Un arcoíris sobre Polonia

Robert Biedron, en la manifestación del día de la Mujer

Robert Biedron, en la manifestación del día de la Mujer. / M. FLUDRA (CORDON PRESS)

Nadie escucha a los artistas. Aunque Julita Wojcik repitió hasta el agotamiento que su Arcoíris representaba la armonía y la tolerancia y no específicamente el movimiento homosexual, demasiados en Varsovia no la oyeron. La obra, un arco de flores artificiales plantado en la plaza Zbawiciela de la capital polaca, ha sido quemada cuatro veces desde su construcción en 2012. Hasta que Wojcik se cansó y cambió su discurso: si no os gustan los homosexuales, mi arcoíris simbolizará ahora su lucha por el respeto.

La comunidad gay ha ido abriéndose paso en un país orgullosamente tradicionalista. Uno de los incendios del arcoíris, durante una manifestación el Día de la Independencia de hace dos años, enfrentó a Polonia a una imagen de sí misma de la que no se sintió orgullosa. El Ayuntamiento aseguró que el monumento sería reconstruido las veces que hiciera falta y para los más progresistas se convirtió en un símbolo de la falta de respeto por la diversidad en un país en el que el 86% se declara católico practicante, por oposición al 45% de la muy católica Irlanda.

Cada conquista de los homosexuales ha comportado tragos amargos. En 2011 un diputado gay y una transexual fueron elegidos parlamentarios. Entonces Lech Walesa, padre de la Polonia moderna y Premio Nobel de la Paz, les pidió que se sentaran en la banca del final “o incluso detrás de una columna”. Nada hacía prever el gran salto de este año, cuando Robert Biedron, ese mismo diputado gay, ganó la alcaldía de la ciudad de Slupsk (97.000 habitantes) en el norte del país. Polonia tiene su primer alcalde públicamente homosexual.

Mariusz Kurc no sólo es amigo de Biedron, también dirige la revistaReplika, dedicada a la visibilización de los homosexuales. “Robert es un hombre de izquierdas que comenzó como activista LGBT [Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales] y que brilló como parlamentario. Slupsk lo ha reconocido por su eficacia, no por su orientación sexual”, cuenta en un café de la capital.

El impacto de este político ha sido tal que Mariusz habla de efecto Biedrot: “Antes de cada elección mi revista propone a los políticos gais que salgan del armario. En años sólo cinco lo hicieron pero, en las últimas municipales, gracias al tirón de Robert, hubo 20”.

Pequeños gestos kamikazes impulsan la liberación del colectivo. En los últimos meses a Mariusz le ha sorprendido que en la página Facebook de su revista muchos jóvenes cuenten que han acudido al baile del fin de bachillerato con una pareja del mismo sexo. “Al principio de la ceremonia se baila una polonesa en la que hombres y mujeres forman dos filas. Imagínate a esa chica con un vestido que está esperando a su novia en mitad de una fila de chicos trajeados”.

Las explicaciones para este lento cambio social abarcan la economía, la moral e incluso la geopolítica. Varias conversaciones con ciudadanos y analistas recuerdan que la homofobia se ha convertido en una bandera de la Rusia de Putin y que el este de Europa debe apostar por todo lo que no huela a putinismo. De forma más sobria, Agnieszka Lada, del Instituto de Asuntos Públicos, explica que la tendencia entronca con la apertura internacional del país. “La integración europea está influyendo sobre las costumbres. Los polacos viajan mucho y ven cosas que suceden en el extranjero. Eso amplía su tolerancia”.

Pero enfrente queda un rival fabuloso. La todopoderosa Iglesia católica siente estos cambios como un desafío a su influencia en un momento en el que desde la proliferación de publicaciones anticlericales a cierta (mínima) desafección de los jóvenes cuestionan la legitimidad de la religión para regirlo todo, por mucho que la mitad de los polacos afirmen pasar por el reclinatorio una vez a la semana. Esa es la razón de que, en la campaña que ha precedido a la votación de hoy para elegir un nuevo presidente para el país, la curia haya multiplicado las llamadas contra la tentación, apoyando abiertamente al partido ultranacionalista Ley y Justicia (PiS, en polaco). El arzobispo Henryk Hoser incluso ha avisado de que Polonia está en un proceso de “zapaterización” hacia la pérdida de valores.

En un desvencijado barrio popular de Varsovia en el que se venden trajes de novia de raso en los mercados y hay pequeños altares con vírgenes en las esquinas, esta amenaza a los valores tradicionales parece menos inmediata. En la puerta de una sede del PiS, Adam busca votos para su candidato presidencial, Andrzej Duda, que probablemente pase a segunda ronda contra el liberal e igualmente católico Bronislaw Komorowski. El local es muy modesto y lo presiden una cruz, un águila imperial polaca y un retrato de Juan Pablo II. Adam, 57 años y empleado de seguridad, desgrana el programa de su formación: una amalgama de reivindicaciones en defensa de las capas sociales desfavorecidas y el carácter cristiano del país. “Europa quiere destruir la religión como ha hecho en Francia o Inglaterra. Aquí ha empezado, pero lo vamos a parar”, explica. El PiS está obsesionado con el aborto (que no es legal), la píldora anticonceptiva y la natalidad, de las más bajas de Europa con 1,23 niños por pareja. Para revertir esa tendencia, entre sus recetas incluye subvenciones por el segundo hijo, guarderías gratis y bajar los impuestos para la ropa infantil.

No se trata de un problema menor. La preocupación por la caída de nacimientos la comparten todos en el país: desde los liberales económicos a los izquierdistas más recalcitrantes. Coinciden en identificarla con el trabajo femenino, los matrimonios más tardíos o la pérdida de interés en los patrones de pareja clásico, pero todos los que quedan a la derecha y a la izquierda de los liberales (en el poder) subrayan que es también un resultado directo de la precariedad a la que se enfrentan los trabajadores peor remunerados. Basta preguntar a una joven limpiadora en la Universidad para confirmar que el diagnóstico puede ser acertado: “Yo querría, pero es difícil tener una familia. Duda y el PiS hablan mucho de ella, y por eso los voy a votar”, cuenta. La mujer no quiere dar su nombre porque, tras años de contratos basura, al fin ha conseguido uno fijo.

Mientras el país se enfrenta a cambios sociales que lo alejan de su rígida tradición, el Arcoíris incendiario se levanta en la plaza entre los jóvenes que beben en los modernos bares de alrededor. Sus flores de plástico son el último test de Roschard nacional. Unos lo miran y ven en él la Sodoma que llega, otros la intolerancia que no se va. También hay quien piensa que habla de cosas más íntimas, como los nervios de una chica entre una fila de corbatas, esperando su turno para coger por la cintura a otra mujer y salir a bailar.

Un ‘tigre’ contra la discriminación

Los avances no deben llamar a la confusión. No se trata sólo de que en la ultramoderna Varsovia la visibilidad gay sea nula: en Polonia el colectivo no tiene derecho a las uniones civiles y los comentarios homófobos de políticos y figuras públicas son una constante. En muchas otras materias, como el aborto, con una legislación muy restrictiva y decenas de miles de mujeres que viajan a otros países de la Unión Europea para interrumpir su embarazo, la influencia de los sectores más tradicionales es incontestable.

Una decena de iniciativas para impulsar una ley a la que se pudieran acoger las parejas del mismo sexo ha terminado en fiascos parlamentarios. Los analistas más críticos aseguran que toda la influencia que la Iglesia ha comenzado a perder en la calle respecto a temas relativos a la vida privada la mantiene en las esferas de poder, donde desde el fin del comunismo ha desempeñado un papel fundamental.

“Hay gestos que se agradecen”, reconoce Marius Kurc, “pero hace 11 años era más optimista sobre los cambios. Aquí los gais tienen miedo. En muchos sitios no puedes decir que lo eres, y ni siquiera en la capital es posible coger de la mano a tu pareja”, apunta.

En este contexto, ha sido notable el impacto de campañas como la del popular boxeador Dariusz Michalczewski, conocido como El Tigre, en la que se declaraba un aliado del movimiento homosexual y pedía el derecho a adopción del colectivo, un tabú sobre el que, por el momento, ni se discute en el país.

El obispo Munilla cree ‘malévolo’ que se le atribuyan párrafos que son de la coautora del libro

IGLESIA Polémica por el libro ‘Sexo con alma y cuerpo’

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, en la presentación de una pastoral. ARABA PRESS

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, en la presentación de una pastoral. ARABA PRESS

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha criticado hoy que se hayan “descontextualizado” algunos párrafos de su libro Sexo con alma y cuerpoy ha considerado “malévolo” que se haya puesto en su boca afirmaciones que son de la coautora de la publicación Begoña Ruiz Pereda.

En declaraciones a Radio Euskadi, Munilla se ha referido en estos términos a frases del libro en las que se incidía en el carácter “cíclico” de las mujeres que afectan a su humor y que provocan que algunas “les de por la actividad o por la limpieza”.

El prelado asegurado que esto no lo dice él sino Ruiz Pereda y ha remarcado que “es un párrafo integrado en toda la descripción que ella, como mujer, hace compartiendo con el resto de mujeres a las que se dirige”.

En este sentido, ha subrayado que le parece “malévolo” poner esas afirmaciones “en labios del obispo”, aunque ha reconocido que al escribir un libro sobre este tema “ha metido el dedo en un enchufe que tiene electricidad”.

A su juicio, el libro supone una denuncia de que existe una dictadura, “una pinza entre la ideología de género y la industria del sexo” por la que se está pasando de “del pan y circo al fútbol y sexo”.

Ha indicado que se acusa a los obispos “de estar aislados” y que existe un “riesgo” cuando un prelado trata de explicar las cosas fuera de sus ámbitos de sacristía, pero también existen oportunidades.

Munilla ha señalado que “el sexo está siendo utilizado como un método de sometimiento de las conciencias” y ha advertido de que en la actualidad “se está consiguiendo que los esclavos sientan placer en serlo” ya que “a través de las adicciones del sexo y la pornografía se están manipulando las conciencias y quitándonos la libertad”.

Adelphopoiesis, la unión entre dos personas del mismo sexo durante la Edad Media

Durante la Edad Media se celebró en algunas iglesias cristianas del Mediterráneo oriental una ceremonia conocida como Adelphopoiesis, la cual consistía en la unión de dos personas del mismo sexo (habitualmente hombres) bajo un acto de liturgia religiosa.

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Representación de una boda de semejanza (Yorokobu)

El acto en sí era un ‘hermanamiento’ entre esas dos personas (significado real de la palabra Adelphopoiesis: hacer hermanos) que compartían varias cosas en común (entre ellas su religiosidad y culto al cristianismo), pero que no estaba pensada como una unión matrimonial entre ambos, aunque con los años se ha podido ir investigando sobre el asunto llegando a la conclusión de que la mayoría de esas uniones en realidad escondían tras de sí una ‘boda de semejanzas’ entre homosexuales.

[Relacionado: Última voluntad: que mi hermana se case con mi marido]

El filósofo ruso Pável Florenski fue quien, en 1914, citó por primera vez este rito, dando a conocer una costumbre que había pasado desapercibida a lo largo de los siglos y de la que apenas se tenía constancia.

Es curioso comprobar cómo, quince siglos atrás, la iglesia cristiana tenía posturas mucho más tolerantes hacia la homosexualidad y la unión de dos personas del mismo sexo y en la actualidad persigue y señala como una desviación o enfermedad, sin querer admitir las uniones como matrimonio.

El rito litúrgico de la Adelphopoiesis descrito por Pável Florenski nos muestra como dos personas podían unirse en un templo sagrado colocándose delante de un atril y entre una cruz, procediéndose a realizar ciertos cánticos y oraciones, siendo atados entre sí por un cinturón.

Varios son los casos documentados de parejas de contrayentes de bodas de semejanza que compartieron sus vidas, y muchos de ellos fueron enterrados juntos y en cuyas lápidas habían inscripciones de amor eterno.

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Los mártires San Sergio y San Baco (Yorokobu)

El historiador norteamericano John Boswell(1947-1994) fue posiblemente el que más datos sobre el tema pudo desvelar a través de dos de sus libros: ‘Cristiandad, tolerancia y homosexualidad’ (1980) y ‘Las bodas de semejanza’ (1994), y en el que con exhaustivos trabajos de investigación aportaba gran cantidad de información sobre la Adelphopoiesis y sus protagonistas.

Destacados son los personajes de los ‘mártires’ Sergio y Baco, dos importantes militares del emperador Maximiano que, en el siglo IV, se acogieron a la fe cristiana, siendo martirizados hasta la muerte por ello. En el trabajo de investigación de Boswell, este indicaba que ambos mantenían una relación homosexual.

A través de numerosos manuscritos se evidencia como San Sergio y San Baco son adorados y señalados como los santos protectores de la homosexualidad, siendo citados e invocados en un buen número de uniones o matrimonios gais.

También cabe destacar el caso documentado que existe sobre la unión entre Pedro Díaz y Muño Vandilazen, en una pequeña ermita de Santa María de Ordes (Orense) a mediados del siglo XI.

Visto en Yorokobu

Sexo, el gran olvidado del corazón

En una o dos semanas se puede retomar el sexo tras un infarto

En una o dos semanas se puede retomar el sexo tras un infarto. / CLINICAL TRIALS

“Debes aprender a vivir de nuevo”, recuerda Luís. “La vuelta a la vida normal es muy difícil porque al principio te asusta todo, no te atreves ni a caminar… y con el sexo sucede lo mismo. Tienes un miedo atroz a que cualquier cosa te pueda volver a provocar un infarto”. Sucedió hace cinco años, a sus 46, mientras jugaba a tenis con un amigo. Luís sufrió un ataque de corazón del que rápidamente fue tratado en el hospital y al que sobrevivió sin secuelas importantes. Hoy en día, de todos los miedos a los que se enfrentan los supervivientes de un infarto, uno es particularmente obviado por los cardiólogos: el sexo. “Yo no hablé nunca de este tema con mi médico. Ni él ni yo lo sacamos. Ahora visto en perspectiva, creo que hablarlo me habría ayudado”, afirma.

Su caso no es aislado. Héctor Bueno, cardiólogo del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha participado en un estudio con más de 3.500 infartados americanos y españoles que demuestra que el sexo es un tema tabú en las conversaciones entre médico y paciente. “Tenemos a los pacientes abandonados en este tema”, confiesa Bueno. “Les hablamos de la dieta, el ejercicio físico, las pastillas, los factores de riesgo como la tensión, el colesterol, la diabetes, el tabaco… pero ni una palabra de sexo. Y cuando sí se habla, muchas de las recomendaciones que dan los propios cardiólogos son erróneas. Y más cuando el paciente es una mujer”.

Los resultados de esta investigación, publicada en la prestigiosa revistaCirculation y realizada en infartados jóvenes (menores de 55 años), ponen sobre la mesa un importante problema de comunicación entre cardiólogo y paciente. Según este trabajo, en España solo un 13% de las mujeres y un 17% de los hombres reciben asesoramiento sobre cómo y cuándo reanudar su vida sexual al mes de haber sufrido un infarto. De estos, a más de la mitad, y especialmente a las mujeres (al 83% de ellas), se les recomiendan restricciones como tener “un sexo limitado, “un rol pasivo” o “el ritmo cardíaco bajo”. Bueno y sus colegas se echan las manos a la cabeza ante estos datos. “Estas sugerencias son ridículas y no tienen ninguna base científica. Solo pueden achacarse a un exceso de prudencia debido a la ignorancia”, denuncia por teléfono el cardiólogo. “Es nuestra obligación tranquilizar al paciente y aclararle que el riesgo de sufrir un infarto debido la actividad sexual es bajísimo”.

La vuelta al sexo

La sexóloga Miren Larrazabal, presidenta de la FESS (Federación Española de Sociedades de Sexología) asegura que los beneficios emocionales y físicos de reanudar la vida sexual son importantísimos. “La enfermedad te despersonaliza, te cosifica, te hace sentir un número y perder tu esencia de ser humano, por lo que tras una crisis de salud el sexo placentero no solo te sube la autoestima sino que te vuelve a conectar con la vida”, asegura la experta.

Gracias a los avances en el diagnóstico y el tratamiento de los problemas cardiovasculares cada vez son más las personas que sobreviven a un ataque de corazón y pueden reincorporarse en unas pocas semanas a su vida habitual. En lo que a sexo se refiere, “como recomendación promedia y siempre y cuando no haya complicaciones”, matiza Bueno, y según las directrices oficiales de las sociedades americanas y europeas de cardiología: en una semana o dos se puede retomar con seguridad, sin ninguna medida de prevención excepcional.

Pero no son pocos los pacientes que tras un año siguen sin atreverse a retomar las relaciones sexuales. Numerosos estudios revelan una correlación directa entre recibir el claro consejo del médico y el lanzarse a la piscina. Uno de ellos lo firmaba en el año 2012 Stacy Lindau, ginecóloga en la Universidad de Chicago y primera autora del trabajo en el que también ha participado Héctor Bueno. “Los pacientes tienen la confianza de que su médico es quien mejor conoce su corazón y valoran su permiso para reanudar su vida sexual”, explica Lindau.

Este estudio incluía el seguimiento al año de pacientes un poco más mayores de 55 años de edad y ponía de relevancia que al sexo no le pesan los años. “La edad por sí sola no determina si una persona es sexualmente activa o no, ni el valor que le da al sexo. Los pacientes deben ser aconsejados independientemente de su edad, género o si tienen o no pareja”, insiste Lindau. Además, en esta investigación los científicos descubrieron que un año tras el infarto, la supervivencia de aquellas personas que habían reanudado su vida sexual no era menor que la de aquellas que no volvían a mantener sexo. “Esta evidencia puede ayudar a disipar el miedo de los pacientes a sufrir un infarto durante el coito”, espera la ginecóloga.

Como subir escaleras

Como promedio y en general, el esfuerzo metabólico que requiere el acto sexual no es mucho mayor que el de subir un par de pisos por la escaleras, es decir unos 3 o 4 METS, y no varía de manera importante cuando se comparan diferentes posturas sexuales. “Los METS son las unidades que utilizamos para medir cuánto trabaja el corazón, y dependen de la tensión arterial y la frecuencia cardíaca”, explica Rut Andrea, cardióloga del Hospital Clínic de Barcelona. “En mi experiencia, sí que los pacientes me comentan a menudo los problemas que tienen en retomar su vida sexual, quizás no a la visita del mes, pero sí más tarde”, aclara en su despacho. “Más los hombres que las mujeres que, o lo llevan mejor o no lo explican”.

En el día a día, Andrea se encuentra que ,además del miedo, uno de los problemas recurrentes a los que se enfrentan los pacientes hombres es la disfunción eréctil. Según la cardióloga, “en la mayoría de casos la causa es psicológica y la situación mejora con el tiempo”. Otros son debidos al efecto secundario de los fármacos que deben tomar estos pacientes, sobre todo los betabloqueantes que son hipotensores. Y una tercera causa es la propia enfermedad vascular. “Si tienes dañadas las arterias que irrigan el corazón también puedes tener mala circulación de la zona abdominal hacia abajo, y eso causa disfunción eréctil”, explica Andrea.

Si la disfunción no remite con el tiempo y se achaca a una causa orgánica, Andrea deriva sus pacientes al urólogo. “Algunos de ellos, no aquellos que sufren dolor torácico con tan solo caminar, pueden beneficiarse del efecto del fármaco sildenafil, el famoso viagra”, explica la cardióloga. Pero es importante saber que dicho fármaco está contraindicado con otros como los nitratos (la también conocida cafinitrina) ya que juntos pueden producir una hipotensión arterial marcada y un síncope. “En urgencias vemos algunos casos de este tipo: hombres que tras tomar viagra y tener una relación sexual sufren dolor torácico, se agobian y toman nitroglicerina. Estos pacientes sufren una pérdida de conocimiento y un susto tremendo”, avisa Andrea.

Sobre los problemas sexuales de las mujeres se sabe menos. “En cardiología todo está menos investigado en mujeres porque se las incluye menos en los ensayos clínicos”, denuncia Andrea. El porqué de esta diferencia de conocimiento entre géneros Héctor Bueno lo achaca a los intereses de la industria que clásicamente ha investigado a los hombres porque tenía algo que ofrecer para la disfunción eréctil y nada o poco a los problemas de las mujeres. “Debemos prestar más atención a las necesidades de las pacientes, porque no sabemos si son las mismas que las de ellos”, explica Bueno. “Es muy triste que sean ellas las que reciban más restricciones cuando en realidad existe aún menos evidencia de que tengan que tener cuidado que los hombres”.

Además, el paciente no está solo, muchos de ellos y ellas tienen pareja, y numerosas investigaciones recogidas por las guías de lassociedades americanas y europeas de cardiología avisan de que, a menudo, “la preocupación de la pareja es incluso mayor que la del paciente y es importante que se la incluya cuando se aconseja sobre retomar la actividad sexual”.

Dolors las ha visto pasar de todos los colores y su marido, tras dos infartos y con cicatrices por todo el cuerpo, también. Cuando él superó el segundo ataque y todo fue volviendo a la normalidad, “él quería, pero yo pensaba en el sexo y me moría de miedo”, recuerda. Poco a poco, comprobando que no pasaba nada y con cuidado, como si volvieran a aprender a caminar, todo volvió a su cauce. Dolors y su marido sí recibieron en todo momento consejo de su cardiólogo sobre qué hacer y qué no. “Nos tocó un doctor muy humano que no tenía problema en hablar del tema. Me sentí muy apoyada en todo momento”, recuerda.

Para Bueno, está claro que lo importante es sobrevivir, pero también que la mayoría de pacientes “tenían una vida sexual activa antes del infarto y la quieren seguir teniendo después”, afirma. Los resultados del estudio, en el que también han participado la Sociedad Española de Cardiología y el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), han destapado que para muchos pacientes con infarto la vuelta al sexo aún no tiene un final feliz. “Es un tema que preocupa y asusta. Espero que esta investigación pueda servir para cambiar algo que es tan importante y a la vez tenemos tan descuidado”, concluye esperanzado Bueno.

En una o dos semanas se puede retomar el sexo tras un infarto

En una o dos semanas se puede retomar el sexo tras un infarto. / CLINICAL TRIALS

Las dos vidas sexuales de Keynes

Una biografía repasa las múltiples caras de uno de los mayores economistas de la historia, que coleccionó múltiples amantes masculinos hasta que a los 33 años contrajo matrimonio con la bailarina rusa Lidia Lopkova

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Keynes junto a su esposa, la bailarina rusa Lidia Lopkova.

John Maynard Keynes (1883-1946), el tantas veces malinterpretado padre del ‘keynesianismo” y uno de los mayores economistas de la historia, el pensador que evitó por dos veces la bancarrota del Reino Unido, siempre arrastró complejo de hombre poco agraciado. No era precisamente Adonis, cierto. Ojillos claros pequeños, labios y nariz desproporcionadamente gruesos, alopécico precoz y un cuerpo deslavazado y corvo. Pero tampoco era el ser desagradable que él creía contemplar en el espejo. De hecho su supuesta condición de feo nunca fue un impedimento para una promiscua vida amorosa. Un carrusel de amantes masculinos hasta los 33 años, cuando se casó con la bailarina rusa Lidia Lopkova y se pasó súbitamente a la monogamia y la heterosexualidad. La pareja incluso intentó tener progenie.

“Nada funciona mejor en el amor que la perseverancia”, rezaba la máxima de Keynes. Se la aplicaba a conciencia. A veces con una fogosidad y unas escaramuzas callejeras que no se esperarían en quien hoy es recordado como una gloria académica. En su mocedad el sabio recurría incluso al flirteo en los baños públicos o a los servicios de chaperos. Además llevaba una contabilidad de sus lances eróticos. Sus principales ganchos eran el encanto de su conversación y su calidad de gran oyente. Cuando le interesaba para sus afanes amatorios, Maynard, que así le llamaban sus amigos, se esmeraba en atender a las palabras ajenas con intensa atención. También le ayudaban su inteligencia descollante, una voz persuasiva y un optimismo a prueba de bombas.

El próximo año se cumplen los 70 años de la muerte de Keynes, pero en Inglaterra ya ha comenzado el festín editorial. El biógrafo Richard Davenport-Hines ha publicado ‘Un hombre universal. Las siete vidas de John Maynard Keynes’, que tiene la originalidad de que ignora casi por completo al economista para centrarse en sus otras facetas. El politólogo y editor Leonard Woolf, el paciente marido de la novelista Virginia, pareja que formaba parte del desprejuiciado grupo de Bloomsbury al igual que Keynes, lo resumió así: “Keynes fue un funcionario, un especulador, un hombre de negocios, periodista, escritor, granjero, marchante de pintura, estadista, manager teatral, coleccionista de libros y media docena de cosas más”.

Todo ello es cierto. Keynes se arruinó dos veces. Su colección de arte se adornaba con cuadros de Cézanne, Picasso, Modigliani, Degas y Braque. Su biblioteca era un tesoro, con manuscritos de Newton incluidos. Fundó el Teatro de las Artes de Cambridge y era un apasionado del ballet. De hecho conquistó a su mujer, Lidia Lopokova, acudiendo a verla danzar en el Convent Garden noche tras noche. En las penurias del inicio de la Primera Guerra Mundial, el economista convenció al ministro del Tesoro para viajar a París con 20.000 libras de la época e intentar hacerse con lo mejor del estudio de Degas. Los frutos de aquella gestión cuelgan hoy en la National Gallery de Londres.

Keynes era muchas cosas, sí, pero lo que probablemente nunca fue es el keynesiano que pinta el cliché de la izquierda española. De hecho solo se movilizó por el partido Liberal. Siempre renegó del socialismo y del Laborista británico, con el que se cebaba: “En el Partido Laborista casi siempre deciden aquellos que no saben de qué están hablando”. O esta otra, que incluso parece escrita para el populismo en boga en España: “Es un partido que desprecia las instituciones existentes y cree que solo con suprimirlas surgirá el bien”. No quería acabar con el capitalismo, sino utilizar la palanca del Estado para engrasar su maquinaria.

Sesenta contactos en un año

Pero volvamos a la vida muelle, al amor. Hasta la treintena Maynard es un homosexual de gran pulsión sexual. Superado el pavor que suscitó la terrible condena de dos años de trabajos forzados por sodomía a Oscar Wilde en 1895, y confortado por la tolerancia sexual del grupo de Bloomsbury, Keynes incluso mantiene desde los 23 a los 33 años un listado de los hombres con los que tiene relaciones (la retahíla comienza con “un sueco en la National Gallery” y se cierra con “el gran duque Ciryl en los baños de París”). En un año llega a registrar sesenta contactos. Muchas son relaciones efímeras, a golpe de vista en la calle. Keynes recurre a técnicas tan obvias como pedir fuego, ponerse a la vera de un varón que observa un escaparate o acudir a los puntos de encuentro clásicos de los homosexuales londinenses.

El economista se inició en el amor griego en Eton y luego se expandió todavía más con el grupo de los Apóstoles de Cambridge, donde mantuvo amoríos, entre otros, con el agudo escritor Lytton Strachey. Su gran romance masculino fue el pintor escocés Ducan Grant. Virginia Woolf, de pluma magnífica y lengua de curare, lo llamaba “el idiota”, porque no era un tipo cultivado. Pero Keynes se mantuvo siete años a su lado, enamorado de su porte robusto, su adanismo, sus observaciones intuitivas de buen salvaje. Paradójicamente, tras dejarse, ambos iniciaron relaciones con mujeres. Para desazón de Virginia, el artista se unió a su hermana, Vanessa Bell, y hasta tuvieron una hija. El matrimonio de Keynes con la bailarina rusa -también despellejada por la camarilla de Woolf por su condición de iletrada- fue la historia de un éxito. Se llevaban estupendamente y los cuidados de ella le aportaron el sosiego y los años de vida extra que hicieron posible que escribiese sus principales tratados.

Keynes intentó disfrutar al máximo de sus 62 años de vida. Su cita más célebre constituye una defensa de la intervención en la economía en tiempo de crisis: “A largo plazo, todos estaremos muertos”. Pero la máxima también vale para explicar el vitalismo extremo con que apuró sus renacentistas días en la tierra. Su peripecia contrasta con las aburridas vidas unidireccionales de los servidores públicos de nuestra era.

Un Tribunal eclesiástico italiano investiga un presunto escándalo sexual entre curas gays

Orgías entre sarcerdotes, sexo a cambio de dinero, religiosos que mantienen relaciones homosexuales con chicos jóvenes… todo esto es lo que ha denunciado al Tribunal eclesiástico regional de Puglia, en el sur de Italia, un hombre de 32 años, Andrea Baldon. La denuncia ha llevado a la Diócesis de Taranto a apartar de sus funciones al párroco de una iglesia de la ciudad con el que Baldon mantuvo un contacto durante meses a través de las redes sociales.

Todo comenzó, según ha contado el joven italiano al diario ‘Il Corriere del Mezzogiorno’, a finales del pasado año. Baldon, que meses atrás había perdido su trabajo como ayudante de cocina y se encontraba en una situación desesperada, fue contactado a través de Facebook por Antonio Calvieri, un hombre de unos cincuenta años que se presentó como sacerdote. “Pensé que era una señal del cielo. Necesitaba ayuda espiritual”, dice en una entrevista al diario. Nada más lejos de la realidad.

Poco tiempo más tarde, y después de intercambiar mensajes a través de las redes sociales durante un par de días, el sacerdote confesó al joven cocinero ser gay e inició a insinuarse cada vez de manera más explícita. “Yo no soy gay pero necesitaba un padre espiritual que me apoyase moralmente. No quería correr el riesgo de perderlo”, confiesa el joven italiano. Así, Baldon comenzó a satisfacer las peticiones -cada vez más explícitamente sexuales- del cura, como mandarle una foto íntima o conectarse con la webcam del ordenador. El joven italiano asegura incluso que el sacerdote le coaccionó para que rompiera con su entonces pareja. A cambio: la promesa de ayudarle a encontrar un trabajo.

Durante sus conversaciones, siempre a través de las redes sociales ya que el cocinero vive en Rovigo, en el noreste de Italia, el sacerdote le confesó que le gustaban los chicos jóvenes, “delgados y bien dotados”, y que, a veces, organizaba orgías en las que participaban otros religiosos gays así como un miembro de la Guardia Suiza del Papa. “Me dijo que le gustaban los chicos, especialmente si eran jóvenes, y que les compraba ropa, móviles o recargas telefónicas”, asegura Baldon que le confesó el sacerdote.

Las consecuencias de la denuncia de Baldon

La denuncia pública del joven ha provocado que el religioso fuera apartado de sus funciones al frente de la Iglesia del Santissimo Crocifisso de Taranto. Y ahora, el Tribunal eclesiástico de Puglia está invesetigando si, como aseguraba el párroco a través de Internet, los encuentros sexuales entre curas homosexuales existen de verdad. Al parecer, el religioso tenía en su poder un informe que habría entregado al Tribunal con fotos, vídeos y conversaciones en redes sociales que demostrarían la existencia de estas orgías y encuentros sexuales a cambio de dinero, así como el intercambio de direcciones de curas homosexuales, en los que habría participado no solo el cura investigado sino otros exponentes de la Iglesia de distintas partes de Italia.

En una nota oficial la Curia de Taranto ha asegurado que el comportamiento del sacerdote es “moralmente reprobable y absolutamente no compatible con el ministerio de un párroco del arzobispado de Taranto”. El cocinero, por su parte, continúa consternado: “Una de sus fantasías era que yo era Judas y, como había traicionado a Jesús, tenía que pagarlo convirtiéndome en su esclavo”. El encuentro virtual con el religioso “me ha cambiado la vida”, asegura el joven en una entrevista con Il Corriere del Mezzogiorno. “Ahora, cada vez que veo un cura, tengo miedo”.

22 síntomas o dolencias que podrían mejorarse gracias a las relaciones sexuales

Así lo han confirmado los resultados de un estudio llevado a cabo por la Universidad de Pennsylvania

A través de un estudio publicado por la Universidad norteamericana de Wilkes (Pennsylvania), se ha llegado a la conclusión de que mantener relaciones sexuales al menos dos veces por semana podría resultar beneficioso para nuestro organismo.

Asimismo, practicar sexo periódicamente ayudaría a proteger a nuestro cuerpo de infecciones o enfermedades, debido a la inmunoglobulina A o IgA, un anticuerpo que libera nuestro organismo y que se encarga precisamente de protegernos físicamente.

Además, los expertos han desvelado que el sexo podría ayudarnos a combatir alguna de las enfermedades y síntomas más comunes.

A continuación se muestra una lista de 22 enfermedades o síntomas que podrían hacerse frente, si se disfrutara del sexo de forma regular.

1. Cáncer de próstata: Eyaculando al menos cinco veces por semana, podría reducirse el riesgo de paceder esta enfermedad.

2. Antidepresivo natural: El tener orgasmos ayuda tanto al cuerpo como a la mente a relajarse.

3. Dolores de cabeza: La liberación de oxitocina y el aumento del nivel de endorfinas, contribuirían a acabar con los dolores de cabeza debido a su actuación como analgésico natural.

4. Envejecimiento: El sexo ayuda a que las personas se sientan jóvenes y mejora los rasgos físicos, la autoestima y seguridad en nosotros mismos.

5. Incontinencia: Las pérdidas asociadas a la edad se reducen ya que con el sexo, la zona pélvica se fortalece.

6. Cuidado y protección de la piel, huesos y músculos: Al liberarse testosterona.

7. Cuidado de corazón y forma: Las relaciones tonifican los músculos y yayudan a mantener la forma.

8. Mente sana: La persona se invade de energía, ternura y vida.

9. Insomnio

10. Aumento de felicidad: Las personas que gozan del sexo regularmente, tienden a tener mejor humor, sistema inmunológico y menor depresión.

11. Cáncer de mama

12. Cuidado del corazón: En los hombres se puede reducir el riesgo hasta un 50%.

13. Mejoría de autoestima: Las personas se sienten más atractivas y seguras con el sexo a causa de la gran cantidad de feromonas que se emiten, haciendo ser a las personas más deseables.

14. Felicidad generalizada: Según han desvelado distintos estudios, habría una correspondencia entre las personas que más sexo practican y las que más felices se sienten.

15. Alivio de dolores en los músculos y articulaciones: La estimulación vaginal incrementa la tolerancia al dolor a la vez que actúa como analgésico. Así, podrían llegar a aliviarse dolores menstruales, de espalda, artritis…

16. Gripe y asma: El sexo incrementa la producción de anticuerpos, lo que nos protege de infecciones virales.

17. Mejoría del autocontrol: Reduce el estrés y favorece la auto-confianza en la pareja.

18. Prolonga la vida activa: Es decir, nos hace sentir más jóvenes y retrasa también el envejecimiento gracias a ciertas hormonas que libera nuestro cuerpo.

19. Cuida los dientes: La saliva limpia ayuda a mantener a raya la placa dental a la vez que disminuye los niveles de ácido.

20. Enfermedades mentales: La regulación de hormonas haría que las mujeres estuvieran protegidas de posibles enfermedades.

21. Vigoriza la pelvis y mejora la sexualidad: Cuanto más ejercitada se encuentre la pelvis, mayor placer se obtendrá durante el sexo.

22. Combate los trombos de sangre

Las claves para hablar de sexo con los niños

La curiosidad existen tanto en niños como en niñas: solo depende de la edad. Cuando empiezan a preguntar, lo mejor es hablar con naturalidad y no perder las oportunidades que se presentan en la cotidianidad del hogar

padre-hijo

Hablar de sexo con los niños no puede convertirse en un tema tabú. Los niños tienen curiosidad natural por distintos aspectos de la sexualidad y la reproducción, que empieza con la pregunta típica de los más pequeños, “de dónde vienen los bebés”, que suele llegar a partir de los 3 años. A los 6-7 parecen olvidar el tema, hasta que las hormonas se activan y vuelven a tener estas inquietudes. Hay niños más curiosos y atrevidos, otros tímidos, algunos que no se relacionan con sus padres con demasiada confianza y buscan información fuera del entorno familiar… Todo depende.

«A todas las edades muestran un cierto interés por determinados aspectos de la sexualidad en términos generales», afirma Ester Pérez Opi, psicóloga clínica y sexóloga, miembro de la junta directiva del Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia. «Hay poca diferencia entre chicos y chicas, pero es verdad que los niños, sobre todo por sus características anatómicas, hacen más difícil ignorar las reacciones fisiológicas del cuerpo en edades muy tempranas, lo que da pie a ciertas conversaciones entre niños y padres sobre la sexualidad. Por eso puede parecer que sean más curiosos. Creo que todo depende más de los modelos que haya en el contexto familiar sobre la sexualidad y la pareja. Esto suscitará curiosidad en ambos sexos. En cada momento evolutivo hay unos intereses».

Las preguntas más habituales suelen ser “cómo se hace un niño” como puerta de entrada a la procreación, hasta que llega la prepubertad (10-11 años) y les interesa lo relativo a la belleza, con preocupaciones como el crecimiento de los pechos o el vello. Interrogantes que en la pubertad se enfocan hacia el periodo o el tamaño de los genitales. «Existen grupos muy específicos como es el caso de los adosptados, donde se mezcla también la cuestión de origen biológico o los grupos de padres homosexuales, en los que hay que graduar la información pero evitar los secretos que pueden ser perjudiciales. Para hablar a los niños no hay un receta universal, cada padre y madre tiene que encontrar su lenguaje y su forma de hacerlo», sostiene Sofía Czalbowski, especialista en psicoterapia psicoanalítica del niño, la niña y su familia, y autora de libros para la prevención de la violencia como La historia de Laura (2009).

La naturalidad es importante

¿Cómo responder ante este tipo de preguntas que les van a surgir? «Los padres tienen que responder como padres», dice Pérez Opi. «De la forma más natural posible, y si tienen dudas lo mejor es decirle: ‘no lo sé, pero vamos a buscar información que pueda responder a esa duda’. También es bueno sacar ciertos temas de conversación de forma natural. Que los hijos perciban que los padres están receptivos, abiertos para hablar y responder, que no se les va a castigar ni reñir, y que no sientan miedo de preguntar».

«El sexo es parte de la vida por eso es bueno hablar sobre esto con los niños», coincide Czalbowski. «Y la respuesta depende también de la edad. A los 3 años las explicaciones deben ser muy específicas pero a medida que amplía su capacidad de entendimiento, especialmente a partir de los 8 años cuando se produce un cambio muy importante en la comprensión del mundo que los rodea, se debe explicar mejor».

Cuestión de confianza

La educación sexual es importante porque actualmente la sexualidad se ha trivializado y desvinculado del afecto, del compromiso y de la intimidad. Así que, muchas veces, cuando los niños preguntan ya tienen la respuesta y lo que están es tomando el pulso a los padres o buscando entablar una relación de confianza para tratar estos y otros asuntos que van a venir después. «La sociedad ha evolucionado mucho y temas que hace 40 años no se podían plantear ahora se abordan con muchísima más frecuencia y naturalidad», mantiene Pérez Opi. «Aunque tienen buena actitud, los padres siguen regidos por los miedos. A los abusos, los contagios, los embarazos… Y en muchas ocasiones, esta alarma hace que se entablen conversaciones con sus hijos, pero sería muchísimo mejor tratarlo naturalmente porque la sexualidad vertebra toda nuestra vida» agrega la experta.

Uno de esos temas que pueden alarmar a los padres es el de los abusos. «Hay que explicarles que su cuerpo es de ellos y que hay ciertas partes privadas a las que nadie debe tener acceso. Estas situaciones suelen pasar en el ámbito de nuestros conocidos. Sin asustar, se debe explicar que suceden para evitarlas. Cuando los padres no se sienten cómodos a lo mejor necesitan una pequeña ayuda, como un libro especializado», recomienda Czalbowski.

Al hablar de sexualidad con el niño es importante llamar a las cosas por su nombre y no saturarlo. «Hay padres que hablan poco con sus hijos y, de repente, les abruman con tanta información. Hay que graduarla pero sin dar la típica charla ni hacerla aburrida. Hoy los niños están muy expuestos a muchas informaciones y si hay un buen diálogo entre padres e hijos, los niños pueden ir contrastando la información que les llegue por otra vía, como las redes sociales», concluye Czalbowski.

SOFÍA CZALBOWSKI, PSICOTERAPEUTA DEL NIÑO, LA NIÑA Y LA FAMILIA

«Un diálogo fluido favorece hablar en la adolescencia»

La educación sexual que hayan recibido los padres influye en que se sientan cómodos o no hablando sobre estos temas. «A veces los padres, por su misma reticencia tratar estos asuntos, generan un poco de inhibición en los niños, lo que puede ocasionar que no hagan preguntas relacionadas con el sexo», explica Sofía Czalbowski, especialista en psicoterapia psicoanalítica del niño, la niña y su familia. La sexualidad es un tema complicado, pero forma parte de la vida. «Es importante que los padres esclarezcan las dudas de sus hijos porque los niños tienen muchas fantasías acerca de la sexualidad, forma parte de su desarrollo normal. Por eso, ir graduando la información que se les dé les ayudará en su desarrollo. Además un diálogo fluido va a favorecer que esta comunicación se mantenga en la adolescencia».

ESTER PÉREZ OPI, PSICÓLOGA CLÍNICA Y SEXÓLOGA

«Es importante ser coherentes con lo que les decimos»

La incoherencia entre lo que hacen los padres y lo que dicen es algo con lo que hay que tener cuidado. «Si les decimos que parte de la vida sexual son las caricias y tú nunca te besas con tu pareja, se está dando un mensaje contradictorio», afirma Ester Pérez Opi, psicóloga clínica y sexóloga, miembro de la junta directiva del Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia. «Los niños no solo se quedan con lo que les decimos sino con lo que hacemos». También hay que hablarles con claridad y con un lenguaje adecuado, «es importante saber distinguir entre el lenguaje coloquial y el técnico y que se pueda utilizar en las conversaciones sin rubor». Y, desde luego, no hay que evadir las conversaciones. «Es muy típico que estas preguntas surjan por la noche a la hora de dormir y que los padres respondan: ‘Ahora no es el momento’».

Los padres de alumnos piden que el currículum incluya educación sexual

La asociación Baikara y Gehitu advierten de que en esa falta de formación en el respeto a la diversidad «puede estar el sustento del bullying»

La asociación de padres y madres de alumnos de la escuela pública de Gipuzkoa, Baikara, reclamaron ayer al Gobierno Vasco que el currículum incluya contenidos sobre educación afectiva y sexual «al mismo nivel que otras áreas, tanto en número de horas como en la adquisición de competencias y contenidos mínimos obligatorios». Su petición es compartida por la asociación Gehitu y la asociación de madres y padres de hijos lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (Ampgyl), con quienes han realizado una encuesta en distintos centros escolares para testar el apoyo a su reivindicación.

Los resultados, presentados ayer, arrojan una mayoría de familias (73%) que piensan que la educación afectivo sexual debería impartirse en las clases «dentro de un currículum específico y no de forma transversal». La misma proporción opina que esa formación debería darse en todos los niveles educativos, empezando desde Educación Infantil. «Sabemos de la importancia en la preadolescencia, adolescencia y juventud de sentirse iguales a los demás y de la aceptación del entorno. Tenemos que formar a nuestros alumnos y alumnas desde la más temprana edad para que la diferencia y la diversidad la sientan con una riqueza inestimable y no como un riesgo o peligro para su integridad», defienden. Piden a las autoridades educativos «que no ignoren esta demanda». «En esta falta de atención al alumnado puede estar el sustento de los casos de sexismo y maltratos entre iguales (bullying), que cuando ocurren hacen levantar voces de alarma y exigencias de protocolos, que difícilmente pueden solucionar los daños irreparables causados», advierten.

También piden que se haga un «esfuerzo formativo del personal docente y no docente que trabajan en los distintos centros educativos, que les permita gestionar con competencia estas situaciones». Animan asimismo a las autoridades a que sea en el sistema educativo y no únicamente a través de ONGs, entidades privadas y ayuntamientos donde se trabaje el concepto de diversidad.

73%

de los padres y madres de la escuela pública

de Gipuzkoa encuestados por Baikara y Gehitu consideran necesario que el currículum incluya formación en educación sexual y afectiva en todos los niveles educativos.

JOSERRA LANDARROITAJAUREGI SEXÓLOGO DE BIKO ARLOAK “La gente entiende por educación sexual solamente la ‘jodiendología”

Los sexólogos abogan por una educación sexual plena con el fin de prevenir problemas como el machismo o la discriminación desde la raíz

BILBAO – Sexo. Aunque cada vez menos, todavía continúa siendo una palabra tabú. Sobre todo en el ámbito de la educación, en la que todo lo relacionado con ello tiende a limitarse a unas nociones básicas de la anatomía humana y de los riesgos que pueden entrañar las relaciones sexuales. “Se habla a los adolescentes de lo que no les interesa y no de lo que sí”, opina Joserra Landarroitajauregi, sexólogo de Biko Arloak. Desde su experiencia en este campo, mantiene una postura diferente respecto cómo se están tratando los temas sexológicos en los centros escolares.

¿Qué es la educación sexual?

-Resumiendo, la educación de los sexos y sus relaciones. Sexo entendido como las condiciones y diferencias que nos definen a los hombres y las mujeres. Pero gran parte de la sociedad entiende por educación sexual solamente la jodiendología.

¿Qué problemas acarrea la falta de estos conocimientos?

-En el ámbito de las parejas, el mayor problema, sobre todo en la gente joven, es a un hombre tratando a una mujer como si fuera un hombre y viceversa. Esto ocurre porque hay una presunción de igualdad, en este caso inducida. Esa idea viene de la incorporación de la mujer a los derechos y las oportunidades, pero eso no quiere decir que los hombres y las mujeres seamos iguales en todo. Es más, somos muy diferentes. Hoy en día estamos educando a los chicos y a las chicas en la igualdad y eso es un disparate.

¿Por qué?

-Simplificando, los hombres y las mujeres somos muy diferentes y no solo en el plano biológico. Pero además, la idea de igualdad que hoy pulula en nuestra sociedad es una forma de colonización. Los hombres piensan que las mujeres tienen que ser igual que ellas y viceversa. Se hace sin querer, pero se hace.

¿Y en el ámbito social?

-Los hombres y las mujeres tienen relaciones altamente tensionadas, porque hay fuerzas diferentes que chocan. Esas fuerzas, en la sociedad actual, nos han llevado a enseñar que los hombres son sospechosos de hacer daño y que las mujeres son potenciales víctimas de esa violencia. Esa es una mirada terrible. No digo que no existan incidentes de este tipo, pero para evitarlos hay que educar en valores, para que los chicos estén orgullosos de ser masculinos y las mujeres de ser femeninas.

¿Es el machismo algo aprendido?

-Todos los humanos nacemos incivilizados: analfabetos, inmorales y crueles. Inventamos la cultura y la educación precisamente para domesticarnos. Y el machismo no es otra cosa que una forma de la incivilización, el resultado de la ley de la selva. Para prevenirlo hay que educar bien. Decirles a chicas y chicos que todos somos iguales es una gran mentira. Y precisamente en la adolescencia, cuando las diferencias se acentúan.

¿Qué es lo que propone?

-Ahora se da a los jóvenes la biología de la reproducción y todo se reduce a la prevención de los problemas de usos genitales, como enfermedades, abusos, etc., cuando la educación sexual es mucho más. Sexualidad, gozo, deseo, compromiso. Para esto no vale con un programa breve, porque sino caemos en el algunismo: algunos chavales en algunos centros gracias a que algunos profesores algunas veces algo preparados dan algún tipo de educación sexual. Y solo con esto luego queremos que de algún modo las nuevas generaciones se saquen esos conocimientos de la manga. Las cosas no son así: hay que trabajar para ello.