¿Qué hacer si descubre que su esposo es homosexual?

¿Qué hacer si descubre que su pareja no es heterosexual como usted creía? ¿Cómo confesarle a su pareja y a sus hijos que usted es homosexual? La sinceridad y la claridad, claves.

Aceptar la propia homosexualidad a veces resulta complejo. Investigaciones psicológicas muestran que las personas que lo asumen desde edad temprana, declaran sentirse más adaptados a las condiciones sociales, sufren menos de dolencias como ansiedad y depresión, y cuentan con mayores factores de protección.

“Lo mismo para las personas que asumen su identidad e inician una adecuación de su género. Hoy por hoy muchos adolescentes salen del clóset con mayor tranquilidad y cuentan (en muchos casos) con el apoyo de familia y de amigos, y se esfuerzan por llevar una vida auténtica con el respaldo de mecanismos jurídicos como acciones de tutela y sentencias de la Corte. Antes que ver este fenómeno como un problema, debería pensarse como algo positivo”, asegura Andrés Felipe Castelar, sicólogo del Grupo de Género de la Universidad Icesi.

Pero no siempre las personas se percatan de sus deseos o de su orientación a temprana edad. Mientras algunos declaran que desde siempre se han sentido atraídas por otros de su mismo sexo, el periodista Felipe Zuleta declaraba, en una entrevista reciente, que él no sabía que era gay y solo se percató de ello después de haber tomado decisiones trascendentales como casarse y adoptar una hija. Cada persona se inserta en una dinámica personal y familiar distintas, singulares y sobre las que no es correcto hacer imposiciones.

De modo que, explica Castelar, “puede ocurrir que alguien que tiene una vida social y personal aparentemente organizada y definida, de un momento a otro vea su mundo vuelto de cabeza, sin saber qué hacer ni tener en quien confiar. Incluso, esta persona puede tener una pareja estable e hijos”.

Para alguien que se entera que su pareja es homosexual, esa noticia puede ser devastadora. Sentimientos de frustración, rabia y desengaño pueden surgir e instalarse en el vínculo con la pareja; preguntas como “por qué a mí?” revelarían una crisis que no siempre se maneja adecuadamente.

Mejor a tiempo: ”No podemos casarnos porque…”

*Carlos es un administrador de empresas de 30 años. Hace cuatro es novio de Ana*, de 26 años. Su familia lo adora, él es encantador no solo con ella, sino con todos los que la rodean, quienes son los más felices con la noticia de que la querida pareja “al fin se casa”.

Pero primero deben pasar por el que ambos consideran un requisito más, una formalidad, el curso prematrimonial. Ambos asisten entusiasmados al encuentro con la idea de unir sus vidas para siempre en el “sagrado vínculo del matrimonio”.

Sin embargo, cuando los orientadores los convocan a que durante esos tres días se sinceren y digan completamente todo lo que tengan que decir a sus parejas sobre ellos, sin dejar algo oculto que pueda perjudicar la relación, Carlos entra en una crisis interna.

Sabe que ha llegado el momento de confesar una verdad que ni su novia ni la familia de esta sospechan siquiera. Una verdad que se ha convertido en una carga para él, durante esos tres días en los que ella le ha confesado sus más mínimas verdades. Ante la mirada estupefacta de Ana y de las demás parejas, Carlos suelta públicamente su confesión : “No me voy a casar, no puedo seguir engañándote, Ana, soy gay”.

A los dos años de haber desertado a su matrimonio, Carlos conoció a su actual pareja, y Ana halló el amor de otro hombre, pero sigue siendo amiga de Carlos a quien le agradeció por su sinceridad. La familia de ella sigue queriendo mucho a Carlos.

“Mi esposa me encontró con un hombre en casa”

Víctor* es profesor, tiene 42 años y hace siete unió su vida a la de Mónica*, quien tiene 38 años y es contadora. Durante esos años, Victor cometió una serie de infidelidades de las que Mónica no se dio por enterada.

Él vivía aferrado a Internet, se la pasaba chateando con amistades virtuales. Fue un día en el que su esposa regresó a casa que descubrió a Víctor en pleno encuentro sexual con uno de sus amigos del chat. Un amigo de Víctor cuenta que la esposa no solo armó un escándalo ese día y los siguientes sino que le exigió el divorcio, no sin antes hacer hablar mal de él entre amigos, familiares y conocidos de ambos para que todos se enteraran de la que ella sentía era una “doble traición” por engañarla no con una mujer, sino con un hombre.

Actualmente Víctor sale con un hombre mucho más joven que él, pero siente que se liberó de una carga por haber ocultado tanto tiempo su realidad.

Y aunque con su exesposa no se pueden ni ver y ella no le permite acercarse a su casa, su hijo en común que hoy tiene 17 años le ha dado todo su apoyo.

Los hijos: ”Mamá, ¿por qué no me lo dijiste?”

Elizabeth Castillo, abogada y coordinadora del grupo de Apoyo a Mamás Lesbianas (www.mamaslesbianas.org), cuenta el caso de una madre de tres hijos, dos de ellos ya adolescentes, uno de 16 años y otro de 18, y el más pequeño de 12.

La mamá decide contarle a los dos primeros que ya no vivirá más con su padre porque está enamorada de otra mujer. No le cuenta al más pequeño porque considera que por su edad no podrá manejar el tema.

Cuando decide contarle la verdad al niño lo que este no le puede aceptar y le reclama constantemente no es su condición sexual, es haber sido excluido de un tema tan relevante. “¿Pero por qué no me dijiste a mí mamá? ¿Por qué mis hermanos saben y yo no sobre una información tan importante en la familia?”.

En el caso de Elizabeth, su hijo tenía 11 años cuando le contó de su condición sexual. “Yo estaba con mi pareja y hablamos los tres. Hubo un momento muy emotivo, pero luego me preguntó si yo era feliz y me dijo “Si tú estás feliz, yo estoy feliz, no tengo problema con ese tema”.

En India: ”Mi marido tiene otros gustos”

En India hasta el 85 % de los gays están casados con mujeres que lo saben y lo aceptan, según el diario El Mundo, de España.
“Sé que tiene algún novio pero a pesar de ello soy feliz porque me trata bien”, cuenta Sana quien tiene 39 años y lleva 17 años casada con Faruk. Luego de cinco años juntos descubrió la condición sexual de su marido. “Me enteré por sus comportamientos, sus ademanes cada vez más femeninos, salía mucho con otros hombres y llegaba tarde a casa, lo intuí y él lo acabó reconociendo”, dice ella que vive en Vadodara, en el estado de Gujarat.

Admite que al enterarse lo pasó muy mal y pensó en dejarle. Pero no se fue por no separarse de sus hijos (niño y niña). Ella dice: “Sé que mi marido tiene algún novio, pero a pesar de eso soy feliz porque él me trata bien, trata bien a los niños y se hace cargo de sus deberes como padre”. Además lo apoya en su lucha por los derechos de la comunidad LGTBI, acude a las manifestaciones lideradas por la organización en la que trabaja su esposo. Ella comprende que él tiene otros gustos, pero no contemplan el divorcio.

“No podemos separarnos porque somos familia. Nuestras madres son hermanas y nosotros, primos. Si nos divorciamos, la relación familiar se romperá y eso en India es muy importante”. La mamá de Faruk ha sabido siempre que su hijo de 40 años es homosexual. “Mi madre lo respeta mientras yo cumpla con mis deberes vitales, que son casarme y tener hijos”, afirma. La madre de Sana no sabe nada de los gustos sexuales de su yerno.

El momento de la verdad: Confianza y claridad

Elizabeth Castillo, coordinadora del grupo Mamás Lesbianas, dice que “es una experiencia que seguramente es muy traumática para la pareja, no solo para quien está recibiendo la información sino para quien la está dando”.

“Lo importante es que quien recibe la información entienda que la persona que le está hablando está teniendo un gesto muy fuerte de confianza al contarle estas circunstancias, sabiendo el daño que le va a causar, porque muy probablemente ahí hay una relación con afecto, con cariño”, agrega.

Recibir la información no es fácil, hay unas recomendaciones para hacer la salida del clóset en cualquier circunstancia, no solo con la pareja: No se debe hacer en medio de una discusión, como una manera de lastimar al otro, en una fecha especial de la familia, mucho menos en un evento luctuoso.

Lo ideal es buscar un espacio de conversación tranquila en el que se pueda compartir la información de manera clara y amorosa. Es una revelación difícil para quien la recibe y para quien está la está contando y haciendo su salida el clóset.

Es más probable que una mujer que le diga a su pareja hombre que es lesbiana sea maltratada por este, que en el caso contrario de que sea el hombre quien le diga a su pareja mujer que es gay.

Es importante generar un espacio seguro en el cual conversar, de manera clara, segura, en una cafetería, en un restaurantes, donde haya un llamado de control de ambas partes.

Las mamás o los papás que van a contar a sus sus hijos que son homosexuales, tienen que estar muy seguros, muy claros de la información que van a dar, que la información de por sí no es dañina, sino que está generando la posibilidad de construir unos lazos y una relación más sólida con sus hijos, porque es de confianza. Y deben ser conscientes de que el hecho de contarle a su hija o a su hijo que es homosexual no representa un daño irreversible para su vida. No es una gran tragedia, ni es un pecado, ni es una enfermedad ni nada grave. Es simplemente una información adicional

Respecto a los hijos, lo ideal es que sean las propias mamás o papás quienes se lo cuenten, no que lo escuchen por boca de otros o se enteren porque vieron a su papá o mamá besándose con su otra pareja. No porque darse un beso sea malo, sino porque en ese momento la información pierde sentido y hay que busca otras maneras de acercarse. El reclamo de los hijos en muchas ocasiones es “¿Por qué no me lo dijiste antes?”.

Uno no puede hablar con un hijo de 5 años de la misma manera que habla con uno de 7, 9, 11 o 15. Eso tiene que ver con la capacidad de comprensión que ellos tienen. Pero en la medida en que se hable con ellos con claridad, los hijos reciben la información de manera muy serena.

¿Cómo manejar la situación?

Andrés Felipe Castelar Caicedo, psicólogo del Grupo de Género de la Universidad Icesi, respondió algunas de las preguntas más frecuentes respecto a la revelación de una persona sobre su condición sexual frente a su pareja
o a sus hijos:

Soy heterosexual y quiero revelarle a mi pareja actual que soy homosexual. ¿Cómo abordar el tema con él o con ella?

La clave está en contar con un vínculo previo que sea sano y que permita una apertura de los sentimientos de ambos. Si bien es cierto que el diálogo es la base de la resolución de los problemas, también es necesario depositar la confianza en la pareja y abstenerse de tomar decisiones apresuradas o radicales.

¿Luego de la revelación se puede establecer una relación amigable?

Sí es posible que perdure una relación de amistad: incluso algunas parejas logran seguir casadas pero separadas en lo afectivo. El acompañamiento terapéutico también es un apoyo valioso en este tipo de procesos.

¿Qué tan cierto es que una persona homosexual (hombre  o mujer) tiene conductas que delatan su verdadera condición, aunque se muestre a los demás como una persona heterosexual?

Este es un prejuicio muy difundido y bastante dañino. No hay una correlación entre el género que deba “delatar” la orientación. No se debe confundir el rol asumido en la sociedad con la identidad personal ni con el objeto de atracción. Y hay que evitar ese tipo de prevenciones, pues cada vez hay más personas que no se comportan desde los modelos típicos (hombres tiernos y cariñosos, mujeres de carácter decidido, independientes de las relaciones con los varones) y esto no los hace ser más que mejores personas.

¿Qué pasa si yo como miembro de una relación estable, descubro que mi pareja es homosexual? ¿Cómo actuar en ese momento? ¿Debo confrontar o debo callar? ¿Cómo puedo sanar ese dolor que me produce haber sido engañado o engañada?

En primer lugar, hay que evitar que las sospechas o los temores lleven a acciones inapropiadas como espiar a la pareja o revisar sus comunicaciones (correos, mensajes, etc.) por más confianza que tuviesen ambos. Es mejor abrir el espacio y comentar las dudas que se tienen, más que confrontar o presionar a la pareja.

Al fin y al cabo, hablamos de una pareja con la que quizá se lleven años de convivencia. Y siempre estará el riesgo de sentirse defraudado, pues las expectativas que se fijan desde el comienzo de la relación, se ven frustradas. No necesariamente hay que hablar de un engaño: reconocer la homosexualidad no implica que ya se tengan relaciones homosexuales.

Incluso, puede ocurrir que se siga amando a esa persona, aunque el sentimiento de frustración estará ahí un tiempo. Recurrir a la aceptación y reformular los proyectos de vida personales (“la idea de volver a empezar”) pueden ser de utilidad. Hay que recordar que si esta situación se presenta en parejas maduras, con hijos adultos, la crisis se hace más intensa debido a los cambios en los roles y las tareas de crianza. Pero se puede tomar como una nueva oportunidad.

¿Después de experimentar una revelación o descubrir a la pareja, qué tan fácil o difícil es para la persona afectada volver a creer y apostar por una nueva relación? ¿Qué tan cierto es que por culpa de una decepción muchos deciden volverse homosexuales?

Eso dependerá del proceso que se emprenda. Usualmente el componente de “traición” tiene un peso considerable en los discursos de exparejas de personas homosexuales, pero como se dijo antes, siempre se podrá volver a empezar. Es necesario superar afirmaciones irracionales como que todos los hombres son lo peor o que no se puede confiar en nadie.

Nadie se vuelve homosexual por venganza o por decepción: esa es una idea que trata falsamente de explicar la salida del clóset en personas adultas, en especial de mujeres. El deseo es un aspecto esencial de la vida de cada uno de nosotros y se estructura desde la infancia: hay presiones sociales y discursos que imponen la heterosexualidad normativa (“El hombre propone y la mujer dispone”; “los hombres en la cocina… las mujeres en el balcón…”) y limitan la expresión de orientaciones y géneros diversos.

Confirmado: casarse ya no está de moda

‘Sí, quiero’ son las palabras tan esperadas para muchas parejas después meses o años de noviazgo, o quizá no, porque lo cierto es que según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el matrimonio está de capa caída. En el año 2013, último del que se tienen datos definitivos, se celebraron un total de 156.446 matrimonios, un 42% menos respecto al año 1975, año dorado del matrimonio español.

[Descargue aquí los datos].

Claro que no es de extrañar teniendo en cuenta que el coste medio de una boda en el año 2013 se situaba en unos 12.590 euros, el equivalente a un año de trabajo de un mileurista, según las estimaciones publicadas por la Federación de Usuarios Consumidores Independientes (FUCI).

La entrada en vigor de la Ley 13/2005, por la que se permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo, hizo subir el contador de matrimonios contraídos, aunque no lo suficiente como para mejorar la caída año tras año, a excepción del año 2012 en el que se celebraron más de 5.000 matrimonios. En el siguiente gráfico puede ver cómo ha evolucionado el número total de enlaces entre personas del mismo o diferente sexo.

Por comunidades, Castilla y León celebró en 2013 un 55% menos de enlaces matrimoniales que hace 38 años. En el lado opuesto se encuentra Melilla, donde sus habitantes son menos reticentes al dar el ‘sí quiero’ y solo pierden un 5% de nupcias.

En 2006, primer año completo con la ley de matrimonio homosexual ya en vigor, se registraron 4.313 enlaces entre personas del mismo sexo, que suponen un 2,08% respecto al total de matrimonios celebrados. Al parecer fue el año de mayor “fiebre” por casarse, al calor del mencionado avance en derechos de este colectivo, aunque al año siguiente el ‘boom’ decayó en más de un millar de bodas.

Por sexo de los cónyuges, son más los matrimonios entre hombres que entre mujeres, aunque entre los primeros se ha producido una tendencia a la baja desde el año 2006, mientras que las nupcias entre mujeres presentan una evolución al alza, con algún que otro altibajo.

Como curiosidad, la edad a la que los españoles deciden dar el paso también ha cambiado. Por ejemplo, en el año 1976 los hombres pasaban por el altar a la edad de 27 años, mientras que las mujeres lo hacían a los 24. Ahora, lo habitual es casarse pasado el umbral de los 30. Ellos lo hacen rozando los 37, ellas los 34. Justo una década más viejos.

Viaje al mundo skinhead: cabezas rapadas, Dr. Martens y ¿homosexualidad?

El libro ‘Skinhead, an archive’ explora una de las subculturas más estereotipadas y controvertidas

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Un peluquero punk enamorado de un skinhead. Tienen sexo. Es una película. Se llama No skin off my ass y la dirigió Bruce LaBruce en 1993.

El skin es “el único corte de pelo que tiene sentido hoy“, se escucha en el film por boca del peluquero, interpretado por el propio LaBruce. No sabemos qué pensaría de la película Nicky Crane, el convicto icono neonazi que, antes de ser consumido por el sida, acabó sus días revelando que era gay y haciendo porno amateur.

El abordaje de la homosexualidad en la subcultura skinhead no podía faltar en Skinhead, an archive, una completa exploración del movimiento a través de pósters, zines, carteles o películas. Recientemente publicado por Ditto Press, el libro recoge, además de material visual inédito, textos explicativos del propio LaBruce, entre otros. Un recorrido por una historia no siempre bien contada en el que cabe todo lo que no se conoce de los cabezas rapadas.

La subcultura skinhead nació, resumiendo mucho, de la unión entre la de los mods británicos y los rudeboys jamaicanos emigrados a Londres en los 60. Estética y música haciendo buenas migas. Todo desde los barrios de clase trabajadora. Reggae, ska, rocksteady y el cuero cabelludo alardeando de identidad.

La deriva fascista – boneheads– y sus contrapartes antirracista y redskin, literatura de consumo interno y por supuesto, los queerskins o skins gays y las chicas skins están aquí presentes. Como lo está aquel zine Skinhead Times que llevaba en portada a la Miss Skinhead del 93 con su dirección y teléfono. Un medio, por cierto, que se presentaba como “ni racista ni rojo”.

Todo eso está en Skinhead, an archive. Todo sobre una subcultura que trata de escapar a medio siglo de estigmas y estereotipos.

Una especie de Biblia para los skins y un fascinante mundo a descubrir para todos los demás.

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JOSERRA LANDARROITAJAUREGI SEXÓLOGO DE BIKO ARLOAK “La gente entiende por educación sexual solamente la ‘jodiendología”

Los sexólogos abogan por una educación sexual plena con el fin de prevenir problemas como el machismo o la discriminación desde la raíz

BILBAO – Sexo. Aunque cada vez menos, todavía continúa siendo una palabra tabú. Sobre todo en el ámbito de la educación, en la que todo lo relacionado con ello tiende a limitarse a unas nociones básicas de la anatomía humana y de los riesgos que pueden entrañar las relaciones sexuales. “Se habla a los adolescentes de lo que no les interesa y no de lo que sí”, opina Joserra Landarroitajauregi, sexólogo de Biko Arloak. Desde su experiencia en este campo, mantiene una postura diferente respecto cómo se están tratando los temas sexológicos en los centros escolares.

¿Qué es la educación sexual?

-Resumiendo, la educación de los sexos y sus relaciones. Sexo entendido como las condiciones y diferencias que nos definen a los hombres y las mujeres. Pero gran parte de la sociedad entiende por educación sexual solamente la jodiendología.

¿Qué problemas acarrea la falta de estos conocimientos?

-En el ámbito de las parejas, el mayor problema, sobre todo en la gente joven, es a un hombre tratando a una mujer como si fuera un hombre y viceversa. Esto ocurre porque hay una presunción de igualdad, en este caso inducida. Esa idea viene de la incorporación de la mujer a los derechos y las oportunidades, pero eso no quiere decir que los hombres y las mujeres seamos iguales en todo. Es más, somos muy diferentes. Hoy en día estamos educando a los chicos y a las chicas en la igualdad y eso es un disparate.

¿Por qué?

-Simplificando, los hombres y las mujeres somos muy diferentes y no solo en el plano biológico. Pero además, la idea de igualdad que hoy pulula en nuestra sociedad es una forma de colonización. Los hombres piensan que las mujeres tienen que ser igual que ellas y viceversa. Se hace sin querer, pero se hace.

¿Y en el ámbito social?

-Los hombres y las mujeres tienen relaciones altamente tensionadas, porque hay fuerzas diferentes que chocan. Esas fuerzas, en la sociedad actual, nos han llevado a enseñar que los hombres son sospechosos de hacer daño y que las mujeres son potenciales víctimas de esa violencia. Esa es una mirada terrible. No digo que no existan incidentes de este tipo, pero para evitarlos hay que educar en valores, para que los chicos estén orgullosos de ser masculinos y las mujeres de ser femeninas.

¿Es el machismo algo aprendido?

-Todos los humanos nacemos incivilizados: analfabetos, inmorales y crueles. Inventamos la cultura y la educación precisamente para domesticarnos. Y el machismo no es otra cosa que una forma de la incivilización, el resultado de la ley de la selva. Para prevenirlo hay que educar bien. Decirles a chicas y chicos que todos somos iguales es una gran mentira. Y precisamente en la adolescencia, cuando las diferencias se acentúan.

¿Qué es lo que propone?

-Ahora se da a los jóvenes la biología de la reproducción y todo se reduce a la prevención de los problemas de usos genitales, como enfermedades, abusos, etc., cuando la educación sexual es mucho más. Sexualidad, gozo, deseo, compromiso. Para esto no vale con un programa breve, porque sino caemos en el algunismo: algunos chavales en algunos centros gracias a que algunos profesores algunas veces algo preparados dan algún tipo de educación sexual. Y solo con esto luego queremos que de algún modo las nuevas generaciones se saquen esos conocimientos de la manga. Las cosas no son así: hay que trabajar para ello.

Hablan las asociaciones para la libertad sexual: “Hay tolerancia, pero no hay respeto”

LAS ASOCIACIONES PARA LA LIBERTAD SEXUAL ASEGURAN QUE SE HA AVANZADO, PERO QUE TODAVÍA QUEDA CAMINO POR RECORRER

 

BIENESTAR físico, emocional, mental y social. Esos son los conceptos que incluye la definición de salud sexual según la Organización Mundial de la Salud (OMS). “No es solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad”, añade. Para ello, la entidad aboga por que sean “respetados, protegidos y ejercidos a plenitud” los derechos sexuales de todas las personas.

Imanol Álvarez es integrante de Euskal Herriko Gay Askapen Mugimendua (Ehgam), la primera asociación LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) para la libertad sexual de Euskadi. Su historia comenzó en 1977. “Franco había muerto y creímos que había llegado la hora de hacer algo”. Y lo hicieron. Crearon Ehgam y comenzaron a luchar por los derechos sexuales. “Tuvimos que escuchar mucho, en persona y por teléfono”. Pero el tiempo y el esfuerzo han dado sus frutos, tal como atestigua, entre otros, el monumento a los homosexuales de Durango.

Pero además de por ser la primera en Euskadi, Ehgam también destaca por otro aspecto: “Siempre hemos tenido el ámbito lúdico muy presente”, explica Jaime Mendia, otro miembro de la asociación. Entre dichas actividades se encuentran el mes de cine de Basauri, la fiesta del 28 de junio, acampadas, comidas, etc. “Aunque no por ello dejamos de lado otros temas reivindicativos”.

Más en esta última corriente se encuentra el proyecto Miradas Atrevidas, un trabajo de memoria histórica realizado junto con Aldarte que recoge en un libro los testimonios de personas homosexuales de otra época. Pero más que una crítica al pasado, estas recopilaciones también han desvelado un problema muy presente: la soledad de los gays ancianos. “La homofobia en las residencias es impresionante”, denuncia José Ignacio Sánchez, integrante de la asociación.

Ehgam ha sido la semilla de estas reivindicaciones en Euskadi, pero no el final. A raíz de ella han ido surgiendo diferentes asociaciones LGTB, como Bizigay en 2003. “Nuestra vía, más que la lucha social de calle, es la educación formal”, explica Mikel Oribe, integrante de dicha organización. Argumenta que ello se debe a que la sociedad en general es muy ignorante en temas de sexualidad y otras cuestiones sexológicas. “Y eso es lo que nos acarrea problemas sociales y de inclusión en el ámbito sexual”.

Para trabajar este ámbito, Bizigay tiene en marcha Esangura, un proyecto sobre educación sexual que se imparte en más de veinte colegios de Euskadi, la mayoría de Bizkaia. “Con él reducimos a la mitad los posicionamientos extremos según nuestras encuestas”, apunta Mikel. Y además también organizan las jornadas Sex on Trial, cuyo fin es realizar una crítica sexológica. “Nuestro reto es que el conocimiento, la cultura y el debate sexual cale a la gente”.

PROBLEMAS EN EL MUNDO LABORAL Otro punto de vista a tener en cuenta sería el de Errespetuz, una asociación formada íntegramente por transexuales. Sarai Montes, además de presidenta de este colectivo, es vocal de la comisión ejecutiva de la Felgtb (Federación Estatal LGTB). “Creamos Errespetuz en 2008 cómo lugar de reunión para poder hablar y compartir experiencias entre nosotros”. Después de todo, explica que es imposible sentirse realmente escuchado si el que está al otro lado no ha vivido esa condición. “Te atienden, pero no te entienden”. Su mayor reto, en la actualidad, es combatir la discriminación de los hombres y mujeres transexuales en el mundo laboral y, con el fin de sensibilizar a la sociedad, toman parte en el servicio Berdindu del Gobierno vasco, que atiende a personas LGTB.

En ese mismo proyecto toma parte Aldarte, otra asociación LGTB que surgió en 1994. “Nosotros apostamos por la creación de diferentes grupos de apoyo y referencia”, explica Lala Mujika, integrante de la misma. Conseguir el respeto, esa es la meta que se marca. “La impresión general es que ya tenemos todo conseguido, porque nos comparan con otros países, pero no es así”. Las asociaciones LGTB coinciden en que esto es un trabajo continuo, argumentando que las nuevas generaciones son casi tan machistas, sexistas, homófobas y tránsfobas como las anteriores. “Hay tolerancia, pero no hay respeto”, asevera Lala. Ese es ahora el gran reto.

A la caza del mariquita

Fabio Capello, un hombre sin pelos en la lengua, lo ha dicho una vez más: “El fútbol no es para mariquitas”. Ha hecho bien Capello en especificarlo porque, así, en crudo, el espectáculo de veinte hombretones corriendo detrás de una pelota, mientras otros dos bailan solos entre tres palos como si esperasen una cita, suena más gayer que un musical sobre la vida de Barbra Streisand. Del portero al masajista y de los vestuarios a las duchas, el fútbol es una oda a la virilidad tan vistosa como un ballet ruso: unas veces les sale La bella durmiente y otras veces El lago de los cisnes. Por eso está muy bien que don Fabio (que tiene nombre y tupé de portero de club de ambiente) advierta que se trata de un deporte sólo para hombres. Para los que no somos tan machos siempre nos quedará el voley-playa femenino.

Hace poco discutía con mi novia y una amiga que la homofobia sigue a la orden del día y me dijeron que en qué país vivía. Hoy, jueves, en uno en que un homínido italiano, para defender el juego duro del Atlético de Madrid, se cuelga él solo la etiqueta de orangután, dicho sea sin ánimo de ofender a los orangutanes, que son animales delicados y sensibles que, como tantos otros mamíferos, también practican la sodomía y el lesbianismo en sus ratos libres. El mismo país donde un empleado de seguridad del metro de Madrid insta a aumentar la vigilancia sobre diversos colectivos, a saber, mendigos, músicos y gays. Los dos primeros son fácilmente reconocibles: los mendigos, por la miseria de sus atuendos y la fea costumbre que tienen de sacar a pasear su hambre en los subterráneos; y los músicos por la tendencia a cargar de vagón en vagón con guitarras, micrófonos, acordeones y amplificadores.

Ahora bien, lo de vigilar a los gays ya me parece más difícil, porque no todos son unas locazas que van por ahí como en las películas de Almódovar ni tampoco visten siempre como entrenadores de fútbol. “Mendigos, músicos y gays” es un cartel de búsqueda policial que recordaría los mejores tiempos del franquismo si no fuese porque, lamentablemente, la homofobia sigue instalada a sus anchas en el imaginario de la cultura cristiana (no digamos ya en la musulmana) a lo largo y ancho de varios continentes. En la Rusia de Putin la costumbre de perseguir, torturar e incluso matar a los homosexuales ha llegado el punto de intentar repintar la biografía de Tchaikovski, una de las cumbres más altas de la música occidental y un compositor gay hasta el último pelo de su bendita barba.

Hace apenas un mes, cuando fui a ver a Shangay Lily en su espectáculo Palabra de artivista, comentamos la tragedia de Alan Turing, uno de los grandes genios del pasado siglo, padre de la inteligencia artificial y responsable del desciframiento del código Enigma, que permitió la victoria aliada en el Atlántico. La muy civilizada Gran Bretaña pagó el esfuerzo a este héroe de guerra (según algunos especialistas, la contribución de Turing a la derrota alemana fue tan grande como la del general Eisenhower) sometiéndolo a un juicio por conducta inmoral y dándole a escoger entre la cárcel o la castración química. Turing eligió el tratamiento hormonal, engordó como una bestia, perdió su físico de maratoniano, cayó en una depresión terrible y acabó suicidándose. Ahora hay una película en los cines conmemorando su martirio y hace sólo unos años que Su Muy Graciosa Majestad (hay que ver la gracia que tiene) le concedió el perdón a Turing, cuando su único delito fue acostarse con un ladronzuelo. Tiene razón Capello, el macho alfalfa: ni el fútbol es para mariquitas ni este mundo tampoco. Por eso habría que ir pensando en cambiarlo.

¿Cuál debería ser la edad de consentimiento sexual?

El Grupo Parlamentario Popular en el Senado ha decidido mantener la edad mínima para que una relación sexual se considere consentida en 16 años, tal y como figuraba en el proyecto de Ley de reforma del Código Penal que le fue remitido desde el Congreso, mientras los grupos de la oposición proponen fijarla en 14 o 15 porque consideran que de otro modo, se criminalizarían determinadas relaciones.

Si se mantiene la redacción actual, la realización de actos de carácter sexual con menores de dieciséis años será considerada, en todo caso, como un hecho delictivo, salvo que se trate de relaciones consentidas con una persona próxima al menor por edad y grado de desarrollo o madurez. Se establecen agravantes si, además, concurre violencia.

“Estamos totalmente en desacuerdo en la elevación de la edad de consentimiento sexual, de 13 a 16 años, criminalizando en exceso una realidad social y, además, teniendo en cuenta que el Código Civil establece que se pueden celebrar matrimonios a partir de los 14 años”, dice en su propuesta de veto la Entesa Catalana de Progrès.

La formación ha presentado el mismo texto de enmienda que elGrupo Socialista sobre este asunto. Proponen subir la edad del consentimiento sexual de los 13 actuales a 14 años “como están haciendo la mayoría de los ordenamientos cercanos” y “mantener el principio de respeto y garantía de la libertad sexual de las personas de 14 y 15 años, cuando actúan con consentimiento libre y voluntario”.

Para estos adolescentes, PSOE y Entesa piden “una específica protección”, que consiste en que “no se considerará que hay consentimiento cuando la diferencia de edad de la otra persona sea superior a 4 años”.

CiU no ha presentado enmiendas sobre la edad de consentimiento sexual en el Senado y el PNV, por su parte, propone fijar la edad en 15 años porque entiende que la edad “debe adecuarse a la realidad de la educación sexual en la actualidad”.

“Modificar, como hace el proyecto de ley, la edad para tal consentimiento a los 16 años nos parece despreciar la madurez afectiva y sexual de las personas menores de dicha edad pero que ya con 15 años están preparadas para decidir sobre su afectos emocionales y sexuales, como pasa en los países europeos del entorno”, explica la formación vasca.

Fuentes del Grupo Parlamentario Popular consultadas por Europa Press, aseguran que la actitud ante la negociación de este punto del proyecto de Ley es “de diálogo”, aunque reconocen que es elMinisterio de Sanidad quien fija el criterio.

En paralelo, el Gobierno ha impulsado otra reforma legislativa, la Ley de Jurisdicción Voluntaria, actualmente en el Congreso, que contempla elevar a 16 la edad mínima para contraer matrimonio en España, equiparándola así con la previsión de que el Código Penal fije en 16 la de las relaciones sexuales consentidas.

Los falsos mitos del amor romántico

La sociedad promueve un ideal de amor que, al no corresponderse con la realidad, genera confusión. Cenicienta y su príncipe se casaron y comieron perdices. San Valentín pone altavoz a tópicos del amor romántico

CHICOS y chicas rechazan casi de manera absoluta la violencia física directa; un 96% de ellas; un 92% de ellos. Frente a este estimulante dato se alza una situación real que diluye y relativiza esta aparente idea de que prácticamente no existe violencia de género, ya que uno de cada tres jóvenes ve como inevitable el control de los movimientos y actividades de la pareja: con quién habla por teléfono, a qué hora está en casa, si debe estudiar tal o cual cosa… Son parte de un control que bajo el prisma de trance romántico, en realidad esconde una situación de dominio y control que no es sino una situación de violencia, de baja intensidad cierto, pero violencia sexista. Esta denuncia en definitiva es el leit motiv de la campaña iniciada por el Gobierno central Hay salidapara rebajar esos porcentajes. Con la excusa de que si no te controla no te quiere, se esconde una violencia de dominio de alguien que quiere que hagas lo que él desea cuándo y cómo lo desea. “El retroceso que observo entre la juventud me decepciona. Tanto tiempo trabajando por la igualdad y las encuestas nos despiertan con que estamos peor que hace unas décadas”, explica la feminista y experta en género Teresa Maldonado. “A las niñas desde pequeñas se les sigue dando la matraca con Blancanieves, la Bella Durmiente y otras tantas princesas de cuentos y películas. Pero no se les dice si su príncipe respeta sus opiniones, su carrera profesional, si comparte las tareas del hogar”, señala.

El Día de San Valentín (invención de los grandes almacenes para hacer caja) pone en evidencia que el mito del amor romántico y los tópicos que lo rodean siguen propagándose como la pólvora. Tal y como subraya Ianire Estébanez, psicóloga y autora de Mi novio me controla lo normal, en su blog donde desmonta los mitos del amor romántico, “el amor no es malo, lo que es malo es mantener un ideal de amor que no se corresponde con la realidad; un amor que se considera que si es de verdad será para siempre, en el que no caben dudas o contradicciones, en el que no hay momentos en que quieras y otros que no, un amor en el que pasas del enamoramiento a vivir toda la vida juntos”. Porque los cuentos y las películas finalizan con la boda, pero nadie es capaz de decirnos qué pasará después. “El esquema del amor romántico apenas ha cambiado: es una utopía emocional”, enfatiza Teresa Maldonado.

EL SACRIFICIO “Es normal ya que las series televisivas lo potencian; el modelo ideal en las series es tener pareja: el amor exige sacrificios, decían en Love Story; el amor lo puede todo, dice la protagonista de cualquier serie; los tópicos que idealizan el amor y lo aúpan por encima de cualquier otra cosa están presentes en la mayoría de las películas, canciones, videoclips. Y es a través de esa cultura como se crean los patrones emocionales; los únicos modelos emocionales que tenemos son los mitos, en las escuelas no enseñan a gestionar las emociones”, apunta Maite Canal, del colectivo Lambroa, quien trabajó durante años con la difunta María José Urruzola, fundadora, impulsora y notoria activista de la causa feminista y autora de numerosas publicaciones donde se enseñaba a los niños y niñas desde la infancia a gestionar las emociones. “Desde pequeños deben aprender que valores como los celos, la posesión o la exclusividad no tienen que identificarse con el amor ideal”, añade Maite Canal recordando a Urruzola.

Muchas veces son las mujeres las que justifican los sufrimientos personales en nombre del amor. A menudo siguiendo la idea de ese amor romántico que les han enseñado, son reticentes a aceptar que su relación de pareja no es satisfactoria. “Además, tampoco identifican ciertos comportamientos o actitudes de su pareja como abusos”, explica Teresa Maldonado. Porque los tópicos asociados al amor romántico han sido y son socialmente e históricamente construidos e interiorizados casi de forma inconsciente, “por lo que influyen en nuestras creencias y en nuestros actos en el ámbito de las relaciones afectivas”.

En muchas ocasiones -como se demuestran en los Talleres por la Igualdad que se realizan desde los colectivos feministas y organizaciones como la Red de Hombres por la Igualdad en Vitoria-Gasteiz- se aferran a la pareja como proyecto vital. Cuando todo va mal, es el refugio, el que perciben como único y capaz de dar sentido a su existencia. Por este motivo, si hace falta, en nombre del amor se debe soportar el abuso a través de humillaciones, insultos, faltas de respeto, limitaciones a la libertad, chantajes, imposiciones de qué y cómo vestir o comportarse. Por otro lado, también hay un componente de seguridad. “Perciben que sus parejas les proporcionan una fuente de protección que no podrían encontrar en ningún otro lugar. Mientras, el hombre utiliza este modelo de amor romántico como medio de control y dominio sobre la mujer, y es este mismo discurso el que le da permiso para hacerlo”.

LA IDEALIZACIÓN Maite Canal insiste en la necesidad de una buena intervención desde la escuela que contrarreste los mensajes publicitarios/televisivos/cinematográficos. En muchas de las historias de amor de la literatura y el cine se percibe una exaltación de las desgracias, de los amores imposibles y una “hiperidealización del amor y de la persona estimada”, “no hay más que ver las series dirigidas a los/las adolescentes”, apunta la activista de Lambroa.

De este modo, el amor basado en el respeto por la individualidad del otro, en el conocimiento y la aceptación real de éste, en el enriquecimiento mutuo y la capacidad de resolver los problemas no interesa mucho porque no es nada novelesco. “El amor feliz de la tranquilidad cotidiana y el afecto sostenido no tiene historia y al ser invisible, no es tan atractivo como la pareja tempestuosa; no tiene interés para el cine”, reconoce Maite Canal. En su opinión, desde los gobiernos e instituciones de la mujer tendrían que dar un toque de atención a los medios de comunicación porque son los agentes de socialización más potentes, superando a la familia y la escuela, para que la imagen que se transmite de la mujer y del hombre fuera diferente. “El proceso que sigue una relación de pareja basada en el amor romántico está presente en las series. Amor deslumbrante -a primera vista-, conquista, entrega apasionada interrumpida por terribles infortunios, malentendidos, obstáculos de toda clase, y después de grandes sacrificios, pruebas de amor y de fusión con el otro, el final feliz donde todo se aclara y se encamina hacia una gloriosa felicidad”, lamentable, señala, porque se corresponde con lo contrario a lo que sucede en la vida diaria.

¿Cómo atajar todas estas actitudes? Con intervenciones educativas, coinciden en señalar Maite Canal y Teresa Maldonado, activistas por la igualdad de la mujer. “Me preocupa que actualmente las pautas de igualdad de las chicas sea acomodarse al modelo masculino; la sociedad no está preparada para que los chicos y las chicas se relacionen de tú a tú. Todavía sigo escuchando por ahí decir a jovencitas que les gustan los malotes. Esos que les harán la vida imposible”. La prevención contra estas ideas es la clave, las jóvenes deben ser conscientes de que las relaciones positivas son las que “nos hacen sentir bien y nos ayudan a vivir y a crecer como personas. Es importante aprender a identificar las relaciones positivas y a detectar y rechazar las que no lo son; muchas chicas no son conscientes de que el amor romántico es una forma de maltrato; si una relación de forma reiterada no les hace sentir bien, lo que tienen que hacer es dejarla lo antes posible”, sentencia Teresa Maldonado.

ANALIZAR LOS TÓPICOS Iñaki Rivieri, alma máter de la Red de Hombres por la Igualdad de Vitoria-Gasteiz considera del mismo modo que las militantes feministas, que es preciso analizar los mitos del amor romántico y las relaciones afectivas, “Hasta hace poco parecía que estaban al margen de la igualdad. En este sentido nos encontramos con que nuestra sociedad ha cambiado muy poco y los medios de comunicación, de transmisión de cultura, visual, historias, canciones, películas… siguen reproduciendo relatos del amor ideal, donde sitúan a mujeres y hombres en papeles distintos; además, en las relaciones ponen el acento en unas características que nuestra sociedad le ha dado al amor romántico que genera relaciones desiguales entre las personas; relaciones de poder desigual haciendo que se confunda el control con el amor. Es el problema que está detrás de ese amor idealizado en el que caen muchas jóvenes. Por otro lado, la mayoría de los estudios de los que disponemos nos indican que este colectivo de personas no identifican los celos con el control, sino que creen que son muestras de amor. “Para mí -continúa explicando Iñaki Rivieri-, es que no se hace una reflexión sobre esas relaciones, ni se abordan, ni se trabajan… con mayores ni con adolescentes. Hay un modelo muy importante de socialización, de relaciones en desigualdad. Y como vivimos en una sociedad de desigualdad entre mujeres y hombres, lógicamente eso se refleja en las relaciones románticas, que no son igualitarias y donde a una parte de la pareja -al hombre- se le otorga más poder. Papeles distintos; todavía los modos de relación son distintos. Es un tema complejo, que no se puede resolver a dos bandos, pero sí que hay que abordar los mitos del amor romántico”, dice contundente.

LA DOMINACIÓN Porque muchas personas, especialmente los hombres, entienden el poder como la habilidad de controlar y dominar a las personas y al mundo de su alrededor. El recurso de la violencia se retorna legítimo para ejercer y mantener dicho poder. “La mayoría de los maltratos son demostraciones de control de los varones sobre las mujeres, los niños o de otros hombres. Estas actuaciones también permiten evidenciar la manera que muchos hombres tienen de entender y manifestar su masculinidad”, subraya Maite Canal. “Paradójicamente, estos actos son signos de debilidad, inseguridad y baja autoestima combinado con un dominio físico y verbal y también con el convencimiento de que ellos han de ser superiores a otras personas y asumir el poder y control”, apostilla Iñaki Rivieri, quien coincide con las activistas feministas en que la sociedad reproduce los modelos de convivencia de las películas. ¿Cómo luchar contra ello? “A mí me parece que se tendría que poner encima de la mesa la diversidad de relaciones que ya tenemos y darles mayor importancia; poner en cuestión y debatir las relaciones que nos transmiten. Como en otro tiempo se dio el paso de lo privado a lo político y público. Estas cosas también son políticas y hay que abordarlas también desde ese punto de vista”, sentencia.

Pongamos que hablo de SEXO

¿Qué es la sexualidad?, ¿es deseo?, ¿es placer?, ¿es intimidad?, ¿es necesidad? En el artículo de hoy hablamos de sexo y diversidad funcional. Doble tabú. Quién da más.

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Ilustración de Emma Gascó/ Diagonal

“El sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír.” Woody Allen

Puedes seguir leyendo aunque no tengas ningún tipo de discapacidad, incluso aunque no tengas sexo, porque lo que planteo aquí es cómo romper la figura de la sexualidad entendida como algo exclusivamente ligado a la genitalidad. Ese es el referente en el que se suele pensar, pero hay más. Sí amigos, hay más.

Empiezo a interesarme por el tema a raíz de conocer el proyecto de verkami Yes We Fuck a través de una de las notificaciones que me llegan por twiter. La iniciativa nace como subversivo para sacudir el imaginario colectivo sobre la sexualidad y la diversidad funcional. A través de una serie de videos que se pueden ver en su web y que formarán parte de un futuro documental, mostrarán de una manera explícita otro tipo de sexualidad.

En el imaginario colectivo se piensa en la prostitución como alternativa a poder dialogar física y emocionalmente con un cuerpo desnudo. Pero hay otras opciones y ese es el caso de Tandem Team Barcelona. Se trata de una asociación que pone en contacto a personas que quieren poner a disposición su sexualidad con personas con diversidad funcional. Me cuentan que para ellos la sexualidad es un baile donde dos personas conversan alrededor del placer y el deseo. Hay quien puede pensar que “el hecho de tener un cuerpo inmóvil o no normativo nos priva del derecho a ejercer nuestra sexualidad. La realidad nos dice, sin embargo, que las personas tienen la necesidad de expresarse de esta forma”. El colectivo se ha encontrado con una realidad donde hay una necesidad fisiológica que no puede ni debe cumplir la familia.

El problema es que entendemos el sexo como algo ligado exclusivamente a la genitalidad, dejando de lado la erótica, por ejemplo. Nia (seudónimo), -asistenta sexual- nos hablaba de ello aquí: “Lo que siempre hay es conducta erótica, y existen miles de maneras de vivirla, cada persona tiene su propia erótica, todas son igual de válidas. Todo nuestro cuerpo es erótica, sin olvidarnos de nuestro órgano más poderoso, ¡el cerebro! Una mirada, besos, caricias una conversación erótica… todo es tener sexo”.

Se trata de entender la sexualidad como toma de conciencia individual, conectarse con las personas no sólo de una manera física, sino buscar otras maneras de relacionarnos, no ligadas a los patrones heteronormativos. El cerebro tiene además la capacidad de adaptarse y construir reacciones nerviosas como cuentaFrancesc Granja -uno de los fundadores de Tandem- en su libro “Vivir el Sexo”.

“La mayoría de los que no tienen una diversidad funcional no nos aceptarían a los que sí la tenemos” dice Andrea Barjadí en uno de los testimonios de Yes We Fuck. Sandra Candelas y Susana Werneuil, de Tensiones Colectivas explican que la trampa reside en que no son vistos como sujetos sexuados ni eróticos. Y a ello añadimos que “el posible estigma parte que desde fuera se ha decidido que necesitan un programa específico de educación y asistencia sexual porque son sujetos especiales, y mientras el resto seguimos viendo discapacidades y anormalidades”.

Tandem Team explica que vivimos en una sociedad con un “sistema de cuerpos diez” que rechaza a los cuerpos no normativos al no considerarlos competitivos para el rendimiento sexual-coital y la reproducción. “Este hecho genera gran cantidad de miedos y problemas de autoestima en las personas con diversidad funcional, las cuales, en ocasiones, llegan a construir un concepto de sí mismos asexuado” especialmente por “la percepción de su persona que los demás puedan tener”. ¿Después de todo si negamos la condición sexuada de una persona no la estamos negando como persona?

Pregunto a Sandra y Susana si creen que necesitamos una educación sexual abierta a todo tipo de colectivos para personas diversas. Me responden que “el actual modelo de educación tendría que empezar a sustituirse por otro que erradique las situaciones de abuso, explotación, desigualdad y cosificación que con motivo de la sexualidad siguen dándose. En ese sentido no basta con hacer educación con las personas con diversidad funcional si no re-educamos en sexualidades a todo el mundo o más bien, en diversidades y en la erótica de las mismas desmontando trampas del sistema”.

Sobre si la asistencia y acompañamiento sexual tienen un fin terapéutico me contestan con una cuestión que me hace reflexionar. Consideran que este tipo de servicio puede resolver una situación que se vive como un problema puntual. “La negación o las dificultades en el acceso a una dimensión que se considera básica tiene impactos sobre la persona, pero si el problema es social y no individual, la solución no pasa por la asistencia técnica, el pago de servicios, no poder resolverlo en espacios cotidianos de la persona”. Resuelve momentos concretos, pero “¿tiene entonces que acudir la persona a una asistencia de este tipo toda su vida?”.

Espero que con este texto seamos capaces de entender la importancia de reivindicar y repensar la sexualidad en el colectivo de la diversidad funcional, así como la diversidad dentro de la sexualidad. Porque se puede f**** a pesar de ir en una silla de ruedas o tener los brazos chiquitos o las piernas curvadas, o los ojos cerrados o los oídos tapados.

Persecución penal de la homosexualidad: crimen contra la humanidad

Miguel Ángel Rodríguez Arias | La persecución penal de la homosexualidad es el crimen contra la humanidad más olvidado en el momento actual.

hombres ahorcados en iran

Cinco hombres son ahorcados públicamente en Mashhad. | Amnistía internacional

@MiguelRArias | La persecución penal de la homosexualidad es, sin duda, el crimen contra la humanidad más olvidado en el momento actual. Porque, de hecho, ni tan siquiera se ha tomado conciencia internacional de que lo sea.

Pero lo es, y de forma inequívoca.

Es un crimen de lesa humanidad de “persecución” tipificado en el artículo 7.1.h) del Estatuto de Roma:

“1. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “crimen de lesa humanidad” cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil (…)

h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido en el párrafo 3, u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la Corte”.

Y es que la persecución penal por parte de un Estado es la persecución “generalizada o sistemática” por excelencia.

Y por eso cuando se persigue públicamente y se priva de su libertad durante años – o hasta de la propia vida, porque en Arabia Saudí, Irán, Mauritania, Nigeria, Qatar, Sudán y Yemen la homosexualidad sigue penada con la muerte –, a miembros de un determinado colectivo social diferenciado y discriminado respecto del resto de la población por su mera orientación sexual personal se está cometiendo un crimen de Estado. Y uno que atenta, además, contra la humanidad.

Porque cada Estado tiene una amplia libertad para seleccionar aquellos bienes jurídicos que deben ser jurídico-penalmente protegidos desde su Ius puniendi, sí, la tiene. Pero esa libertad no es absoluta.

Y así la Alemania nazi podía pretender penalizar los matrimonios con judios dentro del Estado alemán, pero ello, por muy recogido en una “ley” que estuviese no lo hacía más conforme a las denominadas leyes de humanidad.

O la antigua RDA podía autorizar “legalmente” los disparos en el Muro de Berlín respecto su orden interno, pero ante el orden internacional continuaban siendo asesinatos, como se encargó de esclarecer el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el histórico caso de los Tiradores del Muro.

Y por eso la realidad es que ningún Estado tiene la libertad absoluta para hacer lo que le plazca con sus propios ciudadanos “internamente”, y muchísimo menos después de instrumentos internacionales como la Convención de la Haya o la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de eficacia juridica erga omnes, hayan sido ratificados o no por el Estado A o B.

Y nada de esto son sólo palabras. Ha costado muchísimo esfuerzo y perseverancia que no lo sean. Pero hay que seguir perseverando para que lo siga siendo en todos los casos, como en el caso de la vergonzosa persecución de lesa humanidad del colectivo homosexual en tantos lugares de nuestro planeta.

Por eso no se trata de que se tenga que legislar o introducir nada nuevo, sino de que se aplique con normalidad lo que ya está en vigor.

Pero, como suele ocurrir tantas veces en Derecho penal internacional, el problema para que no se termine de comprender la auténtica gravedad jurídico-internacional, la monstruosidad “jurídica” de que un Estado – más de 70 en realidad –, todavía persiga penalmente a una parte de sus propios ciudadanos por su mera orientación sexual, siguen siendo carencias casi de comprensión conceptual, más que de los propios tipos penales internacionales en si.

Ello junto a determinadas contradicciones latentes, internas, más aparentes que reales, de todo este nuevo sistema penal internacional e internacional ONU verdaderamente “primerizo” (70 años no es nada, comparativamente nuestras figuras penales tradicionales, nacionales, vienen de siglos atrás de desarrollo…).

Y, así, la terrible paradoja es que si más de 70 Estados del planeta tipificasen en sus Códigos penales la persecución penal, con medios jurídicos y policiales públicos, de aquellos ciudadanos “que tuviesen los ojos verdes” – la penalización de la mera naturaleza humana, de ser lo que se es -, el escándalo internacional sería difícil de imaginar.

En cambio ante la tipificación penal, y la persecución con medios públicos, por parte de todos esos Estados de una determinada “orientacion personal sexual” imperan una suerte de “aturdimiento” y posicionamientos internacionales insuficientes, ante lo que son crímenes que atentan contra la entera humanidad.

Y, así, en una reciente comunicación bajo mi dirección ante la Fiscalía de la Corte Penal Internacional recordé al respecto que, además, de entre esos más de 70 Estados que hoy continúan persiguiendo “de forma generalizada o sistemática” con medios públicos y sometiendo a distintas penas a miles de seres humanos en todo el globo por su mera orientación sexual, 32 de ellos resultan haber ratificado formalmente el Estatuto de Roma en uno u otro momento de los últimos años, con lo que, sí o sí, cualesquiera conductas persecutorias de las tipificadas en el artículo 7.1.h del Estatuto de Roma en su territorio deberían resultar, a todos los efectos, materia de la jurisdicción complementaria de la Corte penal Internacional o, cuando menos, dar lugar a las correspondientes diligencias de investigación  de no  apreciarse la existencia de investigaciones a nivel nacional contra los autores (altos mandatarios del Gobierno, funcionarios policiales, judiciales, etc), como es exáctamente el caso.

Me refiero, en particular, a los siguientes 32 Estados que continúan persiguiendo penalmente la homosexualidad (entre parentesis la fecha de su ratificación del Estatuto de Roma, uno por uno):

1)Senegal (2 febrero 1999); 2)Trinidad y Tobago (6 Abril 1999); 3)Ghana (20 Diciembre 1999); 4)Belice (5 Abril 2000); 5)Sierra Leona (15 Septiembre 2000); 6)Antigua y Barbuda (18 Junio 2001); 7)Nauru (12 Noviembre 2001); 8)Uganda (14 de Junio de 2002); 9)Namibia (25 Junio 2002); 10)Tanzania (20 Agosto 2002); 11)Bostwana (8 septiembre 2000); 12)Dominica (12 Febrero 2001); 13)Nigeria (27 Septiembre 2001); 14)Islas Mauricio (5 de Marzo de 2002); 15)Gambia (28 Junio 2002); 16)Samoa (16 Septiembre 2002), 17)Barbados (10 Diciembre 2002); 18)Afganistán (10 Febrero 2003); 19)Guinea (14 Julio 2003); 20)Burundi (21 Septiembre 2004); 21)Liberia (22 Septiembre 2004); 22)Guyana (24 Septiembre 2004); 23)Comoras (18 Agosto 2006); 24)Bangladesh (23 Marzo 2010), 25)Túnez (24 Junio 2011), 26)Maldivas (21 Septiembre 2011); 27)Zambia (13 Noviembre 2002); 28)San Vicente y las Granadinas (3 Diciembre 2002); 29)Islas Cook (18 Julio 2008); 30)Santa Lucía (8 Agosto 2010); 31)Seychelles (10 Agosto 2010); 32)Granada (19 Mayo 2011).

Y eso en cuanto a los Estados que formalmente han ratificado ya el Estatuto de Roma por ser el primer paso para atacar jurídicamente toda esta situación desde su mejor punto de ruptura.

Pero, junto a éstos 32 Estados, restará el problema de los otros más de 38 Estados que persiguen penalmente la homosexualidad pero sin ser formalmente firmantes del Estatuto de Roma, como cuestión a ser íntegramente abordada ya, por tanto, desde la tercera vía de Derecho penal internacional – justicia universal -. Y restará la cuestión de la “aquiescencia” desde otros Estados, que acaso no persiguen abiertamente la homosexualidad desde su propio Código penal, pero que toleran (o incluso alientan larvadamente), tales persecuciones por parte de “actores no estatales” en su propio territorio lo que ha de suponerles, igualmente, toda una esfera de responsabilidad internacional aún sin abordar.

Suficiente locura y persecución, no “penal” sino “criminal”, contra todos estos seres humanos simplemente por amar a alguien de su mismo sexo.

Más locura, de hecho, de la que nunca jamás debió haberse consentido tras los desarrollos jurídicos internacionales posteriores a Núremberg.

Y, desde luego, más locura de la que resulta posible asimilar si, por un momento, cada uno de nosotros se imaginase en la piel y las circunstancias de todas esas personas, gays, lesbianas, transexuales, o de cualquier otra condición, perseguidas y tratadas como infraseres por los únicos y auténticos enfermos, que son quienes se permiten perseguirles. Los únicos, además, que realmente deberían acabar en prisión de conformidad con las leyes internacionales, como en prisión acabaron los tiradores del Muro de Berlín que también “seguían órdenes” junto a todos aquellos responsables de la “cadena de mando” de la antigua RDA que se las impartieron.