La promesa del feminismo

Cuantos más derechos empoderen a más mujeres, más democrática será la sociedad

Para el marxismo, la democracia era “democracia burguesa”. Dada la desigualdad material, en el capitalismo la igualdad política solo podía ser formal, ficticia. En tanto no se cuestionaran las relaciones sociales de producción, la democracia serviría para reproducir la dominación de la burguesía y normalizar la explotación concomitante, de los propietarios a quienes no lo son. Una democracia sustantiva requeriría la eliminación de la propiedad privada, la emancipación del proletariado.

El motor de la historia siempre fue la lucha de clases, pero Engels le prestó atención a la problemática de género. En su lectura, el cambio económico —la transición a la sociedad agrícola y la propiedad privada— fue acompañado por el paso del matriarcado primordial a un patriarcado represivo. Veía la opresión de género, sin embargo, como el resultado de relaciones sociales ancladas en el régimen de propiedad privada, régimen que incluía (o incluye) a la mujer como mercancía. La explotación de la mujer por el hombre es análoga a, y derivada de, la explotación del proletario por el burgués. La sociedad sin clases resolvería ambos conflictos de manera simultánea.

Engels fue un proto feminista y, como tal, limitado. La problemática de género no echó raíces profundas en el marxismo clásico, tal vez por el desproporcionado peso analítico del concepto de clase y por ser un sub producto de ella. No fue sino hasta la posguerra que el feminismo levantaría vuelo como genuino campo de estudio dentro del marxismo y como generador de acción colectiva. Ello especialmente cuando muchas voces feministas apoyaron el comunismo; la de Simone de Beauvoir, entre las más notables.

Hasta allí seguían a Engels. La debilidad más importante de esta posición, sin embargo, fue que, avanzado el siglo XX, quedó claro que la emancipación proletaria no significó la automática emancipación de la mujer. En realidad, ni mucho menos. En otras palabras, el socialismo realmente existente emparejó, aunque no igualó, el ingreso entre mujeres y hombres. En todas las otras áreas de reivindicación de género—derechos civiles, representación política, autonomía, derechos culturales e identidad—la mujer permaneció tan subyugada como en el capitalismo.

En los setenta, a medida que la izquierda europea se distanciaba de Moscú, el feminismo desanduvo el camino del marxismo ortodoxo, por cierto que también el del estalinismo. Con el Eurocomunismo, hasta las versiones feministas más radicales se reconciliaron con la idea de ciudadanía, constitucionalismo y democracia, aunque ello significara incluir al capitalismo en la ecuación. Independientemente de sus múltiples vertientes teóricas, el feminismo se constituyó así en un esfuerzo pluralista de construcción de sociedad civil: un espacio autónomo de deliberación y agregación de intereses e identidades que no son reducibles a la clase social.

Una sociedad civil diversa se expresa, además de clase, en identidades étnicas, religiosas, de orientación sexual, de género y, por supuesto, en la superposición de todas las anteriores, una realidad que la agenda feminista fue de las primeras en reconocer. Esta agenda también ayudó a entender que en sociedades complejas, la noción de minoría no es un concepto cuantitativo. Por el contrario, tiene que ver con desigualdades en la asignación de recursos materiales y asimetrías en la distribución de recursos simbólicos. Las mujeres, un grupo numeroso, no obstante han sido históricamente perjudicadas en lo material y en el reconocimiento social. Articulan por ello demandas capaces de representar a cualquier minoría, no solo a una minoría de género. El feminismo está naturalmente equipado para la democracia.

Estas intuiciones teóricas coincidieron con la tercera ola, las transiciones en Europa del sur, América Latina y Europa postcomunista, en ese orden cronológico. Si bien de manera fragmentada e insuficiente, sirvieron para orientar la práctica de la democratización. Hoy sabemos bien que en políticas de alivio a la pobreza, el subsidio debe llegar a la mujer para garantizar que llegue a los niños. Y en materia de ciudadanía, sabemos que nada tiene tanto efecto cascada como ampliar derechos de género. Es que la democracia podrá ser burguesa, pero sobre todo es “masculina”.

En este sentido, las reivindicaciones de género siempre se traducen en demandas por ciudadanía democrática; unifican conceptualmente esta misma noción. No es solo derechos sociales: igual salario por igual trabajo, en palabras de Patricia Arquette en los Oscars (¡y esto en una sociedad postindustrial!). También incluye más derechos políticos —cuotas, representatividad— e igualdad de derechos civiles en temas donde el clivaje se define por el género: propiedad marital, divorcio, derechos reproductivos. Y, finalmente, la ampliación de derechos culturales, aquellos que definen una identidad de manera endógena, por la subjetividad del actor.

En una época en la que los partidos políticos experimentan una visible erosión de la confianza social y la democracia liberal es fuente de desencanto, tal vez su mayor esperanza esté radicada en la agenda feminista. Cuantos más derechos empoderen a más mujeres, más democrática será esa sociedad. La gran promesa feminista, en definitiva, reside en sus externalidades positivas. En el camino de ampliación de derechos—es decir, un camino democratizador—ganamos todos, no únicamente las mujeres.

Antonio Maíllo: ‘Todavía hay muchos políticos con miedo a decir que son homosexuales’

POLÍTICA  El lado más íntimo del candidato andaluz de IU

  • Es el primer candidato gay (“que se sepa”, dice él con ironía) a presidir Andalucía

  • El político habla de su lado más personal: “Quiero ser la referencia que yo no tuve de niño”.

 

Esta entrevista tiene dos escenarios distintos. Primero, Antonio Maíllo, el candidato de IU a presidir Andalucía, atiende a LOC el pasado miércoles en una plazuela escondida del centro de Sevilla,muy cerca del piso que tiene alquilado a unos amigos. Al día siguiente, de camino a Almería, se monta en el autobús de los periodistas durante casi cuatro horas. Tras almorzar con los medios en una venta de carretera -pide una sopa de picadillo y cordero a la plancha- vuelve a ponerse delante de una grabadora de la que pronto se olvida.

En ambas ocasiones, Maíllo se muestra tal y como se le intuye a poco que uno se acerca a él: es un tío desenfadado, cercano, irónico y más impetuoso en la distancia corta de lo que aparenta ante una cámara. Este hijo de panadera y de talabartero nacido en Lucena, Córdoba, hace 48 años, el segundo de cuatro hermanos (dos hombres y dos mujeres), trata de conquistar la Junta el próximo 22 de marzo con un perfil que no abunda en la política actual.

Antonio Maíllo es licenciado en Filología Clásica; ha sido director de un instituto en Aracena (Huelva); domina el latín, el griego, el italiano y el alemán; durante sus discursos apela a Machado, le apasiona el arte o lee a Thomas Mann y a Gabriel García Márquez; sueña con poder mirar con dignidad a los ojos de la gente tras abandonar su cargo de coordinador regional de IU, y habla sin tapujos de su condición sexual: soy gay, sí, ¿y?, viene a decir.

El primer candidato homosexual a gobernar la región más poblada de España (“que se sepa”, dice él entre risas) se desnuda sin miedo al qué dirán. Después de que Susana Díaz rompiera el pacto que tenía con IU en el Gobierno andaluz y convocara elecciones, Maíllo se sienta a hablar de su vida más íntima y de una profesión a la que le pone fecha de caducidad: ocho años.

Usted es una rara avis en este mundo. ¿De dónde ha salido?
Yo… (carcajada) He salido de mi casa. He sido siempre una persona muy comprometida políticamente desde mi condición de estar muy interesado en la cultura. Soy profe de instituto y creo que política y cultura se necesitan.
Me reconocerá que su perfil no es muy común entre la clase política española.
Ahora mismo no. Tengo clarísimo que esto no puede ser una profesión. Mi dedicación a la política va a ser temporal y en estos tiempos de sacudida debemos dejarlo claro. Mi compromiso es temporal: siete u ocho años y pa casa. Esto no fue buscado y quizás por eso ha llegado. Mi futuro pasa por volver a un instituto a dar clase.
Le he leído por ahí que aspira a ser el primer presidente gay de Andalucía.
No, no, no (risas). Esa barbaridad no la he dicho yo. Fue una interpretación que hizo una periodista, aunque no de forma malintencionada. Pero sí es verdad que la mejor manera de normalizarlo es desde la cotidianeidad y la tranquilidad. Eso sí, si sirvo como referente positivo, me alegra. Hay gente a la que le cuesta asumir su condición sexual y yo, como candidato a la Junta, quizá puedo servirle de referencia. De pequeño yo no tuve a nadie en quien verme representado.
¿En política todavía hay alguno que tiene miedo a decir abiertamente: ‘soy homosexual’?
Puff, muchísimos. Alguno no, unos cuantos, sin lugar a dudas, tanto mujeres como hombres públicos. En la vida cada uno tiene sus prioridades pero desde luego yo no voy a contenerme a la hora de decir lo que soy. Creo que es un drama que alguien se contenga en la expresión de sus deseos y de sus sentimientos.
¿Y quiénes lo tienen más complicado, los de la derecha o los de la izquierda?
Creo que en la derecha hay más temor a hacerlo público. Pero también conozco a socialistas que jamás dirán que son gays.
Ahora dicen que usted es el Zerolo de IU.
Eso no me gusta nada, me choca que digan eso de mí. Yo soy yo y no hago gala de nada.
En estos momentos, ¿su corazón está ocupado?
En agosto se terminó una relación de varios años con una pareja. Desde entonces estoy soltero. Esta vorágine de los últimos meses me tiene absorbido.
¿Y dónde tiene su refugio este profesor para huir de la política?
En mi casa de Aracena, en la sierra de Huelva, donde he ejercido durante 13 años -antes lo hizo en Sanlúcar de Barrameda- y a donde pienso volver tarde o temprano. Simplemente el recorrido en coche ya me baja la tensión. Me tranquilizan el silencio, la naturaleza y los amigos y amigas que tengo allí. Cuando puedo me enfundo la ropa de campo y me hago escapadas para caminar.
¿Hay mucho divismo entre los políticos de ahora?
Absolutamente, hay una vanidad extraordinaria, mucha pose y teatralización. Y después, cuando escarbas, no hay nada. Pienso que la política es el reflejo de los tiempos: de la vacuidad de las ideas, de la anteposición de las formas y el escaparate sobre el contenido. Me indigna porque tenemos que hablarle a la gente como lo que son, personas inteligentes. En política algunos hablan a los ciudadanos como si fueran tontos.
¿Y quién es ese Antonio Maíllo que no aparece en las televisiones?
Pues siempre he sido un chico muy normal, aunque diferente al hombre de ahora. Hasta los 16 jugué como federado en el equipo de fútbol de mi pueblo. Luego me fui a la universidad y con sólo 23 años logré entrar a dar clases en Sanlúcar de Barrameda. De niño me recuerdo siempre en la calle y montando en bicicleta.
¿Qué libros o qué autores no pueden faltar en su biblioteca?
Homero, Virgilio, Tácito, Cernuda, García Márquez, Thomas Mann…
¿Es cierto que dice ‘soy de izquierdas gracias al cristianismo’?
Es cierto. Hasta los 15 o los 16 años, por mi madre, que es muy creyente, la parte más social y apegada a la realidad del cristianismo siempre ha estado muy presente en mi vida. Pero luego hubo una ruptura.
La última, profesor. ¿En qué suspende a Susana Díaz y a Moreno Bonilla?
A mí no me gusta suspender a nadie. Cuando suspendía a un alumno sufría más que él. Le guardo un respeto personal inmenso a todos los contrincantes. Yo, en política, aspiro a la reflexión crítica. Pero si quieres que hable de ellos, te diré que Susana de escrúpulos no está muy sobrada, y de Moreno Bonilla que está muy acartonado pero que es un tío simpático.

El obispo de Alcalá de Henares vincula homosexualidad y pederastia

Reig Pla realiza comentarios homófobos en una carta pastoral

juan antonio reig

Juan Antonio Reig Pla

Juan Antonio Reig Pla, de 67 años, obispo de Alcalá de Henares (Madrid) ha vinculado homosexualidad con pederastia en una carta pastoral publicada el pasado 11 de marzo. “Es muy importante impedir, como exige la Iglesia, la ordenación de candidatos con atracción sexual hacia el mismo sexo (AMS)”, recomendaba el prelado en su texto sin atreverse a escribir la palabra homosexual. Además, en la misiva el obispo, conocido por sus comentarios homófobos, su guía para curar la homosexualidad o la impartición de una misa con la bandera preconstitucional de fondo, invitaba a extender ese veto a “catequistas o profesores” describiendo a los gais como “personas no aptas” y “adultos vulnerables”.

“Desaconsejable, imprudente y muy arriesgada”. Con estos apelativos tilda Reig Pla, en la misiva pastoralEn defensa de la vida: sobre los abusos sexuales a menores y adultos vulnerables, la posibilidad de que los gais sean curas, catequistas o profesores. Opiniones que han desencadenado una nueva oleada de críticas contra sus posturas homófobas. “Nos sentimos indignados”, dicen desde la confederación de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales Colegas. “Para este prelado, la inmensa mayoría de los pederastas son homosexuales y su solución es empezar una cacería en seminarios, catequesis y parroquias”, dice Paco Martínez, presidente del colectivo, que ha descrito la actitud de Reig Pla como “una cruzada y caza de brujas contra la homosexualidad”.

El origen de la carta de Reig Pla es otra misiva que, el pasado febrero, escribió el Papa Francisco en referencia a los abusos de menores. Jorge Mario Bergoglio pedía a los integrantes de la Iglesia “tolerancia cero” y “poner en práctica las actuaciones necesarias para garantizar la protección de los menores y adultos vulnerables”. Retorciendo las palabras de Francisco, Reig Pla ha identificado a esos “adultos vulnerables” con el colectivo homosexual obviando la frase del Pontífice del verano de 2013: “Si una persona es gay, y busca a Dios… ¿quién soy yo para juzgarla?”. Reig Pla sí que ha replicado en su texto la diferenciación que el Vaticano realizó en 2009, con Benedicto XVI en la silla de San Pedro, entre pederastia yefebofilia (atracción por los efebos) y ha referenciado unas estadísticas —aportadas por la Santa Sede, según el obispo— que aseguran que “cerca del 60% [de los abusos ocurridos en la Iglesia son] referidos a individuos del mismo sexo mientras que el 30% son de carácter heterosexual”.

“Es una caza de brujas, una cruzada contra nosotros”, denuncia Colegas

“No sé de dónde se saca los datos Reig Plá para saber la orientación sexual de los abusadores sexuales en el seno de la Iglesia Católica”, dice el presidente de Colegas, “pero estudios científicos contrastados afirman que la mayoría de pederastas y abusadores sexuales son heterosexuales”, agrega. Además de la relación entre gay y pederastía, el uso del neologismo “personas con atracción sexual hacia el mismo sexo” o “AMS” ha despertado la ira de todo el colectivo: “es un término inventado por pseudocientíficos homófobos para no mencionar la homosexualidad y volver a considerarla una enfermedad mental que se puede tratar y curar”, denuncian. Hasta 1973, cuando la Asociación Estadounidense de Psiquiatría la sacó de sus manuales, la homosexualidad fue considerada como un desorden.

“El obispo no va a poder atenderle; no tiene ni cinco minutos para hablar por teléfono. Problemas de agenda”, han contestado desde el obispado de la ciudad de Cervantes cuando EL PAÍS ha intentado contactar con Reig Pla. La Conferencia Episcopal tampoco ha realizado ninguna declaración. Desde la asociación Colegas han apelado al propio Papa, pidiendo, en un comunicado, la jubilación del obispo de Alcalá de Henares: “Reiteramos al papa Francisco que jubile lo antes posible a los principales obstáculos para la concordia y el respeto a la diversidad en la jerarquía católica española, como son el obispo de Alcalá Henares, Juan Antonio Reig Plá, y el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, dos auténticos vejestorios. Animamos a la Iglesia Católica en España a aceptar sin traumas la diversidad y dejar de obsesionarse con la moral sexual, que tanto daño sigue provocando entre los feligreses españoles”.

Otros exabruptos

Una novia hermosa para el hijo gay

Condenados en Berlín tres familiares de un joven al que iban a obligar a casarse

Nasser El-A

Nasser El-A en el juzgado de Berlín. / BERND VON JUTRCZENKA (AP)

Cuando Nasser El-A, un joven musulmán nacido en Berlín y con padres libaneses, cumplió 15 años tomó una decisión que debía ayudarle a vivir la vida de acorde a sus sentimientos y sexualidad: el joven reveló en la escuela que era homosexual. La valiente decisión de Nasser llegó a oídos de su familia, que calificó su orientación sexual como “un pecado y una vergüenza”. Fue el comienzo de un martirio que culminó el jueves pasado ante un juez de Berlín, que condenó a su padre y a dos tíos a pagar una multa de 1.350 euros, tras ser hallados culpables de haber intentado secuestrar al joven para llevarlo a Líbano con el fin de someterlo a un matrimonio forzoso.

El juicio, que sólo duró diez minutos, dejó al desnudo los prejuicios que aún subsisten en las familias de origen musulmán que viven en países tolerantes como Alemania y reveló también que en ciudades como Berlín existe una sociedad paralela con leyes, valores y prejuicios morales propios, donde el matrimonio forzado, el secuestro y el castigo corporal son habituales.

Después de conocer la sentencia, Nasser, de 18 años, que llegó a la Audiencia Territorial de Berlín vestido con ropas de color negro y con una etiqueta pegada en el pecho de su camisa donde se podía leerStop a la homofobia, se mostró satisfecho con el castigo y renunció a presentar un recurso, ya que había tenido éxito en ventilar públicamente su tragedia y en denunciar la situación de los homosexuales en núcleos familiares como el suyo.

“Tuve éxito en dar a conocer mi tragedia personal y también en demostrar que soy una persona que lucha”, dijo el joven durante una improvisada rueda de prensa. “No quiero reprimir mi sexualidad, algo que tuve que hacer con mi familia”.

Cuando el padre de Nasser se enteró que su hijo era homosexual lo amenazó con degollarlo y sus tíos primero lo rociaron con agua hirviendo y, posteriormente, con gasolina y lo amenazaron con prenderle fuego. El joven huyó del hogar y buscó la protección de las autoridades, pero su madre lo convenció de regresar. Cuando llegó al hogar le dijeron que debía viajar a Líbano donde contraería matrimonio con una “hermosa joven”. Nasser volvió a huir y denunció su caso ante la Oficina de Protección de menores de Neukölln. Las autoridades le retiraron el derecho de custodia a sus padres y decretaron una prohibición para que el joven pudiera abandonar el país, una decisión que finalmente representó su salvación.

El 10 de diciembre de 2012, el joven volvió a reunirse con sus padres. Durante el encuentro, el joven fue drogado y despertó en el interior de un coche que se dirigía a Bulgaria. En la frontera rumano-búlgara, los agentes de aduana, alertados por Interpol de la desaparición de Nasser, detuvieron el auto y el joven pudo regresar a Berlín. Aconsejado por la Oficina de Protección de menores, el joven denuncio su caso ante la justicia.

Dos semanas antes del juicio, Nasser decidió dar a conocer su caso a la prensa para romper con los tabúes que imperan en los núcleos familiares de origen musulmán, una decisión que también dejó al desnudo que su caso no era único. En el año 2013, las autoridades de Berlín registraron 460 casos de bodas concertadas, 29 de los cuales afectaron a jóvenes homosexuales musulmanes y también católicos polacos.

Dolce & Gabbana: “Decimos no a las adopciones gay”

La pareja homosexual más famosa de la moda italiana hace una defensa apasionada de la familia tradicional

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Dolce&Gabanna

 

Dolce & Gabbana, la famosa pareja homosexual de diseñadores italianos, han lanzado una ferviente defensa de la familia tradicional. En una entrevista al semanario Panorama, muestran su oposición a las adopciones gay.

Dolce & Gabbana (@dolcegabbana) han causado gran revuelo con unas contundentes declaraciones. “Nosotros, pareja gay, decimos no a las adopciones gay. Basta hijos de la química y úteros en alquiler. Los hijos deben tener un padre y una madre”, declaran mientras defienden que su éxito se debe al ambiente en el que crecieron.

“No hemos inventado nosotros la familia. La ha convertido en un icono la Sagrada familia. Y no es cuestión de religión o estado social, no hay vuelta de hoja: tú naces y hay un padre y una madre. O al menos debería ser así. Por eso no me convencen los que yo llamo hijos de la química, niños sintéticos. Úteros en alquiler, semen elegido de un catálogo. Y luego vete a explicar a estos niños quién es la madre. Procrear debe ser un acto de amor. Hoy ni siquiera los psiquiatras están listos para afrontar los efectos de estas experimentaciones”, explica Dolce.

Para la pareja “la familia tradicional no es una moda pasajera”, y por ello han renunciado a ser padres. “Soy gay, no puedo tener un hijo. Creo que no se puede tener todo en la vida. Es también bello privarse de algo. La vida tiene un recorrido natural, hay cosas que no se deben modificar. Una de ellas es la familia”.

Dolce & Gabbana frente a quienes defienden nuevos modelos de familia, argumentan que “todo debe cambiar para que todo siga igual”. Pero esta postura no es nueva. Ya en 2006 en el diario la Repubblica, Gabbana explicó que su sueño era un hijo suyo: “No un niño adoptado, no me siento a la altura, no soy bastante fuerte. Quisiera un hijo mío, un hijo biológico, fruto de mi semen, concebido con la fecundación asistida, porque no tendría sentido que yo hiciera el amor con una mujer dado que no la amo, y que a quien amo es a mi compañero. Busco una mujer civilizada y de bien que comparta un cierto tipo de recorrido”.

Para los niños y niñas gays la casa es el horror, la escuela es el horror

La ciudad le acaba de conocer como el hijo del grandísimo pintor Luis Sáez que ha donado parte de su herencia para que con los fondos que se recauden puedan estudiar jóvenes gitanas. Pero Javier Sáez, técnico del departamento de Igualdad y Lucha contra la Discriminación de la Fundación Secretariado Gitano, es mucho más que un tipo generoso, es un activista marica -así le gusta autodenominarse- que lleva años peleando por los derechos y la visibilidad de las minorías dentro de las minorías. Sociólogo de formación, su nombre es una de las referencias intelectuales en España del movimiento queer. Sáez es autor de libros como el muy epatante Por el culo, en el que analiza la negatividad sociológica que históricamente ha tenido esta parte anatómica -«intentamos ver qué había detrás de ese pánico anal», dice, entre risas, o de Teoría queer y psicoanálisis, y ahora prepara una nueva obra sobre antigitanismo, «un fenómeno muy extendido del que no se habla nada».

luis saez

Javier Saez

¿Cómo explicamos qué es el movimiento queer?
Empezando por la palabra queer en inglés. Se trata de un insulto homófobo, es como maricón o bollera, y es interesante conocerlo para saber qué carga tiene, que es la de todas las personas que en algún momento nos hemos sentido injuriadas y perseguidas…
¿Y ustedes le han querido dar la vuelta?
Exacto. Es la apropiación del insulto, es como decir movimiento maricón o bollero o transmaricón, tiene una carga rara de apropiación del insulto, algo distinto a las políticas blancas de gays y lesbianas más respetables.
¿Ustedes no persiguen la ‘normalidad’ e inclusión social que es el objetivo del movimiento de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales (LGTB)?
Creo que tampoco es una oposición porque hay derechos civiles que tienen que estar al alcance de todo el mundo pero digamos que la agenda queer siempre ha sido más subversiva, ha luchado en otros frentes, en alianzas con movimientos de inmigrantes, antirracistas… vinculando la lucha contra la homofobia con otros grupos más allá del pequeño mundo de gay blanco propietario y burgués. No hay un enfrentamiento pero la agenda es muy diferente porque viene de luchas populares y marginales. Por eso tiene una vinculación muy fuerte con el movimiento feminista, en el caso de Estados Unidos, con colectivos de mujeres lesbianas negras y chicanas o transexuales. En España también se introdujo el elemento de clase social y de marginalidad.
Habla de movimiento subversivo. ¿Cuál es el orden que quieren subvertir?
La normalidad. No se trata de reforzar valores del mundo heterocentrado o patriarcal como la propiedad, el orden o la sexualidad normativa. Dentro de las sexualidades minoritarias puedes adaptarte y decir ‘me caso y tengo un perro y propiedades’ o hacer una alianza con los grupos más excluidos y pensar que tu lucha es también contra el capitalismo y  que no te interesan cosas como la transmisión patrimonial
¿Un ejemplo puede ser lo que usted ha hecho con su herencia?
Exacto. Para mí una herencia es algo que debe volver a la sociedad, no tiene sentido que alguien se quede con un montón de cuadros por muy valiosos que sean.
¿Cómo es el proceso para que un chico burgués de 17 años, gay en el Burgos de los primeros 80, que se va a estudiar a Madrid, llega al movimiento queer?
Quizás por contactos personales. Dices bien que yo me fui a estudiar a Madrid pero más bien me fui porque Burgos era insoportable, que es una diferencia importante. En realidad mi vocación intelectual estaba en otras materias que podría haber hecho aquí: filología, griego, latín, la lingüística… pero eso suponía quedarme en Burgos, que era el horror por la presión homófoba que había. Había que buscar cualquier excusa para irse y pensé en una carrera que solo se pudiera estudiar en Madrid: vi Sociología, que entonces no sabía lo que era, y me apunté. Pero podía haber sido Física Cuántica, me daba igual, el caso era salir de aquí.
¿Por qué estaba tan ahogado?
A mí nadie me pegaba porque nunca tuve pluma y no me puedo comparar con las víctimas directas del acoso homófobo -que hoy aún existe- pero yo presenciaba aquello y me llenaba de terror y, a la vez, me creaba una especie de esquizofrenia porque tampoco salía en defensa de mis compañeros maltratados. Todavía hoy me siento muy cobarde por aquello.
¿Eso le ha hecho después acercarse a las minorías?
Creo que es más bien un sentimiento de solidaridad con la gente que es oprimida y que intenta sobrevivir. Sí me identifico con ellos a pesar de que yo no he padecido tanto esa opresión por ser un joven de clase media con cultura y blanco. No puedo comparar mi capital social con el de los gitanos o las transexuales. Mi situación es privilegiada pero ese terror y esa destrucción interior estaban allí por los curas, por mi madre…
¿Cómo era aquel Burgos?
Era un entorno muy opresivo porque no había escapatoria y creo que incluso hoy hay muchos jóvenes que lo padecen. En la catequesis de San Lesmes, a la que asistía, nos decían que la homosexualidad era un pecado horroroso, lo peor del Universo y yo, encima, como creyente me sentía muy culpable. Luego mi madre hacía comentarios contra los gays: era muy homófoba y, probablemente la única persona en el mundo que no se enteró de que yo lo era.
Eran los 80. ¿No llegaban los vientos de cambio que soplaban en otras ciudades?
No, aquí se mantenían las esencias medievales pero no solo arquitectónicas. Te decía que para los gays no había escapatoria, no como otras minorías, y estoy pensando en los gitanos, que se pueden refugiar en la familia de todas las persecuciones sociales que pueden sufrir. Pero para los niños gays, las niñas lesbianas, los niños transexuales la casa es el horror, la escuela es el horror, la parroquia es el horror y esa falta de escapatoria hace que muchos jóvenes se suiciden porque no pueden contarle a nadie lo que les está pasando. Y esto es el motor del éxodo, de la emigración silenciosa: te vas pero te vas obligado, dejando a tu familia y a tus amigos.
¿Qué pasó cuando salió del armario?
Pues me llevé una sorpresa. Yo tenía una expectativa de pánico, pensé que aquello iba a ser la hecatombe pero no pasó nada. Tanto mis hermanos como mi padre y mis amigos lo acogieron estupendamente.
¿Cuando vuelve a Burgos en 2015 cree que ha cambiado algo?
Los cambios son muy lentos. Cuando hablo con gente que se ha quedado aquí como Eduardo Nabal, un luchador por la visibilidad gay con un valor inmenso, me da la sensación de que las cosas no cambian. Para empezar, no hay un movimiento asociativo fuerte, y esto es muy significativo, igual que el hecho de que apenas haya bares de ambiente, de que no hay ciclos de cine, seminarios… Dos de los mejores teóricos de España del movimiento queer somos de Burgos y nadie se ha preocupado por traernos aquí a escucharnos.
¿Qué le aconsejaría a un joven homosexual burgalés?
Más bien me dirigiría a los padres, porque los chicos y las chicas saben muy bien lo que desean y lo que sienten. Los que tienen que facilitar el espacio son los padres, decirles que son bien recibidos, que están bien con él o con ella, crear un espacio de comentarios positivos sobre la diversidad sexual. Y les animaría a que se asocien, a que creen espacios de participación, que eso da mucha vida y mucha fuerza.
En un par de meses se cumplen diez años de la modificación del Código Civil que permitió los matrimonios del mismo sexo…
… Pero el deseo de las minorías sexuales no se ha normalizado. Sí lo ha hecho el contrato del matrimonio, que es diferente y está bien porque es un derecho que está ahí al alcance de quien lo quiera disfrutar. Pero no hay cambios en la vigilancia de género y me refiero con esto a las personas que no tienen un aspecto masculino o femenino o en el acoso escolar. No existe el cambio en la percepción de las minorías, hay parejas que siguen siendo apedreadas cuando van de la mano.  La ley no ha modificado la realidad.
Le pregunto como sociólogo. ¿Qué le mueve a un tipo heterosexual a tirar piedras contra una pareja del mismo sexo que expresa su afectividad sin quitarle derechos ni invadirle espacios ni molestarle?
Pienso en esas personas con un código masculino muy fuerte en el que han tenido que renunciar a muchas cosas de su deseo. Cuando obligas a toda una sociedad a ser heterosexual por fuerza les has forzado a renunciar a todas las posibilidades del deseo y hay algo de pánico a un  deseo propio que no pueden disfrutar como hace esa pareja a la que apedrean.

EL PLACER DE LAS MUJERES

Si obtener y dar placer es algo tan importante y básico, entonces ¿cuál es la razón de que todavía no se hable abiertamente de ello y, sobre todo, con naturalidad? Diez mujeres de distintas edades, procedencias y formas de entender la sexualidad han accedido a dar testimonio sin tapujos para 7K sobre sus experiencias personales respecto al placer y el sexo. El resultado es un muestreo anónimo que no busca ser científico, ni tampoco tiene mayores pretensiones que poner el foco en espacios habitualmente encerrados entre las paredes de una habitación y, de paso, provocar el debate o la reflexión. Además, ahora que se acerca el 8 de marzo, día de la Mujer Trabajadora, ¿por qué no reivindicar el placer de las mujeres? Que la lectura les sea placentera.

Tiene claro que…

«Si termina él antes, luego que me dé placer a mí»

M., 27 años, con pareja

Mis padres, más que darme una charla, lo que hicieron fue regalarme un libro sobre sexualidad cuando tenía unos 9 años. Todavía lo tengo por ahí. Es ‘Sexo… ¿Qué es?: Desarrollo, cambios corporales, sexo y salud sexual’ (Robie H. Harris), un libro con muchos dibujos, con una abeja muy mojigata y un pajarito muy liberal que discuten entre ellos lo que está bien y lo que está mal. Trata tanto de sexo como de la menstruación, la homosexualidad… y a mí me ayudó mucho. Bueno, mi primer 10 en la ikastola fue en sexualidad; o sea, que el libro me ayudaría en algo.

El placer de las mujeres (Thinkstock)

El placer de las mujeres (Thinkstock)

No me acuerdo cuándo empecé a masturbarme, pero mis primeras relaciones sexuales completas fueron tarde, con 18 años, con mi primer novio, aunque antes sí que tuve rollos: te liabas con un chico, dos besos y ya está. No era por vergüenza, sino que ponía límites, hasta que encontré a un chico con el que me apeteció. Llevaba todo super controlado, sobre todo porque no quería ser madre soltera. A pesar de todo, no me sentí insegura, porque él también era virgen. Fuimos poco a poco, mientras que con el que estoy ahora fue todo lo contrario: fue a saco. Fue mi primer «folla amigo», aunque luego se convirtió en algo más, y mira que mi intención no era que terminásemos de pareja.

Yo sí que soy consciente de que ahora sé lo que quiero. Antes casi era «dejarte», no sé cómo explicarlo, pero sí un poco como lo que nos han vendido en las películas: lo de disfrutar y llegar los dos a la vez y todas esas cosas. Y luego te das cuenta de que no es así. Con mi pareja actual, sin embargo, me digo: «Primero, yo. Voy a disfrutarlo». Y, al final, al disfrutar tú haces que él disfrute. Y si termina él antes, ¡luego que me dé placer a mí! Nosotros somos muy de buscar cosas nuevas, sobre todo sitios nuevos. ¿Una fantasía? Hacerlo en el mar, de día, en la playa y sin que la gente se dé cuenta. La cuestión es que no se enteren, pero no me atrevo, no vaya a ser que nos vean un niño o una señora mayor…

Tiene claro que…

«El sexo no debe estar condicionado por la fidelidad»
J., 66 años, viuda, con tres hijos

Lo tengo claro: no creo que el sexo tenga que estar condicionado por la fidelidad, porque la base de la pareja es el respeto. Eso de que se ponga al sexo como una condición moral para que exista la pareja no es cierto, porque yo no le he faltado el respeto a la mía, aunque me haya ido con unos y otras. Con mi marido he tenido una relación maravillosa, de comprensión total, porque él también creía en la libertad individual y era muy liberal en el sexo. Tengo clarísimo que soy bisexual, aunque a estas alturas no practico el sexo, ni siquiera conmigo misma. Como que no me apetece. Desde que él murió estoy como paralizada: no es que no sienta la necesidad de hacerlo, es que me da igual.

Sí reconozco que nuestra relación no era lo habitual, pero es que nosotros hemos hablado mucho siempre. No digo que le contara el 100 % de todo, eso tampoco. Tampoco he notado el rechazo de la sociedad, porque las personas que lo saben lo ven normal, como una manera diferente de pensar que está muy bien, siempre y cuando a ti no te cree problemas y lo veas claro. Yo no hubiera hecho muchas cosas si mi marido no hubiera sido como era, y eso es el verdadero respeto. Por mi parte, reconozco que soy promiscua de toda la vida. He sido muy lanzada desde joven, porque no me ha creado problemas de conciencia. Si te pica la cabeza, ¿qué haces? Te la rascas. Pues si te pica lo otro, también y punto. Es una manera más de relacionarte y no hace falta darle la importancia que le da la sociedad.

Me suelo quedar alucinada por lo poco que hemos avanzado con el rollo de la fidelidad, empezando por mis hijos, que son superfieles, y me pregunto ¿de dónde han salido estos? Es que yo veo a los jóvenes muy conservadores y me da pena. Hubo una época, la de los años 60-80, con el movimiento hippie, en la que muchos nos liberamos muchísimo. De hecho, los que tomamos conciencia social y personal en aquella época lo vivimos así Aquí, sin embargo, está demasiado enraizada la tradición. Por ejemplo, antes podías poner la pega de «que la Iglesia no me deja», pero ahora no es así, ni nosotros os hemos enseñado eso. Y, sin embargo, ¿qué influye en que se dé este conservadurismo? Para mí, es causado por un tipo de sociedad que nos hace conformarnos con un sueldo de 600 euros en lugar de uno de 1.200. Pues, igual en el sexo.

Tiene claro que…

«Todavía nos cerramos a que nos den placer a nosotras»
I., 29 años, sin pareja

Yo trabajo en un mundo de hombres, en el ámbito deportivo, pero de siempre me ha gustado esto del sexo. Me ha gustado hablar de ello, soy además una mujer de muchos ligues –no me van mucho las parejas– y ahora mi trabajo «por las noches» es con la Maleta Roja, lo que me da la oportunidad de enseñar cosas que a mí me gustan y de abrir un poco la mente a las mujeres sobre el sexo. Así por lo menos aporto mi granito de arena.

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La verdad es que me ha sorprendido ver que todavía nos falta mucho por aprender. Me da la impresión de que todavía nos cerramos mucho a que nos den placer a nosotras. Debiéramos de ser más abiertas de mente, estar más propensas a jugar. A veces pasa que cuando, en las reuniones, alguna demuestra más conocimientos de, digamos, juguetes sexuales, las otras le sueltan lo de «¡menuda guarrilla!». Y eso no me gusta nada. Nos falta todavía abrirnos a que hay un montón de cosas diferentes, a que existe un campo más grande…y que una no es una «guarrilla» por probar otras cosas. En más de una reunión me he encontrado con que he tenido que decir a alguna lo de «esto lo tienes que hablar con la sexóloga» o con que he tenido que explicar donde está el clítoris.

A mí personalmente sí que me gustan muchos los juguetes y también el bondage, que es un poco menos que el sado, pero no es lo que más me piden. En todo caso, llegan a pedir unas esposas o un antifaz, pero lo que más vendemos son lubricantes, velas calientes, aceites para darse por el cuerpo… es decir, cosas para los preliminares. También vibradores, de los que hay una variedad terrible. Tienes de todo: acuáticos, de doble placer, simples… Con los hombres pasa que se echan bastante para atrás con los vibradores, porque todavía son reacios debido a que lo ven como si les hicieran competencia. Para empezar con tu pareja, puedes empezar con uno pequeñito, explicándole bien para que no le dé «cosa». Pero ante la variedad, que cada una elija según sus gustos.

«Yo me llevo bien con la soledad y me apaño muy bien sola»
O., 62 años, madre de una hija

A los 23-24 años empecé en el movimiento feminista y eso, quieras que no, te abre la mente, te amplía horizontes. Para mí, ha sido fundamental a la hora de romper tabúes. Yo no lo he hecho, pero tengo amigas que se autoexploraban en grupo… no sé, cosas así te abren a otros campos; es más, te dan alas para probar otras cosas. Yo por lo menos lo viví así, y soy consciente de que de otra forma estaría en un tipo de relación más anclada en modelos más conservadores.

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Sí, soy bisexual. He estado casada, me enamoré de una mujer y después he tenido relaciones con algún hombre, luego con chicas… y ahora, desde hace años, nada. Mentalmente sí me identifico más con las mujeres, quizás por mi militancia feminista, que marca mucho. Cuando me relacioné por primera vez con una mujer, sexualmente fue un descubrimiento maravilloso, y sí que constituyó una experiencia sexual diferente. Luego ha habido experiencias más normales, no tan bonitas, aunque supongo que también ahí entra en juego la emoción. Entre las mujeres, en general, se habla del sexo como de broma, no con total naturalidad ni se intercambian experiencias. Hace no mucho vi un documental titulado ‘Las Muertes Chiquitas’ (documental hecho en México por Mireia Sallarès sobre el orgasmo femenino), que trata sobre el poder de la masturbación. Me doy cuenta de que entre nosotras no se habla de eso, cuando tiene tanta importancia y, además, ¡te da una independencia! ¿Que cómo entiendo yo la promiscuidad? Es un tema peliagudo, porque en la práctica es más complicado que en la teoría. Conozco a gente que se lo ha trabajado mucho y que lo lleva con mucha apertura, pero es complicado, y eso que ahora hay tanta escuela y teorías como el poliamor, por ejemplo. Lo que está claro es que hay que intentar evitar todo lo que haga sufrir.

A mi hija, que estaba al tanto de mis relaciones, la veo abierta y que lo vive todo con total naturalidad. De vez en cuando me dice: «¡A ver si encuentras algo, da igual que sea hombre o mujer!». En este momento no tengo ninguna relación, pero es que me da como pereza a nivel intelectual. A veces sí que me apetecería, pero no porque sienta necesidad sexual, porque yo me apaño bien sola.

Tiene claro que…

«El placer de las mujeres es la historia no contada»
R., 39 años, madre de dos hijas

Mi teoría es que el placer de las mujeres es la historia no contada. Es muy difícil saber cómo lo hemos vivido, porque siempre se ha quedado en la esfera de lo íntimo o, en todo caso, solo se ha contado a personas muy próximas. Entonces, poco sabemos sobre la importancia que le ha dado la mujer a las relaciones sexuales. Lo que sabemos es por pura intuición. Yo personalmente me he criado en una burbuja para mi tiempo, respecto a la sexualidad, y luego vi que «fuera» era otra cosa. A mí me supuso bastante contraste cuando, al entrar en el instituto, lo que para nosotros era natural tenía, sin embargo, un punto de morbo para el resto de la gente. Fui educada de una forma tan moderna –en casa, en la ikastola, luego en grupos de tiempo libre como Kimuak–, que para mí fue un choque, como si hubiera estado entre algodones.

En mis relaciones, he sido de tener parejas fijas. En el amor soy totalmente monógama, pero el sexo me parece otra cosa distinta. Los diferencio, aunque a veces se da que el sexo y el amor se den a la vez. Respecto a mis hijas, estoy a favor de una exploración sexual no invasiva; es decir, que ellas sean las que lo descubran de una forma natural, porque las niñas son muy inteligentes y se exploran, se tocan, preguntan y te das cuenta de que se masturban. Bueno, respetamos su sexualidad, que en casa no vean que hay tabúes y nos pueden tocar sin ningún problema. De todas maneras, son muy pequeñas todavía y lo que buscamos es que tengan consciencia de que todo es natural. Lo que sí les digo es que no se toquen la potxita con las manos sucias.

Tiene claro que…

«El tabú sobre el placer en solitario de la mujer sigue existiendo»
L., 29 años, con pareja

Tengo muy grabada una escena, de cuando tenía unos 17 años. En una de las clases con una sexóloga que venía al instituto, cuando preguntó por la masturbación, ninguna de nosotras admitió que se masturbase, cuando era evidente que sí. Mientras, los chicos no tenían ningún problema incluso en decir dónde y cómo se excitaban. No creo que fuese debido solo a las chicas lo viviéramos como algo más íntimo, sino también a los tabúes sobre el hecho de que la mujer se dé placer a sí misma. La cuestión es que vi cómo nos cohibimos de tal manera que no podemos expresarlo con total naturalidad y que, el placer en solitario en la mujer, sigue siendo un tabú y una losa.

De hecho, en mi cuadrilla tampoco es algo de lo que hable abiertamente. Sí de las relaciones que podíamos tener con otra persona. Nosotras hablamos y hacemos muchas risas, tanto de lo que ha salido bien como de lo que te ha podido salir mal. Ha habido alguna que ha tenido un zote de novio y lo ha contado, por lo que hemos podido aconsejarle… No sé, ha habido de todo, hasta una que ha conocido lo que es un orgasmo bien tarde, aunque pienso que era por la falta de comunicación que se pudiera producir en la pareja.

Para mí, en la relación de pareja, que el sexo sea satisfactorio es un elemento muy importante. No digo que un 100 %, pero sí un 80 alto. Es otra forma de conectar con la otra persona, de demostrarte el cariño y la atracción. En mi caso, no sé lo que es tener relaciones sin llegar al placer… bueno, te puede salir alguna vez mal, aunque no es la norma. Llevamos muchos años juntos y es evidente que hemos pasado por distintas etapas, pero siempre hemos buscado cosas nuevas por curiosidad y para no caer en la rutina. En cuanto a mis zonas erógenas, sé lo que me gusta y lo que no, me conozco a mí misma y él también me conoce… Si no nos hemos aburrido el uno del otro, y que no suene pedante, es debido a que es algo que hemos cuidado mucho, pero no como si fuera «etxekolana», sino como algo que hay que mimar. A ver: si hablas de las facturas, también tienes que hablar de sexo, porque una vez que lo has solucionado, buah, es una fiesta.

Tiene claro que…

«Lo del amor romántico ha hecho mucho daño»
A., 55 años, madre de una hija

Me acuerdo de que todos me miraban asombrados en la cocina, sin saber qué hacer. Tendría unos 4 o 5 años, estaba sentada y me tocaba. Entonces aprendí que eso no se hacía en público, aunque seguía haciéndolo en mi habitación. Era consciente de que eso no podía ser malo, porque me hacía sentirme muy a gusto. Por eso nunca me han gustado las monjas, ni nada de eso. El placer es algo natural. En los bebés, cuando les estás dando el biberón, se nota muchísimo que se frotan. Con mi hija, una vez que le noté acalorada, le dije que lo hiciera en su habitación, de forma tranquila y en privado, pero se llevó un corte tremendo. De hecho, no la he vuelto a pillar. Le tienes que decir hasta cincuenta veces que recoja un vaso, pero, figúrate cómo se respira en el aire que eso no hay que hacerlo en público, que, en un ambiente tan progresista como el de nuestra casa, con una vez dicha lo cogió al vuelo.

¿Que si en las escuelas les hablamos de sexo? En la escuela se les da clase de biología únicamente. Me suelo quedar pasmada de lo que veo, con el profesor hablando y los críos con unos sofocos y risas, y tan encendidos hormonalmente que ni oyen ni entienden. Es absurdo. Yo creo que haría falta dar clases reales de sexualidad, porque de algo que te da tanto placer que se hable tan poco lo convierte en tabú. Creo que informarnos está bien: informarnos de cómo llegar al placer, de que hay muchas formas, de los frotamientos que hacen los niños… Por otra parte, a mí me molesta la idea del amor romántico, porque ha hecho mucho daño. No sé dónde están esas cineastas femeninas que nos enseñen en el cine otra forma de ver el sexo.

Tiene claro que…

«Era ignorancia total. Me enseñó a masturbarme una vecina»
T., 75 años, madre de dos hijos

Yo estoy muy enfadada con la Iglesia católica por el papel que jugó durante el franquismo, cuando nosotros éramos jóvenes. No les puedo perdonar, porque todo era pecado, hasta «arrimarse» un poco cuando bailábamos en la plaza. Todo se hacía a escondidas, con miedo y había muchísima ignorancia. Yo personalmente tengo esa pena, porque me pregunto: ¿por qué no nacimos veinte años más tarde? Figúrate, ya de adultas, una vez escuché a una amiga decir que ¡te puedes quedar embarazada si te desnudas en la playa porque el semen del hombre anda suelto por ahí! Hicimos unas risas… Nosotros llegamos al matrimonio sin tener ni idea de sexualidad y, por suerte, no he tenido problemas para obtener placer. Eso sí, a mí a masturbarme me enseñó una vecina. Yo ya era madre, tendría unos 28 años, y ella empezó a decir que si estaba enfadada con su marido porque no le tocaba y le contesté que «yo eso no lo he hecho nunca». «¿Cómo qué no? ¿A qué vas a estar esperando?», me respondió.

A nosotras, hay que reivindicarlo, nos liberó la actividad política. Íbamos a hacer pancartas a la sede, a buzonear, a cocinar para sacar dinero para las ikastolas… de todo –hemos trabajado muchísimo–, pero después nos hacíamos nuestras juergas: salíamos a bailar, hacíamos muchas risas, cantábamos como locas… Aquella época fue nuestra liberación y nos ha pasado de todo, como aquella amiga, que luego se separó, que hasta le puso una vez pastillas para dormir al perro para poder salir de noche tranquila. Cuando volvió, se encontró con un lío terrible en casa, con el perro medio loco y los niños despiertos.

Con mis hijos siempre he hablado con naturalidad del sexo y por nuestra casa han pasado un montón de parejas que no tenían dónde estar juntos. Me acuerdo que una vez mi hijo estaba en su habitación con una chica, y mi marido dijo que «esto no puede seguir así». Yo le respondí: «¿Tú te estás enterando de que no estás solo en casa, de que también estoy yo». Se calló. ¿Y que cómo veo a las nuevas generaciones? Pues a los jóvenes no les veo más liberados a que nosotros. Las mujeres siempre hemos sido más avanzadas que los hombres y esto sigue igual, porque ellos siguen manteniendo la idea de ser el macho.

Yo, en los hombres, me fijo en la mirada. Algunas veces, igual estás despistada total, levanta la mirada y dices, «¡ay ama!».

Tiene claro que…

«He disfrutado tanto con los hombres como con las mujeres»
C., 59 años, sin pareja

Tendría yo unos 11 o 12 años, estaba en el hospital porque me habían operado, y leyendo un libro tuve el primer orgasmo de mi vida. Sin tocarme ni nada, solo leyendo, y me dije «¡qué bueno es esto!». Marqué la página y lo leía continuamente, porque seguía produciéndome orgasmos, hasta que mi madre y la enfermera se dieron cuenta. Un día, el libro desapareció y, cuando volvimos a casa, lo encontré, pero ya no me excitaba tanto. Creo que había cumplido su función.

Yo soy bisexual y he disfrutado de las dos formas, tanto de hombres como mujeres. ¿Que si hay diferencias? Para mí no tienen absolutamente nada que ver: con los hombres, el sexo es como más rápido, igual un poco más agresivo, disfrutas pero casi después de que el chico haya eyaculado; con las mujeres, siempre lo he vivido mucho más tranquilamente. Es mucho más suave y puedo decir que a mí se me hace mucho más placentero. Es como más mutuo, llevas más o menos el mismo ritmo, es más igualitario. Yo lo he vivido así: he disfrutado con los chicos y con la penetración y todo; o sea, lo he pasado muy bien, y con las mujeres también, pero reconozco que he tenido más relaciones con mujeres. De hecho, mis relaciones más largas han sido con mujeres. De todas formas, me he enamorado de la persona y, a partir de ahí, ha surgido la sexualidad. Otras mujeres son lesbianas-lesbianas… y yo, en cambio, no. Por ejemplo, me puedo masturbar tanto pensando en una mujer como en un hombre.

De la primera mujer de la que me enamoré, recuerdo que me ofusqué. Yo estaba con un chico entonces y fue como una obsesión. He tenido temporadas que he sido bastante monógama y otras que he sido un pendón, un auténtico desastre para mi pareja en ese momento. Ahora se me ha bajado la líbido muchísimo, aunque, bueno, hace poco estuve con las amigas en un sex shop haciéndonos unas risas, y compramos solo libros porque los juguetes eran caros, pero nos hemos estado whasapenado porque queremos volver.

Tiene claro que…

«Somos la ‘generación bocadillo’ entre ‘no seas una puta’ y ‘libérate’»
R., 24 años, con pareja

En casa, no recuerdo que existieran tabúes. Con la desnudez no había problema alguno, ya con la sexualidad… igual, si hubiera preguntado, mi madre me habría contado más, pero incluso alguna vez que planteó hablar de sexo, me cerré en banda. Ese reparo por mi parte supongo que sería causado a que en algún lado yo habría notado que esto no era algo muy natural de hablar.

Lo que se nos ha transmitido desde la educación ha sido la idea de la protección y no era tanto un espacio para preguntar o salsear, sino para enseñarnos los métodos anticonceptivos. Como ya nos habían enseñado a poner condones, en tercero de la ESO en las salas de sexualidad, suponía un poco de presión, porque «si he empezado a relacionarme con un chico, tendré que ponerle un condón», pensabas. Para mí aquel no era el momento, porque aunque lo intenté, hasta los 17-18 años no tuve una relación con penetración. Tengo el recuerdo de que a veces no podía y me preocupaba, con esa ansiedad de «jobar, tendría que estar haciendo algo que no hago bien». Pero más allá de eso, la primera vez con penetración fue con 18 años, tenía experiencias sexuales previas, y aunque no fue superplacentero, sí fue muy bonito.

Lo cierto es que en la sexualidad se mueven un montón de factores. A mí a veces me ha costado saber qué quiero y qué no. Para mí es importante el placer, ¿pero qué me produce placer y qué no? ¿Y qué tiene que ver con ser mujer el que la otra persona esté bien, que, aunque sea placentero para él, a veces a mí me haya llevado a no poder conectar conmigo misma?

Me parece que las mujeres de ahora tenemos más opciones disponibles por dónde tirar para tener un empoderamiento sobre nuestra sexualidad, otra libertad, otras ganas de descubrir… pero también creo que nosotras somos «la generación bocadillo»: por un lado, tenemos la presión de la época de nuestras abuelas, aquello de «no seas una puta y sé una mujer decente»; en la otra parte del bocadillo, está lo de «libérate, sé multiorgásmica, el sexo es salud y sé una fiera en la cama». Resulta un poco cortocircuitante moverte entre estos parámetros.

Yo creo que la pregunta debiera ser «¿y yo, qué coño quiero?»… y nunca mejor dicho. Pienso que la receta es tener bien la autoestima, para, desde ahí, ir buscando lo que me da a mí placer, para ver cómo lo quiero vivir y cómo lo quiero compartir.

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La sexualidad femenina como la pinta Dorothy Iannone

Dorothy Iannone (Boston, 1933), es una pionera de la emancipación sexual e intelectual de las mujeres y autora de una obra muy personal, en la que se mezcla el erotismo con la mística, el humor con la reivindicación y las historias autobiográficas con la literatura. Debido a la naturaleza tan abierta de su trabajo, lo que le supuso ser víctima de la censura en las décadas entre los 60 y los 80, y también a que ha vivido la mayor parte de su vida en Europa –actualmente reside en Berlín–, esta octogenaria no ha comenzado a recibir atención en su país de origen hasta hace poco. Considerada como una de las mujeres artistas más singulares de los siglos XX y XXI, el gran tema de su obra es «el amor extático». Sus representación de la unión sexual entre el hombre y la mujer adoptan una dimensión mística que plasma la unión espiritual y física de los opuestos. El suyo es un universo visual, colorido y abigarrado, que propone una lectura moderna y personal de las religiones orientales, aunque hay referencias culturales de todas clases. En sus cuadros se puede leer también su visión de su propia vida. Casada en 1958 con el pintor James Upham, fue la «causante» de que se levantase la prohibición en EEUU del ‘Trópico de Cáncer’ de Henry Miller –en 1961 fue detenida en un aeropuerto por intentar introducir el libro en el país– y su apasionada relación con el artista suizo Dieter Roth aparece plasmada vívidamente en sus cuadros. Todo ello está recogido en el libro ‘Dorothy Iannone: You Who Read Me With Passion Now Must Forever Be My Friends’ (Siglio, 2014).

Las personas ‘trans’ no tienen un problema, es la sociedad la que sufre ‘transfobia’

Lucas Platero presenta su libro ‘Transexualidades’ como “un camino abierto para el diálogo alrededor de cambios que podemos hacer en nuestra sociedad para que todos y todas podamos participar en igualdad de condiciones”.

A su juicio, el tema de la infancia y de la juventud ‘trans’ es un tema urgente, “y es urgente porque la gente lo pasa mal, no porque las personas estén enfermas, sino porque el impacto de la sociedad en la transfobia hace mella en las personas”.

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Ilustración hecha por Isa Vázquez, que aparece en el libro Trans*exualidades de Lucas Platero.

Lucas Platero, de nacimiento Raquel, es sociólogo y especialista en cuestiones de género. Da clases en diversos programas universitarios de su área así como en ciclos formativos de intervención sociocomunitaria. Trabaja con el concepto trans*, escrito así con asterisco, con la idea de “salirse de que esto es un problema individual, que sólo les pasa a unas personas muy raras y ponernos más en el plano de que hay un montón de personas que no quieren y no pueden encajar en las normas de género porque son demasiado estrechas y binarias”. Esta semana ha presentado en Donostia su libro Trans*exualidades, el cual lo plantea como una propuesta a un público plural. Lo que propone es “desmentir la idea de que las personas trans* tienen un problema y visualizar que es la sociedad la que tiene un problema, que es la transfobia”. En ese sentido, plantea la posibilidad de alianza con las diferentes personas que pueden estar en ese lugar subalterno, para que puedan tener “un lugar estratégico de cara a luchar por los derechos”.

En la presentación del libro apuntas que está dirigido a profesionales de diferentes ámbitos de la sociedad. En el caso de la educación ¿crees que hay un vacío?

Clarísimamente. Yo creo que el error no es que no sea tratado, sino que se toca mal. Surge en modo de chiste o en modo de injuria, o a modo de algo de lo que reírse. Por ejemplo, hace poco vino a mi clase la policía local a dar una charla sobre Educación Vial, y apareció este comentario, “a ver si por la noche vas a salir, vas a beber mucho y terminas ligando con una chica muy guapa que cuando vayas a casa en realidad es un hombre”. Cuando la gente piensa que hace falta hacer una educación especial de algo, es porque hay algo que no estamos haciendo bien. En la vida cotidiana enseñamos de todo, matemáticas, ética, relaciones sociales… y eso lo hacemos todo el tiempo sin que haga falta una clase específica. Los estereotipos y las ideas más fijas, a veces también erróneas, de lo que se supone que tiene que ser un hombre y una mujer las enseñamos todo el tiempo. No enseñamos sobre transexualidad, pero enseñamos sobre esa rigidez, esa necesidad de situar a las personas dentro de un ámbito de lo inteligible. Lo que nos parece que es y cómo debe de ser un hombre, y lo que nos parece que es y cómo debe de ser una mujer. Lo que creo es que la escuela tiene una obligación visionaria de cara a proyectar el modelo de sociedad que tiene. Sí que es verdad que la escuela tiene una tendencia a ser conservadora y por eso las personas que formamos parte de ella tenemos que ponernos al día con lo que la escuela tiene que hacer. Cuando la gente dice “es que es nuevo el tema este de las nuevas familias”, no es verdad, la gente trans*, las diferentes formas de familia ya están en la escuela.

También mencionas la importancia de los medios de comunicación en la visualización de las personas trans* ¿qué papel juegan en este sentido?

A la escuela y a los medios de comunicación se nos pide mucho. En el sentido de que tenemos como una obligación moral de hacerlo lo mejor posible. Hay que pensar como representamos o como hablamos de las personas, eliminando los estereotipos. Así cuando se habla de una persona transexual, resulta que lo que más le define es que es trans* y no el hecho de todas las otras cosas que forman parte de su vida. Y yo creo que estas representaciones estereotipadas son muy parecidas con las personas con discapacidad, las personas LGTB, las mujeres… como que esa identidad no te deja ver quien realmente es esa persona. Yo sí que echo de menos personas más comprometidas con un periodismo crítico, más personas comprometidas con una escuela crítica, que no significa que estemos criticando a los demás, sino una manera de ser profesionales autoreflexivos, que te cuestiones, que intentes mejorar, que estés siempre en el diálogo con los otros.

¿Crees que durante los últimos años, la percepción de las personas trans* en la sociedad ha mejorado?

Yo creo que sí. Los movimientos sociales han jugado un papel importante a la hora de llevar al debate público cuestiones que a la gente que le incomoda y que piensan que deberían de estar en el ámbito privado. Para hacer ver que no son problemas de personas particulares, sino que son problemas de la sociedad, en la medida en la que cuestionan normas sociales dominantes. Y el binarismo es un problema, porque la mayor parte de las personas no cabe dentro de esas normas tan estrictas. Es sexismo es un problema. La transfobia es un problema y eso que en este sentido hay una pequeña masa crítica que está consiguiendo cambios importantes. Como son por ejemplo, generar una noción crítica sobre el diagnóstico. Es decir, ahora mismo hay mucha gente que está diciendo “la transexualidad no es una patología, sino que forma parte de la diversidad de los seres humanos”. Y esa idea proviene de los movimientos sociales y personas concretas, que es una idea muy sensata, pero está contagiando a muchas personas, y ha llegado a los profesionales, que son ellos quienes están pensando “es que es verdad”. Además, si la transexualidad no fuera una patología, de pronto el registro civil, la psiquiatría, la endocrinología ya no sería tan importante. En la medida en que no estarían los guardianes, ni quien es la persona que se merece y puede cambiar o modificar su cuerpo, o cambiar legalmente sus papeles, para lo cual también habría que pensar también cómo funciona el poder.

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Portada del libro Trans*exualidades de Lucas Platero.

 

En el ámbito político y legal ¿veis que existe un muro que no deja avanzar?

Yo creo que se han conseguido cosas, lo que no invalida el hecho de decir que no son suficientes. Es decir, que la gente pueda cambiar de nombre y de sexo en los documentos de es muy importante, porque te hace funcionar en la vida cotidiana. Pero ojo, la vigilancia que hay sobre quien puede hacerlo, y el hecho de que la persona que vigila tiene unas ideas tan conservadoras, al final se convierte en un problema. En la vida cotidiana la gente no se relaciona sólo contigo a través de tu DNI, y la transfobia tiene que ver con el castigo a los crímenes, con lo que tú puedes hacer, pero tiene que ver con algo mucho más importante que son los cambios sociales en la vida cotidiana. En ese sentido, el acoso escolar, la inserción laboral, la participación social… no se encuentran solamente es el marco de las leyes. Todavía hay muchas cosas que hay que hacer. El tema de la infancia y de la juventud trans* es un tema urgente. La inserción laboral de las mujeres trans* también. Y digo urgente porque la gente lo pasa mal. La gente tiene sentimientos negativos hacia sí mismos, por lo que la sociedad te dice. No porque las personas trans* estén enfermas, sino porque el impacto de la sociedad en la transfobia hace mella en las personas. Hay gente en casa que no quiere salir a la calle, que tienen dificultades para encontrar un empleo, hay jóvenes que tienen sentimientos de suicidio, entonces nos va la vida en ello, no es una cuestión secundaria o marginal.

¿Qué soluciones planteas en el libro para superar esa transfobia?

Hablo de que probablemente para que no exista la transfobia hay que hacer cambios a nivel social. Yo lo que propongo es una serie de acciones que parten de la idea del desarrollo comunitario. De qué pueden hacer los entornos inmediatos para mejorar la calidad de vida de las personas trans*. Y en ese sentido, hablo de factores de salud y factores de protección para la gente más joven. Es decir, que para alguien joven probablemente va a ser muy importante tener la posibilidad de conectar con otras personas, tener personas adultas que pueden ser tú familia u otras, porque la familia igual está muy estresada pensando si es culpa suya. Hablo de la importancia de conocer a personas trans* adultas que ejerzan de modelo, hablo de que el profesorado y la escuela estén apoyando los derechos y la capacidad de expresarse libremente las personas trans*. En fin, que para ese ámbito y para la gente joven hay cinco cosas que yo he diagnosticado como factores de salud que me parecen importantes. El libro se plantea como un camino abierto para el diálogo alrededor de cambios que podemos hacer en nuestra sociedad para que todos y todas podamos participar en igualdad de condiciones. Por lo menos mejorar la calidad de vida de las personas trans*. La segunda parte del libro son todo actividades que se pueden hacer en grupo a la hora de abordar ideas erróneas, abordar la adquisición de conocimientos, abordar también el desarrollo de habilidades para enfrentarse a la transfobia.

Fondo de armario para una biblioteca feminista

Repasamos la historia del movimiento, de Wollstonecraft a Beatriz Preciado, porque como dijo alguien, “qué diferente hubiera sido la historia de las mujeres si no hubiese sido escrita por hombres”

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Lo que diga Alison Bechdel

El movimiento feminista ha recorrido un largo camino. Desde la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, escrito en 1791 como respuesta a la Declaración de los Derechos de los Hombres y del Ciudadano que excluía a la mitad de la población hasta el nuevo feminismo combativo deCaitlin Moran o Pussy Riot, se ha analizado desde todos los ángulos el comportamiento de las mujeres contra los corsés de lo “correcto”, lo apropiado y lo imposible.

La historia de las mujeres es necesariamente radical, no sólo por su resistencia a la norma y su politización de lo doméstico y de lo íntimo sino porque es una historia alternativa a la historia: como dijo alguien, “qué diferente hubiera sido la historia de las mujeres si no hubiese sido escrita por hombres”. Aquí recogemos algunos de los libros que podemos considerar imprescindibles para comprender la historia y evolución del feminismo, el momento en el que se encuentra ahora y su motivo de lucha actual.

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Olympe de Gouges, el cómic

Los textos fundacionales

Hablando de hegemonía, fue durante la Revolución Francesa que se redactó laDeclaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, un título donde no cabe una arroba. Como respuesta, Olympe de Gouges redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), uno de los primeros documentos históricos que aboga por la emancipación de la mujer y pide la igualdad de derechos y mismo tratamiento legal y jurídico tanto para hombres como para mujeres.

Posiblemente le sirvió de inspiración a la famosa Vindicación de los Derechos de la Mujer(1792) de Mary Wollstonecraft, para quien “el matrimonio no se considerará nunca sagrado hasta que las mujeres, educándose junto con los hombres, no estén preparadas para ser sus compañeras, en lugar de ser únicamente sus amantes”.

Sobre legislación, Reforma o Revolución de la gran Rosa Luxemburgo sigue siendo un libro clave para entender que el feminismo es también una lucha de clases, y tampoco hay que olvidar la contribución de Clara Campoamor y F ederica Montseny al marco legislativo. Las dos escribieron regulación pionera en torno a los derechos de la mujer, incluyendo el derecho al aborto. Y, con cierta inclinación por la ironía, podríamos incluir el Manual de socialismo y capitalismo para mujeres inteligentes de George Bernard Shaw para navegar las aguas políticas actuales que, como todo lo nuevo, tiene al menos una reencarnación anterior. Porque el sistema capitalista aplasta a la mujer y no se puede conseguir una sociedad igualitaria y feminista si dejamos que esta estructura social, económica y política rija nuestras vidas.

Un regalo más ligero para no iniciadas: Olympe de Gouges es una novela gráfica de Catel Muller y Jose-Louis Bocquet.

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Gloria Steinem te lo dice bien clarito

Segunda ola: Lo personal es político

El segundo sexo (1949) se preguntaba por primera vez algo que en su momento parecía exótico pero tocó tecla con las señoras: ¿Qué significa exactamente ser mujer? Simone de Beauvoir reflexiona sobre las construcciones de género: somos mujeres ¿porque nacemos mujeres o por qué nos construyen mujeres? La francesa plantea que la mujer debe reconstruir su identidad propia, lejos de lo que quieren los demás que seamos.

Inspirada por este libro, Betty Friedan escribe La mística de la femineidad en 1963, un análisis sociológico del retrato mediático que hacen las revistas femeninas de la mujer ideal. Friedan descubre que, en la generación posterior a la victoria sufragista, las revistas dejan de celebrar a la mujer independiente con carrera y profesión para centrar la felicidad femenina en la consecución de otros valores: el marido rico, la figura esbelta, la ropa cara, la cocina moderna y dos niños perfectos. Como consecuencia, las mujeres pueden ir a la universidad pero lo hacen para encontrar marido. En este orden de cosas, sólo “las feas” consiguen acabar la carrera, embarcándose en una vida yerma y carente de afecto. Así nace la vampírica “mujer de carrera” que intenta robarle el marido a sus dulces congéneres.

La revolución de la Política sexual

Decían que la televisión acabaría con la cultura pero, como hoy ya sabemos, lo que trajo fue la guerra, dejando que libros radicales llegaran a las masas gracias a tres amazonas de carisma peculiar. En   Política Sexual, Kate Millet argumenta que lo político afecta a lo personal y, por ende, a las relaciones sexuales. El libro ahonda en cómo las estructuras del sistema patriarcal afectan también a las estructuras existentes en cualquier relación, y encuentra sus ejemplos en el cánon literario: D.H. Lawrence, Henry Miller, Norman Mailer y -contra el canon- Jean Genet.

El famoso Intercourse (coito) de Andrea Dworkin declara que, en una sociedad en la que todo está estructurado para que las mujeres estén subordinadas a los hombres, el sexo es sólo otra pieza más para perpetuar esta subordinación. Este argumento, y su lucha particular contra la recién llegada industria pornográfica, fue reducido a una de sus frases más desafortunadas, “Toda penetración es violación”, dejando así en un segundo plano el verdadero debate. Que incluye, por cierto, el derecho al aborto, el acceso a los anticonceptivos y las expectativas de cuidados en torno a la maternidad, la vejez y la enfermedad, debate liderado por la vaca sagrada Gloria Steinem.

Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna cierra el círculo de Betty Friedan. Donde ésta señalaba la reacción mediática contra el movimiento sufragista, Faludi detecta el mismo proceso en los años 90, cuando los medios y el cine manufacturan un sinfin de estereotipos negativos contra “la mujer de carrera” (¿se acuerdan de Glenn Close en Atracción Fatal?). Años más tarde llega su heredera pop con Female Chauvinist Pigs: Women and the Rise of Raunch Culture de Ariel Levy, donde habla del síndrome de abeja reina, esas mujeres que todos conocemos cuya práctica habitual incluye reforzar las estructuras patriarcales para ser la única mujer poderosa en su entorno, poniéndole la zancadilla a todas las demás. En todas las empresas hay una, todo el mundo sabe quién es.

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Hadalay, la bella sin alma (o qué)

Queer y Cyberfeminismo: la anatomía no es identidad

Desde que un psicólogo neozelandés llamado John William Money se inventara la palabra género en 1947, la parte más radical del movimiento ha trabajado para separar la identidad sexual de la anatomía. El movimiento Queer estalla en Francia y en Estados Unidos en los 90, en plena crisis del sida, y rechaza las categorías de control de lo privado como “homosexual”, “gay” y “lesbiana” y la psiquiatrización de las preferencias identitarias, íntimas y sexuales para reclamar la identidad sexual independiente a la ley, la sociedad y la familia.

Entre las más interesantes están la fundadora Judith Butler y la propia Beatriz Preciado, sin duda uno de los cerebros más interesantes del ensayo en español, aunque ninguneada -precisamente- por la elección de sus temas. En Cuerpos Que Importan, Butler coge la Historia de la sexualidad de Foucault y se la lleva al feminismo, con resultados electrizantes. Y en su Manifiesto contra-sexual, Preciado teje un sólido manifiesto contra los prejuicios sexuales, enlazando la producción tecnológica y farmacológica con la imposición de identidades convenientes basadas en lo físico, lo social y lo tecnopolítico. Más ligero pero no menos interesante, hay que leerse los comics de Alison Bechdel, desde su obra maestra Fun Home, hasta la reedición de su famosa tira cómica, Lo indispensable de unas lesbianas de cuidado.

Variante de la misma semilla y entretejido con esta, el movimiento Cyberfeminista explotó en los 90 con dos textos: Un manifiesto cyborg: ciencia, tecnología, y feminismo socialista a finales del siglo XX de la “feminista, más laxamente neomarxista y postmodernista” Donna Haraway y Ceros y Unos de Sadie Plant, un ensayo que sólo podía envejecer mal (como todos los hijos de su época, comoMatrix) pero que reclamó el lugar de las mujeres en el desarrollo científico y desenterró a la santa del movimiento: Ada Lovelace, hija del poeta Lord Byron, madre del lenguaje de programación.

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Caitlin Moran: How to be a woman

Tercera Ola: Tetas y cerebro

Para empezar, un regalo para aquellos que declaran que el feminismo ya no tiene sentido porque las mujeres han conseguido el reconocimiento, la emancipación y el derecho al aborto que tanto ansiaban y sólo les queda ganarse t odo lo demás.Manifesta: Young Women, Feminism and the Future , de Jennifer Baumgardner y Amy Richard explica por qué el feminismo no ha muerto, cómo se entiende en el siglo XXI y cuáles son sus luchas, que son muchas y variadas. En la misma línea, El Futuro del Feminismo de Sylvia Walby desmonta los argumentos por la defunción y/o irrelevancia del movimiento, recordando lo mucho que nos queda para alcanzar algo parecido a una igualdad de oportunidades.

Aclarado esto, vamos con las chicas. Aunque no lo parezcan, son herederas de Beauvoir y plantean nuevos modelos de ser mujer en un mundo falsamente lleno de posibilidades. No soy ese tipo de chica, de Lena Dunham y Cómo ser mujer,de Caitlin Moran no dan lecciones de cómo son o deben ser las mujeres. Se dedican a escribir lo que les atormenta, les apasiona, cuáles son sueños y qué obstáculos han encontrado en su camino para conseguirlos. Y asuntos de importancia severa: cómo nos relacionamos las mujeres con nuestro cuerpo. Y con la comida. Y con los hombres, las amigas y la familia.

Es el fenómeno Tits and wits” (tetas y cerebro): se puede ser mujer, apasionada de la moda, independiente, inteligente y emprendedora y también tener tetas. Funcionan por el mismo motivo por el que funcionó su antepasada francesa; porque refleja las dudas, los miedos y las posibilidades de su generación.

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Muy contra esto

Quita de allá esas estrellas

¿Por qué nos enamoramos de gente que no nos merece? ¿Qué nos hace renunciar a cosas por amor? La socióloga Eva Illouz se ganó el cielo con Por qué duele el amor, donde analiza los atributos de valor que otorgamos a la adoración ajena y que desaparecen con la ruptura, con el consiguiente dolor espantoso . en El consumo de la utopía romántica, se dedica a desmontar los mitos del amor romántico, incluyendo lugares comunes como el beso bajo la lluvia. En el mismo género, la Crítica del pensamiento amoroso, de Mari Luz Esteban, explica cómo nuestra forma de entender el amor afecta a los comportamientos y relaciones que tenemos con todo lo demás, ya sean relaciones de amor, de clase social o de etnia. Esto afecta a la construcción de identidades y, por tanto, de sujetos.

Finalmente, en La construcción socio-cultural del amor romántico, Coral Herrera disecciona las emociones, preguntándose si se tratan de un fenómeno biológico o una construcción social. Herrera hace una reflexión de cómo las emociones están predeterminadas por mitos, relatos y estereotipos que hemos ido interiorizando poco a poco hasta que los hemos asumido cómo algo innato.

Economías radikales

Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria de Silvia Federici (2004) es uno de los textos estrella de los últimos años. Profesora en la Hofstra University de Nueva York, Federici ofrece una revisión historica de Marx y del capitalismo desde una perspectiva feminista. Entre otras cosas, el libro enlaza la famosa caza de brujas con la usurpación de bienes a mujeres por parte de la Iglesia. No es casual que haya más brujas en aquellos lugares donde una mujer puede heredar legalmente bienes familiares- como Euskadi- y por tanto acumular tierras o casas sin necesidad de casarse. De aquí el mito de la bruja que vive sola en una casa en mitad del bosque.

Con idéntico espíritu -y no en vano en la misma editorial- Amaia Orozco propone una  Subversión feminista de la economía, donde se establece el género como “una variable clave que atraviesa el sistema socioeconómico, es decir, no es un elemento adicional, sino que las relaciones de género y desigualdad son un un eje estructural del sistema, el capitalismo es un capitalismo heteropatriarcal.” ¡No olvides leer nuestra entrevista!

Finalmente, un libro radical sobre una economía muy sumergida: en Dónde está mi tribu, Carolina León reflexiona sobre la maternidad y la crianza, con especial y doloroso énfasis en el asunto de la lactancia y la borrosa raya que separa la responsabilidad de una madre de la prisión.

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Atención: las bellas ninfas de Waterhouse no son de fiar

Brujas: Manifiestos literarios

Si hay un precedente -y olvidamos la Antígona de Sófocles porque la escribe un señor- tendrá que ser Cristina de Pizán y La Ciudad de las Damas (1405). En el contexto de la “Querella de las Mujeres”, un debate teológico sobre la supuesta inferioridad del sexo femenino, Pizán imagina una ciudad medieval diseñada y habitada por mujeres, arropada por el renacentismo y amurallada contra el patriarcado bruto, chovinista y apestoso de ahí fuera.

Seis siglos más tarde, en Una habitación propia (1929), Virginia Woolf interviene juiciosamente en lo doméstico para ofrecer “una opinión sobre un punto sin demasiada importancia: que una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas”. Y donde la mujer -aunque no sea escritora- pueda ser ella misma, con sus extrañezas y sin interrupciones.

Más impactante -aún hoy o, quizá, sobre todo hoy, es la relectura que hace Jean Rhys de Jane Eyre. En Ancho mar de los sargazos (1960) Rhys literalmente hackeaa la vaca sagrada de Charlotte Brontë, recreando la biografía de un personaje aparentemente secundario: la primera mujer del señor Rochester, que vive encerrada y oculta en el ático de su siniestra mansión victoriana. Reivindicación postcolonial donde las haya, manifiesto feminista atemporal, es imposible volver a leer a Brontë -o cualquier literatura decimonónica- de la misma manera. Eso sin mencionar lo maravillosamente escrito que está.

Claramente inspiradas en esta corta pero impactante novela, las académicas Sandra Gilbert y Susan Gubar publican La loca del desván: escritoras y la imaginación literaria del siglo XIX en 1979, cuya intención y contenido se explica por sí misma. Como complemento, dos estudios sobre el origen del mito de la “mujer fatal”: Ídolos de perversidad: la imagen de la mujer en la cultura de fin de siglo, de Bram Dijkstra y Las hijas de Lilith, de Erika Bornay.

En estos dos libros imprescindibles se explica cómo el movimiento de demonización literal de las mujeres corre paralelo al de su proceso de emancipación, desde su papel en la Revolución Francesa hasta su incorporación al mercado laboral. El arte y la literatura decadentista se llena de vampiras, gorgonas, serpientes y sirenas, que se anteponen a la dulce criatura doméstica con sus insaciables apetitos sexuales y sus rituales demoníacos. Para una lectura más moderna de rol de la mujer en el arte, la literatura y la política, recomendamos leer cualquier cosa de la brillante y viperina Camille Paglia, estrella de los 90, hoy injustamente olvidada pero más necesaria que nunca.

Muere el hijo de un matrimonio gay tras ser agredido en el colegio

En RAGAP hemos hablado en muchas ocasiones de muertes de adolescentes relacionadas con la orientación o identidad sexual. A veces hablamos de suicidios de personas homosexuales o transexuales, y en otras, de agresiones físicas por motivos de odio.

muere el hijo de un matrimonio gay después de ser agredido en el colegio

En Brasil, este lunes falleció un joven de 14 años como consecuencia de la homofobia.Peterson Ricardo de Oliveira pasó varios días en coma antes de fallecer como consecuencia de una pelea en la escuela pública de Jamil, en Ferraz de Vasconcelos, en Sao Paulo.

Fue el pasado jueves 5 de marzo cuando se produjo la pelea escolar, cuando fue atacado por ser hijo de una pareja gay, según Márcio Nogueira, uno de los padres adoptivos de Peterson Ricardo. “No sabía que mi hijo sufrió problemas por ser hijo de una pareja gay. Estamos tristes y decidimos revelar lo que sucedió para que no se repite con otros niños”, afirmó.

El joven llevaba seis años estudiando en el centro, y su hermano de 15 años, que cursa en el mismo colegio, presenció el asalto, en el que fue atacado por cinco individuos. Tras la pelea, asistió a clase y después se desmayó, como consecuencia de un aneurisma que sufría, por lo que no se puede afirmar que cayese en coma como causa directa de la lucha. El Departamento de Salud del estado afirma, por su parte, que el fallecido ingresó en el Hospital Regional de Ferraz de Vasconcelos con paro cardiaco y se sometió a un proceso de reanimación. Las pruebas realizadas en el niño arrojaron que había sangrado, pero no tenía signos externos de violencia física.

En el centro, donde no se recogió la agresión en ningún parte, lamentan la muerte del adolescente y afirman que era un alumno muy activo que participaba en muchas actividades extraexcolares.