La Policía impedirá carteles sobre gays, campesinos o el aborto en la gira del Papa por Paraguay

El papa Francisco lega, durante la actual gira por Ecuador

El papa Francisco lega, durante la actual gira por Ecuador. Robert Puglla EFE

Mientras miles de fieles de todo Paraguay iniciaron la cuenta regresiva para la llegada del Papa Francisco al país, una ola de indignación se ha generado en diferentes organizaciones socialesante la prohibición por parte del Ministerio del Interior de portar carteles o pancartas alusivas a ciertos temas, especialmente sentidos para la nación guaraní.

Bajo el título ‘Informaciones útiles a tener en cuenta durante la visita del Papa Francisco’, el Ministerio del Interior publicó una serie de recomendaciones, donde sobresale una lista de prohibiciones, que regirán desde el viernes 10 de julio hasta el domingo 12 de julio, lapso de tiempo en que se extiende la gira de Bergoglio por el país.

Dentro de los lugares comunes ante este tipo de eventos masivos se incluye la prohibición de “portar armas de cualquier tipo; de fuego, armas blancas y otros objetos corto punzante, que representen peligro, además de municiones y petardos. La distribución, comercialización y consumo de bebidas alcohólicas a todo el público general a lo largo del Itinerario. El uso de paraguas y/o sombrillas, no se permitirá la portación ni uso de punteros láser“, junto a varios etcéteras.

Pero lo que llama la atención y despertó la indignación de los representantes de organizaciones sociales de Paraguay es la siguiente imposición, citada en el punto 7 del articulado. “No se permitirá, la colocación de pasacalles y/o portar pancartas que obstaculice la visual, ni que contengan alusivos referentes a grupos de lucha social (a favor o en contra del aborto, matrimonio gay, campesinos sin tierra, etc.)”.

Precisamente, los colectivos de campesinos e indígenas se han movilizado en las últimas horas a partir de que no fueron incluidos en la agenda oficial de entrevistas con el Papa Francisco, y han llamado a la manifestación pacífica para lograr visibilidad en aquellos puntos donde recale la gira oficial. En este marco la Policía del país comunicó que requisará todos y cada uno de los carteles que versen sobre el matrimonio gay, los campesinos e indígenas o a favor del aborto.

28J: ruinas, cuerpos y orgullo

En medio de la crisis de sentido que vivimos es necesario repolitizar las manifestaciones por la liberación sexoafectiva.

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¿Qué exigencia tengo de contar la verdad sobre mí misma? ¿Quién me lo pide? ¿Qué esperan? ¿En qué lenguaje será satisfactoria mi respuesta? ¿Cuáles son lasconsecuencias de decirlo? Mi hablar es un hacer y por tanto un acto político en sí. Antes de “jugárnosla”, antes de implicarnos en procesos y espacios públicos, el punto de partida común puede ser la duda. Las preguntas. La desorientación. La incertidumbre ante nuestros propios límites y fronteras.

El reto puede ser más simple y ambicioso al mismo tiempo: “reencontrarnos con nosotras mismas”, como dice Marina Garcés. “Dar cuenta de sí mismo”, como dice Judith Butler. No pasa nada. A veces es más importante lo que no sabemos que lo que sabemos.

¿Cómo funcionan nuestros afectos, deseos, sexos? ¿Cómo responde nuestro cuerpo en relación con otros cuerpos? ¿Cómo despojarnos de clichés, presuposiciones, corsés e inseguridades? Ninguna persona quiere quedarse sola. Nadie deja su casa o su país por gusto. Nadie quiere sentirse marginada. Nadie quiere ser diferente, y sin embargo todas los somos cuando dinamitamos las jaulas de la normatividad. Todas queremos “integrarnos”, pero no a costa de cualquier cosa y menos de “perder” la identidad.

En estos momentos

En estos momentos una adolescente estará viviendo por primera vez una historia de amor con otra mujer y temerá contárselo a sus padres. En estos momentos, una persona intersex contará su historia en una escuela. En estos momentos, un viejo de Aranjuez estará deseando a un chico bangladeshí que vende cervezas. En estos momentos, tres personas estarán haciendo una familia y querrán criar en tripartito.

En estos momentos una cajera de supermercado pensará en sus pelos y prominente clítoris que le han avergonzado toda la vida y los empezará a vivir como una delicia junto a sus amantes. En estos momentos, una persona trans odiará al endocrino que le ha “tratado” en la unidad de identidad de género y tuiteará su indignación.

En estos momentos, llegarán a la costa española dos marroquíes homosexuales perseguidos en su país, dispuestos a empezar de nuevo. En estos momentos, un joven abandonará su pueblo y se irá a vivir a la capital porque no le dejan mostrar que ama a otros hombres. En estos momentos, el presidente del gobierno español se arrepentirá de haber dado tregua al caso de asilo político de una lesbiana negra. Alguien estará viviendo una experiencia traumática que le hará guardar un secreto durante años y afrontar de forma negativa su hermosa diferencia. En estos momentos, miles de personas se estarán reencontrando con sus cuerpos y gritarán de placer.

De esto van  las manifestaciones del 28 de junio. El Día del Orgullo no es una fiesta de jóvenes glamurosos y despolitizados que se ponen hasta las cejas con el patrocinio de multinacionales y empresas mientras una multitud mirona y silenciosa observa los desfiles en la calle o a través de la tele. Esto no es el Orgullo. O no debería serlo.

El Orgullo es la denuncia creativa organizada a diario entre personas que dicen “quiéreme como soy”. El orgullo es que las viejas de los pueblos, y también los astilleros de la costa, se sientan interpeladas en una expresión colectiva de la diversidad sexual, en una celebración política por la multiplicidad e irreductibilidad de los cuerpos.Hay una necesidad de pensarnos con lxs otrxs, de volver a encarnar la teoría y la lucha social. Es una necesidad de confianza en lo común, de sentir que somos interdependientes y que esto de los cuerpos nos afecta a todes.

El 28 de junio no es un baile de monstruos sociales, ni de satánicos, ni de brujas, bohemias radicales, artistas rebeldes, amantes indomables. O sí. Y todas somos esos posibles que desdibujan las líneas de la normatividad.

Se trata de eso. El desnudo y la corporalidad. Exponer la vulnerabilidad y la falibilidad propia de la condición humana, llevar el cuerpo a la primera línea política. Bajar las emociones y las ideas del ático que es la mente al resto del cuerpo.

Salirnos del “marco incomparable” que es el pensamiento dual y resignificar la bandera multicolor en el comienzo de un nuevo ciclo político. Es algo urgente. Pensar por qué vamos a acudir a las fiestas del Orgullo de nuestra ciudad. Y hacer de nuestras vidas una celebración, claro que sí. Transformar las tragedias en historias emocionantes contadas con mucho humor. Y gritar en coro los Principios de Yogyakarta (2007).

Y pensar qué estamos haciendo en nuestros colectivos, barrios y pueblos. Pensar cómo nuestros entornos pueden ser ya comunidades de resistencia a la condición neoliberal, a las violencias y los colonialismos. Iniciativas como los Orgullos Indignados de Madrid o la nueva caseta reguetonera de Barcelona hacen genealogía de los movimientos LGTBIQ en un baile disidente de categorías que se cruza con otros movimientos sociales.

Insisto. Se trata de esto. La denuncia, la protesta, la creatividad indignada y feminista. Crear comunidad desde la experiencia de la diversidad mutante.El reto, conseguir que colectivamente tomemos las riendas, vivamos y expresemos en libertad, sin miedo, nuestras identidades sexoafectivas, en un cotidiano que está cambiando.

¿Qué pueden entonces aportar las manifestaciones del 28 de junio como reflexión política en la actual crisis de valores? ¿Cómo nos sentimos interpeladas? Quedan muchas preguntas y luchas pendientes para un país progresista en materia de derechos sexuales y reproductivos como es el Estado español.

Que el Orgullo sea una demostración colectiva y creativa del descontento social. Que sea un proceso de construcción permanente de comunidad abierta e incluyente, que negocia tensiones, que resuelve conflictos. Que sea un flujo de etnografías sexoafectivas que griten, denuncien y bailen su rechazo a un modelo económico capitalista que atraviesa nuestras identidades, destruyendo libertades y derechos ganados a pulso por quienes nos precedieron. El Orgullo es hoy una deuda con nosotras mismas. Y ésta sí que es legítima.

¿Y qué pasa con las lesbianas?

Visibilidad, sí, ¿pero para todos?

Fototeca Storica Nazionale

Me llena de orgullo y satisfacción decir que soy bollera y mujer (si alguna vez escucho esto en el discurso real me convierto a la Corona, lo prometo). Para algunas personas lo que acabo de decir resultara repetitivo. ¿No se es ya mujer si una se considera bollera? En fin, en esta época posmoderna en la que nos cuestionamos hasta las etiquetas de la ropa todo vale, oigan. Yo soy bollera y mujer porque son dos títulos “honoríficos” que me definen en la jerarquía social que habito. Uno me sitúa detrás de las maricas. El otro me posiciona un escalafón por debajo de los hombres. Vamos, que estoy jodida por partida doble.

Las desviadas como yo celebramos nuestro aniversario por estas fechas. El 28 J y esas cosas, ya saben. Y aún así, llámennos quisquillosas si lo desean, pero no terminamos de sentirnos integradas ni en nuestro propio cumpleaños. Orgullo se escribe en masculino y a ese sector poblacional representa: a ellos. No hablemos ya de la degeneración que ha sufrido lo que, si mal no recuerdo, era una reivindicación y no una fiesta del consumismo. Parece que el 69 solo nos suena a una postura del Kamasutra y no al año en que tuvieron lugar los disturbios de Stonewall. Lo llaman capitalismo rosa y no tiene que ver con la prensa del corazón, sino más bien con el corazón del funcionamiento de este sistema en que vivimos. Lo que ayer era una subversión a la norma hoy se acepta, sí, pero a un precio. Tenga usted la orientación sexual que quiera, de acuerdo, no nos molesta. Siempre que cuente con una cartera abundante y tienda usted a encajar en nuestros marcos normativos, ¡sea bienvenido!

Ya ven que se repite un poco el modelo del heteropatriarcado. Para quien no lo sepa, se refiere a que el cabeza de familia, de esta gran familia que es la humanidad al fin y al cabo, sea preferentemente hombre, heterosexual, blanco y de clase media-alta. Una definición que encierra la totalidad de privilegios posibles. Fíjese usted qué cosas, quienes gobiernan el mundo suelen llevarla escrita en la frente. Pues bien, en estas fechas señaladas, no contentas con sufrir el famoso palabro  heteropatriarcado todos y cada uno de nuestros días,una nueva realidad queda patente: el homopatriarcado. Resulta que son las maricas las que se llevan de calle esos privilegios. El ocio, el consumo, la visibilización desde los medios les conceden el protagonismo. Bolleras, trans, bisexuales, intersexuales, asexuales y un largo etcétera son solo anexos, ya ven.

También les digo, poca envidia siento si ser el foco de atención acarrea la imposición de un consumo determinado y la implantación de un canon de belleza concreto. Pero claro, a una también le gusta visibilizarse. Un poquito de ese protagonismo, pero a nuestra manera, eso sí. No queremos ser bolleras que despiertan un “¡uy, si apenas se te nota!”.Queremos que se nos note, seamos femeninas o camioneras, llevemos el pelo largo o corto, utilicemos dildo o no. Queremos que se nos note, que se nos vea, que se nos escuche, que se nos sienta. Porque no, no somos amigas, resulta que nos comemos el coño, fíjese usted. Y estamos orgullosas de ello. Visiblemente orgullosas.

Los matrimonios homosexuales entre mujeres superan a los de hombres en Euskadi

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“¿Quieres libremente unir tu vida a Vanesa, formar con ella una unión afectiva y estable, y constituir así una nueva familia?”. Y Rosa dijo sí. Ocurrió en una gélida mañana de enero en el salón noble del Ayuntamiento de Vitoria. Las crónicas del momento cuentan que no hubo flores, ni invitados vestidos de lentejuelas y telas vaporosas. Sólo un momento íntimo en que las dos jóvenes se intercambiaron unas sencillísimas alianzas de plata con la emoción a flor de piel. La concejala de Igualdad del Consistorio gasteiztarra (del PP) leyó un aséptico fragmento de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea y todo acabó. El asunto se despachó en unos minutos y las chicas salieron por la puerta de atrás para dar esquinazo a la prensa. Nada de aquello parecía una boda. Y en realidad, no, no lo era. Corría 2003 y el matrimonio entre personas del mismo sexo no estaba legalizado en España: el de Vanesa y Rosa fue la primera unión simbólica entre lesbianas celebrado en Euskadi. Harían falta dos años más para que lo simbólico, lo extraordinario, se convirtiera en realidad. En un derecho. En algo normal.

Han pasado ya casi diez años desde que España se colocara a la cabeza en la igualdad de derechos, al dar luz verde a las bodas entre gais y lesbianas. No fue un paso fácil, ni exento de polémica. La nueva norma se aprobó al calor de las protestas del Foro de la Familia, aquel paraguas donde encontraron refugio los sectores más conservadores de la sociedad, con la Iglesia y algunos barones del PP sosteniendo juntos las pancartas con las que se echaron a la calle para tratar de parar la tramitación de la norma. Pero, con casi del 70% de los españoles a favor de las bodas gais según las encuestas del CIS de entonces, el salto parecía inexorable. España entró en un reducido grupo de tres países, junto con Bélgica y Países Bajos, a los que poco a poco se han sumado hasta una veintena de naciones, con Irlanda como la última en llegar el pasado domingo, donde se reconoce el derecho.

Desde que aquel 3 de julio de 2013 entrara en vigor la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo, 1.300 parejas homosexuales se han casado en el País Vasco, según los últimos datos disponibles del Eustat, que recogen aquellas ceremonias celebradas hasta el 31 de diciembre de 2014. De todas esas bodas celebradas desde entonces, 702 tuvieron a dos hombres como contrayentes, frente a las 592 restantes en que las dos fueron dos mujeres. Sin embargo, las tornas han cambiado y hoy son más las uniones lésbicas selladas en matrimonio que las formalizadas por hombres: de los 137 ceremonias civiles celebradas en el último año en Euskadi, 77 tuvieron dos novias como protagonistas.

Maternidad lésbica

Los colectivos LGTB atribuyen el ligero cambio de tendencia a la obligatoriedad de las madres lesbianas a estar casadas para poder inscribir a sus bebés, concebidos mediante técnicas de reproducción asistida, como hijos también de la madre no biológica. “Las ganas de casarse quizás sean más fuertes entre las mujeres, pero dudo que sea una explicación de efecto”, apunta Inmaculada Mujika, presidenta del Centro de Atención a Gays, Lesbianas y Transexuales Aldarte. “Si se ve el incremento de la maternidad lésbica con las bodas entre mujeres lesbianas, van paralelas. Esta es una motivación superfuerte para que todas las parejas de mujeres lesbianas para casarse, sobre todo entre las más jóvenes. Estamos convencidas de que es el elemento fundamental que está elevando la proporción sobre los matrimonios entre chicos”, explica la socióloga.

En efecto, la norma que regula el derecho de filiación en el Registro Civil de una criatura nacida en el seno de una familia homoparental, formada por lesbianas, deja claro que “ambas mujeres han de estar unidas por matrimonio”, además entre los requisitos apuntan que “el nacimiento del bebé ha de producirse mediante la aplicación de técnicas de reproducción asistida reguladas”. Y añade: “En el momento de la inscripción registral del nacimiento habrá que acreditar la utilización legal de estas técnicas de inseminación como origen de la concepción”.

Así, el elemento de la familia y, en concreto, el reconocimiento de los hijos como propios para ambas partes de la pareja parece ser fundamental a la hora de explicar el fenómeno, que lleva aparejado un evidente aumento en el número de bodas celebradas entre mujeres en los dos últimos años. “Si no tuviésemos la obligación de casarnos para registrar a nuestros hijos, el 50% de las parejas no lo haría”, señala Estibaliz Egidazu, presidenta de la Asociación de Madres y Padres Homosexuales Sehaska, con sede en Bilbao. “Nos casaríamos en el mismo porcentaje que lo hacen las parejas heterosexuales”, añade. “En mi caso, si no lo hubiera hecho, no sería reconocida como madre de mi hijo”, lamenta.

Con todo, desde el colectivo LGTB reconocen que la cifra de matrimonios homosexuales celebrados en el País Vasco “todavía es muy pequeña”. “Me temo que siguen siendo muy pocos en comparación al monto global de bodas y en comparación del nivel de parejas gais y lesbianas que existen”, sostiene Inmaculada Mújica. “De todos modos, son medidas que se ajustan al deseo y la realidad de las parejas homosexuales: muchas desean casarse y lo ponen en práctica y, otras muchas, no lo hacemos. También hay que poner en valor los razonamientos que nos llevan a defender el ‘no al matrimonio’ dentro del colectivo”, razona Mujika.

En el armario

Entre los motivos que los activistas esgrimen para explicar por qué gran parte de los homosexules deciden no casarse, lo que hace que las cifras no sean más altas (en España apenas 3.000 parejas se casan al año, según los datos del INE), se encuentra el hecho de que el matrimonio exige un reconocimiento público “al que muchas parejas no están preparadas”, señala Inmaculada Mujika. “Hay muchas dentro del armario, y el no querer renombrarse socialmente tanto… puede frenar ese deseo. Una boda no deja de ser un acto social y hay muchas parejas lésbicas que no están por la labor de verse tan señaladas”, abunda la socióloga. Ese ‘armario’ al que hace referencia la presidenta de Aldarte es compartido por hombres y mujeres, aunque en el caso de ellas, en algunos casos, las puertas que los separan con la aceptación plena sigue siendo todavía más difícil de franquear. “La visibilidad lésbica es mucho más limitada que la de los chicos. Las mujeres lesbianas no son tan públicas como los hombres gaies”, apunta.

En paralelo a la normalización de las bodas entre personas del mismo sexo, que se están enraizando en la sociedad vasca dentro del tiesto de la normalidad, crece el concepto de nuevas familias que, por otra parte, ya no son tan nuevas. “Hasta no hace tanto, reconocerse homesexual implicaba cerrarse en banda a la idea de tener familia. Había cierta contaminación cultural en este sentido”, apunta Estibaliz Egidazu. Pero hoy todo ha cambiado. “El hecho de haber trabajado tanto por la visibilidad, ha conseguido hacer caer barreras mentales y cada vez son más las parejas que deciden formar una familia, aunque los hombres lo tienen muchísimo más difícil, porque la gestación subrogada es ilegal en España”, reconoce la presidenta de Sehaska. A falta de datos, la activista está convencida de que el número de familias homoparentales sigue creciendo de forma exponencial con el paso de los años. “Es algo evidente, que se palpa y se ve en los encuentros que mantenemos cada año tanto a nivel estatal como a nivel europeo todos los años”, señala. Mamá y mamá. Papá y papá. Marido y marido. Mujer y mujer. O una pareja, sin títulos, ni adornos. “El gran paso es poder utilizar ese derecho en libertad”.

“El feminismo ideológico es un paso en el proceso de deconstrucción de la persona”

El obispo de Alcalá, ahora contra las mujeres después de cargar contra los homosexuales

El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Plà

El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Plà. EFE/Archivo

El obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, ha vuelto con declaraciones insultantes, esta vez contra el “feminismo”, que ve como “un paso en el proceso de deconstrucción de la persona”.

Sus ataques contra los homosexuales
Reig Pla, que ha generado polémica en los últimos dos años por sus ataques contra los homosexuales, a los que ha vinculado con la corrupción y la prostitución, así como sobre el aborto, ha cargado contra lo que ha calificado de “feminismo ideológico” y “radical”, durante su intervención en la presentación del libro La teología feminista, significado y valoración (BAC), del profesor Manfred Hauke, en la Universidad Francisco de Vitoria, este miércoles.

La deconstrucción de la persona
“Conviene indicar que el feminismo ideológico no es más que un paso en el proceso de deconstrucción de la persona. De hecho, los argumentos que sustentan el pensamiento feminista, en sucesivas evoluciones, han propiciado la ideología de género y las teorías Queer y Cyborg”, ha afirmado el obispo, informa Europa Press.

Según ha dicho el obispo, “el feminismo ha ido ganando terreno en el campo de la opinión y de la cultura” de forma que “lo que en un primer momento se presentaba como ‘feminismo sufragista’, que reclamaba el derecho a voto de las mujeres o la igualdad de derechos entre el varón y la mujer, ha ido evolucionando bajo el influjo de distintas ideologías”.

Del feminismo de la igualdad al feminismo ginocéntrico
Reig Pla ha criticado que las mujeres hayan pasado de pedir “la igualdad” y del “feminismo de cuota”, que reclama al menos la mitad de los cargos de responsabilidad para las mujeres, “a la pretensión del empoderamiento de la mujer, al feminismo radical o al feminismo ginocéntrico”.

Según ha dicho Reig Plà, el “feminismo radical” es más conocido por “sus pretensiones políticas y por sus vinculaciones con los movimientos que promueven el aborto, el ataque al matrimonio monógamo e indisoluble y a la maternidad”.

Rezar por ellas
El obispo ha defendido el papel que concede la Iglesia a las mujeres, “promotoras de un nuevo feminismo que, sin caer en la tentación de seguir modelos machistas, sepa reconocer y expresar el verdadero espíritu femenino”. Reig Pla ha añadido que a las “feministas radicales” dar la espalda, sino “desde la verdad, respeto y amor proponerles, con caridad, la verdad y orar por ellas”

François Ozon: “La crisis agudiza el odio por lo diferente, inmigrantes o gays”

El realizador francés juega con la transexualidad, el amor después de la muerte y el poder de la amistad en su nueva película, ‘Una nueva amiga

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El director François Ozon en una imagen de archivo GYI

Madrid (EFE/Alicia G.Arribas).- El realizador francés François Ozon juega con la transexualidad, el amor después de la muerte y el poder de la amistad en su nueva película, Una nueva amiga, que habla sobre todo de libertad, explica en una entrevista con Efe, y que trata de normalizar al “diferente”.

“Estoy convencido de que la crisis económica y social crea mucha tensión; en ese contexto se tiene tendencia a buscar chivos expiatorios, ya sean inmigrantes o gays, en definitiva, la caza al diferente”, señala el director de “8 mujeres” (2002), ganadora del Oso de Berlín, convencido de que lo que es un buen argumento para el cine puede ser terrible cuando salta la homofobia.

“A mí siempre me han interesado personajes que no vayan rectos, sino los que se desvían para coger caminos que les ayuden a encontrarse a sí mismos porque, realmente, si lo piensas, no hay una identidad general, nadie es igual que el otro. Desde luego, no me interesa hacer cine sobre un señor cualquiera, para nada”, aclara.

Ozon se puso a trabajar en el guion de “Una nueva amiga”, que se estrena mañana en España, tras estrenar “Joven y bonita” (2013) y apoyándose en el recuerdo de un pequeño cuento de Ruth Rendell que leyó veinte años atrás; esta narración se le vino a la cabeza cuando una amiga le contó una historia real sobre un hombre que se disfrazaba de su mujer fallecida para devolverla a la vida.

A sabiendas de que aquello podía resultar “un poco tenebroso”, explica, decidió convertirlo en “un cuento de hadas, una película tipo Hollywood, con final feliz”.

“Es verdad que la película no es muy realista, los personajes están muy idealizados; si hubiéramos querido dar ese sesgo habría tenido que ser mucho más dramática, pero no”, apunta y agrega: “Quería hacer una película un poco política y el humor, justamente, era la forma de llegar a más gente, y darle ese final hollywoodiano, también”.

Pero puntualiza que también quería “hacer una película para la gente a la que le gusta disfrutar con el cine, que lo pasa bien viendo buen cine”.

Preocupado por su aspecto, el director francés (París, 1967) nominado para el BAFTA por “Potiche, mujeres al poder” (2010) y ganador de la Concha de Oro de San Sebastián por “En la casa” (2012), pide al cámara que suba un poco el plano para esconder “los efectos de las tapitas” que se cenó anoche, aunque lo hace entre risas.

Con un ojo en “Tootsie” y otro en la señora Doubtfire, David/Virginia nace con vocación de ser un referente de libertad, insiste Ozon.

“Mi película trata sobre todo de que cada uno pueda encontrar su propia identidad; hay que pensar que empieza con una muerte que destroza a dos personas y que ellos consiguen superar ese duelo a través de una tercera persona que crean entre los dos, que es Virginia”, agrega.

En “Una nueva amiga”, la muerte de Laura, una mujer que deja atrás un bebé provoca una extraña reacción en David, su enamorado marido (Romain Duris), que parece capaz de cualquier cosa para no perderla del todo.

Cuando aparece en escena la mejor amiga de Laura, Claire (Anaïs Demoustier), David cree ver en ella a la única persona capaz de entender por qué se perfuma, se pinta y se viste con la ropa de la fallecida.

Ozon bromea cuando se le recuerda su apodo de “El pervertido” con que le ha bautizado el cine francés, y explica que “quizá no sea el concepto en francés tan radical como en español”, aunque enseguida reconoce que sí, que es porque es poco convencional, “rarito”.

“Cada realizador tiene ganas de hacer escenas catárticas, filmar una escena sexual, un asesinato, cosas que no haces en la vida y lo haces en el cine, quizá sea por eso”, acepta, complacido al comentar el paralelismo evidente de las temáticas de sus cintas y su atrevimiento con algunos asuntos, con Pedro Almodóvar.

Ya está terminando de escribir el guion de una película que “será -cómo no- una historia de amor retorcida”, en este caso, entre un francés y una alemana, “muy, muy retorcida”, se ríe.

François Ozon reivindica el travestismo luminoso y feliz

El francés estrena ‘Una nueva amiga’, historia enfocada en la identidad sexual diferente

François Ozon, en el Festival de Cine de San Sebastián, en septiembre pasado

François Ozon, en el Festival de Cine de San Sebastián, en septiembre pasado. / XAVIER TORRES-BACCHETTA

Es verdad, reconoce el cineasta francés François Ozon, que el travestismo se mueve normalmente en un mundo oscuro y triste, que los travestis no son personas muy felices por el rechazo de la sociedad y su propia familia, pero a pesar de todo el director ha querido poner el foco en la luminosidad de unas personas con una identidad sexual diferente. Así lo ha hecho con Una nueva amiga, la película que ha estrenado en España y que se presentó en la sección oficial del último Festival de Cine de San Sebastián, certamen donde hace dos años ganó la Concha de Oro con En la casa, basada en la obra de teatro de Juan Mayorga. En la amiga, protagonizada por Romain Duris, Anaïs Demostier y Raphaël Personnaz, está basada en un relato de Ruth Rendell.

Ozon escribió el guion, con cambios sustanciales con respecto al texto original, en plena batalla contra el matrimonio gay en Francia, con manifestaciones por las calles de las principales ciudades. ”Me sorprendió la violencia y el odio de la gente que se manifestaba, esa pretensión absoluta por imponer la sociedad que ellos quieren, sin ninguna posibilidad de aceptar algo diferente. Me molestó tan profundamente que me empeñé en hacer un filme con un punto pedagógico. Mi película no iba a estar dirigida a un público determinado con mente abierta, sino a toda esa gente que no entiende que la identidad sexual puede ser un asunto muy complejo y nada fácil. Muy a pesar mío, el filme se convirtió también en una reflexión política”, explicaba Ozon en San Sebastián.

Una nueva amiga se adentra en una historia de amor transgresora. Tras el funeral de su amiga, la protagonista descubre que al marido de aquella le gusta disfrazarse de mujer. A partir de ahí la relación entre ambos viajará por caminos nada habituales. En realidad, los que le gustan a Ozon. Durante los trabajos previos del proyecto, el director conoció y se entrevistó con muchos travestis. “Existe la falsa idea de que son en su mayoría homosexuales. Nada más lejos de la realidad. El 70% de ellos son heterosexuales, muchos casados y con hijos, a los que les resulta especialmente complicado confesar su identidad. Si hubiera querido hacer una película realista tendría que haber ido por el camino más triste y oscuro de la vida, pero Una nueva amiga es un cuento de hadas, una gran historia de amor, en la que he querido mostrar la alegría y la felicidad de esas personas”. No es un filme dirigido al mundo homosexual, sino todo lo contrario. La intención de Ozon ha sido llegar a cuanta más gente mejor con un filme que mezcla el thriller, la comedia y el amor.

Algo de lo que buscaba el director ya lo ha encontrado. Un travesti de 44 años vio la película y se dirigió a él para decirle: “Gracias a ti voy a poder contárselo a mis padres”. Ozon sabe que ya ha logrado algo: que el travestismo y los prejuicios sexuales empiecen a formar parte del pasado.

Conchita Wurst, más diva que nunca en la Ópera de Viena

Nadie se ha tirado de los pelos en Austria. La propuesta cuenta con todas las bendiciones de Dominique Meyer (un alsaciano, hijo de diplomático) que lleva las riendas de la Ópera de Viena desde 2010. El país transalpino ha tirado la casa por la ventana con motivo de la celebración del concurso de Eurovisión, entre el 19 y 23 de mayo, y no les ha dolido echar mano de más de diez millones de euros para el montaje y demás actividades colaterales. Como abrir las puertas de uno de los templos líricos más prestigiosos del mundo -junto con La Scala de Milán- para acoger un espectáculo rompedor bajo el lema de ‘construyendo puentes’. Están convencidos de que los extremos se tocan… Vaya, vaya.

Por de pronto, sepan que mañana Conchita Wurst (el travesti austriaco que ganó Eurovisión el año pasado) compartirá el escenario de la Ópera de Viena con el tenor peruano Juan Diego Flórez, radicado en la capital austriaca y una primerísima figura del bel canto. Son el máximo reclamo de un show -tras descolgarse Plácido Domingo por una bronquitis- que también dará oportunidad de lucimiento a músicos de la Filarmónica de Viena y de la Ópera, así como a otros cantantes líricos y candidatos de varios países que participan en esta edición de Eurovisión. No faltarán entrevistas, chascarrillos y una moderadora experta en temas culturales -licenciada en Filología Alemana y Románica- que sabe tanto de divos y divas, de Verdi y Wagner, como Leo Messi de fútbol. O sea, todo y más. En la Ópera de Viena son gente muy seria.

Han quedado sin desvelar los detalles de la gala para disparar las expectativas (y el morbo), así que obviamente los afortunados que han conseguido una entrada para la matiné -la función empezará a las doce del mediodía- ya estarán salivando de gusto. A mí me pica la curiosidad saber qué tipo de público se ha gastado entre 7 y 60 euros para disfrutar de este evento. Por lo demás, el espectáculo se retransmitirá ‘urbi et orbi’ para satisfacer la curiosidad de millones y millones de espectadores. No costará ni un duro seguir el show en la pequeña pantalla. Eso sí, muy importante: hace falta un televisor ‘inteligente’ de la marca Samsung que permita bajarse la aplicación de la ‘Wiener Staatsoper’ (así se llama la Ópera de Viena en alemán).

“Nada más sexy”

No corren buenos tiempos para la música clásica (y la ópera), así que lo prioritario es hacer caja. Nada que objetar, lo mismo ocurría en la década de los 60 del pasado siglo cuando los agoreros decían que el negocio tenía los días contados. Hasta que se puso las pilas un señor como Karajan, sobre todo después de cambiar de corte de pelo. Fue el primer músico austriaco -mucho antes que Conchita- en percartarse de la importancia de las tijeras y la maquinilla de afeitar como instrumentos de primer orden. Que no perder el compás es imprescindible pero la imagen también influye.

Así pues, nuestro querido Karajan se atusó el tupé y -ojo al detalle- se dejó crecer las mechas de los lados para repeinarlas hacia atrás. Le daba un aire de velocidad muy seductor, sobre todo cuando se ponía de perfil y dirigía con los ojos cerrados. El cineasta francés Henri-Georges Clouzot le tenía cogido el punto, por eso grabó encantado de la vida unos cuantos conciertos con el maestro. “No hay nada más sexy que sus dedos cuando dirige”, recalcaba Clouzot, con la pipa en la comisura de los labios, cada vez que algún músico se quejaba de que se centraba demasiado en la figura del director de orquesta.

A toro pasado, los habrá que digan que los encuadres eran demasiado forzados, que los músicos estaban demasiado pendientes de salir distinguidos y solemnes -como en un desfile militar-, que se respiraba un clima artificioso y rígido en el plató, que hay mucho ‘corta y pega’ para que las secuencias queden vistosas… En resumidas cuentas, que todo era un gran mentira elaborada en un estudio de grabación para gusto del consumidor. Puede ser. ¿Y? ¿Qué hay de malo en eso?

Por cierto, el maestro Karajan también colaboró con profesionales de la imagen de la talla de Hugo Niebel y Ernst Wild. Vean el vídeo de la Sexta de Beethoven -rodado por Niebel en 1967- y ríanse de las psicodelias. Es duro, muy duro. Terminas con los ojos vueltos del revés y dolor de cabeza. Al propio Karajan le pareció excesivo pero no llegó a renegar del resultado. Era un valiente. A lo hecho, pecho. La plaza de la Ópera de Viena lleva su nombre, igual que la calle principal del auditorio de la Philarmonie, sede de la Orquesta Filarmónica de Berlín. Cuando falleció en 1989, el diario ‘Le Monde’ tituló en portada ‘Dios ha muerto’. Ahí queda eso.

¿Qué diría Karajan si levantara la cabeza y descubriera a Conchita y sus amigos/as en la Ópera de Viena? A saber… No tuvo ocasión de trabajar con travestis pero sí tenía amigos homosexuales. En el gremio de la dirección de escena o en el departamento de vestuario y maquillaje siempre han proliferado los profesionales gays. Ni le escandalizaba ni le importaba. Iba a lo suyo: peleaba por ser el número uno (en fama y caché) sin perder el tren de la modernidad. En fin, me gustaría pensar que el show de mañana le haría gracia. Era un tipo muy suelto cuando se trataba de hacer teatro. Se lo pasaba en grande cuando le tocaba dar pautas a los cantantes en el escenario. Tenía talento como actor, máxime cuando la escena pedía estrangular a alguien… Lo bordaba.

Dicho todo esto, Conchita también se merece un momento de gloria en el templo lírico de la capital austriaca que -lo fundamental, seamos sinceros- disparará los beneficios de la Ópera de Viena. Yo pienso verla en televisión sin prejuicios y con los ojos muy abiertos. Aunque, por supuesto, no niego que mi mayor interés será el tenor lírico-ligero Juan Diego Flórez. El pasado miércoles falleció inesperadamente su padre en Lima y, pese a todo, no ha querido cancelar su actuación de mañana. Es un profesional especializado en los gorgoritos belcantitas -siempre tan acrobáticos (y hasta circenses)- que desata pasiones entre los aficionados. Un ídolo en Viena. Igual que Conchita. Cada uno a su manera, claro.

Cate Blanchett: ‘He tenido muchas relaciones con mujeres’

Cate Blanchett, en una imagen de archivo

Cate Blanchett, en una imagen de archivo. AFP

Tiene tres hijos y acaba de adoptar una niña con su actual marido, Andrew Upton, pero en el pasado Cate Blachett (46) ha tenido relaciones con mujeres “muchas veces”. Así lo ha asegurado la actriz en una entrevista con Variety.

En su último filme, ‘Carol’, interpreta a una mujer que mantiene un idilio con Rooney Mara , por lo que la publicación le preguntó si era su primera vez como lesbiana. “¿En una película…. o en la vida real?”, respondió. Instada a contestar si había tenido relaciones con mujeres, prosiguió: “Sí, muchas veces”.

Sin embargo, a la actriz no le gustan las etiquetas y asegura que “nunca pensó” sobre el hecho de que su personaje “nunca sale” del armario. “No creo que Carol pensase en ello”, prosigue la actriz, que presentará el filme esta semana en Cannes.

En la entrevista, la actriz también se explaya sobre las redes sociales. Cree que “acabaría en rehabilitación” si se uniese a redes tan “adictivas” como Twitter y lamenta que la gente esté ahora tan interesada en las vidas ajenas. “Necesitamos entrar en la vida privada de la gente. Si esconden algo, si son honestos”, lamenta.

Josebe Iturrioz encabeza la lista de Plaz! al Consistorio de Donostia

La candidata reclama “políticas feministas para una administración transparente”

plaz!

DONOSTIA -La lista feminista Plaz! presentó ayer a Josebe Iturrioz, licenciada en Filosofía, como candidata a la alcaldía de Donostia. Iturrioz aseguró que “el Ayuntamiento necesita políticas feministas para que sea una administración más participativa y transparente”. Según Iturrioz, “el Ayuntamiento invierte únicamente un 0,1% de su presupuesto en igualdad, por lo que no implementa herramientas suficientes para combatir un modelo neutral que invisibiliza una gran cantidad de injusticias sociales”.

josebe iturrioz

Josebe Iturrioz

La prioridad de Plaz! es poner la vida de las personas en el centro del marco político, por lo que Iturrioz hizo hincapié en que lo adecuado sería dejar de darle tanta importancia a la macroeconomía o que se centralice todo en los mercados, y más a las personas. “Queremos poner a las personas en el centro con toda su diversidad”, recalcó, “ya sean lesbianas, transexuales, inmigrantes, pensionistas o se muevan en silla de ruedas”. “Todas las personas tenemos derecho a vivir y la política de nuestra ciudad debería estar centrada en facilitar nuestras vidas”, añadió. Por lo tanto, la portavoz de Plaz! aseguró que “no queremos vivir en una ciudad que deshaucia y que no atiende a los servicios sociales”.

Lo esencial, según Iturrioz, es “producir una actividad económica de valores éticos y que sobre todo enriquezca a nivel local, además de la vida de nuestra ciudad”.