Cifuentes anuncia que Madrid financiará la reproducción asistida de todas las mujeres

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, el pasado lunes

Cifuentes anuncia que Madrid dará reproducción asistida a todas las mujeres

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, ha anunciado este miércoles que la administración regional dará entrada de forma inmediata a todas las mujeres en los tratamientos públicos de reproducción asistida con independencia de su orientación sexual y de si tienen o no pareja.

En declaraciones a RNE, Cifuentes ha avanzado que su Gobierno abrirá este servicio a todas las mujeres a través de la cartera de servicios sanitarios autonómica (que complementa la nacional), su opción preferida; o bien a través de las leyes de identidad sexual y de protección contra la discriminación que prepara su equipo.

La presidenta madrileña ha asegurado que, en su opinión, los tratamientos de reproducción asistida del sistema sanitario público para todas las mujeres con independencia de su situación deberían estar incluidos en la cartera de servicios “para toda España” del Ministerio.

Una norma discriminatoria, según la justicia

Con estas palabras, Cifuentes se ha referido a la decisión del Ministerio de Sanidad de aprobar una orden ministerial que incluía una nueva cartera básica del Sistema Nacional de Salud en la que la financiación de la reproducción asistida se ofrecía únicamente “por problemas médicos”, según afirmó la entonces ministra Ana Mato.

Esta decisión excluyó de los tratamientos de reproducción asistida a las mujeres sin pareja masculina y generó el rechazo de comunidades como Andalucía, Asturias, País Vasco o Islas Canarias, así como de asociaciones LGTB, al entender que deja fuera de la financiación pública a lesbianas y mujeres sin pareja que necesitan de estos tratamientos para poder ser madres.

Una norma que la justicia ya ha calificado de discriminatoria, según se desprende de la sentencia emitida este lunes por el Juzgado de lo Social Nº 18 de Madrid, que condena a la Consejería de Sanidad madrileña y a la Fundación Jiménez Díaz por haber interrumpido el tratamiento a una mujer de una pareja de lesbianas. Aún así, el Gobierno no se plantea derogar la orden, a pesar de que la jueza del caso dictaminó que vulnera el principio de jerarquía normativa al existir una ley (de rango superior) que determina quiénes pueden ser las usuarias de las técnicas de reproducción asistida financiadas por el Estado “con independencia de su estado civil y orientación sexual”.

Cifuentes ha explicado que la Consejería de Sanidad estudia cómo aplicar esta medida y ha defendido que establecer medidas complementarias a las que existen para que la reproducción asistida sea accesible a las mujeres con independencia de su orientación sexual y si están solteras, casadas o en pareja supone “avanzar en igualdad”. Según ha recalcado, todas las mujeres deben estar en las mismas condiciones que una pareja heterosexual y “tiene el mismo derecho” en cuando a la reproducción asistida.

Otras comunidades, como la Comunidad Valenciana, ya anunciaron que incluirían a todas las mujeres en la financiación pública de la reproducción asistida tras la formación de los nuevos gobiernos autonómicos. “Vamos a acabar con el veto impuesto a las parejas de lesbianas y solas para acceder a tratamientos de reproducción asistida en la sanidad pública”, anunciaba la consejera de Sanidad, Carmen Montón, a finales de septiembre.

Madrid ofrece a todas las mujeres el servicio de reproducción asistida

Cristina Cifuentes asegura que será de forma inmediata y con independencia de su condición sexual y de si tienen o no pareja

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, el pasado lunes

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. / Efe

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, ha anunciado hoy que la administración regional dará entrada de forma inmediata a todas las mujeres en los tratamientos públicos de reproducción asistida con independencia de su condición sexual y de si tienen o no pareja.

En declaraciones a RNE, Cifuentes ha avanzado que su Gobierno abrirá este servicio a todas las mujeres a través de la cartera de servicios sanitarios autonómica -que complementa la nacional- o bien a través de las leyes de identidad sexual y de protección contra la discriminación que prepara su equipo.

La presidenta madrileña ha asegurado que, en su opinión, los tratamientos de reproducción asistida del sistema sanitario público para todas las mujeres con independencia de su situación deberían estar incluidos en la cartera de servicios “para toda España” del Ministerio.

Con estas palabras, Cifuentes se ha referido a la decisión del Ministerio de Sanidad de julio de 2013 de aprobar una nueva cartera básica del Sistema Nacional de Salud en la que la financiación de la reproducción asistida se ofrecía “por motivos terapéuticos o preventivos”. Esta decisión excluyó de los tratamientos de reproducción asistida a las mujeres sin pareja masculina y generó el rechazo de comunidades como Andalucía, Asturias, País Vasco o Islas Canarias, así como de asociaciones de homosexuales, al entender que deja fuera de la financiación pública a lesbianas y mujeres sin pareja fértiles pero que necesitan de estos tratamientos para poder ser madres.

Condena a un hospital

Cifuentes ha explicado que la Consejería de Sanidad estudia cómo aplicar esta medida tras ser preguntada sobre la sentencia que condenó al hospital Fundación Jiménez Díaz y a la Consejería de Sanidad madrileña a indemnizar en casi 5.000 euros a una lesbiana por haber sido discriminada por su orientación sexual en el acceso a un tratamiento de reproducción asistida. Ni la Comunidad ni el centro recurrirán este fallo, ha asegurado la presidenta de la Comunidad de Madrid, que ha recalcado que esa mujer “en la actualidad” está recibiendo el tratamiento.

Cifuentes ha defendido que establecer medidas complementarias a las que existen para que la reproducción asistida sea accesible a las mujeres con independencia de su condición sexual y si están solteras, casadas o en pareja supone “avanzar en igualdad”. Según ha recalcado, todas las mujeres deben estar en las mismas condiciones que una pareja heterosexual y “tiene el mismo derecho” en cuanto a la reproducción asistida.

Vulnerado el derecho fundamental de dos lesbianas a su reproducción asistida

Fundación Jiménez Díaz de Madrid

Fundación Jiménez Díaz de Madrid. SERGIO GONZÁLEZ

El hospital Fundación Jiménez Díaz y la Comunidad de Madrid han sido condenados por “vulnerar el derecho” de dos lesbianas “a no ser discriminadas por su orientación sexual” en un proceso de reproducción asistida. Y aunque ambos organismos interrumpieron el tratamiento basados en una orden ministerial que impide el acceso a estas técnicas a mujeres solas o lesbianas (sólo se permitirá la fecundación médica a quienes no se hayan quedado embarazadas tras un año de “coito vaginal”, es decir, con un hombre) y luego lo retomaron, el Ministerio de Sanidad ha sido absuelto. ¿Por qué? Porque el Ministerio “no tiene competencias en la prestación sanitaria”.

Lo cuenta todo una sentencia del Juzgado de lo Social Número 18 de Madrid, que estima parcialmente la demanda de la organización Women’s Link Worldwide y que habla de “daños morales y patrimoniales”, “vulneración de un derecho fundamental” y discriminación, aunque “escasa en el tiempo”, porque la mujer “tenía derecho a seguir sometida a tratamiento”.

La Fundación Jiménez Díaz ya ha anunciado que va a recurrir la sentencia “porque se limitó a aplicar una norma estatal vigente” y porque, como reconoce el fallo judicial, “no existió voluntad de discriminación”.

Mientras, el Ministerio se ha limitado a decir que “respeta” la decisión de la juez y, al menos de momento, no tiene intención de modificar la polémica orden llevada por el equipo de la entonces ministra Ana Mato al Consejo Interterritorial de Sanidad, que la aprobó tiempo antes.

La sentencia, que penaliza a la Fundación Jiménez Díaz, por la responsabilidad de la violación del derecho fundamental a la no discriminación y a la Consejería de Sanidad madrileña como responsable de la prestación de la asistencia sanitaria,es pionera en España. Es la primera vez que un tribunal condena a una institución por la orden ministerial de noviembre de 2014, un texto señalado como discriminatorio por muchos colectivos y partidos políticos durante el último año y ahora por los jueces. Tanto el hospital como la Consejería deberán indemnizar a la mujer de la pareja que se sometió a los tratamientos con 4.875 euros por el “agravamiento” del daño psicológico que le produjo el retraso de la atención sanitaria de fecundación y el patrimonial, derivado de los gastos que tuvo en una clínica privada a la que acudió “para evitar dilaciones”.

El tuétano de la cuestión estriba en la prioridad que el centro sanitario y la Administración autonómica dieron a una orden ministerial sobre una ley. La juez señala que la Ley 14/2006 sobre Técnicas de Reproducción Asistida, donde se establece el derecho a los tratamientos de reproducción asistida, “con independencia de su estado civil y orientación sexual”, es de rango superior a la Orden Ministerial y por lo tanto, según la sentencia, “las normas de rango inferior que se dicten no pueden ir en contra de lo dispuesto en la Ley, se deben aplicar las normas según la jerarquía normativa.”

La Orden Ministerial 2065/2014 publicada el 31 de octubre de 2014 y que el Ministerio de Sanidad distribuyó a las comunidades autónomas para su aplicación, excluye de los tratamientos de reproducción asistida a todas las mujeres sin una pareja masculina: “Ausencia de consecución de embarazo tras un mínimo de 12 meses de relaciones sexuales con coito vaginal sin empleo de métodos anticonceptivos”. Para la juez, “al tener una relación afectiva con otra mujer, este hecho es imposible y se la discrimina por su condición sexual”. Por eso condena a la Fundación, “que debió interpretar la norma de acuerdo con la Ley” y a la Comunidad de Madrid, que es “responsable de la prestación sanitaria y la concertó con la Fundación”.

La historia de Verónica y Tania (nombres no verdaderos por su expreso deseo de preservación de la intimidad) arranca en abril de 2014, cuando una de ellas inició un tratamiento de reproducción asistida, continuado después en julio con otro de fecundación in vitro. Ese primer ciclo se cerró tras comprobar que no existían embriones que transferir.

La Fundación Jiménez Díaz citó a la mujer para marzo de 2015 con la intención de iniciar un segundo ciclo. Sin embargo, el propio hospital adelantó muchos meses la cita y en noviembre de 2014 llamó a la pareja para comunicarle oralmente que no podría iniciar el segundo ciclo por la aprobación de la orden ministerial.

Unos días después, en diciembre de 2014, las dos mujeres presentaron una reclamación por escrito en la que pidieron la continuación del tratamiento, la explicación de la negativa del centro y la entrega del expediente médico.

En enero de 2015 la Fundación les comunicó por carta, tanto a ellas como a otros pacientes, la imposibilidad de la continuación del tratamiento debido a la vigencia de la orden del Gobierno central.

Para “evitar dilaciones” en el proceso de fecundación, la mujer acudió a una clínica privada de Valencia, donde se sometió a pruebas de fertilidad e intervenciones quirúrgicas en enero, marzo y abril de este año, según refleja la sentencia.

En abril, la Fundación llamó a la mujer y le dijo que aun “a la espera de instrucciones por parte de la Comunidad de Madrid” la citaba para el 13 de mayo, un movimiento que repitió con otros casos. A partir de ahí, la mujer fue readmitida en el tratamiento, que, aunque no provocó embarazo, sí “mejoró la calidad del embrión”.

La sentencia sostiene que la Fundación no tuvo voluntad de discriminar por orientación sexual a la mujer, pero “de hecho se produjo esa discriminación”. Si bien, “escasa en el tiempo”, según la juez. Es decir, entre finales de noviembre de 2014, fecha en que se le comunica que no seguirá en tratamiento, hasta finales de abril de 2015, cuando se le dice a la mujer que podrá ser sometida al segundo ciclo unos días después. El fallo también afirma que no hubo mala fe en el hospital porque se informó rápidamente a la pareja (se adelantó el ‘no’ de marzo de 2015 a noviembre de 2014).

La Fundación Jiménez Díaz asegura que aun estando a la espera de instrucciones de la Comunidad de Madrid, se citó a la mujer para un segundo ciclo “por el beneficio de la paciente” y que sigue “pendiente de otro tratamiento”. Además, subraya que atiende “al margen de la condición sexual” de los pacientes y que lo hace “con el máximo respeto a la legalidad vigente”.

“Aunque la Fundación Jiménez Díaz había reiniciado nuestro tratamiento, decidimos seguir adelante con la demanda para que se reconociera la discriminación que sufrimos nosotras y para evitar que otras mujeres pasen por situaciones semejantes” han dicho Verónica y Tania al conocer la sentencia.

“Esta decisión sienta un gran precedente judicial porque es clara en afirmar que se debe interpretar siempre la norma de acuerdo con la ley de rango superior, y supone, además, una victoria para todas las mujeres que quieren acceder a este tipo de tratamientos de reproducción asistida, sin importar si tienen pareja masculina y sin importar su lugar de residencia” señala Glenys de Jesús, Directora Legal de Women’s Link , la ONG que llevó el caso a los tribunales, y añade “si bien la jueza no puede condenar al Ministerio de Sanidad, el espíritu de la sentencia no deja lugar a dudas sobre la necesidad de derogar o no tener en cuenta una ley de rango inferior que además es claramente discriminatoria”.

Condena por negar la inseminación a una pareja de mujeres

Una juez impone una sanción a la Comunidad de Madrid y a la Fundación Jiménez Díaz por vulnerar el derecho fundamental de la pareja a no ser discriminada

El juzgado de lo Social número 18 de Madrid ha condenado a la Consejería de Sanidad de Madrid y a la Fundación Jiménez Díaz por haberle interrumpido a una de las mujeres de una pareja de lesbianas el tratamiento de reproducción asistida al que estaba siendo sometida. El tribunal considera vulnerado el derecho fundamental de la pareja a no ser discriminada por su orientación sexual. Según la sentencia, que ha adelantado la Cadena Ser, la Comunidad de Madrid y el hospital tendrán que pagarles una indemnización de casi 5.000 euros por los daños morales y económicos que les causó.

La ahora exministra Ana Mato dictó en octubre de 2014 una orden ministerial que excluye a las mujeres solas y a las lesbianas de estas terapias de fertilidad financiadas de forma gratuita por la sanidad pública.

La mujer comenzó el tratamiento en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, y se sometió a un ciclo que no había logrado el embarazo. Un mes después de la publicación en el BOE de la orden ministerial de octubre de 2014 que desarrollaba el decreto de recortes sanitarios de 2012, las mujeres fueron informadas en el centro sanitario de que quedaban excluidas del programa de reproducción asistida. Tras sus quejas y la presentación de la demanda, en mayo de 2015 la clínica les informó de que reevaluaría todos los casos, con lo que están de nuevo en tratamiento.

Según la agencia EFE, la sentencia explica que la demandante se siente discriminada por la orden ministerial.

Para la jueza como no puede establecerse discriminación sexual por razones de la orientación sexual la mujer tenía derecho a seguir sometida al tratamiento.

Precisa que “no existía voluntad por la Fundación Jiménez Díaz de proceder a discriminarla por su orientación sexual pero de hecho se produjo esa discriminación, que cesó en abril de 2015 cuando la llamó igual que a otras personas a las que por distintos motivos se les había comunicado que estaban excluidas por aplicación de la orden”.

La magistrada aclara que la ley sobre técnicas de reproducción asistida establece el derecho a la asistencia de la misma con independencia de la orientación sexual y añade que las normas de rango inferior —como es una orden ministerial— no pueden ir contra lo dispuesto en aquella.

Las limitaciones a la prestación de la reproducción asistida derivan del real decreto de abril de 2012 que se dictó para recortar 7.000 millones en el gasto sanitario público. El texto restringía el acceso a estas técnicas a “aquellas personas con imposibilidad de conseguirlo [el embarazo] de forma natural”. Y se especificaba que esto podía deberse a “un trastorno documentado de la capacidad reproductiva” o a “ausencia de consecución de embarazo tras un mínimo 12 meses de relaciones sexuales con coito vaginal sin empleo de métodos anticonceptivos”. Con ello dejaba fuera a mujeres solas que quisieran inseminarse, o a parejas de lesbianas que desearan ser madres, ya que se les exigía haber mantenido coitos vaginales (por tanto, con un hombre).

El Papa recibió a una funcionaria de Kentucky que se negó a certificar matrimonios gays

La funcionaria estadounidense Kim Davis

La funcionaria estadounidense Kim Davis. / Reuters

El Papa Francisco se reunió en secreto en Estados Unidos con una funcionaria pública de Kentucky enviada brevemente a prisión a inicios de este mes tras negarse a dar el certificado de bodas a parejas homosexuales, según ha indicado el miércoles ‘The New York Times’, citando al abogado de la mujer.

Kim Davis y su esposo Joe entraron de incógnito en la embajada vaticana el pasado jueves y se reunieron con el Papa durante unos 15 minutos, dijo al ‘Times’ el abogado de Davis, Mathew Staver. Staver señaló que el encuentro fue coordinado a través de funcionarios del Vaticano. “El Papa vino hasta ella y le tendió la mano”, explicó Staver. “Le agradeció su coraje y le dijo: ‘Mantente fuerte'”.

Davis, una cristiana devota de 49 años, fue enviada a prisión a inicios de mes tras desacatar una orden de un juez federal de emitir certificados de bodas a parejas del mismo sexo. La funcionaria había alegado que sus creencias religiosas la oponen al matrimonio gay, que es legal desde junio en todo Estados Unidos.

Fue liberada cinco días después, después de que cinco de los seis adjuntos de Davis en el condado de Rowan declararon bajo juramento que obedecerían la orden de la corte y emitirían certificados de matrimonio a todas las parejas legalmente aptas.

Durante su visita a Estados Unidos la semana pasada Francisco habló sobre la libertad religiosa pero no mencionó en ningún momento a Davis. Sin embargo, durante su vuelo de regreso al Vaticano dijo a un periodista de la televisión estadounidense que le consultó sobre lo ocurrido con Davis que aunque no podía hablar de casos específicos “la objeción de conciencia es un derecho que es parte de todos los derechos humanos”.

Jane Badler: ‘Me sorprende que sea tan famosa en España y que me reconozcan’

Diana, la villana que se convertía en lagarto en la serie ‘V’

  • ‘Interpretar a reptiles y lesbianas es todo lo que hago’, bromea la actriz

  • Ha grabado un dueto con el ‘triunfito’ Juan Camús: ‘Encima canto en español’

La actriz Jane Badler, en una imagen reciente

La actriz Jane Badler, en una imagen reciente. Gtres

Puede que el nombre de Jane Badler (61) no le llame atención así de primeras. Pero si tiene más de treinta años, usted la ubicará perfectamente por su personaje de Diana, la villana que se convertía en lagarto en la serie ‘V’ y que engullía ratones en los 80. Lo sorprendente de Jane es que reaparece en nuestra cartelera con ‘De chica en chica’, una comedia lésbica que dirige Sonia San Sebastián. Tanto ha confiado la actriz en este proyecto rodado en nuestro país que ha hecho todo lo posible para protagonizar la cinta junto a Celia Freijeiro, incluso rebajar su caché. Sobre este papel, su pasión por España y hasta sobre su dueto con el ‘triunfito’ Juan Camús, la neoyorquina ha conversado con LOC.

La pregunta del millón: ¿Qué hace en Madrid presentando una película española? ¿Cómo le llegó el guión de ‘De chica en chica’?
Me contactaron por Facebook. ¿Puedes creerlo? Al principio, pensé en no hacer la película, pero un año después leí el nuevo guión -hubo varios cambios durante la reproducción- y era increíble. Ahí ya dije que OK.
¿Qué tal se le ha dado interpretar a una lesbiana?
Mira a Celia. ¡Ha sido muy fácil! ¡Es preciosa!
¿Le ha resultado más fácil que hacer de reptil en ‘V’?
Los dos cosas son muy fáciles. Interpretar a reptiles y lesbianas es todo lo que hago (se ríe). Puede que después de ‘De chica en chica’ me recordaréis aquí como esa mujer lesbiana y sexy.
¿Cómo vivió el rodaje en nuestro país?
Fue en Madrid el año pasado. Duró tres semanas. Me sorprendió que fuera tan famosa aquí y que me reconocieran por la calle.
¿No se lo imaginaba?
Nunca, hasta que hubo internet. Hace cuatro años vine por la nueva ‘V’ y estuve en un cine con cientos de personas llorando. No me lo creía, era como ‘Dios mío”.
Es que era la villana más cañón de la televisión.
Lo sé. Me quedé en ‘shock’ por los fans. No podía creerlo.
Supongo que no le pararán de comentarle la escena en la que se comía ratones.
Miles y miles de veces. O millones.
¿Le cansan este tipo de preguntas?
No me cansan, pero ya no son interesantes, ¿sabes?
¿Cómo vivió esa etapa de ‘sex symbol’ en los 80?
No lo sé, porque ni sabía que lo fuera. Me enteré cuando la gente me lo empezó a decir con los años. Hay gente que se me acerca ahora para decirme que yo era su primer flechazo, pero nunca fui consciente de nada.
¿Le ha costado mantener una carrera después de un personaje tan potente como el suyo en ‘V’?
No, porque yo he hecho muchos papeles después. Quizá me recuerden por uno, pero he podido hacer muchos más trabajos.
Pese a su imagen en la ficción y a su trabajo, usted mantiene un matrimonio de 25 años.
Sí, pero porque tengo un marido muy, muy comprensivo. Me da muchísima libertad.
También ha grabado un dueto con Juan Camús -participante de la primera edición de ‘Operación Triunfo-. Suena todo increíble.
Lo sé, porque encima canto en español. Pero he cantado toda mi vida. Tengo tres álbumes editados.
¿Qué lugares ha visitado de España?
Muchos, muchos. Sevilla, Barcelona, Ibiza… Me encanta Sevilla y la tierra de viñedos, pero amo todo el país.

Lesbianas bajo el franquismo

Artículo publicado en GAYLES

ca. 1910 --- Four couples of women pose for a photo, ca. 1910 --- Image by © DaZo Vintage Stock Photos/Images.com/Corbis

EDITORIAL.-  Son muchos los tratados, estudios y artículos que se han escrito sobre la situación de los homosexuales en España durante el periodo franquista. Recientemente la revista digital “Jot Down” ha publicado una excelente serie de textos sobre el modo en que el régimen dictatorial de Franco utilizó la moral y la sexualidad como arma  de sometimiento y adoctrinamiento.

Uno de ellos trata de la situación que vivieron gais, lesbianas y transexuales en ese periodo, pero apenas un par de párrafos tratan del lesbianismo porque sencillamente los ideólogos del régimen decidieron que no existía. Como apunta Empar Pineda, “el sexo entre mujeres no se perseguía porque para el régimen no podía existir”.

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Las mujeres en general debían ser asexuales y tanto la norma que avalaba las relaciones dentro del matrimonio con fines reproductivos como su transgresión (todas las demás eran putas), se enmarcaban en un concepto heterosexual. Incluso la homosexualidad masculina, porque los gais eran asimilados a mujeres y como tales tratados con desdén. El placer era negado a las mujeres y debía incluso disgustar a sus propios maridos porque suponía un indicio de vicio no deseable. Al respecto un insigne rector de la Universidad Complutense de Madrid, Botella Llusiá, tío de Ana Botella por cierto, afirma que “las mujeres que gozan no son mujeres, sino marimachos y hasta la excitación de la libido en la mujer es un carácter masculinoide”.

En ese contexto se trataba de no reconocer a las lesbianas, no hablar de ellas, no considerar posible la existencia de una sexualidad ajena al control masculino. Quedaban fuera del modelo y eso hizo que en la mayoría de casos se libraran de la represión, sólo las más díscolas acababan en centros de internamiento dependientes de Pilar Primo de Rivera, de quién siempre se sospechó su preferencia por las mujeres. En esos campos de concentración que administraban monjas, las internas eran rapadas y se les administraba aceite de ricino para limpiarles el cuerpo y el alma. Posteriormente se procedía a la “refeminización” basada en tareas consideradas femeninas y en la oración.

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En las zonas rurales muchas lesbianas buscaron el convento como alternativa al matrimonio, aunque en su mayoría eluden la Iglesia como institución y se enmascaran en las sociedades urbanas más tolerantes en general con la convivencia entre mujeres. Crean sus redes de amigas, organizan fiestas que eran bien vistas por los vecinos porque no acudían chicos, generan un argot de reconocimiento (entre elles se llamaban “libreras” para identificarse), organizan excursiones y salidas, pero viven sometidas por el disimulo y la negación. Se trata de no hacer alarde, de no reconocer jamás en público tus sentimientos so pena de aceptar elevadas multas o el temido ingreso en Instituciones para ser rehabilitadas. No deja de ser curioso que en los centros penitenciarios españoles se prohibiera el uso de pantalones a las reclusas hasta finales de los años 60 por temor a que esa prenda fomentara el lesbianismo.

A menudo se frivoliza sobre la situación de las lesbianas bajo el franquismo diciendo que lo tuvieron fácil, que ni siquiera se vieron afectadas por la “Ley de vagos y maleantes” o la de “Peligrosidad social”, que no fueron víctimas de los aberrantes tratamientos y terapias aversivas con electroshocks, vomitivas, hormonales o lobotomías. En primer lugar eso no fue así en todos los casos y en segundo lugar, al maltrato sufrido por cualquier mujer bajo el régimen, las lesbianas añadieron el agravio de no existir, de ser negadas en su esencia más básica, de que las cubriera un oscuro manto de silencio que en ningún caso se trató de olvido o tolerancia, sino más bien de un estructurado plan que tenia como objetivo último la negación de la sexualidad femenina. Y eso durante décadas en un largo periodo de tiempo que se alargaría hasta bien entrada la transición.

Paula, transexual de 16 años: “Me intenté suicidar el día que soñé que me salía barba”

 

No era una cuestión de juguetes, de una guerra encubierta entre muñecas y coches, ni de la hegemonía del rosa frente al azul. La bella Paula no nació hasta los 15 años, hace solo unos meses. Hasta entonces, tuvo que moverse por el mundo simulando ser Cristian, el nombre que le pusieron al nacer en función de los genitales con los que vino al mundo. Y sin compartir con nadie lo que solo ella sabía. “Al principio no entendía lo que me pasaba”, cuenta. Fue a los cuatro años, cuando en el colegio les hablaron de que las niñas tenían un aparato reproductor y los niños otro, cuando se dio cuenta. “¿Por qué tengo yo esto si me siento una chica?”, pensó. Y sintió miedo. Tanto, que optó por el silencio. ¿Por qué tengo yo esto si me siento una chica? La identidad de género, que no tiene nada que ver con la orientación sexual, se define entre los dos y los cuatro años, según los expertos. “Es el género con el que te identificas, más allá del cuerpo que tengas y de los roles de género”, explica Isidro García Nieto, asistente social, sexólogo y gerente de la Fundación Daniela. La orientación sexual, en cambio, “tiene que ver con el deseo sexual y suele descubrirse en la pubertad”. “Todos sabemos a esa edad si somos niñas o niños, pero ni todos tienen la capacidad de expresarlo ni todos optan por hacerlo visible”, explica García. Como Paula, que calló por miedo al rechazo y a que la señalaran con el dedo. Temía que su padres dejaran de quererla, que la echaran de casa. “No sabíamos de donde le venía tanta tristeza”, afirma Ruth, su madre. Lo apuntaron a Judo, “pero no duró nada”. Lo intentaron con el fútbol, “pero tampoco hubo manera”. “Solo jugaba con niñas y, sobre los 8 años, empezamos a pensar que igual era gay”. Entre tanto, Paula aprovechaba los momentos en que sus padres se iban de casa para encerrarse en el baño y ponerse la ropa sucia de su madre. “No quería usar la limpia para que no lo notara”, cuenta. “Me veía en el espejo y me sentía yo misma”. Paula tuvo que soportar, bajo la apariencia de Cristian, un intenso acoso escolar desde infantil y primaria, acoso que se intensificó en el instituto pero sobre el que prefirió callar. Estaba aislada, no le hablaban si no era para insultarla, y llegó a recibir amenazas. “El instituto fue horrible. Recuerdo mis primeros años de recreo siempre sola en una esquina”. Repitió curso y su rendimiento escolar no era bueno. Intento de suicidio “Solo dormía. Venía del instituto, se metía en la cama y hasta el día siguiente. Pensábamos que tenía algún problema y hasta le hicieron pruebas neurológicas, pero no encontraron nada”, afirma Ruth. Desesperada, Paula decidió que, si le había tocado un cuerpo de chico, intentaría vivir como un chico. “Me sentía mal porque no era yo, pero lo intenté. Hasta que una noche soñé que me volvía masculina, que me salía vello, barba y mucho músculo. Me desperté llorando e intenté suicidarme”. “Aquello nos hizo actuar y buscar ayuda”, cuenta Ruth. Cuando, al hablarle de la homosexualidad, de su boca salió de pasada la palabra transexual, Paula lo tuvo claro. “Yo soy eso”, le dijo a su madre. Ruth reconoce que le costó digerirlo. “Fue difícil porque no encontraba ninguna información. La psicóloga del hospital donde la atendieron por el intento de suicidio no tenía ni idea del asunto”. Hasta que, buscando en Internet, en enero de este año llegaron al Programa de Información y Atención a Homosexuales y Transexuales de la Comunidad de Madrid. Soñé que me volvía masculina, que me salía vello y barba”Por fin le puse nombre a lo que me pasaba”, cuenta Paula. “El primer día que supe que había más chicas como yo sentí un gran alivio. Al fin me pude expresar como soy sin miedo”. Y solo un mes y medio después, Paula ya era Paula a ojos del resto del mundo. “La idea era que iniciara la transición en verano para que en septiembre concluyera el tránsito”, dice su madre. Pero Paula ya había esperado demasiado. Fue ella misma la que habló con el director de su instituto, un centro público de Parla (Madrid). “Pensé que el instituto iba a ir mal, pero la reacción ha sido muy buena”. Nadie le puso problemas en respetar su nuevo nombre, y pese a ciertas reticencias iniciales, Paula puede usar el baño que le corresponde. “Muchas chicas se acercaron a preguntarme qué tal estaba, y ahora tengo un grupo de amigas”, afirma. “Antes estaba encerrada y ahora no paro de salir, quiero hacer todo lo que no he hecho antes”. Con sus pantalones pitillo, sus bailarinas y su melena, parece una niña feliz. Acaba de cumplir 16 años y para ella es muy importante la visibilización. En Marzo empezó con los bloqueadores hormonales, que le impiden desarrollar características masculinas como barba, el cambio de voz, etc, y a está a la espera de poder empezar el tratamiento de hormonación cruzada. Necesidad de una ley estatal El problema es que en España no hay una ley integral a nivel estatal que aborde el tema de la transexualidad. Hay leyes autonómicas en Navarra, País Vasco, Andalucía, Extremadura y Canarias (la Comunidad de Madrid está en ello), con lo que la atención desde el punto de vista médico, psicológico y social es distinta según dónde se viva. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, al igual que otras regiones, solo se puede acceder a tratamiento hormonal cuando se es mayor de 18 años. “Cuanto más tarde accedan a los inhibidores estos niños y adolescentes, más riesgos tendrán que enfrentar para su salud mental y física, ya que se les obliga a desarrollar un cuerpo con el que no se identifican. Esto, además les dejará más expuestos al estigma y la discriminación”, afirman desde la Fundación Daniela. Mi hija es una mujer, si alguien no lo ve el problema no es de ella, sino de esa persona A través de esta entidad Paula ha podido acceder a profesionales de la sanidad pública que, concienciados, acceden a poner en marcha los tramientos. “Pero es dejarlo todo en manos de la buena fe de otras personas”, lamenta el gerente de la fundación, Isidro García. “Es lo mismo que ocurre con el tema del nombre y el sexo en el registro y el DNI”, añade. La ley 3/2007 permite a los transexuales el cambio de la mención al nombre y al sexo en el DNI, pero con varios requisitos. Es imprescindible la mayoría de edad, un informe psiquiátrico con un diagnóstico de disforia de género y al menos dos años de tratamiento hormonal. “Eso, además de patologizar el asunto, deja fuera a los menores de edad”, cuenta Isidro.”Imagina lo que sienten al ir en el metro y tener que enseñar el abono transporte. O estar en la sala de espera del médico y que digan en alto un nombre con el que no se identifican”. “Muchas veces se ven obligados a dar explicaciones, y eso atenta contra su derecho a la intimidad”. Por eso, desde la Fundación Daniela insisten en la necesidadde una Ley Estatal Integral de Transexualidad, y para ello han lanzado una campaña de recogida de firmas en Change.org. Entretanto, Paula sueña con tener 18 años para poder operarse y con ser modelo transexual. No todos los transexuales necesitan la cirugía para vivir el género con el que se identifican, pero ella lo tiene claro: “Si me dijeran ahora mismo que me podía meter en un quirófano, lo hacía de cabeza”. Su madre la mira y asiente. “Mi hija es una mujer, si alguien no lo ve el problema no es de ella, sino de esa persona”.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2559008/0/menores/transexuales/paula/#xtor=AD-15&xts=467263

“Nos hacía falta una película de lesbianas”

Ellen Page y Julianne Moore protagonizan ‘Freeheld’, un drama de Peter Sollett en el que combina la mala situación de los homosexuales con una historia de amor

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DONOSTIA – La joven actriz canadiense, conocida por dar vida a una adolescente embarazada en Juno (2007), encarna en Freeheld a Stacie, una mujer cuya pareja, Laurel (Julianne Moore) está muriendo a causa de un cáncer. Ambas luchan porque puedan tener los mismos derechos que las parejas heterosexuales y que Stacie reciba la pensión de Laurel. Se trata de una película basada en hechos reales y se presenta un año después de que Ellen Page confesara su homosexualidad en público.

¿Ha sido difícil hacer una película sobre una injusticia, teniendo en cuenta que las historias de lesbianas no tienen mucho lugar en el mundo del cine?

-Desde mi experiencia personal, nos hacía falta una película de lesbianas, ya que hay varias cintas en las que se trata el tema de la homosexualidad entre hombres, como Philadelphia, Milk y Brokeback Mountain, por ejemplo. Así que quizá, en ese aspecto, esta película es muy especial. En cualquier caso, creo que las cosas están cambiando. Es legal ser gay, y creo que poco a poco deja de ser un problema abordar estos temas.

¿Cómo ha sido trabajar con la verdadera Stacie?

-La verdad es que Stacie ha sido una persona muy generosa conmigo y con todo el equipo. Es una mujer que estaba siempre dispuesta a brindarnos su tiempo, incluso siendo alguien muy vulnerable y para quien esta experiencia era altamente emocional. Es una persona encantadora a la que le gustaba hablarnos y contarnos cómo vivían y cómo se habían conocido. Además, el tiempo que pasé con ella me fue muy útil para preparar la interpretación del personaje: ver cómo se movía, cómo hablaba, cuál era su compostura, las expresiones que utilizaba… A mí me pareció muy importante pasar tiempo con ella para darle seguridad, para que se sintiese cómoda, porque iba a interpretar su papel.

¿Cómo se imaginó que era la relación entre las dos y cómo lo trabajó con Julianne Moore?

-Me fue muy útil el documental que se hizo sobre este caso, que había visto muchísimas veces. Ya en ese documental salta a la vista cómo se querían esas dos mujeres, la dedicación de la una por la otra, y también se ven las bromas que se hacían y cómo se comunicaban entre ellas. Ya contaba con eso. Además, Stacy también me habló de su relación con Lauren. Después, simplemente traté, con Julianne Moore, de crear esa relación de la manera más creíble posible. Julianne es la persona más generosa, protectora, increíble y profesional que existe y siento una suerte enorme por haber llegado a ser amiga suya. Creamos una relación que se ve en la pantalla, pero fuera del rodaje también nos sentimos muy unidas.

¿Cómo ve las consecuencias que ha tenido esta historia real? ¿Cómo ha ayudado un caso tan mediático?

-Creo que el hecho de que cualquier historia de este tipo sea visible puede ayudar a cambiar actitudes. Está claro que cuando conocemos una historia, ya sea a través del cine o en la vida real, y logramos empatizar con esas personas, hace que nos convirtamos en personas más tolerantes que antes o puede que menos homofóbicas.

¿Cómo ha cambiado su vida después de haber confesado su homosexualidad?

-Mi vida ha cambiado muchísimo. Me siento enormemente feliz, mucho más emocionada por la vida y siento que puedo amar plenamente sin temor y, además, expresarlo en público. Me siento más creativa, más inspirada y tengo muchísima más energía. Siento que toda mi vida ha cambiado a mejor.

¿En qué sentido se siente más creativa?

-Me siento más creativa, tengo más inspiración. Siento que me he quitado un gran peso de encima y he recuperado la alegría perdida. Ahora puedo vivir sin tener que estar permanentemente envuelta en una especie de nubarrón de tristeza. Al sentirme así, es mucho más fácil trabajar. Como actriz y como productora tengo muchas ganas de abarcar proyectos nuevos y me siento mucho mejor para hacer lo que salga.

¿Siente una responsabilidad porque puede ser más que una actriz, un referente para muchas chicas?

-No siento ningún tipo de carga en especial. Creo que estoy agradecida por cómo me siento ahora, en comparación con cómo me he sentido hasta que lo hice público. Ojalá lo hubiese hecho antes. Ahora me sentiré agradecida y feliz si soy capaz de ayudar a cualquier persona dentro de la comunidad LGBT de cualquier manera.

¿Qué proyectos tiene ahora entre manos?

-Acabo de hacer una película que se llama Tallulah, y estoy trabajando en otro filme basado en una historia real, de una mujer gay que trabaja en la marina. Por otro lado, voy a producir un proyecto junto con la productora Christine Vachon.

Una concejala de Podemos de Málaga declara su bisexualidad para luchar por la igualdad

La edil Cristina Fernández señala que no tiene ningún problema en reconocer abiertamente su condición sexual y que no se esconde, y confía en que su gesto sirva para hacer visible esta realidad, aún demasiado escondida

La edil Cristina Fernández

La edil Cristina Fernández

La concejala de Espacio Verde, formación promovida por Podemos, en el Ayuntamiento de Nerja (Málaga), Cristina Fernández, ha hecho pública su bisexualidad, con el objetivo de apoyar y dar reconocimiento a esta orientación sexual. Fernández presentará este jueves en pleno una moción para poner en marcha un plan municipal por los derechos del colectivo de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales en la localidad, propuesto por la Federación Arco Iris.

La concejala ha señalado que no tiene ningún problema en reconocer abiertamente su condición sexual y que no se esconde, y confía en que su gesto sirva para hacer visible esta realidad, aún demasiado escondida.

Gonzalo Serrano, presidente de la Federación Andaluza Arco Iris, ha afirmado que Fernández es la primera concejala que “habla abiertamente sobre su bisexualidad en Andalucía”. Según la Federación Arco Iris, el imaginario social sigue asociando la bisexualidad con términos como “el vicio y la indefinición”.

“Tenemos ya la costumbre de ver a hombres gais de relevancia social, política o cultural que salen del armario; cada vez más mujeres lesbianas siguen el mismo camino; sin embargo son muy pocas las personas bisexuales que han dado este paso”, ha señalado Serrano.

Fernández, de 40 años, encabezó la candidatura de Espacio Verde (EVA-Podemos) en las últimas elecciones municipales, en las que este partido obtuvo un acta de edil. La concejala propició la investidura de la candidata del PSOE, Rosa Arrabal, como alcaldesa, aunque por el momento permanece en la oposición.

No obstante, está liberada y ha precisado que, “próximamente”, entrará a forma parte de la Junta de Gobierno Local y asumirá alguna delegación municipal.

Antes de entrar en política, Fernández ya era conocida en Nerja por su labor al frente de la asociación Taller de la Amistad, una entidad dedicada a la atención a personas con discapacidad intelectual.