El Ayuntamiento de Albacete pide ‘Mariconadas las justas’ en carteles y en una web

mariconadas las justas

mariconadas las justas

Muchas veces, la palabra “maricón” y sus derivados se usa a la ligera y sin tener en mente qué consecuencias puede traer su uso, y si no que se lo digan al militar gallego que ingresó en prisión por llamar así a un sargento.

En Albacete, las paredes de la ciudad y algunos comercios comenzaron a servir de soporte para carteles de una Campaña de Masculinidades para la igualdad promovido por el consistorio, y que ha generado mucha controversia. “Mariconadas las justas” rezaba tal cartel, que ya ha sido retirado tras las críticas que ha generado por parte de la concejala de Izquierda Unidad de tal localidad Victoria Delicado. En un comunicado, ha puntualizado que ese mensaje se colgó en la puerta del Centro de la Mujer, siendo parte de una campaña educativa que dicho centro imparte, en relación a nuevas masculinidades.

La política de la oposición cree que el eslogan es “una expresión homófoba sin ningún género de dudas”, y señala que el centro de la Mujer “tiene entre otras finalidades, la promoción de la igualdad, el respeto a la diversidad y, el deber de luchar contra los estereotipos y la homofobia”. “Las técnicas publicitarias deben seleccionarse según el objetivo que se persiga y esta frase, si bien resulta llamativa, difunde un pensamiento homófobo frente al cual los poderes públicos y ese Centro de la Mujer, deben actuar. No se me ocurre que frases como ‘quien bien te quiere, te hará llorar’ o ‘la mujer y la sartén, en la cocina están bien’ deban ser los mensajes de carteles que supuestamente luchan contra la violencia de género o la igualdad entre hombres y mujeres, respectivamente”, añadió Delicado en el escrito que IU ha hecho llegar a los medios.

Pese a todo, la web www.yalosapo.es, perteneciente a tal campaña, sigue en activo y aún se lee este eslogan en su págima de bienvenida.

“Yo no quería denunciar, tengo miedo”

Dos hombres sufren una agresión homófoba en el punto de encuentro gay de Las Ventas

A Carlos le extrañó que no hubiera nadie en el aparcamiento de la plaza de toros de Las Ventas. No era la primera vez que iba a buscar un contacto a ese conocido punto de encuentro gay. Pero sí sería la última. Cuando llegó, a eso de las 23.30, sólo había otro chico en un coche. Cerró el suyo y se acercó a él.

— Qué raro, no hay nadie —le comentó.

Después, los ojos de terror de ese chico al que acababa de conocer. Giró la cabeza y les vio: “Eran siete u ocho, todos vestidos de negro”, recuerda.

—¡Maricón! —gritaron, rodeándoles.

Corrió por el terraplén de salida del aparcamiento, se topó con la valla que sirve de perímetro a la carretera de la M-30. Sintió una descarga en el hombro. Tropezó. Se protegió la cabeza con los brazos mientras recibía decenas de patadas en el suelo. Pudo abrir los ojos unos segundos y vio un hueco en la cerca de alambre, se dejó caer al arcén de la autovía: “Menos mal que no había mucha altura, no sabía adonde me estaba tirando, solo quería huir de ellos”.

Sin dejar de correr, miró hacía atrás y vio cómo pateaban a aquel chico, del que no volvió a saber nada hasta que un día le llamó la policía.

Hoy se cumple un mes de aquella agresión homófoba. Carlos no se llama Carlos. Pero prefiere no hacer público su verdadero nombre. Tiene 43 años. Trabaja como administrativo. Bueno, trabajaba, porque desde entonces está de baja en su casa. Tiene el hombro roto por varios sitios: “Cuatro fragmentos de húmero proximal izquierdo con lesión neurológica asociada tras agresión, refiere que le dieron una descarga eléctrica en región de hombro, con disestesias y pérdida de fuerza para la movilización de mano y dedos desde ese momento”, reza el parte médico del hospital Ramón y Cajal, adonde le llevó una ambulancia del Samur después de que un viandante le prestase ayuda. Carlos tiene una parálisis “nervio-radial” desde el ataque.

“No quería denunciar”, recuerda. “Lo hice porque me convenció mi familia. Tengo miedo”.

A las 20.00 horas del 21 de enero, nada más salir operado del hospital, se presentó en la comisaría de Alcobendas. Aparte de relatar esos mismos hechos, tal y como consta en el atestado, solo pudo aportar que los agresores eran todos varones jóvenes, de entre 20 y 30 años.

Las cámaras de seguridad del aparcamiento de Las Ventas ayudaron a identificar a tres de ellos. “Según me dijo la policía cuando me llamó, todos tenían antecedentes por otras agresiones”, cuenta. Carlos no quiso ir a la rueda de reconocimiento. “Temo que me reconozcan y que tomen represalias. Yo solo quiero recuperarme y olvidar todo esto”.

Después supo también que aquel chico del aparcamiento, tras pasar varios días en el hospital, con la nariz rota y operada y todo el cuerpo contusionado, puso su correspondiente denuncia. “Él está dispuesto a tirar para adelante”, dice Carlos que le dijo el agente. Lo que nunca supo es que los tres chicos que detuvieron los miembros de la Policía Judicial eran menores de edad y que pasaron a disposición del Grupo de Menores (GRUME).

‘Sufrí siete años de maltrato físico y mental’

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Nacho, de 38 años, ganó un juicio contra su marido por malos tratos. JOSÉ CUÉLLAR

Tiene 38 años, es homosexual y fue una de las primeras personas en la Comunidad Valenciana que denunció un caso de violencia de pareja entre personas del mismo sexo. Y ganó el juicio. “Durante siete años sufrí maltrato físico y psicológico por parte del que entonces era mi marido: humillaciones, vejaciones y agresiones. Me mató la autoestima“, relata Nacho, como prefiere que le llamen. Confiesa que perdió el control de su vida, que tuvo dos intentos de suicidio y que hoy, después de que todo haya acabado, e incluso después de que esté rehaciendo su vida con otro hombre, sigue en tratamiento psiquiátrico.

“El maltrato empezó después de casarnos. Estuvimos año y medio de novios y la relación fue perfecta. Luego empezó todo. Las dos primeras veces fueron agresiones físicas y durante los años siguientes fue maltrato psicológico: me controlaba, me vejaba y minó mi autoestima”. Cuando ocurrió la última agresión no estaban juntos, sino intentando recuperar la relación. Firmaron la separación en 2013 y durante un año y medio trataron de retomar la relación. “Quise hacerlo porque, pese a todo, le quería con toda mi alma y tenía mucha dependencia de él”, confiesa. En junio de 2014 terminó todo: “Me agredió nuevamente y fue entonces cuando me atreví a denunciar”.

Tras esa última agresión, Nacho contactó con su abogada. “Después fui al centro de salud, donde me exploraron y me hicieron un parte de lesiones que llevé a la Guardia Civil de Burriana (Castellón). Un día después se celebró el juicio”, relata. No hubo una sentencia firme porque los abogados y el fiscal llegaron a un acuerdo: una multa de 150 euros, trabajos sociales y una orden de alejamiento.

Su abogada, María Jesús Bodí, reconoce que no sabían cómo tratar una situación de este tipo. Al final, siguieron el mismo protocolo que con un caso de violencia de género, por lo que la redacción está en femenino. Por eso, cree que “es importante que la ley se modifique, al menos en la redacción. Es un componente para avanzar”, opina Bodí.

En España, la violencia entre parejas de personas del mismo sexo aún no ha salido del armario y, como afirman los expertos, está en una situación en la que se encontraba hace años la violencia de género.

El psicólogo Juan Macías Ramírez, cofundador del Servicio de Atención a la Violencia Intragénero (Savi), explica que “la evolución sociocultural que en estos años se ha producido con la mujer” a la hora de identificar una situación de maltrato y sentir el respaldo profesional, legal y social, “no ha tenido lugar con las víctimas de violencia en parejas LGTB”, las siglas que agrupan a lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, “donde existe todavía una dificultad para identificarlas y reconocerlas”.

Comunidades autónomas como Extremadura quieren reconocer como violencia de género este tipo de maltrato. Sin embargo, y en opinión de Anes Orellana, psicóloga del grupo Babalon Psicoterapia, “no se deben mezclar las violencias. Cada cual necesitaría su normativa y abordaje específico, ya que no estamos hablando de lo mismo”.

La violencia entre parejas del mismo sexo en España es todavía invisible. De hecho, hay ciertas confusiones con la terminología. No se puede llamar violencia de género, «porque violencia de género implica violencia a una mujer por el hecho de ser mujer, donde se incluye, por supuesto, la pareja», afirma esta especialista. Aquí se usa como sinónimo violencia intragénero, pero el término más internacional sería violencia de pareja entre personas del mismo sexo. Anes Orellana explica que es en EEUU y los países anglosajones donde existe más legislación y programas específicos. También en Alemania y Francia se están realizando algunos proyectos.

En nuestro país se está empezando a tener en cuenta este tipo de violencia por parte, principalmente, de las asociaciones LGTB. Pero todavía las administraciones “no tienen conciencia de estos casos. Es necesario empezar a hacerlo y, sobre todo, empezar a formarse”, afirma.

Una de las razones de la falta de visibilidad es que apenas hay estudios al respecto.

Otro elemento que influye es que la orientación sexual “puede ser un elemento de chantaje” en este tipo de relaciones -“Te voy a sacar del armario en tu trabajo si me dejas” o «”e lo voy a decir a tu madre”-.

“Igualmente, la homofobia, interiorizada a nivel familiar o social, debilita y hace más vulnerable a la persona implicada en una relación violenta”, explica Macías Ramírez.

Por ello, los expertos insisten en que es importante asistir a centros de ayuda específica, preguntar en las diferentes asociaciones LGTB y valorar cada situación. Se trata de tomar conciencia de la situación y de que la persona recupere el control sobre sí misma. “Cuando se ejerce la violencia, una persona quiere tomar el poder sobre la otra. Por tanto, el trabajo consiste en devolver a la persona el poder que se le ha quitado“, explica Macías Ramírez.

Ahora, pasados unos meses de la celebración del juicio, Nacho se pronuncia tajante sobre la violencia intragénero. “Animo a toda persona que esté en iguales o similares circunstancias a las que estuve yo a que no tengan miedo. Que denuncien. Que tomen de nuevo las riendas de su vida“.

Imputada por exhibicionismo una pareja que denunció una agresión homófoba

“Somos gais, no pervertidos”

ricardo y luis frutos

Ricardo (izquierda) y Luis de Frutos el pasado jueves en la playa almeriense donde fueron agredidos. / FRANCISCO BONILLA (EL PAÍS)

De denunciantes a imputados. Luis y Ricardo de Frutos aún no se lo terminan de creer. El pasado 28 de junio denunciaron una agresión homófoba en la playa almeriense de Torregarcía, donde estaban haciendo nudismo. “Cuando, ocho meses después, nos llamaron del juzgado fuimos contentísimos pensando que por fin nos iban a escuchar”, explica Ricardo. “Pero al llegar allí, una funcionaria nos comunicó que estábamos imputados ¡por un delito de lesiones y otro de exhibicionismo! Nos quedamos muertos”.

Ricardo tiene 68 años y padece esclerosis múltiple. Su marido, Luis, tiene 56. El joven al que denunciaron por agresión “unos 25”. “Íbamos dando un paseo por la orilla del mar cuando este chico y un hombre mayor, que luego supimos que era su suegro, vinieron corriendo hacia nosotros al grito de ‘¡Ni un paso más, maricones!’. El chico me dio un puñetazo que me tiró al agua y me siguió dando patadas”, recuerda Ricardo. “Luis le gritó: ‘¡Le vas a matar!’ y entonces él le dijo: ‘No te preocupes, que para ti también hay’ y le dio un puñetazo que empezó a sangrar como un cochino. Mientras todo esto ocurría, el hombre mayor le jaleaba: ‘¡Dales duro a estos maricones!…”.

La pareja acude a esta playa a hacer nudismo cada fin de semana de verano desde hace ocho años. “Nunca habíamos tenido problemas. No es una playa nudista, pero es muy grande y es habitual que haya nudistas. Aquel mismo día había otra familia con niños y un matrimonio nudista. Fueron los que llamaron a la policía y la ambulancia después de la paliza”, recuerda Ricardo.

Según los partes médicos, tras la agresión a Luis tuvieron que coserle una “herida de aproximadamente 1,5 centímetros en zona malar derecha” y a Ricardo, “policontusionado”, tratarle los hematomas. “Claro que nosotros no les pegamos a ellos. Físicamente no podemos, y además, ¡estábamos muertos de miedo!”.

La juez, María del Mar Cruz Moreno, no llegó a llamar a declarar a los denunciantes de la agresión, pero sí preguntó al Ayuntamiento de Almería si la playa donde se habían producido los hechos era nudista. “No consta que tenga autorización para tal uso”, respondió el Consistorio. La magistrada decidió entonces imputar a Ricardo y a Luis por un delito de exhibicionismo, esto es, “ejecutar actos de exhibición obscena ante menores o incapaces”, castigado con hasta un año de cárcel.

“Según la RAE, exhibicionismo es una ‘perversión’. Nosotros somos gais, no pervertidos. Esa imputación nos duele mucho más que los golpes. Un exhibicionista es el que va a la plaza mayor de Madrid, se abre el abrigo y enseña los genitales a unos niños; no una pareja mayor que hace nudismo, como otra mucha gente aquel mismo día. Si hubiéramos sido una pareja heterosexual paseando desnuda nunca nos habrían agredido”.

Ricardo y Luis llevan 26 años juntos y fueron de los primeros en casarse nada más aprobarse la ley de matrimonio homosexual. Han recurrido las imputaciones y confían en que su caso sea tratado como “agresión homófoba”. “En esto pasa lo mismo que con la violencia machista hace años, cuando las mujeres iban a denunciar y les decían: ‘Anda, vete a casa. Algo habrás hecho…”.

El vacío legal impide registrar a los hijos de una pareja gay española

Los bebés, mellizos, nacieron a principios de enero por gestación subrogada en Tabasco, al sureste de México

Luis Delgado y José Antonio Fernández.

Luis Delgado y José Antonio Fernández.

Luis Delgado y José Antonio Fernández son un matrimonio español que decidió tener descendencia por gestación subrogada en México. En otras palabras: a través de un vientre de alquiler. Los mellizos nacieron el 6 de enero pasado, pero aún no han podido volver con ellos a su país. No tienen pasaporte. Por parte mexicana, hay un conflicto entre las leyes estatales de Tabasco, México, que permite el proceso, y la Secretaría de Relaciones de Exteriores (SRE), que no se explica por qué una pareja de extranjeros ha contratado un proceso de este alcance. De la representación española han recibido, hasta ahora, “muy buenas palabras, pero nada más”, se quejan.

La gestación por subrogación es ilegal en España. La ley permite que, si un país emite una sentencia que asegure que los miembros de la pareja (ya sea gay o heterosexual) son padres de los niños concebidos de esta manera, se pueden registrar en España. Si no, en los papeles debe figurar una madre. Pero no consiguen ese certificado.

Un solo Estado mexicano, Tabasco (al sureste del país), permite el proceso desde 1997. Luis y José Antonio contrataron una fundación ahí, conocieron a la mujer que llevaría en su vientre a los embriones fecundados por ellos. Los mellizos nacieron el 6 de enero de 2015. Acudieron a la delegación de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) en el Distrito Federal (DF) para expedir pasaportes mexicanos a los niños y así volver a España. La pareja ha intentado dos veces emitir el documento a los niños y se les ha negado; la representación española les ha apoyado pero para expedir un pasaporte español a los bebés es necesario que se registre el nombre de la gestante como madre.

La condición ilegal de la subrogación del vientre en España no quiere decir que existan vacíos para burlar la ley, como dar por buena la sentencia de un país extranjero que permitiría a dos ciudadanos españoles registrarse como padres de un niño concebido en un vientre de alquiler en el extranjero. Delgado y Fernández firmaron el contrato de subrogación en México el año pasado y, al momento de nacer los bebés, registraron a los niños en Tabasco con el nombre de José Antonio como padre y con un apartado que explicaba que el otro padre era Luis. El espacio guardado para la madre quedó vacío. Al llegar a la delegación de la SRE en la capital mexicana, comenzaron los problemas: ¿dónde está la madre? La SRE, una entidad federal mexicana, decide sobre los hijos concebidos en vientres de alquiler de Tabasco, que se rige según las leyes regionales. Delgado señala que uno de sus asesores legales se reunió con Max Diener, consultor jurídico de la SRE, y que Diener le dijo que “los pasaportes mexicanos son un derecho, no una obligación”. Este periódico intentó, sin éxito, contactar a la SRE para respaldar la versión mexicana.

En cuanto a España, la única opción abierta es que la pareja anote el nombre de la mujer que gestó a sus hijos. María Jesús Basco, su abogada en Madrid, comenta que en países como Estados Unidos el procedimiento es más sencillo pero “muchísima gente no tiene el dinero para ir allá”. La legislación española avanza con lentitud para reconocer a los hijos de vientre de alquiler, sobre todo después de que una sentencia del Tribunal de Estrasburgo de 2014 obligase a la ley francesa a reconocer a los hijos de dos parejas. No hay mucho más avance, y la variación de precios es enorme. En EE UU puede oscilar entre 113.000 y 226.000 dólares, mucho más de los 68.000 que el proceso puede costar en México (es ilegal lucrar con la práctica en el país latinoamericano, el cálculo se basa en transporte, hospedaje y gastos de hospital) o los 50.000 de Tailandia. Fernández y Delgado explican que ya han gastado mucho más de lo que tenían planeado en aviones, taxis y hospedaje. Ahora viven en una casa de la Asociación mexicana Ayudando a Crear Familias, que además les ha prestado a coche, en Cancún. Ahí esperan. El acompañamiento de la representación diplomática de España en México, hasta ahora, es eso: acompañamiento. Legalmente solo podría resolverse si anotasen el nombre de la madre que alquiló su vientre en el registro de los niños. “Y eso no va a ser”, insiste Luis. “Los padres somos nosotros. No vamos a mentir”.

REPENSAR LA SEXUALIDAD DESDE EL FEMINISMO

ENTREVISTA A LURDES ORELLANA,
“DESMONTANDO A LA PILI” (ZARAGOZA)
 por Eduardo Nabal
Publicado en Jackerouack
Lurdes Orellana (Sevilla, 1979). Activista transfeminista, psicóloga y sexóloga. Psicóloga del Colectivo por la diversidad sexual, 'Towanda', y socia de la Cooperativa 'Desmontando a la Pili'

Lurdes Orellana

Lurdes Orellana (Sevilla, 1979). Activista transfeminista, psicóloga y sexóloga. Psicóloga del Colectivo por la diversidad sexual, “Towanda”, y socia de la Cooperativa “Desmontando a la Pili”. Una sevillana que transita la ciudad de Zaragoza desde 2003.
                  -Las mujeres necesitamos espacios propios y seguros-
 
– Hola Lurdes. ¿Qué es “Desmontando a la Pili”? 
Lurdes Orellana: “Desmontando a la Pili” es una cooperativa feminista y de mujeres que trabaja la sexualidad desde una perspectiva del placer y la salud. Una cooperativa que trabaja el sexo bajo criterios de la economía social. La finalidad es cuestionar el imaginario colectivo que tenemos del sexo para reencontrarnos y que la vivencia sexual sea una herramienta para el agenciamiento. Desmontar un sistema que coloniza nuestros cuerpos para construirnos desde nuestros deseos.
 
– Existe otro “Desmontando a la Pili” en Sevilla ¿Qué tenéis en común aparte del nombre?
 
L.O.:  Lo que tenemos en  común es que ambas trabajamos para acercar otro discurso de la sexualidad que pueda servir como instrumento para el cambio. Desde Sevilla lo lleva mi buena amiga Mónica Ortiz, con la idea de usar y compartir los recursos que habíamos ido construyendo por tierras mañas para trabajar la sexualidad pero en su caso de Despeñaperros para abajo.  
 
– ¿Cómo os gusta que os definan, (aquí puedes corregir) librería, colectivo, centro de salud, lugar de encuentro, espacio lúdico, asamblea, espacio “ecológico”?
 
L.O Nos gusta definirnos como una cooperativa que tenemos un espacio donde trabajamos la sexualidad a través de diferentes actividades. No sólo ofrecemos productos sexuales y terapéuticos, sino que ofrecemos un espacio donde las personas se puedan sentir seguras y cómodas para trabajar o hablar de sexo. Ya sea a través de tuppersex, talleres o asesorías o terapias. Aunque nuestro trabajo no sólo se centra en nuestro local, sino que nos movemos allí  a dónde nos llamen, ya sea un cole, una asociación o una casa.
 
 
– ¿Crees que las mujeres  – con todos los peros que podamos poner a esa categoría-  siguen necesitando espacios propios? ¿Dónde os sentís más a gusto y donde se os escucha más?
 
L.O.: Por supuesto que consideramos que son necesarios los espacios propios, espacio de seguridad. Mientras sigamos en una sociedad heteropatriarcal, hay que generar redes y lugares donde cuidarnos, donde crecer juntas. Sabemos el potencial que tiene que un grupo de personas nos juntemos para hablar, cuestionar o compartir. Y más aún cuando hablamos de sexo. Para nosotras el sexo puede ser una herramienta feminista para cuestionar las estructuras sexistas y machistas. Por ejemplo, para muchas mujeres supone un antes y un después hablar de sexo desde el darnos el derecho y desde la alegría. Nombrar el propio deseo es existir, y reconocerlo o sentirlo puede permitirnos confrontar las estructuras o las relaciones que nos quieren invisibilizar o anular. Y sí, esto lo hacemos.
 
– ¿Ves una juventud diferente? ¿Hasta qué punto crees que las nuevas fuerzas políticas van a recoger las demandas de género en general y de las mujeres en particular?
 
L.O.: Si las nuevas fuerzas políticas no acogen la idea de que estamos en un sistema heteropatriarcal y que forma parte del mantenimiento del capitalismo, no se dará un verdadero cambio. Se tiene que entender que la cuestión de género atraviesa el modo de entender el mundo y sus relaciones. No es una mera cuestión de cuotas. La “nueva” política tiene que facilitar el cambio de las estructuras patriarcales, pero desde mucho más temprano, si de verdad se quiere una sociedad basada en relaciones de equidad y de buen trato. Una buena forma es usar las herramientas que los feminismos manejan para el agenciamiento o para cambiar las relaciones de desigualdad y poder. Por eso, “la revolución es feminista o no será”
 
 
– ¿Quién quiere desmontar a “La Pili”? ¿ Y quiénes lo impiden?
 

L.O.: Las personas que están dispuestas o tienen el deseo de parar, mirar y sentirse para así construirse desde su subjetividad y vivir la sexualidad de un modo más libre, más autónomo. Pero sabiendo que las dificultades están en cómo cada una hemos interiorizado la opresión social que no nos permite ese acercamiento tan libre a nuestro cuerpo. Aún así, todas podemos desmontar a la Pili que llevamos dentro, para construirla de nuevo.

Lurdes Orellana

“El viaje de Carla es una herramienta para la defensa de la diversidad y los derechos humanos”

Avalado por los premios obtenidos y por el éxito unánime de crítica y público, el documental El viaje de Carla -dirigido por Fernando Olmeda- afronta ahora el reto del Zinegoak de Bilbao, uno de los principales festivales de cine LGTB de Europa.

carla antonelli y fernando olmeda

Carla Antonelli, activista LGTBI y diputada de la Asamblea de Madrid, y Fernando Olmeda, director del documental biográfico El viaje de Carla.

El documental relata el periplo vital de una de las más relevantes activistas por la igualdad en España, referente nacional e internacional del colectivo LGTB y diputada en la Asamblea de Madrid. Protagonista y testigo de la historia, a través de su trayectoria individual se entiende mejor el viaje colectivo. Por eso, la cinta también reivindica la lucha denodada de las personas que viven conforme a su identidad de género, la capacidad de superación de quienes logran salir adelante a pesar de tener casi todo en contra, y el compromiso de quienes luchan en favor de la igualdad legal y social y la diversidad afectivo-sexual. «Carla siempre convierte lo negativo en positivo, y su fortaleza y su compromiso son modelo y ejemplo a seguir, no solo para el colectivo LGTBI, sino también para la sociedad en su conjunto», señala Fernando Olmeda.

A través de un relato coral duro y sincero, el documental logra la empatía del espectador hacia una trayectoria llena de pequeñas y grandes victorias, repleta de reconocimientos y galardones como el Premio Solidario de Hegoak, asociación que trabaja activamente en la denuncia de las discriminaciones por LGTBIfobia, así como en la atención a las personas LGTBI y en la prevención del VIH-SIDA, y también organiza el Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas GayLesboTrans de Bilbao. «Siempre es un gusto visitar Euskadi», dice Carla Antonelli; «ya en 1999 reclamé que se incluyera en la cartera de servicios sanitarios la cirugía de reasignación de sexo, así como una Ley nacional que regulara el derecho a la identidad y a la modificación de la partida de nacimiento y del DNI, que se hizo realidad en 2007. El País Vasco ha estado en la vanguardia de la defensa de los derechos del colectivo LGTBI, con la puesta en marcha del Berdindu -el servicio de Información y atención del Gobierno Vasco para temas de diversidad sexual y de género- y de la Unidad de Género del Hospital de Cruces. Destaca también el trabajo continuado de colectivos como Hegoak, Aldarte, Gehitu, Guztiok o Errespetuz -que atiende específicamente a las personas transexuales-, gracias a cuyo empuje salió adelante la Ley Integral de Transexualidad Vasca, la segunda aprobada en España».

el viaje de carlaEl viaje de Carla -de 65 minutos de duración- es un trabajo audiovisual profundo y consistente, sensible y veraz, que cosechó los Premios al Mejor Documental y a la Mejor Obra Española en LesGaiCineMad (Madrid), y el Premio al Mejor Documental enAndaLesGai (Sevilla). También tuvo una sensacional acogida en la segunda edición de Can[Be]Gay, Festival de Cine LGTBIQ de Canarias -aún en marcha-, y el próximo fin de semana afronta el reto de convencer al jurado del Zinegoak. «Estamos muy satisfechos de la acogida», afirma Olmeda; «nos satisface haber sido seleccionados para participar en un Festival como Zinegoak, importante referente como evento cultural de primera magnitud y también como lugar de encuentro del colectivo LGTBI».Antonelli añade: «Estoy muy ilusionada y con ganas de compartir el documental, que considero una herramienta para la defensa de la diversidad y los derechos humanos, más aún en estos tiempos en que tantos ataques están recibiendo; hay que seguir haciendo pedagogía, porque la transexualidad no es un capricho; hay que seguir visibilizando una realidad y trabajando por conseguir una sociedad en la que tenemos que caber todas y todos».

Travestis que sobrevivieron en una España en blanco y negro

El arte y la gracia en unos casos y la urgencia y la necesidad en otros, fueron los encargados de mantener a flote a un colectivo asfixiado por la represión franquista.

ocaña retrato intermitente

Después del triunfo de Conchita Wurst en el festival de Eurovisión de este año, podría decirse que el colectivo de travestis goza de buena salud en cuanto a respeto y tolerancia por parte de la sociedad. Wurst (que significa “salchicha” en la traducción al español), antes de convertirse en estrella mediática ya era firme defensora de los derechos de las minorías sexuales y lo sigue haciendo después de su fulgurante éxito. Sin embargo, este colectivo no siempre ha tenido el nivel de aceptación actual, y menos en España, donde la represión franquista causó estragos como bien podemos ver en películas y documentales estrenados en la transición y principios de los 80.

Por ejemplo, Ocaña, un retrato intermitente (1978), documental dirigido por Ventura Pons, que narra la vida del artista andaluz José Pérez Ocaña y de la situación del colectivo LGTB en la Barcelona de la transición. Un documento muy interesante para conocer la situación real en la calle y cómo Ocaña supo sobreponerse y enfrentarse a los poderes fácticos de la época desde su humilde buhardilla de la Plaza Real de Barcelona. Inolvidable la escena en la que se pasea por las Ramblas travestido, del brazo de un chulazo de sombrero y traje caro, levantándose el vestido y enseñando sin pudor su pene ante los cientos de personas que no le quitaban ojo con una mezcla de estupefacción y admiración.

Otras películas esclarecedoras sobre la realidad de los travestis en la recién estrenada democracia fueron Vestida de Azul (1983), de Antonio Giménez-Rico, que narra en una extraña mezcla de documental y ficción, la vida de siete travestis, su obra y milagros para sobrevivir en la dictadura sin ocultar su sexualidad y con el único objetivo de vivir su vida sin demasiadas ambiciones. Un hombre llamado Flor de Otoño (1978), de Pedro Olea y protagonizada por José Sacristán fue otra de las películas que hablaban sin tapujos del travestismo y que mayor repercusión tuvieron.

Pero una cosa está clara, cuando terminó el franquismo, el colectivo de travestis y transexuales no lo tuvo nada fácil. Cárceles como la de Carabanchel en Madrid, estaban atestadas de “desviados”, como solía llamarse a este colectivo. La Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social, de 1970, que derogaba la famosa Ley de Vagos y Maleantes, que en 1954 incluyó también a los homosexuales en la lista de “rufianes sin oficio conocido”, (llámese mendigos, proxenetas, nómadas y vagabundos), hizo mucho daño al colectivo LGTB, ya que incluía penas de hasta cinco años de cárcel, o internamiento en manicomio, a los homosexuales y demás individuos considerados peligrosos socialmente para que se “rehabilitaran”.

un hombre llamado flor de otoño

Con este panorama, no es de extrañar que antes de la transición, según cuenta Antonio D. Olano, autor del libro Pecar en Madrid, “salir con atuendos nada equívocos en el Madrid de aquellos tiempos, tenía mucho más valor que ponerse delante de un toro de cinco años, sin capote ni defensa alguna”. Pero a pesar de todo había gente con el coraje suficiente para jugarse su libertad y su físico por mostrar su verdadera identidad y expresar su esencia a los cuatro vientos.

A finales de los 70 y durante la famosa “movida”, proliferaron multitud de espectáculos en los que nunca faltaban travestis y transexuales. Uno de los más recordados fue el grancanario Paco España, fallecido recientemente, que se atrevía a subirse al escenario imitando a grandes tonadilleras de la época como Lola Flores, no sólo con sus ropas y ademanes, sino también cantando en directo. Participó en películas como la ya mencionada “Un hombre llamado flor de otoño” y “Gay Club”, dirigida por Ramón Fernández en 1980. Fue uno de los principales exponentes del transformismo de la época y un luchador por las libertades y derechos del colectivo LGTB a base de arte y desparpajo.

El fenómeno del travestismo en la transición española ha sido muy estudiado por el extraño acogimiento que tuvo en la sociedad de la época, aún muy tradicional y con marcada orientación homófoba, pero que aceptaba la presencia de homosexuales y travestis en los espectáculos de variedades y cabaret, más como objeto de mofa que como espectáculo respetado y admirado. Sin embargo, muchos afirman que este tipo de espectáculos, dado el prisma desde el que era observado, no hacía sino confirmar la hegemonía heterosexista que seguía instalada en aquellos momentos.

Artistas como Pérez Ocaña, Paco España y tantos otros personajes famosos y anónimos que tuvieron la “osadía” de mostrarse tal como eran en unos tiempos convulsos, llenos de resquemor e intolerancia, son los que sembraron las primeras semillas de la convivencia y el respeto que vivimos en la actualidad.

 

El 30 % de hombres gays y bisexuales con VIH evita tener sexo y el 41 %, pareja

Tanto por evitar la discriminación como por ahorrarles este estigma a sus personas cercanas, una tercera parte de los hombres gais y bisexuales con VIH se aislaron.

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales, FELGTB, quiere denunciar el estigma asociado al VIH que, como el de la diversidad sexual, se contagia a quienes apoyan públicamente a alguien con VIH.

Según una encuesta sobre experiencias de discriminación de las personas LGTB con VIH realizada por FELGTB entre el 1 de diciembre de 2013 y el 15 de marzo de 2014, el 65 % de los gais y bisexuales con VIH temieron en los últimos 12 meses ser objeto de chismes y el 42 % y el 27 %, respectivamente, temió sufrir agresiones verbales o físicas a causa de su infección por VIH. Uno de cada ocho encuestados recibió insultos.

El estigma hizo sufrir el rechazo por parte de sus parejas estables u ocasionales al 30 % de los hombres gais y bisexuales con VIH, y el 14 % llegó a sufrir violencia psicológica por parte de sus parejas, que utilizaron en su contra el hecho de tener VIH.

Tanto por evitar la discriminación como por ahorrarles este estigma a sus personas cercanas, una tercera parte de los hombres gais y bisexuales con VIH se aislaron. Pero estas consecuencias van más allá de las relaciones interpersonales: un 20 % evitó ir a un servicio hospitalario y un 18 % a su centro de atención primaria por temor a ser juzgados o discriminados.

Así mismo, la Federación reclama al Gobierno que se responsabilice del compromiso asumido ante Naciones Unidas de cero transmisiones y cero discriminación por VIH, abordando la prevención, el tratamiento de la infección y, además, reducir todos los factores sociales de riesgo en la infección como la violencia de género o la LGTBfobia, así como trabajar contra la discriminación a las personas que viven con VIH.

“Para abordar de forma seria el objetivo de cero nuevas infecciones y cero discriminación es urgente un Pacto Social frente al estigma por VIH en todos los ámbitos, un Plan Nacional sobre el Sida con capital humano y económico suficiente y un abordaje serio y responsable por parte de las administraciones públicas. Durante esta legislatura las ONG nos hemos visto trabajando casi a contracorriente con el Ministerio de Sanidad”, ha denunciado Santiago Redondo, coordinador del Área de Salud Integral y VIH de FELGTB.

Obispo de Alcalá ESPAÑA “Hay que quitarle el voto a las mujeres, porque últimamente piensan por su cuenta”

Noticia publicada en Nueva Mentes

El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Plà

El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Plà

Sus ataques contra los homosexuales
Reig Pla, que ha generado polémica en los últimos dos años por sus ataques contra los homosexuales, a los que ha vinculado con la corrupción y la prostitución, así como sobre el aborto, ha cargado contra lo que ha calificado de “feminismo ideológico” y “radical”, durante su intervención en la presentación del libro La teología feminista, significado y valoración (BAC), del profesor Manfred Hauke, en la Universidad Francisco de Vitoria, este miércoles.
La deconstrucción de la persona
“Conviene indicar que el feminismo ideológico no es más que un paso en el proceso de deconstrucción de la persona. De hecho, los argumentos que sustentan el pensamiento feminista, en sucesivas evoluciones, han propiciado la ideología de género y las teorías Queer y Cyborg”, ha afirmado el obispo, informa Europa Press.
Según ha dicho el obispo, “el feminismo ha ido ganando terreno en el campo de la opinión y de la cultura” de forma que “lo que en un primer momento se presentaba como ‘feminismo sufragista’, que reclamaba el derecho a voto de las mujeres o la igualdad de derechos entre el varón y la mujer, ha ido evolucionando bajo el influjo de distintas ideologías”.
Del feminismo de la igualdad al feminismo ginocéntrico
Reig Pla ha criticado que las mujeres hayan pasado de pedir “la igualdad” y del “feminismo de cuota”, que reclama al menos la mitad de los cargos de responsabilidad para las mujeres, “a la pretensión del empoderamiento de la mujer, al feminismo radical o al feminismo ginocéntrico”.
Según ha dicho Reig Plà, el “feminismo radical” es más conocido por “sus pretensiones políticas y por sus vinculaciones con los movimientos que promueven el aborto, el ataque al matrimonio monógamo e indisoluble y a la maternidad”.
Rezar por ellas
El obispo ha defendido el papel que concede la Iglesia a las mujeres, “promotoras de un nuevo feminismo que, sin caer en la tentación de seguir modelos machistas, sepa reconocer y expresar el verdadero espíritu femenino”. Reig Pla ha añadido que a las “feministas radicales” dar la espalda, sino “desde la verdad, respeto y amor proponerles, con caridad, la verdad y orar por ellas”.