Seis heridos en un ataque durante la marcha del orgullo gay en Jerusalén

Un judío ultraortodoxo que perpetró un ataque similar en 2005 ha sido detenido

Un judío ultraortodoxo sembró el pánico este jueves en el desfile del orgullo gay de Jerusalén al apuñalar a seis personas en pleno centro de la ciudad. El agresor, que fue inmediatamente arrestado, acababa de salir de la cárcel hacía dos semanas tras cumplir una condena de diez años por una agresión similar en 2005, informó la policía israelí.

Todos los heridos rondan la treintena y hay dos de ellos que se encuentran en estado grave, según los servicios de emergencia. Varios testigos informaron de que un ultraortodoxo emergió de entre la multitud y empezó a gritar y a apuñalar a varias personas antes de que varios agentes consiguieran neutralizarlo.

El agresor, Yishai Schlissel, había acuchillado a tres personas durante el desfile del orgullo gay de Jerusalén hacía diez años, informó a la prensa un portavoz de la policía.

Jerusalén es una ciudad donde la religión está muy presente y donde aún cuesta reivindicar la homosexualidad públicamente. En la manifestación de este jueves participaron unas 5.000 personas, según la policía, que escoltó el desfile, temerosa de que activistas de ultraderecha, que consideran la homosexualidad una aberración, pudieran provocar enfrentamientos con los presentes.

Portavoces del colectivo gay israelí se dijeron conmocionados “al ver que incidentes de violentos de este tipo puedan aún producirse en 2015”, informó el diario israelí Haaretz.

El ataque fue severamente condenado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, quien prometió que el peso de la ley recaerá sobre el culpable y garantizó que en Israel la libertad individual es un valor fundamental. “Debemos garantizar que en Israel todos los hombres y mujeres puedan vivir en seguridad de la forma en que ellos elijan”, manifestó en un comunicado.

Por un feminismo no sólo hegemónico

El deseo que se esfuma por el camino

Cuando los feminismos se piensan exclusivamente en términos de hegemonía[1], se pierde algo importante que las luchas feministas desde los 60 pusieron sobre la mesa: el deseo como fuerza colectiva, el cuerpo como campo de batalla y la creatividad como posibilidad de inventar mundos. Necesitamos una política de mayorías, pero también una política del deseo que permita desplazar los presupuestos racionalistas-discursivos que prevalecen en la apuesta populista. ¿Cuáles son estos presupuestos? Tienen que ver con tres cuestiones: otorgar prioridad al discurso como campo en el que se disputa lo político; señalar la importancia de las emociones como instrumentos para la movilización social –en lugar de comprenderlos como afectos incalculables e impersonales–; y tomar la demanda –las reivindicaciones de los diferentes actores sociales– como lógica que rige el espacio político.

Chantal Mouffe y Ernesto Laclau publicaron en 1985 un libro clave, Hegemonía y estrategia socialista, en el que elaboraron una contundente crítica al marxismo ortodoxo. En el centro de sus preocupaciones, estaban dos: pensar las luchas sin presuponer una identidad a priori que portaría en sí misma el cambio; y dar cuenta de una multiplicidad de sujetos surgidos al calor de las transformaciones socioeconómicas de un capitalismo que se recomponía velozmente: feminismos, luchas étnicas, nacionales, sexuales y ecológicas. En relación al primer punto, pensaron que el cambio no podía derivarse automáticamente de una determinada posición de clase. Debían contemplarse los complejos procesos en los que se forman las identidades políticas. Esta atención implicó romper con algunas de las certidumbres que ofrecía el relato marxista: la clase obrera, entendida como una esencia con inclinaciones propias, se desvanecía. En relación al segundo, en contra de los pensadores que en el término del siglo XX profetizaban el final de la política, señalaron que la proliferación de nuevos protagonismos no debía conducir al relativismo. Al contrario, constituían la riqueza necesaria para repensar la democracia, siempre que se buscasen formas de articular las diferencias que evitasen la dispersión de las luchas. Como Laclau desarrollará posteriormente, para ello se volvían imprescindibles significantes vacíos como «pueblo» con capacidad para nombrar diversas demandas sin condicionarlas en su contenido ( no tanto por su vaguedad, sino por tratarse de significantes al mismo tiempo necesarios e imposibles –nunca pueden representarlo todo–), y que permitía aglutinarlas a partir de sus equivalencias.

Teniendo en cuenta estas importantes aportaciones, ¿puede afirmarse que una teoría que se reconoce parte de la crítica al esencialismo filosófico y político contenga algo del racionalismo que pretende cuestionar? Para intentar responder a esta pregunta –sacudida por la preocupación de un deseo que se esfuma de la acción política– debemos acercarnos a tres problemas que transitan entre la propuesta teórica de Mouffe y Laclau, y la experimentación real de Podemos en España.

¿Qué política, qué sentido común, qué articulación?

El primer problema surge cuando reducimos lo político a una serie de demandas. La demanda presupone un sujeto que realiza determinadas reivindicaciones, como si el proceso por el que dicho sujeto se forma no fuese político en sí. Pese a que estilos, modos de hacer y construir relaciones son determinantes, pasan a un segundo plano. Si tenemos en cuenta que estos aspectos están implicados en producir subjetividades diferentes, este desplazamiento supone una pérdida fundamental. Gilles Deleuze y Félix Guattari señalaron que lo que sucede en el plano molecular –que tiene que ver con lo que ocurre en el nivel del deseo, no con lo pequeño o individual– es clave para el tipo de procesos revolucionarios que ponemos en marcha. Desde los 60, las revueltas feministas afirmaron que el cambio debe tocar los cuerpos, transformar la vida. Con ello, anticipaban la respuesta a un capitalismo que además de producir desigualdades económicas insiste en lo simbólico, codifica el deseo social. El poder produce formas de vida,  se encarna en la sexualidad, el racismo o el consumo, modula individuos. Si consideramos esto, el desafío que se presenta es revalorizar el proceso de experimentación que permite construir otras culturas políticas, otros modos de habitar el mundo. Los afectos no son emociones individuales que puedan ser conducidas por la razón, sino la materialidad en la que nos constituimos. Dicho de otra forma: el desafío se juega también en una micropolítica de los cuerpos.

Con aquel desplazamiento, también se olvida la existencia de algo más esencial que la demanda: el acto por el que acontece la reapropiación de la potencia colectiva. Antes que la demanda, lo político reclama espacios donde vivenciar la capacidad que tenemos de cambiar las cosas junto a otros, de hacer lo imposible. Espacios donde lo que se pone en juego no es algo calculable, sino la misma intensificación de esa potencia. Precisamente, se trata de una potencia que no siempre puede –ni debe– traducirse en demanda; ésta es en todo caso un efecto de un proceso mucho más amplio. La tensión producida en los últimos meses, al calor de las pasadas elecciones municipales, entre desborde y control, exceso y captura o sociedad en movimiento y movimiento social puede entenderse como una disputa positiva contra el olvido de esta noción amplificada de lo político. Si echamos la vista atrás en busca de referentes que ayuden a orientarnos, encontramos la singular experiencia de institucionalización que vivió el movimiento feminista en los años 80 y 90; experiencia que nos enseñó que la posibilidad de crear nuevos imaginarios está ligada a espacios de autonomía social: en ellos, se inventan mundos diferentes. Y que sin procesos de autonomía que sean capaces de salir más allá de sí mismos lo que se genera es meramente autorreferencial. En el contexto que nos toca, cabe decir que sin experimentación social no podrán crearse instituciones realmente otras. No debe olvidarse que el triunfo en las urnas no fue producto de un movimiento prefigurado, sino de la sociedad en movimiento que de maneras a veces insospechada, desde múltiples focos, ha alimentado una atmósfera de cambio sin precedentes. El 15M sigue siendo la imagen que nos inspira: un movimiento de cuerpos que auto-organiza progresivamente un nuevo sentido de la realidad. Esta imagen la tenemos grabada a fuego lento en la memoria colectiva reciente. Debemos seguir preguntando: ¿Cuánto del 15M es parte del famoso asalto institucional? ¿Cómo mantener viva una política deseante? ¿Puede ser ésta también una política de mayorías?

El segundo problema tiene que ver con la batalla por la hegemonía. Si miramos desde los feminismos, vemos que tenemos una oportunidad ¿histórica? para hacer de nuestras propuestas lugares comunes en los que la sociedad pueda sentirse reconocida. Para ello, se necesitan marcos de sentido compartidos, lenguajes menos codificados que promuevan una participación amplia e ir más allá de posiciones ideológicas, interpelando desde la experiencia llana, cotidiana, en primera persona. En esta tarea, enfrentamos dos peligros: que se confunda este trabajo de conexión de lo particular a lo general con asumir un determinado sentido común presente en la sociedad –presuponiendo su necesidad, olvidando su contingencia–. Y, por otro lado, interpretar la articulación entre diferentes luchas como algo que tiene lugar desde arriba, como un paraguas que nos protege, pero que nos queda grande y no acabamos de sentir propio.

¿Cómo evitar esto? Primero: no puede darse por hecho qué sea el sentido común, pues éste siempre está sujeto a la historia y al lugar en el que se delimita. No está de más señalar que lo que para unos resulta «de sentido común» no lo es para otros. Esto tiene que ver con el hecho fundamental de que el sentido permanece siempre abierto: no puede ser clausurado de manera definitiva. Por ejemplo, pensemos cómo ha cambiado lo que entendemos por «crisis»: de un destino inesquivable a una situación con responsables directos. Si bien, por una parte, el sentido es objeto de disputa, por otra, el sentido también implica un proceso creativo. Y si el sentido se crea es debido a que las palabras no pueden decirlo todo por sí mismas: están inacabadas, y este inacabamiento permite que pueda producirse una novedad; y que protestar, tomar las plazas o parar un desahucio adquieran un significado diferente. Pero, ¿qué es lo que hace entonces que tal sentido y no otro se torne común? Una respuesta tentativa: tiene que ver con la presencia de diversas fuerzas que constituyen lo social (por ejemplo: sin la Plataforma de Afectados por la Hipoteca posiblemente los desahucios no serían considerados como ocurre hoy un problema de todos), así como con la capacidad de nombrar una experiencia compartida –vivida y sentida por muchos– y con no decirlo todo: con expresar algo de su esencia inacabada; con la posibilidad de dibujar una línea de fuga, de crear un significado distinto. El desafío en este caso: no plegarse a un sentido predeterminado, sino insistir en que podemos crear otros compartidos por muchos (¿quién diría hace solo unos pocos años que los mercados –representantes por antonomasia de la lógica capitalista de acumulación– iban a ser reprobados por tantos?).

Por último, debemos preguntarnos: ¿Existe un único modo de construir articulación política o hay diversos? Son fundamentales demandas generales que provean de un marco común a las diferentes luchas, del modo en el que permite hacerlo, por ejemplo, «democracia real». Pero también es importante observar cómo se conforma dicho marco. Existe el peligro de que la articulación se realice desde cierto idealismo del lenguaje: entre diferencias que no tocan, modifican o afectan al conjunto que las reúne y que intenta significarlas desde arriba. Aquí podemos creer estar ante una articulación, pero asistir en realidad a una operación en la que se neutraliza lo diferente. Evitar esto exige girar la mirada hacia las prácticas políticas que encarnan de modos diversos problemas generales (sanidad, vivienda, migración, cuidados). Y que al encarnarse los resignifican. De modo que asistimos a un movimiento en una doble dirección. Por ejemplo: ¿cómo practican los feminismos la democracia? Y, al mismo tiempo, ¿cómo se reinventa la misma idea de democracia a través de dichas prácticas: una democracia no solo de las instituciones, sino también de los hogares y de las relaciones sexuales? Cuando partimos de las vivencias, de las luchas, de las realidades cotidianas, la articulación se produce al nivel de la experiencia, de la composición de los cuerpos, y no solo desde cierta sobredeterminación del discurso. Dicho de otra manera: el desafío en este caso es tejer una política de lo común.

¿Qué supone esto para los feminismos?

Digámoslo de este modo.
Necesitamos algo de la política deseante.
Necesitamos también algo de poesía.
Necesitamos no renunciar a inventar nuevos sentidos sobre el mundo que queremos desde miradas feministas.
No solo demandar. No solo conectar con lo que hay. También atrevernos a imaginar otra cosa diferente. Hacerlo desde la realidad en la que se ensayan transformaciones a escala de las estrategias cotidianas que sostienen un sistema insostenible.
No solo conquista del sentido común: también creación de nuevos mundos. Nadie esperaba el 15M.
Ni que aquello de poner el cuidado en el centro fuese debatido ampliamente.
No hay democracia sin feminismos, pero tampoco hay democracia sin experimentar otras culturas políticas.
Culturas políticas capaces de revolver los cuerpos, que produzcan cercanías e intensidades nuevas.
Culturas del cuidado que no son femeninas, sino feministas.
Que hacen que circulen otras prioridades y otros modos de estar en el espacio político.
No solo articulación discursiva-racional de las demandas feministas, sino también expresión de otras formas de vida que se contagian y expanden sin saber apenas cómo.
No solo tener razones que nos unen, sino componernos y afectarnos.
No solo articular mayorías sociales, sino producir desviaciones, desbordes.
No solo bloques antagónicos, sino diferencias irreductibles, singularidades.
No solo demandas, sino también el gesto artístico. El que trasporta en su esencia apenas sin hablar a lo imposible.
Y es que el sentido se disputa, pero también se crea.

silvia l. gil

 

[1] Este texto parte del reconocimiento explícito a todas las feministas que desde Podemos u otros espacios están dando la enorme batalla por hacer que las ideas feministas estén en el centro de la discusión política actual.

El orgullo

La marcha del orgullo gay y el referéndum griego se erigieron el fin de semana pasado en expresiones distintas de un mismo impulso. Aún se sostiene una discrepancia entre las distintas valoraciones de la palabra orgullo. Los diccionarios advierten de que pueden confundirse la arrogancia, la vanidad y un exceso de estimación propia, con ese otro orgullo que nace de causas nobles y virtuosas. Las madres les decían a sus hijos que no fueran orgullosos y sin embargo, cuando traían buenas notas a casa, no disimulaban el orgullo que sentían por ellos. Y así hemos ido apreciando y despreciando el orgullo hasta que Faemino y Cansado mediaron en la discordia titulando su comedia con el expresivo lema de “El orgullo del Tercer Mundo.”

Las marchas del orgullo gay cobraron un sentido absolutamente defendible cuando estaba en juego la dignidad de las personas. Este año hemos celebrado los 10 años de la aceptación del matrimonio gay en España, pero nadie de los que se opusieron con ahínco, insultaron a los promulgadores de la ley y a los defensores civiles de la reforma, ni tan siquiera los que llevaron su prejuicio al Tribunal Constitucional para que negara la igualdad, hayan pedido excusas por su cerrazón. El tiempo tiene la curiosa virtud de imponer su ley pero nunca nos regala a un tipo que reconozca públicamente que se ha equivocado. Es tan complicado que solo das con él si sus excusas responden a una estrategia de imagen urgente y dictada por la supervivencia pública.

En Estados Unidos, ha tenido que ser el Tribunal Supremo quien intervenga para someter a la fuerzas represoras a un cierto orden lógico. Esto significa que el mundo aún necesita de las expresiones de orgullo de quienes son marginados para acabar de concederles un espacio en el que sentirse libres. Ningún avance es fácil, así que casi todos requieren de presión social y las causas nobles encuentran su mejor aliado en un punto de arrogancia y de indómita resistencia. En la votación griega, más que cualquier detalle concreto, se solicitaba al votante un gesto público de su repulsa a sentirse pisoteado, desdeñado e ignorado en la batalla financiera. El orgullo de los griegos fue invitado a expresarse entre ambigüedades, pero vino a recordarle a quien corresponda que el concepto de Europa no es compatible con parte de sus ciudadanos en el desamparo, marginados de unos derechos mínimos, y que todas las cuentas son inaceptables si las personas se contabilizan como ceros a la izquierda.

MADO: Orgullo Gaypitalista

SHANGAY LILI

El asunto de la mercantilización del Orgullo Gay, la explotación de una reivindicación, una lucha, por parte de un grupito de empresarios ogaympresarios —agrupados en AEGAL— que aprovechan la legitimidad de la lucha para sacar jugosos beneficios degradándola, cada año llega a nuevas cimas de corrupción. Este año no ha sido menos.  De hecho, quizás sea el primer año en el que se empieza a percibir la decadencia y extinción de la esencia del Orgullo: la presencia de heteros y conciertos agradables para ellos y la desaparición de exponentes de nuestra cultura e historia (como el escenario drag de Pelayo que este año ha sido cancelado) hasta convertir la cita en una verbena heteroamable más.

El fenómeno de desintegración de Chueca como símbolo, como geografía de la diversidad, como capital de la libertad, ya lo trataré en profundidad en mi venidero libro Adiós, Chueca (Memorias del gaypitalismo: construyendo la marca gay), un ensayo en el que cronificaré la compleja degradación y derechización de la comunidad LGTB con la minuciosidad que se merece, pero creo que ya son evidentes algunas de las consecuencias de ese feroz monopolio consumista que la asociación privada AEGAL, creada por mi ex-socio Alfonso Llopart para poder legitimar su explotación mercantilista de la causa gay,  está trayendo a un evento que ha perdido toda esencia, pluralidad y espíritu de aquel Stonewall que los sectores más auténticos (y menos asimilados) de nuestra comunidad convirtieron en una explosión de visibilidad.

El modelo gaypitalista creado por  esa oligayrquia monopolística que formaron a mediados de los 90, tras robarme la revista y la fiesta en una sucia estratagema,  mis ex-socios de la revista Shangay (quedándose con lo relativo a marketing, música y prensa)  con Pedro Serrano (locales de ocio y noche, causa de mi enfrentamiento con mis ex-socios al negarme a incluirlo en nuestro Shangay Tea Dance), Pedro Zerolo (política, unido a los anteriores al comprar mi parte de la revista con 9 millones de pesetas heredados de su abuela, me contaron) y más adelante Kike Sarasola (hoteles y negocios políticos heredados de su padre, como el contacto con el ex-vicealcalde pepero y armarizado Villanueva) o el absurdigayJuan Pedro Tudela (turismo por vía de hacerle el juego al PP y a Ana Botella) o Juan Carlos Alonso (secretario de Pedro Serrano y socio de Tryp Family a la vez que secretario general de AEGAL), ha vaciado de contenido reivindicativo el Orgullo y lo ha rellenado de negocios construidos a base de secundar los patrones heteronormativos hegemónicos, de utilizar figuras ya premiadas por el patriarcado por asimilarse y representar lo heteronormativo como Paloma San Basilio, Chenoa o Leticia Sabater, y olvidar o esconder cualquier discurso o figura alternativa o disidente (los y las verdaderas activistas que no gozan de la popularidad de estos productos asimilados porque su discurso ha sido incómodo para el sistema al negarse a asimilarse).

En lugar de utilizar esta fecha para dar visibilidad a todo lo negado por el sistema homófobo, se opta por lo ya exitoso (modelado por lo heteronormativo) para alardear de un poder de convocatoria que es un espejismo (habría que ver cuántos de esos absurdigays y heteros de fiesta iban a viajar a escuchar a la gran Kim Pérez hablar de transfobia o a escuchar las canciones disidentes del granPutirecords, aunque se iban a llevar una sorpresa muy agradable con ambos).

Los intereses de AEGAL, con la complicidad de la FELGTB y COGAM que siguen sin detener esta pantomima, nos trae este año una nueva retahíla de insultos, traiciones e incongruencias que AEGAL ha impuesto para sus intereses, negocios y favores de ida y vuelta (ya he mencionado más de una vez esos paquetes promocionales que Llopart ofrece a alto precio a artistas en decadencia, con aparición en portada del Shangay Express, carroza, concierto y algún premio). Veamos algunas de las escandalosas situaciones impuestas este año en nombre de los y las activistas que crearon nuestra identidad (a los que Llopart ya ha negado en dos editoriales que niegan la vertiente reivindicativa y quieren quedarse con un Orgullo empresarial para hacer negocio, eso sí, aprovechando las subvenciones y visibilidad que activistas, reivindicaciones y luchas han conseguido). Listado de disparates gaypitalistas:

En la plaza de Vázquez de Mella este año aparece una caseta promocionando el turismo a Fuerteventura y otra promocionando seguros Axa. Ese espacio lo cede el Ayuntamiento para asociaciones LGTB, pero desde el 2012 se convirtió en un espacio de pago. Ni Fundación Triángulo ni Apoyo Positivo, que tradicionalmente habían usado ese espacio entre otras, se han podido permitir pagar el dinero que les pidieron por ocupar las casetas. Quien exigió que fuese de pago fue el Ayuntamiento, pero eso es un paso más en esta explotación mercantilista de una reivindicación que acaba con surrealismos como que quien  se promociona es el turismo de una isla o una aseguradora y se excluye a las asociaciones que originan esta fecha.

También había una mesa de la Cruz Roja (esa asociación tan querida para los cristofascistas y tan cercana a la comunidad LGTB como saben sus piadosísimas señoras de clase alta que hacen caridad entre misas) ¡sobre droga! (????). Da bastante la sensación de que intentaron esquilmar a las asociaciones LGTB y a última hora regalaron entre afines sus espacios.

Pero el certamen estrella este año ha sido el repugnante concurso reificador de Mister Gay Pride, una creación de AEGAL  que impone un modelo heteronormativo competitivo de cuerpo joven, musculado, depilado, bronceado, sexuado, blanco… para crear hegemonía y discriminación hacia las divergencias. El jurado de semejante evento machista es de un absurdo y carente de compromiso alguno que tira de espaldas:  Fernando Tejero (supuesto heterosexual buscando a su mujer ideal a pesar de numerosos rumores sobre su armarización), Abraham de Gandía Shore (sin comentarios, estos los valores sólo los han visto en latas de chocolate Valor), Carmen Lomana (clasista, conservadora reaccionaria y machista) y Nacho Montes (colaborador 8 años en la COPE de la Schlichting que aboga por “curar” a los homosexuales y declarado pepero). Es de destacar que este concurso se da de patadas con los estatutos de la FELGTB que declaran incompatibles discursos que normativicen el cuerpo, como me comentó el vicepresidente de COGAM Ronny, añadiendo que pronto tendrían que cancelarlo desde la FELGTB que mira hacia otro lado.

Este año he sabido que las carrozas cobran a los gays que se suben, ¡hasta 70  euros! Y en el caso que me contaron era un chico de drag al que deberían pagarle por dar imagen pero tuvo que pagar.

El pregón de una convocatoria con el lema “Juventud sin armarios” no lo leyó ningún joven sin armarios como sería lo lógico, lo leyó Paloma San Basilio, una señora que será estupenda, pero que jamás ha hecho nada por la comunidad LGTB aparte de beneficiarse de las compras de parte de la comunidad y la promoción (de hecho en breve empieza una gira que promocionó abundantemente). El tema del pregón tiene su miga: la FELGTB rechazó el pregón original que escribió un vocal de COGAM por ser “demasiado político y reivindicativo, esto es un festejo y debe tener un tono más festivo”. Tras 3 revisiones se desechó completamente y Paloma San Basilio acabó leyendo un surrealista pregón que hablaba de zapatos titulado Tacones cercanos y que, ese medio tan poco homófobo y tan cercano a la comunidad LGTB que es el periódico cristofascista ABC publicó en primicia (casualidad) para subrayar el mensaje clasista, machista y consumista (si no mencionó lo importante que era tener buenos zapatos veinte veces no lo dijo ninguna) que resume esta frase en la que vemos a una privilegiada, de clase alta, que merienda ensaimadas en una España pobre, juega a la canasta y va a colegios privados: “Aprendía muchas cosas con mi madre: cómo pintarse los labios, cómo hacer empanadillas, cómo conseguir que nuestra casa fuese el mejor espacio posible con y sin dinero, cómo decir lo que piensas es bueno para ti y los demás. Aprendí por ejemplo a jugar a las cartas, se juntaba con sus amigas y, a mi vuelta del colegio, todavía con el uniforme, me sentaba con ellas disfrutando de sus conversaciones y sobre todo de la merienda que interrumpía la partida de canasta para cambiar los naipes por los pasteles y ensaimadas”. Nótese el empeño en declarar “tareas femeninas” como lo que aprendía de su madre. En este acto también participó Chenoa para, oh casualidad, presentar su nuevo single que es especialmente relevante para la comunidad LGTB ya que se titula Quinta dimensión’ / ‘Life’s an equation’ ¡qué desgarradora narración de nuestra vida! (PD:Chenoa colabora con los homófobos extremos Legionarios de Cristo, fundados por el pederasta Marcial Maciel)

La musa del Orgullo (impuesta por AEGAL) no fue otra que la trepa machista clasista facha Carmen Lomana. A esta habría que añadir a la trepa facha clasista Leticia Sabater que ante el escándalo de las cartas a diputaciones pidiendo “un poquito de tráfico de influencias y corrupción , por favor, que soy de los vuestros” insiste en declararse orgullosamente pepera y fan de Aznar (gran aliado de la comunidad LGTB como todos saben).

Yanela Brooks, la concursante cubana de La Voz a la que le faltaron minutos para cantar para una asociación de extrema derecha, Fundación Para La Defensa de la Nación Española (DENAES), y se declara de derechas (ese delirado anticomunismo convertido en fascismo tan de los disidentes), es otra de las actuaciones estrella.

A este reparto habría que sumar a ese homófobo/machista de Paquirrín que AEGAL insiste en promocionar Orgullo tras Orgullo a pesar de sus declaraciones afirmando que le podían llamar putero o drogadicto pero no maricón. Un modelo optimo para la comunidad.

¿Quiere AEGAL imponer los valores de la derecha? La representación de la clase trabajadora o excluida (la mayoría de transmaribollos son precarios por la homofobia/transfobia) brilla por su ausencia. Pero la culpa de todo la tiene el Ayuntamiento, un discurso que es muy útil como bote de humo.

Todos estos dislates los justifican u ocultan con el hipócrita discurso victimista y de resistencia inventa una lucha contra un enemigo que en realidad no existe. El Ayuntamiento (especialmente con Villanueva) ha sido un socio y aliado de este saqueo y explotación de una manifestación pública. En realidad lo que vemos es una aplicación de las estrategias neoliberales al Orgullo, una suerte de privatización del Orgullo que ha quedado en manos de una asociación privada sin ningún tipo de control democrático externo. AEGAL es notoria por su opacidad y endogamia.

Hoy mismo la FELGTB, COGAM y AEGAL han sacado un comunicado denunciando la inactividad del Ayuntamiento y la falta de servicios mínimos, papeleras e instalaciones. Es extremadamente hipócrita denunciar la falta de intervención del Ayuntamiento cuando AEGAL ha convertido el Orgullo en un evento privado que ellos controlan hasta el punto de (como le recriminé en la SER a Juan Carlos Alonso ante su silencio) imponer la seguridad privada que ellos controlan exclusivamente y de la que se sirven para monopolizar espacios y negocios. Si quieren que todo esté regularizado y la responsabilidad sea del ayuntamiento, que lo declaren festejo público, pero AEGAL lleva años oponiéndose a este estatus que rompería su monopolio y obligaría a permitir la intervención de otros agentes sociales.

A esto hay que sumar que Alfonso LLopart en varios editoriales  en la revista que me robaron (y que sigue llevando mi nombre) pide que se saque a las asociaciones y el carácter reivindicativo del Orgullo para dejarlo en manos de los gaympresarios. Es el terrible modelo de Barcelona que los gaympresarios de aquí han exportado con éxito: dos marchas, una (menor) para las asociaciones o reivindicativa y una mayor privada y empresarial.

En realidad, el discurso de “Ana Botella está acabando con el Orgullo” esconde la verdadera tragedia: es AEGAL la que está acabando con el Orgullo desde dentro. Vamos, que ya ha acabado. Léase, como ejemplo este correo que me ha enviado a mi facebook Sede Vacante;

En vistas que el actual Orgullo es solo una maquina de hacer dinero para los mafiosos de AEGAL, muchos amigos, conocidos y yo pasamos de ello y haremos todo lo posible para que no se celebre en un futuro, mucho menos el del 2017.
Lo dice alguien que lleva asistiendo desde el 92.
Ver el “espectáculo” de ayer: matones con botas humillando a la gente como si la calle fuera suya, no es ya solo para echarse a llorar, sino a vomitar.

O este acertado análisis que hace mi amigo SalidaxLaIzquierda a colación del engañoso titular Los organizadores del Orgullo Gay denuncian el “boicot” y las “zancadillas” del Ayuntamiento de Madrid:

Decir que Botella se ha dedicado a boicotear el Orgullo es algo simplista. Lo que Botella ha hecho muy sibilinamente ha sido dedicarse a infiltrar las comisiones organizadoras con miembros que lo han ido vaciando de contenido reivindicativo y lo han convertido en un evento mercantilista para mayor gloria de una serie de empresarios mafiosos y únicamente destinado a generar beneficios.
La máxima parece ser “Que la reivindicación no pueda molestar al negocio”.
Con este modelo de Orgullo, no combativo, servil, mercantilista,… Botella está muy satisfecha y no tiene ninguna intención de boicotearlo.
AEGAL es la organización que de verdad controla y organiza hasta el último detalle del Orgullo, imponiendo sus demandas a unas muy sumisas y dóciles COGAM y FELGTB.
AEGAL es una asociación de empresarios subvencionada directamente por Botella y repleta de empresarios muy próximos al PP (con muy buenas relaciones como las que tenía Miguel Ángel Flores, el del Madrid Arena).
AEGAL lo controla todo de un modo completamente mafioso y gangsteril, cada detalle se diseña del modo que más pueda beneficiar al negocio de sus empresarios y no a la causa de la igualdad LGTB. Han fagocitado y usurpado un evento que debería ser de carácter político y reivindicativo para convertirlo en una máquina de facturar.
Por lo tanto yo denuncio a la organización mafiosa AEGAL y denuncio también la complicidad o cuanto menos la falta de oposición de COGAM y FELGTB.
Que no intenten ahora distraer la atención con Botella, el Orgullo se ha convertido en lo que se ha convertido por acción u omisión de todos ellos.

Acabo de ver la pieza que han dedicado al Orgullo en el Telediario de TVE y más de la mitad del tiempo ha sido dedicado a dar cifras económicas globales y de gasto individual de diversas personas entrevistadas por la calle.
Éste es exactamente el Orgullo que quieren AEGAL y Ana Botella, el de las cifras, el de las Visas, las Mastercards y las American Express.
Se tolera el evento y a sus protagonistas (el colectivo LGTB) en la medida en que suponen un negocio, se les soporta porque tienen dinero y consumen, pero eso no es respeto a la persona, es respeto al dinero y a quien lo tiene.
La dignidad del colectivo LGTB no puede venir de sus carteras, sino de ser personas tan dignas como las demás.
Además esto convierte al Orgullo en un evento excluyente porque, en contra del imaginario gay-capitalista, no todos los LGTB están forrados de pasta. También hay LGTB que no tienen un duro, que están en paro y no tienen prestación alguna, que han sido desahuciados, que son inmigrantes y se les niega la asistencia sanitaria,… Y todos ellos no son bienvenidos en este Orgullo en el que “tanto tienes, tanto vales”.
Esto se ha convertido en un evento clasista y capitalista muy alejado de lo que fue en un inicio.
Responsables: AEGAL y por omisión también COGAM y FELGTB.

En efecto, AEGAL está desalojando lo gay para imponer entretenimiento amable para los heterosexuales bienpensantes. Este problema de la “heterosexualización” y, sobre todo, mercantilización del Orgullo gay podría llegar a sus peores consecuencias si, como lleva años intentando, El Corte Inglés consigue ser aceptado como patrocinador (algo a lo que se opone COGAM pero que AEGAL ve con buenos ojos), ya que así podría elegir los lemas, contenidos y actos que se hagan durante el Orgullo. No es mucho desvarío pensar que el principal promotor de las cristofascista JMJ acabaría imponiendo un Orgullo Cristofascista.

Quizás ese fuese el modelo perfecto para AEGAL, Ana Botella y el PP que ya babea ante su expropiación del Orgullo con la complicidad de sus amados “emprendedores”.

No al gaypitalismo, no a la mercantilización del Orgullo Gay, no al negocio a costa de muchas luchas, víctimas y sufrimiento.

28J: ruinas, cuerpos y orgullo

En medio de la crisis de sentido que vivimos es necesario repolitizar las manifestaciones por la liberación sexoafectiva.

01_mg_7799

¿Qué exigencia tengo de contar la verdad sobre mí misma? ¿Quién me lo pide? ¿Qué esperan? ¿En qué lenguaje será satisfactoria mi respuesta? ¿Cuáles son lasconsecuencias de decirlo? Mi hablar es un hacer y por tanto un acto político en sí. Antes de “jugárnosla”, antes de implicarnos en procesos y espacios públicos, el punto de partida común puede ser la duda. Las preguntas. La desorientación. La incertidumbre ante nuestros propios límites y fronteras.

El reto puede ser más simple y ambicioso al mismo tiempo: “reencontrarnos con nosotras mismas”, como dice Marina Garcés. “Dar cuenta de sí mismo”, como dice Judith Butler. No pasa nada. A veces es más importante lo que no sabemos que lo que sabemos.

¿Cómo funcionan nuestros afectos, deseos, sexos? ¿Cómo responde nuestro cuerpo en relación con otros cuerpos? ¿Cómo despojarnos de clichés, presuposiciones, corsés e inseguridades? Ninguna persona quiere quedarse sola. Nadie deja su casa o su país por gusto. Nadie quiere sentirse marginada. Nadie quiere ser diferente, y sin embargo todas los somos cuando dinamitamos las jaulas de la normatividad. Todas queremos “integrarnos”, pero no a costa de cualquier cosa y menos de “perder” la identidad.

En estos momentos

En estos momentos una adolescente estará viviendo por primera vez una historia de amor con otra mujer y temerá contárselo a sus padres. En estos momentos, una persona intersex contará su historia en una escuela. En estos momentos, un viejo de Aranjuez estará deseando a un chico bangladeshí que vende cervezas. En estos momentos, tres personas estarán haciendo una familia y querrán criar en tripartito.

En estos momentos una cajera de supermercado pensará en sus pelos y prominente clítoris que le han avergonzado toda la vida y los empezará a vivir como una delicia junto a sus amantes. En estos momentos, una persona trans odiará al endocrino que le ha “tratado” en la unidad de identidad de género y tuiteará su indignación.

En estos momentos, llegarán a la costa española dos marroquíes homosexuales perseguidos en su país, dispuestos a empezar de nuevo. En estos momentos, un joven abandonará su pueblo y se irá a vivir a la capital porque no le dejan mostrar que ama a otros hombres. En estos momentos, el presidente del gobierno español se arrepentirá de haber dado tregua al caso de asilo político de una lesbiana negra. Alguien estará viviendo una experiencia traumática que le hará guardar un secreto durante años y afrontar de forma negativa su hermosa diferencia. En estos momentos, miles de personas se estarán reencontrando con sus cuerpos y gritarán de placer.

De esto van  las manifestaciones del 28 de junio. El Día del Orgullo no es una fiesta de jóvenes glamurosos y despolitizados que se ponen hasta las cejas con el patrocinio de multinacionales y empresas mientras una multitud mirona y silenciosa observa los desfiles en la calle o a través de la tele. Esto no es el Orgullo. O no debería serlo.

El Orgullo es la denuncia creativa organizada a diario entre personas que dicen “quiéreme como soy”. El orgullo es que las viejas de los pueblos, y también los astilleros de la costa, se sientan interpeladas en una expresión colectiva de la diversidad sexual, en una celebración política por la multiplicidad e irreductibilidad de los cuerpos.Hay una necesidad de pensarnos con lxs otrxs, de volver a encarnar la teoría y la lucha social. Es una necesidad de confianza en lo común, de sentir que somos interdependientes y que esto de los cuerpos nos afecta a todes.

El 28 de junio no es un baile de monstruos sociales, ni de satánicos, ni de brujas, bohemias radicales, artistas rebeldes, amantes indomables. O sí. Y todas somos esos posibles que desdibujan las líneas de la normatividad.

Se trata de eso. El desnudo y la corporalidad. Exponer la vulnerabilidad y la falibilidad propia de la condición humana, llevar el cuerpo a la primera línea política. Bajar las emociones y las ideas del ático que es la mente al resto del cuerpo.

Salirnos del “marco incomparable” que es el pensamiento dual y resignificar la bandera multicolor en el comienzo de un nuevo ciclo político. Es algo urgente. Pensar por qué vamos a acudir a las fiestas del Orgullo de nuestra ciudad. Y hacer de nuestras vidas una celebración, claro que sí. Transformar las tragedias en historias emocionantes contadas con mucho humor. Y gritar en coro los Principios de Yogyakarta (2007).

Y pensar qué estamos haciendo en nuestros colectivos, barrios y pueblos. Pensar cómo nuestros entornos pueden ser ya comunidades de resistencia a la condición neoliberal, a las violencias y los colonialismos. Iniciativas como los Orgullos Indignados de Madrid o la nueva caseta reguetonera de Barcelona hacen genealogía de los movimientos LGTBIQ en un baile disidente de categorías que se cruza con otros movimientos sociales.

Insisto. Se trata de esto. La denuncia, la protesta, la creatividad indignada y feminista. Crear comunidad desde la experiencia de la diversidad mutante.El reto, conseguir que colectivamente tomemos las riendas, vivamos y expresemos en libertad, sin miedo, nuestras identidades sexoafectivas, en un cotidiano que está cambiando.

¿Qué pueden entonces aportar las manifestaciones del 28 de junio como reflexión política en la actual crisis de valores? ¿Cómo nos sentimos interpeladas? Quedan muchas preguntas y luchas pendientes para un país progresista en materia de derechos sexuales y reproductivos como es el Estado español.

Que el Orgullo sea una demostración colectiva y creativa del descontento social. Que sea un proceso de construcción permanente de comunidad abierta e incluyente, que negocia tensiones, que resuelve conflictos. Que sea un flujo de etnografías sexoafectivas que griten, denuncien y bailen su rechazo a un modelo económico capitalista que atraviesa nuestras identidades, destruyendo libertades y derechos ganados a pulso por quienes nos precedieron. El Orgullo es hoy una deuda con nosotras mismas. Y ésta sí que es legítima.

Un país diverso del que sentirse orgullosa

Estefanía Torres
Eurodiputada de Podemos en el Parlamento Europeo

 

España está hoy de celebración. Se cumplen ya diez años del primer matrimonio gay, diez años de una nueva legislación que marcó una tendencia de cambio histórico. Este avance fundamental se ha conseguido gracias al trabajo de los colectivos LGTB, organizados y perseverantes, que han estado en las calles hasta lograr que las instituciones hiciesen visible primero y tangible después, legislativamente hablando, el derecho de las personas homosexuales a elegir la fórmula que prefieran para convivir en pareja.

Un avance de tal dimensión no es mérito o patrimonio de una fuerza política concreta. Los cambios históricos de este calibre sólo se logran gracias al empuje y a la lucha constante de mucha gente durante muchos años.

¿Sabías que España es, según el Pew Research Center, el país más tolerante del mundo con personas LGTB? En Europa, países como Alemania o Italia no reconocen aún los derechos de los gays y las lesbianas al matrimonio, y otros como Portugal no permiten que los matrimonios gays puedan adoptar. Además, en la mayor parte de los países de Europa del Este las personas LGTB apenas tienen derechos y persisten unas legislaciones muy homófobas. Y esto sin mencionar que en alrededor de una decena de países (como Nigeria, Yemen, Arabia Saudí o Sudán) la homosexualidad está castigada con la pena de muerte y en más de 70 supone algún tipo de delito penal e incluso la cárcel.

En 2014, en Podemos nos planteamos entrar en las instituciones para abrir puertas y ventanas y que entrase el aire fresco de quienes, desde las calles, desde sus puestos de trabajo, desde sus casas, desde la vida pública o desde sus esferas privadas, clamaban porque estas instituciones estuviesen, de una vez por todas, a la altura de la gente decente que vive en este país.

Hoy, en 2015, parte del cambio ya se ha notado. La bandera del orgullo ondea estos días en numerosos Ayuntamientos y Parlamentos Autonómicos. Ada Colau, por ejemplo, ha sido noticia por transformar la Concejalía de Juventud en la del Ciclo de Vida, Feminismos y LGTB.

El Ayuntamiento de Oviedo ha lucido, por primera vez en la historia, la multicolor en uno de sus balcones para alegría de las vecinas y vecinos. Todo ello refleja que ya no tenemos que pedir a otros que hagan los cambios que queremos o necesitamos. Estamos entrando en las instituciones para hacer esos cambios nosotros mismos.

Partiendo de la responsabilidad que eso supone, hemos de ser conscientes de cuál es la realidad que viven todavía las personas LGTB. Quedan muchos retos por delante en esta materia y no podemos caer en una conducta que suponga vanagloriarnos de lo bueno que es nuestro país en ciertos aspectos sin tener en cuenta la parte negativa que pervive en la otra cara de la moneda.

Estefanía Torres
Eurodiputada de Podemos en el Parlamento Europeo

España está hoy de celebración. Se cumplen ya diez años del primer matrimonio gay, diez años de una nueva legislación que marcó una tendencia de cambio histórico. Este avance fundamental se ha conseguido gracias al trabajo de los colectivos LGTB, organizados y perseverantes, que han estado en las calles hasta lograr que las instituciones hiciesen visible primero y tangible después, legislativamente hablando, el derecho de las personas homosexuales a elegir la fórmula que prefieran para convivir en pareja.

Un avance de tal dimensión no es mérito o patrimonio de una fuerza política concreta. Los cambios históricos de este calibre sólo se logran gracias al empuje y a la lucha constante de mucha gente durante muchos años.

¿Sabías que España es, según el Pew Research Center, el país más tolerante del mundo con personas LGTB? En Europa, países como Alemania o Italia no reconocen aún los derechos de los gays y las lesbianas al matrimonio, y otros como Portugal no permiten que los matrimonios gays puedan adoptar. Además, en la mayor parte de los países de Europa del Este las personas LGTB apenas tienen derechos y persisten unas legislaciones muy homófobas. Y esto sin mencionar que en alrededor de una decena de países (como Nigeria, Yemen, Arabia Saudí o Sudán) la homosexualidad está castigada con la pena de muerte y en más de 70 supone algún tipo de delito penal e incluso la cárcel.

En 2014, en Podemos nos planteamos entrar en las instituciones para abrir puertas y ventanas y que entrase el aire fresco de quienes, desde las calles, desde sus puestos de trabajo, desde sus casas, desde la vida pública o desde sus esferas privadas, clamaban porque estas instituciones estuviesen, de una vez por todas, a la altura de la gente decente que vive en este país.

Hoy, en 2015, parte del cambio ya se ha notado. La bandera del orgullo ondea estos días en numerosos Ayuntamientos y Parlamentos Autonómicos. Ada Colau, por ejemplo, ha sido noticia por transformar la Concejalía de Juventud en la del Ciclo de Vida, Feminismos y LGTB.

El Ayuntamiento de Oviedo ha lucido, por primera vez en la historia, la multicolor en uno de sus balcones para alegría de las vecinas y vecinos. Todo ello refleja que ya no tenemos que pedir a otros que hagan los cambios que queremos o necesitamos. Estamos entrando en las instituciones para hacer esos cambios nosotros mismos.

Partiendo de la responsabilidad que eso supone, hemos de ser conscientes de cuál es la realidad que viven todavía las personas LGTB. Quedan muchos retos por delante en esta materia y no podemos caer en una conducta que suponga vanagloriarnos de lo bueno que es nuestro país en ciertos aspectos sin tener en cuenta la parte negativa que pervive en la otra cara de la moneda.

Orgullo LGTB (o cuanto más dinero tienes, más opciones tienes)

Artículo publicado en Golfxs con principios

mado2015-2

Mañana se celebra el Orgullo “oficial” en Madrid. ¿Por qué el dia 4 en lugar del día que le corresponde, el 28 de junio? Pues por dos razones: La primera, que así pueden venir más turistas de vacaciones al Orgullo y la otra, que así está todo el mundo —el que trabaja— con dinero abundante en las manos. Al final acaba importando más el negocio que la parte reivindicativa. Acabado el “festival”, todo el mundo ha ganado sus euros y entonces llega de nuevo la soga al cuello del activismo: Las multas.  Se promociona delante de la prensa, se ahoga de maneras menos visibles. En esto de las reivindicaciones y la libertad para elegir cómo quieres vivir tu vida, hay que tener en cuenta que hay algo fundamental que no siempre se tiene en cuenta: Tus opciones para ejercer esa libertad. No es lo mismo tener un buen trabajo, o un buen status social, o vivir en una ciudad grande, que estar en situaciones más desfavorecidas. Si vives en el resto de ciudades y pueblos, la vida se complica de manera inversamente proporcional al tamaño del pueblo (no en todos, pero en general). O si no tienes trabajo, ni un duro y te resulta imposible salir de tu pueblo ni con BlaBlaCar. Y ya no digamos si quieres irte a vivir a una ciudad grande… O la familia lo mantiene o es imposible mudarse de ciudad sin un trabajo.

mado2015-3

Lo económico va de la mano de la libertad personal. Cuando no sabes qué vas a comer mañana, si es que comes… Cuando tienes que pasarte todos los días por comedores sociales… Cuando vives en unas condiciones muy muy complicadas en cuestiones básicas, igual te dan un poco igual otras aspiraciones más elevadas. Sí, te apetecería estudiar, te apetecería mejorar tu aspecto, comprarte ropa, viajar, o simplemente, poder ir a comer por ahí con alguien. Pero si no tienes un euro, la atención se acaba centrando en cuestiones más vitales de manera inevitable. Por eso a mí sí me parece muy importante tener presentes tanto las posturas relativas a la economía (que facilitarán o no esa expresión de la diversidad), como las posturas absurdas que niegan su importancia y ver de quién vienen esas posturas. Si sólo nos referimos a España, en lo primero me acuerdo de la curiosa jugada de cuando se aprobó el “matrimonio gay”: “El 30 de junio de 2005 pasará a la historia del Congreso de los Diputados. Aquella mañana, el Parlamento aprobó una de las reformas sociales más importantes y valientes de la Democracia: el matrimonio homosexual. Pero ésa no fue la única votación trascendente del día. Unas horas después, el mismo 30 de junio en un hemiciclo bastante más vacío, el Congreso sacó adelante una moción por la que las ahora famosas Sicav, ese paraíso fiscal que sin salir de casa permite a los más ricos tributar al 1% por sus plusvalías, dejaron de estar bajo la supervisión de los molestos inspectores de Hacienda para pasar bajo la miope lupa de la CNMV. Las grandes fortunas lograron el milagro de enterrar la crispación: todos los partidos, salvo Izquierda Unida, votaron a favor”. (fuente) No daré mucho la lata con el tema, ya queda a la reflexión de cada cual pensar los efectos de los paraísos fiscales, de quiénes se pueden permitir SICAVs y similares, de quién suele defraudar… Y qué efecto tiene eso sobre la gente que hoy, mañana, pasado mañana, están en situaciones críticas. Mucha mucha gente. En España, 12 millones de personas.

alaska-mario

Las posturas absurdas, aunque pueda parecer que no tienen relación, son exactamente lo mismo: Proponen la libertad en lo personal (“hago lo que quiero”), pero sin sentir el menor conflicto con que quien se llevaba más dinero, se lleve cada día más y que quien se llevaba menos, se lleve cada vez menos. El caso más conocido, con más y más años demostrando qué defienden, es el de Alaska y Mario Vaquerizo… El “hago lo que quiero”  casi siempre quiere decir “que cada cual se busque la vida”, que es la postura anarcocapitalista de toda la vida… Esto es la selva, apáñate cómo puedas. Igual es algo que defiendes sin saberlo… En el anarcocapitalismo se defiende “la eliminación del Estado y la protección de la soberanía del individuo por medio de la propiedad privada y el mercado libre. En una sociedad anarcocapitalista, la policía, los tribunales y todos los otros servicios de seguridad se prestarían” por empresas privadas “en lugar de a través de impuestos”.

mado2015-4

¿A cuantas personas sin techo has visto con la bandera arcoiris? ¿Para qué van a sumar otro motivo de odio a los ataques que ya sufren sólo por vivir en la calle y de los que casi nadie habla? Quedarnos solamente en el aspecto social (olvidando las condiciones económicas que lo posibilitan o no) nos puede hacer más difícil de ver que hay gays, transexuales, lesbianas, bisexuales, intersexuales en las colas del paro, sin un duro, durmiendo en la calle, malviviendo en la miseria, sin servicios sociales, sin sanidad pública, sin redes de apoyo, sin recursos ni materiales, ni intelectuales, ni sociales. Vamos, en todas partes. Y la situación de toda esa gente que vive en los márgenes es fruto del peso de una organización social que va dejando a mucha gente en la cuneta, y que, aunque tolera al colectivo LGTBIQ, lo hace siempre que  siga siendo una minoría, que no intenten decir que dentro de la diversidad, es lo mismo ser heterosexual que ser gay, lesbiana, transexual, intersexual, bisexual, pansexual, etc etc. Si nos vemos en pequeños colectivos parecemos poca gente, pero todas las “minorías” lo somos porque un orden heterosexual y reproductivo nos considera “planes B”, “opciones alternativas”, lo “diferente”, no porque seamos minoría en número. Somos mucha, muchísima gente la que se nos llama “alternativa”. Lo heterosexual no es “lo natural”. Como dice Marcos Sanz (sociólogo), “lo natural” es lo que se llama a lo que está en una determinada jerarquía respecto al resto una vez que se han borrado las huellas de cómo se ha llegado a implantar ese orden.

– See more at: http://www.golfxsconprincipios.com/lamoscacojonera/orgullo-lgtb-o-cuanto-mas-dinero-tienes-mas-opciones-tienes/#sthash.QWSdxVNm.dpuf

Ponga un marica sobre el televisor

toro gay

JAIME G. TRECEÑO

SIEMPRE me ha fascinado el ‘enganche’ que ha tenido este país con la homosexualidad. Nunca entendí que lo que hiciesen dos señores o dos señoras con su intimidad les penalizase, les convirtiese en ‘tullidos sociales’.

-No, usted no puede casarse o adoptar. ¡Lo debería saber! Es marica. Les decían hasta hace cuatro amanecidas. Me llamaba la atención que si la propiedad privada nos hizo, supuestamente, ciudadanos libres e iguales, que no se le bajaran los impuestos al tipo que le comía la boca a otro por sufrir la mutilación de sus derechos. No lo entendí nunca. Sí, claro, la sociedad siempre ha tirado de lapidario -de lápida- para meterle sordina al asunto.

-No, es que las cosas son así. Es como si a alguien por montar en bicicleta, rezar a un Dios, orinar en la ducha o comer chocolate le impidiesen alquilar o comprar un piso. Absurdo. Nuestro Estado Social de Derecho siempre lo fue más para unos que para otros pese a que nos refugiásemos bajo el mismo paraguas constitucional. Nunca lo he comprendido.

Me crié en una sociedad en la que llamar maricón al que llenaba de plumas la pantalla del televisor estaba tan bien visto como perseguir a perros y gatos por las calles. Nunca entré en ese juego, aunque sí, claro que he hecho chistes hirientes sobre homosexuales…, y ellos también. ¡Somos españoles! Me resultaba curioso ver en mi círculo cómo los mismos que adoptaban esa pose, esa convención de lanzar un reproche al homosexual desde la distancia, lo trataban con la misma deferencia en la intimidad de su casa que a cualquier otra persona cuando tomaban contacto con él a través de amigos de hijos, vecinos o familiares. Todos somos mucho más normales de lo que damos a entender. Pero, a estas alturas de curso, aún me sigo removiendo en mis pantalones cuando escucho a los mismos que dicen abrazar el ‘Dios es amor’, lanzar las más lacerantes ofensas contra los gays. ¿Qué les hace pensar que son mejores que su creador?

Cumplimos una década del reconocimiento por ley del matrimonio homosexual y hemos tenido que esperar hasta este año para ver a las principales instituciones madrileñas, Ayuntamiento y Comunidad, apoyar oficialmente la lucha por los derechos civiles de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. Ha habido que cambiar el signo de los gobiernos, de los equipos que estaban al frente de los madrileños para ver ondear la bandera arcoíris en sus fachadas. Un amigo mío que tiene las piernas ‘chungas’ de nacimiento me decía el otro día que esta a favor del sistema de cuotas. «Si no las hubiese habido, nosotros, los pobres ‘destrozados’, seguiríamos vendiendo limones por los mercados». No se trata de emprender una campaña de: «Ponga un marica encima del televisor de su casa», pero no está de más que la Administración reconozca la existencia de ‘muñón social’ autoinfligido y que se conjure para solucionarlo.

Los tiempos están cambiando, afortunadamente. Ahora, sólo nos queda apuñalar con saña al amiguismo caciquil como valor social; sustituirlo por la capacidad y el mérito, y comenzaremos a parecernos a lo que queremos ser: una sociedad de personas libres e iguales. Pero eso no será ni hoy ni mañana. El ejemplo más claro lo tenemos en nuestros partidos políticos, los que nos gobiernan. Sólo dejo un ejemplo actual. El pasado viernes juntaban a los cuatro que pintan algo en el Partido Socialista de Madrid para ser informados de los planes a corto plazo del líder del PSOE para la federación. A Pedro Sánchez le habían entrado las prisas y quería que se celebrase un congreso extraordinario cuanto antes, en julio, para que se designe una nueva dirección regional que sustituya a la gestora que echó aTomás Gómez. En el encuentro se les informó de ello y del reparto de papeles: una sería la secretaria general, otro el presidente, otro el vicesecretario general… Todo atado y bien atado. El objetivo, dar la imagen de que los militantes han elegido a sus líderes y de paso mantener controlada la federación para lo que pueda pasar tras las elecciones generales. Un paripé con las hechuras de la vieja política.

Estamos lejos de ser un país ejemplar en muchas cosas pero en otras damos sopas con ondas a más de uno y de dos. Es un punto de partida y, además, nos queda toda la eternidad para mejorar. Nunca es tarde para cambiar las cosas.

¿Y qué pasa con las lesbianas?

Visibilidad, sí, ¿pero para todos?

Fototeca Storica Nazionale

Me llena de orgullo y satisfacción decir que soy bollera y mujer (si alguna vez escucho esto en el discurso real me convierto a la Corona, lo prometo). Para algunas personas lo que acabo de decir resultara repetitivo. ¿No se es ya mujer si una se considera bollera? En fin, en esta época posmoderna en la que nos cuestionamos hasta las etiquetas de la ropa todo vale, oigan. Yo soy bollera y mujer porque son dos títulos “honoríficos” que me definen en la jerarquía social que habito. Uno me sitúa detrás de las maricas. El otro me posiciona un escalafón por debajo de los hombres. Vamos, que estoy jodida por partida doble.

Las desviadas como yo celebramos nuestro aniversario por estas fechas. El 28 J y esas cosas, ya saben. Y aún así, llámennos quisquillosas si lo desean, pero no terminamos de sentirnos integradas ni en nuestro propio cumpleaños. Orgullo se escribe en masculino y a ese sector poblacional representa: a ellos. No hablemos ya de la degeneración que ha sufrido lo que, si mal no recuerdo, era una reivindicación y no una fiesta del consumismo. Parece que el 69 solo nos suena a una postura del Kamasutra y no al año en que tuvieron lugar los disturbios de Stonewall. Lo llaman capitalismo rosa y no tiene que ver con la prensa del corazón, sino más bien con el corazón del funcionamiento de este sistema en que vivimos. Lo que ayer era una subversión a la norma hoy se acepta, sí, pero a un precio. Tenga usted la orientación sexual que quiera, de acuerdo, no nos molesta. Siempre que cuente con una cartera abundante y tienda usted a encajar en nuestros marcos normativos, ¡sea bienvenido!

Ya ven que se repite un poco el modelo del heteropatriarcado. Para quien no lo sepa, se refiere a que el cabeza de familia, de esta gran familia que es la humanidad al fin y al cabo, sea preferentemente hombre, heterosexual, blanco y de clase media-alta. Una definición que encierra la totalidad de privilegios posibles. Fíjese usted qué cosas, quienes gobiernan el mundo suelen llevarla escrita en la frente. Pues bien, en estas fechas señaladas, no contentas con sufrir el famoso palabro  heteropatriarcado todos y cada uno de nuestros días,una nueva realidad queda patente: el homopatriarcado. Resulta que son las maricas las que se llevan de calle esos privilegios. El ocio, el consumo, la visibilización desde los medios les conceden el protagonismo. Bolleras, trans, bisexuales, intersexuales, asexuales y un largo etcétera son solo anexos, ya ven.

También les digo, poca envidia siento si ser el foco de atención acarrea la imposición de un consumo determinado y la implantación de un canon de belleza concreto. Pero claro, a una también le gusta visibilizarse. Un poquito de ese protagonismo, pero a nuestra manera, eso sí. No queremos ser bolleras que despiertan un “¡uy, si apenas se te nota!”.Queremos que se nos note, seamos femeninas o camioneras, llevemos el pelo largo o corto, utilicemos dildo o no. Queremos que se nos note, que se nos vea, que se nos escuche, que se nos sienta. Porque no, no somos amigas, resulta que nos comemos el coño, fíjese usted. Y estamos orgullosas de ello. Visiblemente orgullosas.

Una década de Orgullo y juzgados

Corren tiempos de conmemoración en estos días. Se ha cumplido una década de la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo que coincide, como en el momento de su aprobación, con la semana en que se celebra el día del Orgullo, con una histórica sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos y con los emotivos homenajes por la reciente pérdida de uno de los activistas más importantes que hemos tenido en España en relación con las libertades civiles y de la lucha contra la discriminación por opción e identidad sexual: Pedro Zerolo, a quien tristemente despedimos hace unos pocos días.

orgullo madrid

Pero además, el aniversario de la modificación del Código Civil para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo presenta un balance positivo en lo cuantitativo, ya que ha habido más de 31.600 parejas, 19.410 de hombres y 12.200 de mujeres, desde julio de 2005, como en lo cualitativo, ya que, a pesar de que sin duda quedan retos pendientes, se ha contribuido de manera significativa a la normalización de las relaciones afectivas entre personas del mismo sexo.

Además el reciente cambio político en el ámbito municipal ha permitido una celebración simbólica, aunque no por ello de menor importancia, que ha sido la colocación de las banderas en una buena parte de los ayuntamientos de toda España. En definitiva, un balance positivo de una década de aplicación de la Ley que en estos días ha reafirmado.

Pero también en estos días se cumplen otras conmemoraciones legislativas. El pasado 29 de junio se han cumplido 10 años de la puesta en funcionamiento de los Juzgados de Violencia de género. Pero lejos de contar con grandes referencias informativas y actos conmemorativos, apenas una tímida nota de prensa del Consejo General del Poder Judicialy otras discretas valoraciones institucionales, han sido todas las menciones de esta tan señalada fecha.

También esta Ley presenta un notable balance cualitativo; se han pasado de los 17 juzgados creados inicialmente a los 106 actuales, además de más de 350 compatibles, que han instruido más de un millón cuatrocientos mil delitos y han dictado más de 200.000 sentencias con un porcentaje de condenas que ronda el 80%. Se han solicitado en este tiempo más de 300.000 órdenes de protección de las que se han concedido sobre un 60%.

Datos del propio Consejo General del Poder Judicial que pueden impresionar en términos absolutos pero que revelan que tan sólo se obtienen sentencias condenatorias en un porcentaje muy bajo de las instrucciones y que se deniegan cada vez más órdenes de protección en un escenario social en el que los casos de violencia de género no solo no bajan, sino que suben especialmente en ciertos grupos de edad si hacemos casos a la última macroencuesta publicada, aunque el número de denuncias no deja de bajar.

Puede, además, haber contribuido a esta ausencia de valoraciones el escenario incierto que para los delitos de violencia de género va a suponer la entrada en vigor de la reciente reforma del Código Penal, que a pesar de un aparente mayor compromiso con determinadas formas de violencia contra las mujeres, con nuevos delitos sobre acoso o matrimonios forzados, complica algunos aspectos procesales y en relación con la nueva calificación de delitos leves.

Pero además no dejamos de conocer resoluciones judiciales que siguen sin aplicar recomendaciones de la ley en materia de protección a menores, conmocionados con asesinatos de mujeres y menores en los que resulta inexplicable los fallos de los mecanismos de protección o datos sobre cumplimiento de condenas o reincidencia de los agresores sobre los que se informó en este mismo diario hace unos días que no son un buen balance.

Desde luego no pretendo oponer ni comparar estos dos escenarios que sólo tienen en común la coincidencia temporal de su conmemoración de una década de su entrada en vigor, pero que entre sus muchas diferencias se encuentran las de un balance de unos logros bien distintos que permite expectativas de futuro también muy diferentes.

Si 20 años son nada, como nos dice la canción, una década es exactamente la mitad. Pero parece evidente que incluso la mitad de nada, en términos históricos, sirve para evaluar el avance y la aplicación de la legislación y los avances de los derechos de las personas, o no tanto.

Marisa Soleto

Directora de la Fundación Mujeres.