experiencia traumática que le hará guardar un secreto durante años y afrontar de forma negativa su hermosa diferencia. En estos momentos, miles de personas se estarán reencontrando con sus cuerpos y gritarán de placer.

De esto van  las manifestaciones del 28 de junio. El Día del Orgullo no es una fiesta de jóvenes glamurosos y despolitizados que se ponen hasta las cejas con el patrocinio de multinacionales y empresas mientras una multitud mirona y silenciosa observa los desfiles en la calle o a través de la tele. Esto no es el Orgullo. O no debería serlo.

El Orgullo es la denuncia creativa organizada a diario entre personas que dicen “quiéreme como soy”. El orgullo es que las viejas de los pueblos, y también los astilleros de la costa, se sientan interpeladas en una expresión colectiva de la diversidad sexual, en una celebración política por la multiplicidad e irreductibilidad de los cuerpos.Hay una necesidad de pensarnos con lxs otrxs, de volver a encarnar la teoría y la lucha social. Es una necesidad de confianza en lo común, de sentir que somos interdependientes y que esto de los cuerpos nos afecta a todes.

El 28 de junio no es un baile de monstruos sociales, ni de satánicos, ni de brujas, bohemias radicales, artistas rebeldes, amantes indomables. O sí. Y todas somos esos posibles que desdibujan las líneas de la normatividad.

Se trata de eso. El desnudo y la corporalidad. Exponer la vulnerabilidad y la falibilidad propia de la condición humana, llevar el cuerpo a la primera línea política. Bajar las emociones y las ideas del ático que es la mente al resto del cuerpo.

Salirnos del “marco incomparable” que es el pensamiento dual y resignificar la bandera multicolor en el comienzo de un nuevo ciclo político. Es algo urgente. Pensar por qué vamos a acudir a las fiestas del Orgullo de nuestra ciudad. Y hacer de nuestras vidas una celebración, claro que sí. Transformar las tragedias en historias emocionantes contadas con mucho humor. Y gritar en coro los Principios de Yogyakarta (2007).

Y pensar qué estamos haciendo en nuestros colectivos, barrios y pueblos. Pensar cómo nuestros entornos pueden ser ya comunidades de resistencia a la condición neoliberal, a las violencias y los colonialismos. Iniciativas como los Orgullos Indignados de Madrid o la nueva caseta reguetonera de Barcelona hacen genealogía de los movimientos LGTBIQ en un baile disidente de categorías que se cruza con otros movimientos sociales.

Insisto. Se trata de esto. La denuncia, la protesta, la creatividad indignada y feminista. Crear comunidad desde la experiencia de la diversidad mutante.El reto, conseguir que colectivamente tomemos las riendas, vivamos y expresemos en libertad, sin miedo, nuestras identidades sexoafectivas, en un cotidiano que está cambiando.

¿Qué pueden entonces aportar las manifestaciones del 28 de junio como reflexión política en la actual crisis de valores? ¿Cómo nos sentimos interpeladas? Quedan muchas preguntas y luchas pendientes para un país progresista en materia de derechos sexuales y reproductivos como es el Estado español.

Que el Orgullo sea una demostración colectiva y creativa del descontento social. Que sea un proceso de construcción permanente de comunidad abierta e incluyente, que negocia tensiones, que resuelve conflictos. Que sea un flujo de etnografías sexoafectivas que griten, denuncien y bailen su rechazo a un modelo económico capitalista que atraviesa nuestras identidades, destruyendo libertades y derechos ganados a pulso por quienes nos precedieron. El Orgullo es hoy una deuda con nosotras mismas. Y ésta sí que es legítima.

Pol Galofre: Abrazar lo trans

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“Para mí el feminismo era algo que estaba allí, pero a lo que no me había aproximado mucho. Cuando entré en la universidad me apunté a una asociación LGBT, y a raíz de eso empecé a leer, a aprender, a investigar sobre teoría feminista y entender que era allí donde a mí me gustaba moverme y que los discursos que estábamos teniendo en tanto que trans y LGTB si no estaban cruzados con el feminismo no me interesaban. Entendí que las luchas por la despatologización de lo trans, el cuestionamiento del sistema sexo género, tenían que ir vinculados a la lucha feminista y que las conexiones que teníamos que establecer debían ir en ese sentido.”

Pol Galofre (Barcelona, 1987) es uno de los impulsores de Cultura Trans, un proyecto que nació en 2011 de la mano de algunos de los organizadores de la manifestación Trans en Barcelona -desde el año 2009, cada mes de octubre, la Campaña STP convoca un Día Internacional de Acción por la Despatologización Trans con manifestaciones y actividades en diversas ciudades-. “Nos dimos cuenta de que una parte del activismo que estábamos haciendo no iba más allá, de que nos estamos quedando en un círculo muy cerrado. Decidimos empezar un proyecto diferente, más centrado en la cultura, muy político, con la intención de visibilizar y generar otros referentes entorno a lo trans que no fueran excluyentes, y de trabajar para mejorar las expectativas de vida de las personas que se identifican como trans.” “Estamos muy vinculados al movimiento feminista, y esto nos aporta mucho. De hecho, la sede principal de ‘Cultura Trans’ es La Bonne –Centre de Cultura de dones Francesca Bonnemaison-. Porque creemos que es un lugar interesante desde donde trabajar.” Aunque añade que “procuramos movernos bastante de sitio por Barcelona, porque cambiar es una forma de cambiar de público y llegar a más gente”.

“Ahora somos principalmente Miquel Missé y yo, pero en cada proyecto tenemos gente alrededor que nos ayuda.” Y los proyectos que menciona son muchos y muy variados. Desde las jornadas más académicas, para generar pensamiento, que se organizan en octubre coincidiendo con la campaña STP, hasta presentaciones de libros, talleres, espectáculos, exposiciones de fotos o ciclos de cine. Sin ir más lejos, acaba de empezar una nueva edición del Fire!! -la muestra de cine LGBT del Casal Lambda- en el que por tercera vez colaboran programando la sección “pantalla trans” y a lo largo de todo el curso ha tenido lugar en el Zum Zeig el ciclo de cine Open, para el cual han programado una película LGBT por semana.

También están enfrascados en la edición de un libro sobre políticas trans, que editarán con Egales. “Es un libro de traducciones de artículos de pensadores trans desde los años 70 hasta ahora, de Estados Unidos, donde los estudios trans son una rama concreta de los estudios de género. Hemos seleccionado diversos artículos que podrían considerarse fundacionales de los estudios trans, o que nos han parecido interesantes.” Para las traducciones, decidieron contar en la medida de lo posible con personas trans “contactamos con personas trans que hubieran traducido alguna vez, que supieran inglés o que escribieran bien en castellano… Luego, María Teresa Rojas se ha encargado de la corrección y de unificar los textos.”

Pero el acto central de ‘Cultura Trans’ es probablemente el ‘Trans Art Cabaret’, que se celebra este sábado, 4 de julio en Sala Hiroshima. “Es una forma de retomar la tradición de cabaret que tenía lo trans en Barcelona, y al mismo tiempo darle una vuelta, dar la posibilidad a personas trans de la ciudad y del mundo que están haciendo cosas artísticas de ponerlo en el escenario. Gente amateur que quizá no da el último paso en parte porque es una persona trans, de repente tiene un espacio allí.” La cosa empezó invitando a gente conocida, pero ha ido más allá: “estamos todo el año con los ojos y las orejas puestos, y cuando encontramos alguna persona trans que hace algo, pensamos al instante en el cabaret. A raíz de hacerlo hay algunos artistas que se han afianzado, por ejemplo Miryam Mariblanca que participa en el trans art cabaret desde el principio, es maravillosa, a la gente le encanta y ella está encantada de seguir viniendo. Además, siempre intentamos llevar a alguien de fuera, y al final acaba siendo algo grande. En este cabaret también se representará una parte de Limbo, que es una obra de teatro en la que participamos, de L’Era de les Impuxibles, con Clara Peya, una de las presentadoras del Cabaret.”

Comentamos la ocurrencia de celebrarlo precisamente en el Paral.lel, el lugar de tradición trans cabaretera por excelencia de Barcelona. “Me parece interesante hacer esta conexión porque pienso que el sistema es muy inteligente y se autorregula, y hay una parte de las luchas gays y trans que acaban siendo aceptadas porque son en cierta manera fagocitadas por el sistema: ‘te acepto como gay, siempre que te cases y seas normal, pero los que tienen pluma y tienen una vida rara, eso me parece mal’. Y con lo trans, creo que hay también un poco de esto. Ahora hay bastante aceptación de lo trans, siempre que transites dentro de la norma, que hagas del cambio entero, que te conviertas en un ‘hombre de verdad’, en una ‘mujer de verdad’, y que dejes atrás esta parte esperpéntica, que conecta con el drag queen, con el travestismo… así que esta conexión con el cabaret también es una forma de reivindicar esta posibilidad de ser marginal y esperpéntico, reivindicar que esto es de donde venimos y que es algo a lo que no le tenemos que dar la espalda.”

Ahondamos en esta idea de ‘haber nacido en el cuerpo equivocado’ con la que a menudo se asocia lo trans, una idea que no cuestiona el binarismo hombre/mujer y que en algunos casos puede implicar el rechazo a las expresiones de género no normativas o incluso a la homosexualidad. “Aquí entramos en terreno pantanoso, pero creo que el problema con estos discursos de ‘hoy he vuelto a nacer, he nacido en el cuerpo equivocado, he tenido un problema y me lo han arreglado’, es el rechazo que generas hacia tú mismo y hacia tu historia. Yo creo que el tránsito es algo que va contigo toda la vida, y que si cada vez que alguien te lo recuerda (porque te lo recordarán) eso genera un rechazo en ti muy fuerte, quizá no es el camino que deberíamos seguir, ¿por qué no podemos trabajar para abrazar este tránsito, para abrazar el hecho trans, y para intentar entender y vivir los cuerpos trans de una forma diferente, en lugar de ir hacia esta extinción de lo trans? Esta idea de que si la operación al final es perfecta, ya no quedará ningún rastro del tránsito en ti. Pues no, claro que quedarán rastros, porque has hecho este tránsito y forma parte de tu vida. A veces parece que la medicina nos ha de llevar la panacea, y quizá no. Quizá ese no debería ser el camino.”

Uno de los temas más polémicos actualmente en este ámbito es el de la transexualidad en la infancia: “Creo que cuando se tienen expresiones de género no normativas en la infancia se tiene que permitir desarrollarlas, probar y experimentar, y que sepan que pueden ser y hacer lo que quieran cuando sean mayores, obviamente, pero hay un punto complicado… yo estoy muy orgulloso de quien he sido y creo que el chico trans que soy ahora, es en gran parte porque he tenido una sociabilización femenina, y esto no lo cambiaría por nada. Es lo que me ha hecho ser feminista, tener la visión que tengo del mundo y la masculinidad que tengo ahora. Si cuando con 5 años decía que quería ser un niño me hubieran hecho caso, ¿qué tipo de hombre sería hoy en día? Quizá, si me viera ahora, no me gustaría nada a mí mismo.” Además, añade “he comparado historias de infancia con compañeras lesbianas muy ‘butch’, y nuestros relatos de vida, y nuestras sensaciones de pequeñas son muy similares, prácticamente calcadas, y hay un punto en esta historia en el que yo cojo un camino y ellas cogen otro. Entonces, hay psiquiatras y padres que les cambian el género a sus hijos porque dicen que en algunos casos está muy claro y hay riesgo de que se autolesionen. Está claro que se les tiene que dar espacio para ser lo que quieran ser, pero siempre teniendo en cuenta que quizá después esta persona no transita, y que esto tiene que ser una posibilidad. Podría pasar que de los 5 a los 10 años vives en masculino, y tus padres lo han cambiado todo, y de repente quizá llega la adolescencia y decides cambiar. Y esta posibilidad creo que no está planteada.”

Sobre la cuestión de si es un tema candente especialmente en los Estados Unidos, opina que “Estados unidos tiene una gran colonización cultural y mediática en todo el mundo, pero aquí también está pasando, no es una realidad que nos sea ajena.” Me habla, por ejemplo del documental de TVE ‘El sexo sentido’, y de asociaciones como Chrysallis, de padres de niñxs y adolescentes transexuales, o el Grupo Familias de Trans .

Pol Galofré escribió un artículo en la revista Píkara muy revelador sobre cómo cambiaron sus sensaciones cuando empezó a ser reconocido como hombre en sociedad. “Siendo reconocido como chica en la calle, hay una especie de presión, una carga en gran parte sexual en todas las interacciones con hombres de la que no te das cuenta, porque está tan inmiscuida dentro de todo y porque hemos crecido así: a mí con 14 años ya me habían enseñado varias pollas por la calle, tocado los pechos… es algo que está siempre presente y en el momento en el que empecé a transitar yo no era consciente de ello. Cuando empecé a ‘pasar’ por la calle, a ser reconocido como chico, me di cuenta de que toda esta presión en la interacción con los hombres desaparecía. Esto para mí fue una bofetada muy grande. Por una parte fue muy liberador porque de repente lo dejaba de tener encima, pero por otra parte es muy preocupante. No puede ser que el simple hecho de estar en la calle sea una experiencia tan diferente si eres leído como mujer o si eres leído como hombre. Aquí hay que hacer algo.” Además, añade “noto que se me escucha más, y esto me da mucha rabia: si vamos yo y una chica y se me escucha más a mí. En estas situaciones intento no abrir la boca. Pero dices una palabra y el foco de antención va hacia ti.” No ha sido el único hombre trans que ha descrito la sensación de experimentar el privilegio masculino.

“Después, además, me di cuenta de que, en cuanto a mí me reconocían como hombre, se esperaba lo mismo de mí del otro lado. Yo dejaba de sentir eso de cara a los chicos pero las chicas con las que me cruzaba por la calle lo sentían de cara a mí. Eso, a mí, como feminista me remueve por dentro, me genera un rechazo horrible… Así que empecé a pensar qué tipo de masculinidad quiero performar, qué tipo de hombre quiero ser. Cuando me dieron los privilegios que vienen dados por reconocerte como hombre, me tuve que replantear actitudes que como lesbiana masculina o mujer empoderada hubiera podido tener. Por ejemplo, a mí me cuesta tomar la palabra en público y me había empoderado para aprender a tomarla, pero ahora me echo para atrás. Muchos chicos no lo entienden, ‘¿por qué no puedo tomar la palabra si tengo cosas interesantes a decir?’ pues porque tú tienes la palabra dada siempre”. “He encontrado mis estrategias y en mi entorno esto está trabajado, pero me indigna por lo que dice de la sociedad en que vivimos. Y por otra parte… entiendo que las personas trans no tienen que ser la panacea de esta sociedad, y que pueden ser igual de normativos que la mayoría de personas cis, pero al mismo tiempo me da mucha rabia cuando veo un chico trans que ha vivido mierdas como chica y que en el momento en que transita, prácticamente tiene actitudes machistas.”

Afirma no haber notado una recriminación desde el feminismo en Barcelona por el hecho de haber transitado, de haberse sumado de alguna manera al ‘privilegio masculino’. “En los entornos feministas en los que yo me he movido no ha habido esta recriminación. De hecho creo que hay un poco de fascinación por lo trans, e incluso una cierta erotización de los cuerpos de los chicos trans sobre todo, en el mundo bollero y feminista aquí en Barcelona.” Pero reconoce que hay un punto de esta fascinación que en parte le preocupa: “Me interesan mucho los puntos de encuentro entre lo butch y lo trans. Creo que el feminismo y el movimiento lésbico han hecho un trabajo muy grande de por permitir que haya personas identificadas como mujer con una expresión de género masculina, en dar este espacio de masculinidad dentro del concepto de mujer, y tengo la sensación de que este espacio está siendo un poco desprestigiado. No sé si es que antes estas mujeres no transitaban porque la opción de transitar ni siquiera existía, que también puede ser, pero lo cierto es que ahora cada vez hay más chicos trans, que transitan muchas veces desde un contexto lésbico. Aquí hay algo que a mí me tensiona. ¿Estamos haciendo algo mal porque para vivir esta masculinidad necesites cambiar el nombre, cambiar los pronombres? Quizá nos toca hacer el trabajo de generar pronombres neutros, para generar este espacio. No sé si es que hay una idealización de lo masculino… al mismo tiempo, yo soy el primero que he transitado, y que ahora mismo no podría vivir como mujer lesbiana, pero quizá es porque no tuve los referentes, no encontré las formas de ser mujer y masculina y estar bien con eso. Al mismo tiempo es muy interesante que haya tanta gente que transita, porque estamos en un momento en el que esto es posible y genera otras posibilidades, pero quizá me da miedo que este espacio espacio andrógino, intermedio, en el que había antes mujeres masculinas y en el que ahora hay chicas trans y genderqueer, desaparezca.”

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Orgullo LGTB (o cuanto más dinero tienes, más opciones tienes)

Artículo publicado en Golfxs con principios

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Mañana se celebra el Orgullo “oficial” en Madrid. ¿Por qué el dia 4 en lugar del día que le corresponde, el 28 de junio? Pues por dos razones: La primera, que así pueden venir más turistas de vacaciones al Orgullo y la otra, que así está todo el mundo —el que trabaja— con dinero abundante en las manos. Al final acaba importando más el negocio que la parte reivindicativa. Acabado el “festival”, todo el mundo ha ganado sus euros y entonces llega de nuevo la soga al cuello del activismo: Las multas.  Se promociona delante de la prensa, se ahoga de maneras menos visibles. En esto de las reivindicaciones y la libertad para elegir cómo quieres vivir tu vida, hay que tener en cuenta que hay algo fundamental que no siempre se tiene en cuenta: Tus opciones para ejercer esa libertad. No es lo mismo tener un buen trabajo, o un buen status social, o vivir en una ciudad grande, que estar en situaciones más desfavorecidas. Si vives en el resto de ciudades y pueblos, la vida se complica de manera inversamente proporcional al tamaño del pueblo (no en todos, pero en general). O si no tienes trabajo, ni un duro y te resulta imposible salir de tu pueblo ni con BlaBlaCar. Y ya no digamos si quieres irte a vivir a una ciudad grande… O la familia lo mantiene o es imposible mudarse de ciudad sin un trabajo.

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Lo económico va de la mano de la libertad personal. Cuando no sabes qué vas a comer mañana, si es que comes… Cuando tienes que pasarte todos los días por comedores sociales… Cuando vives en unas condiciones muy muy complicadas en cuestiones básicas, igual te dan un poco igual otras aspiraciones más elevadas. Sí, te apetecería estudiar, te apetecería mejorar tu aspecto, comprarte ropa, viajar, o simplemente, poder ir a comer por ahí con alguien. Pero si no tienes un euro, la atención se acaba centrando en cuestiones más vitales de manera inevitable. Por eso a mí sí me parece muy importante tener presentes tanto las posturas relativas a la economía (que facilitarán o no esa expresión de la diversidad), como las posturas absurdas que niegan su importancia y ver de quién vienen esas posturas. Si sólo nos referimos a España, en lo primero me acuerdo de la curiosa jugada de cuando se aprobó el “matrimonio gay”: “El 30 de junio de 2005 pasará a la historia del Congreso de los Diputados. Aquella mañana, el Parlamento aprobó una de las reformas sociales más importantes y valientes de la Democracia: el matrimonio homosexual. Pero ésa no fue la única votación trascendente del día. Unas horas después, el mismo 30 de junio en un hemiciclo bastante más vacío, el Congreso sacó adelante una moción por la que las ahora famosas Sicav, ese paraíso fiscal que sin salir de casa permite a los más ricos tributar al 1% por sus plusvalías, dejaron de estar bajo la supervisión de los molestos inspectores de Hacienda para pasar bajo la miope lupa de la CNMV. Las grandes fortunas lograron el milagro de enterrar la crispación: todos los partidos, salvo Izquierda Unida, votaron a favor”. (fuente) No daré mucho la lata con el tema, ya queda a la reflexión de cada cual pensar los efectos de los paraísos fiscales, de quiénes se pueden permitir SICAVs y similares, de quién suele defraudar… Y qué efecto tiene eso sobre la gente que hoy, mañana, pasado mañana, están en situaciones críticas. Mucha mucha gente. En España, 12 millones de personas.

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Las posturas absurdas, aunque pueda parecer que no tienen relación, son exactamente lo mismo: Proponen la libertad en lo personal (“hago lo que quiero”), pero sin sentir el menor conflicto con que quien se llevaba más dinero, se lleve cada día más y que quien se llevaba menos, se lleve cada vez menos. El caso más conocido, con más y más años demostrando qué defienden, es el de Alaska y Mario Vaquerizo… El “hago lo que quiero”  casi siempre quiere decir “que cada cual se busque la vida”, que es la postura anarcocapitalista de toda la vida… Esto es la selva, apáñate cómo puedas. Igual es algo que defiendes sin saberlo… En el anarcocapitalismo se defiende “la eliminación del Estado y la protección de la soberanía del individuo por medio de la propiedad privada y el mercado libre. En una sociedad anarcocapitalista, la policía, los tribunales y todos los otros servicios de seguridad se prestarían” por empresas privadas “en lugar de a través de impuestos”.

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¿A cuantas personas sin techo has visto con la bandera arcoiris? ¿Para qué van a sumar otro motivo de odio a los ataques que ya sufren sólo por vivir en la calle y de los que casi nadie habla? Quedarnos solamente en el aspecto social (olvidando las condiciones económicas que lo posibilitan o no) nos puede hacer más difícil de ver que hay gays, transexuales, lesbianas, bisexuales, intersexuales en las colas del paro, sin un duro, durmiendo en la calle, malviviendo en la miseria, sin servicios sociales, sin sanidad pública, sin redes de apoyo, sin recursos ni materiales, ni intelectuales, ni sociales. Vamos, en todas partes. Y la situación de toda esa gente que vive en los márgenes es fruto del peso de una organización social que va dejando a mucha gente en la cuneta, y que, aunque tolera al colectivo LGTBIQ, lo hace siempre que  siga siendo una minoría, que no intenten decir que dentro de la diversidad, es lo mismo ser heterosexual que ser gay, lesbiana, transexual, intersexual, bisexual, pansexual, etc etc. Si nos vemos en pequeños colectivos parecemos poca gente, pero todas las “minorías” lo somos porque un orden heterosexual y reproductivo nos considera “planes B”, “opciones alternativas”, lo “diferente”, no porque seamos minoría en número. Somos mucha, muchísima gente la que se nos llama “alternativa”. Lo heterosexual no es “lo natural”. Como dice Marcos Sanz (sociólogo), “lo natural” es lo que se llama a lo que está en una determinada jerarquía respecto al resto una vez que se han borrado las huellas de cómo se ha llegado a implantar ese orden.

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‘Sexoterapia’ para la discapacidad

'Marc Xander', asistente sexual en Barcelona. ANTONIO MORENO

‘Marc Xander’, asistente sexual en Barcelona. ANTONIO MORENO

Jordi se acostó por primera vez con una chica en silla de ruedas cuando estaba haciendo el último curso de Ciencias Sociales en Barcelona. Necesitaba dinero para pagarse la universidad y recurrió al sexo de pago para ello. Unos amigos le presentaron a una mujer minusválida que buscaba a alguien que le estimulara sexualmente y jugase con su cuerpo.

¿Por qué con una discapacitada? “Estas personas no pueden acceder a una vida sexual satisfactoria y necesitan de este tipo de servicios”, dice Jordi, aunque prefiere que le llamemos Marc Xander. Este es su alias laboral, el personaje que crea cada vez que le suena el teléfono reclamando su cuerpo. Tiene 33 años, mide 1,77, es moreno de ojos marrones y afirma ser asistente sexual desde hace cuatro años. Su voz calmada y tenue le gusta mucho a David, uno de sus clientes invidentes, que paga a Marc 300 euros por una hora de servicio en la que dice que el sexo es lo menos importante. “Me hace sentir deseado y eso me da seguridad y confianza“, comenta David.

Porque el trabajo del asistente es en ocasiones muy terapéutico. “Estas personas tienen una hipersensibilidad increíble. Me piden caricias, masajes, que les duche y haga cosquillas. Necesitan este cariño carnal y yo me siento bien con ellos”, explica Marc. Sus clientes son hombres y mujeres con algún tipo de minusvalía y reconoce que para trabajar con estas personas es fundamental una buena preparación previa. “Antes de quedar con ellos tengo que saber qué tipo de disfuncionalidad tienen y en qué les puedo ayudar. Algunos no quieren sexo, sólo necesitan sentir el cuerpo de otra persona apretando el suyo y que demos forma a sus deseos más íntimos”.

Marc suele tener clientes fijos como un chico sordomudo, otro en silla de ruedas y una mujer ciega. “Me gusta quedar con ellos en los hoteles, pero muchos no disponen de instalaciones adecuadas para minusválidos y entonces voy directamente a sus domicilios”, cuenta. Contactan con él a través de su página web o de alguna asociación, con las que está al pie del cañón levantando la voz por la dignidad y la regularización de este tipo de trabajo sexual.

Porque en España cada vez hay más personas que luchan por los derechos sexuales de las personas discapacitadas. El problema es encontrar un marco legal para ello. En Europa, países como Suiza, Alemania, Holanda o Bélgica consideran la asistencia sexual como un servicio del sistema sanitario. Pero sólo Suiza lo tiene regulado de forma oficial, incluso está subvencionado.

Ese es el objetivo de varias asociaciones que han puesto en marcha en Barcelona sus servicios para poner en contacto a las personas discapacitadas con los asistentes sexuales. Aunque Francesc Granja prefiere llamarles “acompañantes”. Francesc es el presidente de Tandem Team, una asociación que nació hace un año en la ciudad condal para hacer de puente en este encuentro íntimo.

“Empezamos un proyecto para ayudar a las personas con diversidad funcional y vimos que la parte que estaba más desatendida era la sexual. Entonces decidimos hacer entrevistas para ver qué tipo de público teníamos y al principio nos sorprendió que hubiera más personas que querían ofrecerse como acompañante de las que querían solicitar el servicio”, cuenta Francesc. Su asociación trabaja normalmente con 10 asistentes y ya han organizado 180 encuentros sexuales. “No es un trabajo sencillo. Es importante el tema de la higiene, que les vista y atienda a la perfección. Para nosotros eso es más fundamental que el sexo, por eso buscamos sobre todo a gente que venga del mundo de la enfermería o de la asistencia social”.

Cuando Sandra, asturiana de 38 años, era adolescente, estuvo de voluntaria en centros de atención a discapacitados psíquicos. Aunque dice que no lo hace por dinero, esta mujer lleva tres años teniendo varias citas al mes con dos chicos con Síndrome de Down y otro minusválido.

“Puedo decir que el 70% de las veces que quedo con ellos no tenemos ninguna relación sexual plena. Muchos solo quieren ver mi cuerpo desnudo y acariciarlo. Es cierto que me lucro con ello, yo no se lo pido, pero los chicos me dan siempre algo de dinero. Quiero que quede claro que lo hago por una motivación social aunque la gente no se lo crea”, afirma Sandra que insiste en que para hacer este trabajo se necesita una buena preparación.

Por ello, en Barcelona, la Asociación Sex Asistent organiza cursos de formación para asistentes sexuales. En 2012, el colectivo formado por terapeutas y psicólogos fueron los pioneros en España en hablar abiertamente de la necesidad de acceder a una sexualidad satisfactoria de personas con discapacidad. “Entendemos la asistencia sexual como un espacio de empoderamiento para estas personas que, encasilladas como asexuales, pertenecen a un colectivo que tiene los mismos derechos sexuales que cualquiera”, afirma Rafael Reoyo, coordinador de Sex Asistent en España.

El último curso que organizaron, para el que alquilaron un aula en Barcelona, duró ocho horas y acudieron 10 personas. “No solo viene gente que se quiere dedicar a la asistencia sexual. Hemos tenido a sexólogos y chicos que trabajan en centros para discapacitados que quieren conocer mejor este tema. Les hablamos de la ética profesional, de la importancia de entender la realidad humana de estas personas y conocer las diferentes diversidades funcionales que puedan tener”, cuenta Rafael. Su asociación cuenta con el apoyo de la mayoría de los colectivos de discapacitados, que representan a 3,8 millones de personas en España, un 58% mujeres.

Como Carmen, 43 años, que lleva cinco en una silla de ruedas a causa de la esclerosis múltiple que padece. Todas las semanas recibe en su casa de Girona a un asistente personal que le ayuda a comer, vestirse, ir al baño, pero… ¿qué pasa con el sexo?

“Yo no puedo ir a una discoteca y ligar con un chico. He estado seis años sin tener ninguna relación y me sentía muy deprimida”, comenta Carmen que añade que desde que se enteró de esta posibilidad le ha cambiado la vida. “Pago por acostarme con hombres. Sí, y no me avergüenza reconocerlo. Me hace disfrutar muchísimo, no solo en el sexo. También está la afectividad, los abrazos y los mimos. Me siento más positiva y completa. He descubierto sensaciones que pensé que en la vida podría tener”.

Casi la mitad de las mujeres piensa en un compañero de trabajo mientras practica sexo

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Los estudios y encuestas no dejan de sorprender. El último que ha llamado la atención analiza las fantasías sexuales que tenemos mientras practicamos sexo y la conclusión es que la cabeza muchas veces está con otra persona.

Si damos por bueno este análisis elaborado por la firma de juguetes sexuales Lovehoney, que ha encuestado a 1.300 personas, habría que redefinir el significado de ‘hacer el amor’. Así, el 46% de las mujeres y el 42% reconoce que cuando practica sexo con su pareja estable está pensando en otra u otro.

La segunda conclusión no es menos sorprendente pues en la cabeza de hombres y mujeres en esos momentos íntimos no es que estén precisamente Brad Pitt, Álex González, Penélope Cruz, Scarlett Johansson o Rihanna.

¿En quién piensan esas mujeres? Pues resulta que en la mayor parte de las veces, al pensar en otro, especialmente las mujeres, se trata de personas con las que hablan todos los días y conviven muchas horas, es decir, en compañeros de trabajo.

Esta encuesta ofrece datos llamativos hasta el final, pues demuestra que las fantasías a veces también se cumplen, y con creces. Así, el 8% de las mujeres y el 2% de los hombres admitieron haber tenido relaciones sexuales con su jefe o jefa.

Bilbao acogerá los días 26, 27 y 28 de junio las I. Jornadas Sexológicas

ORGANIZADAS POR GURENDUZ

Bilbao acogerá los días 26, 27 y 28 de junio las I. Jornadas Sexológicas.

En las jornadas se abordarán temas como las pecualiridades eróticas en los medios de comunicación, el abordaje de la sexualidad en las personas con diversidad funcional, la educación sexual hoy día, amor en tiempos modernos… En las mismas habrá grandes profesionales como Valérie Tasso, Efigenio Amezua, Marcos Sanz, Francesc Granja, Maria Clemente y Maria Diaz Angulo.

Sodomía y cerveza fría: apología del sexo anal

Publicado por  en JOTDOWN

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Recibí clases de canto de un célebre profesor gay que me dijo que hay que cantar como si te estuvieran metiendo tres dedos por el ano. Ahora canto de una forma más controlada. Desde el ano (Nick Cave, The Word).

Hoy en día el sexo anal no se oculta particularmente. Hay guías y tutoriales, aparece en el porno tanto hetero como homosexual, se venden plugs anales en las tiendas… Pero es fácil encontrar incoherencias, miedos y desprecios. Tradicionalmente se identifica la sodomía con el sexo anal entre hombres, pero tanto hombres como mujeres, cis y trans, homosexuales y heterosexuales, se penetran analmente (y alegremente) en todas las combinaciones posibles con dildos y penes y dedos y puños. El ano no tiene género.

¿Puede un hombre heterosexual disfrutar siendo penetrado por una mujer? La palabra «ano» viene del latínanus, o sea, «anillo»: ¿significa eso que el gesto de meter un anillo en el dedo del cónyuge durante una boda es equivalente al gesto de meterle un dedo en el culo? ¿Arroja esto nueva luz sobre la escena de los dedos en el culo de Airbag, durante la que Karra Elejalde pierde su anillo de boda? ¿Por qué en francés un film de cul es una película porno, sea o no anal? Si el sexo anal está normalizado, ¿por qué decir «que te den por culo» es un insulto?

Al menos dos de estas preguntas encontrarán respuesta en este artículo.

Antes muerto que penetrado

¿Cuándo por el pacífico y virtuoso ojo del culo hubo escándalo en el mundo, inquietud ni guerra? (Francisco de Quevedo, Gracias y desgracias del ojo del culo).

ecuerdan Javier Sáez y Sejo Carrascosa en el divertidísimo ensayo Por el culo (alma mater o más bien pater de este artículo, todos los entrecomillados son suyos) que cuando al entrenador Luis Aragonés le ofrecieron en Alemania unas inocentes flores, su respuesta inmediata fue: «Me van a dar a mí un ramo de flores, que no me cabe por el culo ni el pelo de una gamba». A primera vista, este hit de nuestro exseleccionador nacional sería solo un ejemplo de los tics testosterónicos, homófobos y autoafirmativos que Javier Sáez califica en un gracioso texto como pluma heterosexual, pero puede hacerse una lectura a otros niveles.

La lógica machista tradicional define la virilidad como la «impenetrabilidad máxima». En esas coordenadas la mujer es absolutamente penetrable: por eso no hay deshonra en sodomizar a una mujer, mientras que si un hombre es penetrado y disfruta con ello adquiere el estatus «inferior» de mujer o de no-hombre (los iraquíes llaman a los gais «el tercer sexo»). Jugaría en esta liga de Aragonés el «mecanismo de defensa ancestral» que cierra los glúteos de Antonio Recio (¡mayorista, no limpio pescado!) en La que se avecina… O la resistencia a los tactos rectales diagnósticos, a pesar de que el cáncer de próstata es el más frecuente entre varones de edad avanzada. ¿Un médico metiendo un dedo por el culo? ¡Antes muerto que penetrado!

Que te den por culo, vete a tomar por culo, te la han metido doblada, deja de darme por culo… Recibir sexo anal es para el lenguaje cotidiano «algo horrible, indeseable, un castigo, una humillación, una tortura». Si eres hombre ser enculado transforma tu identidad, te convierte en «marica» como si te hubiera mordido un zombi. No es este un tic único de la derecha conservadora: más allá de la frecuente homofobia comunista, la penetración anal como ataque se refleja en la típica caricatura del obrero a cuatro patas penetrado por un patrón con chistera.

A menudo el miedo a la posible homosexualidad propia («¿y si lo pruebo y me gusta?») lleva a algunos hombres a un miedo paranoico. ¡El ataque del terror anal! En 2008 un hombre llamado Jacobo Piñeiro conoció a dos jóvenes homosexuales en un bar de ambiente y los acompañó a su casa. De algún modo la noche acabó con el piso en llamas y ambos gais brutalmente asesinados mediante cincuenta y siete puñaladas. Un jurado popular absolvió al acusado a pesar del testimonio de los forenses, al apreciar legítima defensa y «miedo insuperable» a ser violado. ¿Entró en juego el «fantasma del pánico anal»? Un año más tarde el juicio se repitió y Piñeiro fue condenado, pero no todos los asesinatos homófobos acaban castigados.

n ocho países el sexo anal está penado con la muerte: Afganistán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Mauritania, Nigeria, Sudán y Yemen. Ochenta y cinco castigan la sodomía con cárcel, flagelación o internamiento en psiquiátricos. El político malayo Anwar Ibrahim ingresó en prisión en febrero de 2015 acusado de sodomía, tras varios juicios delirantes con pruebas de ADN y colchones manchados de esperma. Human Rights Watch publicó un terrorífico informe sobre una campaña masiva de secuestro y asesinato de gais lanzada en Irak en 2009. Allí se menciona un método de tortura y ejecución especialmente significativo: la milicia iraquí sellaba el ano de los homosexuales con un fuerte pegamento industrial. La muerte por intoxicación interna sobrevenía poco después, materializando de forma horrendamente literal la fantasía del macho ibérico: que no quepa ahí ni el bigote de una gamba.

Una frase clave del informe: «la milicia afirma que el afeminamiento se ha extendido entre la juventud tras ser traído del exterior por soldados estadounidenses». También el iraní Ahmadinejad insistía en que la homosexualidad era cosa de yanquis. Tradicionalmente el sexo anal se ha atribuido al otro, al extranjero: nunca es algo propio de tu país o cultura. En la Edad Media los europeos atribuían el sexo anal a los musulmanes, y para los árabes eran los europeos quienes iban por ahí enculando gente.

Al miedo a ser penetrado se une pues el miedo racial. En 2009 Santiago Sierra presentó la performancePenetrados, un vídeo de tres cuartos de hora dividido en ocho actos en que se muestran todas las combinaciones posibles de sexo anal entre hombres y mujeres de raza blanca y negra. La obra busca entre otras cosas provocar reflexiones sobre el terror anal y el miedo al inmigrante: ¿se reacciona igual ante la imagen de hombres blancos sodomizando a mujeres negras que ante la secuencia de hombres negros enculando hombres blancos?

Del ano romano a la sodomía de la burguesía

Mentula cum doleat puero, tibi, Naeuole, culus, / non sum diuinus, sed scio quid facias. («Cuando a tu [joven] esclavo le duele la polla, a ti, Névolo, [te duele] el culo. / No soy adivino, pero sé lo que haces»). (Marcial,Epigramas [III, 71]).

En la Antigüedad clásica la consideración del sexo anal dependía de si se era el penetrador o el penetrado. Encular o pedicare era una actividad viril a la que cualquier ciudadano libre podía dedicarse sin problemas, mientras que el papel pasivo o receptor quedaba limitado a mujeres, esclavos o adolescentes. En este último caso, del joven pasivo se esperaba que no sintiera excesivo placer: sería mostrar demasiada «femineidad» en lugar de una virilidad aún en desarrollo. El adulto varón que disfrutaba siendo penetrado analmente (llamadoimpudicus o diatithemenos) sufría desprecio generalizado, podía ser expulsado del ejército y despojado de sus derechos como ciudadano. Ser penetrado es un descenso de clase social. Este eje activo/pasivo es similar al que comenté al hablar del sexo oral, con su diferencia entre una irrumatio activa o «follar la boca», signo de virilidad aunque el receptor fuera otro hombre, frente a la «humillante» fellatio receptiva.

Según la Biblia, Sodoma (nombre derivado de la raíz SOD o secreto), fue destruida por sus pecados junto a Gomorra. Como tanteo previo a la lluvia de fuego, Dios envió a casa de Lot a dos ángeles disfrazados que despertaron la lujuria de los vecinos del pueblo. Pero parece que a los salidos de Sodoma les daba igual carne que pescado, ya que Lot les sugirió que violaran en cambio a sus dos hijas vírgenes (Lot, padre del año) y dejaran en paz a las visitas. El respeto a los viajeros era un tabú muy fuerte entre los pueblos del desierto, así que lo más probable es que los pecados de Sodoma fueran la falta de hospitalidad y la lujuria, más que específicamente el sexo anal.

La primera mención escrita de la palabra «sodomía» aparece paradójicamente en el Libro de Gomorra, escrito en 1051 por el benedictino Pedro Damián. Es un texto de denuncia centrado en los comportamientos sexuales de los sacerdotes de la época (!), según cuatro niveles de gravedad: masturbación en solitario, masturbación mutua, cópula intercrural (entre los muslos) y sexo anal. Se consideraba sodomía cualquier comportamiento sexual no orientado a la reproducción, o, en palabras del teólogo del siglo XVI Antonio Gómez, «realizar el acceso carnal sin pretender la regeneración de la especie».

Hasta el siglo XIII la sodomía se consideraba un pecado entre otros, perseguido solo de forma puntual por motivos políticos. Pero durante las cruzadas la propaganda antislámica identificó a los musulmanes con sodomitas que violaban niños cristianos, y el espantajo del terror anal se descontroló. La sodomía pasó de pecado a delito perseguido por la autoridad, y se empleó para dirigir protestas sociales y desactivar grupos incómodos, desde los herejes bogomilos hasta los mismísimos templarios.

Entre los judíos y los primeros colonos de América se estableció el desdén a la sodomía en «términos de economía reproductiva», o por recordar la neurociencia bufa hispánica, «que los espermas no pueden engendrar porque se encuentran con caca». El Mishné Torá, código de ley judía de Maimónides, permite el sexo contranatura (léase anal y oral) entre marido y mujer siempre que el hombre no eyacule. O eso deduzco de esta cita: «El marido podrá besar cualquier órgano del cuerpo de su mujer como desee, y podrá realizar el coito tanto natural como antinatural, siempre que no expulse semen sin propósito». Cuántas veces habré expulsado semen sin propósito, me pregunto. Garza Carvajal recuerda en Quemando mariposas el caso de Alonso Pérez, un hombre al que en 1587 las autoridades seculares de Sevilla quemaron en la hoguera por sodomía, mientras que al joven que le había masturbado («cometido el pecado de polución») le azotaron y condenaron cuatro años a galeras.

Curiosamente, uno de los primeros defensores de la sodomía en la literatura, con especial hincapié en el placer experimentado por el receptor, fue el Marqués de Sade. Leemos en La filosofía en el tocador: «Jamás la naturaleza, si analizas detenidamente sus leyes, ha indicado otros altares para nuestros homenajes que el orificio de atrás; permite lo demás, pero ha dispuesto que sea en el trasero. Si no hubiese sido su intención que penetrásemos culos, ¿habría hecho tan proporcionado su orificio a nuestros miembros?».

La psiquiatría europea del siglo XIX medicalizó y patologizó muchos comportamientos sexuales. A partir de los trabajos de Westphal o Kraft-Ebbing, el mismo que bautizaría el sadomasoquismo, la sodomía pasó de ser un acto sexual (delito o pecado, pero no definitorio de la identidad) a una categoría médica propia de un nuevo tipo de persona, el «homosexual». En Construyendo sidentidades, Ricardo Llamas recuerda descripciones como la del médico alemán Friedrich, que a mediados del siglo XIX escribe que el homosexual activo está casi siempre pálido e hinchado, tiene el pene delgado y pequeño, y «persigue a muchachos jóvenes con mirada lasciva». El pasivo aún sale peor parado: rasgos faciales hundidos, mirada apagada y sin vida, dolor sordo en la base del cráneo, facultades psíquicas disminuidas…

Freud, en cambio, mantuvo una actitud carente de juicios morales hacia el sexo anal. Acertó al distinguir entre analidad y orientación sexual, en reconocer que coexisten los impulsos activo y pasivo, y al afirmar que reprimir lo que se desea deja huellas en el individuo. Freud le saca jugo a la equívoca expresión «bésame el culo» y al hecho de «hacer un calvo» como ejemplos de sexualidad anal reprimida… Rechazar el placer anal puede convertirte en un obseso por el orden y la limpeza, o, en palabras de Sáez y Carrascosa: «mejor ser una marica liberada que disfruta de su culo, que un estreñido tacaño obsesionado con el orden (Freud no lo dice así, pero es nuestra lectura)».

¡Estimúlame el nervio hipogástrico!

Yo no pongo la otra mejilla / Pongo el culo compañero. (Pedro Lemebel, Manifiesto (hablo por mi diferencia)).

Imaginemos que algún lector o lectora está leyendo este texto buscando argumentos para convencer alpartenaire de las bondades del sexo anal. ¿Qué estrategias podría usar para ello? No sé hasta qué punto el porno sería una buena opción. La pornografía heterosexual está obsesionada con el sexo anal, hasta el punto de que las actrices que no lo practican, como nuestra musa Amarna Miller, son una excepción. Pero es que el anal en el porno mainstream tiene poco que ver con el sexo real (make love, not porn!), y suele ser bastante más duro para las actrices.

Otro acercamiento es necesario. ¿Qué tal hablar de los estudios científicos sobre el tema? Soy fan de los doctores Barry Komisaruk y Beverly Whipple, dedicados al noble arte del estudio del orgasmo. En su artículo «Non-genital orgasms» resulta apasionante ver cómo resumen algunas bases biológicas del placer anal estudiando las redes nerviosas del cuerpo. El nervio pélvico proporciona sensaciones a la vejiga y al recto (y a parte de la vagina en el caso de las mujeres), y su activación puede generar orgasmos al ser estimulado de forma rectal, tanto en hombres como en mujeres. En hombres, la estimulación adicional del nervio hipogástrico (sea durante la eyaculación, sea mediante contacto con la próstata vía anal) contribuye a la sensación placentera del orgasmo. Sumando la inervación genital (pene, clítoris) mediante el nervio pudendo, tenemos una red nerviosa que parece proporcionar más placer cuantos más de sus nodos se estimulen.

Komisaruk adopta un lenguaje de crítico culinario al hablar del orgasmo femenino: «estimular el recto además de clítoris, vagina y cérvix añade capas de calidad, complejidad, intensidad y en consecuencia placer al orgasmo». Una defensa con fundamento de la doble penetración con estimulación clitoral añadida, nada que no pueda conseguirse con un par de personas predispuestas o cierto número de juguetes sexuales.

Para redescubrir el culo como zona erógena resultan útiles los dildos, los plugs anales (a mí me hacen gracia los que tienen una cola en el extremo) o los dedos. O, en fin, la mano entera. El fist-fucking o penetración anal con el puño nace en las comunidades sadomasoquistas gais, aunque sea una práctica que no produce dolor si se realiza con cuidado. De forma muy poética y (probablemente) metafórica, José Manuel Martínez-Puletdescribe el fisting como «colonizar con la mano el interior de otro hombre y sentir desde dentro los latidos de su corazón». Aunque, por supuesto, nada exige que el culo penetrado sea masculino: la práctica se extiende a lesbianas y hombres heterosexuales. Es un ejemplo de lo que Foucault llamaba «desgenitalización del placer»: en las pelis de fisting no aparecen penes erectos, y el puño cerrado o en forma de pico de pato pasa de ser un símbolo de agresión a uno de ternura… Y es que para no armar un estropicio hay que avanzar amorosamente, emplear abundante lubricante y guantes de látex o nitrilo, seguir un cierto ritual pausado. En palabras de Gayle Rubin, «fistear es seducir uno de los músculos más impresionables y tensos del cuerpo».

En 2014 las productoras pornográficas del Reino Unido vieron cómo se les prohibía filmar la eyaculación femenina bajo ciertas circunstancias, algunas prácticas sadomasoquistas y el fisting. El argumentario tras la prohibición exageraba los riesgos asociados a la práctica, lo que me lleva al siguiente punto del orden del día…

Lubrícame otra vez

Las cuatro cosas más sobrevaloradas de la vida son el champán, la langosta, el sexo anal y los picnics. (Christopher Hitchens).

Los picnics son un horror abisal, sí, pero obviamente discrepo del resto de la sentencia de Hitchens. Sin embargo, un poco de distanciamiento no vendrá mal para introducir una parte importante de cualquier apología: un aviso sobre las precauciones que valdría la pena tomar. Que incluso las aspirinas tienen riesgos y contraindicaciones.

La mucosa rectal es relativamente frágil: una capa de células la separa de tejido muy vascular. Eso hace que los supositorios sean muy efectivos, pero también que posibles microheridas sean muy peligrosas como punto de entrada de ITS o Infecciones de Transmisión Sexual, desde la gonorrea o la hepatitis B y C hasta el VIH del sida. Además de las medidas de precaución obvias (condones, guantes, higiene) es importantísimo emplear lubricante, ya que se logra una penetración más agradable disminuyendo a la vez el riesgo de heridas e infección. Mejor si el lubricante es de base acuosa, ya que los que contienen aceite, como la vaselina o la crema de manos, pueden debilitar el látex del preservativo.

Marlon Brando popularizó el uso de mantequilla como lubricante anal en una secuencia de El último tango en París a la que tengo mucha manía por el modo en que fue rodada. Mientras se untaba la tostada del desayuno una de las mañanas del rodaje, Brando lanzó la idea a Bertolucci, que la aceptó entusiasmado. En un arranque de inconsciente cerdería misógina, el director decidió no avisar a Maria Schneider hasta el último momento para evitarse discutir. Años más tarde la actriz lamentaría no haber llamado a su agente o a un abogado, ya que nadie podría haberla obligado a filmar una escena que no estuviera en el guion… Y aunque evidentemente la penetración anal de Brando no fue auténtica, las lágrimas de sorpresa, humillación y rabia de la actriz fueron completamente reales. Bertolucci y Brando, vaya par de impresentables.

Queda por tratar un último riesgo: el psicológico-social, especialmente para la parte receptora. Lo que me lleva a una conocida frase…

Abre tu culo y abrirás tu mente

El obturador de la cámara y mi ano se abren con una sincronía casi perfecta (Pierre Molinier).

Para poner de los nervios a muchas parejas gais basta con preguntarles: «¿Quién hace de hombre y quién de mujer?», como si una pareja homosexual tuviera que imitar forzosamente los mismos roles tradicionales y fijos de hombre penetrador y mujer penetrada. Y el problema no es ya que haya hombres heterosexuales penetrados por mujeres, sino que entre los propios gais es frecuente que no haya roles fijos.

Los ya mencionados Sáez y Carrascosa, autores de Por el culo hicieron un estudio informal de una web de contactos gais con más de ciento setenta mil miembros. Hallaron un 15,2% de usuarios que se definían como exclusivamente activos, un 15% exclusivamente pasivos, un 6,6% activo-versátiles, un 6,6% pasivo-versátiles… Y la orientación más abundante era la de versátil con un 41% (el resto de usuarios no se definían explícitamente). Estas cifras parecen indicar que en la comunidad homosexual no hay una división rígida y significativa entre activos y pasivos, que resulta en realidad bastante artificial… y a veces ridícula. En las cárceles franquistas, donde casi cuatro mil personas cumplieron condena por ser homosexuales, se intentaba separar a los reos en prisiones diferentes según si eran identificados como «activos» (que iban a Huelva) o «pasivos» (a Badajoz, véase el duro testimonio de Antonio Ruiz).

Quizá sea este un buen momento para escapar del legado histórico de desprecio al pasivo poniendo en cuestión la terminología: incluso «muerdealmohadas» parece más desprovisto de connotaciones negativas. Y es que un pasivo no es tan pasivo: no se deja penetrar por cualquiera, establece una posición de control y poder de modo paralelo al de los «sumisos» y «sumisas» en el BDSM, que son en realidad quienes marcan los límites del terreno de juego y toman un papel más activo del que se cree durante el mismo. Recibir una penetración anal es un acto lleno de actividad: es necesario relajarse conscientemente para facilitar la penetración, y «apretar y relajar los músculos anales incrementa el placer mutuo». Hace años que las feministas han logrado hacer entender que la mujer no es pasiva en el sexo aunque sea la penetrada: ¿por qué no se ha dado aún ese paso en el receptor varón del sexo anal?

Es triste caer una y otra vez en el mismo chiste: el varón heterosexual que busca penetrar a una mujer pero no admite ser penetrado por ella por miedo a «amariconarse». Por el culo recoge que muchos sexólogos reciben preguntas de hombres heterosexuales que disfrutan analmente (por ejemplo, siendo penetrados por dildos o dedos de mujeres) y quieren saber si por ello se convierten en gais. Digámoslo alto y claro: se puede ser penetrado analmente sin ser por ello homosexual. O dicho de otro modo: se puede ser muy viril y disfrutar delpegging.

Y dejando en el aire esta frase lapidaria me despido aconsejando al lector o lectora, sea cual sea su género y orientación sexual, que se vaya, ahora mismo, a tomar por culo.

*Añado un update necesario. El pasado Sant Jordi compré en La Central el libro Por el culo, de Javier Sáez y Sejo Carrascosa, que menciono tres veces en el texto y los comentarios calificándolo como «alma páter» del artículo. No he sido lo suficientemente vehemente a este respecto, por lo que debo disculparme. Las chorradas que pueda haber en el artículo superior son mías, pero las buenas ideas, referencias, reflexiones y frases lapidarias del artículo son fruto de la investigación de Sejo y Carrascosa y aparecen en su libro, que recomiendo encarecidamente comprar.