Los nueve beneficios de la masturbación, más allá del orgasmo

Cada vez parecen más claras las funciones reguladoras y terapéuticas del orgasmo, sin necesidad de que medien fines reproductores

Egon Schiele  Google Art Project

Foto: Egon Schiele / Google Art Project

Es fácil pensar que el objeto último del orgasmo es la reproducción, y así lo creen numerosas culturas y, sobre todo, religiones: una recompensa de la madre naturaleza por el sacrificio de procrear. Sin embargo, tanto la ciencia como la propia naturalezademuestran que las cosas no funcionan de este modo, al menos no siempre. Y en caso de que el anterior enunciado fuera válido, la masturbación carecería de sentido, puesto que es enemiga de la reproducción.

Pero existe y compite con el coito por el orgasmo. ¿Fallo evolutivo o alternativa terapéutica para los ejemplares maduros de la especie? Al parecer es más bien lo segundo, puesto que el orgasmo es mucho más que una descarga nerviosa que nos produce placer. Durante él se desencadenan múltiples reacciones, químicas, fisiológicas e incluso físicas, y todas ellas tienen consecuencias importantes sobre nuestro cuerpo. A continuación explicamos nueve maneras en las que podemos beneficiarnos de la masturbación para mejorar nuestro bienestar.

1. Como coadyuvante del sueño

Dos de las hormonas que se secretan en mayor proporción durante el orgasmo, y la excitación que le precede, son la serotonina y, en los hombres, la prolactina. Tanto una como otra tienen intervención en la regulación del sueño y la relajación. Los picos de prolactina generan en los hombres una inhibición temporal de la producción de hormonas sexuales como la testosterona, responsable entre otras muchas cosas del estrés del deseo sexual, la agresividad, la competitividad, etc.

Ayudada por la serotonina, una hormona reguladora del sueño, la prolactina nos produce un somnolencia postorgásmica que nos facilita el quedarnos dormidos. Las mujeres también pueden verse favorecidas por la serotonina, y aunque su secreción de prolactina no es tan pronunciada, sus niveles de testosterona son entre 20 y 40 veces menores que en los hombres.

Luis García (Zaqarbal)

Foto: Luis García (Zaqarbal)

2. Como excitante

El orgasmo aumenta también la secreción de noradrenalina. La noradrenalina es un estimulante que acelera las sinapsis, aumenta la frecuencia cardíaca y está relacionada con los impulsos de alerta ante peligros, en los que el cuerpo tiene que reaccionar con gran energía y potencia. Así que, si no nos hemos dormido antes, tras el orgasmo experimentaremos una mayor vitalidad.

3. Nos hace más sociables, especialmente si somos mujeres

Otra hormona segregada a nuestro torrente sanguíneo tras la masturbación y el consecuente orgasmo es la oxitocina. En ambos sexos la oxitocina liberada durante un coito estimula la parte del cerebro relacionada con el afecto y el amor, aunque se secreta en bastante mayor proporción en mujeres que en hombres.

Pero la oxitocina también es un gran estimulante de la sociabilidad y el deseo de llevar a cabo actividades creativas y comunicativas. Entrando en el terreno de los tópicos, la oxitocina es la responsable de que a las mujeres nos dé por reflexionar en voz alta tras el orgasmo, mientras que la prolactina es la culpable de que los hombres sintamos sueño.

4. Es un buen analgésico

Tras masturbarnos sentimos una pronunciada sensación de recompensa y bienestar físico, incluso de felicidad, que posteriormente decrece más o menos rápido, según las personas. Una de las grandes culpables de esta recompensa emocional es la ya comentada oxitocina, pero su mayor protagonista es ladopamina, un potente neurotransmisor que actúa sistema del placer del cerebro, suministrando los sentimientos de gozo y refuerzo para motivar a una persona de manera proactiva, a fin de que realice ciertas actividades. Entre ambas hormonas consiguen incluso anular temporalmente el dolor.

Wikimedia Commons

Foto: Egon Schiele / Wikimedia Commons

5. Aumenta la concentración

Como se ha comentado, la oxitocina genera en las mujeres una mayor creatividad intelectual y más capacidad comunicativa, mientras que en el hombre la noradrenalina dispara la vitalidad, si bien no debe relacionarse la misma con el deseo sexual, que queda inhibido por la prolactina. Esta energía desprovista de libido nos permitirá centrarnos en actividades intelectuales sin interferencias. Finalmente la serotonina también contribuye a relajarnos y por tanto facilita la concentración.

6. Aumenta la lucidez en la tercera edad

Un estudio de la Universidad de Rostock, en Alemania, sobre una población de individuos de ambos sexos septuagenarios y octogenarios, analizó la relación entre su actividad sexual y el mantenimiento de sus funciones cognitivas. El resultado fue que cuanto mayor era su actividad sexual, mejor conservaban tanto sus aptitudes reflejas como su estado de forma intelectual.

7. Refuerza el sistema cardiovascular

Un estudio conjunto de diferentes científicos alemanes constató que al menos en los hombres los niveles de noradrenalina se disparaban en el plasma sanguíneo tras el orgasmo masturbatorio, aumentando la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Estos incrementos mejoran la circulación y ayudan a mantener el sistema cardiovascular activo. Quizá no tanto como el deporte, pero seguro que más que el inmovilismo y la castidad.

Juliana Coutinho

Foto: Juliana Coutinho

8. Mejora el sistema inmunitario

En otro estudio conjunto, también de investigadores de diversas universidades alemanas, se constató que los hombres que se masturbaban presentaban tras el orgasmo unos elevados niveles de citocinas en el plasma sanguíneo. Las citocinas son unas proteínas producidas por los linfocitos, células defensivas, y relacionadas con la actividad inmunológica del cuerpo frente a las infecciones.

9. Induce al parto

Si el parto se retrasa, mantener relaciones sexuales puede ayudar a provocar las contracciones, pero también masturbarse o que la masturben a una, por ejemplo con sexo oral. El orgasmo aumenta la secreción de la oxitocina, una de las hormonas responsables de las contracciones.

El mercado de los heteroflexibles… y lo que surja

La app BRO

La app BRO

“Estoy cansado de que me intenten chatear torsos desnudos y egos con patas”, dice Brad. “Nada como un lugar dónde poder construir una buena amistad y si se tercia, algo más”, explica Zach.

Ambos son usuarios de BRO,  la nueva app que está trayendo de cabeza a los medios anglosajones, por cómo se presenta: “La app permite que los hombres chateen, se hagan colegas y construyan relaciones sin el miedo de que sus sexualidades se etiqueten, algo que muchos hombres que cuestionan sus sentimientos admiten que les impone y les dificulta para ser ellos mismos.” Esta explicación fue suficiente para generar curiosidad, puesto que no se presentaba como una app gay.

Los medios comenzaron a hacerse eco y se sucedían titulares sobre la app como método para “ayudar al outing” de los hombres dudosos, o para “ que los hombres heterosexuales mojen con otros hombres heterosexuales”. Y así se generó la discusión. ¿Es necesaria una app como esta? ¿Por qué?

BRO no es el primer ejemplo de un servicio tecnológico para los hombres que se definen como heterosexuales pero practican sexo con hombres. Existe el precedente de Whisper,  una aplicación destinada al público general en la que la gente puede postear mensajes anónimos-en un formato muy similar al de un meme- y  que fue aprovechado por hombres para explicar sus experiencias homosexuales en la red. ¿La particularidad? La gran mayoría recordaban experiencias en la universidad, antes de casarse con mujeres.

¿Es entonces una nueva app indefinida un ejercicio de marketing? Un representante de BRO advertía a Verified Gay que “la principal razón por la que la app no identifica a sus usuarios como homosexuales, bisexuales o ‘en fase de exploración’ es que no creemos que eso importe. La app no es para conectar a gente que quiera mantener relaciones sexuales, sino para establecer conexiones duraderas, ya sea amistades o relaciones a largo plazo”. Aún así, como no dejaron de reseñar desde BRO, los medios siguieron en sus trece:  “Los medios dicen que nuestra app es algo que no es realmente”, explicaban en sus redes sociales, a lo que un usuario respondía: “Está bien vivir en una escala de grises, yo conozco a muchos tíos que no tienen una preferencia específica”.

Lo cierto es que hace tiempo que ronda la polémica en torno a una nuevo discurso con respecto a la definición sexual. Este año, el best seller de la activista queer Jane Ward ‘Not Gay: Sex Between Straight White Men’ (“sexo entre hombres blancos heterosexuales”) ponía sobre la mesa una práctica más común de lo que se quería creer: que los hombres que se autodefinen como heterosexuales mantienen prácticas homosexuales más a menudo de lo que la gente piensa. Y las cifras acompañan: en un reciente estudio del centro de control de enfermedades estadounidense Centers for Disease Control and Prevention, un 1,9% de los hombres se define como homosexual y un 2% como bisexual, pero 6,2% de los encuestados han mantenido relaciones homosexuales, con lo que 2,3% de este porcentaje es de hombres que se identifican como heterosexuales.


Del down-low a los heteroflexibles

Nacía así una etiqueta contra la etiqueta: los heteroflexibles, que se caracterizan por una actividad homosexual limitada a pesar de una orientación fundamentalmente heterosexual que se considera distinta de la bisexualidad. Una vez más, la definición no venía exenta de polémica. El activista LGTB Zach Staffordargumentaba en The Guardian: “Me parece bien que un hombre tenga relaciones sexuales con otro hombre sin tener que usar una etiqueta. Eso sí, como hombre homosexual que ha sufrido violencia expícita por serlo, comprobar que los hombres que perpetúan esa violencia ejercen los mismos actos sexuales que yo y demuestran lo ‘hetero’ que son, resulta repugnante y homófobo”.  

Stafford argumentaba, además, desde una posición concreta. Como hombre negro, hacía hincapié en la hipocresía que genera el tabú de la homosexualidad en Estados Unidos, también aquejado por incesantes capas de significado en relación a razas y religiones. El término down-low, por ejemplo, de uso común entre la comunidad afroamericana, está asociado a los hombres negros que se definen como heterosexuales pero tienen algún tipo de actividad homosexual -generalmente en secreto o sin conocimiento de aquellos que le rodean-. De la misma manera,  la expresión “no homo”, de cierta notoriedad en el hip hop estadounidense,  se originó en Harlem para aclarar una orientación heterosexual después de cualquier afirmación que pueda oler a homosexualidad.

La fluidez en las prácticas sexuales viene ahora acompañada de cierta libertad en etiquetas que resultan, para muchos, restrictivas. Las apps como Grindr están llenas de hombres que se consideran heterosexuales, por lo que queda claro que una nueva generación de hombres y mujeres asumen que categorías como gay o hetero no tienen necesariamente mucho que ver con las prácticas sexuales. Son también categorías políticas y conceptuales.

Familiares de menores transexuales piden que se cumpla la ley de no discriminación por motivo de identidad de género

Familiares de menores transexuales piden que se desarrolle la ley de no discriminación por motivo de identidad de género

La Asociación Chrysallis Euskal Herria, que representa a familias de menores transexuales de Navarra, ha pedido al Parlamento de Navarra que “se cumpla y desarrolle” la ley foral de no discriminación por motivo de identidad de género y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales.

La presidenta del Parlamento de Navarra, Ainhoa Aznárez, y representantes de los departamentos de Educación, Derechos Sociales y Salud del Gobierno foral, así como del Instituto Navarro de Igualdad, han mantenido este viernes un encuentro con miembros de esta agrupación en la Cámara foral, donde ésta ha expuesto sus reivindicaciones.

Antes de la reunión, el presidente de la Asociación Chrysallis Euskal Herria, Aingeru Mayor, ha reclamado, en declaraciones a los periodistas, que “se desarrollen todas las actuaciones que se plantean en la ley foral, que fue pionera y fue referencia para otras comunidades”. Con su desarrollo, ha opinado, “se posibilitará que las familias puedan acompañar mejor a sus hijos y en el ámbito escolar también”.

“Quedan muchísimas cosas por desarrollar y pedimos que se pongan mecanismos para que se cumpla porque para las familias con menores en situación de transexualidad va a suponer en Navarra un paso de gigante para poder vivir mucho mejor”, ha asegurado Mayor, que también ha pedido “revisar la norma porque es hora de reformar algunas cuestiones”.

El presidente de la asociación ha detallado que en Navarra ocho familias forman parte de la agrupación y a nivel estatal, más de 200. En todo caso, ha apuntado que la asociación la integran “una minoría de las familias que tienen niños en situación de transexualidad”.

“Visibilizar”

Por ello, ha explicado que uno de sus objetivos es “visibilizar esta realidad para que las familias que no tienen la posibilidad, por falta de conocimiento, de abordar y acompañar la realidad de sus hijos, lo puedan hacer, para que estos menores puedan vivir su infancia como el resto de niños, no teniendo que pelearse permanentemente con todo el entorno por que sea respetada su identidad”.

Mayor ha expuesto que “sobre los dos años los menores empiezan a expresar su identidad y, en el caso de los pequeños en situación de transexualidad empiezan a decir que su sexo no coincide con el que los demás están viendo”. En la mayoría de los casos, ha añadido, “por falta de conocimiento y porque es algo que choca mucho, muchas veces no se les hace caso”.

Sin embargo, estos menores “van a seguir expresándolo”, ha remarcado Mayor, que ha agregado que “en algunas familias llegará el momento en el que se les atenderá, y en otras, por falta de conocimiento, no se les escuchará y se les reprimirá”.

Mayor ha afirmado que “uno de cada mil menores vive una situación de transexualidad y necesita que en su entorno más cercano y en la escuela se conozca esta realidad para poder vivir su vida”. “Los menores en situación de transexualidad lo único que necesitan es que se les escuche, que se les respete, que se les acepte como son y se les quiera. En el momento de la pubertad ya pueden necesitar acompañamiento médico”, ha señalado.

Dos chicos son agredidos en Madrid en un nuevo ataque homófobo

na pareja de chicos fue agredida en la madrugada de este lunes con gran violencia en el madrileño barrio de Chueca, según ha denunciado la asociación de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales y heterosexuales de las Universidades Politécnica y Complutense de Madrid (Arcópoli).

Los hechos ocurrieron a la salida de un bar en el cruce de las calles Hortaleza y Augusto Figueroa, cuando una pareja se acerco a ellos diciendo “panda de gays” y empezó a propinarles golpes en la cabeza y otras partes del cuerpo. S.G, uno de los chicos agredidos, recibió un golpe en el cráneo con un objeto metálico y perdió el conocimiento. 

Según ha informado Arcópoli, S.G ya ha interpuesto una denuncia ante la Policía Nacional. “Este terrible mes de enero solo nos ratifica en nuestra posición de exigencia a las instituciones de medidas contundentes de formación, unidades específicas y campañas de visibilidad así como más recursos ante una lacra como la LGTBfobia que, lejos de disminuir, parece aumentar en la sociedad madrileña”.

La organización lleva contabilizadas siete agresiones homófobas solo en la capital en lo que va de año, lo que califica como “el peor enero desde que recoge agresiones motivadas por el odio”. El mes se estrenó con la agresión de un joven a la salida del Metro, en el barrio de Salamanca, por su condición homosexual. El pasado día 10 una mujer transexual fue insultada y agredida en el madrileño barrio de Lavapiés.

Esta semana varios colectivos LGTB se reunieron con el  delegado del Área de Salud, Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid, Javier Barbero, a raíz de las últimas agresiones al colectivo. Según los últimos datos del Ministerio del Interior, en España se produjeron en 2014 1.285 delitos de odio, de ellos 102 en la Comunidad de Madrid, y la mayoría, el 40%, por orientación sexual o identidad de género de la víctima. Las organizaciones avisan de que la cifra es “la punta del iceberg” porque la mayoría no se denuncian.

El juez admite a trámite la querella presentada contra Abel Azcona por su exposición sobre la pederastia

El titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Pamplona ha acordado abrir diligencias previas tras la querella presentada por la Asociación Española de Abogados Cristianos contra el artista a raíz de la exposición en la que exhibió 242 formas consagradas creando la palabra ‘pederastia’

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Abel Azcona, junto a su obra Pederastia

Tras la decisión del juez de admitir a trámite la querella, comenzará ahora la fase de instrucción, en la que el autor “será investigado por un presunto delito reiterado de profanación y otro contra los sentimientos religiosos”, según ha explicado la Asociación Española de Abogados Cristianos en un comunicado.

La asociación ha señalado también que más de 110.000 personas pidieron al Ayuntamiento de Pamplona a través de la plataforma Change.org que se retirase “esta grave profanación pública”. La exposición finalizó este domingo, 17 de enero.

Las consecuencias de la “gaytrificación”: Cómo la subida de precios de los ‘barrios gay’ podría expulsar a este grupo

Con dinero y sin niños, o así lo afirma la leyenda urbana, la comunidad LGBT siempre ha visto el potencial de los barrios degradados de la ciudad y ha contribuido a su transformación. Sin embargo, el fenómeno de la gentrificación(el progresivo aburguesamiento de barrios populares) amenaza los barrios gay más conocidos

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La ciudad de Atlanta engalanada para celebrar el Orgullo Gay. EFE

El asistente personal Brenden Michaels se pregunta si sus días en Brooklyn están contados. Todavía se aferra al piso que alquiló a buen precio en el más que aburguesado barrio de Williamsburg, pero es consciente de que los alquileres de la zona se han disparado. Ahora sospecha que las mejoras que hizo en el apartamento se volverán en su contra.

“Volví a pintar todo el apartamento, puse plantas en el balcón donde está situada la escalera de incendios y he reparado muchos desperfectos”, explica: “Si tengo que dejar este apartamento, se lo van a encontrar mucho mejor de lo que estaba cuando entré. Y haciendo todo esto, he aburguesado mi casa y he contribuido a mi propia expulsión del edificio”.

De algún modo, la experiencia de este joven de 29 años es muy parecida a la de muchos otros gays, lesbianas, bisexuales y transexuales urbanitas. Suelen buscar un tipo de vecindario que los acepte y con alquileres asequibles, y a menudo terminan en barrios baratos y degradados de la ciudad; como era el caso de Williamsburg. Sin embargo, su mera presencia en estas zonas ha contribuido a la transformación de las calles y ha acelerado el proceso de ‘aburguesamiento’, con el consiguiente aumento de los alquileres.

Esta larga marcha de la comunidad LGBT por los barrios de la ciudad no solo está relacionada con la vivienda. También tiene que ver con los negocios que afloran a su paso. Los bares de ambiente han conseguido atraer a un tipo de clientela con más dinero en barrios como el Soho londinense o el East Village de Nueva York.

Muchas ciudades del mundo occidental han sufrido recientemente una epidemia de cierres de negocios vinculados a la comunidad LGBT. En Londres, más de diez establecimientos de este tipo han cerrado desde 2010. Este fenómeno también ha afectado a bares y clubes que no son de ambiente. La diferencia es que estos no corren el riesgo de convertirse en una especie en vías de extinción.

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La neoyorquina Gay Street. WIKICOMMONS

Las razones de estos cierres no siempre son negativas. En la actualidad, los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales pueden ir al bar que les plazca sin sufrir acoso, y gracias a Internet no necesitan ir a un bar de ambiente para conocer a gente. Sin embargo, las mudanzas y los cierres están inquietando a muchos miembros de esta comunidad, que se preguntan si el aburguesamiento podría llegar a convertir los barrios gay en cosa del pasado.

En el Reino Unido, la mayoría de los barrios gay se concentra en Londres, en cambio en otros países se trata de un fenómeno más diseminado. En Estados Unidos, muchos negocios “gay” de Nueva York, Boston, Seattle y San Francisco han tenido que mudarse de barrio. En Europa está pasando algo parecido en el barrio parisino de Le Marais, el barrio berlinés de Prenzlauer Berg, y el barrio Glockenbachviertel en Munich. Muchos lugareños han tomado cartas en el asunto para proteger sus lugares de encuentro pero junto con un sentimiento de solidaridad se percibe la confusión.

Cosecharás tu siembra

Por un lado, existe la convicción de que este tipo de barrios deben ser protegidos. Por el otro, resulta evidente que los que frecuentan estas zonas (y en especial los gay) han jugado un papel decisivo en este aburguesamiento. Adinerados y sin hijos, o así lo afirma la leyenda urbana, este grupo siempre ha estado en la vanguardia de nuevas zonas a rehabilitar, expulsando a los lugareños que pagaban alquileres baratos y dejando a su paso un gran número de tiendas de muebles de diseño de “mirar pero no tocar” y cafeterías que sirven un café a precio de oro.

Los urbanitas gay que ven como sus locales y puntos de encuentro desaparecen, ¿Están recogiendo los frutos que ellos sembraron? ¿O es erróneo asociarlos con el fenómeno de aburguesamiento?

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La neoyorquina Gay Street. WIKICOMMONS

Desde que abrió en 2002 hasta que cerró sus puertas en noviembre, el pub George and Dragon (San Jorge y el Dragón), de Richard Battye, situado en el barrio londinense de Shoreditch, era el epicentro de la comunidad LGBT del este de Londres. Battye vive en el barrio desde la década de los noventa del siglo pasado y está descontento con la transformación de la zona. Sin embargo, es consciente del papel que jugaron establecimientos como el suyo en este cambio: “En los noventa, no prestamos la suficiente atención a los miembros de la comunidad que siempre había vivido aquí; algunos nos acogieron con los brazos abiertos y disfrutaron del ambiente, mientras que otros vivieron la transformación con perplejidad”, explica: “La mayoría de nosotros no éramos hombres de negocios, simplemente nos estábamos divirtiendo, y de hecho mi pub nunca fue una gran máquina de hacer dinero”.

Lamenta que “los alquileres han subido y ya no quedan pisos asequibles porque se han vendido, y los negocios de noche están amenazados porque la gente ha invertido en vivienda y no quiere problemas”. “Lo siento por la comunidad LGBT, que está perdiendo gran parte de sus lugares de reunión, pero lo cierto es que nosotros hemos desempeñado un papel en este cambio”, concluye.

Los miembros de la comunidad LGBT que llegan a un barrio son una pieza minúscula del engranaje que empuja la transformación. Es importante recordar que a menudo sus elecciones se deben a motivos muy distintos a los de sus vecinos heterosexuales. La elección de la vivienda no gira exclusivamente en torno al precio. Como señala Michael, un hombre de Oregón que se mudó a Nueva York y tiene unos ingresos por debajo de la media: “No me fui del interior del país porque quise, me empujaron a ello. Como muchos homosexuales que crecieron en este país no sentía que el campo fuera un lugar seguro, acogedor y económicamente viable para mí, ya que solo en las áreas urbanas podía conseguir unos ingresos estables. Incluso ahora, si regresara, los lugareños no me estarían esperando con los brazos abiertos y estaría muy limitado al buscar pareja”.

Algunas barreras de tipo práctico han empujado a la comunidad LGBT a buscar barrios más baratos y menos codiciados. En los ochenta, las familias no tradicionales tenían dificultades para acceder a una hipoteca. Los que tenían el dinero buscaban casas que fueran lo suficientemente baratas como para ser compradas al contado. Por ejemplo. El Soho londinense de los años cincuenta (para los gays) y Hebden Bridge, West Yorkshire de la década de los sesenta y setenta para las lesbianas. Las posibilidades de tener hijos también eran más limitadas, y eso les daba una mayor flexibilidad si querían mudarse, ya que la calidad de las escuelas del barrio no era importante. Y no todo eran razones de tipo práctico. Esta comunidad intentó congregarse en grandes ciudades porque en otros sitios no siempre encontraron la aceptación que buscaban.

Lesbianas, las primeras expulsadas

La asociación entre la comunidad LGBT y la transformación de las ciudades no es nueva. Lo que sí es novedoso es el importante papel que se les ha asignado en debates sobre urbanismo y la gentrificación de los barrios.

Se remonta a la publicación de El crecimiento de la clase creativa, de Richard Florida, que situaba a los gays en el epicentro de la regeneración de las ciudades, integrantes de la vanguardia transformadora junto con la comunidad artística, los trabajadores del sector de la computación y la bohemia más adinerada. Esta vanguardia contribuyó a que se repoblaran y rehabilitaran zonas urbanas deprimidas. Crearon barrios en los que “los creativos ricos” querían vivir y que atrajeron una mayor inversión económica. Si a la tolerancia hacia los homosexuales se le suma un mayor porcentaje de residentes extranjeros y una mayor diversidad racial, es probable que el barrio atraiga al tipo de mentes creativas que propician el éxito económico de la ciudad. En otras palabras, cuantos más gays, más tolerancia.

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Una librería gay en Chueca, Madrid. EFE

El argumento de Florida sobre que la tolerancia sexual no es el único factor sino una prueba de fuego para medir la capacidad para atraer grupos diversos ha quedado apartado. A menudo ha llevado a concluir que los residentes miembros de la comunidad LGBT son sinónimo de crecimiento automático.

Este enfoque puede parecer un poco simple pero no carece de fundamento. Según el profesor de sociología Amin Ghaziani, que analizó esta cuestión al escribir su libro There Goes the Gayborhood (Ahí va el barrio gay) hay suficientes pruebas como para demostrar que la comunidad LGBT provoca el aumento de los precios de la vivienda.

“Sabemos que en aquellas zonas con concentraciones elevadas de gays y lesbianas, el precio de la vivienda experimenta una mayor subida que la media nacional”, indicó Ghaziani en relación a Estados Unidos: “En zonas en las que los hogares formados por dos hombres suponen más del 1% de la población (tres veces por encima de la media nacional) el precio sube un 14%. En zonas con el mismo porcentaje de hogares formados por dos mujeres el aumento es del 16,5%, en comparación al umbral nacional del 10%”.

Curiosamente, los gays no empezaron este proceso. Según la socióloga Sharon Zukin, las lesbianas, mucho más vulnerables, propician el cambio. Las mujeres, con salarios más bajos que los hombres, suelen formar parte de la vanguardia que transforma un barrio tras ser expulsadas de zonas que ya no se pueden permitir.

Esto no siempre resulta evidente por el hecho de que la presencia de lesbianas es menos llamativa que la de los gays. Ghazani lo explica: “Las lesbianas llegan primero, pero son muchos los elementos que impiden que nos demos cuenta de este hecho. Suelen adaptarse y frecuentan los establecimientos que ya existen en esa zona, como cafeterías, teatros, tiendas. En cambio, cuando llegan los gays optan por abrir nuevos establecimientos, como restaurantes, tiendas, bares, y el precio de los inmuebles sube. Los heterosexuales son los últimos en llegar, las lesbianas son expulsadas, y la rueda sigue.

El falso mito de los gays con dinero

El modelo norteamericano podría parecer demasiado simple para describir el tejido urbano británico, con una mayor mezcla social. En Estados Unidos, la extensión de las ciudades ha facilitado la proliferación de barrios residenciales y de ocio para la comunidad LGBT, mientras que los barrios y pueblos gay del Reino Unido no responden al mismo esquema. Incluso en los momentos de mayor decadencia, el Soho londinense estaba controlado por el mercado inmobiliario comercial y era demasiado caro como para poder atraer en masa a residentes gay.

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Tiendas coloridas en una típica calle del Soho londinense. COMMONS WIKIMEDIA

La pauta que describía Ghaziani todavía se percibe en el Reino Unido. El aburguesamiento del este de Londres, por ejemplo, fue liderado en parte por las lesbianas. En los ochenta, en los círculos de izquierdas era frecuente comentar que el barrio londinense de Hackney era algo así como una comuna de lesbianas. Cuando a principios de los noventa el productor cinematográfico Alex Thiele se mudó a un apartamento situado en la zona de Dalston/Stoke Newington todavía no era considerado un barrio de clase media.

“Cuando nos mudamos, el barrio era barato pero no necesariamente seguro. Teníamos un fumadero al lado y bastante delincuencia callejera, incluso percibía las miradas de piedad de mis conocidos heterosexuales cuando les contaba donde vivía. Al mismo tiempo, la zona estaba de moda entre las lesbianas; había bastantes bares y las lesbianas eran una parte tan esencial del barrio que la gente solía bromear sobre ello. Muchos de los heterosexuales que en ese momento no se hubieran mudado allí, ahora lo harían encantados, solo que ahora ya no se lo pueden permitir”.

Es difícil comprender el papel que desempeñan las minorías sexuales en transformación como esta porque la información disponible es escasa. En el Reino Unido no se disponen de datos, ya que el censo no clasifica a las personas por orientación sexual (algunos factores como la cantidad de negocios o las asociaciones orientadas a este grupo proporcionan pistas fiables). El censo de Estados Unidos sí deja constancia de los hogares formados por personas del mismo sexo, pero estos datos incluyen muchas personas heterosexuales con compañeros de piso del mismo sexo. Recientemente han empezado a registrar datos más veraces relativos a hogares formados por personas del mismo sexo con hijos, pero no se puede llegar a una conclusión general a partir de este nicho.

La simple identificación de la comunidad LGBT con el aburguesamiento de un barrio presenta un problema mayor y más obvio: toma un nicho pequeño y muy comentado, por lo general gays y lesbianas blancos, y los presenta como si fueran toda la comunidad LGBT. En el mundo real, las minorías sexuales son más pobres que los heterosexuales.

Ghaziani indica: “A pesar del mito sobre la riqueza de los gays, las minorías sexuales en general suelen ser más pobres. El 11,9% de los hogares de los Estados Unidos formados por parejas del mismo sexo son pobres, comparado con el 5,7% de los hogares formados por parejas del sexo distinto. Los ingresos medios de los hogares integrados por parejas del mismo sexo son 15.000 dólares inferiores a los que tienen las parejas heterosexuales con niños”.

En el Reino Unido un estudio reciente ha evidenciado que algunos segmentos de la población LGBT se han empobrecido. Peter Matthews, de la Universidad de Stirling, vio que en los distritos más pobres de Escocia vive un mayor número de integrantes de minorías sexuales. El 17% de los escoceses no heterosexuales vive en estos barrios, en comparación al 13% de heterosexuales. Los investigadores no esperaban llegar a esta conclusión, ya que es muy diferente a la imagen de riqueza que proyectan los gays.

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Banderas gay en la calle 17 de Washington DC.

“Cuando analizamos los datos, nos sorprendió la cifra desproporcionada de personas no heterosexuales que residen en barrios pobres”, indica Matthews: “En las zonas más desfavorecidas de Escocia hay muchas viviendas sociales, así que la información sugiere que estas personas tienen menos oportunidades. También descubrimos que son ligeramente mayores que la población heterosexual que vive en el barrio, así que creemos que se trata de personas que 20 o 40 años atrás tenían mucha dificultad para elegir vivienda. Podría ser que que no fueran buenos estudiantes o no les fuera bien en el mercado laboral. También vemos que muchas personas sin techo son miembros de minorías sexuales, y creemos que podría tratarse de personas que se han quedado sin hogar porque han sido expulsadas de sus familias”.

Sin duda, no estamos hablando de las minoría sexuales con dinero e independencia que suelen centrar el debate mediático. Si bien puede haber un elemento “LGBT” en todo movimiento vanguardista que rehabilita y pone de moda un barrio deprimido,  no se puede hacer una asociación automática entre minoría sexual y el aburguesamiento de un barrio porque sería ignorar la realidad de muchas personas que pertenecen a este grupo, que no aparecen en los medios de comunicación ni viven en los mejores barrios.

¿RIP ‘barrio gay’?

Todavía es demasiado pronto como para anunciar que el concepto de ‘barrio gay’ ha muerto. En algunas ciudades, donde las minorías sexuales todavía son discriminadas y marginadas, estos barrios son protegidos y cuidados por la comunidad LGBT. En Detroit, la organización en defensa de las minorías sexuales ha intentado propiciar la fundación de un barrio gay como una vía para proporcionar más apoyo y muestras de solidaridad a un grupo que se siente débil porque está geográficamente disperso.

Como explica el director de la Organización, Curtis Lipscomb: tras la Segunda Guerra Mundial, los integrantes de las minorías sexuales se mudaron a algunas zonas concretas, pero muy pronto los gays y lesbianas blancos se mudaron al norte de la ciudad. Ahora nos gustaría crear una zona que fuera claramente para esta comunidad. No queremos obligar a nadie a vivir en un barrio concreto pero nos gustaría que tuvieran la oportunidad de elegir.

Sin embargo ¿promover un barrio gay no podría provocar en el futuro que esta comunidad se vea obligada a mudarse debido al fenómeno de gentrificación, incluso en el deteriorado Detroit? Lipscomb no lo cree: “San Francisco y Nueva York son ciudades de paso con personas que constantemente llegan y se van, pero este no es el caso de Detroit”.

“Aquí tenemos una comunidad bastante conservadora y religiosa. Así que aunque puedes encontrar algunos residentes heterosexuales que pueden mostrar interés en un barrio tolerante con los gays si ha sido rehabilitado, la mayoría seguirá manteniendo sus prejuicios. Esta es una comunidad aún muy tradicional que considera que las minorías sexuales se merecen un trato distinto”, explica.

Muchos barrios gay son vulnerables; una piedra en el camino del proceso de aburguesamiento. Sin embargo, en Detroit y en ciudades parecidas las razones que hacen que su existencia sea tan necesaria están vivas y coleando.

Traducción de Emma Reverter

Agreden a una transexual en Madrid al grito de “tú eres un maricón”

Una mujer transexual fue insultada y agredida el domingo con gran violencia y pérdida de consciencia en la plaza de Lavapiés de Madrid, según ha denunciado este martes la asociación de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales y heterosexuales de las Universidades Politécnica y Complutense de Madrid (Arcópoli).

Se trata del tercer delito de odio de este tipo del que tienen conocimiento en los primeros días de 2016. El 1 de enero un joven fue agredido a la salida del Metro, en el madrileño barrio de Salamanca, por su condición homosexual.
En este caso, la víctima, una mujer transexual de más de 50 años, atendió a unos chicos que le pidieron tabaco. Al abrir el bolso los varones empezaron a agredirla brutalmente al grito de “tú eres un maricón”.

A continuación, recibió un fuerte golpe en la cara que le ha provocado varios hematomas, y como consecuencia perdió brevemente la consciencia, recuperándola tras haber recibido golpes por todo el cuerpo y encontrarse caída en el suelo.
Tras la huída de los agresores, la mujer fue atendida allí mismo por el Samur-Protección Civil, que la llevó a un hospital para ser examinada. Se le encontraron varios hematomas y contusiones por todo el cuerpo con pronóstico leve.

“Éste es uno de los más brutales ataques por LGTBfobia de los que hemos tenido noticia en los últimos meses e indica que queda muchísimo trabajo que realizar con las instituciones para erradicar esta lacra. Hay que dar una respuesta urgente a la ola de agresiones contra personas lesbianas, gais, transexuales y bisexuales. Demandamos la colaboración absoluta de los diferentes gobiernos para garantizar la seguridad de las personas LGTB en la vía pública”, ha declarado el coordinador de de Arcópoli, Yago Blando.

Arcópoli ha recordado que llevan dos años trabajando duramente en la denuncia de agresiones por delitos de odio, y que se reunirán en breve con el concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, Javier Barbero, que les ha brindado todo el apoyo municipal contra la LGTBfobia. “Reclamaremos mayores herramientas para poder trabajar por la erradicación de los delitos de odio”, han señalado.

Asimismo, la asociación ha pedido “mayor implicación autonómica” y la aceptación de un plan de impacto contra agresiones que reclaman a las instituciones desde hace más de un año.
Con respecto a la Policía, Arcópoli solicitará hoy mismo una reunión con Delegación de Gobierno y el comisario especializado en delitos de odio para seguir mejorando los protocolos. Además, está trabajando de forma muy estrecha con la Policía Local de Fuenlabrada para el desarrollo de una campaña de concienciación de la importancia de la denuncia que publicarán en las próximas semanas.

¿Es apropiado que un hombre interprete a ‘La chica danesa’?

El papel de Eddie Redmayne como Lili Elbe en La chica danesa reabre el debate sobre si es apropiado que personas cis den vida a personajes trans (abajo lo explicamos todo)

Eddie Redmayne en La Chica Danesa

Eddie Redmayne en La Chica Danesa

En La Chica Danesa cuenta la historia de Lili Elbe, una de las primeras mujeres transexuales que se sometió a cirugía de reasignación de género. La película, que se estrena el 15 de enero en las salas españolas y está ambientada en los años 20, es una seria candidata al Oscar. Ha sido recibida por parte del movimiento GSRDI (un término cada vez más empleado por considerarse  más inclusivo que LGTB) positivamente.

Pero también ha levantado la polémica. Muchos activistas han protestado porque a Elbe la interprete un hombre cis (una persona cuya identidad de género se corresponde al género que le asignaron al nacer) y no una mujer trans. En este caso, el actor Eddie Redmayne, ganador de un Oscar por La Teoría del Todo. Algunos colectivos defienden que la actuación tendría más profundidad y se les daría a los actores y actrices trans su espacio en la industria.

No ha sido la única controversia por este tema de los últimos meses. En Estados Unidos, el pasado verano algunos sectores de la comunidad trans llamó directamente al boicot a la película About Ray antes de que pudiera verse en cines. Elle Faning interpreta en esa cinta a un chico transgénero que debe iniciar contacto con su padre tras 16 años para que le dé permiso para comenzar a someterse a un tratamiento hormonal.

tweets sobre la chica danesa 1

Explicaciones y controversias

La directora, Gaby Dellal, explicó su decisión de una manera que, lejos de acallar el boicot, lo avivó. Dellal, a pesar de haber dirigido una película sobre el asunto, no pareció en sus declaraciones tener muy claro cómo tratarlo. En sus argumentos empleó constantemente el pronombre “ella” para referirse al chico trans protagonista de su película: “Ella es sólo una chica que está siendo ella misma y está buscando la oportunidad de comenzar el tratamiento hormonal. Así que en realidad que la interpretara un chico trans no era una opción porque no es esa la historia que quería contar”.

Elle Faning en About Ray

Elle Faning en About Ray

De cualquier modo, llamar al boicot no parece un modo de que los productores quieran seguir visibilizando la problemática del colectivo trans. El director de La chica danesa, por su parte,  ha argumentado que pensó desde el principio en Redmayne porque percibió en él “cierta fluidez de género” y “feminidad” que le pareció interesante para el papel.

Redmayne ha declarado que desde el principio fue consciente de la responsabilidad del papel y se documentó bien, llevando a cabo un proceso que incluyó largas conversaciones con personas trans. “Acabo de interpretar a un hombre de unos cincuenta años con una enfermedad neurológica. Simplemente, estoy actuando”,  declaró Redmayne sobre el tema recordando su papel en La Teoría del Todo.

No es la primera vez que se da esta polémica. Hubo una reacción similar después de que Jared Leto ganase el Oscar a Mejor Actor de Reparto por su papel de mujer trans en Dallas Buyers Club. Una de las voces más críticas en aquella ocasión fue la de la activista Paris Lees , que  se preguntaba en Independent cuándo el cine abriría la puerta a los actores y actrices trans. Sin embargo, Lees ha elogiado la interpretación de Redmayne, por su empeño en comprender bien al personaje. “No creo que si hiciesen una película sobre mi vida me gustaría que me interpretase un hombre cis (…) pero si sucediese, sería feliz si fuese Eddie”, declaró Lees.

El caso Laverne Cox

Algunos activistas que protestan por la elección de personas cis para interpretar a trans denuncian que es una muestra más de la transfobia presente en la sociedad y la cultura. Recuerdan los tiempos en los que en el teatro no podían actuar mujeres y los hombres realizaban papeles femeninos. O cuando los blancos se pintaban la cara para interpretar a negros ( antes de las cabalgatas de reyes).

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ero lo cierto es que es muy difícil que se den increibles casualidades como la deOrange is the new black. En esa serie de Netflix hay un personaje transexual, Sophia Burset, que lo interpreta la actriz trans Laverne Cox. Cox tiene un hermano gemelo, M. Lamar, que ha podido dar vida a Sophia en las escenas que muestran su vida pretransición. No siempre es tan sencillo que un actor o actriz interprete a un personaje en esas diferentes etapas. La no identificación del género del actor o actriz con el del personaje hubiese existido sí o sí: si una mujer trans hubiese sidoLa chica danesa, hubiese tenido que adquirir un aspecto masculino. Lo mismo si lo hubiese hecho una mujer cis.

Otras voces, como la de Lees, apuntan a que el asunto es que Eddie Redmayne es el oscarizado y alabado Eddie Redmayne. No hay ningún actor ni actriz trans que actualmente tenga su prestigio. Y quizá ahí esté el quid de la cuestión. Los actores y actrices trans deberían tener cada vez un hueco más grande en la industria. En el blog el color del cine recuerdan en un post que, mejor o peor, estas cintas visibilizan la problemática del colectivo. Desde ahí llaman a que el público las visualice de manera responsable y crítica, las protagonicen según la ocasión personas cis o trans. En cualquier caso, el debate está servido.

Lucas Platero: “Antes los niños y niñas que rompían las normas eran mariquitas o marimachos”

Lucas Platero

Lucas Platero / EVA FLÓREZ

Lucas Platero, de nacimiento Raquel, es sociólogo, especialista en cuestiones de género. Da clases en diversos programas universitarios de su área así como en ciclos formativos de intervención sociocomunitaria. Recientemente ha publicadoTrans*exualidades (ed. Bellaterra), un libro que, afirman, “se propone como un instrumento para el cambio social”. Precisamente por esto, pone el énfasis en la educación, ofreciendo una serie de herramientas para el trabajo de profesionales educativos y de intervención sociocomunitaria. Usa el término “trans*” para enfatizar la diversidad de realidades. Tal es esa diversidad, que las herramientas que ofrece sirven para romper estereotipos que afectan a todas las personas, en especial niños y jóvenes, más allá de su identidad sexual o de género.

Mucha gente se sorprende al oír hablar de menores trans, seguramente por los estereotipos existentes. ¿Cómo les explicarías qué es la transexualidad?

Siempre ha habido niños y niñas que se salen de las expectativas que tienen sus familias o escuelas. A veces tiene que ver con la capacidad corporal, con las habilidades o la sexualidad, y en este caso, hablamos de la identidad de género. En las escuelas o ludotecas siempre hay niños más femeninos o niñas más masculinas, esta expresión puede que sea de algo temporal o que no es especialmente intenso, pero para otros, será una actitud que por su persistencia, duración e intensidad tiene una cualidad distinta, por lo que van a necesitar más apoyos, al ser vulnerables a la discriminación.

Si pensamos en la realidad de los menores, los espacios donde socializan están segregados por género, son los lavabos, los uniformes, las actividades… Si quieres adscribirte a otro género distinto al asignado en el nacimiento, las normas sociales e institucionales te lo impiden y te castigan si las trasgrides. Incluso algunos profesores llegan a percibir a las personas trans* como personas conflictivas, precisamente porque rompen con esas normas, en lugar de plantearse que son las normas rígidas las que causan las rupturas. Para algunas familias, estas realidades trans* rompen con las expectativas que proyectaban sobre sus hijos y han de reconciliarse, a veces incluso hacer un duelo, ajustándose a las necesidades que tienen y, a su vez, con las necesidades de sus hijos.

La definición no es sencilla.

Las personas trans* lo son en la medida en que consideran que lo son. No me interesa tanto la cuestión diagnóstica, como el papel que tiene la persona para decidir sobre su propia vida, con los apoyos de su entorno. Así, la tarea de los adultos es acompañar y ayudar a que la vida de esta gente joven sea lo más feliz posible, y no apresurarlos a la hora de afirmar su identidad, porque son ellos mismos los que tienen que decidir. Me interesa mucho que esto surge de los mismos padres y madres, que señalan que lo importante es acompañar, algo en lo que coincidimos también muchos profesionales y activistas. Las definiciones y los protocolos sobre cómo actuar en los espacios como las escuelas o los centros de menores es algo que nos planteamos los adultos, para justificar nuestra actuación frente a quienes preferirían que les castigásemos o corrigiéramos. Los chavales a su vez necesitan que los protocolos les permitan hacer algunos cambios, para poder vivir según sus necesidades. Son cosas sencillas y concretas, es de lógica que un niño se pueda llamar de la manera que más le guste. Si no se siente identificado con el nombre que pone en su DNI, ¿qué problema hay por llamarlo con otro? Esto no sólo le pasa a las personas trans*, pero sí es mucho más difícil cambiar de nombre legalmente o conseguir que la gente respete tu identidad.

No sólo las personas trans se ven afectadas por estas reglas.

El sexismo le hace mal a los hombres y a las mujeres, no sólo a las personas que están transitando o son trans*. La masculinidad construida en la competitividad, en la agresividad o cierta feminidad de las niñas modositas, nos aprisiona en roles de género muy limitados. Cuestionar la identidad corporal o los roles binarios de género es importante, por ejemplo para que las chicas sepan que pueden ser lo que quieran, o que un chico no tiene que ser el típico machote. Para mi, no sólo se trata de que no se discrimine a las personas trans*, sino también de cuestionar estas normas tan rígidas, algo que nos beneficia a todas las personas.

¿En las escuelas se educa en una relación muy determinada entre sexo y género?

El currículum de educación infantil (por debajo de los seis años) contiene un criterio, para valorar si los niños y las niñas identifican claramente cuál es el género de los demás y el propio. Empezamos la experiencia educativa aprendiendo un binarismo muy férreo. Quizás habría que plantearse la necesidad de estas exigencias y la importancia de encontrarse con otras experiencias educativas con docentes que van más allá del currículum oficial y que respetan las necesidades de los niños y las niñas.

¿Y cómo hay que responder a ese binarismo?

Es importante que las niñas y los niños tengan un imaginario con muchos referentes y maneras diversas de estar en el mundo, que permite pensarse de una manera más plural. Pensemos que el interés de separar qué es de chica o de chico contiene una presión consumista clara, sobre el uso del rosa para chicas o de los juguetes de acción diseñados para chicos; diferenciarlos sirve para crear espacios de mercado. No puedes usar la bicicleta rosa de tu hermana porque no es apropiado para un chico. Quién dice una bicicleta, dice un jersey o un bolígrafo.

Por otra parte, quiero señalar que hay experiencias en escuelas que parten de la comunicación entre familias, profesorado y estudiantes, que plantean modelos no sexistas, que cuestionan la rigidez de estos binarismos y que trabajan activamente por los derechos de los menores trans*, posibilitando su transición o generando espacios neutrales al género. En este sentido es vital reconocer el trabajo de las asociaciones como  Chrysallis AMPGIL en Catalunya, que están haciendo un trabajo importantísimo para conseguir que se respete a los chavales.

La situación ahora es distinta a hace unos años. ¿Estamos mejorando?

Empezamos a concebir otras realidades que antes no teníamos presentes, como es el hecho que los menores también tienen género y sexualidad. Antes todos los niños y niñas que rompían las normas eran mariquitas o marimachos, pero ahora, los medios y las redes nos devuelven más imágenes distintas y posibles. Ahora estamos mejor porque hay personas trans* que son visibles, que muestran que sus vidas son posibles y diversas, también hay más derechos así como una mayor visibilidad de las familias que defienden a sus hijos e hijas trans*, profesionales que quieren innovar y rechazan las terapias reparativas… Deseo pensar que estamos transformando la sociedad cada día, un poquito.

¿Entonces la clave está en conocer otras realidades posibles?

Es clave que los chavales conozcan a otros que tengan situaciones parecidas, otras familias y personas trans* adultas que les puedan ayudar a imaginar un futuro posible. Si crees que eres el único trans* en el mundo, el sentimiento de soledad es muy grande. Si conoces a otros, puedes aprender estrategias y puedes compartir preocupaciones.

Y en esto de conocer otras realidades internet habrá jugado un papel…

¡Sin duda! Internet tiene un papel fundamental, tanto para lo bueno y para lo malo. Por una parte, te permite acceder a información sobre la transexualidad o la sexualidad no normativa, conocer a otras personas en situaciones similares. Y por otra, internet también ha servido como herramienta para hacer bullying, como en el caso de la joven Carla de Gijón, a quien sus compañeras llamaban “bizca” y “bollera”, en el que  ha habido condena a las jóvenes que la indujeron al suicidio.O en el caso de la joven norteamericana trans* Leelah Alcorn, que  escribió en su blog sobre su identidad y la falta de apoyo de sus padres como motivos de su suicidio. Internet y las redes sociales forman parte de nuestro tiempo, ha servido para que estas jóvenes se expresen y se genere una movilización de alcance mundial, que denuncia la violencia que viven los jóvenes por su sexualidad y su identidad de género.

Luego está la parte negativa y es que se pueden usar todas las herramientas de las redes sociales para acosar a alguien. Todo depende de como uses los medios a tu alcance. Imaginemos que alguien muy joven pone en un buscador palabras como “trans, transgénero o transexual”, se va a encontrar todo tipo de información, desde leyes, asociaciones o páginas porno, lo cual plantea que es necesario generar materiales específicos y este el objetivo que persigo con el libroTrans*sexualidades.

¿Se están generando estos materiales específicos?

Se están haciendo algunas cosas y entre todos vamos tejiendo una maraña de recursos. Quienes estamos en la tarea de generar libros y materiales tenemos la responsabilidad de hacerlo muy bien, porque hay una gran necesidad de saber y aún pocos materiales. Hace poco el periódico Diagonal publicó  una entrevista sobre nuestro libro y ya nos han escrito varias personas dándonos las gracias, mostrando la necesidad de hablar de este tema.

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Por otra parte, lo que tengo claro es que la información es muy importante, pero no es suficiente, saber que la transexualidad existe no es suficiente. En nuestro libro hay definiciones para entender las realidades trans*, se muestra el marco legal y médico, se incluyen también los testimonios de muchas personas. Pero hay que dar un paso más allá, hay que denunciar la transfobia y la discriminación que todavía existen, tenemos que facilitar que las personas adquieran más habilidades para entender y convivir con las personas trans* de una manera respetuosa, enfrentándose a sus ideas erróneas y los mitos existentes. Con este objetivo el libro contiene propuestas para la intervención social, que incluyen la prevención y la actuación frente a la transfobia, así como actividades para realizar en grupo y recursos, que permiten abordar nuestras actitudes y profundizar con materiales accesibles (literatura infantil, ensayo, audiovisuales, cine, etc.)

También has podido conocer muchas realidades con el libro.

Haber hecho este libro me ha llevado a hacer un gran trabajo de investigación y ¡ha sido una experiencia fantástica! Me he entrevistado con personas trans*, sus familias, los profesionales que trabajan con personas trans* y con activistas trans*. Lo que más llama la atención es la heterogeneidad que he encontrado, las personas trans* entrevistadas son trabajadores de ámbitos muy distintos, algunos son padres y madres, otros son niños y niñas muy pequeñas que se preguntan por su identidad, o bien son gente ya muy mayor que reflexiona sobre cómo han cambiado sus vivencias a lo largo del tiempo.

Ha sido muy esclarecedor escuchar y conocer a niñas y niños de cinco o seis años que van buscando las palabras para poder expresarse, para construirse en relación con su entorno y poder constatar los esfuerzos que hacen sus familias por escucharles.

Han sido cuatro años de entrevistas con gente muy diversa y de aprender a no juzgar a las personas. Desde quienes se consideran “mujeres de verdad”, hasta quienes afirman que los roles de género que tenemos no funcionan. Me he encontrado con una gran heterogeneidad, por eso me gusta hablar de realidades trans* con asterisco, porque hay identidades y vivencias muy diversas. Me interesa precisamente esa noción plural de la transexualidad. No todas las personas transitan de un género a otro, algunas simplemente rechazan el género asignado en el nacimiento. Y es precisamente con el asterisco con el que quiero señalar esta diversidad, al tiempo que también pueden encontrar consenso en la lucha contra la discriminación.

Hablas de la importancia de escuchar, que es precisamente uno de los derechos de la infancia.

No respetar la identidad de género o la necesidad de un niño o niña a expresarse con respecto a su identidad es una violación de los derechos de la infancia, así como el artículo 10 de la Constitución sobre el libre desarrollo de la personalidad. A menudo se esgrime que tenemos que impedir que los jóvenes expresen su identidad discordante, por el propio “bien del menor”, que es un argumento para aplicar el castigo o enviar al menor a una terapia reparativa, para que sean “como debe ser”. Esto es terrible, porque estamos mandando un mensaje muy claro de que la persona está enferma, es errónea, está mal y no es querible. Esta respuesta negativa tiene un impacto brutal en su vida y en la relación que construye con su familia y su entorno. El bien del menor supone acompañarle en su crecimiento, ir probando y dejarle expresarse.

Por otra parte, también es una vivencia que puede ser difícil para las familias, que tienen que replantearse sus expectativas. Por mi experiencia, hay muchos padres que están muy dispuestos a escuchar y aprender al mismo tiempo que sus hijos. Los padres tienen que entender que no son ellos los que tienen hijos, sino que son los hijos los que tienen padres.

El primer capítulo del libro Trans*exualidades se puede descargar gratuitamente

“A las personas con discapacidad se nos trata como a seres humanos asexuales e infantilizados”

Soledad Arnau

Soledad Arnau

Hace casi 15 años Soledad Arnau se convirtió en una de las fundadoras del Foro de Vida Independiente y Divertad (FVID). La segunda palabra, inventada, es la unión de otras dos: Dignidad y Libertad. Alcanzarlas es uno de los objetivos de esta comunidad, que el pasado mes de septiembre convocó a cientos de personas a recorrer Madrid. “Una sociedad excluyente es la que me discapacita, la diversidad es la vida, la uniformidad es la muerte” fue uno de los lemas que enarbolaron. El colectivo quiere impulsar en España la llamada filosofía de vida independiente para las personas con discapacidad, un movimiento surgido en Estados Unidos en la década de los 70.

El Foro de Vida Independiente es también el que hace diez años acuñó el término diversidad funcional para referirse a las personas con alguna discapacidad. Soledad Arnau, filósofa, activista y presidenta del Instituto de Paz, Derechos Humanos y Vida Independiente, suele referirse así a ellas (a sí misma) cada vez que habla. Resume esta teoría como “un proceso de empoderamiento de las personas con diversidad funcional, que tenemos derecho a tomar nuestras propias decisiones, a equivocarnos y a cometer errores, no queremos sobreprotección”.

Arnau critica las bases “asistencialistas y caritativas” sobre las que, en su opinión, se asienta la política social española, a las que el colectivo al que representa quiere dar la vuelta. Características que, dice, se reflejan en que la sociedad “nos reserva espacios y maneras de vivir especiales, oportunidades laborales especiales o una educación especial, no ordinaria”.

La figura del asistente personal

La visión paternalista que quieren romper surge, analiza al otro lado del teléfono, porque “seguimos pensando que las personas con diversidad funcional somos personas enfermas”. “En este país se sigue primando que vivamos en residencias y no de forma independiente. Yo he ido toda mi vida en silla de ruedas, pero también soy feminista y a lo mejor me apetece convivir con gente feminista”, afirma. “Parece como si a los que tenemos diversidad funcional no nos debiera importar nada más”.

En el otro extremo se coloca lo que ella llama “plena inclusión”. La educación es una de las herramientas que identifica para conseguirlo: “Tenemos corporalidades o maneras de interpretar el mundo distintas, pero como no existe una verdadera educación inclusiva, no sabemos convivir con las diferencias”. Sin embargo, para el colectivo la vida independiente no se entiende sin la figura del asistente personal, o lo que es lo mismo, personas que ayudan a otras en la realización de las tareas cotidianas. Las manos, las piernas de la que tiene diversidad funcional.

Arnau necesita de esta figura laboral de forma permanente porque para cualquier actividad precisa de apoyos humanos e insiste en que es justo eso lo que le concede autonomía moral. “No puedo valerme por mí misma físicamente, pero la que dirige las riendas de mi vida soy yo”, sentencia. La activista quiere romper con los prejuicios y la victimización. “El mundo me mira y dice ‘pobre Sole’, pero lo traumático no es que no pueda comer por mí misma, es que no haya nadie que me dé de comer donde, como y lo que yo quiera”.

El derecho a la sexualidad

También habla sobre sexo, sin tapujos ni prejuicios. Nombra el documental Yes We Fuck!, un proyecto transgresor que busca acabar con el imaginario que asocia diversidad funcional y asexualidad. La película muestra cómo viven su sexualidad y afectividad las personas con discapacidad y lo reivindican como acto político, como defensa de otras formas de placer alejadas de la heteronormatividad (o no). Reclaman, sobre todo, el derecho a la diversidad. “A las personas con discapacidad se nos trata como a seres humanos asexuales e infantilizados”, sostiene Arnau.

El documental ha contribuido a desmontar los tópicos, pero la filósofa sigue pensando que “cuando ves a alguien en silla de ruedas no lo concibes en términos de deseo, más bien piensas en qué le habrá pasado, por ejemplo”. La concepción actual de la estética ha acabado por alejar de lo objetivamente deseable los cuerpos diversos, lo que ha conducido a que “la manera más fácil y sencilla de gestionar la sexualidad de las personas con diversidad funcional haya sido omitirla”.

Al igual que la figura del asistente personal, Arnau reivindica la de los asistentes sexuales. Poco a poco van surgiendo en España organizaciones que sirven de enlace entre ellos y las personas con discapacidad, que basan sus encuentros en pactos alcanzados por ambas partes. En España esta figura se mueve en la alegalidad y el debate sobre qué hacer con ella y sus implicaciones no ha hecho más que empezar. Mientras, la organización Sex Asistent, junto a la  Asociación Nacional de Salud Sexual y Discapacidad (ANSSYD) ha elaborado un código ético que incide en la necesidad de reconocer a las personas con discapacidad como sujetos de derechos y “no solo como objeto de tratamiento y protección social”.

La Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, celebrada en 2006 actúa como paraguas de las reflexiones de Arnau. Una hoja de ruta que en su artículo 19 propugna el derecho a vivir de forma independiente y a ser incluido en la comunidad. El mismo año España aprobó la ley de la dependencia. La activista critica el bajo presupuesto que se destina al sistema, que prevé una prestación económica para familiares cuidadores o algunas horas de ayuda a domicilio. “Hay personas que invierten dos horas en levantarse y la asistencia les cubre tres horas…Dinero hay, lo que no hay es voluntad política suficiente”, denuncia.

Arnau defiende los planes personalizados de asistencia. Aquellos en los que las horas o la prestación económica para el cuidador o cuidadora dependen del ritmo vital de cada persona y de sus circunstancias. Este es el espíritu de las pocas Oficinas de Vida Independiente que existen en España, gestionadas por las administraciones públicas. Existen en la Comunidad de Madrid, Andalucía, Barcelona y Galicia. “Lo cierto es que no siempre cubre la totalidad de la necesidad”, dice Sole, que cuenta con esta figura gracias a la OVI de la capital. “Pero es un avance que hay que seguir potenciando”, prosigue.