El Supremo cuestiona si la ley de sucesiones perjudica a las parejas gay

Igualdad y herencias. Dos conceptos que entran en confrontación por la reclamación de una lesbiana, quien solicitó la devolución de los impuestos que tuvo que pagar en 2001 por el fallecimiento de su pareja. La Sala Tercera de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo plantea una cuestión de inconstitucionalidad para que sea el tribunal de garantías quien determine si el artículo de la Ley del Impuesto de Sucesiones y Donaciones que prevé reducciones para cónyuges contradice el derecho constitucional a la igualdad de las parejas homosexuales. El caso expuesto se refiere a una pareja que no pudo casarse por el fallecimiento de uno de ellos antes de la entrada en vigor de la ley de matrimonios de personas del mismo sexo de 2005.

La sala considera que la respuesta que ofrezca el Constitucional será determinante para decidir sobre un recurso de casación planteado por una mujer en relación al Impuesto de Sucesiones que le correspondía pagar tras morir su pareja, el 11 de agosto de 2001 y que la instituyó a ella heredera universal y única. El Tribunal Económico-Administrativo Central confirmó la liquidación del impuesto, realizada en marzo de 2004, por cuantía de 1,1 millones de euros, así como una sanción de 5.524 euros. El Tribunal Superior de Justicia de Asturias, ante quien apeló la mujer, estimó en parte su recurso, anuló la sanción y ordenó a Hacienda realizar una nueva liquidación, pero sin acceder a que se le considerara como cónyuge a efectos del impuesto.

El alto tribunal duda sobre la aplicación de dicha ley cuando se trata de aplicar a las parejas homosexuales que convivían more uxorio (de hecho) sin poder contraer legalmente matrimonio, ya que circunscribe a los ‘cónyuges’ la aplicación del régimen de reducción por su eventual contradicción con los artículos 14 (derecho a la igualdad) y 31.1 (sistema tributario justo) de la Constitución española.

El ‘extraño’

“¿Es razonable considerar ‘extraño’ al superviviente de una pareja homosexual que convivió de hecho con el finado sin poder contraer legalmente matrimonio, a los efectos de cuantificar la capacidad económica gravada por el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones?”, se pregunta la sala. “¿Resulta proporcionado que, siendo idéntica la capacidad económica gravada en ese impuesto, la Ley 29/1987 (sucesiones y donaciones) permitiera que la carga tributaria soportada por el supérstite de una pareja homosexual que convivió more uxorio con el finado, con quien no pudo legalmente contraer matrimonio, acabe siendo más del doble de la que le hubiera correspondido a un cónyuge supérstite en sus mismas circunstancias?”, añade.

La Fiscalía, la Abogacía del Estado y el Principado de Asturias, partes en el proceso, consideraron que era innecesario plantear la cuestión de inconstitucionalidad por haber sentado el tribunal de garantías doctrina en la sentencia 92/2014, donde destacaba que “no toda imposibilidad de cumplir los requisitos legales para contraer matrimonio permite concluir que quienes se ven así impedidos tienen, sólo por ello, los mismos derechos y deberes que quienes conviven matrimonialmente”.

En ese caso, el Constitucional resolvía sobre una reclamación de pensión de viudedad de una persona homosexual tras la muerte de su pareja. “No nos resulta evidente que el legislador tenga el mismo margen para configurar el régimen de prestaciones económicas de la Seguridad Social, que para configurar el régimen de cuantificación de un tributo que, según sus propias palabras, ‘cierra el marco de la imposición directa, con el carácter de tributo complementario del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas’, contribuyendo a la ‘redistribución de la riqueza’”, argumenta ahora el Supremo ante los planteamientos de las tres partes.

El Vaticano, sobre la aprobación del matrimonio gay en Irlanda: “Es una derrota para la humanidad”

Una pareja de lesbianas celebra el triunfo del Si en el referéndum sobre el matrimonio homosexual celebrado este sábado en Irlanda

Una pareja celebra la aprobación del matrimonio homosexual en Irlanda. / EFE

El referéndum celebrado el pasado fin de semana en Irlanda que aprobó el matrimonio homosexual es “una derrota para la humanidad”, según la expresión del cardenal Pietro Parolin, quien se mostró “triste” por ese resultado.

“El referéndum irlandés es una derrota para la humanidad. Me quedé muy triste por el resultado, la Iglesia tiene que reforzar su empeño evangelizador”, dijo el secretario de Estado vaticano en comentarios recogidos hoy por medios italianos.

“El arzobispo de Dublín (Diarmuid Martin) ha dicho que la Iglesia tiene que tener en cuenta esta realidad, pero debe tenerlo, en mi opinión, en el sentido de reforzar su empeño y esfuerzo por evangelizar”, dijo Parolin en un acto en el Palacio de la Cancillería.

“Y creo que se puede hablar no solo de una derrota de los principios cristianos”, sino también “de una derrota de la humanidad”, dijo Parolin en la ceremonia de concesión del premio “Economía y Sociedad”, que entrega la vaticana Fundación Centesimus Annus.

La República de Irlanda, de fuerte tradición católica, se convirtió el sábado en el primer país que autoriza en un referéndum el matrimonio homosexual, al ser aprobado por el 62,07 % del electorado que dijo “sí” a “la igualdad”.

A las palabras del cardenal Parolin se sumaron hoy las del presidente de los obispos italianos, cardenal Angelo Bagnasco, quien dijo que el voto irlandés es “una revolución cultural que nos afecta a todos”.

Y como tal, asegura Bagnasco en una entrevista en el diario italiano “La Repubblica”, “no puede no apelar a nuestra Iglesia: ¿qué tenemos que corregir o mejorar en el diálogo con la cultura occidental?”, se pregunta.

Interrogado sobre la posición de la Iglesia sobre las uniones homosexuales, el cardenal italiano expresa en su nombre “el pleno respeto por la dignidad de todos, sea cual sea su orientación (…) Esta posición no nos exime del esfuerzo de distinguir, evitando simplificaciones que no ayudan”.

Bagnasco considera por último que “pedir que se eviten homologaciones indebidas no afecta al reconocimiento de los derechos individuales de cada cual”.

Reabierto el caso por supuesta discriminación a una niña transexual

niña

Una de las niñas espera a que se resuelva el problema para volver al colegio. / GARCÍA-SANTOS

Un juzgado de Málaga investigará si el colegio concertado de la capital en el que estudiaba la niña transexual que se cambió de centro porque no se admitía su identidad de género y se le daba trato de varón supuestamente denegó la prestación de un servicio público por motivo discriminatorio. La Audiencia Provincial ha estimado parcialmente el recurso presentado por la familia de la menor contra la inadmisión de una querella por estos hechos y ha ordenado al Juzgado de Instrucción 10 que tome declaración a la directora, una de las personas contra las se dirigió. La otra era el obispo de Málaga, Jesús Catalá, aunque la Sección Segunda entiende que del relato de la denuncia no se presume su participación.

El colegio no acató las instrucciones de Educación para que la pequeña pudiera llevar la falda del uniforme. La niña solía vestir el atuendo de deporte, que es unisex, y tras varios meses de conflicto,los padres optaron en febrero de 2014 por cambiarla de centro. Unas semanas más tarde, se querellaron contra la directora del colegio y el obispo de Málaga, que preside la fundación religiosa a la que pertenece, al entender que se le había denegado la prestación de un servicio público por discriminación, delito recogido en el artículo 511.1 del Código Penal.

El Juzgado de Instrucción 10 rechazó la querella en septiembre del año pasado al entender que no existía infracción penal y que los hechos denunciados no tenían encaje en el artículo que se alegaba. La Audiencia corrige ahora esa resolución y afirma que la negativa a la petición de la madre para que su hija pudiera asistir al centro con falda, teniendo en cuenta el momento en que se encuentra el procedimiento, es “encuadrable” en ese precepto penal.

Para la Sala, las personas contra las que se dirige la querella “tienen la obligación” como responsables del centro escolar de favorecer la prestación de la enseñanza, que es un servicio público, y la lesión al bien jurídico se estaría produciendo con su negativa, “independientemente” de que la niña llegara a acudir o no al colegio con el uniforme femenino.

La familia entendía que se había negado el derecho a la educación porque, cuando fue requerido por la Delegación, el centro contestó que si la pequeña acudía a clase con falda, sería llevada a una sala y se llamaría a su madre para decirle que así “no podía acceder al aula”. Esto, señala el tribunal, fundamenta indiciariamente que se deniega la prestación de ese servicio.

Que esa negativa sea causa de una discriminación se concretaría en que a una niña transexual no se le permite elegir el uniforme que se ajusta a su orientación sexual. “Entendida, no como una atracción erótica hacia otro –que es la única acepción que parece aceptar la resolución recurrida – , sino como manifestación externa del género de cada persona”, añade el auto de la Sección Segunda.

Para el tribunal “no resulta descartable” que haya existido un comportamiento “arbitrario y único” para un sujeto concreto y por razones discriminatorias por su orientación sexual, y por eso acuerda admitir la querella respecto a la directora del colegio y ordena tomarle declaración y hacer cualquier diligencia que se derive de la instrucción . Sobre el obispo, entiende que del relato de los hechos “no resulta” su participación en los mismos.

En pleno conflicto, la Junta revisó el concierto que mantiene con el colegio y lo mantuvo, aunque hizo un apercibimiento para que retirara de sus normas de funcionamiento la obligatoriedad de llevar uniforme. El tribunal, en su auto, aprecia “un importante grado de inhibición” en este asunto de la Administración autonómica, que se limitó a “recomendar” al centro escolar la aplicación “de toda la letanía de normas” que integran el marco educativo español, pero sin adoptar medida alguna en el ámbito de sus competencias.

El Vaticano dice que el matrimonio gay es “una derrota de la humanidad”

Una pareja de lesbianas celebra el triunfo del Si en el referéndum sobre el matrimonio homosexual celebrado este sábado en Irlanda

Varias personas celebran el resultado del referéndum en Dublín el pasado 23 de mayo. / AIDAN CRAWLEY (EFE)

El sí de la católica Irlanda al matrimonio homosexual ha sentado como un tiro en el Vaticano. Su más alto funcionario, el secretario de Estado Pietro Parolin, un diplomático con muchos años de experiencia y fama de moderado, se ha referido así al resultado del referéndum: “No solo se puede hablar de una derrota de los principios cristianos, sino de una derrota de la humanidad”.

El cardenal italiano Parolin añadió que se siente “muy triste por el resultado” —un 62% de los votantes apoyaron el matrimonio gay y un 37% apostaron por el no— y animó a la Iglesia a reaccionar. “El arzobispo de Dublín”, añadió el secretario de Estado durante un acto de la fundación Centesimus Annus, “ha dicho que la Iglesia debe tener en cuenta esta realidad, pero a mí me parece que la debe tener en el sentido de reforzar su esfuerzo por evangelizar. La familia tiene que seguir estando en el centro, y debemos defenderla, tutelarla y promoverla. El futuro de la humanidad y de la Iglesia depende de la familia. Golpearla sería como quitar los cimientos del edificio del futuro”.

Las palabras de Pietro Parolin llaman la atención por dos aspectos. En primer lugar, el actual secretario de Estado no suele prodigarse en público, y mucho menos con esa rotundidad. Su labor hasta ahora ha sido la de sostener de forma callada, casi invisible, los esfuerzos del Papa por renovar la Iglesia y, sobre todo, por poner la maquinaria diplomática del Vaticano al servicio de la paz. En segundo lugar, desde que el papa Francisco se refirió a la homosexualidad durante su vuelo de regreso de Brasil —“¿quién soy yo para juzgar a los gais?”—, la Santa Sede ha procurado actualizar los viejos clichés.

Si bien, hasta el momento, solo se ha tratado de una aproximación más respetuosa, si acaso más comprensiva hacia los homosexuales, pero dejando claro –como hace hoy el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, en una entrevista al diario La Repubblica—que la Iglesia se sigue negando a las uniones civiles. “Nosotros creemos”, advierte Bagnasco, “en la familia que nace de la unión estable entre un hombre y una mujer, pontencialmente abierta a la vida; esta unión, que constituye un bien esencial para la sociedad, no es equiparable a otras formas de convivencia”.

 Tal vez las palabras de Pietro Parolin se puedan explicar por el temor de la Iglesia a que el resultado del referéndum irlandés pueda provocar un efecto dominó en el resto de Europa.

El Vaticano dice que el voto irlandés a favor del matrimonio gay es ‘una derrota para la humanidad’

MATRIMONIO HOMOSEXUAL Declaraciones del secretario de Estado de la Santa Sede

Para el cardenal Pietro Parolin, ‘la Iglesia tiene que reforzar su empeño evangelizador’

El cardenal Pietro Parolin, en la Basílica de San Pedro durante las celebraciones de Semana Santa

El cardenal Pietro Parolin, en la Basílica de San Pedro durante las celebraciones de Semana Santa. REUTERS

El referéndum celebrado el pasado fin de semana en Irlanda que aprobó el matrimonio homosexual es “una derrota para la humanidad”, según la expresión del cardenal Pietro Parolin, quien se ha mostrado “triste” por ese resultado.

“El referéndum irlandés es una derrota para la humanidad. Me quedé muy triste por el resultado, la Iglesia tiene que reforzar su empeño evangelizador”, ha dicho el secretario de Estado vaticano en comentarios recogidos hoy por medios italianos.

“El arzobispo de Dublín (Diarmuid Martin) ha dicho que la Iglesia tiene que tener en cuenta esta realidad, pero debe tenerlo, en mi opinión, en el sentido de reforzar su empeño y esfuerzo por evangelizar“, ha dicho Parolin en un acto en el Palacio de la Cancillería.

“Y creo que se puede hablar no solo de una derrota de los principios cristianos”, sino también “de una derrota de la humanidad”, ha dicho Parolin en la ceremonia de concesión del premio “Economía y Sociedad”, que entrega la vaticana Fundación Centesimus Annus.

 

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La República de Irlanda, de fuerte tradición católica, se convirtió el sábado en el primer país que autoriza en un referéndum el matrimonio homosexual, al ser aprobado por el 62,07% del electorado que dijo “sí” a “la igualdad”.

A las palabras del cardenal Parolin se han sumado hoy las del presidente de los obispos italianos, cardenal Angelo Bagnasco, quien ha dicho que el voto irlandés es “una revolución cultural que nos afecta a todos”.

Y como tal, asegura Bagnasco en una entrevista en el diario italiano “La Repubblica”, “no puede no apelar a nuestra Iglesia: ¿qué tenemos que corregir o mejorar en el diálogo con la cultura occidental?”, se pregunta.

Interrogado sobre la posición de la Iglesia sobre las uniones homosexuales, el cardenal italiano expresa en su nombre “el pleno respeto por la dignidad de todos, sea cual sea su orientación (…) Esta posición no nos exime del esfuerzo de distinguir, evitando simplificaciones que no ayudan“.

Bagnasco considera por último que “pedir que se eviten homologaciones indebidas no afecta al reconocimiento de los derechos individuales de cada cual”.

El sí irlandés al matrimonio gay reaviva el debate en Alemania

Angela Merkel

La canciller alemana, Angela Merkel, el 22 de mayo en Riga. / INTS KALNINS (REUTERS)

El referéndum irlándes ha dado ánimos a los alemanes que reclaman una equiparación total de derechos entre parejas gais y heterosexuales. El ministro de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas, presentará este miércoles una reforma que dará algunas ventajas a las uniones civiles. Pese a este pequeño avance, la cancillerAngela Merkel se niega a dar el paso definitivo: una ley de matrimonio homosexual con plenos derechos.

“Nos hemos quedado atrás. No es por la población, que según todas las encuestas defiende el matrimonio gay, sino por los políticos, que se niegan a seguir el ejemplo de los países de nuestro entorno y de otros como Argentina o Suráfrica”, protesta Klaus Jetz, director de la Federación de Lesbianas y Gais de Alemania.

Pero el referéndum en Irlanda ha hecho que el tema vuelva a aparecer en la agenda política. No solo la oposición reclama una ley de matrimonio. También la piden los socialdemócratas que gobiernan con Merkel y algunos líderes de la CDU, como el poderoso ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble. Pese a ello, la situación va a continuar como hasta ahora. El sector mayoritario de la CDU —y sobre todo, sus socios bávaros socialcristianos— se oponen a desprenderse de unas de las pocas etiquetas de conservadurismo puro que pueden ofrecer a su electorado más tradicional. “Es poco realista esperar una ley de matrimonio en esta legislatura”, admite el ministro Maas. Como compensación, Maas presentará en el Consejo de Ministros de este miércoles una modificación de 23 leyes y reglamentos —sobre todo en cuestiones lingüísticas que tendrán pocos efectos— para equiparar los derechos de unas y otras parejas.

Los derechos de gais y lesbianas dieron en Alemania un salto de gigante en 2001. La ley de uniones civiles aprobada entonces por el Gobierno de socialdemócratas y verdes que lideraba Gerhard Schröder colocaba al país en la liga de los más avanzados si se exceptúa a Holanda, que ese mismo año fue el primero en aprobar el matrimonio para todos. Desde entonces, distintas sentencias judiciales han ido obligando al legislador a equiparar cada vez más derechos, hasta el punto de que hoy muchas parejas de gais o lesbianas alemanas reconocen que su situación es prácticamente igual que la que tendrían si estuvieran casados. ¿Qué les aportaría el matrimonio entonces? Además de poder usar la misma palabra que los demás, la posibilidad de adoptar de forma conjunta.

Presiones en la CDU

Crece la presión para que Merkel acepte el matrimonio gay. Esta no procede solo de los colectivos de afectados, de la oposición de verdes e izquierdistas y de sus compañeros de Gobierno socialdemócratas. Incluso en su partido democristiano se oyen voces a favor de la equiparación de derechos. “Podemos hacer lo mismo que han hecho los católicos irlandeses”, ha dicho Jens Spahn, unas de las figuras ascendentes de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) que no esconde su homosexualidad. “La igualdad de derechos total se me hace muy difícil. No estoy segura de qué es lo mejor para el bienestar del niño [en el caso de la adopción]”, dijo Merkel en un debate televisado durante la campaña de 2013.

El Vaticano ve el sí de Irlanda al matrimonio igualitario como “un desafío” para la Iglesia

vaticano

El diario oficial del Vaticano ‘L’Osservatore Romano’ publica este lunes un artículo titulado ‘Un desafío para la Iglesia’, ante el referéndum que ha legalizado en Irlanda el matrimonio entre personas homosexuales. Así, señala que gran parte de los comentarios del mundo eclesiástico analizan “con lucidez” el éxito de la consulta popular y reconocen “la distancia en ciertas materias entre la sociedad y la Iglesia”. En todo caso, admite que el ‘sí’ ha ganado con demasiado margen “para no aceptar la derrota”.

El diario se hace eco de unas declaraciones del arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, en una entrevista con ‘La Stampa’, sobre una “revolución cultural” y destacando que “la Iglesia debe preguntarse cuándo ha comenzado esta revolución cultural y por qué algunos se han negado a ver este cambio”.

Para monseñor Martin, “es necesario revisar la pastoral juvenil” porque, según precisa, “el 90 por ciento de los jóvenes que han votado ‘sí’ a la legalización del matrimonio homosexual, estudiaron en escuelas católicas”.

A su juicio, la decisión refleja “la situación actual de la cultura irlandesa” donde “prevalece una idea individualista de la familia”. “Si no –añade ‘L’Osservatore Romano’– no se entiende la amplia mayoría obtenida”.

El periódico también cita al secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana, Nunzio Galantino, para indicar que la línea de la Iglesia es clara: no acepta la equiparación entre las uniones de personas homosexuales y la “familia constitucional”.

Para el secretario general de la CIE, que se ha pronunciado sobre el tema en una entrevista con ‘Il Corriere della Sera’, habría que poner las razones sobre una “mesa horizontal” porque, a su parecer, “no se puede dar una respuesta simplificada a una realidad compleja”.

El arzobispo de Dublín advierte de que los gais podrían exigir casarse por la Iglesia

Celebración en Dublín de la aprobación del matrimonio homosexual

Celebración en Dublín de la aprobación del matrimonio homosexual. / Cathal McNaughton (Reuters)

El arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, ha pedido que se pongan “límites” legislativos para impedir que parejas gais puedan llegar a exigir ante la Justicia irlandesa casarse por la Iglesia alegando discriminación.

“El matrimonio en la Iglesia también es un matrimonio civil y las parejas gais a las que se les negara podrían recurrir a los jueces acusándonos de discriminación si el legislador no pone límites”, ha dicho Martin en una entrevista con el diario italiano ‘La Stampa’.

El arzobispo considera que la aprobación en referéndum en Irlanda del matrimonio homosexual “es un cambio notable cuyos efectos concretos son impredecibles”. Y añade: “el primer ministro católico (el democristiano Enda Kenny) asegura que para las iglesias no cambiará nada, pero serán los tribunales los que tendrán que aplicar la ley”.

Otra de las consecuencias de las que advierte el arzobispo tiene que ver con la educación en las escuelas católicas, donde asegura que “los profesores de educación civil estarán obligados a decir que el matrimonio lo es también entre personas del mismo sexo. Todo esto creará problemas”.

Martin critica que no haya habido “siquiera una discusión en el Parlamento” sobre el matrimonio homosexual. En Irlanda tienen sede multinacionales como Twitter y Google, que se han desplegado a favor del sí y la gente temió que la victoria del no hubiera aislado y dañado también económicamente al país”.

La República de Irlanda, de fuerte tradición católica, se convirtió el sábado en el primer país que autoriza en un referéndum el matrimonio homosexual, al ser aprobado por el 62,07 % del electorado que dijo “sí” a “la igualdad”.

El contagio Zapatero

El Vaticano ya temió en 2005 que el modelo español iba a extenderse al resto de Europa

Cada país a su manera, el matrimonio entre personas del mismo sexo se abre camino poco a poco en el mundo civilizado sin que el Vaticano salga de su asombro. ¿Dónde las raíces del cristianismo?, se preguntan los jerarcas de la Iglesia romana. El referéndum en la muy católica Irlanda les ha colmado el vaso de la desolación, mucho más después de conocer el apabullante resultado de las votaciones. No ha sido un Gobierno desviado, ni unos diputados anticlericales, ni la traición de políticos que creían fieles quienes han tomado la decisión. Es el pueblo de Irlanda en referéndum, ¡la Irlanda católica!

“Europa es una viña devastada por jabalíes”, proclamó el pontífice emérito Benedicto XVI poco después de ser elegido Papa, en abril de 2005. Por entonces, el Gobierno de Rodríguez Zapatero estaba empeñado en reformar el Código Civil para permitir contraer matrimonio a parejas del mismo sexo y otorgarles los derechos de las uniones heterosexuales, incluida la adopción. El Congreso de los Diputados respaldó esa modificación por mayoría absoluta (187 votos) frente a 147 contrarios, procedentes del PP (menos el voto de la ex ministra Celia Villalobos) y de varios diputados de Convergencia i Unió. El Partido Popular tiene recurrida ante el Tribunal Constitucional esa reforma.

Conviene recordar cómo se tomó el Vaticano aquella legalización en España, antaño la reserva espiritual de Occidente. Las execraciones contra el Gobierno Zapatero parecen ahora de los tiempos de la Inquisición, o peores. Para los obispos, su organización no había sufrido antes ni las catacumbas de Nerón, ni la persecución de Diocleciano, ni la Revolución Francesa, ni la pérdida de los Estados Pontificios. La legalización del matrimonio gay era “el momento más excepcional de la Iglesia en 2000 años”. “Estamos en una situación única en la historia de la humanidad”, sentenció el portavoz episcopal.

Cosas de Zapatero, se pensó entonces, pese a que en 2005 ya había dos naciones europeas (Holanda y Bélgica) que permitían las uniones gays. Hoy son ya una veintena. Los mentideros de Roma, azuzados por la jerarquía del catolicismo español, creían que el presidente era un furibundo laicista y hasta un comecuras, pero que su modelo de Gobierno no corría peligro de contagiarse al resto de Europa. En cambio, el mundo político italiano curioseaba lo que ocurría en España. La intriga llegó tan lejos que la Mostra de Cine de Venecia de aquel año presentó en su sesión de clausura, con gran regocijo mediático, el documental ¡Viva Zapatero!, de Sabina Guzzanti.

Además de negar al Estado capacidad para intervenir en la organización de la sociedad -“el Gobierno no puede legislar sobre derechos inexistentes”, llegó a decir el cardenal Rouco-, los obispos llamaron a la desobediencia con apelaciones como la del entonces cardenal de Barcelona, Ricard Maria Carles, que equiparó la obediencia en la aplicación de la reforma con el “obediente” exterminio de personas en Auschwitz. En consecuencia, decenas de prelados salieron a las calles de Madrid en ruidosa y multitudinaria manifestación y jaleando tesis sostenidas terquedad. “Los homosexuales son unos pobres diablos que, enfermos de muy mala manera, pasan la vida en un infierno o se arrastran por el fango del pecado, luchando algunos de ellos a brazo partido para curarse”, sostiene todavía el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, ex responsable de las políticas de familia en la Conferencia Episcopal.

Comportamiento tan exaltado contra una ley estatal tenía antecedentes. Recordaba lo ocurrido cuando el Gobierno decidió en 1870 legalizar el matrimonio civil. Lo había hecho antes media Europa siguiendo el ejemplo del código napoleónico sobre el matrimonio entre personas de diferentes creencias y sin tocar la indisolubilidad del vínculo eclesiástico. “Es la ley de la mancebía. El matrimonio civil no será jamás otra cosa que un inmoral concubinato o un escandaloso incesto”, argumentaron los obispos de entonces.

Irlanda aprueba el matrimonio gay por una amplia mayoría

El sí gana el referéndum con un 62% de los votos

Celebraciones por la aprobación del el matrimonio gay

Celebraciones por la aprobación del el matrimonio gay. / EFE / REUTERS- LIVE

Irlanda se ha convertido en el primer país del mundo que aprueba por votación popular el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pasadas las ocho de la tarde (hora peninsular española) concluyó el recuento: el sí ha obtenido un 62% de los votos en el referéndum celebrado el viernes, frente a un 37% del no. El número de papeletas con el sí (1.2 millones) casi duplica a las del no. la participación ha sido de un 60,5%.

Los primeros datos del recuento de votos, iniciado a las diez de la mañana del sábado (hora peninsular española), apuntaban ya a una victoria del sí en el referéndum sobre la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en Irlanda. El ministro de Igualdad, Aodhán O’Ríordáin, ha avanzado ha declarado esta mañana: “Creo que está ganado. He visto urnas abiertas, de áreas medias que no tienen por qué ser necesariamente liberales, y están rotundamente votando sí”.

O’Ríordáin ha sido el primero de una serie de diputados que, desde sus correspondientes circunscripciones electorales, han repetido el mismo mensaje: que todo indica que el sí, tal como estaba previsto, va a ganar. Incluso uno de los principales actores de la campaña por el no ha admitido que es muy probable que suceda. “Todo el mundo parece estar prediciendo un sí, y ese parece ser el caso por el momento. Es decepcionante”, ha declarado John Murray, del católico Instituto Iona.

Se trata de todo un acontecimiento histórico para un país, fuertemente católico, en el que la homosexualidad era ilegal y se pagaba con penas de cárcel hasta 1993.

Todos los partidos políticos han pedido el voto por el sí, igual que los principales periódicos. Todas las encuestas publicadas antes del viernes, día de la votación, indicaban una victoria del sí por un cómodo margen. Pero nadie descartaba un estrechamiento del margen debido al voto del llamado “no tímido”, el de aquellos ciudadanos que, en el contexto de una campaña mucho más visible del sí, podrían ocultar su voluntad de que se mantenga el statu quo.

La participación parece haber sido alta, mucho mas que en otros referendos celebrados en el país. Al cierre de los colegios electorales a las once de la noche (hora peninsular española), la cadena pública RTE estimó que la participación podría situarse entre el 50 y el 60%. La alta afluencia a las urnas da una idea del interés que ha suscitado en este país, aún mayoritariamente católico, la propuesta de legalización del matrimonio homosexual planteada por el Gobierno de Dublín, de coalición entre conservadores y laboristas.

Algo más de 3,2 millones de irlandeses mayores de edad se habían registrado para votar. Debían responder, marcando la casilla del sí o la del no, si la Constitución irlandesa debe cambiarse para incluir la siguiente frase: “Pueden contraer matrimonio de acuerdo con la ley dos personas sin distinción de su sexo”. Había otra cuestión que se sometía al voto popular: si se reduce o no el límite de edad legal (de 35 a 21 años) para poder ser candidato a presidente. El recuento ha empezado por las papeletas del matrimonio entre personas del mismo sexo.

La movilización de los jóvenes urbanos habría sido un factor clave en la victoria del sí. En Dublín, en cuya área metropolitana vive casi un tercio de los 4,5 habitantes del país, se calcula que la participación puede haber llegado al 65%. Y en Cork, la segunda mayor ciudad, al 60%. Hasta 60.000 personas se registraron para votar en los últimos meses, muchas de ellas irlandeses residentes por todo el mundo que no querían perderse un momento histórico. No era posible el voto por correo, y podían votar a todos los irlandeses que hubieran emigrado de su país hace menos de 18 meses.

En la capital, el triunfo del puede ser rotundo. En el distrito oeste, con un 13% de votos escrutados, un 73% de los ciudadanos se han mostrado a favor. Este porcentaje es del 70% en el centro oeste y de entre el 60 y el 65%. En el centro-norte, el alcanzaría un 70%, según las mejores perspectivas. “Parece que esta cuestión ha tocado un nervio en los irlandeses y me siento orgulloso de ser un ciudadano de este país”, ha aseverado el ministro.

Irlanda se suma finalmente a la tendencia global de extender el derecho a contraer matrimonio a las personas gais. Las bodas entre personas del mismo sexo son legales en 19 países de todo el mundo, en todo su territorio. Además, dicho derecho se reconoce en parte del territorio de Estados Unidos, México y Reino Unido (el matrimonio gay sigue siendo ilegal en Irlanda del Norte, una de las cuatro naciones que lo componen).

Dos motivos convierten el caso irlandés en especial. El primero es que aquí son los ciudadanos con sus votos quienes deciden sobre el tema, dado que la Constitución del país solo se puede modificar por referéndum.

El segundo motivo es de carácter histórico: el país, en el que hasta hace poco la Iglesia Católica tenía un importante peso en la política, fue uno de los últimos del mundo occidental en que la homosexualidad constituía un delito castigado con penas de cárcel. No fue hasta 1993 que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró ilegal la legislación hasta entonces vigente, heredada de la vecina Inglaterra. El divorcio se legalizó en 1995, los anticonceptivos en 1985, y el aborto sigue siendo ilegal incluso en el caso de violación.