Una marcha recorre las calles de Iruñea para mostrar el rechazo a la transfobia

Una manifestación convocada por la Plataforma E28J ha recorrido Iruñea para expresar su compromiso con el respeto a la diversidad y mostrar su rechazo a la transfobia y, en concreto, a la campaña de la asociación ultracatólica HazteOir sobre los menores transexuales.

La marcha contra la transfobia, por las calles de Iruñea. (Jagoba MANTEROLA / ARGAZKI PRESS)

La marcha, precedida por una gran bandera del colectivo trans y una pancarta con el lema «Nafarroa: Tierra de diversidad. Transfobiarik ez», ha contado con la participación, entre otros, de la presidenta del Parlamento foral, Ainhoa Aznárez, y el alcalde de Iruñea, Joseba Asirón.

También han asistido a la misma parlamentarios forales como Laura Pérez (Podemos), Koldo Martínez (Geroa Bai), Bakartxo Ruiz y Adolfo Araiz (EH Bildu).

Xabier Sánchez, portavoz de los colectivos Plataforma E28J y Kattalingune, ha señalado que la polémica con el autobús de la asociación HazteOir es una «anécdota» gracias a la cual la campaña de Chrysallis sobre transexualidad infantil «sigue más viva que nunca».

Así, ha destacado que la transexualidad ha sido «una realidad muy discriminada, muy invisibilizada», pero que se están dando «pasos de gigante» para visibilizarla.

Erika Salvatierra, miembro asimismo de Plataforma E28J y Kattalingune, ha explicado que el objetivo de esta movilización ha sido «decir alto y claro que Navarra dice no a la transfobia, que no vamos a dejar que ningún autobús transfobo entre en nuestro territorio, porque somos diversas, somos plurales y queremos reivindicarlo».

Salvatierra ha valorado en ese sentido la campaña de Chrysallis Euskal Herria y ha subrayado que «la identidad sexual o de género no es una cosa que se decida, no es un capricho, sino que nacemos así y queremos serlo, Tenemos que dejar a esos niños y niñas, a esos adolescentes y esas personas adultas ser cada una como somos».

La plataforma E28J llama a manifestarse en Iruñea contra la transfobia

La plataforma E28J, que agrupa a los colectivos LGTB de Nafarroa, ha convocado para este sábado día 4 a las 18 horas una manifestación en Iruñea, que partirá de la antigua estación de autobuses con el lema ‘Nafarroa, tierra de diversidad, transfobiarik ez!’.

Cartel de la manifestación convocada en Iruñea contra la transfobia.

Con esta movilización, la plataforma quiere reivindicar que «la transexualidad no es una patología y el género de una persona no lo marcan sus genitales», según han señalado Nora Gómez y Erika Salvatierra, que han dado lectura a un comunicado de la plataforma en una rueda de prensa en la iruindarra plaza de Navarrería.

La manifestación de este sábado se producirá tras el rechazo que ha suscitado entre las instituciones, colectivos y partidos navarros el autobús de la asociación Hazte Oír contra la transexualidad, que precisamente los días 5 y 6 de marzo tenía previsto viajar a Iruñea.

No obstante, la plataforma E28J ha explicado que desconocían si finalmente el autobús llegaría a Nafarroa, dado que fue inmovilizado en Madrid. «Hay un segundo autobús, parece ser. Pero no sabemos todavía lo que lleva escrito y no sabemos por dónde andará», ha indicado Nora Gómez.

Los colectivos LGTB de Nafarroa han defendido que «esta sociedad ha avanzado mucho en los últimos tiempos, por mucho que unos pocos se nieguen a verlo y sigan vejando y discriminando a toda aquella persona que no viva según sus estándares». «Este es el momento de todas de demostrar que esos cambios positivos no tienen vuelta atrás. La transexualidad no es una enfermedad», han añadido.

Nora Gómez y Erika Salvatierra han afirmado que «el odio no tiene cabida en nuestro territorio, Navarra es tierra de diversidad y defendemos y reclamamos el valor de las diferencias».

Han indicado que «la sociedad evoluciona hacia la integración de la diversidad y convive sin problemas con realidades como la trans» y han considerado que las compañas contra la transexualidad «no son más que los últimos coletazos del pasado y de los sectores de la sociedad que aún viven anclados en él».

En este contexto, la plataforma ha mostrado su «solidaridad con todas las personas trans que están siendo objetivo de la campaña que busca inocular el odio y la discriminación» y ha instado a la ciudadanía a movilizarse este sábado para «frenar el odio y reivindicar la Navarra floral y diversa».

Desmontando el amor romántico por San Valentín

El feminismo recuerda hoy a las mujeres que el amor no es para siempre, dura lo que dura, que no lo puede todo -la violencia y los malos tratos, por ejemplo-, que no se exige ni se mendiga y que no tener pareja no es estar sola

El amor romántico ha sido y es uno de los temas de los que más hablan y escriben feministas de todos los continentes, conscientes de la importancia de romper con ciertos mitos a la hora de eliminar la violencia de género. Recuerdan, entre otras cosas, que los dos principales mitos del amor romántico son el príncipe azul y la princesa maravillosa, basados en una rígida división de roles sexuales -él es el salvador, ella es el descanso del guerrero– y estereotipos de género mitificados –él es valiente, ella miedosa, él es fuerte, ella vulnerable, él es varonil, ella es dulce, él es dominador, ella es sumisa-. «Estos modelos de feminidad y masculinidad patriarcal son la base de gran parte del dolor que experimentamos al enamorarnos y desenamorarnos, porque se nos vende un ideal que luego no se corresponde con la realidad», apunta Coral Herrera Gómez, Doctora en Humanidades y Comunicación, consultora y docente especialista en este asunto. «Nos pasamos la vida sufriendo decepciones precisamente por estas ilusiones que nos invaden en forma de espejismo. Es cierto que nos ayudan a evadirnos, pero quizás estamos en un momento en el que deberíamos dejar de entretenernos y de escaparnos tanto de la realidad que no nos gusta. La desigualdad, la pobreza, el hambre, las guerras, el engaño de políticos y empresarios a las comunidades, el destrozo medioambiental y la sensación de que nada es lo que parece (ni la democracia, ni la paz) invaden los telediarios. Y mientras, las mujeres siguen esperando a su príncipe azul y los hombres a sus princesas virginales en un círculo vicioso que no se completa jamás, porque no existen y porque las personas somos infinitamente más complejas y contradictorias que los personajes planos de los cuentos patriarcales», argumenta.

La antropóloga Marcela Lagarde sostiene que las mujeres «en el amor seguimos siendo muy idealistas. Somos supermodernas, con todos los elementos de la modernidad -pensamiento crítico, principio de realidad, análisis concreto-, pero en el amor nos perdemos, y seguimos queriendo amar y que nos amen según los mitos tradicionales, universales y eternos que han alimentado nuestras fantasías». Por su parte, Chimamanda Ngozi Adichie, escritora de novelas y autora del libro de 45 páginas ‘Todos deberíamos ser feministas’, que en Suecia se regala en los colegios a los alumnos de 16 años, señala que «como soy una mujer, se espera que yo quiera casarme, se espera que en todas las decisiones de mi vida siempre tenga en mente que el matrimonio es lo más importante. El matrimonio puede ser una fuente de alegría, amor y apoyo mutuo pero ¿por qué se enseña a las chicas a que deseen casarse y no se enseña lo mismo a los chicos?». Otra escritora afroamericana que escribió sobre temas relacionados con los derechos civiles, el feminismo y la exploración de la indentidad femenina, Audre Lore, fallecida en 1992 (su obra más conocida fue el ensayo ‘La hermana, la extranjera’), solía decir al respecto que «cada una de nosotras ha estado tan hambrienta de amor por tanto tiempo que queremos creer que el amor, una vez que lo hayamos encontrado, será todopoderoso». Mientras, Alice Walker, autora de ‘El color púrpura’ (que en el cine protagonizó Whoopi Goldberg), advierte a las mujeres: «Nunca ofrezcas tu corazón a alguien que come corazones, alguien que cree que la carne de corazón es deliciosa y no rara, alguien que succiona los líquidos gota a gota y que, con el mentón ensangrentado, te sonríe».

Mari Luz Esteban, antropóloga en la UPV y referente en el área de la investigación de las emociones, opina que «no es que haya que suprimir el amor de nuestra vida, sino que hay que introducir otras cosas en ella, para equilibrarlo. La gente dice que el amor es lo más importante de la vida, pero yo no estoy de acuerdo. Creo que la libertad es muy importante, así como la justicia, la solidaridad… Puede que el amor sea una de las cosas más importantes, pero no la única, ni la principal». En su opinión, el amor a convertirse en un mecanismo para la dependencia desde el momento en que «se piensa que quien ama no puede pedir nada a cambio; además, esa idea no se les aplica de la misma manera a mujeres y a hombres. A las mujeres se nos dice que somos nosotras las que tenemos que cuidar de las emociones y del amor; nos vemos obligadas a estar pendientes de los demás. Eso, en sí, no es algo malo, pero ¿qué es lo que pasa? Que nosotras tenemos que dar todo ese amor, pero no podemos pedir nada a cambio; es decir, se rompe la reciprocidad en perjuicio de la mujer. Al fin y al cabo, si no se te permite pedir nada, tampoco estás a un mismo nivel de poder». Otra forma de dependencia, añade, «consiste en convencer a las mujeres de que tienen que hacer lo que deben a cambio de amor, y no a cambio de dinero; por tanto, lo que hace una mujer no es un trabajo, no tiene valor. Existen muchas maneras de arrebatarnos la capacidad para exigir lo que nos corresponde, lo cual nos relega a una posición de dependencia del poder».

En resumen, el mito del amor romántico, o al menos lo más perjudicial de la idea, está detrás de consentir a la pareja que restrinja las libertades de la persona. «Esa idea de que por amor hay que estar dispuesto a darlo todo, que los celos forman parte de él y que formar una pareja conlleva anular la individualidad de la persona», subraya María José Díaz-Aguado Jalón, catedrática en Psicología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid.

MOIRA WEIGEL/ ENSAYISTA. AUTORA DE LABOR FOR LOVE “Hay que abolir el género. La revolución sexual de los 60 se limitó a destruir normas”

Publicado en CTXT

JONI STERNBACH

JONI STERNBACH

Moira Weigel (Brooklyn, 1984) es una de las ensayistas del momento en Estados Unidos. Escribe sobre cine, cultura, ideología, sexo o tecnología desde una perspectiva feminista en publicaciones de todo tipo. Lo hace aunando la teoría crítica con la historia literaria y la sociología. Su libro Labor for Love (Macmillan) es un análisis multidisciplinar de la historia y presente de las citas románticas. Durante una reciente visita a Brooklyn para ver a sus padres, Weigel se citó con CTXT en una cafetería cercana al Park Slope de Paul Auster para relatar el origen y desarrollo de las citas como forma de cortejo amoroso y sexual, y su relación simbiótica con el capitalismo y la desigualdad de género.

En primer lugar, ¿cómo define el dating, o las citas románticas?

El dating, las citas, es la forma que adquiere el cortejo en una economía basada en el consumo. Para que surja es necesario que la mujer se incorpore al ámbito laboral y por eso no emerge hasta principios del siglo XX. Se trata de una forma de cortejo definida por dinámicas de mercado. Si uno piensa en las novelas de Jane Austen, se entiende que el matrimonio es un contrato financiero y legal, pero el cortejo previo tiene lugar en el hogar, supervisado por la familia o la comunidad, y fuera por tanto de la economía de mercado.

Las citas emergen cuando hombres y mujeres se mezclan libremente en un ambiente urbano. Para que haya citas, tiene que haber cierta actividad de consumo, un elemento transaccional, que habitualmente implica que alguien le compre algo a alguien cuando ambos quedan para salir. Por tanto, la actividad está imbricada en la economía de consumo. Tanto si se trata de los bares, salas de baile y parques de atracciones que surgían en las ciudades estadounidenses de principios del XX como en el caso de las aplicaciones de móvil para citas que abundan en estos días, constantemente surgen formas en las que el cortejo se incorpora en el mercado, o en las que la atracción sexual y el deseo operan como motor del mismo.

La mayor parte del debate público mainstream sobre las citas tiene que ver con cómo la actividad se encuentra en una gran crisis. A menudo, se achaca la crisis del romance a las nuevas tecnologías. Usted, sin embargo, defiende que ha existido desde siempre, que es “una crisis constante”. ¿Por qué hablamos de ello precisamente ahora?

Porque ese discurso de crisis naturaliza y expresa una cierta ansiedad sobre los roles de género. También sirve para naturalizar lo que había antes y presentarlo como ahistórico o bueno. Cuando uno lee un artículo del New York Times en el que se dice “se acabó el cortejo por culpa del teléfono móvil”, eso cumple la función de presentar la anterior forma de cortejo como algo natural y atemporal. Es como si desde los cavernícolas hasta el iPhone 6, los hombres y las mujeres se hubieran dedicado alegremente a las citas y ahora, con la llegada del iPhone 6, estamos todos jodidos.

¿De dónde surgen las citas? ¿Quién las inventó?

Me gusta decir, en broma, que las citas se inventaron, exactamente, en 1896, que es la primera vez que se publica la palabra date.

Hasta ese momento, si fueras mi pretendiente y quisieras venir a verme, yo esperaría en el salón de mis padres durante horas hasta que aparecieras. Pero la palabra cita refleja que tanto la mujer como el hombre trabajan fuera del hogar. Vienes a recogerme de un lugar concreto a una hora determinada.

En la década de 1890, se produce una oleada de inmigración masiva del campo a la ciudad y, a la vez, de Europa a las ciudades de Estados Unidos. La nueva clase obrera urbana vive en apartamentos o habitaciones pequeñas, a menudo compartidas. En esas condiciones, resulta muy difícil tener privacidad. Casi la mitad de las mujeres ya trabajaban fuera de casa para el año 1900. Por primera vez, los hombres y las mujeres se encuentran en el espacio público, y así se inventan las citas. Pero la frontera entre las citas legítimas y el trabajo sexual siempre ha sido muy porosa, ya que en las citas se espera que el hombre compre algo a la mujer, o la invite a algo, a cambio de algo romántico. Cuando surgen las citas, la clase media no las reconoce como tales, y las autoridades arrestan a las mujeres que se citan con hombres. A menudo se les lleva a comisiones para la reforma moral o a lugares en los que se les obliga a coser y a hacer trabajo menial.

Al escribir sobre esta época, menciona el informe de una trabajadora social en 1915, que describe cómo las mujeres de la época se quejaban de que la única manera que tenían de disfrutar del ocio era que los hombres pagasen por él, se sobreentiende que a cambio de algo. ¿Es ahí donde se hace evidente la frontera porosa de la que hablaba?

Exacto. Hay que tener en cuenta que el sexismo estructural que supone la desigualdad salarial está imbuido en el ADN de las citas. Debo decir que soy consciente de que los hombres se citan con otros hombres, igual que las mujeres, y que no pretendo hablar solamente de la gente heterosexual, pero escribo sobre una institución cuya historia hegemónica ha sido heteronormativa. Cuando un hombre y una mujer salen juntos, se presupone que el hombre paga, porque los hombres ganan mucho, mucho más que las mujeres y porque el espacio público siempre les ha pertenecido a ellos.

Cuando las mujeres empiezan a adentrarse en los bares y otros espacios hasta entonces reservados a hombres, surge lo que llamo el complejo de la prostitución, una suerte de ansiedad que nunca ha desaparecido del todo. Incluso hoy, si quedáramos para una cita y me llevaras a un restaurante muy caro, me sentiría incómoda, porque sentiría que te debo algo.

Estos elementos transaccionales surgen porque una persona está pagando, aunque sea de manera indirecta, por el tiempo y la atención de otra, y quizá algo de sexo. Llamémoslo consideración romántica. Es algo parecido a una entrevista.

Hay algo sorprendente en su relato: cuando describe cómo eldating sacó el cortejo del espacio privado al público, añade que eso hizo que las mujeres perdieran poder relativo. ¿Por qué no al revés?

Me alegro mucho de que lo hayas leído así de bien. Hay quien no lo ha entendido. Efectivamente, defiendo que las mujeres perdieron cierto poder sobre sus vidas con esa evolución. Como siempre, nos gusta pensar en el desarrollo capitalista como una historia de avances en el terreno de la libertad a través de la apertura de nuevos mercados. Yo creo que es un arma de doble filo. Por un lado, es positivo que las mujeres puedan desenvolverse en público, que se les permita conocer a gente por sí solas, salir con alguien sin tener que esperar con su madre y su tía a que un tipo aparezca en su casa. Eso permite que las mujeres se expresen con mayor iniciativa. Por otro lado, en la época anterior al dating, las mujeres eran las anfitrionas. La mujer recibía al hombre que venía a verla. Tenía que invitarlo. Hay cierto poder social que va aparejado a eso, una sensación reconfortante de que tu familia se encargará de protegerte. Se juega en tu terreno.

En el libro, rechaza la noción de que los roles de la mujer como ama de casa que se encarga de la familia y el hombre que compite por el trabajo y el dinero en la esfera pública estén programados en nosotros. ¿Cómo se desarrollaron, económica e ideológicamente esos roles?

Me hace gracia, porque mi respuesta es… Por el capitalismo. Si hubiéramos ido a una granja en 1600 y les hubiéramos dicho a los que vivian ahi: ‘Bueno, lo que él hace es trabajo, pero lo que hace ella, matar a la gallina, cocinarla para cenar, tener a los hijos, criarlos y luego acompañar al marido a trabajar en el campo, eso no es trabajo’, su respuesta sería: ‘Menuda estupidez’. Todo forma parte del mismo proceso, del mismo esfuerzo colectivo. Pero al surgir el trabajo asalariado y la industrialización, nacen toda una clase de trabajos que tienen lugar fuera del hogar, reservados para hombres, y con ellos la noción de que las mujeres no trabajan. Como cuenta Silvia Federici, crece en paralelo todo un discurso filosófico que construye la idea de que los hombres y las mujeres son completamente diferentes. Hoy en día, nos resulta muy difícil desnaturalizar esas presunciones, que tienen siglos de vida. Es un producto de la organización del trabajo que surge con el capitalismo industrial y pervive con la sociedad de consumo del siglo XX, aunque empieza a agrietarse. Quizá ahora, con la digitalización y la precarización del trabajo, las cosas cambien. Sinceramente, no lo sé.

Otro aspecto de esa comercialización de la vida, del que habla en el libro, es el desarrollo y socialización del gusto. ¿En qué medida tiene relación la inclinación estética con el desarrollo de las citas?

En los años 20, empiezan a surgir la moda barata y el maquillaje y toda una serie de productos que ayudan a expresar el gusto. Aparecen también las revistas de tirada nacional, lo que contribuye a establecer paradigmas estéticos de buen o mal gusto. De la mano del consumismo, surge una enorme masa de población que se observa y se atrae en la esfera pública. Y surgen también todas estas industrias, que ayudan precisamente a atraer y atraerse. Hoy en día, sucede algo parecido con los me gusta de las redes sociales y las aplicaciones de citas, en las que el gusto sirve para estructurar un protocolo por el que se busca gente con la que salir. Y todo esto tiene mucho que ver con la clasificación de la gente por criterios de clase, y la estratificación de clase de la sociedad.

Si alguien dice, me encanta Wallace Stevens, o David Foster Wallace, esa persona probablemente estudió en una universidad cara y elitista, de artes liberales. Hay un montón de estudios que demuestran que la gente tiende a escoger de manera abrumadora a otra gente de su clase social en as aplicaciones de citas como Tinder, a menudo guiándose sólo por fotografías. Existe toda una semiología visual sobre cómo señalar eso. Si me aparece un chico musculoso y engominado, con el pelo para arriba, sabré automáticamente que pertenece a una clase social diferente a la mía. En Estados Unidos, la calidad de la dentadura es otro barómetro que sirve para determinar la clase de cada uno. De manera subconsciente, telegrafiamos y decodificamos todas esas señales sobre el origen social. Antes, en el mundo anterior a las citas, el rabino elegía a alguien de una familia como la tuya o un hombre adecuado de tu misma clase para que viniera a cortejarte. En ausencia de esas estructuras articuladas explícitamente para emparejar a la gente de acuerdo con su procedencia social, el gusto cobra un papel mucho más importante. Pero es obvio que el gusto no solo refleja la clase, sino también las aspiraciones de clase.

Escribe además acerca de la erortización de la actividad comercial. ¿En qué consiste ese fenómeno, y qué efecto tuvo en la vida amorosa de la gente?

Una vez que se le empieza a vender a la gente cosas que realmente no necesita, se hace imperativo añadir cierto atractivo erótico a esas cosas. Pero lo fascinante es cómo, poco a poco, la cultura va erotizando el trabajo en sí mismo. A partir de los años 50, las mujeres se reincorporan al mercado de trabajo. Tener una carrera se vuelve sexy. La oficina se vuelve sexy. Una se pone toda suerte de atuendos de trabajo, y empieza a flirtear.

En cierto modo, las realidades del dating, el flirteo y las relaciones que se forman en la oficina contribuyen a la idea de que todos debemos amar el trabajo, que es una idea muy esclavizante y que, irónicamente, nos deja sin tiempo para disfrutar del sexo o las relaciones de pareja. Hace poco, entrevisté a una ejecutiva de Silicon Valley para un artículo. Me contó que había contratado a un matchmaker al que pagaba 100.000 dólares al año por encontrarle novio, porque, según me dijo, no tenía tiempo para buscarlo ella. Me tuve que morder la lengua para no preguntarle: ‘Pero, ¿tienes tiempo para una relación de pareja?’ Amamos tanto el trabajo que no tenemos tiempo de hacer nada más que trabajar. Y también tenemos que pensar en todo como si fuera trabajo. Me refiero a la manera en que la gente concibe las dietas, o el ejercicio, o ciertos proyectos como si fueran productivos. No se nos permite limitarnos a pasarlo bien. Todo tiene que quedar subsumido dentro de alguna lógica productiva.

La gente cada vez se casa menos, o más veces, o más tarde, y se divorcia más. ¿Qué le ha sucedido a la cita ahora que el matrimonio no está, necesariamente, al final del camino del romance? ¿Se ha vuelto más casual?

En EEUU, solo los blancos ricos heterosexuales se casan en proporciones significativas. El matrimonio también tiene su estratificación de clase. Si has estudiado en Columbia, o Harvard, y tienes ciertos ingresos, es mucho más probable que te cases, y más improbable que te divorcies que la gente de tu clase hace una generación. Por otro lado, la gente sin estudios superiores ya casi no se casa, lo cual tiene sentido económico, dadas sus circunstancias.

Tiendo a pensar que todos estos supuestos problemas morales son, básicamente, económicos o materiales. Durante décadas, se ha patologizado desde la política a los negros en Estados Unidos por no casarse. Ahora se hace con los blancos pobres. Pero creo que es solo un reflejo de la precariedad e incertidumbre a la que se enfrentan estos grupos. En las citas, igual que en todo lo demás, hay dos Américas.

Estoy de acuerdo en que el hecho de que el matrimonio no esté necesariamente al final del camino genera nuevas posibilidades y libertad, pero también da lugar a ansiedades nuevas. No sé si nos hace más felices.

Escribe que el trabajo influye en nuestras citas, y viceversa. ¿En qué se manifiesta esa relación mutua?

De dos maneras, fundamentalmente. En primer lugar está la más obvia y literal: el tiempo que la gente pasa trabajando, desde dónde lo hace, etc, influye en nuestra vida romántica. Antes la gente decía: ‘Te paso a recoger a las seis’. Ahora, ¿quién sabe cuándo terminará de trabajar? Así que ya nos escribiremos mensajes.

De manera algo más abstracta, las ideas que tenemos sobre el valor económico están imbricadas en cómo nos enfrentamos al sexo y al amor. Hoy en día, está totalmente asentada la noción de que el mercado y sus leyes deben gobernar nuestra vida sexual e íntima. Pero ese concepto hubiera resultado muy alarmante en 1800. Frases como hard to get, o estar en el mercado reflejan cómo aplicamos el lenguaje de la economía a su vida sexual o amorosa. Se habla de optimizar una cita, del coste-beneficio de una relación. Son términos de mercado, cada vez más extendidos, en especial ahora que nos toca negociarlo todo en el terreno romántico. En la universidad, por ejemplo, reina el pánico entre los profesores y padres en torno a la cultura del lío. Lo curioso es que, mientras les decimos a los estudiantes que se preparen para un mundo en el que nada será permanente, en el que siempre habrá opciones y riesgos nuevos, mientras les decimos que sean flexibles en el trabajo y la vida, nos echamos las manos a la cabeza porque no tienen parejas estables y se acuestan todos con todos.

Eso nos lleva directos al argumento central del libro, que es que las citas son, en sí mismas, una forma de trabajo, tanto físico como emocional. ¿Puede explicar a qué se refiere?

Por supuesto. La inspiración vino de la tradición marxista feminista que analiza el trabajo doméstico y los cuidados como actividades económicas no remuneradas. Lo mismo sucede con las citas, que conllevan toda clase de actividades económicas, bien de trabajo o de consumo, como ir de compras, ir al gimnasio, mantener los perfiles de redes sociales o el maquillaje.

Escribe sobre cómo a su generación se le ha enseñado que el feminismo es algo que “ya pasó”. ¿Cómo es posible que las mujeres no sean completamente libres en lo relativo al sexo y al amor, después de la revolución de los 60?

Esa revolución sexual tuvo muchas limitaciones. Creo que fue una revolución negativa, en el sentido de que se centró en destruir ciertas normas sociales. Eso no es malo, pero es insuficiente. Se destruyeron ciertas formas o restricciones que era necesario destruir para avanzar en la libertad de todos, pero no se hizo suficiente hincapié en la persistencia de ciertas dinámicas de género. Dentro del Summer of Love, hubo quien se preguntó: ‘Bueno, ¿y ahora quién limpia la comuna?’ Obviamente, tu novia. Quizá sea yo la anticuada, pero creo que mucho de esto tiene que ver con las condiciones materiales. Las mujeres siguen ganando mucho menos que los hombres. En una sociedad sin apoyo social o del Estado para criar a los hijos, las consecuencias recaen desproporcionadamente en las mujeres. Si te limitas a eliminar todas las reglas del momento, dejando intactas las desigualdades estructurales preexistentes, terminas en una situación en la que todo el mundo tiene la libertad de usar a todo el mundo. Pero, precisamente por las desigualdades preexistentes, eso quiere decir que algunos tienen más libertad para usar a los demás que otros. La generación de los hombres del 68 se limitó a vivir las fantasías Playboy de sus padres reprimidos. Hay que abolir el género.

Ha mencionado que no quería hablar solo de parejas heterosexuales. ¿Qué hay del colectivo LGBT, y en particular la comunidad queer? ¿En qué medida su historia del dating es diferente de la de los heterosexuales? En el libro habla de cómo han abierto camino en muchos ámbitos, y pone de ejemplo la aplicación Grindr.

Siempre han sido pioneros, sí. Lo cierto es que durante el periodo que cubre este libro, que es casi en exclusiva el siglo XX, todo lo que hacían los queer en el terreno romántico o sexual no se tenía en cuenta como dating. No se reconocía ni legalmente, ni tampoco existían instituciones comercialmente orientadas hacia el colectivo gay. Esto ha cambiado algo con el movimiento por el matrimonio gay y sus victorias en los últimos años, pero durante la mayor parte de la historia de las citas románticas, los LGBTQ han estado en la sombra. Lo irónico es que, como apuntabas, la gente LGBTQ siempre ha estado en la vanguardia en lo relativo al sexo y el romance. En los años 20 y 30, desde luego, organizaban las mejores fiestas. Además, se produce un fenómeno de apropiación, de manera que cada vez que hay un grupo queer haciendo algo interesante, en el momento en que el fenómeno crece lo suficiente como para llamar la atención de las corporaciones, y que estas vean una oportunidad de negocio, lo colonizan de alguna u otra manera. Grindr, el precursor gay de Tinder, es un ejemplo. Otro es la cadena, TGI Fridays, en la que un tipo heterosexual tuvo la idea de hacer un bar gay para heteros, y se forró. Hay una gran creatividad y fortaleza crítica en los márgenes del dating.

Si queremos una tercera revolución sexual, o una revolución sexual mejor, la gente más preparada para llevarla a cabo es la de orientación sexual no normativa.

¿Tiene algo que ver el hecho de que dichos colectivos no acarreen la losa de la tradición cultural que llevan consigo los heterosexuales, que coarta a menudo la libertad y resulta esclavizante, como viene describiendo a lo largo de esta charla?

Es muy probable. En el libro analizo cómo muchos de nuestros problemas románticos tienen su raíz en las construcciones de género binarias. Precisamente por eso, observar las citas entre el colectivo queer resulta muy clarificador. A menudo, los consejos para las citas escritos para gente heterosexual son muy abusivos y desagradables, incluso inhumanos. Los hombres juegan a ese juego, y las mujeres siguen las normas. No es el caso de los consejos para gente queer. Y eso deja claro lo destructivos que son los roles de género mercantilizados y fantasiosos que son hegemónicos entre los heteros. Una vez que se sale de ese impasse definido por los roles de género preestablecidos, todo es mucho más fácil, mucho mejor y humano; fluye la comunicación. El problema es, en gran medida, el género. Las distinciones radicales de género son lo que tenemos que abolir, para encontrarnos los unos con los otros como seres humanos.

AUTOR

  • Álvaro Guzmán Bastida

    Nacido en Pamplona en plenos Sanfermines, ha vivido en Barcelona, Londres, Misuri, Carolina del Norte, Macondo, Buenos Aires y, ahora, Nueva York. Dicen que estudió dos másteres, de Periodismo y Política, en Columbia, que trabajó en Al Jazeera, y que tiene los pies planos. Escribe sobre política, economía, cultura y movimientos sociales, pero en realidad, solo le importa el resultado de Osasuna el domingo.

Zinegoak dedica su cartel a la identidad y la expresión de género

El Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas LGTB de Bilbao celebrará su decimocuarta edición entre el 20 de febrero y el 5 de marzo.

Zinegoak, el Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas LGTB de Bilbao, ha presentado este miércoles el cartel de su decimocuarta edición, que ha decidido dedicar a la identidad y expresión de género, con el objetivo de “continuar introduciendo para un público amplio conceptos que no suelen ser protagonistas de forma habitual”.

Para ello, ha utilizado la imagen de “una persona que no es hombre ni mujer: es muxe”, un género que “la cultura zapoteca del istmo de Tehuantepec reconoce desde hace siglos como una tercera opción, ni mejor ni peor que hombres o mujeres, sino distinta y con características propias y diferenciadas”, han explicado los responsables del certamen bilbaíno.

El director de Zinegoak, Pau Guillén, ha señalado que, aunque “a mucha gente le sorprende descubrir que existen culturas que reconocen géneros más allá de lo masculino y lo femenino”, en la actualidad algunos países occidentales “incluso aceptan de forma oficial la existencia de los llamados géneros no binarios”.

Además de tratar este tema en el cartel de su edición 2017, que se celebrará del 20 de febrero al 5 de marzo, la programación de Zinegoak también tratará varios temas relacionados con la diversidad de género en sus actividades en Bilborock, La Fundición, Sala BBK, Kafe Antzokia, BilbaoArte y otros espacios de la capital vizcaína.

Entre sus novedades, habrá actividades formativas que se organizarán con el alumnado universitario, además de la producción de la obra de teatro ‘Inundación’, bajo la dirección de la dramaturga argentina Magda de Santo, que será la encargada de clausurar el festival.

El grupo homófobo Hazte Oír carga contra una serie infantil de TVE que muestra una boda entre dos mujeres

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Momento del capítulo en el que aparece una boda entre dos mujeres

La guerra que los colectivos ultracatólicos han iniciado contra el colectivo LGTBI escribe un nuevo capítulo con una recogida de firmas que alberga la web Hazte Oír. Más de 16.000 personas han apoyado en apenas 48 horas una petición dirigida al director de RTVE, José Antonio Sánchez Domínguez, contra una serie de dibujos animados del canal infantil de TVE Clan y que la semana pasada emitió un capítulo en el que aparecía una boda entre dos mujeres.

Para los ultracatólicos esto es una forma “ de normalizar las ‘familias’ formadas por dos personas del mismo sexo. De esta manera niega a los niños el derecho a tener un padre y una madre”, asegura su presidente Ignacio Arsuaga. La petición homófoba se centra en que Cleo, la serie protagonizada por una perra y dirigida a menores de entre cuatro y siete años, “impone un modelo de familia que no se corresponde con la familia: una boda de dos mujeres”.

El sociólogo y activista por los derechos LGTBIQ Lucas Platero califica de “poco inteligente” este tipo de iniciativas que “niegan  la diversidad que ya existe” porque “los niños y niñas ya viven esa diversidad”. Crea, asegura el experto, “el mismo escándalo que hace años una pareja divorciada y dentro de unos años será ya tan habitual un matrimonio lésbico como un divorcio”.

“Puede haber sido tu hijo, tu nieto, tu sobrino, tu ahijado. Cualquiera de ellos puede haber asistido a esta boda: la boda de María y Lucia, que los niños han podido presenciar gracias a la programación de la cadena infantil Clan”, señala la iniciativa. La petición prosigue con los argumentos homófobos acusando a TVE de “tratar de destruir la familia” y llevarse por delante “el derecho de los niños a tener un padre y una madre”.

Parece que a Hazte Oír le ha molestado especialmente que mientras se presentaba la escena de la boda, el locutor del capítulo afirmara que  “a nadie le interesa casarse hoy en día, pero esto esta es una boda muy especial”. Los firmantes concluyen la petición ensalzando la que llaman “familia natural”, la que dicen, “es la formada por un padre y una madre y que los niños tienen derecho a ella”.

El avance de los derechos LGTB a través de legislaciones autonómicas como la de Madrid o Andalucía o la mayor visibilidad del colectivo en medios en los últimos años ha rearmado a los grupos ultracatólicos y homófobos, que mediante campañas mediáticas, recogidas de firmas y acciones legales atacan a las personas gays, lesbianas, bisexuales o transexuales y sus derechos.

Este mismo martes se daba a conocer una plataforma contra las leyes LGTB aprobadas en varias comunidades, apadrinada por Mayor Oreja, que asegura que estas legislaciones vulneran casi una decena de artículos de la Constitución. “La homosexualidad no puede convertirse en un dogma de Estado”, aseguran los integrantes, entre los que se encuentran Hazte Oír o la  Universidad Católica de Murcia.

Este año, que coincide con la aprobación de algunas de estas normas que incluyen educación en diversidad afectivo sexual o medidas de lucha contra la homofobia, Hazte Oír acumula una larga lista de acciones homófobas. Entre ellas, la petición de retirada de un anuncio con una pareja de padres a El Corte Inglés o el envío de miles de folletos que identifican las leyes contra la LGTBfobia como un ataque a los heterosexuales a colegios e institutos públicos, privados y concertados.

La vizcaína Alicia Costa ganó la quinta edición del premio literario ‘Madelón’

La segunda clasificada fue Saioa Etxegi de Ibarra, del certamen juvenil de temática gay, lesbiaba, transexual y bisexual

Alicia Costa. Premios Madelon. Errenteria. 10-12-2016. Foto Arizmendi

Ganadora. La vizcaína de 17 años Alicia Costa. / FOTOS ARIZMENDI

La vizcaína de Leioa de 17 años, Alicia Costa, se proclamó ayer ganadora de la quinta edición del certamen literario para jóvenes de temática gay, lesbiana, transexual o bisexual ‘Madelón’, convocado cada dos años por Ehgam para recordar la figura del activista errenteriarra en favor de los derechos de los colectivos antes señalados, Santi Altxu, conocido con el sobrenombre de ‘Madelón’.

La batalla de 1931

Alicia Costa ganó el premio gracias a su trabajo titulado ‘La batalla de 1931’, escrito en castellano y del que el jurado compuesto por el escritor errenteriarra, Oier Gillán y la actriz y escritora. también de la vila, Ainara Gurrutxaga, destacaron su forma de escribir «directa, correcta y limpia y en cuanto al contenido se refiere hemos valorado el esfuerzo de recrear un contexto histórico, unido a un impulso universal: el reflejo de la lucha en los primeros pasos al aceptar, aflorar y reivindicar a una misma persona tal y como es y decide ser».

La joven vizcaína recibió el premio dotado con 300 euros y diploma en la sala capitular de Errenteria.

El segundo premio fue para el trabajo en euskara, escrito por la joven de 16 años de Ibarra Saioa Etxegi, titulado ‘Lokarriak’ y por el que recibió 150 euros y diploma.

Gillán y Gurrutxaga valoraron del mismo su manera de escribir «rica en formas y expresiones, uniendo una manera de contar abierta con otra más ligada al simbolismo y en cuanto al contenido, expresa la tensión en las relaciones que nos atan y liberan, luchas interiores, reflejos de libertad, actitud de romper y abrir actitudes en contraste con una lucha interior».

Mikel Martín Conde, en nombre de la organización dijo que este año se han presentado un total de ocho trabajos a este certamen de carácter bienal.

Activista local

Visiblemente emocionado recordó la figura de Santi Altxu ‘Madelón’ en cuyo homenaje se convocan estos primeros literarios juveniles del que dijo que «fue un activista que empezó hace 40 años con las diferentes movilizaciones en Errenteria para reclamar los derechos humanos para todas aquellas personas que amamos diferente».

Por ello explicó que se había elegido expresamente para la entrega de los premios la fecha del 10 de diciembre por ser considerado el Día Internacional de los Derechos Humanos y que se celebró ayer.

Mikel Martín recordó que hoy en día «todavía hay ocho países en el mundo que condenan a la pena de muerte a los homosexuales y existen más de 70 países en los que éstos son perseguidos y no se reconocen unos derechos «que Altxu y otros como él comenzamos a reivindicar hace casi 40 años, perdiendo el miedo».

Al hilo de su discurso Ainara Gurrutxaga señaló que se había visto gratamente sorprendida de que las nuevas generaciones, como se refleja en la edad de los participantes en esta quinta edición del Premio Madelón, muestren también una gran sensibilidad por el reconocimiento de estos derechos.

Dijo que todos ellos se caracterizan por la valentía de sacar a la luz sentimientos muy íntimos y por compartir reflexiones universales con los lectores de las obras.

Importancia de escribir

El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Errenteria, Ion Collar, presente en el acto de entrega de premio agradeció a los asistentes al evento, algunos llegados desde Bizkaia, así como a los organizadores y a la familia de Santi Altxu.

Dijo que con la convocatoria de estos premios se mantiene vivo el recuerdo y la figura de Altxu y agradeció a los que han presentado sus trabajos al certamen ya que el escribir «es una forma de libertad».

Finalmente la familia agradeció a los organizadores que sigan celebrando cada dos años el certamen y mantengan el recuerdo de Santi Altxu vivo.

El trivial feminista que cambia a Platón por Simone de Beauvoir

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Imagen de la campaña ‘Feminismos Reunidos’ / Sangre Fucsia

Ha arrasado antes de existir. El trivial feminista –que será una realidad a principios de 2017– va a revolucionar más salones de los que pensaba su colectivo impulsor, Sangre Fucsia, cuando echó a andar el proyecto. En un principio pedía 4.000 euros en una de recaudación para elaborar unos 500 juegos. El primer día ya pulverizaron su objetivo inicial.

Diez días después alcanzaba los 30.000 euros de recaudación y tras un mes y medio de campaña, ya finalizada, el trivial “Feminismos Reunidos. La revolución empieza en tu salón” ha conseguido recolectar 71.000 euros. El juego, que quiere dar la vuelta a la cultura, la historia o la ciencia, ya no llegará a unos cientos de hogares, sino que Sangre Fucsia hará entre 3.000 y 3.500 juegos.

El colectivo está formado por seis mujeres que se unieron en 2013 para emitir un programa de radio feminista desde el centro social madrileño la Eskalera Karakola. Ninguna de sus integrantes se había imaginado que el proyecto podría llegar a tener este alcance. La idea surgió el otoño pasado mientras jugaban a ‘¿Quién sabe Marx?’, un juego de mesa ideado por el Partido Comunista de Euskadi. “¿Y si lo hacemos en clave feminista?”, se preguntaron.

Aseguran que les ha dejado “absolutamente abrumadas” porque su meta más ambiciosa “era llegar a los 6.000 euros para poder hacerlo a color”, asegura Elisa Reinohueco, miembro de Sangre Fucsia. Esto ha provocado que las fechas que manejaban al principio –planeaban que el juego llegara antes de Navidad– se hayan visto alteradas y los objetivos ampliados.

Además de elaborar más juegos, que estarán disponibles también en algunas tiendas, donarán varios a centros sociales, colegios e institutos, asociaciones feministas o ludotecas públicas y mejorarán su estudio de radio además de pagar por adelantado varias aportaciones mensuales a la Eskarela Karakola, local cedido por el Ayuntamiento que se financia de los grupos que desarrollan en él actividades.

1.200 preguntas y seis categorías

Las figuras de Platón y Simone de Beavoir ilustran la idea impulsora del colectivo: aunque poco tengan que ver el uno y la otra, ambos hicieron aportaciones clave al pensamiento filosófico pero si se pregunta por ellos ,muchos sabrán decir quién fue el primero y no tantos quién fue ella. La autora de El Segundo Sexo es una de las figuras femeninas que ilustran cada una de las categorías en las que se divide el juego. 

El trivial feminista ha sido planteado siguiendo las líneas del juego de mesa original, en el que apenas es frecuente encontrar a mujeres en sus preguntas. Este lo componen cuestiones que tocan temas relacionados con figuras de referencia en el feminismo, la sexualidad, temática LGTBIQ, activismo, aportaciones de mujeres a la cultura, los avances en materia de derechos o el papel de las mujeres a lo largo de la historia.

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Tablero de ‘Feminismos Reunidos’ / Sangre Fucsia

A Simone de Beauvoir le acompañan como representantes de cada una de las categorías la activista antirracista Angela Davis, la filósofa referente en Teoría Queer Judith Butler, la artista Frida Kahlo, la primera astronauta Valentina Tereshkova y  la autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, O lympe de Gouges, en contraposición al mismo texto elaborado al calor de la Revolución Francesa, pero que solo incluía a los hombres.

Las seis figuras custodian 1.200 preguntas entre las que se encuentran algunas adelantadas por Sangre Fucsia como “¿Cuál es el país del mundo con mayor porcentaje de mujeres diputadas en el Parlamento en 2015: Suecia, Ruanda o China?” [Ruanda] o “¿A qué se atribuye habitualmente la asociación del color violeta con el feminismo?” [Al humo teñido como consecuencia del incendio provocado el 8 de marzo de 1908 contra las obreras de una fábrica textil de Nueva York].

También sobre referentes teóricos como “¿Qué corriente feminista inauguró a principios de los 80 la socióloga francesa Christine Delphy?” [Feminismo materialista] o sobre literatura: “¿A qué género literario se dedicaban las escritoras suizas Annemarie Schwarzenbach y Ella Maillart a principios del siglo XX?” [Literatura de viajes].

“La lucha empieza jugando”

Sus impulsoras aseguran que las preguntas van dirigidas a todos los públicos. “No importa tu nivel académico, cuantos puntos tengas en tu carné activista ni la tendencia feminista con la que más te identifiques. Aquí lo importante es aprender y divertirse, porque la lucha empieza jugando”, apuntan en la presentación del trivial.

De hecho, esa unión de feminismo y ocio es lo que, a juicio de Sangre Fucsia, más a influido en la amplia aceptación del trivial. El colectivo define el juego como “un espacio para el diálogo y el juego”, asegura Reinohueco, y “como una oportunidad para invocar la curiosidad de la gente para que empecemos a cuestionar la historia hegemónica”.

Una historia, dice, que “está asentada en estructuras que invisibilizan el trabajo, las aportaciones y la vida de muchos colectivos, entre ellos las mujeres”. El interés creciente que despierta el feminismo es otro de los factores que Sangre Fucsia identifica como condicionantes de su éxito.

“El interés del proyecto tiene bastante que ver con el tema lúdico, pero también con el feminismo en general porque llevamos un tiempo en el que cada vez interesa más. Era una combinación bastante interesante y atractiva”, concluye Reinohueco.

10.000 luces de Navidad para dar una lección a sus vecinos homófobos

Una estadounidense protesta contra la intolerancia con una bandera LGTBI muy navideña

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Para muchos, los vecinos son esas personas sin nombre con las que se cruzan de vez en cuando. Si estableces contacto, puedes descubrir a alguien maravilloso con quien compartes la forma de ver el mundo. También te arriesgas a todo lo contrario. Así le sucedió a Lexi Magnuson, una estadounidense “cabreada” con una de sus vecinas. En su primera conversación le explicó por qué acababa de mudarse a su ciudad, Silverdale (Washington): “Me dijo que se había trasladado aquí porque creía que en Oregon sus hijos estaban demasiado expuestos a gays y transexuales”.

Magnuson explica en Facebook su incómodo encuentro con esta persona. Tras despedirse, se comió un bol entero de nachos para calmarse y decoró el exterior de su casa con luces de Navidad. Los colores de los adornos conformaban la bandera LGTBI, con el objetivo de dar una lección en igualdad a su adorablevecina. Le hizo una foto a su particular decoración navideña, la publicó en Facebook y ya acumula 1.800 compartidos y 13.000 reacciones.

“Has ganado internet y mi corazón”, “¿quién es una heroína? tú, señorita” o “déjalas todo el año” son algunos de los comentarios que Magnuson ha recibido en su post de Facebook. La estadounidense también ha publicado su historia y la imagen en Reddit, donde aporta algo más de contexto sobre la conversación que la motivó para colocar las luces con los colores LGTBI.

“Nuestros nuevos vecinos son unos intolerantes.  Ya que las agresiones conllevan cargos, he tomado una actitud pasivo-agresiva”, indica Magnuson. En los comentarios, uno de los usuarios de esta red social le pregunta cómo sabe que sus vecinos son homófobos. Entonces, Magnuson entra en detalles: “Vino a mi casa al escuchar que éramos mormones -como la vecina-. Ya no lo somos, ni vamos a la iglesia, lo que le explicó mi marido, pero ella no pareció pillar el mensaje”.

“Pese a todo, dando por hecho que éramos aliados, empezó a contarnos lo horrorizada que estaba de que su hijo fuese rechazado cuando le pidió a una chica que acudiese al baile de graduación con él. Esa chica iba a ir con su novia. Además, se quejó de que se celebrase una asamblea sobre personas transgénero en el mismo instituto. Era demasiado para ella”, dice.

La vecina de Magnuson terminó su discurso, según su post en Reddit, asegurando que ella y su familia necesitaban irse de allí porque estaba harta de que homosexuales y transexuales hiciesen su vida “como si nada”. Las luces de Navidad son la respuesta de Magnuson a sus nuevos vecinos. “No solo quiero tolerancia para los grupos minoritarios. Quiero igualdad, aceptación, amor y amistad”, añade en Facebook.

‘Chemsex’, el «preocupante fenómeno» del sexo con drogas

El primer estudio realizado en España cifra en un 37% de varones que practican estas conductas con hombres infectados por VIH

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‘Chemsex’ (que viene del inglés, chemical sex, sexo químico) es el nombre bajo el que se esconde «un preocupante fenómeno»: tomar drogas para practicar sexo, una moda instalada en países como Reino Unido o Estados Unidos y que se ha popularizado en el Estado en los últimos dos años. El primer estudio que explora la magnitud de la utilización de drogas durante las relaciones sexuales en España cifra en un 37% el número de hombres que tienen sexo con hombres infectados por el VIH, una conducta de riesgo porque «el uso de alcohol y drogas durante las relaciones sexuales se asocia a un aumento de la práctica de conductas sexuales desprotegidas», han alertado los especialistas.

El informe, elaborado en 22 hospitales madrileños con la participación de 40 investigadores, ha sido presentado hoy por el expero en infecciones del Hospital Infanta Leonor, Pablo Ryan; la investigadora del Hospital La Paz, Alicia González, y el representante de la asociación Madrid Positivo, Jorge Valencia, en el marco del Congreso Nacional de GeSida que se celebra en Donostia.

Se conoce por ‘chemsex’ al uso de drogas psicoactivas durante las relaciones sexuales en hombres que tienen sexo con otros hombres, han explicado. Las sustancias relacionadas con esta práctica suelen ser estimulantes como mefadrona o metanfetamina y desinhibidoras como GHB o Ketamina. Los expertos han alertado de que estas prácticas «pueden favorecer conductas sexuales de riesgo con la posibilidad de contagio de infecciones como el VIH o la hepatitis C, así como otras infecciones de transmisión sexual». Hasta la fecha, se sabía que el fenómeno se había extendido en el país pero se desconocía su magnitud.

En este sentido, el U-sex Study realizado por Gesida es la primera aproximación a este fenómeno. Los resultados preliminares del estudio, realizado a partir de encuestas anónimas, arrojan datos relativos a una muestra de 511 pacientes con VIH que practican sexo con hombres. El perfil fue el de hombre nacido en España (74% de los casos), con una edad media de 39 años, estudios universitarios (en más del 60% de los casos), con empleo estable (más del 65%) e ingresos superiores a más de 1.000 euros (más del 70%). Dos de cada diez refirió haber tenido más de 20 relaciones con parejas distintas y el 30% haber utilizado preservativo en menos del 50% de sus encuentros sexuales. El 70% de la muestra reconoció haber consumido drogas alguna vez en la vida, y de ellos, la mitad (54%) dijo haber utilizado drogas durante las relaciones sexuales (‘chemsex’) en el último año.