Aragón multará con hasta 20.000 euros la transfobia en las redes y los medios

Será falta muy grave el uso o emisión de expresiones que inciten a la violencia contra las personas trans o sus familias EUROPA PRESS

El Gobierno de Aragón sancionará con multas de hasta 20.000 euros la transfobia en las redes, según recoge la  Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y No Discriminación, aprobada por unanimidad en la Cámara autonómica.

El régimen sancionador de la norma tipifica como infracción leve “utilizar o emitir expresiones vejatorias contra las personas o sus familias por su identidad o expresión de género” en medios de comunicación y redes sociales, en discursos o intervenciones públicas y, también, por parte de los empleados de servicios públicos durante el desempeño de esa tarea.

Y, paralelamente, señala como falta muy grave, además de la reiteración de las conductas anteriores, “el uso o emisión de expresiones que inciten a la violencia contra las personas trans o sus familias” en esos cuatro ámbitos y, también, “la no retirada inmediata” de manifestaciones vejatorias o agresivas contra esos ciudadanos en las webs y redes sociales de cualquier “prestador de un servicio de la sociedad de la información (…) una vez tenga conocimiento efectivo del uso de esas expresiones”.

Las infracciones leves serán sancionadas con multas de 200 a 3.000 euros, mientras que las graves serán multadas con una horquilla de 3.001 a 20.000, en este último caso junto con la posibilidad de que el infractor sea vetado para acceder a ayudas públicas durante un año.

Medios, redes y escuelas

El régimen sancionador marca de esta manera una serie de estrictos límites tanto al uso de las redes sociales como a la gestión de contenidos de medios de comunicación y portales de Internet, que en caso de infracción se exponen a ver cortada una de sus vías de financiación fundamentales, como es la del dinero público.

Ocurre algo similar con la parte de la enseñanza privada que recibe fondos públicos, ya que la Ley Trans también califica como infracción grave “la elaboración, utilización o difusión” en centros de enseñanza de “libros de texto y materiales didácticos que presenten a las personas como superiores o inferiores en dignidad humana en función de su identidad o expresión de género o que inciten a la violencia por este motivo”.

Al mismo tiempo, contempla sanciones del mismo grado para un comportamiento encuadrable en el marco de ‘bylling’, como serían los “actos que impliquen aislamiento, rechazo o menosprecio público y notorio de personas por causa de identidad o expresión de género”.

Agravantes y atenuantes

Para graduar la cuantía de las sanciones, que deberán evitar que la infracción “no resulte más beneficiosa para el infractor o los infractores que el cumplimiento de las normas infringidas”, la Administración autonómica tendrá en cuenta aspectos como la reincidencia y la intencionalidad del autor, los beneficios que haya obtenido con esa conducta, la relevancia y la trascendencia social de los ataques, el eventual incumplimiento de las advertencias o requerimientos que previamente haya recibido y, cuando ocurra, la reparación del daño antes de que recaiga la sanción.

El régimen sancionador de la Ley Trans aragonesa tiene en cuenta también otras tres circunstancias agravantes.

Una de ellas se refiere a la posibilidad de que los insultos o la incitación al odio puedan generar situaciones de discriminación múltiple o de victimización secundaria; es decir, que la vejación incluya otro tipo de discriminación además de la relacionada con la identidad de género o que se produzca en ámbitos como los servicios sanitarios o de seguridad.

De hecho, otra de las agravantes tiene en cuenta que el infractor pueda formar parte de las fuerzas de seguridad.

La tercera se refiere a “la pertenencia de la persona infractora a un grupo organizado de ideología fehacientemente homofóbica, lesbofóbica, bifóbica o transfóbica”.

Vetos e inhabilitaciones

La nueva norma sanciona las infracciones de carácter muy grave con multas de hasta 45.000 euros, a las que se pueden sumar dos medidas complementarias: el veto para acceder a cualquier tipo de ayuda pública y la inhabilitación temporal para gestionar “centros o servicios dedicados a la prestación de servicios públicos”, por periodos de hasta tres años en ambos casos.

La ley tipifica tres tipos de acciones en este apartado: adoptar comportamientos agresivos o constitutivos de acoso con la finalidad de atentar contra la dignidad de alguien por motivos de identidad de género o de generar contra ella un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo, tomar represalias contra quien haya denunciado un trato discriminatorio y, por último,  negarle atención o asistencia “cuando, por su condición o puesto, tenga obligación de atender a la víctima”.

La norma, por último, contempla también como infracción de carácter leve no colaborar con los trabajos de inspección o investigación de la comunidad autónoma en materia de identidad de género e incluye entre las de tipo grave la inclusión de cláusulas discriminatorias en contratos, la tolerancia y el fomento de prácticas discriminatorias en el trabajo y obstruir las labores de inspección.

“Si los ultracatólicos se hacen los dueños de las familias, de alguna forma están atacando a mis hijas”

Adelaida Campillo, presidenta de Asfagalem

Adelaida Campillo (Cieza,1978) es maestra de primaria en Molina de Segura (Murcia) y junto a su mujer son madres de dos mellizas de 19 meses, exactamente el mismo tiempo que existe Asfagalem (Asociación de Familias de Gays y Lesbianas de la Región de Murcia).

 Campillo es la presidenta de esta asociación y se decidió a fundarla “para mejorar la vida” de sus hijas. Actualmente reúne a 26 familias en la Región de Murcia, la mayoría de ellas con niños de cero a dos años. “Cuando estamos en el parque y le digo a alguien que una de mis hijas está con mi mujer me mira siempre un poco atónito”.

Campillo se muestra indignada ante la suspensión de las charlas escolares sobre diversidad sexual por parte del Gobierno murciano debido a presiones del Foro de la Familia. La consejería de Educación de Murcia especificó el pasado martes que se retomarían las charlas sin precisar una fecha concreta, aunque habría que solicitar permiso paterno.

¿Cómo ves la suspensión de las charlas escolares sobre diversidad sexual o la necesidad de un permiso paterno para que los alumnos asistan a ellas?

Puedo entender que el Foro de la Familia tenga sus ideas, pero no entiendo que la Consejería haga lo que le pidan. Nuestras familias también son familias. Necesitamos que se hable de diversidad familiar y homosexualidad para que los niños entiendan por qué sus compañeros tienen dos mamás o dos papás.

Nuestras familias van al parque, van al médico, estamos en la sociedad. No entiendo que nos quieran ocultar. Y cuando permites la autorización paterna para asistir a la charla estás mandando el mensaje de que es algo malo.

¿Por qué son importantes estas charlas?

Son importantes en primer lugar para que los hijos de familias homoparentales no sufran acoso, para que tampoco lo sufran los niños LGTBI y también por lo que se conoce como `homofobia interiorizada´, que es el rechazo del homosexual hacia su propia orientación sexual. Hay que luchar contra la invisibilización y mandar el mensaje de que no pasa nada porque si no estamos plantando pequeñas semillas de homofobia.

La escuela, además, es el lugar donde aprender la igualdad.

No hay una igualdad real y nuestras familias son tan válidas como las suyas. Soy maestra y esto se soluciona con educación, pero ya desde primaria. En secundaria llegamos tarde. Es difícil cambiar la perspectiva de una persona de 50 años, pero vamos que no entiendo el peligro de explicar la diversidad sexual a un niño. Explicar, por ejemplo, que nosotras somos dos mamás criando a dos mellizas de 19 meses. Uno de los principales acosos en los institutos es el acoso homofóbico. Porque si no: ¿quién protege a nuestras familias? Si los ultracatólicos se hacen los dueños de las familias, de alguna forma están atacando a mis hijas.

Es muy importante que nuestros hijos vean a su familia reconocida en la escuela, porque ya tenemos un bombardeo continuo a diario por ejemplo en la televisión. Nadie nos está protegiendo de un obispo que nos está discriminando y diciendo barbaridades de sus madres.

¿Qué otros obstáculos te encuentras en tu vida cotidiana?

Para empezar todos los formularios y las aplicaciones de la administración que pone madre y padre. Hay que adaptarlos. A los dos días de parir mellizas con cesárea tuve que ir personalmente al Registro a firmar con mi mujer porque con mi DNI, a diferencia de lo que les sucedía al resto de madres que estaban en el hospital, no era suficiente.

También habéis hecho campañas para que en el colegio se celebre el Día de la Familia, en lugar del Padre o de la Madre.

Que El Corte Inglés haga lo que quiera, pero en el colegio no puedes tener a algunos niños sin hacer actividades ese día porque no cuentan con un padre o una madre. Y ya no hablo solo de de familias homoparentales, sino de viudos o familias monoparentales.

Hasta la fecha no nos habíamos dedicado a hacer activismo, pero te das cuenta de que es muy importante para mejorar la vida de nuestras hijas. El matrimonio homosexual se aprobó en 2005. Y tenemos claro que tenemos derecho a todo.

En la Asamblea Regional se aprobó por unanimidad la nueva ley de igualdad social de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales que avanza en la protección, derechos y contra la discriminación en mayo de 2016

Exactamente. Y con esa ley no se ha hecho nada. Ni siquiera el prometido Observatorio contra la Homofobia, que es un órgano muy importante en el que se pueden solucionar rápidamente los conflictos, en lugar de empezar con demandas. Ni siquiera hay una persona asignada para el colectivo LGTBI.

Salir del armario en el mundo árabe: los homosexuales se hacen visibles para combatir la represión

«No se trata de una salida del armario, sino de que se hable del tema»

Está aceptado que el actor y modelo egipcio-canadiense Omar Shariff Jr., de 34 años, nieto del recordado protagonista de ‘Doctor Zhivago’, fue la primera personalidad pública que salió del armario en el mundo árabe, convirtiéndose en un referente para la comunidad de personas Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales (LGTBI). Lo hizo en 2012 en la revista ‘The Advocate’, cuando la Primavera Árabe que prometía traer aire fresco a Egipto culminó con la llegada al poder de los Hermanos Musulmanes. A partir de aquel momento cosechó multitud de críticas y violentas amenazas. Huyó a EE UU para no regresar más; ni siquiera pudo volver a despedirse de su abuelo antes de que muriera, en 2015, porque podría haber sido detenido por ‘incitación al libertinaje’, la acusación más habitual para reprimir a los homosexuales en aquel país incluso hoy.

«Mis amigos me cuentan cuál es la situación. Viven con miedo, asustados de mostrarse como son de forma abierta, siempre mirando por detrás de su hombro, temiendo que, en cuanto salgan, su casa pueda ser registrada, o que sean agredidos por la Policía, detenidos y encarcelados. Allí sufren violencia y exámenes médicos invasivos (controles anales para hallar ‘evidencias’). No sólo los condenan por crímenes que no son tales, sino que su reputación queda destruida». Así resume el actor la situación que se vive en su país. Recibe unos cincuenta mensajes diarios de jóvenes de Oriente Medio y el norte de África que le agradecen haberles dado visibilidad y legitimidad. «Otros son llamadas de socorro que me hacen sentir desamparado».

Esta parte del planeta especialmente agresiva con estas personas centra el último informe de la ONG Human Rights Watch, ‘No longer alone’ (Ya no estamos solos’). Han entrevistado a activistas en una veintena de países de Oriente Medio y el norte de África que han querido hablar en vídeo, algunos dando la cara y otros no, para combatir la represión no solo de la calle, sino también la de sus respectivos estados. Como la bisexual libanesa Rima: «Las figuras religiosas, el Gobierno, tus padres, todos quieren opinar sobre lo que haces con lo que tienes entre tus piernas. Quiero decirte que no es asunto de ellos, y que tu cuerpo, tus deseos y tus ideas son solo tuyos. Si no les gusta lo que eres, están equivocados».

Como explican en la ONG, «no se trata de un grupo de individuos que salen a la sociedad… sino más bien del tema ‘que sale’ para la discusión social». Algunos insistieron en tener sus rostros escondidos o sus voces alteradas por lo que podría caerles encima con una salida del armario, y prefieren esperar a que llegue un momento más seguro. Según la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero e Intersexo (ILGA), 72 países de todo el planeta criminalizan las relaciones homosexuales y las castigan con un amplio abanico de fórmulas, que van desde multas de diversa cuantía hasta la prisión, cadena perpetua incluida, pasando por los latigazos. Y unos pocos utilizan la pena de muerte: Irán, Arabia Saudí, Yemen y Sudán la aplican en todo su territorio con la ley de la Saria en la mano; Somalia y Nigeria, solo en algunas provincias; y luego está la organización terrorista Estado Islámico, que arroja al vacío a esta personas en los territorios que aún controla en Siria e Irak. Afganistán, Mauritania, Catar, Pakistán y Emiratos Árabes Unidos la tienen tipificada en su Código Penal, pero no la aplican.

El gay argelino Rayan habla de espaldas en el vídeo; sus padres le llevaron a un sanador religioso que le golpeó mientras gritaba que tenía dentro una mujer y que había que sacarla: «Podría haber estado así toda la noche, pero nada variaría», dice. Ahora trabaja dentro de su país sensibilizando a los profesionales que trabajan en salud mental para que ayuden a estas personas en vez de intentar cambiarlas. Y eso pese a que las leyes que regulan las ONG en Argelia (y en Egipto, Libia, Marruecos, Baréin, Jordania, Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes) hacen imposible registrar legalmente a aquellas organizaciones que trabajan sobre orientación sexual e identidad de género.

Infierno en la Tierra

Amenazas, represión, violencia… A pesar de esto, los participantes en el informe quieren mandar un mensaje esperanzador: no hay que estar «fuera» para hacer cambios. Lo dicen porque muchos tuvieron que escapar, como Hajar, una lesbiana de Marruecos. Decidió salir del armario en YouTube, y tuvo tanta repercusión que se vio obligada a dejar su país -que criminaliza su orientación sexual y la castiga con penas de cárcel de hasta tres años-. Ahora vive en Holanda, donde trabaja con refugiados de LGTBI. «Al principio estaba en guerra conmigo misma, tratando de cambiarme. Aparentemente podía ‘curarme’y lo busqué. La respuesta era siempre la misma, debía casarme y tener un hijo, pero esto explotó, por supuesto. En realidad no es una elección, yo no puedo cambiar, la única opción es aceptarlo y abrazarte a ti misma», dice.

Con estos testimonios de autoaceptación, Human Rights Watch y la Fundación Árabe para las Libertades e Igualdad (AFE) quieren ofrecer mensajes de apoyo y aliento a los que se sienten solos. La lesbiana Noor, de Sudán (los actos sexuales con consentimiento entre personas del mismo sexo son ilegales y castigados con la pena de muerte si se reincide tres veces), buscó en Facebook personas como ella: «Encontré un grupo con chicas sudanesas. Escribí ‘¿dónde están ustedes?’. Me di cuenta de que no estaba sola en el mundo, que había muchas personas como yo, y fui muy feliz. Creo que esa noche estaba tan feliz que ni dormí». Ahora trabaja en el norte de África para ayudar a los que sufren el aislamiento que ella misma vivió. La ONG señala que el colectivo está encontrando maneras de hablar, «contando sus historias, construyendo alianzas, estableciendo contactos a través de las fronteras, desarrollando movimientos nacionales y regionales, y encontrando formas creativas para combatir la discriminación».

Desde fuera, impera la idea de que aquellos países son un horror para esta comunidad, y puede ser así, pero los activistas destacan que esta visión perjudica su esfuerzo: «La cobertura que retrata la región como un infierno en la Tierra para estas personas no recoge su trabajo o lo vuelve completamente invisible», esgrime la ONG. «No queremos más la imagen de ser simplemente víctimas -dice el activista argelino Zoheir-. Queremos hablar sobre la realidad, sobre la violencia, pero también sobre lo que es positivo». En Omán, varios homosexuales comenzaron organizando «fiestas para que chicos se reunieran y establecieran contactos en un espacio seguro». En Jordania, activistas utilizan el teatro y otras artes para crear conciencia sobre la orientación sexual y la identidad de género.

Hasta que lleguen tiempos más amables, Omar Shariff Jr. anima desde su exilio a los que se quedaron: «Ni siquiera les digo que salgan del armario, porque no pueden ser el cañón de mis ideales. Les digo que aguanten y que permanezcan a salvo porque las cosas en algún momento mejorarán. Siempre lo hacen».

 

Testimonios

Yousif (Gay) | Baréin
«Es un contrato social. Tenemos petróleo, tendrás riqueza, así que cállate. Y si no te gusta, lárgate». Baréin no criminaliza la conducta del mismo sexo, pero la ley que reprime la disidencia de cualquier tipo limita las opciones de las personas de la comunidad LGBTI, acallando sus voces.
Hajar (Lesbiana) | Marruecos
«Buscaba ‘curarme’ casándome y teniendo un hijo. Pero aquello explotó. No puedo cambiar». Su país podría perder la oportunidad de acoger el Mundial de fútbol de 2026 porque «los actos sexuales entre personas del mismo sexo se castigan con penas de entre seis meses y tres años de prisión».
Hamed Sinno | (Músico gay) Líbano
«Sufrí bullying, me creía un monstruo de la naturaleza. Fue duro y lo sigue siendo, pero se vuelve más fácil». Es el país más libre y tolerante de Oriente Medio. Pese a ello, el artículo 534 del Código Penal castiga con hasta un año de cárcel «cualquier interacción sexual contraria al orden natural».
Dalia | (Lesbiana)Egipto
«Mi padre estaba contra mí en todos los aspectos, pero transformó su odio en aceptación y tolerancia». La homosexualidad no está prohibida en su legislación, pero las detenciones bajo acusaciones de prácticas inmorales, libertinaje y prostitución (que sí conlleva prisión) son habituales contra el colectivo.
Rashed | (Hombre trans) Jordania
«Dios nos hizo de esta manera. No tenemos nada de qué avergonzarnos, nada que esconder». En 1951 despenalizaron la homosexualidad en Jordania. Pero los transgénero lo tienen difícil: hasta seis meses de cárcel para «cualquier varón que vista como mujer y entre en un lugar para mujeres».

Las claves

Human Rights Watch
Fundada en 1978, esta ONG está integrada por 400 miembros en todo el mundo. Cada año, publica un centenar de informes sobre los derechos humanos en 90 países. Se reúne con gobiernos, Naciones Unidas, grupos regionales como la Unión Africana y la Unión Europea, instituciones financieras y corporaciones para presionar por cambios en la política. «Investigamos abusos, exponemos ampliamente los hechos y ponemos presión sobre quienes ostentan el poder, a fin de que se respeten los derechos y se asegure la justicia».
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activistas fueron entrevistados para el informe ‘Ya no estamos solos’, centrado en el activismo de la comunidad LGBTI y sus derechos en Argelia, Baréin, Egipto, Irak, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Mauritania, Marruecos, Omán, Palestina, Catar, Arabia Saudí, Sudán, Siria, Túnez, Emiratos Árabes y Yemen.

El Festival de Málaga homenajea a Pedro Olea como pionero del cine gay

‘Un hombre llamado Flor de Otoño’ rompió tabúes en 1978. En sus créditos ya encontramos a Pedro Almodóvar, el gran retratista de la comunidad LGTB

El 26 de diciembre de 1978, Adolfo Suárez firmó una modificación de la Ley de peligrosidad social, quedando así despenalizada la homosexualidad en España. Ese mismo año, se estrenan tres títulos fundamentales del cine gay: ‘Un hombre llamado Flor de Otoño’, de Pedro Olea, elegida Película de Oro este año por el Festival de Málaga, que homenajeó ayer al realizador bilbaíno; el documental de Ventura Pons ‘Ocaña, retrato intermitente’; y ‘El diputado’, de Eloy de la Iglesia. José Sacristán encarna en la primera a un abogado de la alta burguesía catalana en la Barcelona de los años 30, que de noche triunfa como travesti en el barrio chino. «¿Te imaginas? Poder ser yo mismo las 24 horas del día», sueña el protagonista.

‘Un hombre llamado Flor de Otoño’ adaptaba una obra teatral de 1973 inspirada en hechos reales y censurada por Franco, que no llegó a los escenarios hasta 1982. Rafael Azcona y Pedro Olea introdujeron en el guion el trasfondo del anarquismo y la preparación de un atentado contra Primo de Rivera, pero su mensaje reivindicativo a favor de la visibilidad y libertad de un colectivo invisible era evidente. Un detalle profético. Como segundo ayudante de dirección encontramos a Pedro Almodóvar, que aparece brevemente en los camerinos como uno de los compañeros travestis del protagonista.

Ventura Pons retrataba a José Pérez Ocaña, pintor de cuadros por vocación y de paredes por obligación, icono de las Ramblas, como un marginado vital y festivo, un apologeta del desmadre profundamente subversivo. Por su parte, Eloy de la Iglesia, uno de los primeros directores en reconocer abiertamente su homosexualidad, convertía a José Sacristán en un diputado de izquierdas a punto de ser elegido secretario general de su partido, al que la extrema derecha pone una trampa para acabar con su vida política con un joven amante como gancho.

Pedro Olea recibe la Biznaga de Plata en presencia del actor José Sacristán y el director del evento, Juan Antonio Vigar. / EFE

La Transición dibujó así personajes homosexuales bajo una mirada que oscilaba entre el malditismo, el morbo y la caricatura. En 1970, Alfredo Landa se había disfrazado de mariquita para que los maridos de sus clientas no sospecharan nada en ‘No desearás al vecino del quinto’, la película española más vista de todos los tiempos hasta que, 31 años más tarde, llegó ‘Torrente 2’. Los afeminados habían sido motivo de chanza en las comedias del franquismo. Con dos notables excepciones que inexplicablemente pasaron la censura: ‘Diferente’ (1961), de Alfredo Alaria, y ‘Sábado en la playa’ (1966), de Esteban Farré. Ambas abundan en imágenes homoeróticas y narran la soledad y el ostracismo de sus protagonistas.

Incesto y transexuales

El colectivo LGTB tuvo que esperar a Pedro Almodóvar para reconocerse bajo el prisma de un estilo provocador e irreverente, y al mismo tiempo reflexivo y contestario. Prácticamente en todas las películas del manchego encontramos personajes gays, pero ‘La ley del deseo’ permanece como un título de culto para toda una generación que se veía a sí misma por fin en una pantalla. Incesto, transexualidad y escenas de sexo entre hombres insólitas en el imaginario patrio. La primera cinta que produjeron los hermanos Almodóvar con su productora El Deseo mantiene 30 años después intacta su intensidad dramática y capacidad de transgresión.

’80 egunean’

Desde Almodóvar, gays y lesbianas aparecen puntualmente en largometrajes sin que pueda afirmarse que conformen un género diferenciado. ¿Qué tienen que ver las lesbianas glamurosas de ‘Habitación en Roma’ de Medem con las amamas protagonistas de ’80 egunean’ de Jon Garaño y Jose Mari Goenaga? Si en los 90 se pusieron de moda las ‘locas’ con ‘Más que amor frenesí’ y ‘Perdona, bonita, pero Lucas me quería a mí’, en el siglo XXI la orientación sexual de los personajes pasa a segundo plano. Como en la película sorpresa de los últimos tiempos, ‘La llamada’, en la que dos directores gays, Los Javis, mezclan con cándido desparpajo la religión y el descubrimiento de la homosexualidad.

Una campaña busca sacar a la luz el maltrato en las parejas del mismo sexo

Exigen una ley para erradicar una lacra que afecta a un tercio de las relaciones y que al menos derivó en 15 asesinatos en una década

Los primeros detalles del crimen de Priego se han conocido el mismo día que Colegas, una de las principales asociaciones LGTB españolas, ha puesto en marcha una campaña en las redes sociales para intentar sacar a la luz un grave problema, «oculto e invisible» para la mayoría de la sociedad, como es el alto porcentaje de violencia y maltrato en las parejas del mismo sexo.

El presidente de Colegas, Francisco Ramírez, alertó de que con la denominada «violencia intragénero» pasa algo muy similar a lo que ocurría en España antes de 2004, antes de que la ley integral contra el maltrato machista pusiese en marcha un cambio legal, policial y social que permitió contabilizar, al menos en parte, la magnitud de esa lacra y favorecer su denuncia y erradicación. En la actualidad, la violencia entre parejas o exparejas de gais y lesbianas tiene una dimensión desconocida, porque es una realidad social «oculta» y «un asunto tabú» incluso para la absoluta mayoría de víctimas, que no denuncian; porque el Ministerio del Interior no contabiliza los casos ni los investiga como delitos concretos; y porque no existe ninguna estructura social y asistencial para socorrer a los afectados y animarles a dar el paso y visibilizar su problema.

Pese a que no existen cifras oficiales de esta lacra, Ramírez indicó que los estudios realizados en Canada o EE UU señalan que entre el 30% y el 60% de las parejas homosexuales están afectadas por la violencia intragénero, con mayor propensión entre las lesbianas. La proporción la corroboró un estudio hecho en España por COGAM, que señaló que un 30% de los homosexuales encuestados admitió haber ejercido violencia sobre su pareja, con un 26,5% en el caso de los gais y un 33,85% en el de las lesbianas. Es una proporción incluso superior a la de la violencia machista, que la UE estima que la padecen en España el 22% de las mujeres de más de 15 años.

Colegas, según añadió su presidente, calcula por miles los casos de maltratos físicos y psicológicos, vejaciones o coacciones y tiene contabilizados en España, a través de las reseñas de prensa, hasta 15 asesinatos fruto de violencia intragénero en la última década, «aunque debe haber muchos más».

La campaña, titulada ‘El arcoíris no enmascara la violencia intragénero’, que quiere subrayar el maltrato oculto tras la imagen alegre y festiva del colectivo, busca concienciar a las víctimas y a la sociedad de la magnitud del problema y de la necesidad de denunciar, pide a Interior que individualice y cuantifique estos delitos, y, sobre todo, exige la elaboración de una ley contra la violencia intragénero, que la equipare con las medidas de protección y asistencia social a que tienen derecho las víctimas de la violencia machista. Quieren un teléfono específico para pedir ayuda, órdenes rápidas de protección y juzgados especializados, pisos de acogida, asistencia legal y psicológica, y ayudas sociales y a la inserción laboral.

Chantaje y homofobia

La psicóloga Mari Luz López, coordinadora del Centro LGTB de Madrid, señaló que la violencia intragénero, a diferencia de la machista, no está centrada en los roles de género sino en desigualdades de poder en la pareja basadas en cuestiones económicas, educativas, de raza o situación legal en España, salud, o edad, entre otras. Se manifiesta con vejaciones y ataques, como en las parejas de distinto sexo, y también busca minar, controlar y doblegar a la víctimas.

Sin embargo, explicó que hay dos tipos de violencias muy características de las parejas de gais y lesbianas. La primera, el chantaje y la amenaza de «sacar del armario a la pareja», como instrumento para lograr su control. Y la segunda, los ataques homófobos. Comentó que, debido a las agresiones y vejaciones que por su condición sexual ha sufrido desde la infancia, el agresor «proyecta toda su frustración en su pareja».

Check It: los homosexuales negros devuelven el golpe

‘Check It’ está dirigido por Dana Flor y Toby Oppenheimer y producido por Steve Buscemi. MOVISTAR+

La vida no es fácil para la población negra de Washington D.C. La capital de EEUU tiene una de las mayores proporciones de afroamericanos de todo el país. Pero el racismo y la pobreza han creado una situación de desigualdad en la que florecen las pandillas y bandas criminales. Entre sus víctimas preferidas están los gays y transexuales, hasta el punto de que en los alrededores de la Casa Blanca se da el mayor porcentaje de ataques al colectivo LGBT de EEUU.

Hartos de la violencia, un día los homosexuales afroamericanos se organizaron, formaron su propia banda y empezaron a devolver los golpes. Se hicieron llamar Check It y su lucha por la dignidad ha inspirado un documental realizado por Dana Flor y Toby Oppenheimer que está disponible en España a través de Movistar+.

Producido, entre otros, por Steve Buscemi, y con el apoyo del controvertido Louis C.K.Check It cuenta la triple discriminación que viven los miembros de la pandilla: por negros, por pobres y por homosexuales. Rechazados por sus familias y por el resto de la sociedad, la prostitución es la única opción para sobrevivir.

Estas terribles circunstancias han hecho que tanto el rodaje de este trabajo como su financiación se convirtiesen en una odisea. “Nuestra película aborda muchos temas controvertidos, pero ésa es la clave”, explican Flor y Oppenheimer. “Como cineastas, nuestro primer instinto es entretener, hacer un trabajo convincente. Pero, al hacerlo, queremos descubrir y presentar puntos de vista alternativos. Eso significa a veces arrojar luz sobre temas difíciles, a veces incómodos. Creemos que el poder del cine es enorme y que puede plantear problemas que cambian la vida. Puede educar, inspirar el diálogo y ser un catalizador para el cambio“.

Los cineastas señalan que “la verdadera aceptación de las personas homosexuales y transgénero, especialmente las de color, todavía tiene un largo camino por recorrer”. Así, “puede haber nuevas legislaciones y programas de televisión muy populares, pero las estadísticas cuentan la verdadera historia. La mitad de los jóvenes sin hogar son LGBT. El 86% de los jóvenes LGBT son acosados en la escuela y el 42% viven en un ambiente hostil donde no son aceptados”.

Más que orgullo

Según Flor y Oppenheimer, “los problemas a los que se enfrentan los chicos de Check It y otros casos similares son urgentes. En su caso, defender lo que son es más que una cuestión de orgullo gay: es poner en riesgo sus vidas“.

Su situación se ve agravada por el hecho de que, “en muchos casos, en la comunidad afroamericana se ha condenado enormemente la homosexualidad, forzando a muchos a meterse más adentro en el armario”. La prostitución se ha convertido en habitual y los índices de infección por VIH tocan techo en Washington.

Lo que está en juego, añaden los directores, “es importante y algunos de los principales temas centrales de la película son oportunos y relevantes”. Por eso, “Check It trata de las consecuencias invisibles e indescifrables de la desigualdad racial, de género y de clase en este país, el campo de juego desigual y muchas veces implacable en el que nacen tantos estadounidenses, donde la esperanza es un rumor y la posibilidad de cambiar la dinámica existente son pocas y distantes”.

En ese sentido, el actual clima político de EEUU “hace que la vida de Check It y de personas como ellos sean mucho peores y más peligrosas”. Flor y Oppenheimer advierten: “El racismo, la homofobia, la misoginia, la xenofobia y el clima general de intolerancia que promueve la administración Trump dificultan a todos los estadounidenses y, en el fondo, a personas de todo el mundo. El único aspecto positivo de este fenómeno es que también nos ha inspirado a muchos de nosotros a organizarnos y luchar”.

Porque, lejos del dramatismo, Check It es un colorido canto a la vida y la diferencia. “Esperamos que después de ver la película la gente pueda simpatizar con una subcultura que probablemente no sabían que existía. Y esperamos que nuestra ayude a crear la voluntad de cambiar la forma en que tratamos a Check It y a los chicos como ellos. Su lucha se da no sólo en una pequeña pandilla en una ciudad, sino en todo el mundo“.

Además, los realizadores dicen estar “muy contentos de ver que los propios componentes de Check It viven cambios radicales: están creando su propio negocio y vendiendo su ropa en línea, y no sus cuerpos en la calle”, en definitiva, “cosas positivas que necesitan y merecen apoyo y recursos”.

El fenómeno no acaba en Washington: «Esperamos crear y llevar el modelo Check It a otras ciudades en todo el país con sus tiendas y negocios”, disponibles en la web checkitenterprises.com.

IGNA DE GOMAR PÉREZ «Ni hábito ni mantilla: “Para cantar saetas hace falta sentimiento, y a mí me sobra”

Artista transexual, nacida en Cádiz pero residente en Bilbao desde 1978, para desde su balcón el pulso de La Palanca al paso del Nazareno. «Dios es más de corazón que de sexo». 

Igna de Gomar Pérez no tiene reparos en decir que la Semana de Santa de Bilbao le parece más «sosa» que la de su tierra. Claro que ella es de Vejer de la Frontera (Cádiz), donde el carnaval se vive al ritmo de las chirigotas y las procesiones al de las saetas, nada que ver con la contención que caracteriza estos pagos. Transexual por bandera, cambió su pueblo natal por Bilbao en 1978, cuando vino a trabajar a una sala de fiestas, el Variedades, se enamoró y echó raíces. Estrella del mítico Bataclán hasta que el edificio ardió por los cuatro costados en 1987, es testigo privilegiado del auge y caída de la calle Cortes, primero meca de los artistas y luego lumpen por obra y gracia de la droga, un tema en el que ella no desea entrar. «Tenías que ver cómo era esto. Cuando a Bilbao se le conocía por el color gris y el humo de las fábricas, Las Cortes era una isla de luz, llena de espectáculos y ambiente; los taxis haciendo cola del comienzo al final de la calle». El no va más.

«Cuando Bilbao era humo y fábricas, esto parecía una isla de luz; los taxis haciendo cola en la calle»

Siempre le gustó cantar saetas, «desde niña», y cuando llegó a Bilbao y conoció a las reinas del cabaret de finales de los 70 –Fina del Río, Manolita Quintero, Pepita Sevilla– que abrieron camino, algo se le removió dentro y decidió dar un paso al frente, «aunque al principio me ponía muy nerviosa y me faltaba el aire». Pero el destino estaba echado. Igna, que cantaba en directo, hablaba con el público y era cómica, no se cortaba ni con sierra, rememora mientras salen en la conversación nombres como Sara Montiel o Mari Fe de Triana. «Chiquilla, con esa voz que tú tienes que haces que no te han fichado para grabar un disco», le decía la sevillana cuando le cantó las ‘Cinco Farolas’.

La biografía de Igna daría para una enciclopedia. Artista del Bataclán, gerente del ‘Moulin Rouge’… «Me llamaban la ‘Giralda portátil’ –medía 1,97 metros–. A mí es que la altura me ha matado», suelta con una sonrisa que derrama un poco de tristeza y otro tanto de nostalgia. ¿Lo echa en falta? «Pues mira, no», dice con la certeza de quien sabe que cada cosa tiene su momento. «¿Conoces a la Divina Diva, de ‘La Tramoya’? Pues el año pasado le pasé el baúl entero con toda mi ropa. Es que somos muy amigas». Carretera y manta.

Se encoge de hombros cuando se le recuerda que dan mal tiempo para estos días. La Semana Santa es para ella «sentimiento, corazón y víscera», resume mientras se asoma al balcón enfrentado al de Vicente, otra leyenda del barrio. «No se puede cantar si no tienes algo dentro que sacar». Y susurra «Quisiera ser / quisiera ser golondrina / pa’posarme en el madero / pa’quitarle las espinas». El año pasado, los aplausos desbordaron los límites del barrio». Una paz enorme se dibuja en su cara mientras se asoma al balcón situado enfrente de ‘El Edén’ –otro imprescindible del barrio–, el mismo desde donde cautiva a sus incondicionales. «Porque te aseguro que mucha gente viene a ver al Nazareno, pero otros lo hacen para escuchar las saetas. Uno no se entiende sin las otras», apostilla orgullosa.

«Donde más fe se respira»

Y sí, Igna es muy religiosa. Tiene la casa llena de vírgenes y santos, «aunque no sea mucho de ir a misa. Eso sí, al Nazareno le visito con frecuencia». Cuando se le pregunta qué tiene la procesión de La Palanca contesta sin dudar que es «la más bonita de Bilbao, donde más fe se respira. No me imagino la Semana Santa sin ella. Aquí no sois tanto de saetas, por eso nosotras tenemos que hacernos fuertes». Lo dice sin arrogancia, pero convencida. «Mira, yo soy muy natural. No llevo mantilla, ni me pongo colorete o me pinto los ojos. Para cantar saetas no hace falta maquillaje ni hábito, sino tener sentimiento. Y a mí de eso me sobra».

Además, agradece los buenos momentos que le ha traído la vida y no se arrepiente de nada. «A mí me pusieron vagina con 20 años, ojalá hubiera sido antes, y aquí en Bilbao eso jamás ha sido un problema. Todos me quieren, me respetan. No tengo queja ni de los gitanillos del barrio. ¿Por qué iba a ser de otra forma? A Dios no le importa el sexo, sino el corazón de las personas, que se ayuden unas a otras».

Retiran de la OPE de Osakidetza un tema que «patologizaba» al colectivo LGTBI

Perteneciente a la sección de Psiquiatría, se titulaba ‘Tratamiento de pacientes lesbianas, gays, bisexuales y transexuales’

Osakidetza ha retirado de la sección de Psiquiatría de su última Oferta Pública de Empleo (OPE) un tema titulado: ‘Tratamiento de pacientes lesbianas, gays, bisexuales y transexuales’, después de que tres personas expresaran su malestar por un supuesto «planteamiento ‘patologizante’» del colectivo LGTBI.

Según informa la Asociación de Gays, Lesbianas, transexuales y Bisexuales de Euskadi, Gehitu, recientemente la Red para la Igualdad de Trato y No Discriminación del País Vasco, de la que forma parte, recibió una llamada telefónica en la que tres ciudadanos expresaban su «malestar» por «algunos de los términos» de la citada OPE. «En base a dichas demandas -añade el comunicado-, Gehitu estableció contacto con el Servicio de Atención al Paciente y Usuario de Osakidetza (SAPU)» con el fin de plantear este asunto y «solicitar una reunión».

Gehitu recuerda que poco después, el pasado día 2, la directora general de Osakidetza, María Jesús Gemma Múgica, se puso en contacto con esta asociación excusándose «por el hecho». «Unas disculpas que posteriormente fueron remitidas por escrito» el pasado 7 de marzo en un texto que también daba cuenta de «la inminente revisión del texto de la OPE para realizar las correcciones pertinentes», tras lo que la modificación «sería publicada nuevamente a través del Boletín Oficial del País Vasco (BOPV)» . No obstante, «finalmente, el asunto fue retirado del temario de la sección de Psiquiatría» con publicación en el citado boletín del pasado día 14.

Tras estas modificaciones, Gehitu agradece ahora, en un comunicado, «las gestiones realizadas, tanto por parte del SAPU como de la Dirección General de Osakidetza», así como las, «sumamente rápidas y acertadas», gestiones realizadas.

Brasil llora por una mujer negra, lesbiana y feminista

El clamor por su asesinato ha convertido a la activista brasileña en un tótem

Un grupo de manifestantes pintan con spray una imagen de Marielle Franco con el mensaje: Presente hoy y siempre. LEO CORREA (AP). VÍDEO: REUTERS-QUALITY

Los tiros que mataron a Marielle Franco el 14 de marzo, en Río de Janeiro, atravesaron más que su cuerpo. Contra las expectativas de quienes la ejecutaron, las balas alcanzaron la ley no escrita de que los negros pueden morir. Siete de cada diez personas asesinadas en Brasil son negras. Marielle, de 38 años, sería una más en desplomarse sobre el asfalto, sin sonido ni lamento. Pero no lo fue. Esta vez, el clamor por la muerte de una mujer negra, lesbiana y feminista ha provocado una ruptura. El cuerpo destrozado de Marielle Franco se ha convertido en un tótem. Y, como tótem, vive.

Su muerte ha traspasado la barrera de la normalidad de un asesinato negro, y este traspaso solo ha sido posible por su vida. Por su vida la mataron. Y por su vida sus asesinos no podrán matarla.

Al hacer de su vida una excepción, Marielle denunció la deformidad de lo normal. Nació en la favela y consiguió llegar a la universidad. Fue madre adolescente y crio a su hija sin tener que convertirse en mujer de traficante. Era lesbiana y luchó contra la homofobia.

E hizo algo todavía más peligroso para quienes quieren mantener sus privilegios intactos: Marielle reventó el discurso de que el voto no tiene valor y que la democracia ya no puede responder a los anhelos de la ciudad. Probó que la política sigue siendo un instrumento poderoso para rechazar destinos determinados y recuperar la capacidad de imaginar un futuro donde todos quepan.

Marielle demostró que los cuerpos negros pueden ocupar la ciudad en otra posición. La quinta concejala más votada en Río por el PSOL, un partido de izquierdas, luchaba por las mujeres de la favela y los derechos humanos. Marielle pertenece a la generación que está reinventando la democracia en Brasil. Una osadía en un país donde el proceso democrático se corrompe sistemáticamente.

El genocidio negro es un golpe que se reedita desde hace siglos en Brasil. Dos días después del asesinato de Marielle, a un bebé negro le volaron la cabeza en un supuesto intercambio de tiros con la policía de Río. “¡Parad de matarnos!”, decía el cartel que llevaba un niño de 11 años en la última manifestación en São Paulo. Al querer recolocar a Marielle en el lugar destinado a los negros, tumbados en el asfalto, Brasil ha descubierto que los negros no volverán a los barracones.

A Marielle Franco la asesinaron casi un mes después de iniciarse la intervención federal en Río, dando el mando de la seguridad al Ejército. Pero la única intervención legítima es la suya, un desgarrón en la estructura racista de Brasil: con su vida, Marielle creó un cuerpo que ya no puede asesinarse.

Migrantes y ‘disidentes’ sexuales: “Nuestros cuerpos hackean al Estado racista español”

Álex Aguirre (izquierda) y Yos Piña (derecha), activistas de Migrantes Trangresorxs en el centro cultural Matadero de Madrid. ICÍAR GUTIÉRREZ

Son las ocho de la tarde y, dentro de una de las naves del centro cultural Matadero de Madrid, un grupo de jóvenes ultima los detalles de las actividades que preparan para el próximo fin de semana. Varias fotos de personas racializadas y algunos carteles hechos a mano decoran el espacio. “Lo queer no te quita lo racista”, reza uno de ellos. “No esperaban que sobreviviéramos”, dice otro.

Aquí se reúne cada semana Migrantes Trangresorxs, un colectivo de personas racializadas y migrantes con diversas orientaciones sexuales e identidades de género que luchan contra el racismo y la LGTBIfobia. Una “doble discriminación” que, insisten, les afecta de forma “específica” por el hecho de ser migrantes y racializadas, y por ser trans, lesbianas, gays, bisexuales o no identificarse con los conceptos tradicionales de hombre y mujer.

“Nuestro cuerpo es una intersección, yo no puedo separar una cosa de la otra: soy trans y soy migrante, está unido en una sola vivencia y recibimos doblemente esa violencia sobre nuestros cuerpos”, explica Yos Piña, activista del colectivo. “Pero nuestros cuerpos también hackean el género construido por los blancos, las leyes que nos apresan y las estructuras del Estado racista español”.

“Dentro de los grupos alternativos se nos invisibilizaba”

A su lado está Alex Aguirre, quien llegó a España después de años ejerciendo el activismo con personas trans y lesbianas en Ecuador, su país de origen. Este impulso, dice, está en el origen de este grupo del que hoy forma parte. “Cuando llegué, me di cuenta de que no había espacios para trabajar específicamente migraciones y LGTB. Me iba a espacios blancos LGTB, pero no se trataba: era parte de la agenda, pero no había presupuestos, ni gente que lo trabajara”, relata.

Así nació Migrantes Trangresorxs en 2010. “Decíamos: ‘¿Dónde se reúne la gente?’ Teníamos esta necesidad personal y política, y comenzamos a reunirnos. Y ya son años”, sostiene. Quimy/Leticia Rojas, también procedente de Ecuador, asiente y apunta que el antes y el después lo marcó un encuentro feminista que tuvo lugar en 2009. “Dentro de los grupos alternativos se invisibilizaba totalmente el tema de las personas migrantes. Esto fue un punto de inflexión para pensar por qué no se visibilizaba nuestro discurso, a pesar de estar allí”, relata.

“Parece que los migrantes no tenemos un activismo político crítico, lo que por un lado nos enfurecía, y también nos empujó a hacer algo en estos contextos de personas LGTBQ blancas y locales, y generar una posición crítica y transgresora”, agrega.

Francisco Godoy, integrante de Migrantes transgresorxs. Imagen cedida.

Se autodenominan “disidentes sexuales” porque tratan de desmontar, dicen, la identidad y la orientación sexual “hegemónicas”.”La heterosexualidad es un invento colonial, así como la separación que Occidente generó entre salud y enfermedad, o delito y no delito. Antes de la llegada de los conquistadores, en Abya Yala [América] existían multitud de prácticas sexuales y de identidades que no respondían al binomio hombre-mujer o masculino-femenino, como los enchaquirados en la zona de Ecuador”, explica Francisco Godoy, activista.

También rechazan la idea de que se fueron de sus países de origen en busca del denominado “sueño europeo”. “A veces dicen que venimos de países pobres, precarios, que venimos huyendo de que nos maten, pero no es verdad. Ecuador, por ejemplo, es muy adelantado”, sostiene Aguirre. “Tenemos derecho de estar acá y en cualquier otra parte del mundo”, apunta Piña.

“Exigimos al Gobierno que nos reconozca”

Así, uno de sus principales objetivos es combatir la imagen “victimista” y homogénea que a menudo, indican, se da de la comunidad migrante, y reiteran que no quieren que hablen por ellas, que son ellas las protagonistas de su lucha, en la que ponen sobre la mesa demandas específicas, como poder decidir su nombre.

Esta ha sido una de sus campañas más recientes: que las personas trans migrantes no tengan que tener la nacionalidad española, tal y como estipula la ley, para poder cambiar su nombre en su documento de identidad (NIE) sin esperar los dos años exigidos de hormonación y médicos y un certificado de disforia de género.

“Exigimos al Gobierno que nos reconozca. Las personas migrantes tienen que obtener primero la nacionalidad española para poderse cambiar de nombre, y eso, añadido a los dos años que tienes que hormonarte, se demora cinco o diez años”, apunta Aguirre. “Diez años con todas las trabas administrativas y burocráticas, y soportando toda la violencia racista y tránsfoba”, coincide Piña.

Aguirre, según cuenta, se llama Álex en Ecuador, donde pudo cambiar su nombre, pero en sus documentos españoles figura otro, su “nombre anterior femenino”. “Acá llegué con el nombre de Álex, me lo cambiaron en el NIE y cuando pasé a tener la nacionalidad, el juez me dijo que no cumplía las leyes establecidas de sexo y género, que había una confusión. No me quiso poner Álex”, asegura.

Esta traba, según relata, ha marcado su día a día en España. “Hay personas con dos o tres hombres. En mi país me llamo como un hombre y acá tengo otro. Cuando viajo tengo que estar con los dos pasaportes”. Y cuenta que el día anterior a la entrevista, sin ir más lejos, en una visita al médico, el doctor le llamó a la consulta preguntando “¿Dónde está esta señorita”. “Lo dijo en medio de 20 personas y yo no alcé la mano. Cuando me tocó entrar, le dije que estaría bien que llamaran por los apellidos”.

“Hay gente muy cercana que no acepta que es racista”

Con su activismo, no solo se centran en la comunidad LGTBI, sino que denuncian el “racismo estructural” que, a su juicio, sufren las personas migrantes y racializadas en España. “La Ley de Extranjería es una cárcel, porque marca la muerte social de las personas que no tienen papeles. Diariamente nos tenemos que enfrentar a la inexistencia. Mi nombre es Yos, pero al no tener un documento que te valide para alquilar una habitación o tener un trabajo, no existes”, asegura.

Si tiene que pensar en cómo les afecta el racismo y la lgtbifobia a diario, Aguirre no duda. “Sales a la calle con miedo a que te peguen. Yo a veces paso desapercibido por ser chico, pero igualmente me han pegado porque reconocieron que era trans. Hay mucha violencia todavía en la calle contra las personas trans, seamos racializadas o no”.

Quimy/Leticia Rojas, activista de Migrantes Transgresorxs. ICÍAR GUTIÉRREZ

También empujan para que este discurso esté presente en otros espacios formados en su mayoría por personas blancas que reivindican los derechos LGTBI. “Es importante visibilizarnos, dar constancia de nuestra existencia. Siempre tratamos de imponernos, porque el tema migrante cuesta. Damos a conocer que sí hay racismo, porque no se reconoce que existe a nivel estructural, que hay esta idea de que lo blanco es lo mejor. Hay gente muy cercana, a la que quiero mucho, que no acepta que es racista. Que me dicen: ‘El racismo lo tienes en tu cabeza’. Tenemos un fuerte trabajo por hacer”, esgrime Aguirre.

Para su compañeras, este es a menudo un trabajo “invisible” que requiere un gran esfuerzo. “Nos vemos obligadas a estar constantemente reflexionando y generando una estrategia para explicarlo. El racismo es tan fuerte que es ciego, las personas blancas no tienen la capacidad de verlo hasta que no se lo pones enfrente y se lo explicas”, critica Rojas.

Para combatirlo, trabajan con otros colectivos antirracistas de Madrid y grupos migrantes LGTBI de otros puntos del Estado, como Barcelona o País Vasco. En todos estos años han organizado encuentros, debates, talleres y todo tipo de actividades. La próxima, ‘La cancha es nuestra’, será este domingo en el barrio de Lavapiés, con una exposición de fotografías y conciertos organizados junto a otros colectivos como Kwanzaa, Efae y Alianza por la Solidaridad. En él también rendirán homenaje a Mame Mbaye, el mantero fallecido el pasado jueves en Lavapiés.

Cada vez, dicen, son más. “Y vamos a seguir, porque esto también es lo que nos da vida. Seguir luchando”, anuncia Aguirre. “Son espacios para pensar nuestra realidad y afianzar los lazos para resistir y ver cómo solucionar nuestros problemas diarios. Ha sido lindo, porque permite saber que no estamos solas, que somos muchas y tenemos muchas estrategias para resistir, sobre todo con toda esta avalancha racista efervescente en Europa”, opina Piña.

“Que Europa esté llena de negros y migrantes es hackear la ‘blanquitud’: agrietarla y decir que existimos y sobrevivimos. Y no esperaban que sobreviviéramos”, sentencia.