Las madres que se negaron a que sus hijos las olvidasen por culpa del sida

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La madre y el padre de Grace, Lilian y Rose abrazados cuando eran novios, en la imagen de la derecha. En la foto familiar, se las ve junto a unos amigos de sus padres y sus hijos. La foto es de 1998, pocos años antes de que murieran sus padres. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Una de las consecuencias del VIH en Uganda es el casi millón de huérfanos de hasta 17 años que ha dejado el virus. En este país y en su vecino Tanzania existe una organización de mujeres infectadas que han levantado la voz y están dispuestas a luchar contra el estigma del sida, que dificulta la prevención y la rehabilitación de los enfermos. Una de sus herramientas son los ‘Memory Books’, libros con fotografías y consejos, que recogen quiénes son y cómo quieren que crezcan sus hijos. Por si ellas no llegan a verlo.

En África subsahariana, el 58% de las personas adultas que viven con el VIH son mujeres. El colectivo Nacwola (National Community of Women Living with HIV/AIDS in Uganda), formado actualmente por más de 40.000 mujeres infectadas de VIH, nació hace algo más de 23 años, tras la celebración del Congreso Internacional sobre Mujeres con VIH/Sida de Ámsterdam en 1992. En aquella época la enfermedad era un tabú tan insufrible que las consecuencias para los huérfanos se materializaban en el olvido absoluto.

La asociación materializó parte de sus ideales en los Memory Books. El proyecto generó esperanza para las mujeres, que veían cómo su muerte supondría el derrumbe de su núcleo familiar. Los libros se han convertido en un manual de supervivencia, mezcla de memorias y consejos maternos para guiar a los niños. Nacwola ha logrado traspasar fronteras y, gracias al nacimiento del International Memory Project, hoy los Memory Books han llegado a Zimbabue, Kenia y Etiopía, y cuentan con especial arraigo en Tanzania.

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Las tres hermanas observan el Memory Book que les dejaron sus padres. Lilian (a la izquierda) es la madre del único niño que vive de momento en el hogar. Grace, la mayor de todas, está sentada en medio, junto Rose, la más pequeña y la que menos recuerdos tiene de sus progenitores. En Moshi, Tanzania. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Grace, Lilian y Rose son tres hermanas que viven solas en una casa de la ciudad de Moshi, en Tanzania, a los pies del Kilimanjaro. Con 22, 23 y 25 años (y un niño a cargo de las tres, hijo de Lilian la mediana), viven con sus recuerdos salvaguardados gracias al testamento gráfico que les dejó su madre.

“Antes de que nuestra madre muriera nos gustaba preguntarle en qué hospital habíamos nacido, por qué habían decidido comprar una casa en Moshi y quién había escogido nuestros nombres. Es bonito recordar esos momentos mientras que los leemos de nuevo en los Memory Books. Es bonito recordar que la más pequeña, Rose, nació en esta misma casa porque mi madre se puso de parto repentino y no hubo manera de llegar al hospital”, cuentan las hermanas. Al caer la noche, y con la luz del candil, las tres se reúnen para ojear sus Memory Books, y espontáneamente, ignorando de pronto la cámara de fotos, comienzan a parlotear algo en swahili.

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Grace prepara la comida en el salón de su casa junto a sus hermanas, antes de irse a trabajar al hotel donde atiende al público. Son un ejemplo de autosuficiencia y emancipación. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Las jóvenes indican que no hubieran podido llegar a la autosuficiencia sin el apoyo y seguimient o de Kiwakkuki , la ONG colaboradora de Nacwola en Tanzania. Gladys, de la ONG, es responsable de que su madre iniciara su l ibro de recuerdos y de que los padres dejaran a sus hijas la casa familiar en su testamento. 

En Luwero, Uganda, la historia de la abuela Joyce representa un ejemplo bastante común en África: existe una primera generación sana por ausencia del virus (los abuelos), una tercera sana o en tratamiento (los nietos) y, entre ellos, un vacío.Joyce Lucy Katele, de 76 años, ha sobrevivido a sus tres hijos . También murieron de sida sus mujeres. Entonces, se le paró el reloj,  Joyce tuvo que dejar de ser una anciana para criar a sus cinco nietos. Volvió a trabajar duro en el huerto, a fabricar esteras y a vender caña de azúcar.

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Memory Book de Emmanuelle, que vive en la misma comunidad que Grace, Rose y Lilian. Es huérfano y vive junto a sus primas, que también perdieron a sus padres, con su abuela. Su mayor pasión es el fútbol y a sus padres les gustaba ir a verle jugar, cuenta. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

“Al principio estaba desesperada ante mi situación, de repente había perdido a mis hijos, todo. Sus familiares políticos podían echarme de casa, tenía a cinco niños que cuidar. A veces abandonaba la casa porque no sabía qué hacer. Ahora puedo gritar que ya no temo nada y estoy más tranquila porque mis nietos pueden enfrentarse al sida con más fortaleza gracias a los programas que nos ofrece Nacwola”. Antes de asociarse a la organización, lo que más le preocupaba era lo que pudiera ocurrir con sus nietos Lázaro y Mary.

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Ruth, su hermana Geny y sus primas Rachel y Mary, todas son huérfanas; juegan y hacen sonreÍr a su abuela Joyce que, en el patio, confecciona las esterillas con las que gana algo de dinero para alimentar a su gran familia. Todas las nietas visten prácticamente igual, con ropa donada por una parroquia, donde intentan seguir con su educación. En Luwero, Uganda. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Joyce pasó el entrenamiento de los Memory Books con nota y comenzó rápidamente a escribir los libros con sus nietos. Si algunos padres lo hacen por temor a morir a causa del sida, Joyce lo rellena porque sabe que la muerte no tardará en buscarla. “Lo primero que he hablado con mis nietos es sobre la muerte, para mí es muy importante que comprendan que puede llegar en cualquier momento. Me senté con ellos mientras mirábamos fotos de sus padres y les expliqué que ahora ellos están descansando esperándoles y que algún día yo también me tendré que ir”, cuenta la anciana.

Mientras hablan de los Memory Books, el pequeño Lázaro va hacia su cama y saca un grueso álbum de fotografías que servirán para ilustrar el libro de memorias. Sus padres se encargaron de dejar constancia de su existencia a través de un montón de instantáneas que, unidas a las que posee Joyce, forman un buen conjunto de recuerdos.

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Lázaro sostiene a la luz de las velas el álbum de fotos que le dejaron sus padres. En la imagen una foto de su padre. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Por suerte, en algunos casos los retrovirales están consiguiendo que la enfermedad se convierta en crónica. Robinah tiene 39 años y también vive en Luwero (Uganda). Hace lo que puede para sacar adelante a sus tres hijos. Sentada con un libro entre las manos se lo enseña a sus hijos. Ahora Robinah se siente más fuerte y capaz de cuidarlos. “Mi historia es como otra de tantas. En el año 2000 me quedé viuda. Habíamos ido los dos a hacernos el test y descubrimos que teníamos el VIH, pero mi marido estaba mucho peor que yo. A pesar de la medicación no consiguió salvarse y me quedé viuda, completamente desesperada, enferma, sin recursos y con tres niños siempre indispuestos. No sabía qué hacer, dónde ir, quién me podía ayudar”, relata la madre.

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Fragmento de un Memory Book, donde la madre antes de morir le escribió a sus hijos algunas historias sobre su padre para que lo pudieran recordar siempre. Cuando un Memory Book ha entrado en una familia, muchas cosas ya han cambiado y otras tantas está a punto de hacerlo. Como si de una escalera se tratara, cada peldaño ascendido ha significado un enfrentamiento, un descubrimiento, a veces un desahogo y, en ocasiones, un deseo infalible de huida hacia adelante, ante lo desconocido. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Una amiga le habló de Nacwola y se hizo socia: “Aprendí a compartir mi situación y eso me dio las fuerzas necesarias para empezar de nuevo”. En el año 2004 fueuna de las participantes para instruirse en el proyecto de los Memory Books.“Cuando acabé la formación era otra persona”. Cuando la enfermedad está muy avanzada, la reunión es más una terapia.

Ahora somos una familia que conversamos sobre nuestros problemas; por ejemplo, he sido capaz de hablar con mi hija pequeña de los cambios que está experimentando su cuerpo. Antes jamás hubiésemos tenido una conversación de este tipo”, diceRobinah . Con ella ha hablado del VIH, “ de sus conductos de transmisión, de las precauciones a tomar, de preservativos y su utilización, y también de que debe evitar quedarse embarazada cuando aún es tan joven”. Hoy, todavía el estigma dificulta acabar con la enfermedad porque las personas infectadas esconden que lo están y no quieren ir al médico para no delatar su situación.

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Robinah junto a sus hijos, sentados en el salón de la casa. Leen juntos el Memory Book que la madre hizo para sus hijos mientras realizaba el entrenamiento en Nacwola. “Sentarnos juntos a escribir los Memory Books ha creado una complicidad entre mis hijos y yo que nunca hubiera pensado que podría tener”. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Por ello, las mujeres trabaja para fomentar su autoestima a la hora de encontrar trabajo y también de tener un mayor poder de decisión dentro de la familia. Agnes Atim Apea recibió a principios de año el premio Uweal (Uganda Women Entreprenuers Association Limited) por su trabajo en favor de los derechos de la mujer ugandesa y su empoderamiento.

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Nacwola le dio un microcrédito a Robhina con el que pudo comprarse una máquina de coser y comenzar un pequeño negocio con el que costear los gastos de su familia. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Atim Apea, que fue directora de Nacwola a nivel nacional, ha fundado también  la Casa Esperanza –con la ayuda de Unicef South Sudan, African Development Foundation y AnHua– donde acoge y educa a huérfanos de las zona de Amolatar al norte de Uganda . “He creído siempre que la implicación de la comunidad es muy importante y he decidido centrar mis esfuerzos de manera local en una zona concreta de Uganda y también en una de la más abandonadas: Amolatar”.

Tres razones que invitan a la “reflexión” para combatir el VIH en Navarra

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Desde 2012 se han producido más positivos por VIH en Navarra, tras años de caída o estabilización / Foto: Efe.

Los datos de infecciones por VIH en Navarra son, según la Comisión Ciudadana Antisida de Navarra, una invitación a la “reflexión”. El Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra ha revelado que la comunidad registró  en 2014 un total de 49 casos de infección, frente a los 44 de 2013 y los 32 del año anterior. Lo preocupante del dato es el cambio de tendencia, cuando la concienciación sobre el sexo seguro parecía que se había extendido (y asimilado), ahora se da de nuevo un aumento, especialmente entre los hombres que practican sexo con hombres. La Comisión, que precisamente  había advertido sobre este tema (a pesar de que, por ejemplo, en lo que va de 2015 no ha registrado positivos en los test de prueba rápida que se realizan en la entidad), insiste en el trabajo que queda por delante. Y apunta a diversas causas de esta situación.

La mayoría de las infecciones por VIH se dieron en Navarra, según recordaron desde el Instituto, en las décadas de los 80 y los 90. Hasta septiembre de 2014, se contabilizaron 2.107 casos. Estas cifras se habían reducido progresivamente o estabilizado, especialmente en torno al año 2000, pero hubo un cambio de tendencia en 2012, fecha desde la que han aumentado los positivos (en una tasa similar o inferior a la estatal) y en muchas ocasiones vinculados, probablemente, a la transmisión sexual, según apuntan desde el Instituto de Salud Pública y Laboral. Eso sí, en casi en cuatro de cada diez casos no se pudo determinar este porqué, aunque desde Salud Pública también apuntan como causa probable la transmisión sexual.

¿Y cuáles son las posibles razones de esta situación? Asun Roldán, integrante de la Comisión Ciudadana Antisida de Navarra, apunta algunas reflexiones. Por ejemplo, que es necesario garantizar el acceso a la sanidad pública de toda la ciudadanía, que son necesarias más campañas de sensibilización, que las nuevas generaciones son menos conscientes de la enfermedad, y que falta educación sexual y sobre relaciones afectivo-amorosas en los centros educativos.

Los recortes afectan

Roldán advierte de que la labor de los colectivos sociales se ha visto afectada por los recortes en las instituciones, de manera que se ha podido incidir menos en campañas de prevención o sensibilización. En el caso de la Comisión, por ejemplo, este año ha contado con unos 84.439 euros por esta vía, llegados a través del Gobierno Foral y la Obra Social de La Caixa (la entidad sigue reclamando, en cualquier caso, que este tipo de partidas dependan íntegramente de instituciones públicas), pero el año anterior fueron 94.000 y en 2011, alrededor de 119.907, en este último caso solo a través del Ejecutivo foral. Los ajustes en el presupuesto han afectado, así, a sus actividades y, por ejemplo, el local de la Comisión estuvo en cerrado en julio, tras realizar la correspondiente campaña de concienciación para sanfermines.

Las nuevas generaciones

¿Se ha relajado el uso de preservativo? Roldán cree que su empleo puede estar más extendido en el primer encuentro sexual, pero que se relaja en los sucesivos. En cualquier caso, apunta que las nuevas generaciones, nacidas por así decirlo después del aquella alerta constante en torno a la epidemia, son menos conscientes del riesgo del VIH. Los balances de casos de contagio han sido utilizados por sectores conservadores para poner el foco sobre las relaciones homosexuales, un “estigma” que también fomenta que se hable con menos naturalidad de estas relaciones y, en general, de la sexualidad, lo que también puede “invisibilizar” el VIH.

Sexualidad en los centros escolares

Unida a la anterior reivindicación está la necesidad de apostar por la coeducación, la igualdad transversal dentro de los centros escolares y, como parte de ella, la educación sexual y afectiva, una reivindicación que también han planteado colectivos de mujeres o, por ejemplo, desde el centro de atención a la mujer Andraize. La Comisión Ciudadana Antisida se ofrece para dar charlas al alumnado de Secundaria (principalmente, en 3º y 4º de la ESO, aunque también ha intervenido en 1º y 2º) y, por ejemplo, en el pasado curso lo hizo en nueve institutos. El objetivo de estas charlas, sobre sexualidad y la prevención de riesgos, es aún mayor: hacer que la educación sexual sea parte efectiva del currículo, algo que se resiste y que aún depende prácticamente de cada centro y docente, a pesar de los constantes cambios en las leyes educativas.

El transexual al que se le niega ser padrino ha decidido apostatar

“La Iglesia católica me ha demostrado que no me quiere”.

Alex Salinas, transexual al que el obispado de Cádiz impidió ser el padrino de bautizo de su sobrino.

El transexual al que se le niega ser padrino ha decidido apostatar

Alex Salinas, el transexual de San Fernando (Cádiz) al que el Obispado de Cádiz y Ceuta ha negado de nuevo que ejerza de padrino en el bautizo de su sobrino, ha decidido apostatar porque “la Iglesia católica me ha demostrado que no me quiere”.

En declaraciones a EFE, Alex Salinas, ha explicado también que su hermana, madre del niño del que él quería apadrinar, también ha decidido no seguir adelante con su intención de bautizar a su niño y educarle “en la fe cristina” pero al margen de la Iglesia Católica.

Ambas reacciones se producen después de que el Obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zorzona, emitiera un comunicado explicando la “imposibilidad” de que Alex Salinas fuera admitido como padrino de bautismo de su sobrino.

En su comunicado el obispo explica que su negativa se produce después de haber realizado una consulta formal ante la Congregación para la Doctrina de la Fe, “teniendo en cuenta la relevancia mediática alcanzada por este asunto” y “las posibles consecuencias pastorales de cualquier decisión”.

La Congregación ha señalado en su respuesta, explica el Obispo, que “resulta evidente” que un transexual “no posee el requisito de llevar una vida conforme a la fe y al cargo de padrino”, por lo que no puede ser admitido en dicho cargo.

“El mismo comportamiento transexual revela de manera pública una actitud opuesta a la exigencia moral de resolver el propio problema de identidad sexual según la verdad del propio sexo”, recoge el escrito, que también sostiene que la Congregación “no ve en ello una discriminación, sino solamente el reconocimiento de una objetiva falta de los requisitos” necesarios para asumir “la responsabilidad eclesial de ser padrino”.

Alex Salinas ha explicado que se siente “muy enfadado” con esta postura y con el hecho de que el Obispo “la semana pasada en una entrevista dijera que se sentía muy orgulloso por haberme dicho que sí podía ser padrino” y ahora haya difundido este comunicado.

En él el obispo alude a “la confusión provocada entre algunos fieles al haberme sido atribuidas palabras que no he pronunciado” sobre este caso.

La diputada transexual Carla Antonelli, del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid, también se ha referido a la contestación del Obispado a Alex Salinas para criticar que la Iglesia sea “tan inmisericorde”.

“Le dicen que sí generándole la ilusión de ser el padrino y ahora le comunican que la Congregación de la Doctrina de la Fe, Antigua Inquisición literal, y el mismísimo Papa ha dicho que no puede serlo porque su propia existencia va en contra de ser cristiano”, apunta en un comunicado remitido a EFE.

“Ante tanta crueldad solo te queda pensar que la verdadera incongruencia es de quienes dicen ser los representantes de la doctrina que predica respeto y amor al prójimo pero que la aplican para dar rienda suelta a los odios, fobias y machacar al semejante”.

La diputada transexual se declara también “profundamente defraudada con el Papa Francisco”.

Viejas violencias y nuevas hegemonías

Josué González Pérez

Hace un tiempo en este mismo medio publiqué  un artículo sobre las agresiones a personas LGTBI (lesbianas, gays, trans, bisexuales e intersexuales). Insistía en algo muy sencillo: la denuncia de la violencia que sufren nuestros vulnerables cuerpos debe ser articulada con una impugnación de los asesinatos de mujeres por violencia de género. Como feminista, me veo en la responsabilidad ética de insistir en ese imperativo cuando nos encontramos con una situación de alarma social por ese incesante número de asesinatos machistas y que parece importarle bien poco a unas élites que no gobiernan precisamente para garantizar el bienestar de las mayorías sociales.

Ahora mismo, no recuerdo ni un solo día en las últimas semanas en el que hayamos obviado la lacra de la violencia machista. Nuestra sociedad sigue en su empeño por mantener una jerarquía entre los géneros, entre hombres y mujeres, como efectos performativos de un orden social concreto. En otras palabras, se trata de papeles sociales, aparentemente “naturales”, que sostienen representaciones para una obra de teatro que funciona como si de una dinámica divina se tratase. Con cada agresión y cada asesinato, se renueva este orden que afianza el terror para más de la mitad de la población, recordando a todas las mujeres que ninguna está a salvo de ser agredida por el mero hecho de ser mujer.

En efecto, afirmo la existencia de importantes conexiones entre la violencia de género y las agresiones a gays, lesbianas, trans, bisexuales e intersex (en adelante LGTBi-fobia). Antes bien, soy consciente de las diferencias entre unas y otras, pues como marica aún no vivo con el miedo a la violencia sexual en la madrugada aunque sí con ser apaleada por un grupo de varones que termina su fiesta demostrando lo “machos que son”. Ambas amenazas son entendidas como una llamada al orden para que todo siga igual, sin resistencias a la subordinación. Conceptualizar el heteropatriarcado como un entramado de relaciones de poder, implica admitir que los mayores índices de violencia sobrevendrán si se suscita una mayor insubordinación. Si la resistencia a la subordinación es menor, la necesidad de la coerción se esfuma. Aquí entra en juego la famosa hegemonía que, cuando es cuestionada, siempre deja paso a la fuerza. Esta última puede expresarse, por ejemplo, con la violación como práctica performativa que inscribe en los cuerpos la sumisión aceptable para el varón, pero igualmente con aquellas agresiones que resultan de la obsesión masculina por protegerse de lo homosexual, ya que en el fondo es bien sabido que no hay nada que también le impida serlo. Luego, ¿qué se supone que ocurre con aquellas personas trans que desestabilizan tanto las normas de género como las sexuales, aunque no sea de forma consciente?  ¿El odio hacia las personas trans –la transfobia- podría ser entendido como el efecto de una práctica en la que interviene tanto el sexismo como la homofobia?

La semana pasada, en el barrio madrileño de Tetuán, una mujer trans de 26 años fue brutalmente golpeada cuando se dirigía a un bar sobre las seis de la mañana. Según la prensa, su cuerpo se convirtió en un “campo de guerra”, en un espacio donde se ejerció la más brutal violencia. Lo corporal volvió a constituirse como un territorio apropiado para portar mensajes cifrados para otros hombres. Tras conocer que recibió insultos tales como “puta” y “maricón” no parece descabellado interpretar este cometido como si de una advertencia para el resto de varones se tratase, al señalar el precio a pagar por ocupar esa feminidad tan repudiada -como deseada-.Confirma que la identidad masculina, al decir de Elisabeth Badinter, se hace posible negando lo femenino, lo infantil y, por supuesto, lo marica. ¿No parece innegable la conexión entre la sexualidad y el género, entre la heterosexualidad como norma social hegemónica y las coercitivas normas de género? Las violencias mencionadas no parecen prácticas aisladas y radicalmente autónomas, pese a las particularidades de cada una, máxime cuando la heterosexualidad, como norma sexual que se presenta como “natural”, parece depender del equilibrio de esas posiciones sociales que ocupan hombres y mujeres.

Del mismo modo, la hora del suceso nos sugiere la posibilidad de especular con algunas de las motivaciones de esta agresión, extensible a tantas otras. Si  hasta el momento la consigna “la noche y las calles también son nuestras” no ha podido ser archivada por las feministas en el fondo de un cajón, es debido a que el espacio público es uno de los terrenos donde los varones aún demuestran su virilidad de diversas formas. Ya sea agrediendo a un marica que vuelve solo a su casa, ya sea apaleando a una trans mientras dos colegas les contemplan, como ocurrió en el caso que nos ataña según la prensa. Tristemente, esos espectadores suelen ser necesarios para que la virilidad manifestada sea reconocida. Aunque no se haya recalcado en el espacio mediático, huelga decir que siempre se trató de un caso de “violencia de género”.

Una semana más tarde,  esta mujer superviviente declaraba sentir miedo de salir a calle ante la posibilidad de toparse con aquellos que pretenden autodesignarse como sus  “dueños”. Este hecho refrenda la lógica patriarcal del reparto de esferas, donde el espacio público aparece como terreno de dominio masculino y heterosexual. Sin duda, todo un éxito patriarcal al lograrse el reclutamiento de sí en el espacio privado, allí donde no puede visible, mucho menos a una hora que no habrán razonado demasiado digna para una “señorita”- por especular a través del “no-pensamiento” misógino de los agresores-.

Afortunadamente, estas violencias son contestadas desde la lucha política feminista, como exitosamente ha ocurrido con la violencia legal del proyecto de Gallardón que pretendía negar el derecho de las mujeres a su autonomía corporal. La patologización de los cuerpos trans insiste en la negación de esta misma potestad, siendo igualmente repudiada desde la acción política democrática en los feminismos y colectivos LGTBI. La importancia de estas hazañas reside en su capacidad para desbaratar la nociva tentación de encasillar a las mujeres en una rígida posición de víctimas, incapaces de hacer frente a las múltiples violencias que reproducen un orden social incompatible con los valores democráticos.

De las luchas contra la LGTBI-fobia y la violencia de género puede vislumbrarse una posible lógica de equivalencias –según la política de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe- entre demandas disparejas susceptibles de ser articuladas en torno a esos “puntos nodales” que nos permiten hablar de “hegemonía”. Hablamos de una operación política que aglutina a diferentes demandas en equivalencia en torno identidades viables a partir de su relación de oposición con un tercero que amenaza su existencia, como es el caso de la famosa “casta” y su mafioso modus operandi, o el de una jerarquía eclesiástica cuyo “pensamiento” homófobo y misógino es difícilmente digerido por unas maduras mayorías sociales.

Durante la celebración de la primera Universidad de verano de Podemos, Clara Serra, querida amiga y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid, en su brillante intervención remarcó el carácter contingente de toda práctica política feminista comprometida con la hegemonía. Desde ahí, parecía simpatizar con una posible articulación entre las luchas contra la violencia de género y aquellas que se alzan contra la violencia hacia personas LGTBI. Compartimos la propuesta, máxime cuando ella misma resalta las equivalencias existentes entre sí y que se cristalizan en relaciones de antagonismo con una “casta” que solo ofrece parches para esta lacra. Esta proposición supone todo un reto para diferentes agentes sociales y de ninguna manera puede ser imaginado exento de conflictos políticamente productivos.

En la disputa por los “los significados”, por la hegemonía, no puede faltar un combate por la apropiación de la universalidad de conceptos políticos que resultan clave para la transformación, como la noción “democracia”. Conocidas feministas como Judith Butler suelen insistir en el potencial de las prácticas de resignificación, recalcando la importancia que posee el pleito por los significados al no obviar lo que se juega en ello: tanto posible resulta reforzar un sentido común que naturalice la violencia como, en un sentido distinto, se le podría tachar como incompatible con los valores democráticos. Parafraseando otra vez a la colega Clara, el feminismo ganador, aquel en el que me incluyo, insiste en la imposibilidad de la democracia si el actual poder político desprecia las vidas de más de la mitad de la población. Lo anterior se corrobora cuando se omite la urgente prevención de la homofobia y el sexismo, se prescinde de la ampliación de derechos o se favorece la dependencia económica de las mujeres. La democracia nunca será tal si cada día hay una menos. Solo aquel sistema político que priorice la financiación de una educación pública sensible con la igualdad y la diversidad frente a la tiranía de una troika, que ahonda en las miserias de las mujeres en particular y de la sociedad en general, podrá ser digno de abanderarse como democrático. Por todo lo dicho, es obvio que tenemos el deber de apostar por una nueva hegemonía para que esa vieja, aunque aggiornada, violencia machista no tenga razón de ser en una democracia cuyo significado estará en conflicto permanente con aquellos que siempre han declinado, por ejemplo, el presupuesto de las normativas contra la violencia, renovando de paso un misógino orden social que, con toda seguridad, no amenaza ni sus vidas ni tampoco sus bolsillos.

Una guía de la fundación de mujeres del PP dice que ser promiscua aumenta el riesgo de sufrir maltrato

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Una de las páginas del manual Las jóvenes como nuevas víctimas

La fundación del PP Mujeres en Igualdad considera que “la promiscuidad y el comienzo temprano de relaciones [sexuales]” son “factores de riesgo” que aumentan las posibilidades de que una chica joven sea víctima de violencia de género. Que “se muevan en entornos toxicómanos” o que tengan un “nivel bajo de escolarización y dificultades económicas” son otras de las variables que apuntan.

Además añaden que la vulnerabilidad de las jóvenes ante las agresiones machistas aumenta si son mujeres débiles emocionalmente –”baja autoestima, escasa asertividad, distanciamiento emocional, síntomas de ansiedad, dependencia emocional excesiva, trastornos de la conducta alimentaria, depresión crónica”– y si se mueven en un entorno conflictivo: “Pertenencia a pandillas violentas o grupos cerrados y clandestinos, exposición reiterada a la violencia en comunidad”.

“Un emparejamiento temprano” y “una maternidad prematura (15-20 años)” son otras de las causas a las que hacen referencia.

Mujeres en Igualdad, fundación del PP según la web del partido, recoge estas afirmaciones en un manual con el que pretenden “sensibilizar a las y los jóvenes contra el maltrato y dar las claves para detectarlo”. La guía titulada Las jóvenes como nuevas víctimas se publicó en 2011, sigue estando disponible en la página web de la organización, y fue elaborada gracias a una subvención de 11.005 euros otorgada por el Instituto de la Mujer (cuando estaba en el Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero) y el Fondo Social Europeo.

En la guía no hacen referencia a las fuentes en las que se han basado para elaborar esta argumentación. Según ha explicado una portavoz de la organización a eldiario.es, han extraído la información de dos estudios, uno realizado en la Universidad del País Vasco y otro en la de  Maryland (Estados Unidos). Además, señalan que van a revisar esta información e intentarán renovarla ya que, según indican, su organización no defiende que la promiscuidad sea un factor de riesgo en la violencia de género.

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Una página del manual

Expertos en prevención de violencia de género apuntan que las conductas de las mujeres, como la promiscuidad a la que hace referencia el manual, nunca son causantes de agresiones. “La culpa de los malos tratos es de la sociedad machista y del maltratador, nunca de la víctima”, explica María del Carmen Cuadrado , experta en género y juventud. “La violencia no depende de ellas, sino de ellos. Con esta argumentación se está imponiendo un criterio moral. Se busca desviar la atención al cuestionar las agresiones que sufren las mujeres teniendo en cuenta su comportamiento”, responde Miguel Lorente , exdelegado del Gobierno para la violencia de género con el gobierno socialista que la financió.

Lorente explica que el organismo que él dirigía no tenía control sobre las partidas económicas que gestionaba el Instituto de la Mujer. Considera que si esta guía no se ajusta a lo que se planteó al solicitar la subvención “es exigible que se pida el reembolso de la cantidad económica recibida”.

Estos profesionales coinciden al señalar que no existe un perfil de posible víctima de agresiones machistas. El único factor de riesgo es ser mujer. “En el año 88 se insistía mucho en el perfil de la persona maltratada. Se planteaba que era una mujer con baja autoestima, dependiente, depresiva. Al final se llegó a la conclusión de que estas características eran las consecuencias de la violencia de género, no las causas”, continúa Lorente.

En esta guía señalan que las variables educativas y económicas son factores de riesgo, indican que aumenta la vulnerabilidad en mujeres con “nivel bajo de escolarización y dificultades económicas”. Sin embargo Cuadrado explica que existen malos tratos en todas las clases sociales, “aunque dependiendo del nivel económico cambia el tipo de agresión”. “Mientras que en un perfil socioeconómico más bajo el tipo de maltratador es una personas autoritaria, ejerce una violencia física más violenta y más directa. Al subir en la escala socioeconómica es un agresor más encubierto, más psicológico, más perverso”, aclara.

La mejor prevención, la educación

La asociación que ha promovido este manual, Mujeres en Igualdad, se define como una “organización estrechamente vinculada a la lucha contra la violencia de género”. “El objetivo principal es promover la participación de la mujer en la sociedad, con especial incidencia en temas de carácter educativo, cultural, medio ambiental, asistencial y, en general, en aquellos campos en los que debe tener una participación más activa y relevante”, añaden en la web del PP. La mayor parte de la junta directiva está compuesta por diputadas y eurodiputadas del partido . La Secretaria General es María del Carmen Fúnez de Gregorio , senadora popular.

Según explican en el manual, el objetivo de este documento es prevenir la violencia de género en jóvenes. Los expertos consultados por eldiario.es consideran que la formación en clase, en los colegios e institutos, es la forma más correcta de evitar las agresiones machistas. “La educación debe de ser continuada, no vale con dar solo una serie de recomendaciones. La violencia está construida en una forma de entender que se es hombre siendo controlador y que se es mujer aceptando a esos varones. Así que hay que cambiar esa identidad masculina y femenina. Por un lado, construyendo nuevas referencias identitarias para que no se llegue a la normalización de la violencia. Por otro, deconstruyendo muchos de esos elementos que están interiorizados como parte de la normalidad”, finaliza Lorente.

El transexual vetado para ser padrino de bautizo: “Soy un hombre y la Iglesia me obliga a volver al pasado”

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Alex Salinas junto a su pareja

El bautizo del pequeño Eduardo no es uno más. Sobre todo desde que el Obispado de Cádiz y Ceuta le ha hecho saber a su tío, Álex Salinas, que no le permite ser su padrino porque ante los ojos de la Iglesia sigue siendo una mujer, por más que disponga de un documento nacional de identidad como hombre desde hace más de un año. La negativa se produjo hace tres semanas y el sacramento todavía no se ha realizado. Este vecino de San Fernando (Cádiz), de 21 años, todavía alberga alguna esperanza de que la postura cambie y pueda lograr lo que tanto desea desde el nacimiento del hijo de su hermana.

¿Cómo explica que la Iglesia le haya impedido ser padrino de su sobrino?

Me ha dejado una gran sensación de importancia y de rabia. El cura de mi Parroquia me dijo desde un primer momento que no tenía ningún problema y que lo hablaría con el Obispado, pero le dieron la negativa alegando que yo aún soy mujer para la Iglesia. Tenía mis dudas, pero me sorprendió.

¿Le choca que todavía le consideren mujer cuando dispone de DNI de hombre?

Aunque tenga todo cambiado, mi partida de bautismo y comunión no lo están. El cura me comentó que hablando con el Obispado se podrían cambiar esos papeles o dar la autorización para que, aunque aparecieran con otro nombre, yo fuera el padrino, pero el Obispado dio el no rotundo. Entonces mi cuñado fue a otra parroquia a ver qué decía el otro cura y en cuanto le comentó el caso le dijo que él ya lo había escuchado, que lo había llamado el Obispado hablándole de lo mío y que él, aunque no le importaba que yo fuera el padrino, tenía que decir que no. ¿Por qué yo no puedo ser el padrino? Si desde que supe que iba a venir al mundo he querido serlo…

Si hubiera un cambio de opinión y le dejaran ser padrino finalmente, ¿impulsaría al niño a crecer en la fe católica o estaría resentido?

No tengo muchas esperanzas, aunque todavía no lo hemos bautizado a la espera de una solución. Le transmitiría los valores que mis padres me transmitieron a mí, pero sobre la Iglesia no me fiaría mucho. Después de esto no sé si darán el ok por agobio colectivo o por dar la sensación de que se modernizan, cuando desde un primer momento me han dado la negativa y han llamado para que se me dé el no en todas las iglesias de San Fernando.

¿Le habrían dejado ser madrina, por constar todavía como mujer?

Pues no dijeron nada, pero capaces son, aunque yo así no lo querría. Soy un hombre. La Iglesia me obliga a volver al pasado con todo el trabajo y esfuerzo que me ha costado.

¿Considera que no se nota la influencia del progresismo que parece proyectar el Papa Francisco?

Nada. Creía que si el Papa era así, sería un ejemplo para los demás. Pero no es así.

¿Cómo ha sido su pelea para llegar a sentirse feliz consigo mismo?

Desde que tengo uso de razón siempre me he sentido un chico. Siempre he llorado cuando mi madre me ponía un vestido o me trataba como una chica o simplemente cuando en los Reyes Magos no tenía el juguete que quería. Me di cuenta de que era transexual a los 13 años, pero no lo dije porque a mí mismo me daba miedo y me dije que seguramente era de la edad. Esperé a que todo cambiase y mientras esperaba, yo estaba peor, los ánimos por los suelos, nada era bonito, yo no era feliz y entré en depresión. Afectó mi salud, porque engordé tantos kilos que llegué a rondar los 140 kilos. Fue a los 16 años cuando no pude más y tras varios ataques de ansiedad en clase decidí cortarme el pelo y probar. A raíz de ahí es cuando yo me vi feliz ante el espejo y supe que realmente me sentía chico.

¿En su propia casa ha sentido apoyo?

Se lo conté a mi madre primero y ella se dedicó a contarlo a los demás. Al principio sólo me aceptó mi madre y mi hermana mayor pero al poco tiempo, a los meses, mi padre y mi otra hermana lo aceptaron y a día de hoy están luchando conmigo. Ahora soy feliz aunque mi vida no esté plena. Aún estoy esperando por una operación muy importante para mí. Estoy en lista de espera desde hace casi dos años y tengo cita para el 12 de agosto.

¿No está algo rancio el término transexual?

Un poco sí. Cuando hay alguna injusticia referente a nosotros tenemos que apoyarnos y esa palabra creo que realmente lo que hace es unirnos más que diferenciarnos.

¿Todavía se siente repudiado por la sociedad o el caso de la Iglesia es una excepción?

Todavía en cierta medida se repudia. Hay casos en el trabajo que cuando han sabido que alguien era transexual el trato ha dejado de ser el mismo.

¿Teme que le cambie la vida tras destaparse su caso ante la opinión pública?

La verdad es que lo temo, pero en mi trabajo hay gente bastante tolerante.

El desamparo de los niños transexuales que quieren cambiarse de nombre

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Jóvenes que participan en la Fundación Daniela / Twitter: @Danieldafund

Sara ya enseña su DNI orgullosa. El verano pasado comenzó su tránsito social. Desde que era un bebé, en casa se identificaba como una niña pero en el colegio seguía siendo Hugo. Al irse de vacaciones a Oporto el año pasado sus padres aprovecharon que no conocían a nadie para ver cómo se sentía al salir a la calle vestida como una chica. “Enseguida nos dijo que cuando llegásemos a Lugo siguiésemos así. Que nunca más volvería a ser Hugo, que esa persona no tenía nada que ver con ella”, relata Cristina Palacios, madre de esta niña gallega de 9 años.

Después del verano, volvía a clase por primera vez siendo Sara. Comenzaba cuarto de primaria reafirmando su identidad sexual, en el colegio no hubo ningún problema y tanto sus compañeros como sus profesores no pusieron obstáculos a su decisión. “Los niños le dicen que ya no les sale el nombre anterior porque ven físicamente a una chica”, continúa su madre.

Sin embargo fuera de su entorno de confianza la comprensión no ha sido la misma. Por ejemplo, en su documentación oficial Sara seguía siendo Hugo. “Se crean situaciones humillantes, una y otra vez se está mostrando esa condición de persona transexual”. Las madres de estos menores coinciden en señalar que la consulta del médico es uno de los momentos más incómodos para estos jóvenes: “Estás esperando y, de repente, te llaman por un nombre que no está asociado a tu género. Las miradas del resto de niños son inevitables”.

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Pancarta de la Fundación Daniela en el Orgullo 2015 / Twitter: @Danielafund

Para evitar esas incomodidades, la madre de Sara solicitó oficialmente el cambio de nombre, en febrero presentó un  requerimiento en el Registro Civil y un mes después se lo confirmaron. Así se convertía en el primer caso autorizado en Galicia. En España solo hay 20 jóvenes que lo han conseguido, según los datos de Chrysallis (Asociación de Familias de Menores Transexuales). “La mayor parte de las solicitudes – entre 90 y 95% – se resuelven de forma negativa. Que la respuesta sea positiva es una excepción”, comenta Isidro García, trabajador social de la  Fundación Daniela, que informa y aconseja a los padres de estos jóvenes.

En España no existe una legislación que ampare a los menores trans que quieren cambiarse el nombre. A partir de los 18 años lo podrán solicitar gracias a la  Ley de Identidad de Género –que se aprobó en el 2007–, que permite modificar la referencia de nombre y de sexo sin necesidad de someterse a una operación genital.

Hasta entonces, las familias tienen que aferrarse a la Ley del Registro Civil de 1957, deben de presentar documentación que demuestra que son personas transexuales – informes psicológicos – y que el nombre que solicitan es el que utilizan normalmente. En la argumentación que entregan explican que si no se les autoriza se vulnera el artículo 54 de esta normativa, que establece que quedarán prohibidas las denominaciones que “perjudiquen a la persona”. Aunque, en este caso la legislación es contradictoria porque también recoge que no se autorizarán los nombres que “induzcan a error en cuanto al sexo”.

Por eso, la decisión final depende de la interpretación que realice de esta ley el juez titular del Registro Civil. “Hay magistrados que entienden que no es admisible que haya personas que se tengan que llamar con un nombre que no se corresponde con su identidad sexual”, explica Javier Maldonado, abogado de la asociación Chrysallis. En estos casos sólo se cambia el nombre, la referencia del género sigue siendo la misma que se le asignó al nacer.

El último cambio de nombre aprobado ha sido el de Daniel, un madrileño de 11 años, que comenzó hace tres su tránsito social. A su madre se lo comunicaron la semana pasada, y cuando le leyeron el auto que lo confirmaba se echó a llorar: “Mi hijo ha sufrido mucho cuando le han llamado por el nombre que le pusimos al nacer, se enfada y es una situación horrorosa”, apunta. Sin embargo, hay otros jueces que argumentan que el cambio de nombre “induce a error” y no aprueban el requerimiento. Este es el caso del magistrado titular del Registro Civil de Sevilla, según explica la vicepresidenta de Chrysallis en Andalucía, “ha denegado todas las solicitudes, en total casi una decena de casos”.

Cambio de legislación

Para evitar estas desigualdades, las asociaciones solicitan al gobierno un cambio de legislación que equipare los criterios y que ampare a todos estos menores. Por ahora, según han confirmado a eldiario.es, la Dirección General del Registro Civil no tiene datos oficiales del número de jóvenes trans que han conseguido modificar su nombre.

Desde la Fundación Daniela apuntan a dos soluciones: o que “no sea obligatoria la inscripción del sexo de los bebés cuando nazcan” o que los niños y adolescentes trans, que están realizando el tránsito de cambio de género en el colegio, “puedan acceder a cambiar la documentación”.

Que les denieguen la modificación del nombre marca el carácter de estos jóvenes. “Hasta que consiguen la autorización están cargando con un peso. Intentan que no se note y que no se sepa. Viven una doble vida. Algo muy duro y doloroso para un menor”, apunta la madre de Sara. Este verano será especial para Sara y Daniel, han conseguido desprenderse de esa carga. Por primera vez podrán irse de vacaciones, viajar en avión y enseñar su documentación como cualquier otro niño, sin tener que dar explicaciones sobre su identidad sexual.

 

El gobierno valenciano condena el asesinato homófobo de una mujer transexual en Alicante

La mujer murió en un apartamento de la playa alicantina por la paliza que le propinaron sus presuntos agresores que están detenidos

La vicepresidenta del Consell y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, ha manifestado “la condena firme” del ejecutivo valenciano por el asesinato este martes de una mujer transexual en Alicante “debido, al parecer, por la brutal paliza que le propinaron presuntamente dos individuos, ya detenidos”.

La vicepresidenta ha explicado que “a la espera de conocer más detalles del caso, que está bajo secreto de sumario, todo apunta a que este crimen se ha cometido por transfobia o violencia de género”.

A este respecto, Oltra ha llamado la atención, a través de un comunicado, sobre “los crímenes de odio por motivo de identidad sexual o de género (transfobia) y, en especial, por la vulnerabilidad de las mujeres transexuales, las cuales viven en la mayoría de casos situaciones de gran desprotección”.

La consellera de Igualdad ha enfatizado que para el gobierno autonómico es “una prioridad” trabajar en la lucha contra los crímenes de odio “especialmente desde la prevención y la atención a las víctimas”.

Así, ha anunciado que se abordarán “a través de una Ley integral para la igualdad efectiva de personas LGTBI y contra la discriminación por orientación sexual o identidad de género” porque, a su juicio, cabe concienciar a la ciudadanía de que “en esta sociedad la diversidad de las personas es una valor a preservar, independientemente de su identidad sexual o de género, orientación sexual, raza, etnia, cultura, religión o creencias”.

Marruecos pide a los homosexuales que “no provoquen” ataques tras una brutal agresión discriminatoria

Imagen de archico de una manifestación en contra de la homosexualidad, tras la expulsión de la activista española LGTBI en la embajada española

Imagen de archico de una manifestación en contra de la homosexualidad, tras la expulsión de la activista española LGTBI en la embajada española./ E. G.

Un hombre, que llevaba un vestido blanco, sufrió una brutal paliza el pasado 29 de junio en Fez, Marruecos. Según muestran varios vídeos de medios locales, una marabunta lo rodeó y le propinó una lluvia de puñetazos y patadas. Desde entonces, dos personas han sido detenidas por la agresión, pero las declaraciones del ministro de Justicia Moustapha Ramid, que ha asegurado que se perseguirá a los culpables, también señalan a las víctimas de los ataques: “Estas personas (los homosexuales) no deben provocar a la sociedad”.

Las palabras del ministro marroquí han indignado, entre otros, a la organización Human Rights Watch (HRW) que exige al gobierno alauí que se limite a condenar los ataques y deje de hacer “comentarios homófobos”, indican en un comunicado. Sarah Leah Withson, directora para Oriente Medio y Norte de África de HRW, indica que la persona que debería velar por la justicia en el país debería mostrar una posición de “tolerancia cero” a este tipo de ataques y no “hacer declaraciones que sugieren que las personas percibidas como homosexuales son anormales y que comparten la culpa de la violencia anti-gay”.

La víctima de la agresión afirmó a HRW que la violencia comenzó a la una y media de la madrugada, cuando un taxista lo expulsó del coche tras una discusión al grito de “janit”, un término peyorativo para nombrar a homosexuales u hombres afeminados. “El taxista causó esta situación. Yo no incité el ataque ni me lo merezco”, dijo el afectado, que no quiso precisar su orientación ni identidad sexual. “Soy como cualquier otra persona”.

Un duro vídeo del medio Goud.ma de la agresión, muestra cómo la turba de gente persigue al hombre hasta que éste consigue refugiarse detrás de un policía. La víctima pasó la noche en una comisaría, según apunta HRW, y “le preguntaron por la paliza pero no abrieron cargos contra él”.

En Marruecos las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo están castigadas por el artículo 489 del Código Penal, con penas de cárcel de seis meses a tres años. HRW recuerda que esta situación inhibe que los homosexuales que son víctimas de ataques denuncien los hechos ante las autoridades y ha pedido también al gobierno que retire este artículo de su ordenamiento en la reforma prevista del Código Penal.

El ministro de Justicia ha indicado que cualquier intento de descriminalizar la homosexualidad cruzará “una línea roja”. En la radio Chada FM, Ramid afirmó “no debemos permitir que la gente imponga la justicia… pero estas personas (los homosexuales) no deben provocar a la sociedad, porque la sociedad es así”. También apuntó que él está a favor de la cirugía para un hombre que “por dentro, es una mujer y actúa como una mujer”. Pero añadió: el hombre “que mantiene apariencia de mujer, y además, tiene prácticas sexuales que no encajan con su género, entonces eso se convierte en una cuestión de la ley”.

El pasado mes fue expulsada de Marruecos la delegada española de NOVACT, una ONG financiada con fondos de la cooperación española, la Unión Europea y el Ayuntamiento de Barcelona. La organización ha condenado la actitud del Gobierno en esta ocasión en concreto y en otras anteriores. Sarah Leah Whitson ha subrayado que el ministro no puede “reconocer que es un delito atacar a alguien por su apariencia” y, al mismo tiempo, “insistir en que ser gay es una condición anormal que la sociedad rechaza y que debería seguir siendo delito”.

“A las dos horas de decir que tenía el VIH me despidieron”

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Daniel junto el lazo rojo de la plaza de Vázquez de Mella en Madrid.

Dos horas le duró a Daniel la alegría de creer haber dado con una jefa comprensiva en su nuevo puesto de trabajo. El tiempo que pasó entre que le confió que es seropositivo y la entrada en su teléfono móvil de un mensaje que le despedía. “Yo se lo dije en confianza tras una jornada de trabajo: ‘Quiero que sepas que tengo el VIH y que un día al mes tengo que ir al hospital a por mis pastillas’, le comenté”, cuenta el propio Daniel. “A las dos horas me despidió”.

La empresa niega que ese fuera el motivo del despido: “Llevaba un día y medio de trabajo y se encontraba mal, sudando mucho. Le dije que se fuera a casa y que se necesitaba a alguien en plenas facultades porque en el verano es temporada alta, no alguien delicado”, cuenta la encargada de la coctelería donde fue contratado Daniel.

Daniel Jiménez entró a trabajar de barman en un local del copas de Madrid llamado Mokai “el 7 de mayo pasado aunque el contrato tiene fecha de día 12”, recuerda. Un bar de ambiente ‘cool’ en la plaza de Vázquez de Mella. El mismo espacio urbano escogido en 2005 por el exalcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, para plantar en 2005 un gran lazo rojo permanente como símbolo de “la lucha de la ciudad contra el sida”. La plaza es la puerta de entrada al barrio de Chueca, que protagoniza, justo esta semana, las fiestas del Orgullo Gay en la ciudad.

El 14 de ese mes, relata Daniel, “le conté a mi superiora mi enfermedad y, la verdad, la reacción en el momento fue muy buena. Me preguntó que cómo lo llevaba y que qué mala suerte”.

Los mensajes telefónicos que esgrime Daniel contradicen la defensa de la empresa. Tan solo dos horas después, la misma jefa le comunicaba su despido: “Siento mucho lo que te ocurre pero no me parece justo que no me lo hayas comunicado antes de contratarte. Tengo un negocio de restauración y, al menos, me podías haber contado esto. No puedo arriesgar”, le informó, según los textos intercambiados por la aplicación whatsapp. “Mañana hablaré con la gestoría y le comunicaré tu baja. Me parece un golpe bajo por tu parte”, añadía.

La encargada repite a eldiario.es que “es incierto que me dijera en ningún momento que tuviera la enfermedad. Sólo busca el dinero de una indemnización”.

El barman recuerda que “justo acababa de decirle a mi madre lo bien que se habían tomado en el trabajo mi situación cuando llegó el mensaje”. La Coordinadora Estatal VIH-sida (Cesida) recuerda que “en los trabajos que conllevan la manipulación de alimentos, ni la normativa estatal ni la comunitaria justifican la exclusión de las personas con VIH”.

El reglamento de la Unión Europea sobre higiene de los alimentos únicamente hace referencia a que “las personas que padezcan o sean portadoras de una enfermedad que pueda transmitirse a través de los productos alimenticios,o estén aquejadas, por ejemplo, de heridas infectadas, infecciones cutáneas, llagas o diarrea, no deberán estar autorizadas a manipular los productos alimenticios”.

El sida no se transmite por los alimentos. Ese grupo lo configuran, según recuenta el Instituto de Salud Carlos III: el botulismo, la fiebre por E.coli, el tifus, la hepatitis A, la listeniosis, la salmonelosis, la shigelosis, la triquinosis, la yersiniosis, la campilobacteriosis y la criptosporidiosis.

“Derecho a contratar a gente sana”

La cuestión es que Daniel se ha quedado en la calle. “Conmigo no has actuado de buena fe”, le recriminaba por escrito la encargada del local a lo que el trabajador contestó, también en mensajes: “Mañana paso por el juzgado a denunciar la discriminación”. A partir de ahí, el tono de las comunicaciones ya es más elevado. La jefa reaccionó, de acuerdo con los mensajes grabados en el teléfono de Daniel, y le dijo que “me parece indignante que seas capaz de decir que te he discriminado cuando ni siquiera has tenido la delicadeza de informarnos de que estabas enfermo antes de hacerte el contrato”.

Preguntada por este medio, la superior repite que “a mí no me dijo nada de ese problema antes de ponerse a trabajar. Y estando todavía en pruebas, tras un día y medio de trabajo, fue cuando se le despidió”.

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Mensajes almacenados en el teléfono de Daniel.

Daniel Jiménez entró a trabajar de barman en un local del copas de Madrid llamado Mokai “el 7 de mayo pasado aunque el contrato tiene fecha de día 12”, recuerda. Un bar de ambiente ‘cool’ en la plaza de Vázquez de Mella. El mismo espacio urbano escogido en 2005 por el exalcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, para plantar en 2005 un gran lazo rojo permanente como símbolo de “la lucha de la ciudad contra el sida”. La plaza es la puerta de entrada al barrio de Chueca, que protagoniza, justo esta semana, las fiestas del Orgullo Gay en la ciudad.

El 14 de ese mes, relata Daniel, “le conté a mi superiora mi enfermedad y, la verdad, la reacción en el momento fue muy buena. Me preguntó que cómo lo llevaba y que qué mala suerte”.

Los mensajes telefónicos que esgrime Daniel contradicen la defensa de la empresa. Tan solo dos horas después, la misma jefa le comunicaba su despido: “Siento mucho lo que te ocurre pero no me parece justo que no me lo hayas comunicado antes de contratarte. Tengo un negocio de restauración y, al menos, me podías haber contado esto. No puedo arriesgar”, le informó, según los textos intercambiados por la aplicación whatsapp. “Mañana hablaré con la gestoría y le comunicaré tu baja. Me parece un golpe bajo por tu parte”, añadía.

La encargada repite a eldiario.es que “es incierto que me dijera en ningún momento que tuviera la enfermedad. Sólo busca el dinero de una indemnización”.

El barman recuerda que “justo acababa de decirle a mi madre lo bien que se habían tomado en el trabajo mi situación cuando llegó el mensaje”. La Coordinadora Estatal VIH-sida (Cesida) recuerda que “en los trabajos que conllevan la manipulación de alimentos, ni la normativa estatal ni la comunitaria justifican la exclusión de las personas con VIH”.

El reglamento de la Unión Europea sobre higiene de los alimentos únicamente hace referencia a que “las personas que padezcan o sean portadoras de una enfermedad que pueda transmitirse a través de los productos alimenticios,o estén aquejadas, por ejemplo, de heridas infectadas, infecciones cutáneas, llagas o diarrea, no deberán estar autorizadas a manipular los productos alimenticios”.

El sida no se transmite por los alimentos. Ese grupo lo configuran, según recuenta el Instituto de Salud Carlos III: el botulismo, la fiebre por E.coli, el tifus, la hepatitis A, la listeniosis, la salmonelosis, la shigelosis, la triquinosis, la yersiniosis, la campilobacteriosis y la criptosporidiosis.

“Derecho a contratar a gente sana”

La cuestión es que Daniel se ha quedado en la calle. “Conmigo no has actuado de buena fe”, le recriminaba por escrito la encargada del local a lo que el trabajador contestó, también en mensajes: “Mañana paso por el juzgado a denunciar la discriminación”. A partir de ahí, el tono de las comunicaciones ya es más elevado. La jefa reaccionó, de acuerdo con los mensajes grabados en el teléfono de Daniel, y le dijo que “me parece indignante que seas capaz de decir que te he discriminado cuando ni siquiera has tenido la delicadeza de informarnos de que estabas enfermo antes de hacerte el contrato”.

Preguntada por este medio, la superior repite que “a mí no me dijo nada de ese problema antes de ponerse a trabajar. Y estando todavía en pruebas, tras un día y medio de trabajo, fue cuando se le despidió”.