Dos ‘Femen’ detenidas en Rabat por fotografiarse besándose en topless

MARRUECOS  En protesta por la situación de los homosexuales en el reino alauí

  • En varios vídeos y fotos aparecen brevemente besándose delante de la Torre Hassan
  • Llevan las palabras ‘In Gay we trust’ (‘Creemos en los gays’) inscrito en su torso desnudo
  • Ambas chicas, francesas, pasarán a disposición judicial cuando termine la investigación

La policía marroquí ha detenido a las dos activistas del movimiento feminista Femen que se han fotografiado este martes en topless en un monumento de Rabat en protesta por la situación de los homosexuales en Marruecos.

Según un comunicado de la Dirección General de la Seguridad Nacional (DGSN) del que informa la agencia marroquí MAP, las dos mujeres -de nacionalidad francesa y que responden a las iniciales O.F.L y D.E.M, de 25 y 30 años, respectivamente- han sido arrestadas en el aeropuerto de Rabat-Salé cuando se disponían a viajar a Francia. Las dos chicas, que llegaron a Marruecos el lunes,pasarán a disposición judicial una vez terminada la investigación, precisa.

La nota indica que las mujeres rodaron “con el torso desnudo una escena en este lugar de culto y enarbolando un eslogan que atenta contra la moral pública”. En varios vídeos y fotografías que circulan por la redes sociales, las dos mujeres aparecen brevemente besándose delante de la Torre Hassan, uno de los principales monumentos de la ciudad y muy visitado por los turistas. Las dos activistas llevan inscrito en el torso desnudo la frase ‘In Gay we trust’ (‘Creemos en los gays’), juego de palabras que transforma el lema estadounidense ‘In God we trust’ (‘En Dios confiamos’).

En el mensaje que acompaña a la foto, Femen Francia, cuya acción ha reivindicado, ha escrito: “La homofobia no es una tradición ni una cultura, y aun menos debe convertirse en ley”. Con ello, la organización hace referencia al Código Penal marroquí, que castiga con penas de hasta tres años de cárcel “las relaciones contra natura entre personas del mismo sexo”, una condena que se aplica con frecuencia.

La triple condena de los gais sirios

Los homosexuales abandonan Siria para evitar los asesinatos de los yihadistas, que se suman a la represión del régimen y al rechazo de sus familias y tribus

IS asesina a un gay

Captura de un vídeo del EI en el que dos yihadistas arrojan al vacío a un supuesto homosexual en Nínive.

El pasado noviembre, dos veinteañeros sirios eran apedreados hasta la muerte. La ejecución ocurría en Deir Zor, en el noreste de Siria y feudo del Estado Islámico (EI). Su crimen: ser homosexuales. Se trataba de la primera ejecución pública de gais a manos del grupo yihadista. Un hombre leía la brutal condena amparado por la rigurosa ley religiosa que sirve de Constitución en el califato. A 140 kilómetros de allí, Ibrahim ya hace más de un año que huyó de Raqqa, su ciudad natal y capital del EI. Médico de 33 años, su homosexualidad le ha valido una persecución continua. Encarcelado bajo la ley siria, condenado a muerte por la de los yihadistas y desterrado por su propia tribu, Ibrahim ha logrado sobrevivir a una triple condena.

Tras cuatro años de guerra y más de 200.000 muertos, las ejecuciones de homosexuales aumentan en el reino del EI que se extiende entre Siria e Irak. Las imágenes de dos jóvenes empujados desde la azotea de un edificio en Irak dieron la vuelta al mundo. Con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda, eran lanzados al vacío al tiempo que el verdugo voceaba: “¡Musulmanes, sed testigos de la aplicación de la ley!”.

En 2010, y antes de que estallaran las primeras revueltas sirias, Ibrahim fue arrestado en virtud del artículo 520 del Código Penal sirio en vigor desde el protectorado francés. Aquellos que realicen “actos sexuales innaturales” serán condenados a hasta tres años de cárcel, reza el artículo. Bajo tortura, uno de sus amigos detenidos le delató. La familia de Ibrahim, que pertenece a una conocida tribu, decidió tapar el escándalo recurriendo a contactos en el régimen y previo pago de 18.000 euros. Ibrahim salió de la cárcel, pero la libertad le duró poco: “Cuando pensé que todo había pasado, empezó lo peor. La revolución comenzó, el caos se apoderó de Raqqa, el Ejército Libre Sirio mutó en Al Nusra [filial de Al Qaeda en Siria] y en el EI”.

Tres de sus amigos homosexuales fueron ejecutados por los yihadistas. Uno murió de un infarto mientras era torturado. Los otros dos, de un tiro en la nuca. “En Raqqa, la comunidad gay era activa. Pero solo a los que reciben en el acto sexual se les considera gais. Muchos de aquellos que tenían mujeres y se acostaban con hombres fueron a parar a las filas de Al Nusra y del EI. Para expiar sus culpas entregaron a todos los gais que conocían de su fase prerevolucionaria. Mis tres amigos pagaron con su vida y de sus teléfonos sacaron los números de decenas de otros como yo”, relata con amarga sonrisa.

Al poco, Ibrahim fue secuestrado y torturado por los yihadistas. Su tribu intervino por última vez pagando 10.000 euros por su vida. “Tenía familiares cercanos al EI y Al Nusra que pedían mi cabeza. Mi tío logró negociar mi libertad pero me dieron dos horas para abandonar Raqqa. Yo había deshonrado a mi familia y a mi tribu”.

Su primera parada fue Damasco, zona leal al régimen y donde aún perduran varios hamam (baños) convertidos en lugares de encuentro para homosexuales. “Es ilegal pero si los dueños untan a la policía, estos hacen la vista gorda”, espeta al teléfono desde Madrid Jorge, joven de 35 años de padre sirio y madre española. En marzo de 2012, Jorge quedó con su novio en un hotel. “La policía nos pilló en la cama. Nos arrastraron desnudos por los pasillos y por la calle. Nos llamaban enfermos mentales al tiempo que nos pateaban”, rememora este antiguo profesor de Filología Hispánica. Logró pagar los 3.000 euros de fianza para salir del calabozo. “Al poco me convocaron para alistarme en el Ejército. Al ser hijo único estoy exento del servicio militar por lo que supe que era una trampa para encarcelarme por ser gay. Hice las maletas y hui a España”, concluye Jorge a quien le salvó su pasaporte español.

Ibrahim también escapó. Ahora, como refugiado sirio en Líbano, aun guarda esperanzas de una nueva vida: “Hemos estado años bajo la represión del régimen y a la comunidad internacional no le ha importando. Llevo siete meses en espera de asilo político en Europa. Intento mantener la cordura, porque sé que merezco un nuevo comienzo. Pero hasta ahora no me han dado la oportunidad”.

Beirut, refugio para el asilo político

Varios jóvenes homosexuales sirios intercambian sus relatos en las oficinas de la ONG Proud Lebanon, a las afueras de Beirut. Consigo arrastran un doble trauma acumulado en su huida de la guerra y en su lucha por sobrevivir a su sexualidad. Perseguidos tanto en zona leal como rebelde, a la comunidad homosexual siria tan sólo le queda el exilio para sobrevivir. En 2013, el libanés Bertho Makso y cofundador de la ONG, comenzó acogiendo a refugiados sirios gais.

“Proporcionamos servicios médicos, psicológicos, cursos de formación y un plato caliente. Para muchos será el único que ingieran en el día”, explica Cosette Maalouf, trabajadora de la ONG. El centro acoge a 320 homosexuales, más del 60% sirios. “La mayoría ven Beirut como un lugar de paso para ir a Europa”, explica Makso, quien asegura que el pasado año, 70 de ellos obtuvieron asilo político.

A diferencia del resto de refugiados sirios, están solos. Han roto con su familia y huido de régimen y rebeldes. “Se trata de una comunidad muy vulnerable dentro de los refugiados sirios, pero no hay estudios u organismos que realmente monitoreen estos casos. No son solo perseguidos por el Estado Islámico, [EI] sino por rebeldes, las leyes sirias y la propia moral social. Los ataques del EI son más visibles por su policía moral” apunta Nadim Khoury, director de Human Rights Watch en Beirut.

Entre los 320 beneficiarios, tan sólo se cuentan cuatro mujeres. “En nuestra sociedad no se considera que la mujer tenga una sexualidad, y durante la guerra estamos recluidas en el hogar. De ahí que a las lesbianas nos sea más fácil pasar desapercibidas. No sé de ninguna ejecución de una mujer homosexual”, cuenta desde Alepo al teléfono Bahiya, de 28 años.

La webserie gay que arrasa en Marruecos

Hamza tiene 22 años. Tenía 14 la primera vez que besó a un chico, en un hammam de Casablanca y cada vez que se acuerda, evoca el momento con una sonrisa: “Nos quedamos solos, desnudos. Él me acarició la espalda y la caricia terminó en un beso”. Después vinieron los golpes. A sólo 14 kilómetros de un país como España, donde los homosexuales pueden casarse y tener hijos, ser homosexual en Marruecos significa enfrentarse a la cárcel, a la exclusión social y familiar y a la violencia. Mucha violencia

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A Hamza le insultan por la calle: “Me llaman zamal (marica) y hasta me han atacado con un cuchillo. Mira, aquí”, cuenta en conversación con Vice News, señalando una pequeña cicatriz en el brazo. Su vida, entre besos prohibidos y golpes marcados, le ha convertido en activista. Su testimonio, siempre a cara cubierta, le ha convertido en el protagonista del primer capítulo de la webserie que está publicando en youtube el activista LGTB Marwan Bensaïd, titulada “Kaynin”, que en dariya -el dialecto árabe que se habla en Marruecos- significa “Existimos”. Ya tiene casi 300.000 visitas.

Con un montaje muy sencillo y dos localizaciones, en la medina de Rabat y en el interior de un apartamento de la capital, Hamza va construyendo el relato a lo largo de casi siete minutos: cuenta que en la escuela los profesores le avergonzaban y los compañeros le acosaban, que tuvo que cambiar itinerarios para volver a casa porque le tiraban piedras, que buscó amigos en otros barrios. Pero lo que más le duele es la reacción de su familia.

Su hermano le pisó la cabeza y le partió dos dientes antes de decidir que no podía vivir más en su casa y que tenía que marcharse. Hace unos meses volvió y su padre y su hermano le esperaban armados con palos. “Eres una desgracia para la familia”, le dijeron. “No puedo ir a la policía, porque ante la ley, el criminal soy yo”, cuenta en el vídeo, silbando las eses como consecuencia de aquel golpe en los dientes. En Marruecos, el código penal castiga la homosexualidad con penas de seis meses a tres años de cárcel.

“Es la primera vez que una acción LGTB en Marruecos hace tanto ruido”, explica satisfecho Bensaïd, estudiante de 23 años y fundador de una revista online de contenido LGTB, “Aswat“. Se lanzó con la webserie porque “sabíamos que una serie documental iba a ser mucho más impactante. Queremos visibilizar la homofobia en la sociedad marroquí”.

Según un sondeo del pasado noviembre de TNS para el semanario Tel Quel, el 83% de los marroquíes no son nada tolerantes con la homosexualidad, como prueban algunos de los comentarios de la gente que ha visto el vídeo en youtube: “Estáis enfermos”, “Es haram” (pecado) o “Que lo hagan, pero en su casa” son los más habituales.

Bensaïd se los toma bastante bien. Al menos, la gente habla: “Salvo excepciones, los medios de comunicación marroquíes tratan el tema desde el morbo y el escándalo. Estamos seguros de que ahora, cuando han publicado algo sobre Kaynin, lo han hecho para obtener más clicks. Con la serie colgada en youtube se ha creado un poco de debate social”. El director lo dice porque también le han llegado comentarios alentadores, como “No estoy de acuerdo con vosotros, pero estoy en contra de la violencia contra vosotros”, e incluso cartas de padres de hijos gays dándole las gracias por normalizar una tendencia sexual distinta de la hetero.

Después de los dos primeros capítulos, el primero protagonizado por Hamza y el segundo por Houssem, un joven de Fez que estuvo en prisión, Bensaïd quiere a una chica para el tercero: “Habíamos hablado con ella, pero al final le ha dado miedo. También conocemos a algunos transexuales, pero eso está aún más estigmatizado. Están muy escondidos. Los únicas personas visibles están fuera de Marruecos”.

Una de las primeras asociaciones marroquíes de lucha por los derechos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales tuvo que irse a la orilla de enfrente, a España, para ser legalmente una asociación. Se llaman “Kif Kif” (Iguales) y su portavoz, Samir Bargachi, ha decidido darse un respiro en los medios de comunicación porque sigue recibiendo amenazas. Hamza y Marwan dicen que no le temen a un posible arresto en Marruecos: “Ya de entrada nada de lo que hacemos es legal. Yo soy un activista, es lo que hago”, cuenta Marwan. “Siempre hay amenazas”, continúa Hamza. “Pero necesitamos sentirnos orgullosos de lo que somos”.

Hamza tuvo un novio marroquí que le decía que estaban enfermos; no aceptaba su opción sexual, una actitud muy frecuente entre los homosexuales marroquíes. Muchas veces acuden en busca de ayuda psicológica porque creen que lo que les pasa es una enfermedad. Y, además, está la religión. En el Corán, dos suras condenan de manera explícita al pueblo de Lot, los sodomitas, pero investigadores como Abdennur Prado interpretan que no se trata de una condena a la homosexualidad sino a las “perversiones sexuales” de todo tipo y violaciones que se practicaban en Sodoma.

También esta extendida la idea de que al homosexual activo no se le considera homosexual: un hombre sólo es gay si es afeminado o pasivo. Es parte de la proverbial esquizofrenia de Marruecos, un país que las guías turísticas describen, para los extranjeros, como “gay friendly” siempre que sean discretos.

Para los marroquíes no es una cuestión de discreción. Viven aquí pero, de momento tienen que vivir escondidos. Las nuevas tecnologías, las aplicaciones para móviles y el bluetooth, con los que se liga hasta en los trenes, han facilitado mucho las cosas, pero para el cara a cara siguen encontrándose en parques y carreteras alejadas de las ciudades. Preguntamos a Marwan cuál es su experiencia personal, cómo es para él ser gay en Marruecos: “No te lo puedo contar. Es por mi seguridad”.

Ser homosexual se paga con una muerte atroz en la Bagdad «liberada»

Desde la invasión de EEUU, la comunidad homosexual iraquí vive una eterna Noche de los Cristales Rotos. Amenazados públicamente y perseguidos de manera extraoficial, los gays y lesbianas iraquíes viven una pesadilla de la que solo pueden escapar escondiéndose en «casas refugio» o abandonando el país.

Madi se esconde. No se arrepiente de lo que es pero vive atemorizada. Es una de las activistas lesbianas amenazadas por las milicias de Moqtada al-Sadr. Con su foto en todos los checkpoints de la capital, arriesgarse a andar por sus calles significaría en el mejor de los casos una detención. En el peor, la muerte.

GARA la entrevista en una «casa refugio» a las afueras de Bagdad. Con un nombre ficticio, nos pide que su cara no pueda ser identificada y su voz sea distorsionada en caso de utilizarlq en internet. «Podrían tomar represalias contra mi y contra los que me están ayudando» aclara Madi desde la oscura habitación donde apenas ve el cielo.

Las fatwas (interpretaciones de las leyes islámicas) que lanzan los imanes del país (de credo chií) ponen en el punto de mira a la vulnerable e indefensa comunidad gay. «Desde la aparición de la fatwa de Ali Sistani, en la que acusa a los homosexuales de ser inmorales a los ojos de Dios, las muertes vienen sucediéndose día tras día. Esa fatwa dice que se debe acabar con nosotros de la manera más brutal posible»..

Las calles periféricas de la capital son territorio enemigo para ellas y ellos. Solo en Sadr City, desde que comenzó el año hasta mediados de marzo, se descubrieron más de 40 cadáveres. Todos con signos de tortura.

Muchos son quemados vivos lentamente, empezando por las extremidades para que la víctima no pierda la consciencia rápidamente. A otros los cortan en pedazos mientras están aún vivos y conscientes. La mayoría de las veces se les remata con el famoso «golpe de piedra». Consiste en apoyar la boca del apresado contra la acera y soltarle una piedra contundente en la cabeza, aplastándole así la cara contra el suelo. El cadáver es abandonado entonces en la mitad de la calle, como advertencia para otros homosexuales de la zona.

Reventados por dentro

«Colegas míos me han dicho que muchos de ellos llegan al depósito de cadáveres con el ano pegado con pegamento Loctite. Les revientan por dentro. Al hacerles esto se les da de comer y de beber durante unos días hasta que los intestinos explotan y se envenenan con sus propias heces. Es una muerte lenta y dolorosa», asegura el doctor de Samarra Saad Akhram. «Muchas veces cuando se avisa a los familiares de que su hijo, hermano, sobrino… ha aparecido muerto en tal o cual sitio ni siquiera recogen el cadáver».

«Las familias tienen miedo. Saben que si aparecen en el hospital las milicias tomarán represalias contra ellos» asegura Madi. El partido en el poder, al-Dawa. matiza. Saad al-Mutallibi asegura que «muchas veces las familias tienen vergüenza de sus propios hijos y por eso no van a recogerlo. Ser homosexual en Irak es un crimen social y político y en muchos casos una vergüenza para la familia por el estigma social que supone», declara. «Persisten todavía viejas creencias en el país y luchar contra ellas llevará tiempo».

Un equipo de médicos de Samarra insiste. «Si llega un cuerpo a la morgue con según que tipo de torturas, sabemos que ha sido ajusticiado por su condición sexual. No se levanta ninguna investigación oficial, no se nos piden informes y la Policía presiona para que no preguntemos ni respondamos las cuestiones de los pocos familiares que vienen a recoger el cadáver para darle una sepultura digna». Madi reconoce que «son muchas veces las familias las que matan a sus propios parientes, son considerados ejecuciones por honor. Nunca son investigados, pero más de 1.000 personas han sido asesinadas por su condición sexual desde la invasión de EEUU en 2003».

Hay veces en que el dedo acusador llega en forma de cartel pegado en las calles. Caminando por Sadr City uno se puede encontrar con papeles en las paredes que bajo dos pistolas y una amenaza clara «contra los inmorales» incluyen una lista de nombres y la dirección de sus viviendas. Y la leyenda: «Si los encuentras, mátalos».

«Vivimos bajo la dictadura de un gobierno de milicias»

Rubi es un joven homosexual. Escudado en un nombre ficticio, pide igualmente garantías de que no podrá ser identificado. Denuncia que en marzo fueron asesinados tres amigos suyos.

«No es solo que maten a homosexuales. Si vistes como ellos te consideran inmoral, te pueden matar, les da igual si eres homosexual o no. Hay una creencia extendida de que los que visten camisetas negras tipo heavy metal, llevan piercings, o pendientes en la nariz adoran al diablo».

Human Right Watch (HRW) denunciaba ya en un informe en el año 2009 esta dramática situación y advertía de que la campaña de asesinatos de gays y lesbianas en Irak se ha extendido también a los «emos» y/o «góticos», personas que no visten «decentemente» según las leyes islámicas o según las fatwas lanzadas por los imanes. Llevar un pendiente en la nariz, maquillarse los ojos, o vestir camisetas con logotipos de grupos musicales de heavy metal puede ser mortal.

Rudi es tajante al señalar al mayor culpable de estos crímenes. «Vivimos bajo la dictadura de un gobierno milicia. Actúa como las otras milicias, que campan a sus anchas por el país», denuncia en la que coincide con HRW.

El Gobierno de al-Maliki mira para otro lado. Ningún informe de la justicia iraquí acusa a las milicias de estar detrás de estos asesinatos. Ningún castigado por cometer estos crímenes está en la cárcel. Ningún clérigo chií ha sido acusado por ordenar los asesinatos de homosexuales. A los homosexuales de Irak solo les queda escapar de todo y de todos. Refugiarse y comenzar una nueva vida, en un refugio o en otro país.

El problema, como recuerda HRW, es que «muchos iraquíes han buscado seguridad en los países vecinos, pero esos países no son un refugio». La conducta homosexual consensual está penalizada en la mayor parte de ellos y los prejuicios por razón de orientación sexual e identidad de género persisten».

Rudi es consciente de ello. «Hago un llamamiento desesperado a naciones como Estados Unidos, Dinamarca o Noruega, para que acepten refugiados homosexuales. Nos están matando impunemente». Andoni BERRIOTXOA

Gana en Túnez el partido que prometió no castigar la homosexualidad

En los primeros comicios libres tunecinos ha vencido el movimiento An Nahda, un partido que aboga por no penar la condición sexual de sus ciudadanos

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25/10/2011 – Jordi San Ildefonso El movimiento islamista An Nahda ha vencido en las elecciones a la Asamblea constituyente en Túnez, las primeras elecciones libres en este país que vio cómo en enero su dirigente, y dictador, Ben Alí huía del país tras semanas de protestas de sus ciudadanos.

En una entrevista antes de los comicios, un dirigente del movimiento Nahda, Riad Chaibi, afirmaba que no tenía intención de castigar la homosexualidad como se hace en otros países árabes, para él “los homosexuales son una realidad y tienen derecho a existir, aunque hay un problema de dignidad, pues la sociedad los ve como desvalorizados”.

Pese a que los resultados comunicados no son oficiales ya que han sido proporcionados por los partidos y cabe esperar al martes para los resultados definitivos, lo cierto es que son datos de sondeos a pie de urna que se acercarían a una realidad en la que An Nahda habría conseguido el 40% de los votos de los tunecinos.

Un paso más para que los países árabes vayan adoptando medidas igualitarias con las lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.

Asesinan al travesti más famoso de Afganistán y envían el cuerpo descuartizado a su familia

Los dueños de una carnicería le invitaron a bailar en una boda y, después de la fiesta, perpetraron el crimen | Le han matado afganos que no son talibanes; en Afganistán no hace falta ser talibán para actuar como un talibán

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Zabi, asesinado el travesti más famoso de Afganistán – En estas imágenes se ve a Zabi maquillándose y bailando ante la cámara

Homosexualidad en el islam

Por Abdennur Prado (Junta Islàmica Catalana), 2006


Desde hace años vengo realizando una investigación sobre la homosexualidad en el islam, que abarca aspectos doctrinales, históricos, de jurisprudencia y de hermenéutica coránica. Considero que no hay fundamento alguno ni en el Qur’án ni en el ejemplo del profeta Muhammad para una condena de la homosexualidad, entendida como amor entre dos hombres. Este estudio abarca más de cien páginas, que resultaría muy difícil resumir ahora. En esta intervención, solo quiero mostrar mi posición al respecto, advirtiendo a los presentes de que esta posición no es en absoluto representativa del islam en su conjunto, sino fruto de una indagación personal cuyos resultados se oponen al pensamiento dominante. No puede ser de otra manera: cada vez que un ser humano reflexiona por si mismo entra en oposición con el pensamiento dominante, pues un pensamiento cuando es dominante se convierte en una cárcel para la conciencia.

La condena de la homosexualidad en el islam -repetida una y otra vez por las autoproclamadas “autoridades religiosas”- se basa en dos argumentos principales. Por un lado, la supuesta condena a esta tendencia sexual contenida en el Qur’án, en las aleyas que relatan las transgresiones cometidas por la gente de Lot. Por otro lado, en la consideración del matrimonio heterosexual como base del equilibrio y del orden ideal que debe regir en una sociedad islámica, con una distribución precisa de los roles que deben asumir el hombre y la mujer. En último extremo este planteamiento conduce a la total segregación de la mujer.

El primer punto, sobre lo que se denomina “transgresiones de la gente de Lut”, tal y como se nos muestra en el Qur’án: gentes que practicaban toda clase de perversiones sexuales. Una lectura minuciosa de estas aleyas nos lleva a la conclusión de que no hay ni una sola mención explícita de la homosexualidad, tan solo a la promiscuidad sin freno y a la violación, además de la trasgresión de las leyes de la hospitalidad. Cuando el pueblo de Lut (as) quiere tomar a los ángeles de Al-lâh, no se trata de homosexualidad, sino de un intento de violación. Algunos confunden lo uno con lo otro, y citan estas aleyas para demostrar que Al-lâh ha condenado la homosexualidad. Es posible que mi interpretación esté equivocada, pero se basa en un análisis minucioso y consciente del Qur’án.

El otro argumento habitual es de orden social, y es exactamente el mismo utilizado por los sectores más reaccionarios de otras religiones para condenar la homosexualidad. Como ejemplo, recordar que el Consejo del Poder Judicial (órgano consultivo de los jueces españoles) arremetió en enero del 2005 contra la ley de matrimonios homosexuales, con el argumento de que el matrimonio es una institución específicamente heterosexual, al estar basada “en el principio de la complementariedad entre los sexos”.

Este argumento es el mismo que utilizan los ulemas reaccionarios para justificar la represión de los homosexuales. Tal y como lo describe Abdelwahab Bouhdiba en La sexualité en Islam (ed. Puf, p. 43): “La visión islámica de la pareja fundada sobre la armonía preestablecida de los sexos supone una complementariedad esencial entre lo masculino y lo femenino. Esta complementariedad armónica es creativa y procreativa. (…) La bipolaridad del mundo reposa sobre la rigurosa separación de dos ‘ordenes’, lo femenino y lo masculino. Todo lo que viola el orden del mundo no es más que un grave ‘desorden’, fuente de mal y de anarquía”.

Según esta visión, el hombre debe actuar únicamente como “hombre”, y eliminar de si mismo cualquier rasgo femenino. La mujer debe actuar según las características consabidas de “lo femenino”: sumisión, pasividad, maternidad, ternura… El hombre se reserva para si las cualidades activas, de penetración y de dominio. Ante esta rigurosa polaridad, cualquier expresión o planteamiento que trate de romper o difuminar la frontera entre los sexos es vista como una aberración contra natura y, lo que es peor: como una tendencia destructora de la sociedad. De ahí la doble condena, moral y penal, a que se ven abocados los homosexuales.

Según creemos, este tipo de consideraciones son sumamente groseras, y son el resultado de la incomprensión de la cosmología coránica. En realidad, ponen en evidencia la ausencia total de espiritualidad en sus promotores. El hecho de que todo haya sido creado por pares no significa que haya cosas exclusivamente masculinas frente a otras exclusivamente femeninas, sino que dentro de todas las cosas creadas existe esa polaridad:

Subhana al-ladzî jalaqa al-‘azwâja
kul lahâ mim mâ tumbitu al-‘ardzu
wa anfusi-him wa mim mâ lâ ya’alamûn.

Glorificado sea Aquel que ha creado pares
en todo lo que la tierra produce,
y en los mismos egos, y en lo que no conocen.
(Qur’án 36: 36)

Esta aleya clarifica que los pares (las polaridades) están en el interior de todo lo creado. Un par no es únicamente la unión de un varón y una hembra, sino que los pares habitan en las criaturas: y en los mismos egos (nafs). El hombre y la mujer forman un par, y en cada uno de ellos existe la polaridad masculino-femenina. En caso de eliminar uno de estos dos polos, el par sería destruido y el hombre y la mujer ya no serían criaturas completas. No hay nada en la Creación que no sea dual, salvo Al-lâh, quien ha establecido la balanza.

En la unión amorosa se da esa dualidad: se establecen roles. Esto sucede tanto en las parejas heterosexuales como en las homosexuales. La unión amorosa, cuerpo a cuerpo, es la búsqueda de la unidad en algo que está fuera de nosotros, y sin embargo esta unión nos remite a nuestra propia interioridad. Si la pareja es la unión entre complementarios, lo importante no es una supuesta complementariedad física, sino espiritual. Un hombre que no ama a una mujer no forma una pareja con ella, por mucho que sus sexos parezcan acoplarse. Dos homosexuales que se aman forman plenamente una pareja, verifican su unidad en el espejo del Amado.

Frente a la conciencia de la unión se sitúa el sueño de la segregación, territorialización de lo masculino y de lo femenino en ámbitos perfectamente separados. Este sueño es el fanatismo de los que se niegan a reconocer su propia feminidad. De ahí las estructuras jerárquicas enteramente masculinas habituales en diferentes religiones. Esta es la enfermedad de los guardianes de la fe, los representantes de Dios sobre la tierra. En relación a la homosexualidad, no pueden aceptar que Dios haya creado un ser que se les presenta como híbrido, y que rompe sus esquemas dualistas. Un ser físicamente hombre y espiritualmente mujer: esto parece contradecir el orden perfecto de las cosas, la utopía de un orden estático y sin mezcla. Y sin embargo es todo lo contrario: la homosexualidad es un signo, que viene a poner al descubierto que las diferencias entre lo masculino y lo femenino no son tajantes, que todas las criaturas participan de ambas cualidades. Lo femenino y lo masculino no pueden ser acotados en base a distinciones físicas: hay un carácter masculino de la mujer y una feminidad en el hombre.

En realidad, establecer los roles según la apariencia física conduce a graves desequilibrios: ¿qué importancia puede tener que alguien tenga pene si no desea a una mujer? En las épocas de represión, muchos homosexuales se casan con mujeres para salvar las apariencias, llevando a uno y otro cónyuge a vivir en la infelicidad y frustración de sus apetitos naturales. Lo importante del matrimonio es consumar la unión (sexual, intelectual, afectiva) entre complementarios. Desde este punto de vista, la unión entre un homosexual y una mujer es lo verdaderamente anti-natural, no conduce a la satisfacción mutua de los cónyuges.

La homofobia en nombre de la religión es una constante, tanto entre cristianos, como budistas, hinduistas, musulmanes… A las declaraciones del Papa hay que sumar las del Dalai Lama, en la revista Odissey: “Los órganos sexuales han sido creados para la reproducción entre el elemento masculino y el femenino. Toda desviación a eso es inaceptable. La homosexualidad es mala”. Claro que en el mundo islámico es donde se llevan la peor parte, a causa de la pervivencia de legislaciones pretendidamente religiosas.

Según Human Rights Watch, a principios del siglo XXI existen 83 países donde la homosexualidad está explícitamente condenada por la ley, 26 donde el islam es mayoritario. Entre ellos casi todos los miembros de la Liga Árabe. En algunos países la condena por sodomía (liwat) es la pena de muerte: Arabia Saudí, Irán, Mauritania, Sudán, Yemen y Afganistán. Aunque en la mayoría de los casos la pena no se aplica, conocemos casos de homosexuales ejecutados en los últimos años en Irán, Arabia Saudí y en el Afganistán de los talibanes.

En otros lugares, la condena para los homosexuales es la cárcel. En Malasia, el artículo 377 del código penal castiga con 10 años de prisión las “conductas antinaturales”, y hasta 20 años de cárcel en caso de “penetración entre hombres”. En Pakistán y en Bangla Desh, el código penal equipara la homosexualidad a la zoofilia, y puede reportar hasta diez años de cárcel. En Siria y en Jordania la pena es de cinco años, y en Marruecos, Túnez, Argelia, Irak y Kuwait, de hasta tres años. Aunque en muchos de estos países existe “tolerancia de facto”, estas leyes se mantienen como una amenaza.

Siendo el problema judicial gravísimo, no lo es menos el cultural. La homofobia se extiende como un cáncer entre los musulmanes. El islam, que durante siglos fue signo de justicia y de progreso, ha sido transformado en una religión retrograda y cruel hacia las minorías. Los jóvenes musulmanes que desprecian y hacen la vida imposible a los homosexuales en muchos lugares del mundo islámico no saben que con su actitud están destruyendo una tradición de siglos. Aquí, como siempre, la ignorancia es la culpable de una situación penosa, una ignorancia fomentada por prestigiosos alfaquíes, instituciones y universidades a través de las cuales se fomenta la ignorancia y la repetición mecánica de dogmas.

La persecución de los homosexuales en el mundo islámico es muy reciente, y tiene que ver con la colonización y la influencia de occidente. Existen innumerables pruebas de que hasta la colonización la homosexualidad era plenamente aceptada. Durante las primeras décadas del siglo XX, el Magreb fue un “paraíso para los homosexuales”, que huían de la puritana Europa en busca de la libertad sexual que se vivía en tierras del islam. En Marruecos, la homosexualidad es considerada un delito tan solo desde 1972, y esto a causa de la influencia Saudí. En Indonesia (el país con más musulmanes en el mundo) jamás ha estado prohibida, siendo la escuela shafi’í mayoritaria.

La aceptación de la homosexualidad en la historia del islam está ampliamente documentada, en diferentes épocas y territorios. No era algo oculto o marginal, sino aceptado socialmente. Los estudiosos occidentales de la homosexualidad han destacado con asombro la actitud mostrada hacia este tema en dar al-islam. Merece destacarse la visión de John Boswel sobre la homosexualidad en al-Andalus de sus obras Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad y Las bodas de la semejanza.

almutamid

al-Mutamid

En la Córdoba califal, los homosexuales habitaban todo un barrio, conocido como derb Ibn Zaydun. El caso de al-Andalus no es aislado. Existe una amplia literatura de contenido homosexual en el periodo abbasida, además de los testimonios de los historiadores. Además de al-Mutamid, existen otros dirigentes islámicos reconocidos como musulmanes en la historia, tales como Sultan Mehmet Fatih, conquistador de Constantinopla. En las crónicas del gran visir Nizam al-Mulk se habla de la homosexualidad como algo habitual.

Esta actitud abierta llega hasta los inicios de la colonización. Las obras de los viajeros, científicos y colonizadores europeos relatan, entre la fascinación y la sorpresa, el grado de aceptación de la homosexualidad entre los musulmanes. En la sociedad victoriana, este fue uno de los argumentos preferidos para mostrar que el islam era una religión lasciva e inmoral. En la Europa del siglo XXI, se habla de la persecución de los homosexuales en el mundo islámico para mostrar como el islam es una religión salvaje y puritana. Entre lo uno y lo otro, algo ha sucedido.

No podemos citar a todos los estudiosos que han destacado la plena aceptación de la homosexualidad en la historia del islam. Sencillamente, son demasiados. En su libro Islamic Homosexualities, Stephen O. Murray y Will Roscoe dan pruebas amplias de la centralidad del erotismo masculino adolescente-adulto en los países islámicos. En su traducción de Las mil y una noches, el aventurero y escritor inglés Richard Burton describió la sexualidad en el mundo islámico, que recorrió de punta a punta (llegó a realizar la peregrinación a Meka). La fascinación de Burton por el islam no estaba exenta de prejuicios y una mirada fantasiosa. Aún así, su testimonio no puede descartarse por completo: en Egipto, los adolescentes que buscan hombres frecuentan los baños públicos, igual que en los tiempos pasados. En Marruecos, los musulmanes viven abiertamente con adolescentes. En Persia, la práctica es “tan inherente que está en los huesos”.

A quien nos haya seguido hasta ahora, no le sorprenderá descubrir la existencia de matrimonios entre homosexuales en el mundo islámico, hasta bien entrado el siglo XX. La primera vez que dimos a conocer este hallazgo, causó sorpresa e incluso indignación. A algunos musulmanes les pareció un disparate, e incluso se me acusó de haberlo inventado. En concreto, la celebración de matrimonios entre homosexuales musulmanes está documentada en el oasis de Siwah, situado en el desierto de Libia, en la actualidad en territorio egipcio.

Es improbable que se trate de un caso aislado. El día 7 de abril, la cadena de TV al-Arabiya informaba sobre las penas impuestas a un grupo de hombres por celebrar un matrimonio gay en Arabia Saudí, en la ciudad santa de Medina. Los hechos sucedieron en marzo, cuando la policía interrumpió la celebración de la boda y detuvo a unos 120 hombres, algunos de ellos vestidos de mujeres. Los jueces han condenado a dos mil latigazos y dos años de prisión para los cónyuges, doscientos latigazos para 31 de los asistentes, y un año de prisión para los 70 restantes. Si hubieran tenido tiempo de consumar el matrimonio, la sentencia podría haber sido la muerte, tal y como les sucedió a dos hombres el año 2001 en la misma Arabia Saudí. Hace sólo unas semanas nos ha llegado una noticia semejante de Emiratos Árabes Unidos. Al parecer, doce parejas de homosexuales estaban preparándose para celebrar su matrimonio cuando irrumpió la policía.

Si esto llega a producirse en un contexto en el cual se condena a muerte la homosexualidad, ¿qué puede haber pasado durante catorce siglos de tolerancia? Lo extraño sería que esta clase de matrimonios no se hubiesen producido, y que no se produzcan en el futuro. Dado que en el islam no es necesario ningún sacerdote para celebrar el matrimonio, un grupo muy reducido de musulmanes/as puede hacerlo. Al margen de que consideremos esto lícito o una perversión, es incuestionable que ha habido y hay musulmanes que lo consideran lícito. La existencia de “matrimonios entre musulmanes homosexuales” pone en evidencia que la condena a muerte está muy lejos de ser la única opción posible. En el terreno del islam siempre coexisten opciones diferentes, algunas veces tan alejadas entre si que parece tratarse de religiones diferentes. (Existen ulemas que afirman: “el islam prohíbe la música”, pero en otro lugar leemos: “a ninguna civilización la música ha sido tan consustancial como a la islámica”).

Esta reflexión se inscribe en una situación precisa. Desde el momento en que los matrimonios entre personas del mismo sexo han sido legalizados en España, nada impide que se celebren entre musulmanes/as. Basta que un solo musulmán reconocido en la categoría de “Dirigente Islámico” (artículo 3.1 del Acuerdo de Cooperación firmado entre el Estado español y la Comisión Islámica de España), este dispuesto a celebrarlo para que tengamos “matrimonios entre hombres (o mujeres) según la sharia”, con plena validez a efectos civiles. Por mi parte, la aceptación del matrimonio entre hombres está implícita en el contenido de esta charla.

Un principio de realismo es necesario. Aquellos que condenan moralmente la homosexualidad no pueden negar que ésta seguirá practicándose. Desde el momento en que sabemos que la homosexualidad es una constante en la historia de la humanidad, y que ninguna prohibición humana puede modificar ni un ápice la Creación de Al-lâh el Altísimo, ¿no es lo sensato garantizar los derechos de todos los creyentes, sea cual sea su naturaleza?

A raíz de la persecución, muchos musulmanes homosexuales se han acostumbrado a una vida sexual semiclandestina, de modo que no quieren ni oír hablar de matrimonio. Con ello, no se dan cuenta de que renuncian a algo más que a la aceptación o al rechazo social de sus tendencias sexuales. La pareja es el ámbito privilegiado para verificar la complementariedad entre los principios masculino y femenino. Negar a los homosexuales su derecho al matrimonio es muy grave, es privarles de un derecho fundamental, de algo que la tradición islámica reconoce como un gran beneficio. Hay que tener una base para ello.

El matrimonio es el hogar, la paz, la satisfacción de los deseos. No es el refugio del ego, sino su máxima apertura. Es el encuentro entre dos mundos. Cada elemento de la pareja está conectado con los otros, su círculo inmediato, su familia. El matrimonio es la interacción de dos mundos, la consagración de la comunidad y la apertura. Familia, revelación, balanceo de las fuerzas. Lo propio y lo impropio dejan de ser inmóviles, entramos en lo otro, vivimos para otro. ¿Qué tiene que ver todo esto con las características físicas de las personas, con su pene, su ano o su vagina? Más bien tiene que ver con su grado de conciencia sobre la realidad que los rodea. Tiene que ver con la capacidad de cada uno de amar y de entregarse, de fusionarse con el otro. Tiene que ver con su espiritualidad y la forma como esta se hace cotidiana. Tiene que ver con la posibilidad de transformar cada uno de nuestros actos en un acto de ‘ibada, forma de adoración al Creador de los cielos y la tierra.


Abdennur Prado
abdel@webislam.com