La policía reprime duramente la marcha del orgullo gay en Estambul

Los agentes detienen a dos políticos alemanes y a más de una veintena de activistas LGTBI locales

Detención de una participante del orgullo gay en Estambul, este domingo

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“¿Dónde estás, mi amor?”, se convirtió este domingo en grito de batalla y de libertad en una Turquía cada vez más gris, y donde, en Estambul, la policía se empleó con violencia y saña para impedir que la gente enarbolase la bandera arcoíris.

La plaza de Taksim, la avenida Istiklal y las calles aledañas del centro de Estambul amanecieron repletas de vallas y guardadas por cientos de agentes de policía, autobuses blindados y camiones de agua a presión para impedir la marcha del orgullo LGTBI (Lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexo), que había sido prohibida por orden del gobernador provincial.

La semana anterior, la marcha del Orgullo Trans ya fue prohibida después de que se recibiesen amenazas de varios grupos islamistas y ultranacionalistas que advertían: “Si no detenéis la marcha de los maricas, lo haremos nosotros”. Además, durante la noche del sábado al domingo, varios locales de ambiente fueron registrados por la policía. “Vinieron los agentes, nos preguntaron por la licencia y registraron el establecimiento. La verdadera razón es que tenemos los colores del arcoíris en nuestras mesas y por la música que tenemos”, explicó el gerente de un café con habitual clientela gay.

Debido a la prohibición, los organizadores desconvocaron la marcha LGTBI y, en su lugar, llamaron a actos espontáneos: en diversos lugares de Estambul, incluido el estrecho del Bósforo, activistas y manifestantes enarbolaron la enseña multicolor para reivindicar un trato justo y la posibilidad de celebrar su día con normalidad, de la manera en que se hacía en Estambul hasta el año pasado, cuando el Gobierno islamista decidió prohibirla por coincidir con el mes sagrado de Ramadán, como también ocurre en esta ocasión. En estos actos, durante la mañana, al menos cuatro personas fueron detenidas por los agentes. También el diputado alemán Volker Beck y la eurodiputada Terry Reintke, ambos de Los Verdes, fueron brevemente retenidos junto a dos colaboradores de la segunda, aunque posteriormente se les puso en libertad.

Sólo unos pocos cientos de valientes se atrevieron a llevar al área de Taksim sus reivindicaciones. Al inicio de la Avenida Istiklal, los agentes de policía hacían controles aleatorios a cualquiera que ellos considerasen con pinta de homosexual o activista LGTBI para impedir su acceso. Y escuadrones de policías antidisturbios fuertemente armados patrullaban las calles traseras. Aún así, muchos activistas lograron introducirse y, resguardados en los bares o desde las ventanas de diversos edificios, se lanzaban consignas.

“¿Dónde estás, mi amor?”, preguntaba uno desde la terraza de un bar. “Aquí estoy, amor”, respondía otro grupo desde otro bar. Y tras ello se elevaba un coro de cánticos: “No te escondas, no lo niegues: los homosexuales existen”. Esto enervaba a los agentes que acudían a la carrera y disparando botes de gas lacrimógeno a diestro y siniestro. “Simplemente estábamos sentados en la terraza de un café, ni siquiera habíamos gritado nada, y ha llegado la policía lanzando gases”, explicó Ayse, una joven con los colores del arcoíris pintada en un moflete que no podía parar de toser a causa de los químicos: “Sólo queremos que nos dejen manifestarnos pacíficamente como antes. Pero este país, con (el presidente Recep Tayyip) Erdogan, se ha convertido en una dictadura y continuamente se lanzan mensajes homófobos”.

En el local de una asociación que había colgado en su fachada una enorme bandera arcoíris, los antidisturbios fueron recibidos con una lluvia de pétalos y confeti, a lo que éstos respondieron con gases y descolgando la enseña multicolor. En la calle Mis, llena de bares y repleta de gente –tanto miembros de la comunidad LGTBI como jóvenes e incluso familias con niños que pretendían pasar un domingo de asueto- la policía exigió evacuar los establecimientos ante los cánticos de algunos. “¡Grita!¡Grita más si te atreves, maricón!”, le gritó un agente a un joven gay.

A todo aquel que intentaba cuestionar las órdenes de la policía se lo llevaban detenido, como ocurrió a una joven de unos 20 años que simplemente preguntó a un agente de paisano por qué debía abandonar un bar. Sus amigas, de la misma edad, lloraban desconsoladas: “Sólo queremos que nos dejen en paz”.

Según la asociación Kaos GL, el número de detenidos por la tarde en Estambul superaba los 20. En apenas cinco minutos, ante los ojos de este periodista los agentes se llevaron a cuatro personas, incluido un fotógrafo estadounidense que no portaba tarjeta de prensa. Cuando un abogado trató de impedir la detención, uno de los agentes, de paisano, se le volvió y le espetó: “¿Por qué te metes? ¿Qué te importan a ti los americanos? Es un provocador, ha venido desde EEUU a provocar. ¿Vamos nosotros a EEUU a manifestarnos?”. A otro periodista, el italiano Alberto Tetta, un agente le amenazó con dispararle si daba “informaciones negativas” sobre Turquía.

Son sólo un par de muestras de la ideología islamonacionalista cada día más extendida en Turquía y cuyos defensores, incluido el presidente Erdogan, consideran que los “enemigos externos” –espías, países enemigos, prensa extranjera- y los “enemigos internos” –oposición, partidos izquierdistas, nacionalistas kurdos, grupos armados de diverso pelaje, periodistas críticos, intelectuales y activistas LGTBI- conspiran conjuntamente para hundir el país euroasiático.

La policía turca dispersa con gases y balas de goma una marcha gay en Estambul

Los manifestantes desplegaron una bandera con los colores del arcoíris y después quisieron leer un comunicado, algo que los agentes impideron desplegando todas sus fuerzas

La policía turca dispara gases lacrimógenos

La policía turca dispara gases lacrimógenos. / Afp

La policía turca ha disparado gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar a unos 50 militantes del colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (LGBT) congregados cerca de la famosa plaza Taksim de Estambul.

Varios cientos de policías antidisturbios rodearon esta emblemática plaza, situada en la orilla europea de la megalópolis, para impedir esta manifestación en pleno mes de ayuno musulmán del ramadán.

Los manifestantes de esta marcha del “orgullo trans”, inscrita en el marco de la semana LGBT en Turquía, fueron apoyados por simpatizantes de esta causa.

Ante el asalto de las fuerzas del orden, los manifestantes escaparon por las callejuelas adyacentes. Al menos dos manifestantes fueron detenidos, indicaron los medios turcos.

Los manifestantes que se reunieron delante de uno de sus locales, situado cerca de Taksim, desplegaron primero una bandera con los colores del arcoíris que representa a la comunidad LGBT, y después uno de ellos quiso leer un comunicado, delante de los numerosos periodistas congregados en el lugar, pero un jefe de la policía se lo impidió.

Las autoridades de Estambul anunciaron el viernes la prohibición de la “gay pride”, que debía celebrarse el 26 de junio en la ciudad, para “preservar la seguridad y el orden público”, algo que provocó la indignación de la sociedad civil.

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Las celebraciones del orgullo gay en el mundo se celebran este año días después de que Omar Mateen, un estadounidense de origen afgano, matara el 12 de junio a 49 personas en un club frecuentado por homosexuales en Orlando (sureste de Estados Unidos).

Un poco antes de la intervención policial en Estambul este domingo, las fuerzas de seguridad detuvieron a una decena de manifestantes homófobos, que irrumpieron cerca de Taksim, informó la agencia de prensa Dogan. “¡Somos otomanos, no queremos esta gente aquí!”, gritó uno de ellos, según las imágenes.

A principios de esta semana, un grupo ultranacionalista pidió a las autoridades anular la manifestación, advirtiendo que se encargaría él mismo de impedirla si su petición no era escuchada.

La tradicional “marcha del orgullo” en Estambul tuvo lugar en 12 ocasiones sin incidentes en los últimos años, en las que participaron miles de personas para defender los derechos de las minorías LGBT, convirtiéndose en la más importante de este género en un país musulmán de Oriente Medio.

Las autoridades prohibieron todas las concentraciones en la plaza de Taksim, sistemáticamente dispersadas por la fuerza, desde el levantamiento antigubernamental de junio de 2013 contra la “deriva islamista” y “autoritaria” del presidente islamoconservador Recep Tayyip Erdogan.

Obama dice que no hay pruebas claras de que la matanza fuera organizada desde el exterior

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha señalado este lunes que no hay evidencia clara de que el autor de la masacre en un club gay en Orlando (Florida) fuera dirigido por un grupo extranjero o formara parte de un plan terrorista de mayor escala.ni que formara parte de un plan terrorista

“Aún no conocemos” las motivaciones del tirador, ha dicho Obama en la Casa Blanca, tras discutir con sus asesores de seguridad sobre el tiroteo. El mandatario ha precisado que el atacante, Omar Mateen, parecía haber absorbido diversos tipos de “información extremista” en internet. “A estas alturas vemos que no hay evidencias claras de que fuese dirigido desde el exterior”, ha apuntado, agregando que la investigación está en su “etapa preliminar”.

“Parece que en el último minuto anunció lealtad al (grupo yihadista) Daesh, pero no Omar Mateense atribuyó el ataquehay evidencia hasta ahora de que de hecho fuera dirigido por ellos“, ha comentado Obama. “Tampoco hay evidencia directa de que era parte de un ataque mayor”, ha incidido.

El Daesh se ha atribuido este lunes el ataque, confirmando lo adelantado el domingo por la agencia Amaq, afín a la organización, y ha presentado a Omar Mateen, como “uno de los soldados del califato en Estados Unidos”.

El ataque perpetrado en el club ‘Pulse’, un emblema de la comunidad gay de Florida, mientras celebraba una ‘noche latina’ el sábado dejó 49 muertos y más de 50 heridos, muchos de ellos con apellidos de origen latino.rastrear el pasado de Mateencontactos con un kamikaze estadounidense

El mundo político estadounidense no tardó en reaccionar a lo ocurrido, con los liberales argumentando la necesidad de mayores controles al acceso a las armas y los conservadores exhortando a un endurecimiento de las medidas antiterroristas. Pero Obama ha argumentado que esas ideas no son excluyentes. “No es lo uno o lo otro, es ambos. Debemos ir tras estas organizaciones terroristas y golpearlas duramente. Debemos contraatacar el terrorismo. Pero también debemos asegurarnos que no sea fácil para alguien que decide hacer daño en este país poder comprar armas“.

El mandatario también ha pedido que el país se una. “Estamos investigando las motivaciones del asesino, pero es un recordatorio que sin importar la raza, religión, fe y orientación sexual, somos todos estadounidenses”, ha manifestado.

Extrema frialdadun agresor frío, que actuó de forma metódica

El FBI, que profundiza su investigación en el lugar del ataque, ha desplegado efectivos para rastrear el pasado de Mateen, un ciudadano estadounidense de origen afgano. “La investigación seguirá esta noche. Hemos probablemente procesado más de cien pistas”, ha dicho este lunes el agente especial Paul Wysopal, a cargo de las pesquisas. “Como saben, después de los atentados del 11 de septiembre, ninguna piedra se queda sin remover (…) Seguiremos las pistas hasta donde nos lleven”, ha añadido. El FBI ha admitido que Omar Mateen, de 29 años, había sido investigado antes debido a sus contactos con un kamikaze estadounidense.

El atacante, empleado de una compañía de seguridad, irrumpió en ‘Pulse’ a las 02.00 horas (06.00) del domingo con un rifle de asalto y una pistola. Tras disparar contra varias personas se encerró con rehenes en los baños y llamó a los servicios de urgencia (911) para expresar su lealtad al Daesh.

Uno de los heridos, Ángel Colón Jr, de 26 años, ha descrito al atacante como un agresor frío, que actuó de forma metódica hasta que irrumpió un equipo de las fuerzas especiales, que se enfrentó al atacante hasta matarlo. “Pasaba delante de cada persona que estaba tirada en el suelo y le disparaba, para asegurarse de que estaba muerta”, ha explicado su padre al salir del hospital Orlando Regional Medical Center.

El presidente Barack Obama, líderes musulmanes de Estados Unidos, el papa Francisco y dirigentes de todo el mundo han condenado el ataque, considerado como el peor acto terrorista en suelo estadounidense desde los del 11 de setiembre de 2001. De forma simbólica, la Torre Eiffel de París se iluminará la noche de este lunes con los colores de la bandera arcoiris, adoptada por los grupos gay.había despertado sospechas en los últimos años

Conducta sospechosaHillary Clintondetectar y prevenir los ataques de los “lobos solitarios”

Nacido en Nueva York en 1986, Mateen es hijo de afganos y vivía en Port St Lucie, Florida, a unas dos horas en coche de Orlando. Su padre ha dicho que su hijo actuó movido por su homofobia. “Esto no tiene nada que ver con la religión”, ha señalado a NBC News.

La exesposa de Mateen, quien se divorció en 2011, ha señalado que él era un abusador y una persona violenta pero no especialmente religiosa. Pero el agente Ron Hopper, del FBI, ha apuntado que su conducta había despertado sospechas en los últimos años. En 2013 fue investigado tras haber hecho comentarios a compañeros de trabajo que daban a entender su relación con el terrorismo. En 2014 volvió a ser interrogado, debido a su relación con Moner Mohammad Abusalha, el primer ciudadano estadounidense que cometió un ataque suicida en Siria y se le consideraba miembro de una organización aliada de Al-Qaida. “Determinamos que el contacto había sido mínimo y en aquel momento no constituía una relación propiamente dicha o una amenaza”, ha dicho Hopper.

Mateen habría visitado en abril el complejo de parques temáticos de Disney World, ubicado muy cerca de Orlando, para estudiar las posibilidades de perpetrar allí un atentado, según ha informado en su edición digital la revista ‘People’, que se basa en declaraciones filtradas de la exmujer de Mateen, Noor Zahi Salman. Esta habría revelado durante un interrogatorio con agentes federales el mismo domingo que Mateen recientemente “exploró Downtown Disney y Pulse para (posibles) ataques”, informa ‘People’. Downtown Disney es un centro comercial rebautizado como Disney Springs en 2015 y que se encuentra en el complejo Walt Dinsey World de Bay Lake, en Florida. Los cuatro grandes parques temáticos de Disney en Florida -Magic Kingdom, Hollywood Studios, Animal Kingdom y Epcot- cuentan con arcos detectores de metales o registro de equipajes y mochilas desde 2015, pero Disney Springs no tiene estas medidas de seguridad.

‘People’ informa además de que Mateen publicó el mismo domingo, poco antes de la matanza, un mensaje en la red social Facebook en el que jura fidelidad al líder del Daesh, Abú Bakr al-Baghdadi: “Que Alá me acepte”.

Arma política

La matanza de Orlando se ha producido en un momento en que se intensifica la campaña de cara a las elecciones presidenciales de noviembre. La virtual candidata demócrata, Hillary Clinton, estima que Estados Unidos debe atacar la “red global que alimenta la radicalización”, afirmando que si es elegida creerá un equipo para detectar y prevenir los ataques de los “lobos solitarios”. Su rival republicano, Donald Trump, se ha apresurado a decir que tenía razón cuando propuso prohibir el ingreso de musulmanes a Estados Unidos.

La masacre recuerda a lo ocurrido la noche del 13 de noviembre pasado en la sala Bataclan de París, donde 90 personas murieron en una toma de rehenes seguida de un asalto de las fuerzas del orden.

El jefe de la policía de Orlando, John Mina, ha descrito a un atacante calmado cuando conversaba con las fuerzas del orden por teléfono, pero después de que Mateen hiciese comentarios sobre “chalecos bomba” y “explosivos”, las fuerzas especiales asaltaron el club. Un blindado policial arrasó una pared e irrumpió en el lugar, y más agentes se sumaron al tiroteo que culminó con la muerte del atacante. “Sabíamos que era la decisión correcta y creemos que previnimos una eventual pérdida de vida y salvamos muchas, muchas vidas”, ha apuntado Mina en rueda de prensa este lunes.

Los testigos han descrito escenas de horror, de cuerpos cayendo y de sangre por todos lados. “Era un completo caos”, ha apuntado uno de ellos, Janiel Gonzalez. “La gente gritaba ‘Ayúdenme, ayúdenme, estoy atrapado’ y se pisoteaba”, ha señalado este joven.

La masacre, perpetrada en el mes del Orgullo Gay en Estados Unidos, arrojó dudas sobre el tradicional desfile gay de Los Ángeles que se realizó tal como estaba previsto de antemano pero con una multitud abatida por la tragedia de Orlando.

Persecución penal a personas LGTB: crimen de lesa humanidad

76 PAÍSES PENALIZAN LA HOMOSEXUALIDAD Y 6 DE ELLOS LO ELEVAN A LA PENA MÁXIMA: LA MUERTE

El Parlamento de Canarias se convierte en la primera cámara legislativa del mundo en reconocer la persecución penal de personas por su orientación sexual o identidad de género como crimen contra la humanidad.

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Canarias ha dado un paso importante e histórico en la defensa de los derechos humanos del colectivo LGTB. El Parlamento autonómico ha respaldado por unanimidad de todos sus grupos una iniciativa legislativa que reconoce la persecución penal de las personas por su orientación sexual o identidad de género como crimen de lesa humanidad. Se trata de la primera Cámara legislativa de España y del mundo entero que reclama a la comunidad internacional medidas de protección a este colectivo y que marcará sin duda un precedente histórico.

La Proposición no de Ley, a la que ha tenido accesoNuevatribuna, insta al Gobierno de España, como miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a impulsar una resolución “para que cese la inhumana persecución penal de todos estos seres humanos en razón de su mera orientación sexual o identidad de género, así como para promover su más completa protección ante otros actos de persecución igualmente inhumanos por parte de otros actores no estatales”, reza el texto.

La iniciativa, bajo la dirección letrada del experto en derecho penal internacional y derechos humanos Miguel Ángel Rodríguez Arias (*) ha sido respaldada por todos los grupos del Parlamento autonómico (PP, PSOE, Podemos, Coalición Canaria, Nueva Canarias y Grupo Mixto) y por colectivos como People Love People. Otras organizaciones LGTB valoran su adhesión como Kik-Kif (iguales), cuyo portavoz Samir Bargachi considera que existen suficientes elementos para considerar estos crímenes como crímenes contra la humanidad. “Hay muchos países que a un sector poblacional concreto o por su condición innata nos criminalizan, nos encarcelan, nos cuelgan en grúas”, señala.

PAÍSES DE MAYORÍA MUSULMANA

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Samir, un joven de origen marroquí, dirige esta ONG, nacida en España en 2008 y con presencia también en otros países europeos, con el objetivo de apoyar, orientar y dar cobijo a refugiados y migrantes que huyen de sus países por miedo a ser castigados por su condición sexual o identidad de género. La mayoría provienen de naciones de mayoría musulmana. En pleno siglo XXI, 76 países penalizan la homosexualidad y la transexualidad con penas de cárcel e incluso con la pena máxima: la muerte. La pena de muerte se incluye en los códigos penales de 6 de esos países: Sudán, el norte de Somalia, el norte de Nigeria, Yemen, Arabia Saudí e Irán; también en Mauritania, aunque en la práctica no se aplica, explica Samir en declaraciones a Nuevatribuna. En países como Marruecos, el delito está tipificado en el artículo 489 del Código Penal con penas que oscilan entre los 3-6 meses y hasta 2-3 años de prisión, o multas económicas. En otros lugares está tipificado en diferentes preceptos que aunque no hablan concretamente de homosexualidad, sí se aplican como “actos licenciosos o contra natura” o de moralidad pública, como es el caso de Egipto.

LA BRUTALIDAD DEL ISIS

En el autodenominado Estado Islámico (ISIS), la situación se ha recrudecido para estas personas. La brutalidad con la que actúan los seguidores de Daesh es atendida en la ONU donde en uno de sus últimos informes cifra en 15 asesinatos durante 2015 de personas LGTB, un número que a ojos de Kif-Kifse queda corto: “Hay vídeos de cómo tiran a personas desde edificios, como queman a personas, nunca hemos visto nada tan salvaje”, relata Samir. Con la crisis de refugiados, la actividad de estas ONG se ha incrementado y profundizado en la política de asilo: en 2015, España concedió derecho de asilo a 77 personas y otras tantas esperan los centros de acogida una respuesta del Gobierno para escapar de horror. “Con la crisis de refugiados, en los últimos 2-3 años se ha dado protección a muchas personas de origen musulmán que en tiempos pasados solo se daban en casos muy contados”, afirma Samir.

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La situación de miles de personas en el mundo perseguidas por su condición sexual o identidad de género otorga a la iniciativa legislativa impulsada en el Parlamento de Canarias una importancia aún mayor. Se trata de una llamada de atención a los organismos internacionales para que tomen cartas en el asunto y promuevan políticas que erradiquen estas prácticas. Pero también promueve la investigación de esos delitos, en el marco de los derechos humanos, como crimen de lesa humanidad. La PNL insta al Ejecutivo central “para que haciendo uso efectivo de las facultades que le confiere el artículo 14 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional promueva ante la Fiscalía de la Corte Penal Internacional, una investigación oficial e independiente respecto el crimen de persecución de lesa humanidad del que vienen siendo objeto miles de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales en distintos lugares del mundo”. Porque “amar no puede ser un delito y cuando una persona es perseguida, encarcelada y ejecutada por su mera orientación sexual o identidad de género se hiere la conciencia de la entera humanidad, y se atenta contra la dignidad consustancial de todo ser humano”, resalta el texto.

PRINCIPIOS DE YOGYAKARTA

“La homofobia, lesfobia, transfobia y la bifobia continúan siendo formas de discriminación todavía presentes en el día a día de nuestras sociedades, y de la existencia de miles de seres humanos que todavía hoy continúan siendo perseguidos, encarcelados y condenados a trabajos forzados, castigos físicos e incluso a la pena de muerte en razón de su mera orientación sexual o identidad de género”, señala la exposición de motivos de la PNL.

Esta iniciativa legislativa basa sus fundamentos en el artículo 7.1h del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional por el que se entenderá por crimen de lesa humanidad el ataque generalizado o sistemático contra una población civil en los actos de “persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional”.

La iniciativa se basa en la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos, pero también los Principios de Yogyakarta: Principios sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género.

17 DE MAYO, DÍA INTERNACIONAL

La PNL también incluye declarar el 17 de mayo como Día contra la Homofobia, la Lesbofobia, la Transfobia y la Bifobia, que en el ámbito internacional se viene celebrando desde fechas recientes coincidiendo con la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales por parte de la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 17 de Mayo de 1990.

El debate y posterior aprobación de esta iniciativa se celebrará previsiblemente a finales de junio coincidiendo con la celebración del Día del Orgullo Gay (28 de junio 2016).


(*) Miguel Ángel Rodríguez Arias | Experto en Derecho Penal Internacional
-Autor de las primeras investigaciones jurídicas de los crímenes del franquismo y ‘bebés robados’
-Actualmente dirige la causa contra ETA en la Audiencia Nacional y en Argentina

La condena de ser gay… también en Senegal

Un proyecto de ley impulsado por una asociación islámica pretende endurecer aún más la persecución que ya sufren los homosexuales

Fatou Sow y Djamil Bangoura

Fatou Sow y Djamil Bangoura. JOSÉ NARANJO

“Estamos peor, mucho peor que antes”. Djamil Bangoura, presidente de la asociación senegalesa de defensa de los homosexuales Prudence, no tiene ninguna duda. Senegal es un país que destaca en el contexto africano por su sólida democracia, así como por su hospitalidad, tolerancia, pacifismo y respeto de los Derechos Humanos, con ejemplos significativos como el reciente juicio contra el ex dictador chadiano Hissène Habré. Sin embargo, en lo que atañe a la homosexualidad las noticias no son buenas: intentos de linchamiento, estigma, agresiones o penas de prisión siguen siendo moneda corriente para los gays y lesbianas en un país en el que, aunque ya existe una disposición legal que penaliza los “actos contra natura”, está sobre la mesa un proyecto de ley para prohibir el hecho de ser homosexual.

El pasado 24 de diciembre de 2015 una pareja gay decidió celebrar una boda (no permitida por la ley) en un colegio de Kaolack, para lo que invitaron a sus amigos venidos de distintos puntos del país. “Sobre las dos de la madrugada irrumpió la policía”, relata Cherif Ndiaye, presidente de la asociación Alerte Action de lucha contra el sida de Kaolack, “había más de cuarenta personas presentes en el lugar pero solo pudieron detener a once”. Al día siguiente, tras correrse la noticia, decenas de personas enfurecidas se congregaron delante del cuartel de Policía con la intención de linchar a los jóvenes. Sin embargo, en una controvertida decisión, las autoridades decidieron ponerles en la calle asegurando que no habían cometido ningún delito.

La liberación se produjo en un lugar apartado a cinco kilómetros de la ciudad por temor a la reacción popular. Aún así, los jóvenes han tenido que huir de la ciudad, unos a Dakar y otros incluso al extranjero, dejando atrás sus vidas y sus puestos de trabajo. La tienda de la familia de uno de los jóvenes fue saqueada y quemada y la habitación en la que residía otro, totalmente arrasada. “La policía grabó un vídeo con sus rostros y llegó a las redes sociales, con lo cual ya estaban señalados. Lo peor es que durante las semanas posteriores hubo agresiones y amenazas a homosexuales por todas partes, porque en cuanto sale algo así en los medios de comunicación todos estamos en peligro”, añade Bangoura.

En otro nivel, las iras se dirigieron contra el fiscal que decidió no inculpar a los once jóvenes así como contra el ministro senegalés de Justicia, Sidiki Kaba, quien destacó que la ley senegalesa no persigue a los homosexuales por el hecho de serlo, sino las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo (artículo 319 del Código Penal que prevé penas de cárcel de entre uno y cinco años así como una multa de hasta 2.300 euros). Tras estas declaraciones, la asociación islámica Jamra, muy presente como parte de un lobby de presión homófobo desde hace años en Senegal, ha decidido dar un paso más allá y promover una ley contra la homosexualidad como tal.

El pasado 8 de mayo, a instancias de Imam Massamba Diop, el mediático líder de Jamra, el diputado Mberry Sylla, miembro de la Alianza por la República (APR), el partido en el poder, presentaba un proyecto de ley para prohibir la homosexualidad. Y al menos 80 diputados de distinta ideología y adscripción política han firmado ya a favor de esta iniciativa. El Gobierno senegalés se encuentra entre la espada y la pared de unos acuerdos internacionales de respeto a los Derechos Humanos y una sociedad en la que la homosexualidad se percibe como algo satánico, de lo que casi ni se puede discutir con sosiego, así que sabe que manifestarse claramente en contra de esta iniciativa puede suponerle un enorme desgaste interno. “Si se aprueba esta ley será una catástrofe para nosotros”, asegura Bangoura.

El debate está presente en la sociedad senegalesa desde hace años, aunque muchos que piensan “allá ellos” y que se muestran más tolerantes con la sexualidad de los gays, “siempre que sea en privado”, no hablan demasiado por temor. Durante la campaña electoral de 2012, el actual presidente Macky Sall se vio obligado a desmentir públicamente que pretendiera despenalizar la homosexualidad tras una virulenta campaña que le vinculaba a “lobbys pro gay”. De no haberlo hecho seguramente no habría ganado las elecciones. En 2013, durante la visita del presidente Barack Obama a Dakar los periodistas estadounidenses le volvieron a preguntar. Y Macky Sall dijo su famosa frase de que “la sociedad senegalesa no está preparada” para esa hipotética despenalización.

Más aún. Durante el reciente referéndum constitucional del pasado 20 de marzo, los partidarios del no aseguraron que la reforma de la Carta Magna escondía un intento de legalizar la homosexualidad, lo que no era cierto, e incluso algunos se negaron a votar alegando que las papeletas eran rosas. “Cada vez que hay una cita con las urnas sufrimos”, añade el presidente de la asociación de homosexuales Prudence, “los políticos usan la homofobia para ganar votos o para criticar a su rival”. Los medios de comunicación tampoco contribuyen a calmar las cosas. “Amplifican el mensaje de quienes quieren arrojarnos piedras porque piensan que eso les da lectores, cada vez que sacan el tema venden todos los ejemplares”.

Fatou Sow es presidenta de la asociación Kiraay que pretende dar protección y cobijo a las lesbianas senegalesas. Obligada a casarse cuando apenas era una niña y por fin divorciada, hoy oculta su verdadera identidad sexual de las miradas indiscretas. “Efectivamente, Senegal ha firmado acuerdos internacionales, pero el sistema de Naciones Unidas no ejerce la suficiente presión para que se respeten dichos compromisos”, explica. Jolie Niang, también miembro de Kiraay, fue violada y se quedó embarazada cuando era adolescente. “Yo solo quería estar con chicas, nunca me gustaron los hombres. Tenía una novia, pero mi madre se enteró y me echó de casa. Ahora no tengo domicilio fijo, voy de un piso a otro allí donde me dan acogida”, asegura.

Hace unos meses, decenas de estudiantes de la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar grabaron en vídeo cómo agredían y humillaban a un joven al que acusaban de haber intentado ligar con otro chico en un vestuario. “A los homosexuales hay que apedrearlos hasta la muerte”, asegura Moustapha, un joven profesor de español que recuerda el día en que junto a un grupo de amigos desenterró el cadáver de un gay que había muerto de sida y lo arrojó a un vertedero. “Esas personas no deben compartir espacio sagrado con el resto de los ciudadanos. Están malditos, incluso pisar donde pisan da tres años de mala suerte”, añade.

Y, sin embargo, no siempre fue así. “La homosexualidad no es algo nuevo. Recuerdo cuando era pequeña la presencia de los gordjiguene (hombre-mujer, en wolof) en las casas. Estaban con las mujeres, cocinaban, participaban incluso en las ceremonias. Nadie les pegaba, no había problemas con ellos”, asegura Fatou Sow. Para Djamil Bangoura, el incremento de la homofobia tiene que ver con dos aspectos, la penetración del radicalismo religioso y las nuevas tecnologías. “Antes no estaba en la cabeza de la mayoría de la población que dos hombres pudieran tener sexo entre ellos y losgordjiguene eran tolerados, incluso como algo simpático. Pero desde hace unos quince años con la llegada de Internet muchos han visto fotos en páginas porno de lo que puede ocurrir entre dos hombres y ha surgido un mayor rechazo”, explica.

Senegal es sólo una muestra del incremento de la homofobia en el continente africano, algo que ha sido denunciado en reiteradas ocasiones por organizaciones de Derechos Humanos como Amnistía Internacional. Pero incluso así no es el peor rincón de África para ser gay o lesbiana. En países como Mauritania, Gambia, Sudán o Somalia existe pena de muerte y en otros como Uganda, Nigeria o Liberia la legislación se ha endurecido en los últimos años. Esta tónica general sólo se rompe en países como Sudáfrica, donde, a pesar de que se siguen produciendo agresiones homófobas, es el único estado africano que permite las uniones gays, mientras en otros lugares como Cabo Verde, Isla Mauricio o Seychelles se percibe una mayor tolerancia.

Para Djamil Bangoura y Fatou Sow, que pertenecen a asociaciones legales bajo la cobertura de la lucha contra el sida y la exclusión social, la lucha contra la homofobia pasa por la visibilidad pese a los riesgos que esto conlleva. “En Senegal tiene mucho peso la religión, pero Macky Sall es el presidente de todos los senegaleses y, por tanto, debe defender también a las minorías”, dice Bangoura. “Sabemos que no veremos un cambio de la situación con nuestros ojos, quizás nuestros hijos o nietos sí, pero no vamos a arrojar la toalla. Merecemos poder salir a la calle sin miedo”, remata Sow. Ambos activistas estarán durante unos días de gira por España para recabar apoyos y tejer una red de solidaridad internacional. Saben que el camino es largo y que está lleno de espinas.

Jalid y Firas: el amor prohibido que la guerra de Siria no pudo matar

Jalid y Firas se abrazan en su casa de Mersin (Turquía), donde viven a escondidas su homosexualidad

Jalid y Firas se abrazan en su casa de Mersin (Turquía), donde viven a escondidas su homosexualidad. LLUÍS MIQUEL HURTADO

Su refugio es un cuchitril en el que hasta las grietas de sus tabiques desconchados por la humedad rezuman ternura. Jalid y Firas, unidos cada noche sobre un colchón mugriento en el suelo, cubierto primorosamente con una funda floreada. Pagando con una vida miserable el juntar sus corazones contra todo y todos mientras su patria se desintegraba. «Me enamoré de él desde la primera mirada». Su amor se ha convertido en un estigma que entorpece su vida en un exilio, en Turquía, marcado por una pesadilla.

– Cuéntemela, Firas.

– Octavo mes del año pasado. Acabábamos de llegar a Estambul. Dormimos en el piso de un amigo de Jalid. Navegamos por internet en busca de trabajo. Un hombre, alegando ser homosexual y querernos ayudar, nos ofreció trabajo. Concertamos una cita en un lugar extraño a las afueras. Al poco se acercó un Skoda con cinco personas, el conductor hablaba árabe y los otros cuatro ocupantes, que llevaban largas barbas, turco. Nos invitaron a subir. Durante media hora nadie habló. Inquieto, pregunté adónde íbamos. «Al trabajo», me respondieron. Pero no fue así. Recuerdo que paramos en una zona con muchos árboles y un riachuelo. Nos bajaron del coche y empezaron a gritarnos ‘¡Infieles!’. ‘Huyo de Siria para evitar a los islamistas y acabo topándome aquí con sus amigos’, pensé. Fue a peor. Nos arrearon una golpiza que duró varios minutos. Luego nos pusieron de rodillas. A Jalid le colocaron un cuchillo en el cuello; a mí, una pistola en la cabeza. ‘Matamos a infieles como vosotros para purificar el mundo’, nos soltaron. Y volvieron a golpearnos. Luego nos quitaron todo lo que llevábamos, documentación, ahorros y teléfono, y se fueron. Jalid y yo nos quedamos petrificados unos minutos. Luego ahí, solos, nos abrazamos llorando desconsoladamente.

Firas, poeta desde la cuna, pero abogado de profesión, sólo sabe árabe y se comunica con el traductor de Google. Fue maestro en Raqqa, siempreamenazado por un Estado Islámico que mata a gays tirándolos de un balcón. Jalid, de origen palestino, tímido, mirada conmovedora, sólo se comunica susurrando al oído del chico del que se enamoró en una exposición. «Yo estudiaba en Alepo y acudí como actividad extraacadémica a Damasco, donde él exponía sus cuadros», teclea Firas de Jalid. «Me enamoré de él desde la primera mirada», repite. Jalid asiente. «Nuestras familias nunca lo aceptaron, ya sabes, Siria, demasiado conservadores». Jalid asiente.

– ¿Ellos os agredieron?

– A Jalid le golpearon varias veces y su familia lo retuvo en casa. En 2010, fuearrestado por «conducta impropia» mientras estaba de fiesta en un bar con sus amigos. Le raparon el pelo, insultaron y golpearon. Pasó un mes encarcelado. Yo temía que amigos o familiares me delataran al Estado Islámico.

Jalid susurra; Firas teclea.

– En las sociedades orientales la religión domina sobre las tradiciones, y eso lleva a la represión. Se considera que ser gay es anormal. La ley siria considera la homosexualidad un crimen punible con prisión. Ya no te digo en los territorios donde gobierna el Estado Islámico, donde viví solo y ocultando mi homosexualidad porque me podían ejecutar. En Sira no puedes ser gay.

Jalid y Firas se abrazan en su casa de Mersin (Turquía), donde viven a escondidas su homosexualidad2

Tampoco es fácil ser LGBT en Turquía, donde las ONG denuncian falta de amparo legal a las víctimas de ataques homófobos. «El primer problema es el rechazo a ofrecernos trabajo o alojamiento. Eso me ha obligado a dormir en parques y a ducharme en los baños de las cafeterías», relata Yasar, un joven homosexual huido de su Irán natal hace un año. «Las palizas callejeras son constantes y la Policía no hace nada».

Firas está de acuerdo con Yasar. Hoy, en Mersin, en el cuchitril por el que Jalid y él pagan unos abusivos 100 euros al mes, «huimos del mundo». El poco dinero que ahorran es por un reciente trabajo temporal, trasladando barriles de crudo, y pequeñas transferencias de la hermana de Firas, quien muestra una larga lista de SOS enviados a ONG, algunas españolas. Las más solícitas les responden con cuatro líneas compasivas y un vínculo a la web de ACNUR: «Creía que su labor era ayudar, no pasarse la bola unas a otras».

Son pocas las ONG que atienden a refugiados LGBT. LGBT Istanbul asiste a las víctimas de las guerras y persecución en Oriente Medio. «Con el apoyo del consulado de Holanda pusimos en marcha un alojamiento para refugiados LGBT», explica Ebru Kiranci, una conocida activista turca.

Sin fondos para un bote de la muerte hacia Europa, Firas y Jalid se plantean regresar a Siria, de donde se habían fugado, escondidos en coches, para no sufrir ataques de los grupos armados extremistas. «Turquía también es un infierno», teclea Firas. «Las sociedades islámicas no conciben un musulmán y homosexual a la vez. Y eso que yo pensaba que ser musulmán es ser libre. Que Dios es el mismo para todos».

Una boda homosexual en el centro de inmigrantes de Melilla para “acabar con el miedo”

  • Una pareja de solicitantes de asilo, que huyeron de sus países por ser homosexuales, ha iniciado los trámites para casarse en el CETI de Melilla

  • “Todos sabrán que nos hemos casado y así animaremos a los homosexuales del CETI a que cambien su mentalidad. Porque todos tienen miedo”

  • Uno es cristiano converso y el otro musulmán: “Estoy seguro de que en España podré vivir tranquilo”

Mohamed (nombre ficticio) y Annouar, a las puertas del CETI

Mohamed (nombre ficticio) y Annouar, a las puertas del CETI | N.C.

A diferencia de la mayor parte de los homosexuales magrebíes que residen en Melilla, Annouar Damani insiste en que él quiere aparecer con nombre, apellido y foto. “No tengo problema y voy a hacer una gran fiesta en el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) el día que me case”, anuncia entre risas. Ya ha iniciado los trámites para contraer matrimonio, pese a no tener aún reconocido el estatus de refugiado. Junto a él está su pareja, un chico rifeño tímido que apenas abre la boca durante la entrevista. Ambos tienen 26 años y huyen. Uno es argelino y cristiano converso; el otro, marroquí y musulmán, pero dicen que su relación está por encima de la religión.

“Será una boda para que todo el mundo pueda participar. Todos sabrán que nos hemos casado y así animaremos a los homosexuales a que cambien su mentalidad. Porque todos tienen miedo”, razona Annouar, que viene de Kabila (Argelia). Para muchos de los cerca de 50 marroquíes que residen en el CETI porque dicen ser perseguidos por su homosexualidad, el miedo es también una cuestión de kilómetros: Melilla está apenas a menos de una hora en coche de sus familias de Nador, de las que muchos de ellos huyen. Es el caso de la pareja de Annouar, a quien llamaremos Mohamed, y que sólo sonríe cuando se le pregunta por la fiesta que hará en la boda. Sus padres lo echaron de casa cuando descubrieron sus contactos en Facebook.

Annouar, el argelino, también puso tierra de por medio hace tiempo. En febrero de 2015 llegó a Melilla y trabajó varios meses en la Iglesia Evangélica. Acabó convirtiéndose al cristianismo y hoy luce bisutería e imaginería religiosa: hay cruces en su pulsera y en el colgante, el zarcillo de su oreja es una cruz y luce otro brazalete con imágenes. Luego cuenta que su hermano es imán y que ha recibido amenazas incluso estando en Melilla. “Mi familia está muerta para mí”.

Annouar y Mohamed se conocieron por Facebook. Después de varios meses de relación, Mohamed decidió venir a Melilla y ambos pidieron el asilo en enero. Cansados de esperar, como tantos otros que se sienten bloqueados la ciudad autónoma, quieren casarse sin esperar respuesta a su petición de asilo.

Nuria Mohamed Fadel, la abogada de Movimiento por la Paz que lleva su caso, explica que la única dificultad está a priori en conseguir la partida de nacimiento de Mohamed, porque para ello debería regresar a Marruecos. Ambos están empadronados en el CETI y el Registro Civil español ya ha emitido sus certificados de soltería. Tomaron la decisión hace dos meses porque, dice Annouar, “no queremos ser solamente una pareja esporádica, sino pasar la vida juntos. Eso es lo que significa para mí el matrimonio”. No obstante, es probable que el juez les someta a una entrevista para descartar que su unión sea simulada.

Para ellos, España es el “paraíso”, el primer país que admitió el matrimonio homosexual (aunque no es cierto: fue Holanda), y una especie de tierra soñada donde nadie les increpará por ir cogidos de la mano. Nada comparado a Argelia, donde la policía se pone de parte de los matones, o con Marruecos, resume Mohamed, cuando les pegan y les insultan por la calle aludiendo a pasajes coránicos relativos a Sodoma y Gomorra y la destrucción del pueblo de Lot.

“Dios me creó así, con mis deseos, para vivir así. No puedo cambiarlo. ¿Por qué nos creó así? ¿Para vivir en el sufrimiento?”, se pregunta Annouar. Para él, la respuesta está en Europa: “Estoy seguro de que en España podré vivir tranquilo”. De momento, intentará casarse en el CETI y piensa celebrar una boda “mitad, mitad”, con música occidental y la henna tradicional del Rif. Para que todo el mundo lo sepa y para que los demás pierdan el miedo.

Asesinados a machetazos dos activistas gais en Bangladés

Xulhaz Mannan, una de las víctimas, era el fundador de la ‘Reunión del Arcoíris’, un encuentro anual creado en 2014 y que se celebra cada 14 de abril en coincidencia con el año nuevo bangladesí

Agentes de Policía trasladan los cuerpos de Xulhaz Mannan y Mahbub Tonoy

Agentes de Policía trasladan los cuerpos de Xulhaz Mannan y Mahbub Tonoy. / Abir Abdullah (Efe)

Dos militantes de la comunidad gay de Bangladés, uno de ellos empleado de la embajada estadounidense, han sido asesinados este lunes a machetazos en un apartamento, en un ataque en el que una tercera persona ha resultado herida. Últimamente se ha producido también una serie de ataques contra militantes y profesores laicos en este país ubicado al sur de India.

“Atacantes desconocidos ingresaron en un apartamento y a golpes de machete asesinaron a dos personas. Otra persona resultó herida”, ha precisado el portavoz de la Policía de Daca, Maruf Hussein Sorder. Los agresores gritaron “¡Alá akbar!”, según testigos interrogados por la cadena de TV local Jamuna.

Si bien la Policía no ha desvelado las identidades de los muertos, un portavoz del grupo gay ‘Boys of Bangladesh’ informó en un mensaje de texto de que el editor de la revista Roopbaan, Xulhaz Mannan, estaba entre las víctimas. Mannam trabajaba además para la embajada de Estados Unidos. El otro asesinado sería, según la fuente, Mahbub Tonoy, también activista gay y miembro del comité ejecutivo de la revista.

Mannan fue el fundador y organizador de la ‘Reunión del Arcoíris’, un encuentro anual de la comunidad creado en 2014 y que se celebra cada 14 de abril en coincidencia con el año nuevo bangladesí. Sin embargo este año la realización del encuentro había sido suspendida por la Policía por cuestiones de seguridad, después de que los organizadores fueron amenazados por grupos islamistas.

La comunidad homosexual es muy discriminada y perseguida en Bangladés, país de mayoría musulmana.

“España me pide pruebas de los ataques en Marruecos por ser lesbiana, pero cuando huyes no piensas”

Rida, nombre ficticio, muestra las cicatrices de una agresión

Rida, nombre ficticio, muestra las cicatrices de una agresión | N.C.

Algunos viven a escasos kilómetros de las personas de las que aseguran huir. Escaparon a Melilla con una aspiración: “Nos gustaría poder tomar un café con nuestro novio, comer juntos, cenar juntos, ir a la discoteca… y casarnos”, comenta una de las cerca de 50 personas que residen en la ciudad fronteriza desde hace cerca de 6 meses mientras esperan a que se resuelva su petición de asilo por motivos de orientación sexual.

“Una vez conocí a alguien. Pensaba que era gay. Pero cuando llegamos a su casa me pegó y me tuvo tres días encerrado. Llamaba a sus amigos: “Trae whisky, que tengo al maricón”. Me engañó. Me robó toda la ropa y el móvil. Pero si denuncio, lo primero que harán será meterme en la cárcel por gay”, corre a explicar uno de ellos.

Ninguno quiere aparecer con su verdadero nombre en este reportaje, excepto quien lo empezó todo. Driss El Arkoubi fue, asegura él, el primer marroquí que pidió asilo en España por ser homosexual en Marruecos. Llegó a Melilla en 2013, pero al cabo de nueve meses su solicitud fue denegada y él, expulsado. El 23 de diciembre de 2015 volvió a Melilla. Acababa de recibir una nueva paliza y sufrir una violación, por lo que volvió a presentar su petición.

El estigma social se traduce en represión y brutalidad y muchos de estos chicos relatan episodios de abusos, palizas, robos y extorsión. “Es común que te graben y amenacen con enviar el vídeo o a las fotos a la familia. Casi todos hemos pasado por eso. A mí me han grabado en una cámara de vigilancia y han enviado el vídeo a casa de mis padres. Mi padre se enteró de que era gay por ese vídeo. Me pegó y tuve que irme a Rabat”, relata Abdullah.

Rida se levanta la camiseta y muestra un torso con varias marcas porque quiere contar su historia. Las cicatrices son el recuerdo de una visita a Casablanca, donde vive su familia. “Conocí a un chico y nos veíamos casi a diario. Un día quedamos a solas en un sitio apartado. Cuando miré había seis personas alrededor y empezaron a pegarme. El chico consiguió escapar pero yo no. Desperté en el hospital. Me preguntaban, pero yo no sé quién me pegó. No pude contarlo a mis padres, sólo les dije que me asaltaron en el camino”.

Sólo algunos han encontrado en sus madres la complicidad del silencio. Cuando no sufren violencia reciben desprecio: “Yo no puedo salir de casa con mi familia, porque me insultarán delante de ellos”.

El artículo 489 del Código Penal de Marruecos dice: “Se castiga con pena de prisión de seis meses a tres años y una multa de 200 a 1.000 dirhams, a menos que el hecho constituya una infracción más grave, a cualquiera que cometa un acto impúdico o contra natura con un individuo de su mismo sexo”.

“Tres meses en un prisión marroquí, más largos que 30 años”

Karim (nombre ficticio), de 28 años, asegura que ha pasado por la cárcel en tres ocasiones de tres meses cada una. Su proceso consistió, explica, en un juicio público, sometido a las miradas de desprecio de su familia y sus vecinos y a la decisión de un juez que le dijo: “Tú no hables, que pareces una mujer”. A la condena inicial, de dos meses, el juez sumó otro mes porque, dice, quiso mostrar en la sala la herida provocada supuestamente por los policías. “Tres meses en una cárcel de Marruecos son más largos que 30 años”.

Desde entonces no ha vuelto a casa. “Pero a mí me gustan los hombres, no las mujeres. No puedo hacer nada”. Karim, que sufrió los abusos de un profesor cuando era un niño, tenía una peluquería que tuvo que cerrar. Una tarde destrozaron el local y rociaron el suelo de gasolina, relata.

El caso de los dos hombres de Beni Mellal condenados tras sufrir una brutal paliza tuvo un notable eco mediático dentro y fuera de Marruecos. Fueron exhibidos desnudos y grabados en vídeo después de ser golpeados por cinco hombres que entraron en una vivienda privada.

El juicio movilizó a decenas de manifestantes a favor de los agresores, pero también mostró un problema que, según explica Samir Bargachi, lleva desde los años 60 sin evolucionar. En los últimos años han aparecido nuevas asociaciones, se editan nuevas revistas y activistas con relevancia pública han aparecido en los medios generalistas para exigir avances.

“Es de esperar que esto genere algún tipo de violencia como reacción. Lo que vivimos ahora es resultado de la mayor visibilidad” , opina Bargachi, portavoz en España de Kifkik, una de las asociaciones por la integración del colectivo LGBT pioneras en Marruecos. La cobertura del caso de Beni Mellal ha sido “neutral, incluso positiva en algunos casos”, y esto es muestra de una mejora en el discurso público, según Bargachi.

En julio del año pasado el ministro de Comunicación, ejerciendo como portavoz del Gobierno marroquí, condenó una agresión homófoba sufrida por un hombre en Fez. Mustapha El Khalfi dijo entonces que en lugar de “tomarse la justicia por su mano”, los ciudadanos debían dejar que los jueces se ocupen de esos casos. El artículo 459 no parece estar en cuestión, y a esto se añaden los linchamientos y el escarnio, incómodos también para el gobierno marroquí por cuanto ponen en tela de juicio la capacidad del Estado para aplicar la ley, opina Bargachi.

Seis meses de espera en el CETI y hasta cuatro entrevistas

En este contexto, decenas de marroquíes han llegado a Melilla buscando el amparo de Europa. Algunos vienen de Nador, apenas a una decena de kilómetros. Por eso no quieren ver sus rostros en el periódico. El hermano de Hakima, la única mujer que se atreve a hablar, ha pasado más de una vez por la puerta del CETI mostrando su foto y preguntando por ella. Hakima tuvo su primera novia con catorce y su hermano las descubrió en la misma habitación. A la novia la echó a patadas y a ella la atacó con un cuchillo. La única prueba son unas cicatrices: “Me han pedido que dé pruebas de todo esto, pero cuando alguien huye no piensa en traer nada”.

Como Hakima, algunos dicen tener familiares en pueblos cercanos. Se sienten encarcelados apenas a kilómetros de aquellos a quienes temen. La mayoría lleva entre cinco y seis meses en el CETI, se impacientan y se quejan del traslado a la península de un residente que no figuraba en la lista que se anuncia a principios de semana.

La Oficina de Asilo y Refugio, encargada de ordenar las salidas, realizará entrevistas telemáticas con el fin de agilizar los trámites, aunque ellos explican que ya han pasado por esto muchas veces y relatan hasta cuatro entrevistas presenciales en las que se les formulan cuestiones para contrastar su relato, algunas de ellas muy personales. Quienes no obtengan el asilo serán devueltos a Marruecos con una orden de expulsión válida por cinco años, les han advertido. Se trata de disuadir las solicitudes falsas.

¿Creen que algún día Marruecos cambiará? “No creo, porque hay que cambiar al pueblo. Y no puedes cambiar 30 millones de personas”, contesta Abdullah, antes de traducir la pregunta y que se forme el alboroto. “No estaría aquí si pudiera vivir en Marruecos”, insisten.

Rida, el chico que se despertó en el hospital después de una agresión salvaje, se justifica por pedir asilo: “Yo no sabía qué es esto del asilo. No he estudiado. Ahora cuando paseo por la calle, en mi pueblo, la gente me señala. Cuando te conocen en tu pueblo te vas a Casablanca; cuando te conocen en Casablanca tienes que cambiar a Rabat, cuando te conocen en Rabat tienes que cambiar a… y al final sólo te queda esto”.

La Primavera Árabe también fue rosa

  • La saga Primavera rosa presenta su nuevo documental centrado en México, donde se cometen 64 asesinatos contra la población LGTB al año

  • Las películas buscan analizar la problemática en un país por cada continente: primero fue Túnez, después Rusia, México y ahora empiezan a rodar en Brasil

  • Hablamos con Mario de la Torre, cabeza de proyecto y cineasta que estuvo nominado a los premios Goya por su compromiso por el respeto de los derechos humanos

Mapa de la Primavera Rosa

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No todas las Primaveras que se vivieron en Túnez son reconocidas. Tampoco tuvieron un solo color: entre el rojo de la sangre derramada por el régimen y el negro de las expectativas de cambio frustradas, se deja entrever el rosa. Los medios de comunicación occidentales narraban la mayor revuelta de los países oprimidos de Oriente Medio sin rascar la corteza. Detrás de los cantares heroicos que les dedicaban al otro lado del Mediterráneo, los nuevos gobiernos se radicalizaban aún más en la violación de los Derechos Humanos.

Los amigos árabes del cineasta Mario de la Torre le invitaron a investigar lo que ellos callaban por culpa de una mordaza maquillada en Occidente. Las minorías sexuales no solo estaban lejos de vivir en democracia -como el resto del país-, sino que fueron específicamente demonizadas por los islamistas. De ese acercamiento nació el documental Hacia una Primavera Rosa. El conocimiento de las penas de muerte en contra de los homosexuales o las violaciones “correctivas” a las lesbianas provocó un sentimiento de empatía en otros países donde la realidad es poco más alentadora.

La cinta de 19 minutos ambientada en Túnez saltó de su microcosmos hasta convertirse en una plataforma global de apoyo a la libertad sexual y visualización de las víctimas LGTB. La Primavera rosa recoge ese grito democrático para concienciar sobre la brutalidad de los crímenes de odio, pero también sobre la lucha de este colectivo por “llevar una vida normal, sin más derechos ni menos”. De la Torre comenzó a imaginar este proyecto como una radiografía de la situación particular de cada país. Primero en Túnez, paralelo a las ansias de democracia; después en Rusia, donde son víctimas de la cruzada del kremlin; y por último en México, cuyo resultado se presentó en el marco de la Semana del Corto de Madrid.

El equipo está trabajando ya en una cuarta entrega que se rodará en Brasil y que busca financiación vía crowdfunding en la plataforma goteo. “Detrás de esa imagen abierta y positiva se esconde una realidad muy cruel. Cada 48 horas es asesinado un miembro de la comunidad LGTB y el 70% de los casos quedan impunes”. Su intención a largo plazo, nos desvela el director, es regresar a España para analizar la escalada de homofobia en los institutos.

Ese es el fin último de La Primavera rosa: crear un apoyo para los jóvenes que estén descubriendo su sexualidad y naturalizar el proceso en su entorno. Para ello han desarrollado dos formatos en colaboración con la Comunidad de Madrid, Amnistía Internacional y la Universidad Rey Juan Carlos, entre otros. El primero es un mapa interactivo que busca acotar la brecha geográfica y crear un mosaico de testimonios. El segundo es lo que llaman un documentarybook, una suerte de inventario del material extra que no encontró un sitio en los documentales.

Hechas las presentaciones, acompañamos a Mario de la Torre en un viaje de Primaveras, cárceles para homosexuales, palizas en la calle y cunetas repletas de cuerpos sin reclamar. Pero también por un recorrido que reúne culturas variopintas y casos particulares bajo una misma bandera de siete colores.

Primera parada: Túnez, el Invierno Árabe

Tras las revueltas y la huida del presidente Ben Alí, se celebró en el seno de la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU una sesión a favor de la comunidad LGTB mundial. Los miembros de la Liga Islámica abandonaron en masa el pleno y afirmaron que esos derechos no pertenecían a la identidad cultural islámica ni lo harían nunca. El nuevo ministro de Justicia y Derechos Humanos, Samir Dilou, confirmó que no tenía ninguna intención de derogar el artículo 230 del Código Penal, que identifica a los homosexuales con los pederastas. “Fue un tremendo varapalo para la población, les llevó incluso a pensar que estarían mejor bajo el régimen anterior”, nos cuenta De la Torre.

“Os digo que esto es un invierno árabe, todavía espero que llegue la primavera. La revolución no ha terminado”, lamenta un joven anónimo de 18 años en el documental.  Encontrar los testimonios de  Hacia una primavera rosa fue una prueba de obstáculos para el director, pues las ONG tunecinas son ilegales y están vetadas en los espacios públicos. “Tuve que rodar casi todos los testimonios a contraluz para que no sufriesen represalias”, nos revela su artífice.

Segunda parada: la Rusia ortodoxa

Si el rodaje en Túnez tuvo que ser clandestino para proteger la identidad de sus entrevistados, lo que vivió Mario de la Torre en Rusia fue bastante peor. “Antes de viajar a Moscú recibí una amenaza de muerte por parte de un foro neonazi”, nos cuenta el cineasta. El principal desafío de este país radica en estos grupos ultraderechistas y en la iglesia ortodoxa, “que acuden a las manifestaciones a reventarlas, en el sentido literal”

Además, los chicos y chicas homosexuales se han visto obligados a tomar clases de entrenamiento personal contra armas blancas. “Si alguien se entera de que los gimnasios forman al colectivo LGTB, el gobierno podría llegar a cerrar estos negocios amparándose en sus estatutos homófobos”. De la Torre se refiere a la  Ley contra la propaganda homosexual, que se justifica en la protección de los niños ante las “relaciones sexuales no convencionales”, como les gusta calificarlas. El punto maquiavélico de este eufemismo es que engloba desde la homosexualidad hasta la pederastia.

“El caso de Rusia es curioso porque no estaban acostumbrados a la bandera gay, que siempre habían relacionado con la cultura homosexual de Occidente”. Pronto, los siete colores pasaron de ser un símbolo desconocido a convertirse en un signo de odio. De hecho, cuando Obama reclamó en público que se derogaran las leyes anti LGTB rusas, el colectivo se retorció. “Pidieron que ningún líder político occidental (y menos el de EE.UU) se pronunciase a su favor, porque así solo conseguían demonizar aún más a la población LGTB”.

Tercera parada: México, récord en asesinatos

“Habría que colgar a los afeminados y a los maricones”, ataca una mujer vestida de blanco impoluto a la salida de una iglesia del DF. Las palabras de esta católica son ley en México, país que ocupa el segundo puesto en la tasa de homicidios cometidos contra el colectivo LGTBI. Los datos que llegan desde el otro lado del Atlántico son escalofriantes: el 68% de los familiares de los asesinados no reclaman su cuerpo por vergüenza, así que las cunetas del país amanecen repletas de homosexuales y transexuales decapitados o torturados.

México es el paradigma de la contradicción. Por un lado están aprobando un amplio paquete de leyes en defensa del colectivo, pero que no llega a tener un impacto real sobre la sociedad. El peligro en este caso, además, trasciende al ámbito político. “Hay una purga muy selectiva”. No es solo una forma de esquilmar a la población activista LGTB, sino también una manera de dar una llamada de atención desde los puestos de poder.

El asesinato de Gari Bastilda es uno de los principales pilares del documental para reflejar esta dualidad de la política y el acoso. Bastilda fue la primera mujer transexual en ocupar un cargo en el DF, desde el que impulsó la creación de un departamento específico para la protección de la población LGTB. “Su cuerpo fue encontrado en 2013 envuelto en una manta y con 48 puñaladas”, recuerda Mario.