«LAS AMIGAS DE MI HIJA YA SABÍAN QUE ERA UNA NIÑA»

Hay niñas con pene y niños con vulva. Puede que para muchos sea una contradicción, pero hay quien lo tiene muy claro. Esta será la primera generación de niñas y niños en situación de transexualidad que podrá vivir como son, sin que nadie se lo cuestione ni una vez más.

2016-03-21, Donostia. Chrysallis elkartearen inguruko elkarrizketa. 21-03-2016, San Sebastián. Entrevista en torno a la asociación Chrysallis. Aingeru MAYOR

Chrysallis. Aingeru MAYOR

La hija pequeña de Aingeru Mayor lo tenía claro desde que aprendió a hablar. Ella era una niña, una niña con pene. «Apo no, apa», les dijo una vez a sus padres antes de que supiera hablar bien. Ese fue el primer signo que recuerdan sus padres, aunque en ese momento no le dieron importancia. Mayor y su pareja pensaban que tenían una niña –que ahora tiene 13 años– y un niño –que ahora tiene 8–, pero estaban equivocados: tienen dos niñas. Cuando la menor cumplió 7 años decidieron dar el paso de presentarla como lo que siempre ha sido. Mayor es sexólogo y esto le ayudó a comprender mejor esta situación, pero como a cualquier padre, le costó.

Él es el presidente de la asociación Chrysallis en Euskal Herria, que desde hace un año presta apoyo a las familias. La información abre las puertas de una vida mejor a esos niños que ven como, de repente, les encajan todas las piezas. «Si cuando un niño empiezan a trasladar su disconformidad porque los demás le llaman ‘niña’ y él dice ‘yo no soy niña, soy niño’, habitualmente se les corrige: ‘tu no puedes ser un niño porque no tienes pene’. A partir de ahí comienza el malestar con sus cuerpos, cuando los demás les niegan lo que son por lo que tienen entre las piernas», asegura el sexólogo.

La forma más efectiva para saber si los pequeños son niños o niñas es escucharles. «Hay niños a los que les gusta ponerse vestidos de princesa, pero tienen claro que son niños. No dicen que son niñas. A veces lo que sí dicen es ‘me gustaría ser una niña’, y si dicen eso es porque la gente les mira mal, así que lo que quieren es que les dejen en paz», explica. Por el contrario, una niña con pene dirá que es niña, no que le gustaría serlo. «Es muy importante explicar que hay niñas que tienen pene y niños que tienen vulva, porque si un niño al que le gusta ponerse vestido lo escucha no le dará importancia, en cambio si lo escucha un niño o una niña en situación de transexualidad se le dibuja una sonrisa enorme en la cara porque se identifica», asegura.

Los niños lo entienden muy bien

El transito suele hacerse poco a poco, no porque sea mejor para los niños sino porque para los padres no es fácil de sobrellevarlo. «Ellos quieren que sea rápido porque es como poder respirar, porque cuando no pueden ser quien son se sienten ahogados», comenta el padre. A la hora de hacer frente al día a día es importante enseñarles que «son diferentes porque todos lo somos». En el caso de la familia Mayor, ponen en valor las diferencias de cada uno. Así, a su hija pequeña le dicen que ella tiene la suerte de poder orinar de pie y que eso es algo que muchas mujeres desean.

En cuanto al resto de la gente, quienes mejor se toman los cambios son los niños. «Las amigas de mi hija ya sabían que era una niña, lo que pasa es que todos la presentábamos como un niño. Cuando dijimos que era una niña les cuadraba más porque ella se expresaba como una niña». Como anécdota, cuenta que cuando decidieron dar el paso de hacer público que su hija era niña hicieron una reunión con los padre del colegio. Una madre se le acercó y le dijo: «No hace falta que a mi me digas nada. Mi hija un día me dijo, ‘ama, que sepas que hay algunas niñas que tienen pene’».

Si tienen que dar un toque de atención a alguien es a las administraciones. Tanto Nafarroa como la CAV fueron pioneras a la hora de establecer leyes que amparan a las personas transexuales a nivel estatal y europeo, pero estas necesitan ser revisadas. En ese sentido, Lakua prometió en 2012 un documento acreditativo donde saldría el nombre y el sexo de los niños, para que cuando vayan, por ejemplo, a apuntarse a la piscina no tengan que dar explicaciones. Recientemente se han topado con que el carnet solo incluirá el nombre, por lo que no les sirve para nada.

‘Quiérete mucho…’, un manual de éxito para homosexuales

Gabriel J. Martín, autor de 'Quiérete mucho, maricón'

Gabriel J. Martín, autor de ‘Quiérete mucho, maricón’. BERNARDO DÍAZ

“Cada vez que un personaje famoso dice: ‘Soy una persona que se enamora de personas’, muere un gatito, se le cae un diente al hada de las obviedades (¿acaso las demás personas nos enamoramos de farolas? y, lo que es peor, da una vuelta más a la cerradura de algunos armarios”. Lo de enamorarse de personas se dice, se lee y se escucha a menudo. El resto es aportación de Gabriel J. Martín, pionero de la psicología gay afirmativa (gay affirmative psychology) en el mundo hispano, que acaba de publicar un extenso (527 páginas) “manual de éxito psicoemocional para hombres homosexuales”. Ni más ni menos.

Pero antes de llegar a esa aclaración técnica está el título, mucho más ilustrativo que cualquier explicación. El libro se llama Quiérete mucho, maricón. Directa y sin medias tintas, la frase define la filosofía de vida del autor, que quiere reforzar la autoestima de los gays y, además, establece un guiño cómplice con el colectivo al utilizar una palabra “a la que hemos quitado la connotación negativa e insultante y la convertimos en un apelativo cariñoso”.

¿Qué esconden las páginas de este manual? Pues un cóctel bien mezclado de historia de la homosexualidad, ciencia sobre si el gay nace o se hace, qué significa ser homosexual, cómo se asume esta condición, qué secuelas deja la homofobia, cómo disfrutar de la sexualidad con diversión y precaución, un recorrido por las ITS (infecciones de transmisión sexual), información para desenvolverse en el ambiente gay, la aportación de las nuevas tecnologías a la hora de ligar y un poco de jerga de “culturilla marica”. Todo en tono desenfadado pero con muchos datos y referencias científicas y salpicado por textos de García Lorca, Gustavo Adolfo Bécquer, Luis Cernuda o Jaime Gil de Biedma, entre otros.

Gabriel J. Martín habla con pasión del libro, de su trabajo, de la vida. Y toca con naturalidad el sexo y los tabúes que le rodean. Gaditano residente en Barcelona, cuenta a EL MUNDO que lo único que ha hecho ha sido “aplicar una corriente psicológica que está muy extendida en otros países. Me daba rabia que no tuviéramos nada parecido aquí. Pero yo no me he inventado nada. Esto empezó en los años 70. Yo creo que nacimos al mismo tiempo la psicología afirmativa y yo”. Se trata de una línea de trabajo que ayuda a los pacientes gays a asumir su homosexualidad y vivirla con naturalidad y gozo.

El mensaje va para quienes le acusan de haberse montado un “chiringuito gay”. “Ya estaba todo creado, yo sólo le he dado forma y lo he traído a España”, afirma. No hay más misterio.

Está acostumbrado a los ataques “porque aún hay mucho homófobo”, y destaca que hoy en día todavía es “muy complicado ser gay en determinados entornos -el mundo del fútbol, del toro…-“. Le da igual que le acusen de subirse al carro del “lobby rosa”, porque afirma, con convicción, que esta obra era “necesaria” y “es muy útil para todos los homosexuales y sus familias”.

Algunos puntos que deja claros en el libro son los siguientes: “Ser gay tiene que ver con de quién te enamoras, no con quien te acuestas”. “La homosexualidad es innata y por eso está omnipresente en la naturaleza y en la historia”. “Al contravenir manifiestamente las leyes del aprendizaje es imposible que la homosexualidad sea adquirida. Es innata y biológica”.

Y, para los que dicen que es algo elegido… narra: “claro, y por eso te dejas ahorcar en Arabia Saudí o en Irán o apedrear en Rusia. Eliges ser gay para que los niños del colegio te peguen y te insulten, para que tu padre se avergüence de ti, para que tu madre calle cuando las vecinas le pregunten si ya tienes novia… Eso no es ser maricón, ¡eso es ser un tocapelotas! ¿Podría existir algo más estúpido que creer que alguien podría elegir un ‘estilo de vida’ que le pone en el punto de mira de todas las agresiones?”

¿Por qué este libro?
Viene un poco por mi trayectoria. Yo cuando me voy a vivir a Barcelona me apunto a la Coordinadora Gay y Lesbiana para conocer gente. Me apunto al curso de voluntariado y me ofrecen llevar la asesoría psicológica. Ahí me doy cuenta de que los pacientes que vienen tienen una problemática con la vivencia de la homosexualidad y la respuesta de su entorno. Eran patrones muy parecidos. Empecé a investigar y descubrí que hay una cosa maravillosa, la Gay Affirmative Psychology, que estaba muy extendida en el mundo anglosajón, con cantidad de libros publicados sobre el tema y que en nuestro país es muy desconocida. Al mismo tiempo empiezo a publicar en una revista gay de Barcelona y los artículos fueron gustando. De repente vi que había interés. Me preguntaban dónde podían leer más sobre los temas que yo tocaba. Pero todo estaba en inglés. Una cosa llevó a la otra y, al final, al libro.
¿Por qué ahora?
En general es verdad que tenemos un nivel de aceptación de la homosexualidad alto en España, aunque hay matices. No es lo mismo que seas chico o chica, que vivas en un pueblo… Aunque la aceptación es buena. No es un libro para que la gente acepte su homosexualidad. Lo toco un poco al principio y ya. Lo que menos hago es ayudar a la gente a salir del armario. Lo que yo trabajo son las secuelas que deja el entorno homófobo y la homofobia interiorizada -el rechazo de uno mismo a su propia homosexualidad-. Ayudo a gente que ya ha aceptado su condición pero tiene secuelas y problemas en sus relaciones de pareja. No es un libro para el gay que se tiene que aceptar, sino para todos. Y no hay ninguno parecido en España.
El libro dice claramente: Manual para hombres homosexuales, pero ¿para quién más es?
Para las familias, que tienen que hacer un proceso de salida del armario que se parece mucho al nuestro. Todos tenemos prejuicios interiorizados que se deben a la educación que recibimos y al contexto en el que nos criamos. Un padre que ha crecido escuchando que la homosexualidad era una enfermedad y su hijo le dice que lo es, pues no le cuadra. No le cuadran sus ideas con la realidad de su hijo.Pero además es un libro escrito para muchos tipos de hombre gay, por eso es tan amplio. Es para el que se está empezando a a aceptar, para el que hace muchos años que se aceptó y tiene una crisis en su relación sentimental, para el gay que no sé cuánto hace que se aceptó pero tiene un problema de erección porque se pone muy ansioso, para el que lo pasó mal en el colegio y está obsesionado con infectarse de una ITS, para el gay que quiere saber cómo tener relaciones sexuales más tranquilas y saludables, para el gay muy jovencito que no tiene ni la mayoría de edad, para sus familias, para todos. Por eso ha salido tocho, no quise dejarme a nadie. Raro será el gay, lo digo muy seguro, que no saque algo de este libro, porque lleva mucho material, muchos contextos y muchas situaciones.

El título fue ¿lo primero o lo último?
El título tiene su historia. Es una frase mía, con la que siempre despido los artículos desde 2012. Resume un poco mi filosofía. Me ha sorprendido mucho la recepción del término maricón en el mundo hetero que me ha dicho, ‘pero si eso es un insulto’. Desconoce que entre nosotros hemos descontextualizado ese término, le hemos quitado el tono peyorativo y lo utilizamos con confianza y cariño. Tiene que ver con la complicidad de un gay a otro gay. [En el libro lo explica así: “Cuando dos gays nos decimos maricón estamos usando lo que se llama una marca lingüística: una expresión que denota una realidad no explícita pero que ambos comprenden. Una marca de complicidad. También es una palabra que empleamos para estar por encima de su uso insultante, para señalar que ya no nos duelen las palabras sino las intenciones. A veces los cambios son tan rápidos que no hay palabras para referirse a lo nuevo. Aunque lo nuevo no sea más que lo viejo pero visto con ojos renovados. Le hemos quitado lo malo y dado un guiño cómplice. Es la neoléxica]
¿Qué quiere decir maricón cuando lo dice un heterosexual y cuando lo dice un homosexual?
Entre dos gays es una marca de complicidad. Es una realidad que no está explícita pero que ellos entienden. De repente hay que crear un vocabulario nuevo para definirnos y a lo que recurrimos es a quitarle a determinados términos las connotaciones negativas que tiene y transformarlas en positivas. Empezamos a usarlo de forma de colegueo. Como el buddy de los estadounidenses o el nigger que los negros pueden usar entre ellos.
¿Hay otros términos que han descontextualizado?
El puta, por ejemplo, que lo usamos como adjetivo. Soy muy puta, decimos entre nosotros. Como adjetivo, no como sustantivo. Igual que el zorra, guarra. Pero es entre amigos y con personas que tienes mucha confianza. Igual que los hombres heteros que eran muy promiscuos eran Don Juanes, nosotros éramos viciosos. Pues equiparamosmuy puta con su Don Juan. Lo descontextualizamos y le damos otro sentido.
¿Es posible que la aceptación de la homosexualidad haya avanzado mucho los últimos años y ahora se haya estancado e, incluso, puede estar retrocediendo un poco?
Los movimientos en la historia casi nunca son unidireccionales y sin ningún tipo de parón. Es normal que haya avances y retrocesos. Claro que los homófobos me critican, dicen que me invento las cosas que digo. Hemos vivido una época, los de 35 años para arriba, en la que ser homosexual era lo peor. Eramos enfermos hasta los 90, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos sacó de esa consideración. Todo esto de la psicología gay afirmativa nace como reacción a cuando la homosexualidad era considerada un trastorno mental. Los psicólogos empezaron a decir, mira, no, no son enfermos, no están trastornados, lo están pasando mal porque su entorno les machaca. Cómo no van a terminar neuróticos, depresivos, tomando alcohol… ¿quién no con lo que están sufriendo? Entonces se trabaja desde la afirmación de la homosexualidad y que la persona no se sienta mal por ser homosexual sino que se acepte. No sólo hay que sacarles del manual psiquiátrico sino que además necesitan un apoyo extra para que superen todo lo que han vivido. No podemos esperar que el cambio sea inmediato. Ha habido una educación en un sentido y queda mucho de eso aún.
¿Hay corrientes en contra de esta psicología afirmativa?
Desde el mundo académico no, porque está todo muy documentado y es inapelable. Evidentemente, desde sectores muy homófobos, hay críticas. Un punto que me machacan continuamente es cuando digo que la homosexualidad es innata. Miles de comentarios diciendo que no, que es una elección, que depende del entorno en el que el niño crezca… Pero es innata. Primero porque no puede ser aprendida porque contraviene las reglas del aprendizaje, porque está presente en muchas especies (más de 300)… No es una cuestión controvertida porque la ciencia ya lo tiene clarísimo, pero la gente rechaza esa idea. El problema con la homosexualidad es que ha sido mal entendida. El último milenio ha sido devastador en cuanto a la comprensión de la homosexualidad. Hubo un avance con el psicoanálisis y es que dejó de ser un pecado para convertirse en una enfermedad… que se podría curar. Daba hasta esperanzas, pero te patologizaba. Al ser mal entendida genera una serie de prejuicios para justificar la “desviación” de esas personas. Por qué son pecadores o tienen algún tipo de tara. Todos esos prejuicios forman parte de la cultura: es gay porque lo ha elegido, porque es un inmaduro emocional, etc, etc. Lo primero que tienen que entender las familias es que la explicación que les han dado sobre homosexualidad no es la correcta.
¿Cuáles son las secuelas más comunes que deja todo esto?
Lo primero la homofobia interiorizada. Raro es el gay que no haya interiorizado algo de homofobia. Todos interiorizamos prejuicios, aunque no seamos conscientes de ellos. Los homosexuales han incorporado ideas equivocadas sobre su condición. Los referentes en las películas siempre han dado una imagen distorsionada del gay.
¿Se sienten bien representados en el cine o en las series?
Ya va cambiando la cosa, pero siempre se ha recurrido al estereotipo del marica risitas. Los homosexuales somos muy diversos. Los hay guapos, feos, de izquierdas, de derechas, con glamour, sin glamour, con carrera, sin ella… como en todas partes. Cuando alguien presenta un estereotipo en la pantalla lo que está buscando es una identificación rápida. Hay que entender que el cineasta tiene que llegar al espectador rápido. Yo recomiendo mucho El celuloide oculto, un documental que cuenta cómo Hollywood veía la homosexualidad. Y explica que en los años 30, cuando el cine se convierte en una industria, la Iglesia y los poderes dicen, ‘oye, aquí hay que opinar sobre qué se puede ver y qué no”. Entonces hacen un código en el que establecen cosas que no se puede ver en pantalla, como un aborto o violaciones o besos con lengua o la homosexualidad. Hollywood, para no tener problemas, dice,que ‘vale’. ¿Qué ocurre? Que la homosexualidad se puede representar si cumple tres condiciones: que el mariquita fuera risible, el que llamamos sisi, como en Con Faldas y a lo loco, por ejemplo. Que fuera el malo de la película, el malvado y, al final, descubres que su trastorno psicópata es por amor, o que la historia acabara de forma trágica. La imagen que daban a toda la sociedad es que un amor lésbico acababa siempre en tragedia. De ahí venimos.
¿Cuáles son las secuelas más comunes que deja todo esto?
Lo primero la homofobia interiorizada. Raro es el gay que no haya interiorizado algo de homofobia. Todos interiorizamos prejuicios, aunque no seamos conscientes de ellos. Los homosexuales han incorporado ideas equivocadas sobre su condición. Los referentes en las películas siempre han dado una imagen distorsionada del gay.
¿Cree que los padres casi siempre lo sospechan?
Muchos sí. Sobre todo las madres. Vienen muchas madres solas a consulta para contarme que creen que su hijo es homosexual y que quieren ayudarle a contarlo ya. A veces vienen acompañadas por el padre. Es bonito que una madre quiera ayudar a su hijo en este tema.
En el País Vasco a un chico de 21 años le han echado de casa por ser homosexual. ¿Siguen ocurriendo con frecuencia estas cosas?
Sí, no es algo normal pero en determinados contextos sigue pasando. Pero me siguen sorprendiendo mucho estas noticias, la verdad.
¿Qué caso de los que ha visto en consulta se le ha quedado grabado?
Me acuerdo siempre de un hombre que sufrió abusos por un familiar cuando él tenía seis años. El familiar tenía 20 años. Aquello fue especialmente duro porque veías todo el sufrimiento que esa persona acarreaba, lo indefenso que se sintió, lo desprotegido… Superar eso lleva mucho trabajo. No es nada sencillo.
¿Cómo fue su proceso, su salida del armario?
Mi caso fue particular, porque yo soy intersexual. Yo nací con genitales intersexuales, los médicos se equivocaron y pensaron que era una niña, me criaron como tal pero yo tenía identidad masculina. Una historia. Y, además, descubrí que era gay. Yo empecé a entender mi homosexualidad una vez que entendí todo lo anterior. Fue un proceso largo. La primera vez que asumo todo mi proceso y por primera vez me enamoro de otro hombre me doy cuenta que eso que estoy sintiendo ya lo había experimentado yo previamente con otros hombres, pero tenía tan bloqueados mis sentimientos, mi inteligencia emocional, que la situación me sobrepasaba. Y entonces fue cuando caí en la cuenta: ‘ay, pero si esto lo he sentido yo por Nacho. ¡Si mi primer amor fue Nacho! Y fue un descubrimiento’
¿Cómo influyen las apps para ligar en los homosexuales? ¿Ayuda a salir del armario, crea más gueto?
Hay estudios muy interesantes que dicen que los hombres que empiezan a descubrir su homosexualidad se benefician de contactar con otros hombres por estas aplicaciones como Grindr, sobre todo porque ayudan a quitarse prejuicios. También es cierto que, perfiles emocionalmente no muy estables, pueden tener problemas porque se pueden obsesionar con conseguir novio a través de estas redes, a tener sexo compulsivo… Dependerá mucho del perfil de cada uno y de lo estable que se encuentre emocionalmente. También se ha detectado que han aumentado las ITS. De hecho, se está trabajando en aplicaciones para que sea muy fácil comunicar a tus contactos que tienes sífilis, gonorrea… Si ya era fácil el contacto sexual, ahora con esto si no follas es que no quieres. Esto es así. No sólo en gays, que tenemos un uso alto del preservativo. Pero los heterosexuales jóvenes han perdido mucho la conciencia de las ITS.

ÁNGEL MARTÍN ‘LOVE PAIN LOVE’ “Todos somos muy radicales y ridículos cuando nos enamoramos y cuando nos dejan”

El Auditorio Barañáin será mañana (20.30) escenario de una comedia romántica de cine en teatro. ‘Love Pain Love’, con Ángel Martín y Ricardo Castella

Ángel Martín, sosteniendo a un Ricardo Castella muy particular

Ángel Martín, sosteniendo a un Ricardo Castella muy particular. Ambos dan vida a Ryan y a Natalie en este montaje.

PAMPLONA – Son dos hombres, pero interpretan a un hombre y a una mujer. Ángel es Ryan, que quiere romperle el corazón a alguien para recomponer el suyo; Ricardo es Natalie, una convencida de que le han echado mal de ojo, porque tanto desengaño no es normal. Todo esto, con canciones.

¿Qué es esto de hacer un piloto de una serie de televisión para teatro (Nunca es tarde) primero y una comedia romántica de Hollywood también para las tablas ahora?

-Estamos intentando fracasar siempre a lo grande. Teníamos la sensación de que con una serie necesitábamos doce capítulos para fracasar y ya con una película de 90 minutos pensamos que podíamos fracasar a un nivel bastante grande. Lo pasamos muy bien haciendoNunca es tarde y Love Pain Love es una especie de hermano mayor de aquello; una comedia romántica musical para Hollywood en la que, por falta de presupuesto, Ricardo y yo hemos decidido hacer todos los personajes y, además, tocar la música en directo. Nos vamos pasando los instrumentos, tocamos y cantamos mientras las escenas avanzan. Es una movida…

Agotadora.

-No es lo más relajado que he hecho en mi vida. Las posibilidades de que haya errores son muchas; llevamos varios instrumentos y unos pedales para poder simular que tenemos una orquesta. Con ellos grabamos unas bases que se van repitiendo en bucle y sobre eso montamos las canciones… Es un no parar.

¿Hasta qué punto improvisan?

-Intentamos que no haya nada de improvisación. Es verdad que al final algo hay porque los cacharritos electrónicos que llevamos a veces deciden que no van a funcionar como tienen que funcionar; otras veces pulsas el pedal que no tienes que pulsar… En realidad, toda la improvisación que hay son errores, pero vamos a guión cerrado. El público se sienta y le pedimos que imagine la película que le vamos a contar, porque la historia pasa en Nueva York y, no te voy a engañar, no hemos podido traernos la estatua de la Libertad… En ese sentido, los espectadores tienen que poner un poco de su parte.

Bueno, algo más de un poco, porque deben imaginar que sobre el escenario hay un hombre y una mujer…

-Sí, pero sobre todo en el caso de Ricardo, porque yo hago de Ryan Gosling y todo el mundo sabe que mi parecido con él es impecable. Ricardo hace de Natalie Portman y eso ya cuesta más. Pero lo más curioso es que hay mucha gente que consigue imaginarse a Natalie, así que el trabajo interpretativo que hace es muy, muy grande.

¿De dónde nace la idea de hacer una comedia romántica?

-Siempre nos gusta buscar ideas que sea muy universales. Es la manera más sencilla de que la gente conecte con ellas. Todos nos hemos planteado alguna vez dejarlo todo para cumplir nuestros sueños; de repente, estás en la oficina y dices ‘¿qué hago yo aquí?, si lo que quería era hacer bicicletas de hojalata en Ibiza’. Y Love Pain Love se refiere a ese ciclo por el que pasamos todos, en el que o estás enamorado y por lo tanto eres feliz y todo te parece maravilloso, o todo se ha ido al garete, entras en el bucle del dolor y piensas ‘no voy a salir de esta’, ‘todo es terrible’… Pero mientras te estás quejando, aparece alguien y vuelves a creer en el amor. Este es un espectáculo en el que si estás en la primera fase, te va a gustar porque te vas a identificar con los personajes y si no, también, porque todos hemos pasado por ese momento en el que creemos que el amor no existe. Nos gusta mucho lo radicales que nos ponemos todos cuando nos enamoramos y cuando nos dejan; son los dos momentos más ridículos que tiene el ser humano.

Ryan, su personaje, tiene un plan mezquino, quiere romperle el corazón a una mujer para resarcirse de sus desengaños.

-Sí. Le han dejado nueve veces y decide que su plan para recuperar su fe en el amor es hacer que una chica se enamore de él y luego dejarla. La única condición que se pone es que la chica no sea rara, porque las chicas raras son su debilidad. Y un día coincide con Natalie, a la que también han dejado nueve veces, solo que ella le dice que cree que a la gente que le pasa eso tiene una maldición que podría llegar a deshacerse yendo a una bruja. Claro, es un poco rara y a Ryan no le va bien, pero todo el mundo sabe que cuando menos te quieres enamorar, más posibilidades hay de que pase.

¿Qué papel juega la música, que es mucha, en la trama?

-Lo más complicado de las canciones era que permitieran que la trama avanzara, que no fueran los típicos números en los que no pasa nada. Tenemos el límite de los 90 minutos y si una canción empieza en el punto A, cuando termina ya tienes que estar en el punto B. Todo lo que cantamos tiene sentido.

¿Cómo trabaja con Ricardo, hacen tormenta de ideas, cada uno aporta sus vivencias…?

-La suerte es que todos hemos pasado por estas situaciones y tenemos amigos que también las han vivido. Nada de lo que contamos es biográfico, pero todo está basado en historias nuestras o de nuestro entorno. Una vez que encontramos la idea, nuestra manera de trabajar es dar muchos paseos, hablando mucho, hasta que damos con la trama donde todo puede encajar. Lo más complicado de escribir algo así son las canciones. Sin duda.

Ahora que Ricardo no nos oye, ¿cómo es como mujer?

-Yo no me acostaría con él, no te voy a engañar. No es mi tipo de mujer. Lo que tiene Ricardo es que es muy divertido. No nos gusta usar pelucas ni disfrazarnos ni nada de eso, así que cuando salimos le decimos a la gente que va a tener que imaginárselo y es así, ni más ni menos. Y es que no queríamos que esto pareciera una obra de dos tíos riéndonos de las tías. Para nada. Creo que hemos conseguido que no sea una obra ni para tías ni para tíos, aunque también te digo que les gusta más a las chicas. Claro, es que a veces hablamos de lo desastre que somos los tíos en las relaciones. Pero, volviendo a Ricardo, hace una Natalie Portman muy buena; ojalá que Natalie no lo vea nunca, pero lo hace muy bien.

Lo que está claro es que como compañeros funcionan muy bien.

-Hay un componente de admiración mutua. No hay lucha de egos; si tú dices algo y el otro no lo ve claro, no sale y punto. Con Ricardo es muy sencillo trabajar y para la comedia es vital entenderse con la persona que tienes al lado. Nos lo pasamos muy bien y creo que la gente se contagia de esa actitud.

Y siguen enganchados al teatro.

-Para la comedia, el teatro es más inmediato. En la tele no sabes si en Cuenca se han reído de tus bromas. En el teatro sabes enseguida si algo funciona o no, y puedes ir ajustando sobre la marcha. Y hay menos intermediarios. En teatro nadie se va a meter en lo que escribes. En la tele lo que escribes no solo te tiene que gustar a ti, sino a un grupo de guionistas, a unos señores en su despacho, y a otro tipo en un despacho que quizá está en otro país y que tiene firmado un contrato con una marca por el cual no puedes decir la palabrachaqueta, por ejemplo. Es todo muy loco. En el teatro escribes cosas que te divierten y ya está, no hay filtros, es más libre.

Lo que está claro es que no se van a hacer millonarios con las tablas.

-No, joder, seguro que no (ríe). Al teatro te dedicas porque te gusta, no hay otro motivo. Hay gente que el fin de semana se va al fútbol y nosotros nos vamos a hacer teatro.

Quizá su próxima obra podría ser un culebrón de amores y desamores políticos, porque igual todavía no tenemos gobierno.

-Yo ya preferiría no tener gobierno, porque esta mierda me parece tan bizarra y tan loca… Me aterra la idea de que cualquiera de estos tíos, en teoría adultos, que no han sido capaces de montar una puta reunión en condiciones, llegue a gobernarnos. No soy un cómico muy político, soy terriblemente egoísta en ese sentido; si a mí o a los míos no nos tocan los cojones, me da un poco igual. Además, no me voy a fiar de nadie que diga públicamente que puede gobernar un país. Me parece de una chulería, igual es porque yo soy incapaz de tener ordenado mi escritorio…

“La violencia machista mata, sobre todo, a los hombres”

Marina Subirats, socióloga y exdirectora del Instituto de la Mujer, asegura que el machismo como modelo de lucha y de competición se inocula a los niños desde la infancia, lo que lleva a la destrucción de hombres y mujeres

Marina Subirats.

Marina Subirats.

Marina Subirats, catedrática emérita de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona y exdirectora del Instituto de la Mujer, dedica su tiempo en la actualidad a trabajar con los centros educativos para promover una educación igualitaria. Y es que para esta experta la llave para terminar con el machismo reside en trabajar los valores de la igualdad desde la infancia. “A los chicos les seguimos diciendo ‘tu no llores’ cuando el pobre niño tiene tres años y a lo mejor le duele el pie o le da pena un gato. El caso es que no puede llorar porque tiene que ser duro para triunfar. Y eso se lo estamos transmitiendo las propias mujeres, aunque en muchos casos de una manera inconsciente”. Por eso, se esfuerza en resaltar las virtudes de la coeducación para terminar con el machismo, un modelo intrínsecamente masculino que termina por “matar, sobre todo, a los hombres”. La socióloga ha participado en unas jornadas en Bilbao organizadas por la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras Euskadi dedicadas a la igualdad.

¿Queda machismo para rato tal y como vienen los más jóvenes?

Desde la educación no se están cambiando los modelos de ser hombre y mujer. Al revés, se están transmitiendo los modelos clásicos de siempre. Y estos roles lo que hacen es perjudicar a los chicos y a las chicas. Necesitamos cambiar los modelos. ¿Por qué? Pues porque a los chicos les seguimos diciendo ‘tu no llores’ cuando el pobre niño tiene tres años y lo mejor le duele el pie o le da pena un gato. El caso es que no puede llorar porque tiene que ser duro para triunfar.

¿Cómo es posible que puedan incurrir en esos errores los propios maestros?

Por una razón sencilla: está en nuestra cultura. La propia lengua ya nos lo transmite, señala que la prioridad es el hombre fuerte, guerrero, el que se impone, el duro. La lengua designa a través del masculino a hombres y mujeres. Estamos en una sociedad androcéntrica, que valora la figura del varón tradicional. Así que obligamos a los niños desde muy pequeños a ser así. Esto tiene un gran coste para los propios hombres. La violencia machista mata, sobre todo, a los propios hombres. Es la violencia que va intrínsicamente con el modelo masculino. El machismo es un modelo de lucha, de competición y, por lo tanto, está obligado siempre a competir.

Pero en la educación infantil lo que más hay son maestras.

Pero las mujeres también son transmisoras de machismo. Se encuentra en nuestra cultura. Es como nos han educado: el término hombres sirve para designar a todos y las mujeres lo empleamos de esa manera. Nadie es culpable de hacerlo, pero sí somos responsables de si queremos transmitirlo y reproducirlo o si queremos cambiarlo.

Todo se basa en un modelo de lucha.

Un modelo que es necesario darlo por superado. Estamos en un mundo en el que si seguimos peleando y compitiendo vamos a destruirlo. Tenemos que adoptar un punto de vista completamente diferente y ponernos a colaborar. O conseguimos la cooperación o nos cargamos la Tierra. Hay que acabar con el espíritu guerrero de los hombres porque ya no es útil. Solo es destructor. Y destruye, sobre todo, a los hombres, que son los que más pelean entre si y los que más daño se hacen. Y luego destruye a las mujeres.

Es decir, hombres educados para ser grandes triunfadores.

Y luego resulta que llegan al mercado de trabajo y no encuentran empleo y se vienen abajo, lo viven como un fracaso. ¿Y cómo superan ese fracaso? Si pillan una moto se lanzan a toda velocidad para demostrar que son fuertes y que no les da miedo nada. O en otras ocasiones recurren al alcohol o las drogas. Coincidiendo con la crisis, en el conjunto de España han subido mucho los suicidios masculinos por la desesperación. Si educan al hombre para ser el rey y luego resulta que no pasa ni un escalón se hunde.

¿El machismo está tratando de cambiar de manera sutil, pero con el objetivo de que nada cambie?

Así es. Cuando se inculca el machismo en los niños para que se hagan respetar les estás cortando la ternura. Estás fabricando un guerrero y un guerrero no puede dudar cuando tiene que matar a otro. No puede tener empatía y saber ponerse en el lugar de otra persona que está sufriendo. Le estás cortando las posibilidades de que se emocione, de que se dedique a las demás personas. Abandonarse a un sentimiento tierno para un hombre es como si perdiera algo, como que no es digno de él. Y eso seguimos transmitiéndoselo a los niños, sin ser conscientes de ello

“Lucía es una niña con pene, si no cuestiono a mis otros hijos, ¿por qué lo voy a hacer con ella?”

Abi, Agustín y sus cuatro hijos

Abi, Agustín y sus cuatro hijos

Abigail Labayen es la madre de la que se ha convertido en la menor transexual más pequeña en conseguir rectificar su nombre en el Registro Civil. Lucía acaba de cumplir cinco años, pero el día que sus padres recibieron la resolución judicial que enterraba el nombre de Luken, con el que la bautizaron, solo tenía cuatro. Su madre recuerda cómo al poco tiempo de empezar a hablar “comenzó a utilizar el castellano para referirse a sí misma en femenino, porque en euskera los adjetivos son neutros”, explica.

Fue entonces cuando esta familia de Asteasu (Gipuzkoa) decidió buscar información y dio con Chrysallis, una asociación que agrupa a familias de menores transexuales. “Estar en contacto con otras personas que ya están por delante de ti ayuda mucho; saber que no estás solo en el mundo es fundamental”, afirma Abi. Desde el colectivo, afirma, les dijeron “quizás tengáis una niña con pene”. Una frase que tanto a ella como a Agustín, su marido, no les resultaba extraña. “Lucía nos preguntaba mucho si podía ser una niña con pene y le dijimos que sí”.

Ambos observaban “desde siempre”  que Lucía mostraba preferencias “por todo aquello que socialmente se considera de mujer: los juguetes, la ropa…”. El tránsito social, afirma, comenzó en diciembre de 2014, cuando decidieron hablar con el colegio para pedir que la trataran como lo que es, una niña. “No hubo ningún problema”, comenta, “la profesora les dijo a los alumnos ‘ahora vamos a cambiar todos el nombre en los percheros'”. Abi agradece que “en toda la escuela están tratando el tema, informando, pero no hay recursos”, lamenta. Esta es, de hecho, una de las principales quejas del movimiento LGTB, que demanda la educación en diversidad como una pieza clave de las aulas.

Derechos sujetos a la arbitrariedad

Para Lucía el colegio constituye un espacio seguro. Pero no lo es para otros niños y niñas trans a los que no se les garantiza el libre desarrollo de su personalidad en el entorno escolar. Algo que pasa por ser tratados por su nombre o posibilitarles utilizar las instalaciones de acuerdo a su “sexo sentido”. “En Andalucía, Extremadura, Canarias y Euskadi existe legislación que obliga a ello”, enumera Natalia Aventín, presidenta de Chrysallis.

“No quiere decir que en otras comunidades no lo hagan, pero depende más de la voluntad del colegio o los profesores”, critica. Lo cierto es que así ocurre con la mayoría de derechos de las y los menores trans. La maraña de leyes autonómicas y la ausencia de una estatal provoca que estén sujetos a la arbitrariedad de médicos, jueces y centros educativos. Ocurre con el acceso a tratamientos hormonales que bloquean el desarrollo de la pubertad, por ejemplo, e incluso con la rectificación del nombre.

“A nosotros el fiscal nos dijo que no, pero cuando la jueza consideró que era necesario para que Lucía pudiera vivir plenamente no recurrió”, explica Abi. Confiesa que es un paso en el que en un principio no pensaban, pero poco a poco fueron dándose cuenta de que podría generar situaciones violentas. “Un día fuimos al médico, y al usar Luken en las recetas, el hermano de Lucía le corrigió. El profesional dijo que hasta que no se cambiara en el ordenador no podía ponerlo. Al salir, la niña me pregunto: ‘Ama, ¿y cuándo va a cambiar el nombre en todas partes?'”.

“¿Y si mi hija no quiere hormonarse?”

Abi es consciente de que la decisión puede dar lugar a juicios sobre si es demasiado temprano. “Es una pregunta que yo misma me hacía”, asiente. Pero “cuando te empiezas a informar aprendes que la identidad de género se determina entre los dos y los cinco años y que no depende de los genitales, si no que hay niñas con pene y niños con vagina”. Algo que Lucía tiene claro a pesar de su corta edad: “Cuando nací me mirasteis y pensasteis que era un niño”, les dice a sus padres.

La información condujo a Abi y Agustín, que son padres de otros tres niños, a un punto de inflexión. “Cuando mis otros hijos, con tres años, me dijeron que eran chicos yo no les cuestioné, ¿por qué lo voy a hacer con Lucía?”. Abi lanza la pregunta junto a una reflexión: “Como sus genitales no corresponden a lo que socialmente nos han dicho qué es ser una mujer, lo ponemos en duda”, sentencia.

Sobre los siguientes pasos, la madre de Lucía se muestra indignada por que el Registro Civil restringe el cambio de sexo a los menores de edad. El DNI de la niña seguirá mostrando la letra ‘M’. La legislación actual se lo permite a los mayores de 18 años que, además, deberán contar con un informe médico que pruebe que han sido “diagnosticados con disforia de género” (“disonancia entre el sexo morfológico o género fisiológico inicialmente inscrito y la identidad de género sentida”, según la ley). También deberán llevar al menos dos años bajo tratamiento para “acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado”.

Unos requisitos que las asociaciones en defensa de los derechos trans consideran “patologizantes”. “¿Y si mi hija no quiere pasar por un proceso hormonal? ¿Es menos mujer por ello?”, pregunta Abi. “Se sigue dando por sentado que las personas cisexuales (aquellas cuya identidad sexual y género asignado al nacer concuerdan) son las cuerdas y las personas trans deben demostrar su cordura”, opina Aventín. La presidenta de Chrysallis pone un ejemplo: “La cirugía plástica es muy demandada por mujeres cis a nivel mundial, pero nadie les obliga a pasar por test psicológicos ni les tratan como a enfermas mentales”.

Habla el rey de la blasfemia: por qué escribí pederastia con hostias consagradas

La justicia cerca al controvertido artista navarro por sus críticas a la religión

pederastia-abel azkona

El artista Abel Azcona (Pamplona, 1988) fue a 242 misas en Madrid y Pamplona. Cada vez que iba, se guardaba una hostia consagrada en el bolsillo. Tenía grandes (y controvertidos) planes para ellas: escribir la palabra PEDERASTIA en letras gigantes; para una exposición navideña en… Pamplona. El quilombo que se armó fue de campeonato.

Azcona se enteró ayer de que el Tribunal Superior de Justicia de Navarra le ha llamado a declarar como investigado “por su exposición con supuestas formas consagradas”. Por un lado, la Delegación del Gobierno en Navarra instó a la Fiscalía a investigar la exposición; por el otro, la Asociación Española de Abogados Cristianos puso una querella criminal contra Azcona por “profanación”.

Hablamos vía telefónica con el artista para conocer su opinión.

PREGUNTA. Se enteró de su citación por la cuenta de Twitter del Tribunal Superior de Justicia de Navarra. ¿Le ha llegado ya la notificación?

RESPUESTA. Todavía no, y mi abogado tampoco sabe nada, y eso que llevo varios días localizable en la dirección y el teléfono que tienen ellos. Estoy por mandarle un mensaje directo al ‘community manager’ del Tribunal, a ver si por esta vía…

P. ¿Qué pretendía con esta performance?

R. Fui a 242 misas donde se me dio ese trozo de pan, esa harina con agua, o como lo queramos llamar. Me las metí en el bolsillo porque en un Estado que se dice aconfesional no tienes por qué saber qué hacer con eso. La performance formaba parte de una retrospectiva de mis obras políticas subversivas -‘Desenterrados’- sobre la memoria histórica, la guerra civil y la religión desde el punto de vista de los colectivos discriminados. Da la casualidad de que la sala municipal donde hice la exposición -Conde de Rodezno- era antes el monumento a los caídos de la guerra civil: allí están enterrados Mola y Sanjurjo. Bueno, no es que diera la casualidad, es que quería exponer allí precisamente por eso… Quería montar mis obras de denunciaencima de

P. Se montó un gran follón…

Tanto en Pamplona como en Madrid tienen miedo al cambio
R. Sí. El primer día ya había cientos de personas afuera gritando y rezando el Rosario. Y así todos los días: arrancaron lonas, atacaron el museo y robaron alguna pieza… Se montaron dos misas de reparación en la Catedral de Pamplona a las que, según ellos, asistieron la cifra récord de 5.000 personas. Con 120 párrocos subidos al altar gritando “satanás”. En Pamplona. ..

P. ¿Por qué critica usted a la iglesia?

R. Mi experiencia personal estuvo marcada por una adopción y una educación infantil vinculada a lo navarro y al Opus Dei. Sufrí una infancia de maltrato y abuso. Mi obra trata sobre el empoderamiento social en base a mis experiencias.

P. ¿Entiende que haya personas a las que les ofenden sus ataques a la religión?

La religión es una plaga y un problema social
R. No realizo ninguna pieza con la intención de ofender, sino con la de denunciar algo atroz como es la pederastia. Entiendo que haya temas, y sobre todo formas de tratar estos temas, que pueden llegar a hacer sentir mal a algunas personas. ¿Mi manera de verlo? La religión es una plaga y un problema social. Es mi opinión y me ampara la libertad de expresión.

P. ¿Ve alguna relación entre sus problemas judiciales y los de los titiriteros de Madrid?

R. Que han coincidido en el tiempo, pero más allá de eso… Aunque puede que haya una conexión general: el miedo al cambio. Tanto en Pamplona como en Madrid se ha producido un cambio social y político. En ambas ciudades hay sectores muy conservadores que no han digerido bien ese cambio y reaccionan atacando las manifestaciones culturales. Saltan a la mínima. Utilizan el único resquicio moral que encuentran…

Cate Blanchett: “¿Si soy lesbiana? Eso no debería interesar a nadie”

“Esto es como el amor de Romeo y Julieta pero entre Julieta y Julieta”.

Fotograma de 'Carol'

Fotograma de ‘Carol’

«¿Qué día es hoy? ¿Lunes? Entonces fue ayer cuando me llamó mi madre para felicitarme el cumpleaños. Le dije: ‘Ven a ver la película, aunque… hay una escena de sexo en la que beso el pezón de una chica. Sólo para que lo sepas’. Entiéndame, no es que estuviera preocupada, simplemente quería que lo supiera».Cate Blanchett se sienta, suelta el entrecomillado de arriba y consigue, de golpe y por orden: a) desarmar al periodista (ya tiene con qué empezar el artículo y, de paso, impresionar a su jefe y a los ingenuos. O al ingenuo de su jefe); b) dejar claras las reglas de la conversación que sigue (manda ella); c) reventar un spoiler que, la verdad, no es tal (o mejor, lo es, pero ¿cómo resistirse a contarlo?), y d) ganarse un fan (que le den el tercer Oscar, ya).

Cate Blanchett, para situarnos, no es sólo un actriz, es una manera muy particular de entender el negocio del cine y, ya puestos, el mundo entero. Sólo ella, desde lo más alto de su elevadísimo glamour, se permite usar en mitad de un párrafo la expresión shitting bricks (literalmente ‘cagando ladrillos’) y no pasa nada. Sí, la chica Armani habla de caca si lo cree conveniente. Y no pasa nada.

La conversación tiene lugar en la terraza del pomposamente denominado Palacio del Cine de Cannes. Estamos en mayo, acaba de presentarse Carol (que se estrena el 5 de febrero en España) y todo hace pensar que la película dirigida porTodd Haynes será la encargada de procurar a la actriz australiana de 46 años recién cumplidos en este momento (por eso lo de la mamá) su tercer Oscar (el que exigimos). De otra manera, nos enfadamos.

«Bueno», inicia cauta ante una pregunta descaradamente pelota (lo sentimos) sobre la cantidad de halagos que pisotea a su paso, «eso es lo que la gente te dice a la cara. Sinceramente, no sé todo lo que dirán a mis espaldas. Estoy encantada y cada piropo lo entiendo como un halago a todo al trabajo del equipo empezando por el director… Pero, siempre que ocurre esto me digo a mí misma lo mismo: prefiero no pensar en ello. Si te crees lo que dicen bueno de ti, te tienes que creer también lo que dicen malo. Está en el contrato. Y eso no. A los que me critican, ni agua». Y ahí lo deja. No hay nada como una respuesta rápida para dejar en ridículo a una pregunta estúpida. Cosas que pasan.

Fotograma de 'Carol' 2

Blanchett nació a la interpretación en el teatro (siempre que puede corre a desmentir que debutara en el cine en una película egipcia: «Sólo hice de extra») y sufre desde hace tiempo un ejercicio de adulación ininterrumpida. Priapismo agasajador, se podría llamar. Sea como doble de Katherine Hepburn en El aviadorcomo Galadriel enEl señor de los anillos o como el mismísimo Bob Dylan enI’m not there, sin contar su última exhibición en Blue Jasmine de Woody Allen, cada uno de sus papeles le colocan en ese extraño terreno de lo intocable. «Todo esto me resulta muy extraño. Recuerdo que cuando hice Elizabeth la impresión que tenía era que todo acababa ahí sin haber siquiera empezado. Luego, cuando no hace tanto [en 2008] decidí dedicarme al teatro en Sydney con mi marido, todos a mi alrededor me lo desaconsejaban. ‘Eres idiota. Estás tirando todo por la borda’, me decían. Pero no, creo que eso me hizo mejor actriz y, además, me encanta trabajar con Andrew (Upton) en familia. A mis hijos (tiene cuatro) también les apasiona», explica. Y la creemos.

En Carol, película que llega poco después de otra (Verdad), da vida a una mujer enamorada. Sin más. Sobre el relato de Patricia Highsmith (en inglés The Price of salt), la película cuenta el encuentro de dos mujeres (ella y la que interpretaRooney Mara) en el Nueva York de los años 50. Como en el texto original, la idea es describir el pautado, dulce y doloroso (a la vez) trayecto que va desde la sorpresa al tacto dulce de la piel dulce. Y todo ello, con la mirada acosada, en permanente estado de pánico. Estamos hablando de una obra maestra y de un crimen. Eso, lo primero, es la película y eso, lo segundo, era la homosexualidad en ese tiempo.

«Entonces», corrige la propia Blanchett, «y ahora también. En casi un centenar de países todavía es delito. Hay que dejar claro que la homosexualidad es un asunto privado. A menudo ocurre que si eres homosexual tienes que hablar de ello. De repente, pasa a segundo plano cualquier otro aspecto de tu trabajo y de tu personalidad. Sucede lo mismo con el cine y la discriminación de las mujeres. Las actrices y las directoras nos pasamos entrevista tras entrevista hablando de lo mismo. El hecho de que sea un tema de conversación quiere decir que algo va mal en la sociedad. Haynes siempre insistía en que esta es una historia de amor comoRomeo y Julieta, pero entre Julieta y Julieta».

Fotograma de 'Carol' 3

Variety publicó unas declaraciones suyas en que decía que había tenido relaciones con mujeres y se armó…
No fue Variety, fue internet. La red es una herramienta fantástica, pero es como la parte de atrás de la puerta del váter. Toda conversación puede ser convertida en un rumor.
Pero…
¿Que si soy gay? ¿Es ésa es la pregunta? Hágala pues. No todavía. Tu trabajo de actor es hacer que el público llegue a pensar que las cosas pueden ser de otro modo. Es, si se quiere, un trabajo antropológico, social y político. Esa es la parte de mi trabajo que adoro. Mi orientación sexual o mis ideas políticas no deberían interesar a nadie.

Queda claro. Pero, como sea que un revolcón nunca es suficiente, es el momento de volver a la escena de sexo. «Tengo claro que mi atractivo sexual reside en la mirada. Imagino que por eso fui contratada la primera [se ríe]. En cuanto se caen mis pantalones, se acabó el atractivo [vuelve a reírse]. Todo fue muy fácil. Rooney Mara y yo nos llevamos bien y tenemos el mismo concepto práctico del trabajo. Nos tomamos el trabajo muy en serio, pero no hacemos lo mismo con nosotras mismas. No hablamos mucho de las escenas de sexo, pero estábamos muy abiertas la una a la otra en el día del rodaje».

¿Se desnudó también el equipo de rodaje?
Se ofrecieron, pero les dije que no. [rompe a reír]

Perfecto, pero una pregunta: ¿Dónde dice lo de ‘Cagando ladrillos’ que se anunciaba en el primer párrafo? Respuesta: «Cuando Martin Scorsese me ofreció interpretar a Katherine Hepburn en su medio, en Hollywood, durante El aviador... estaba cagando ladrillos, y perdón por mi francés…».

En realidad, simplemente quiere decir que estaba asustada, pero de otra manera mucho más clara; mucho más Blanchett.

Y no pasa nada.

El padre de Lucía, la niña transexual que logra cambiar su nombre: “Prejuicios tenemos más los adultos”

El juzgado de Tolosa (Guipúzcoa) ha autorizado el cambio de nombre por otro femenino (de Luken a Lucía).  Los padres aseguran que lo que van a hacer es “el acompañamiento, informarle, y darle herramientas” a la menor. 

Abi Labaien (i), y Agus Arandia (d), padres de Lucía

Abi Labaien (i), y Agus Arandia (d), padres de Lucía, una menor con genitales masculinos que ha cumplido 5 años, y cuyo deseo ha encontrado ahora acogida legal en un juzgado que ha autorizado su cambio de nombre en el Registro Civil por motivos de transexualidad, en lo que hasta ahora es el caso más “prematuro” de España. EFE/Juan Herrero

ASTEASU.- Agustín Arandia, padre de una menor de cuatro años en situación de transexualidad al que un Juzgado de Tolosa (Guipúzcoa) ha autorizado el cambio de nombre por otro femenino (de Luken a Lucía), ha reconocido que ni él ni su mujer tenían ni idea sobre la transexualidad de su hija cuando ésta manifestó las primeras actitudes, ya que pensaban que sólo se daba en personas adultas. “Prejuicios tenemos más los adultos que los niños”, ha precisado.

“En infancia no lo veías. Aunque nos enteramos luego, cuando nos informamos, de que la sexualidad se fija entre los dos, tres o cuatro años. Ahí se fija, y uno ya se siente niño o niña, hombre o mujer. Y, después, a veces, tiende a dar esa confusión de orientación sexual. Eso ya viene con las hormonas y es cuando se decide si te atrae un tipo de persona u otro, hombre o mujer, pero la identidad sexual a los dos, tres, cuatro años está decidido“, ha explicado.

Arandia ha afirmado que su hija, que ha pasado de llamarse Luken a ser Lucía, era una menor normal que empezó a preferir juegos y juguetes femeninos.

“Entendíamos que era un juego y no había ningún impedimento, ningún problema. Pero fue curioso cuando empezó a hablar en euskara, en euskera los adjetivos son neutros; y ella se pasó muy rápidamente al castellano, sobre todo para referirse a ella misma, como guapa, alta, lo que sea. Al principio, le corregías, aunque te mosqueabas, y empezamos a pensar que detrás había algo”, ha señalado.

Tras consultar con varias asociaciones, empezó a encajarles “el tema” por las preguntas que hacía y cómo explicaba que se sentía. Finalmente, le plantearon la posibilidad de que igual tenían “una niña con pene”.

“Nos encajó, y a ella justo le tocó el momento en que la escuela les explicaban lo que eran niños y niñas, la diferenciación entre pene y vulva. A ella algo no le encajaba y preguntó: Yo tengo pene, ¿pero puedo ser una niña?. Hablamos y fue la conclusión”, ha asegurado.

Arandia ha recordado que Lucía siempre tendía a lo que socialmente se entiende como femenino, “rosas, princesas, todo ese tipo de cosas”, y que, tras confirmarse la noticia, fue un choque para él y su mujer, -“ante lo desconocido, siempre el miedo”-, pero rápidamente vieron lo que hay que hacer.

“Empiezas a ver el día a día y ves que es una niña más, que tiene sus inquietudes de niña, su problemática y su mundo es el que es, el cercano. ¿En un futuro qué va a tener?, pues, bueno, ya veremos los problemas que le van a venir. Y en nuestro caso, lo tenemos claro, lo que tenemos que hacer es el acompañamiento, informarle, darle herramientas, el que se quiera, que ni estás en un cuerpo equivocado, ni tienes nada mal. Estás en una situación que no es la más habitual, es rara, pero existe y tú eres perfectamente una mujer”, ha sentenciado.

Fue Lucía la que primero pensó en cambiar su nombre, que fue elegido por su hermano mayor. “Dijo: sólo llamadme Lucía en casa, solo en casa. Fuera seguiré siendo una niña, pero seguiré llamándome Luken”, aseguró.

Al cabo de un mes, ha recordado su progenitor, volvió a dirigirse de nuevo a ellos y les explicó: “Ahora, por favor, id a la escuela, a donde Lourdes, la profesora, y le decís, que ya soy Lucía, que estoy preparada para que se rían, o aguantar lo que fuera”.

No obstante, la documentación oficial seguía llamándola Luken, por lo que iniciaron los trámites para cambiar definitivamente de nombre. “En el pediatra, en la escuela, en el pueblo, se la trataba como niña, pero, a la hora de recetarle un antibiótico, aparecía su nombre antiguo. Y a ella le chirriaba; a ella y al hermano mayor, que leía, y decía ¡pero este nombre ya no existe!. Ya es Lucía ahora”, ha recordado.

Arandia se ha felicitado por la aceptación que ha tenido su hija entre los otros menores de la localidad, a quienes les chocaba más “el cambio de nombre que el decir que era una niña”, porque entre los niños ha sido algo “muy natural”. “Ya sabemos los crueles que pueden ser o no. Los niños son unos lienzos en blanco que están absorbiendo. Prejuicios tenemos más los adultos que los niños”, ha aclarado.

Preguntado sobre si la menor contempla cambiar de sexo en el futuro, habla de “cuando le salgan las tetas” o de quitarse “el pitilín”. Arandia ha subrayado que Lucía no sabe todavía lo que son estas cosas, como “quitarte el pitilín, que es una operación quirúrgica muy potente”.

Bibiana Fernández: “No me gusta nada la palabra transexual: eres hombre o eres mujer”

Bibiana Fernández protagoniza El amor está en el aire

Bibiana Fernández protagoniza ‘El amor está en el aire’

Habla hasta con las paredes, y es ella quien lo dice, con ese tono entre la broma y la experiencia tan propio de Bibiana Fernández. Encantada de que le pidan entrevistas dice: “A mí me encanta que nos hagáis caso”.

Sabe bien lo que requiere la profesión y aunque la profesión siempre tiene vaivenes inesperados o inexplicables, a ella, que empezó con Vicente Aranda y luego fue chica Almodóvar, la vuelve a subir a un teatro. La obra, en el Infanta Isabel, y con Manuel Bandera como compañero, toca todo lo que se acerca, roza y entra en el amor y de ahí su título: El amor está en el aire.

Una obra sobre el amor, justo cuando usted menos amor de pareja quiere…

Sí, yo me he retirado de ese amor, pero amo otras cosas más, el trabajo, la calma. Durante mucho tiempo fue una prioridad tener pareja, tener pareja para mí era como una patria, un destino, pero ahora sé que la felicidad no está sujeta a una pareja.

¿Cree que una pareja estable y la convivencia acaban con el amor?

Bueno, es que una cosa forma parte de la otra: en el amor siempre está la muerte.En las últimas épocas recreaba estereotipos anteriores pero sin la fe yel entusiasmo de antes.

¿Ese entusiasmo se lo lleva entonces la profesión?

En esta profesión estás dos años sin hacer nada y de repente te llaman. Con esta obra llevábamos dos años, y es una obra nacida del amor. Y tengo otros proyectos… Y celebro que los periodistas tengáis interés en nosotros.

¿Sigue teniendo nervios cuando sube a escena?

Los primeros días de la representación, pero luego ya es distinto. Inseguridad es lo que tenemos en este trabajo.

¿Nota a la gente con más ganas de evasión? Siempre hay problemas, en todas las épocas, y en todas hace falta distraerse. Nuestro trabajo no es importante, no somos médicos que salvamos vidas, pero entretenemos, y eso me lo tomo como una gran responsabilidad.  En ese sentido me parece importante, porque tenemos necesidad de emociones, de vida.

¿Consigue reprimir su afición a la improvisación en escena?

Es inevitable improvisar en algún momento, pero trato de no hacerlo mucho y ser leal. No estás solo en escena..

¿Le ha costado alguna parte en especial?

Todo lo que sale en la obra del amor y desamor y demás ya lo he vivido y varias veces, así que no me toca ya nada de eso. Todo lo he vivido, menos el rencor, gracias a Dios. El rencor te enferma, a quien afecta es a ti, porque al otro le da igual. O ni siquiera lo sabe. O no le importa. No me cuesta nada perdonar.

Y el rencor además genera dolor, no deja vivir…

Afortunadamente el dolor no tiene memoria. Yo siempre me acuerdo de mi abuela, que perdió tres hijos y siguió viviendo. No hay que regocijarse en la pena ni instalarse en la compasión. La compasión y el miedo son los peores compañeros.  Es una cárcel.

¿Qué es peor para usted: la compasión y el miedo?

El miedo.

¿Y su peor miedo cuál es? No tengo miedos. Ni siquiera a la muerte, porque mira que he hecho méritos para morirme varias veces. Doy las gracias a Dios. Tengo un altar con los seres queridos que se han muerto, les pongo velas. Me acompañan y me cuidan.  Y la paz que me dan no me la puede negar nadie.

Me acompañan y me cuidan.¿Quiénes han sido los más importantes en su vida?

Vivo rodeada de amor. Me dan mucha pena los que dicen que pueden contar con los dedos de una mano los amigos que tienen. Importantes han sido todos.

¿Ha visto La chica danesa?

No, porque no me ha dado tiempo, pero me interesa muchísimo. De hecho estuvimos viendo las fotos de la historia real Rossy y yo.

¿Le ‘tocaba’ cuando veía las fotos?

Es un tema muy particular. La normalización es cuando ya no se habla de ello. Y no me gusta nada la palabra transexual: eres hombre o mujer, no transexual. Los niños pequeños ya lo manifiestan, ya saben qué son, si hombres o mujeres, y cada vez a más temprana edad.

¿Su primer recuerdo?

No me recuerdo de otro modo, no tengo recuerdos sintiéndome de una manera distinta.

Asier Etxeandia: “Si alguien no me ha dado trabajo por ser homosexual, él se lo pierde”

asier etxeandia

Asier Etxeandia

Es uno de los actores del momento y uno de los favoritos de cara a los próximos Goya. Sin embargo, Asier Etxeandia (40) prefiere no pensar si su nombre sonará el próximo 4 de febrero cuando se descubra quien se llevará el ‘cabezón’ en la categoría de mejor actor de reparto por ‘La novia’. De momento, la película de Paula Ortiz que protagoniza Inma Cuesta acaba de arrasar en la última edición de los premios Feroz, llevándose seis de los nueves galardones a los que aspiraba. Pase lo que pase en los Goya, Etxeandia trata de mantener la mente ocupada con sus otros proyectos, al margen de sus compromisos con la serie ‘Velvet’. Además del disco que lleva meses planeando y de la película ‘La puerta abierta’, que ya ha rodado con Carmen Machi y Terele Pávez, el actor bilbaíno prepara una fiesta semanal con la que espera revolucionar los miércoles en la capital. Un proyecto que sacará adelante con Factoría Madre Constriktor, la productora que creó con su pareja, el también intérprete José Luis Huertas

No queda nada para los Goya. ¿Está preparado?
No lo pienso mucho.
Pero su gente se lo recordará.
Sí, pero prefiero no pensarlo. Para mí ya fue impactante cuando descubrí que estaba nominado y me quedo quedar con esa sensación. Iré a la gala, la disfrutaré y no quiero pensar más.
Siempre que dicen el nombre del ganador, las cámaras de televisión enfocan a todos los nominados. ¿Tiene ensayada la cara por si no se lleva el ‘cabezón’?
Es que todo eso lo ven y lo piensan los demás. Yo no pienso en esas cosas, de verdad. Te lo juro, no te estoy engañando. Además, es que he visto el trabajo de mis compañeros y es acojonante.
¿Por quién apuesta?
Darín, Casablanc… No sé, es que Luis [Tosar] es acojonante. Soy muy fan de los tres de toda la vida.
¿Y si consigue el premio? ¿Dónde lo colocará?
¡No lo sé! (se ríe). No me hagas pensarlo. No tengo ni idea y me niego a pensarlo (se ríe).
Y si no, tampoco se acaba el mundo.
Por supuesto que no, para nada. Todo lo contrario.
Seguro que sí sabe cómo irá vestido a la ceremonia.
Sí, de Lander Urquijo.
¿Cómo se vive ese día, que empieza bien temprano con todo el jaleo de vestirse y peinarse?
Sí, además con muchas entrevistas y fotos de días anteriores. Bueno, está bien. Es buena promoción. Pero sí, esas cosas son las que te ponen más nervioso. Por eso, procuro no pensarlo.
¿En qué piensa uno cuando se enfrenta a una alfombra roja con tantos ‘flashes’?
El secreto de una estrella es solamente comportarse como tal.
¿Qué otros proyectos tiene?
Ahora voy a dirigir una fiesta muy grande, una fiesta que espero que cambie la noche madrileña. Se va a reabrir la sala Florida y los miércoles pertenecen a Factoría Madre Constriktor. Voy a dirigir un espectáculo que hemos ideado entre Cayetana Guillén Cuervo, Chevi Muraday, Paco Tomás y yo. Voy a ser el que invite a todo el mundo a que venga y va a ser un ‘divershow’ muy especial. Serán los miércoles a partir de abril.
¿Cantará también usted?
Sí, aunque voy a dirigir. Está abierto a todo, porque va a cambiar de números con estrellas invitadas: actores, cantantes, artistas de todo tipo…
Usted anunció que grabaría un disco. ¿Cómo va?
Forma parte de un proyecto, pero el disco vendrá más tarde. No he podido hacerlo aún… Con tanto lío, la nominación y la promoción de las pelis, no hemos podido todavía.
Usted es un hombre valiente por dos cosas. La primera de ellas es que criticó a Rajoy antes de las elecciones generales del 20 de diciembre. ¿Cómo vive la situación política actual? ¿Esperaba que el los votantes reaccionaran más?
Es muy pronto todavía. No da a tiempo a nada. Está todo el mundo como a la gresca, a saltar por unos y por otros. Siguen en guerra entre ellos. Tanto de un lado como de otro y eso es lo que menos me interesa. Como veo que la gran mayoría de lo que se dice tiene que ver, como siempre, lo mal que lo hace el de enfrente, pues me interesa poco. Yo lo veré con los hechos. Yo solamente buscaba el cambio radical. Bueno, no sé si radical, pero sí un cambio. Esperemos qué ocurre con el cambio. Lo ideal sería que, si no funciona una persona, se vote a otra. Pero parece ser que en este país como que no lo entendemos.
El gremio de actores siempre se ha distinguido por compartir sus ideales. Curiosamente, las pasadas elecciones generales fueron las que menos manifestaciones políticas hubo por parte de sus compañeros.
No sé lo que hacen los demás. Yo sé lo que hago yo.
No sé si ha visto el programa de Bertín Osborne con Paco León, pero declara abiertamente su bisexualidad. Antes hablábamos de su valentía, porque usted también ha compartido su orientación sexual. ¿Cree que sigue habiendo reparo a la hora de hablar de estos temas?
Yo no lo vivo como que tenga que defender o reivindicar nada respecto a eso. Para mí, parte de la reivindicación es tanta normalidad como que no sé lo que me va a deparar mi vida. Mi sexualidad está abierta a mi creatividad y a lo que me ocurre en este momento. No es interés de nadie, como que no es de interés quién es hetero y quién realmente no.
Hay compañeros que temen estas confesiones públicas afecten a su volumen de trabajo. ¿Le ha pasado a usted?
Nunca he pensado en ello. No he tenido necesidad de ocultarlo ni de soltarlo tampoco. Nunca he sentido que fuera un impedimento para mí. No lo sé. Si alguien no me ha dado trabajo por ser homosexual, él se lo pierde, porque yo no voy a dejar de trabajar. Si no me lo das tú, ya me lo monto yo.
En cualquier caso, usted no para de trabajar. ¿Piensa que todavía hay reparos para hacer pública la condición sexual?
Bueno, es problema de cada uno. Ya caerá por su propio peso.