Detenido el presunto autor de la muerte del activista LGTB Fernando Lumbreras

Su cadáver fue encontrado en su domicilio, maniatado y con signos de violencia, aunque en un principio de descartó la homofobia como causa de su asesinato.

Fernando Lumbreras, expresidente del colectivo Lambda

Agentes de la Policía Nacional han detenido este jueves a un hombre como presunto autor de la muerte del activista LGTB Fernando Lumbreras, quien el pasado mes de diciembre fue hallado en su casa de Valencia con signos de violencia.

Según han informado a EFE fuentes policiales, se ha decretado el secreto del sumario y continúan las investigaciones para el total esclarecimiento de los hechos.

El cadáver de Lumbreras, de 60 años, fue encontrado el pasado 5 de diciembre maniatado y con golpes por todo el cuerpo en su domicilio de la calle de Julián Peña de la capital valenciana, donde al parecer vivía solo. Entonces, los investigadores encargados del caso de su muerte descartaron la homofobia como causa de su fallecimiento.

Fernando Lumbreras, natural de Melilla, fue uno de los primeros coordinadores del colectivo de lesbianas, gays, trans y bisexuales Lambda en la ciudad de Valencia y un pionero en la defensa de los derechos LGTB.

La Policía investiga el asesinato en su casa de Valencia de uno de los primeros activistas LGTBI

Fernando Lumbreras fue una de las primeras personas en dirigir Lambda, organización que trabaja por la defensa por la defensa de los derechos del colectivo LGTBI.

Fernando Lumbreras, expresidente del colectivo Lambda

Agentes de la Policía Nacional investigan la muerte violenta de un hombre hallado con golpes por todo el cuerpo en su vivienda de la calle Julián Peña de Valencia, según han informado fuentes próximas a la investigación. El fallecido, según han confirmado fuentes del colectivo Lambda, es Fernando Lumbreras, que fue uno de los primeros presidentes de esta organización.

Fueron los vecinos los que alertaron directamente a la Policía de lo ocurrido sobre las 21.00 horas de este miércoles. Al llegar al lugar, los agentes se encontraron con el cadáver de la víctima de 60 años. El hombre, que vivía solo, presentaba golpes por todo el cuerpo y la vivienda estaba completamente revuelta, según fuentes policiales.

Lambda, organización que trabaja por la defensa por la defensa de los derechos del colectivo LGTBI en la Comunitat Valenciana, ha recordado al fallecido con un mensaje y unas imágenes en sus redes sociales: “Hoy es un día triste. Fernando Lumbreras, una de las primeras personas al frente de Lambda ha sido encontrado muerto en su casa”.

 

 

“Queremos por encima de todo recordar y rendir homenaje al gran trabajo que Fernando hizo por los derechos LGTBI. Como hermano de lucha, siempre te tendremos en la memoria”, señala la entidad.

El matrimonio gay centra el debate sobre la nueva Constitución cubana

El artículo 68 monopoliza el proceso de consulta popular acerca de la Ley Fundamental, que se votará en referéndum en febrero

Mariela Castro, en un coche en el desfile del Orgullo Gay en La Habana el pasado 12 de mayo. En vídeo, el debate sobre el matrimonio homosexual en Cuba. FOTO: YAMIL LAGE (AFP) | VÍDEO: REUTERS

Cuba estrena Constitución, pero pareciera que solo inaugura un artículo. De los 224 de que consta, uno en concreto, el 68, concita toda la atención: el artículo que abre la puerta al matrimonio igualitario, muy contestado por las iglesias y parte de la sociedad de la isla. Si se le suma el 40, que establece la igualdad y no discriminación por razón de género o identidad sexual, se tiene el debate perfecto sobre la nueva Carta Magna, que se votará en febrero y sustituirá la de 1976. Opiniones hay para todos los gustos: el mundo LGTBI ve al alcance de la mano un logro largamente anhelado; los críticos, un ejercicio de gatopardismoque apenas cambia nada. Otros lamentan que la discusión haya tomado la parte por el todo, mientras los fieles de las distintas iglesias alertan de una aberración contra natura.

El matrimonio igualitario —formulado como “unión entre dos personas”, sin especificar el sexo— no es la única novedad de la Constitución, que también reconoce la propiedad privada, la importancia de la inversión extranjera y la limitación del mandato presidencial, entre otras cuestiones. Pero su sola formulación, en un país donde en los sesenta los homosexuales eran confinados en campos de reeducación, supone toda una apuesta. Una apuesta con nombre y apellidos, los de Mariela Castro, hija de Raúl Castro, y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), referente de la comunidad LGTBI. Manuel Vázquez, subdirector del Cenesex, estima que este paso “es un avance muy positivo en el contexto latinoamericano actual, marcado por retrocesos en los derechos LGTBI, la salud reproductiva y sexual y la violencia de género”. “Con la nueva Constitución, toda la población ganará en derechos, no solo los homosexuales. El 68, y el 40, que es su fundamento, nos permitirá avanzar hacia una sociedad más diversa. No se trata solamente de celebrar nuestro orgullo, sino de reivindicar nuestras vivencias como una forma legítima y legal en el seno de una sociedad más inclusiva”, subraya Vázquez, que recuerda el apoyo explícito a la iniciativa del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.

Susana Hernández, activista LGTBI, no puede ocultar su gozo, aun consciente de la oposición que despierta el proyecto. “El Gobierno reconoce la legitimidad y los derechos de un grupo poblacional; sólo esto ya es un avance. Se reconoce así un trabajo de años del activismo. Pero Cuba sigue siendo un país machista y patriarcal y hay una fuerte oposición que la Asamblea Nacional debe superar. No se debía someter a votación un artículo relativo a derechos humanos; votarlo es arriesgado por la fuerte campaña de algunas iglesias, sobre todo las evangélicas. A pesar de esas oposiciones, quienes dirigen el proceso en el país han expresado su confianza en que el proyecto se apruebe finalmente”, explica.

Hernández desgrana los retos por delante una vez aprobado el texto: “Habrá que modificar el código de familia y el civil para introducir cambios en la adopción, la reproducción asistida (ahora sólo para parejas heterosexuales), el registral para acomodar la identidad de género y, en el código penal, para enfrentar la discriminación de género y los delitos de odio”.

Otro activista, Francisco Rodríguez Cruz, militante del Partido Comunista de Cuba (PCC) y gay, recuerda que en 2012 el PCC asumió la no discriminación por orientación sexual, “sin esos pasos previos no habríamos llegado hasta aquí”. “Hemos asistido a un interesantísimo proceso de consulta popular, con una discusión necesaria. El artículo 68 fue el que más propuestas recibió”, explica en alusión a la consulta que durante tres meses, hasta el pasado jueves, recogió las propuestas y sugerencias de los ciudadanos sobre el borrador constitucional.

“Este debate ha ido mucho más allá, ha sido un referendo adelantado de las posturas de la sociedad cubana acerca de la diversidad sexual en el que exorcizamos los viejos demonios de la homofobia y la transfobia. Pese a la resistencia de una parte de la sociedad, la voluntad política del Estado ha quedado clara. El presidente ha apoyado el matrimonio igualitario, se nota una convicción en la dirección del país”, explica. Convencido de que el referéndum de febrero, y el nuevo texto, “es un punto de partida, no de llegada”, Rodríguez Cruz recuerda que comparte militancia en el partido con detractores del artículo 68. “Hay compañeros evangélicos que se oponen al matrimonio gay. Es halagador que a la gente le preocupe más mi matrimonio que otros asuntos”, bromea.

La oposición de las iglesias evangélicas

Frente a los activistas, en el sentido más literal posible, la postura de las iglesias evangélicas roza un ánimo de cruzada. En la fachada de un templo metodista del Vedado cuelgan dos cartelones que rezan: “La familia como Dios la creó. Matrimonio Hombre+Mujer”. “¿Necesita más explicación que esa? Todo lo demás es una aberración”, dice el custodio. En un humildísimo templo bautista del centro, el diácono Esbán Prado explica su participación en la consulta popular a través del Comité de Defensa de la Revolución local. “Pedimos que se eliminaran varios párrafos de los artículos 68 y 40, porque el Estado debe incentivar la pareja heterosexual y monógama, basamento natural de la procreación. Si el texto que se somete a votación en febrero no recoge nuestras propuestas, votaremos en contra o nos abstendremos”, advierte. El ejércitobautista —“unos 4.000 lugares de culto en todo el país, y creciendo”— amenaza con poner la zancadilla al proceso. “Habrá muchos votos en contra y más abstenciones que en la del 76”, pronostica el diácono.

Los colores del arcoíris se imponen pues sobre la amplitud gris del resto del articulado, y sobre la púrpura de una Iglesia católica que se retrató mediante un mensaje pastoral de los obispos que resumía sus discrepancias: su oposición al matrimonio gay, a que la educación esté en manos del Estado o a “la ideología de género como corriente foránea” apoyada desde el oficialismo. Pero en privado, desde el anonimato, algunos pastores afinan las críticas. “Todo es fachada, apariencia. La Constitución sigue siendo el reflejo de la ideología de un partido. Pero en la Iglesia sólo mordemos la carnada de los temas de ética, como el matrimonio igualitario. Es obvio que defendemos el matrimonio de hombre y mujer, y la vida si se habla del aborto, pero ¿por qué no defendemos la vida a diario, la vida de las familias que no tienen que comer?”, se pregunta el párroco de una iglesia de Centro Habana.

¿NUEVA MECA PARA EL TURISMO GAY?

Susana Hernández ha creado la ruta Into Queer Havana, recomendada a sus clientes LGTBI por la plataforma AirBnb. “[La nueva Constitución] Puede potenciar el turismo para este segmento de la población, es un factor a tener en cuenta. La gente quiere sentirse cómoda y cada vez se promocionan más ambientes para la diversidad. Ahora hay al menos siete bares para gais en La Habana”, explica. Su ruta queer es otro ejemplo: “Es la primera experiencia de este tipo, permite una primera visión de la ciudad para aterrizar en ella con seguridad. Y el impacto que está teniendo en los medios internacionales supone también un plus de empoderamiento porque aún queda mucho por hacer en el tema del orgullo, de la visibilidad”. La apuesta por la diversidad va más allá: el grupo Gaviota, una de las corporaciones turísticas más importantes del país, y propiedad de las fuerzas armadas, suscribió en agosto un convenio con un grupo europeo para gestionar un hotel LGTBI en la isla.

Mi hermana y yo somos homosexuales, pero solo uno de nosotros encontró comprensión en la escuela

Una mujer camina junto a una pintada de dos corazones con los colores del arcoíris en Dublín, Irlanda. EFE

Mi hermana Lily y yo estamos todavía más unidos que muchos hermanos porque somos miembros de un club exclusivo de hermanos: el de “los dos son homosexuales”. Aunque lo cierto es que nuestros casos no son iguales. Nuestra experiencia en el instituto fue completamente diferente. Mi hermana Lily se levantó el lunes con la noticia de la carta firmada por 34 líderes de escuelas anglicanas de Sidney que defiende el derecho de las escuelas religiosas a discriminar a profesores y alumnos que son como nosotros. En el metro, de camino a la escuela, vi un mensaje de nuestro padre en el chat familiar con un enlace a la carta. “Mirad quién la ha firmado”, afirmaba.

Me gradué en la Trinity Grammar School de Sidney el año pasado. El nuevo director de la escuela, Tim Bowden, firmó la carta. La escuela donde he pasado los últimos 12 años de mi vida ha decidido apostar abiertamente por la homofobia. Lily se graduó en la Uniting Church School en 2015, una escuela que tiene una filosofía muy distinta con sus profesores y alumnos LGTBI. Inmediatamente hablamos por Skype. Cara a cara, en países distintos, los dos teníamos la misma expresión facial: extenuación. Puede que nos hayamos graduado, pero nuestro enfado por el trato recibido permanece.

Lily y yo hemos hablado largo y tendido de nuestras experiencias como alumnos de instituto. Los dos somos conscientes de que hemos sido unos privilegiados porque hemos ido a institutos privados. También hemos tenido mucha suerte por el hecho de haber crecido en una familia que nos dio amor y a la que no le importó que fuéramos homosexuales.

En el caso de Lily, esta sensación de aceptación también se extendía a la escuela. En mi caso, me gradué en Trinity sin traumas, pero no estoy seguro de que sea el caso de otros compañeros homosexuales. Sin duda, resulta algo extraño ser alumno de una escuela que considera la homofobia parte de su “ethos”. Esto no hace que seamos menos homosexuales, pero sí nos impide ver otros alumnos como nosotros. Nos hace sentir que estamos solos.

A medida que me fui haciendo mayor, reaccioné a la homofobia de la escuela y mostré mi homosexualidad de la forma más visible que pude, casi como si se tratara de una cuestión de activismo. No puedo dejar de pensar que de pequeño mi experiencia como alumno habría sido muy diferente si hubiera visto que otros estudiantes mayores mostraban su homosexualidad sin complejos. Quería que otros tuvieran un referente que yo no tuve.

Lily consideraba que el hecho de que me mostrara como soy obedecía a una necesidad: “Todavía lamento no haber hecho más. Podría haber mostrado mi homosexualidad de una forma más abierta, pero tal vez no sentí que fuera necesario. Ser homosexual es solo una parte de mi experiencia escolar. En cambio para ti fue una parte esencial”.

Las reacciones homófobas eran una constante en mi escuela. En los pocos casos en los que denuncié la actitud de algún estudiante, la escuela reaccionó. Y le estoy agradecido por ello. Sin embargo, la escuela nunca trató de corregir la cuestión de fondo. Cuando crecí, el acoso cesó. No fue gracias a ninguna medida impulsada por el centro, sino simplemente porque los estudiantes maduraron y rechazaron la homofobia a la que la dirección de la escuela se había adherido. Todavía me sorprende el hecho de que mis compañeros de 17 años tuvieran una mejor educación en torno a esta cuestión que las personas que supuestamente nos tenían que formar.

En el instituto, tenía un grupo de amigos que mostraban su homosexualidad con orgullo y algunos amigos heteros que estaban dispuestos a plantar cara a las actitudes homófobas. Queríamos cambiar la mentalidad y mostrarnos tal y como éramos formaba parte de nuestra rebelión. Sin embargo, lo cierto es que ser un modelo a seguir para los estudiantes más jóvenes e intentar que se sintieran aceptados no hubiera tenido que ser mi trabajo a esa edad.

La página web de la escuela muestra mi cara y la de otros estudiantes gays de mi curso, con el objetivo de promocionarla. En sus publicaciones, la escuela incluye imágenes de obras de arte que hizo mi novio. Le ha pedido a un amigo homosexual que coordine algunos debates. Los responsables de los grupos de música y de los equipos deportivos son gays. Es decir, muchos alumnos homosexuales hemos contribuido a que la escuela sea lo que es. El centro educativo donde nos formamos no puede afirmar que nuestras tendencias sexuales no son acordes a sus valores y luego utilizarnos con fines publicitarios.

La carta en cuestión empodera a las escuelas a predicar sus prejuicios bajo la excusa de su “ethos”. Cuando tenía 14 años tuve que permanecer sentado en el laboratorio mientras un profesor nos explicaba que la bisexualidad era tan nociva como una violación. Unos años más tarde, un profesor nos explicó largo y tendido la, según él, obvia relación entre homosexualidad y pedofilia.

Obviamente con ello no estoy diciendo que Lily y yo no hayamos tenido profesores extraordinarios en el instituto. Muchos de los profesores preferidos de Lily eran homosexuales.

“Si eres un niño gay, tienes superpoderes secretos para captar los pronombres que utiliza tu profesor cuando se refiere a su pareja. Cuando no tienes ningún compañero de clase gay, pero sí profesores que lo son, te sientes acompañada. Es como un reconocimiento de que vas a estar bien en el futuro, un futuro en el que podrás encontrar a una pareja que te quiera y un trabajo que te guste. Para un niño gay que todavía no ha salido del armario no hay nada más potente que descubrir que no está solo. Es un arma que tendrás de por vida”.

En mi caso, no fue consciente de que tenía profesores homosexuales hasta que me gradué en el instituto. Tuve un profesor increíble que me ayudó a crecer y me inspiró. Cuando me gradué descubrí que era gay. Me avergüenza reconocer que mi primera reacción fue juzgarlo: a los 14 yo hubiera matado por tener un profesor abiertamente homosexual que me sirviera como referente. Pensé que el hecho de que lo hubiera mantenido en privado era un acto egoísta. Ahora entiendo que esta opinión es muy ingenua. No puedo imaginar cómo es trabajar en un ambiente para el que una parte esencial de mi forma de ser pudiera comportar mi despido.

Lily fue a una escuela que le dio la libertad para involucrarse en temas en torno a la homosexualidad. Recuerdo que me sentí orgulloso, y celoso, cuando regresó a casa y me contó que había dado un discurso en su escuela con motivo del día Wear it Purple [Lleva algo morado, un día de concienciación LGTBI para jóvenes que se celebra especialmente en Australia].

“Los religiosos y los profesores de la escuela apoyaban a los estudiantes gays. Di un discurso ante un grupo de chicas que lucían cintas moradas en el pelo y cordones morados en los zapatos. Poder pronunciar este discurso todos los años era una especie de catarsis para mí. Hablar con mis compañeros, hacerles escuchar ese mensaje, era importante”.

Los chicos de Trinity también necesitan esa libertad y liderazgo que tuvo mi hermana. ¿Cómo puedo justificar que amo un lugar que quiere proteger su derecho a rechazarme y a rechazar a personas que son como yo?

La diócesis anglicana afirma que las escuelas no expulsan a los estudiantes ni despiden a los maestros por sus tendencias sexuales. Sin embargo, sí mantienen el derecho a hacerlo y esto consolida la noción de que es inaceptable ser gay. La carta es un símbolo para los jóvenes que no han tenido el apoyo que Lily y yo tenemos y para los aplicados maestros que necesitan sus trabajos. Nos dice que no somos bienvenidos y que nuestra homosexualidad nos deja desprotegidos. 
Las instituciones religiosas no necesitan más protecciones, pero los estudiantes y profesores homosexuales, sí.

Luc estudia moda en la Ecole de la Chambre Syndicale de la Couture de París. Lily estudia derecho y escritura creativa en la University of Technology de Sidney.

Traducido por Emma Reverter

Una ciudad de Tanzania crea una unidad especial de policía para identificar y castigar a homosexuales

Protesta celebrada en Kenia por los derechos LGTBI. EFE

Centenares de activistas LGTBI en Tanzania se han visto obligados a esconderse tras el anuncio de la creación de una fuerza especial para identificar y castigar a los homosexuales en Dar es Salam.

Paul Makonda, jefe administrativo de la ciudad, ha anunciado la creación de un equipo de policías y oficiales contra los homosexuales. En un contexto de intensificación de la campaña de discriminación contra la comunidad LGTBI, sus miembros pueden enfrentarse a largas penas de prisión.

En una entrevista subida a Youtube, Makonda pidió a los ciudadanos que denunciasen a los gays e informó en una rueda de prensa que ya había recibido más de 5.700 mensajes de la gente, incluidos más de 100 nombres.

“Están haciendo redadas en casas. Es algo horrible y solo va a empeorar. Mucha gente está saliendo de la ciudad. Están huyendo. Están yendo contra los activistas alegando que promovemos la homosexualidad. Nos tenemos que esconder”, cuenta un activista LGTBI que prefiere mantenerse en el anonimato.

Otro activista de la ciudad describe la atmósfera como “temporada de caza de gays” e informa que se están publicando listas de nombres en las redes sociales para “sacar del armario” a gente. “Te puedes imaginar lo que eso está haciendo a la gente y a las familias”, añade.

El Ministerio de Exteriores de Tanzania ha señalado que la campaña de Makonda representa solo su visión y no la posición oficial del Gobierno. Sin embargo, las autoridades han apoyado en varias ocasiones medidas homófobas desde que John Magufuli llegó a la presidencia en 2015 con un programa contra la corrupción.

Grupos activistas han acusado a Tanzania de seguir un “camino peligroso”. El país también se enfrenta a críticas por supuestos abusos de derechos humanos.

Joan Nyanyuki, director regional para África Oriental, el Cuerno de África y la región de los Grandes Lagos de Amnistía Internacional, afirma: “La idea de la unidad especial sirve para incitar el odio entre la población. La comunidad LGTBI en Tanzania ya sufre discriminación, amenazas y ataques sin declaraciones llenas de odio como estas”.

Michelle Bachelet, la comisaria de derechos humanos de la ONU, ha señalado que teme que “una caza de brujas se podría interpretar como una licencia para poder ejercer violencia, intimidación, acoso y discriminación a aquellos percibidos como LGTBI”.

En 2016, Tanzania prohibió a las ONG distribuir lubricante gratis a los gays como parte de los esfuerzos por controlar el sida, aunque algunos expertos sanitarios advirtieron que cerrar tales programas podrían poner a más población en riesgo de infección.

En una redada el año pasado, al menos 12 hombres fueron arrestados en una reunión en un hotel en Dar es Salam. Las autoridades alegaron que era un encuentro para fomentar las relaciones entre personas del mismo sexo.

La homosexualidad sigue siendo un tabú en buena parte de África y los homosexuales sufren discriminación o persecución. Además, a menudo los grupos de derechos humanos se muestran reticentes a hablar en público en defensa de los derechos de los homosexuales.

Una condena por tener “conocimiento carnal con cualquier persona contra el orden natural” puede traducirse en 30 años de cárcel en Tanzania.

Dos líderes de la oposición fueron condenados a cinco meses de prisión en febrero por insultar al presidente Magufuli y un líder de la oposición fue acusado el viernes pasado de sedición y de incitar al odio días después de la muerte de varias personas en enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y pastores en su distrito, en la parte occidental de país. Las autoridades han rechazado esta acusación.

Zitto Kabwe, un crítico habitual del Gobierno, señaló el domingo durante una rueda de prensa que al menos 100 personas han muerto durante los enfrentamientos en Kigoma de mediados de octubre. Fue detenido tres días después y posteriormente, el viernes, acusado en los tribunales y puesto en libertad bajo una fianza de 10 millones de chelines (3.900 euros), según informó su partido Alianza por el Cambio y la Transparencia.

El comandante de policía de Kigoma, Martin Ottieno, informó a Reuters que dos pastores y dos policías habían muerto durante una operación para impedir a los pastores seguir guardando ilegalmente a su ganado en un terreno de propiedad del Gobierno.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

El auge del populismo en Europa amenaza los derechos del colectivo LGTBI

Los activistas denuncian un incremento de las agresiones verbales y ataques a sedes en los países del Este

Celebración de la Baltic Gay Pride en Riga (Letonia), el pasado junio. / ILMARS ZNOTINS (AFP/GETTY)

El auge del nacionalismo y el populismo amenaza de nuevo los derechos y libertades del colectivo LGTBI. En especial en varios países del Este de Europa donde estos movimientos han llegado al poder. Lejos de aspirar a la conquista del matrimonio y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, los activistas de estos países se ven obligados a protegerse de la violencia verbal que vierten sobre ellos las corrientes conservadoras y de extrema derecha. Esa escalada se acentuó en la campaña del fallido referéndum convocado en Rumania para vetar los matrimonios gais en su Constitución. Asociaciones de países como Polonia o Lituania han denunciado, además, haber sufrido varios ataques en sus sedes este año.

Mirka Makuchowska, activista polaca de Campaña contra la Homofobia, denunciaba en la conferencia anual de asociación internacional ILGA-Europe –que aglutina a decenas de entidades del continente—, celebrada en Bruselas, la deriva autoritaria del gobierno ultraconservador de Ley y Justicia. Justo cuando hablaba, recibía la noticia de que multitud de escuelas se veían obligadas a cancelar actividades que habían programado para promover la tolerancia en las escuelas.  El Ministerio de Educación había advertido a todos los directores y había pedido a los padres que denunciaran a los centros que albergaran esos eventos.

“Todo ha ido a peor”, resume Makuchowska. Los activistas polacos denuncian una escalada de actuaciones para socavar los movimientos por los derechos civiles privándoles de acceso a fondos públicos. “Estamos viendo cómo se usa un lenguaje virulento y se vuelve a emplear palabras que hacía tiempo que no escuchábamos, como ‘sodomitas’ o ‘pervertidos’. Y ese discurso del odio envalentona a chavales que pasan por un local que tiene la bandera del arco iris y no dudan en apedrearlo”, denuncia.

Esos mensajes cargados de prejuicios soportaron también los ciudadanos rumanos el pasado mes de septiembre, durante la campaña de un referéndum que perseguía vetar en la Constitución los matrimonios del mismo sexo. Líderes del gubernamental Partido Social Demócrata esparcieron en las televisiones la cantinela de que esas uniones ponían en riesgo la familia. El referéndum hizo aguas al no concitar los sufragios mínimos para ser validado. “Los líderes de ese populismo lo presentan como un movimiento del pueblo, pero es al revés, viene desde arriba y buscan ganarse a la gente a costa de los más débiles”, advierte la activista y periodista rumana Teodora Ion-Rotaru.

La hostilidad de los gobiernos de países como Hungría, Polonia, Rumania o Bulgaria hacia los colectivos LGTBI ha encendido las alarmas de la Comisión Europea. Su vicepresidente primero, Frans Timmermans, advirtió en esa conferencia del regreso del “lenguaje del odio” de la mano de los movimientos populistas y nacionalistas. El primer ministro húngaro, Victor Orban, ya irritó el año pasado a Bruselas al albergar un congreso de un grupo antiLGTBI en que criticó a la Unión Europea por estar dominada por una “ideología relativista y liberal que es un insulto a las familias”.

No obstante, Timmermans reprendió sobre todo a los socialistas búlgaros y rumanos, de su familia política europea, por querer conseguir apoyos empleando planteamientos homófobos. “Si quieren formar parte de nuestra familia, tienen que entender que el respeto por la igualdad es un elemento esencial”, afirmó.

En la cola en derechos civiles

Casi todos los países del Este se hallan en la zona roja del informe que cada año elabora ILGA-Europe. Desde hace años, permanecen atrapados en ese territorio que raya la discriminación y la violación de los derechos humanos. Letonia es el país peor situado de la Unión Europea. “No queremos estar ahí, pero desde 2006, cuando adoptamos legislaciones en el ámbito laboral, no se ha hecho nada más”, lamenta Kaspars Zalitis, activista de Mozaika.

A pesar de la falta de avances, Zalitis es más optimista que otros activistas. Él sí percibe cambios sociales. Hace apenas unos años, cuenta, en las marchas bálticas del Orgullo tenía que aguantar junto a otro puñado de compañeros cómo le lanzaban excrementos. Este año, unas 8.000 personas marcharon por las calles de Riga sin sufrir ningún incidente. “Por supuesto, nos preocupa el populismo, pero es algo que también viven Francia o Holanda”, añade. No en vano, en el furgón de cola del índice de la asociación europea está también Italia, donde su vicepresidente recientemente ha rechazado las adopciones por parte de parejas del mismo sexo alegando el derecho de los niños a tener “un padre y una madre”.

En Letonia, añade Zalitis, dos partidos con representación parlamentaria que pueden ser decisivos para formar gobierno han situado ya en su agenda la igualdad LGTB. Algo que no pueden decir Simeon Vasilex y Lilya Dragoeva, dos activistas búlgaros. “Ningún partido que esté en el Congreso se plantea esa cuestión”, afirma Dragoeva. “El nacionalismo trata de atraer votos. Y usa el discurso de que la ideología occidental quiere infiltrarse en nuestro país”, lamenta Vasilex. “Esas fuerzas divisivas nos recuerdan a todos una verdad básica: estas amenazas nos conciernen a todos”, remacha Evelyne Paradis, directora ejecutiva de ILGA-Europe.

“QUEREMOS IR HASTA EL FINAL”

El colectivo LGTBI se apuntó una victoria después de que la Corte de Luxemburgo sentenciara que los matrimonios homosexuales deberán tener los mismos derechos de residencia en la UE que los heterosexuales, incluso en los países donde estas uniones no sean legales. La batalla la inició Adrian Coman, de origen rumano, que contrajo matrimonio con un ciudadano estadounidense en Bruselas. Dos años después de su boda, pidieron a Rumania permiso de residencia para el marido. La petición fue inicialmente rechazada, pero el TJUE dictaminó que Bucarest debía reconocerlo.

Coman, que asistió a la conferencia de Bruselas, explica que se ha clarificado la legislación, pero aún aguarda a que la justicia rumana resuelva su caso. “Queremos ir hasta el final”, sostiene Coman, en referencia a que aún puede toparse con algún “agujero” legal. Aun así, la sentencia de Coman ha abierto la puerta a que otras parejas puedan reclamar que se reconozcan sus matrimonios celebrados en otros países de la Unión Europea en los que uno de los cónyuges hayan residido. De hecho, se esperan resoluciones en breve en Polonia y Lituania.

Hoy Coman vive en Estados Unidos. Esa opción, la de dejar el país, es por la que optan muchos jóvenes. Sucede en Rumanía, según denuncian las organizaciones por los derechos civiles de ese país. Pero también en Lituania. Una encuesta realizada recientemente por la mayor organización LGTBI de Lituania entre jóvenes del país arrojaba que el 90% de los preguntados tenían pensado o estaban considerando irse al extranjero cuando tras acabar sus estudios. En los países bálticos, de hecho, los colectivos se quejan de estar sufriendo la falta de tolerancia rusa. “Tenemos un problema de bullying en las escuelas, pero las instituciones no lo afrontan. Consideran que toda información sobre el colectivo LGTBI es propaganda y seguimos sintiendo la presión de la Iglesia”, sostiene el presidente de la entidad, Vladimiras Simonko, quien denuncia que hace apenas dos meses su sede fue atacada.

Drogas, sexo y vicio a oscuras: me colé en una ‘sex party’ gay y esto fue lo que pasó

Los pasillos se llenan de hombres semidesnudos. JAVIER TERRÉN

 

Tarde de un sábado de octubre y lo único que da vueltas en mi cabeza es pensar en el plan estipulado para pasar la noche. No he estado en ningún sitio parecido antes y, por si no estoy ya suficientemente nervioso, repaso una y otra vez las fotos de la fanpage de Facebook de la sesión discotequera a la que iré en unas horas. Mientras tanto, me tranquiliza Juan, mi mejor amigo. He decido que sea él el elegido para acompañarme porque ya conoce la fiesta, no va a sorprenderse por nada, además ha vivido muchos años en Berlín y sabe lo que nos espera en este tipo de garitos.

No sabemos qué ponernos porque en las instantáneas que aparecen en las redes sociales no hay ni dress ni codela ropa brilla por su ausencia. Yo me decido por algo básico: unos vaqueros, una camiseta negra y una riñonera. En cambio, Juan, de un estilismo más característico, me avisa: “Hay que ir medio porno”. Él ha decidido ataviarse un look común del Berghain, la discoteca más cool de Alemania, aunque más bien parece haber salido de una ruta de senderismo: unas zapatillas de montaña, calcetines altos, shorts amarillos y una básica negra; también acompaña su indumentaria de una riñonera.

Mientras hacemos tiempo, tomo un par de Red Bull -sólo de pensar en lo que se viene encima…- y miramos embobados La 2. Por casualidad están emitiendo un programa de La Noche Temática titulado “Revoluciones Sexuales”. Nos viene que ni pintado. Pasadas las 02:00 de la mañana nos ponemos rumbo hacia la sala, por el camino conseguimos hacernos con el flyer informativo de turno, llave QR para poder obtener “un precio especial”.

El derecho de admisión está reservado exclusivamente a hombres, y nos llama la atención que en la hoja no aparece la palabra “sexo” por ninguna parte; lo disfrazan de atmosfera gay fetish. Nada más lejos de la realidad, al llegar a la entrada, el taquillero nos recibe sin camiseta, nos cobra y nos proporciona preservativos y lubricante gratis. ¿Quién diría que estamos entrando a una discoteca? Pero oye, mejor prevenir que curar. Tras la peculiar bienvenida, bajamos las escaleras y llegamos a la planta principal, la pista. Recibo el primer impacto visual.

Mi amigo viste bermudas deportivas y riñonera: “Hay que ir medio porno”. JAVIER TERRÉN

El dancehall no está del todo lleno; un centenar de hombres medio vestidos y con arnés se mueven -sin romperse demasiado- al ritmo del beat electro-house. Bailan de lejos, y hacen protagonista a un hombre que se contonea solo, en pleno centro del meollo. Está completamente desnudo. Mi amigo no se inmuta pero yo no puedo retirar la mirada. Mi cara de asombro es digna de cámara oculta y nunca se me olvidará la estampa; me pregunto a mí mismo como puede mantener el tipo aquella erección con ese tamaño durante tanto tiempo.

Tardo en asimilar la imagen casi un cuarto de hora y le intento dar normalidad. Desvío la mirada y decidimos ir a la barra. No puedo evitar fijarme en los presentes, la gran mayoría portan botellines de agua. Juan pide una copa y yo -para variar- un Red Bull. Escuchamos a unos chicos jóvenes decir que el precio del agua es levemente inferior al del alcohol, con una diferencia de entre 2 y 3 euros. Nunca el H2O había estado tan cotizado.

Damos una vuelta por la pista y entendemos por qué parece estar medio vacía. Los recovecos de los alrededores, con poca luz, máquinas de humo, y vallas de obra de atrezzo consiguen crear un laberinto artificial y cuarto oscuro donde vislumbramos todo tipo de siluetas; conseguimos esquivarlas sin molestar demasiado. Pasadas las 03:00 percibimos que la intensidad de los focos disminuye y el volumen de la música se eleva, con un ritmo reiterativo y casi hipnótico. El gentío se mueve de aquí para allá. Preguntamos por los baños y los camareros nos derivan a una planta inferior. Como habitualmente la discoteca tiene público heterosexual, por inercia accedemos al aseo masculino.

Los pasillos se llenan de hombres semidesnudos. JAVIER TERRÉN

Empujo la puerta y entre tantos, encuentro a dos hombres de 35-40 años conversando mientras se frotan, en sendos lavabos, sus genitales con agua y jabón. Otro chico, apoyado en la pared, se acopla al diálogo. Mientras contemplo la escena mi amigo Juan consigue hacerse con un cubículo libre. Me produce reparo usar los urinarios y decido pasar al aseo femenino, -pienso que menos concurrido-, así que aviso a mi amigo para darnos encuentro en unos minutos.

Por un momento me alegro y me digo a mí mismo: “Qué poco barullo, las luces no están ni encendidas”. Busco el interruptor pero en cuestión de segundos, antes de encontrarlo, caigo en el juego: otro cuarto oscuro. Efectivamente, la luz no funciona, sólo dentro de los baños. Saco el móvil del bolsillo para iluminar el espacio y me sorprende un chico apoyado en una esquina, quieto, mirando y sin decir nada.

Con el corazón en la garganta y sin soltar el teléfono, busco un váter libre (la pablara “inodoro” no hace justicia). En un cuarto abierto percibo que dos hombres mantienen sexo, están de pie y en un break se preguntan la procedencia; uno es venezolano, el otro de Colombia. Estamos a un metro escaso de distancia, así que cruzo por delante con rapidez. Del siguiente baño -esta vez con bombilla- salen 3 chicos, cada uno con un pequeño frasco, riendo escandalosamente, entro, pongo el pestillo y me tomo mi tiempo. Apesta al olor químico del popper, la droga gay por excelencia, mezclado con el tabaco. Al salir al vestíbulo todo sigue igual.

Mi amigo no está. Me asomo al aseo masculino y tampoco lo veo. Sé que he tardado y pienso que puede estar buscándome, así que investigo un poco por mi cuenta hasta que aparezca. Me dispongo a subir las escaleras que conducen a la pista. No me había fijado antes: frente a los escalones hay una puerta abierta por la que ni sale ni entra apenas gente, una zona semi-oscura que parece estar poco transitada. La curiosidad mató al gato pero allá que voy. Es un poco raro ver a un chico, móvil en mano, completamente vestido, así que me quito la camiseta y hago uso de la riñonera. La poca luz proviene de la planta superior, y es que el suelo de la pista es un grueso cristal translucido, techo de la habitación en la que me ubico, dividida en tres espacios.

La cortina deja entrever las piernas de algunos participantes. JAVIER TERRÉN

Lo que veo allí me marcará para siempre. En el primer espacio (separado de los otros dos por un tabique) un chico -de unos 18-20 años- en cuclillas practica una felación a otro hombre mucho mayor apoyado en la pared. Cerca de ellos, otros dos ocupan un columpio de cuero. Desde una perspectiva lejana sólo alcanzo a verles la zona lumbar, porque el que permanece de pie balancea al otro, tumbado, amarrando las correas mientras le penetra en la postura del misionero.

Paso a las dos zonas colindantes, divididas por una pequeña cortina negra que deja entrever las piernas del público. Un lado está completamente vacío. En cambio, en el otro se atisba una gran orgía. El suelo está pegajoso.

En el centro del área más abarrotada se instala una litera. En la cama inferior, tres hombres arrodillados, totalmente desnudos y con la cabeza agachada. Los acorralan más de una veintena. Rodeo el grupo y consigo convertirme en un mero voyeurSe reparten a los pasivos como si fuesen cachos de carne. En ese momento me doy cuenta de que no he visto a nadie en toda la noche utilizando preservativos. Se me eriza el bello mientras veo como esos hombres van rotando mientras penetran primero a uno y luego a otro sin ningún tipo de protección. Esas personas receptoras parecen objetos inertes.

Uno de los activos en acción se gira, no me quita ojo. Se separa del compañero y se posiciona frente a mí, apoyándose en la estructura de la litera superior, me da la espalda esperando quizás a que me baje los pantalones y juegue con él. Un escalofrió recorre mi cuerpo. Me dan nauseas sólo de pensar en un posible contacto, por mínimo que sea. Me alejo, me pongo la camiseta y salgo de ese antro dejando al hombre a merced de algún otro. Juan está en el pasillo buscándome. Decidimos irnos, ya es suficiente.

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Los colectivos LGTBI denuncian “el injustificable retraso” de la tramitación en el Congreso de su ley integral

Un momento de la rueda de prensa organizada por la FELGTB.

Mediante 18 ruedas de prensa simultáneas en diferentes ciudades, colectivos LGTBI han denunciado “el injustificable e indignante retraso” de su ley integral, que actualmente tramita el Congreso. Bajo el nombre de “Ciudades en pie por la Igualdad LGTBI”, la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) ha organizado una jornada de movilización para exigir a todos los grupos políticos que se comprometan con una ley, registrada por Unidos Podemos- En Comú Podem- En Marea,  cuya toma en consideración fue aprobada por la cámara baja en septiembre de 2017. 

“Estamos hartas e indignadas. La inacción de la Comisión de Igualdad  ha asegurado la presidenta de la FELGTB, Uge Sangil, en la rueda de prensa celebrada en Madrid. “No nos temblarán la voz ni la mano para decir a otros partidos que tampoco van a estar en el Orgullo si no realizan el trabajo que tienen que hacer”, ha añadido en referencia a la manifestación del Orgullo LGTBI que se celebra todos los años en la capital y a cuya cabecera suelen acudir dirigentes de los principales partidos políticos. Este año, de hecho, la FELGTB no invitó al Partido Popular por haberse abstenido en la toma en consideración de su ley integral.

La norma se encuentra desde el pasado mes de febrero en la Comisión de Igualdad, que según los trámites parlamentarios debe reunirse cada cierto tiempo para avanzar en las negociaciones y discutir las enmiendas presentadas por cada grupo. “Se han visto pocos artículos, en algunas reuniones se alargan discutiendo algunos que ni están enmendados e incluso ha habido reuniones que se han suspendido a pesar de estar agendadas. Nos han dado motivos como que no ha habido pleno y los diputados y diputadas no iban a ir”, explica Sangil.

La FELGTB ha registrado en el Defensor del Pueblo una petición para que pregunte en el Congreso qué ocurre con la Ley LGTBI, la primera estatal de derechos del colectivo a la que ya en su primera sesión se le auguró una larga tramitación debido a las enmiendas que los grupos políticos anunciaron que presentarían. El PP, por su parte, presentó una a la totalidad que rebajaba el contenido de la norma y la convertía en una iniciativa de mínimos.  Su proposición fue rechazada en el Congreso el pasado mes de febrero. 

En este sentido, la FELGTB apunta directamente al Gobierno del PSOE, al que insta a que “apure a su grupo, el grupo socialista, a que no haya más demoras” porque “nos consta que en este grupo se están poniendo trabas al contenido de la ley que tiene que ver con la autodeterminación de género de las personas trans”, ha explicado la presidenta de la federación, que pone en entredicho el alto número de enmiendas presentadas por el PSOE, casi 100, lo que, a su juicio, “es casi una enmienda a la totalidad”.

La FELGTB exige a los partidos “que de una vez por todas asuman su compromiso y trabajen definitivamente para la aprobación de la ley”, ha exigido Sangil acompañada de representantes de algunas organizaciones que la componen, entre ellas, Cogam, Galehi, Voces LGTBI y Kifkif.

Actualmente, el Congreso tramita tres proposiciones de ley que tienen que ver con el colectivo LGTBI. A la toma en consideración de esta integral,  le siguió el inicio del proceso parlamentario de una reforma de la Ley de 2007 que regula la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. Ahora la norma establece una serie de requisitos médicos que dificultan la elección del nombre y el sexo legal de las personas trans y excluye a los menores y a las personas extranjeras que viven en nuestro país. También la cámara baja sigue con los trámites para aprobar una ley integral trans que engloba medidas en varios ámbitos.

 

El armario sellado del fútbol

De los más de 10.700 futbolistas que han jugado en Primera, ninguno ha dicho ser homosexual. La AFE, la FEF y LaLiga carecen de planes específicos de apoyo como los de otros países europeos

Justin Fashanu, con la selección inglesa. PETER ROBINSON – EMPICS EL PAÍS

La cuenta de Twitter del Wolfsburgo envió el 5 de octubre a la del Bayern un gif que repetía en bucle el baile de dos mujeres en una fiesta. Incluía un mensaje: “Os deseamos lo mejor, divertíos celebrando”. Respondía a un tuit de la sección femenina del club bávaro que anunció la boda de dos de las jugadoras: la delantera checa Lucie Vonkova, de 26 años, y la lateral holandesa del segundo equipo, Claudia van den Heiligenberg, de 33, ahora Claudia Vonkova.

El gif con el que el Wolfsburgo saludó la primera boda entre dos futbolistas del mismo sexo en activo podría servirle para futuras ocasiones (decenas de jugadoras han salido del armario, entre ellas Mapi León, del Barça). “Que sea más fácil salir del armario para una mujer creo que tiene que ver con la cultura de “macho” de los hombres. Quizá también con que estén preocupados por sus carreras, o por perder patrocinadores. En el fútbol femenino, las parejas gais son tan aceptadas como las hetero, al menos aquí en Alemania y en Holanda”, dice Van den Heiligenberg. El Wolfsburgo no necesita buscar por ahora un gif con dos hombres bailando.

No se conoce un futbolista gay en activo en la Bundesliga, la Premier, el Calcio o LaLiga. Desde su primera temporada, la 1928-29, han disputado al menos un partido en la Primera española 10.722 futbolistas, según BDFútbol. Ninguno dijo ser homosexual.

“Aunque solo sea por estadística, no puede ser”, dice Rubén López, presidente del Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia, miembro de la ejecutiva de Arcópoli y exresponsable de deportes de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). “Solo puede ser por dos razones: o estos futbolistas no son capaces de llegar a la élite, porque se rinden antes, o cuando llegan no pueden decirlo”, afirma.

López recuerda un caso del segundo tipo: “En 2009, en Madrid, se acercó a una asociación un futbolista extranjero de un club de Primera, porque tenía la intención de salir del armario. Los primeros contactos fueron a través de sus abogados y luego ya hubo una reunión con el futbolista. Y allí le desaconsejaron que lo hiciera. Le dijeron que el momento no era adecuado, que el entorno no estaba preparado”.

Aparte de las dificultades que pueda suponerle al principio hablar de su orientación con el entorno próximo (familia, amigos), el futbolista profesional se coloca cada tres días en el centro de un circo repleto de varias decenas de miles de aficionados. “Los estadios son probablemente el mayor foco de expresión espontánea e impune de homofobia en nuestro país ahora mismo”, dice López.

Existe una queja generalizada entre los colectivos que defienden los derechos de la comunidad LGTB sobre la actual ley del deporte, en trámite de sustitución por una nueva. Lo explica David Guerrero, presidente de la asociación Deporte y Diversidad: “En un campo no puedes llamar ‘negro’, pero sí ‘maricón’. Si un futbolista sale del armario, ¿cuál va a ser el insulto cuando falle un penalti?”, dice. “Nos encantaría que un jugador saliera del armario. Necesitamos faros. Ayudan a normalizar y son referentes para chavales que se encuentran en un proceso de autoaceptación. Pero no es justo achacar la responsabilidad solo a los jugadores. La responsabilidad es de todos”, dice Guerrero.

El caso fallido de la Premier

Hay países europeos que han conseguido que los estadios sean algo más amigables para los homosexuales. Muchos de los equipos de la Premier cuentan con peñas de aficionados gais, que cuelgan sus pancartas en la grada los días de partido y reciben apoyo de las directivas de los clubes. Están los Gay Gunners (Arsenal), los Canal Street Blues (Manchester City), los Proud Lilywhites (Tottenham), los Chelsea Pride (Chelsea). Uno de los miembros de estos últimos, Ed Connell, también presidente de la Gay Football Supporters’ Network, la red de aficionados homosexuales, explica que, pese a que en la Premier se ha combatido mucho contra la homofobia los últimos cuatro años, cree que no tendrán un futbolista gay durante un tiempo.

Recuerda un episodio que comenzó en octubre de 2015 y acabó mal. Un periódico publicó que había dos futbolistas de la Premier, uno de ellos internacional inglés, en disposición de salir del armario. Los responsables de la federación dijeron en público que era “el momento correcto”. Y lo parecía. Pero se produjo un giro perverso. “Algunos medios empezaron a intentar adivinar quiénes eran. Y luego todo el mundo intentó adivinar. Empezaron a salir jugadores a decir: ‘No soy yo’. Aquello se convirtió en una historia negativa. Es triste ver que tienen que salir a decir ‘no soy yo”.

Aquello quedó almacenado en el cajón de lo fallido, que en la Premier sigue marcado por la tragedia de Justin Fashanu. El futbolista inglés, nacido en 1961, hijo de un abogado nigeriano, fue en 1981 el primer jugador negro por el que se pagó un millón de libras. En 1990 se convirtió también en el primero en activo en declararse públicamente homosexual. Todavía sigue siendo el único en una de las principales ligas (el alemán Hitzlsperger lo hizo ya retirado). Su anuncio, en The Sun, fue recibido de manera hostil por la prensa, los aficionados y muchos futbolistas.

Una reacción del mismo tenor que la que había sufrido antes en el vestuario del Nottingham Forest. Su entrenador, Brian Clough, que fue quien decidió pagar el millón, lo apartó del equipo, enfurecido al enterarse de que frecuentaba locales de ambiente. En su autobiografía, Clough recoge esta escena: “¿Dónde vas si quieres una barra de pan?, le pregunté. A la panadería, supongo. ¿Dónde vas si quieres una pierna de cordero? A la carnicería. ¿Entonces por qué sigues yendo a ese maldito club de maricones?”. Fashanu se ahorcó en 1998. Cinco años después del suicidio, Clough reconoció a The Observer que uno de sus mayores arrepentimientos seguía siendo su reacción con él.

Fashanu aún es el único, y Connell lo lamenta: “El fútbol está en el corazón de la sociedad británica. Tenemos referentes en todos los campos, pero en este no nos sentimos representados. Es como si el fútbol no nos perteneciera del todo”.

Cordones arcoíris

Mientras, el mes que viene regresa la campaña de los cordones arcoíris, que podrán verse en las botas de decenas de futbolistas de la Premier. En su sexto año, abarcará tres jornadas (del 17 de noviembre al 7 de diciembre) en lugar de una, como solía. Tiene el apoyo de todos los clubes y el respaldo público de la Federación Inglesa (FA). Según la fundación Stonewall, que organiza la campaña, el año pasado tuvo el efecto de reducir un 8% el número de aficionados de entre 18 y 34 años que pensaba que el lenguaje homófobo resultaba aceptable.

En España, la FELGTB trató de impulsar una campaña similar en 2015, en la jornada liguera del 21 y 22 de febrero, la más cercana a la fecha de nacimiento de Fashanu, 19 de febrero. Se unieron el Rayo, el Racing, el Leganés y, a título individual, Saúl Ñíguez y Raúl Jiménez, del Atlético. Después, apenas han seguido el Rayo y el Leganés, cuyo capitán llevó la temporada pasada un brazalete arcoíris, campaña de la revista Panenka, contra el Real Madrid el 21 de febrero. “Solemos ayudar con todas las causas sociales que podemos. Nuestra forma de ser es que la ciudad esté orgullosa de su club”, dicen desde el Leganés.

“Se han hecho campañas contra el racismo y la xenofobia en el fútbol, pero ninguna contra la homofobia”, lamenta David Guerrero. “Ser negro no se puede ocultar”. Cuando Arcópoli se reunió con responsables de LaLiga para animarles a poner en marcha campañas de este tipo, la respuesta que recibió Rubén López fue que no era necesario: “No hay homofobia en el fútbol español. Nos lo habrían dicho los futbolistas. Por eso no hacemos campañas”.

Tampoco ha visto la necesidad la Federación Española (RFEF), sin ningún programa inclusivo en línea con los de la inglesa, alemana, holandesa y danesa. Ni la AFE, durante décadas sindicato único de jugadores, y hasta hace dos años solo de hombres, al que no ha acudido a solicitar ayuda ningún futbolista gay. “Nunca se ha dirigido nadie a nosotros. Si algún día alguno lo hace, tenemos a disposición de los asociados el servicio jurídico, por si quiere poner una denuncia por acoso contra algún compañero”, dice una fuente oficial.

Amenazas a Zero

Anudadas a las razones socioambientales van las económicas. En 2006, la revista Zero preparaba un reportaje con una decena de futbolistas. “En aquella época —recuerda su director, Miguel Ángel López—, malacostumbramos a la sociedad con una secuencia de salidas del armario en sectores recalcitrantes, como el Ejército y la Iglesia. Y se echaba de menos el fútbol. El que más me insistía era el propio Zapatero”. Su Gobierno había impulsado la aprobación del matrimonio homosexual en julio de 2005.

Durante la gestación del reportaje, la noticia llegó a sus equipos y representantes. “Eran dos o tres del Athletic, dos o tres de la Real Sociedad, uno o dos del Madrid y uno o dos del Barcelona. De primer orden. Se armó la marimorena. Recibí amenazas de los clubes: ‘Vamos a hundir tu revista’. La principal fue del Madrid, tan cómica, tan patética: ‘En nuestro club no tenemos jugadores homosexuales, pero si sacáis alguno…”, recuerda López. “Luego uno de ellos me contó que lo que más le preocupaba era su entorno personal y no tanto el vestuario. Otro hablaba de cómo le vería la sociedad, la pérdida de influencia, el dinero, por el poco tiempo duraban sus carreras”, dice López.

Ya retirados tampoco encuentran incentivos para hacer pública su orientación. Joaquín Gasca, periodista de la revista Shangay, cuenta el caso de un exfutbolista de Primera y de la selección española, que bien entrada la cuarentena, alejado de cualquiera de las derivadas del fútbol, y casado con el que había sido su novio, prefiere seguir con la misma discreción: “Me dice: ‘¿para qué? No tengo la necesidad’. Entiendo que no quiera convertirse en una especie de mártir”, dice Gasca. Coincide López: “No quiero mártires. Quiero ayudarles a estar bien. No puedo garantizarles que no va a pasar nada, pero sí se puede trabajar en crear el ambiente para que vivan como los heteros”.

Trump quiere eliminar la palabra “género” de los documentos de la ONU

La activista transexual Jennicet Gutiérrez / Familia TQLM.

La misión de Estados Unidos ante la ONU está intentando eliminar la palabra “género” de los documentos de derechos humanos de la ONU. Su objetivo es sustituirla la mayor parte de las veces por “mujer”, en un aparente intento del gobierno de Trump de  excluir a las personas transgénero y empujarlas a la inexistencia.

En reuniones recientes del Tercer Comité de la ONU, que trata temas relacionados con derechos “sociales, humanitarios y culturales”, diplomáticos estadounidenses han estado presionando por una revisión de las declaraciones de políticas de la Asamblea General de la ONU con el objetivo de eliminar lo que el Gobierno considera un lenguaje confuso y políticamente correcto que refleja lo que en su opinión es una ideología consistente en tratar el género como una elección individual en lugar de un hecho biológico inmutable.

Por ejemplo,  en un borrador sobre el tráfico de mujeres y niñas introducido por Alemania y Filipinas a principios de este mes, EEUU quiere eliminar frases como “violencia de género”, que serían reemplazadas por “violencia contra las mujeres”.

“Cada vez vemos más intentos de este tipo en el Tercer Comité y en las próximas semanas se convertirá en una batalla”, afirma un diplomático europeo en la ONU. El diplomático añade que la política de EEUU en el mundo no es del todo congruente.

Aunque diplomáticos estadounidenses han pedido recientemente la eliminación de la palabra “género” varias veces, al menos una vez esta palabra se ha añadido a un texto ante la insistencia de Estados Unidos. El diplomático cree que dicha inconsistencia puede ser el reflejo de un forcejeo entre diferentes miembros de la misión de EEUU en la ONU.

Para que su campaña tenga éxito, EEUU tendrá que forjar alianzas poco habituales, por ejemplo con Rusia y con Estados musulmanes conservadores, contra sus socios de Europa Occidental.

“Si solo dices violencia contra las mujeres, no reflejas realmente toda la historia”, señala un destacado diplomático en la ONU. “No deberíamos aceptar su esfuerzo reaccionario. Y si eso implica una fuerte pelea en el Tercer Comité, la tendré. Creo que hay cosas que merece la pena valorar y a las que merece la pena aferrarse”, añade.

El mes pasado, el Departamento de Estado  cambió silenciosamente el nombre de una página web para tratar temas transgénero en los pasaportes de “cambio en la designación de género” a “cambio del indicador sexual”. Este cambio se enmarca en la campaña contra la palabra “género”.

“Está claro que la administración está inmersa en un plan por hacer desaparecer a las personas trans en todo el Gobierno federal”, sostiene Mara Keisling, directora ejecutiva del National Centre for Transgender Equality. “Aunque es exasperante que se comporten de una forma tan extrema y volátil en Naciones Unidas, confiamos en que sus prejuicios salgan desautorizados ante la ciencia, la razón y la presente lucha por los derechos humanos”, añade.

Este lunes,  The New York Times publicó que el Gobierno había redactado una estrategia política para redefinir el género y limitarlo únicamente a hombre o mujer y convertirlo en inmutable desde el nacimiento, a pesar de que la American Medical Association dictaminó el año pasado que las identidades de género y sexuales no siempre son binarias.

Esta campaña tiene el objetivo de revertir los cambios introducidos por el gobierno de Obama en programas federales. Estas reformas hicieron del género un tema de elección individual en lugar del sexo asignado en el nacimiento. Un documento filtrado del Departamento de Sanidad sostiene que las agencias estadounidenses deben adoptar una definición de género determinada “sobre una base biológica que esté clara, basada en la ciencia y que sea objetiva y administrable”.

Roger Severino, director de la oficina por los derechos civiles del mismo departamento, fue un ferviente opositor a las reformas de Obama.  En julio de 2016 afirmó que el entonces secretario de Defensa, Ash Carter, había deshonrado el sacrificio de “cientos de miles de veteranos y militares en activo que han quedado traumatizados, heridos o que han muerto luchando contra los nazis, agresores comunistas y terroristas y que creen que a los hombres biológicos no se les debe permitir entrar en los mismos barracones y duchas que a las mujeres”.