El amor que gana a los murmullos y la represión: tres historias de parejas LGTB en el mundo

Yen y Huong, Gerardo y Rafael, y Qwin Mbabazi y Julz comparten con eldiario.es su experiencia como parejas LGTB

Yen y Huong, Gerardo y Rafael, y Qwin Mbabazi y Julz comparten con eldiario.es su experiencia como parejas LGTB. / Imágenes cedidas.

Desde Venezuela hasta Vietnam, mantener una relación estable con una persona de tu mismo sexo supone afrontar en muchos casos no solo el rechazo familiar sino leyes que penalizan y consideran delito esta forma de amar. Hace diez años, España legalizó el matrimonio homosexual. Fue el cuarto país en hacerlo. Hoy en día, las parejas homosexuales pueden casarse en una veintena de países del mundo, la mitad de ellos europeos.

Este derecho todavía está lejos convertirse en una realidad para las ugandesas Qwin y Julz. En el continente africano tan solo Sudáfrica contempla el matrimonio gay. Pero que no sea legal o que la homosexualidad constituya un crimen, como es el caso de Uganda, no significa que no se produzan uniones informales. Qwin y Julz cuentan aleldiario.es cómo organizaron su boda simbólica y secreta justo un día después de la aprobación en su país de la conocida y polémica Ley Anti-Gay.

Venezuela también está a la cola en reconocimiento de derechos LGTBI dentro de América Latina, muy por detrás de países con legislación más avanzada como Argentina, Uruguay o Brasil. Allí viven su relación “completamente fuera delcloset” Gerardo y Rafael, una pareja de comunicadores que trabaja en su propia empresa de diseño web.

Donde sí pueden casarse desde principios de este año las parejas LGTBI es en Vietnam, aunque la unión no es equiparable a un matrimonio en términos legales. Una pareja de lesbianas como Yen y Huong ya no sería multada por hacerlo. Ellas no han tenido que pensar en si tendrán hijos o no. La niña ya estaba ahí, fruto de una relación anterior.

Tres historias en tres continentes. Tres parejas LGTBI comparten su experiencia, cada una con sus matices pero todas ellas con esa idea de fondo que expresa con sencillez la ugandesa Julz: “También somos humanos”.

Uganda: Qwin Mbabazi y Julz

Qwin Mbabazi y Julz han sufrido agresiones y amenazadas por su orientación sexual en Uganda

Qwin Mbabazi y Julz han sufrido agresiones y amenazadas por su orientación sexual en Uganda. / Imagen cedida.

Qwin Mbabazi y Julz habían planeado casarse el 21 de diciembre de 2013, aunque en su país, Uganda, la homosexualidad es un crimen y la unión carecería de valor legal. Por paradojas del destino, un día antes, el parlamento aprobaba la polémicaLey Anti-gay, un texto que endurecía las penas y que fue finalmente tumbado por la Corte Constitucional ugandesa en agosto de ese año. “Para mí fue el momento más difícil de nuestra relación. Muchos de nuestros amigos invitados no quisieron venir pues temían por sus vidas, por la amenaza de que fueran arrestados durante la ceremonia”, cuenta desde Kampala Julz, de 30 años. Por suerte, todo fue bien y ahora siempre sonríe cuando recuerda a Qwin aquel día.

“¿Realmente ella te hace feliz?”, preguntaron a Qwin sus hermanos cuando les habló de Julz. “Eso fue todo lo que les importó”. Qwin no le ha dicho abiertamente a su madre que es lesbiana. “Creo que ella se lo imagina y ver que le tiene mucho cariño a Julz me hace realmente feliz. Sabe que vivimos juntas”. Qwin salió del armario por primera vez ante sus mejores amigas. “Fue un shock para ellas, algunas lloraron, pensaban que me habían perdido pero les aseguré que seguía siendo yo y con el tiempo se acostumbraron a verme salir con chicas”, relata.

Conoció a Julz en una fiesta de cumpleaños en 2012. “Hubo química a primera vista aunque Julz entonces estaba saliendo con otra persona”. Julz dice que no está “dentro del armario pero tampoco fuera”. “La mayoría de mis amigos y familiares lo saben pero por mi estilo de vida. Tal vez en un futuro se lo digamos a nuestros padres pero todavía tenemos miedo de su reacción”, confiesa.

Uganda es uno de los países africanos con peor historial en lo que se refiere a la situación de las personas LGTBI, no obstante, también cuenta con un sólido movimiento de activistas y organizaciones que reivindican sus derechos y luchan contra la homofobia. “Ser una pareja de lesbianas en Uganda es difícil por el odio y la homofobia. Las probabilidades de violaciones correctivas y colectivas son muy altas. Eso nos preocupa, por eso seguimos diciéndole a nuestros vecinos o compañeros de trabajo que somos hermanas”, indica Qwin, que tuvo que renunciar a un trabajo porque descubrieron su orientación sexual y la amenazaron con contárselo a su padre mientras que sus superiores, cuenta, la chantajeaban y le pedían sexo a cambio de guardarle el secreto.

Las dos han sido objeto de agresiones homofóbicas. “Una vez unos hombres golpearon a Qwin en un club porque ella rechazó sus insinuaciones, nos tiraron las bebidas encima y nos insultaron. También hemos recibido mensajes desde cuentas falsas amenazándonos con exponernos públicamente en los medios de comunicación”, detalla Julz. Ataques en las redes sociales, amenazas, incluso de vez en cuando invitan a amigos varones a sus casas para que se hagan pasar por sus novios y les digan cosas como “cariño, y todo eso”, dice.

Aunque no es su caso, Qwin y Julz cuentan que en Uganda es habitual que las familias deshereden a las personas LGTBI. “A muchas personas las ha desheredado, les han pegado o les han negado el acceso a la escuela por ser gays. Afortunadamente también hay familiares que los apoyan aunque eso no sea bien recibido por el resto de miembros”, señala Qwin.

“Yo cambiaría las actitudes homofóbicas de la gente, les haría ver que las personas LGTBI también somos humanos, que nacimos así. Qwin y yo estamos juntas porque nos amamos. Es fantástico tenerla al lado. Nos completamos”, concluye Julz.

Venezuela: Gerardo y Rafael

“Llegó un momento en el que tuvimos que asimilar que lo nuestro era algo más que un polvo”, dice sin tapujos el caraqueño Gerardo Márquez, que lleva bien al día las cuentas de su relación con Rafael Vanezca. “El día 16 de octubre cumplimos ocho años”. Gerardo asegura que él ya estaba “muy fuera del closet [armario]”. A Rafael le costó un poco más. “Yo lo llevaba calladamente. Salí del closet muy viejo, a los 26, a raíz de un accidente cerebrovascular. En ese momento decidí vivir mi vida”, cuenta.

Tras la boda de una hermana a la que asistió solo a pesar de llevar años emparejados, tomó la decisión de hacer pública su relación. “El día siguiente de la boda les dije: “Miren, yo tengo una relación con Gerardo” y me dijeron que ya lo sabían, como lo más normal del mundo. Después lo dije en la oficina, en la calle y ya todo normal”.

En Venezuela la homosexualidad no está penalizada aunque el país, recalca Gerardo, “está atrasadísimo junto a Guyana [donde es ilegal], Bolivia, Perú y Paraguay en cuanto a reconocimiento de derechos LGTBI. Aquí todavía se sigue considerando al gay menos válido que al hombre normal”, lamenta. El rechazo, “que curiosamente es mayor cuanto más arriba se esté en la escala social”, matiza, lleva por ejemplo a que la orientación sexual se haya utilizado en algunas ocasiones como arma arrojadiza para desprestigiar a algún candidato político.

“No hay ningún diputado luchando por el matrimonio LGTBI, no hay representantes LGTBI en la Asamblea y si los hubiera están en el closet”, apunta Gerardo, quien no cree que las cosas vayan a mejorar en el corto o medio plazo: “No hay una voluntad política ni por parte del gobierno ni de la oposición de crear un marco legislativo”. En su país, sostiene, “el gay es la loca de la serie de televisión, el maricón de los chistes, se le da un trato muy denigrante”, afirma este licenciado en Comunicación Social.

Gerardo y Rafael viven su relación de manera pública en Venezuela

Gerardo y Rafael viven su relación de manera pública en Venezuela. / Imagen cedida.

Pese a todo, reconocen que a nivel social y cultural las cosas han mejorado en los últimos años. No hablan de homofobia aunque reconocen que todavía se dan situaciones extremas. Hablan, por ejemplo, de un amigo cuyo padre era alcohólico y se veía obligado a dormir con un bate porque algunas madrugadas “llegaba borracho y le tumbaba la puerta de la habitación plantándose con un cuchillo a matarlo porque él no iba a tener un hijo marico“. O de una familia que no acudió a la graduación de su hijo. “Pudo más la vergüenza del hijo homosexual que el orgullo del hijo graduado”, sentencia Gerardo.

En su día a día, Rafael y Gerardo, que colaboran en la fundación  Reflejos de Venezuela impartiendo charlas o difundiendo materiales educativos dirigidos principalmente a familias con hijos o hijas LGTBI, han aprendido a “des-sexualizar” las tareas domésticas. “Aquí los roles el patriarcado son un gran tema. ¿Quién lava los platos?, te preguntan. Los platos no tienen género. La cosa es que esto lo hago yo no porque sea hombre o mujer sino porque para mí es menos incómodo. Hemos visto casos de parejas en las que esto se convierte en motivo de separación, ¡la casa se los come!”.

Cuando se les pregunta cuál ha sido la experiencia más difícil para ellos no dudan en decir que la muerte de la madre de Rafael. “Ahí ya la familia de Rafael lo sabía pero claro, una cosa es eso y otra que se entere hasta el hijo de la vecina”, añade Gerardo, quien subraya que aquello los unió mucho como pareja, “poder estar en las malas”.

En las malas y en las buenas. Como unas vacaciones en Lima hace tres años. “Allí nos dimos nuestro primer beso emblemático en lugares públicos”, desvela Rafael. Y empezaron a coleccionar besos: frente a la catedral de Lima, en el balcón de la alcaldía de la capital de Perú, frente al Palacio de la Moneda en Chile, ante el Congreso de la República de Venezuela… “Hay gente que piensa que esto es contra natura, una elección, una inclinación, pero nosotros no vivimos a 45 grados”, dice Gerardo inclinándose sobre sí mismo entre risas. “Vivimos como el resto”.

Vietnam: Nguyen Hai Yen y Huong

La historia de Yen y Huong no es de dos sino de tres. Cuando Yen conoció a Huong esta tenía un bebé de su anterior matrimonio. “Llevamos ya cuatro años juntas pero al principio no fue fácil. Por un lado, porque nuestra relación no era aceptada por ser del mismo sexo y por otro, porque mi pareja había estado casada y tenía un bebé así que fue muy furo para ella que su familia la entendiera y aceptara la relación”, recuerda Yen por correo electrónico desde la ciudad vietnamita de Ho Chi Minh.

Estar juntas iba a ser un reto. En Vietnam las relaciones entre personas del mismo sexo no están penalizadas por ley. De hecho, el 1 de enero de 2015 entró en vigor una enmienda en virtud de la cual los matrimonios homosexuales dejaban de estar prohibidos aunque seguirían careciendo de validez legal, es decir, desde ese día las parejas pueden celebrar bodas simbólicas sin el riesgo de ser multadas aunque no serán legalmente un matrimonio a todos los efectos y derechos de los que gozan los matrimonios heterosexuales. La adopción todavía está lejos de ser una realidad.

“Durante los dos primeros años de estar juntas tuvimos que criar a la hija de Huong y hemos demostrado que podemos cuidar a una niña como cualquier otra pareja. Los padres aman a sus hijos y eso hacemos nosotras también”, explica Yen, que gradualmente se ha ido ganando la aceptación y el apoyo de la familia de su novia.

Las vietnamitas Yen y Huong han demostrado en su entorno que pueden criar a una niña como cualquier pareja

Las vietnamitas Yen y Huong han demostrado en su entorno que pueden criar a una niña como cualquier pareja. / Imagen cedida.

Yen es miembro activo de la organización de defensa de los derechos LGTBI “Living my life”. Los desafíos para las parejas del mismo sexo son muchos en Vietnam, reconoce Yen. “Antes del año 2008 no teníamos ninguna información sobre LGTB o sobre orientación e identidad sexual. No había una ley que nos criminalizara pero el matrimonio estaba prohibido. Éramos una comunidad totalmente invisible y carente de autoestima”, admite.

Invisibles por un lado y señalados en los medios de comunicación “como el mal, como pecadores, seguidores de un estilo de vida occidental contrario a la tradición”, apunta. “Ni las familias nos aceptaban ni se hablaba de esto en la escuela. Lo masculino era respetado, la heteronormatividad era el único estándar social”, añade la vietnamita quien resalta que ni tan solo dentro de las comunidades LGTBI se entendían unos a otros. “No había solidaridad entre nosotros pero ahora las cosas están cambiando”.

“Ahora nos podemos dar la mano en la calle o incluso besarnos con más facilidad que antes, pero somos conscientes de que todavía hay mucha gente que no entiende la homosexualidad. Hace falta tiempo”.

Verónika Arauzo, activista transexual: “Me impidieron entrar en el Hotel Oscar diciéndome que no podía ir disfrazado”

Verónika Arauzo, en un momento de la protesta frente al Hotel Room Mate Oscar

Verónika Arauzo, en un momento de la protesta frente al Hotel Room Mate Oscar / Aroa Burton

Verónika Arauzo es una activista transexual que el pasado domingo participó en la manifestación por un Orgullo crítico convocada en Madrid. El objetivo: “Recuperar el espíritu reivindicativo y protestar contra la mercantilización del oficial”. Sin embargo, horas después del final de la movilización, Arauzo acabó interponiendo una denuncia contra el Hotel Room Mate Oscar, que afirma ser conocido “por su respaldo al movimiento LGTB”, alegando que el personal del establecimiento le había impedido la entrada “por razones transfóbicas, sexistas y clasistas”, según cuenta a eldiario.es.

Los hechos ocurrieron sobre las 21.30 de la tarde, cuando, según su testimonio, intentó acceder a la azotea del edificio junto a otros dos compañeros para hacer una fotografía panorámica de la manifestación, que en ese momento había llegado a la plaza Vázquez de Mella de Chueca, final del recorrido. Según la afectada, en un principio, “el portero me dijo que no podía pasar porque no llevaba casi ropa, a lo que respondí vistiéndome”. Sin embargo, “seguían sin dejarme entrar, así que solicité hablar con el encargado”.

“Él me insistió en que había un ‘dress code’ para poder entrar en el hotel que yo no cumplía, pero finalmente se le acabó escapando que ‘así disfrazado’ no podía pasar'”, sostiene Arauzo, que fue la persona que había tramitado los permisos ante la Delegación del Gobierno para celebrar la manifestación. Según su testimonio, “estaban dejando entrar a otras personas con atuendos similares a los nuestros”. Acto seguido, los participantes en la movilización del Orgullo Crítico decidieron dirigirse a la puerta del hotel y protestar de forma pacífica pronunciando consignas como “si tocan a una, nos tocan a todas” o “aquí está la resistencia trans”. Una acción que culminó sin incidentes.

La versión de la empresa

Casualmente, este lunes, Cogam (asociación de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Madrid) iba a entregar al Hotel Room Mate Óscar el Premio Triángulo Empresa Amigable LGTB, que al final ha acabado suspendiendo de forma cautelar. “Debemos esperar a que se aclare el incidente”, sostiene Gerardo López, portavoz de la organización.

Las razones para entregar el galardón, en opinión de López, radican en que se trata “de una empresa que nació con vocación de inclusión y con actitud amigable hacia las personas LGTB”. Sin embargo, confirma que “lo lógico es esperar a que se resuelva la denuncia” e insiste en que “Cogam está siempre al lado de las personas LGTB y en contra de cualquier gesto o actitud discriminatoria”.

La versión del hotel, propiedad del empresario Enrique Sarasola, difiere mucho a la ofrecida por la activista. A través de un comunicado, desmiente que se produjera un acto de transfobia y sostiene que “la persona denunciante se personó en el hotel con evidentes síntomas de embriaguez”. “En vista de su actitud le fue denegado el acceso alegando el derecho reservado de admisión del local”, añade. Además, desde la empresa explican que, a pesar de la presencia de la policía en el lugar de los hechos, “la activista no realizó ningún tipo de diligencia”.

Verónika Arauzo aclara que no realizó ninguna denuncia ante el policía porque éste “mostró una actitud tránsfoba, falta de sensibilidad y no lo iba a entender”. Al día siguiente de la manifestación, acudió a la comisaría de la madrileña calle Leganitos para interponerla. Ahora se plantea ampliar la demanda “ante las difamaciones que está vertiendo la empresa”. La Plataforma por los Derechos Trans ha lanzado un comunicado condenando “este deleznable acto de transfobia”.

La activista ha recibido una ola de solidaridad en las redes sociales por parte de activistas y movimientos integrantes del Orgullo Crítico, a los que agradece el apoyo y pide “una declaración conjunta porque han estado presentes en el lugar de los hechos”. Varios asistentes aseguran a este medio que “Verónika en ningún momento mostró síntomas de estar bajo los efectos del alcohol” y se muestran indignados porque “el hotel ha cambiado de versión”.

Homosexuales piden cambios en la política durante la Parada Gay de Sao Paulo

Millares de homosexuales y activistas desfilaron hoy en la 19ª Parada del Orgullo Gay de Sao Paulo, que este año se realizó con el lema “Yo nací así, crecí así y voy a ser siempre así” y en la que muchos de los participantes pidieron cambios en la clase política brasileña.

Carteles y consignas tuvieron como blanco de las críticas a políticos encabezados por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, apuntado como uno de los opositores en el Legislativo del proyecto de ley que pretenden tipificar la homofobia como crimen.

“El momento de Brasil para la comunidad LGBT (Lesbianas, Gay, Bisexuales y Travestis) no está fácil. El Congreso es muy conservador, pero al mismo tiempo tenemos esta parada magnífica aquí en la Avenida Paulista, que es la más importante de Sao Paulo”, señaló a Efe la senadora Marta Suplicy.

La congresista, quien fue ministra de Cultura y Turismo, lideró varias campañas del llamado ‘Movimiento Gay’ en Sao Paulo cuando fue alcaldesa de la mayor ciudad brasileña entre 2001 y 2004.

Suplicy destacó el respeto a la diversidad como uno de los caminos que debe adoptar el país.

“Eso es lo que el brasileño desea, porque no queremos vivir en la intolerancia, no queremos vivir en la pelea, no queremos violencia contra cualquier ciudadano”, apuntó la senadora, quien está dejando el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) por diferencias políticas con la presidenta, Dilma Rousseff, y otros líderes.

La organización esperaba 2,5 millones de personas durante la marcha y la concentración en la que se llevó a cabo una programación artística y cultural, pero números no oficiales de las autoridades calcularon la presencia de menos de un millón de activistas y simpatizantes, un número expresivo, pero inferior al de otros años.

Las críticas de la comunidad homosexual contra Cunha y otros legisladores del llamado ‘frente religioso’, del que forman parte algunos pastores evangélicos que son congresistas, han tomado más fuerza en los últimos días con el estancamiento para el debate de aprobación de diferentes proyectos a favor de ese grupo social.

Cunha defiende, entre otras medidas, la implementación del Estatuto de la Familia, que prevé el fin de la adopción por parte de parejas homosexuales.

“Nosotros tuvimos un retroceso en el Legislativo, siendo electas personas que no representan el pueblo y que están representando intereses propios y no los intereses que representan al pueblo”, comentó a Efe Fernando Quaresma, presidente de la Parada Orgullo Gay de Sao Paulo.

Para el activista, la parada “da visibilidad al movimiento ‘LGBT’ de Brasil, que es hoy el mayor del mundo”.

Un grupo de evangélicos participo de la marcha con el propósito de pedir “disculpas” por el maltrato y prejuicio de algunas religiones con la comunidad homosexual y portaron carteles contra los políticos y pastores cristianos Marco Feliciano y Silas Malafaia.

“En mi opinión esas personas no representan a los cristianos. Malafaia, Feliciano o Eduardo Cunha, ninguno de ellos representan al pueblo. En mi opinión, ellos levantan esas banderas homofóbicas para captar votos. Entonces, en verdad, eso es sólo un plan de poder y nada más”, resaltó Ramos.

Este año, la Parada del Orgullo contó con 18 carrozas gigantes de sonido, animadas muchas de ellas por pinchadiscos, cantantes como la ‘funkeira’ Valesca Popozuda y las actrices extranjeras del elenco de la serie televisiva estadounidense ‘Orange is the new black’, que aborda la temática homosexual y fueron invitadas para el evento.

Las actrices que participaron y danzaron sobre uno de los camiones de sonido fueron Natasha Lyonne (‘Nicky Nichols’), Uzo Aduba (‘Crazy Eyes’) y Samira Wiley (‘Poussey’).

El ayuntamiento de Sao Paulo organizó la infraestructura de la Parada y presentó a través de su oficina municipal de turismo una guía especializada sobre atracciones turísticas y comerciales de los establecimientos considerados ‘gay friendly’ (amigo homosexual).

El Museo de la Diversidad de Sao Paulo, el primero de su género en América Latina, exhibe durante la semana la muestra de ilustraciones ‘Homofobia Fuera de Moda’ y 280 salas de cine acogieron durante el mes una programación con películas de temática homosexual.

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http://www.eldiario.es/sociedad/Homosexuales-Parada-Gay-Sao-Paulo_0_396160800.html

Zerolo y Maroto. Armarios, luchas y privilegios

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Los parlamentarios del PP Javier Maroto (i), e Iñaki Oyarzábal, el 28 de mayo en el Parlamento vasco. Efe / David Aguilar

Nos hemos despertado con la noticia de la muerte de Pedro Zerolo. No lo conocía más que a través de los medios de comunicación, pero era de los pocos políticos que me inspiraban un mínimo de confianza y simpatía, porque me transmitía vitalidad y compromiso en vez de cinismo.

Zerolo se va cuando se cumple una década de la aprobación de la ley del matrimonio igualitario. Y una semana después de que el alcalde en funciones de Vitoria Gasteiz Javier Maroto, un destacado miembro del Partido Popular, formación que se volcó contra esta ley, anunciase que se casa con su novio.

“Los políticos homosexuales, al menos muchos de ellos, hace tiempo que han salido del armario en este país”, celebraba el pasado domingo Aitor Guenagaen un análisis sobre la boda de Maroto y los pactos que se están fraguando para que no gobierne la capital vasca otros cuatro años. En el artículo cita a otros dirigentes abiertamente homosexuales, como Iñaki Oyarzábal (PP Vasco) e Iñigo Iturrate (PNV).

A menudo  hemos explicado que el uso androcéntrico del lenguaje crea imaginarios igualmente androcéntricos. Que cuando las mujeres no somos nombradas, tampoco somos visualizadas. Guenaga habla de “los políticos homosexuales”. Se supone que en el castellano, el masculino incluye a ambos sexos, por lo que una podría pensar que el enunciado incluye a “las políticas homosexuales”. Lo que ocurre es que, en este y otros tantos temas, la realidad de los hombres y de las mujeres es tan dispar que cuando se utiliza el masculino universal, se está obviando la mitad de la película. No se está dando una proliferación de políticas abiertamente lesbianas que anuncian enlaces con sus novias de toda la vida. No está ocurriendo, ni en el Partido Popular ni en los de izquierda.

¿A qué se debe? La respuesta rápida y trillada es que las lesbianas vivimos una doble discriminación: por ser mujeres y por ser lesbianas. Frente al enfoque aritmético de las dobles discriminaciones, en las ciencias sociales está primado el enfoque complejo de la interseccionalidad: el grado de exclusión que implica ser gay o lesbiana vendrá determinado por un montón de factores. No es lo mismo ser lesbiana en la ciudad que en el campo; siendo una empleada doméstica inmigrante sin papeles o una empresaria hostelera de Chueca; no es lo mismo ser una lesbiana camionera (literal y figuradamente hablando) que una lesbiana top-model; no es lo mismo trabajar en un colegio religioso que en una revista feminista. Cada circunstancia implica tanto discriminaciones específicas como posibilidades diferentes para resistirlas. Y lo mismo ocurre con los gays. Decir que una lesbiana siempre estará más discriminada que un gay es tan simplista como decir que una mujer siempre va a estar más oprimida que un hombre. Sin embargo, está claro que algo tiene que ver la socialización sexista con la casi nula presencia de lesbianas declaradas en la política española.

También se suele decir que las lesbianas somos invisibles. Mientras que ser gay ha estado marcado por el estigma (ser el maricón de la clase, del pueblo…), las lesbianas han tendido a pasar inadvertidas (a ser, por ejemplo, la tía que se mete a monja o la que se queda solterona y se dedica a cuidar a familiares dependientes o vive con una amiga). El movimiento LGTB ha estado liderado, en la mayoría de los casos, por los gays, debido a que el liderazgo es un valor más presente en la socialización de los hombres que de las mujeres. Esto se refleja bien  en la taquillera película Pride: el joven activista es el líder de un colectivo en el que solo hay una lesbiana (irrelevante en la trama). Había otras dos, pero se fueron: en vez de explicar sus legítimas incomodidades con el liderazgo del protagonista, quedan retratadas como locas separatistas, al estilo ‘Frente Popular de Judea’.

Otra respuesta es la misoginia. Y aquí me acuerdo de Beatriz Gimeno, gran amiga de Zerolo.  Gimeno escribió, también en eldiario.es, un artículo en el que explicaba por qué el rey recibía a la FELGTB mientras el PP seguía intentando legislar contra el derecho al aborto; por qué en muchos países avanza el reconocimiento institucional a la diversidad sexual mientras se legisla contra el derecho de las mujeres a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra maternidad. Gimeno afirma que “la homofilia histórica tiene un poso misógino muy grande” (evoco la testosterona que destilaba ese diálogo sobre caracoles y ostras censurado de Espartaco) y señala a esos gays privilegiados que disfrutan de la libertad conquistada por maricas, bolleras y travestis en las calles, mientras defienden que los Estados y las Iglesias sigan colonizando nuestros úteros. En el caso de Maroto, añado, gays privilegiados que utilizan su condición para dar una imagen moderna y liberal a la vez que arremeten contra los derechos de otros sujetos excluidos, por su origen, color de piel o situación administrativa (a esto se le llama  pink-washing o lavado rosa).

La homofobia es el principal instrumento de marcaje de género entre hombres (“marica” sigue siendo el insulto más empleado contra niños en los patios del colegio, y de lo más habitual en grupos de amigos, en campos de fútbol…), mientras que entre mujeres “puta” va antes que “bollera”. Sin embargo, parece que hay una vía de escape: ser homosexual pero no marica.

Si no tienes pluma o la escondes, si reproduces la masculinidad hegemónica, que se relaciona con valores como el liderazgo, la ambición y el poder, pues podrás ser respetado y la gente se esforzará en olvidar lo que ocurre en tu cama. Un hombre de mi familia lo dijo una vez: “Yo no tengo nada en contra de los homosexuales, pero detesto a los maricones”. Aclaró que usaba maricón como sinónimo de hombre que no es tal, no por sus preferencias sexuales sino por cobarde o pusilánime.

La homosexualidad respetable se asocia a masculinidad al cuadrado, sin mariconadas. De ahí que los círculos de poder sean accesibles para hombres homosexuales. ¿Quién va a acusar de ser poco hombre a un juez como Grande Marlaska o a un político como Maroto? Por eso el sociólogo Oscar Guasch -quien habla de la homofobia compleja, esa por la que los hombres que se definen como heterosexuales temen ser acusados de maricas- propone la siguiente receta contra la homofobia y la misoginia: “De la misma forma que hay mujeres que se definen políticamente como putas, podríamos reivindicar ser maricas, cobardes, renunciar a la masculinidad”.

Y sí, como dice Beatriz Gimeno, estos políticos conservadores homosexuales pueden dejar de esconder a sus novios, pueden tener maridos, gracias a los maricas, las bolleras y lxs trans que han dado la batalla en las calles. Gracias también a políticos como Zerolo, que izaron la bandera arcoiris cuando eso no daba votos precisamente. Pero si pueden hacerlo es porque el poder les hace inmunes a muchas cosas, incluida la discriminación.

Zerolo luchó por una ley criticada tanto por los homófobos como por la gente que, desde la izquierda, cuestiona la institución del matrimonio, incluidos los gays y lesbianas que alertan el riesgo de “heteronormativizar” las disidencias sexuales. Recordemos la célebre cita del primer ministro británico David Cameron: “No apoyo el matrimonio gay pese a ser conservador; apoyo el matrimonio gay porque soy conservador”. Como dice nuestra compañera Andrea Momoitio, los conservadores prefieren las bodas gay a los cuartos oscuros. No me quiero extender más: lean este imprescindible artículo de Lucas Platero en el que señala a quién beneficia y a quién no tanto esta conquista social, y qué otras discriminaciones siguen estando mucho más desatendidas.

Así pues, de la misma forma que no podemos pensar que el racismo está superado porque el país más poderoso del mundo esté presidido por un político negro, debemos evitar que la presencia de varones homosexuales entre los representantes del poder político, económico, judicial y religioso de este país nos lleve a lecturas complacientes.

Doy las gracias a Pedro Zerolo y a todas las personas que han hecho posible que las nuevas generaciones crezcan sabiendo que pueden emparejarse y formar familias con personas de su mismo sexo, que sus entornos reaccionarán mejor o peor, pero que el Estado reconoce ese derecho. Pero sirva también el adiós a Zerolo para pensar cómo seguir avanzando hacia un respeto pleno a la diversidad sexual en el que la vergüenza, la culpa, el estigma, la exclusión y la agresión directa desaparezcan de la vida de todas las personas.

Muere Pedro Zerolo

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“Quizá de tanto gobernar en el PSOE nos dejamos los principios por el camino”

Pedro Zerolo, activista y político, ha fallecido en Madrid a los 54 años. El diputado electo por el PSOE en la Asamblea de Madrid, que ayer no pudo recoger su acta de diputado debido a su delicado estado de salud, padecía un cáncer de páncreas desde diciembre de 2013

Zerolo, en la actualidad secretario de Movimientos Sociales de la Ejecutiva de Pedro Sánchez en el PSOE, se ha mantenido activo en la vida política a pesar de la dureza del tratamiento al que se ha visto sometido. De hecho, después de que Tomás Gómez fuera apartado de la candidatura socialista en la Comunidad de Madrid poco antes de los comicios, Zerolo se ofreció a encabezar la candidatura del PSM. Finalmente ocupó el tercer puesto de la lista de Ángel Gabilondo.

Nacido en Caracas en 1960 y tras vivir su infancia y juventud en Canarias, Zerolo centró su labor como abogado a su llegada a Madrid en el activismo social. En 1992 comenzó a trabajar en los servicios jurídicos del Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid, COGAM, entidad que presidió poco después. En 1998 fue nombrado presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, FELGTB. Abandonó el puesto en 2003 para dar el salto a la política.

En el PSOE, como responsable de Movimientos Sociales, fue uno de los promotores de la aprobación del matrimonio gay en 2005 tras la llegada al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Desde junio de 2003 y hasta estos comicios ha sido concejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid. Tras las elecciones del 24-M fue elegido diputado en la Asamblea de Madrid.

La capilla ardiente, en la Casa de la Villa de Madrid

La capilla ardiente de Pedro Zerolo se instalará en el Patio de Cristales de la Casa de la Villa, han informado fuentes municipales a Europa Press, después de conocerse la muerte del concejal en funciones.

La alcaldesa en funciones, Ana Botella, ha propuesto a la familia que el velatorio tuviera lugar en el Patio de Cristales y la familia de Zerolo ha aceptado.

Este emplazamiento está muy vinculado a la actividad de concejal del socialista, tanto por los años que pasó en la Casa de la Villa cuando se celebraban ahí los plenos mensuales como hasta hace unos meses, cuando seguía acudiendo a las comisiones de Familia, Servicios Sociales y Participación Ciudadana, de las que era portavoz del PSOE.

Las terapias de conversión para homosexuales que quiere prohibir EEUU son aún legales en España

Mientras Estados Unidos estudia la posibilidad de prohibir las terapias de reorientación sexual, tal y como anunció el presidente Barack Obama el pasado abril, en España no hay ninguna ley que prohíba explícitamente estas prácticas.

Las terapias de conversión son intervenciones, normalmente con terapia psicológica, que tienen como objetivo cambiar la orientación sexual o identidad de género de una persona por considerar que ésta es inadecuada. En la mayoría de los casos estas terapias se dan en familias con profundas creencias religiosas y están a menudo dirigidas a niños o adolescentes que no tienen autoridad legal para tomar sus propias decisiones médicas.

El debate sobre este tipo de terapias se ha reabierto en EEUU a raíz del suicidio de la adolescente de 17 años Leelah Alcorn. El fallecimiento de Leelah, que fue obligada a asistir a una terapia de conversión, provocó una oleada de indignación que ha terminado con una campaña de recogidas de firmas en la que se exige al presidente Obama que prohíba este tipo de prácticas.

La Casa Blanca, a través de un comunicado, ha asegurado compartir la preocupación por los “efectos potencialmente devastadores” de estas terapias y ha afirmado que el gobierno “apoya los esfuerzos para prohibir el uso de la terapia de conversión en menores de edad”.

España en un limbo legal

En España, aunque este tipo de actividades pueden ser perseguidas por medio del concepto jurídico de lex artis, que obliga a todo profesional médico a realizar su trabajo con un estándar mínimo de profesionalidad para evitar la mala praxis, no existe una ley que las prohíba de forma explícita. De esta forma, es el propio paciente el que deberá iniciar un procedimiento que podría terminar en la inhabilitación del profesional implicado.

Sin embargo, esto rara vez sucede. “Muchos de los pacientes de este tipo de terapias acuden presionados por su entorno y avergonzados de su propia orientación sexual, lo que hace difícil que salgan muchos casos a la luz”, asegura Jesús Generelo, presidente de la Federación de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales. Además, continua Generelo, “no nos consta que en España se haya inhabilitado a ningún psicólogo por este motivo, cosa que sí ha sucedido en EEUU”.

Este criterio también es compartido por Juan Manuel Peris, asesor del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid en temas de LGTB. “A lo largo de mis años de carrera nunca me he encontrado un paciente que haya querido denunciar su caso, tras pasar por una de estas terapias”. Además, asegura que este tipo de intervenciones dejan importantes secuelas y “los pacientes suelen necesitar varios años de terapia para corregir el daño que les han hecho”.

“Todos los colegios profesionales de psicólogos rechazan absolutamente este tipo de terapias”, asegura Peris, “pues causan mucho más daño del que supuestamente quieren reparar”, ya que obliga a los pacientes a “luchar contra su propia naturaleza”. Según Generelo, “puede que los padres lo hagan de buena voluntad, pero hay que tener en cuenta que estamos hablando de terapias que se basan en la aversión a uno mismo”.

En qué consisten las terapias

Históricamente se han aplicado todo tipo de métodos para intentar reorientar sexualidad. Hasta mediadios del siglo XX, estos tratamientos incluían intervenciones quirúrgicas como la histerectomía (extirpación de los testítculos), la ablación (extirpación del clítoris) o la lobotomía. Durante la segunda mitad del siglo veinte se han utilizado otros métodos también agresivos como el tratamiento de electroshocks o las terapias de aversión.

En la actualidad no se disponen de tantos datos, ya que “la mayoría de los centros que realizan este tipo de prácticas son muy discretos y no hacen tanta publicidad como antes”, asegura Generelo. Sin embargo, entre los tratamientos más usuales se encuentra el uso de medicación para reducir la libido (castración química), junto con el uso de antidepresivos y ansiolíticos. “He tenido varios pacientes que han pasado por algunas de estas terapias y llegaban a tomar hasta 8 pastillas diarias”, asegura Peris. En cuanto al precio, pueden rondar los 120 euros semanales, según algunos testimonios.

Pueden inducir al suicidio

La comunidad científica no deja lugar a dudas. La homosexualidad o la transexualidad no son tratables, simplemente porque no son enfermedades ni trastornos. Así lo establece tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1990, como la Asociación Americana de Psicología (AAP), que en 1973 eliminó la homosexualidad como trastorno de su Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Según la AAP “la suposición de que la homosexualidad y la bisexualidad son trastornos mentales se basa en teorías psicoanalíticas desfasadas” y aseguran que “estas ideas han sido ampliamente desacreditadas mediante evidencias”.

Sin embargo, el rechazo de la propia orientación sexual sí que se considera un desorden del desarrollo sexual. La OMS define la orientación sexual egodistónica como un desorden en el que “la orientación o la preferencia sexual no está en duda, pero el individuo desea que fuera diferente porque lo asocia con trastornos psicológicos o de comportamiento, y podría buscar tratamiento para cambiarla”. Los casos en los que el individuo asocia su orientación sexual a algún tipo de trastorno, se suelen deber en la mayoría de los casos a “una homofobia interiorizada”, asegura Peris. Lo que se debe hacer en estos casos, según la mayoría de los profesionales consultados, es tratar de que el paciente asimile su orientación sexual con naturalidad.

Los estudios realizados a lo largo de las últimas décadas tampoco dejan lugar a dudas sobre la nula efectividad de las terapias de conversión y sobre sus efectos adversos. Un análisis detallado de todas los artículos científicos sobre este tipo de terapias publicados entre 1960 y 2007 demostró que es “poco probable que los individuos tratados sean capaces de reducir su atracción por el mismo sexo o aumentar su atracción por sexo opuesto”. El mismo estudio, llevado a cabo por la AAP, concluyó además que estas terapias provocan “efectos secundarios negativos que incluyen pérdida del apetito sexual, depresión, tendencias suicidas y ansiedad”.

Igualmente, un informe emitido por el Banco Mundial en 2012 concluía, en base a todos los estudios científicos realizados hasta la fecha, que existe “una abrumadora cantidad de evidencias” que demuestran que la terapia de conversión es “ineficaz, innecesaria y potencialmente dañina”.

 

Marruecos silencia a los homosexuales tras la expulsión de la activista española LGTB

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Protesta tras la expulsión de la activista española LGTBI en la embajada española contra el movimiento LGTBI: Estamos contra los gays porque van contra las leyes de la naturaleza”, dijo uno de los manifestantes/ E. G.

“No más mensajes. No más llamadas. No vamos a hablar más. Estoy lejos. Os echo de menos”. Es la última comunicación enviada por un joven activista que trabaja en defensa del colectivo LGTB en Marruecos a sus amigos, que no han vuelto a verle desde el jueves pasado. En los últimos días han desaparecido del mapa los militantes marroquíes a favor de los derechos de los homosexuales. Están asustados de lo que pueda venir. Ni siquiera se comunican entre ellos. Algunos han dejado sus casas y han cortado los teléfonos. Lo decidieron en una última reunión, escondidos, de madrugada, después de que el miércoles fuera expulsada de Marruecos la delegada española de NOVACT, una ONG financiada con fondos de la cooperación española, la Unión Europea y el Ayuntamiento de Barcelona.

“Temen que con nuestra salida de Marruecos empiecen a estar más perseguidos y aumenten las medidas de represión”, explica en conversación con eldiario.es el director de NOVACT en Marruecos, Luca Gervasoni. Todos los miembros de la ONG han abandonado el país después de la expulsión, el miércoles pasado, de la delegada, L.V. que, con toda probabilidad, no podrá volver a poner un pie en suelo marroquí. Está acusada, según el Ministerio del Interior, de “apadrinar acciones no autorizadas en el marco de las ofensivas emprendidas por organizaciones extranjeras que sostienen causas de conductas desviadas”.

La historia se remonta al pasado 15 de mayo. NOVACT organizó un acto en la residencia del embajador de Países Bajos en el que presentaron un informe con los casos de los últimos arrestados en Marruecos en virtud de los artículos 489 y 490, que castigan la homosexualidad con penas de hasta tres años de cárcel. En el nuevo código penal que se está preparando, se prevén las mismas penas de prisión y un endurecimiento de las multas. El acto fue apoyado por varias embajadas europeas, que enviaron a sus representantes diplomáticos. También estuvo presente el embajador de la Unión Europea en Marruecos, Rupert Joy, quien un día después mostraba su satisfacción en Twitter por haber participado en el encuentro: “Honrado por haber asistido ayer a la recepción del embajador de Países Bajos para subrayar la jornada mundial contra la homofobia. #ElAamorNoEsUnCrimen”.

El 16 de mayo, una treintena de policías -uniformados y de paisano- pusieron fin a una charla en un parque de Rabat en la que participaban decenas de jóvenes bajo el título “Comprendiendo el nuevo Código Penal marroquí: ¿Es el amor un crimen?”. Dos personas fueron arrestadas e interrogadas en comisaría durante dos horas antes de ser puestas en libertad.

Al día siguiente, con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, el 17 de mayo, NOVACT  emitió un comunicado en el que denunciaba los arrestos y la criminalización de gays y lesbianas en Marruecos. Ese mismo día se celebró una actividad contra la homofobia en la que participaron miembros de la comunidad LGTB marroquí que estaba prevista en el Instituto Cervantes de Rabat. Cuatro días antes se canceló la autorización para que la ONG alquilara una de las salas. “Lo cancelamos por motivos de seguridad, como medida de precaución ante una posible alteración del orden público”, señala a eldiario.es el director del Instituto, Javier Galván. Finalmente, la jornada se desarrolló, de nuevo, en la residencia del embajador de Países Bajos.

Cinco días más tarde, el 22 de mayo, la policía invita a la delegada de NOVACT a abandonar el país. “Pero nunca me llegó la orden de expulsión”, explica la cooperante. “La policía me aseguró que no tendría problemas para regresar”. Regresó el 1 de junio después de haber renovado su pasaporte, y a los dos días fue detenida en su casa de Rabat y trasladada a comisaría antes de meterla en un coche y llevarla al puerto de Tanger Med para embarcarla en un ferry con destino a Algeciras.

“Me dejaron sin teléfono y sin dinero. Tuve que pedir prestado un teléfono a un pasajero del barco para poder avisar a Luca”, relata a eldiario.es. La ONG denuncia una expulsión ilegal, ya que no tuvo acceso a un abogado ni a asistencia consular.

Marruecos la acusa también de haber entrado el 1 de junio bajo una identidad falsa cuando, en realidad –explica NOVACT– fue una renovación del pasaporte, que cambia de número con la renovación. “Estamos decepcionados con las autoridades españolas”, que financian a la ONG y estaban al tanto de su actividad en el país, “porque Marruecos nos acusa de haber entrado con una identidad falsa y no han hecho nada por contestar a esa acusación”, señala Gervasoni. Este diario se ha puesto en contacto con la embajada y con la Oficina de Información Diplomática, pero no ha obtenido respuesta.

La cooperante lamenta haber vuelto al país en un “mal momento”. El martes 2 de junio, un día antes de su expulsión, el grupo Placebo salía al escenario durante su concierto en la capital como participante en el festival de música Mawazine abogando por la abolición del artículo 489. Uno de sus integrantes, Stefan Olsdal, apareció con el torso desnudo exhibiendo un 489 tachado pintado en su pecho y blandiendo su bajo, pintado con los colores del arcoíris.

El miércoles, dos integrantes de FEMEN de nacionalidad francesa se besaron y fotografiaron con el pecho desnudo junto a la Tour Hassan de Rabat, frente al mausoleo donde están enterrados Mohamed V y Hassan II. Fueron expulsadas inmediatamente después. La delegada de FEMEN en España, Lara Alcázar, también denunció haber sido expulsada del país por haber intentado participar en la acción.

La fotografía incendió las redes sociales y provocó la reacción de los sectores más conservadores de la sociedad marroquí. Más de mil personas se congregaron el jueves frente a la embajada de Francia para mostrar su indignación por la acción de FEMEN.

El viernes, mientras Mariano Rajoy y el jefe del gobierno marroquí, Abdelilah Benkirane se reunían en Madrid en la Reunión de Alto Nivel España- Marruecos,  se repitió la protesta frente a la embajada española. Los manifestantes, que habían sido trasladados en autobús desde varios puntos del país, parecían confusos acerca del objeto de sus protestas: “Una de ellas entró con pasaporte falso. No queremos esto en nuestro país” –explicaba a eldiario.es uno de los manifestantes, Abdeslam, señalando la fotografía de las dos francesas. “Estamos contra los gays porque van contra las leyes de la naturaleza.

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Protesta en la embajada española contra el movimiento LGTB tras la expulsión de la delegada de Novact/ E. G.

En algunos medios marroquíes se han interpretado los últimos acontecimientos como un debate entre aperturistas y conservadores. A l]as acciones de FEMEN se suma la prohibición de una película -Much Loved, del director Nabil Ayouch, que aborda la prostitución en el país- y la difusión por la televisión del concierto de Jennifer López en el Festival Mawazine, un espectáculo lleno de sensualidad al que asistió la esposa de Mohamed VI, Lalla Salma, con sus dos hijos, según Alyoum24.

“Ha sido demasiado para los dirigentes del PJD –el partido en el gobierno–, situados entre la presión de sus bases, su electorado conservador y sus responsabilidades de gobierno”, escribe el semanario Tel Quel.

NOVACT está estudiando acciones legales y una protesta formal por la expulsión de su delegada en Marruecos, y varios trabajadores de la cooperación europea han expresado a este diario su preocupación ante lo que consideran una falta de protección frente a eventuales acusaciones por parte de Marruecos,  “pero en realidad las víctimas son los marroquíes que se quedan”, señala Gervasoni.

En los últimos meses, el colectivo LGTB había empezado a ser más activo: habían puesto en marcha varias iniciativas de sensibilización y de formación y encontraban apoyo en organizaciones e instituciones europeas. Decían sentirse más fuertes. “Me estoy planteando hacer el coming-out estos días” –comentaba a eldiario.es uno de sus miembros, hace unas semanas. Todo eso ha quedado atrás y hoy se hacen la misma pregunta que se hacía hace unos días el escritor marroquí, homosexual, Abdellah Taïa: ¿Quién va a salvar a los homosexuales marroquíes?

España se despierta a los asistentes sexuales para personas con discapacidad

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Fotograma de ‘The Sessions’ (Ben Lewis, 2012). / Red Camera Pulls – Fox Searchlight

El tópico de que las personas con discapacidad no tienen vida sexual se desmonta poco a poco. Algunas iniciativas pioneras, todas surgidas en Barcelona, tiran por tierra la engañosa asociación de diversidad funcional con asexualidad. Sexo sí, pero también afectividad –e incluso terapia– es lo dicen ofrecer los asistentes que, por intermediación de la asociación Tandem Team, tienen encuentros con los usuarios que así lo solicitan. Pagando o no, y apartados de la heteronormatividad y de la concepción más clásica del sexo.

A Raquel (nombre ficticio) no le gusta hablar de asistencia sexual. “No estoy de todo conforme con la palabra. Yo intento enseñar a las personas a vivir la sexualidad desde su situación, una sexualidad diferente, no necesariamente genital, como está establecido”, señala esta mujer de 39 años, que realiza esta actividad “como un complemento” a su trabajo habitual. Tiene pareja y muy claro que no quiere esconderse. “Mi entorno más cercano sabe lo que hago y lo respetan. Es una satisfacción personal poder abrir ventanas. El sexo no es cómo nos lo han vendido”, admite.

Aquello que se concibe como “erótico” –es decir, lo que se inserta dentro del imaginario colectivo, marcado entre otros por el sistema patriarcal– es cultural y político, explica la antropóloga Andrea García-Santesmases. “Los cuerpos con diversidad funcional no son deseables ni deseantes, además de no capaces y no reproductivos”. Salvo contadas excepciones (‘ The Sessions‘, de Ben Lewin, es una de ellas), no existen en el cine, ni tampoco en la literatura, por lo que no forman parte de ningún imaginario. Y eso provoca, asegura García-Santesmases, que se “queden fuera de las categorías de género hegemónicas”.

Esta exclusión conduce casi de forma unívoca a la estigmatización. “Tener una diversidad funcional –especialmente si ha sido adquirida a lo largo de la vida– cambia tu autoconcepto corporal, tu forma de relacionarte, tus prácticas afectivo-sexuales y tus imaginarios”, señala la antropóloga. Durante varios años, ha trabajado mano a mano con Antonio Centeno en el documental ‘Yes, we fuck’, un proyecto que busca “hackear esa realidad” que percibe a las personas con diversidad funcional como seres no sexuales ni sexuados. “Se trata de que la relación con nuestro cuerpo no sea fuente de problemas, sino de bienestar, también en este ámbito. El deseo y el placer nos atraviesa a todos”, apunta el codirector.

María Clemente, psicóloga especializada en neurorehabilitación y encargada de intermediar entre asistente y usuario en Tandem Team, sabe mucho de los miedos, los tabús y la vergüenza de las personas que acuden a la asociación. “Aquí se quitan una mochila que les pesa mucho, y en muchos casos durante muchos años. Hablan del silencio, de la soledad, de esas murallas invisibles… el resultado es un sufrimiento muy intenso. Esa faceta sexoafectiva está guardada en un cajón”, asegura Clemente.

“Planteo dónde fijo mis límites y el usuario los suyos”

Algunos usuarios y usuarias reconocen que han recurrido a la prostitución para llenar esas carencias. “Muchas veces se quedan más vacíos de lo que llegaban porque implícitamente sienten que deben dar una talla, alcanzar algún objetivo”, indica Raquel. Pero esto es algo más para ella. “La gente que piensa que esto es prostitución lo seguirá pensando porque cuando aparece un concepto nuevo, siempre buscamos la relación con alguno ya asimilado. El elemento transformador de las asistencias sexuales es el hecho de que las personas se sientan deseadas. Eso permite reesctructurar aspectos de la personalidad que estaban bloqueados. El placer puramente sexual es positivo, pero no es restaurador porque es solo físico, sin afecto”, argumenta Clemente tratando de marcar una línea divisoria con el trabajo sexual.

El año pasado, 150 personas con diversidad funcional se pusieron en contacto con Tandem Team. La asociación solo trabaja en la ciudad de Barcelona, aunque suelen recibir llamadas para solicitar información y asistencia de otros lugares. Es la única iniciativa de este calado que existe en España, donde la figura del asistente sexual se mueve en la alegalidad.

A nivel interno, la propia organización tiene un protocolo de actuación, que pasa por una primera reunión entre usuario y asistente en un lugar público. En ese encuentro, cuyo objetivo es crear un ambiente de confianza y bienestar, también se ponen sobre la mesa los límites que ponen cada una de las partes. “Planteo donde fijo mis límites y cuáles son los suyos, qué esperan, si tienen pareja o no y cómo les condiciona… y a partir de ahí enfocamos la sesión”, cuenta Raquel mientras conduce de camino a una de esas reuniones.

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Reunión en la asociación barcelonesa Tandem Team. / Tandem Teamm

En ocasiones el usuario plantea la necesidad de un acompañamiento en el proceso, más allá de los pactos privados. Además, la organización tiene una misión pre y post: al comienzo del proceso realiza entrevistas en profundidad para encajar perfiles -el del asistente es el de una persona con cierta experiencia sociosantiaria, sin motivaciones económicas y con una concepción no genital del sexo- y después entra a recoger el feedback para verificar que todo se ha hecho de forma regular y sin abusos de poder. “A veces hay contraprestación y a veces no, algunas asistencias son totalmente voluntarias. Cuando se recibe dinero a cambio no es por el acto íntimo, sino por la parte más logística (transporte, higiene, movilización si es necesaria…).

Las aristas del debate en España

La defensa de los derechos sexuales de las personas con diversidad funcional ha provocado cambios en las políticas sanitarias de algunos países. El que ha llegado más lejos es Suiza, que cuenta con un modelo que muchos consideran intervencionista y que pasa por encuentros mensuales y asistentes con una formación reglada. El esquema de Bélgica es el que toma como referencia Tandem Team. Allí, esta asistencia se mueve en el vacío legal. En Dinamarca, Suecia, Alemania y Holanda también existen estos servicios, con unos u otros matices. Y en Francia, el debate continúa abierto, marcado por una recomendación del Comité Nacional de Ética, que aconsejó al Gobierno que no legalizara la asistencia sexual a personas con diversidad funcional. Aquí, ese intercambio de ideas -y discrepancias-, propio de un tema con tantas aristas, no es más que un recién nacido.

La única referencia sobre el tema se encuentra en el código ético elaborado conjuntamente por Sex Assistant –la organización pionera en la reflexión teórica en este ámbito– junto a la Asociación Nacional de Salud Sexual y Discapacidad (ANSSYD). El documento incide en la necesidad de un cambio de enfoque: de un modelo meramente asistencial a otro basado en los derechos humanos que reconozca a la persona con diversidad funcional como sujeto titular de derechos y “no solo como objeto de tratamiento y protección social”.

Por el camino se han quedado intentos de formación y desarrollo de asociaciones por los derechos sexuales de las personas con discapacidad. Los contemplaba la conocida como ley Aído de 2010 (Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazos), barrida por la crisis y enterrada por un cambio de Gobierno cuya primera promesa electoral fue cortar de raíz la principal novedad de la norma: eliminar los supuestos para abortar en favor de una ley de plazos.

El asistente tipo: una mujer

Pero a pesar del estancamiento en el ámbito más institucional, el debate da sus primeros coletazos en la sociedad civil. ¿El derecho al cuidado de la salud sexual de las personas con diversidad funcional, reconocido por una convención de la ONU (2006), debe ser satisfecho a cambio de una contraprestación económica? Desde la Federación de Mujeres Progresistas no tienen una posición fundada sobre la asistencia a estas personas. “Es un tema que no hemos tocado”, reconoce su presidenta, Yolanda Besteiro. Otras agrupaciones feministas, como la de Mujeres Juristas Themis,  tampoco entran a valorar la cuestión por “falta de conocimiento”.

“El asistente tipo no deja de ser una mujer y el usuario un hombre. Lo demás parece que se sale de lo esperable”, sostiene Dyon (nombre ficticio), asistente sexual en Tandem Team. Él se considera “un trabajador sexual” y recalca que presta sus servicios “sin caer en el paternalismo ni en la compasión”. En la asociación, de las 12 personas que realizan asistencias de forma regular hay 9 mujeres y 3 hombres. De ellos, un chico y una chica son asistentes homosexuales.

“El enfoque en este ámbito está inclinado hacia lo androcéntrico porque muchas de las personas que hacen activismo son hombres. Para las mujeres, el deseo para con una misma, más allá del enfoque reproductivo, sigue siendo tabú. Un tema que encierra todavía más a las mujeres con discapacidad, cuyo derecho social a una sexualidad no reproductiva está más cuestionado”, concluye la antropóloga Andrea García-Santesmases.

Niños transgénero, un ejercicio de visibilidad positiva

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Niños transgénero / www.atandalucia.org

Conocer la historia de un menor transexual y la aceptación y apoyo de sus padres es un ejercicio de visibilidad positiva que pone sobre el escenario social una realidad común a muchas familias andaluzas, y con ella, la necesidad de abordar esta realidad desde los ámbitos sociales, sanitarios, familiares y educativos. “Es una responsabilidad de padres y madres no callar ni ocultar el posible maltrato que sus hijas e hijos puedan recibir por su identidad de género. La invisibilidad no ayuda a frenar y acabar con la discriminación”, explican desde el área específica de menores transexuales de ATA (Asociación de Transexuales de Andalucía).

Familias de menores y adolescentes transexuales llevan poco tiempo aunando esfuerzos pero consideran muy importante que se conozcan entre ellas, que sepan de sus derechos y que, sobre todo, compartan vivencias y conocimientos. A estas reuniones llevan a sus hijos e hijas, porque también para ellos es importante relacionarse con sus padres y madres, que se sientan parte de la diversidad que existe en la naturaleza. La Confederación Andaluza de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos les ha ofrecido su ayuda para cualquier vicisitud y para informarles de los derechos de los niños en los colegios. Este domingo 19 de mayo celebran un segundo encuentro en Sevilla.

Desde este área, señalan que el género se construye desde los primeros años de vida, lo cual permite que un niño pequeño se dé cuenta cuándo no encaja en el rol que su entorno espera de él. La condición transexual es difícil de entender y explicar en los adultos, pero cada vez se hace más visible entre menores que ni siquiera se han acercado a la adolescencia. El reconocimiento de los padres juega un papel fundamental, según explican desde ATA, para buscar información fiable y así brindar la adecuada atención a los menores que se identifican con el otro sexo. El corto de animación ‘Huellas’, participante en la XI edición del JamesonNotodofilmfest, lo refleja.

Las madres y los padres son más sensibles al “mensaje” que sus hijas e hijos, con su comportamiento persistente, les manifiestan. Según ATA, esta situación provoca que, en vez de querer ocultar u obviar la realidad de sus hijas e hijos, busquen una respuesta, apoyo e información que les oriente y les proporcione herramientas para que éstos tengan un libre desarrollo de su personalidad. Es el objetivo que se pretende, al objeto de aportarles un bienestar y equilibrio emocional que les hará niñas y niños más felices.

“Eso de que es niño o niña, me tienes que convencer”

Eva Witt, cordobesa, madre de un menor transexual de siete años, coordina elÁrea de Familia de Menores Transexuales de ATA . “Piensas que la sociedad está avanzada, pero…” lamenta que “nadie sabe qué hacer” y explica que “entras en un sitio temblando y sales llorando; falta información especializada”. Ha llegado a escuchar frases como “eso de que es niño o niña, me tienes que convencer” o “eso ya te lo diré yo”. “No me pueden someter a un pulso; yo conozco a mi hijo y lo que necesito es que, como madre, me respalde una ley para que él tenga los mismos derechos que cualquier otro”, denuncia Witt, que se muestra “horrorizada” con los “tapujos” que se encuentra en el camino para que su hijo crezca integrado socialmente.

Tratamiento con bloqueadores hormonales

“Hay muy poco respeto hacia las personas transexuales; hay que intentar ponerse en la piel de quien sienta así”, indica Witt, que considera muy importante la posibilidad de que los bloqueadores de hormonas permitan al niño o niña no desarrollar aspectos físicos que no se correspondan con el sexo que sienten como propio desde una edad muy temprana. “¿Cómo se sentiría cualquier niño adolescente si le empiezan a crecer los pechos? Es algo que no queremos vivir. Yo no voy a dejar que mi hijo sea de ese tanto por ciento que trata de suicidarse”.

“Nadie sabe nada sobre transexualidad; en Internet parece que toda está claro pero cuando tú quieres dar los pasos oficiales con tu caso es otra cosa”, lamenta. El tratamiento con bloqueadores hormonales de detención de la pubertad es totalmente reversible, pero “los casos de arrepentimiento en los púberes tratados con bloqueadores de hormonas son del 0%”, explica Witt, que alude también al estudio realizado por la sanidad pública holandesa, que lleva tratando a transexuales desde 1979. “Estamos pidiendo algo que se está haciendo ya”, pero sienten el “prejuicio” contra los transexuales “y contra todos los que aún no han dado el paso de reconocer esta circunstancia”.

El abordaje de los problemas derivados de esta situación en estos ámbitos ha hecho “necesaria” la creación de este espacio familiar de menores transexuales, cuya finalidad no es otra que unir esfuerzos e intercambiar impresiones e información sobre una realidad compartida. Desde esta área consideran que “toda intervención de la comunidad autónoma de Andalucía debe estar presidida por elcriterio rector de atención al interés superior de las personas menores de edad y dirigida a evitar situaciones de indefensión, que garanticen el pleno derecho a crecer y desarrollarse en buena salud y a disfrutar de servicios médicos adecuados. Con este fin deberá proporcionarse el oportuno tratamiento médico relativo a su transexualidad, especialmente terapias de detención de la pubertad”.

La homofobia no es increíble

pikara magazine

Viajaba en el autobús delante de una niña acompañada por dos mujeres; pongamos que eran su madre y su abuela. Le estaban preguntando si Eneko es su novio. Y ella contestó: “No, Eneko es mi amigo. Leire es mi novia”. Y las adultas, rápidamente, la intentaron sacar de su error: “¿Cómo va a ser eso? Eneko es tu NOVIO. Leire es tu AMIGA”. Y la niña: “No, no. Eneko es mi AMIGO, Leire es mi NOVIA”. Me tuve que bajar, no sé cuánto más duraría el toma y daca ni si a esas mujeres se les llegó a pasar por la cabeza que su niñita, efectivamente, identificaba conscientemente como su novia a una niña y como su amigo a un niño.

El pasado fin de semana, unos homófobos agredieron físicamente al grito de “maricones” a cuatro chicos gays que paseaban por el centro de Madrid. El pasado 7 de abril, los periódicos vascos se hicieron eco de una agresión similar en Getxo: un activista gay estaba tomando algo en una terraza con su novio ( se estaban besando, dice Deia) y un individuo decidió insultarle y golpearle con una silla. Pocos días después de leer esa noticia, me contaron que un grupo de hombres había perseguido de noche por las calles de un barrio de Bilbao a un conocido mío gritándole (adivinad) maricón.

La gente progre se ha escandalizado mucho con la noticia de que la justicia europea avala poder excluir a los homosexuales como donantes de sangre, “siempre que haya evidencia científica y que la decisión sea proporcionada”. Las redes sociales se han inundado de personas que lo califican de “increíble”.

La prensa, incluso hasta el ABC, se escandaliza también con que haya “personas intolerantes” que reaccionan con violencia ante un beso entre dos hombres. Ajá, qué increíble, qué sorprendente que en pleno siglo XXI pasen estas cosas. Parece mentira.

Pues a mí, en cambio, estos episodios me revuelven, me entristecen, me indignan, pero no me sorprenden. No me parecen mentira, sé que son verdad. Sé que la homofobia y la lesbofobia no son sucesos puntuales cometidos por individuos inadaptados, no. La vivimos todo el rato. La vivimos cuando vamos de la mano con nuestra pareja por la calle y sentimos miradas y sentimos miedo de cruzarnos con alguien que decida insultarnos o golpearnos. La vivimos en cada comida familiar, en la que ya no nos preguntan si salimos con alguien porque no quieren escuchar la respuesta. La vivimos cada vez que alguien, incluso de nuestro grupo de amistades, dice cosas como “yo no soy homófoba, pero tampoco entiendo por qué algunos tienen que llevar un letrero luminoso”. Como si ella, acompañada de su marido y su bebé, no llevase un letrero luminoso, ese que le permite expresar su amor en cualquier lugar sin miedo a que la insulten o la golpeen.

A los gays y a las lesbianas, a los maricas y a las bolleras, nos duele cuando un homófobo insulta o golpea. Pero también nos duele que personas “tolerantes” nos digan cosas como (me pasó recientemente): “Pues chica, yo es que no entiendo a quién le tiene que importar con quién te acuestas”, como si la cosa se redujera a eso. Como si ser lesbiana fuera un vicio privado, como si fuera solo cuestión de preferencias sexuales, comparable a que te gusten los juguetes eróticos o los azotes. No es con quién me acuesto. Es quién soy (entre otras cosas). Es con quién (o quienes) decido compartir mi vida. Es cómo la lesbofobia afecta a mi identidad, a mi autoestima, a mi derecho al placer. A vivir tranquila, vaya.

Y si te desahogas con tus amigas hetero “tolerantes” después de una charla en la que tu madre te ha dicho que, ella que te ha parido, sabe que no eres lesbiana, que estás equivocada y que no tiene interés en conocer a tu pareja porque es una mujer, puedes recibir consejos biempensantes como “Pues explícales que tú te enamoras de las personas”. Qué bonito, de las personas. Claro, mucho más digerible que asumir que tu hija es BO-LLE-RA.

Y al ABC le escandaliza que haya gente que llama “maricones” a los gays por la calle, al mismo tiempo que mantiene una línea editorial contraria a la diversidad sexual. Nos extrañamos de que, en una sociedad en la que se sigue considerando que la heterosexualidad es lo normal, algunas personas agredan a los diferentes. Hasta el más macho estará de acuerdo en que está mal perseguir a un gay por la calle llamándolo maricón. Ese mismo macho, en cambio, te llamará exagerada si le afeas por llamar “maricón” a su colega que no quiere beber más chupitos o que se le acerca para darle un abrazo. Son bromas entre amigos, ese “maricón” es cariñoso. Y cuando el “maricón” se dirige al árbitro o al jugador del equipo que detesta, ya no es cariñoso, pero es irrelevante, es un decir, como “gilipollas”, como cualquier cosa. Eres una exagerada si dices que eso es homofobia.

Y luego está la invisibilidad. Ya sabes, cuando nadie te insulta ni te hostia porque la cuestión es que ni te ve. Las lesbianas sabemos mucho de esto. Y por eso gritamos cosas como “No somos amigas, nos comemos el coño”. Y por eso no nos agreden por ir de la mano pero sí cuando empezamos a morrearnos en una plaza.

Las personas bisexuales también saben de invisibilidad. Lo sabe mi amigo B., cuyos colegas se llaman “marica” entre ellos o hacen bromitas sobre el sexo anal sin dase cuenta de que le están ofendiendo. Lo sabe mi amiga C., madre y emparejada con un hombre, que asiste a los comentarios homófobos de su familia sin atreverse a decirles que a ella le gustan las mujeres, que también se ha enamorado de mujeres y se ha acostado con ellas porque, entre otras cosas, no la tomarían en serio.

Las noticias sobre las transfusiones de sangre hablan de “los homosexuales”. A las feministas se nos trata de convencer de que en castellano el masculino se puede utilizar como genérico. Pero claro, luego nos damos cuenta de que no siempre es genérico. Que a veces “los homosexuales” incluye a las lesbianas y a veces no. Esta vez parece que no. Que solo los gays son estigmatizados como población de riesgo. Las lesbianas no contraemos el VIH. O eso creemos, porque no parece que sea prioritario (ni en las campañas de prevención del sida) aclarar si es que podemos estar tranquilas o es que siempre se olvidan de nosotras. En el imaginario colectivo, tampoco follamos, o solo en pelis porno pensadas para inspirar las pajas de los hombres hetero.

Ni siquiera las activistas que defendemos los derechos sexuales y reproductivos tenemos información clara y fiable sobre el riesgo real de contagio de enfermedades de transmisión sexual entre mujeres. Nos hemos encontrado con ginecólogas que nos han metido miedo y nos han dicho que usemos parches de látex para todo, nos hemos encontrado con ginecólogas que nos han llamado neuróticas por pedir pruebas de ITS siendo lesbianas y nos hemos encontrado con ginecólogas que se cortocircuitaban cuando les decíamos que no usamos ningún método anticonceptivo porque nos acostamos con mujeres.

Al menos según las noticias sobre la decisión europea, no se habla de “hombres que tienen sexo con hombres” (lo que incluiría a bisexuales o a gente que se define de otras maneras o de ninguna)  y no se habla de prácticas sexuales concretas (por ejemplo, si el sexo anal implica mayo riesgo, ya sea entre gays o heteros). Al hablar de (varones) “homosexuales”, se delimita que existe un grupo concreto al que se le atribuyen cualidades de riesgo; interpreto que la promiscuidad. No se señalan las prácticas sino a las personas. Si te defines como gay, eres un peligro. Puro estereotipo, puro estigma. Por ser “los diferentes”. Nunca jamás me he encontrado con una política pública que señale a los heterosexuales como población de riesgo de nada. ¿Qué extraño, no? ¿No era que ser hetero o homosexual son simples opciones sexuales, igual de respetables? ¿Hay un colectivo heterosexual, como hay un colectivo LGTB? ¿Funcionan en comunidad? ¿Tienen guetos?

Incluso en círculos feministas resulta muy difícil explicar que la heterosexualidad no es simplemente una opción sexual, sino una norma social que oprime a quienes la incumplimos. Como dice Brigitte Vasallo, “la heterosexualidad es el mundo”:

Es la medida de lo correcto, lo aceptable, lo moral, lo sano. En ningún lugar del planeta se mata a personas por ser heterosexuales ni se aplican terapias de correción a su orientación sexual. No se debate si la crianza en el seno de una familia hetero afecta negativamente a las criaturas. No han sido necesarias luchas y manifestaciones para el matrimonio heterosexual, ni para las pensiones de viudedad heteros, ni para la desgravación en la declaración de la renta de las ganancias comunes. Nadie interpela, insulta, o recrimina a las personas heterosexuales por ir cogidas de la mano por la calle, o por besarse en el transporte público.

Cuando la ginecóloga te pregunta si usas anticonceptivos o es que quieres quedarte embarazada, la respuesta es muy simple si eres hetero. Si no, una triste citología se convierte en todo un acto de activismo y visibilización. Las criaturas de las parejas heteros no tienen que lidiar con el profesorado y con sus compañeros y compañeras de clase que narran incansablemente un tipo de familia que no es la suya. Los padres y madres heteros no tienen que inventar estrategias para que sus hijos e hijas vivan su especificidad con alegría, a pesar de la homolesbotransfobia imperante. Por ser hetero no te echan de los trabajos, ni te dejan de hablar tus amistades, ni te apalizan tus padres. No tienes que salir del armario, porque no hay armario. No te preguntas en la adolescencia qué narices te pasa, porque siendo hetero, no te pasa nada, simplemente. Eres «normal» y tienes todas las narraciones del mundo, todas las películas, todas las novelas, todas las canciones hablando de ti, confirmándote. No hay un símil hetero para los términos «marica», «bollera» o «travelo». No hay insulto asociado a la heterosexualidad.

No existe la «heterofobia» como no existe la «hombrefobia», porque las fobias explican algo más grande que las simples manías personales. Cuando hablamos de homolesbotransfobia nos estamos refiriendo a unas inclinaciones que vienen legitimadas por toda una maquinaria de producción de conocimiento y de discurso respaldada por todas las instituciones: desde la academia y el sistema educativo, que sigue narrando las prácticas e identidades sexuales en términos de normalidad (hetero) y excepción, hasta el sistema legal y judicial, con infinidad de leyes discriminatorias, hasta los productos culturales que estigmatizan la diferencias sexual y de género, pasando por la cotidianidad del lenguaje homolesbotránsfobo que se perpetúa en expresiones de apariencia anodinas y fondo discriminador.

Vaya, que cuando la niña del autobús no sea corregida si dice su novia es Leire, cuando haya protagonistas de Disney que se enamoran de personajes de su mismo sexo, cuando el bullying escolar homolesbotránsfobo sea excepción y no norma, cuando las familias de intentarnos convencer de que lo que nos pasa es una fase, cuando una actriz no tenga que salir del armario porque simplemente va con su novia a la alfombra roja con total normalidad, cuando no nos entren sudores fríos al decir el nombre de nuestra pareja a alguien que acabamos de conocer, cuando no nos dé miedo que nuestro jefe o nuestra casera “se entere”, cuando nos podamos morrear tranquilamente en la calle sin que una señora diga “qué vergüenza” y un señor nos diga que qué sexy, que si queremos un trío… Cuando todas esas cosas dejen de pasar, igual podemos pensar que la homolesbotransfobia es cosa de tres o cuatro intolerantes. Mientras tanto, querida lectora o lector hetero tolerante, la próxima vez que te escandalices por una noticia sobre homofobia, pregúntate qué estáis haciendo en tu día a día para que lo normal sea la diversidad.