Educación contra lgtbfobia

Por Beatriz Gimeno

Es una obligación de la escuela democrática ayudar a equiparar la diferencia de poder entre los chicos y chicas que ostentan la hegemonía social y cultural y aquellos que están en los márgen

España es, según la mayoría de los estudios, el país menos homófobo del mundo. Eso dicen las cifras, pero lo dice también el sentido común y la percepción propia cuando se sale fuera. Por razones largas de explicar y que no caben aquí, España se ha convertido en unos pocos años en un lugar en el que las personas lgtb pueden vivir razonablemente seguras y con posibilidad de desarrollar vidas plenas. Por supuesto que la lgtbfobia existe, y es mucho mayor incluso de lo que parece. Y hay, además, momentos de la vida en los que esta lgtbfobia es mayor y más peligrosa, como en la adolescencia cuando las identidades relacionadas con el género están en formación, son más débiles y para asegurarse se aferran a estereotipos hegemónicos socialmente. Los adolescentes más inseguros o más dependientes de la aprobación ajena (casi todos en esta edad) buscan refugio y fortalecer sus frágiles identidades entre los pares, con sus iguales; y lo hacen, por lo general, mediante representaciones más o menos ritualizadas de los roles sexuales, de la masculinidad extrema, en este caso. La masculindad extrema se basa, entre otras cosas, en la exclusión radical de la homosexualidad. En la adolescencia, muchos adolescentes inseguros, obligados por la presión social a realizar constantes afirmaciones de su masculinidad heterosexual, pueden llegar incluso, si dicha presión no se rebaja, a agredir, a burlarse de, a reírse de la expresión de otras identidades sexuales. El chico o la chica que sea lesbiana, gay, bi o trans, no tendrá espacio social para fortalecerse, sino que, al contrario, se esconderá, sufrirá, buscará más bien hacerse invisible, mimetizarse en esa supuesta normalidad que le excluye. Y si no lo hace bastante bien es muy posible que sufra acoso, que sea agredido verbal o físicamente. Durante la adolescencia, los chicos y las chicas que por la razón que sea sientan que no forman parte de la mayoría son especialmente frágiles y van a necesitar ayuda de los profesores/as y de las instituciones educativas. Constituye una obligación de la escuela democrática ayudar a equiparar la diferencia de poder entre los chicos y chicas que ostentan la hegemonía social y cultural y aquellos que están en los márgenes. Es una obligación escolar que hay que cumplir en nombre de la construcción de una ciudadanía respetuosa con los otros y las otras, democrática, abierta e inclusiva.

Las agresiones por lgtbfobia están creciendo en Madrid. Los agresores son chicos jóvenes (menores de 20 años la mayoría) que han nacido cuando la igualdad legal era un hecho –o estaba a punto de serlo– en este país. Durante muchos años, los años de la lucha por la igualdad, los años en los que las reivindicaciones lgtb entraban en los informativos, los años en los que el gobierno y las instituciones se mostraban muy favorables a apoyar esa igualdad, las agresiones eran muy escasas. El efecto del cambio de ambiente político ha sido demoledor en este sentido. Los nuevos gobernantes no apoyan los derechos lgtb y eso se nota en la calle. Las instituciones educan, naturalmente; y su acción tiene un efecto performativo sobre toda la sociedad. Si quien gobierna no cree en la igualdad, aquellos que tampoco creen en ella, los que tienen dudas, en lugar de ocultarse por sentirse en minoría, se sienten más fuertes y legitimados en su rechazo. Un rechazo que, en el peor de los casos, puede llegar a la agresión.

El Partido Popular hizo de la desaparición de Educación para la Ciudadanía uno de sus objetivos cuando estaba en la oposición. Una asignatura que educaba en valores de convivencia, democráticos, de ciudadanía y que, además, se imparte en la mayoría de los países europeos. Estar en contra de esta asignatura demuestra dónde se sitúa la derecha española: allí donde se considera que los derechos humanos son discutibles. Soy de la opinión de que los valores no se pueden enseñar en una asignatura, sino que es necesario trasversalizarlos en todos los planes de estudio. Hay otras propuestas más interesantes, como los planes de convivencia, pero en todo caso, es importante otorgar legitimidades en un sentido u otro. Se trata de demostrar dónde se sitúan las instituciones democráticas respecto a estas cuestiones. Y queda claro que cuando gobierna el PP, las instituciones, los gobiernos, se sitúan del lado de la lgtbfobia o, como mucho, no están interesados en combatir este tipo de violencia, que puede que no apoyen explícitamente, pero que deben pensar quizá como inevitable en el mundo heterosexuadamente normado que imaginan. Las disidencias, piensan ellos, que paguen su precio.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, no es una persona lgtbfóbica, sé que no lo es. La duda que me queda es si consentirá que su gobierno y sus políticas lo sean. Me temo que sí, que su enfrentamiento con los sectores más reaccionarios de su propio partido no va a ir tan lejos como para hacer lo que están haciendo otras muchas autonomías no gobernadas por el Partido Popular, introducir asignaturas de enseñanza en valores de convivencia y apoyar la formación en diversidad afectivo sexual. El jueves 17, como diputada autonómica me he estrenado preguntándole al gobierno de Cifuentes qué piensa hacer en el terreno de la educación para combatir las agresiones por lgtbfobia, y le voy a recordar que la sanción no es bastante, que es necesario sancionar a los agresores y atender a las víctimas, pero que siempre hay que educar. Que eso es lo que hacen las naciones democráticas cuando tienen un problema de este tipo: educar. Más y mejor educación en derechos, en ciudadanía, en democracia, en igualdad, en inclusión; esa es la respuesta. Para los futuros agresores, por supuesto, pero también para los propios alumnos y alumnas lgtb que siguen viviendo en un oscuro armario.

Un 52,6% de las adolescentes cree que en una relación el hombre debe proteger a la mujer

Pintada en un instituto de Madrid

Pintada en un instituto de Madrid. JAVIER BARBANCHO

Hagan la prueba. Si alguien les dice que ha conocido a una persona que es muy “sensible, responsable, tierna y que se preocupa por su imagen” piensan que está hablando de ¿un hombre o una mujer? La mayoría de los adolescentes españoles se decantan por la opción femenina, porque esas características forman parte de los estereotipos de género que aún persisten en la sociedad.

Las chicas no son guerreras, como dice la canción, sino que aceptan que ellos lleven el control de las relaciones, porque es el rol que les corresponde, y un 52,6% de ellas cree que el varón debe proteger a la mujer, porcentaje que asciende al 67% en el caso de ellos.

Son sólo algunos datos que se desprenden del informe ‘¿Fuerte como papá? ¿Sensible como mamá? Identidades de género en la adolescencia’, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado creado por la FAD (la Federación de Ayuda contra la Drogadicción). A través de una encuesta a 2.512 adolescentes escolarizados de 14 a 19 años, el documento estudia los estereotipos que existen en la juventud española con respecto a la identidad de género, cómo estos afectan a su visión de las relaciones de amistad, de pareja y sexuales.

“Es un tema muy importante para el progreso de la sociedad”, explicaIgnacio Calderón, director general del Centro. “Los datos muestran que estamos todavía demasiado atrás, porque parecía que habíamos avanzado mucho más. Y algo se ha avanzado, pero aún falta”, añade.

Entre las cifras más preocupantes figura la existencia de violencia -del tipo que sea- dentro de la pareja. Una gran mayoría de adolescentes y jóvenes españoles (superior al 80%) afirma conocer o haber conocido algún acto de violencia en parejas de su edad. Son mayoritarios los actos relativos al control. El 62,9% conoce a chicas que revisan el móvil de su novio, porcentaje del 58,6% en el caso de ellos. Sin embargo, son los chicos quienes dicen a sus novias con más frecuencia con quién pueden hablar. En ellos son más habituales la intimidación, el control personal y emocional, la violencia física y verbal o la violación de la intimidad.

En cuanto a los insultos, un 37,6% de los jóvenes conoce a chicos de su entorno que los ejerce contra sus parejas y un 28,6% señala a las chicas. También un 28,4% de ellos dice saber de jóvenes que pegan a las chicas y un 20% conoce a varones que amenazan a su novia con hacerla daño si le deja.

Los encuestados identifican una media de cinco actos por persona de violencia ejercida por chicos y una media de 3,7 actos de violencia ejercida por chicas.

violencia contra la pareja

Lenta revolución hacia la igualdad

“La raíz de la violencia en la pareja tiene que ver con la actitud de exclusividad, posesividad… y éstas son compartidas y percibidas por ambos sexos. Lo que ocurre es que los actos de violencia son más frecuentes y más graves en los hombres. El hecho de que la mujer reclame más libertad descoloca al varón, rompe el estereotipo y éste puede reaccionar con violencia”, explica Eusebio Megías, director técnico del Centro Reina Sofía.

También indica que a esa edad “las chicas tienen la sensación de tener que elegir entre ser una chica fácil o quedarse fuera del mercado. Y el no saber cómo comportarse les genera tensión. Ellos no tienen esta presión, porque piensan que pueden dar salida a sus instintos, que son más primarios, que esto está socialmente aceptado y está bien”, indica el investigador, que recalca que “estos tópicos marcan mucho las relaciones”.

La visión adolescente de la pareja ha sufrido una “revolución hacia la igualdad”, pero ésta no se ha producido en la práctica “de forma homogénea”. Megías explica que “es difícil encontrar a gente que no defienda la igualdad, que no diga que hombres y mujeres tienen los mismos derechos, pero siguen existiendo gestos que se apoyan en los tópicos estereotipados para defender actos de desigualdad”. Ellas son más sensibles que ellos a la hora de defender y señalar la desigualdad de género.

Noviazgo precoz en el que él toma la iniciativa

Entre los adolescentes españoles de 14 a 19 años, aproximadamente un 80% ha tenido alguna relación de pareja (82% de chicas frente al 78%) La primera pareja se tiene entre los 13 y 14 años, aunque ellos son más precoces. El 46% de los varones afirma tener su primera novia entre los 10 y los 13 años.

Eusebio Megías indica que “en la adolescencia los chicos y chicas están buscando su identidad y es importante ver qué tópicos perviven, porque influyen en sus relaciones”. Así, “además del práctico consenso sobre la importancia de la fidelidad, que comparten hombres y mujeres”, se da la convicción de que “ellos siempre quieren y son menos fieles”. De hecho, el 65,9% de los varones da mucha importancia a las relaciones sexuales, frente al 45% de las chicas.

Respecto a quién debe tomar la iniciativa en las relaciones sexuales, casi el 60% de los jóvenes afirma que “se debe tomar juntos”, pero en la práctica deciden ellos en el 46,9% de las veces. Sin embargo, en el caso de insistir para usar métodos anticonceptivos son ellas las que llevan la voz cantante, en el 47,2% de los casos frente al 9,4% de veces que insisten ellos. En otro 31,4% se toman juntos.

En el ámbito laboral y el hogar

El documento muestra que es generalizado que los jóvenes perciben que existen diferencias de oportunidades entre chicos y chicas a la hora de encontrar trabajo. El 58,2% de ellas y el 49,2% de ellos afirman que las mujeres lo tienen mucho peor en este ámbito.

Y aunque es superior el porcentaje que cree que el trabajo fuera de casa es necesario para ser independiente, hay minorías muy significativas que creen que la vida familiar se resiente con el trabajo externo de la mujer. Así lo piensa un 26% de las chicas frente a un 20,3% de los chicos. Además, casi el mismo porcentaje de chicos y chicas (38,8 y 38,5%) considera que ser ama de casa es igual de gratificante que trabajar fuera.

Los 10 estereotipos más aceptados en la adolescencia

Informe sobre identidades de género en la adolescencia

¿Qué es ser chico y qué ser chica? ¿Cómo debe comportarse cada uno? ¿Cómo influyen los roles preconcebidos en las relaciones personales y sociales? En la adolescencia, cuando las personas están construyendo su identidad, los estereotipos y los tópicos marcan los noviazgos, las amistades y la vida en general.

El informe ‘¿Fuertes como papá? ¿Sensibles como mamá? Identidades de género en la adolescencia’, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado creado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), entre 2.514 jóvenes de entre 14 y 19 años, desvela cuáles son los roles y los referentes estereotipados asumidos por este grupo de población.

Estos son algunos de los estereotipos más asumidos entre los jóvenes, tanto por ellos como por ellas:

  1. Las chicas son sensibles, tiernas, responsables, trabajadoras y preocupadas por la imagen. Los chicos son dinámicos, activos, autónomos, emprendedores, posesivos y superficiales.
  2. Revisar el móvil de la pareja es normal.
  3. Ellas son más capaces de comprender a los demás, de dar cariño y de reflexionar, además de más espirituales. Ellos son mejores para el deporte, más decididos, más hábiles con la tecnología y máscapaces de enfrentar problemas.
  4. Los adolescentes consideran que las relaciones entre chicas son más conflictivas. La amistad entre chicos es más sincera y leal.
  5. Con las chicas se comparten mejor los intereses más afectivos (amorosos, sexuales y familiares) Con los chicos se comparten preocupaciones generales (amigos, estudio, trabajo…)
  6. En cuanto a las relaciones, la mayoría (59,4%) piensa que el chico debe proteger a la chica.
  7. La fidelidad es lo más importante en la pareja
  8. Ellas relacionan el sexo con el afecto. Ellos con diversión y con su “naturaleza”. Los jóvenes de ambos sexos piensan que ellos siempre quieren.
  9. El machismo está presente en otras generaciones, pero no en ellos.
  10. De cara al futuro, lo más importante es tener ingresos propios y formar la propia familia.

@iflantigua

Los 10 estereotipos más aceptados en la adolescencia

Informe sobre identidades de género en la adolescencia

¿Qué es ser chico y qué ser chica? ¿Cómo debe comportarse cada uno? ¿Cómo influyen los roles preconcebidos en las relaciones personales y sociales? En la adolescencia, cuando las personas están construyendo su identidad, los estereotipos y los tópicos marcan los noviazgos, las amistades y la vida en general.

El informe ‘¿Fuertes como papá? ¿Sensibles como mamá? Identidades de género en la adolescencia’, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado creado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), entre 2.514 jóvenes de entre 14 y 19 años, desvela cuáles son los roles y los referentes estereotipados asumidos por este grupo de población.

Estos son algunos de los estereotipos más asumidos entre los jóvenes, tanto por ellos como por ellas:

  1. Las chicas son sensibles, tiernas, responsables, trabajadoras y preocupadas por la imagen. Los chicos son dinámicos, activos, autónomos, emprendedores, posesivos y superficiales.
  2. Revisar el móvil de la pareja es normal.
  3. Ellas son más capaces de comprender a los demás, de dar cariño y de reflexionar, además de más espirituales. Ellos son mejores para el deporte, más decididos, más hábiles con la tecnología y máscapaces de enfrentar problemas.
  4. Los adolescentes consideran que las relaciones entre chicas son más conflictivas. La amistad entre chicos es más sincera y leal.
  5. Con las chicas se comparten mejor los intereses más afectivos (amorosos, sexuales y familiares) Con los chicos se comparten preocupaciones generales (amigos, estudio, trabajo…)
  6. En cuanto a las relaciones, la mayoría (59,4%) piensa que el chico debe proteger a la chica.
  7. La fidelidad es lo más importante en la pareja
  8. Ellas relacionan el sexo con el afecto. Ellos con diversión y con su “naturaleza”. Los jóvenes de ambos sexos piensan que ellos siempre quieren.
  9. El machismo está presente en otras generaciones, pero no en ellos.
  10. De cara al futuro, lo más importante es tener ingresos propios y formar la propia familia.

Violaciones correctivas, el castigo para “curar” a lesbianas en Perú

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Segunda marcha por la la igualdad en Lima / Amnistía Internacional Perú

“Quería ‘curarme’ a la fuerza. Lo entendí así pues me decía que no estaba bien ‘ser como eres’ y que ‘una mujer que llora por otra, no es correcto’. Nunca más quise saber de él. Tenía miedo, mucho miedo”.

Así empieza el relato de una de tantas jóvenes lesbianas que en Perú son víctimas de las llamadas ‘violaciones correctivas’. Una práctica machista no aislada que se basa en forzar sexualmente a aquellas mujeres que se atreven a mostrar en público que aman a otras mujeres.

Esta joven, que protege su identidad bajo el pseudónimo C. Lesbiana, fue violada por un vecino y amigo de la familia a quien hasta el momento había tratado como a un pariente. “Sucedió que, un día, mientras estaba llorando en mi cama, sola, la puerta estaba sin seguro, así que entró. Se acercó a mi cama y me preguntó si estaba bien. Le contesté que sí, que vaya a la sala, que me alistaba en un momento. El resto es historia”. Una historia que terminó en embarazo.

Ella no es más que otra víctima de un sistema que somete a estas mujeres con la intención de forzar a la heterosexualidad. Se trata de situaciones de violencia sexual basadas en tocamientos indeseados, que en los casos más extremos pueden desembocar en violación. Expertos y activistas explican que son castigos correctivos que causan daños físicos y psicológicos irreversibles en la víctima, y que en algunos casos se ejecutan de manera repetida si la joven no accede a “curarse” a la primera y acepta públicamente su cambio de condición sexual acatando las normas que dicta una parte de la sociedad que sigue pensando que la homosexualidad es una enfermedad.

Los crímenes que no se denuncian

Las secuelas psicológicas de estos abusos, y el sentimiento de que no son “capaces de curarse”, llevan a muchas mujeres al suicidio, cuenta Ruth Moreno, activista del Movimiento Homosexual de Lima. “Normalmente los agresores suelen ser los tíos, los primos o algún amigo cercano de la víctima”, prosigue, y asegura que aunque a través de los talleres de apoyo a colectivos LGTBI se conocen casos como estos, “nadie llega a denunciar”.

“En radio Yaraví, dos conductores de un programa narraron cómo una persona conocida había contratado a un hombre para violar a su hija lesbiana. Ella tuvo un hijo y, según ellos, logró curarse. Entre burlas y risas, comentaron sobre este delito que ha quedado impune”, cuenta una joven lesbiana de Arequipa en otro de los testimonios recogidos en el Informe sobre Derechos Humanos de Personas Trans, Lesbianas, Gays y Bisexuales en el Perú 2014 – 2015.

“Los hombres consideran que el acto penetrativo es un acto de corrección, lo hacen porque creen que ellas son lesbianas porque no conocen nada más”, explica Brenda Álvarez, asesora legal del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex) y especialista en temas de feminismo.

Según los colectivos de defensa de los derechos LGTBI peruanos, estos actos de violencia extrema son la culminación de repetidas amenazas a las que las mujeres lesbianas se ven sometidas. En la calle se enfrentan de manera constante a comentarios homófobos y humillantes. Críticas que conforman un recuerdo público y constante de su condición sexual y que casi siempre van acompañadas de una oferta: “Probar a un buen varón”.

Aquí, la discriminación está en todos lados, explica Moreno. En las familias “es común que las encierren en sus habitaciones, que les roben el celular y les corten la ropa ancha para obligarlas a llevar vestimenta femenina”. Incluso “las obligan a tener novio o a ponerse falda aunque a ellas no les guste”, añade Brenda Álvarez.

Las leyes peruanas dan la espalda al colectivo

Este informe, elaborado por Promsex y la Red Peruana TLGB, alerta de que la mayor parte de los casos no son denunciados y, en el caso de serlo, la víctima no especifica que se trate de abusos de intención ‘correctiva’. Según datos de Promsex, solo el 5% de los casos de violaciones a mujeres en Perú son denunciados, de los cuales no se sabe cuántos son castigos correctivos.

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Segunda marcha por la igualdad en Lima / Amnistía Internacional Perú

Perú, cuyo Gobierno no ha respondido a las preguntas de eldiario.es, no cuenta con una política nacional contra la discriminación por la orientación sexual y la discriminación de género. Así como no tiene tipificados los crímenes de odio hacia la población LGTB, causa por la que lleva años luchando Amnistía Internacional en el país. A pesar de esto, según datos de Promsex, el 90% de la población admite que existe discriminación hacia este colectivo, una percepción que no se refleja en las políticas.

En julio de 2013 el Congreso rechazó sancionar de manera explícita los crímenes de odio motivados en la orientación sexual e identidad de género y en julio de 2014 aprobó un decreto que censuraba toda mención a las personas y comunidades LGTBI. Así, según señala un informe del Movimiento Homosexual de Lima, cada semana se produce en el país un crimen de odio contra personas de este colectivo que no queda debidamente registrado y tipificado como tal.

La directora ejecutiva de Amnistía Internacional en Perú, Marina Navarro, advierte de la necesidad de “adecuar la legislación nacional con los estándares internacionales y tipificar los crímenes de odio contra las personas LGTBI” y denuncia que en el país “existe impunidad en los crímenes hacia personas LGTBI”. Resalta que a veces este tipo de crímenes “no son debidamente investigados y juzgados”.

Las madres que se negaron a que sus hijos las olvidasen por culpa del sida

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La madre y el padre de Grace, Lilian y Rose abrazados cuando eran novios, en la imagen de la derecha. En la foto familiar, se las ve junto a unos amigos de sus padres y sus hijos. La foto es de 1998, pocos años antes de que murieran sus padres. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Una de las consecuencias del VIH en Uganda es el casi millón de huérfanos de hasta 17 años que ha dejado el virus. En este país y en su vecino Tanzania existe una organización de mujeres infectadas que han levantado la voz y están dispuestas a luchar contra el estigma del sida, que dificulta la prevención y la rehabilitación de los enfermos. Una de sus herramientas son los ‘Memory Books’, libros con fotografías y consejos, que recogen quiénes son y cómo quieren que crezcan sus hijos. Por si ellas no llegan a verlo.

En África subsahariana, el 58% de las personas adultas que viven con el VIH son mujeres. El colectivo Nacwola (National Community of Women Living with HIV/AIDS in Uganda), formado actualmente por más de 40.000 mujeres infectadas de VIH, nació hace algo más de 23 años, tras la celebración del Congreso Internacional sobre Mujeres con VIH/Sida de Ámsterdam en 1992. En aquella época la enfermedad era un tabú tan insufrible que las consecuencias para los huérfanos se materializaban en el olvido absoluto.

La asociación materializó parte de sus ideales en los Memory Books. El proyecto generó esperanza para las mujeres, que veían cómo su muerte supondría el derrumbe de su núcleo familiar. Los libros se han convertido en un manual de supervivencia, mezcla de memorias y consejos maternos para guiar a los niños. Nacwola ha logrado traspasar fronteras y, gracias al nacimiento del International Memory Project, hoy los Memory Books han llegado a Zimbabue, Kenia y Etiopía, y cuentan con especial arraigo en Tanzania.

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Las tres hermanas observan el Memory Book que les dejaron sus padres. Lilian (a la izquierda) es la madre del único niño que vive de momento en el hogar. Grace, la mayor de todas, está sentada en medio, junto Rose, la más pequeña y la que menos recuerdos tiene de sus progenitores. En Moshi, Tanzania. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Grace, Lilian y Rose son tres hermanas que viven solas en una casa de la ciudad de Moshi, en Tanzania, a los pies del Kilimanjaro. Con 22, 23 y 25 años (y un niño a cargo de las tres, hijo de Lilian la mediana), viven con sus recuerdos salvaguardados gracias al testamento gráfico que les dejó su madre.

“Antes de que nuestra madre muriera nos gustaba preguntarle en qué hospital habíamos nacido, por qué habían decidido comprar una casa en Moshi y quién había escogido nuestros nombres. Es bonito recordar esos momentos mientras que los leemos de nuevo en los Memory Books. Es bonito recordar que la más pequeña, Rose, nació en esta misma casa porque mi madre se puso de parto repentino y no hubo manera de llegar al hospital”, cuentan las hermanas. Al caer la noche, y con la luz del candil, las tres se reúnen para ojear sus Memory Books, y espontáneamente, ignorando de pronto la cámara de fotos, comienzan a parlotear algo en swahili.

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Grace prepara la comida en el salón de su casa junto a sus hermanas, antes de irse a trabajar al hotel donde atiende al público. Son un ejemplo de autosuficiencia y emancipación. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Las jóvenes indican que no hubieran podido llegar a la autosuficiencia sin el apoyo y seguimient o de Kiwakkuki , la ONG colaboradora de Nacwola en Tanzania. Gladys, de la ONG, es responsable de que su madre iniciara su l ibro de recuerdos y de que los padres dejaran a sus hijas la casa familiar en su testamento. 

En Luwero, Uganda, la historia de la abuela Joyce representa un ejemplo bastante común en África: existe una primera generación sana por ausencia del virus (los abuelos), una tercera sana o en tratamiento (los nietos) y, entre ellos, un vacío.Joyce Lucy Katele, de 76 años, ha sobrevivido a sus tres hijos . También murieron de sida sus mujeres. Entonces, se le paró el reloj,  Joyce tuvo que dejar de ser una anciana para criar a sus cinco nietos. Volvió a trabajar duro en el huerto, a fabricar esteras y a vender caña de azúcar.

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Memory Book de Emmanuelle, que vive en la misma comunidad que Grace, Rose y Lilian. Es huérfano y vive junto a sus primas, que también perdieron a sus padres, con su abuela. Su mayor pasión es el fútbol y a sus padres les gustaba ir a verle jugar, cuenta. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

“Al principio estaba desesperada ante mi situación, de repente había perdido a mis hijos, todo. Sus familiares políticos podían echarme de casa, tenía a cinco niños que cuidar. A veces abandonaba la casa porque no sabía qué hacer. Ahora puedo gritar que ya no temo nada y estoy más tranquila porque mis nietos pueden enfrentarse al sida con más fortaleza gracias a los programas que nos ofrece Nacwola”. Antes de asociarse a la organización, lo que más le preocupaba era lo que pudiera ocurrir con sus nietos Lázaro y Mary.

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Ruth, su hermana Geny y sus primas Rachel y Mary, todas son huérfanas; juegan y hacen sonreÍr a su abuela Joyce que, en el patio, confecciona las esterillas con las que gana algo de dinero para alimentar a su gran familia. Todas las nietas visten prácticamente igual, con ropa donada por una parroquia, donde intentan seguir con su educación. En Luwero, Uganda. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Joyce pasó el entrenamiento de los Memory Books con nota y comenzó rápidamente a escribir los libros con sus nietos. Si algunos padres lo hacen por temor a morir a causa del sida, Joyce lo rellena porque sabe que la muerte no tardará en buscarla. “Lo primero que he hablado con mis nietos es sobre la muerte, para mí es muy importante que comprendan que puede llegar en cualquier momento. Me senté con ellos mientras mirábamos fotos de sus padres y les expliqué que ahora ellos están descansando esperándoles y que algún día yo también me tendré que ir”, cuenta la anciana.

Mientras hablan de los Memory Books, el pequeño Lázaro va hacia su cama y saca un grueso álbum de fotografías que servirán para ilustrar el libro de memorias. Sus padres se encargaron de dejar constancia de su existencia a través de un montón de instantáneas que, unidas a las que posee Joyce, forman un buen conjunto de recuerdos.

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Lázaro sostiene a la luz de las velas el álbum de fotos que le dejaron sus padres. En la imagen una foto de su padre. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Por suerte, en algunos casos los retrovirales están consiguiendo que la enfermedad se convierta en crónica. Robinah tiene 39 años y también vive en Luwero (Uganda). Hace lo que puede para sacar adelante a sus tres hijos. Sentada con un libro entre las manos se lo enseña a sus hijos. Ahora Robinah se siente más fuerte y capaz de cuidarlos. “Mi historia es como otra de tantas. En el año 2000 me quedé viuda. Habíamos ido los dos a hacernos el test y descubrimos que teníamos el VIH, pero mi marido estaba mucho peor que yo. A pesar de la medicación no consiguió salvarse y me quedé viuda, completamente desesperada, enferma, sin recursos y con tres niños siempre indispuestos. No sabía qué hacer, dónde ir, quién me podía ayudar”, relata la madre.

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Fragmento de un Memory Book, donde la madre antes de morir le escribió a sus hijos algunas historias sobre su padre para que lo pudieran recordar siempre. Cuando un Memory Book ha entrado en una familia, muchas cosas ya han cambiado y otras tantas está a punto de hacerlo. Como si de una escalera se tratara, cada peldaño ascendido ha significado un enfrentamiento, un descubrimiento, a veces un desahogo y, en ocasiones, un deseo infalible de huida hacia adelante, ante lo desconocido. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Una amiga le habló de Nacwola y se hizo socia: “Aprendí a compartir mi situación y eso me dio las fuerzas necesarias para empezar de nuevo”. En el año 2004 fueuna de las participantes para instruirse en el proyecto de los Memory Books.“Cuando acabé la formación era otra persona”. Cuando la enfermedad está muy avanzada, la reunión es más una terapia.

Ahora somos una familia que conversamos sobre nuestros problemas; por ejemplo, he sido capaz de hablar con mi hija pequeña de los cambios que está experimentando su cuerpo. Antes jamás hubiésemos tenido una conversación de este tipo”, diceRobinah . Con ella ha hablado del VIH, “ de sus conductos de transmisión, de las precauciones a tomar, de preservativos y su utilización, y también de que debe evitar quedarse embarazada cuando aún es tan joven”. Hoy, todavía el estigma dificulta acabar con la enfermedad porque las personas infectadas esconden que lo están y no quieren ir al médico para no delatar su situación.

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Robinah junto a sus hijos, sentados en el salón de la casa. Leen juntos el Memory Book que la madre hizo para sus hijos mientras realizaba el entrenamiento en Nacwola. “Sentarnos juntos a escribir los Memory Books ha creado una complicidad entre mis hijos y yo que nunca hubiera pensado que podría tener”. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Por ello, las mujeres trabaja para fomentar su autoestima a la hora de encontrar trabajo y también de tener un mayor poder de decisión dentro de la familia. Agnes Atim Apea recibió a principios de año el premio Uweal (Uganda Women Entreprenuers Association Limited) por su trabajo en favor de los derechos de la mujer ugandesa y su empoderamiento.

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Nacwola le dio un microcrédito a Robhina con el que pudo comprarse una máquina de coser y comenzar un pequeño negocio con el que costear los gastos de su familia. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Atim Apea, que fue directora de Nacwola a nivel nacional, ha fundado también  la Casa Esperanza –con la ayuda de Unicef South Sudan, African Development Foundation y AnHua– donde acoge y educa a huérfanos de las zona de Amolatar al norte de Uganda . “He creído siempre que la implicación de la comunidad es muy importante y he decidido centrar mis esfuerzos de manera local en una zona concreta de Uganda y también en una de la más abandonadas: Amolatar”.

Óscar Espirita: De ‘niño marica’ a ‘adolescente maricón’

Publicado en El Asombrario por 

El escritor Óscar Espirita sujeta un ejemplar de su poemario ‘Niño marica’.

El escritor Óscar Espirita sujeta un ejemplar de su poemario ‘Niño marica’.

Óscar Espirita ha publicado este verano su primer poemario. El título no deja indiferente: ‘Niño marica’. A través de sus versos, Espirita narra la experiencia de un niño señalado con el dedo por desear cintas de gimnasia artística, por cruzar las piernas, por no jugar al fútbol. Lo que sigue es una interesante y valiente conversación con el autor en torno a lareivindicación de la pluma y la defensa de tantos niños cohibidos en su comportamiento para que no les llamen nenazas. No se trata de exigir aceptación, sino absoluta normalización y respeto.

Y el “niño marica” con los años se convierte en un “adolescente maricón”, un adolescente que descubre con entusiasmo y dolor la sexualidad, definida por Espirita como un regalo peligroso, un regalo que provoca tanto placer como profundo dolor y miedo. A través de su poemario, Óscar Espirita da la vuelta al término “marica”, lo vacía de su contenido despreciativo porque “nada hay de malo en ser homosexual”, porque en verdad “lo que envuelve la palabra marica es una realidad maravillosa”, es la realidad de quien ama a alguien de su propio sexo.

Siguiendo la tradición queer, Óscar Espirita da la vuelta al término, y en Niño Marica (ediciones Hidroavión) convierte el insulto en elogio y nos demuestra que lo verdaderamente insultante es aquel que mal utiliza las palabras para insultar y despreciar aquello que le resulta diferente.

En una entrevista en torno a tu poemario ‘Niño marica’ comentabas que a través de la escritura el término “marica” había dejado de ser un insulto para ti. Sin embargo, sigue siendo una palabra altamente despreciativa.

Para mí siempre ha sido una palabra difícil, una palabra que me ha provocado mucho dolor. Las primeras veces que escribía en el folio “niño marica” me resultaba una expresión fuerte y todavía hoy, habiendo ya terminado el poemario, me sigue resultando una expresión fuerte. Sin embargo, independientemente de esto, lo que yo he intentado hacer, retomando la tradición Queer, es coger el insulto y utilizarlo en mi favor, como algo positivo, para así desactivarlo. A fuerza de usar el término “marica” y de relacionarlo con elementos positivos, creo que sí es posible desactivarlo como término insultante.

¿Crees sinceramente que es posible que algún día el término “marica” se desactive y deje de ser percibido y utilizado como un insulto?

Es más fácil que esto pase dentro de ciertos movimientos culturales que de forma general: veo socialmente complicado que se extienda su uso positivo de forma amplia y generalizada, puesto que es todavía demasiado frecuente su uso como insulto. Yo trabajo como profesor y compruebo que es muy frecuente utilizar el término “marica” como agresión y creo que desgraciadamente se seguirá utilizando de esta manera. Sin embargo, sí creo que no se debe negar la posibilidad de desactivarlo en tanto que insulto, aunque no sea una desactivación completa.

No podemos obviar el hecho de que a través del lenguaje se expresa la homofobia, el racismo, el machismo… El lenguaje nunca es inocente.

Sí, esto es evidente, aunque creo que gestos como el mío pueden ayudar, al menos, a poner sobre la mesa esta cuestión. Los lectores entienden el uso y el motivo del uso de la palabra “marica” en el libro, entienden que se trata de describir una experiencia y sobre todo de asociar este término despectivo a cosas bonitas, se trata a fin de cuentas de utilizar el término con orgullo. Si te paras a pensar todo lo que envuelve la palabra “marica”, son todas cosas bonitas y cuesta pensar que alguien pueda ver como algo negativo el hecho de ser un niño marica: ¿qué tiene de malo jugar con muñecas, desear tener una cinta de gimnasia rítmica o cruzar las piernas? No tiene ningún sentido y no hay motivo algo de que todos estos deseos y preferencias sean motivo de mofa y de insulto. Hay que darse cuenta de que aunque muchos lo utilicen como insulto, todo aquello que envuelve la palabra “marica” es maravilloso.

“¿Ves cómo no fuimos tan distintos? / El agua hacía con nuestros cuerpos / lo mismo que nos hará el paso del tiempo”. Con estos versos pareces negar la diferencia que el niño homosexual vive.

Cuando eres niño y te llaman “marica” no se refieren tanto a una determinada orientación sexual cuanto a que tu comportamiento es distinto respecto al de los otros niños; subrayan que no te comportas como teóricamente se debería comportar un niño, sino que te comportas como una niña. Con estos versos lo que quería transmitir es la idea de que a pesar de las diferencias, los niños no dejan de ser niños: por mucho que yo me comporte de forma algo diferente, no dejo de ser un niño.

Los niños viven esta supuesta diferencia por cuestiones educacionales…

El problema es que la diferencia se señala, de ahí que muchos niños se reprimen y no se muestran tal cual son. Yo, de hecho, era un niño que me reprimía en mis comportamientos y la represión no es sino consecuencia del hecho de que te ponen la señal encima, te recriminan por tu actitud diferente. Existen recriminaciones explícitas, el “no te portes así” o el “no hagas esto”, pero existen, y son las más frecuentes, las recriminaciones sutiles, implícitas, aquellas que se realizan a través de una mirada o de los comentarios a la espalda. Son sutiles, pero son señalizaciones que, aunque seas un niño, entiendes y percibes.

En esta señalización se remarca siempre negativamente la actitud femenina del niño. ¿No crees que en este reproche, junto a la homofobia, hay un gran poso de machismo?

Sí, yo creo que es absolutamente así, pues ¿qué problema hay que me comporte como una chica? Se utiliza como un desprecio decir que un niño o un joven se comporta como una chica, como si el hecho de comportarse como una chica fuera algo negativo. Lo que sucede es que todavía hoy se considera que para un hombre el ser como una chica implica ser débil, frágil y se relaciona la “feminización” con elementos negativos. En el fondo, se trata de una cuestión de machismo, aunque tampoco hay que olvidar que a las chicas se les suele atacar definiéndolas despectivamente como “marimacho”, porque se considera que una mujer no puede adoptar características propias del hombre. Ambos casos responden a la necesidad de marcar la diferencia.

Se obliga a los niños a definirse en esquemas muy fijos de roles y actitudes.

Aún seguimos anclados en el rosa y en el azul, en este binarismo de género, y todo lo que se escapa de estas dos categorizaciones es señalado y es susceptible de ser objeto de mofa.

Se trata de un binarismo que no sólo exige determinarse en uno o en otro polo, sino que borra todos los posibles matices que pueden definir a la persona.

Todo lo que sale de estos esquemas es señalado y, como profesor que trabaja diariamente con niños, te puedo decir que este binarismo sigue estando muy presente. Basta ver un catálogo de juguetes: todavía hoy sigue habiendo la parte rosa y la parte azul, todavía hoy los niños son fotografiados jugando con coches y las niñas con muñecas. En una ocasión, para ponerte un ejemplo, mi sobrino deseaba una casita, pero como se trataba de un juguete catalogado como “para niñas”, entonces lo rechazó porque precisamente “era de niñas”. Este rechazo de mi sobrino es la prueba de que los niños, desde muy pequeños, perciben que se les impone unas diferencias y que si eres niño hay cosas que no puedes hacer porque son “cosas de niña”.

Estamos hablando de los niños, pero ¿no deberíamos poner el foco en los adultos? A fin de cuentas, el niño imita la conducta de los adultos.

Los niños actúan a partir de lo que ven, intentan moverse sin ser dañados y, por tanto, escapan de toda posible conducta que pueda ser criticada. Es fundamental que desde los adultos se deje de utilizar este binarismo y se amplíen las miradas; es necesario romper con la idea de que existen unos comportamientos ligados a los hombres y unos comportamientos ligados a las mujeres.

¿Crees que todavía hay muchos padres que temen que sus hijos no respondan a estos esquemas impuestos?

Las madres asumen y entienden con más facilidad que su hijo no responda a lo que se supone que es la norma; a los padres les cuesta más. Con lentitud, cada vez más los padres tienen menos reservas y dejan que sus hijos elijan sus propios juguetes, independientemente de si son niños o niñas. Pero es un proceso muy lento y muy dispar, porque depende muy mucho del ambiente social: yo he trabajado en colegios de curas y allí encuentras una mentalidad más tradicional y completamente distinta a la mentalidad que puedes encontrar entre los padres de un colegio público.

En relación a los padres, en el poemario describes cómo el niño se siente cohibido incluso en el ambiente familiar.

En la infancia yo me he sentido cohibido, a pesar de que mi familia no era particularmente tradicional. Lo que sucede es que tú como niño temes no ser querido igual si te comportas realmente como eres, temes no ser aceptado. Es muy difícil crecer con este sentimiento, creyendo que si eres verdaderamente tú mismo vas a ser rechazado. Y este temor no nace necesariamente dentro del ambiente familiar, al menos no en mi caso; el temor nace de la realidad que te rodea, de lo que ves en la sociedad: terminas pensando que si la sociedad rechaza determinadas conductas, tus padres indudablemente también las van a rechazar.

“Ellos creen que duermo / ellos no saben nada de mi cueva de feldespato / ellos no saben que bajo las sábanas se celebran grandes bailes / de carpa y candelabro”. Entre el niño y los padres hay un muro que separa dos vidas.

La orientación sexual es algo que surge, algo a lo que te enfrentas de golpe, de forma natural, sin que tú la decidas, y es algo que debes asumir y desarrollar: yo podía desarrollarla o a escondidas o dentro de mi imaginación. Todo lo que no podía hacer de cara al exterior lo hacía a través de la imaginación.

¿La imaginación fue el medio a través del cual comenzar a vivir y aceptar tu homosexualidad?

Sí, fue algo así. Cuando yo crecí no había apenas referentes de cultura homosexual, no había películas o series en las que se narraran relaciones homosexuales y, por tanto, la única opción era recurrir a la imaginación. Y para mí, sin duda, la imaginación fue crucial para inventarme un mundo que no existía para mí; escuchaba canciones y no hablaban de mí, veía películas y no hablaban de mí… Así que decidí imaginarme historias que sí hablaran de mí y de mi realidad. De pequeño las imaginaba y de adolescente empecé a escribirlas.

Óscar Espirita ha publicado este verano su primer poemario. El título no deja indiferente: ‘Niño marica’. A través de sus versos, Espirita narra la experiencia de un niño señalado con el dedo por desear cintas de gimnasia artística, por cruzar las piernas, por no jugar al fútbol. Lo que sigue es una interesante y valiente conversación con el autor en torno a lareivindicación de la pluma y la defensa de tantos niños cohibidos en su comportamiento para que no les llamen nenazas. No se trata de exigir aceptación, sino absoluta normalización y respeto.

Y el “niño marica” con los años se convierte en un “adolescente maricón”, un adolescente que descubre con entusiasmo y dolor la sexualidad, definida por Espirita como un regalo peligroso, un regalo que provoca tanto placer como profundo dolor y miedo. A través de su poemario, Óscar Espirita da la vuelta al término “marica”, lo vacía de su contenido despreciativo porque “nada hay de malo en ser homosexual”, porque en verdad “lo que envuelve la palabra marica es una realidad maravillosa”, es la realidad de quien ama a alguien de su propio sexo.

Siguiendo la tradición queer, Óscar Espirita da la vuelta al término, y en Niño Marica (ediciones Hidroavión) convierte el insulto en elogio y nos demuestra que lo verdaderamente insultante es aquel que mal utiliza las palabras para insultar y despreciar aquello que le resulta diferente.

En una entrevista en torno a tu poemario ‘Niño marica’ comentabas que a través de la escritura el término “marica” había dejado de ser un insulto para ti. Sin embargo, sigue siendo una palabra altamente despreciativa.

Para mí siempre ha sido una palabra difícil, una palabra que me ha provocado mucho dolor. Las primeras veces que escribía en el folio “niño marica” me resultaba una expresión fuerte y todavía hoy, habiendo ya terminado el poemario, me sigue resultando una expresión fuerte. Sin embargo, independientemente de esto, lo que yo he intentado hacer, retomando la tradición Queer, es coger el insulto y utilizarlo en mi favor, como algo positivo, para así desactivarlo. A fuerza de usar el término “marica” y de relacionarlo con elementos positivos, creo que sí es posible desactivarlo como término insultante.

¿Crees sinceramente que es posible que algún día el término “marica” se desactive y deje de ser percibido y utilizado como un insulto?

Es más fácil que esto pase dentro de ciertos movimientos culturales que de forma general: veo socialmente complicado que se extienda su uso positivo de forma amplia y generalizada, puesto que es todavía demasiado frecuente su uso como insulto. Yo trabajo como profesor y compruebo que es muy frecuente utilizar el término “marica” como agresión y creo que desgraciadamente se seguirá utilizando de esta manera. Sin embargo, sí creo que no se debe negar la posibilidad de desactivarlo en tanto que insulto, aunque no sea una desactivación completa.

No podemos obviar el hecho de que a través del lenguaje se expresa la homofobia, el racismo, el machismo… El lenguaje nunca es inocente.

Sí, esto es evidente, aunque creo que gestos como el mío pueden ayudar, al menos, a poner sobre la mesa esta cuestión. Los lectores entienden el uso y el motivo del uso de la palabra “marica” en el libro, entienden que se trata de describir una experiencia y sobre todo de asociar este término despectivo a cosas bonitas, se trata a fin de cuentas de utilizar el término con orgullo. Si te paras a pensar todo lo que envuelve la palabra “marica”, son todas cosas bonitas y cuesta pensar que alguien pueda ver como algo negativo el hecho de ser un niño marica: ¿qué tiene de malo jugar con muñecas, desear tener una cinta de gimnasia rítmica o cruzar las piernas? No tiene ningún sentido y no hay motivo algo de que todos estos deseos y preferencias sean motivo de mofa y de insulto. Hay que darse cuenta de que aunque muchos lo utilicen como insulto, todo aquello que envuelve la palabra “marica” es maravilloso.

“¿Ves cómo no fuimos tan distintos? / El agua hacía con nuestros cuerpos / lo mismo que nos hará el paso del tiempo”. Con estos versos pareces negar la diferencia que el niño homosexual vive.

Cuando eres niño y te llaman “marica” no se refieren tanto a una determinada orientación sexual cuanto a que tu comportamiento es distinto respecto al de los otros niños; subrayan que no te comportas como teóricamente se debería comportar un niño, sino que te comportas como una niña. Con estos versos lo que quería transmitir es la idea de que a pesar de las diferencias, los niños no dejan de ser niños: por mucho que yo me comporte de forma algo diferente, no dejo de ser un niño.

Los niños viven esta supuesta diferencia por cuestiones educacionales…

El problema es que la diferencia se señala, de ahí que muchos niños se reprimen y no se muestran tal cual son. Yo, de hecho, era un niño que me reprimía en mis comportamientos y la represión no es sino consecuencia del hecho de que te ponen la señal encima, te recriminan por tu actitud diferente. Existen recriminaciones explícitas, el “no te portes así” o el “no hagas esto”, pero existen, y son las más frecuentes, las recriminaciones sutiles, implícitas, aquellas que se realizan a través de una mirada o de los comentarios a la espalda. Son sutiles, pero son señalizaciones que, aunque seas un niño, entiendes y percibes.

En esta señalización se remarca siempre negativamente la actitud femenina del niño. ¿No crees que en este reproche, junto a la homofobia, hay un gran poso de machismo?

Sí, yo creo que es absolutamente así, pues ¿qué problema hay que me comporte como una chica? Se utiliza como un desprecio decir que un niño o un joven se comporta como una chica, como si el hecho de comportarse como una chica fuera algo negativo. Lo que sucede es que todavía hoy se considera que para un hombre el ser como una chica implica ser débil, frágil y se relaciona la “feminización” con elementos negativos. En el fondo, se trata de una cuestión de machismo, aunque tampoco hay que olvidar que a las chicas se les suele atacar definiéndolas despectivamente como “marimacho”, porque se considera que una mujer no puede adoptar características propias del hombre. Ambos casos responden a la necesidad de marcar la diferencia.

Se obliga a los niños a definirse en esquemas muy fijos de roles y actitudes.

Aún seguimos anclados en el rosa y en el azul, en este binarismo de género, y todo lo que se escapa de estas dos categorizaciones es señalado y es susceptible de ser objeto de mofa.

Se trata de un binarismo que no sólo exige determinarse en uno o en otro polo, sino que borra todos los posibles matices que pueden definir a la persona.

Todo lo que sale de estos esquemas es señalado y, como profesor que trabaja diariamente con niños, te puedo decir que este binarismo sigue estando muy presente. Basta ver un catálogo de juguetes: todavía hoy sigue habiendo la parte rosa y la parte azul, todavía hoy los niños son fotografiados jugando con coches y las niñas con muñecas. En una ocasión, para ponerte un ejemplo, mi sobrino deseaba una casita, pero como se trataba de un juguete catalogado como “para niñas”, entonces lo rechazó porque precisamente “era de niñas”. Este rechazo de mi sobrino es la prueba de que los niños, desde muy pequeños, perciben que se les impone unas diferencias y que si eres niño hay cosas que no puedes hacer porque son “cosas de niña”.

Estamos hablando de los niños, pero ¿no deberíamos poner el foco en los adultos? A fin de cuentas, el niño imita la conducta de los adultos.

Los niños actúan a partir de lo que ven, intentan moverse sin ser dañados y, por tanto, escapan de toda posible conducta que pueda ser criticada. Es fundamental que desde los adultos se deje de utilizar este binarismo y se amplíen las miradas; es necesario romper con la idea de que existen unos comportamientos ligados a los hombres y unos comportamientos ligados a las mujeres.

¿Crees que todavía hay muchos padres que temen que sus hijos no respondan a estos esquemas impuestos?

Las madres asumen y entienden con más facilidad que su hijo no responda a lo que se supone que es la norma; a los padres les cuesta más. Con lentitud, cada vez más los padres tienen menos reservas y dejan que sus hijos elijan sus propios juguetes, independientemente de si son niños o niñas. Pero es un proceso muy lento y muy dispar, porque depende muy mucho del ambiente social: yo he trabajado en colegios de curas y allí encuentras una mentalidad más tradicional y completamente distinta a la mentalidad que puedes encontrar entre los padres de un colegio público.

En relación a los padres, en el poemario describes cómo el niño se siente cohibido incluso en el ambiente familiar.

En la infancia yo me he sentido cohibido, a pesar de que mi familia no era particularmente tradicional. Lo que sucede es que tú como niño temes no ser querido igual si te comportas realmente como eres, temes no ser aceptado. Es muy difícil crecer con este sentimiento, creyendo que si eres verdaderamente tú mismo vas a ser rechazado. Y este temor no nace necesariamente dentro del ambiente familiar, al menos no en mi caso; el temor nace de la realidad que te rodea, de lo que ves en la sociedad: terminas pensando que si la sociedad rechaza determinadas conductas, tus padres indudablemente también las van a rechazar.

“Ellos creen que duermo / ellos no saben nada de mi cueva de feldespato / ellos no saben que bajo las sábanas se celebran grandes bailes / de carpa y candelabro”. Entre el niño y los padres hay un muro que separa dos vidas.

La orientación sexual es algo que surge, algo a lo que te enfrentas de golpe, de forma natural, sin que tú la decidas, y es algo que debes asumir y desarrollar: yo podía desarrollarla o a escondidas o dentro de mi imaginación. Todo lo que no podía hacer de cara al exterior lo hacía a través de la imaginación.

¿La imaginación fue el medio a través del cual comenzar a vivir y aceptar tu homosexualidad?

Sí, fue algo así. Cuando yo crecí no había apenas referentes de cultura homosexual, no había películas o series en las que se narraran relaciones homosexuales y, por tanto, la única opción era recurrir a la imaginación. Y para mí, sin duda, la imaginación fue crucial para inventarme un mundo que no existía para mí; escuchaba canciones y no hablaban de mí, veía películas y no hablaban de mí… Así que decidí imaginarme historias que sí hablaran de mí y de mi realidad. De pequeño las imaginaba y de adolescente empecé a escribirlas.

Óscar Espirita.

Óscar Espirita.

Por tanto, crees que la presencia pública de referentes hoy en día ayuda especialmente a los adolescentes homosexuales a aceptar su condición y vivirla con mayor libertad.

Estoy seguro de que la presencia pública de referentes debe ayudar muchísimo, ver modelos de conducta sana es esencial. Cuando yo era adolescente, dichos modelos de conducta sana eran casi inexistentes: la primera película que yo vi con un protagonista homosexual era Philadelphia, donde se narra la muerte de un hombre por sida. En literatura, lo que leía era a Jean Genet o a Cocteau, autores magníficos que, sin embargo, en sus narraciones te llevan a los extremos de la conducta humana. De ahí que para mí era fácil relacionar mi realidad con un mundo sórdido. Hoy, por el contrario, es posible acceder a una gran cantidad de material que transmite una visión sana de lo que es la homosexualidad.

E Internet, ¿qué papel ha jugado en el proceso de visibilización de nuevos referentes?

Ha sido muy importante la irrupción de Internet, puesto que consigue que las minorías se unan aun estando lejos o aisladas en pequeñas ciudades y consigue que, por ejemplo, alguien pueda ser un marginado en clase pero una estrella en Internet. Hay youtubersadolescentes que hacen gala de su pluma  a los que empecé a seguir al escribir el libro, que tienen millones de seguidores e incluso son apoyados públicamente por grandes estrellas como Lady Gaga; te pongo como ejemplo a Lohanthony, que tiene un millón y medio de seguidores. Este chico ha hecho de su diferencia, de su feminidad, una bandera, y me parece un ejemplo perfecto de lo que reivindica Niño marica. En parte se ha terminado aceptando al colectivo siempre y cuando consigan mimetizarse con la heteronormalidad, siempre que no llamen demasiado la atención; he escuchado un montón de veces cómo me decían: “A mí los homosexuales que son así como tú no me importan, pero con las locas no puedo”. La pluma es rechazada incluso dentro del colectivo homosexual, los perfiles de las páginas de contactos piden que no se tenga pluma. ¡Me encantaría que con Niño Marica la gente consiguiese reafirmarse  y aprendiese a valorar su diferencia!

Resulta, sin embargo, paradójico que la mayor presencia pública de referentes sea paralela a un auge de la homofobia entre los más jóvenes.

Lo que sucede es que en las aulas no se habla de la homosexualidad; yo no me canso de repetir que es imprescindible que en los libros de texto de los niños aparezcan representadas familias homosexuales con total normalidad; es necesario que a los niños se les lean cuentos y se les enseñen películas en los que haya personajes homosexuales porque, de lo contrario, la homosexualidad seguirá apareciendo como algo extraño, como algo de lo que no se debe hablar. Si no se cambia el modelo educativo de los más pequeños, poco se puede hacer en la adolescencia para combatir la homofobia: los adolescentes no homosexuales viven al margen de esta realidad, siguen sin acceder a materiales como películas o libros que hablen del tema y, si no la condenan, la viven desde la indiferencia.

Si antes decíamos que había que poner el foco en los adultos, ahora podríamos decir que hay que poner el foco en la educación de la comunidad heterosexual para que consuman dichos materiales a los que aludes.

Exacto, hay que poner el foco en los niños y sobre todo en los adultos heterosexuales. Yo nunca he tenido ningún problema cuando he dicho que soy homosexual, pero creo que todavía hoy para muchos heterosexuales la cultura homosexual es una cultura ajena y, por ello, se sigue preguntando a los niños si tienen novia y a las niñas si tienen novio; en ningún momento se piensa que puede haber otras opciones. Aquí es donde hay que atacar el problema para que se asuma como algo habitual el hecho de que hay otra forma de amarse y otras formas de relaciones.

Un amigo homosexual me comentaba que el término “aceptación” que utilizan muchos heterosexuales para referirse a la homosexualidad es la prueba evidente de la falta de normalización.

A mí el término “aceptación” me pone muy nervioso, porque yo no quiero que me acepten, yo no necesito la aceptación del otro, necesito el respeto. La aceptación implica un proceso de acogimiento, incluso de relajación frente a un determinado hecho, la aceptación implica siempre que hay un problema que debe ser asumido. Y en el tema de la homosexualidad no hay problema alguno.

El poemario, dividido en dos partes, pasa de ‘Niño Marica’ a ‘Adolescente Maricón’, en el que se describe no muy amable el descubrimiento de la sexualidad.

Cuando llegas a la adolescencia te das cuenta de que el apelativo “marica” que te ha acompañado desde la infancia tiene que ver con el hecho de que te gustan los chicos, algo que no está del todo bien visto por mucha gente. El adolescente se da cuenta de que está descubriendo algo maravilloso como es el deseo y la atracción sexual, pero a la vez percibe este descubrimiento como algo doloroso; yo, de hecho, en el poemario defino el deseo sexual como un regalo peligroso: es algo que seduce, pero que muerde. De adolescente observaba cómo cuando se veía un beso entre dos hombres en televisión, el comentario de algunos miembros de mi familia era “¡qué asco!”, y recuerdo especialmente una experiencia en el cine: fui a una sala con un par de amigas a verKrampack. La sala estaba llena de adolescentes y lo que viví allí fue horrible, porque, por un lado, me sentía identificado con la película e incluso sentía placer erótico por lo que estaba viendo, y, por otro lado, era testigo de cómo la sala empezaba a gritar “maricones” en contra de los protagonistas. Ante esto, lo que te surge es temor al rechazo, vives la sexualidad de forma muy problemática.

En cierta manera este temor lleva a preguntas del tipo de: ¿por qué me ha tocado a mí?, ¿por qué yo no soy como los demás?

Es terrible, sobre todo porque son preguntas que no tienen ni sentido y ni motivo de ser. ¿A quién le importa lo que a mí me gusta? Con el paso de los años, me ha dado rabia haberlo pasado tan mal durante esos años y, precisamente por esta rabia, he escrito el poemario: con Niño marica he querido hacer algo bonito de toda aquella experiencia, necesitaba desprenderme de todas aquellas cosas negativas que estaban ligadas a algo, la homosexualidad, que sin embargo es maravilloso.

“Era tan fácil cuando aún podíamos tocarnos”, escribes remarcando una vez más el dolor que supone el descubrimiento de la sexualidad.

En la adolescencia, abrazarte con un chico o tocarte significa otra cosa, ya no es tan inocente como en la infancia. La adolescencia es aquel momento en el que te das cuenta de que tu amigo, con el cual has jugado hasta ahora, ya no es sólo un amigo, porque hay algo en su mirada y algo en la tuya que hace que ni él ni tú seáis los mismos de antes.

Y respecto a la mirada, escribes: “Soy invisible a los ojos / de los hombres a los que amo”.

Creces con la sensación de que estás absolutamente solo y que eres el único homosexual; los chicos que te gustan forman parte de tu grupo de amigos y la mayoría son heterosexuales, así que la posibilidad de elegir es poca. Y esto se acrecienta en las pequeñas ciudades: te conviertes en invisible porque los demás chicos no te ven desde una perspectiva sexual, que es como tú sí que los ves a ellos.

No crees que, junto a la invisibilidad, por cuestiones de perspectiva sexual, se añade una invisibilidad motivada; todavía hoy hay lectores que, ante libros de temática LGTBI, se sienten incómodos. Todavía la cultura LGTBI no cala en la formación del heterosexual.

Para una persona homosexual es normal crecer y formarse con libros y películas que reflejan la realidad heterosexual y, sin embargo, parece ser que para enfrentarte a un libro de temática homosexual debes ser homosexual. Y no nos damos cuenta de que el lector se abstrae de la historia y se queda con los sentimientos y con la idea que sustenta la historia: cuando yo leo o veo películas que gravitan en torno de personajes heterosexuales me identifico y me emociono, porque voy más allá de la historia. Las historias son concretas, pero las emociones son universales, de ahí que la tendencia sexual de los personajes sea lo de menos. Sin embargo, sí es cierto que hay un rechazo frontal por parte del público heterosexual ante la ficción homosexual y, al final, lo que se consigue es que la literatura LGTBI se circunscriba a un gueto.

De hecho, ‘Niño Marica’ puede leerse también como la experiencia de un niño que sufre el aislamiento y una experiencia similar a la del ‘bulling’, que no tiene que ver únicamente con la homofobia, sino con el racismo o con el desprecio, por cuestiones físicas o estéticas, por el diferente.

Yo no he sufrido un verdadero bulling tal y como se lo define hoy en día. Mis compañeros de clase se metían conmigo, me llamaban “marica”, pero no era algo muy patente. He sufrido alguna agresión, pero fueron excepciones. De hecho, con el libro, más que debulling así entendido, quería hablar de la represión que un niño siente por el ambiente y la realidad que le rodea y por la conciencia de que lo que él tiene es algo malo. Yo, como te decía, disimulaba y me cohibía, pero veía chicos mucho más afeminados a los que se les pegaba porque resultaban mucho más visibles. Verlo resultaban violento porque te hacía temer todavía más, tenías miedo a ser descubierto y conseguía que te cohibieras aún más.

Pero no podemos pensar sólo que el ‘bulling’ se define por la violencia física: el insulto, el aislamiento, la mofa son también formas de violencia.

Sí, es verdad. Lo que sucede que el término bulling remite a la agresión física, pero sí es cierto que la violencia y la represión se ejercen de formas distintas.

De ahí, el miedo a reconocer pública y abiertamente la propia orientación sexual…

Sí, además, con Niño Marica quería plantear que definir a los niños desde muy pequeños por sus gustos y actitudes puede llevar a grandes errores. Ser niño marica no impide ser de mayor un adolescente y un adulto heterosexual; hay mucha gente que tiene pluma y es heterosexual y para ellos es un absoluto martirio que constantemente se esté dudando de su heterosexualidad. Pienso en casos como el de Mario Vaquerizo, porque debe de ser muy duro que constantemente se ponga en cuestión tu tendencia sexual por tu forma de comportarte o por tu amaneramiento.

En este sentido, son interesantes los ‘queer estudies’ al replantear categorías como la del género y la tendencia sexual.

Yo sigo bastante los queer studies, me interesan particularmente en tanto que desmontan la definición de hombre y mujer y sus supuestos comportamientos. Los queer studiesparten de la idea de que la identidad de género es una construcción social como también lo son los comportamientos sociales que adopta cada uno de los dos géneros. A mí me parece fascinante lo que se propone desde estos estudios, pero la sociedad está tan lejos de todo lo que ellos proponen que resulta muy difícil que estas teorías calen.

Yo no me imagino a la sociedad en tropel leyendo a Judith Butler.

No, desde luego que no.

Ojalá…

Ojalá algún día.

“El placer sexual no se obtiene con pastillas, hay que construirlo”

Palenzuela, en la consulta que tiene en la calle Loiola de Donostia

Palenzuela, en la consulta que tiene en la calle Loiola de Donostia. / Usoz

La aprobación en EEUU de la llamada ‘viagra femenina’, que se venderá bajo el nombre comercial de Addyi, ha causado un enorme revuelo, aunque ginecólogos y expertos no han tardado en rebajar las expectativas. La psicologa clínica y sexóloga Elisa Palenzuela lo tiene claro: para que las mujeres tengan la libido sexual alta deben trabajarlo. ¿Cómo? Potenciando el imaginario erótico, conociendo su propio cuerpo y siendo conscientes de que ellas son las únicas responsables de su capacidad de goce en las relaciones íntimas. Por eso, Palenzuela considera que la ‘píldora rosa’, que supuestamente aumenta el deseo sexual, “no puede potenciar” ese apetito.

Antes de nada, ¿cree que habrá mujeres que se ruboricen al leer esta entrevista?

Depende de la edad, aunque no deberían.

¿A qué se refiere?

Las mujeres arrastramos la herencia del pudor. La educación que hemos recibido y la moral cristiana ha hecho que nos ubiquen solamente en el papel de mujeres madres. El sexo, antes, era algo inconcebible de tratar.

¿Somos entonces las grandes olvidadas en temas sexuales?

La mujer fue la gran olvidada en el ámbito sexual. Digamos que nuestro desempeño en el sexo estaba solamente volcado a procrear, pero llevamos mucho tiempo, alrededor de 70 años, que esta tendencia ha ido cambiando.

¿A qué se debe esa vuelta de tuerca?

Creo que la aparición de la píldora anticonceptiva en la década de los 60 fue un hito para la liberación sexual de la mujer. Desde aquel momento hemos avanzado a pasos agigantados.

“Ahora las mujeres llevan las riendas de su sexualidad”

¿Las mujeres se preocupan ahora más por sus relaciones íntimas?

Llevo 26 años con mi consulta abierta y he visto la evolución. Ahora las mujeres llegan con mucho más interés, dominio y control. Ahora son ellas las que llevan las riendas de su sexualidad y su placer, y eso me parece un síntoma evidente de que las cosas han cambiado, y mucho.

Desde luego. Hasta las farmacéuticas se han hecho eco últimamente de sus menesteres para que el sexo de las mujeres sea totalmente óptimo.

¿Hablas de la ‘viagra femenina’?

Efectivamente.

Lo siento, estoy en desacuerdo con medicalizar el sexo.

¿Por qué? Se supone que ayudará a todas aquellas mujeres que tengan el apetito sexual por los suelos. ¿No es un avance?

Vamos a ver. ¿Qué medicamento es capaz de potenciar una fantasía sexual a través de la química? Ninguno. Es imposible. La píldora rosa está basada en compuestos químicos que tienen que ver con los antidepresivos. Obviamente, si una mujer está angustiada por no poder tener relaciones sexuales está sufriendo, y cualquier médico puede recetarle un antidepresivo, pero creo que no es el remedio.

¿Cuál es el remedio entonces?

Trabajar nuestra sexualidad desde jóvenes. Potenciar el imaginario erótico, ser capaces de conocer qué nos puede ofrecer nuestro cuerpo.

¿Eso no se soluciona con la masturbación?

Desde luego que sí. Yo soy muy favorable a que se trabaje la masturbación, porque te da herramientas y conocimientos de tu propio cuerpo, te da posibilidades de construir imágenes y de crear ese espacio en el imaginario erótico que hace falta para poder excitarse. Además, masturbándonos entendemos cómo se pone en marcha nuestro cuerpo, qué es lo que tenemos que hacer en un encuentro sexual y así saber compartir con otra persona la capacidad que una misma tiene de disfrutar.

Así que el placer sexual no se obtiene sin más.

Para nada. Hay que construirlo.

¿Ni siquiera con el amante más experimentado?

Puedes buscarte el amante más experimentado del mundo en el comportamiento sexual; pero si tú no eres capaz de potenciar el placer, olvídate.

El bajo deseo sexual femenino y la educación

¿Hay muchas mujeres que tienen ese problema, el tener un bajo deseo sexual?

La educación es la base de esta disfunción. La gente piensa que al placer se accede de manera natural, pero no es verdad. ¿Qué ocurre? Las mujeres no hemos tenido mucho acceso a cómo se construye el placer corporal, entonces, cuando llegan a una edad madura tienen un desempeño sexual evidente, porque no tienen construida esa parcela del deseo.

¿Sucede sólo con mujeres adultas?

El placer está garantizado en la fase del enamoramiento, en la fase de conquista, porque toda la ilusión la volcamos en disfrutar de nuestra pareja, y se disfruta de cualquier cosa, con los besos, con las caricias, incluso con el coito sin ser muy placentero en ese momento. Pero entonces, cuando pasa un tiempo, me encuentro con muchísimas mujeres en la consulta que me dicen ‘es que me he desenamorado’ o ‘es que ya no le deseo’. Y no es así. Lo que pasa es que no han experimentado el deseo, no han construido en su cabeza imágenes que les excitan. Y es importante hacerlo. Creo que las mujeres tienen un desierto en el tema del imaginario erótico.

Todo lo contrario que los hombres.

No tiene nada que ver. Los hombres tienen unos genitales externos y tienen una relación con ellos desde muy pequeños. Ellos acceden a la masturbación desde bien jóvenes, y entre ellos hablan incluso de eso. Cosa que las mujeres no. Por nuestra fisiología y anatomía, nosotras tenemos menos acceso y, además, culturalmente hemos estado muchísimo menos motivadas a hacerlo. Por eso se encuentran con una laguna, con un vacío que ya existía de antes, porque no se estaba llenando de contenidos. Eso sí, las cosas están cambiando.

¿Se refiere a las nuevas generaciones?

Sí, creo que la juventud se está desviando mucho de lo que es una sexualidad saludable. Ahora hay chavalitas jóvenes que se creen que por tener un desempeño sexual más desaforado, que por ser muy promiscuas y hacer cosas extravagantes a nivel sexual son capaces de hacer cualquier cosa. Ojo, son muy libres de hacerlo, pero se creen que tienen mayor capacidad sexual, y están equivocadas. Habrá mujeres que tengan un desempeño sexual muy activo, pero lo que tienen que tener muy claro es que son mujeres, y no tienen por qué imitar comportamientos masculinos, porque no somos hombres.

Los ‘picaflor’

¿Acaso debemos tener una actitud distinta ante sexo?

No digo eso, creo que la liberación sexual de la mujer es maravillosa y tiene que ser así siempre. Pero existen, sin discusión, comportamientos más varoniles. Llámale ‘picaflor’, estar cada día con una chica diferentes, la promiscuidad o tener ganas de hacerlo en cualquier momento. Todo eso tiene que ver con un comportamiento masculino.

Vamos, que la mujer es menos activa que el hombre.

Siempre se ha dicho eso, pero volvemos a lo mismo, es porque no se ha trabajado antes el deseo. A nosotras lo que nos transmiten nuestras familias sobre nuestras madres es todo lo que tiene que ver con la figura materna, no como una mujer sexuada. Tú no te imaginas a tu madre como la gran fulana que disfruta en la cama con tu padre. Desgraciadamente, aún hay muchas mujeres que tienen claro que el papel que tienen que desempeñar solo es el de ser madres. Es más, tengo pacientes que jamás se han mirado la vagina. Es increíble.

Pero existirán impedimentos biológicos, ¿no?

Claro que sí. Existe el vaginismo, la dispareunia… todo eso está relacionado con contracciones excesivas en la zona vaginal que impiden o dificultan una penetración. Durante mi desempeño profesional me he llegado a encontrar con una mujer que tenía una aversión hacia el sexo. Le daban asco los fluidos. Pero hazme caso, son porcentajes mínimos. La mayoría de personas con problemas para mantener una relación sexual se pueden tratar. ¿Cómo? Entrenándose.

¿Qué pautas les daría para aumentar la libido sexual?

Primero tienen que aprender que la responsabilidad de su placer es suya, esa es la primera premisa: cada uno es responsable de su capacidad de goce. Y lo que he comentado anteriormente: hay que trabajar el tema de las fantasías, tiene que adquirir la capacidad de excitarse y poder ser conscientes de cómo disfrutar a través de su cuerpo. Porque la única realidad es que somos seres sexuados.

“La desigualdad entre hombres y mujeres debe existir en el sexo”

Elisa Palenzuela insiste en la necesidad de trabajar las relaciones sexuales. Está convencida de que una persona que tiene buen sexo, simplemente es más feliz.

-¿El sexo da la felicidad?

Estoy convencidísima de que sí, pero a la inversa igual. Una persona que es feliz va a tener mejor sexualidad. Quien tenga un equilibrio emocional tiene muchísimas más posibilidades de tener una relaciones sexuales placenteras.

¿Hasta qué punto los trastornos psicológicos pueden afectar al sexo?

Cualquier disfunción psicológica va a afectar. Son dos cosas que no se puedes desligar. Cuando tú trabajas aspectos psicológicos estás también trabajando aspectos sexuales, y al revés. Tener el autoestima alto es clave.

Aunque no tengan un trastorno psicológico, ¿cree que hay mujeres que se han acomodado a vivir sin sexo?

Hay muchas, créeme. Muchas no han tenido experiencias y a día de hoy ya se plantean que no van a poder, se autoconvencen ellas mismas de que ya no necesitan el sexo. La actitud vaga ante el sexo, inevitablemente, existe.

¿Podemos experimentar hombres y mujeres lo mismo?

No. Porque tenemos un comportamiento sexual muy distinto. Las mujeres tenemos una vagina, por lo tanto tenemos una sexualidad receptiva, porque nos penetran, y el hombre tiene que construir una sexualidad proyectiva, porque el pene tiene que introducirse. Si nosotros no construimos una fantasía acorde a esos dos roles, vamos muy mal. Las mujeres tienen que luchar por obtener los mismos derecho que los hombre en el ámbito laboral, en lo social… pero en el sexo no. En el sexo tenemos que mantener cada uno nuestro rol, con sus diferencias.

En el béisbol y en el rugby profesional también hay gays

DEPORTES  David Denson y Michael Sam los primeros en salir del armario

  • Michael Sam (EEUU) y el británico Keegan Hirst han reconocido su condición sexual

  • Jugadores en activo en sus respectivas ligas, han contando con todo el apoyo

  • Quienes les precedieron tuvieron que dejar la competición

  • Los 50 homosexuales más influyentes de España

David Denson se convirti en el primer jugador de béisbol en activo de un equipo de la Major League de EEUU en salir del armario Instagram

David Denson se convirti en el primer jugador de béisbol en activo de un equipo de la Major League de EEUU en salir del armario Instagram

El día anterior a que David Denson se convirtiese en el primer jugador de béisbol en activo de un equipo de la Major League de EEUU en salir del armario, Michael Sam, el primero que lo hizo en la liga de fútbol americano, decidía alejarse de su carrera profesional por cuestiones de salud mental. Veinte meses de lucha en un mundo tan cerrado como el del deporte, todavía incapaz de gestionar la homosexualidad de sus jugadores, habían sido suficientes para disuadirle de sus aspiraciones. “Cuando salió del armario no tenía ni idea de lo que le esperaba”, aseguró el entrenador jefe de los Montreal Alouettes, el equipo de Sam. Y tenía razón. Sam había conseguido el apoyo de su equipo, el cariño de sus compañeros y la aceptación del público, que le paraba para darle la enhorabuena por su valentía, pero no fue suficiente. La presión pudo con él.

La valentía de Denson

El caso de Denson se parece mucho al de Michael Sam. Cansado de tener que vivir una doble vida, fue un compañero el que le dio el empujón que necesitaba para salir del armario. Sin querer, se dirigió a él con un apelativo poco cariñoso para referirse a los gays, cosa que sentó muy mal a Denson y le animó a sincerarse delante de sus compañeros. “No quería presionar a nadie”, asegura Denson. “Solo pretendo dar todo de mí en el deporte y ver hasta dónde soy capaz de llegar”. Cuando finalmente reconoció que era gay, tenía ya a todo el equipo prestándole atención. “Fue increíble”, declaró al Milwaukee Journal Sentinel, “saber que mis compañeros me apoyan en esta situación y que me juzgan como persona y no por mi sexualidad significa mucho para mí”.

Las ‘diferencias’ se pagan caras

El mismo fin de semana en que Denson hacía historia en la liga de fútbol americano, Keegan Hirst se convertía en el primer jugador en activo de la liga británica de rugby en reconocer públicamente su homosexualidad. El destino quiso que coincidieran dos jugadores en su momento álgido de gloria profesional y en dos deportes de gran repercusión mediática en sus países de origen y donde la imagen de macho resulta esencial. Un ambiente fervientemente masculino y competitivo en el que las “diferencias” se pagan caras.

No sería el primer caso de deportista que sale del armario y trunca su carrera profesional. El mismo ambiente en el que, paradójicamente, Hirst comenzó a sentirse libre.”Tuve una esposa e hijos. He sido constructor, portero y he trabajado en fábricas. ¿Cómo podría ser gay?”, se sinceró al Sunday Mirror. “La primera vez que me sentí libre de ese tormento fue cuando entré en un campo de rugby”.

“Al principio no podía ni siquiera pensar: ‘soy gay’. Ahora siento como si hubiese dejado escapar una bocanada de aire que lleva aguantando demasiado tiempo”. Hirst, criado en una región al sur de Leeds, se había dejado llevar por lo que la sociedad considera ‘normal’. “Con 16 años te obliga a tener una novia y acostarte con ella, sobre todo si eres jugador de rubgy. Me convencí a mí mismo de que no podía ser gay, de que era imposible“. Afortunadamente, un buen día tocó techo, se divorció de su mujer y decidió hacer frente a su nueva vida. “Ahora me siento libre”, declara con convicción. “Me siento cómodo en mi propia piel, probablemente por primera vez en la historia”.

Tanto uno como el otro han obtenido el apoyo de sus compañeros de equipo, de las organismos federados, de los hinchas y de la opinión pública, pero esto no es suficiente. Martin Owens, el fundador del primer equipo de rugby LGTB del mundo, tiene claro cuál es el camino. “Es estupendo que un deportista salga del armario, especialmente para que la gente joven puedan verse reflejada en alguien como ellos y darse cuenta de que pueden practicar deporte sin necesidad de esconder quiénes son en realidad”.

“Hay una vuelta al sexo de piel a piel; el condón se vive como un enemigo”

MARCO IMBERT ESCOBAR COORDINADOR DEL CENTRO PSICOSOCIAL BIDERATZEN

En la carpa instalada frente al Arriaga en Aste Nagusia, Marco Imbert, coordinador del centro Psicosocial Bideratzen, informa a jóvenes y mayores sobre los riesgos de practicar sexo no seguro

Imbert realiza junto con el Ayuntamiento de Bilbao programas preventivos para jóvenes

Imbert realiza junto con el Ayuntamiento de Bilbao programas preventivos para jóvenes. Foto Juan Lazkano (Juan Lazkano)

BILBAO– “Desde T4 hemos pensado y valorado dónde está y a dónde ha de ir la prevención. Creemos que debemos hablar más de una sexualidad saludable y para eso tenemos que entender cómo queremos vivir nuestra sexualidad, reconocer cada una de sus características y de sus particularidades ya que son individuales”, explica a DEIA Marco Imbert, coordinador del Centro Psicosocial Bideratzen y alma mater de la Carpa que en estos últimos años se instala cada Aste Nagusia bilbaina frente al Teatro Arriaga. En ella no solo ofrecen información sobre el sexo seguro y reparten preservativos, sino que también realizan un estudio entre chavales de 15 a 19 años para conocer sus conductas sexuales y su uso del preservativo.

¿Se puede disfrutar de una sexualidad plena sin dejarnos atrapar por el sida?

-Sí. El gran problema no solo del VIH, sino del resto de las infecciones de transmisión sexual (ITS) es que falta hablar de lo que es la sexualidad, pero desde el punto de vista práctico. Hablar de qué y cómo nos gusta hacerlo. A partir de ahi tener el tener el control de nuestras propias prácticas sexuales. Un sexo sentido, con placer, con deseo, con fantasía, con morbo, con nuestra propia erótica y desde esa mi forma de vivir y sentirlo tener el control para protegerme frente al VIH y las demás ITS. No solo poniéndome un condón, sino entendiendo por qué me lo coloco y disfrutando el momento de asumir mi sexo responsable desde una visión positiva, más placentera de mi reducción de riesgos en las prácticas sexuales, que son mías y como a mí me gusta tenerlas.

Quienes tienen ahora 50 años vieron los efectos del VIH. ¿Cómo podrían hoy visualizar nuestros jóvenes las consecuencias del sida?

-Más que impactar tendríamos que hablarles sinceramente de lo que es el sida. Frente a la visión antigua de meterles el miedo en el cuerpo está el advertirles de las nefastas realidades que conlleva que el virus te atrape; de la discriminación que continúan padeciendo los pacientes con VIH; ir desgranándoles los aspectos negativos a los que se tienen que enfrentar a diario los seropositivos, porque el sida es una dolencia grave.

El que el sida hoy en día no sea una enfermedad mortal de necesidad, ¿hace quizás más difícil empujar a los jóvenes a prevenirse?

-Socialmente el VIH se ha normalizado mucho más desde el momento en el que lo calificamos como una dolencia crónica; sabemos que hay tratamiento. Si eres un joven que no ha vivido la década de los 80-90 todos estos mensajes te hacen relativizar el riesgo; no se ve el sida como una cosa tan negativa. Los hombres jóvenes que practican sexo con hombres o jóvenes en general tienen la percepción de que contagiarse no es para tanto. Saben que hay una pastilla y que serán enfermos crónicos. Se habla mucho de que la calidad de vida es positiva, pero no de los costes económicos y sobre todo sociales.

¿Los jóvenes son conscientes de que el VIH condicionará toda su vida?

-Las personas nos agarramos a lo positivo. Si nos están diciendo que es una dolencia crónica, que tiene tratamiento y que a corto plazo puede existir una vacuna…. lo que hacen es bajar la guardia. No son conscientes de que al infectarse cambiará su vida para mal; afectará a su relaciones, a sus proyectos vitales de pareja, etc.

Me sorprende que muchos jóvenes sigan asociando el VIH con la homosexualidad.

-La realidad nos dice que hoy en día la incidencia mayor a nivel mundial sigue siendo en hombres que tienen sexo con hombres. Esto desde el punto de vista del heterosexual le aleja de la prevención porque le hace percibir una falsa seguridad. Cree que es algo que les sucede solo a los hombres que tienen sexo con hombres y que no va con los heteros.

¿Es el mismo argumento utilizado para no usar el preservativo?

-Sí. Cuando llegan a Bideratzen nos suelen decir: yo tengo sexo con un heterosexual; yo hago una penetración vaginal y no tengo riesgo. Cuando les explicas que también están expuestos a contraer el virus porque hay mujeres y hombres bisexuales infectados la cosa cambia. Además, no solo está el VIH. Hoy en día, más que el no uso del condón el gran problema son las nuevas infecciones.

¿Cuáles?

-En la población general hay una gran prevalencia de sífilis, gonorrea y clamidia; lo grave es que está demostrado que son la antesala del sida.

Barato, fácil de encontrar ¿ por qué solo 1/4 parte de los jóvenes utilizan el preservativo en sus relaciones?

-Tanto en la población heterosexual como en el mundo de hombres que tienen sexo con hombres jóvenes vemos que hay un doble lenguaje; un discurso de querer volver a vivir la sexualidad natural, a no tener elementos extraños, ajenos como el condón.

¿Se vuelve al sexo que se practicaba antes de la llegada del sida?

-Sí. A los tiempos en los que el preservativo se usaba solo para evitar la procreación; hay una vuelta al sexo natural. El condón se vive como un enemigo, como algo incómodo; algo molesto; en Bideratzen nos comentan que no sienten lo mismo cuando se lo ponen. Buscan argumentos por el que no lo usaron. En el fondo subyace el querer vivir el sexo de piel a piel.

La juventud va ligada al riesgo, a la adrenalina, pero ¿cómo explicarle que esta adrenalina no vale un real?

-En los talleres y charlas que impartimos con el Ayuntamiento de Bilbao hemos dado un giro al hablar de la sexualidad. Porque es un acto que es impulsivo y como tal muchas veces se refuerza en ciertas sustancias estimulantes para desinhibirse, para querer estar a tope, darlo todo. Hay que explicarles y enseñarles a tener el control de lo que a ellos les gusta hacer y que les hagan. El poder hablar sin tapujos y desde la verdad les hace empezar a darse cuenta e identificar donde está el riesgo.

Porque el riesgo está en la práctica.

-Sí. Deben ser conscientes de que si caen en el error de utilizar sustancias -alcohol u otras drogas – para buscar falsos estímulos y sensaciones descubrirán el subidón del momento, pero luego les vendrá lo que les vendrá. Entrarán en la montaña rusa del sube y baja.

¿Qué hacer para que los jóvenes no vean el condón como un enemigo?

-Hablando claramente con los chicos y chicas sobre lo que les gusta hacer; así es la mejor forma de reducir los contagios de ITS. Si los chicos y chicas se sienten dueños de sus prácticas sexuales; si ven que manejan la situación lo harán con control, sin miedo, sintiéndose seguros en el momento de practicar su sexo. En esa seguridad ellos ven el preservativo como algo más positivo, no como algo impuesto.

Este padre te pregunta cómo te sentirías si tu hijo prefiere una muñeca a un robot

El vídeo de un padre estadounidense celebrando con naturalidad la decisión de su hijo alcanza los 16 millones de reproducciones

Azai, un niño de cuatro años que vive en California junto a sus padres y su hermano pequeño, había celebrado recientemente su cumpleaños. Durante la fiesta recibió dos regalos exactamente iguales. Para devolver y cambiar uno de ellos, su padre le llevó el pasado viernes a una tienda de juguetes. Cuando el niño tuvo que elegir, eligió a Ariel, la sirena de melena pelirroja de Disney. “¿Cómo creéis que un padre se siente cuando su hijo (varón) elige esto?” pregunta su padre mirando a cámara mientras el niño ríe junto a él y grita ¡Síííí!. Y se responde así mismo: “adoro que mis hijos elijan su vida. Así es como somos, simplemente decimos ¡Síííí! Elige esta muñeca, elige como te expresas, elige lo que te gusta, elige tu sexualidad, elige lo que sea.”

Mikki Willis, el director de fotografía estadounidense que protagoniza el vídeo, decidió grabar el momento vivido con su hijo y compartirlo en su perfil de Facebook, donde le siguen unas 40.000 personas, y donde habitualmente comparte de forma pública el día a día de su familia.  El momento, lleva más de 16 millones de reproducciones en la red social, a las que hay que sumar las de su canal en YouTube donde ya supera el millón. El vídeo, a su vez, ha sido colgado en numerosas webs estadounidenses y compartido por figuras conocidas como la presentadora Ellen DeGeneres, que publicó la historia en su Twitter.

La reacción de Willis invita a reflexionar sobre un asunto controvertido, el de los estereotipos de género a la hora de elegir los juguetes de los niños. Él mismoindicaba después, una vez conocido el alcance del vídeo, que puede servir “de recordatorio a lo necesario que es que todos seamos aceptados y respaldados”.Como ya explicábamos en este artículo sobre el uso de los colores azul y rosa, las distinciones de sexo en el ocio de los niños tienen mucho que ver con las convenciones sociales y los comportamientos aprendidos.

Estos especialistas en psicología y pedagogía infantil recomiendan que los juguetes sean “estimulantes y variados” y que a través de ellos ofrezcamos a los niños “las mismas posibilidades de desarrollarse plenamente como seres íntegros e independientes”. También aportan algunos consejos sobre cómo actuar si un niño no elige lo que se le presupone por tradición “no se trata de imponer un juguete o de prohibirlo, lo importante es ofrecerles nuevos patrones y modelos de relación entre géneros, ya que el problema radica en considerar espontáneo o innato algo que es aprendido”.

Las pasadas Navidades, la cadena de jugueterías Toy Planet publicó en España un catálogo no sexista en el que aparecían niños jugando a las cocinitas y niñas con camiones. Ya había ocurrido antes en Suecia, donde Toys’r’us modificó el suyo “para adaptarse al debate sobre género” que se estaba produciendo en el país nórdico. Las críticas por sexismo han afectado también a marcas como Lego, que creo una línea de mujeres científicas después de que se hiciese pública la carta de una niña en la que se quejaba porque las figuras femeninas no tenían trabajos y ‘solo se dedicaban a estar en casa’.

En la historia que ha inspirado este vídeo, cuenta Willis, el conflicto no vino dado porque el niño eligiese una muñeca en lugar de un coche – “sinceramente, no me sorprendió en absoluto. Azai se siente igualmente fascinado por princesas que por robots” – sino por el tipo de muñeca ‘poco realista’ que había llamado su atención “no quiero que mis hijos den por hecho que el cuerpo de una mujer debe ser como el que proyectan las Barbie. Mi trabajo como padre es ofrecerles un ambiente de juego seguro, independientemente del juego que elijan, o incluso aún mejor ¡qué creen sus propios juegos!”