Donny Reyes, activista LGTBI en Honduras: “En elecciones, se llega a decir que votar por homosexuales es aberrante”

Donny Reyes, activista LGTBI y presidente de la Asociación Arcoíris de Honduras CRISTINA POZO GARCÍA

Sobrevivir, tener un espacio para poder hablar de manera libre, tener acceso a la Sanidad o encontrar un trabajo. Estos son los objetivos principales de los defensores de los derechos LGTBI en Honduras, comenta Donny Reyes, activista y director de la Asociación Arcoíris. En Centroamérica la esperanza de vida del colectivo es bajísima, muchos no superan la treintena, y ser activista es una de las labores más peligrosas.

Tras la ola represiva que se produjo después de las elecciones del pasado mes de noviembre, el clima sigue tenso. “Tras las elecciones, se suspendieron las garantías ciudadanas y todo quedó bajo el control de la policía. Muchas de las activistas desaparecieron y no sabemos si se fueron del país huyendo de la violencia. Las poblaciones más vulnerables pagamos la factura más alta”, asegura Reyes, que visita España estos días para dar a conocer la situación de las personas LGTBI en el país centroamericano.

¿Cómo es ser defensor de los derechos LGTBI en Honduras?

Ya ser una persona LGTBI en un lugar tan violento como Honduras es una afrenta al sistema patriarcal cultural religioso que se vive en el país, y cuando se asume el trabajo de la defensa de los derechos humanos como hombre abiertamente gay o una persona LGTBI es una doble afrenta a este sistema estructurado por la violencia y por los sistemas de represión.

Es una condición bastante dura y complicada porque además se cree que lo que estamos haciendo los hombres y las mujeres que somos homosexuales es una renuncia al statu quo que la sociedad nos dio. Se cree que estamos renunciando a esa figura de hombre y de poder para querer ser mujer. En contextos misóginos y patriarcales, en el contexto latinoamericano, es perder ese estatus de poder, lo cual genera un rechazo y una violencia.

¿Qué vive la comunidad LGTBI en el país?

Consideramos que hay tres elementos fundamentales para la violación de los derechos de las personas LGTBI en Honduras. Por un lado, están los medios de comunicación que contribuyen a la difusión de mensajes de odio y de rechazo. Por otro, el sector fundamentalista religioso que perpetúa los mensajes de violencia y, finalmente el Estado, que permite que todo esto suceda.

Entonces, mientras estos tres elementos no cambien y se mantengan en la cultura hondureña permeados por el fundamentalismo religioso y por un Estado conservador e indiferente, nuestras condiciones de vida van a ser desiguales. Nosotros no luchamos por nada más que sea la vida, nuestra principal lucha es tener una vida y que no se nos agreda o se nos mate. Ni siquiera estamos luchando más allá de otros derechos porque lo que necesitamos son garantías de que vamos a lograr llegar a los 34 años, que es la máxima esperanza de vida de una persona LGTBI en Honduras y en otros países de Centroamérica.

Es muy duro enfrentarse a sistemas opresores como el actual régimen hondureño que está gobernado por el militarismo. Un Gobierno que no es reconocido por el pueblo ni por la sociedad y cualquier voz disidente o de denuncia de derechos humanos es blanco para ser atacado.

“Existen campañas que vienen a decir algo así como que defender a personas LGTBI es defender a mareros, defender a delincuentes”

Para los activistas, existe una cadena de violencias. ¿Cómo se manifiesta en Honduras?

Ya solo ser una persona LGTBI es complicado y si ya hablamos de un activista… hablamos de la violación sistemática del Estado, de la negación de servicios básicos de salud y empleo. Hablamos también de la estigmatización. Existen campañas que vienen a decir algo así como que defender a personas LGTBI es como defender mareros, defender delincuentes… es una campaña constante en contra a través de los medios de comunicación y a través del Estado mismo.

Dicen por ejemplo que no vamos a la iglesia y lo que hacen es crispar a la gente, y esto pone a las defensoras y defensores en una condición de mayor vulnerabilidad. Nos hace estar expuestos y que haya mayor división en las familias.

Defender los derechos humanos también es pelearte con tu hermano o pelearte con tu madre y exponer la seguridad de tu familia. Es un manojo de contradicciones.

Ahora mismo, ¿en qué puntos se centra vuestro trabajo en el país?

En lo que estamos trabajando ahora es en la emancipación, en la búsqueda de mecanismos de autoapoyo y supervivencia. Arcoíris es un centro de acogida en donde hacemos de todo: acompañamiento psicosocial, legal, recibimos compañeros que han sufrido agresiones, les acompañamos a los sistemas de sanidad… El trabajo es atender directamente a la comunidad LGTBI víctima de la exclusión y de la violencia.

A la vez, estamos impulsando acciones de justicia, reclamación del derecho a la dignidad, impulsando iniciativas de ley para la no discriminación. Son cosas que parecen muy elementales, pero nos toca incluso ir hasta el lugar donde las asesinan, hacer reconocimientos, reclamar cuerpos, buscar lugares dignos para que sean enterradas y que sus cuerpos no terminen en fosas comunes.

A nivel legislativo, ¿en qué situación se encuentra el colectivo?

Desprotegido. No existe una ley que criminalice la homosexualidad como tal, pero no existe una ley que regule el tema de la discriminación. Si algún compañero o compañera se atreve a participar en contiendas electorales, existe un ataque crudo y voraz en los que se llega a decir que votar por homosexuales es aberrante. Y esto pasa en los medios de comunicación. Los compañeros que decidieron participar en política lo han pasado muy mal, algunos se exiliaron y otros fueron brutalmente asesinados.

Uno de los compañeros que se postuló electoralmente fue el periodista Erick Alexander Martínez que era periodista y fue asesinado de una forma cruel. Lo estrangularon, lo violaron, lo amarraron, lo tiraron a un risco en medio de la nada. Cosas atroces.

¿Cómo nació Arcoíris y cuánta gente encuentra apoyo en esta asociación?

Nació en el 2003. Necesitábamos un espacio libre de discriminación, un sitio seguro en el que poder expresarnos, donde poder hablar con nuestro novio o novia. Necesitábamos un lugar cómodo porque salir a la calle es imposible por el nivel de agresiones. Actualmente tenemos alrededor de 600 personas en la organización y es un lugar mixto. Y funcionamos más que como una asociación, como un hogar abierto.

Los años electorales son muy complicados. En el año 2017, en el marco electoral, se produjeron 34 asesinatos contra personas LGTBI. En los últimos cinco años, se han producido más de 240.

Todo cambió después de las últimas elecciones, ¿cómo está ahora la calle?

El país vive una crisis política y postelectoral que no se supera. Hay una división social y un rechazo social hacia el gobernante hondureño donde las condiciones de vida han empeorado. El país está muy militarizado, todo está bajo el control de los militares. Se podría decir que no existe la libertad de expresión. Honduras reporta el mayor número de agresiones y asesinatos a defensoras y periodistas.

Los familiares de las más de 30 personas muertas después de las elecciones temen que lo que sucedió en noviembre no se haga justicia. ¿Con qué se están encontrando cuando se dirigen al Gobierno para protestar?

Los plantones y las movilizaciones para reclamar justicia se producen a diario. Estamos a la espera de que se reanude el juicio de la compañera Berta Cáceres. Sin embargo, ahora mismo hay más de 200 estudiantes que reclamaron justicia que están criminalizados, que fueron expulsados de la universidad cinco años por protestar. El movimiento ambiental, el campesino, todo está perseguido. El país está en una situación de convulsión por el modelo capitalista.

¿La represión de noviembre cómo afectó al movimiento LGTBI?

Con muerte. Así afectó. Hubo compañeras que por sus propias condiciones de salud y enfrentarse a veinte bombas lacrimógenas tuvieron que ser hospitalizadas y murieron a causa de infecciones crónicas.

Tras las elecciones, se suspendieron las garantías ciudadanas y todo quedó bajo control de la policía. Muchas desaparecieron y no sabemos si se fueron del país huyendo de la violencia o qué pasó. Siempre, las poblaciones más vulnerables pagamos la factura más alta en este tipo de acciones.

Un joven sufre un ataque homófobo en el recinto de txosnas de Sestao

La víctima, que ha denunciado los hechos ante la Ertzaintza, recibió dos puñetazos en el ojo y en la barbilla

Decenas de vecinos del municipio expresaron su rechazo a la conductas que atentan contra la dignidad de las personas. / FERNANDO GÓME

A. B., de 29 años y vecino de Erandio, sufrió un ataque homófobo la madrugada del pasado sábado durante las fiestas patronales de Sestao. Según el parte médico, reflejado en la denuncia que ha interpuesto ante la Ertzaintza, sufre una contusión en la cabeza y sendas heridas en la barbilla y en el pómulo y la zona del ojo. La última ha necesitado puntos de aproximación. El documento no refleja, sin embargo, la rabia e impotencia que sufre la víctima.

Al filo de las cuatro y media de la madrugada, el joven se encontraba disfrutando con sus amigos en el recinto de txosnas. Era el día grande de los ‘sampedros‘ y el ambiente, inmejorable. Todo iba bien hasta que acudió a miccionar. «Estaba con mis amigos y en un momento me alejé unos diez metros. Ya sé que no se debe hacer, pero me metí tras unos contadores a orinar. A una distancia considerable, de espaldas, vi a otro ‘tío’ haciendo lo mismo. Le observé sin más. Justo se giró y cruzamos la mirada», relata. Lo que encontró en los ojos del desconocido no le gustó demasiado, así que, terminó lo que estaba haciendo y regresó con sus amigos «con bastante prisa».

Sin embargo, aquel individuo le siguió y comenzó a insultarle. «Me dijo, entre otras muchas lindezas que no recuerdo, ‘eres un puto maricón de mierda y te voy a dar de hostias’», cuenta. Ni a él ni a sus compañeros les dio tiempo a reaccionar. «Creo que el primer puñetazo fue en la barbilla. Me quedé tan sorprendido que no recuerdo bien», admite. Sin tiempo para oponer resistencia, recibió el segundo golpe. «Lo sentí en el ojo y fue tan fuerte que me caí de espaldas. No sé ni cómo, me levanté y eché a correr», explica. Sin mirar atrás, porque «solo quería salir de allí y que aquello acabara».

Como pudo y sin pararse a pensar en que estaba sangrando, ni en sus amigos, llegó al metro y se fue a casa: «Me metí en la cama y nada más». Al día siguiente, fue su madre la que le situó ante la realidad. «Cuando vio cómo estaba, me dijo que teníamos que ir al médico. Entonces comencé ser consciente de lo que me había pasado», admite. «Pasó todo muy rápido, pero recuerdo que era de aquí y que tendría unos 24 ó 25 años», describe. La Ertzaintza continúa con la investigación para tratar de dar con el agresor.

Concentración de repulsa

La noticia conmocionó a la localidad, que salvo este ataque homófobo, ha vivido unos festejos tranquilos. Sestao Iris Taldea, un grupo en contra de la homofobia, bifobia y transfobia, contactó con la víctima para mostrarle su apoyo. La asociación convocó ayer una concentración de repulsa en las escalinatas del Ayuntamiento, a la que se sumaron todos los grupos políticos y decenas de vecinos. En un comunicado, las autoridades municipales quisieron mostrar «su apoyo y solidaridad» con el joven. «Estos hechos son intolerables y muy graves, suponen un ataque a la libertad e igualdad de las personas», zanjaron.

Reino Unido prohibirá las terapias para «curar» a los homosexuales

Theresa May se muestra impactada por la cantidad de personas LGTB que temen mostrar su orientación sexual

Una pareja de lesbianas posa con su bebé en el desfile del orgullo gay de Birmingham. / ANITA MARIC (EFE)

El gobierno de Reino Unido presentó este martes un «plan de acción» para acabar con la discriminación de la comunidad gay, que incluye una ley para prohibir las terapias que buscan «convertirlos» en heterosexuales. Según la organización ‘Stonewall’, que defiende los derechos de la comunidad LGTB, estos tratamientos buscan «acabar con la atracción por personas del mismo sexo».

El plan de la primera ministra Theresa May se basa en los datos reunidos en una encuesta en internet enfocada a la comunidad LGTB. «Estas actividades son un error, y no estamos dispuestos a permitir que continúen», afirmó el gobierno en su plan de 70 puntos de acción. En esta iniciativa para acabar con las «injusticias» que afectan a lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT) participaron más de 108.000 personas.

Los resultados arrojaron que un 2% de los participantes había sido sometido alguna vez a este tipo de «curas». Otro 5% aseguró que se las habían ofrecido en alguna ocasión, pero que ellos las habían rechazado. Alrededor de la mitad de personas que habían sido sometidas a este tipo de terapias aseguró que había sido dirigido por un grupo religioso, mientras que casi el 20% era realizado por un profesional sanitario y el 16% por un familiar o allegado.

Esconder la relación

También se abordó el tema de la libertad sexual y la seguridad en la calle. En esta encuesta del gobierno británico, más de dos tercios respondieron que habían evitado ir, en público, de la mano con sus parejas por temor a una reacción violenta.

«Me impactó cuántos encuestados dijeron no poder mostrar abiertamente su orientación sexual o evitar ir de la mano con sus parejas por miedo», dijo la primera ministra Theresa May. «Nadie debería tener que esconder quien es o a quien ama».

Sestao convoca una concentración contra la agresión homófoba del fin de semana

BILBAO. Los hechos ocurrieron sobre las 4:30 de la madrugada del sábado en la zona festiva cuando un joven sufrió insultos homófobos y una agresión de la que tuvo que ser atendido en un centro sanitario, según han señalado a EFE fuentes del Departamento de Seguridad.

En un comunicado, el Ayuntamiento de Sestao ha mostrado su “apoyo y solidaridad al joven” agredido y a “todas aquellas personas que, en alguna ocasión, también se han visto acosadas, intimidadas o agredidas por su condición sexual, por su orientación sexual o por su identidad de género”.

El Ayuntamiento de Sestao considera que “estos hechos son intolerables y muy graves” y que “suponen un ataque a la libertad e igualdad de las personas y una amenaza a los valores y principios democráticos”.

Por todo ello, los grupos políticos del Ayuntamiento de Sestao han hecho un llamamiento a la ciudadanía para participar en “una concentración de repulsa” que se celebrará esta tarde a las 20:00 horas en las escalinatas de la casa consistorial.

La reinvención de Chelsea Manning

La responsable de la filtración de WikiLeaks lleva un año fuera de prisión. Es activista por los derechos LGTBI , da conferencias sobre tecnología y ética y ha entrado en política.

Chelsea Manning, el pasado jueves en la conferencia C2 de Montreal.

Chelsea Manning se pasea por las mesas como esos novios que en las bodas van saludando a los invitados preguntando qué tal y agradeciendo la asistencia. Pero a ella, muy menuda y vestida de negro, apenas se la distingue en el barullo hasta que se planta ante uno. “¿Cómo les va? ¿Alguna duda? El resultado no es lo que importa, sino la conversación que generen hasta llegar a él”, dice sonriente. Viste una chaqueta de raya diplomática y una falda larga, calza unas botas gruesas estilo Doctor Martens y lleva su media melena rubia semirrecogida con una pinza. Es el traje de guerra de la Manning ponente. Esta tarde, la ex analista de inteligencia, responsable de la mayor filtración de documentos clasificados de la historia estadounidense, está impartiendo un taller sobre diversidad y tecnología en el marco de la conferencia C2 de Montreal, un encuentro que dura tres días y es un tótum revolútum sobre negocios, creatividad e industria digital.

El taller de Manning habla de diversidad y tecnología, plantea preguntas por grupos y luego comenta las respuestas en público. En un momento, lanza su mensaje global: “La tecnología no es buena, no es mala, tampoco neutral, es una embarcación que sirve para diferentes objetivos”. En la mesa 18, uno de los alumnos le plantea algo más complejo: “¿De lo que estamos hablando aquí es de ética o de moral?”. Chelsea Manning sonríe, responde que es una buena pregunta y desaparece. Poco después dará una clase magistral sobre ética y vigilancia, que se suma a una charla sobre transparencia y, al día siguiente, un encuentro con varios medios de comunicación, entre ellos EL PAÍS.

Los organizadores quieren sacar jugo del que es uno de los grandes reclamos del C2. Su nombre se anuncia por el megáfono como el de una estrella de rock y entonces aparece en el escenario esa figura pequeña y delgada que hace ocho años, cuando solo tenía 22 y era un joven soldado llamado Bradley, causó un terremoto diplomático mundial. Le cayó una condena de 35 años por 20 delitos. Se había desvelado a sí misma al contarle su secreto a un conocido hacker, Adrian Lamo, que la delató. “Mi familia no me apoya, no tengo más que este ordenador, unos libros y una historia sensacional”, le dijo a Lamo.

Ahora acaba de cumplirse un año desde que salió de la cárcel gracias a que Barack Obama le conmutó la pena, después de cumplir siete años y haber intentado suicidarse. Durante el presidio, y tras mucha pelea, pudo comenzar el tratamiento de cambio de sexo. En su nueva vida, Chelsea Manning ha podido dejar crecer su cabello, lleva falda y las uñas pintadas de rojo. Da conferencias, se ha volcado en el activismo e incluso quiere entrar en la política tradicional, registrando su candidatura como demócrata al Senado por el Estado de Maryland. Es un icono controvertido para la lucha transgénero y un personaje incómodo para la mayor parte de instituciones: Harvard le retiró la propuesta para ser profesora invitada para este curso, después del aluvión de críticas, y en la misma Canadá, donde ha pasado estos días, le prohibieron la entrada el pasado otoño por sus antecedentes penales. “El mundo que temía que existía en 2010 se ha desarrollado y acelerado mientras he estado fuera”, afirma. Dice que la normalización del uso y vigilancia de nuestros datos y la actuación de la policía en EE UU ha llegado a un punto tan autoritario que no le deja, añade, más opción que plantarse y protestar.

Hay quien en Estados Unidos la considera una heroína, que se sacrificó por revelar los abusos de su país en el frente, y quien la ve como una traidora. Cuando se mira su odisea resulta difícil discutir que se trata, en cualquier caso, de una figura trágica. En su nueva vida, la pregunta que sigue costando responder es por qué hizo lo que hizo.

Filtró una tonelada de cables militares y diplomáticos que transmitió a la plataforma WikiLeaks en varias fases durante 2010 con la intención, defendió en su día, de revelar los abusos de su país en las guerras de Afganistán e Irak. Destapó, en efecto, muchas de aquellas miserias, pero también todas las que tenían que ver con las relaciones internacionales, lo que los funcionarios estadounidenses escribían, pensaban e investigaban de prácticamente todos los líderes. Del interés por la salud mental de Cristina Fernández de Kirchner al relato de la vida de Gadafi y su particular guardia femenina.

Aquel terremoto confirió a WikiLeaks la fama mundial. Los cables del Departamento de Estado se publicaron en noviembre en varios periódicos con los que la plataforma fundada por Julian Assange los había compartido; entre ellos, EL PAÍS. Para entonces, Manning estaba ya entre rejas. Había sido detenida a finales de mayo en Bagdad, delatada por Lamo. Este, que murió el pasado marzo, contó hace años a El PAÍS que, a su juicio, Assange se había aprovechado de la debilidad emocional de Manning, una persona muy aislada que en Bagdad estaba tocando fondo, y que no era consciente de la gravedad de sus actos.

Nació en 1987 en Crescent, un pequeño pueblo de Oklahoma, dentro de lo que se conoce como el cinturón bíblico de Estados Unidos. Recuerda haberse sentido una niña desde que apenas tenía cinco años. Sus padres, un estadounidense y una inglesa, se separaron cuando solo era una adolescente, así que vivió en ambos países. Cuando regresó a EE UU, rompió los lazos con su padre por el rechazo de este a su homosexualidad, según contaron en su día sus allegados. En Chicago, llegó a vivir en la calle y decidió alistarse en el Ejército. En 2008, se graduó como oficial de inteligencia. Y al año siguiente lo destinaron a Bagdad. Poco después se pondría a robar información clasificada y grabarla en un CD con el rótulo de Lady Gaga.

Desde 2010, WikiLeaks ha seguido con las filtraciones de documentos, nunca tan impactantes como las de 2010, aunque se le atribuye un papel capital en el caso de la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 para favorecer la victoria de Trump por las filtraciones de correos electrónicos de los demócratas.

¿Qué piensa hoy Manning de WikiLeaks? ¿Ha cambiado su opinión respecto a aquel 2010?. Chelsa escucha la pregunta en el encuentro con la prensa en Montreal. “Solo sé lo que cuentan los medios, hace ya ocho años de eso y yo he estado en prisión”, dice. Luego marca distancias sobre la plataforma: “Debe recordar que en 2010 yo intenté ir a The New York Times y The Washington Post y me dieron la espalda. Debía tomar las decisiones en muy poco tiempo. Y [los documentos] acabaron en manos del grupo que usaba las herramientas y los métodos correctos. Ahora esos métodos están más extendidos, la plataforma de descarga segura (Secure Drop) está normalizada, pero no voy a corregir mis decisiones de 2010 en base a las herramientas que están disponibles hoy en día”.

Se pone muy seria cuando se le pregunta si ha vuelta a tener contacto con Julian Assange. “Yo nunca he estado en contacto, jamás. Yo no sabía con quién hablaba”, enfatiza. La persona de contacto con quien hablaba Manning era “Nathaniel Frank”, el nombre de un escritor tras el cual podría estar Assange, pero esas conversaciones son material clasificado. Su representante veta más preguntas al respecto. Entre cita y cita, jóvenes que acuden a la conferencia C2 de Montreal le piden fotos. Chelsea Manning sigue teniendo una historia sensacional.

Espejos que hacen daño

El cortometraje vasco ‘Visibles’ saca a la luz la realidad de las personas mayores del colectivo LGTB, aquellas que en su juventud fueron perseguidas y reprimidas y que, ahora, en su madurez, se enfrentan a la soledad y el abandono

Fotograma del cortometraje ‘Visibles’ en el que se ve a Federico Armenteros, presidente de la Fundación 26 de diciembre. Fotos: Teresa Arilla

El 26 de diciembre se cumplirán cuarenta años de la exclusión de la homosexualidad de la Ley franquista de Peligrosidad y Rehabilitación Social, una fecha para marcar en rojo en el calendario, ya que supuso un gran triunfo para aquellos que hasta entonces vivían perseguidos y reprimidos por su orientación sexual o identidad de género. “Pero nadie lo sabe, nadie sabe que nos metían en la cárcel o en el psiquiátrico o en granjas para curarnos”, lamenta Federico Armenteros, presidente de la Fundación 26 de diciembre, que atiende, acompaña y asesora a personas mayores del colectivo LGTB, aquellas que vivieron su juventud ocultas y con miedo y que, en su madurez, se enfrentan al abandono y la soledad. “Es un colectivo muy abandonado, muy silenciado, muy invisibilizado, porque se han encargado de invisibilizarlo”, asegura Armenteros.

Para sacar a la luz esta realidad, la cineasta vasca Ainhoa Uri y su equipo han realizado el cortometraje Visibles, que “nos habla de la vejez, fundamentalmente de la vejez, de la soledad, de la necesidad de compañía, de ese abrazo, ese sentirse algo y alguien”. “Este cortometraje se centra en la vejez de las personas LGTB, un colectivo vulnerable y abandonado por la sociedad mayoritaria y por el propio colectivo, encontrándose en la actualidad sin recursos específicos que puedan paliar ese deterioro, la soledad y su situación de dependencia”, añade.

El cortometraje está rodado en Madrid y cuenta la historia de dos personas mayores del colectivo: un exiliado cubano que huyó de su país precisamente por sus circunstancias personales y una mujer de Hernani que llegó a la ciudad buscando una salida laboral. “Cuentan cómo afrontan su vida y cuáles son sus retos, la vejez no les gusta mucho, como dice uno de ellos: los espejos me hacen mucho daño. La vejez en una soledad absoluta y sin recursos es muy dura”, explica Uri. Tanto la guionista y coproductora del cortometraje como el presidente de la Fundación 26 de diciembre invitan a desterrar los estereotipos que también rodean al colectivo y ver la diversidad.

“El colectivo se ha encargado de dar esa imagen maravillosa de juventud, poder adquisitivo, consumo, en la que también se olvida a las lesbianas. El estereotipo es gay, blanco y con dinero, y mucha gente se lo ha creído. A mí me han llegado a decir en alguna charla: yo creía que los gays eran gente joven. Entonces, ser gay es como el sarampión, que se pasa ¿o qué?”, cuenta con ironía Armenteros. “Me sorprende cómo se está construyendo algo sin la historia”, lamenta el presidente de la Fundación 26 de diciembre, quien reconoce que “es una historia muy sucia”. “Todas estas personas que tienen más de 60 años, ha sufrido la represión en su juventud, durante su vida, tienen esa represión interiorizada, incluso la homofobia interiorizada”, apunta la cineasta vasca.

Es el caso del propio Armenteros, a quien su madre le denunció con 16 años por ser homosexual. “Yo me decía continuamente soy normal, soy normal, soy normal. Hice lo que la sociedad nos pedía, me casé y tuve una hija, hasta que no pude más y con la ayuda de mi exmujer me puse en tratamiento y descubrí que era un homófobo interiorizado muy grande. Aprendí a aceptarme y descubrí que era una persona feliz, que no estaba haciendo nada malo, sino algo muy natural. Así se lo transmití a mi hija y ella me ha acompañado en el proceso”, relata Armenteros, quien salió del armario con 36 años “y lo quemé”. Este educador social tiene ahora 60 años y hace ocho fundó la Fundación 26 de diciembre. “Nos preguntábamos ¿dónde están las personas mayores del colectivo?”, asegura. La fundación cuenta con trabajadores y educadores sociales, psicólogos, cuidadores y voluntarios. Es un atención integral, desde animación sociocultural, atención psicológica, ayuda a domicilio, teleasistencia, ayuda en gestiones administrativas hasta acompañamiento en la última etapa de la vida. “Les ayudamos a cerrar el capítulo de la vida de una manera que se sientan acompañados, queridos, que alguien les de la mano o un abrazo en el último momento. Muchos nos comentan que les da miedo que los vecinos se enteren que han muerto por el mal olor. Escuchar eso escuece”, explica Armenteros. Otras veces simplemente se trata de una comida, tomar un café o sentirse acompañado.

RESIDENCIALa Fundación atiende a entre 700 y 800 personas, “una cifra todavía baja teniendo en cuenta que hay 160.000 personas mayores del colectivo LGTB en Madrid”. “Pero las que más nos preocupan son las 70.000 personas mayores de 80 años que viven solas”, apunta. “Con esa edad, muchos están muy tocados, además son los que han sobrevivido a la pandemia, están con el VIH”, asegura Armenteros. Para ellos, la fundación abrirá la primera residencia especializada en todo el Estado. “En las instituciones dicen que no se tiene que hacer una intervención especializada más allá de que son mayores, que son iguales, pero no es así, no hemos crecido igual, nosotros hemos crecido en el odio. Hay que hacer una atención especializada porque han sufrido una violencia social, un odio social. ¿Cómo vamos a ser iguales si nunca nos habéis permitido ser iguales?”, replica Armenteros, quien asegura que “mucha gente nos dice que antes de ir a una residencia (convencional) se suicida”.

“Queremos estar en espacios donde nos puedan atender de forma especializada, que sepan cómo somos, que no tengamos que explicar que me gusta un hombre o que se me ha muerto mi marido y que estoy hecho polvo. Que sean espacios de respeto, de libertad, algo que nunca han tenido las personas mayores, que puedan estar en espacios seguros donde no les puedan llamar maricón, tortillera de mierda o travelo. Todo eso en los espacios seguros no pasa”, argumenta el presidente de la Fundación 26 de diciembre.

“En el colectivo LGTB esa vejez tiene una carga mayor por la represión que han sufrido. Piensan, por ejemplo, que si van a una residencia van a tener que volver a esconderse, van a tener que volver a ese llamado armario, piensan que van a tener que volver a sufrir esa represión y lo que hacen en es encerrarse en casa”, explica Ainhoa Uri. “En la actualidad, hay personas LGTB que por su edad se encuentran indefensas y desprotegidas ante una sociedad que las ha invisibilizado. Debemos tener esto en consideración y conseguir espacios físicos y sociales de libertad y respeto a los mayores LGTB para así tratar de cubrir sus necesidades particulares y colectivas”, ahonda la cineasta.

“Ahora estamos atendiendo a un hombre al que le han dado seis ictus y está tirado en su casa. Solamente le han puesto un servicio a domicilio dos veces a la semana, una señora que va a limpiar, pero él no se puede mover, no puede hacer nada y está solo. Cuando abra la residencia esperamos que pueda ser uno de los residentes”, pone como ejemplo Armenteros.

“PROBLEMA UNIVERSAL”El presidente de la Fundación 26 de diciembre también aparece en el cortometraje Visibles, así como otros dos expertos de otras asociaciones que trabajan con mayores del colectivo LGTB. “Rodamos en Madrid porque los testimonios que teníamos estaban allí, pero no es un cortometraje sobre la Fundación 26 de diciembre, es un llamamiento a lo que ocurre con el tema de la vejez, que es un problema universal”, sostiene la guionista y coproductora. El trabajo, dirigido por Enrique Rey, está ya listo para proyectarse en festivales y mostrar al público. “Queremos hacer proyecciones a la ciudadanía bien a través de asociaciones que sean del colectivo u otras asociaciones que se quieran acercar a esta realidad”, explica Uri.

La bandera arcoíris, sustituida por una franquista en un colegio público de Benalmádena

Bandera de España con el águila de San Juan, en el CEIP Jacaranda

Una bandera de España con el águila de San Juan ondeó todo el domingo en el colegio público Jacaranda de Benalmádena (Málaga). No se sabe quién, pero alguien la colocó allí en sustitución de la bandera arcoíris, que había sido izada en el CEIP el pasado 17 de mayo, con motivo de la celebración del Día contra la homofobia y la transfobia. Podemos Benalmádena ha interpuesto una denuncia ante la Policía Nacional.

Nadie sabe quién colocó la bandera con el águila de San Juan en el colegio, pero debió de ocurrir el sábado por la noche. Enrique García, concejal de Podemos en la localidad y tercer teniente de alcalde, explica que recibió una llamada de la portavoz del partido a mediodía del domingo. Fue en ese momento cuando grabaron el vídeo que puede verse en el Facebook de Podemos Benalmádena y que precede a esta información . El mismo domingo por la tarde interpusieron la denuncia.

El ambiente se había caldeado durante la semana en un grupo local de Facebook, en el que algunos usuarios discutieron sobre la conveniencia o no de que ondeara en el colegio la bandera arcoíris. Originaria de las fiestas del orgullo de San Francisco, desde los años 70 la bandera arcoíris se utiliza como símbolo LGTBI.

El águila de San Juan fue incorporada por primera vez al escudo de armas de Isabel la Católica. Franco la recuperó después de años en desuso, igual que hizo con otros símbolos de los reyes católicos con los que pretendía arrogarse una supuesta legitimidad histórica. Dejó de ser oficial en 1981. No es un símbolo franquista, pero Franco lo hizo suyo, y a día de hoy se asocia a la dictadura.

“Retirar una bandera arcoíris, que lleva implícita una lucha por la igualdad y poner otra con el águila de San Juan se puede contemplar como incitación al odio contra un colectivo”, opina Enrique García. La Ley de la Memoria Histórica prohibió la exhibición de símbolos preconstitucionales en edificios de administraciones públicas. “Una bandera expuesta al público [por un particular] no es delito, pero en un edificio público ya es otra cosa”, opina el concejal.

La actual Ley de Banderas es de 1981. IU planteó recientemente una  proposición de ley para modificar la norma y dar amparo legal al uso de otras banderas, recogiendo la posibilidad de que las administraciones públicas puedan colocar temporalmente enseñas, banderas, símbolos históricos, distintivos y cualquier otra “manifestación gráfica de la libertad de expresión” con los límites genéricos y respetando los derechos fundamentales, los derechos humanos y la memoria histórica. La bandera arcoíris ya colgó de un lateral del Congreso de los Diputados en junio de 2015 para celebrar el Día del Orgullo. También ha ondeado en el balcón de muchos ayuntamientos.

Enrique García cree que quien cambió una bandera por otra no tiene nada que ver con nadie del colegio Jacaranda. El lunes a las 8 de la mañana la bandera con el águila de San Juan aún ondeaba del mástil. Habían cortado la cuerda y eso dificultó la retirada.

Indonesia quiere convertir en delito el sexo homosexual y extramatrimonial

Activistas pro-derechos del colectivo LGTB protestan contra la reforma del código penal que penalizaría el sexo entre homosexuales y otras medidas contra la libertad sexual a las puertas del Parlamento en Yakarta (Indonesia) el 20 de febrero de 2018. EFE/ Mast Irham EFE

 

“Las personas que no estén unidas por un matrimonio legal y que mantengan relaciones sexuales podrán ser condenadas a una pena de hasta cinco años de prisión”.

– “Quienes convivan como marido y mujer sin haber contraído matrimonio legalmente podrán ser castigados hasta con un año de cárcel”.

Esas son las polémicas frases que el parlamento de Indonesia quiere incluir en la reforma de los artículos 484 y 488 del código penal, que hacen referencia al sexo extramatrimonial y a la cohabitación. Como el matrimonio entre personas del mismo sexo está prohibido en Indonesia, esta reforma supone, de facto, la criminalización de la homosexualidad. Es la fórmula que los políticos han encontrado después de que, el año pasado, el Tribunal Constitucional rechazase una petición para ilegalizar las relaciones homosexuales.

Es también reflejo del gran paso atrás que el archipiélago está dando en materia de derechos y de libertades. Es lo que piensa Amir, que se enfrenta a diario a la discriminación por ser homosexual en la capital, donde vive. “Es el resultado del explosivo binomio que crean la política conservadora y el auge del islamismo integrista”, opina.

Una persecución creciente

La ley indonesia ya recoge el adulterio como delito. Pero, para que una relación sea tipificada como tal es necesario que uno de los protagonistas esté casado. La nueva formulación, con el mero cambio de unas pocas palabras, es la que provoca un vuelco en la situación.

La reforma, que aún está siendo debatida en el Parlamento, se suma a la creciente persecución que sufre el colectivo LGTBI en el país: el Gobierno ha prohibido aplicaciones de móvil para citas populares entre homosexuales y la Policía ha incrementado las redadas contra bares gais y la detención de sus clientes.

Además, el Ministerio de Salud ha incluido la homosexualidad en la lista de ‘desórdenes mentales’. En la provincia de Aceh –regida por la ‘sharia’–, dos hombres fueron fustigados 83 veces por mantener relaciones homosexuales y 12 mujeres transexuales fueron forzadas a cortarse el pelo y vestir ropa de hombre en público.

“Ser homosexual en Indonesia supone vivir atemorizado de por vida. Antes ya era suficiente castigo el estigma social que acarrea, pero ahora va a ser todavía peor. Va a ser un crimen”, se lamenta Amir. El Gobierno, sin embargo, afirma que la ilegalización servirá para aplacar a los colectivos más conservadores y evitar ataques violentos contra la comunidad LGBTI. Es más, asegura que la reforma supondrá una mayor protección para los homosexuales, algo que la organización Human Rights Watch ya ha tachado de “sinsentido”.

Los promotores de las enmiendas también esgrimen que los indonesios están a favor de la reforma legal, y algunas encuestas así lo corroboran: en diciembre, un 87,6% de quienes respondieron a las preguntas de la consultoría Saiful Mujani afirmaron que el colectivo LGBTI “representa una amenaza social”.

Activistas proceden a quemar un muñeco durante una concentración en contra del colectivo de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales (LGTB) en Banda Aceh, Indonesia, el pasado febrero. EFE

La aprobación de las enmiendas estaba prevista para San Valentín  –no se sabe si como muestra de humor negro – pero fue retrasada un par de meses. En cualquier caso, como la iniciativa cuenta con el visto bueno de los diez partidos políticos más relevantes, pocos dudan que se terminará llevando a cabo.

El 81,5% justificó su opinión argumentando que “la religión prohíbe ese tipo de sexualidad”, y solo el 57,7% consideró que los no heterosexuales “tienen derecho a la vida”. Un diputado islamista, Muslin Ayub, fue más allá y propuso castigar a los gais con la pena de muerte.

Dita Reninda, una periodista de Yakarta, es una de las voces que apoyan la nueva redacción propuesta. Sus argumentos evidencian su normalizada homofobia. “La homosexualidad puede ser dañina para la sociedad, porque la mayoría de los gais se camuflan detrás de una apariencia normal y no son honestos. Tampoco con sus esposas, lo cual provoca que muchas mujeres se vean infectadas con el VIH porque sus maridos mantienen relaciones homosexuales sin protección y a escondidas”, comenta.

Otros colectivos afectados

Naciones Unidas ha pedido que Indonesia no apruebe la reforma del código penal. “La retórica de odio contra la comunidad LGTB se está cultivando con objetivos políticos muy cínicos y solo provocará sufrimiento y una mayor división innecesaria. La discriminación en base a la orientación sexual, o por cualquier otra razón, es intolerable”, afirmó en febrero Zeid Ra’ad Al Hussein, comisario de la ONU para los Derechos Humanos.

Otros colectivos también han denunciado que los cambios propuestos en el código penal van a tener un impacto muy negativo en las mujeres, homosexuales o no, porque afectará también a las parejas más pobres, que, sobre todo en las zonas rurales, no contraen matrimonio de forma legal.

También sufrirán sus efectos las minorías étnicas que profesan el animismo y que se casan con una ceremonia religiosa sin validez en el registro civil, porque no está amparada por los seis cultos reconocidos. La reforma dejará en situación de vulnerabilidad a las víctimas de violaciones: bastará que el violador asegure que fue una relación consentida para que la mujer pueda ser acusada de mantener relaciones extramaritales.

“Si la mujer no prueba que hubo violencia o amenazas durante la relación, podría convertirse en imputada”, explicó el representante del Instituto para la Reforma de la Justicia Criminal, Erasmus Napitupulu. Las trabajadoras del sexo también podrían ser perseguidas por este delito, que, como han apuntado algunos juristas, incluso se podría utilizar contra turistas y residentes extranjeros que no hayan contraído matrimonio y mantengan una relación sentimental.

Finalmente, la reforma del código penal tiene un cariz autoritario. Afecta también a los artículos 238 y 239 sobre la difamación del presidente y del vicepresidente. Aunque el Tribunal Constitucional se ha mostrado contrario a la redacción propuesta, la nueva ley recogerá penas de hasta cinco años de prisión para quienes insulten o difamen a los mandatarios en público o de forma visible.

“Poco a poco, un país que se enorgullecía de ser moderado en su visión del islam se está radicalizando hasta niveles difíciles de creer. Pensábamos que, con el desarrollo económico, poco a poco Aceh se iría abriendo como el resto del país; pero es el resto del país el que se está cerrando como Aceh”, critica Amir.

#Himtoo

por TADEU

/CARLOS ALBA

En Botkyrka, al sur de Estocolmo, a los alumnos de primaria les proyectan una peli en que un niño al que le pirra ponerse vestidos de niña es mostrado como cabeza de turco: de sus compañeros, de sus padres, de los maestros; su padre no lo entiende y se pelea violentamente con su esposa, hasta el día en que, elipsis mediante, el padre se viste de mujer y va a recogerlo a la escuela. Mantha Kasagianni, concejal y coordinadora municipal del proyecto, reconoce que algunos maestros se muestran escépticos: “Hablamos con ellos mucho y si algunos optan por no mostrar la película, cuando ven la calidad de las discusiones que desencadena, terminan cambiando de opinión”. Suecia es, junto a España, el único país del entorno en que se da la asimetría penal por razón de sexo en la ley de violencia de género e intrafamiliar. Asertividad.

Ester, Marta y su lucha por la igualdad

Ester Suárez y Marta Busturia, presidenta y secretaria de la asociación Santurtzadar, posan junto a su perrita ‘Urre’ en un banco con los colores LGTBI.Foto: M. A. Pardo

SANTURTZI– “Cuando escuchamos algún comentario, insulto o burla contra el colectivo LGTBI ya no sentimos rabia, sino pena de quien lo dice. Pena porque, estando en los tiempos que estamos, con lo que hemos evolucionado, todavía haya gente que piense de ese modo”. Esta frase la pronuncian Ester Suárez y Marta Busturia. Pese a que a algunas mentes retorcidas aún les cueste verlo, Ester y Marta son pareja y ellas son dos de las personas que forman parte de Santurtzadar, la asociación LGTBI de Santurtzi. Este colectivo nacido el pasado mes de octubre busca dar visibilidad a gais, lesbianas, transexuales e intersexuales y también brindar su apoyo y su referencia a todas las personas que formen parte de alguno de estos grupos. “Hay gente que se siente sola y discriminada. Cualquier persona LGTBI te va a contar historias, momentos y situaciones en las que ha sido discriminada. Nosotros queremos apoyar, hacerles ver que cada vez somos más. El problema no lo tenemos nosotros, está en los prejuicios de los demás”, señala Ester, presidenta de Santurtzadar. En esta asociación, que está en pleno crecimiento, se unen personas de todo tipo que quieren brindar su apoyo, poner su ladrillo para construir una sociedad sin discriminación alguna por cuestiones de género y tendencia sexual.

Y es que aún queda muchísimo camino por recorrer en este aspecto y Ester y Marta lo saben por experiencia propia. “Por fortuna no hemos sufrido ninguna agresión física, pero sí insultos. El lesbiana de mierda es el insulto favorito. Le ponen hasta el apellido. Sobre todo lo dicen hombres, a nosotras nunca nos lo ha dicho una mujer”, indica Ester. En esos insultos que más de una vez han recibido, se mezclan dos lacras de la sociedad como son el machismo y la LGTBIfobia. “En la escala de nuestra sociedad primero están los hombres heterosexuales, después, las mujeres heterosexuales, luego los hombres homosexuales, después estamos las mujeres homosexuales y ya, en el último escalafón, están los transexuales”, apunta Marta. El de ayer, era un día de conmemoración para ellas, ya que se celebró el Día Internacional contra la LGTBIfobia. El 17 de mayo de 1990 la OMS dejó de denominar la homosexualidad como una enfermedad mental. “Durante 14 años fui, sin saberlo, una enferma mental”, comenta Marta con un punto de ironía. Ahora, la lucha que abandera, entre otros colectivos, Santurtzadar es que la OMS reconozca las plenas facultades de los transexuales.

PUEBLO COMPROMETIDOEster y Marta responden a las preguntas de DEIA mientras están sentadas en un nuevo banco con los colores de la bandera LGTBI que ayer colocó el Ayuntamiento de Santurtzi en la confluencia de las calles Itsasalde y Juan XXIII. Es el tercero, ya que ya había sendos bancos con los colores de la bandera trans y LGTBI. “Este es un pueblo muy comprometido. Ves pegatinas con la bandera LGTBI, estos bancos… Los santurtziarras son, por norma general, respetuosos y muy tolerantes. Es como para estar orgullosas de este municipio”, señala Marta ante la atenta mirada de Urre, la perrita de esta pareja.

Ese compromiso con el colectivo LGTBI podrá mostrarse hasta el próximo 28 de junio en una urna que se ha colocado en la Casa Torre. “Animamos a tanto a santurtziarras como a quienes no lo sean a que vayan y voten, nos apoyen”, explica Ester. Cada voto, cada apoyo al colectivo LGTBI puede ser un paso más para cubrir un camino cuya meta aún está lejana. “Queda mucho por hacer. Hoy día, una mujer va con otra de la mano, se dan un beso… Y hay quien se gira y mira, como que en su cabeza no entra algo así”, reconoce Ester. Ella, junto a Marta y otras muchas personas más, trabaja desde la asociación Santurtzadar para que Santurtzi destaque por ser un lugar en el que haya igualdad y se respete la diversidad.