Año Pasolini, 40 años de la muerte del autor italiano

Por encima de todo poeta, poeta de la vida, del cine o del pensamiento. La obra de Pier Paolo Pasolini 40 años después de su trágica muerte, que se cumplen este año, está más viva que nunca como muestran las reediciones y la película de Abel Ferrara sobre el autor italiano

pasolini

Pier Paolo Pasolini

.El 1 de noviembre de 1975 Pier Paolo Pasolini murió en un descampado de la localidad costera de Ostia, cercana a Roma, como consecuencia de un tremenda y violenta paliza que, según la versión oficial, le fue propinada por el joven Pino Pelosi con quien iba a mantener relaciones sexuales, quien en un primer momento se declaró culpable y cumplió pena de cárcel, pero luego se retractó.

Aunque otras versiones dicen que fue una emboscada y que fue golpeado y atropellado por un grupo organizado, que fue un complot. Y es que el poeta, narrador, cineasta, pensador, crítico o pintor, nacido en Bolonia el 5 de marzo de 1922, era uno de los mayores iconoclastas.

Así, 40 años después de su muerte, el autor de películas como “Teorema”, “Decameron” o “Saló o le 120 giornate di Sodoma” es objeto y referente en todos los frentes en el llamado Año Pasolini.

Uno de los creadores que más ha trabajado desde el lado de las tinieblas, el cineasta Abel Ferrara (Nueva York, 1951) que ha estrenado su esperada película “Pasolini”, protagonizada por Willem Dafoe.

Y otro plato fuerte y sugerente en el Año Pasolini lo constituye la publicación de una antología de ensayos inéditos, radicales y trasgresores del escritor sobre la cultura contemporánea, que bajo el título de “Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas”, publica Errata naturae.

El libro ofrece un documento único, la última entrevista hecha a Pasolini pocas horas antes de su muerte y que él mismo definió como «un testamento intelectual y espiritual», y en la que dice: «mientras nosotros estamos aquí hablando puede que haya alguien en el bar planeando liquidarnos».

«Lo que no habla tanto de una premonición como de la estricta lucidez de quien ha tocado ‘la vida violenta’ y conoce verdaderamente su lugar en el mundo», advierte Raúl Ruiz, editor de Errata nature

En el libro se amplía y se muestra otras de las grandes facetas de este creador único, la de ensayista y visionario, y en él habla de la violencia, la guerra, la cultura, la educación o la televisión.

Pero, además, acaba de aparecer, editado por Nórdicas Libros, en edición bilingüe “La religión de mi tiempo”, su principal obra poética desde 1957 a 1971, con traducción de Martín López-Vega, quien asegura en el prólogo que es imposible leer la poesía de Pasolini como una manifestación separada del resto de su obra.

«La poesía es con todo, el sistema nervioso de toda su producción, el laboratorio donde todas sus ideas se decantan y quintaesencian para luego disolverse en las distintas formas narrativas», dijo. Al tiempo que recuerda que Pasolini «solo podía encontrar la felicidad en la libertad…, un imposible en cuya búsqueda valía la pena perder la vida…».

El eterno Pasolini con Ferrara

Pier Paolo Pasolini no solo fue un cineasta genial. «Un corazón como el suyo, una mente como la suya, una persona como la que era, con el alma que tenía, es eterna», afirma Abel Ferrara, cuya última película, «Pasolini», es un retrato del lado humano del realizador italiano y donde narra los últimos días de su vida.

Lo hace mostrando escenas cotidianas junto a su madre, con sus amigos, cuando escribe las historias que desea convertir en guion y también en sus ligues nocturnos por Roma, en concreto el que le llevaría a la muerte en la playa de Ostia el 2 de noviembre de 1975 por una paliza y un atropello, en circunstancias no esclarecidas hasta el momento.

Willem Dafoe presta su rostro anguloso a un Pasolini que en este paso a la gran pantalla adolece de la fuerza, de la rabia y de la pasión que caracterizaron al cineasta boloñés, siendo la frialdad e incluso pasividad las características de su interpretación.

Entresaca:

REFERENTE

40 años después de su muerte, el autor de películas como «Teorema», «Decameron» o «Saló o le 120 giornate di Sodoma» es objeto y referente en todos los frentes en el llamado Año Pasolini.

Las claves para hablar de sexo con los niños

La curiosidad existen tanto en niños como en niñas: solo depende de la edad. Cuando empiezan a preguntar, lo mejor es hablar con naturalidad y no perder las oportunidades que se presentan en la cotidianidad del hogar

padre-hijo

Hablar de sexo con los niños no puede convertirse en un tema tabú. Los niños tienen curiosidad natural por distintos aspectos de la sexualidad y la reproducción, que empieza con la pregunta típica de los más pequeños, “de dónde vienen los bebés”, que suele llegar a partir de los 3 años. A los 6-7 parecen olvidar el tema, hasta que las hormonas se activan y vuelven a tener estas inquietudes. Hay niños más curiosos y atrevidos, otros tímidos, algunos que no se relacionan con sus padres con demasiada confianza y buscan información fuera del entorno familiar… Todo depende.

«A todas las edades muestran un cierto interés por determinados aspectos de la sexualidad en términos generales», afirma Ester Pérez Opi, psicóloga clínica y sexóloga, miembro de la junta directiva del Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia. «Hay poca diferencia entre chicos y chicas, pero es verdad que los niños, sobre todo por sus características anatómicas, hacen más difícil ignorar las reacciones fisiológicas del cuerpo en edades muy tempranas, lo que da pie a ciertas conversaciones entre niños y padres sobre la sexualidad. Por eso puede parecer que sean más curiosos. Creo que todo depende más de los modelos que haya en el contexto familiar sobre la sexualidad y la pareja. Esto suscitará curiosidad en ambos sexos. En cada momento evolutivo hay unos intereses».

Las preguntas más habituales suelen ser “cómo se hace un niño” como puerta de entrada a la procreación, hasta que llega la prepubertad (10-11 años) y les interesa lo relativo a la belleza, con preocupaciones como el crecimiento de los pechos o el vello. Interrogantes que en la pubertad se enfocan hacia el periodo o el tamaño de los genitales. «Existen grupos muy específicos como es el caso de los adosptados, donde se mezcla también la cuestión de origen biológico o los grupos de padres homosexuales, en los que hay que graduar la información pero evitar los secretos que pueden ser perjudiciales. Para hablar a los niños no hay un receta universal, cada padre y madre tiene que encontrar su lenguaje y su forma de hacerlo», sostiene Sofía Czalbowski, especialista en psicoterapia psicoanalítica del niño, la niña y su familia, y autora de libros para la prevención de la violencia como La historia de Laura (2009).

La naturalidad es importante

¿Cómo responder ante este tipo de preguntas que les van a surgir? «Los padres tienen que responder como padres», dice Pérez Opi. «De la forma más natural posible, y si tienen dudas lo mejor es decirle: ‘no lo sé, pero vamos a buscar información que pueda responder a esa duda’. También es bueno sacar ciertos temas de conversación de forma natural. Que los hijos perciban que los padres están receptivos, abiertos para hablar y responder, que no se les va a castigar ni reñir, y que no sientan miedo de preguntar».

«El sexo es parte de la vida por eso es bueno hablar sobre esto con los niños», coincide Czalbowski. «Y la respuesta depende también de la edad. A los 3 años las explicaciones deben ser muy específicas pero a medida que amplía su capacidad de entendimiento, especialmente a partir de los 8 años cuando se produce un cambio muy importante en la comprensión del mundo que los rodea, se debe explicar mejor».

Cuestión de confianza

La educación sexual es importante porque actualmente la sexualidad se ha trivializado y desvinculado del afecto, del compromiso y de la intimidad. Así que, muchas veces, cuando los niños preguntan ya tienen la respuesta y lo que están es tomando el pulso a los padres o buscando entablar una relación de confianza para tratar estos y otros asuntos que van a venir después. «La sociedad ha evolucionado mucho y temas que hace 40 años no se podían plantear ahora se abordan con muchísima más frecuencia y naturalidad», mantiene Pérez Opi. «Aunque tienen buena actitud, los padres siguen regidos por los miedos. A los abusos, los contagios, los embarazos… Y en muchas ocasiones, esta alarma hace que se entablen conversaciones con sus hijos, pero sería muchísimo mejor tratarlo naturalmente porque la sexualidad vertebra toda nuestra vida» agrega la experta.

Uno de esos temas que pueden alarmar a los padres es el de los abusos. «Hay que explicarles que su cuerpo es de ellos y que hay ciertas partes privadas a las que nadie debe tener acceso. Estas situaciones suelen pasar en el ámbito de nuestros conocidos. Sin asustar, se debe explicar que suceden para evitarlas. Cuando los padres no se sienten cómodos a lo mejor necesitan una pequeña ayuda, como un libro especializado», recomienda Czalbowski.

Al hablar de sexualidad con el niño es importante llamar a las cosas por su nombre y no saturarlo. «Hay padres que hablan poco con sus hijos y, de repente, les abruman con tanta información. Hay que graduarla pero sin dar la típica charla ni hacerla aburrida. Hoy los niños están muy expuestos a muchas informaciones y si hay un buen diálogo entre padres e hijos, los niños pueden ir contrastando la información que les llegue por otra vía, como las redes sociales», concluye Czalbowski.

SOFÍA CZALBOWSKI, PSICOTERAPEUTA DEL NIÑO, LA NIÑA Y LA FAMILIA

«Un diálogo fluido favorece hablar en la adolescencia»

La educación sexual que hayan recibido los padres influye en que se sientan cómodos o no hablando sobre estos temas. «A veces los padres, por su misma reticencia tratar estos asuntos, generan un poco de inhibición en los niños, lo que puede ocasionar que no hagan preguntas relacionadas con el sexo», explica Sofía Czalbowski, especialista en psicoterapia psicoanalítica del niño, la niña y su familia. La sexualidad es un tema complicado, pero forma parte de la vida. «Es importante que los padres esclarezcan las dudas de sus hijos porque los niños tienen muchas fantasías acerca de la sexualidad, forma parte de su desarrollo normal. Por eso, ir graduando la información que se les dé les ayudará en su desarrollo. Además un diálogo fluido va a favorecer que esta comunicación se mantenga en la adolescencia».

ESTER PÉREZ OPI, PSICÓLOGA CLÍNICA Y SEXÓLOGA

«Es importante ser coherentes con lo que les decimos»

La incoherencia entre lo que hacen los padres y lo que dicen es algo con lo que hay que tener cuidado. «Si les decimos que parte de la vida sexual son las caricias y tú nunca te besas con tu pareja, se está dando un mensaje contradictorio», afirma Ester Pérez Opi, psicóloga clínica y sexóloga, miembro de la junta directiva del Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia. «Los niños no solo se quedan con lo que les decimos sino con lo que hacemos». También hay que hablarles con claridad y con un lenguaje adecuado, «es importante saber distinguir entre el lenguaje coloquial y el técnico y que se pueda utilizar en las conversaciones sin rubor». Y, desde luego, no hay que evadir las conversaciones. «Es muy típico que estas preguntas surjan por la noche a la hora de dormir y que los padres respondan: ‘Ahora no es el momento’».

El sexo más allá de la genética

DIFERENCIAS DEL DESARROLLO SEXUAL

Estudios biomédicos desmontan el binomio hembra/macho. La especie humana es mucho más amplia.

Se supone que si tienes una combinación de cromosomas XX eres una mujer y si el cariotipo es XY eres un varón estándar. Ahora bien, puede que tu cuerpo haya vivido variaciones del azar durante el desarrollo celular embrionario de tu aparato genital y no entres en el binomio. Precisamos: los aparatos genitales se definen como el conjunto de órganos internos y externos relacionados con la reproducción sexual, la síntesis de hormonas sexuales, las prácticas sexuales y la micción.

Una parte de tu cuerpo puede ser cromosómicamente distinta a tu anatomía sexual y no lo sabes. Tus cromosomas sexuales pueden decir una cosa y tus gónadas (ovarios o testículos) otra. Algunas de estas formas han sido clasificadas desde la biomedicina como Diferencias del De­sarrollo Sexual (DSD).

A lo largo de la historia, la biomedicina ha utilizado estándares (celulares, cromosomales, hormonales, anatómicos) para “verificar” el sexo que han cambiado e incluso se han contradicho.
Para Nuria Gregori, antropóloga e investigadora en el proyecto Visio­nes y Versiones de las Tecnolo­gías Biomédicas, de la Universidad Rey Juan Carlos y el CSIC, cada momento histórico y cada institución han priorizado un paso del proceso de diferenciación sexual frente a otros: “Hoy el elemento al que se le da mayor relevancia para determinar la ‘verdad’ sobre el sexo son las hormonas, en concreto la testosterona. Unos niveles elevados o disminuidos de andrógenos en relación con unos valores consensuados para cada sexo limitarán o permitirán el acceso de mujeres a deportes de competición. Unos niveles elevados de andrógenos durante el periodo fetal harán pensar a los médicos que una persona asignada como mujer pueda sentirse hombre en la edad adulta”.”

Los últimos estándares de atención en DSD plantean la duda en la asignación de sexoante condiciones como el síndrome de insensibilidad a los andrógenos parcial o ante el déficit de 5 alfa reductasa. “Esta duda no se planteaba hace unos años”, explica Gregori. Y es que, más allá del componente biológico de verificación del sexo, “lo que ha preocupado a la medicina es la transgresión, el tránsito y las ambigüedades sexuales, los comportamientos de género fuera de las expectativas de género o la homosexualidad”.

Lola Vaticón, fisióloga y docente en la Facultad de Medicina de la UCM, experta en diformismo sexual en animales, lo explica así: “La medicina está al servicio de la sociedad, que quiere hombres y mujeres normativos. Muchas veces se demonizan las prácticas médicas cuando el problema viene del imaginario colectivo. Todo está relacionado y cambian las tendencias. Ahora los médicos esperan a que un niño exprese su identidad (sexual y de género) para intervenir”, en referencia a las mutilaciones genitales en bebés ambiguos y las terapias hormonales.

Madres y padres de niños con formas intersexuales suelen ocultar la situación y tienen problemas para elegir entre chico o chica. “Al hijo de R.C. le operaron cuando era adolescente porque le crecían pechos, pero no dijeron nada a nadie. Lo llevaron en silencio, aunque todas lo sabíamos. Ahora es un chico normal”, cuenta una vecina de Buitrago del Lozoya que prefiere no dar su nombre. “¿Y qué más da si no hay un problema de salud?”, se pregunta.

Un equipo de investigadores demostró en 2014 que al menos una de cada cien personas tiene alguna forma de DSD. El porcentaje más divulgado de personas intersex es de 1,8 por millar, pero “el secretismo, la atención sanitaria descentralizada, la falta de seguimiento y control de los pacientes por equipos expertos, además de todas las personas con una diferenciación sexual atípica que no han sido diagnosticadas ni han pasado por consulta médica, hacen imposible hablar de estadísticas fiables”, afirma Nuria Gregori.

Un cambio filosófico

Uno de los retos actuales es entender el múltiple e irreductible universo del sexo desde sistemas biológicos no esencialistas. La investigadora Anne Fausto-Sterling lo explicó en 2006 a través de una visión dinámica de estos sistemas. Frente a los clásicos reconocimientos anatómicos y los test hormonales o por genes aislados, ahora se trabaja desde líneas multidisciplinares que superan la obsesión genetista y el modelo sexológico imperante desde los 80.

La periodista Claire Ainsworth lo ha vuelto a repetir en la revista Na­ture: “Si los biólogos siguen demostrando que el sexo es un espectro, la sociedad y los Estados tendrán que lidiar con las consecuencias, y averiguar dónde y cómo dibujar la línea”.

Los últimos estándares de atención en DSD plantean la duda en la asignación de sexoante condiciones como el síndrome de insensibilidad a los andrógenos parcial o ante el déficit de 5 alfa reductasa. “Esta duda no se planteaba hace unos años”, explica Gregori. Y es que, más allá del componente biológico de verificación del sexo, “lo que ha preocupado a la medicina es la transgresión, el tránsito y las ambigüedades sexuales, los comportamientos de género fuera de las expectativas de género o la homosexualidad”.

Lola Vaticón, fisióloga y docente en la Facultad de Medicina de la UCM, experta en diformismo sexual en animales, lo explica así: “La medicina está al servicio de la sociedad, que quiere hombres y mujeres normativos. Muchas veces se demonizan las prácticas médicas cuando el problema viene del imaginario colectivo. Todo está relacionado y cambian las tendencias. Ahora los médicos esperan a que un niño exprese su identidad (sexual y de género) para intervenir”, en referencia a las mutilaciones genitales en bebés ambiguos y las terapias hormonales.

Madres y padres de niños con formas intersexuales suelen ocultar la situación y tienen problemas para elegir entre chico o chica. “Al hijo de R.C. le operaron cuando era adolescente porque le crecían pechos, pero no dijeron nada a nadie. Lo llevaron en silencio, aunque todas lo sabíamos. Ahora es un chico normal”, cuenta una vecina de Buitrago del Lozoya que prefiere no dar su nombre. “¿Y qué más da si no hay un problema de salud?”, se pregunta.

Un equipo de investigadores demostró en 2014 que al menos una de cada cien personas tiene alguna forma de DSD. El porcentaje más divulgado de personas intersex es de 1,8 por millar, pero “el secretismo, la atención sanitaria descentralizada, la falta de seguimiento y control de los pacientes por equipos expertos, además de todas las personas con una diferenciación sexual atípica que no han sido diagnosticadas ni han pasado por consulta médica, hacen imposible hablar de estadísticas fiables”, afirma Nuria Gregori.

Un cambio filosófico

Uno de los retos actuales es entender el múltiple e irreductible universo del sexo desde sistemas biológicos no esencialistas. La investigadora Anne Fausto-Sterling lo explicó en 2006 a través de una visión dinámica de estos sistemas. Frente a los clásicos reconocimientos anatómicos y los test hormonales o por genes aislados, ahora se trabaja desde líneas multidisciplinares que superan la obsesión genetista y el modelo sexológico imperante desde los 80.

La periodista Claire Ainsworth lo ha vuelto a repetir en la revista Na­ture: “Si los biólogos siguen demostrando que el sexo es un espectro, la sociedad y los Estados tendrán que lidiar con las consecuencias, y averiguar dónde y cómo dibujar la línea”.

EL PLACER DE LAS MUJERES

Si obtener y dar placer es algo tan importante y básico, entonces ¿cuál es la razón de que todavía no se hable abiertamente de ello y, sobre todo, con naturalidad? Diez mujeres de distintas edades, procedencias y formas de entender la sexualidad han accedido a dar testimonio sin tapujos para 7K sobre sus experiencias personales respecto al placer y el sexo. El resultado es un muestreo anónimo que no busca ser científico, ni tampoco tiene mayores pretensiones que poner el foco en espacios habitualmente encerrados entre las paredes de una habitación y, de paso, provocar el debate o la reflexión. Además, ahora que se acerca el 8 de marzo, día de la Mujer Trabajadora, ¿por qué no reivindicar el placer de las mujeres? Que la lectura les sea placentera.

Tiene claro que…

«Si termina él antes, luego que me dé placer a mí»

M., 27 años, con pareja

Mis padres, más que darme una charla, lo que hicieron fue regalarme un libro sobre sexualidad cuando tenía unos 9 años. Todavía lo tengo por ahí. Es ‘Sexo… ¿Qué es?: Desarrollo, cambios corporales, sexo y salud sexual’ (Robie H. Harris), un libro con muchos dibujos, con una abeja muy mojigata y un pajarito muy liberal que discuten entre ellos lo que está bien y lo que está mal. Trata tanto de sexo como de la menstruación, la homosexualidad… y a mí me ayudó mucho. Bueno, mi primer 10 en la ikastola fue en sexualidad; o sea, que el libro me ayudaría en algo.

El placer de las mujeres (Thinkstock)

El placer de las mujeres (Thinkstock)

No me acuerdo cuándo empecé a masturbarme, pero mis primeras relaciones sexuales completas fueron tarde, con 18 años, con mi primer novio, aunque antes sí que tuve rollos: te liabas con un chico, dos besos y ya está. No era por vergüenza, sino que ponía límites, hasta que encontré a un chico con el que me apeteció. Llevaba todo super controlado, sobre todo porque no quería ser madre soltera. A pesar de todo, no me sentí insegura, porque él también era virgen. Fuimos poco a poco, mientras que con el que estoy ahora fue todo lo contrario: fue a saco. Fue mi primer «folla amigo», aunque luego se convirtió en algo más, y mira que mi intención no era que terminásemos de pareja.

Yo sí que soy consciente de que ahora sé lo que quiero. Antes casi era «dejarte», no sé cómo explicarlo, pero sí un poco como lo que nos han vendido en las películas: lo de disfrutar y llegar los dos a la vez y todas esas cosas. Y luego te das cuenta de que no es así. Con mi pareja actual, sin embargo, me digo: «Primero, yo. Voy a disfrutarlo». Y, al final, al disfrutar tú haces que él disfrute. Y si termina él antes, ¡luego que me dé placer a mí! Nosotros somos muy de buscar cosas nuevas, sobre todo sitios nuevos. ¿Una fantasía? Hacerlo en el mar, de día, en la playa y sin que la gente se dé cuenta. La cuestión es que no se enteren, pero no me atrevo, no vaya a ser que nos vean un niño o una señora mayor…

Tiene claro que…

«El sexo no debe estar condicionado por la fidelidad»
J., 66 años, viuda, con tres hijos

Lo tengo claro: no creo que el sexo tenga que estar condicionado por la fidelidad, porque la base de la pareja es el respeto. Eso de que se ponga al sexo como una condición moral para que exista la pareja no es cierto, porque yo no le he faltado el respeto a la mía, aunque me haya ido con unos y otras. Con mi marido he tenido una relación maravillosa, de comprensión total, porque él también creía en la libertad individual y era muy liberal en el sexo. Tengo clarísimo que soy bisexual, aunque a estas alturas no practico el sexo, ni siquiera conmigo misma. Como que no me apetece. Desde que él murió estoy como paralizada: no es que no sienta la necesidad de hacerlo, es que me da igual.

Sí reconozco que nuestra relación no era lo habitual, pero es que nosotros hemos hablado mucho siempre. No digo que le contara el 100 % de todo, eso tampoco. Tampoco he notado el rechazo de la sociedad, porque las personas que lo saben lo ven normal, como una manera diferente de pensar que está muy bien, siempre y cuando a ti no te cree problemas y lo veas claro. Yo no hubiera hecho muchas cosas si mi marido no hubiera sido como era, y eso es el verdadero respeto. Por mi parte, reconozco que soy promiscua de toda la vida. He sido muy lanzada desde joven, porque no me ha creado problemas de conciencia. Si te pica la cabeza, ¿qué haces? Te la rascas. Pues si te pica lo otro, también y punto. Es una manera más de relacionarte y no hace falta darle la importancia que le da la sociedad.

Me suelo quedar alucinada por lo poco que hemos avanzado con el rollo de la fidelidad, empezando por mis hijos, que son superfieles, y me pregunto ¿de dónde han salido estos? Es que yo veo a los jóvenes muy conservadores y me da pena. Hubo una época, la de los años 60-80, con el movimiento hippie, en la que muchos nos liberamos muchísimo. De hecho, los que tomamos conciencia social y personal en aquella época lo vivimos así Aquí, sin embargo, está demasiado enraizada la tradición. Por ejemplo, antes podías poner la pega de «que la Iglesia no me deja», pero ahora no es así, ni nosotros os hemos enseñado eso. Y, sin embargo, ¿qué influye en que se dé este conservadurismo? Para mí, es causado por un tipo de sociedad que nos hace conformarnos con un sueldo de 600 euros en lugar de uno de 1.200. Pues, igual en el sexo.

Tiene claro que…

«Todavía nos cerramos a que nos den placer a nosotras»
I., 29 años, sin pareja

Yo trabajo en un mundo de hombres, en el ámbito deportivo, pero de siempre me ha gustado esto del sexo. Me ha gustado hablar de ello, soy además una mujer de muchos ligues –no me van mucho las parejas– y ahora mi trabajo «por las noches» es con la Maleta Roja, lo que me da la oportunidad de enseñar cosas que a mí me gustan y de abrir un poco la mente a las mujeres sobre el sexo. Así por lo menos aporto mi granito de arena.

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La verdad es que me ha sorprendido ver que todavía nos falta mucho por aprender. Me da la impresión de que todavía nos cerramos mucho a que nos den placer a nosotras. Debiéramos de ser más abiertas de mente, estar más propensas a jugar. A veces pasa que cuando, en las reuniones, alguna demuestra más conocimientos de, digamos, juguetes sexuales, las otras le sueltan lo de «¡menuda guarrilla!». Y eso no me gusta nada. Nos falta todavía abrirnos a que hay un montón de cosas diferentes, a que existe un campo más grande…y que una no es una «guarrilla» por probar otras cosas. En más de una reunión me he encontrado con que he tenido que decir a alguna lo de «esto lo tienes que hablar con la sexóloga» o con que he tenido que explicar donde está el clítoris.

A mí personalmente sí que me gustan muchos los juguetes y también el bondage, que es un poco menos que el sado, pero no es lo que más me piden. En todo caso, llegan a pedir unas esposas o un antifaz, pero lo que más vendemos son lubricantes, velas calientes, aceites para darse por el cuerpo… es decir, cosas para los preliminares. También vibradores, de los que hay una variedad terrible. Tienes de todo: acuáticos, de doble placer, simples… Con los hombres pasa que se echan bastante para atrás con los vibradores, porque todavía son reacios debido a que lo ven como si les hicieran competencia. Para empezar con tu pareja, puedes empezar con uno pequeñito, explicándole bien para que no le dé «cosa». Pero ante la variedad, que cada una elija según sus gustos.

«Yo me llevo bien con la soledad y me apaño muy bien sola»
O., 62 años, madre de una hija

A los 23-24 años empecé en el movimiento feminista y eso, quieras que no, te abre la mente, te amplía horizontes. Para mí, ha sido fundamental a la hora de romper tabúes. Yo no lo he hecho, pero tengo amigas que se autoexploraban en grupo… no sé, cosas así te abren a otros campos; es más, te dan alas para probar otras cosas. Yo por lo menos lo viví así, y soy consciente de que de otra forma estaría en un tipo de relación más anclada en modelos más conservadores.

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Sí, soy bisexual. He estado casada, me enamoré de una mujer y después he tenido relaciones con algún hombre, luego con chicas… y ahora, desde hace años, nada. Mentalmente sí me identifico más con las mujeres, quizás por mi militancia feminista, que marca mucho. Cuando me relacioné por primera vez con una mujer, sexualmente fue un descubrimiento maravilloso, y sí que constituyó una experiencia sexual diferente. Luego ha habido experiencias más normales, no tan bonitas, aunque supongo que también ahí entra en juego la emoción. Entre las mujeres, en general, se habla del sexo como de broma, no con total naturalidad ni se intercambian experiencias. Hace no mucho vi un documental titulado ‘Las Muertes Chiquitas’ (documental hecho en México por Mireia Sallarès sobre el orgasmo femenino), que trata sobre el poder de la masturbación. Me doy cuenta de que entre nosotras no se habla de eso, cuando tiene tanta importancia y, además, ¡te da una independencia! ¿Que cómo entiendo yo la promiscuidad? Es un tema peliagudo, porque en la práctica es más complicado que en la teoría. Conozco a gente que se lo ha trabajado mucho y que lo lleva con mucha apertura, pero es complicado, y eso que ahora hay tanta escuela y teorías como el poliamor, por ejemplo. Lo que está claro es que hay que intentar evitar todo lo que haga sufrir.

A mi hija, que estaba al tanto de mis relaciones, la veo abierta y que lo vive todo con total naturalidad. De vez en cuando me dice: «¡A ver si encuentras algo, da igual que sea hombre o mujer!». En este momento no tengo ninguna relación, pero es que me da como pereza a nivel intelectual. A veces sí que me apetecería, pero no porque sienta necesidad sexual, porque yo me apaño bien sola.

Tiene claro que…

«El placer de las mujeres es la historia no contada»
R., 39 años, madre de dos hijas

Mi teoría es que el placer de las mujeres es la historia no contada. Es muy difícil saber cómo lo hemos vivido, porque siempre se ha quedado en la esfera de lo íntimo o, en todo caso, solo se ha contado a personas muy próximas. Entonces, poco sabemos sobre la importancia que le ha dado la mujer a las relaciones sexuales. Lo que sabemos es por pura intuición. Yo personalmente me he criado en una burbuja para mi tiempo, respecto a la sexualidad, y luego vi que «fuera» era otra cosa. A mí me supuso bastante contraste cuando, al entrar en el instituto, lo que para nosotros era natural tenía, sin embargo, un punto de morbo para el resto de la gente. Fui educada de una forma tan moderna –en casa, en la ikastola, luego en grupos de tiempo libre como Kimuak–, que para mí fue un choque, como si hubiera estado entre algodones.

En mis relaciones, he sido de tener parejas fijas. En el amor soy totalmente monógama, pero el sexo me parece otra cosa distinta. Los diferencio, aunque a veces se da que el sexo y el amor se den a la vez. Respecto a mis hijas, estoy a favor de una exploración sexual no invasiva; es decir, que ellas sean las que lo descubran de una forma natural, porque las niñas son muy inteligentes y se exploran, se tocan, preguntan y te das cuenta de que se masturban. Bueno, respetamos su sexualidad, que en casa no vean que hay tabúes y nos pueden tocar sin ningún problema. De todas maneras, son muy pequeñas todavía y lo que buscamos es que tengan consciencia de que todo es natural. Lo que sí les digo es que no se toquen la potxita con las manos sucias.

Tiene claro que…

«El tabú sobre el placer en solitario de la mujer sigue existiendo»
L., 29 años, con pareja

Tengo muy grabada una escena, de cuando tenía unos 17 años. En una de las clases con una sexóloga que venía al instituto, cuando preguntó por la masturbación, ninguna de nosotras admitió que se masturbase, cuando era evidente que sí. Mientras, los chicos no tenían ningún problema incluso en decir dónde y cómo se excitaban. No creo que fuese debido solo a las chicas lo viviéramos como algo más íntimo, sino también a los tabúes sobre el hecho de que la mujer se dé placer a sí misma. La cuestión es que vi cómo nos cohibimos de tal manera que no podemos expresarlo con total naturalidad y que, el placer en solitario en la mujer, sigue siendo un tabú y una losa.

De hecho, en mi cuadrilla tampoco es algo de lo que hable abiertamente. Sí de las relaciones que podíamos tener con otra persona. Nosotras hablamos y hacemos muchas risas, tanto de lo que ha salido bien como de lo que te ha podido salir mal. Ha habido alguna que ha tenido un zote de novio y lo ha contado, por lo que hemos podido aconsejarle… No sé, ha habido de todo, hasta una que ha conocido lo que es un orgasmo bien tarde, aunque pienso que era por la falta de comunicación que se pudiera producir en la pareja.

Para mí, en la relación de pareja, que el sexo sea satisfactorio es un elemento muy importante. No digo que un 100 %, pero sí un 80 alto. Es otra forma de conectar con la otra persona, de demostrarte el cariño y la atracción. En mi caso, no sé lo que es tener relaciones sin llegar al placer… bueno, te puede salir alguna vez mal, aunque no es la norma. Llevamos muchos años juntos y es evidente que hemos pasado por distintas etapas, pero siempre hemos buscado cosas nuevas por curiosidad y para no caer en la rutina. En cuanto a mis zonas erógenas, sé lo que me gusta y lo que no, me conozco a mí misma y él también me conoce… Si no nos hemos aburrido el uno del otro, y que no suene pedante, es debido a que es algo que hemos cuidado mucho, pero no como si fuera «etxekolana», sino como algo que hay que mimar. A ver: si hablas de las facturas, también tienes que hablar de sexo, porque una vez que lo has solucionado, buah, es una fiesta.

Tiene claro que…

«Lo del amor romántico ha hecho mucho daño»
A., 55 años, madre de una hija

Me acuerdo de que todos me miraban asombrados en la cocina, sin saber qué hacer. Tendría unos 4 o 5 años, estaba sentada y me tocaba. Entonces aprendí que eso no se hacía en público, aunque seguía haciéndolo en mi habitación. Era consciente de que eso no podía ser malo, porque me hacía sentirme muy a gusto. Por eso nunca me han gustado las monjas, ni nada de eso. El placer es algo natural. En los bebés, cuando les estás dando el biberón, se nota muchísimo que se frotan. Con mi hija, una vez que le noté acalorada, le dije que lo hiciera en su habitación, de forma tranquila y en privado, pero se llevó un corte tremendo. De hecho, no la he vuelto a pillar. Le tienes que decir hasta cincuenta veces que recoja un vaso, pero, figúrate cómo se respira en el aire que eso no hay que hacerlo en público, que, en un ambiente tan progresista como el de nuestra casa, con una vez dicha lo cogió al vuelo.

¿Que si en las escuelas les hablamos de sexo? En la escuela se les da clase de biología únicamente. Me suelo quedar pasmada de lo que veo, con el profesor hablando y los críos con unos sofocos y risas, y tan encendidos hormonalmente que ni oyen ni entienden. Es absurdo. Yo creo que haría falta dar clases reales de sexualidad, porque de algo que te da tanto placer que se hable tan poco lo convierte en tabú. Creo que informarnos está bien: informarnos de cómo llegar al placer, de que hay muchas formas, de los frotamientos que hacen los niños… Por otra parte, a mí me molesta la idea del amor romántico, porque ha hecho mucho daño. No sé dónde están esas cineastas femeninas que nos enseñen en el cine otra forma de ver el sexo.

Tiene claro que…

«Era ignorancia total. Me enseñó a masturbarme una vecina»
T., 75 años, madre de dos hijos

Yo estoy muy enfadada con la Iglesia católica por el papel que jugó durante el franquismo, cuando nosotros éramos jóvenes. No les puedo perdonar, porque todo era pecado, hasta «arrimarse» un poco cuando bailábamos en la plaza. Todo se hacía a escondidas, con miedo y había muchísima ignorancia. Yo personalmente tengo esa pena, porque me pregunto: ¿por qué no nacimos veinte años más tarde? Figúrate, ya de adultas, una vez escuché a una amiga decir que ¡te puedes quedar embarazada si te desnudas en la playa porque el semen del hombre anda suelto por ahí! Hicimos unas risas… Nosotros llegamos al matrimonio sin tener ni idea de sexualidad y, por suerte, no he tenido problemas para obtener placer. Eso sí, a mí a masturbarme me enseñó una vecina. Yo ya era madre, tendría unos 28 años, y ella empezó a decir que si estaba enfadada con su marido porque no le tocaba y le contesté que «yo eso no lo he hecho nunca». «¿Cómo qué no? ¿A qué vas a estar esperando?», me respondió.

A nosotras, hay que reivindicarlo, nos liberó la actividad política. Íbamos a hacer pancartas a la sede, a buzonear, a cocinar para sacar dinero para las ikastolas… de todo –hemos trabajado muchísimo–, pero después nos hacíamos nuestras juergas: salíamos a bailar, hacíamos muchas risas, cantábamos como locas… Aquella época fue nuestra liberación y nos ha pasado de todo, como aquella amiga, que luego se separó, que hasta le puso una vez pastillas para dormir al perro para poder salir de noche tranquila. Cuando volvió, se encontró con un lío terrible en casa, con el perro medio loco y los niños despiertos.

Con mis hijos siempre he hablado con naturalidad del sexo y por nuestra casa han pasado un montón de parejas que no tenían dónde estar juntos. Me acuerdo que una vez mi hijo estaba en su habitación con una chica, y mi marido dijo que «esto no puede seguir así». Yo le respondí: «¿Tú te estás enterando de que no estás solo en casa, de que también estoy yo». Se calló. ¿Y que cómo veo a las nuevas generaciones? Pues a los jóvenes no les veo más liberados a que nosotros. Las mujeres siempre hemos sido más avanzadas que los hombres y esto sigue igual, porque ellos siguen manteniendo la idea de ser el macho.

Yo, en los hombres, me fijo en la mirada. Algunas veces, igual estás despistada total, levanta la mirada y dices, «¡ay ama!».

Tiene claro que…

«He disfrutado tanto con los hombres como con las mujeres»
C., 59 años, sin pareja

Tendría yo unos 11 o 12 años, estaba en el hospital porque me habían operado, y leyendo un libro tuve el primer orgasmo de mi vida. Sin tocarme ni nada, solo leyendo, y me dije «¡qué bueno es esto!». Marqué la página y lo leía continuamente, porque seguía produciéndome orgasmos, hasta que mi madre y la enfermera se dieron cuenta. Un día, el libro desapareció y, cuando volvimos a casa, lo encontré, pero ya no me excitaba tanto. Creo que había cumplido su función.

Yo soy bisexual y he disfrutado de las dos formas, tanto de hombres como mujeres. ¿Que si hay diferencias? Para mí no tienen absolutamente nada que ver: con los hombres, el sexo es como más rápido, igual un poco más agresivo, disfrutas pero casi después de que el chico haya eyaculado; con las mujeres, siempre lo he vivido mucho más tranquilamente. Es mucho más suave y puedo decir que a mí se me hace mucho más placentero. Es como más mutuo, llevas más o menos el mismo ritmo, es más igualitario. Yo lo he vivido así: he disfrutado con los chicos y con la penetración y todo; o sea, lo he pasado muy bien, y con las mujeres también, pero reconozco que he tenido más relaciones con mujeres. De hecho, mis relaciones más largas han sido con mujeres. De todas formas, me he enamorado de la persona y, a partir de ahí, ha surgido la sexualidad. Otras mujeres son lesbianas-lesbianas… y yo, en cambio, no. Por ejemplo, me puedo masturbar tanto pensando en una mujer como en un hombre.

De la primera mujer de la que me enamoré, recuerdo que me ofusqué. Yo estaba con un chico entonces y fue como una obsesión. He tenido temporadas que he sido bastante monógama y otras que he sido un pendón, un auténtico desastre para mi pareja en ese momento. Ahora se me ha bajado la líbido muchísimo, aunque, bueno, hace poco estuve con las amigas en un sex shop haciéndonos unas risas, y compramos solo libros porque los juguetes eran caros, pero nos hemos estado whasapenado porque queremos volver.

Tiene claro que…

«Somos la ‘generación bocadillo’ entre ‘no seas una puta’ y ‘libérate’»
R., 24 años, con pareja

En casa, no recuerdo que existieran tabúes. Con la desnudez no había problema alguno, ya con la sexualidad… igual, si hubiera preguntado, mi madre me habría contado más, pero incluso alguna vez que planteó hablar de sexo, me cerré en banda. Ese reparo por mi parte supongo que sería causado a que en algún lado yo habría notado que esto no era algo muy natural de hablar.

Lo que se nos ha transmitido desde la educación ha sido la idea de la protección y no era tanto un espacio para preguntar o salsear, sino para enseñarnos los métodos anticonceptivos. Como ya nos habían enseñado a poner condones, en tercero de la ESO en las salas de sexualidad, suponía un poco de presión, porque «si he empezado a relacionarme con un chico, tendré que ponerle un condón», pensabas. Para mí aquel no era el momento, porque aunque lo intenté, hasta los 17-18 años no tuve una relación con penetración. Tengo el recuerdo de que a veces no podía y me preocupaba, con esa ansiedad de «jobar, tendría que estar haciendo algo que no hago bien». Pero más allá de eso, la primera vez con penetración fue con 18 años, tenía experiencias sexuales previas, y aunque no fue superplacentero, sí fue muy bonito.

Lo cierto es que en la sexualidad se mueven un montón de factores. A mí a veces me ha costado saber qué quiero y qué no. Para mí es importante el placer, ¿pero qué me produce placer y qué no? ¿Y qué tiene que ver con ser mujer el que la otra persona esté bien, que, aunque sea placentero para él, a veces a mí me haya llevado a no poder conectar conmigo misma?

Me parece que las mujeres de ahora tenemos más opciones disponibles por dónde tirar para tener un empoderamiento sobre nuestra sexualidad, otra libertad, otras ganas de descubrir… pero también creo que nosotras somos «la generación bocadillo»: por un lado, tenemos la presión de la época de nuestras abuelas, aquello de «no seas una puta y sé una mujer decente»; en la otra parte del bocadillo, está lo de «libérate, sé multiorgásmica, el sexo es salud y sé una fiera en la cama». Resulta un poco cortocircuitante moverte entre estos parámetros.

Yo creo que la pregunta debiera ser «¿y yo, qué coño quiero?»… y nunca mejor dicho. Pienso que la receta es tener bien la autoestima, para, desde ahí, ir buscando lo que me da a mí placer, para ver cómo lo quiero vivir y cómo lo quiero compartir.

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La sexualidad femenina como la pinta Dorothy Iannone

Dorothy Iannone (Boston, 1933), es una pionera de la emancipación sexual e intelectual de las mujeres y autora de una obra muy personal, en la que se mezcla el erotismo con la mística, el humor con la reivindicación y las historias autobiográficas con la literatura. Debido a la naturaleza tan abierta de su trabajo, lo que le supuso ser víctima de la censura en las décadas entre los 60 y los 80, y también a que ha vivido la mayor parte de su vida en Europa –actualmente reside en Berlín–, esta octogenaria no ha comenzado a recibir atención en su país de origen hasta hace poco. Considerada como una de las mujeres artistas más singulares de los siglos XX y XXI, el gran tema de su obra es «el amor extático». Sus representación de la unión sexual entre el hombre y la mujer adoptan una dimensión mística que plasma la unión espiritual y física de los opuestos. El suyo es un universo visual, colorido y abigarrado, que propone una lectura moderna y personal de las religiones orientales, aunque hay referencias culturales de todas clases. En sus cuadros se puede leer también su visión de su propia vida. Casada en 1958 con el pintor James Upham, fue la «causante» de que se levantase la prohibición en EEUU del ‘Trópico de Cáncer’ de Henry Miller –en 1961 fue detenida en un aeropuerto por intentar introducir el libro en el país– y su apasionada relación con el artista suizo Dieter Roth aparece plasmada vívidamente en sus cuadros. Todo ello está recogido en el libro ‘Dorothy Iannone: You Who Read Me With Passion Now Must Forever Be My Friends’ (Siglio, 2014).

Las personas ‘trans’ no tienen un problema, es la sociedad la que sufre ‘transfobia’

Lucas Platero presenta su libro ‘Transexualidades’ como “un camino abierto para el diálogo alrededor de cambios que podemos hacer en nuestra sociedad para que todos y todas podamos participar en igualdad de condiciones”.

A su juicio, el tema de la infancia y de la juventud ‘trans’ es un tema urgente, “y es urgente porque la gente lo pasa mal, no porque las personas estén enfermas, sino porque el impacto de la sociedad en la transfobia hace mella en las personas”.

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Ilustración hecha por Isa Vázquez, que aparece en el libro Trans*exualidades de Lucas Platero.

Lucas Platero, de nacimiento Raquel, es sociólogo y especialista en cuestiones de género. Da clases en diversos programas universitarios de su área así como en ciclos formativos de intervención sociocomunitaria. Trabaja con el concepto trans*, escrito así con asterisco, con la idea de “salirse de que esto es un problema individual, que sólo les pasa a unas personas muy raras y ponernos más en el plano de que hay un montón de personas que no quieren y no pueden encajar en las normas de género porque son demasiado estrechas y binarias”. Esta semana ha presentado en Donostia su libro Trans*exualidades, el cual lo plantea como una propuesta a un público plural. Lo que propone es “desmentir la idea de que las personas trans* tienen un problema y visualizar que es la sociedad la que tiene un problema, que es la transfobia”. En ese sentido, plantea la posibilidad de alianza con las diferentes personas que pueden estar en ese lugar subalterno, para que puedan tener “un lugar estratégico de cara a luchar por los derechos”.

En la presentación del libro apuntas que está dirigido a profesionales de diferentes ámbitos de la sociedad. En el caso de la educación ¿crees que hay un vacío?

Clarísimamente. Yo creo que el error no es que no sea tratado, sino que se toca mal. Surge en modo de chiste o en modo de injuria, o a modo de algo de lo que reírse. Por ejemplo, hace poco vino a mi clase la policía local a dar una charla sobre Educación Vial, y apareció este comentario, “a ver si por la noche vas a salir, vas a beber mucho y terminas ligando con una chica muy guapa que cuando vayas a casa en realidad es un hombre”. Cuando la gente piensa que hace falta hacer una educación especial de algo, es porque hay algo que no estamos haciendo bien. En la vida cotidiana enseñamos de todo, matemáticas, ética, relaciones sociales… y eso lo hacemos todo el tiempo sin que haga falta una clase específica. Los estereotipos y las ideas más fijas, a veces también erróneas, de lo que se supone que tiene que ser un hombre y una mujer las enseñamos todo el tiempo. No enseñamos sobre transexualidad, pero enseñamos sobre esa rigidez, esa necesidad de situar a las personas dentro de un ámbito de lo inteligible. Lo que nos parece que es y cómo debe de ser un hombre, y lo que nos parece que es y cómo debe de ser una mujer. Lo que creo es que la escuela tiene una obligación visionaria de cara a proyectar el modelo de sociedad que tiene. Sí que es verdad que la escuela tiene una tendencia a ser conservadora y por eso las personas que formamos parte de ella tenemos que ponernos al día con lo que la escuela tiene que hacer. Cuando la gente dice “es que es nuevo el tema este de las nuevas familias”, no es verdad, la gente trans*, las diferentes formas de familia ya están en la escuela.

También mencionas la importancia de los medios de comunicación en la visualización de las personas trans* ¿qué papel juegan en este sentido?

A la escuela y a los medios de comunicación se nos pide mucho. En el sentido de que tenemos como una obligación moral de hacerlo lo mejor posible. Hay que pensar como representamos o como hablamos de las personas, eliminando los estereotipos. Así cuando se habla de una persona transexual, resulta que lo que más le define es que es trans* y no el hecho de todas las otras cosas que forman parte de su vida. Y yo creo que estas representaciones estereotipadas son muy parecidas con las personas con discapacidad, las personas LGTB, las mujeres… como que esa identidad no te deja ver quien realmente es esa persona. Yo sí que echo de menos personas más comprometidas con un periodismo crítico, más personas comprometidas con una escuela crítica, que no significa que estemos criticando a los demás, sino una manera de ser profesionales autoreflexivos, que te cuestiones, que intentes mejorar, que estés siempre en el diálogo con los otros.

¿Crees que durante los últimos años, la percepción de las personas trans* en la sociedad ha mejorado?

Yo creo que sí. Los movimientos sociales han jugado un papel importante a la hora de llevar al debate público cuestiones que a la gente que le incomoda y que piensan que deberían de estar en el ámbito privado. Para hacer ver que no son problemas de personas particulares, sino que son problemas de la sociedad, en la medida en la que cuestionan normas sociales dominantes. Y el binarismo es un problema, porque la mayor parte de las personas no cabe dentro de esas normas tan estrictas. Es sexismo es un problema. La transfobia es un problema y eso que en este sentido hay una pequeña masa crítica que está consiguiendo cambios importantes. Como son por ejemplo, generar una noción crítica sobre el diagnóstico. Es decir, ahora mismo hay mucha gente que está diciendo “la transexualidad no es una patología, sino que forma parte de la diversidad de los seres humanos”. Y esa idea proviene de los movimientos sociales y personas concretas, que es una idea muy sensata, pero está contagiando a muchas personas, y ha llegado a los profesionales, que son ellos quienes están pensando “es que es verdad”. Además, si la transexualidad no fuera una patología, de pronto el registro civil, la psiquiatría, la endocrinología ya no sería tan importante. En la medida en que no estarían los guardianes, ni quien es la persona que se merece y puede cambiar o modificar su cuerpo, o cambiar legalmente sus papeles, para lo cual también habría que pensar también cómo funciona el poder.

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Portada del libro Trans*exualidades de Lucas Platero.

 

En el ámbito político y legal ¿veis que existe un muro que no deja avanzar?

Yo creo que se han conseguido cosas, lo que no invalida el hecho de decir que no son suficientes. Es decir, que la gente pueda cambiar de nombre y de sexo en los documentos de es muy importante, porque te hace funcionar en la vida cotidiana. Pero ojo, la vigilancia que hay sobre quien puede hacerlo, y el hecho de que la persona que vigila tiene unas ideas tan conservadoras, al final se convierte en un problema. En la vida cotidiana la gente no se relaciona sólo contigo a través de tu DNI, y la transfobia tiene que ver con el castigo a los crímenes, con lo que tú puedes hacer, pero tiene que ver con algo mucho más importante que son los cambios sociales en la vida cotidiana. En ese sentido, el acoso escolar, la inserción laboral, la participación social… no se encuentran solamente es el marco de las leyes. Todavía hay muchas cosas que hay que hacer. El tema de la infancia y de la juventud trans* es un tema urgente. La inserción laboral de las mujeres trans* también. Y digo urgente porque la gente lo pasa mal. La gente tiene sentimientos negativos hacia sí mismos, por lo que la sociedad te dice. No porque las personas trans* estén enfermas, sino porque el impacto de la sociedad en la transfobia hace mella en las personas. Hay gente en casa que no quiere salir a la calle, que tienen dificultades para encontrar un empleo, hay jóvenes que tienen sentimientos de suicidio, entonces nos va la vida en ello, no es una cuestión secundaria o marginal.

¿Qué soluciones planteas en el libro para superar esa transfobia?

Hablo de que probablemente para que no exista la transfobia hay que hacer cambios a nivel social. Yo lo que propongo es una serie de acciones que parten de la idea del desarrollo comunitario. De qué pueden hacer los entornos inmediatos para mejorar la calidad de vida de las personas trans*. Y en ese sentido, hablo de factores de salud y factores de protección para la gente más joven. Es decir, que para alguien joven probablemente va a ser muy importante tener la posibilidad de conectar con otras personas, tener personas adultas que pueden ser tú familia u otras, porque la familia igual está muy estresada pensando si es culpa suya. Hablo de la importancia de conocer a personas trans* adultas que ejerzan de modelo, hablo de que el profesorado y la escuela estén apoyando los derechos y la capacidad de expresarse libremente las personas trans*. En fin, que para ese ámbito y para la gente joven hay cinco cosas que yo he diagnosticado como factores de salud que me parecen importantes. El libro se plantea como un camino abierto para el diálogo alrededor de cambios que podemos hacer en nuestra sociedad para que todos y todas podamos participar en igualdad de condiciones. Por lo menos mejorar la calidad de vida de las personas trans*. La segunda parte del libro son todo actividades que se pueden hacer en grupo a la hora de abordar ideas erróneas, abordar la adquisición de conocimientos, abordar también el desarrollo de habilidades para enfrentarse a la transfobia.

Fondo de armario para una biblioteca feminista

Repasamos la historia del movimiento, de Wollstonecraft a Beatriz Preciado, porque como dijo alguien, “qué diferente hubiera sido la historia de las mujeres si no hubiese sido escrita por hombres”

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Lo que diga Alison Bechdel

El movimiento feminista ha recorrido un largo camino. Desde la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, escrito en 1791 como respuesta a la Declaración de los Derechos de los Hombres y del Ciudadano que excluía a la mitad de la población hasta el nuevo feminismo combativo deCaitlin Moran o Pussy Riot, se ha analizado desde todos los ángulos el comportamiento de las mujeres contra los corsés de lo “correcto”, lo apropiado y lo imposible.

La historia de las mujeres es necesariamente radical, no sólo por su resistencia a la norma y su politización de lo doméstico y de lo íntimo sino porque es una historia alternativa a la historia: como dijo alguien, “qué diferente hubiera sido la historia de las mujeres si no hubiese sido escrita por hombres”. Aquí recogemos algunos de los libros que podemos considerar imprescindibles para comprender la historia y evolución del feminismo, el momento en el que se encuentra ahora y su motivo de lucha actual.

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Olympe de Gouges, el cómic

Los textos fundacionales

Hablando de hegemonía, fue durante la Revolución Francesa que se redactó laDeclaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, un título donde no cabe una arroba. Como respuesta, Olympe de Gouges redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), uno de los primeros documentos históricos que aboga por la emancipación de la mujer y pide la igualdad de derechos y mismo tratamiento legal y jurídico tanto para hombres como para mujeres.

Posiblemente le sirvió de inspiración a la famosa Vindicación de los Derechos de la Mujer(1792) de Mary Wollstonecraft, para quien “el matrimonio no se considerará nunca sagrado hasta que las mujeres, educándose junto con los hombres, no estén preparadas para ser sus compañeras, en lugar de ser únicamente sus amantes”.

Sobre legislación, Reforma o Revolución de la gran Rosa Luxemburgo sigue siendo un libro clave para entender que el feminismo es también una lucha de clases, y tampoco hay que olvidar la contribución de Clara Campoamor y F ederica Montseny al marco legislativo. Las dos escribieron regulación pionera en torno a los derechos de la mujer, incluyendo el derecho al aborto. Y, con cierta inclinación por la ironía, podríamos incluir el Manual de socialismo y capitalismo para mujeres inteligentes de George Bernard Shaw para navegar las aguas políticas actuales que, como todo lo nuevo, tiene al menos una reencarnación anterior. Porque el sistema capitalista aplasta a la mujer y no se puede conseguir una sociedad igualitaria y feminista si dejamos que esta estructura social, económica y política rija nuestras vidas.

Un regalo más ligero para no iniciadas: Olympe de Gouges es una novela gráfica de Catel Muller y Jose-Louis Bocquet.

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Gloria Steinem te lo dice bien clarito

Segunda ola: Lo personal es político

El segundo sexo (1949) se preguntaba por primera vez algo que en su momento parecía exótico pero tocó tecla con las señoras: ¿Qué significa exactamente ser mujer? Simone de Beauvoir reflexiona sobre las construcciones de género: somos mujeres ¿porque nacemos mujeres o por qué nos construyen mujeres? La francesa plantea que la mujer debe reconstruir su identidad propia, lejos de lo que quieren los demás que seamos.

Inspirada por este libro, Betty Friedan escribe La mística de la femineidad en 1963, un análisis sociológico del retrato mediático que hacen las revistas femeninas de la mujer ideal. Friedan descubre que, en la generación posterior a la victoria sufragista, las revistas dejan de celebrar a la mujer independiente con carrera y profesión para centrar la felicidad femenina en la consecución de otros valores: el marido rico, la figura esbelta, la ropa cara, la cocina moderna y dos niños perfectos. Como consecuencia, las mujeres pueden ir a la universidad pero lo hacen para encontrar marido. En este orden de cosas, sólo “las feas” consiguen acabar la carrera, embarcándose en una vida yerma y carente de afecto. Así nace la vampírica “mujer de carrera” que intenta robarle el marido a sus dulces congéneres.

La revolución de la Política sexual

Decían que la televisión acabaría con la cultura pero, como hoy ya sabemos, lo que trajo fue la guerra, dejando que libros radicales llegaran a las masas gracias a tres amazonas de carisma peculiar. En   Política Sexual, Kate Millet argumenta que lo político afecta a lo personal y, por ende, a las relaciones sexuales. El libro ahonda en cómo las estructuras del sistema patriarcal afectan también a las estructuras existentes en cualquier relación, y encuentra sus ejemplos en el cánon literario: D.H. Lawrence, Henry Miller, Norman Mailer y -contra el canon- Jean Genet.

El famoso Intercourse (coito) de Andrea Dworkin declara que, en una sociedad en la que todo está estructurado para que las mujeres estén subordinadas a los hombres, el sexo es sólo otra pieza más para perpetuar esta subordinación. Este argumento, y su lucha particular contra la recién llegada industria pornográfica, fue reducido a una de sus frases más desafortunadas, “Toda penetración es violación”, dejando así en un segundo plano el verdadero debate. Que incluye, por cierto, el derecho al aborto, el acceso a los anticonceptivos y las expectativas de cuidados en torno a la maternidad, la vejez y la enfermedad, debate liderado por la vaca sagrada Gloria Steinem.

Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna cierra el círculo de Betty Friedan. Donde ésta señalaba la reacción mediática contra el movimiento sufragista, Faludi detecta el mismo proceso en los años 90, cuando los medios y el cine manufacturan un sinfin de estereotipos negativos contra “la mujer de carrera” (¿se acuerdan de Glenn Close en Atracción Fatal?). Años más tarde llega su heredera pop con Female Chauvinist Pigs: Women and the Rise of Raunch Culture de Ariel Levy, donde habla del síndrome de abeja reina, esas mujeres que todos conocemos cuya práctica habitual incluye reforzar las estructuras patriarcales para ser la única mujer poderosa en su entorno, poniéndole la zancadilla a todas las demás. En todas las empresas hay una, todo el mundo sabe quién es.

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Hadalay, la bella sin alma (o qué)

Queer y Cyberfeminismo: la anatomía no es identidad

Desde que un psicólogo neozelandés llamado John William Money se inventara la palabra género en 1947, la parte más radical del movimiento ha trabajado para separar la identidad sexual de la anatomía. El movimiento Queer estalla en Francia y en Estados Unidos en los 90, en plena crisis del sida, y rechaza las categorías de control de lo privado como “homosexual”, “gay” y “lesbiana” y la psiquiatrización de las preferencias identitarias, íntimas y sexuales para reclamar la identidad sexual independiente a la ley, la sociedad y la familia.

Entre las más interesantes están la fundadora Judith Butler y la propia Beatriz Preciado, sin duda uno de los cerebros más interesantes del ensayo en español, aunque ninguneada -precisamente- por la elección de sus temas. En Cuerpos Que Importan, Butler coge la Historia de la sexualidad de Foucault y se la lleva al feminismo, con resultados electrizantes. Y en su Manifiesto contra-sexual, Preciado teje un sólido manifiesto contra los prejuicios sexuales, enlazando la producción tecnológica y farmacológica con la imposición de identidades convenientes basadas en lo físico, lo social y lo tecnopolítico. Más ligero pero no menos interesante, hay que leerse los comics de Alison Bechdel, desde su obra maestra Fun Home, hasta la reedición de su famosa tira cómica, Lo indispensable de unas lesbianas de cuidado.

Variante de la misma semilla y entretejido con esta, el movimiento Cyberfeminista explotó en los 90 con dos textos: Un manifiesto cyborg: ciencia, tecnología, y feminismo socialista a finales del siglo XX de la “feminista, más laxamente neomarxista y postmodernista” Donna Haraway y Ceros y Unos de Sadie Plant, un ensayo que sólo podía envejecer mal (como todos los hijos de su época, comoMatrix) pero que reclamó el lugar de las mujeres en el desarrollo científico y desenterró a la santa del movimiento: Ada Lovelace, hija del poeta Lord Byron, madre del lenguaje de programación.

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Caitlin Moran: How to be a woman

Tercera Ola: Tetas y cerebro

Para empezar, un regalo para aquellos que declaran que el feminismo ya no tiene sentido porque las mujeres han conseguido el reconocimiento, la emancipación y el derecho al aborto que tanto ansiaban y sólo les queda ganarse t odo lo demás.Manifesta: Young Women, Feminism and the Future , de Jennifer Baumgardner y Amy Richard explica por qué el feminismo no ha muerto, cómo se entiende en el siglo XXI y cuáles son sus luchas, que son muchas y variadas. En la misma línea, El Futuro del Feminismo de Sylvia Walby desmonta los argumentos por la defunción y/o irrelevancia del movimiento, recordando lo mucho que nos queda para alcanzar algo parecido a una igualdad de oportunidades.

Aclarado esto, vamos con las chicas. Aunque no lo parezcan, son herederas de Beauvoir y plantean nuevos modelos de ser mujer en un mundo falsamente lleno de posibilidades. No soy ese tipo de chica, de Lena Dunham y Cómo ser mujer,de Caitlin Moran no dan lecciones de cómo son o deben ser las mujeres. Se dedican a escribir lo que les atormenta, les apasiona, cuáles son sueños y qué obstáculos han encontrado en su camino para conseguirlos. Y asuntos de importancia severa: cómo nos relacionamos las mujeres con nuestro cuerpo. Y con la comida. Y con los hombres, las amigas y la familia.

Es el fenómeno Tits and wits” (tetas y cerebro): se puede ser mujer, apasionada de la moda, independiente, inteligente y emprendedora y también tener tetas. Funcionan por el mismo motivo por el que funcionó su antepasada francesa; porque refleja las dudas, los miedos y las posibilidades de su generación.

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Muy contra esto

Quita de allá esas estrellas

¿Por qué nos enamoramos de gente que no nos merece? ¿Qué nos hace renunciar a cosas por amor? La socióloga Eva Illouz se ganó el cielo con Por qué duele el amor, donde analiza los atributos de valor que otorgamos a la adoración ajena y que desaparecen con la ruptura, con el consiguiente dolor espantoso . en El consumo de la utopía romántica, se dedica a desmontar los mitos del amor romántico, incluyendo lugares comunes como el beso bajo la lluvia. En el mismo género, la Crítica del pensamiento amoroso, de Mari Luz Esteban, explica cómo nuestra forma de entender el amor afecta a los comportamientos y relaciones que tenemos con todo lo demás, ya sean relaciones de amor, de clase social o de etnia. Esto afecta a la construcción de identidades y, por tanto, de sujetos.

Finalmente, en La construcción socio-cultural del amor romántico, Coral Herrera disecciona las emociones, preguntándose si se tratan de un fenómeno biológico o una construcción social. Herrera hace una reflexión de cómo las emociones están predeterminadas por mitos, relatos y estereotipos que hemos ido interiorizando poco a poco hasta que los hemos asumido cómo algo innato.

Economías radikales

Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria de Silvia Federici (2004) es uno de los textos estrella de los últimos años. Profesora en la Hofstra University de Nueva York, Federici ofrece una revisión historica de Marx y del capitalismo desde una perspectiva feminista. Entre otras cosas, el libro enlaza la famosa caza de brujas con la usurpación de bienes a mujeres por parte de la Iglesia. No es casual que haya más brujas en aquellos lugares donde una mujer puede heredar legalmente bienes familiares- como Euskadi- y por tanto acumular tierras o casas sin necesidad de casarse. De aquí el mito de la bruja que vive sola en una casa en mitad del bosque.

Con idéntico espíritu -y no en vano en la misma editorial- Amaia Orozco propone una  Subversión feminista de la economía, donde se establece el género como “una variable clave que atraviesa el sistema socioeconómico, es decir, no es un elemento adicional, sino que las relaciones de género y desigualdad son un un eje estructural del sistema, el capitalismo es un capitalismo heteropatriarcal.” ¡No olvides leer nuestra entrevista!

Finalmente, un libro radical sobre una economía muy sumergida: en Dónde está mi tribu, Carolina León reflexiona sobre la maternidad y la crianza, con especial y doloroso énfasis en el asunto de la lactancia y la borrosa raya que separa la responsabilidad de una madre de la prisión.

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Atención: las bellas ninfas de Waterhouse no son de fiar

Brujas: Manifiestos literarios

Si hay un precedente -y olvidamos la Antígona de Sófocles porque la escribe un señor- tendrá que ser Cristina de Pizán y La Ciudad de las Damas (1405). En el contexto de la “Querella de las Mujeres”, un debate teológico sobre la supuesta inferioridad del sexo femenino, Pizán imagina una ciudad medieval diseñada y habitada por mujeres, arropada por el renacentismo y amurallada contra el patriarcado bruto, chovinista y apestoso de ahí fuera.

Seis siglos más tarde, en Una habitación propia (1929), Virginia Woolf interviene juiciosamente en lo doméstico para ofrecer “una opinión sobre un punto sin demasiada importancia: que una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas”. Y donde la mujer -aunque no sea escritora- pueda ser ella misma, con sus extrañezas y sin interrupciones.

Más impactante -aún hoy o, quizá, sobre todo hoy, es la relectura que hace Jean Rhys de Jane Eyre. En Ancho mar de los sargazos (1960) Rhys literalmente hackeaa la vaca sagrada de Charlotte Brontë, recreando la biografía de un personaje aparentemente secundario: la primera mujer del señor Rochester, que vive encerrada y oculta en el ático de su siniestra mansión victoriana. Reivindicación postcolonial donde las haya, manifiesto feminista atemporal, es imposible volver a leer a Brontë -o cualquier literatura decimonónica- de la misma manera. Eso sin mencionar lo maravillosamente escrito que está.

Claramente inspiradas en esta corta pero impactante novela, las académicas Sandra Gilbert y Susan Gubar publican La loca del desván: escritoras y la imaginación literaria del siglo XIX en 1979, cuya intención y contenido se explica por sí misma. Como complemento, dos estudios sobre el origen del mito de la “mujer fatal”: Ídolos de perversidad: la imagen de la mujer en la cultura de fin de siglo, de Bram Dijkstra y Las hijas de Lilith, de Erika Bornay.

En estos dos libros imprescindibles se explica cómo el movimiento de demonización literal de las mujeres corre paralelo al de su proceso de emancipación, desde su papel en la Revolución Francesa hasta su incorporación al mercado laboral. El arte y la literatura decadentista se llena de vampiras, gorgonas, serpientes y sirenas, que se anteponen a la dulce criatura doméstica con sus insaciables apetitos sexuales y sus rituales demoníacos. Para una lectura más moderna de rol de la mujer en el arte, la literatura y la política, recomendamos leer cualquier cosa de la brillante y viperina Camille Paglia, estrella de los 90, hoy injustamente olvidada pero más necesaria que nunca.

Jobs y Cook: el hétero ‘loca’ y el gay aburrido

Los homosexuales son más creativos y promiscuos. Solo valen para la moda, o similares. Unas locas. Las mujeres son más sumisas y destacan en cosas de ‘letras’, y también más fieles en materia sexual. Maternales. Para ONGs. Los hombres son mejores en ciencias y números y, por naturaleza, tienden a ir ‘cazando’ parejas igual que antes cazaban mamuts.Líderes.

Ésa es la percepción que tenemos en la calle, a nivel coloquial o, como se dice habitualmente, “en conversación de barra de bar”. A veces, incluso mentes preclaras caen en ese tópico. Ése es el caso de Lawrence Summers, sobrino de dos Premios Nobel de Economía, ex secretario del Tesoro de EEUU con Clinton, ex rector de la Universidad de Harvard, ex jefe del equipo de asesores económicos de Obama, y al que éste hubiera nombrado presidente de la Reserva Federal de no haberse producido una rebelión en contra dentro del Partido Demócrata. En 2005, en un discurso en Harvard, Summers dijo que “en materia de ciencia e ingeniería” podría haber “cuestiones de aptitud intrínseca” que explicaran que las mujeres son peores en esas áreas.

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Steve Jobs tenía un ego napoleónico, pero Tim Cook parece haber heredado las ideas del corso sobre sobre qué hay que hacer para ganar las guerras.

Pero el caso de Apple dinamita el mito del gay creativo y divo y del hetero eficaz y aburrido. Porque en esa empresa, el hetero-Steve Jobs-fue la loca, y el gay-Tim Cook-es el gestor eficiente y sin carisma.

Y es que Cook no solo ha convertido a Apple en la empresa más valiosa del mundo-con una enorme ventaja sobre la número dos, ExxonMobil-, ni la que más dinero ha ganado de la Historia, sino también en la primera compañía que, estando entre las 500 mayores del mundo, tiene unpresidente y consejero delegado abiertamente homosexual.

Si comparamos las personalidades de Steve Jobs y a Tim Cook, el primero cae dentro de los tópicos del homosexual, y el segundo dentro de los del hetero. Jobs era un divo. Un histérico. Un maniático que necesitaba ser el centro de atención. Estaba obsesionado por la estéticay la perfección en el diseño. La gestión le daba igual. Lo único que quería era hacer las cosas a su modo, fueran éstas conducir coches sin matrícula-y cambiarlos cada seis meses-o aparcarlos en el espacio reservado a discapacitados. Apple era ‘su’ empresa. Ignoraba el concepto de trabajo en equipo. Cuando algún colaborador suyo lograba un éxito, se lo apropiaba. Pero, si alguna de sus ideas no iba bien, le echaba la culpa a los demás. Despreciaba a los accionistas. Despreciaba a los reguladores en Washington. Despreciaba a todo el mundo. Si hubiera escuchado, tal vez hoy estaría vivo.

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Steve Jobs en una de sus últimas apariciones públicas.

Lo dicho, una ‘loca’. Solo que eraheterosexual. Muy heterosexual. A Jobs se le conocían infinitas novias, presumía de su uso de drogas (LSD) en su juventud y hasta tuvo una hija a la que, en un arranque de crueldad, tardó años en reconocer como suya-llegó a argüir ante el juez que no podía tener hijos-.

Tim Cook, el gay, es lo contrario. Es discreto. Ha sido capaz decrear un equipo, algo desconocido en Apple, donde Jobs era el que tenía la primera y última palabra. Él fue quien, como ‘número dos’ de Jobs, convirtió la línea de suministros de Apple en una maquinaria formidable que cruza todo el mundo: desde los centros de diseño de California a los de producción en Asia, y de ahí de vuelta a EEUU, a Europa y, ahora, también a China.

Ya se sabe que, como decía Napoleón, “los aficionados hablan de estrategia, los que saben hablan de logística”. Cook es el artífice de la tremenda eficacia de Apple que subyace a la monstruosa rentabilidad de la empresa. Para ello se ha centrado toda su vida en la logística, algo mucho menos glamouroso que el diseño que fascinaba a Jobs.

Cook aplica el principio napoleónico. Jobs tenía un ego napoleónico.

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Tim Cook (Todas las fotos de este post son de Wikipedia)

Frente al divo de Jobs, que nunca quiso tener en cuenta a los accionistas (la empresa era él, o eso parecía pensar), Cook ha empezado a dar dividendos, dando salida así a la infinita caja de Apple. Donde Jobs no era capaz de hablar con nadie sin despreciarle o gritarle, Cook ha sido capaz de comunicarse conWall Street y con gente como Carl Icahn, que no son famosos precisamente por su amabilidad cuando se trata de dinero. Y hamejorado las inexistentes relaciones de Apple con las autoridades de Washington.

¿Qué ha hecho mal Cook? Pues, precisamente, el diseño. Y la creatividad. Como buen gestor, Cook solo parece capaz de hacer mejoras en lo que ya existe, pero no crear nada que no exista. Por ahora, la creatividad de Apple con Jobs está perdida en combate. Con Cook, Apple sigue haciendo lo mismo que cuando murió Jobs. Solo en abril sabremos por dónde va el futuro de la empresa, con el Apple Watch, que va a ser la primera línea de productos que lance desde la muerte del cofundador de la empresa. El coche de Apple queda para el futuro, si es que lo tiene.

La divergencia entre Jobs y Cook es una muestra de lo equivocados que estamos en esas conversaciones de bar, y en lo equivocado que estaba Lawrence Summers.

La realidad es mucho más compleja que los tópicos. Mary Barra dirige una empresa tan plúmbea como General Motors.Meg Whitman es la creadora de una de las empresas menos glamourosoas de internet, eBay y, tras un catastrófico intento de convertirse en gobernadora de California, ha tomado las riendas de otro gigante de la informática,Hewlett-Packard. Sheryl Sandberg es quien trata de controlar al desquiciado dueño y fundador de Facebook, Mark Zuckerberg. Marissa Mayer está tratando de resucitar Yahoo!

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Esperanza Aguirre no se encuentra exactamente dentro d ela imagen de mujer vulnerable y sumisa a la que cualquier hombre se ‘come’ cruda.

 

Antes que Cook, hubo otra persona homosexual que dirigió una gran empresa: Sir John Browne. Era una compañía tan divertida como BP, la antigua British Petroleum. Browne la convirtió en la tercera petrolera mayor del mundo a base de adquisiciones de empresas en EEUU (Amoco, Arco) y por medio de la subcontratación masiva de muchas de sus operaciones. De nuevo, nada espectacularmente creativo o colorido. Pero Browne nunca se atrevió a salir del armario y, cuando su homosexualidad quedó expuesta por un ex novio, dimitió.

Y, respecto a la presunta debilidad o ‘compasión’ de las mujeres, piense en Margaret Thatcher, Angela Merkel, Esperanza Aguirre, HillaryClinton, Indira Ghandi o Golda Meir. Solo por nombrar algunas…

Posiblemente, la mayor enseñanza de la comparativa entre Jobs y Cook es que somos mucho más complejo, y tenemos unas potencialidades muy superiores a lo que nosotros mismos creemos. El mito del gay creativo y divo y del hetero eficaz y aburrido salta por los aires con Apple.

Tener sexo entre amigos fortalece la amistad

Un estudio revela que el 76% de las personas que ha mantenido relaciones sexuales con un amigo dice que luego la amistad fue mejor

El sexo entre amigos fortalece la amistad. Así lo asegura un estudio realizado por el investigador de la Boise State University estadounidense Heidi Reeder. De los datos recogidos se desprende que de las personas que indicaron que habían tenido sexo con un amigo un 76% indicó que la amistad fue mejor después de tener relaciones íntimas.

En estos casos, los expertos en salud y psicología de esta institución consideran que hay que mantener unas reglas básicas. Resulta muy importante conocerse bien antes de decidirlo -dicen- y dejar claro cuáles son sus expectativas, lo que desean y lo que no. Ambas personas tienen que tener en consideración que no es una relación formal ni que durará por mucho tiempo. La relación tiene que llegar a su fin cuando el sexo ya no sea satisfactorio. Y, finalmente, asumir su vida sexual de manera responsable y protegida.

En el estudio llevado a cabo por Heidi Reeder únicamente un 20% de los encuestados indicó haber tenido relaciones sexuales con un amigo. Eso sí, de este grupo el 76% manifestó que su amistad había salido fortalecida tras el sexo. También cabe destacar que el 50% de los entrevistados que comenzaron una relación de noviazgo con su amigo, lograron concretar una relación mucho más duradera.

¿Por qué los hombres eligen cada vez más relacionarse con travestis?

Heterosexuales que mueren por una noche de sexo con travestis y otros que se enamoran sin prejuicios. Una realidad que vale la pena conocer.

Crecimos con un estereotipo de familia: padre (hombre), madre (mujer) e hijos. Formar una familia bajo los factores naturales y con dos tipos de géneros: macho y hembra. Sin embargo, ya no hay verdades absolutas en el sexo y en el amor.

Cada uno elige qué quiere, qué desea y qué hace y por eso existen sexos y sexualidades. En biología, el sexo es un proceso de combinación y mezcla de rasgos genéticos a menudo dando por resultado la especialización de organismos en variedades femeninas y masculinas.

Mientras que la sexualidad es el conjunto de condiciones anatómicas, fisiológicas y psicológico-afectivas que caracterizan el sexo de cada individuo. También, desde el punto de vista histórico cultural, es el conjunto de fenómenos emocionales, de conducta y de prácticas asociadas a la búsqueda del placer sexual, que marcan de manera decisiva al ser humano en todas y cada una de las fases determinantes de su desarrollo en la vida.

Entonces, si está directamente relacionado con la búsqueda de placer personal, cada uno tiene derecho a elegir con quien desarrollar su sexualidad.

“El abanico de posibilidades se abre, de tal manera que una mujer trans puede tener deseos de estar con un hombre o una mujer; o un hombre heterosexual podría verse deseando a una mujer (biológica y psicológicamente constituida) o a una mujer trans (travesti o transexual)”, aclaró el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.

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Hay quienes piensan que detrás de un hombre que se relaciona con una travesti, hay un gay reprimido. Para lo que el doctor aclara: “No es así. Es un varón, es heterosexual. A estos hombres heterosexuales les atrae el cuerpo femenino, se sienten fascinados por sus curvas, la sensualidad, y hasta la libertad para el juego erótico”.

Y agregó: “Los varones que buscan tener relaciones con travestis no lo hacen sólo por mero juego o por salir con amigos a una aventura exótica. Les gusta y lo disfrutan, sólo que unos pocos se animan a decirlo”.

Soy infiel con una chica trans”

Aunque las relaciones sexuales y amorosas que de desarrollan entre un heterosexual y una travesti se plantean de una forma simple, también existen hombres, en pareja o casados, que esconden sus gustos por mujeres transgéneros.

“Los hombres que desean a una chica trans, y están en pareja, se ven en una disyuntiva angustiante, mucho más que si la otra opción fuera una mujer. Los que no pueden confesar su atracción prefieren ocultarlo. No obstante, la conducta que adoptan puede llamar la atención: llamados encubiertos, frecuentes salidas nocturnas, uso desmedido del chat o ingreso a páginas de prostitutas trans. En la cama pueden mostrar una disminución del deseo o una exaltación del mismo cuando se exteriorizan fantasías que incluyan a travestis”, explicó el sexólogo.

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“Un hombre heterosexual que desea a una mujer trans vive preso de la normatividad social, que no le permiten una expresión autentica de lo que siente”, anexó el profesional. “Tiene que cumplir con las reglas impuestas para un hombre biológico, que se siente hombre psicológicamente, pero que desea igual o más a una mujer transgénero que a una mujer biológicamente y psicológicamente configurada.”

La voz de las elegidas

La Reina de la Vendimia Gay del año 2012, Delfina Martínez dialogó con MDZ y expresó lo que ella considera que los hombres eligen de las travestis.

“Yo creo que son varios los factores que hacen que el hombre nos elija en la cama: el deseo de cumplir una fantasía mezclado con el morbo”, destacó Delfina.

Quien además contó que a la hora de contratar servicios sexuales el hombre tiene muy claro lo que busca en una travesti. “Entre nosotras hablamos y coincidimos que no existe un hombre que no pida sexo oral”, confesó y agregó:

“Creo que somos la combinación perfecta para ellos. Fuimos hombres y conocemos cada cosa que les causa placer, pero en un cuerpo de mujer”.

La triple condena de los gais sirios

Los homosexuales abandonan Siria para evitar los asesinatos de los yihadistas, que se suman a la represión del régimen y al rechazo de sus familias y tribus

IS asesina a un gay

Captura de un vídeo del EI en el que dos yihadistas arrojan al vacío a un supuesto homosexual en Nínive.

El pasado noviembre, dos veinteañeros sirios eran apedreados hasta la muerte. La ejecución ocurría en Deir Zor, en el noreste de Siria y feudo del Estado Islámico (EI). Su crimen: ser homosexuales. Se trataba de la primera ejecución pública de gais a manos del grupo yihadista. Un hombre leía la brutal condena amparado por la rigurosa ley religiosa que sirve de Constitución en el califato. A 140 kilómetros de allí, Ibrahim ya hace más de un año que huyó de Raqqa, su ciudad natal y capital del EI. Médico de 33 años, su homosexualidad le ha valido una persecución continua. Encarcelado bajo la ley siria, condenado a muerte por la de los yihadistas y desterrado por su propia tribu, Ibrahim ha logrado sobrevivir a una triple condena.

Tras cuatro años de guerra y más de 200.000 muertos, las ejecuciones de homosexuales aumentan en el reino del EI que se extiende entre Siria e Irak. Las imágenes de dos jóvenes empujados desde la azotea de un edificio en Irak dieron la vuelta al mundo. Con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda, eran lanzados al vacío al tiempo que el verdugo voceaba: “¡Musulmanes, sed testigos de la aplicación de la ley!”.

En 2010, y antes de que estallaran las primeras revueltas sirias, Ibrahim fue arrestado en virtud del artículo 520 del Código Penal sirio en vigor desde el protectorado francés. Aquellos que realicen “actos sexuales innaturales” serán condenados a hasta tres años de cárcel, reza el artículo. Bajo tortura, uno de sus amigos detenidos le delató. La familia de Ibrahim, que pertenece a una conocida tribu, decidió tapar el escándalo recurriendo a contactos en el régimen y previo pago de 18.000 euros. Ibrahim salió de la cárcel, pero la libertad le duró poco: “Cuando pensé que todo había pasado, empezó lo peor. La revolución comenzó, el caos se apoderó de Raqqa, el Ejército Libre Sirio mutó en Al Nusra [filial de Al Qaeda en Siria] y en el EI”.

Tres de sus amigos homosexuales fueron ejecutados por los yihadistas. Uno murió de un infarto mientras era torturado. Los otros dos, de un tiro en la nuca. “En Raqqa, la comunidad gay era activa. Pero solo a los que reciben en el acto sexual se les considera gais. Muchos de aquellos que tenían mujeres y se acostaban con hombres fueron a parar a las filas de Al Nusra y del EI. Para expiar sus culpas entregaron a todos los gais que conocían de su fase prerevolucionaria. Mis tres amigos pagaron con su vida y de sus teléfonos sacaron los números de decenas de otros como yo”, relata con amarga sonrisa.

Al poco, Ibrahim fue secuestrado y torturado por los yihadistas. Su tribu intervino por última vez pagando 10.000 euros por su vida. “Tenía familiares cercanos al EI y Al Nusra que pedían mi cabeza. Mi tío logró negociar mi libertad pero me dieron dos horas para abandonar Raqqa. Yo había deshonrado a mi familia y a mi tribu”.

Su primera parada fue Damasco, zona leal al régimen y donde aún perduran varios hamam (baños) convertidos en lugares de encuentro para homosexuales. “Es ilegal pero si los dueños untan a la policía, estos hacen la vista gorda”, espeta al teléfono desde Madrid Jorge, joven de 35 años de padre sirio y madre española. En marzo de 2012, Jorge quedó con su novio en un hotel. “La policía nos pilló en la cama. Nos arrastraron desnudos por los pasillos y por la calle. Nos llamaban enfermos mentales al tiempo que nos pateaban”, rememora este antiguo profesor de Filología Hispánica. Logró pagar los 3.000 euros de fianza para salir del calabozo. “Al poco me convocaron para alistarme en el Ejército. Al ser hijo único estoy exento del servicio militar por lo que supe que era una trampa para encarcelarme por ser gay. Hice las maletas y hui a España”, concluye Jorge a quien le salvó su pasaporte español.

Ibrahim también escapó. Ahora, como refugiado sirio en Líbano, aun guarda esperanzas de una nueva vida: “Hemos estado años bajo la represión del régimen y a la comunidad internacional no le ha importando. Llevo siete meses en espera de asilo político en Europa. Intento mantener la cordura, porque sé que merezco un nuevo comienzo. Pero hasta ahora no me han dado la oportunidad”.

Beirut, refugio para el asilo político

Varios jóvenes homosexuales sirios intercambian sus relatos en las oficinas de la ONG Proud Lebanon, a las afueras de Beirut. Consigo arrastran un doble trauma acumulado en su huida de la guerra y en su lucha por sobrevivir a su sexualidad. Perseguidos tanto en zona leal como rebelde, a la comunidad homosexual siria tan sólo le queda el exilio para sobrevivir. En 2013, el libanés Bertho Makso y cofundador de la ONG, comenzó acogiendo a refugiados sirios gais.

“Proporcionamos servicios médicos, psicológicos, cursos de formación y un plato caliente. Para muchos será el único que ingieran en el día”, explica Cosette Maalouf, trabajadora de la ONG. El centro acoge a 320 homosexuales, más del 60% sirios. “La mayoría ven Beirut como un lugar de paso para ir a Europa”, explica Makso, quien asegura que el pasado año, 70 de ellos obtuvieron asilo político.

A diferencia del resto de refugiados sirios, están solos. Han roto con su familia y huido de régimen y rebeldes. “Se trata de una comunidad muy vulnerable dentro de los refugiados sirios, pero no hay estudios u organismos que realmente monitoreen estos casos. No son solo perseguidos por el Estado Islámico, [EI] sino por rebeldes, las leyes sirias y la propia moral social. Los ataques del EI son más visibles por su policía moral” apunta Nadim Khoury, director de Human Rights Watch en Beirut.

Entre los 320 beneficiarios, tan sólo se cuentan cuatro mujeres. “En nuestra sociedad no se considera que la mujer tenga una sexualidad, y durante la guerra estamos recluidas en el hogar. De ahí que a las lesbianas nos sea más fácil pasar desapercibidas. No sé de ninguna ejecución de una mujer homosexual”, cuenta desde Alepo al teléfono Bahiya, de 28 años.