Pasado el día en que la plena igualdad del colectivo LGTBI se reivindica a lo largo del planeta, el activismo apuesta por no abandonar esa senda. Acabar con el ‘binarismo’ e incidir en la educación de los escolares son dos de los retos fundamentales.
El Día del Orgullo LGTBI ya es historia y los medios de comunicación han realizado una amplia cobertura de los actos festivos y de protesta organizados a lo largo de este pasado fin de semana, pero hoy, 30 de junio, las reivindicaciones del movimiento siguen estando sobre la mesa, igual que hace sólo unas pocas horas. En Gasteiz, los colectivos que trabajan en favor de los derechos de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales y por acabar con cualquier forma de discriminación tomaron la calle este domingo para hacer visible que el camino hacia la plena igualdad todavía es largo, pese a los avances logrados. Un parque temático reivindicativo que sustituyó a la tradicional manifestación sirvió para teñir con los colores del arcoiris el centro de la capital alavesa, una original iniciativa que no dejó indiferente a casi nadie que tuvo la ocasión de acercarse a la Virgen Blanca. “El balance es súper bueno porque conseguimos el objetivo de que fuese vistoso, aunque pensábamos que era difícil”, advierte la activista Zuri Estívariz, del colectivo 7menos20.
Claro que el trabajo no puede quedarse solamente ahí, en flor de una jornada. El orgullo de la diferencia se practica todos los días y no debe circunscribirse únicamente al 28-J. La cantidad de retos que aún se acumulan sobre la mesa así lo justifica, a juicio de Estívariz. “Debemos acabar con el binarismo y reivindicar toda la diversidad. También hay mucho que hacer en los colegios, donde el bullying todavía es bastante fuerte. Los jóvenes necesitan referentes”, remarca la activista en este sentido.
El llamado binarismo de género contra el que el movimiento LGTBI se rebela está basado en la construcción social que categoriza de manera dicotómica las actividades, los comportamientos, las emociones, los modales o la anatomía en masculino o femenino, lo que supone uno de los pilares fundamentales de la sociedad patriarcal. Una división simplista en la que, por ejemplo, no tienen cabida las personas cuyos genitales son ambiguos, las llamadas intersexuales, y que también excluye a las mujeres que nacen con genitales masculinos, y viceversa: porque ese binarismo implica que al género varón sólo le corresponde el sexo masculino y al género hembra, el femenino.
A juicio de Estívariz, el mero hecho de que todavía siga denominándose en muchos medios al 28-J como “Día del Orgullo gay” a secas también denota que hay muchos pasos por dar dentro del propio movimiento, como si en cierta medida los homosexuales se hubiesen apropiado de esta jornada, cuando dentro de las siglas LGTBI se integran ya cinco colectivos distintos. “Todo esto lo empezó una trans”, recuerda la activista, mirando a los disturbios de Stonewall (New York) que marcaron el inicio de la liberación de esta comunidad hace ya 45 años.
Una eclosión de libertades que, sin embargo, tardó unos cuantos años más en llegar a Euskadi y Álava en particular, sumidas en los estertores del franquismo, pero en cuya expansión ha jugado un papel nuclear un activismo que a día de hoy se encuentra un tanto “desmovilizado”, a juicio de Estívariz. “Esa lucha ha perdido un poco de impulso y, aparte, el Orgullo sigue primando ese negocio rosa. Muchas veces se nos pregunta, ¿qué queréis ahora? Pero sigue habiendo agresiones y discriminación”, lamenta la portavoz de 7menos20. “Sí se ha avanzado mucho, y en Vitoria también, pero esas expresiones de discriminación existen. Y hoy en día está feo decir lo políticamente incorrecto, aunque se piense”, añade.
PASOS DE GIGANTE En la capital alavesa, que bajo el mandato de José Ángel Cuerda nació el primer registro estatal de uniones civiles tanto para parejas heterosexuales como homosexuales, hubo tras el franquismo varios intentos por constituir grupos en favor de los derechos del colectivo que no llegaron a cuajar, salvo excepciones como Ehgam, y no fue hasta el nacimiento de Gaytasuna cuando contó con el primer colectivo de ámbito estrictamente local, hace ya casi 20 años. A él no tardaron en sumarse otros grupos organizados en favor del colectivo LGTB como Gaztelesbos o Gaztegays, una nueva oleada que tuvo mucho que ver con la lucha contra el Sida y que se correspondió también con los pasos dados en el resto de territorios vascos y del Estado y que sirvió para que la visibilización y normalización del movimiento diese sus primeros pasos de gigante.
Sin desmerecer el trabajo desarrollado anteriormente por muchas personas no organizadas, el activismo o la visibilización del colectivo apenas se había limitado hasta entonces a la concentración que todos los 28-J celebraba la Asamblea de Mujeres de Álava, históricamente cercana a los postulados del movimiento LGTB.
Pasada la década de los 90, en la que el activismo alcanzó su punto álgido, ya se produjo la primera fractura dentro del movimiento local, coincidiendo con la apertura de recursos subvencionados por las instituciones como el servicio Énfasis, bajo el mandato del popularAlfonso Alonso. Con el paso del tiempo, la mayoría de estos grupos históricos fueron desapareciendo como tal y actualmente apenas quedan unos pocos en Gasteiz, como 7menos20 o el Colectibo Las Trans, una desmovilización que también ha tenido que ver con el testigo que han recogido en favor de esta lucha otros grupos sociales e incluso la clase política.
La aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo constituyó un hito sin precedentes en el Estado, un paso fundamental hacia la plena equiparación de derechos que han seguido posteriormente un buen número de países de todo el mundo. El último, Estados Unidos, donde el Tribunal Supremo legalizó hace sólo cuatro días este tipo de uniones en todo el país. “Todas estas leyes está bien. Supone igualarse en unos derechos, pero debería haber leyes en favor de la igualdad individual”, analiza Estívariz. Por desgracia, todavía son muy numerosos los países donde la homosexualidad está castigada, incluso con la pena de muerte, en pleno siglo XXI. Según ha denunciado recientemente Ammnistía Internacional, actualmente siete Estados -Afganistán, Irán, Mauritania, Pakistán, Arabia Saudí, Sudán o Yemen- castigan con la pena capital la homosexualidad. Además, el organismo ha reportado entre los ejercicios 2008 y 2014 un total de 1.731 crímenes de odio contra personas transgénero en 62 países distintos.
ALGUNAS CIFRAS
ANIVERSARIO. De los disturbios en el pub Stonewall Inn de New York, inicio de la liberación del movimiento.
PAÍSES. Han legalizado hasta la fecha el matrimonio entre personas del mismo sexo. El último, EEUU.
las claves
El activismo no olvida el rechazo ‘popular’ a las bodas homosexuales o su recurso ante el Constitucional
GASTEIZ – La imagen de la gaviota del Partido Popular impresa sobre una bandera arcoiris se ha viralizado este fin de semana a través de las redes sociales, especialmente Twitter. Y junto a ella, el hashtag #YosoyGayYdelPP, creado por un usuario de esta red social que ha logrado situarlo como trending topic durante 24 horas y que incluso ha acaparado la contraportada de uno de los medios de comunicación más importantes de corte conservador.
Claro que el primero de estos dos logros, el de haberse convertido en tendencia en Twitter, no ha sido sólo mérito de quienes estando ideológicamente cerca del PP han proclamado su condición de homosexuales empleando ese hashtag. El recuerdo de todos los movimientos que en los últimos años ha realizado la formación conservadora en contra de los derechos del colectivo LGTBI sigue latente, por mucho que dirigentes como Iñaki Oyarzábal o el exalcalde de Gasteiz Javier Maroto hayan salido del armario públicamente. “No nos toméis el pelo con el hashtag #YoSoyGayYDelPP, porque NO OLVIDAMOS”, escribió ayer enTwitter el usuario Álvaro Escudero acompañando a su crítica cuatro noticias muy concretas: La presentación del recurso popularante el Tribunal Constitucional contra la ley del matrimonio homosexual impulsada por José Luis Rodríguez Zapatero, su apoyo a la masiva manifestación ultraconservadora en contra de estas uniones bajo el lema La familia sí importa, así como las declaraciones de dos ministros del Gobierno de Mariano Rajoy en contra del colectivo homosexual, Cristóbal Montoro y Jorge Fernández Díez. Este último llegó a decir sin pelos en la lengua que el matrimonio gay “no garantiza la supervivencia de la especie”.
A juicio de Zuri Estívariz, del colectivo 7menos20, este y otros movimientos de los populares buscan “limpiar su imagen”, una circunstancia “bastante hipócrita” a la vista de estos hechos. “No hay que olvidar que ha sacado una Ley de Familia donde nos pone de degenerados”, censura la activista. – C.M.O.