El pintor Pérez Villalta denuncia una agresión homófoba

Iban de compra y terminaron en el hospital. El pintor gaditano Guillermo Pérez Villalta y su pareja Fernando Boix fueron agredidos el pasado martes en Tarifa (Cádiz) por tres personas que salieron de la sede local del PP sobre las nueve de la noche, según denunciaron ayer en la Guardia Civil. Los supuestos agresores comenzaron a lanzar insultos desde “incultos” a “gilipollas” y “mariconazos de mierda” cuando la pareja pasó delante de la sede en dirección a una tienda ubicada justo al lado, según el relato de Pérez Villalta. “Ante esas palabras, yo me volví y les dije que eso era incultura, y en ningún momento faltamos el respeto a nadie”, cuenta a Público.

Según el artista, estas personas se abalanzaron sobre él y su pareja hasta desencajarle un brazo a este último: “Alguien me ayudó a separarlos, pero el resto mostró absoluta indiferencia”, añade. Boix fue atendido en el hospital de Algeciras y tendrá que permanecer con un brazo en cabestrillo durante tres semanas.

El PP de Tarifa negó ayer que estas personas fueran militantes del partido y aseguró que uno de ellos también presentó una denuncia, aunque desconoce su identidad. “La versión que yo tengo es que fue la persona que acompañaba a Pérez Villalta quien hizo un corte de manga y se cagó en su puta madre”, explicó por teléfono Juan José Medina, secretario del PP local.

El intercambio de los términos incultos-incultura en esta historia no es casual. Pérez Villata preside la plataforma Tarifa Sí, que rechaza la ampliación del puerto porque, a su juicio, sepultaría bajo toneladas de hormigón la costa mediterránea de la ciudad. “La construcción demostraría la incultura de la sociedad”, alegó el pasado julio el artista.

El PP, que apuesta por el proyecto, calificó estas declaraciones como una ofensa a los ciudadanos y pidió una rectificación a Pérez Villalta. “Ellos se dieron por aludidos, yo no insulté a nadie, simplemente hablé de las temibles consecuencias del megaproyecto”, zanja el artista.

Niños femeninos. La homofobia esta en las aulas

Artículo publicado en LA JORNADA

El “maricón” del salón, el “jotito”, crece repudiado por sus maneras “de niña” y tiende a interiorizar ese rechazo. Es señalado porque transgrede los roles de género y rebasa los límites de lo “natural”. En un estudio realizado en hombres homosexuales, el investigador de la UAM, Luis Ortiz, constató que el rechazo hacia lo femenino persiste incluso en hombres gay que asumen su orientación sexual.

homofo

En un salón de primaria se escuchan carcajadas. Rodrigo sólo tiene un fuerte sentimiento de vergüenza mientras su mochila resbala de su espalda y cae al suelo. Su compañero de la banca de atrás cortó los tirantes, situación que resultó cómica para todos los demás. Este incidente no fue el primero. Desde primer grado había recibido insultos como “jotito” o “maricón”; para el tercer año más de un compañero lo había empujado o le había quitado cosas; en cuarto, varios de sus compañeros lo acorralaron en los sanitarios para burlarse porque “se había equivocado de baño”; para quinto, lo identificaban como el “putito” del grupo.

¿Qué hace diferente a Rodrigo de los demás niños? Es un niño femenino en sus comportamientos y ademanes. Es notorio para sus compañeros y maestros, para sus familiares y vecinos e incluso para los desconocidos. El trato que recibe va desde la lástima hasta la franca violencia. Pocas muestras de comprensión y empatía ha encontrado. Alguna maestra intentó regañar a los niños que lo agredían haciéndoles ver que “el pobre Rodrigo no podía ser de otra forma”. Su padre platicó con él en tono serio para convencerlo de que era necesario que cambiara su forma de caminar, el tono de su voz, la forma en que se peinaba, la manera en que movía las manos e incluso su forma de mirar.

La situación de Rodrigo es familiar para muchas personas, ya sea porque tuvieron experiencias similares o porque fueron testigos de ellas. Una primera justificación del maltrato hacia los niños femeninos puede ser: “el niño tiene que aprender a ser hombre y los hombres no se comportan así”. Esta respuesta es un reflejo de los estereotipos de género, es decir, de la creencia de que lo “natural” es que los hombres sean masculinos y las mujeres, femeninas.

Cuando se dice que algo es “natural” significa que es producto de nuestra biología. Cuando un comportamiento es producto de la biología se presenta de la misma forma en todos los tiempos y espacios. Pero la realidad no es esa. Por ejemplo, en algunos países europeos los hombres se despiden con besos en las mejillas y en la India es “natural” que los hombres se tomen de la mano en la calle. En México, estas conductas son “femeninas”.

La realidad desafía nuestra creencia de que lo masculino es “natural”, pues la definición de lo que es masculino es artificial en el sentido de que somos nosotros como sociedad (y no nuestra biología) los que lo definimos. Entonces, no hay ningún factor anatómico o fisiológico que impida que un hombre tenga conductas que artificialmente llamamos “femeninas”; lo mismo aplicaría a las conductas masculinas en las mujeres.

La condena a la transgresión
Aclaremos algo: no todos los hombres homosexuales son femeninos y seguramente algunos hombres que son femeninos no son homosexuales. Esto no descarta el hecho de que, con frecuencia, un hombre femenino es un hombre homosexual. Así, en investigaciones realizadas en Estados Unidos de América se ha observado que los niños femeninos tienen más probabilidad de ser homosexuales en la vida adulta que los niños que no son femeninos.

En general se asocia a la homosexualidad con la transgresión de los estereotipos de género: los homosexuales son pensados como varones femeninos y las lesbianas como mujeres masculinas. Existen dos problemas en esta asociación. El primero es erróneo, pues se aplica como una regla general (“todos los homosexuales son femeninos”), cuando existen muchas excepciones. Y el segundo, más importante, es que la asociación está permeada por evaluaciones negativas. Las ofensas y el maltrato que ha recibido Rodrigo son producto de un juicio que considera que está mal desviarse de las normas socioculturales. Palabras como “jotito”, “mariquita” o “putito” no describen un comportamiento, sino que buscan denigrar al que lo realiza.

La asociación de la homosexualidad con la transgresión de los estereotipos de género es reproducida a través del lenguaje (sobre todo en chistes y albures) y los medios masivos de comunicación. Hay que señalar que el carácter devaluatorio de esta asociación es más marcada en el binomio homosexual–varón femenino que cuando se trata del binomio lesbiana–mujer masculina. Por ejemplo, en los medios de comunicación masiva es frecuente observar escenas en las que se humilla, ridiculiza y agrede a un varón por ser femenino e implícitamente es homosexual, pero no es común ver en la misma situación a una mujer masculina. Entre los varones existen juegos y señas con connotaciones sexuales en los que está implícito que el varón que es penetrado adopta un rol pasivo (femenino) y es homosexual; juegos similares no existen entre mujeres.

Temor perenne de la violencia
Para los hombres homosexuales la infancia puede ser una de las etapas donde experimentan mayor violencia, y no debido a su orientación sexual, sino a que son niños femeninos. En un estudio que realizamos con hombres homosexuales de la ciudad de México se observó que 34 por ciento había sufrido insultos verbales debido a que eran niños femeninos (de los 6 a 11 años de edad); por el mismo motivo al 30 por ciento le habían pedido que cambiara, 22 por ciento había sido objeto de humillación o burla, al 8 por ciento lo habían golpeado y al 5 por ciento le habían robado o dañado algún objeto de su propiedad. En el mismo estudio se encontró que, en la vida adulta, los hombres homosexuales percibidos como femeninos son objeto de violencia con mayor frecuencia que los hombres homosexuales que se perciben masculinos. Estas diferencias no se observan entre mujeres masculinas y mujeres femeninas.

En los hombres homosexuales, la forma en que se perciben a sí mismos puede ser afectada por la violencia que reciben, pues aprenden la evaluación negativa del vínculo homosexualidad-transgresión de los estereotipos de género. Una primera reacción es, progresivamente, dejar de tener comportamientos y ademanes que consideran femeninos. En la investigación observamos que de la niñez a la vida adulta el porcentaje de sujetos que se percibían femeninos disminuía (de 16 a 4 por ciento), mientras que lo opuesto ocurría con la proporción de individuos que se percibían masculinos (de 26 a 41 por ciento). Una explicación a este cambio de comportamiento y apariencia para apegarse al estereotipo de género es que con ello reducen la posibilidad de experimentar violencia y discriminación.

Otro aspecto en que puede influir la violencia que reciben los varones homosexuales es en la forma en que perciben su entorno y, en específico, las reacciones de las personas con las que interactúan. Lo que hemos observado es que los varones homosexuales que son femeninos, en comparación con los que son masculinos, perciben que tienen mayor probabilidad de ser víctimas de violencia en el futuro. Es decir, los homosexuales que, a pesar de las presiones del entorno, mantienen comportamientos femeninos, viven de manera crónica con el temor de ser agredidos.

El reto
La típica asociación entre homosexualidad y transgresión de los estereotipos es producto de un hecho estadístico: muchos homosexuales (pero no todos) son varones femeninos. Se trata de una excesiva generalización. Es primordial comenzar a plantear que es injusto considerar como algo negativo a la transgresión de los estereotipos de género. Una interrogante central es ¿qué hacer para aceptar que la feminidad en los hombres y la masculinidad en las mujeres no es mala ni buena, sino parte de la diversidad humana? Estamos acostumbrados a pensar de manera dicotómica: hombre-mujer, femenino-masculino, malo-bueno. Nos es difícil aceptar que la realidad está llena de matices.

Afortunadamente, podemos aprender de los niños y niñas, en quienes la socialización es incipiente. Además de inculcar en ellos el respeto a la diversidad como un valor imprescindible para la convivencia, podemos crear ambientes que les permitan expresarse sin temor a ser censurados por normas arbitrarias y autoritarias.

Si el lenguaje es una de las formas centrales en que se aprende y reproduce el trato denigrante a la transgresión de los estereotipos de género, también puede ser una forma de aprender e implantar nuevas normas para la convivencia social. Podemos cuidar que nuestro lenguaje no reproduzca las evaluaciones negativas o que consideran “desviaciones” a la feminidad en los varones. Por el contrario, busquemos orgullo y dignidad en las diferentes manifestaciones de la transgresión a normas arbitrarias que esconden la verdadera naturaleza humana.

*Profesor investigador del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco. lortiz@correo.xoc.uam.mx

La prueba de VIH, también recomendable para las personas mayores de 65 años

MADRID.- Si el amor no tiene edad, el sida tampoco. Las estadísticas señalan que el 53% de los individuos entre los 65 y los 74 años (el 26% entre los 75 y los 85 años) se mantiene sexualmente activo. Y, también, está expuesto al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Un equipo de la Universidad de Duke (EEUU) ha evaluado la relación coste-beneficio que tendría hacer las pruebas del sida en esta población y concluye que es una medida eficaz.

“Muchos de nosotros asociamos el VIH con los jóvenes, pero los datos indican que el 19% de los infectados reciben el diagnóstico a partir de los 50 años“, destaca Gillian Sanders, profesora de medicina en la Universidad y principal autora del trabajo, que se publica en ‘Annals of Internal Medicine’. “La edad no protege a nadie del virus. Se es tan vulnerable a los 60 años como a los 16”, recuerda.

Por eso, aunque los CDC (los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU) recomiendan que todos los ciudadanos con edades comprendidas entre los 13 y los 64 años se hagan la prueba del sida, Sanders y su equipo, con miembros de la Universidad de Stanford, proponen que se incluya también a los pacientes de más edad.

Su afirmación se basa en un trabajo en el que han estimado los efectos saludables y económicos de un programa voluntario de ‘screening’ de VIH en personas entre los 55 y los 75 años, cuyo estado serológico era desconocido. Se tuvieron en cuenta aspectos como el tipo de actividad sexual, el número de parejas sexuales y el sexo de la persona. Asimismo se imaginaron distintas situaciones, como suponer que el participante tenía, de media, una pareja con riesgo de estar infectada o que no iba con múltiples parejas.

Para saber si la eficacia de este programa, los investigadores estimaron el aumento en la supervivencia que resultaría de la detección temprana del VIH y de iniciar el tratamiento antirretroviral. Así, para un paciente de 65 años que descubriera que está infectado, la identificación del virus a través de las pruebas supondría un incremento de medio año en su esperanza de vida. Para un individuo de 75 años, el aumento sería de cuatro meses.

Dentro del presupuesto

En cuanto a los costes, depende de la prevalencia de la enfermedad por grupos de edad, de los años del paciente y de si ha tenido una pareja o una conducta que conlleve riesgo de contagio.

Asumiendo que el 0,5% de la población estudiada tuviera VIH, los investigadores calculan que las pruebas del sida en los pacientes con más de 65 años que no son sexualmente activos costaría 55.440 dólares (unos 35.750 euros al año), mientras que para los individuos sexualmente activos el coste bajaría hasta los 30.020 dólares (19.360 euros). Para Sanders, estas cifras entran dentro de lo aceptable y de lo que se considera una buena relación coste-beneficio.

“Nuestro estudio indica que la medida es buena, especialmente si la persona ha tenido una pareja sexual de riesgo, ya que a esas edades muy pocos utilizan el preservativo“, declara. Eso sí, matiza que “no está indicada para aquellos individuos cuya esperanza de vida sea más corta debido a enfermedades como el cáncer o patologías coronarias”.

El obispo de Tenerife: el abuso a menores se produce debido a que hay niños que lo consienten

El obispo de Tenerife, autor de las polémicas declaraciones

El obispo de Tenerife, autor de las polémicas declaraciones.

El obispo de la diócesis nivariense de Tenerife, Bernardo Álvarez, regaló a los fieles unaspolémicas declaraciones en la pasada Nochebuena.

En una entrevista con el periódico local La Opinión de Tenerife, Álvarez advirtió de que, en ocasiones, el abuso a menores se produce debido a que hay niños que lo consienten.

¿Adolescentes de acuerdo?

“Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y además, deseándolo, incluso si te descuidas te provocan“, declaró el obispo.

No fue la única opinión polémica que el obispo exhibió en la entrevista. Según Álvarez, “hoy en día hay que tener mucho cuidado porque no se puede decir que lahomosexualidad se sufre o se padece, no es políticamente correcto decir que es una enfermedad, una carencia o una deformación de la naturaleza propia del ser humano”.

La homosexualidad es algo que perjudica a las personas y a la sociedad, a la larga pagaremos las consecuencias

Después de recalcar que respeta a los homosexuales, Álvarez se destapó afirmando que “la homosexualidad es algo que perjudica a las personas y a la sociedad, a la larga pagaremos las consecuencias, como las han pagado otras civilizaciones”.

Para finalizar, el obispo tinerfeño hizo alarde de sus conocimientos sexuales. “No hay que confundir la homosexualidad como necesidad existencial de una persona, con la que espracticada como vicio, la que lo hace así es como practicar el abuso de menores, lo hace porque le atrae la novedad, una forma de sexualidad distinta”, declaró.

Manifiestan su rechazo

La fundación Triángulo Canarias para la Igualdad Social de gays y lesbianas, a través de su presidente Jhon Alfredo Pazmiño, ha rechazado las declaraciones del obispo y ha advertido de que “es rechazable que Álvarez se refiera a las relaciones homosexuales añorando las viejas definiciones de la psiquiatría que la consideraban una enfermedad”.

La primera causa de infección por VIH en Europa es la relación heterosexual

El VIH se expande en Europa empujado, sobre todo, por las relaciones heterosexuales sin protección. Es uno de los datos dados a conocer por primera vez por el Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC), vinculado a la Unión Europea y fundado hace un año. En 2005, último año con datos, el ECDC registró 20.000 nuevas infecciones por VIH, aunque la cifra real será mayor, según advierte la directora del organismo, Zsuzsanna Jakab. La UE destaca también que sólo quedan dos países que carecen de un registro de transmisiones: España e Italia.

La tendencia a la heterosexualización de la epidemia comenzó en 1999, de acuerdo con los datos de nuevos infectados de los 17 países que tenían entonces registro, que el ECDC ha conseguido recopilar ahora por primera vez. Ése fue el primer año en el que los casos de transmisión heterosexual superaron a los de hombres que tienen sexo con hombres (unos 3.000 en ambos casos). Actualmente, los cálculos son que en Europa viven alrededor de 1,1 millones de personas con VIH, y cada año se infectan unas 32.000, es decir, uno de cada tres nuevos casos no queda registrado. El país que más nuevos casos registra es Portugal (251 por millón de habitantes), seguido de Rusia (247) y Ucrania (243). En España, extrapolando las estimaciones del Plan Nacional contra el Sida, salen unos 70 nuevos casos por millón.

La diferencia está en que, mientras los casos por sexo sin protección entre hombres y mujeres ha ido en aumento en la última década, el de las relaciones homosexuales estaba en 1999 en decadencia. Esa tendencia se invirtió en 2001, de acuerdo con los datos de esos 17 países (entre ellos, algunos tan representativos como Alemania, Francia, Reino Unido y Polonia). La tercera vía de transmisión más habitual, las jeringuillas intravenosas compartidas por usuarios de drogas, se mantiene estable e incluso registró un ligero descenso en los últimos tres años, destacó Jakab en la reunión anual sobre VIH/Sida de la UE, celebrada la semana pasada. En Estados Unidos y Canadá, región equiparable en desarrollo a Europa, la situación es diferente. Ahí la transmisión homosexual sigue siendo la predominante, de acuerdo con los últimos datos de Onusida.

Las cifras son importantes porque es la primera vez que el ECDC realiza un estudio con datos de todos los países europeos, tanto los de la UE como los demás. Además, se centra en el número de personas con VIH y no en los diagnósticos de sida. Estos últimos han ido descendiendo en los países ricos por efecto de la extensión de los medicamentos antivirales, que frenan el desarrollo de la enfermedad, lo que ha creado una sensación de falsa seguridad en muchos sectores, que les ha llevado a rebajar las medidas de prevención, indicó Jakab.

La edad media de los nuevos casos es de 35 años, de acuerdo con el estudio europeo, aunque hay una gran dispersión. En los países bálticos, por ejemplo, se infecta a gente más joven. El récord inferior lo tiene Letonia, con 28 años; el superior, Francia, con 37.

Jakab aprovechó la oportunidad para insistir en la importancia de extender los análisis para detectar a las personas con VIH. Según los cálculos del ECDC, el 25% de quienes no saben que tienen el virus son responsables del 54% de las nuevas infecciones. Además, mientras están en la ignorancia, esas personas no reciben tratamiento, lo que supone que desarrollan sida antes, y que cuando acuden al sistema sanitario es más difícil -y más caro- recuperarlos.

El tema de las pruebas es, sin embargo, peliagudo. En países donde es más fuerte el estigma o donde el acceso a la medicación es más difícil, no se puede extender la realización de las pruebas sin riesgo. Además, éstas siempre tienen que ser voluntarias y después de recibir la suficiente información.

Otro asunto importante es el papel creciente de los inmigrantes en la expansión del VIH. En este tema los expertos no se ponen de acuerdo en si se trata de personas que llegan infectadas de sus países de origen, o si contraen el virus en los de acogida. Hay datos en los dos sentidos. Entre aquéllos que se han infectado por vía heterosexual, la proporción de extranjeros que provienen de países con epidemias de sida supone alrededor del 50%, pero hay una elevada variación: del 80% en Islandia a menos del 20% en Portugal.

Los datos descartan uno de los tópicos más frecuentes: el que relaciona VIH con prostitución. Según los datos presentados por Jakab, sólo el 2% de las personas que se dedican a esta tarea están infectadas.

El cómputo imposible

Obtener un registro de las personas con VIH es una aspiración antigua del Ministerio de Sanidad. Pero los intentos han tropezado siempre en la misma piedra: algunas ONG de afectados recelan de que este tipo de ficheros atente contra la intimidad. En un país donde todavía son frecuentes las discriminaciones laborales y sociales, la posibilidad de que esos datos salgan del Ministerio sin asegurar el anonimato la rechazan de plano las asociaciones.Pese a estos obstáculos, ya casi la mitad de las comunidades tienen en marcha registros (el llamado SINIVIH). Estos datos son los que utiliza Sanidad para programar sus actividades, desde campañas de prevención hasta distribución de medicamentos, una partida que puede resultar muy cara (un tratamiento medio de los que toman aproximadamente 70.000 personas en España cuesta unos 10.000 euros al año).La directora del Centro Europeo de Control de Enfermedades, Zsuzsanna Jakab, consciente de los problemas, no quiso reprochar a la ministra de Sanidad, Elena Salgado, la falta de estos datos.Sólo España e Italia son incapaces de dar una cifra de los nuevos diagnósticos de VIH. En el caso español esto es llamativo, sobre todo porque es uno de los países con mayor número de infectados, y porque el modelo de la expansión del virus es diferente al de la mayoría de los países de su entorno: el VIH se expandió, primero, entre usuarios de drogas intravenosas inyectadas, una situación que ahora se repite en los países del este de Europa, nuevo foco de la epidemia.

“Que no te peguen por gay es una suerte”

Más de un centenar de menores homosexuales y transexuales relatan las agresiones y el aislamiento que padecen

Charla sobre diversidad sexual en el instituto Duque de Rivas en Madrid

Charla sobre diversidad sexual en el instituto Duque de Rivas en Madrid. / RICARDO GUTIÉRREZ

A los 14 años, Pedro ya lo tenía claro: era gay. Después de tantear a sus amigos -“lo aceptaron bien, sin problemas, aunque no con naturalidad”-, afrontó su siguiente reto. Sus padres eran “modernos y liberales”, dice. Por eso su reacción le dejó aún más descolocado. “Me dijeron que era imposible que ya supiera que era gay, que era muy pequeño y que me olvidara del tema”. Hace tres años de aquello.

Pedro -su nombre, como el de otros protagonistas de esta historia, es supuesto- tiene 17 años y estudia 2º de Bachillerato en La Rioja. Todavía le remuerde lo que sucedió. “Yo fui incapaz de decir nada, de contestarles, de explicarles que estaba segurísimo de lo que sentía. Desde entonces no he vuelto a hablar con mis padres del tema, que se ha convertido en algo tabú. Lo que sucedió me marcó mucho, me dejó destrozado, pasé unos días horribles, y todavía ahora sigo sintiéndome incapaz de volver a sacar el tema con ellos, a pesar de que sé que debo hacerlo”, cuenta por correo electrónico.

Algo parecido le pasó a Inés. “Mi madre no se creía que a los 14 años ya pudiera tener definida mi condición sexual. Me dijo que no tenía nada en contra, pero que sencillamente no se lo creía aún. Con 15 me volvió a preguntar si me seguían gustando las chicas. Y le dije que sí. Ella a su bola… seguía empeñada en que era una fase. A los 16 volvió a preguntar…y le dije que sí. Añadí que de hecho tenía novia. Entonces acabó creyéndolo”, escribe desde Alcobendas (Madrid).

“Cuando descubres tu homosexualidad con 13 años te sientes absolutamente desamparado. Nadie te ha explicado que eso te pudiera pasar y no tienes ayuda de nadie. Eres un crío de 12, 13 o 14 años, casi un niño, que te encuentras con un problemón que te tienes que tragar tú solito. Yo quería vivir con absoluta normalidad, soñaba con un mundo donde poder expresarme libremente, donde todo el mundo me entendiera, donde no tuviera que esconderme ni estar callado; pero salía a la calle y me encontraba otro mundo, otra sociedad. Una sociedad que parece creer que los homosexuales sólo existimos a partir de los 18 años. Es indignante”, insiste Pedro.

“Creo que a los jóvenes homosexuales no se nos tiene en cuenta para nada. Es como si la homosexualidad apareciera a partir de los 18, 19 años por lo menos”, remacha Vanessa.

Pero si la relación con la familia es problemática, la mayor exclusión se vive en los centros educativos. “Por suerte soy fuerte de carácter. Muchas veces me insultaron, me tiraron escupitajos, me golpearon. En el colegio es un acoso continuo. Pasas por una ventana y te dicen: ‘¡Maricón!”, relata Jaime, que tiene 17 años y vive en San Sebastián. “Del colegio sólo una profesora [sabe que soy gay]. Mejor así, que los alumnos allí buscan amargarte”, dice José, de 17 años, en un correo que envía desde Algeciras (Cádiz).

Pedro, Inés, José y Vanessa son algunos de los más de 100 adolescentes no heterosexuales de entre 12 y 18 años que han participado en el estudio Adolescencia y sexualidades minoritarias, elaborado por la Comisión de Educación del Cogam (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid) en colaboración con el departamento de Antropología Social de la Universidad Autónoma madrileña.

“Resulta curioso que la a hora de hablar, recurran a la palabra suerte: han tenido suerte con sus amigos, han tenido suerte en no recibir palizas… Situaciones que para otros adolescentes forman parte de la normalidad”, reflexionan los autores del estudio, Jesús Generelo, José Ignacio Pichardo y Guillem Galofré. “Con los que no pasa nada, te haces amigo, puedes ir al cine con ellos, lo saben y no te pegan”, cuenta David, un transexual de Barcelona que ya ha cumplido los 18 años. “Que no te peguen por ser gay es una suerte”, afirma José.

El problema se extiende a todos los ámbitos. Ni las revistas para jóvenes, ni los videojuegos, ni la televisión, ni los lugares de ocio, ni los educativos. Ni siquiera las asociaciones son un lugar asequible para ellos. En muchas, el estigma que asocia pederastia con homosexualidad, unida a la falta de subvenciones, impide que tengan programas de atención específicos. En el de Atención a Lesbianas, Gays y Transexuales de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, a los menores se les pide que acudan acompañados de sus padres. Pero, ¿cómo van a hacerlo cuando lo que quieren es ayuda para decirles que no son el hijo o la hija heterosexual que ellos esperaban?.

La solución, coinciden encuestados e investigadores, está en Internet. “Sin Internet y sin amigos que conozcan lo tuyo, es más complicado ligar. He tenido la suerte de que tengo esas dos opciones, por lo que me ha sido fácil. Si a eso le sumas que vas a discotecas donde hay gente con tu misma opción, la cosa se multiplica por 10”, dice José, quien tuvo su primer novio con 15 años y ahora mantiene una relación con otro chico, que no vive en su ciudad.

Pero incluso este recurso les está, a veces, vedado. En algunas librerías públicas y centros educativos tienen instalados filtros que impiden que los jóvenes accedan a las webs de las asociaciones y otros grupos de ayuda, “aunque sí permiten entrar en otras de contenido homófobo”, indica el estudio. Por eso, Pedro y tres adolescentes más han puesto en marcha un ciber-lugar de encuentro: Pisando fuerte (http://adolescentesglbt.blogspot.com).

Y una última reflexión de los investigadores: estos testimonios son de adolescentes que tienen clara su orientación. ¿Qué estará pasando con todos los que tienen dudas, no disponen de Internet o son menos fuertes?

El modelo de Rivas

Cuando casi lo más seguro para un adolescente no heterosexual es quedarse en el armario, hay iniciativas que ofrecen un atisbo de esperanza. El estudioAdolescencia y sexualidades minoritarias no ha podido dejar de destacar una excepción: la tarea del instituto Duque de Rivas en Rivas-Vaciamadrid (Madrid).Ahí, un profesor ha creado -con el apoyo del claustro- una tutoría específica para alumnos gays, lesbianas o transexuales. Hasta ahora ha atendido a ocho, dos de manera presencial y el resto por Internet.La tutoría ha sido el último paso de una intensa campaña de sensibilización iniciada por José Joaquín Álvarez, que comenzó invitando al Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (Cogam) a dar una charla sobre sexualidad.Pero estas actuaciones son una excepción. En muchos centros ha bastado que un padre protestara ante el “adoctrinamiento” o el “proselitismo” homosexual de sus hijos para que actuaciones similares -o más sencillas, como repartir una guía sobre sexualidad- se suspenda. En Rivas, una madre protestó, pero la directora del instituto le explicó el objetivo del programa, y le ofreció que su hija no participara si no quería. Tras la reunión, la alumna asistió, sin más problema, a las siguientes actividades.

Homosexualidad en el islam

Por Abdennur Prado (Junta Islàmica Catalana), 2006


Desde hace años vengo realizando una investigación sobre la homosexualidad en el islam, que abarca aspectos doctrinales, históricos, de jurisprudencia y de hermenéutica coránica. Considero que no hay fundamento alguno ni en el Qur’án ni en el ejemplo del profeta Muhammad para una condena de la homosexualidad, entendida como amor entre dos hombres. Este estudio abarca más de cien páginas, que resultaría muy difícil resumir ahora. En esta intervención, solo quiero mostrar mi posición al respecto, advirtiendo a los presentes de que esta posición no es en absoluto representativa del islam en su conjunto, sino fruto de una indagación personal cuyos resultados se oponen al pensamiento dominante. No puede ser de otra manera: cada vez que un ser humano reflexiona por si mismo entra en oposición con el pensamiento dominante, pues un pensamiento cuando es dominante se convierte en una cárcel para la conciencia.

La condena de la homosexualidad en el islam -repetida una y otra vez por las autoproclamadas “autoridades religiosas”- se basa en dos argumentos principales. Por un lado, la supuesta condena a esta tendencia sexual contenida en el Qur’án, en las aleyas que relatan las transgresiones cometidas por la gente de Lot. Por otro lado, en la consideración del matrimonio heterosexual como base del equilibrio y del orden ideal que debe regir en una sociedad islámica, con una distribución precisa de los roles que deben asumir el hombre y la mujer. En último extremo este planteamiento conduce a la total segregación de la mujer.

El primer punto, sobre lo que se denomina “transgresiones de la gente de Lut”, tal y como se nos muestra en el Qur’án: gentes que practicaban toda clase de perversiones sexuales. Una lectura minuciosa de estas aleyas nos lleva a la conclusión de que no hay ni una sola mención explícita de la homosexualidad, tan solo a la promiscuidad sin freno y a la violación, además de la trasgresión de las leyes de la hospitalidad. Cuando el pueblo de Lut (as) quiere tomar a los ángeles de Al-lâh, no se trata de homosexualidad, sino de un intento de violación. Algunos confunden lo uno con lo otro, y citan estas aleyas para demostrar que Al-lâh ha condenado la homosexualidad. Es posible que mi interpretación esté equivocada, pero se basa en un análisis minucioso y consciente del Qur’án.

El otro argumento habitual es de orden social, y es exactamente el mismo utilizado por los sectores más reaccionarios de otras religiones para condenar la homosexualidad. Como ejemplo, recordar que el Consejo del Poder Judicial (órgano consultivo de los jueces españoles) arremetió en enero del 2005 contra la ley de matrimonios homosexuales, con el argumento de que el matrimonio es una institución específicamente heterosexual, al estar basada “en el principio de la complementariedad entre los sexos”.

Este argumento es el mismo que utilizan los ulemas reaccionarios para justificar la represión de los homosexuales. Tal y como lo describe Abdelwahab Bouhdiba en La sexualité en Islam (ed. Puf, p. 43): “La visión islámica de la pareja fundada sobre la armonía preestablecida de los sexos supone una complementariedad esencial entre lo masculino y lo femenino. Esta complementariedad armónica es creativa y procreativa. (…) La bipolaridad del mundo reposa sobre la rigurosa separación de dos ‘ordenes’, lo femenino y lo masculino. Todo lo que viola el orden del mundo no es más que un grave ‘desorden’, fuente de mal y de anarquía”.

Según esta visión, el hombre debe actuar únicamente como “hombre”, y eliminar de si mismo cualquier rasgo femenino. La mujer debe actuar según las características consabidas de “lo femenino”: sumisión, pasividad, maternidad, ternura… El hombre se reserva para si las cualidades activas, de penetración y de dominio. Ante esta rigurosa polaridad, cualquier expresión o planteamiento que trate de romper o difuminar la frontera entre los sexos es vista como una aberración contra natura y, lo que es peor: como una tendencia destructora de la sociedad. De ahí la doble condena, moral y penal, a que se ven abocados los homosexuales.

Según creemos, este tipo de consideraciones son sumamente groseras, y son el resultado de la incomprensión de la cosmología coránica. En realidad, ponen en evidencia la ausencia total de espiritualidad en sus promotores. El hecho de que todo haya sido creado por pares no significa que haya cosas exclusivamente masculinas frente a otras exclusivamente femeninas, sino que dentro de todas las cosas creadas existe esa polaridad:

Subhana al-ladzî jalaqa al-‘azwâja
kul lahâ mim mâ tumbitu al-‘ardzu
wa anfusi-him wa mim mâ lâ ya’alamûn.

Glorificado sea Aquel que ha creado pares
en todo lo que la tierra produce,
y en los mismos egos, y en lo que no conocen.
(Qur’án 36: 36)

Esta aleya clarifica que los pares (las polaridades) están en el interior de todo lo creado. Un par no es únicamente la unión de un varón y una hembra, sino que los pares habitan en las criaturas: y en los mismos egos (nafs). El hombre y la mujer forman un par, y en cada uno de ellos existe la polaridad masculino-femenina. En caso de eliminar uno de estos dos polos, el par sería destruido y el hombre y la mujer ya no serían criaturas completas. No hay nada en la Creación que no sea dual, salvo Al-lâh, quien ha establecido la balanza.

En la unión amorosa se da esa dualidad: se establecen roles. Esto sucede tanto en las parejas heterosexuales como en las homosexuales. La unión amorosa, cuerpo a cuerpo, es la búsqueda de la unidad en algo que está fuera de nosotros, y sin embargo esta unión nos remite a nuestra propia interioridad. Si la pareja es la unión entre complementarios, lo importante no es una supuesta complementariedad física, sino espiritual. Un hombre que no ama a una mujer no forma una pareja con ella, por mucho que sus sexos parezcan acoplarse. Dos homosexuales que se aman forman plenamente una pareja, verifican su unidad en el espejo del Amado.

Frente a la conciencia de la unión se sitúa el sueño de la segregación, territorialización de lo masculino y de lo femenino en ámbitos perfectamente separados. Este sueño es el fanatismo de los que se niegan a reconocer su propia feminidad. De ahí las estructuras jerárquicas enteramente masculinas habituales en diferentes religiones. Esta es la enfermedad de los guardianes de la fe, los representantes de Dios sobre la tierra. En relación a la homosexualidad, no pueden aceptar que Dios haya creado un ser que se les presenta como híbrido, y que rompe sus esquemas dualistas. Un ser físicamente hombre y espiritualmente mujer: esto parece contradecir el orden perfecto de las cosas, la utopía de un orden estático y sin mezcla. Y sin embargo es todo lo contrario: la homosexualidad es un signo, que viene a poner al descubierto que las diferencias entre lo masculino y lo femenino no son tajantes, que todas las criaturas participan de ambas cualidades. Lo femenino y lo masculino no pueden ser acotados en base a distinciones físicas: hay un carácter masculino de la mujer y una feminidad en el hombre.

En realidad, establecer los roles según la apariencia física conduce a graves desequilibrios: ¿qué importancia puede tener que alguien tenga pene si no desea a una mujer? En las épocas de represión, muchos homosexuales se casan con mujeres para salvar las apariencias, llevando a uno y otro cónyuge a vivir en la infelicidad y frustración de sus apetitos naturales. Lo importante del matrimonio es consumar la unión (sexual, intelectual, afectiva) entre complementarios. Desde este punto de vista, la unión entre un homosexual y una mujer es lo verdaderamente anti-natural, no conduce a la satisfacción mutua de los cónyuges.

La homofobia en nombre de la religión es una constante, tanto entre cristianos, como budistas, hinduistas, musulmanes… A las declaraciones del Papa hay que sumar las del Dalai Lama, en la revista Odissey: “Los órganos sexuales han sido creados para la reproducción entre el elemento masculino y el femenino. Toda desviación a eso es inaceptable. La homosexualidad es mala”. Claro que en el mundo islámico es donde se llevan la peor parte, a causa de la pervivencia de legislaciones pretendidamente religiosas.

Según Human Rights Watch, a principios del siglo XXI existen 83 países donde la homosexualidad está explícitamente condenada por la ley, 26 donde el islam es mayoritario. Entre ellos casi todos los miembros de la Liga Árabe. En algunos países la condena por sodomía (liwat) es la pena de muerte: Arabia Saudí, Irán, Mauritania, Sudán, Yemen y Afganistán. Aunque en la mayoría de los casos la pena no se aplica, conocemos casos de homosexuales ejecutados en los últimos años en Irán, Arabia Saudí y en el Afganistán de los talibanes.

En otros lugares, la condena para los homosexuales es la cárcel. En Malasia, el artículo 377 del código penal castiga con 10 años de prisión las “conductas antinaturales”, y hasta 20 años de cárcel en caso de “penetración entre hombres”. En Pakistán y en Bangla Desh, el código penal equipara la homosexualidad a la zoofilia, y puede reportar hasta diez años de cárcel. En Siria y en Jordania la pena es de cinco años, y en Marruecos, Túnez, Argelia, Irak y Kuwait, de hasta tres años. Aunque en muchos de estos países existe “tolerancia de facto”, estas leyes se mantienen como una amenaza.

Siendo el problema judicial gravísimo, no lo es menos el cultural. La homofobia se extiende como un cáncer entre los musulmanes. El islam, que durante siglos fue signo de justicia y de progreso, ha sido transformado en una religión retrograda y cruel hacia las minorías. Los jóvenes musulmanes que desprecian y hacen la vida imposible a los homosexuales en muchos lugares del mundo islámico no saben que con su actitud están destruyendo una tradición de siglos. Aquí, como siempre, la ignorancia es la culpable de una situación penosa, una ignorancia fomentada por prestigiosos alfaquíes, instituciones y universidades a través de las cuales se fomenta la ignorancia y la repetición mecánica de dogmas.

La persecución de los homosexuales en el mundo islámico es muy reciente, y tiene que ver con la colonización y la influencia de occidente. Existen innumerables pruebas de que hasta la colonización la homosexualidad era plenamente aceptada. Durante las primeras décadas del siglo XX, el Magreb fue un “paraíso para los homosexuales”, que huían de la puritana Europa en busca de la libertad sexual que se vivía en tierras del islam. En Marruecos, la homosexualidad es considerada un delito tan solo desde 1972, y esto a causa de la influencia Saudí. En Indonesia (el país con más musulmanes en el mundo) jamás ha estado prohibida, siendo la escuela shafi’í mayoritaria.

La aceptación de la homosexualidad en la historia del islam está ampliamente documentada, en diferentes épocas y territorios. No era algo oculto o marginal, sino aceptado socialmente. Los estudiosos occidentales de la homosexualidad han destacado con asombro la actitud mostrada hacia este tema en dar al-islam. Merece destacarse la visión de John Boswel sobre la homosexualidad en al-Andalus de sus obras Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad y Las bodas de la semejanza.

almutamid

al-Mutamid

En la Córdoba califal, los homosexuales habitaban todo un barrio, conocido como derb Ibn Zaydun. El caso de al-Andalus no es aislado. Existe una amplia literatura de contenido homosexual en el periodo abbasida, además de los testimonios de los historiadores. Además de al-Mutamid, existen otros dirigentes islámicos reconocidos como musulmanes en la historia, tales como Sultan Mehmet Fatih, conquistador de Constantinopla. En las crónicas del gran visir Nizam al-Mulk se habla de la homosexualidad como algo habitual.

Esta actitud abierta llega hasta los inicios de la colonización. Las obras de los viajeros, científicos y colonizadores europeos relatan, entre la fascinación y la sorpresa, el grado de aceptación de la homosexualidad entre los musulmanes. En la sociedad victoriana, este fue uno de los argumentos preferidos para mostrar que el islam era una religión lasciva e inmoral. En la Europa del siglo XXI, se habla de la persecución de los homosexuales en el mundo islámico para mostrar como el islam es una religión salvaje y puritana. Entre lo uno y lo otro, algo ha sucedido.

No podemos citar a todos los estudiosos que han destacado la plena aceptación de la homosexualidad en la historia del islam. Sencillamente, son demasiados. En su libro Islamic Homosexualities, Stephen O. Murray y Will Roscoe dan pruebas amplias de la centralidad del erotismo masculino adolescente-adulto en los países islámicos. En su traducción de Las mil y una noches, el aventurero y escritor inglés Richard Burton describió la sexualidad en el mundo islámico, que recorrió de punta a punta (llegó a realizar la peregrinación a Meka). La fascinación de Burton por el islam no estaba exenta de prejuicios y una mirada fantasiosa. Aún así, su testimonio no puede descartarse por completo: en Egipto, los adolescentes que buscan hombres frecuentan los baños públicos, igual que en los tiempos pasados. En Marruecos, los musulmanes viven abiertamente con adolescentes. En Persia, la práctica es “tan inherente que está en los huesos”.

A quien nos haya seguido hasta ahora, no le sorprenderá descubrir la existencia de matrimonios entre homosexuales en el mundo islámico, hasta bien entrado el siglo XX. La primera vez que dimos a conocer este hallazgo, causó sorpresa e incluso indignación. A algunos musulmanes les pareció un disparate, e incluso se me acusó de haberlo inventado. En concreto, la celebración de matrimonios entre homosexuales musulmanes está documentada en el oasis de Siwah, situado en el desierto de Libia, en la actualidad en territorio egipcio.

Es improbable que se trate de un caso aislado. El día 7 de abril, la cadena de TV al-Arabiya informaba sobre las penas impuestas a un grupo de hombres por celebrar un matrimonio gay en Arabia Saudí, en la ciudad santa de Medina. Los hechos sucedieron en marzo, cuando la policía interrumpió la celebración de la boda y detuvo a unos 120 hombres, algunos de ellos vestidos de mujeres. Los jueces han condenado a dos mil latigazos y dos años de prisión para los cónyuges, doscientos latigazos para 31 de los asistentes, y un año de prisión para los 70 restantes. Si hubieran tenido tiempo de consumar el matrimonio, la sentencia podría haber sido la muerte, tal y como les sucedió a dos hombres el año 2001 en la misma Arabia Saudí. Hace sólo unas semanas nos ha llegado una noticia semejante de Emiratos Árabes Unidos. Al parecer, doce parejas de homosexuales estaban preparándose para celebrar su matrimonio cuando irrumpió la policía.

Si esto llega a producirse en un contexto en el cual se condena a muerte la homosexualidad, ¿qué puede haber pasado durante catorce siglos de tolerancia? Lo extraño sería que esta clase de matrimonios no se hubiesen producido, y que no se produzcan en el futuro. Dado que en el islam no es necesario ningún sacerdote para celebrar el matrimonio, un grupo muy reducido de musulmanes/as puede hacerlo. Al margen de que consideremos esto lícito o una perversión, es incuestionable que ha habido y hay musulmanes que lo consideran lícito. La existencia de “matrimonios entre musulmanes homosexuales” pone en evidencia que la condena a muerte está muy lejos de ser la única opción posible. En el terreno del islam siempre coexisten opciones diferentes, algunas veces tan alejadas entre si que parece tratarse de religiones diferentes. (Existen ulemas que afirman: “el islam prohíbe la música”, pero en otro lugar leemos: “a ninguna civilización la música ha sido tan consustancial como a la islámica”).

Esta reflexión se inscribe en una situación precisa. Desde el momento en que los matrimonios entre personas del mismo sexo han sido legalizados en España, nada impide que se celebren entre musulmanes/as. Basta que un solo musulmán reconocido en la categoría de “Dirigente Islámico” (artículo 3.1 del Acuerdo de Cooperación firmado entre el Estado español y la Comisión Islámica de España), este dispuesto a celebrarlo para que tengamos “matrimonios entre hombres (o mujeres) según la sharia”, con plena validez a efectos civiles. Por mi parte, la aceptación del matrimonio entre hombres está implícita en el contenido de esta charla.

Un principio de realismo es necesario. Aquellos que condenan moralmente la homosexualidad no pueden negar que ésta seguirá practicándose. Desde el momento en que sabemos que la homosexualidad es una constante en la historia de la humanidad, y que ninguna prohibición humana puede modificar ni un ápice la Creación de Al-lâh el Altísimo, ¿no es lo sensato garantizar los derechos de todos los creyentes, sea cual sea su naturaleza?

A raíz de la persecución, muchos musulmanes homosexuales se han acostumbrado a una vida sexual semiclandestina, de modo que no quieren ni oír hablar de matrimonio. Con ello, no se dan cuenta de que renuncian a algo más que a la aceptación o al rechazo social de sus tendencias sexuales. La pareja es el ámbito privilegiado para verificar la complementariedad entre los principios masculino y femenino. Negar a los homosexuales su derecho al matrimonio es muy grave, es privarles de un derecho fundamental, de algo que la tradición islámica reconoce como un gran beneficio. Hay que tener una base para ello.

El matrimonio es el hogar, la paz, la satisfacción de los deseos. No es el refugio del ego, sino su máxima apertura. Es el encuentro entre dos mundos. Cada elemento de la pareja está conectado con los otros, su círculo inmediato, su familia. El matrimonio es la interacción de dos mundos, la consagración de la comunidad y la apertura. Familia, revelación, balanceo de las fuerzas. Lo propio y lo impropio dejan de ser inmóviles, entramos en lo otro, vivimos para otro. ¿Qué tiene que ver todo esto con las características físicas de las personas, con su pene, su ano o su vagina? Más bien tiene que ver con su grado de conciencia sobre la realidad que los rodea. Tiene que ver con la capacidad de cada uno de amar y de entregarse, de fusionarse con el otro. Tiene que ver con su espiritualidad y la forma como esta se hace cotidiana. Tiene que ver con la posibilidad de transformar cada uno de nuestros actos en un acto de ‘ibada, forma de adoración al Creador de los cielos y la tierra.


Abdennur Prado
abdel@webislam.com