División en el PP y el Gobierno sobre si Rajoy debe ir a la boda gay de Maroto

Su presencia se ha debatido en distintas reuniones y algunos ministros aconsejan que no vaya

Maroto y Rajoy, en Vitoria durante la campaña de las elecciones municipales

Maroto y Rajoy, en Vitoria durante la campaña de las elecciones municipales. Vincent West REUTERS

El PP ha debatido en distintas reuniones si Mariano Rajoy debe asistir o no a la boda del vicesecretario de Acción Sectorial del PP, Javier Maroto, que el 18 de septiembre se casa en Vitoria con su novio. Algunos ministros han opinado que no sería coherente con el recurso que se presentó al Constitucional.

El presidente está invitado a este enlace y su presencia aún no ha sido confirmada. Pese a que se trata de una decisión personal de Rajoy, que afecta a su ámbito privado, la asistencia a la boda de Javier Maroto presenta importantes derivadas políticas por la posición que el PP ha mantenido en contra del matrimonio gay.

Según confirman fuentes del partido, el asunto se ha discutido intensamente en reuniones de la cúpula del PP y ha sido objeto de debate entre los miembros del Gobierno. Entre quienes se han pronunciado en contra de la asistencia a la boda figura, según fuentes populares, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. El argumento esgrimido de quienes se oponen es que resultaría incoherente con el recurso que el PP presentó ante el Tribunal Constitucional contra la ley de Zapatero, que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. Un recurso que ya dividió al PP en ese momento y que Rajoy asumió personalmente, tras las críticas públicas de algunos de los suyos.

La relación de Rajoy con Maroto, ex alcalde de Vitoria, se ha estrechado desde que el presidente le llamara en junio pasado paraformar parte de la nueva dirección popular, con el encargo de potenciar el perfil social del partido. La boda estaba planificada de antemano y han sido invitados el resto de miembros de la cúpula del PP, compañeros del día a día en Génova de Javier Maroto.

La presencia del presidente carecería de repercusión y no se produciría ninguna discusión interna ni se le recomendaría que no acuda sino fuera porque evidencia la tensión entre las dos almas que coexisten en el PP -la más conservadora y la más de centro-, cuya convivencia no es siempre cordial. Tampoco el debate sería tan intenso si en diciembre no fueran a celebrarse elecciones generales. Y Rajoy necesita a todo su espectro ideológico de votantes para repetir en La Moncloa. En Génova nadie oculta que todas las decisiones que se adoptan tienen una única motivación: los próximos comicios.

El PP se enfrenta a la paradoja de ser percibido en estos momentos por los ciudadanos como un partido muy escorado a la derecha (en el último sondeo del CIS en julio se le ubicaba en el 8,26, siendo el 0 la izquierda y el 10 la derecha [consulte el documento en PDF]), justo cuando ha consumado en esta legislatura el divorcio con su votante más conservador, a propósito de algunos temas. Los popularessufrieron un severo desgaste en 2012 con la excarcelación del etarra Bolinaga y, posteriormente, con la aplicación de la doctrina Parot, que supuso la puesta en libertad de centenares de terroristas. En 2014, la decisión del Gobierno de renunciar a una nueva ley del aborto, que derogara la ley de plazos actual –recurrida como el matrimonio gay al TC– produjo también un importante rechazo del votante más tradicional del PP, hasta el punto de que diputados y senadores han votado en contra o se han abstenido ante la reforma que se planteó en compensación.

En este clima de distanciamiento del PP con su suelo de votantes más devoto, agravado por la corrupción y la aparición de nuevos partidos, se enclava la decisión del presidente de ir o no al enlace del ex alcalde de Vitoria. Hacerlo, al margen del gesto personal, le puede granjear simpatías entre el electorado más de centro y, en cambio, irritar a quienes se consideran más de derechas.

Y, por supuesto, entra en juego también la cuestión de la coherencia. El PP siempre ha defendido, y en ello basó su recurso de inconstitucionalidad, que la ley desnaturaliza «la institución básica del matrimonio». «Entre la ley y el oportunismo político, siempre estaré con la ley. Y si me equivoco, lo siento muchísimo», dijo Rajoy sobre la presentación del recurso, después de que Esperanza Aguirre lo rechazara porque ponía al PP en contra del colectivo homosexual.

Violaciones correctivas, el castigo para “curar” a lesbianas en Perú

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Segunda marcha por la la igualdad en Lima / Amnistía Internacional Perú

“Quería ‘curarme’ a la fuerza. Lo entendí así pues me decía que no estaba bien ‘ser como eres’ y que ‘una mujer que llora por otra, no es correcto’. Nunca más quise saber de él. Tenía miedo, mucho miedo”.

Así empieza el relato de una de tantas jóvenes lesbianas que en Perú son víctimas de las llamadas ‘violaciones correctivas’. Una práctica machista no aislada que se basa en forzar sexualmente a aquellas mujeres que se atreven a mostrar en público que aman a otras mujeres.

Esta joven, que protege su identidad bajo el pseudónimo C. Lesbiana, fue violada por un vecino y amigo de la familia a quien hasta el momento había tratado como a un pariente. “Sucedió que, un día, mientras estaba llorando en mi cama, sola, la puerta estaba sin seguro, así que entró. Se acercó a mi cama y me preguntó si estaba bien. Le contesté que sí, que vaya a la sala, que me alistaba en un momento. El resto es historia”. Una historia que terminó en embarazo.

Ella no es más que otra víctima de un sistema que somete a estas mujeres con la intención de forzar a la heterosexualidad. Se trata de situaciones de violencia sexual basadas en tocamientos indeseados, que en los casos más extremos pueden desembocar en violación. Expertos y activistas explican que son castigos correctivos que causan daños físicos y psicológicos irreversibles en la víctima, y que en algunos casos se ejecutan de manera repetida si la joven no accede a “curarse” a la primera y acepta públicamente su cambio de condición sexual acatando las normas que dicta una parte de la sociedad que sigue pensando que la homosexualidad es una enfermedad.

Los crímenes que no se denuncian

Las secuelas psicológicas de estos abusos, y el sentimiento de que no son “capaces de curarse”, llevan a muchas mujeres al suicidio, cuenta Ruth Moreno, activista del Movimiento Homosexual de Lima. “Normalmente los agresores suelen ser los tíos, los primos o algún amigo cercano de la víctima”, prosigue, y asegura que aunque a través de los talleres de apoyo a colectivos LGTBI se conocen casos como estos, “nadie llega a denunciar”.

“En radio Yaraví, dos conductores de un programa narraron cómo una persona conocida había contratado a un hombre para violar a su hija lesbiana. Ella tuvo un hijo y, según ellos, logró curarse. Entre burlas y risas, comentaron sobre este delito que ha quedado impune”, cuenta una joven lesbiana de Arequipa en otro de los testimonios recogidos en el Informe sobre Derechos Humanos de Personas Trans, Lesbianas, Gays y Bisexuales en el Perú 2014 – 2015.

“Los hombres consideran que el acto penetrativo es un acto de corrección, lo hacen porque creen que ellas son lesbianas porque no conocen nada más”, explica Brenda Álvarez, asesora legal del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex) y especialista en temas de feminismo.

Según los colectivos de defensa de los derechos LGTBI peruanos, estos actos de violencia extrema son la culminación de repetidas amenazas a las que las mujeres lesbianas se ven sometidas. En la calle se enfrentan de manera constante a comentarios homófobos y humillantes. Críticas que conforman un recuerdo público y constante de su condición sexual y que casi siempre van acompañadas de una oferta: “Probar a un buen varón”.

Aquí, la discriminación está en todos lados, explica Moreno. En las familias “es común que las encierren en sus habitaciones, que les roben el celular y les corten la ropa ancha para obligarlas a llevar vestimenta femenina”. Incluso “las obligan a tener novio o a ponerse falda aunque a ellas no les guste”, añade Brenda Álvarez.

Las leyes peruanas dan la espalda al colectivo

Este informe, elaborado por Promsex y la Red Peruana TLGB, alerta de que la mayor parte de los casos no son denunciados y, en el caso de serlo, la víctima no especifica que se trate de abusos de intención ‘correctiva’. Según datos de Promsex, solo el 5% de los casos de violaciones a mujeres en Perú son denunciados, de los cuales no se sabe cuántos son castigos correctivos.

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Segunda marcha por la igualdad en Lima / Amnistía Internacional Perú

Perú, cuyo Gobierno no ha respondido a las preguntas de eldiario.es, no cuenta con una política nacional contra la discriminación por la orientación sexual y la discriminación de género. Así como no tiene tipificados los crímenes de odio hacia la población LGTB, causa por la que lleva años luchando Amnistía Internacional en el país. A pesar de esto, según datos de Promsex, el 90% de la población admite que existe discriminación hacia este colectivo, una percepción que no se refleja en las políticas.

En julio de 2013 el Congreso rechazó sancionar de manera explícita los crímenes de odio motivados en la orientación sexual e identidad de género y en julio de 2014 aprobó un decreto que censuraba toda mención a las personas y comunidades LGTBI. Así, según señala un informe del Movimiento Homosexual de Lima, cada semana se produce en el país un crimen de odio contra personas de este colectivo que no queda debidamente registrado y tipificado como tal.

La directora ejecutiva de Amnistía Internacional en Perú, Marina Navarro, advierte de la necesidad de “adecuar la legislación nacional con los estándares internacionales y tipificar los crímenes de odio contra las personas LGTBI” y denuncia que en el país “existe impunidad en los crímenes hacia personas LGTBI”. Resalta que a veces este tipo de crímenes “no son debidamente investigados y juzgados”.

La funcionaria de Kentucky que se negó a dar licencias de matrimonio a parejas gays sale de prisión

Kim Davis, aclamada a su salida de prisión por una gran multitud

Kim Davis, aclamada a su salida de prisión por una gran multitud. AFP

Un juez federal de EEUU ordenó hoy liberar a la funcionaria del estado de Kentucky encarcelada durante cinco días por negar licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo alegando que su religión le impedía obedecer al Tribunal Supremo, que legalizó en junio pasado estas uniones en todo el país.

En la orden de liberación, a la que tuvo acceso Efe, el magistrado David L. Bunning determinó que la funcionaria Kim Davis debe ser liberada con la condición de que “no interfiera de ninguna forma, directa o indirecta, en los esfuerzos de otros funcionarios para emitir licencias de matrimonio”.

La liberación de Davis, que se producirá en las próximas horas, coincide con una marcha de protesta contra el encarcelamiento de la funcionaria convocada por grupos de presión cristianos conservadores y a la que asisten los precandidatos presidenciales republicanos Mike Huckabee y Ted Cruz.

“Si la acusada Davis interfiere de alguna forma en la emisión de licencias de matrimonio, eso se considerará una violación de la orden de esta corte y se considerarán las acciones adecuadas”, advirtió el juez Bunning, de la Corte del distrito Este de Kentucky, que puso entre rejas a la funcionaria el pasado jueves.

Un icono de la oposición al matrimonio gay

Kim Davis, convertida en un símbolo de oposición al matrimonio homosexual por motivos religiosos, dejó de emitir cualquier licencia de matrimonio a homosexuales en junio, cuando el Supremo convirtió en un derecho constitucional el matrimonio entre las personas del mismo sexo y legalizó estas uniones en todo el país.

Esta decisión histórica obliga a los trece estados que entonces todavía lo prohibían, entre ellos Kentucky, a permitir que las personas del mismo sexo puedan casarse.

Cuando el gobernador de Kentucky, el demócrata Steve Beshear, ordenó a los juzgados emitir licencias de matrimonio a los homosexuales, Davis decidió interponer una demanda en una corte federal, con el argumento de que sus creencias religiosas debían excluirla de tener que cumplir con esa obligación.

El caso de Davis llegó hasta el Supremo, que ordenó a la funcionaria que, de manera inmediata, comenzara a emitir licencias matrimoniales a todo tipo de parejas, homosexuales y heterosexuales, orden que ella desobedeció y que la ha hecho permanecer entre rejas los últimos días.

Aunque algunos funcionarios expresaron su oposición a la decisión del Supremo, esta es la primera vez que uno de ellos es encarcelado por negar a parejas del mismo sexo su derecho a casarse, un tema que sigue dividiendo a la sociedad estadounidense a pesar del creciente apoyo que ha ganado el matrimonio gay en los últimos años.

Kim Davis, símbolo de la lucha contra el matrimonio homosexual

La funcionaria de Kentucky fue liberada este martes tras pasar seis días en prisión

El candidato republicano Mike Huckabee (Izda.) junto a Kim Davis (tercera por la izquierda) nada más ser liberada

El candidato republicano Mike Huckabee (Izda.) junto a Kim Davis (tercera por la izquierda) nada más ser liberada. / @GOVMIKEHUCKABEE (TWITTER)

Una funcionaria demócrata de uno de los estados más conservadores de Estados Unidos se ha convertido en la última protagonista de la batalla contra el matrimonio homosexual. Apenas tres meses de que el Tribunal Supremo legalizase estas uniones en todo el país, Kim Davis, secretaria de un condado de Kentucky, es el nuevo rostro de la batalla entre los defensores de la igualdad y la derecha religiosa más conservadora.

En teoría, este es el caso de una funcionaria que se ha negado a cumplir con las obligaciones de un cargo que juró ella misma. Pero en la práctica, en plena campaña electoral por la presidencia de EE UU, con casi una veintena de candidatos republicanos necesitados del electorado más conservador, el paso de Davis por prisión puede ser sólo el primer episodio de una pugna para medir la libertad religiosa que según los conservadores está amenazada por el avance del matrimonio igualitario.

Cuando Davis fue liberada este martes, después de pasar seis días en prisión por negarse a conceder licencias de boda, alzó los brazos al cielo junto a Mike Huckabee, candidato a la presidencia en 2016. Ted Cruz, líder del Tea Party y rival de Huckabee en el extremo más conservador del espectro republicano, también había anunciado su presencia en la manifestación -reflejada en las redes sociales– a favor de la funcionaria y “para que ningún americano que quiera vivir su fe sea víctima de la persecución del gobierno”, en palabras de su portavoz.

Huckabee ha sido el más agresivo en su rechazo al matrimonio homosexual y ha reiterado en varias ocasiones que el Supremo no está por encima de la “autoridad de Dios” y que su fallo representaba “la criminalización del Cristianismo en América”. Ahora Davis le ha concedido el ejemplo que necesitaba para poner un rostro a sus argumentos. A pesar de que funcionarios de Alabama, Florida, Mississippi y Texas también se han opuesto a firmar licencias a parejas del mismo sexo, ella es la primera en pasar casi una semana encarcelada por ello.

Un manifestante lee la Biblia durante la concentración a favor de Kim Davis

Un manifestante lee la Biblia durante la concentración a favor de Kim Davis. / TIMOTHY D. EASLEY (AP)

Davis fue asistente de su madre durante casi tres décadas antes de ocupar este cargo el año pasado y clama que su causa personal no es un asunto “de gais y lesbianas”, sino “una decisión entre el Cielo y el Infierno”. La funcionaria, que tomó posesión tras ganar en las elecciones del condado por el Partido Demócrata, tenía pocas opciones: cumplir con la ley y firmar las licencias de matrimonio o dimitir de su cargo.

El incidente ha llevado a algunos conservadores a equiparar a Davis con Rosa Parks, la activista afroamericana que se negó a ceder su asiento a un pasajero blanco en un autobús y que al pagar su gesto con la cárcel también escenificó la defensa de unos ideales. Parks quería acabar con la discriminación contra los negros en pleno movimiento por los derechos civiles. Davis quiere que el Gobierno no le obligue a violar sus derechos religiosos. Pero, según The Washington Post, “Davis no es Rosa Parks” y “su demanda es el caso equivocado para luchar por la protección de la libertad religiosa”.

Los abogados de Davis han tratado de que su caso camine de la mano del argumento de los derechos religiosos hasta el Supremo para reclamar que no se le puede obligar a ejercer su cargo si esto viola sus creencias. El primer intento fracasó la semana pasada. Davis preguntó a la máxima autoridad judicial del país si tiene derecho a negarse a firmar licencias de matrimonio. Los jueces contestaron que no, sin estudiar el caso más detenidamente. Ahora Davis todavía puede perder su puesto por la vía electoral o si el juez mantiene cargos por desobediencia.

La funcionaria se ha negado a conceder licencias matrimoniales desde que el Supremo emitió su fallo en junio. Para evitar que se le acusara de discriminación, negó las peticiones de parejas homosexuales como heterosexuales, citando siempre la “autoridad divina” y su creencia de que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer. Sus seis asistentes -entre ellos, su hijo- también se negaron. Durante los seis días que ha pasado encarcelada, el juez le ha ofrecido la opción de que no sea ella quien concede los permisos, sino un subordinado, pero también se negó porque su firma sigue presidiendo las licencias matrimoniales. Este martes el juez le ha dejado en libertad porque confía en que Davis “no interferirá” con las licencias que concede su oficina.

Munilla insiste en atacar la libertad sexual y de género

Denuncia que el divorcio o el aborto han pasado de ser “males morales” a “derechos humanos”

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla

El obispo de Donostia, José Igancio Munilla, en una imagen de archivo. (efe)

DONOSTIA – El obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, insistió ayer en que a la “ideología de género” le “interesa” el poder político para “deconstruir el modelo familiar tradicional” y subrayó que el Papa Francisco la “condena con firmeza”. Munilla se refirió en una carta a lo que denomina “ideología de género”, un término en el que engloba a los defensores de la libertad de elección de la propia orientación sexual de las personas y que también utilizó en la homilía en la misa en honor a la Virgen el pasado 15 de agosto en la donostiarra basílica de Santa María.

Para Munilla, realidades “como el divorcio, el antinatalismo, el aborto o la eutanasia, no han nacido con la ideología de género, pero es obvio que han sido asumidas y potenciadas por ella, pasando de ser males morales a la condición de derechos humanos”. Asimismo, denuncia el “intento de manipulación” que se ha llevado a cabo al atribuir al Papa Francisco “una supuesta apertura a la ideología de género”. – Efe

La primera boda gay de la Policía Nacional

Chema y Jonathan, dos funcionarios del cuerpo, se casaron el sábado en la Real Escuela Andaluza Ecuestre de Jerez de la Frontera

Los novios se besan tras la ceremonia.

Los novios se besan tras la ceremonia.

Son compañeros y miembros del Cuerpo Nacional de Policía. Tras cinco años de relación, se casaron el sábado con uniforme de gran gala en el Recreo de las Cadenas de la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre. Chema, de Jerez, y Jonathan, de Algeciras, se dieron el primer “sí quiero” entre policías del mismo sexo: fue la primera boda gay del cuerpo en España.

“No seremos los primeros gais en esta institución, tenemos muchos amigos que también lo son dentro del Cuerpo”, afirma Chema en una entrevista concedida a Canal Sur Radio, en la que asegura que espera que esto sirva para conseguir la “normalización”.

Chema y Jonathan, tras la ceremonia, el sábado.

Chema y Jonathan, tras la ceremonia, el sábado.

Cuando se acaban de cumplir 10 años de la regularización del matrimonio gay en España, y aunque no han querido publicitar su enlace ni su celebración, las redes sociales les han traicionado y diarios como La Voz del Sur se han hecho también eco de su boda. “No queremos que nos saquen fotos de gala porque no nos gusta exhibirnos”, decía Chema en esa entrevista, que añade que no debería haber diferencia entre su boda yla de cualquier otra pareja.

Aunque eso sí, se da por satisfecho “si sirve para que a los niños que les hacen bullying [acoso] en el colegio por su condición sexual vean que es algo normal, el sentimiento está ahí, que se haga visible depende de quien quiera darse cuenta del hecho. No es nada que tengamos que ocultar por pertenecer a un cuerpo u otro”.

“No fue un flechazo, fue un disparo a primera vista”, bromeaba Chema, que asegura que conoció a Jonathan cuando estaba pasando un mal periodo de su vida, tras una ruptura. A partir de ahí iniciaron una relación que se convirtió en matrimonio el pasado sábado, dispuestos a celebrar las bodas de oro, “y las de zafiro”, aseguraban los novios.

Chema y Jonathan, durante la ceremonia.

Chema y Jonathan, durante la ceremonia.

En todo caso, no renuncian a casarse por la iglesia si llegase a aceptar el matrimonio entre parejas homosexuales. Chema lo tiene claro: “Yo sí”. Asegura que es religioso, que participa en la Semana Santa y es creyente. El único problema sería convencer a su pareja, que es “el agnosticismo en persona”.

Tampoco descartan adoptar un hijo. “Va habiendo más conciencia a la hora de la adopción”, apunta Chema, que, sin embargo, critica: “Se estigmatiza más a los padres gais que adoptan a hijos, pero no se llega a pensar en el trasfondo de los padres que abandonaron a sus hijos; parece que los malos son los padres gais que han adoptado a una persona y no los padres que han abandonado a ese hijo”.

Su luna de miel será un viaje costa a costa por Estados Unidos, desde Seattle a San Diego.

Munilla insiste en atacar la libertad sexual y de género

Denuncia que el divorcio o el aborto han pasado de ser “males morales” a “derechos humanos”

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla

El obispo de Donostia, José Igancio Munilla, en una imagen de archivo. (efe)

DONOSTIA – El obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, insistió ayer en que a la “ideología de género” le “interesa” el poder político para “deconstruir el modelo familiar tradicional” y subrayó que el Papa Francisco la “condena con firmeza”. Munilla se refirió en una carta a lo que denomina “ideología de género”, un término en el que engloba a los defensores de la libertad de elección de la propia orientación sexual de las personas y que también utilizó en la homilía en la misa en honor a la Virgen el pasado 15 de agosto en la donostiarra basílica de Santa María.

Para Munilla, realidades “como el divorcio, el antinatalismo, el aborto o la eutanasia, no han nacido con la ideología de género, pero es obvio que han sido asumidas y potenciadas por ella, pasando de ser males morales a la condición de derechos humanos”. Asimismo, denuncia el “intento de manipulación” que se ha llevado a cabo al atribuir al Papa Francisco “una supuesta apertura a la ideología de género”. – Efe

El obispo Munilla insiste en su teoría de que la ‘ideología de género’ quiere deconstruir la familia

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, en la presentación de una pastoral. ARABA PRESS

El obispo de San Sebastián José Ignacio Munilla. ARABA PRESS

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha insistido este domingo en que a la “ideología de género” le “interesa” el poder político para “deconstruir el modelo familiar tradicional” y ha subrayado que el Papa Francisco la “condena con firmeza”.

Munilla se ha referido en una carta a lo que denomina “ideología de género”, un término en el que engloba a los defensores de la libertad de elección de la propia orientación sexual de las personas y que también utilizó en la homilía en la misa en honor a la Virgen el pasado 15 de agosto en la basílica de Santa María de San Sebastián.

El obispo de San Sebastián asegura en esta ocasión que la “ideología de género no persigue un modelo político determinado, sino un nuevo modelo antropológico” y “si le interesa el poder político es para deconstruir el modelo familiar tradicional, tanto desde las leyes como desde los influjos culturales”.

Para Munilla realidades “como el divorcio, el antinatalismo, el aborto o la eutanasia, no han nacido con la ideología de género, pero es obvio que han sido asumidas y potenciadas por ella, pasando de ser males morales a la condición de derechos humanos”.

Asimismo, denuncia el “intento de manipulación” que se ha llevado a cabo al atribuir al Papa Francisco “una supuesta apertura a la ideología de género“.

Munilla se refiere a la carta que Francesca Pardi, una escritora italiana de libros infantiles en los que aparecen familias homosexuales y que habían sido retirados de las bibliotecas de Venecia, envió al Papa para que los leyera y comprobara que únicamente pretendían ser un medio para evitar la discriminación de los niños, según su autora.

Al cabo de unos días, explica Munilla, la escritora recibió una carta de contestación de la Secretaría del Papa en la que le hacía llegar su bendición, una misiva que publicó la prensa italiana que interpretó que el Papa “abría las puertas a las propuestas vertidas en dichos libros“.

Este hecho motivó la publicación de la Santa Sede de un comunicado aclaratorio en el que se especifica que la bendición papal “es para la persona y no para las eventuales enseñanzas sobre la ideología de género, que no están en línea con la doctrina de la Iglesia, que no ha cambiado mínimamente”, señala el obispo.

Munilla agrega que “algunos se escandalizan ante el rechazo católico de la ideología de género porque la identifican equivocadamente como la causa en favor de los derechos de la mujer”, pero remarca que no tiene “nada que ver”.

“Sería como pensar que la razón de ser de la ideología marxista era ayudar a los pobres cuando, por desgracia, los pobres no fueron mas que una excusa”.

Óscar Espirita: De ‘niño marica’ a ‘adolescente maricón’

Publicado en El Asombrario por 

El escritor Óscar Espirita sujeta un ejemplar de su poemario ‘Niño marica’.

El escritor Óscar Espirita sujeta un ejemplar de su poemario ‘Niño marica’.

Óscar Espirita ha publicado este verano su primer poemario. El título no deja indiferente: ‘Niño marica’. A través de sus versos, Espirita narra la experiencia de un niño señalado con el dedo por desear cintas de gimnasia artística, por cruzar las piernas, por no jugar al fútbol. Lo que sigue es una interesante y valiente conversación con el autor en torno a lareivindicación de la pluma y la defensa de tantos niños cohibidos en su comportamiento para que no les llamen nenazas. No se trata de exigir aceptación, sino absoluta normalización y respeto.

Y el “niño marica” con los años se convierte en un “adolescente maricón”, un adolescente que descubre con entusiasmo y dolor la sexualidad, definida por Espirita como un regalo peligroso, un regalo que provoca tanto placer como profundo dolor y miedo. A través de su poemario, Óscar Espirita da la vuelta al término “marica”, lo vacía de su contenido despreciativo porque “nada hay de malo en ser homosexual”, porque en verdad “lo que envuelve la palabra marica es una realidad maravillosa”, es la realidad de quien ama a alguien de su propio sexo.

Siguiendo la tradición queer, Óscar Espirita da la vuelta al término, y en Niño Marica (ediciones Hidroavión) convierte el insulto en elogio y nos demuestra que lo verdaderamente insultante es aquel que mal utiliza las palabras para insultar y despreciar aquello que le resulta diferente.

En una entrevista en torno a tu poemario ‘Niño marica’ comentabas que a través de la escritura el término “marica” había dejado de ser un insulto para ti. Sin embargo, sigue siendo una palabra altamente despreciativa.

Para mí siempre ha sido una palabra difícil, una palabra que me ha provocado mucho dolor. Las primeras veces que escribía en el folio “niño marica” me resultaba una expresión fuerte y todavía hoy, habiendo ya terminado el poemario, me sigue resultando una expresión fuerte. Sin embargo, independientemente de esto, lo que yo he intentado hacer, retomando la tradición Queer, es coger el insulto y utilizarlo en mi favor, como algo positivo, para así desactivarlo. A fuerza de usar el término “marica” y de relacionarlo con elementos positivos, creo que sí es posible desactivarlo como término insultante.

¿Crees sinceramente que es posible que algún día el término “marica” se desactive y deje de ser percibido y utilizado como un insulto?

Es más fácil que esto pase dentro de ciertos movimientos culturales que de forma general: veo socialmente complicado que se extienda su uso positivo de forma amplia y generalizada, puesto que es todavía demasiado frecuente su uso como insulto. Yo trabajo como profesor y compruebo que es muy frecuente utilizar el término “marica” como agresión y creo que desgraciadamente se seguirá utilizando de esta manera. Sin embargo, sí creo que no se debe negar la posibilidad de desactivarlo en tanto que insulto, aunque no sea una desactivación completa.

No podemos obviar el hecho de que a través del lenguaje se expresa la homofobia, el racismo, el machismo… El lenguaje nunca es inocente.

Sí, esto es evidente, aunque creo que gestos como el mío pueden ayudar, al menos, a poner sobre la mesa esta cuestión. Los lectores entienden el uso y el motivo del uso de la palabra “marica” en el libro, entienden que se trata de describir una experiencia y sobre todo de asociar este término despectivo a cosas bonitas, se trata a fin de cuentas de utilizar el término con orgullo. Si te paras a pensar todo lo que envuelve la palabra “marica”, son todas cosas bonitas y cuesta pensar que alguien pueda ver como algo negativo el hecho de ser un niño marica: ¿qué tiene de malo jugar con muñecas, desear tener una cinta de gimnasia rítmica o cruzar las piernas? No tiene ningún sentido y no hay motivo algo de que todos estos deseos y preferencias sean motivo de mofa y de insulto. Hay que darse cuenta de que aunque muchos lo utilicen como insulto, todo aquello que envuelve la palabra “marica” es maravilloso.

“¿Ves cómo no fuimos tan distintos? / El agua hacía con nuestros cuerpos / lo mismo que nos hará el paso del tiempo”. Con estos versos pareces negar la diferencia que el niño homosexual vive.

Cuando eres niño y te llaman “marica” no se refieren tanto a una determinada orientación sexual cuanto a que tu comportamiento es distinto respecto al de los otros niños; subrayan que no te comportas como teóricamente se debería comportar un niño, sino que te comportas como una niña. Con estos versos lo que quería transmitir es la idea de que a pesar de las diferencias, los niños no dejan de ser niños: por mucho que yo me comporte de forma algo diferente, no dejo de ser un niño.

Los niños viven esta supuesta diferencia por cuestiones educacionales…

El problema es que la diferencia se señala, de ahí que muchos niños se reprimen y no se muestran tal cual son. Yo, de hecho, era un niño que me reprimía en mis comportamientos y la represión no es sino consecuencia del hecho de que te ponen la señal encima, te recriminan por tu actitud diferente. Existen recriminaciones explícitas, el “no te portes así” o el “no hagas esto”, pero existen, y son las más frecuentes, las recriminaciones sutiles, implícitas, aquellas que se realizan a través de una mirada o de los comentarios a la espalda. Son sutiles, pero son señalizaciones que, aunque seas un niño, entiendes y percibes.

En esta señalización se remarca siempre negativamente la actitud femenina del niño. ¿No crees que en este reproche, junto a la homofobia, hay un gran poso de machismo?

Sí, yo creo que es absolutamente así, pues ¿qué problema hay que me comporte como una chica? Se utiliza como un desprecio decir que un niño o un joven se comporta como una chica, como si el hecho de comportarse como una chica fuera algo negativo. Lo que sucede es que todavía hoy se considera que para un hombre el ser como una chica implica ser débil, frágil y se relaciona la “feminización” con elementos negativos. En el fondo, se trata de una cuestión de machismo, aunque tampoco hay que olvidar que a las chicas se les suele atacar definiéndolas despectivamente como “marimacho”, porque se considera que una mujer no puede adoptar características propias del hombre. Ambos casos responden a la necesidad de marcar la diferencia.

Se obliga a los niños a definirse en esquemas muy fijos de roles y actitudes.

Aún seguimos anclados en el rosa y en el azul, en este binarismo de género, y todo lo que se escapa de estas dos categorizaciones es señalado y es susceptible de ser objeto de mofa.

Se trata de un binarismo que no sólo exige determinarse en uno o en otro polo, sino que borra todos los posibles matices que pueden definir a la persona.

Todo lo que sale de estos esquemas es señalado y, como profesor que trabaja diariamente con niños, te puedo decir que este binarismo sigue estando muy presente. Basta ver un catálogo de juguetes: todavía hoy sigue habiendo la parte rosa y la parte azul, todavía hoy los niños son fotografiados jugando con coches y las niñas con muñecas. En una ocasión, para ponerte un ejemplo, mi sobrino deseaba una casita, pero como se trataba de un juguete catalogado como “para niñas”, entonces lo rechazó porque precisamente “era de niñas”. Este rechazo de mi sobrino es la prueba de que los niños, desde muy pequeños, perciben que se les impone unas diferencias y que si eres niño hay cosas que no puedes hacer porque son “cosas de niña”.

Estamos hablando de los niños, pero ¿no deberíamos poner el foco en los adultos? A fin de cuentas, el niño imita la conducta de los adultos.

Los niños actúan a partir de lo que ven, intentan moverse sin ser dañados y, por tanto, escapan de toda posible conducta que pueda ser criticada. Es fundamental que desde los adultos se deje de utilizar este binarismo y se amplíen las miradas; es necesario romper con la idea de que existen unos comportamientos ligados a los hombres y unos comportamientos ligados a las mujeres.

¿Crees que todavía hay muchos padres que temen que sus hijos no respondan a estos esquemas impuestos?

Las madres asumen y entienden con más facilidad que su hijo no responda a lo que se supone que es la norma; a los padres les cuesta más. Con lentitud, cada vez más los padres tienen menos reservas y dejan que sus hijos elijan sus propios juguetes, independientemente de si son niños o niñas. Pero es un proceso muy lento y muy dispar, porque depende muy mucho del ambiente social: yo he trabajado en colegios de curas y allí encuentras una mentalidad más tradicional y completamente distinta a la mentalidad que puedes encontrar entre los padres de un colegio público.

En relación a los padres, en el poemario describes cómo el niño se siente cohibido incluso en el ambiente familiar.

En la infancia yo me he sentido cohibido, a pesar de que mi familia no era particularmente tradicional. Lo que sucede es que tú como niño temes no ser querido igual si te comportas realmente como eres, temes no ser aceptado. Es muy difícil crecer con este sentimiento, creyendo que si eres verdaderamente tú mismo vas a ser rechazado. Y este temor no nace necesariamente dentro del ambiente familiar, al menos no en mi caso; el temor nace de la realidad que te rodea, de lo que ves en la sociedad: terminas pensando que si la sociedad rechaza determinadas conductas, tus padres indudablemente también las van a rechazar.

“Ellos creen que duermo / ellos no saben nada de mi cueva de feldespato / ellos no saben que bajo las sábanas se celebran grandes bailes / de carpa y candelabro”. Entre el niño y los padres hay un muro que separa dos vidas.

La orientación sexual es algo que surge, algo a lo que te enfrentas de golpe, de forma natural, sin que tú la decidas, y es algo que debes asumir y desarrollar: yo podía desarrollarla o a escondidas o dentro de mi imaginación. Todo lo que no podía hacer de cara al exterior lo hacía a través de la imaginación.

¿La imaginación fue el medio a través del cual comenzar a vivir y aceptar tu homosexualidad?

Sí, fue algo así. Cuando yo crecí no había apenas referentes de cultura homosexual, no había películas o series en las que se narraran relaciones homosexuales y, por tanto, la única opción era recurrir a la imaginación. Y para mí, sin duda, la imaginación fue crucial para inventarme un mundo que no existía para mí; escuchaba canciones y no hablaban de mí, veía películas y no hablaban de mí… Así que decidí imaginarme historias que sí hablaran de mí y de mi realidad. De pequeño las imaginaba y de adolescente empecé a escribirlas.

Óscar Espirita ha publicado este verano su primer poemario. El título no deja indiferente: ‘Niño marica’. A través de sus versos, Espirita narra la experiencia de un niño señalado con el dedo por desear cintas de gimnasia artística, por cruzar las piernas, por no jugar al fútbol. Lo que sigue es una interesante y valiente conversación con el autor en torno a lareivindicación de la pluma y la defensa de tantos niños cohibidos en su comportamiento para que no les llamen nenazas. No se trata de exigir aceptación, sino absoluta normalización y respeto.

Y el “niño marica” con los años se convierte en un “adolescente maricón”, un adolescente que descubre con entusiasmo y dolor la sexualidad, definida por Espirita como un regalo peligroso, un regalo que provoca tanto placer como profundo dolor y miedo. A través de su poemario, Óscar Espirita da la vuelta al término “marica”, lo vacía de su contenido despreciativo porque “nada hay de malo en ser homosexual”, porque en verdad “lo que envuelve la palabra marica es una realidad maravillosa”, es la realidad de quien ama a alguien de su propio sexo.

Siguiendo la tradición queer, Óscar Espirita da la vuelta al término, y en Niño Marica (ediciones Hidroavión) convierte el insulto en elogio y nos demuestra que lo verdaderamente insultante es aquel que mal utiliza las palabras para insultar y despreciar aquello que le resulta diferente.

En una entrevista en torno a tu poemario ‘Niño marica’ comentabas que a través de la escritura el término “marica” había dejado de ser un insulto para ti. Sin embargo, sigue siendo una palabra altamente despreciativa.

Para mí siempre ha sido una palabra difícil, una palabra que me ha provocado mucho dolor. Las primeras veces que escribía en el folio “niño marica” me resultaba una expresión fuerte y todavía hoy, habiendo ya terminado el poemario, me sigue resultando una expresión fuerte. Sin embargo, independientemente de esto, lo que yo he intentado hacer, retomando la tradición Queer, es coger el insulto y utilizarlo en mi favor, como algo positivo, para así desactivarlo. A fuerza de usar el término “marica” y de relacionarlo con elementos positivos, creo que sí es posible desactivarlo como término insultante.

¿Crees sinceramente que es posible que algún día el término “marica” se desactive y deje de ser percibido y utilizado como un insulto?

Es más fácil que esto pase dentro de ciertos movimientos culturales que de forma general: veo socialmente complicado que se extienda su uso positivo de forma amplia y generalizada, puesto que es todavía demasiado frecuente su uso como insulto. Yo trabajo como profesor y compruebo que es muy frecuente utilizar el término “marica” como agresión y creo que desgraciadamente se seguirá utilizando de esta manera. Sin embargo, sí creo que no se debe negar la posibilidad de desactivarlo en tanto que insulto, aunque no sea una desactivación completa.

No podemos obviar el hecho de que a través del lenguaje se expresa la homofobia, el racismo, el machismo… El lenguaje nunca es inocente.

Sí, esto es evidente, aunque creo que gestos como el mío pueden ayudar, al menos, a poner sobre la mesa esta cuestión. Los lectores entienden el uso y el motivo del uso de la palabra “marica” en el libro, entienden que se trata de describir una experiencia y sobre todo de asociar este término despectivo a cosas bonitas, se trata a fin de cuentas de utilizar el término con orgullo. Si te paras a pensar todo lo que envuelve la palabra “marica”, son todas cosas bonitas y cuesta pensar que alguien pueda ver como algo negativo el hecho de ser un niño marica: ¿qué tiene de malo jugar con muñecas, desear tener una cinta de gimnasia rítmica o cruzar las piernas? No tiene ningún sentido y no hay motivo algo de que todos estos deseos y preferencias sean motivo de mofa y de insulto. Hay que darse cuenta de que aunque muchos lo utilicen como insulto, todo aquello que envuelve la palabra “marica” es maravilloso.

“¿Ves cómo no fuimos tan distintos? / El agua hacía con nuestros cuerpos / lo mismo que nos hará el paso del tiempo”. Con estos versos pareces negar la diferencia que el niño homosexual vive.

Cuando eres niño y te llaman “marica” no se refieren tanto a una determinada orientación sexual cuanto a que tu comportamiento es distinto respecto al de los otros niños; subrayan que no te comportas como teóricamente se debería comportar un niño, sino que te comportas como una niña. Con estos versos lo que quería transmitir es la idea de que a pesar de las diferencias, los niños no dejan de ser niños: por mucho que yo me comporte de forma algo diferente, no dejo de ser un niño.

Los niños viven esta supuesta diferencia por cuestiones educacionales…

El problema es que la diferencia se señala, de ahí que muchos niños se reprimen y no se muestran tal cual son. Yo, de hecho, era un niño que me reprimía en mis comportamientos y la represión no es sino consecuencia del hecho de que te ponen la señal encima, te recriminan por tu actitud diferente. Existen recriminaciones explícitas, el “no te portes así” o el “no hagas esto”, pero existen, y son las más frecuentes, las recriminaciones sutiles, implícitas, aquellas que se realizan a través de una mirada o de los comentarios a la espalda. Son sutiles, pero son señalizaciones que, aunque seas un niño, entiendes y percibes.

En esta señalización se remarca siempre negativamente la actitud femenina del niño. ¿No crees que en este reproche, junto a la homofobia, hay un gran poso de machismo?

Sí, yo creo que es absolutamente así, pues ¿qué problema hay que me comporte como una chica? Se utiliza como un desprecio decir que un niño o un joven se comporta como una chica, como si el hecho de comportarse como una chica fuera algo negativo. Lo que sucede es que todavía hoy se considera que para un hombre el ser como una chica implica ser débil, frágil y se relaciona la “feminización” con elementos negativos. En el fondo, se trata de una cuestión de machismo, aunque tampoco hay que olvidar que a las chicas se les suele atacar definiéndolas despectivamente como “marimacho”, porque se considera que una mujer no puede adoptar características propias del hombre. Ambos casos responden a la necesidad de marcar la diferencia.

Se obliga a los niños a definirse en esquemas muy fijos de roles y actitudes.

Aún seguimos anclados en el rosa y en el azul, en este binarismo de género, y todo lo que se escapa de estas dos categorizaciones es señalado y es susceptible de ser objeto de mofa.

Se trata de un binarismo que no sólo exige determinarse en uno o en otro polo, sino que borra todos los posibles matices que pueden definir a la persona.

Todo lo que sale de estos esquemas es señalado y, como profesor que trabaja diariamente con niños, te puedo decir que este binarismo sigue estando muy presente. Basta ver un catálogo de juguetes: todavía hoy sigue habiendo la parte rosa y la parte azul, todavía hoy los niños son fotografiados jugando con coches y las niñas con muñecas. En una ocasión, para ponerte un ejemplo, mi sobrino deseaba una casita, pero como se trataba de un juguete catalogado como “para niñas”, entonces lo rechazó porque precisamente “era de niñas”. Este rechazo de mi sobrino es la prueba de que los niños, desde muy pequeños, perciben que se les impone unas diferencias y que si eres niño hay cosas que no puedes hacer porque son “cosas de niña”.

Estamos hablando de los niños, pero ¿no deberíamos poner el foco en los adultos? A fin de cuentas, el niño imita la conducta de los adultos.

Los niños actúan a partir de lo que ven, intentan moverse sin ser dañados y, por tanto, escapan de toda posible conducta que pueda ser criticada. Es fundamental que desde los adultos se deje de utilizar este binarismo y se amplíen las miradas; es necesario romper con la idea de que existen unos comportamientos ligados a los hombres y unos comportamientos ligados a las mujeres.

¿Crees que todavía hay muchos padres que temen que sus hijos no respondan a estos esquemas impuestos?

Las madres asumen y entienden con más facilidad que su hijo no responda a lo que se supone que es la norma; a los padres les cuesta más. Con lentitud, cada vez más los padres tienen menos reservas y dejan que sus hijos elijan sus propios juguetes, independientemente de si son niños o niñas. Pero es un proceso muy lento y muy dispar, porque depende muy mucho del ambiente social: yo he trabajado en colegios de curas y allí encuentras una mentalidad más tradicional y completamente distinta a la mentalidad que puedes encontrar entre los padres de un colegio público.

En relación a los padres, en el poemario describes cómo el niño se siente cohibido incluso en el ambiente familiar.

En la infancia yo me he sentido cohibido, a pesar de que mi familia no era particularmente tradicional. Lo que sucede es que tú como niño temes no ser querido igual si te comportas realmente como eres, temes no ser aceptado. Es muy difícil crecer con este sentimiento, creyendo que si eres verdaderamente tú mismo vas a ser rechazado. Y este temor no nace necesariamente dentro del ambiente familiar, al menos no en mi caso; el temor nace de la realidad que te rodea, de lo que ves en la sociedad: terminas pensando que si la sociedad rechaza determinadas conductas, tus padres indudablemente también las van a rechazar.

“Ellos creen que duermo / ellos no saben nada de mi cueva de feldespato / ellos no saben que bajo las sábanas se celebran grandes bailes / de carpa y candelabro”. Entre el niño y los padres hay un muro que separa dos vidas.

La orientación sexual es algo que surge, algo a lo que te enfrentas de golpe, de forma natural, sin que tú la decidas, y es algo que debes asumir y desarrollar: yo podía desarrollarla o a escondidas o dentro de mi imaginación. Todo lo que no podía hacer de cara al exterior lo hacía a través de la imaginación.

¿La imaginación fue el medio a través del cual comenzar a vivir y aceptar tu homosexualidad?

Sí, fue algo así. Cuando yo crecí no había apenas referentes de cultura homosexual, no había películas o series en las que se narraran relaciones homosexuales y, por tanto, la única opción era recurrir a la imaginación. Y para mí, sin duda, la imaginación fue crucial para inventarme un mundo que no existía para mí; escuchaba canciones y no hablaban de mí, veía películas y no hablaban de mí… Así que decidí imaginarme historias que sí hablaran de mí y de mi realidad. De pequeño las imaginaba y de adolescente empecé a escribirlas.

Óscar Espirita.

Óscar Espirita.

Por tanto, crees que la presencia pública de referentes hoy en día ayuda especialmente a los adolescentes homosexuales a aceptar su condición y vivirla con mayor libertad.

Estoy seguro de que la presencia pública de referentes debe ayudar muchísimo, ver modelos de conducta sana es esencial. Cuando yo era adolescente, dichos modelos de conducta sana eran casi inexistentes: la primera película que yo vi con un protagonista homosexual era Philadelphia, donde se narra la muerte de un hombre por sida. En literatura, lo que leía era a Jean Genet o a Cocteau, autores magníficos que, sin embargo, en sus narraciones te llevan a los extremos de la conducta humana. De ahí que para mí era fácil relacionar mi realidad con un mundo sórdido. Hoy, por el contrario, es posible acceder a una gran cantidad de material que transmite una visión sana de lo que es la homosexualidad.

E Internet, ¿qué papel ha jugado en el proceso de visibilización de nuevos referentes?

Ha sido muy importante la irrupción de Internet, puesto que consigue que las minorías se unan aun estando lejos o aisladas en pequeñas ciudades y consigue que, por ejemplo, alguien pueda ser un marginado en clase pero una estrella en Internet. Hay youtubersadolescentes que hacen gala de su pluma  a los que empecé a seguir al escribir el libro, que tienen millones de seguidores e incluso son apoyados públicamente por grandes estrellas como Lady Gaga; te pongo como ejemplo a Lohanthony, que tiene un millón y medio de seguidores. Este chico ha hecho de su diferencia, de su feminidad, una bandera, y me parece un ejemplo perfecto de lo que reivindica Niño marica. En parte se ha terminado aceptando al colectivo siempre y cuando consigan mimetizarse con la heteronormalidad, siempre que no llamen demasiado la atención; he escuchado un montón de veces cómo me decían: “A mí los homosexuales que son así como tú no me importan, pero con las locas no puedo”. La pluma es rechazada incluso dentro del colectivo homosexual, los perfiles de las páginas de contactos piden que no se tenga pluma. ¡Me encantaría que con Niño Marica la gente consiguiese reafirmarse  y aprendiese a valorar su diferencia!

Resulta, sin embargo, paradójico que la mayor presencia pública de referentes sea paralela a un auge de la homofobia entre los más jóvenes.

Lo que sucede es que en las aulas no se habla de la homosexualidad; yo no me canso de repetir que es imprescindible que en los libros de texto de los niños aparezcan representadas familias homosexuales con total normalidad; es necesario que a los niños se les lean cuentos y se les enseñen películas en los que haya personajes homosexuales porque, de lo contrario, la homosexualidad seguirá apareciendo como algo extraño, como algo de lo que no se debe hablar. Si no se cambia el modelo educativo de los más pequeños, poco se puede hacer en la adolescencia para combatir la homofobia: los adolescentes no homosexuales viven al margen de esta realidad, siguen sin acceder a materiales como películas o libros que hablen del tema y, si no la condenan, la viven desde la indiferencia.

Si antes decíamos que había que poner el foco en los adultos, ahora podríamos decir que hay que poner el foco en la educación de la comunidad heterosexual para que consuman dichos materiales a los que aludes.

Exacto, hay que poner el foco en los niños y sobre todo en los adultos heterosexuales. Yo nunca he tenido ningún problema cuando he dicho que soy homosexual, pero creo que todavía hoy para muchos heterosexuales la cultura homosexual es una cultura ajena y, por ello, se sigue preguntando a los niños si tienen novia y a las niñas si tienen novio; en ningún momento se piensa que puede haber otras opciones. Aquí es donde hay que atacar el problema para que se asuma como algo habitual el hecho de que hay otra forma de amarse y otras formas de relaciones.

Un amigo homosexual me comentaba que el término “aceptación” que utilizan muchos heterosexuales para referirse a la homosexualidad es la prueba evidente de la falta de normalización.

A mí el término “aceptación” me pone muy nervioso, porque yo no quiero que me acepten, yo no necesito la aceptación del otro, necesito el respeto. La aceptación implica un proceso de acogimiento, incluso de relajación frente a un determinado hecho, la aceptación implica siempre que hay un problema que debe ser asumido. Y en el tema de la homosexualidad no hay problema alguno.

El poemario, dividido en dos partes, pasa de ‘Niño Marica’ a ‘Adolescente Maricón’, en el que se describe no muy amable el descubrimiento de la sexualidad.

Cuando llegas a la adolescencia te das cuenta de que el apelativo “marica” que te ha acompañado desde la infancia tiene que ver con el hecho de que te gustan los chicos, algo que no está del todo bien visto por mucha gente. El adolescente se da cuenta de que está descubriendo algo maravilloso como es el deseo y la atracción sexual, pero a la vez percibe este descubrimiento como algo doloroso; yo, de hecho, en el poemario defino el deseo sexual como un regalo peligroso: es algo que seduce, pero que muerde. De adolescente observaba cómo cuando se veía un beso entre dos hombres en televisión, el comentario de algunos miembros de mi familia era “¡qué asco!”, y recuerdo especialmente una experiencia en el cine: fui a una sala con un par de amigas a verKrampack. La sala estaba llena de adolescentes y lo que viví allí fue horrible, porque, por un lado, me sentía identificado con la película e incluso sentía placer erótico por lo que estaba viendo, y, por otro lado, era testigo de cómo la sala empezaba a gritar “maricones” en contra de los protagonistas. Ante esto, lo que te surge es temor al rechazo, vives la sexualidad de forma muy problemática.

En cierta manera este temor lleva a preguntas del tipo de: ¿por qué me ha tocado a mí?, ¿por qué yo no soy como los demás?

Es terrible, sobre todo porque son preguntas que no tienen ni sentido y ni motivo de ser. ¿A quién le importa lo que a mí me gusta? Con el paso de los años, me ha dado rabia haberlo pasado tan mal durante esos años y, precisamente por esta rabia, he escrito el poemario: con Niño marica he querido hacer algo bonito de toda aquella experiencia, necesitaba desprenderme de todas aquellas cosas negativas que estaban ligadas a algo, la homosexualidad, que sin embargo es maravilloso.

“Era tan fácil cuando aún podíamos tocarnos”, escribes remarcando una vez más el dolor que supone el descubrimiento de la sexualidad.

En la adolescencia, abrazarte con un chico o tocarte significa otra cosa, ya no es tan inocente como en la infancia. La adolescencia es aquel momento en el que te das cuenta de que tu amigo, con el cual has jugado hasta ahora, ya no es sólo un amigo, porque hay algo en su mirada y algo en la tuya que hace que ni él ni tú seáis los mismos de antes.

Y respecto a la mirada, escribes: “Soy invisible a los ojos / de los hombres a los que amo”.

Creces con la sensación de que estás absolutamente solo y que eres el único homosexual; los chicos que te gustan forman parte de tu grupo de amigos y la mayoría son heterosexuales, así que la posibilidad de elegir es poca. Y esto se acrecienta en las pequeñas ciudades: te conviertes en invisible porque los demás chicos no te ven desde una perspectiva sexual, que es como tú sí que los ves a ellos.

No crees que, junto a la invisibilidad, por cuestiones de perspectiva sexual, se añade una invisibilidad motivada; todavía hoy hay lectores que, ante libros de temática LGTBI, se sienten incómodos. Todavía la cultura LGTBI no cala en la formación del heterosexual.

Para una persona homosexual es normal crecer y formarse con libros y películas que reflejan la realidad heterosexual y, sin embargo, parece ser que para enfrentarte a un libro de temática homosexual debes ser homosexual. Y no nos damos cuenta de que el lector se abstrae de la historia y se queda con los sentimientos y con la idea que sustenta la historia: cuando yo leo o veo películas que gravitan en torno de personajes heterosexuales me identifico y me emociono, porque voy más allá de la historia. Las historias son concretas, pero las emociones son universales, de ahí que la tendencia sexual de los personajes sea lo de menos. Sin embargo, sí es cierto que hay un rechazo frontal por parte del público heterosexual ante la ficción homosexual y, al final, lo que se consigue es que la literatura LGTBI se circunscriba a un gueto.

De hecho, ‘Niño Marica’ puede leerse también como la experiencia de un niño que sufre el aislamiento y una experiencia similar a la del ‘bulling’, que no tiene que ver únicamente con la homofobia, sino con el racismo o con el desprecio, por cuestiones físicas o estéticas, por el diferente.

Yo no he sufrido un verdadero bulling tal y como se lo define hoy en día. Mis compañeros de clase se metían conmigo, me llamaban “marica”, pero no era algo muy patente. He sufrido alguna agresión, pero fueron excepciones. De hecho, con el libro, más que debulling así entendido, quería hablar de la represión que un niño siente por el ambiente y la realidad que le rodea y por la conciencia de que lo que él tiene es algo malo. Yo, como te decía, disimulaba y me cohibía, pero veía chicos mucho más afeminados a los que se les pegaba porque resultaban mucho más visibles. Verlo resultaban violento porque te hacía temer todavía más, tenías miedo a ser descubierto y conseguía que te cohibieras aún más.

Pero no podemos pensar sólo que el ‘bulling’ se define por la violencia física: el insulto, el aislamiento, la mofa son también formas de violencia.

Sí, es verdad. Lo que sucede que el término bulling remite a la agresión física, pero sí es cierto que la violencia y la represión se ejercen de formas distintas.

De ahí, el miedo a reconocer pública y abiertamente la propia orientación sexual…

Sí, además, con Niño Marica quería plantear que definir a los niños desde muy pequeños por sus gustos y actitudes puede llevar a grandes errores. Ser niño marica no impide ser de mayor un adolescente y un adulto heterosexual; hay mucha gente que tiene pluma y es heterosexual y para ellos es un absoluto martirio que constantemente se esté dudando de su heterosexualidad. Pienso en casos como el de Mario Vaquerizo, porque debe de ser muy duro que constantemente se ponga en cuestión tu tendencia sexual por tu forma de comportarte o por tu amaneramiento.

En este sentido, son interesantes los ‘queer estudies’ al replantear categorías como la del género y la tendencia sexual.

Yo sigo bastante los queer studies, me interesan particularmente en tanto que desmontan la definición de hombre y mujer y sus supuestos comportamientos. Los queer studiesparten de la idea de que la identidad de género es una construcción social como también lo son los comportamientos sociales que adopta cada uno de los dos géneros. A mí me parece fascinante lo que se propone desde estos estudios, pero la sociedad está tan lejos de todo lo que ellos proponen que resulta muy difícil que estas teorías calen.

Yo no me imagino a la sociedad en tropel leyendo a Judith Butler.

No, desde luego que no.

Ojalá…

Ojalá algún día.

De Ali a Fatemeh y de Fatemeh a Amir, la lucha de los transexuales iraníes

Una fetua de Jomeiní abrió la puerta al cambio de sexo. A la sociedad le cuesta aceptarlos

De izquierda a derecha, Fatemeh; su esposo, Parham, y Amir, en Teherán

De izquierda a derecha, Fatemeh; su esposo, Parham, y Amir, en Teherán. / Á. E.

A Fatemeh no le gusta la imposición del velo. En eso no se diferencia de buena parte de las mujeres iraníes.  Pero la coquetería que hay detrás del pañuelo rosa palo a juego con el esmalte de sus uñas, le ha costado más que a la mayoría. Fatemeh nació Ali en una familia muy religiosa que rechazaba su empeño en jugar con muñecas y ponerse faldas. Sin embargo, en el conservador Irán, había una salida gracias a una fetua pronunciada por el ayatolá Jomeini en 1983. Clérigos y jueces respaldan el cambio de sexo.

“Mi padre era un inválido de guerra y veía mi feminidad como la mayor desgracia que podía acontecernos. Mi familia paterna llegó a amenazar con matarme”, relata sin dejar que esos recuerdos empañen su sonrisa.

A los 22 años, Fatemeh es la expresión de la felicidad. Hace dos años que terminó las operaciones de reasignación de sexo, trabaja en televisión y teatro, y acaba de casarse con Parham, un joven de 24 que ha realizado el camino inverso que ella, para convertirse en el hombre que es hoy. Su familia terminó aceptando su identidad y la ha ayudado económicamente para conseguirlo.

La situación cambió el día que un amigo de su padre “le explicó que todo el sacrificio que había hecho durante la guerra [con Irak], todas sus oraciones y su piedad, no valdrían para nada si no permitía que su hijo se operara”. El amigo esgrimió un argumento irrefutable: la fetua que a tal efecto había pronunciado el ayatolá Jomeini.

“Todo se lo debemos a Molkara y a Jomeini”, interviene Amir, cuya trayectoria vital ha sido más complicada. Se refiere a Maryam Hatun Molkara, la activista que visitó al ayatolá, le planteó su caso y obtuvo el pronunciamiento que abrió las puertas al cambio de sexo en la puritana República Islámica. Toda una sorpresa para quienes ven este país bajo el estereotipo al que a menudo lo reducen sus propios gobernantes.

Gracias a aquel edicto se puso en marcha un proceso por el que los transexuales son evaluados por un psicólogo y si éste emite un informe positivo, el departamento de Medicina Forense los envía a una comisión médica para que apruebe la intervención, y respalda la inscripción correspondiente ante el juzgado. No hay estadísticas oficiales, pero hace diez años el citado departamento publicó que se realizaban 300 operaciones al año. Hoy, los activistas aseguran que son más.

“El cambio de documentación es muy importante”, subraya Amir quien opina que las nuevas generaciones lo están teniendo más fácil. Sólo unos pies más pequeños de lo habitual revelan que este hombre, que aparenta menos de los 40 años que declara, estuvo antes preso en un cuerpo de mujer. “Desde los 14 años he tenido esta misma barba”, señala. Pero ni siquiera eso sirvió para convencer a su padre que aún hoy sigue rechazando que su Fatemeh se haya transformado en Amir.

“He sufrido mucho. Trabajé en el bazar empujando carretillas para ahorrar para operarme y como lo he ido haciendo poco a poco, el médico que me atendía ha muerto y me quedado a medias”, explica sin esconder su frustración. Le falta conectar el pene artificial a los nervios del clítoris.

En principio, los hospitales públicos realizan la operación de forma gratuita, pero carecen de medios suficientes. Recurrir a la sanidad privada resulta muy caro para la mayoría. La organización de Benevolencia del Ministerio de Bienestar Social ayuda a aquellos con problemas económicos o de rechazo familiar.

Parham, el marido de Fatemeh, confirma que a él le proporcionaron una cuarta parte de los 200 millones de riales (unos 5.500 euros) que le costó la intervención. Pero para entonces ya se había aislado de la sociedad y atravesado una profunda depresión.

“Me sentía raro, mi familia no me tomaba en serio y pensaba que era el único caso del mundo”, confía este hombre de Zanjan, al noroeste de Irán. Hasta que conoció a su mujer a través de Mahtaa, un grupo de apoyo a los transexuales iraníes. “Los jueces también me han ayudado mucho”, añade.

Todos coinciden en que tras la operación y una vez superado el impacto en el entorno cercano, se integran bien en su nueva vida. Las dificultades se viven antes. No encuentran referencias ni respaldo; se ven rechazados por una sociedad que a menudo los considera pervertidos o los confunde con homosexuales (muy estigmatizados, como dejó claro el expresidente Ahmadineyad que incluso negó su existencia). Se quejan de la falta de preparación de los psicólogos e incluso de los maestros, incapaces de detectar estas situaciones desde el jardín de infancia.

“Si hubiera sabido antes lo que me sucedía, hubiera tomado hormonas y no tendría esta voz tan grave, ni tanta altura”, lamenta Fatemeh, ante la anuencia de sus compañeros.

“Tenemos el apoyo de la ley, de los religiosos y de los centros médicos, pero nos falta una cultura de tolerancia; nuestra sociedad no acepta el fenómeno transexual”, explica Mohammad Omrani, uno de los impulsores de Mahtaa.