MARRUECOS Agreden a dos homosexuales en su casa y los ‘pasean’ desnudos y ensangrentados

Dos homosexuales en Marruecos

Dos homosexuales en Marruecos. ELENA CALVO

Dos jóvenes homosexuales recibieron una paliza dentro de una casa en Beni Melal, en el centro de Marruecos, según un vídeo del que hoy se hacen eco medios digitales locales.

Las imágenes, aparentemente grabadas con un teléfono móvil, muestran a los dos homosexuales desnudos con la cara ensangrentada, mientras los agresores tratan de quitarles la sábana que les cubre y luego les sacan desnudos a la calle.

Los medios subrayan que no se sabe cuándo se grabó el vídeo y añaden que los dos homosexuales fueron agredidos con armas blancas por un grupo de individuos.

El colectivo Akaliyat, en el que se integran activistas homosexuales, denunció que los dos jóvenes “fueron atacados en su domicilio por cinco individuos que residen en el mismo barrio”.

Akaliyat deploró la “inseguridad en las ciudades marroquíes que se refleja en la multiplicación de graves ataques contra homosexuales” y pidió a las autoridades abrir una investigación sobre lo ocurrido y despenalizar la homosexualidad.

Las redes sociales marroquíes siempre se hacen eco de los ataques homófobos. El caso más mediático fue el del pasado junio, cuando un joven travesti fue pateado y golpeado en el suelo, hasta que pudo zafarse y buscó refugio en un centro comercial.

Tras este incidente, el Gobierno marroquí advirtió con perseguir judicialmente aquienes pretendieran tomarse la justicia por su mano.

La homosexualidad en Marruecos no solo está castigada con penas que llegan hasta lostres años de cárcel, sino que además es objeto de una gran reprobación social

Dos jóvenes homosexuales agredidos dentro de una casa en Marruecos

LES SACAN DESNUDOS A LA CALLE

Dos jóvenes homosexuales fueron agredidos por varias personas dentro de una casa en Beni Melal, en el centro de Marruecos, según un vídeo del que hoy se hacen eco medios digitales locales.

RABAT. Las imágenes, aparentemente grabadas con un teléfono móvil, muestra a los dos homosexuales desnudos en un domicilio con la cara ensangrentada, mientras los agresores tratan de quitarles la sábana que les cubre y luego les sacan desnudos a la calle.

Los medios subrayan que no se sabe cuándo se grabó el vídeo y añaden que los dos homosexuales fueron agredidos con armas blancas por un grupo de individuos.

El colectivo Akaliyat, en el que se integran activistas homosexuales, dio detalles sobre los hechos y denunció que los dos jóvenes “fueron atacados en su domicilio por cinco individuos que residen en el mismo barrio”.

Añadió que los agresores grabaron a los dos homosexuales mientras les atacaban y publicaron después el vídeo en las redes sociales.

Akaliyat deploró la “inseguridad en las ciudades marroquíes que se refleja en la multiplicación de graves ataques contra homosexuales” y pidió a las autoridades abrir una investigación sobre lo ocurrido y despenalizar la homosexualidad.

Las redes sociales marroquíes revelan ocasionalmente ataques homófobos ocurridos en diferentes ciudades del país, pero el caso más mediatizado fue el del pasado junio cuando un joven travesti estuvo a punto de ser linchado por una turba en una calle en Fez (centro), que lo pateó y golpeó en el suelo, hasta que pudo zafarse y buscó refugio en un centro comercial.

Tras este incidente, el Gobierno marroquí advirtió con perseguir judicialmente a quienes pretendieran tomarse la justicia por su mano (“sustituir a la justicia o las fuerzas del orden”, dijeron entonces).

La homosexualidad en Marruecos no solo está castigada con penas que llegan hasta los tres años de cárcel, sino que además es objeto de una gran reprobación social.

La lucha por la libertad sexual en África llega a las calles de Bilbo

«Amar no es un delito. Nuestra lucha en África», es una exposición sobre la labor de activistas por la libertad sexual en países como Kenia, Sudáfrica, Camerún, Zambia y Uganda. La muestra la componen 27 láminas repartidas por diversos comercios de Bilbo.

amar no es delito-nuestra lucha en africa

Las calles de Bilbo acogen durante estos días una exposición fotográfica que muestra la lucha personal de diversas personas por ejercer su libertad sexual en cinco países de África. Organizada por Amnistía Internacional en colaboración con la Asociación BilbaoHistoriko y las asociaciones de comerciantes del Casco Viejo y Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala, se enmarca dentro de las actividades paralelas con las que el Festival de Cine Gaylesbotrans Zinegoak pretende sensibilizar a la ciudadanía sobre los valores de diversidad sexual, afectiva y familiar.

Titulada “Amar no es un delito”, la exposición consta de 27 imágenes de gran formato que estarán ubicadas en diferentes comercios y establecimientos de hostelería de los barrios de la villa. «El objetivo es que la gente se encuentre con ellas en su día a día y que sean una llamada a la reflexión sobre el derecho de cada persona a vivir su sexualidad libremente», explica Aimar Rubio, miembro del grupo de diversidad de Amnistia Internacional Euskadi.

Los organizadores de la muestra destacan que las fotografías están tomadas en los países africanos de Kenia, Sudáfrica, Camerún, Zambia y Uganda y sirven para ponerle cara a personas que «combaten, incluso con su vida, por defender su derecho a amar libremente. Es además un homenaje especial a dos personas que dieron su vida por defender que amar no es ningún delito, Noxolo Nogwaza y Jean-Claude Roger Mbedé», recuerdan. Con esta muestra se quiere recordar a la ciudadanía con un «enfoque positivo» realidades tan duras como que la homosexualidad sigue siendo ilegal en 80 países del mundo, o que está castigada con penas de cárcel en cuatro de cada diez. En lugares como Afganistán, Pakistán, Arabia Saudí o Irán los homosexuales pueden llegar a enfrentarse a la pena de muerte.

MIRAR HACIA OTRO LADO África: memoria y presente

NAMIBIA ha pasado esta semana ante los órganos de Naciones Unidas para dar cuenta de la situación de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales en su territorio.

Namibia, que hasta los años 60 era conocida como África del Sudoeste, sufrió el primer genocidio del siglo XX, cuando aquellas tierras eran una colonia alemana dedicada a la ganadería: Deutsch-Südwestafrika.

A comienzos de 1904 el pueblo herero se rebeló. Alemania respondió enviando al infame General von Trotha, que expulsó a los herero al desierto del Kalahari, envenenó todos los pozos localizados y condenó a miles a morir de sed, de hambre o envenadados. Si los herero osaban dar media vuelta hacia lo que habían sido sus tierras y ahora era territorio alemán, eran pasados por las armas de fuego.

El general Lothar von Trotha era todo menos fingidor: “Es mi política el uso de la fuerza, el terrorismo e incluso la brutalidad”.

Las instrucciones del general fueron claras, el ultimátum inapelable: “La nación herero tiene que abandonar el país, y si no lo hace, la obligaré por la fuerza. Todo herero que se encuentre dentro de territorio alemán, armado o desarmado, con o sin ganado, será fusilado. No se permitirá que permanezcan en el territorio mujeres o niños, y se les expulsará para que se unan a su pueblo o serán pasados por las armas. Estas son las últimas palabras que dirigiré a la nación herero”.

Se calcula que entre 24.000 y 65.000 hereros murieron. Quizá hasta un 80% de este pueblo fue eliminado. La mayor parte de los hereros supervivientes fueron enviados a campos de concentración y sometidos trabajos forzados.

Los manaqua, otro pueblo que habitaba territorios colindantes, siguieron el ejemplo herero y también se rebelaron. Fueron tratados de forma similar. Murieron 10.000 personas, es decir, el 50% de ese pueblo desapareció, el otro 50% fue enviado a campos de concentración.

De la misma forma que Gernika anticipó cosas que luego veríamos en la Segunda Guerra Mundial, en el caso de Namibia hay algunos antecedentes de lo que vendría: los campos de concentración, los experimentos médicos con prisioneros… Quizá sea algo más que una anécdota que el padre de Goering fuera gobernador de estas tierras por aquellos años y jugara un importante papel en los antecedentes del genocidio, desplazando con engaños primero y humillando después a los herero y los manaqua hasta no dejarles otra salida que la rebelión.

Solo en este siglo XXI Alemania ha empezado a reconocer su responsabilidad en estos hechos. Y han tenido que esperar hasta este año pasado, el 10 de julio de 2015, para reconocerlo como genocidio.

Pero estos días en Ginebra no se ha hablado del pasado de Namibia, sino de presente y de futuro. Se ha hablado, por ejemplo, de los homosexuales en la Namibia de hoy, perseguidos, humillados, encarcelados por serlo y en muchas ocasiones agredidos impunemente, sin protección ni apoyo alguno.

Los herero y los namaqua merecen memoria y honor. Pero también las personas homosexuales de la Namibia actual merecen memoria, honor… y sobre todo apoyo de la comunidad internacional, porque su sufrimiento, a diferencia del de sus antecesores en el dolor, es presente y debería ser, por tanto, evitable. Hay todavía muchos generales von Trotha por el mundo, con o sin uniforme pomposo, haciendo sufrir a sus vecinos.

Torturas, destierro y examen anal

TÚNEZ En el quinto aniversario de la revolución

Un grupo de homosexuales se manifiesta en Túnez

Un grupo de homosexuales se manifiesta en Túnez. CHEDLY BREN IBRAHIMCORBIS

A M. lo encerraron en prisión como a sus otros cinco compañeros. Allí vivieron un auténtico calvario. Los golpearon, les cortaron el pelo a cero. Los metieron en una celda con otros 190 presos, que les pegaron, les insultaron, les obligaron a bailar desnudos y les violaron con palos. Fueron suspendidos por los brazos y golpeados con un cable. Así 20 días, cotidianamente. Su delito: ser homosexuales.

M. no quiere dar su nombre. Está traumatizado. Su rostro ensombrecido todavía es la expresión del sufrimiento. Se cubre su cabeza con la capucha de su sudadera negra. “Sólo quiero volver a sonreír. Mi vida ya no tiene futuro. He perdido a mi familia, mis estudios. Ya no tengo nada”, dice a EL MUNDO, sentado en un café a las puertas de la kasbah. Tiene 21 años y era estudiante de Filología inglesa. “Quiero irme del país. ¿Adónde iré? No lo sé”, concluye.

Una mueca en sus labios anuncia las lágrimas. M. intentó quitarse la vida en prisión, robando los medicamentos de un preso diabético. Seca sus ojos y le abraza con delicaceza B. Él ha vivido lo mismo. Está muy delgado y pálido, pero fuma compulsivamente. Un gorro de lana color canela oculta su cabeza rapada. Estudiaba segundo curso de Filología árabe. Ya no podrá acabar su carrera, al menos no por ahora.

“Fui a la facultad a hacer un examen y sólo pude quedarme apenas una hora. Todos los compañeros me acosaron y me amenazaron, incluso los que eran mis amigos. Tuve que irme para salvar la vida. Si me hubiera quedado allí un minuto, me hubieran linchado”, relata. B. cuenta que ya no es sociable, que tiene miedo. “No puedo quedarme en Túnez. Todo el mundo ha participado en esta tortura. Tengo que salir del país”, afirma.

M. y B. son parte de un grupo de seis estudiantes de Kairuan (en el interior de Túnez) que fueron detenidos en diciembre, juzgados y condenados a tres años de prisión y cinco de destierro por “prácticas homosexuales”. Uno de los acusados fue condenado a otros seis meses de cárcel más por “atentado contra el pudor”, al encontrar un vídeo pornográfico en su ordenador.

Vidas truncadas

Los chicos fueron forzados a someterse a un examen anal para ‘probar’ su culpabilidad. “El test anal es un ataque contra los derechos humanos y está considerado por la ONU como una forma de tortura”, denuncia Ahmed Ben Amor, vicepresidente de Shams, una asociación que defiende los derechos de los homosexuales en Túnez.

“Hemos visto cómo la vida de estos jóvenes ha sido destruida. Sufren un gran trauma psicológico. No pueden dormir, tienen miedo de salir a la calle. Han sido rechazados por sus familias. Han perdido sus estudios”, remarca Ben Amor, que a sus 19 años es la cara visible de la asociación Shams.

Los jóvenes -cuatro tienen 18 años y dos de ellos, 21- fueron puestos en libertad provisional el 7 de enero, a la espera del juicio de apelación, el 25 de febrero. Mientras, están escondidos. Su caso ha levantado una fuerte indignación en la sociedad tunecina. Numerosas personalidades progresistas y asociaciones defensoras de las libertades civiles dentro y fuera de Túnez han llamado a la necesidad de abolir el artículo 230 del Código Penal, que criminaliza la homosexualidad.

“Tenemos una nueva Constitución, pero un Código Penal que data de la época de la colonización francesa y que falla en la aplicación de la ley. La represión contra los gays es contraria a la imagen idílica que Túnez comercializa“, afirma el joven activista.

Prácticas ‘inhumanas’ y ‘degradantes’

En los últimos meses, los colectivos homosexuales han visto incrementada la presión social y de las autoridades. La propia Shams, después de que en mayo de 2015 se convirtiera en la primera asociación que milita por los derechos LGBT que era legalizada en Túnez, sufre ahora el acoso del Gobierno. En noviembre, el ex ministro de Sanidad y diputado del partido islamista En Nahda Abdellatif Mekki lanzó una diatriba en el Parlamento que sostenía que Shams era un peligro para la sociedad. Poco después, un tribunal suspendió sus actividades por 30 días, acusándola de violar la ley de ONG. La vista en la que se juegan su legalidad se celebra este martes 19 de enero.

Han quemado nuestra sede tres veces. Hay una estigmatización en la que han participado medios de comunicación como la televisión Zeituna [próxima a los islamistas de En Nahda], que apeló a la lapidación de los homosexuales, lo que ha devenido en un estado de violencia contra nuestro colectivo”, cuenta Ben Amor.

El caso de M., B. y sus otros cuatro compañeros no es el único. En septiembre, otro joven fue condenado a un año de prisión por “prácticas homosexuales” y sometido a un examen anal. Esta práctica ya fue denunciada entonces por las asociaciones civiles por “cruel”, “inhumana”, “degradante”, contraria a las leyes internacionales y asimilada a un acto de “tortura”. Pero la historia volvió a repetirse con los ‘seis de Kairuan’.

“La situación va de peor en peor en Túnez. Los gays recibimos amenazas de muerte, insultos y agresiones en la calle. La ausencia del Estado permite que esta gente ejerza su odio y su complejo de masculinidad contra nosotros”, denuncia Ben Amor.

Cuatro detenidos por mutilar y quemar a una lesbiana en Sudáfrica

Pese a que es el único país africano que reconoce el matrimonio entre homosexuales, éstos son condenados por buena parte de la población

La Policía sudafricana ha detenido a cuatro personas por el asesinato de una joven lesbiana cuyo cuerpo fue mutilado y quemado en una localidad al sur de Johannesburgo. El cadáver de la víctima, que tenía entre 18 y 20 años, fue encontrado en un descampado del municipio de Sebokeng atado, calcinado y con los órganos genitales mutilados.

Los ataques homófobos y las llamadas violaciones correctivas (perpetradas contra lesbianas para curar su homosexualidad) son un fenómeno habitual en las zonas deprimidas habitadas por personas de raza negra de Sudáfrica, que tiene una de las constituciones más progresistas del mundo en materia de derechos sexuales.

“Los sospechosos han sido detenidos”, dijo al diario The Citizen un activista político local, que se manifestó junto a miembros de la comunidad gay ante la comisaría de Policía para pedir justicia. “Por el momento, no sabemos si la policía lo clasificará como un crimen de odio”, agregó el activista, quien recordó que en los últimos meses dos lesbianas de la zona han sido violadas.

Colectivos gays sudafricanos han pedido en numerosas ocasiones la aprobación de leyes especiales para los delitos contra las minorías sexuales, que actualmente son tratados como delitos comunes por la ley y las estadísticas en el país austral.

Sudáfrica es el único país africano que reconoce los matrimonios entre personas del mismo sexo y el derecho a la adopción de las parejas del mismo sexo. Sin embargo, las relaciones homosexuales son condenadas por buena parte de una población mayoritariamente pobre y poco educada, entre la que predominan las actitudes machistas.

Los activistas gays de Uganda piden al Papa ayuda contra la homofobia

Un participante en el desfile del Orgullo Gay en Kampala, en una sesión de maquillaje

Un participante en el desfile del Orgullo Gay en Kampala, en una sesión de maquillaje. EDWARD ECHWALUREUTERS

Homosexualidad, religión y África. Tres conceptos imposibles de unificar, a priori, pero cuya batalla aún está por celebrarse. Días antes de su llegada a África, los grupos de activistas gays ugandeses hacían una plegaria al Papa Francisco para que predicara la tolerancia hacia los homosexuales e incluso condenase los ataques violentos contra este colectivo.

Los líderes de la Iglesia ugandesa ponían el grito en el cielo ante tal blasfemia, olvidando que en numerosas ocasiones el Papa Francisco ha pedido respeto por todos los seres humanos, independientemente de su orientación sexual, religiosa o étnica. “¿Quién soy yo para juzgar?”, dijo refiriéndose hace un tiempo a un sacerdote supuestamente gay.

Su Iglesia busca ser más tolerante con todos los marginados y así lo predica. Y los gays, en África, de eso saben mucho. Uganda es uno de los países africanos donde los homosexuales tienen más enemigos públicos: el estado presentó el año pasado un proyecto de ley que contemplaba la posibilidad de encarcelar de por vida a las personas sospechosas de cometer “actos homosexuales”.

En Uganda, donde el presidente Yoweri Museveni lleva casi treinta años en el poder, hablar de derechos humanos no siempre es fácil. De hecho, resulta especialmente llamativo que el país aúne tantos esfuerzos y se oponga de manera tan categórica a cualquier atisbo de homosexualidad. Y quizás sean únicamente superados por Zimbabue y su elocuente nonagenario líder, Robert Mugabe, el mayor enemigo de los gays que conoce África y parte del extranjero. El ministro David Bahat no esconde la aversión política y los planes de llevar a cabo la reforma legal. “Si la ley dice que tienes que ir a la cárcel, tienes que ir a la cárcel, es como cualquier otro crimen”, declaraba ante las cámaras de la CNN. Es lo que hay.

El Vaticano no confirmó si Francisco entraría en ese debate de defensa de los homosexuales africanos. De hecho es poco probable que lo haga, ya que iría en contra de los deseos de los obispos locales. Pero la repulsa hacia el amor entre dos personas del mismo género no sólo es criminalizada por parte de la religión, sino también por parte del gobierno. “Estoy orando para que no hable de esto, porque va a abrir la caja de Pandora”, dijo Simon Loodo, el ministro ugandés de ética, que condena firmemente a los homosexuales. “Aquí en Uganda, el tono es diferente. Si quiere hablar de los homosexuales que se centre en la aceptación, pero no en tolerancia. Siempre hemos condenado este estilo de vida, sobre todo en la línea de exhibicionismo. Ya es bastante malo que los homosexuales son allí, ¡pero ellos no van por delante y exponen a sí mismos”.

Tabú o no, la realidad es que el movimiento gay existe en Uganda y varios activistas son embajadores de la causa. Seis ataques contra la comunidad LGBT ugandesa fueron reportados en octubre según el grupo al que pertenece Frank Mugisha, un conocido activista con más de once mil seguidores en Twitter, lo que les obligó a convocar una reunión de seguridad de emergencia. Hostigados, perseguidos y marginados por sus familias, los gays y lesbianas ugandeses esperan que el Papa Francisco no se olvide hoy de ellos y clame solidaridad y tolerancia hacia la comunidad. ELMUNDO.ES habló con Mugisha sobre sus perspectivas ante esta visita y para conocer la situación del colectivo a fondo.

¿Hay un grado importante de homofobia actualmente en las calles de Uganda?
Sí, sí que lo hay, por supuesto, en todos los niveles, desde gente que no es amigable hasta gente que desprende un odio profundo hacia la comunidad.
¿Qué dice la ley y en qué consistía la reforma que quería llevar a cabo el gobierno?
La ley en materia de homosexualidad que había en el país se quitó el año pasado ya que el gobierno quería llevar a cabo una reforma para endurecer las penas por la presión por parte de la Iglesia. La ley que está vigente en este momento es una muy antigua, de la época colonial que criminaliza a las personas que realizan actos homosexuales. En la nueva ley se quería incluir la pena de muerte. Ahora mismo no hay nadie encarcelado por su condición de homosexual, al no haber ley actual, porque la que hay de la época colonial dice que la gente sólo puede ser juzgada si se les encuentra cometiendo actos homosexuales.
La religión está muy arraigada en África. ¿Qué problemas internos experimenta la comunidad gay que es la vez creyente? ¿Cuál es la posición de la Iglesia ugandesa respecto a la minoría gay?
Es un problema porque se sienten muy rechazados por la Iglesia. Quieren ser parte de unas creencias que lo que hacen es marginarlos, es muy frustrante. Todas las iglesias han declarado públicamente que se oponen a la homosexualidad y los rechazan con rotundidad. Tampoco creemos que un cambio de política en Uganda vaya a cambiar las cosas, porque es la Iglesia quién tiene la última palabra. Aunque si apoyan los derechos humanos, tendrán que apoyar los derechos de la comunidad LGBT.
¿Pidieron reunirse con el Papa? ¿Qué mensaje tienen para él y qué esperan que diga en relación a los derechos de los homosexuales?
Pedimos reunirnos con el Papa, pero a día de hoy aún no hemos recibido desde su comité de organización. El mensaje que queremos que dé es de la aceptación, tolerancia y no discriminación hacia los gays y lesbianas del mundo. Pero no queremos que se limite a hacerlo en una comparecencia pública, lo importante es que se reúna en privado con la Iglesia para hablar de la protección del colectivo LGBT en Uganda, porque hay muchas cosas que son muy preocupantes.
El presidente Barack Obama tiene un discurso de defensa de los gays muy contundente. ¿Creen que un mensaje de apoyo del Papa podrá derivar en un cambio de dirección del gobierno o mayor comprensión por parte de la Iglesia?
Absolutamente. Creemos que sí él dice algo puede haber muchos cambios. Bueno, quizá no muchos, pero al menos algo puede cambiar. Aunque Obama también ha tratado de ayudar a los derechos de los homosexuales en África, la diferencia fundamental es que el Papa no implica ninguna relación política, como sí ocurre con Obama, por eso su mensaje es más importante. Todos los mensajes son importantes, pero un mensaje de este tipo por parte del Papa será mejor recibido.

Así es ser ‘trans’ en Cabo Verde

El documental ‘Tchindas’, de Marc Serena y Pablo García, retrata la preparación del Carnaval en la isla de Sao Vicente de la mano de tres amigas que viven su género en libertad 

Edinha y Sabrina, preparándose para el Carnaval de Mindelo

Edinha y Sabrina, preparándose para el Carnaval de Mindelo./ TCHINDAS.COM

MADRID.- En la isla caboverdiana de Sao Vicente, el Carnaval transforma los días, las noches, las calles y las vidas de sus 76.000 habitantes. Durante tres semanas, sólo importan las carrozas, los vestidos y la música de la mayor fiesta del año. En Mindelo, quien encabeza la organización del evento es Tchinda Andrade, que de día cocina y vende buñuelos brasileños y de noche regenta un diminuto bar enclaustrado en su propia casa. Ella decide las músicas, las canciones y las coreografías. Ordena y manda. Tiene carácter, pero el pueblo entero la adora. Incluso los niños y niñas, que durante la preparación del Carnaval pasan casi todas las tardes con ella y sus amigas, Elvis, Edinha y Sabrina, preparando los bailes. Eso enseña el documental de Pablo García y Marc Serena, Tchindas.Eso y que Elvis, Edinha y Sabrina son transexuales viviendo su género en libertad en un continente que denigra al diferente.

“La película va de cómo una isla trabaja para construir algo bonito de la nada”, resumeMarc Serena (Manresa, 1983). Este periodista catalán conoció Ciudad del Cabo en 2011, cuando recorrió África para la elaboración de su libro ¡Esto no es africano! De El Cairo a Ciudad del Cabo a través de los amores prohibidos (Editorial Xplora, 2014). Durante ese viaje, tuvo la suerte de conocer a la artista Cesárea Évora y la mala suerte de que muriera 36 horas después. “Me lo tomé como una señal y por eso volví”, explica.

Cartel del documental 'Tchindas'

Cartel del documental ‘Tchindas’.

Esta vez, sin embargo, no volvió solo. Lo acompañó su amigo y director de cine Pablo García Pérez de Lara(Barcelona, 1970), con una larga experiencia en el mundo audiovisual. “Lo bonito del rodaje fue que nosotros no éramos los protagonistas. Estaba todo el mundo tan volcado en la preparación del Carnaval que no nos hacían ni caso. Para bien y para mal”, explica, “pero gracias a ello, el film emana veracidad y claridad”.

Y con veracidad y claridad, conocemos a tres amigas que preparan con nervios y emoción el Carnaval. Escuchando criollo caboverdiano y música de Cesária Évora, descubrimos a Tchinda, que en 1998 contó a un diario local que nació hombre pero se siente mujer, y a Elvis, que está cómodo vestido tanto de hombre como de mujer. Es costurero y diseña los trajes de la fiesta ayudado por Edinha, dulce y pizpireta, a la que vemos desfilar feliz por las calles de Mindelo medio desnuda embadurnada con purpurina.

En la mayoría de países africanos, las personas trans (transexuales, transgénero, travestis, etc) son perseguidas y asesinadas, pero Ciudad del Cabo es un oasis de respeto en un desierto hostil y homófobo. “Tchinda y sus amigas —a quienes todo el mundo llamatchindas— pueden pasear por la calle, pero muy cerca, en Senegal, sólo por eso se las condenaría a prisión y en Mauritania, a pena de muerte”, cuenta Serena. De hecho, proyectar este documental también sería un delito en esos países.

Tchinda Andrade prepando el Carnaval

Tchinda Andrade prepando el Carnaval./ TCHINDAS.COM

in embargo, y a pesar de tratarse de un film social, Tchindas no va de eso. “En los documentales sobre personas trans, el foco suele estar en la transición, en la operación, en la noche, en la prostitución. Nosotros nos queríamos alejar de todo esto. Quisimos contar la realidad de un pueblo que respeta la diferencia y la celebra. En el fondo, la película es una declaración de amor a Cabo Verde y un ‘gracias’ a Tchinda por existir”, explica Serena.

Con 37 años y una cicatriz en la nariz que le recuerda que llegar hasta aquí no fue fácil,Tchinda no se siente líder de nada. Vive su género con libertad pero no actúa como referente de la causa. A García Pérez le sorprendieron sus contrastes: “Fue impresionante verla dándole consejos sobre lactancia a una madre primeriza y luego, por la noche, echando a un borracho de su bar armada con un bate de béisbol en la mano”, recuerda.

Edinha, desfilando por las calles de Mindelo

Edinha, desfilando por las calles de Mindelo./ TCHINDAS.COM

Tchindas, que ha recibido el premio del jurado en el festival Outfest de Los Ángeles y en el Reeling de Chicago, se estrenó casi a la vez en la 39ª edición de la Mostra de Sao Paulo de Brasil y en la 60ª edición de la Seminci, la Semana Internacional de Cine de Valladolid. También ha sido seleccionada en el festival In-Edit de Barcelona, el festival MiradasDoc de Canarias y LesGaisCineMad de Madrid.

El documental, una producción de Doble Banda que concursará en los premios Goya y en los Gaudí, se puede ver este viernes a las 20.00 horas en la sala Artistic Metropol de Madrid y en Barcelona, del 20 al 24 de noviembre, en los cines Girona.

Mugabe ante la Asamblea de la ONU: ‘¡No somos gays! No nos impongan valores’

ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU  El polémico presidente de Zimbabue

Robert Mugabe, este lunes por la noche, durante su intervención en la 70ª Asamblea General de la ONU.

Robert Mugabe, este lunes por la noche, durante su intervención en la 70ª Asamblea General de la ONU.

El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, clamó su heterosexualidad, y quizás la de su propio pueblo entero, desde el atril de la 70ª Asamblea General de la ONU: “¡No somos gays!”, exclamó, en lo que pareció una improvisación dentro de su discurso.

Mediada su intervención, Mugabe, de 91 años y de una famosa religiosidad chapada a la antigua, trataba de argumentar el rechazo de su Gobierno a la normalización de las relaciones homosexuales. Este tipo de prácticas están perseguidas en su país por una ley, llamada de Delitos sexuales, que prohíbe no sólo el matrimonio entre personas del mismo género, sino las mismas relaciones sexuales.

“Rechazamos la politización de este tema tan importante y la aplicación de un doble rasero para victimizar a los que piensan y actúan de forma independiente a las normas de nuestro país”, dijo. “Igualmente rechazamos todo intento de prescribir nuevos derechos contrarios a nuestros valores, normas, tradiciones y creencias”, añadió.

Fue entonces cuando, tras una pausa, el nonagenario dictador espetó: “¡No somos gays!” Algunas risas veladas, y tímidos aplausos se escucharon en el salón de la Asamblea General…

La homosexualidad es ilegal en Zimbabue, la citada ley de Delitos Sexuales prescribe penas efectivas desde el año 2013, y Mugabe no ha ocultado nunca su desprecio para los homosexuales, de quienes dijo ese mismo año: ” Los hombres que participen en ese tipo de prácticas merecen ser castrados”. Y, abundando en su personalísima religiosidad, añadió: “La Iglesia dice que la homosexualidad es una abominación. Si por mí fuera, me aseguraría de que todos los gays fueran derechos al infierno y allí se pudrieran“.

Cuando el pasado mes de julio, la Corte Suprema de Estados Unidos falló a favor del matrimonio gay, Mugabe dijo que propondría al presidente Barack Obama.“Creo que viajaré hasta allí, me pondré de rodillas y pediré su mano”. “Yo sólo he concluido que desde que el presidente Obama respalda el matrimonio entre personas del mismo sexo también aboga por la existencia de las personas homosexuales. Además, goza de una fisonomía atractiva”, ironizó justificando su jocosa propuesta.

Su diatriba no quedó ahí, y acusó al Gobierno de Estados Unidos de estar dirigido por pervertidos adoradores de Satanás: “No puedo entender cómo esta gente se atreve a desafiar las órdenes explícitas de Cristo como nuestro Señor prohibió a la humanidad de la sodomía“, añadió.

Las madres que se negaron a que sus hijos las olvidasen por culpa del sida

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La madre y el padre de Grace, Lilian y Rose abrazados cuando eran novios, en la imagen de la derecha. En la foto familiar, se las ve junto a unos amigos de sus padres y sus hijos. La foto es de 1998, pocos años antes de que murieran sus padres. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Una de las consecuencias del VIH en Uganda es el casi millón de huérfanos de hasta 17 años que ha dejado el virus. En este país y en su vecino Tanzania existe una organización de mujeres infectadas que han levantado la voz y están dispuestas a luchar contra el estigma del sida, que dificulta la prevención y la rehabilitación de los enfermos. Una de sus herramientas son los ‘Memory Books’, libros con fotografías y consejos, que recogen quiénes son y cómo quieren que crezcan sus hijos. Por si ellas no llegan a verlo.

En África subsahariana, el 58% de las personas adultas que viven con el VIH son mujeres. El colectivo Nacwola (National Community of Women Living with HIV/AIDS in Uganda), formado actualmente por más de 40.000 mujeres infectadas de VIH, nació hace algo más de 23 años, tras la celebración del Congreso Internacional sobre Mujeres con VIH/Sida de Ámsterdam en 1992. En aquella época la enfermedad era un tabú tan insufrible que las consecuencias para los huérfanos se materializaban en el olvido absoluto.

La asociación materializó parte de sus ideales en los Memory Books. El proyecto generó esperanza para las mujeres, que veían cómo su muerte supondría el derrumbe de su núcleo familiar. Los libros se han convertido en un manual de supervivencia, mezcla de memorias y consejos maternos para guiar a los niños. Nacwola ha logrado traspasar fronteras y, gracias al nacimiento del International Memory Project, hoy los Memory Books han llegado a Zimbabue, Kenia y Etiopía, y cuentan con especial arraigo en Tanzania.

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Las tres hermanas observan el Memory Book que les dejaron sus padres. Lilian (a la izquierda) es la madre del único niño que vive de momento en el hogar. Grace, la mayor de todas, está sentada en medio, junto Rose, la más pequeña y la que menos recuerdos tiene de sus progenitores. En Moshi, Tanzania. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Grace, Lilian y Rose son tres hermanas que viven solas en una casa de la ciudad de Moshi, en Tanzania, a los pies del Kilimanjaro. Con 22, 23 y 25 años (y un niño a cargo de las tres, hijo de Lilian la mediana), viven con sus recuerdos salvaguardados gracias al testamento gráfico que les dejó su madre.

“Antes de que nuestra madre muriera nos gustaba preguntarle en qué hospital habíamos nacido, por qué habían decidido comprar una casa en Moshi y quién había escogido nuestros nombres. Es bonito recordar esos momentos mientras que los leemos de nuevo en los Memory Books. Es bonito recordar que la más pequeña, Rose, nació en esta misma casa porque mi madre se puso de parto repentino y no hubo manera de llegar al hospital”, cuentan las hermanas. Al caer la noche, y con la luz del candil, las tres se reúnen para ojear sus Memory Books, y espontáneamente, ignorando de pronto la cámara de fotos, comienzan a parlotear algo en swahili.

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Grace prepara la comida en el salón de su casa junto a sus hermanas, antes de irse a trabajar al hotel donde atiende al público. Son un ejemplo de autosuficiencia y emancipación. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Las jóvenes indican que no hubieran podido llegar a la autosuficiencia sin el apoyo y seguimient o de Kiwakkuki , la ONG colaboradora de Nacwola en Tanzania. Gladys, de la ONG, es responsable de que su madre iniciara su l ibro de recuerdos y de que los padres dejaran a sus hijas la casa familiar en su testamento. 

En Luwero, Uganda, la historia de la abuela Joyce representa un ejemplo bastante común en África: existe una primera generación sana por ausencia del virus (los abuelos), una tercera sana o en tratamiento (los nietos) y, entre ellos, un vacío.Joyce Lucy Katele, de 76 años, ha sobrevivido a sus tres hijos . También murieron de sida sus mujeres. Entonces, se le paró el reloj,  Joyce tuvo que dejar de ser una anciana para criar a sus cinco nietos. Volvió a trabajar duro en el huerto, a fabricar esteras y a vender caña de azúcar.

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Memory Book de Emmanuelle, que vive en la misma comunidad que Grace, Rose y Lilian. Es huérfano y vive junto a sus primas, que también perdieron a sus padres, con su abuela. Su mayor pasión es el fútbol y a sus padres les gustaba ir a verle jugar, cuenta. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

“Al principio estaba desesperada ante mi situación, de repente había perdido a mis hijos, todo. Sus familiares políticos podían echarme de casa, tenía a cinco niños que cuidar. A veces abandonaba la casa porque no sabía qué hacer. Ahora puedo gritar que ya no temo nada y estoy más tranquila porque mis nietos pueden enfrentarse al sida con más fortaleza gracias a los programas que nos ofrece Nacwola”. Antes de asociarse a la organización, lo que más le preocupaba era lo que pudiera ocurrir con sus nietos Lázaro y Mary.

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Ruth, su hermana Geny y sus primas Rachel y Mary, todas son huérfanas; juegan y hacen sonreÍr a su abuela Joyce que, en el patio, confecciona las esterillas con las que gana algo de dinero para alimentar a su gran familia. Todas las nietas visten prácticamente igual, con ropa donada por una parroquia, donde intentan seguir con su educación. En Luwero, Uganda. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Joyce pasó el entrenamiento de los Memory Books con nota y comenzó rápidamente a escribir los libros con sus nietos. Si algunos padres lo hacen por temor a morir a causa del sida, Joyce lo rellena porque sabe que la muerte no tardará en buscarla. “Lo primero que he hablado con mis nietos es sobre la muerte, para mí es muy importante que comprendan que puede llegar en cualquier momento. Me senté con ellos mientras mirábamos fotos de sus padres y les expliqué que ahora ellos están descansando esperándoles y que algún día yo también me tendré que ir”, cuenta la anciana.

Mientras hablan de los Memory Books, el pequeño Lázaro va hacia su cama y saca un grueso álbum de fotografías que servirán para ilustrar el libro de memorias. Sus padres se encargaron de dejar constancia de su existencia a través de un montón de instantáneas que, unidas a las que posee Joyce, forman un buen conjunto de recuerdos.

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Lázaro sostiene a la luz de las velas el álbum de fotos que le dejaron sus padres. En la imagen una foto de su padre. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Por suerte, en algunos casos los retrovirales están consiguiendo que la enfermedad se convierta en crónica. Robinah tiene 39 años y también vive en Luwero (Uganda). Hace lo que puede para sacar adelante a sus tres hijos. Sentada con un libro entre las manos se lo enseña a sus hijos. Ahora Robinah se siente más fuerte y capaz de cuidarlos. “Mi historia es como otra de tantas. En el año 2000 me quedé viuda. Habíamos ido los dos a hacernos el test y descubrimos que teníamos el VIH, pero mi marido estaba mucho peor que yo. A pesar de la medicación no consiguió salvarse y me quedé viuda, completamente desesperada, enferma, sin recursos y con tres niños siempre indispuestos. No sabía qué hacer, dónde ir, quién me podía ayudar”, relata la madre.

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Fragmento de un Memory Book, donde la madre antes de morir le escribió a sus hijos algunas historias sobre su padre para que lo pudieran recordar siempre. Cuando un Memory Book ha entrado en una familia, muchas cosas ya han cambiado y otras tantas está a punto de hacerlo. Como si de una escalera se tratara, cada peldaño ascendido ha significado un enfrentamiento, un descubrimiento, a veces un desahogo y, en ocasiones, un deseo infalible de huida hacia adelante, ante lo desconocido. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Una amiga le habló de Nacwola y se hizo socia: “Aprendí a compartir mi situación y eso me dio las fuerzas necesarias para empezar de nuevo”. En el año 2004 fueuna de las participantes para instruirse en el proyecto de los Memory Books.“Cuando acabé la formación era otra persona”. Cuando la enfermedad está muy avanzada, la reunión es más una terapia.

Ahora somos una familia que conversamos sobre nuestros problemas; por ejemplo, he sido capaz de hablar con mi hija pequeña de los cambios que está experimentando su cuerpo. Antes jamás hubiésemos tenido una conversación de este tipo”, diceRobinah . Con ella ha hablado del VIH, “ de sus conductos de transmisión, de las precauciones a tomar, de preservativos y su utilización, y también de que debe evitar quedarse embarazada cuando aún es tan joven”. Hoy, todavía el estigma dificulta acabar con la enfermedad porque las personas infectadas esconden que lo están y no quieren ir al médico para no delatar su situación.

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Robinah junto a sus hijos, sentados en el salón de la casa. Leen juntos el Memory Book que la madre hizo para sus hijos mientras realizaba el entrenamiento en Nacwola. “Sentarnos juntos a escribir los Memory Books ha creado una complicidad entre mis hijos y yo que nunca hubiera pensado que podría tener”. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Por ello, las mujeres trabaja para fomentar su autoestima a la hora de encontrar trabajo y también de tener un mayor poder de decisión dentro de la familia. Agnes Atim Apea recibió a principios de año el premio Uweal (Uganda Women Entreprenuers Association Limited) por su trabajo en favor de los derechos de la mujer ugandesa y su empoderamiento.

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Nacwola le dio un microcrédito a Robhina con el que pudo comprarse una máquina de coser y comenzar un pequeño negocio con el que costear los gastos de su familia. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Atim Apea, que fue directora de Nacwola a nivel nacional, ha fundado también  la Casa Esperanza –con la ayuda de Unicef South Sudan, African Development Foundation y AnHua– donde acoge y educa a huérfanos de las zona de Amolatar al norte de Uganda . “He creído siempre que la implicación de la comunidad es muy importante y he decidido centrar mis esfuerzos de manera local en una zona concreta de Uganda y también en una de la más abandonadas: Amolatar”.