Belén Carrasco Rodríguez
Elisa Castillo Nieto
Entre el ruido y bullicio de la concurrida Calle Fuencarral, se encuentra la sede del Colectivo Hetaira, una organización en defensa de los derechos de las prostitutas y de la normalización su trabajo. Desde 1995, este colectivo realiza una importante labor en favor de las trabajadoras del sexo, desarrollando actividades y programas de promoción de la salud y prevención del VIH e ITS, talleres de capacitación e inserción laboral, asesoría jurídica, socio-administrativa, psicológica y sanitaria, entre otros. Tanto en su local como a pie de calle, la misión de Hetaira es combatir el estigma social que recae sobre las prostitutas, defender su derecho a trabajar, a organizarse, a sindicarse, a cotizar y denunciar las agresiones físicas, los chantajes y los abusos de poder. Debido al limbo jurídico en el que se encuentra la prostitución en nuestro país, las prostitutas se hallan desvalidas y sin derechos recogidos en un marco legal que las ampare. Por esto existen colectivos como Hetaira, con una actividad continua desde hace veinte años, muchas batallas a cuestas y aún un largo camino por recorrer. Todo y esto y mucho más nos contó Alba Yskal, activista y representante del Colectivo Hetaira, a quien tuvimos el placer de entrevistar.
PREGUNTA: ¿Podría explicarnos el significado del nombre de este colectivo?
RESPUESTA: Hetairas eran las antiguas prostitutas en la Grecia clásica, mujeres que tenían una posición social bastante privilegiada, contrariamente a la posición de las mujeres “normales”. Eran mujeres muy formadas que además solían ser consultadas en temas de política, por lo que tenían un peso social mucho mayor del que tenía una mujer “corriente”, digamos. Eran prostitutas empoderadas, lo que rompe con esa imagen de víctima, de eterna menor de edad y de mujer descarriada de hoy en día.
P: ¿Sería entonces el objetivo, un poco utópico, al que trataría de llegar este colectivo?
R: No tan utópico, porque la realidad es que nos encontramos con muchas mujeres muy empoderadas, ya que la prostitución ha sido, y es, una vía para salir de situaciones más difíciles y llegar a ser alguien. Les ha permitido poder estudiar, labrarse un futuro, sacar adelante a su familia, a sus hijos y a lograr las metas que tenían en la vida. Es verdad que socialmente, las prostitutas no tiene el peso que tenían en la Antigua Grecia, en ese sentido sí que sería utópico, pero en el del empoderamiento no lo es tanto.
P: La labor del Colectivo Hetaira comenzó en 1995. ¿Cómo ha evolucionado la situación de las prostitutas en nuestro país en estos últimos 20 años? ¿Se ha conseguido reducir la estigmatización de este colectivo?
R: La realidad de la prostitución es muy cambiante. No hay un estereotipo ni un perfil definido de prostituta, porque hay tantas realidades como mujeres, igual que con cualquier otro colectivo. En los últimos 20 años, la prostitución en España ha cambiado debido al aumento de la inmigración, por lo que las nacionalidades de las prostitutas ha aumentado. Antes eran mayoritariamente mujeres cis (biológicas) españolas, mientras que en la actualidad hay un gran porcentaje de inmigrantes y también ha aumentado el porcentaje de mujeres transexuales.
Con respecto al estigma, sigue habiendo una división de las mujeres entre las “buenas” y las “malas”. Las “buenas” serían aquellas mujeres blancas, heterosexuales, casadas, madres, que tienen relaciones sexuales dentro del matrimonio para reproducirse; las “malas”, todas las que se salen de ese mandato de género. En realidad es un estigma que no afecta solamente a las prostitutas, sino que afecta a cualquier mujer que se sale de la norma, que no cumple con su mandato de género: por orientación sexual, por prácticas sexuales, por tener relaciones sexuales cada fin de semana con una persona diferente o por usar su sexualidad de una manera diferente. Ese estigma de “mala mujer” sigue estando, y de manera aún más marcada con las putas, prostitutas o trabajadoras sexuales. Usamos los tres conceptos indistintamente porque hay mujeres que prefieren usar unos u otros, y nos parece que hay que revertir los términos como “puta” que se usan peyorativamente y normalizarlos.
Se sigue considerando que la trabajadora sexual no puede ser una buena madre o una buena pareja. Muchos dicen “¿cómo va a cuidar bien a sus hijos? ¿cómo va a tener pareja? Le estará engañando o será su chulo”. De hecho, eso es lo que lleva a que la mayoría de prostitutas quieran ocultar su oficio, no tanto porque lo vivan mal (que hay casos en los que sí y hay casos en los que no), sino por el “qué dirán” los demás. Una prostituta no puede decir en el colegio de su hijo que se dedica al trabajo sexual porque automáticamente la van a tachar de “mala madre”, se tendrá un cuidado especial con ese niño y se le considerará en situación de riesgo. Ahí está el estigma y eso es lo que más afecta a las trabajadoras sexuales.
P: ¿Cuáles son los principales riesgos a los que se exponen las personas que ejercen la prostitución en las condiciones actuales?
R: El principal riesgo al que se exponen las prostitutas es la vulnerabilidad por la falta de derechos. Dicho esto, existen dos realidades que hay que diferenciar. Por una lado, la trata con fines de explotación sexual, y por otro lado, el trabajo sexual. Son dos cosas totalmente diferentes.
La trata es un delito gravísimo que hay que combatir enérgicamente con medios y de manera efectiva, poniendo en el centro de todo las necesidades de las víctimas y protegiéndolas. Esto es muy importnate ya que muchas veces se habla de “mujeres liberadas”, y lo que ocurre en realidad es que terminan en CIEs (Centros de Internamientos de Extranjeros) y acaban siendo deportadas, algo que es ilegal, o volviendo a caer en redes mafiosas.
Por otro lado, en el trabajo sexual, las mujeres deciden, por unos u otros motivos, realizar dicho trabajo sin ningún tipo de coacción y de manera autónoma. Lo que ocurre es que, con la excusa de combatir la trata, se está metiendo en el mismo saco la trata y el trabajo sexual, porque no interesa diferenciarlo, lo que hace que no se den derechos a unas ni se proteja a las otras. Además, lo que está ocurriendo ahora con la Ley de Seguridad Ciudadana es que se está barriendo el trabajo sexual de la calle porque se ve y queda feo, porque no tiene tantos intereses y porque se quiere beneficiar a los empresarios. Por tanto, a parte del estigma, los problemas que están teniendo las trabajadoras del sexo ahora mismo son los abusos policiales, la falta de derechos laborales de cualquier tipo, y peor aún, la ausencia de los derechos más básicos para cualquier persona: el derecho al trabajo y a la dignidad.
“La prostitución ha sido, y es, una vía de empoderamiento de la mujer, ya que ha permitido a muchas poder estudiar, labrarse un futuro, sacar adelante a su familia y a lograr las metas que tenían en la vida”
P: Tal y como ya hemos comentado, la prostitución se encuentra actualmente en un limbo jurídico en nuestro país, lo que imposibilita en gran medida el acceso a los derechos sociales y laborales más básicos para las mujeres que se dedican a esta actividad. No obstante, la jueza Gloria Poyatos demostró que era posible que las prostitutas se dieran de alta como autónomas. Vuestro colectivo, a su vez, ofrece, entre muchas otras actividades, asesoría jurídica y fórmulas para que las prostitutas puedan cotizar a la Seguridad Social. ¿Podría explicarnos en qué consiste su labor?
R: Nosotras intentamos asesorar en todos los ámbitos según las necesidades y peticiones que nos plantean las trabajadoras. Si hay mujeres que quieren darse de alta en la Seguridad Social vemos las vías disponibles para que puedan hacerse autónomas. Hay que considerar que, por un lado, no todo el mundo tiene tan fácil hacerse autónomo y, por otro, está la cuestión del estigma, es decir, aparte de que no hay ahora mismo un “apartado” concreto que sea ‘trabajo sexual’, muchas tienen miedo que figure la actividad a la que se están dedicando. A esto se le une otro problema: se está utilizando la posibilidad de hacerse autónomas por parte de los clubs para lo que se denomina las “falsas autónomas”. Me explico: el dueño de un club no contrata directamente a las prostitutas, sino que ellas tienen que darse de alta como autónomas, y al mismo tiempo, trabajan bajo las normas de éste y se pagan ellas mismas su Seguridad Social. Esto nos parece una cuestión importante que no debe seguirse dando. Lo que hizo Gloria Poyatos es interesante y demuestra, para quien le interese, que se puede llegar a hacer, pero tenemos que contemplar otras vías. Quien quiera seguir trabajando para terceros, por los motivos que sean, debe tener la posibilidad de hacerlo con garantías y derechos. Si lo que se intenta incentivar es exclusivamente el ejercicio de la profesión de forma autónoma para que sean “falsas autónomas”, al final caemos en la espiral de la que hemos hablado. Además, ¿qué pasa con las que no tienen papeles? No podrían hacerse autónomas, esta es otra dificultad añadida.
P: En relación con esto, muchas voces, -entre ellas la de Manuel Cancio, Catedrático de Derecho penal, al que entrevistamos recientemente-, abogan por limitar el reconocimiento de la prostitución únicamente a su ejercicio por cuenta propia, donde la prostituta sea una empresaria autónoma o miembro de una cooperativa y no esté sujeta a relaciones de dependencia, ni a ninguna estructura mayor con Madames y proxenetas que favorezcan los prostíbulos masivos (como es el caso de la Junquera). ¿Vuestro colectivo estaría, por tanto, en desacuerdo con esta visión?
R: Debido a que la realidad de las trabajadoras sexuales es muy diversa, tenemos que contemplar las distintas opciones (siempre dentro del trabajo sexual y nunca en el mundo de la trata). A veces nos encontramos con trabajadoras que quieren trabajar en un club, bien porque no pueden darse de alta como autónomas o porque su intención de trabajo es temporal y no les compensa formar una cooperativa. Claro que puede haber abusos pero, para que éstos no se den, debe haber una buena legislación que proteja a las trabajadoras. Por eso no nos llamamos regulacionistas, porque no estamos a favor de cualquier regulación (como por ejemplo sucede en Holanda, en la que se pone en el centro las necesidades y los beneficios de los empresarios y los Estados). Somos una organización pro derechos que intenta poner en el centro las necesidades y reivindicaciones de las trabajadoras sexuales, dándoles voz a ellas mismas para que puedan plantear qué es lo que quieren y cómo lo quieren, negociar con vecinos, empresarios, el Estado, etc. La solución no es prohibir trabajar para terceros, sino elaborar una legislación que contemple dichos abusos y hacer que se controlen los clubs o pisos y esto ayude a controlar la trata. Lo que hay que hacer es legislar bien, en la actualidad se está barriendo la prostitución de calle y obligando a las mujeres a que trabajen para terceros y aquí es cuando se cae en un limbo legal en el que no pueden denunciar, porque no puede haber explotación laboral si no se considera un trabajo.
P: A día de hoy, predominan dos posiciones acerca del modo en que debe ser afrontada la prostitución: reglamentarismo y abolicionismo. Nuestro país suele catalogarse como abolicionista. ¿Usted lo considera tal? ¿Cree que el legislador español ha adoptado una postura clara al respecto?
R: Aunque la prostitución es alegal -porque no es legal ni ilegal-, el Estado español, tiende a sacar leyes y normativas de carácter abolicionista en las cuales en teoría no se penaliza a las prostitutas y sí a la demanda, que son los clientes. Sin embargo, penalizar a los clientes es como penalizar a las prostitutas, porque no pueden trabajar. También se supone que no se penaliza a las prostitutas, pero sí se está haciendo, fundamentalmente con la Ley de Seguridad Ciudadana (LSC ) y sin ningún tipo de contemplación. Se habla bajo la bandera de “proteger y salvar a las mujeres porque todas son víctimas de trata”, se manejan cifras que no son verdaderas porque no hay estudios que puedan hablar de cifras y, en base a esto, no se está protegiendo bien a las víctimas reales y se está metiendo en el mismo saco, y sin darles derechos, a las trabajadoras sexuales y, además, con hipocresía, “salvando mujeres” que al final acaban en los CIEs. Es tan simple como preguntarse: si todas son víctimas de trata, ¿qué hacen las calles llenas de prostitutas y sin hacerse nada? Hace poco, un policía hablando de Villaverde, donde está habiendo acoso y derribo con la LSC, decía que no se iba a multar a las víctimas de trata, sólo a las prostitutas. Pero, entonces, ¿no eran todas “víctimas de trata”? ¿De qué estamos hablando?… Me parece que las leyes en el Estado español no están siendo efectivas en materia de prostitución y trata. Con respecto a la trata, el delito está bien recogido en el Código Penal, pero no se defienden los derechos de las víctimas y hay que dejar de utilizar el término “explotación sexual” porque es muy ambiguo. Además, se deja en un limbo legal a las trabajadoras del sexo, sin derechos de ningun tipo.
P: En relación con lo que ya ha mencionado sobre la Ley de Seguridad Ciudadana, estamos viendo que muchas prostitutas están siendo multadas, no sólo en Madrid (Villaverde) valiéndose de la Ley de Seguridad Ciudadana, sino en otras ciudades de España utilizando también ordenanzas municipales. ¿Qué papel juega vuestro colectivo ante esta nueva situación? ¿Qué tipo de apoyo les podéis ofrecer a las prostitutas? ¿Les asesoráis para evitar las multas, les prestáis ayuda legal para recurrirlas?
R: Ya antes de que saliera la Ley, así como otras normativas municipales como las de Alcalá de Henares o la de Barcelona, lo que nosotras intentamos principalmente es asesorar: explicar qué es lo que puede pasar. Además fomentamos que haya una organización por parte de las trabajadoras sexuales, que ellas mismas se puedan organizar para poder reivindicar sus derechos mediante caceroladas, manifestaciones, etc. También vamos a entrevistas con el Ayuntamiento, la Comunidad y con el Ministerio.
“El estigma de “mala mujer” […] no afecta solamente a las prostitutas, sino que afecta a cualquier mujer que no cumple con su mandato de género: por orientación sexual, por usar su sexualidad de una manera diferente, etc.”
Una vez que han empezado a llegar las primeras actas de denuncia, que aún no se han formalizado, lo primero que estamos haciendo es informándonos nosotras mismas de qué podemos hacer. En el caso de que haya que recurrir las denuncias, las acompañamos durante todo el proceso, siempre que ellas quieran por supuesto, no porque sean tontas o tratadas como menores de edad, sino porque siempre es más fácil, sobre todo cuando vas a exponerte en un proceso como trabajadora sexual con el estigma social que ello conlleva. Por tanto, en la medida de nuestras posibilidades, intentamos informar, asesorar y acompañar en todos los procesos, tanto en las multas como en cualquier otro.
Por otro lado, de cara a la ciudadanía y al Estado, hacemos comunicados, protestas públicas, reuniones con las instituciones, etc.
P: Recientemente Manuela Carmena ha invitado a reflexionar sobre las causas del consumo de prostitución. ¿Qué relación tienen, si es que existe, con el nuevo equipo de gobierno de la ciudad de Madrid? ¿Hay alguna propuesta o iniciativa que se esté ya negociando entre colectivos y autoridades para la regulación de la prostitución en Madrid?
R: Claro, esa es la pregunta que nos han hecho desde que que se constituyó el nuevo Ayuntamiento. Hay que verlo, es muy pronto. Hemos tenido algunos encuentros, estamos en ello, pero no hay nada que podamos anunciar aún. Yo me imagino el follón que tiene que ser llegar con una coalición nueva, a un ayuntamiento como el de Madrid. Entonces, les estamos dejando tiempo y estamos hablando, intentando mantener el contacto dentro del ritmo frenético que tienen y que tenemos nosotras. Eso es lo que os puedo contar.
P: Vosotras decís que la Ley de Seguridad Ciudadana (LSC) lo que intenta es limpiar las calles, pero no ataja la raíz del problema. Pero por otro lado, también hay que tener en cuenta que en sitios como la Colonia Marconi (el Polígono de Villaverde) los vecinos se quejan de que ven día y noche, tanto para ir al trabajo como para llevar a los niños al colegio, a las prostitutas, condones tirados por el suelo, etc. Es decir, en la prostitución en la calle siempre existe este tipo de conflictos con los vecinos. Vosotras defendéis que no se multe a las prostitutas, pero también hay que proteger los intereses de los vecinos. ¿Cómo se puede solucionar esto?
R: Villaverde se destaca mucho y, de hecho, es el primer sitio donde se siguió una táctica de acoso y derribo en cuanto entró en vigor la LSC. Con los vecinos hay conflictividad por todo lo que comentas, y una gran parte de las trabajadoras de Villaverde se están organizando y haciendo batidas de limpieza desde hace ya tiempo. Precisamente yo coordino el equipo de salida a Villaverde y veo como las prostitutas tienen su bolsa atada a la valla, porque no hay papeleras, y no es casual, ellas te lo dicen. ¿Por qué no hay ni una sola papelera? Porque interesa que haya suciedad para achacarnos que es nuestra. Pero ellas ponen su bolsita atada a la valla donde van echando el klínex, la Coca-Cola, el condón… y luego lo tiran al contenedor. Se organizan entre sí para limpiar un poco la suciedad de las calles e intentar que las cosas estén un poco más tranquilas, poniéndose en calles que no estén tan cerca de los vecinos. Además, muchas veces denuncian que no son ellas las que tiran basura, sino que es gente que va al polígono con escombros y los tiran por las calles, y luego eso se achaca a las prostitutas cuando es imposible que ellas vayan a llevar escombros.
¿Cómo se puede solucionar esto? Negociando espacios. Ellas no quieren estar molestando, ellas mismas nos dicen “si es que yo también soy madre, yo no me voy a poner al lado de un colegio”, como está castigado en la Ley de Seguridad Ciudadana. “¿Alguien se cree que es efectivo ponerse delante de un colegio, que el padre que va a llevar al niño y luego se va a venir conmigo?” No, no es efectivo. Segundo, ellas no quieren ponerse delante de los críos. De hecho, cuando pasa algún menor andando, muchas se tapan porque les parece que es algo que no tienen que estar viendo. Ahora, lo que necesitamos es un sitio seguro, limpio, con un mínimo de condiciones para trabajar (como que haya iluminación por la noche, no que sea un descampado perdido sin ningún tipo de seguridad), que se pueda acceder bien (por carretera o autobús público), que haya papeleras y recogida de basuras, que pueda haber un bar cerca donde tomarse un café y hacer un descanso, que haya un baño público, etc. Ellas reivindican eso, no quieren ir molestando, de hecho su lema es “un lugar para trabajar sin molestar ni ser molestadas”. Ellas no pretenden tener conflictividad con los vecinos porque no les interesa, lo que pasa que se da mucho bombo a eso y encima ahora se las multa.
“No nos llamamos regulacionistas, porque no estamos a favor de cualquier regulación. Somos una organización pro derechos que intenta poner en el centro las necesidades y reivindicaciones de las trabajadoras sexuales, dándoles voz a ellas mismas para que puedan plantear qué es lo que quieren y cómo lo quieren”
Además, con la LSC se han incrementado los abusos policiales en general, pero en Villaverde en particular, de una forma brutal. Los propios policías ya venían diciendo a las prostitutas que iban a ir a por ellas en cuanto entrase en vigor la Ley, y entre otras cosas, las trabajadoras son objeto de insultos tránsfobos, homófobos, machistas, racistas, o de otras humillaciones como multar a una transexual gritando su nombre de varón. ¡Las primeras semanas con la Ley en vigor había unas 30 multas diarias! Los artículos con los que se multa a más mujeres son el 36.6, desobediencia a la autoridad, y el 37.5, incitación o realización de actos sexuales en la calle. Se multa sobre todo con el 36.6, porque se supone que avisan a las prostitutas de que no pueden ejercer en un sitio y a la siguiente ya es desobediencia, pero en la práctica… Está habiendo muchísimas multas que pretenden “limpiar la calle” sin dar ninguna alternativa para las que quieren seguir ejerciendo, que se terminan yendo a los clubs, donde no tienen derechos laborales, ni tampoco para las que quieren dejar de ejercer. Por tanto, la LSC no soluciona la conflictividad con los vecinos, sino que lo que hace es ir “barriendo” las calles, moviendo de un sitio a otra a la prostitución, a las personas sin hogar, evitando protestas… Es decir, es un recorte de libertades total y absoluto, poniendo en el centro únicamente las cuestiones económicas en vez de a las personas.
P: Antes ha hablado del machismo por parte de la policía. Uno de los problemas de cómo enfrentar el tema de la prostitución está relacionado con las críticas que hacen muchas feministas abolicionistas, que dicen que la prostitución es, al fin y al cabo, una forma evidente de discriminación hacia la mujer y de perpetuación de unos roles patriarcales de sumisión de la mujer, una manera de someter su cuerpo a las necesidades de los hombres, de dar por hecho que son un objeto, o un trozo de carne, que los hombres pueden utilizar libremente. Se oponen a la legalización de la prostitución porque, según ellas, esto supondría legitimar ese tipo de sumisión. Antes ha mencionado que para el Colectivo Hetaira, en cambio, dar derechos a las prostitutas supondría empoderarlas. ¿Se puede llegar a un punto de encuentro entre ambas visiones?
R: Bueno, primero un apunte: no sería legalizar la prostitución, puesto que no es ilegal, sino reconocerla como un trabajo, otorgándole derechos. Es decir, no caería dentro del ámbito de lo penal, sino de lo laboral. Es verdad que una gran parte del feminismo en España, por centrarnos en el Estado español, tiene una tendencia abolicionista, y plantea que la prostitución es la mayor institución patriarcal de dominación de las mujeres. No es casualidad además que esos sectores feministas sean los que están en las instituciones y sean los que tienen poder a la hora de legislar, sin tener en cuenta la voz de las protagonistas, a las que nunca se pregunta. Luego hay otro sector feminista, como Hetaira, que es un colectivo feminista mixto, formado principalmente por mujeres (pero también por algunos compañeros hombres) que ejercen la prostitución y otros trabajos también. A nosotras nos parece que, suponiendo que la prostitución fuera la mayor institución patriarcal de dominación de las mujeres, eso no quita que hay mujeres aquí y ahora que necesitan esos derechos, y que nadie está mejor sin ellos. Y si queremos proteger a las víctimas de trata, hay que poder diferenciar estas dos realidades. Además, si fuera así, también nos parece que el matrimonio podría considerarse una institución de ese tipo, y no abolimos el matrimonio. Incluso yendo más allá, nos parece que la prostitución para muchas mujeres es una opción de empoderamiento y que además rompe los mandatos de género. Si se supone, como hablábamos al principio, que las mujeres tienen que ser heterosexuales, casarse, dedicarse al hogar y los hijos, la prostituta es una mujer que maneja dinero de manera autónoma, gana su propio dinero, y maneja su sexualidad fuera de los mandatos heteropatriarcales. Con esto último me refiero a que manejan su sexualidad fuera de la reproducción, el matrimonio, la monogamia, la heterosexualidad normativa… es decir, fuera del esquema de que sólo mujer con hombre, para procrear y dentro del matrimonio.
“A nosotras nos parece que, suponiendo que la prostitución fuera la mayor institución patriarcal de dominación de las mujeres, eso no quita que hay mujeres aquí y ahora que necesitan esos derechos, y que nadie está mejor sin ellos”
P: Pero ¿no cree que esa visión ya ha cambiado un poco? España ya es más liberal en ese sentido. Una mujer puede salir, ligar y acostarse con quien quiera o no tener hijos por decisión propia.
R: No hay leyes que lo castigan, vamos avanzando, está claro. Pero por ejemplo, e independiente del trabajo sexual, ¿qué se le dice a un chico que se acuesta con cuatro mujeres en un fin de semana? Que es un machote. En cambio a una mujer se le dice que es un putón verbenero. Hay ese estigma interiorizado, que diferencia las “buenas” y las “malas”. El mandato sigue siendo el mismo, aunque se van rompiendo un poco los límites, y menos mal, porque podemos respirar un poco de aire… Pero el estigma sigue estando, el de las “malas mujeres” y las putas rompen con ese rol de mujer, que lo lleva mucho al estereotipo, pero que sigue estando.
Manejan su cuerpo, su dinero. A las prostitutas se les dice que venden su cuerpo y los hombres las utilizan como un trozo de carne, pero ellas dicen: “¿Que qué? No, no, yo vendo servicios sexuales, el cliente no se lleva una parte de mí y yo me voy enterita a mi casa”. ¿Por qué el problema es cuando media dinero? Se supone que vamos avanzando, y dos personas se pueden acostar sin ningún problema y se entiende que no tiene por qué haber una relación amorosa de por medio (por supuesto siendo mayores de edad; la de los menores de edad es otra cuestión y sería un delito y para nada mezclo una cosa con la otra). Por tanto, dos personas mayores de edad, con la voluntad de ambas partes, pueden tener relaciones sexuales sin ningún problema, pero en el momento en que media dinero hay un problema. ¿Por qué? Cuando además, es lo que a muchas mujeres les permite salir adelante y pagar su alquiler, la luz, el móvil, mantener a sus hijos y su familia… ¿Por qué esto no puede ser empoderante? ¿Por qué cuando ellas dicen que quieren seguir ejerciendo la prostitución porque es su medio de vida y su manera de conseguir lo que se plantean en la vida, está mal? Se supone que el feminismo lo que ha reivindicado a lo largo de la historia es que cada mujer pueda hacer con su cuerpo lo que quiera (‘mi cuerpo, yo decido’), y esto se reivindica para el aborto, la orientación sexual, la sexualidad fuera de la prostitución.
“¿Por qué las feministas, que hemos luchado para que ningún hombre nos diga qué hacer con nuestro cuerpo, vamos a ir a decirle a otra mujer la forma en la que tiene que usar el suyo? ¿No es una contradicción?”
¿Por qué las feministas, que hemos luchado para que ningún hombre nos diga qué hacer con nuestro cuerpo, vamos a ir a decirle a otra mujer la forma en la que tiene que usar el suyo? ¿No es una contradicción? ¿No se supone que el cuerpo de cada mujer es suyo y ella decide? Pues también para las prostitutas. Además es que se las coge a ellas como las culpables de la opresión de todas las mujeres… O sea, que el heteropatriarcado es el culpable de la opresión de las mujeres, pero la puta más. Pues no, lo que yo haga con mi cuerpo individualmente no influye en la opresión que tienen todas las mujeres. Al final, a las trabajadoras sexuales se les discrimina de una manera interseccional: por ser mujeres o por ser transexuales, por tener una sexualidad polígama, además por cobrar por ello y si son inmigrantes más… Pero es que si además no son “escorts” de lujo peor, y si lo hacen en la calle mal, si son mayores peor… No podemos estar las feministas o las mujeres diciéndo a otras mujeres que lo que pueden o no pueden hacer, que cada una haga lo que quiera pero que lo haga con garantías y derechos.
P: Pero, ¿realmente la prestación de sexo, con lo que supone para la dignidad de una persona, puede considerarse como la prestación de un servicio cualquiera? ¿Se debe normalizar así?
R: El trabajo sexual no es un trabajo como otro cualquiera pero no por lo que se hace sino por cómo lo percibe la sociedad, por la moral que pone la sociedad, porque es algo que sigue siendo tabú aunque se vayan abriendo pequeñas vías. Pero no es porque el trabajo sexual en sí sea más denigrante que otros trabajos. Además, las trabajadoras diferencian muy bien cuando es sexo con sus parejas y cuando es sexo por trabajo. En definitiva, el problema es que no se considera un trabajo normal porque se estigmatiza y por eso no se puede legislar como un trabajo cualquiera, eso es lo que marca la diferencia. Pero les preguntas a las trabajadoras y para ellas sí es un trabajo. Lo que nos pasa con esto es que es un trabajo tan íntimo que creemos que no podríamos hacerlo, pero eso no quiere decir que la gente que sí pueda hacerlo esté mal de la cabeza… Y no podemos imponer lo que pueden o no pueden hacer las demás.
P: El Colectivo Hetaira ha dicho en varias ocasiones que “Algunas organizaciones están más interesadas en las subvenciones que en reivindicar derechos para quienes carecen de ellos o en confundir las realidades tergiversando los datos, inventado que el 90% de las mujeres que ejercen la prostitución es trata e invisibilizando a quienes ejercen por decisión propia”. ¿Qué datos manejan respecto de la trata en España?
R: Como os decía antes, no hay estudios fiables (porque no se realizan) para que podamos hablar de porcentajes de trata o de trabajadoras autónomas. Todos los datos que se manejan son bulos que se van extendiendo, y no hay mayor verdad que una mentira repetida mil veces. Nosotras nos basamos en el estudio de la ONU de 2010: Trata de personas hacia Europa con fines de explotación sexual, según el cual, una de cada siete mujeres puede ser víctima de trata, y esto se traduciría en un 15%, que está muy alejado de ser un 90%. Si lo fuera, entonces la mayoría de las prostitutas que vemos en las calles y con las que trabajamos serían víctimas de trata y no lo son. Estar lanzando cifras nos parece irresponsable pero es que, además, aunque solo una trabajadora sexual ejerciera de manera voluntaria (y no es sólo una) tendría que tener derechos.
P: Sobre esta idea de la trata, cree que la idea que tiene la Ley de Seguridad Ciudadana de barrer las calles podría fomentar las mafias?
R: No quiere decir que en todos los clubs haya exclusivamente mafias. Lo que hay en muchos casos son abusos laborales. Donde hay redes mafiosas se incurre en un delito de trata de personas con fines de explotación sexual y en otros, por no haber una legislación y unos derechos laborales, se incurre en abusos laborales. Esto ocurre en este y en cualquier otro trabajo: cuando no hay control, hay abusos laborales.
Al estar barriendo la prostitución de las calles sin dar ni protección ni derechos, podrían aumentar, sin duda, los abusos laborales y podría aumentar el delito de trata. El no tener derechos no protege. Meter a todos en el mismo saco (trata y prostitución) no ayuda ni a unas ni a otras, me parece algo muy básico.
“El trabajo sexual no es un trabajo como otro cualquiera pero no por lo que se hace sino por cómo lo percibe la sociedad, por la moral que pone la sociedad, porque es algo que sigue siendo tabú”
P: También nos ha sorprendido que solicitéis mayor transparencia en la concesión de subvenciones a las distintas organizaciones que trabajan con las prostitutas. ¿Se subvenciona más a las organizaciones abolicionistas porque siguen más la línea del Gobierno?
R: Cuando las instituciones tienen una ideología abolicionista, ¿van a subvencionar a organizaciones que defienden otro planteamiento? Cada vez nos vemos con mayor precariedad dentro del colectivo. Creemos que son, en muchos casos, medidas con un corte político y sin mucha claridad. A veces se nos ha dejado fuera de subvenciones o espacios por motivos políticos, no por no reunir los requisitos.
P: Hace unos meses Albert Rivera, líder de Ciudadanos, hizo unas declaraciones en las que proponía regularizar la prostitución con el fin de recaudar unos 6.000 millones de euros anuales ¿Cabe plantearse la regulación estrictamente desde el punto de vista de la recaudación fiscal?
R: Para nosotras no, por eso no somos regulacionistas, somos pro derechos, porque queremos poner en el centro las necesidades y los derechos de las trabajadoras sexuales. Mientras ese no sea el punto fundamental, no nos vale cualquier tipo de regulación. No queremos legislar de cualquier manera, solo por legislar: tiene que ser de una manera muy determinada. Es antagónico con nuestro objetivo. No se puede legislar con una visión puramente económica, ni en la prostitución ni en ningún otro ámbito. Cuando se pone el dinero como centro de todo y como único objetivo terminamos sin derechos sociales para nadie. Así nos está pasando, cada vez con menos libertades, menos derechos y un Estado de bienestar cada vez más arruinado. No se puede mercantilizar cualquier actividad, por hacerlo todo más rentable, al final olvida a las personas y las relega al último lugar, poniendo en el centro los intereses económicos.
Con las trabajadoras sexuales por supuesto que no. El centro deben ser sus derechos y necesidades. Esto implica escucharlas. Ellas son las que tienen que hablar sobre qué necesitan. No deben ser los demás quienes opinen sobre sus necesidades. Lo mismo debe ocurrir con cualquier colectivo. Los protagonistas y las protagonistas son las que tienen que hablar de sus vidas.
“Estar lanzando cifras nos parece irresponsable pero es que, además, aunque solo una trabajadora sexual ejerciera de manera voluntaria (y no es sólo una) tendría que tener derechos”
P: Para terminar, nos gustaría saber si sabéis cuál es el porcentaje de hombres que se estima que ejercen la prostitución en nuestro país y por qué Hetaira no los representa.
R: No podemos dar una respuesta sobre las cifras porque no hay estudios fiables que nos permitan saber cuántos hombres, mujeres o mujeres transexuales hay. Sabemos que es un porcentaje inferior al de mujeres y al de mujeres transexuales.
No es que no los representemos. Nuestra labor es limitada y ya hay otras asociaciones que ayudan a trabajadores sexuales masculinos. Nunca rechazamos a ningún hombre que venga pero trabajamos con otras organizaciones que les pueden atender mejor. Así nos coordinamos, trabajamos en red