Doble boda gay en Génova 13

Un centenar de personas se concentra frente a la sede del PP en Madrid para pedir la retirada del recurso a la ley de matrimonio homosexual

“Estáis todos invitados al doble matrimonio que vamos a celebrar a las 13.00 en el número 13 de la madrileña calle Génova, frente a la sede del Partido Popular”. Esta podría haber sido la invitación a la boda, simulada, de dos parejas, una de chicos y otra de chicas, que se realizó ayer en Madrid. Un centenar de personas, representantes de más de 20 asociaciones LGTB+H (Les, gay, trans, bi + hetero), exigieron al PP, ante la mirada estupefacta de muchos viandantes, la retirada del recurso de anticonstitucionalidad interpuesto a los matrimonios de parejas del mismo sexo.

“Queremos pedir a los populares que retiren una alegación que llevan cinco años manteniendo. Es su última oportunidad para dejar de ser un partido homófobo. No vale con las palabras amables, tienen diputados que pueden acabar con ese ultrajante recurso”, explica Rubén López, de 30 años, presidente de Arcópoli, la asociación universitaria convocante de la protesta que fue secundada por la federación de asociaciones LGTB+H. El Partido Popular recurrió la ley de matrimonio gay ante el Tribunal Constitucional el 30 de septiembre de 2005, dos meses después de su aprobación por parte del Congreso. En sus alegaciones se apoya en el artículo 14 de la Constitución: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Algo incomprensible para Toni Poveda, presidente de la FELGTB, que, minutos antes de la protesta, aseguraba no entender el recurso: “Esta ley combate la discriminación, no la fomenta”.

“Me gustan las peras, me gustan las manzanas. En la cama me meto con quien me da la gana”, cantaba una masa de casi un centenar de personas. La doble boda, con la bandera arcoiris como alfombra y las emblemáticas gaviotas del PP de fondo, se escenificó en el paso de peatones que cruza Génova, a la altura del cuartel general popular. Al mismo tiempo, el coro pedía igualdad, familia y la visibilidad de supuestos miembros homosexuales del PP que no salen del armario (“Rita Barberá, aprovecha y ¡sal ya!”). “No sé por qué se manifiestan pero me parece una locura. Conozco a muchos miembros del PP que viven y practican su homosexualidad. Pero, ¿por qué hay que casarse? Casarse es reaccionario, ya no se lleva. No creo que esto tenga que ver con la política”, añade Julia Escobar, escritora de 64 años, casada y que pasaba por la calle durante la concentración.

Fue un casamiento corto; tan solo una hora de sonrisas, reivindicación de la familia e indignación que acabaron con la lectura de un manifiesto.

“Hemos venido a mostrar la vergüenza que representa el recurso. Estos señores pretenden crear ciudadanos de clase A y ciudadanos de clase B; quieren excluir a cuatro millones de españoles. Por eso estaremos aquí, año tras año, para ver si se les cae la cara de vergüenza”, concluye Carla Antonelli, activista y antigua coordinadora del área trans del PSOE, mientras la gente corea “que se besen, que se besen”. Ambas parejas juntan sus labios en un típico final de boda.

«Una sociedad que no piensa, que no reflexiona, es una involución absoluta en el desarrollo»

ASTEKO ELKARRIZKETA : XABIER ARAKISTAIN «ARAKIS», ARTE DE VANGUARDIA SIN DISCRIMINACIÓN

Adolescencia en Elgoibar. Un año en Oklahoma como una olla a presión. Bebió de los vientos del punk y de la libertad como «squatter» en Londres. De vuelta en casa, los estudios de comunicación le pusieron en la senda del arte y del feminismo, y ya nunca se separó de ellos. Ha ejercido como promotor cultural y comisario artístico independiente y ahora gestiona el centro cultural Montehermoso de Gasteiz. En apenas cuatro años ha hecho de él un espacio de arte contemporáneo y de vanguardia de referencia internacional. Y además, aplicando en su programación la igualdad de sexos. Porque completa el mundo y lo mejora. Es él y es ella; es «Arakis».

Fermin MUNARRIZ I

Entrevista al director del centro cultural Montehermoso Xabier Arakistain " Arakis ".

Entrevista al director del centro cultural Montehermoso Xabier Arakistain ” Arakis “.

Después de años como promotor y comisario de arte independiente, militando en el feminismo y propugnando un cambio de política cultural, ¿qué le impulsó a aspirar a la dirección de un centro cultural oficial como Montehermoso?

En 2005 dirigía las mesas de expertos en arte contemporáneo de la feria Arco y le tomé el relevo a una feminista alemana, Ute Meta Bauer, que es la que abrió un espacio semi-institucional a los cursos feministas. La gente que estábamos cerca de los cuarenta años decidimos reflejar nuestro descontento sobre esa materia y elaboramos el Manifiesto Arco 2005, que fue secundado por un montón de mujeres -y también hombres- del mundo del arte. Planteábamos que si la cultura se financia en buena parte con fondos públicos -o sea, con los impuestos de todas y de todos- no queríamos que se emplearan de forma sexista, y pedíamos a las administraciones públicas que tomaran las medidas necesarias para que las mujeres tuvieran igualdad de oportunidades para trabajar en el arte y la cultura. Eso coincidió con la ley vasca de igualdad de 2005 y luego con la ley orgánica de 2007, que tiene una recomendación muy interesante sobre cuotas de sexo.

No parecía que nadie fuera a hacer nada al respecto, pero se presentó una oportunidad porque la anterior directora de este centro [Montehermoso] se fue a otro sitio y quedó la vacante. Se realizó un concurso público, me presenté y gané con un proyecto que pretendía aplicar esas estrategias y políticas en el mundo del arte y la cultura desde las administraciones públicas. Y para ello, precisamente, había que hacerlo desde una administración pública…

¿Cómo está resultando la experiencia?

Está siendo un viaje apasionante a todos los niveles. El resultado ha sido muy bueno. Yo era optimista pero no pensaba que iba a ser tan rápido, que iba a tener tan buena acogida en la comunidad artística, tanto de aquí como en la internacional. Es un viaje en el que nos hemos embarcado un equipo con un ambiente de trabajo familiar, con una relación muy directa. Hemos trabajado con mucha ilusión y está dando muy buenos resultados. Además, es muy gratificante constatar que incluir a las mujeres de una forma sistemática incluso mejora la programación. Montehermoso es la constatación de que se pueden hacer políticas culturales en el ámbito del arte sin discriminar a las mujeres y que no pasa nada, sino todo lo contrario: pasan cosas mejores.

Vayamos a los orígenes: feminismo y arte confluyen a comienzo de los años setenta del siglo pasado. ¿Qué surge de ese encuentro?

A lo largo del siglo XX, de forma paulatina, las mujeres empiezan a tener acceso a la formación, a la universidad. A finales de los sesenta ya hay mujeres que realizan estudios sobre el arte y que se incorporan a este campo como teóricas y como artistas; y además lo hacen desde una perspectiva crítica. Denuncian que en la historia oficial del arte no hay mujeres y se preguntan por qué. En 1971, Linda Nochlin abre la veta de la perspectiva feminista con aquel artículo ya mítico titulado «¿Por qué no hay grandes mujeres artistas?», y señala que los sistemas sociales de control que impiden que las mujeres tengan igualdad de oportunidades para desarrollar todo tipo de labores en el ámbito público funcionan con toda su fuerza también en el campo del arte. Al mismo tiempo, las mujeres se incorporan como artistas y en sus trabajos empiezan a deconstruir la representación de la mujer, porque el patriarcado utiliza esa representación para reproducirse. Las artistas feministas generan un cortocircuito en el sistema de sexo y género porque empiezan a visibilizar y a denunciar cómo funcionan los sistemas de representación. Son los años en que empiezan a producirse obras y relatos en el mundo del arte que cuestionan el statu quo basado en la opresión de las mujeres.

¿Es el feminismo un mapa para interpretar la realidad?

El feminismo ha sido y es un movimiento social, político e incluso artístico, pero también es una perspectiva científica que ha desvelado, entre otros, el sesgo androcéntrico de las ciencias sociales y humanas. Todas esas vertientes configuran el conocimiento feminista. El feminismo es uno de los motores de cambio más importantes en la actualidad. Desde su óptica explica la historia de las mujeres como una historia de opresión, abuso e, incluso -según en qué circunstancias-, hasta de exterminio. El feminismo está denunciando desde hace ya trescientos años la posición subordinada que ocupan las mujeres y está analizando los mecanismos sociales que sitúan a las mujeres en esa posición. La irrupción de la perspectiva feminista en las ciencias sociales y humanas supone un gran salto porque ha invalidado los métodos existentes previamente; esos métodos ocultan que las relaciones sociales de sexo son relaciones asimétricas. Además, el feminismo denuncia que si hacemos una historia de la humanidad que sólo tiene en cuenta al cincuenta por ciento -los hombres-, se está haciendo una historia errónea. La mitad de la población no está reflejada en esos datos o en esos relatos. Éste es un ejemplo muy obvio.

¿Las cuotas de sexo en el ámbito del arte y la cultura resultan eficaces como mecanismo corrector de la desigualdad?

Las cuotas de sexo son una política del feminismo, que surge en los años ochenta y que se ha aplicado, por ejemplo, en política, o en otros ámbitos, para corregir las desigualdades históricas; y desde mi punto de vista está dando buenos resultados. Esa cantinela de que tal o cual señora está en ese puesto por ser mujer no se aplica a los hombres. Es evidente que no todas las mujeres que ocupan ciertas posiciones son las más capacitadas, pero es igual de evidente que no todos los hombres son los más capacitados para desarrollar las tareas que desempeñan… No hay más que ver cómo está el planeta. La igualdad de sexo también significa que las mujeres tengan derecho a ser igual de inútiles que los hombres. Lo explicaba la filósofa feminista Amelia Valcárcel en su artículo «El derecho al mal» en 1981. Pero volviendo al arte, extrañó muchísimo nuestra propuesta. A la gente le parece más lógico que haya mujeres políticas o en otras actividades, pero ha costado más aceptar que las mujeres puedan ser artistas. Esto tiene que ver con que las ideas de artista, de genio o de obra maestra son ideas masculinas; son ideas que surgen en el siglo XIX y tienen un arco muy largo; todavía están operando en el presente.

¿Es equilibrada la presencia entre hombres y mujeres en los medios artísticos actuales?

El mundo del arte es sexista como el mundo en general. Las cosas han cambiado mucho, pero… Por ejemplo, según las cifras de las facultades de Bellas Artes, desde hace dos décadas, más o menos, hay más licenciadas que licenciados. Esto es un espacio de conquista que han conseguido las mujeres, pero de salir con el título de la facultad a ser una artista reconocida en la sociedad y, sobre todo, en el mercado, hay un gran camino; hay que pasar otro montón de controles, por ejemplo los de los círculos de reconocimiento -que explica muy bien Pierre Bourdieu en «Las reglas del arte»-, que son más complicados de solventar porque se oculta que siguen siendo sexistas. Tenemos muchas mujeres licenciadas en Bellas Artes, cada vez tenemos más mujeres reconocidas en la escena y en el mercado; es decir, es una cosa que va para adelante, pero estamos muy lejos todavía de que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres.

¿Cómo es la producción artística actual en Euskal Herria?

El País Vasco es uno de los marcos que mejor cantera de artistas tiene en el Estado español. Para la población tan pequeña que somos hay mucha gente que está trabajando muy bien, incluso con reconocimiento internacional, pero el campo del arte vasco es ciertamente complejo. Desde las administraciones públicas, que son las que financian y gestionan una buena parte del arte contemporáneo, creo que todavía hay mucho trabajo por hacer para crear las condiciones que necesita un contexto propio rico y en diálogo con lo que está ocurriendo en el ámbito internacional; en ese sentido, Montehermoso es un caso muy particular. Por otro lado, como ha ocurrido en otros países, últimamente están surgiendo estructuras de trabajo interesantes que no dependen de las instituciones. Las que me interesan menos son las que se dicen autónomas pero no lo son tanto porque funcionan con dinero público.

¿En qué terrenos son más fértiles los artistas vascos?

Creo que tenemos unas artistas y unos artistas que explican bien los conceptos que manejan, que articulan discursos interesantes sobre el ser humano y sobre el mundo que habitamos.

Algunos antropólogos dicen que a los vascos nos gusta ser los más tradicionales pero, a la vez, también los más vanguardistas… ¿En el arte también somos así?

Yo creo que las artistas y los artistas vascos del momento están preocupados por cuestiones del contexto local, pero también del global porque entienden que los dos ámbitos son inseparables. En ese sentido, sí creo que están trabajando en la vanguardia del arte contemporáneo. Respecto al peso que tiene el pasado y la propia identidad cultural en el arte actual, me parece muy difícil de responder. Evidentemente somos un cóctel de diferentes categorías: la étnica, la sexual, la de clase… y los artistas y las artistas vascas trabajan con el cóctel que les toca vivir, que es producto de una herencia. Hay diferentes corrientes y tendencias dentro del arte contemporáneo vasco, pero no creo que la forma de analizar el contexto propio sea tan diferente de cómo lo hace un o una artista de otro entorno cultural.

Dice que los artistas trabajan preocupados también por el contexto local. Vivimos en una sociedad convulsa, con conflictos sociales y políticos muy serios. ¿Aparece reflejada esta realidad en el arte vasco actual?

Es una pregunta dificilísima de responder de manera breve. Hay críticos que aprecian conflictos concretos en obras de arte, y yo a veces no he estado de acuerdo con ellos… Aunque, por otro lado, si miras una obra de arte, o la carrera artística de un creador o creadora en profundidad, hay un discurso rico, muy complejo, y salen los conflictos, los traumas… Si se hace un análisis lo suficientemente sustancioso, sale todo eso. Y no tiene que estar necesariamente en un primer plano, ser «el tema».

Tal vez podríamos relacionar esta cuestión con alguna de las escasísimas polémicas del arte. Por ejemplo, la exhibición de la obra de un fotoperiodista vasco en el décimo aniversario del Guggenheim desencadenó una reacción furibunda de determinados sectores por abordar la realidad de manera explícita…

El fotoperiodismo y el arte no son la misma cosa. Desde mi punto de vista, las obras de arte son artefactos culturales que desencadenan una serie de experiencias relacionadas con el conocimiento y que, a menudo, se producen por la tensión que generan los diferentes elementos que las componen. Los lenguajes del arte y los del periodismo son diferentes. Si el periodismo debe jugar con la inmediatez, el arte debe jugar con la interrupción de esa inmediatez; el arte debe producir una experiencia reflexiva compleja. Esto no significa que el arte no sea político, porque el arte, como todo lo demás, es político, ideológico, pero debe reflexionar sobre ese contenido ideológico. Yo personalmente no considero arte esas obras que no ponen en cuestión, que no tensionan, el sustrato ideológico que las componen.

Leía el otro día en la prensa unas declaraciones del ensayista e historiador de arte francés Marc Fumaroli, que pedía no llamar arte al arte contemporáneo. «Reducir el arte a la diversión o a una manifestación de vanidad -decía- siempre se ha considerado una verdadera traición». ¿Vivimos en la cultura del espectáculo y el entretenimiento también en el arte?

Sí, pero desde la perspectiva de Guy Debord, no de Fumaroli. Tengo una percepción personal de que en los últimos diez años esto se ha incrementado, pero hay que tener mucho cuidado con este tipo de políticas porque, aunque para ciertos sectores parece mucho más cómodo tener un sujeto entretenido que un sujeto cultivado, las consecuencias sociales pueden ser desastrosas. Y no sólo en el arte, está ocurriendo en todas partes; por ejemplo, en la universidad se empieza a cuestionar si tal o cual campo de conocimiento no es rentable porque no es lo suficientemente popular. No podemos instalarnos en la sociedad del entretenimiento populista porque es una sociedad que va hacia atrás; una sociedad que no piensa, que no reflexiona, es una involución absoluta en el desarrollo civilizatorio. En Montehermoso, desde el principio apostamos por el conocimiento. Hemos diseñado un centro que tiene un departamento de exposiciones, un departamento de acción cultural, un departamento de educación y un departamento de documentación, que trabajan de forma transversal.

También decía que cualquier seudofilósofo podría explicar estas consecuencias de la postmodernidad con todo tipo de razones, y cuanto más complicadas, mejor… ¿Padecemos la banalización de la cultura?

De la misma manera que en las últimas décadas ha habido políticas culturales de grandes infraestructuras que no tenían contenidos, o de promoción de un tipo de arte con una función de marketing, creo también que -y debido a la crisis económica, entre otras razones- esto está empezando a cambiar. Tengo la impresión de que en los dos o tres últimos años hay un cambio de clima en el mundo del arte…

¿En qué dirección?

El arte es un producto social y cambia como las sociedades que lo producen. Relacionando esto con lo que hablábamos antes, creo que la cultura del espectáculo ha influido mucho en las políticas culturales en las dos últimas décadas, aproximadamente, pero en los últimos años esa tendencia ha cambiado hacia un arte más reflexivo. Una de las últimas obsesiones en el mundo del arte, por ejemplo, ha sido la historia; se han empezado a producir cantidad de discursos artísticos que van revisando la historia, que analizan cómo se ha escrito y que miran hacia lo que se ha dejado al margen y rescatan los descartes que han quedado fuera de las historias oficiales… A mí no me gusta hablar de tendencias en el arte porque es como hablar de moda, y la realidad es que siempre conviven diferentes posiciones y prácticas; unas se hacen mayoritarias y tienen mayor apoyo del mercado o de otros sectores que otras. Además, me cuesta muchísimo tildar una práctica artística de una sola manera.

El arte es uno de los pocos espacios en el que son posibles muchas cosas; y la existencia de ese espacio simbólico y material es un balón de oxígeno de las culturas. Yo creo que las obras de arte son artefactos muy complejos. Quizás desde fuera hay un interés por focalizar ciertos aspectos de esas obras o por ver la historia del arte de esa manera, pero a mí del arte me interesa precisamente todo lo contrario: la posibilidad que tienen esos artefactos culturales, esas obras artísticas, de poner en tensión elementos con resultados interesantes, de contener los contrarios, de ir más allá de las etiquetas simplistas y reduccionistas. Esto es crucial.

¿Qué le parecen las etiquetas? ¿Se ha sentido usted etiquetado alguna vez?

Los estereotipos existen desde el comienzo de los tiempos. El teórico de la sexualidad Jeffrey Weeks hablaba de las paradojas de las etiquetas: que te tilden, por ejemplo, de homosexual está limitando tus capacidades vitales, pero la paradoja es precisamente que reivindicando esa etiqueta podemos hacer la revolución y cambiar el panorama sexual de la sociedad. Yo creo que éste es un problema, pero casi de coeficiente intelectual de la gente que se limita a definir las cosas de una única manera y con una etiqueta corta… Los seres humanos somos bastante más complejos en general. Las etiquetas reflejan más los miedos y prejuicios de la persona que mira que de la persona que es etiquetada.

El asesinato de Cristina, sin culpables

Asesinato de Cristina (Smail Larouhni)Los investigadores buscaron pruebas en el lugar del crimen.

Los investigadores buscaron pruebas en el lugar del crimen. fernando bustamant

TERESA DOMÍNGUEZ VALENCIA
Smail Larouhni tenía 36 años. Su cadáver, desmadejado, travestido y abrasado por el fuego, fue encontrado un martes por la mañana, tirado en un camino sin apenas tránsito en la parte trasera del cementerio nuevo de Aldaia; un camposanto en las afueras del municipio, flanqueado por alguna nave industrial, muchos vertidos ilegales y el habitual entramado de caminos que atestigua que esta zona fue un día tierra de huertos.
Smail, una transexual aún a caballo entre la depilación y la hormonación, se ganaba la vida prostituyéndose bajo la máscara del nombre de Cristina, con clientes que, en su mayoría, la recogían en una parada del autobús en la calle Joaquín Ballester, cercana a La Fe.
De origen marroquí y carácter difícil, su muerte conmovió a su círculo más próximo, desplazó a su familia desde el Magreb y amedrentó a las transexuales que ejercen en las calles de Valencia. También puso en marcha la maquinaria policial, pero poco más.
A los cinco meses, los agentes de Homicidios de la Guardia Civil detuvieron a cinco personas, entre ellas a los únicos tres hombres que habían tenido móvil y ocasión para acabar con la existencia de Smail/Cristina. Pero la investigación, salpicada de mala suerte y poca colaboración de aquí y allá, acabó por flojear donde más tenía que aportar: en las pruebas. Indicios y sospechas fueron acumulados sobre la mesa de un juez al que la entrega de los detenidos pilló de vacaciones de verano. La conjunción de tanto factor negativo ha terminado por instalar el caso en la vía muerta del fracaso: la Fiscalía ha solicitado ya que se concluya el sumario sin procesamiento. Esto es, sin sospechosos oficiales. La muerte de Cristina se queda, pues, sin culpables.
Nada más producirse el hallazgo del cadáver, acudió una patrulla de la Policía Local de Aldaia. Precintaron la entrada y la salida del camino, no sin antes dar una vuelta por los alrededores del cuerpo. Así lo confirma la inspección ocular realizada por el laboratorio de criminalística de la Guardia Civil, que aisló huellas de botas en el área. Pero nada de interés policial. Ninguno de los restos y objetos que fueron recogidos en el entorno más próximo al cadáver de Smail ha servido para incriminar a los sospechosos. Ni rastro de su ADN. Ni objetos personales. Una inspección baldía.
La autopsia tampoco iba a ayudar mucho. El cuerpo estaba completamente vestido, incluidos los zapatos. Llevaba incluso restos de maquillaje y su bolso con la cartera y la documentación dentro, pero no su peluca, que nunca apareció. En ese escenario, lo más probable es que a Cristina la hubiesen matado de noche, cuando iba arreglada para trabajar, y que el cuerpo hubiese sido trasladado y quemado inmediatamente después de su fallecimiento, sobrevenido por un único golpe en la cabeza.

Primer escollo
El primer escollo fue fijar la hora de la muerte, un dato esencial en este caso. A los pocos minutos de hallar el cuerpo, los agentes ya conocían la identidad probable de la víctima ya que había un documento en la cartera. Un marroquí llegado a España unos años antes y con antecedentes por riñas que, dado el atuendo, debía prostituirse. Costó poco comprobarlo. Lo más probable, por tanto, es que el crimen hubiese sido cometido en fin de semana y de noche, pero la Policía Local se emperró inicialmente en que una patrulla había pasado el lunes por la mañana por el camino y allí no había cadáver alguno. El dato distorsionó incluso el dictamen forense: la hora de la muerte estaba claramente determinada: 48 horas antes del hallazgo (a primeras horas del domingo), pero, al hilo del dato policial, el informe preliminar decía que el cuerpo había sido quemado 12 horas antes de ser encontrado. ¿Alguien había asesinado a Cristina en la mañana del domingo y había conservado su cadáver hasta la noche del lunes? Entonces, ¿dónde? Eso implicaba el uso de un coche, de un piso; abría muchas más incógnitas.
Ésa fue la tesis de la investigación hasta que se comprobó que nadie había visto el cadáver de la víctima antes de la mañana del martes por la simple razón de que nadie había pasado por el camino entre el domingo y el martes. Por tanto, era más que razonable pensar que el cuerpo calcinado permaneció ahí desde las primeras horas de la mañana del domingo hasta las nueve de la mañana del martes. ¿Nadie la había echado de menos?
Para entonces, la Guardia Civil ya había localizado a sus compañeras de piso -dos mujeres transexuales que también ejercían la prostitución- y a las que hacían la calle codo con codo con ella. En la primera semana, los investigadores ya habían reunido unos cuantos datos sobre la vida nocturna de Smail. Era de las que le gustaba tomarse una copa, o las que hiciera falta, al final de cada jornada laboral. Y tenía muy mal beber.
El abanico de sospechosos, por tanto, podía ser tan amplio como su cartera de clientes sumada al elenco de parroquianos de cualquiera de los after que salpican el callejero nocturno de la ciudad de Valencia. Sin embargo, el testimonio de una transexual les iba a poner en lo que parecía el buen camino. La noche del sábado 21 de marzo de 2009, Smail dejó la calle sobre las cuatro y se apuntó a dar una vuelta por una sala de fiestas de la avenida del Cid, en la que, a partir de determinada hora, no es extraño toparse con prostitutas -en su mayoría transexuales-, y delincuentes. La investigación prometía, pero las cosas volvieron a torcerse.
Los agentes tuvieron que armarse de paciencia y recursos antes para estimular la memoria del personal del local. Cuando, por fin comenzó la colaboración, los sospechosos comenzaron a brillar con luz propia de entre la cartera de posibles homicidas. Los investigadores averiguaron que Cristina entró en el local con otras compañeras entre las tres y las cuatro. “Yo le perdí la pista pasadas las cinco de la mañana”, explicó una de ellas a Levante-EMV en aquél momento.
Varios camareros declararían en las semanas siguientes al crimen que habían visto a Cristina pelearse con dos hombres en la planta de arriba del local. Más tarde, el portero la vio salir por la puerta con esos mismos hombres, a quienes reconoció fotográficamente en dependencias policiales. El asunto empezaba a tomar color.
La Guardia Civil averiguó la identidad de ambos. Se trataba de dos vecinos de la Pobla de Vallbona sin oficio conocido. Uno de ellos se dedicaba a traficar con cocaína y el otro ingresó en prisión apenas una semana después de la muerte de Símil por otro delito. Un comienzo prometedor para llegar a la resolución del caso.
De los testimonios de ambos terminó saliendo un tercer nombre, el de un eslovaco asentado en Valencia y vinculado también a ambientes delictivos a quien, ¡oh casualidad!, los camareros de la sala de fiestas habían visto la misma noche en la planta baja del local. Es más, el hermano del eslovaco se gana la vida como camionero y, de nuevo casualidad o no, aparca el tráiler en una base muy cercana al lugar donde apareció el cuerpo quemado de la víctima. Y el tercer sospechoso frecuentaba ese aparcamiento de camiones porque solía ayudar a su hermano en más de una ocasión. Más indicios para el atestado policial, pero las pruebas seguían sin aparecer.
A lo largo de la investigación, el juez instructor, titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Torrent, autorizó la intervención telefónica de los móviles de los sospechosos. Según las diligencias, ninguno de ellos habló del crimen, pero sí trataron de ponerse de acuerdo para fijar una coartada. Sospechosamente indiciario, pero no probatorio. Los análisis de ADN fueron llegando en los meses siguientes. Ni uno sólo de ellos probaba la presencia de los sospechosos en el lugar del crimen. Tampoco fue hallado rastro genético alguno de la víctima ni en los coches usados por los sospechosos, ni en los domicilios. En los registros, ni rastro de la peluca de Cristina. Nada físico que vinculase a víctima y sospechosos salvo la salida de los tres por la puerta de la discoteca. Ni siquiera el arma homicida: cualquier objeto contundente que sirvió para darle muerte de un golpe seco en la cabeza.
Aún así, y agotadas todas las vías de investigación pero con la convicción de su implicación en los hechos, la Benemérita detenía en agosto de 2009 a los tres hombres, a la novia de uno de ellos y a un hombre mayor que compartía casa con el traficante. Los últimos dos, por colaborar en el tejido de la coartada. Ninguno permaneció en prisión más de mes y medio.
Ahora, y con ese panorama desolador para afrontar una acusación con garantías de condena, la fiscal del caso ha optado por pedir al juez que cierre el caso sin procesar a nadie. En un par de meses, el instructor elevará el sumario a la Audiencia Nacional y el siguiente fiscal pedirá el sobreseimiento provisional de la causa. Un vuelco, una confesión podría reabrirlo. Y poco más.

Muerta por equivocación
Cuando los investigadores se pusieron a escarbar en los motivos que desencadenaron la pelea de Smail con los dos vecinos de la Pobla de Vallbona la noche de su muerte, llegaron a la esencia del móvil del crimen. O, al menos, eso parecía. El principal sospechoso solía utilizar los servicios sexuales de mujeres como Cristina. De hecho, quince días antes del asesinato, ese hombre había estado con otra prostituta transexual en un discreto motel de Riba-roja, escenario habitual de encuentros sexuales con y sin dinero de por medio, que goza de fama, entre otras razones , porque cuenta con un aparcamiento subterráneo que permite acceder a las habitaciones directamente, a salvo de miradas curiosas.
Los empleados reconocieron a este hombre y declararon que había estado en el hotel con su coche y había hecho uso del garaje. Ese encuentro acabó como el rosario de la aurora, ya que la prostituta le robó 800 euros procedentes, al parecer, de la venta de cocaína. Así figura en las declaraciones recogidas por los investigadores. Y, al parecer, el cliente había jurado venganza. El sospechoso acusó en varias ocasiones a Cristina de ser quien le había robado. Pero se equivocaba.

El arzobispo de Bruselas cree que el sida es un acto de “justicia”

El arzobispo de Bruselas cree que el sida es un acto de “justicia”

El arzobispo de Bruselas-Malinas, André-Joseph Leonard

El arzobispo de Bruselas-Malinas, André-Joseph Leonard, el máximo responsable de la Iglesia en Bélgica, describe el sida como un acto de “justicia”.

Sus declaraciones, citadas en un libro publicado recientemente, han causado un enorme revuelo en Bélgica. Unas palabras en las que no cabe malinterpretación ya que el portavoz del arzobispo ha asegurado que le advirtió de la polémica que generarían y no las quiso cambiar.

El libro de conversaciones con el prelado católico de más alto rango en Bélgica apareció este miércoles, y en él se indica que Leonard cree que el sida “no es una justicia divina” sino “una especie de justicia inmanente”, según extractos divulgados hoy.

El prelado justifica esa consideración señalando que jugar con la naturaleza del amor puede conducir a catástrofes así, y compara esa situación con las consecuencias medioambientales del abuso de recursos que el hombre está haciendo de nuestro planeta.

Estas manifestaciones recibieron inmediatamente las críticas de casi todo el espectro político belga, desde los nacionalistas flamencos del N-VA hasta los socialistas, pasando por liberales y los verdes.

Las declaraciones han sido descritas como “innobles”y “nauseabundas”

Desde “falta de compasión con los enfermos”, hasta las dudas sobre las posibilidades de reconciliación entre la Iglesia y la sociedad, pasando por comentarios como “innoble” o “nauseabundo”, numerosos ministros nacionales o regionales, así como parlamentarios, reaccionaron de forma muy negativa.

Y es que estos comentarios se producen un mes después de la presentación de un informe demoledor sobre los casos de pederastia en el país a manos de miembros de la Iglesia Católica. Algo que el propio Leonard calificó como “errores del pasado”.

El portavoz de Leonard, Jürgen Mettepenningen, intentó rectificar reconociendo, en la cadena de radio flamenca VRT, que “yo no lo hubiera dicho así”.

Mettepenningen explicó que, al releer el borrador del libro, advirtió de que esa expresión podía generar problemas, pero indicó que “el arzobispo no la ha modificado, al afirmar que no podía escribir otra cosa de lo que él piensa”.

“El arzobispo defiende el celibato a pesar de los escándalos de pederastia”

El libro “Monseñor Leonard: Conversaciones”, es una actualización realizada por autores flamencos de una obra de igual título publicada en francés en 2006, cuando el actual cardenal era solamente obispo de Namur.

En esas conversaciones, el arzobispo defiende el celibato sacerdotal a pesar de que está muy cuestionado por los escándalos de pederastia. Leonard recuerda que la mayoría de los casos de abusos sexuales de menores se dan en el ámbito familiar, sin que por ello se plantee la desaparición de la institución de la familia.

El prelado considera que, con el tiempo, es posible que desaparezca el celibato, pero “independientemente” de la cuestión de la pederastia en algunos religiosos.

«Antes nuestra vida la guiaban los curas; ahora, los médicos»

Juan Gervás

Médico y coordinador del equipo Cesca

Médico general rural y profesor de la Escuela Nacional de Sanidad española y de la Universidad Autónoma de Madrid, hoy jubilado, ha impartido en Bilbo una conferencia «irrepetible», porque sus apariciones son contadas. «No soy el oso de la feria», esgrime, pero su descarnado discurso contra la «medicalización de la vida» hace que sus esporádicas presencias públicas sean más que interesantes.

Jornadas sobre " Medicalizaci—n de la vida" en la Alh—ndiga de Bilbo. Entrevista al mŽdico Juan Gervas.

Jornadas sobre ” Medicalizaci—n de la vida” en la Alh—ndiga de Bilbo. Entrevista al mŽédico Juan Gervas.

«Uno puede ser alguien feliz hasta que un día va al médico a tomarse la tensión… `Eres hipertenso’, te dicen. Tu vida cambia a partir de entonces dolorosamente. `La tensión tiene que bajar’, te insiste el médico… hasta que te quedes impotente si hace falta… y con 50 años. ¡La de polvos que te has perdido! Te quedas para los restos. Y si un día te hartas y dejas de hacer lo que te mandan, te quedará un sentimiento de culpabilidad. ¡No es broma lo que digo!… Y todo por tener la tensión alta». Este es ejemplo muy gráfico de cómo la medicina en general, la industria farmacéutica y los médicos en particular, han medicalizado nuestra vida durante el último medio siglo.

Esa «tragedia» que se inicia con algo tan asumido y normalizado como ir a tomarse la tensión -cuando no se hace en casa con aparatos ni siquiera homologados- es una de las innumerables que diseccionó Juan Gervás en el marco de las jornadas sobre medicalización de la vida organizadas por Alhóndiga Bilbao y la Asociación vasca en defensa de la Salud-Osalde.

Es «un médico normal y corriente», como le presentaron, que lleva años «defendiendo la salud como un derecho y no como un negocio». A sus 61 años y recién jubilado, este médico de atención primaria coordina el Equipo CESCA, un grupo multiprofesional de investigación, estudio y docencia en Atención Primaria y Medicina General fundado en 1980 que no duda en meter el bisturí hasta lo más profundo del cada vez menos sano corazón del sistema sanitario. Y eso es lo que vino a hacer a la capital bilbaina.

«Nadie de los que estamos aquí terminará el siglo XXI -sentenció como premisa-. Es la certeza de la muerte. Pero hay médicos que creen que salvan vidas, incluso que hacen resucitaciones, cuando lo único que hacemos es prolongarla. La pregunta es ¿con qué calidad?». Pero la sociedad actual, como el legendario rey Gilgamés, persigue la vida eterna.

Vivimos en la «sociedad más sana de la historia» y «no por razones médicas, sino gracias a la educación de la mujer». Sin embargo, asistimos a una brutal medicalización de la vida. «La actividad médica cada vez es más intensa, se tratan más precozmente los problemas y con métodos más poderosos y, a la vez, problemáticos», insistió. ¿El resultado? «Que la gente se muere por causa médica. Cada vez los médicos somos más mortíferos… Como decía aquél, cuando un médico acude a un entierro, la causa va detrás del efecto», comentó. Un dato: En EEUU las muertes por razones médicas son ya la tercera causa de mortalidad.

Gervás aseguró que la sociedad está siendo consciente ahora de ese «poder de matar» de los médicos. «Porque no hablamos sólo de crear enfermedades o de amplificar la importancia de otras, sino de que los médicos nos extralimitamos», reprueba. Y puso otro ejemplo: «Hay una epidemia de minusválidos por operaciones de espalda no justificadas».

La biometría es uno de los caballos de batalla contra los que Gervás y otros como él pelean con cada conferencia o cada artículo. «La biometría es la que nos dice qué es lo normal; es la que medicaliza nuestra vida obligándonos a estar en la media de multitud de parámetros médicos». Como en la tensión. O el colesterol. O el percentil infantil que controla el peso y la altura de los bebés y niños. «Los médicos definen la salud en base a la biometría, cuando la realidad es que hemos dejado de escuchar a los pacientes… y así se nos mueren. Tengo el alma rota y mi médico me receta un antidepresivo. Infectamos a los pacientes con falsas enfermedades», denunció.

Una medicalización a la que no es ajena la población. «Quiere acabar el siglo XXI. Te pide ese antidepresivo. La gente también pide respuestas simples a problemas complicados. Queremos de la vida lo que la vida no da. Y la solución no es tomar una pastilla».

La prevención

De una parte, el sistema sanitario en su conjunto «nos infecta de enfermedades falsas» y, de otra, la dependencia de esa medicalización nos conduce a «una pérdida de resistencia ante la vida, cuando nuestra resistencia es como la de las ratas. Pero pretenden reducirnos a un estado infantil». ¿Consecuencia última? «Nos volvemos dependientes del sistema sanitario. Antes, nuestra vida la guiaban los curas; ahora, el sistema sanitario».

Nos dicen cuándo hacernos una mamografía, cuándo una citología, cuándo el colesterol está alto o cuándo lo mejor es anticiparse a un cáncer de vejiga y dejarnos impotentes y perdiendo orina. «La medicalización de la vida ha logrado disminuir el número de gente sana y, si hace falta reducirlo más, se cambian las biometrías y sigue el negocio», se quejó.

La tensión arterial alta es un factor de riesgo, entre otros, pero ni siquiera una causa y menos aún una enfermedad. «Pero hoy ha adquirido dignidad propia y ya nos viene en poco tiempo la prehipertensión, lo mismo que la preenfermedad mental», puso sobre alerta.

Y si la biometría es su “dios”, el diagnóstico es su “profeta” o, como él lo define, «el truco de la medicalización de la vida». Tanto que el diagnóstico es el campo médico menos desarrollado y el de peor calidad, según reconoce la propia Medicina. «Se diagnostica cada vez más innecesariamente, pero claro, después del diagnóstico, viene la cascada del tratamientos».

Enfermedades falsas, pérdida de resistencia vital, dependencia del sistema sanitario… Y la prevención. «Es una gran mentira, porque no sabemos bien las causas de las enfermedades. Y se convierte en un peligro cuando excede de sus límites… y está perdiendo esos límites. Porque es un peligro cuando quiere dominar nuestras vidas».

Gervás propone a modo de reflexión dos fundamentos éticos. Uno, lo que llama ética de la ignorancia, «compartir con el paciente y nuestros jefes lo que no sabemos» porque, «si un médico no quiere saber lo que receta, que se dedique a vender vino». El otro, la ética de la negativa o «saber decir no al paciente y a tus jefes». Este panorama no parece alentador. «Pero yo soy optimista. O -aclara-, como diría Unanumo, un pesimista razonablemente optimista». E invita a médicos y pacientes a hacer «prevención cuaternaria», es decir, «evitar el daño que hace el sistema sanitario», porque «la medicina se está transformando en magia».

Educación bloquea el acceso de los centros educativos a webs sobre diversidad sexual

Los escolares valencianos, sin embargo, pueden ver páginas en las que aprender a “fabricar bombas” o comprar armas

Los institutos valencianos no pueden acceder a páginas de contenidos basados en la diversidad sexual desde las aulas de informática. Al introducir palabras como “gay”, “lesbiana” y “homosexual” aparece un aviso de “acceso denegado” por el filtro de control del sistema informático de la Consejería de Educación, que cataloga estos términos como “pornografía”. Tampoco pueden acceder a webs nacionales e internacionales de organizaciones expertas en recursos educativos sobre sexualidad. Paradójicamente, los alumnos sí pueden abrir páginas en las que se enseña “cómo fabricar una bomba”, con la ‘receta’ íntegra y dónde comprar ácidos para su composición. También pueden ver webs en las que se puede “comprar y vender armas” on line o acceder a múltiples páginas y enlaces de grupos extremistas.

Este periódico ha comprobado in situ el funcionamiento del sistema en varios institutos de distintas zonas de Valencia capital, y ha palpado la “preocupación” de los directores por la restricción a contenidos educativos, ya que entre el alumnado hay niños con padres y madres homosexuales que pueden verse “discriminados” porque estas páginas se catalogan como pornografía. Es decir, “como si fuera un acto ilegal y punible”, afirma un docente. La Consejería de Educación ha admitido que aplica filtros para controlar el acceso general a determinados contenidos, pero no ha precisado de momento a qué temas o páginas afecta.

El bloqueo del acceso a páginas web ha sido denunciado hoy en un comunicado por el grupo parlamentario Compromís, que precisa que el bloqueo afecta a varias asociaciones, tanto españolas como internacionales, que informan sobre aspectos relacionados con la diversidad sexual. La denuncia llega en medio de la polémica por lasuspensión temporal de los cursos de educación sexual por parte de la Generalitat.

Entre las páginas bloqueadas por el Servicio de Asistencia Informática de la consejería se encuentran, por ejemplo, la de la web de la Federación Internacional de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales (www.ilga.org), la sección europea de esta Federación (www.ilga-europe.com) o la Federación Española de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales (www.felgtb.org). Por ello, la diputada Mònica Oltra ha registrado una pregunta en las Cortes dirigida al consejero de Educación, Alejandro Font de Mora, para que dé “explicaciones oficiales” sobre el “bloqueo” en los centros educativos a páginas web que informan sobre la diversidad sexual.

Además, la coalición ha apuntado que el “delirio censor” de la consejería llega “al límite con la censura de dos páginas web que cuentan con apoyo institucional de la propia Generalitat: una de ellas es la que remite al Festival de la Luna, certamen de cine LGTB que cuenta con el apoyo del Museu Valencià de la Il.lustració i Modernitat (Muvim), que depende de la Diputación de Valencia, o del Colectivo Lambda, entidad declarada de interés social y que, además, ha sido reconocida por Educación para la organización de cursos de formación para el profesorado sobre diversidad sexual (www.lambdavalencia.org)”.

Según Compromís, “el acceso a cualquiera de estas páginas es imposible desde cualquier aula de informática de un centro educativo, porque el Servicio de Asistencia Informática de la Consejería de Educación las considera no recomendables para los ámbitos docentes y potencialmente peligrosas para los estudiantes”. Para Oltra, se trata “de un acto de censura inadmisible hacia asociaciones que informan sobre diversidad sexual, internacionalmente reconocidas y, algunas de ellas, declaradas de interés público o reconocidas como agentes de formación por la Generalitat Valenciana”.

La portavoz de Educación del PP en las Cortes, Maira Barrieras, ha arremetido contra Oltra y “la izquierda que no quiere ninguna protección en los colegios para los menores en el acceso a Internet”. No ha dicho nada, sin embargo, de las amplias posibilidades de comprar y vender armas de todos los calibres, fabricar bombas caseras y aprender a “cómo pegar a tu profesor”. Barrieras insiste en que se trata de “fantasmas” de la diputada de Compromís, porque está “obsesionada con las persecuciones”.

Barrieras ha dicho, además, que “estos filtros de protección de menores están contratados desde hace años a una empresa externa” de la que no ha proporcionado más detalle. Lo cierto es que cuando se veta la entrada en una página, la única información que recibe el usuario remite al sistema informático de la consejería, el SIA (Suport d’Assitencia Informàtica).

Hiruna urteko kartzela zigor eskaera Mikel Martin EHGAMeko kidearen ustezko bi erasotzailerentzat

Espainiako lau militar epaitzen hasi dira gaur, Donostian. 2005ean izan zen jipoia; konortea galdu arte jo zuten Martin eta 137 egun behar izan zituen zauriak osatzeko.

Concentración de apoyo a Mikel Martin que sufrió una paliza a manos de cuatro militares el día en el que comienza el juicio contra los cuatro acusados. En la imagen, Mikel Martin.

Concentración de apoyo a Mikel Martin que sufrió una paliza a manos de cuatro militares el día en el que comienza el juicio contra los cuatro acusados. En la imagen, Mikel Martin.

Gaur hasi dute Donostiako Epaitegian Mikel Martin (Donostia, 1954) Euskal Herriko Gay-Les Askapenerako Mugimenduko (EHGAM) eta Zutik-eko kidearen kontrako erasoari buruzko epaiketa, eta Espainiako lau militar daude akusatuen aulkian. Martinen defentsak eta EHGAM eta Zutik herri akusazioek haietako birentzat hiruna urteko kartzela zigorra eskatu du eta beste bientzat 7.200na euroko isuna, eta biktimarentzat 18.000 euroko kalteordaina. Fiskalak, berriz, lehen bi militarrentzat hemezortzina hileko espetxea eta beste bientzat 4.200na euroko isuna, eta Martinentzat 6.000 euroko kalteordaina. Gaurko saioaren ondotik, lekukoen eta perituen txanda izango da, eta gaur arratsaldean hastekoak ziren. Epaileak ez du zehaztu noiz bukatuko den epaiketa. 2005eko urtarrilaren 13an jasan zuen jipoia Mikel Martinek. Donostiako Urbieta kaletik zihoala, gauez, lau pertsona ikusi zituen jarrera bortitzean, kale seinaleak jotzen. Hurbildu zenean, irainka hasi zitzaizkion, Martinek berak salatu duenez. Ondoren, konortea galdu arte jo zuten hau, bortizki, ea ETAren eta Juan Jose Ibarretxe Eusko Jaurlaritzako orduko lehendakariaren planaren aldekoa zen galdetuz. Martinek 137 egun behar izan zituen erasoan egin zizkioten zauriak osatzeko. “Justizia baino ez dut eskatzen”, esan du EHGAMeko kideak gaur.

El gay atacado por cuatro militares dice que vive atemorizado desde entonces

Los acusados relatan en el juicio que fueron insultados por el militante de Zutik

“Quiero saber por qué me golpearon, si tenían algo contra mí por mi condición homosexual” preguntó en dos ocasiones Mikel Martín, de 50 años, militante de Zutik y miembro del colectivo gay EHGAM, durante su comparecencia en el juicio que comenzó ayer en los juzgados de San Sebastián contra un cabo y tres soldados, dos de ellos ya fuera del Ejército, que supuestamente le propinaron una brutal paliza el 13 de enero de 2005.

Martín, conocido por su activismo en EHGAM desde hace 32 años, recordó ayer: “Desde ese día no he vuelto a ser la misma persona”, aseguró en el juicio. La agresión le supuso 137 días de convalecencia hospitalaria y ocho meses de tratamiento psicológico. “Tengo miedo. Ahora soy más desconfiado porque esa brutalidad no la había vivido. Nunca me había cambiado de acera por temor a que alguien se me acercara y ahora lo haría”, explicó ayer por teléfono a EL PAÍS tras prestar declaración. “Siempre he pensado que todo el mundo es bueno hasta que se demuestre lo contrario”, agregó.

Entre otras lesiones, Martín sufrió varios traumatismos en el cráneo y la cara, heridas en el labio superior que le han dejado una cicatriz, policontusiones, el desgarro parcial de la cabeza del peroné y una fractura en la rodilla izquierda. Un testigo protegido aseguró que vio cómo los militares, que se encontraban en esos momentos de maniobras en el cuartel de Loyola, le propinaron más golpes de los que el activista gay recuerda.

Martín relató que la noche de los incidentes salía de un restaurante chino y se dirigía a un bar de ambiente cuando cuatro jóvenes “con cara de pocos amigos” se le acercaron y le increparon: “Tú seguro que eres uno de los que estás de acuerdo con ETA”.

El hombre intentó evitar el altercado y huir, pero dos de los militares acabaron golpeándole mientras los otros dos miraban. Martín recordó que se despertó ya en el hospital.

Los procesados, dos de los cuales ya no pertenecen al Ejército, relataron en el juicio una versión completamente opuesta. Según su testimonio, caminaban por la calle después de salir de un bar atemorizados porque los parroquianos les habían identificado como militares. Emtonces, uno de ellos se dio cuenta de Martín estaba vitoreando a ETA y les insultaba, siempre según la declaración de los acusados. Uno de ellos comenzó a perseguir entonces a Martín hasta que le alcanzó y le pegó “un puñetazo y un manotazo”. Los cuatro militares corrieron hasta coger un taxi del que se bajaron antes de llegar al cuartel y se separaron por parejas para pasar desapercibidos.

La fiscalía reclama un año y medio de prisión para los dos supuestos autores directos de la agresión y multas para los otros dos. Tanto la acusación particular, que ejerce Martín, como la popular, que representa a Zutik y a EHGAM piden tres años de cárcel. El juicio continuará el próximo lunes con la declaración de varios peritos.

Un juicio por «delito común» impregnado de trasfondo político

Los pasillos del Juzgado de Donostia se encontraban ayer muy concurridos, entre otros por amigos y compañeros de militancia del miembro de Zutik y portavoz habitual de EHGAM Mikel Martín. Fueron a apoyarlo en el juicio contra cuatro militares españoles acusados de haberle agredido brutalmente hace casi seis años.

Concentración de apoyo a Mikel Martin que sufrió una paliza a manos de cuatro militares el día en el que comienza el juicio contra los cuatro acusados.

Concentración de apoyo a Mikel Martin que sufrió una paliza a manos de cuatro militares el día en el que comienza el juicio contra los cuatro acusados.

Cuando la ujier comenzó a llamar a los convocados, los cuatro encausados se acercaron a la puerta junto a su abogado, si bien se retiraron a una esquina de los pasillos en cuanto confirmaron su presencia. Sin embargo, no pudieron evitar el tenso cruce de miradas con el agredido, que les reconoció enseguida. «Son ellos», aseguró un tanto afectado por los recuerdos que, a buen seguro, afluyeron a su mente.

Al acceder a la sala se escuchó alguna que otra frase como «ahí están los fachas», pero la vista empezó sin mayores contratiempos. En las cuestiones previas, la juez de la Sala de lo Penal nº 5 aceptó varios documen- tos propuestos por Miguel Castells, abogado de la acusación particular, pero rechazó otras peticiones por «innecesarias» o «improcedentes».

En general, la magistrada se mostró bastante estricta en cuanto al procedimiento. Tanto es así que, una vez comenzada la vista, no dejó acceder a nadie a la sala y prohibió a los asistentes abandonarla debido a que el letrado de los acusados no aceptó dicha posibilidad. La juez dejó bien claro que no permitiría que cuestiones de procedimiento como ése provocaran la nulidad del juicio.

«Acojonados»

Una vista cuya celebración tardía fue invocada por la defensa para reclamar, en vano, el sobreseimiento de la causa. Cristian Rivera fue el primero en declarar. El ex militar negó que aquel 13 de enero de 2005 hubieran abordado al agredido tras toparse con él, después de dejar un bar «en el que nos trataron hostilmente cuando se dieron cuenta de nuestra condición de militares». Es más; aseguró que fueron «perseguidos por un grupo de personas» y que su pretensión era «largarse cuanto antes porque estábamos acojonados». No obstante, reconocía que había agredido a Martín porque éste «profirió insultos como txakurra o hijo de puta» contra ellos.

Exculpó a sus compañeros manifestando que Alberto Luengo se acercó para retirarle y que los otros dos -Daniel Carrillo y José Antonio Rodríguez Herrero-, acusados de no actuar para evitar la agresión, no intervinieron en la misma. Las versiones de estos tres acusados coincidieron, globalmente, con la de Rivera.

La fiscal, el abogado de la acusación particular y el que representa a la acusación en nombre de Zutik, Enrique Lertxundi, intentaron conocer la razón por la que, tras los hechos, los encausados, que habían tomado un taxi, no retornaron al cuartel «si tan asustados estaban» y se dividieron en dos grupos al apearse del vehículo. Todos ellos respondieron que tienen «la or- den» de no revelar el destino del cuartel y de bajar en calles de las cercanías.

Para quitar intencionalidad al hecho de que se separasen, el abogado de los paracaidistas adujo que «en su práctica militar funcionan por binomios».

Un lío con las calles

Mikel Martín ofreció una versión bien diferente, según la cual fue abordado violentamente mientras le increpaban diciendo que «seguro que eres de los que apoyan a ETA».

La declaración de un testigo protegido fue coincidente, aunque el desconocimiento del letrado de la defensa de la ciudad donostiarra y las preguntas de la fiscal sobre la exacta ubicación de los protagonistas en las calles casi terminaron por hacerle un lío. No tanto, sin embargo, como para dejar claro que fue una agresión «salvaje». Rondando las tres de la tarde, la juez fijó para el 11 de octubre la siguiente sesión del juicio.

Arantxa MANTEROLA

Juicio a cuatro militares por dar una paliza a un homosexual

Cuatro militares acusados de propinar en 2005 una paliza a un izquierdista militante de una asociación de homosexuales en San Sebastián serán juzgados hoy en un Juzgado de lo Penal de la capital guipuzcoana, según informó ayer el colectivo Egham.

Dos de ellos están acusados de ser los autores materiales de la agresión, mientras que los otros dos están imputados por no evitar la paliza ni asistir al herido, Mikel Martín, miembro del partido político Zutik y de Egham. Este sufrió numerosas heridas y estuvo convaleciente durante un total de 137 días.

El juicio fue suspendido en mayo de 2007, después de que la defensa revelase en las cuestiones previas de la vista que uno de sus clientes prestó declaración sin ser asistido por un abogado. Ello obligó a repetir las diligencias. El fiscal reclama un año y medio de prisión para cada uno de los dos presuntos agresores y multas para los otros dos.