«El `queer’ se resiste a la normalización»

Licenciado en Sociología en la Universidad de Burdeos, Arnaud Alessandrin está preparando el doctorado sobre el tema «Del Transexualismo al desarrollo Trans». También es codirector de la página web «observatoire-des-transidentites», en la que tratan esta cuestión basándose en los resultados de diferentes estudios que se están llevando a cabo en los últimos años.

Arnaud Alessandrin, a Bayonne, Samedi 1 0ctobre 2011. (Photo Bob Edme)

Arnaud Alessandrin, a Bayonne, Samedi 1 0ctobre 2011. (Photo Bob Edme)

La asociación PAF (Por una Alternativa Feminista) de Baiona organizó hace escasas jornadas lo que denominan la Universidad Pop, en la cual invitaron a diferentes expertos para hablar y profundizar en términos comos la paridad y la pluralidad. Las charlas y talleres se desarrollaron en el Instituto Universitario Técnico, el viernes y el sábado pasado. Arnaud Alessandrin explicó a GARA cómo entiende la teoría «queer».

¿De dónde procede el término «queer»?

En ingles, queer es un insulto que significa maricón, pero los homosexuales han comprendido y han aprendido, al igual que las mujeres o las minorías étnicas, y han dado la vuelta al insulto y son ellos mismos los que se denominan así. De esta manera, lo que se convierte en anormal no es tanto ser homosexual sino ser homófobo, la culpabilidad cambia de campo. Se remueve la balanza que compone, por un lado, la población «normal» y, por el otro, la población «anormal». Lo normal como la heterosexualidad, los hombre masculinos… La anormalidad como la homosexualidad, los hombres afeminados o las mujeres masculinas.

¿Qué es, entonces, «queer»?

«Queer» es más que una filosofía de vida, es una verdadera corriente filosófica en el sentido en el que todo lo que era «heteronormativo» se revisa, ya que esa visión hace difícil la vida de los homosexuales y de los heterosexuales también. En el fondo, cuando nos referimos a la teoría tratamos de desregularizar las diferencias entre homosexual-heterosexual, entre género-sexo, masculino-femenino. Es eso lo que da toda la fuerza a esta teoría, que es subversiva. Resiste a todo lo que es una tentativa de normalización.

¿En qué ámbitos se ha expandido más esta teoría?

El «queer» nació del lado de la homosexualidad y encuentra su expresión hoy en día en el entorno de la transidentidad. Pero todos los trans no son «queer» ni todos los homosexuales son «queer», son cosas claramente diferentes. «Queer» es un punto de vista, un espacio de oposición.

La teoría «queer» dice que no hay una sexualidad intrínseca cuando nacemos.

Exactamente, las principales herramientas para definir el género, el sexo y la sexualidad se han reducido a pensar que teníamos un género porque teníamos un sexo. La teoría «queer» dice todo lo contrario, si tenemos un sexo, lo que tenemos entre las piernas, es porque existe el dispositivo de género. Ciertamente hay una atribución anatómica, pero los individuos son irreductibles al sexo que se les prescribe al nacer. Los individuos hacen muchas cosas con su sexo biológico, por lo tanto el sexo no es biológico, sino que es político, sociológico… no se puede reducir a la biología.

¿Lo que pone en entredicho es el comportamiento social ligado al sexo y al género?

Hay que subrayar la dimensión social y política del sexo y del género, y ser muy crítico ante las posiciones únicamente naturalistas o esencialistas que engloban la definición del sexo y el género, es un punto muy importante. Lo que implica que el punto de vista «queer» debe de interesarse por la contracultura, por todo el que diga que se puede hacer de otra manera.

¿Qué propone, cual sería la sociedad ideal?

El punto básico de la teoría “queer” es la subversión, hay que trabajar para que los individuos puedan ser libres de experimentar su cuerpo. El individuo tiene que estar en el centro, la teoría «queer» se centra sobre el individuo y sobre todo es una teoría que se resiste a la normalización. La gente tiene que llevar más allá su individualidad, su singularidad. Lo principal es que el individuo pueda definirse tal y como lo siente.

¿Cómo se posiciona ante la gente que se siente bien con su sexo y su género?

La teoría «queer» puede dar miedo porque es contestataria, pero no es heterófoba. El principio de la teoría es que cada individuo puede definirse, y que la definición de uno mismo no ponga trabas a la definición del prójimo. El problema entre la homosexualidad y la heterosexualidad no es la diferencia, sino que se establece una jerarquía. La teoría «queer» trata de hacer desaparecer esas fronteras entre ambos, porque desde el momento que se dice que hay una diferencia se establece una jerarquía. La teoría «queer» no pone etiquetas, se centra en el individuo, porque la sexualidad es mucho más complicada que ese binomio. La teoría «queer» es ir más allá de las categorías.

Niños transgénero, el difícil camino hacia su verdadera identidad

Muchos niños dicen que no se sienten conformes con su sexo desde que tienen memoria. Los padres deben tomar en cuenta lo que dicen sus hijos

(CNN) — Una de las primeras cosas que Thomas Lobel dijo a sus padres fue que estaban equivocados. El niño de tres años sabía hablar con señas porque tenía apraxia, un trastorno del habla. Se señaló a sí mismo y dijo con señas: “Soy una niña”.

“Está confundido”, dijeron sus padres. Tal vez confundió el signo de niño y niña. Así que le respondieron con señas. “No, no. Thomas es un niño”.

Pero el pequeño sacudió su cabeza. “Soy una niña”, respondió con señas.

Independientemente de que físicamente era un niño, Thomas siempre sostuvo que era una niña. Cuando lo molestaban en la escuela por ser tranquilo y porque le gustaban las muñecas, Thomas repetía la simple respuesta: “Soy una niña”.

Thomas, ahora de 11 años, se hace llamar Tammy, lleva vestidos a la escuela y vive como una niña.

A sus padres los acusaron sus familiares, amigos y conocidos de ser imprudentes y provocar un daño permanente en su hijo por permitirle vivir como una niña.

Cuando los niños insisten en que su género no coincide con su cuerpo, puede desencadenar confusión y una dolorosa travesía en la familia. La mayoría de las veces, estas familias enfrentan experiencias de aislamiento al intentar decidir qué es lo mejor para sus hijos, especialmente porque las cuestiones de transgénero son vistas como misteriosas y están llenas de estigmas y juicios.

Los niños transgénero experimentan una desconexión entre su sexo, el de su anatomía, y su género, el cual incluye conductas, roles y actividades. En el caso de Thomas, él tiene cuerpo masculino, pero prefiere las cosas para niñas, como las faldas y las muñecas, en lugar de los pantalones y los camiones.

La identidad de género a menudo se confunde con la orientación sexual. La diferencia es que “la identidad de género es lo que eres y la orientación sexual es con quién quieres tener una relación sexual”, explica la doctora Joanna Olson, profesora de Pediatría clínica en la Universidad del Sur de California, quien trata a niños transgénero.

Cuando hablas con niños de aproximadamente tres años, probablemente no estén interesados en la orientación sexual, dice. Pero los expertos afirman que algunos niños que son transgénero en la primera infancia y se volverán gays, lesbianas o bisexuales.

Hay poca asesoría constante para los padres, porque son pocos los estudios amplios sobre estos casos. Los índices de transgénero fluctúan entre uno de cada 30,000 personas y uno de cada 1,000, según los diferentes estudios internacionales.

Al igual que Tammy, algunos niños de tan sólo tres años muestran señales de una disforia de género o un trastorno de identidad de género, según los expertos en salud mental que trabajan con niños transgénero. Estos niños no son intersexuales; no tienen un desorden físico o una malformación en los órganos sexuales.

“¿Por qué debería ser esta persona falsa?”

Muchos niños transgénero informan que tienen sentimientos de incomodidad con su género desde que pueden recordar.

Mario, un joven de 14 años que vive en California, quien solicitó no usar su nombre completo, nació como mujer. Se viste y actúa como hombre, porque dicedesde que tenía dos años, nunca se sintió realmente como una niña.

“Me sentía incómodo en ropa femenina”, dice Mario. “Me sentía como: ‘¿Por qué tengo que vestir esto cuando no es lo que soy? ¿Por qué debería ser esta persona falsa?’”

Pero cuando un niño empieza a identificarse con el género opuesto, no se puede determinar si es algo temporal o permanente.

“Es importante reconocer los signos de la disforia de género, especialmente en los niños”, dice Eli Coleman, quien presidió un comité para actualizar las guías del tratamiento para la Asociación Mundial de Profesionales de la Salud Transgénero (World Professional Association for Transgender Health), un grupo internacional de médicos que se reúne esta semana en Atlanta. “No hacerle frente podría ser más dañino para al niño”.

“Es un área muy difícil y hay muchos niños que no están conformes con su género. Ellos simplemente superarán esto. Muchos de ellos posteriormente se identificarán como gays o lesbianas, en lugar de transgénero”.

La American Psychological Association advierte que “no es útil obligar a los niños a actuar de una manera más acorde a su género”. Cuando se les obliga a actuar de esa manera, algunos niños caen en la depresión, en problemas de conducta e incluso llegan a tener pensamientos suicidas.

¿Los niños saben quiénes son?

El cambio de Thomas Lobel se puede contar en fotografías. Después de que sus madres, Pauline Moreno y Debra Lobel, adoptaron a Thomas a los dos años, ellas observaron que se aislaba. El pequeño, tímido y con un rostro lleno de pecas, normalmente se sentaba en una esquina a leer un libro.

A diferencia de sus dos hermanos mayores, quienes eran ruidosos, atléticos y masculinos, Thomas era inusualmente tranquilo. Debido a su impedimento para hablar, tuvo que asistir a educación especial. A pesar de desarrollar una mejor capacidad para hablar, no quería platicar o socializar.

“Parecía tan deprimido e infeliz todo el tiempo”, dice Lobel. “No le gustaba jugar. Se sentaba ahí todo el tiempo, no interactuaba con nadie. Parecía muy solitario”.

En las fotos, Thomas se ve pequeño, con una sonrisa forzada y una mirada vidriosa y distante.

A lo largo de su infancia, Thomas quería leer los cómics de la Mujer Maravilla en lugar de los de Superman; usar diademas con diamantes de imitación, en lugar de gorras de béisbol y jugar con muñecas, no con figuras de acción. Y, dicen sus padres, insistía en que era una niña.

Su situación empeoró cuando Thomas dijo a sus mamás que quería cortarse el pene. Sus padres intentaron racionalizar con él, advirtiéndole que se podría desangrar hasta morir. Pero su solicitud fue una señal para ellas de que esto era serio y que requería de ayuda profesional.

A los siete años, después de ver a varios terapeutas y psiquiatras, los especialistas en salud mental confirmaron que Thomas tenía un trastorno de identidad de género.

Fue difícil para Moreno y Lobel aceptar el diagnóstico. “El hecho de que ella es transgénero la pone en un camino más difícil, un camino absolutamente más difícil”, dice Moreno.

A ellas las acusaron sus amigos, familiares y conocidos de ser unos padres terribles, que “la empujaron a hacer esto”.

Soy lesbiana. Mi pareja es lesbiana. Lo que súbitamente cae en el lugar de: “Oh, ustedes querían que ella fuera parte del estilo de vida que ustedes viven”, dice Moreno.

“(Pero) ningún padre quiere estar en esta situación”, dice Lisa Kenney, directora de Gender Spectrum, una conferencia para familias con hijos no conformes con su género. “Nadie que tiene un hijo e imagina que le pasará esto”.

Los niños transgénero no vienen de una crianza laxa en donde los adultos “se rinden” ante los caprichos de sus hijos, dice Olson, quien trata a menores transgénero.

“A los padres los tortura esto. No son decisiones fáciles. Los padres pasan por un largo proceso”, explica.

Moreno y Lobel le permitieron a su hijo escoger su propia ropa a los ocho años. Thomas escogió ropa de niña, incluyendo cuatro sujetadores. Después, Thomas quiso cambiar su nombre a Tammy y usar el pronombre femenino. A esto se le llama transición social y puede incluir nuevos estilos de corte de pelo y guardarropa. Esta etapa no incluye intervenciones médicas, con excepción de la de salud mental.

La transición social es completamente reversible, dice Olson, una especialista en identidad de género. En cada etapa del camino, sus madres le dijeron a Tammy: “en cualquier momento que quieras regresar a tu ropa de niño, puedes regresar a ser Thomas. Está bien”. Tammy se negó en cada ocasión.

Ella sigue asistiendo a terapia. Su habitación está pintada de color amarillo dorado brillante, decorada con animales de peluche y llena de tenis rosas. En casa, Tammy baila en el pasillo y da vueltas en su vestido rosa.

“Tan pronto como le dejamos ponerse un vestido, su personalidad cambió de un niño muy triste que se quedaba quieto y que no hacía muchas cosas, a una niña pequeña muy feliz que estaba emocionada de estar viva”, dice Moreno.

La cuestión hormonal

Este verano, Tammy comenzó la siguiente fase de la transición, toma medicamentos que bloquean las hormonas.

Las niñas que se sienten más como niños, toman medicamentos que suprimen las hormonas y de esa manera no desarrollarán pechos ni comenzarán a menstruar. Los niños que se identifican como niñas, toman bloqueadores para evitar desarrollar hombros amplios, voces profundas y cabello facial.

Los medicamentos le ponen una pausa a la pubertad, para que de esa manera puedan averiguar si quieren la transición de género. Además son reversibles, porque una vez que el niño deja de tomarlos, comienza la pubertad natural, dice el doctor Stephen Rosenthal, endocrinólogo pediatra de la UC San Francisco.

Pero si el niño quiere que la transición hacia el otro género, él o ella puede tomar un tratamiento de testosterona o estrógeno para pasar por la pubertad del otro género.

La terapia hormonal para niños transgénero existe en varias ciudades de Estados Unidos como Boston, Los Ángeles, Seattle y San Francisco. Los niños son tratados por endocrinólogos pediatras después de largas evaluaciones por parte de los profesionales de salud mental.

No existen estadísticas sobre el número de niños transgénero que toman estos tratamientos.

Los médicos deben de tener cuidado con los niños con problemas de identidad de género, porque darles bloqueadores hormonales a niños menores de 13 años es demasiado pronto, dice el doctor Kenneth Zucker, director del Servicio de Identidad de Género en el Programa de Niños, Jóvenes y Familia y profesor de la Universidad de Toronto.

Zucker realizó un estudio en donde se dio seguimiento a 109 niños con trastorno de identidad de género de entre 3 y 12 años de edad, y hasta que cumplieron 20 años. Los investigadores encontraron que el 12% de estos niños todavía querían cambiar de género.

“La gran mayoría de los niños perdieron después su deseo de pertenecer al otro género”, dice. “Lo que quiere decir que uno debe ser muy precavido al asumir que un niño de 6 años que tiene un fuerte deseo de pertenecer al otro género, sienta lo mismo 10 años después”.

Todo esto lleva a inquietantes respuestas para las familias que intentan entender a sus hijos. Nadie sabe si la disforia de género de un niño será permanente o temporal.

La respuesta insatisfactoria que repiten los expertos es que sólo el tiempo lo dirá.

A pesar de la ciencia oscura y el estigma social que confunde a los adultos, Mario, que vive como chico desde cuarto grado, tiene una respuesta sencilla: “No cambies por nadie más”, dice. “Sólo tienes que ser tú y ser feliz”.

«En el terreno del respeto sexual, la sociedad vasca es más abierta de lo que se cree»

Es una de las caras más conocidas del movimiento de liberación sexual de Euskal Herria. Quizás porque la dio desde muy temprano. Todavía en los tiempos oscuros se puso manos a la obra para que nadie sufriera discriminación por su orientación sexual. Porque el respeto es la clave de la libertad. Se afirmó gay y descubrió que el lobo no era tan fiero como lo pintan y que su país era más abierto de lo que imaginaba. Pero queda camino. Y se empeñó en seguir tumbando tabúes, prejuicios y roles que reprimen las expresiones más gratificantes del ser humano .

Imanol Álvarez fundador de EHGAM.

Imanol Álvarez fundador de EHGAM.

Fermin Munarriz

Preparando la entrevista he leído algunos artículos suyos y he descubierto que «incluso homosexual suena ya mal». Le reconozco que estoy desconcertado. ¿Qué papel juega el lenguaje en la discriminación sexual?

Demasiadas veces el lenguaje lleva una carga oculta no siempre positiva. La palabra homosexual siempre nos ha sonado mal. Ya hace 34 años, cuando empezamos a tratar este tema en Euskal Herria, no nos gustaba porque en aquella época se relacionaba con la medicina para denominar una supuesta enfermedad que, afortunadamente, luego se descatalogó como tal.

Desde el principio decidimos emplear la palabra gay; primero, porque había sido acuñada por el propio movimiento gay en el mundo anglosajón, de donde copiábamos de alguna manera. Luego descubrimos que la palabra gay existe en todas las lenguas latinas y significa lo mismo: alegre. Nos gustó mucho que además significase eso.

Proclaman que no existen heterosexuales ni homosexuales; todos somos sexuales… Vale, ¿entonces cuál es la cuestión?

Es el discurso de EHGAM desde su creación. No estábamos de acuerdo con las teorías bipolares: homosexual-heterosexual, activo-pasivo; hombre-mujer… No nos gustaba dividir todo en dos; la cosa es más compleja, no todo es blanco o negro; hay muchas gamas de grises además de otros colores. Y pensábamos que la sexualidad no se podía simplificar de esa manera.

Ni siquiera nos gustaba el término bisexual -y sigue sin gustarnos- porque si no hay homos ni heteros, tampoco hay bisexuales; hay simplemente personas con una sexualidad que la viven como quieren y pueden.

Muchas personas viven su sexualidad de manera oculta, tras una cortina de tormento y soledad. Hay mucho sufrimiento tras ese silencio sobre la orientación sexual...

Hay mucho, demasiado. Yo he tenido la suerte de que prácticamente no lo he vivido, pero he conocido mucho sufrimiento a mi alrededor y lo sigo conociendo. Parece mentira, con todo lo que se supone que hemos avanzado, la cantidad de gente que lo sigue ocultando, que sigue teniendo mucho miedo. Los cambios sociales son muy lentos.

No obstante, el mensaje que siempre hemos dado es que no es tan fiero el lobo como lo pintan; y, desde luego, por fiero que fuera, no merece la pena estar todo el tiempo metido en un armario o donde sea; hay que salir y vivir. Y si viene el lobo, enfréntate a él lo mejor que puedas.

Se trata de una lucha colectiva. Sin embargo, el paso de la afirmación de la propia sexualidad a quien la vive oculta es estrictamente personal… Sospecho que son momentos difíciles. ¿Cómo fue su experiencia?

Yo realmente no recuerdo haber sufrido por este tema. Creo que he sido afortunado. Lo viví con mucha naturalidad; me fui dando cuenta de que me gustaban algunos chicos y algunas chicas y no le daba mayor importancia, me parecía la cosa más normal del mundo. En seguida vi que a la sociedad en general no le parecía tan normal y, entonces, sí me planteé qué hacer, pero no con angustia, sino intentando ser pragmático. Y tomé una decisión: «no quiero problemas con la sociedad y si a la sociedad no le parece mal que mire a una chica pero le parece mal que mire a un chico, pues sólo voy a mirar a las chicas».

Creo que la decisión me duró una semana… Recuerdo que iba por Bilbao en un microbús de los que llamaban «azulitos» y vi por la ventanilla un chico que pasaba, que me resultó agradable, y dije: «a la mierda la sociedad», y me di media vuelta y le miré. Y ahí se acabó la decisión de ocultar.

Pero en muchos casos se necesita valentía…

Tal vez. En mi caso, quizás mis padres me educaron muy bien; siempre me dijeron que había que ser honesto contigo mismo y que había que respetar a todo el mundo. Yo seguí sus consejos.

A usted le tocó vivir la juventud en un contexto histórico y social muy difícil: el final del franquismo. Poco más de un año después de morir el dictador -a finales de 1976 y comienzos de 1977-, usted junto a otras personas deciden organizar el primer grupo por la liberación sexual en Euskal Herria. ¿Cómo era la situación entonces?

La situación era muy diferente; se hablaba muy poco de sexualidad, y cuando se hablaba, se hacía en términos no sólo heterosexistas, sino muy machistas también. La homosexualidad no se mencionaba y si existía era para contar chistes muy zafios o para hablar muy bajito, muy en secreto para que nadie se enterase, una cosa muy íntima…

Existían leyes como la de «peligrosidad social», que perseguía a los «homosexuales»…

Precisamente nuestra primera gran lucha -y gran victoria- fue cambiar esa ley. Nuestro objetivo era derogarla y se derogó, aunque muy tarde: a finales de los ochenta o comienzos de los noventa, pero se dejó de aplicar mucho antes. Desde luego, en el año 1979 conseguimos que cambiasen la letra de la ley y que en la nueva redacción desapareciera el término «homosexual». Dejamos de ser socialmente peligrosos. Ese fue nuestro primer gran éxito.

¿Por qué decidieron agruparse y actuar con una actitud política activa?

La situación era muy difícil; el cadáver de Franco estaba todavía caliente. Sin embargo, creo que también nos ayudó esa situación porque nos empujó la corriente. Hubo una persona, Antonio Quintana, que había vivido el nacimiento del Gay Liberation Front en el Reino Unido y había vuelto aquí. Pensaba que había que hacer algo similar, pero no tenía contactos; yo sí los tenía y fuimos la pareja ideal: él traía la idea y las ganas y yo ponía los contactos.

Empezamos a juntarnos un grupo de personas pero no teníamos muy claro qué queríamos hacer. La vorágine política y las ganas que tenía la gente de trabajar en el campo social y político eran tan grandes que nos empujaron. Para cuando nos pusimos un nombre y poco más ya nos estaban llamando de todos los sitios, por ejemplo, de las mesas de partidos, de movimientos sociales… En 1977 escribimos nuestra primera plataforma reivindicativa.

¿Es cierto que el germen de este movimiento está en la Feria de Durango?

Sí… [risas] Es una mera anécdota, pero solemos decir que EHGAM siempre ha estado muy cercano a la cultura vasca, precisamente porque la idea surgió -por casualidad- en el contexto de la Feria del Libro y Disco de Durango en 1976. Ese chico que mencionaba antes y yo nos conocimos oficialmente en la feria y allí salió la idea de hacer algo.

¿Qué ha sido lo más duro en estas tres décadas de camino?

Como grupo no ha habido grandes cuestiones que nos hayan resultado especialmente duras, más allá de que durante dos décadas tuvimos que autofinanciarnos. También nos costó mucho legalizarnos. Martín Villa era entonces el ministro de Interior y no quería hacerlo de ninguna manera. Finalmente nos legalizaron en 1986.

También ha habido anécdotas. Por ejemplo, los compañeros de Gipuzkoa fueron a pedir una subvención a la Diputación Foral y la respuesta del entonces diputado general, un tal Aizarna, fue que si querían una subvención él se la daba para que fueran todos a Lourdes a que les curase la virgen. Pero esto no es duro, es divertido; en las manifestaciones le cantaban cosas con rimas graciosas…

¿En tantos años de militancia activa en este campo ha vivido muchos contratiempos?

Sinceramente no, pero ahora que hablamos de este tipo de cuestiones me viene a la cabeza también que hace unos once años me llamó un periodista de «Ardi beltza» para contarme que estaba haciendo un reportaje de investigación sobre la Falange y que, en una lista que había obtenido, yo figuraba entre los objetivos. Había detalles de cómo éramos vigilados, etcétera. Me tiré unos meses mirando debajo del coche cada mañana.

Supongo que también habrá habido cosas gratificantes…

Muchas. Primero, cuando ves que no pasa tanto como crees que puede pasar. Yo nunca he tenido problemas ni en mi familia, ni en mi trabajo, ni en mi entorno, ni en el barrio en que vivo hace más de treinta años. A la espalda habrán dicho muchas cosas, evidentemente, pero no me he enterado. Y a mi nadie se me ha enfrentado.

Parece extendida la aceptación de la diversidad de opciones sexuales. ¿Cuáles son los mayores obstáculos en la práctica?

Los mayores obstáculos son simplemente los derivados de que a muchas personas les cuesta asumir que la sexualidad humana es plural. Mucha gente se queda en su pequeña parcela y no se preocupa de pensar, de recapacitar, de leer… Tampoco tiene por qué estar mal, pero eso tendría que ir indefectiblemente unido a respetar al prójimo. Vivimos una época en que se está acentuando mucho el individualismo y la competitividad, y muchos jóvenes parecen tener una prepotencia terrible; hablan casi mirándote por encima del hombro. No sé si van a saber respetar al resto de las personas tanto o más que los anteriores. Ese es uno de mis miedos. Yo creo que la base está en el respeto al prójimo, en vivir y dejar vivir.

¿La sociedad vasca es abierta?

Es bastante más de lo que se cree. Eso no significa que seamos ejemplo para nadie. Yo mismo, cuando me vino Quintana con la idea de crear un movimiento tipo Gay Liberation Front, le decía que en Euskal Herria iba a ser imposible porque era muy machista, muy religiosa, porque somos muy cerrados… Y la sorpresa fue que no era tan difícil. Somos tímidos, pero no es lo mismo que ser cerrados. Tampoco es lo mismo ser cerrados hacia un desconocido que ser cerrado de cabeza… La gente era más abierta y estaba más dispuesta a admitir otro tipo de comportamientos de lo que pensábamos. Por supuesto, siempre hay un reducto de gente que no lo está.

¿En este grado de normalización ha podido influir la existencia de un movimiento político de izquierda muy activo?

Sin duda, ha influido. Escribí un artículo hace unos 15 años por encargo para una revista alemana y hacía este análisis, que luego fue muy comentado. Ellos me pedían que hablase del Estado español, no sólo de Euskal Herria. Casualmente, en aquella época en el Estado no había nada, había habido pero había desaparecido; no había ni manifestaciones del 28 de junio ni grupos con entidad. Sin embargo, en Euskal Herria y en Catalunya había bastante. ¿Por qué sólo en Catalunya y en Euskal Herria? Esa era una de las cuestiones que querían que analizase. Y la respuesta fue esa: precisamente por otras razones políticas y sociales había mucha más efervescencia y más interés en Euskal Herria y en Catalunya. Y esto estaba muy relacionado con la reivindicación nacionalista, con el no reconocimiento de la nación, etcétera. Todo eso facilitaba este otro tipo de luchas.

¿Aquí se ha avanzado más o menos que en otros lugares?

En un momento se avanzó más, quizás junto con Catalunya, y luego nos hemos estancado. Es difícil ver cómo podemos avanzar más. Hace unos años empezamos a analizar este tema con mucho cuidado -por prevenir connotaciones xenófobas-, pero veíamos que los últimos años está viniendo mucha gente de países con planteamientos mucho más machistas y heterosexistas no ya de lo que somos aquí sino de lo que éramos. Todo tiene su parte buena y mala. La libertad de movimiento es básica y la mezcla cultural nos enriquece a todos, pero mucha gente viene con una mentalidad que aquí creíamos que empezábamos a superar. Se vuelven a ver los roles supermarcados contra los que habíamos luchado tanto. Otra vez tenemos que empezar. Esa es ahora una de las dificultades.

¿La lucha por la liberación sexual tiene ideología política?

La tiene en cierta medida. Por definición, la derecha es conservadora y no le gustan los grandes cambios, y lo de antes es el matrimonio convencional de hombre, mujer y niños -hijo e hija-. Lo que se sale de ahí no les gusta. Hay individualidades y también la derecha se va civilizando y adaptando a la realidad.

Sí existen matices políticos en el sentido de que todo lo que cambia y rompe tiene cierto componente revolucionario. De hecho, en la definición de gay está el término revolucionario. Ahora, la palabra gay ha quedado muy descafeinada y es cualquier cosa… Hay otras corrientes; incluso hace años hubo un movimiento llamado anti-gay que decía que «si eso es gay, yo no soy». Lo decían por el tema de las cabalgatas, etcétera.

Precisamente las cabalgatas han suscitado recelos entre propios y ajenos por una posible distorsión o caricaturización de una realidad…

Yo tengo mis luchas conmigo mismo. Creo que sí contribuye positivamente pero es peligroso. Es positivo porque hace que se hable del tema y da una imagen de muchísima gente, de apertura, de libertad… Pero es peligroso por los estereotipos si nos quedamos básicamente con dos: la drag queen -el hombre disfrazado y maquillado como si fuese una mujer- y el cachas de gimnasio que sale en tanga. A mí me parece válido lo uno y lo otro, pero si sólo hay estos dos únicos modelos falla algo.

La sexualidad es una de las expresiones más gratificantes del ser humano y, sin embargo, es un campo abonado de represión y donde más prejuicios y tabúes existen. ¿Por qué?

Siempre recurrimos a las religiones, que tienen la culpa de mucho, pero no sé si de todo. Casi todas las religiones -con alguna excepción- son sexófobas, no sólo homófobas. El sexo es sucio, es pecado, hay que ocultarlo, sólo en la intimidad, dentro del matrimonio, que es sagrado, para tener hijos y nada más… Es muy difícil quitarse esta carga de siglos de encima.

Ha habido a lo largo de la historia momentos y gente que ha intentado cambiar y disfrutar de su sexualidad, pero es a partir de finales del siglo XIX cuando empieza a haber movimientos en serio que empiezan a proclamar que el sexo es gratificante y satisfactorio. Pero ha pasado siglo y pico y tenemos que seguir diciendo lo mismo.

Hay quien lo vive con angustia…

Claro, cuando se siente algo que va en contra de lo que se ha enseñado es angustioso. Y no sólo por la homosexualidad. Si una persona siente deseos sexuales hacia otras personas y le han dicho que eso está muy mal porque debe sentirlos sólo hacia su pareja, lo puede pasar fatal. Yo no hago un llamamiento a romper parejas, pero tenemos que asumir como normal que nos atraigan otros seres humanos, aunque queramos muchísimo a una persona, estemos en pareja o estemos enamoradísimos o enamoradísimas.

No tendría por qué ser malo que tuviéramos relaciones sexuales con otras personas, pero eso queda al libre albedrío de cada uno porque, al fin y al cabo, matrimonio oficial o no, cuando hay una relación entre dos es una especie de contrato y ellos sabrán lo que hacen.

¿Por qué la Iglesia, que se encarga de velar por el alma, se interesa tanto por la carne?

Es sospechoso. Hay interpretaciones -yo pienso que fáciles- que dicen que, por razones obvias: a ellos también les interesa mucho ese tema; también se les reprime y esa represión les lleva a obsesiones. Puede ser cierto. Es evidente que no puede ser sano que una persona no practique sexo porque se lo prohíbe su religión, siendo el sexo como es una necesidad de todo ser humano. Tanta gente cuenta que iba al confesionario y el cura sólo se interesaba por el sexo… Quizás es una interpretación demasiado fácil. No sé la respuesta.

¿Cuál es la razón de la homofobia?

Las fobias, que interpretamos como odios, son miedos. La homofobia tiene detrás un miedo a lo diferente, al cambio, un miedo -tal vez- a que te descubran… El homófobo tiene miedo a que le desborde la realidad, a no saber dónde está situado porque la sociedad está basada en la familia tradicional, pero cada vez hay más tipos de familias -monoparentales, homoparentales…- Hay personas que sienten miedo porque les están desordenando todo.

No me gusta la interpretación fácil, pero en algunos casos sí es verdad que los mayores homófobos quieren ocultar su parte homosexual; no creo que sea siempre así, no caeré en ello.

¿La presencia de gays y lesbianas en ámbitos públicos -como medios de comunicación- contribuye a la normalización?

Por supuesto. Todos necesitamos puntos de referencia en nuestras vidas. Cuando yo era joven no teníamos referencias gays; hoy en día las hay, no siempre todo lo maravillosas que quisiéramos, pero son referentes en el sentido de que sabes que no eres el único. Hay más hombres que mujeres, pero es consecuencia del machismo de la sociedad; hay homofobia pero hay machismo también.

Las mujeres lesbianas tienen menos visibilidad que los gays. ¿Por qué en esto también es más difícil el camino de la mujer? ¿Existe sexismo también fuera de la heterosexualidad?

Supongo que sí, no siempre conscientemente. Una carga ideológica de siglos no se puede quitar de repente. Yo recibí una educación machista y heterosexista y he tenido que reprogramarme, y seguro que en esa tarea autodidacta me he dejado muchos flecos. No es fácil.

¿Qué tabú desearía que desapareciera de una vez por todas?

Creo que si el sexo dejara de ser tabú ya habríamos dado un paso de gigante, porque automáticamente caerían otros tabúes, estereotipos, roles…

El género multiplicado

Se acaba de editar Voces polifónicas. Itinerarios de los géneros y las sexualidades (Ediciones Godot), un libro que recoge las investigaciones desde diversas disciplinas de las ciencias sociales de nueve mujeres académicas y activistas que bajo el gran paraguas de la teoría feminista bucean en las múltiples posibilidades de la teoría de género para intervenir desde sus escritos inacabados –la dinámica del contexto político y de las mismas investigaciones impide poner un punto final– en las demandas sociales y los nuevos interrogantes que éstas abren. Identidades, familias, medios, la lucha por el derecho al aborto son algunos de los temas que quedan planteados en el libro tanto como están planteados en la sociedad.

 Por Flor Monfort

Voces polifónicas. Itinerarios de los géneros y las sexualidades (Ediciones Godot) es un libro que no podría haber sido escrito hace dos años. En 2009 las autoras de los trabajos que recoge la compilación de la socióloga María Alicia Gutiérrez empezaban a reunirse para compartir sus investigaciones, pero pronto se aceleraron los debates que permitieron la sanción de la ley 26.618, el proyecto de ley de despenalización del aborto volvió a tener carácter parlamentario y el desarrollo de una ley de identidad de género creció al ritmo de los matrimonios de gays y lesbianas, hecho que abrió el juego de la reflexión sobre las familias diversas. De manera que aquellas aproximaciones teóricas estuvieron acompañadas de un contexto político particular, contexto que acompañó los dos años del proyecto y que atraviesa el contenido del libro con el pulso del enorme desarrollo teórico que tuvieron en las últimas dos décadas la irrupción de múltiples posibilidades de encarar el género, con identidades diversas, y nuevas maneras de vivir el cuerpo que abrieron el juego a miles de preguntas sobre el sistema binario hombre-mujer y las demandas concretas de los colectivos lgbtti.

Recortando esa multiplicidad de voces al campo de las mujeres, el libro es el resultado de un proyecto de investigación UBACyT y resume un trabajo coral con perfil académico pero con la intención de abrir el juego y plantear un recorrido con distintas interacciones. Reúne una serie de nueve artículos que en primer lugar dan cuenta del recorrido de la noción de género desde que fue instalada por el feminismo de los ’60 hasta hoy, pero además se presenta como un trabajo hacia afuera de la institución, con un lenguaje claro y accesible, para interactuar con vectores políticos, organizaciones sociales y público en general. Ellas son Mariela Acevedo, María Luján Bargas, Renata Hiller, Eugenia Tarzibachi, Gabriela Bacin, Florencia Gemetro, Dalia Szulik y Andrea Voria. La compilación estuvo a cargo de Gutiérrez, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, y es ella quien hace un recorrido por el material, tratando de enunciar los puntos más fuertes del trabajo y trazando un panorama de los debates planteados donde los géneros y las sexualidades representan el comienzo de un largo camino a transitar.

¿Cómo se articula la teoría de género con la aparición de nuevas sexualidades, de identidades que se escapan o intentan escaparse del binario de género, del sistema que indica que sólo hay hombres y mujeres?

–El libro recorre un poco qué pasa con el género, de dónde sale, cómo se articula este concepto (o los géneros) tan usado en el campo de las teorías sociales o de la teoría crítica. Es un concepto que en general se lo adjudica la teoría feminista, pero Beatriz Preciado dice que surge mucho antes en el campo de la medicina. Hay un origen desde la ciencia médica ajustada a las lógicas de poder y a la necesidad de regular esos cuerpos disidentes. Eso que aparecía difuso y que podemos decir hoy que es una identidad trans, rompía con la estructuración hombre-mujer de manera que había que intentar encajarlo en el binarismo. Hay una cantidad de trabajos al respecto de este primer momento, que podemos ubicarlo en los años ’40, sobre el problema de la regulación de los cuerpos y el impacto que eso trae, las intervenciones sin consulta, etc. Partiendo de una noción más filosófica de la discusión entre naturaleza y cultura, esta noción es retomada por el feminismo de los ’60/’70, que plantea que si el sexo es algo fijo, biológico, ligado a un cuerpo, inmodificable, etc., entonces el género permitía plantear que todo lo que tiene que ver con roles, funciones, posiciones de sujeto y demás es del orden de la cultura, como decir que el género es la construcción cultural de la diferencia sexual. El binarismo seguía pero la noción permitió articular las luchas políticas de derechos. La discusión sobre la persistencia del binarismo empezó a darse en los años ’80, donde se replantea el concepto mujer y surge de las mujeres negras, pobres y lesbianas que van a plantear claramente “no hay una mujer, hay mujeres”. Entonces hay una pata del binomio que está cuestionada, si no hay una mujer, no hay género tampoco. El cuestionamiento que sigue después se debate entre las identidades, los procesos de globalización, lo particular y lo universal desde el post estructuralismo y la teoría queer. Lo que plantea la teoría queer es que no es que el género es cultura y el sexo naturaleza sino que también hay una construcción cultural del sexo, y que a su vez el género está constreñido al sexo, pero que es una construcción que tiene que ver con lo performático. ¿Cómo se adquiere? Por hábitos, costumbres, repetición, etc., entonces no hay un original, no hay un hombre-mujer original y todo lo que aparece después es abyecto, patético: si es una repetición, no hay original. Y ésa es la teoría queer, toda la apertura a inscribir dentro de lo posible otras conformaciones genéricas y otra noción respecto del sexo.

El concepto de lo natural sigue vigente y se vio tanto en el debate por la ley de matrimonio como en los que se siguen dando sobre el aborto.

–El artículo de Renata Hiller habla de eso y muestra los límites de las políticas de derechos, porque la ley de matrimonio igualitario, además de las correlaciones políticas, debió ajustar su regla de demanda a una regla hegemónica. Es decir, lo que se estaba demandando es “pobre gente discriminada”, “pobre gente víctima y maltratada” “pobre gente que tantos años no ha tenido los derechos del resto”. ¿Qué derechos tiene que tener un particular por su condición de particular? No se sabe, pero el universal es el de familia. Es decir que no está cuestionado el concepto de familia. Es como si se dijera “A estos hombres y a estas mujeres vamos a darles este derecho porque van a constituir familia, se van a dejar de joder con esa sexualidad distinta y alocada y van a hacer familia, y además quieren hijos”. Entonces la ley de matrimonio igualitario es un derecho maravilloso, merecido, peleado, luchado, que producía unas discriminaciones espantosas pero no deja de ser una regulación de los cuerpos que ajusta a la regulación hegemónica.

¿Pero ésa no es muchas veces la “trampa” de la militancia?

–Es la trampa de las políticas de derechos, no de la militancia. Tomando el tema del aborto: si analizás en los últimos años, cuando el tema se instaló más fuerte en la opinión pública, todas las encuestas dan que despenalización con las causales que ya existen, ningún problema, incluso agregar que con violación a cualquier mujer se le debe dar este derecho. Luego se agregan algunas cuestiones como malformación del feto, que ya apareció en varias causas judiciales, y riesgo de vida de la madre (incluso psicológico, no sólo físico). Lo que nunca habilitan las encuestas es aborto por autonomía y libertad del cuerpo de las mujeres, porque ahí rompés cierta clave y cierta estructura en la que se basa un orden social. El problema es que la mujer no quiera ser mamá y que esa decisión la tome ella. En el artículo sobre la publicidad, de Eugenia Tarzibachi, se indaga sobre la efectividad de mantener el estereotipo de la mujer sumisa, que ama limpiar, que necesita al hombre para vivir y sobrevivir, etc.: aquella mujer que es la aspiración de todas. Lo que rescata es la función de la mirada en la sociedad capitalista y el cuerpo como mercancía, que a través de la publicidad en algo responde al ideal y en algo no, porque quiere reforzar su pertenencia al ideal.

¿Hay algún punto de fuga para el sistema binario de género?

—Es un tema. Parece ser que salir de ser varón o mujer no es tan sencillo y no es tan sencillo porque toda la cultura está articulada sobre eso: la lógica aristotélica es binaria. Una intenta trabajarlo y la teoría social ha desarrollado mucho en ese campo pero no es fácil. Entonces obviamente las políticas de derechos para poder salir se ajustan a ciertas normas y negocian y a veces negocian más o menos, y ahí está la contradicción de las políticas de derechos. Cómo salir del binarismo es un tema y otro es cómo pensar que una demanda de derechos siempre va a ser un derecho individual y un derecho liberal. El mundo capitalista es así, la teoría liberal inserta en una república constitucional y democrática dice que el derecho es el derecho a la libre decisión. En el caso del aborto, es una demanda social, no un derecho para el sujeto. Cuando ves la campaña nacional, ves todas las negociaciones, hay diversidad política pero hay una tensión entre el derecho individual y el derecho colectivo que no se resuelve tan fácil. Yo creo que en el matrimonio igualitario la resolución fue la abertura de una regla a un desorden, como dice Elisabeth Roudinesco: la abertura de la regla universal del matrimonio. En el aborto es diferente porque se juega la vida y la muerte.

¿Cuáles son los desafíos teóricos que se abren con la ley de matrimonio?

—Yo creo que lo fundamental es marcar un hito en el campo de la cultura. Los cambios culturales son muy lentos. Me parece que eso en el caso argentino ha producido un cambio interesante, después el uso que de ese derecho hagan los sujetos es el mismo que el de los matrimonios heterosexuales, pero yo creo que hay una aceptación, hay una cierta libertad en el mundo gay lésbico mucho mayor de la que había antes. No es la ley, es toda la producción política que viene de hace muchos años de lucha y demanda, también el papel de los medios de comunicación, el haber introducido en el censo nacional una pregunta que te permitía hablar de conformaciones familiares diversas, etc. Me parece que rompió la hegemonía absoluta de la heterosexualidad como único modo de constituir formas familiares. A nivel teórico, se despiertan varias cosas que no están sólo situadas en el problema del mundo gay o lésbico, la discusión de la ley, como bien lo dice Renata Hiller, puso en juego algo de la voz. ¿Quiénes hablaban? Los heterosexuales. La voz todavía, aun con la ley de matrimonio, era la de la heterosexualidad, que hablaba por “estos pobres discriminados”. No hubo un diputado que diga “yo soy homosexual”. Ahí te vas a otro problema de la política más global que te lleva del 2001 hasta aquí, que es el debate de la representación: ¿Cómo es? ¿Por identidades? No parece, porque lo lógico es que las identidades no se coagulen y se repitan al infinito. ¿Por las organizaciones partidarias? Tampoco. Todas estas cuestiones tienen que llegar a un momento que no sean problemas de identidades sino que estén incluidas en la problemática del mundo social y político general, pero eso requiere una revisión de lo que es la heterosexualidad, desde la propia hegemonía. Y también una revisión de la heterosexualidad desde los grupos de diversidad, que es un tema en el que yo quiero trabajar porque me parece que hay un agujero, porque también ahí hay un estereotipo: “la heterosexualidad es hegemónica y patriarcal”, bueno, no, no es eso solamente, y avanzar de manera que las diversidades estén incluidas aun adentro de la heterosexualidad y condensadas de tal modo que no haya que pedir derechos para cada colectivo.

Pero en la idea de república liberal y con la premisa de libre mercado, cada sexualidad es de alguna manera un producto, ¿Cómo pensar en ella como universal que no tenga que particularizarse para reclamar sus derechos?

—Yo no tengo la idea de progreso indefinido, pero sí de algunas rupturas epistemológicas. El mundo, las ideas y las prácticas están en movimiento: hubiera sido impensable en los años ’50 el desarrollo del feminismo. Así que las feministas seguimos repensando todo cada vez, desde una teoría muy crítica que se autorrepiensa y también repiensa las prácticas. Me parece que a los varones les llegó la hora. Esa hegemonía indiscutible está en discusión. Algo tendrán que pensar ellos, quizás inicialmente como un grupo, como fueron las feministas, y luego sí pensar formas de la heterosexualidad que no sean hegemónicas y a su vez las diversidades tendrán que pensar que no todas las heterosexualidades son patriarcales, capitalistas, etc. La clase social es un entrecruzamiento, la edad también, las etnias, etc. Hay una inmensidad de cruces y me parece también que el poder político intenta hacer cruces a través de alianzas y demás que permiten una salida de la identidad coagulada.

El artículo de Florencia Gemetro plantea un recorrido en la construcción de la lesbiandad en la historia argentina, algo que por ahora no estaba contado.

—Sí, es muy interesante el intento de interpretar cómo se articula esta idea del lesbianismo y su recorrido histórico desde la patologización a la categoría política de lesbiana. Dentro de las visibilizaciones e invisibilizaciones, ha habido una mayor visibilización de la cultura sexual masculina.

Ud. en la introducción plantea la accesibilidad de los textos como una característica que los recorre a todos y que habilita la interacción hacia fuera del campo académico. ¿Hay una suerte de intento de acercamiento de la teoría crítica al campo de la diversidad de las militancias y su interacción política?

—Hay algunos textos más teóricos y otros más accesibles, si podemos decirlo así. El discurso hacia el mundo político no tiene que ser el discurso del facilismo porque yo creo que eso no aporta demasiado. Tampoco un discurso cerrado e híper especializado. Pero también me parece que lo interesante que puede tener el libro es un work in progress: nosotras ahora estamos haciendo otro proyecto de investigación que si bien aborda otras cuestiones, siguen estando el repreguntar y reformular el mismo campo.

Incluso los finales de casi todos los artículos tienen dos o tres líneas esperanzadoras, de abrir una puerta porque el escenario está dado para el cambio.

—Sí, yo creo que esa apertura es no sólo una apertura política sino también de la producción académica. Para nosotras el libro eran un montón de interrogantes que tampoco estamos muy seguras de que estén respondidos, por eso hay que seguir trabajando en este campo. El campo es novedoso, tendrá 20 años y hay mucha gente que está trabajando. Campo que involucra los estudios de género, de las sexualidades, del feminismo, de los estudios de la homosexualidad, de la masculinidad, gay-queer. Como ocurre siempre cuando cerrás algo, porque hay que poner un cierre, no quiere decir que nos haya cerrado. En mi caso, yo tengo interrogantes, incluso es un momento donde hay cosas que las hubiera escrito de otra manera. En el caso de mi artículo, tomo la experiencia de Mujeres Públicas (grupo feminista de activismo visual) y hago un debate sobre arte y política, analizando las producciones en relación con el aborto. Entre esas producciones respecto del aborto, introduzco el concepto de experiencia. Me parece que en las conclusiones se podría seguir profundizando, de cómo se cruza un concepto tan controvertido de la teoría feminista en la experiencia puntual de las mujeres que abortan y en esta experiencia puntual que hace este grupo de arte callejero. El otro artículo que me parece que abre un interrogante con algunas cuestiones es el del género en las instituciones, de Dalia Szulik. Me gusta el recurso de las fotos y el marco teórico que utiliza, pero una lo lee y se queda con ganas de más. Lo que me gusta es que en todos los trabajos me quedaba con ganas de algo más, y en términos académicos me parece que eso puede generar cuestionamientos muy ricos para seguir investigando.

En general los libros académicos no tienen epílogo ¿Por qué éste sí?

—Fue una escritura colectiva. Es como si fueran los apuntes de campo de la antropología, pero de nuestras discusiones para adentro. Entonces discutíamos un texto y alguien hablaba en primera persona y alguien en tercera, todo ese debate, sobre el narcisismo, el mundo académico, la construcción de un equipo, la cita, la responsabilidad, etc., son muchos temas que discutimos por horas y que aparecen muy fuerte en el campo de las ciencias sociales. Como discusión colectiva fue muy rica. Da cuenta de ciertos posicionamientos epistemológicos, metodológicos, teóricos y políticos. El tema del sujeto y el objeto es complicadísimo y yo dirijo muchas tesis donde eso ha sido discutido. El epílogo da cuenta un poco de esa dimensión.

¿Cómo queda posicionado el feminismo en esta polifonía?

—Cualquiera de estas teorías son feministas, y el hecho de que arranquen los estudios gay lésbicos tuvo que ver con ese retomar y repensar la lógica con la que pensaba la teoría feminista. Ahora es verdad que la teoría feminista no es una: la igualdad, la diferencia, las queer, etc., todas, aun Judith Buttler, se autodenominan feministas o post feministas, pero ahí hay un punto de origen y es riquísimo: no hay muchas teorías que hayan tenido semejante capacidad de rearticularse y resignificarse como ésta. Una mirada que reconstruye la lógica binaria del género y ni qué hablar la construcción cultural del género. Y me parece que eso recorre todo el libro. Por algo hablamos de géneros, de sexualidades, de poderes, y no lo hacemos en singular. Por ahora estos trabajos están condensados en la teoría queer, pero ahora también hay cosas post queer. Entonces un horizonte sería un feminismo más queer.

El matrimonio gay ya es imparable

Tras la aprobación de las bodas homosexuales en Nueva York, la batalla en EE UU se da por el reconocimiento federal – Derogar una norma de 1996 implicaría una legalización nacional de facto

Connie Kopelov (sentada) y Phyllis Siegel (a su espalda) tras casarse

Connie Kopelov (sentada) y Phyllis Siegel (a su espalda) tras casarse. / J. DECROW (AP)

El del matrimonio gay es un objetivo que, hoy por hoy, parece más alcanzable que nunca en Estados Unidos. Desde que en 2004 se legalizaran las uniones entre personas del mismo sexo en Massachusetts, un total de seis Estados y el Distrito de Columbia, capital federal, han seguido el mismo camino, bien a través de decisiones judiciales, bien por trámites legislativos. Pese a las fuertes resistencias, la ola se extiende con vistas a conseguir el reconocimiento de estos matrimonios a escala federal, que permitiría a las parejas homosexuales casarse en los Estados que lo permiten y residir como matrimonio en cualquier lugar de EE UU.

En total, el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en una zona que abarca a 35,5 millones de habitantes. Pero ¿lo es del todo? Aún carecen de algunos beneficios de los que sí disfrutan los homosexuales en España, por ejemplo, donde desde 2005 estas parejas están completamente equiparadas con las heterosexuales que se casan, incluida la posibilidad de adoptar conjuntamente. En EE UU, una ley aprobada por los republicanos en 1996 deniega a esas licencias matrimoniales validez federal.

Barack Obama quiere verla derogada. Los grupos ultraconservadores, por el contrario, quieren una reforma de la Constitución que determine que la unión matrimonial solo puede serlo entre hombres y mujeres. Algo similar a lo que sucede en España, donde el PP tiene recurrida la ley de matrimonio homosexual hace ya casi seis años ante el Tribunal Constitucional. Entonces promovía una ley de uniones civiles para los gais y lesbianas que reservara la denominación de matrimonio a los heterosexuales.

Desde el domingo, el matrimonio gay es legal en Nueva York, que con 19,3 millones de habitantes es el tercer Estado más poblado del país. Ahora ya es legal allí y en Iowa, Massachusetts, Connecticut, Vermont, New Hampshire y la capital federal. Solo es válido, sin embargo, ante las respectivas autoridades regionales, y no ante el Gobierno central. Es así debido a la citada ley de los republicanos de 1996, llamada significativamente Defensa del Matrimonio y ratificada entonces por Bill Clinton. En aquella época, Hawai había comenzado los trámites (infructuosos) para aprobar las uniones de gais, y el Congreso nacional actuó con rapidez, ya que en EE UU la Constitución no define el matrimonio como una unión heterosexual. En España la situación es parecida. La Constitución define el derecho a casarse de hombres y mujeres, pero no dice que tengan que hacerlo entre sí.

En la Cámara de Representantes había entonces tres legisladores abiertamente gais (Barney Frank y Gerry Studds, demócratas, y Steve Gunderson, republicano) que calificaron la ley de agresión frontal contra los homosexuales. Ante ellos, el autor de la norma, el republicano ultraconservador Bob Barr denunció, en una recordada comparecencia, los “vientos del hedonismo, las llamas del narcisismo, el fuego de la moralidad autocomplaciente que están mermando los cimientos de la sociedad”. “América no será el primer país del mundo que lance el concepto de matrimonio por la ventana”, dijo.

Según Joe Solmonese, presidente de Human Rights Campaign, el mayor lobby gay del país: “Esa ley impide hoy en día que unos 1.100 derechos, beneficios y responsabilidades matrimoniales a nivel federal se apliquen sobre parejas homosexuales legalmente casadas. Entre ellos se incluyen los beneficios de la Seguridad Social para viudedad, los seguros sanitarios para cónyuges de funcionarios federales, la protección para que los cónyuges no pierdan sus hogares en caso de emergencias médicas graves, el derecho a solicitar visados de inmigrante para cónyuges extranjeros, las garantías para bajas médicas a parejas y la capacidad de tramitar declaraciones de la renta de forma conjunta, entre muchos otros”.

Solo ahora, algunos políticos han comenzado a exigir que se derogue la ley. La primera en hacerlo de forma pública, la semana pasada, fue Dianne Feinstein, una veterana senadora demócrata de California, que en 1978 estaba presente en el Ayuntamiento de San Francisco cuando un perturbado asesinó al activista gay Harvey Milk. Feinstein se queja ahora de que los matrimonios oficiados en Nueva York o Massachusetts sean legales en España pero no ante el Gobierno federal de EE UU. “Se trata, simple y llanamente, de discriminación, no hay otra forma de decirlo”, dijo la senadora en una conferencia en el National Press Club. “Esta no es una causa que vayamos a abandonar. Si no logramos la derogación este año, lo intentaremos el próximo”.

Al día siguiente, Feinstein presentó el texto de derogación en el Comité de Asuntos Judiciales del Senado. Junto a ella comparecieron algunos homosexuales que relataron la discriminación a la que se hallan sujetos. Ron Wallen, de 77 años, perdió hace unos meses a su pareja, con quien compartió 50 años. El Gobierno le deniega una pensión, a pesar de que ambos se casaron en California en 2008, en el breve espacio de tiempo en que las uniones homosexuales fueron legales allí. Un juzgado ha reconocido la validez de su licencia de matrimonio. Andrew Sorbo, de 64 años, se casó en 2009 en Connecticut con un veterano del Ejército. Su marido murió recientemente, después de 30 años de relación. El Pentágono le ha denegado la pensión militar por viudedad. Aunque en junio de 2008 el Tribunal Supremo de California legalizó las uniones gays, en noviembre del mismo año los votantes decidieron en referéndum prohibirlo. De momento, las licencias que se concedieron mantienen su validez debido a una decisión judicial.

En realidad, políticos de ambos signos se han manifestado a favor de las uniones homosexuales en EE UU. Dick Cheney, vicepresidente bajo el mandato de George W. Bush, ha apoyado en numerosas ocasiones las uniones entre personas del mismo sexo y ha contado que su hija, Mary, es lesbiana y mantiene una relación desde hace años con su novia. Del mismo modo se han significado Laura y Barbara Bush, mujer e hija del expresidente. “Creo que es algo que llegará inevitablemente, es solo cuestión de tiempo”, le dijo la ex primera dama al presentador de CNN Larry King en 2010.

Tienen esos políticos conservadores una visión más progresista, oficialmente, que la del propio Barack Obama. En realidad, el presidente ha cambiado con frecuencia sus opiniones al respecto. En 1996, en la campaña para senador en el Estado de Illinois, respondió en un cuestionario político que estaba totalmente a favor de los matrimonios entre personas del mismo sexo. “Estoy a favor de legalizar los matrimonios homosexuales y combatiría cualquier esfuerzo para ilegalizarlos”, dijo. Esa fortaleza de convicciones se iría atenuando con los años. Al llegar a la Casa Blanca, en 2009, era contrario a los matrimonios, pero apoyaba las uniones civiles.

Desde entonces, el presidente se ha empleado en mostrar una especie de proceso público de calculada indecisión. En una entrevista concedida a la revista gay The Advocate en diciembre, dijo: “Me he enfrentado a la opinión personal de que el matrimonio tradicionalmente tenga unas connotaciones diferentes. Pero tengo muchos amigos, muy cercanos, que son gais y lesbianas, y que tienen parejas”. De ese modo, y a pesar de su oposición pública y su indecisión privada, Obama ha tomado una medida inédita en un presidente en activo: apoyar públicamente la derogación de la ley de Defensa del Matrimonio planteada por la senadora Feinstein. La semana pasada su portavoz dijo que el presidente lo hacía “con orgullo”, en un guiño al movimiento gay. Si la derogación se aprueba, sería una legalización de facto del matrimonio gay nacionalmente.

Antes que en España, país pionero en la equiparación total de las parejas gais y heterosexuales, fue el Estado de Massachusetts (6,5 millones de habitantes) el que aprobó el matrimonio gay por la vía judicial. Aquello despertó las alarmas de los grupos conservadores, que presionaron para que se propusiera en el Congreso una reforma de la Constitución donde dejar por escrito que el matrimonio es la unión exclusiva y excluyente entre un hombre y una mujer. El expresidente Bush, que estaba en campaña electoral, apoyó esa fórmula, que hubiera supuesto la primera reforma constitucional propuesta desde los años setenta. Solo ha habido 17 reformas en más de dos siglos de historia norteamericana.

“La unión de un hombre y una mujer es la institución humana más duradera, honrada y defendida por todas las culturas y todas las fes”, dijo entonces Bush. “La institución del matrimonio no puede desvincularse de sus raíces culturales, religiosas e incluso naturales sin debilitar su buena influencia sobre la sociedad”. Para triunfar, aquella reforma constitucional debía haber obtenido dos tercios de los votos del Congreso y la ratificación de 38 Estados. Se ha votado sobre ella ya en tres ocasiones. En todas ha fracasado.

Hay grupos conservadores que, sin embargo, han decidido hacer de la lucha constitucional su principal batalla. Creen que si el Congreso, con la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes, aprueba la modificación de la Carta Magna, todos los matrimonios gais aprobados hasta ahora en los diferentes Estados se verán invalidados de golpe. En el Congreso, la semana pasada, el portavoz del grupo ultraconservador Focus on the Family, Thomas Minery, detalló los peligros que entraña, a su parecer, el matrimonio homosexual: mayor número de divorcios y menor monogamia, principalmente.

Tras la estela española

– Desde que España aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2005, otros ocho países han seguido, hasta la fecha, la misma senda: Holanda, Bélgica, Portugal, Suecia, Noruega, Canadá, Sudáfrica y Argentina. Además, estos enlaces están permitidos en siete Estados de EE UU: Iowa, Massachusetts, Connecticut, Vermont, New Hampshire, Nueva York, y también en la capital federal, el distrito de Columbia. También en México DF (el Estado de la capital).

– En muchos de estos países (Holanda, los nórdicos) antes de la plena equiparación había fórmulas intermedias, como leyes estatales de uniones civiles o de parejas de hecho que reconocían en la práctica casi los mismos derechos a dos contrayentes homosexuales que a una pareja heterosexual casada, aunque con excepciones (la más clara era la de poder adoptar conjuntamente).

– La Asociación Internacional de Lesbianas y Gais (ILGA) reconoce que hay otros 14 países en los que la equiparación de las parejas gais y las casadas heterosexuales es casi total: Brasil, Colombia, Israel, Alemania, Austria, Dinamarca, Finlandia, Hungría, Irlanda, Islandia, Liechtenstein, Reino Unido, Suiza y Nueva Zelanda, y otros 10 con una equiparación algo menor (Ecuador, Uruguay, República Checa, Croacia, Francia, Andorra, Eslovenia, Luxemburgo, EE UU y Australia).

– En el extremo opuesto están quienes persiguen las relaciones homosexuales. Son 76 países, con los casos más graves en los territorios donde este tipo de prácticas pueden castigarse con la pena de muerte: Arabia Saudí, Irán, Mauritania, Sudán, Yemen, 12 Estados del norte de Nigeria y zonas del sur de Somalia.

Un empujón a una industria boyante

Habían esperado años. Así que el domingo, cuando se legalizaron los matrimonios de gais y lesbianas en Nueva York, centenares de parejas acudieron a casarse en todos los rincones del Estado, desde la frontera con Canadá y las cataratas del Niágara a los embarcaderos del río Hudson, en Manhattan. Solo en la ciudad de Nueva York, 659 parejas obtuvieron sus licencias y 484 se casaron. De ellas, 107 venían de Estados como Alabama, donde las uniones entre homosexuales no están legalizadas. Nueva York no requiere a los contrayentes que estén empadronados en el Estado para que puedan unirse en matrimonio.

Las primeras en casarse, en Buffalo, ante las famosas cataratas que marcan la frontera con Canadá, fueron Kitty Lambert, de 54 años, y Cheryle Rudd, de 53, que tienen cuatro hijos y 12 nietos. Una bandera multicolor, símbolo del movimiento gay, se proyectó sobre la cascada de agua.

En Manhattan, las primeras fueron Phyllis Siegel, de 77 años, y Connie Kopelov, de 85, que han estado juntas durante 23 años. “Es increíble que haya llegado el momento en que podemos hacer esto como cualquier otra pareja”, dijo Siegel de la mano de su ya esposa, con lágrimas en los ojos.

La clase política celebró el día con los activistas. El gobernador de Nueva York, el demócrata Andrew Cuomo, celebró una fiesta con diversas parejas gais. El alcalde Michael Bloomberg, republicano convertido en independiente, casó a dos colaboradores suyos, ambos varones, que tienen dos hijas, en su residencia oficial. Todos hicieron hincapié en que el movimiento de lucha por los derechos de los gais nació oficialmente en Manhattan, en los disturbios de Stonewall, un pub de Nueva York, el 28 de junio de 1969, fecha desde entonces del Orgullo Gay, Lésbico, Transexual y Bisexual.

Con los derechos llegan, también, las oportunidades de negocio. Nueva York está viviendo un resurgir de su industria de servicios debido a la legalización de esas uniones, tal y como lo hizo California en los cinco meses en que allí fue legal en 2008. Aseguran consultoras como Community Marketing Inc. que el llamado mercado gay mueve, solo en EE UU, unos 43.000 millones de euros al año. Se estima, además, que siete millones de turistas gais visitan la ciudad de Nueva York cada año, donde se dejan unos 11.000 millones de euros.

El arzobispo de Santiago llama a desobedecer las leyes contrarias a los valores de la Iglesia

“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, dijo el arzobispo de Santiago durante la tradicional ofrenda al Apóstol en la Catedral con motivo del 25 de julio

El arzobispo de Santiago, Julián Barrio

El arzobispo de Santiago, Julián Barrio. / tucho valdés

PAULA PÉREZ | SANTIAGO Primero fue la autorización del matrimonio homosexual, después la norma que regulaba el aborto en España y más recientemente la ley de muerte digna. Las decisiones del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero torpedean los cimientos sobre los que se sustenta la Iglesia y el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, lanzó ayer un mensaje claro a sus fieles durante la Ofrenda al Apóstol, celebrada en la Catedral de Santiago, instándolos a desobedecer estas normativas. “Una ley civil que, rebasando los límites de su competencia, contradiga la verdad del hombre, no reconociendo sus derechos fundamentales o incluso atropellándolos, carece de fuerza obligatoria” , advirtió.

Durante su discurso en la tradicional Ofrenda, que este año corrió a cargo de la presidenta del Parlamento gallego, Pilar Rojo, como delegada regia, el arzobispo dejó claro que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Además, frente a quienes critican la intromisión de la Iglesia en los asuntos públicos, Julián Barrio defendió su papel porque “fortalece la convivencia social y sirve al bien común cuando recuerda a sus fieles y a todos los hombres que las leyes justas, aunque puedan y aún deban perfeccionarse, obligan en conciencia”. Otra cosa, según distingue el arzobispo, son las “leyes civiles y ahí apunta que “el origen de la autoridad no es crear un sistema de dominio”.

Y, frente a las posturas que enarbolan el concepto de libertad para respaldar leyes como la del matrimonio gay, el aborto o la muerte digna el arzobispo también tuvo respuesta: “Dios nunca privará al hombre de su libertad pero actuar con un fin contrario al bien de nuestra naturaleza humana no es libertad verdadera, ya que la libertad se ordena hacia el bien”.

Crisis

No fue el único mensaje que lanzó a los gobernantes. La crisis ocupó también parte de su discurso durante la celebración de ayer en la Catedral. En su opinión, para salir de la crisis es preciso “una actitud de conversión”. “Si el hombre tiene la mirada dirigida a Dios, aprenderá de él la verdadera humanidad”, aconsejó.

Fue una ceremonia, menos multitudinaria que la del pasado año, que coincidía con el Xacobeo, pero que tuvo como telón de fondo otra conmemoración, la del octavo centenario de la Catedral, y también el reciente robo del Códice Calixtino. Las medidas de seguridad fueron extremas: además de la fuerte presencia policial por el casco antiguo de Compostela se registraron las mochilas a todos los visitantes y transeúntes que cruzaron la Plaza do Obradoiro.

El acto comenzó con la tradicional revista a las tropas. No faltaron las principales autoridades gallegas: desde el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, los conselleiros del Gobierno gallego, el delegado del Gobierno, Miguel Cortizo, el fiscal superior de Galicia, Carlos Varela, el presidente del Tribunal Superior de Xustiza, Miguel Ángel Cadenas, el Valedor, Benigno López, así como otras personalidades sociales, políticas y militares.

Unos cuarenta sacerdotes y obispos participaron en la celebración eucarística, que comenzó en torno a las diez y media de la mañana.

El arzobispo de Santiago aprovechó su homilía para recordar la visita del Papa Benedicto XVI el pasado año y animar a los jóvenes a participar este año en la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Madrid en agosto y en la que también estará presente el Pontífice. Barrio, de hecho, remató su discurso animando a las familias a formar a las generaciones más jóvenes “dentro de los principios morales y espirituales que garanticen el respeto sagrado a la persona”.’

La ONU otorga el estatus consultivo a un colectivo internacional de homosexuales

La asociación ya lo había obtenido en 1993, pero lo perdió por la presencia de grupos que abogaban por la abolición de las leyes sobre la edad de consentimiento sexual

El Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas ha otorgado el estatus consultivo a la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales (ILGA), lo que permite a esta organización asistir e intervenir en las conferencias de la ONU y enviar declaraciones. La decisión se ha tomado hoy en Ginebra por 29 votos a favor, 13 en contra y 6 abstenciones, según ha informado el colectivo en un comunicado.

La ILGA obtuvo ya el carácter consultivo de la ONU en 1993, pero lo perdió en los años siguientes por la presencia de grupos que abogaban por la abolición de las leyes referidas a la edad de consentimiento sexual. La consecuencia fue que la organización expulsó a esos grupos y enmendó sus

estatutos para que se estableciera claramente en ellos su compromiso contra el abuso infantil.

Renato Sabbadini, cosecretario general de este colectivo ha calificado de este día de “histórico” y Pedro Paradiso Sottile, secretario general de la ILGA en Latinoamérica y el Caribe, ha subrayado que se trata de “un acto de justicia y un motivo de orgullo para la comunidad internacional que trabaja por un mundo donde los derechos humanos sean realmente respetados sin ningún tipo de discrimiación”.

Piden que la “disforia de género” deje de ser considerada enfermedad mental

Mantener el término como trastorno mental “estigmatiza a las personas transgénero y restringe su libertad”, apunta el comisario europeo de Derechos Humanos

El comisario europeo de Derechos Humanos, Thomas Hammarberg, pidió hoy la desclasificación de la denominada “disforia de género” como enfermedad mental en organismos médicos internacionales y de países miembros del Consejo de Europa.

Hammarberg advirtió que mantener el término -que designa a las personas que viven un desacuerdo entre su sexo biológico y su sexo psicológico- en la categoría de trastorno mental “estigmatiza a las personas transgénero y restringe su libertad a la hora de escoger un eventual tratamiento” hormonal. El comisario recordó asimismo, en un comunicado, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se encuentra actualmente en proceso de revisión de ese aspecto, por lo que subrayó la “ocasión” propicia para que otras instituciones sigan el ejemplo.

Los transexuales son “víctimas de violentos crímenes de odio”, con 41 asesinatos por ese motivo en Europa desde 2008, en países como Alemania, España, Portugal, Turquía, Rusia o el Reino Unido, indicó el responsable de Derechos Humanos del Consejo de Europa, que incluye a 47 países miembros. “La transfobia es raramente abordada como tal en los códigos penales nacionales. Solo Suecia y Escocia disponen de un código penal que menciona explícitamente los crímenes de odio a transexuales”, destacó.

Hammarberg lamentó también que apenas nueve países del Consejo de Europa han incluido claramente la identidad de género en su legislación de lucha contra la discriminación, una lista en la que no se encuentra España. Señaló, en este sentido, que según varios estudios la mitad de las personas transgénero disimulan su identidad de género en el lugar de trabajo, por miedo a perder el empleo.

Precisamente en España, el pasado 7 de junio, Carla Antonelli se convirtió en la primera mujer transexual diputada autonómica.

El cuerpo sin vida de una mujer transexual ha sido hallado en Chile por la policía

Noticia publicada en Universo Gay

Después de que la mujer desapareciese hace tres días, la policía ha encontrado el cuerpo sin vida de la mujer en una calle chilena, habiendo detenido ya, tras una rápida investigación, al supuesto responsable del crimen.

El cuerpo sin vida de Cinthia González Rodríguez, una mujer transexual de 46 años, ha sido hallado por la policía en Chile después de que se iniciase un operativo de búsqueda por la desaparición de la mujer hace tres días.

La mujer fue encontrada en la calle José Antonio Ríos de El Loa, habiéndose detenido ya al supuesto responsable de asesinato gracias a que la investigación se había iniciado desde el momento en el que se denunció su desaparición, por lo que un vez hallado el cuerpo se tardó unas horas en detener al sospechoso.

El supuesto criminal, O.C.V.M, un ex-futbolista, era amigo de la víctima, quien desempeñaba el comercio sexual.

El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) ha lamentado el suceso, expresando que “lo claro es que la vulnerabilidad social de las personas transexuales incrementa las posibilidades de que sean atacadas, ya que existe la sensación de que este tipo de ataques quedan impunes”.

“La población transexual padece cada día de su vida la discriminación, y por falta de oportunidades laborales y educacionales, debe desenvolverse en ambientes hostiles y peligrosos, como es el comercio sexual. La insensibilidad de las autoridades frente a este tema debe terminar, pues ningún sector social merece ser tratado con indiferencia frente a la violación de un derecho humano tan básico como es la vida”, manifestó el Movilh en un comunicado.

 

La fiscalía investigará la denegación de un tratamiento de reproducción asistida a una lesbiana en Asturias

Noticia publicada por Xega

Europa PressLa Fiscalía Superior del Principado de Asturias ha abierto diligencias de investigación relativas a la denegación a un tratamiento de reproducción asistida a una mujer lesbiana en Asturias en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), según el escrito del Ministerio Público al que ha tenido acceso Europa Press.

La denunciante Silvia García, vocal del área de lesbianas de Xente Gai LGTB Astur (XEGA) aseguró en su momento que la unidad de reproducción asistida del HUCA le negó el acceso al tratamiento por existir, una “orden verbal” de responsables de la Administración sanitaria.

Según ha narrado en el momento en el que denunció el caso el 25 de abril de 2011, la propia García fue el 18 de abril cuando tenía cita en la Unidad de Reproducción Asistida tras haber realizado todas las pruebas médicas necesarias. Pero una vez allí, el jefe del Servicio le trasladó verbalmente la “orden” recibida de la consejería de Salud y Servicios Sanitarios “de no volver a admitir a ninguna lesbiana, ni a mujeres solas”.

Silvia García ha comentado que el jefe de sección le dijo que había recibido esa instrucción en una reunión que mantuvo con responsables de la Consejería del Principado, concretamente con Amalio Alonso y con Joaquín Arcadio Martínez.

“Me siento violada, humillada y vejada” ha asegurado, en su momento, Silvia García, quien ha señalado que la negativa a darle el tratamiento “ataca frontalmente” su libre decisión y supone una clara discriminación.

Pero Silvia García considera “inconcebible” que la Administración sanitaria haga ese tipo de recomendaciones a una mujer sin pareja, porque además sería algo con importantes “riesgos jurídicos y sanitarios”.