Homofobia en las aulas: “Me planteé acabar con mi vida en más de una ocasión”

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La Unesco ha calificado el acoso homofóbico como un “problema universal”

Saph Rodríguez ni siquiera era consciente de su orientación sexual cuando recibió los primeros insultos. A los 13 años sus padres decidieron cambiarla de instituto porque varios alumnos le propinaron una paliza al grito de “bollera” y “marimacho”. Pero las agresiones, que habían empezado “desde muy pequeña”, continuaron. Ahora, esta asturiana de 24 años ofrece charlas sobre diversidad afectivo sexual en colegios. “Sufrí acoso porque no seguía las normas establecidas, entre los insultos siempre se encontraba la palabra lesbiana”, relata, “pero de mi sexualidad me di cuenta más tarde, con 17 o 18 años”.

Como Saph, son varios los niños y niñas lesbianas, gays o transexuales (o que escapan de los patrones habituales de feminidad o masculinidad) que sufren agresiones por parte de otros compañeros debido a su orientación sexual o identidad de género. Aunque no hay datos oficiales, algunos estudios como el informe elaborado en 2012 por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), revelan en base a una muestra -pequeña, de 325 personas- que un 57% de los jóvenes LGTB ha sufrido algún tipo de violencia física o psíquica en el ámbito educativo.

En ocasiones, la situación llega a un punto insoportable para los propios menores. Con la voz entrecortada al otro lado del teléfono, Saph confiesa que “en más de una ocasión me planteé acabar con mi vida”. “Llegué a pensar que era yo la que tenía la culpa, que algo hacía mal para que la gente no me aceptara”, recuerda.

Según el estudio de la FELGTB, que recopila casi una veintena de estudios realizados a lo largo de siete años, el 43% de los jóvenes LGTB que sufre o ha sufrido acoso ha llegado a pensar en acabar con su vida, un 35% lo ha planificado y un 17% lo ha intentado en una o varias ocasiones.

El estudio corrobora que, en los últimos años, se ha logrado un avance importante y la aceptación de la diversidad sexual entre los jóvenes “es bastante alta”. Sin embargo, el acoso homofóbico sigue siendo una realidad con consecuencias: un 75% de los jóvenes ha sido testigo de agresiones en forma de rumores, insultos o burlas y el 6,4% ha presenciado palizas.

“Un problema universal”

Que el riesgo de suicidio “es mucho mayor entre adolescentes y jóvenes que no son heterosexuales o son trans” es una de las principales conclusiones que se extraen del  protocolo presentado el pasado lunes por el Instituto de la Mujer con el que se pretende evitar el acoso escolar homofóbico. Algo que ha sido calificado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como un “problema universal”.

“Es el más común de los tipos de acoso, está invisibilizado y no se toman medidas para acabar con él”, sostiene José Ignacio Pichardo, profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador del protocolo. Según el experto, el silencio es una de las principales dificultades para atajar este problema, pues solo el 18% de las víctimas se lo ha contado a sus padres o profesores, debido, en muchos casos, al miedo, rechazo o vergüenza a reconocer una orientación sexual o de género.

“Fue algo que llevé en secreto, sentía que no tenía apoyo y era algo que no entendía”, declara Saph, que nunca se lo contó a otros compañeros de clase. El papel del resto de alumnos puede ser fundamental. Sin embargo, los expertos identifican otro escollo que hace que suelan mirar para otro lado y no intervenir. Es lo que llaman el miedo al “contagio del estigma”, que no solo se proyecta sobre los chicos y chicas LGTB, “sino también sobre las personas que salen en su defensa”, explica Pichardo.

El Consejo Escolar del Estado pide planes de igualdad

Ahora Saph recorre los colegios de Gijón con la asociación Xega para hablar de diversidad sexual y “resolver dudas a los alumnos porque hay muchos que no saben de la existencia de otras realidades”. Sin embargo, su organización solo pisa las aulas de los centros que voluntariamente lo solicitan. La mayoría, dice Saph, son públicos. “Algunos católicos lo piden, pero suele haber una atmósfera de desinterés”, analiza.

Para Kika Fumero, profesora de un instituto público de Tenerife, el problema es que el tratamiento de la afectividad y la diversidad sexual se convierte en una decisión de los propios profesores o los centros. Ella ha impulsado un proyecto de inclusión con una tutoría en la que recibe al alumnado LGTB con problemas, entrega material a los tutores o da charlas sobre ello. Sin embargo, es una excepción. “La mayoría del profesorado no se forma en esto ni la diversidad sexual se incluye en las escuelas de forma transversal”, denuncia Kika.

Eso a pesar de que en 2007 el Consejo Escolar del Estado demandó la promoción de “planes de igualdad y de educación afectivo-sexual en las escuelas”. “Si queremos que esto se incluya en las aulas debe haber una apuesta política”, explica Pichardo, que asegura que algunas comunidades como Andalucía y Extremadura “han desarrollado instrumentos específicos contra este tipo de discriminación”. Por eso, el protocolo que ha coordinado pide la creación de un Plan Estatal contra el Acoso, que incluya expresamente la prevención de la homofobia y la transfobia y observatorios que velen por su cumplimiento.

¿Se puede ser homosexual y sacerdote?

La clamorosa salida del armario del teólogo Krysztof Charamsa ha sacudido a la Iglesia. El obispo vasco Juan María Uriarte analiza la cuestión del celibato en un libro

El sacerdote polaco Krysztof Charamsa pasea con su compañero Eduard Planas por las calles de Roma

El sacerdote polaco Krysztof Charamsa pasea con su compañero Eduard Planas por las calles de Roma. / AFP

El cura y teólogo polaco Krysztof Olaf Charamsa realizó una espectacular salida del armario un día antes de que se iniciara en Roma el Sínodo sobre la Familia, haciendo pública su homosexualidad y presentando a su pareja sentimental, el catalán Eduard Planas. Fue una bomba. El sacerdote, de 43 años, era secretario de la prestigiosa Comisión Teológica Internacional en el seno de un organismo del Vaticano que se encarga de vigilar el respeto al dogma católico, alto funcionario de la Congregación para la Doctrina de la Fe –el dicasterio que se ocupa de promover la fe y la moral en el mundo católico– y profesor de la emblemática Pontificia Universidad Gregoriana. De inmediato fue expulsado de estos puestos. Ahora, el obispo de Pelpin, la diócesis polaca a la que pertenece, le acaba de suspender del ejercicio del sacerdocio aplicándole las normas del Código de Derecho Canónico. Al margen de la oportunidad de su acción, utilizada por los enemigos del Papa para sabotear sus reformas, el caso ha devuelto a la actualidad una pregunta habitual. ¿Puede ser sacerdote un homosexual? La Iglesia católica no lo permite porque la normativa, revisada en 2005, sigue aduciendo el compromiso del celibato y el voto de castidad como dos obstáculos insalvables, ahora no negociables.

La identidad del sacerdocio, así como la esencia de su formación, arrastra una larga tradición en el magisterio de la Iglesia, que ha discutido cuestiones muy delicadas y algunas han terminado siendo modificadas. Se abordó en el Concilio Vaticano II y hay una encíclica, la ‘Sacerdotalis caelibatus’ –promulgada por Pablo VI en 1967–, que trata la cuestión del celibato. También se debatió en el Sínodo de 1990 y, dos años después, Juan Pablo II publicó la exhortación apostólica ‘Pastores dabo vobis’. En el documento se reflexionaba sobre la vocación sacerdotal y la madurez afectiva de los candidatos –un concepto clave en todos los textos– , si bien no se aludía de forma explícita a la homosexualidad. Se hablaba de las inclinaciones de la afectividad y el impulso de los instintos. El tema se discute cada cierto tiempo porque cambian ‘las circunstancias’. La Congregación para la Educación Católica lo ha abordado en escritos publicados en 1970, en 1974 y en 1983.

La doctrina oficial fue actualizada por la Santa Sede el 4 de noviembre de 2005, día de San Carlos Borromeo –patrón de los seminarios y de los empleados de banca– con una Instrucción del mencionado dicasterio de acuerdo con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. El documento afirma que el candidato al ministerio debe «alcanzar la madurez afectiva» y deja claro que no se puede admitir al seminario y a las órdenes sagradas a quienes «presentan tendencias homosexuales arraigadas, practican la homosexualidad o apoyan la cultura gay». El texto, publicado en tiempos de Benedicto XVI, lo firma el cardenal Zenon Grocholewski, por cierto, también polaco y gran canciller de la Gregoriana.

En la ‘filosofía’ que justifica esta posición se especifica que los actos homosexuales «son intrínsicamente inmorales y contrarios a la ley natural», por lo que «no pueden ser aprobados en ningún caso», algo que ya estaba recogido en la tradición de la Iglesia y en el Catecismo. Se añade que las tendencias homosexuales profundamente arraigadas en cierto número de hombres y mujeres «son objetivamente desordenadas». Hasta aquí la normativa eclesial, que deja poco margen de maniobra. ¿Es revisable esta ley eclesiástica? El tema de la homosexualidad ha desaparecido prácticamente del extenso documento final del Sínodo de la Familia. Entre los 94 puntos aprobados sólo hay una referencia en la que se pide la atención de la Iglesia para evitar cualquier injusta discriminación y para «acompañar a las familias con un miembro homosexual». Algunos padres sinodales pidieron un sínodo específico sobre este colectivo.

Antes de que se celebrara el Sínodo monseñor Juan María Uriarte, obispo emérito de San Sebastián, publicó un libro muy interesante sobre el celibato (SalTerrae) con apuntes antropológicos, espirituales y pedagógicos sobre esta cuestión. Sin mando en plaza, pero muy requerido en numerosas diócesis –también en el extranjero– para dar ejercicios espirituales a los sacerdotes, Uriarte habla sin la responsabilidad del báculo en ejercicio, pero desde su dilatada experiencia como pastor y como formador de seminaristas. Además, siempre se ha caracterizado por ofrecer una actitud abierta, alejada del rigorismo tradicionalista de otros prelados.

El obispo vizcaíno, por supuesto, defiende la opción del celibato, contestado hoy en muchos ambientes cristianos, con un tratamiento riguroso e interdisciplinar, enmarcado en el contexto cultural en el que lo viven hoy los sacerdotes, definido por algunos como una «mutilación antropológica». Sin olvidar la sangría de las secularizaciones, «una herida abierta en el costado de la Iglesia, que continúa manando, y que bastantes la interpretan como una confirmación del cuestionamiento a que está siendo sometido el celibato sacerdotal».

Monseñor Uriarte dedica en su libro un apartado a la homosexualidad, ya que «hoy no es ningún secreto que mientras la gran mayoría de los sacerdotes son netamente heterosexuales, algunos tienen tendencias homosexuales». El obispo ofrece criterios relativos al discernimiento vocacional de posibles candidatos homosexuales por lo que parte de la Instrucción de 2005. Y en ese punto sí aparece un planteamiento novedoso en pleno debate sobre los sacerdotes homosexuales y en el clima de tolerancia cero con los casos de pederastia que han sacudido a la Iglesia.

Uriarte muestra una posición más benévola que muchos de los prelados a la hora de responder a la pregunta de si un candidato homosexual debe ser admitido al ministerio sacerdotal. Y abre un portillo. El obispo, tras asumir el riesgo de interpretar la Instrucción, no ve motivos «para que candidatos homosexuales de una madurez psicológica suficiente que no tengan hábitos sexuales arraigados ni historia tortuosa sean, en principio, descartados, si cumplen todos los demás requisitos, postulados a todos los ordenados». El obispo emérito advierte de que «es preciso comprobar cuidadosamente esta madurez por los procedimientos adecuados».

Monseñor Uriarte cree que los seminaristas homosexuales «han de ser lúcidos y honestos al preguntarse hasta qué punto influye en su deseo de ser sacerdote la búsqueda de una ‘cobertura legitimadora’ de una condición sexual que no quieren desvelar», así como que ha de requerirse de ellos «una prolongada y exquista continencia, no menor que la postulada a los candidatos heterosexuales». El obispo defiende que los candidatos homosexuales aptos «suelen mostrar una sensibilidad religiosa que es, en ocasiones, incluso muy fina».

No pocos consideran que la propuesta de Juan María Uriarte es arriesgada en cuanto que los seminaristas y los monjes están obligados a vivir en un espacio masculino: el ambiente del convento y del seminario es de una convivencia estrecha y permanente con varones, y ese contexto lo hace especialmente difícil y complicado. El obispo de Fruniz, al que siempre ha guiado la prudencia, cree que es posible con candidatos que cuentan con una «contextura personal afectiva y socialmente rica». Y monseñor Uriarte es una autoridad en cuanto a la formación y compañamiento de seminaristas, con los que ha acumulado una larga experiencia.

Italia se niega a reconocer el matrimonio de homosexuales casados en el extranjero

El juez encargado del caso es afín a movimientos homófobos

Las parejas homosexuales no sólo no pueden casarse en Italia, sino que si lo hacen en el extranjero -en alguno de los países donde es legal, por ejemploEspaña-, su unión matrimonial tampoco será reconocida en ese país. Da lo mismo que dispongan de la documentación que corrobore que son cónyuges.

Así lo ha dispuesto el Consejo de Estado italiano, a partir de una sentencia del Tribunal Administrativo Regional y después de que diversas parejas hubieran recurrido el hecho de que algunos ayuntamientos se negaran a registrarlas como matrimonio. Estas parejas han contado con el apoyo legal de Red Lenford, una asociación de defensa de los derechos de homosexuales y lesbianas, para llevar a cabo este recurso, con lo que el revés no podría haber sido mayor.

Aun así, la decisión no parece trigo limpio. El juez que se ha encargado del caso,Carlo Deodato, es afín a grupos homófobos, cosa que pone en entredicho la sentencia, y hace que la polémica esté servida. El juez se define en su cuenta deTwitter como “un jurista católico, casado y padre de dos hijos. Hombre libre y observador independiente de la política, la jurisdicción, las costumbres y la sociedad”. Sin embargo, en la práctica, el magistrado pertenece al Opus Dei y ha difundido en más de una ocasión mensajes de los denominados Centinelas en Pie, grupos informales que se manifiestan en la calle en contra de la aprobación de un proyecto de ley en Italia en contra de la homofobia.

El ministro de Interior italiano, Angelino Alfano, se ha mostrado satisfecho con la decisión del Consejo de Estado, y ha declarado: “El Consejo de Estado me da la razón en todos los sentidos: la ley italiana no prevé matrimonios entre un mismo sexo, por lo tanto, los registros realizados por algunos alcaldes son ilegales”.

La asociación Red Lenford ya ha anunciado que recurrirá la sentencia en los tribunales europeos, al considerar que el veredicto no es imparcial. Por otra parte, la decisión judicial genera todo un caos administrativo. Por ejemplo, el hasta recientemente alcalde de Roma, Ignazio Marino, había dado luz verde para el registro de parejas homosexuales que habían contraído matrimonio en el extranjero. Ahora resulta que dichas uniones no se considerarán legales, y habrá que anularlas del registro municipal.

El sacerdote que salió del armario pide al Papa que ‘deje en paz’ a los homosexuales

Envió una dura carta al Pontífice en la que asegura que la Iglesia está formada por curas “sin corazón, ni cerebro”

Krzysztof Charamsa, el prelado polaco que se confesó gay, en Barcelona

Krzysztof Charamsa fotografiado el pasado día 7 delante de la Catedral de Barcelona. ANTONIO MORENO

El sacerdote que hizo pública su homosexualidad a principio de octubre, el polaco Krzysztof Charamsa, envió una carta al Papa Francisco en la que le solicitaba que dejara “en paz” a los homosexuales y permitiera que al menos “los Estados civiles” puedan hacer la vida de gays y lesbianas “más humana”. “Con su Iglesia, ha conseguido que nuestra vida sea un infierno”, añade el religioso en la misiva, a la cual ha tenido acceso EL MUNDO.

La carta no podía ser más dura, aunque Charamsa muestra un gran respeto por el Pontífice en todo momento, e incluso le agradece algunas de sus palabras y gestos a favor de las personas homosexuales.

Pero también aclara que estas palabras no tienen ningún valor mientras se mantengan los ataques y el odio de la Iglesia hacia los gays, y no se anule la decisión del Papa Benedicto XVI de prohibir el acceso al sacerdocio a los hombres con tendencias homosexuales.

“El clero está lleno de personas homosexuales, y a la vez violentamente homófobas”, afirma el sacerdote en su carta, en la que también anima a otros religiosos a salir del armario, como él hizo el

3 de octubre, un día antes de que empezara el Sínodo de la familia en el Vaticano. Charamsa, de 43 años, hizo pública su homosexualidad en una rueda de prensa en Roma en la que se presentó con su pareja, el catalán Eduard Planas. Tras el anuncio, el Vaticano lo expulsó de la Congregación de la Doctrina por la Fe, de la cual formaba parte.

“Todos los cardenales, obispos y curas que son homosexuales deberían tener el valor de abandonar esta Iglesia deshumanamente insensible, injusta y violenta”, escribe Charamsa en su carta dirigida al pontífice. Asimismo le dice que los homosexuales no necesitan la “compasión que les promete la Iglesia”. “Nosotrosno somos ni los enemigos de la Iglesia, ni de la familia: ésa es la imagen falsa y ofensiva que la Iglesia ha creado de nosotros. Sólo buscamos desesperadamente ser respetados en nuestra dignidad y nuestros derechos”, asegura.

Charamsa no ahorra descalificativos hacia la Iglesia en su escrito.

Por ejemplo, afirma que la Iglesia se mantiene “petrificada en su fría y deshumana doctrina, sin misericordia ni caridad alguna”. O también dice que la “Iglesia es especialmente odiosa, y está formada actualmente por sacerdotes sin corazón, ni cerebro”. Y añade: “Dios respeta el misterio de la naturaleza humana que ha creado, en cambio la Iglesia odia toda aquella naturaleza humana que se distancie de su proyecto de poder y de dominio sobre el hombre y su sexualidad”.

En su carta, el sacerdote polaco también muestra preocupación por su madre, de quien dice tiene una “fe increíble y no tiene culpa de mis decisiones”. En concreto, Charamsa teme que la mujer sea ofendida por el hecho de que él haya hecho pública su homosexualidad. “En Polonia los católicos saben ser unos verdaderos maestros del odio, de la estigmatización y de la exclusión de los otros”, detalla.

Y por si todo esto no fuera poco, el religioso concluye su carta de la siguiente manera: “Las minorías sexuales tenemos derecho a vivir en dignidad, en el amor que la Iglesia obstinadamente quiere matar. Tenemos derecho a la vida familiar, aunque la Iglesia no quiera bendecirla”.

“La jerarquía católica está obsesionada con los asuntos sexuales”

JON O’BRIEN | PRESIDENTE DE CATHOLICS FOR CHOICE

Jon O'Brien, presidente de Catholics for Choice.

Jon O’Brien, presidente de Catholics for Choice.

Jon O’Brien cree que la jerarquía católica está cada vez más alejada de sus fieles y de la realidad social. Sobre todo cuando se trata de derechos sexuales y reproductivos. Católico irlandés de 50 años y presidente de la organización estadounidense Catholics for Choice(Católicos por el derecho a decidir), O’Brien aboga por la laicidad del Estado y critica duramente al Vaticano por su trato a las mujeres y los homosexuales. Pregunta. ¿Están enfrentando bien las jerarquías católicas el reto de adaptarse a la diversidad de los creyentes en las sociedades contemporáneas?Respuesta. Hubo un gran teólogo que una vez dijo: “El catolicismo se define por la unidad y la diversidad”. En otras palabras, no hay una Iglesia monolítica. Cuando voy a misa los domingos y miro alrededor veo ahí mismo una pareja de gais que mantiene una relación desde hace tiempo, una pareja de lesbianas que han adoptado un niño; hay también una pareja que se ha divorciado y se ha vuelto a casar. Usamos anticonceptivos y muchas mujeres han tenido abortos. Esta es la realidad de la Iglesia católica en la actualidad. La Iglesia no es un edificio en un lugar de Roma o de Madrid. La iglesia somos las personas, y las personas tienen una sexualidad muy distinta de la que la jerarquía católica pone tanto énfasis.P. ¿Sus doctrinas no se corresponden con la realidad?R. Los dos últimos papados, el de Juan Pablo II y el de Benedicto, estuvieron muy centrados en la zona pélvica, en los genitales, en la adherencia a una norma. Pero si preguntas a los católicos de cualquier parte del mundo en qué creen, cómo se comportan, la respuesta es muy diferente de lo que hace la jerarquía católica, las élites. Creo que esa es la realidad de la Iglesia. Han fallado en que los católicos les sigamos. Y no representan a los católicos de verdad, se representan a sí mismos. Así que cuando los obispos ahora van al congreso en Estados Unidos, a la ONU, al Gobierno de España para convencerles de que conviertan su teología en ley no nos representan.P. ¿Está la jerarquía católica cada vez más lejos de la calle?R. Representan una manera errónea de pensar. Y están obcecados en todo lo relacionado con los genitales y la zona pélvica. Pero hay varias razones por las que la jerarquía católica terminó con una ética sexual completamente fracasada. A veces tenían buenas intenciones, porque querían estar más cerca de Dios y tenían la idea de que aquellos que son célibes están más cerca de Dios. Pero el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Creo que la realidad actual es que si no das a alguien un preservativo para prevenir el VIH estás obrando mal, si impides a las mujeres acceder a abortos seguros tendrán abortos inseguros y si frenas el acceso de las personas a la contracepción tendrán embarazos no deseados. Esa es la realidad. La realidad es que los matrimonios se terminan. La realidad es que hay personas que son gais y católicas, así que hay que tratar con la realidad. El mundo real nos dice que la visión de los obispos es realmente errónea y ciertamente los obispos tienen derecho a mantener su visión.P. Pese a los avances sociales y cada vez más voces como la suya entre los fieles, la Iglesia católica no ha variado su postura contra el aborto, la anticoncepción o sobre homosexualidad.R. La jerarquía es la única que mantiene esa idea del catolicismo, y pone demasiado énfasis en ella. Creo que la mayoría de los católicos hemos seguido adelante con nuestras vidas. Yo sigo yendo a misa los domingos, al igual que lo hacen las mujeres que han abortado y usan anticonceptivos. No nos sentimos culpables. Sabemos que, como buenos católicos, podemos tomar una decisión basada en nuestra conciencia. El mismo centro de la enseñanza católica nos dice no solo que sigamos nuestra conciencia sino que “debemos” seguir nuestra conciencia. Y creo que las personas que usan anticonceptivos, que han abortado, que son gais y lesbianas están siguiendo su conciencia. Es algo entre ellos y Dios. Creo que la Iglesia es así hoy, y cada vez más.P. ¿Cómo deben ser las relaciones entre Iglesia y Estado?R. Nuestros obispos en España, Portugal e Irlanda deben dejar de reunirse con los políticos para decirles qué leyes quieren que se promulguen. Es inapropiado. Los actores religiosos pueden tener sus opiniones pero creo en un Estado verdaderamente laico. El Estado laico no es antirreligión, es neutral, tiene las leyes más justas y equitativas, que dan una gran protección a las personas religiosas, porque no pone ninguna fe sobre la otra.P. ¿Cree que la jerarquía católica interviene demasiado en las políticas de Estado?R. Sí, no hay ninguna duda de ello. Esos hombres presionan a los políticos para transformar sus creencias en leyes, aunque ni siquiera los católicos las siguen. Y vemos esto en todo el mundo, una y otra vez: las barreras a la anticoncepción gratuita, la lucha contra el matrimonio gay, contra el derecho al aborto. Si nos fijamos en Polonia, en España o en Irlanda, la batalla contra la igualdad de derechos de los ciudadanos desgraciadamente está encabezada muy a menudo por la jerarquía de mi Iglesia. Y no es fácil, pero los católicos debemos reaccionar porque cuando ves a alguien obrando mal has de decirlo. Debemos levantarnos y decir que esa manera de comportarse de la jerarquía y de la Iglesia es errónea, y que cuando hablan no hablan por nosotros.P. Hablemos del papa Francisco. Algunos lo han definido como un políticoR. Bueno, creo que hay algo verdaderamente genuino en este papa. Y es que es mucho más pastoral que político, mientras otros papas han tratado de hacer que los Gobiernos hagan esto o lo otro, él se preocupa verdaderamente de la condición humana. Pone más el acento en el cuidado de las personas, para que se sientan bien, vayan a la iglesia y no se sientan excluidas. Y eso es algo de agradecer, porque hemos tenido con demasiada frecuencia una Iglesia católica política y no pastoral. Y con esto no pretendo hacer ver que el papa Francisco esté de acuerdo conmigo en estos asuntos, pero está dando más amor y cariño que sus predecesores. Él es argentino, pero no creo que el papa Francisco sea Che Guevara, no lo es; pero puede que sea más como Gorbachov cuando tenía algo que decir.P. ¿Ha abierto un canal de comunicación y de cambio en la Iglesia?R. Él introdujo la idea de que las personas debemos hablar sobre qué tipo de sociedad tenemos. Quién sabe si los obispos con el papa Francisco van a ser más valientes y van a admitir que hay cosas en la jerarquía católica que son injustas. Una de ellas es el comportamiento de la Iglesia con las mujeres, a las que no trata con la dignidad y respeto, ni como iguales a los hombres.P. ¿Es esa desigualdad de género uno de los mayores problemas en la Iglesia?R. Creo que si la Iglesia debe resolver una injusticia es esa. La idea de que una empresa, por ejemplo Apple, que diga que mañana no va a tener ninguna mujer en los puestos de dirección sería una locura para su negocio. O para cualquier institución. Y creo que es una locura también para la Iglesia. Excluir a las mujeres de la Iglesia no es inteligente. Así que cuando los obispos se reúnen y hablan sobre los problemas de la mujer, su salud, su vida y el papel de la mujer en la Iglesia, creo que su postura es la de la mitad de la Iglesia.

P. ¿Qué supone que un prelado haya declarado públicamente su homosexualidad y, además, tener pareja?R. Uno de los secretos peor guardados de la Iglesia católica es que una parte importante del clero es gay. Agradecería una visión mejor informada sobre la homosexualidad en mi Iglesia. Nosotros, los fieles también agradeceríamos más sinceridad sobre el divorcio, el casarse por segunda vez, las mujeres que han abortado, las parejas que usan anticonceptivos. Hay toda una serie de asuntos que se deben poner sobre la mesa para el debate. Con este error de no hablar del mundo real, los pecados de omisión de la jerarquía católica van más de un cura gay en el vaticano que no pudo soportar la hipocresía y mentiras. La lista llega al mismo corazón de las enseñanzas de las enseñanzas católicas en asuntos conectados a la zona pélvica. Necesitamos que se haga justicia social, no solo sacerdotes gais hablando de sacerdotes gais.

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El cura que declaró ser gay acusa al clero de “violentamente homófobo”

El prelado Krysztof Charamsa (izquierda), durante la comparecencia ante la prensa junto a su pareja, Edouard, en Roma

El prelado Krysztof Charamsa (izquierda), durante la comparecencia ante la prensa junto a su pareja, Edouard, en Roma. / TIZIANA FABI (AFP)

Krzysztof Charamsa, el prelado que declaró públicamente que es gay y tiene pareja, ha cargado duramente contra la jerarquía de la Iglesia católica. En una carta enviada al papa Francisco, acusa al Vaticano de hacer “un infierno” la vida de millones católicos homosexuales de todo el mundo. Charamsa, que tras al anuncio fue despojado de sus cargos, critica también a la jerarquía católica por “perseguir” y provocar un “sufrimiento inconmensurable” a los católicos gais y sus familias.

El prelado, polaco de 43 años, afirma que el clero católico está “lleno de homosexuales” pero que es también “violentamente homofóbico”, según cuenta la BBC, que ha tenido acceso a la misiva. En ella, pide a “todos los cardenales, sacerdotes y obispos gais” que tengan “el valor de abandonar esta Iglesia insensible, injusta y brutal”.

Charamsa, que era oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe –el antiguo Santo Oficio– y secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano, escribió la carta hace unas semanas; el mismo día en el que compareció públicamente en Roma para hablar de su homosexualidad y donde presentó a su novio.  En la carta, explica al Papa sus razones de contarlo y dice que tras un “periodo largo y atormentado de oración y discernimiento” tomó la decisión de “rechazar públicamente la violencia de la Iglesia hacia los homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y personas intersexuales”.

El polaco agradece al papa Francisco algunos de sus gestos y palabras sobre los homosexuales —“¿Quién soy yo para juzgar a los gais?”, dijo por ejemplo el Pontífice en 2013—, pero a la vez indica que esos gestos quedarán en nada si no se retiran todas las declaraciones de la Santa Sede ofensivas y violentas hacia los homosexuales.

El anuncio de Charamsa, sacerdote desde 2003, desató una fortísima polémica en el Vaticano. Su declaración pública, además, fue un día antes de la reunión de 270 padres sinodales –obispos, cardenales, religiosos y expertos— para tratar los nuevos modelos de familia, el prelado polaco quería, efectivamente, sacudir el debate:

Grupos ultras destruyen en París un “árbol de Navidad” hinchable con forma de juguete sexual

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Puede que lo verde empiece en los Pirineos, pero todo tiene un límite. Por ejemplo, instalar un árbol de Navidad “conceptual” en pleno centro de París, como hizo el artista Paul McCarthy y que rápidamente se convirtió en objeto de las burlas primero y de las iras después de los conservadores por su forma ambigua, querecuerda más a un dildo anal que a un árbol propiamente dicho.

La instalación de McCarthy contaba con los parabienes de todas las autoridades de la capital francesa, desde la alcaldía a las asociaciones de vecinos del barrio, la elegante Place Vendôme, donde se emplazan, entre otros, el Ministerio de Justicia francés y el hotel Ritz (de donde salió por cierto Lady Di minutos antes de su muerte). No obstante, los problemas empezaron desde el mismo día de lainauguración el pasado viernes, cuando el artista de Los Angeles fue abofeteado tres veces por un transeúnte que huyó a la carrera, según relata The Guardian.

Por aquel entonces ya se estaba montando la marimorena en las redes sociales. En el grupo de Facebook del ultraconservador Le Manif por Tours, que saltó a la fama durante las movilizaciones contra el matrimonio gay y que ahora se apunta a cualquier causa que pueda ofender a las mentes bienpensantes (¿les suena?), empezó a hablarse de que el árbol inflable formaba parte de “complot para humillar a Francia”. Y eso que el dildo anal estaba en París, una ciudad que no está precisamente escasa de arquitecturas fálicas.

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Desde luego, McCarthy tenía todas las papeletas para levantar sospechas: americano, de Los Angeles y con un currículum provocador que incluye instalaciones con Blancanieves en situaciones sexualmente comprometidas o deGeorge Bush copulando con un cerdo. La mecha de la indignación estaba prendida.

El desenlace del pulso entre el artista y sus detractores tuvo lugar en la noche del viernes al sábado. Unos asaltantes arrancaron el motor que insuflaba aire a la escultura. Cuando el guardia de seguridad intentó volver a conectarlo, los vándalosrompieron los cables de acero que mantenían la instalación amarrada al suelo. El árbol fálico amaneció lánguido, como una pavesita, tal y como muestra la imagen:

nformado del incidente, el propio artista decidió no volver a hinchar el árbol de la controversia. Pero la venganza es un plato que se sirve frío en California, así que McCarthy ya está pergeñando su respuesta a los enemigos del arte abstracto: el artista ha encargado a Paris Mint una serie de 250 figuras de Santa Claus de chocolate, cada una con un dildo insertado en el recto, que se exhibirán en un largo túnel (nada de hacerlo al aire libre esta vez) y que los parisinos podrán devorar el 6 de enero, una vez concluyan las fiestas navideñas.

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Visto en The Guardian y Nouve Lobs.

Denunciado una médico por decir que ser lesbiana “es anormal”

María Eugenia Gieco, una mujer de 33 años, ha presentado una reclamación en un centro de salud de Alicante contra su médico de cabecera, una doctora que, según la denunciante, calificó de “anormal” su condición de lesbiana. En su denuncia, la paciente asegura que la profesional que sustituía a su médico de cabecera habitual le dijo textualmente “no es por meterme contigo, pero sabes que ser homosexual no es normal, si lo normal es ser heterosexual, y es por eso que vosotras tenéis más enfermedades”.Según su relato, la denunciante acudió el pasado lunes 26 de octubre por la mañana al Centro de Salud Hospital Provincial de la calle Doctor Sapena, en el barrio del Pla. Tras solicitar a la médico, a la que no conocía, que le proporcionara una cita para acudir al ginecólogo, reveló su orientación sexual mientras le daba cuenta de su historial médico. Fue cuando escuchó las afirmaciones de la doctora por las que afirma haberse sentido “discriminada y atacada”.Ante ese trato que considera “vejatorio”, y sin deseo de entablar una discusión, rogó que le fuera devuelta su tarjeta sanitaria y solicitó la hoja de reclamaciones en el Servicio de Atención al Paciente para pedir el cambio de médico y una reunión con la coordinadora del Centro de Salud, que según le ha sido notificado tendrá lugar el próximo 5 de noviembre.Maria Eugenia Giego, italoargentina con quince años de residencia en España, asegura que “nunca en mi vida me faltaron al respeto de ese modo, es la primera vez” y añade que el principal objetivo de su denuncia es impedir que hechos como el relatado “le ocurran a una chica de 18 años que no tiene ninguna razón para ser tratada de ese modo debido a su orientación sexual”. La paciente ha trasladado los hechos al colectivo Diversitat, entidad sin ánimo de lucro que trabaja por los Derechos y la defensa de las personas Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales (LGTB), con el fin de que sus servicios jurídicos estudien posibles medidas adicionales.La joven también se ha puesto en contacto a través de la red social Facebook con la concejal de Juventud del Ayuntamiento de Alicante, Marisol Moreno, quien ha hecho pública su condena por “el presunto trato recibido por María Eugenia Gieco” y ha denunciado “la falta de sensibilidad por parte de la administración, que no tiene en cuenta la formación de los profesionales médicos en materia LGTBI”. La concejala asegura que “se da la circunstancia de que el colectivo de lesbianas es el grupo menos afectado por Enfermedades de Transmisión Sexual”.

Una lesbiana denuncia a su médico por definir su condición como ‘anormal’

Denuncia pública de María Eugenia Gieco en la página web del colectivo LGTBI de Alicante, Diversitat. E.M.

Denuncia pública de María Eugenia Gieco en la página web del colectivo LGTBI de Alicante, Diversitat. E.M.

María Eugenia Gieco, de 33 años de edad, acudió a su médico de cabecera hace unas semanas para solicitar una consulta con el ginecólogo. La doctora había reemplazado hacía poco a su médico habitual en el centro de salud de Alicante que esta paciente tiene asignado. Durante la conversación, en la que solicitaba un volante para revisar un problema ginecológico que tiene desde la infancia, María Eugenia le comentó a su médico que es lesbiana. Según explica, la doctora le espetó: “¿sabes que ser homosexual es anormal, verdad?” y añadió que “esa es la razón por la que tenéis muchas más enfermedades relacionadas con ser lesbianas, al ser un hecho anómalo”.

Según ha explicado a EL MUNDO la denunciante, “su respuesta me dejó absolutamente bloqueada porque no esperaba esta contestación por parte de un médico, alguien que supuestamente es una profesional y a quien yo expliqué un aspecto de mi intimidad que, además, no tiene nada que ver con el motivo por el que yo deseaba concertar la cita con el ginecólogo, ya que se trata de un problema que tuve de pequeña“.

Tras la respuesta recibida, la afectada pidió a su médico que le devolviera la tarjeta sanitaria. “Lo único que pude decirle fue: ‘te ahorro un turno’. Me sentí absolutamente impotente y no pude evitar llorar“, comenta. Posteriormente se dirigió al mostrador del centro de salud e interpuso su reclamación a la coordinadora, solicitando un cambio de médico.

La mujer, además de poner la denuncia en Atención al Paciente del Centro de Salud del casco urbano y solicitar el cambio de médico, ha puesto la pertinente queja en Diversitat, para su posterior tramitación por los servicios jurídicos de la entidad sin ánimo de lucro que trabaja por los Derechos y la defensa de la personas Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (LGTB). “He querido seguir el proceso legal y por eso, una vez interpuesta la queja, acudí a Diversitat para solicitar asesoramiento y ver qué hacemos”.

María Eugenia Gieco añade que decidió hacer pública la situación e interponer esta denuncia por la repercusión que la actitud de este médico pueda tener sobre personas más jóvenes o que tengan dudas sobre su sexualidad. “En cierta manera,yo tengo 33 años y estoy segura de quién soy y de mi sexualidad. Pero imagina si lo mismo que me dijo a mí se lo suelta a una chiquilla de 18 años o a alguien que acuda con sus padres o que albergue dudas. Un comentario así la machaca“, apunta.

Trato vejatorio

La concejala de Juventud en el Ayuntamiento de Alicante, Marisol Moreno, ha condenado el presunto trato recibido por María Eugenia Gieco, un trato que ha calificado de “vejatorio” .

La edil denuncia la “falta de sensibilidad por parte de la administración, que no tiene en cuenta la formación de los profesionales médicos en materia LGTBI”. Añade que, “se da la circunstancia de que el colectivo de lesbianas es el grupo menos afectado por Enfermedades de Transmisión Sexuales”.

Reclamación en el centro de salud. E.M.

Reclamación en el centro de salud. E.M.

Detenido en Tenerife por ofrecer a un menor dinero para mantener relaciones sexuales

EN EL BAÑO DE UNA CAFETERÍA EN ARRECIFE

SANTA CRUZ DE TENERIFE. Un varón de 46 años ha sido detenido en Arrecife como presunto autor de un delito de abusos sexuales y corrupción de menores, después de que al parecer ofreciese 30 euros a un menor de 14 años a cambio de mantener relaciones sexuales en el baño de una cafetería, ha informado hoy la Policía Nacional.

El contacto entre estas dos personas se produjo por medio de una conocida aplicación de mensajería instantánea después de que el menor publicase en una red social su número de teléfono y fotografías personales, se indica en un comunicado policial.

El detenido no tiene antecedentes policiales y la investigación se inició porque la madre del menor denunció que había encontrado mensajes inquietantes en el teléfono móvil de su hijo.

La madre, tras observar que su hijo había comprado un aparato electrónico con dinero que ella no le había facilitado y del que éste no le supo dar explicaciones, halló una conversación inquietante en el móvil de su hijo con un número de teléfono desconocido.

En esas conversaciones el menor aceptaba mantener relaciones sexuales a cambio de 30 euros, se señala en el comunicado de la Policía Nacional, en el que se añade que el acto sexual se consumó en el baño del establecimiento.