España, ausente en la lucha contra el sida
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Muchos países han estancado o reducido su aportación a esta lucha
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La falta de financiación impide que haya tratamiento para todos los afectados por VIH
Al término de la XXI Conferencia Mundial de sida, el pasado fin de semana, la preocupación por la evolución de la epidemia es extrema. Las problemáticas expuestas estos días en Durban han sido muchas, muchísimas, y los enfoques discutidos variados, todos de vital importancia: la falta de vacuna o cura para el sida, los problemas de las patentes y los precios en fármacos esenciales para la vida, el drama que viven los países de renta media ante el abandono de la ayuda internacional, la delicada situación de las poblaciones clave (mujeres, adolescentes, hombres que tienen sexo con otros hombres, trabajadoras del sexo, usuarios de drogas, presos…), el tratamiento, la prevención y otros muchos más. Pero, sobre todo, uno que sobrevuela proyectando una sombra alargada sobre el resto: el problema de la financiación.
Cuando parece claro que la respuesta al sida necesita una escalada para ver el fin de la pandemia en 2030 -como aseguran que es posible las mayores organizaciones de salud del mundo (OMS, ONUSIDA)-, nos encontramos con que la financiación de los países donantes más importantes se estanca. O se reduce.Un estudio de ONUSIDA (la agencia para sida de la ONU) sobre 14 gobiernos destaca que 13 de ellos -entre los que se encuentran Dinamarca, Alemania, Irlanda, Holanda, Noruega, Suecia o Reino Unido- han descendido su ayuda bilateral y multilateral durante 2014 y 2015.
Los recursos destinados para responder al sida en 2014 en países con niveles de renta bajo y medios fueron de 19.200 millones de dólares. Las proyecciones de ONUSIDA advierten que las inversiones internacionales y nacionales habrán de incrementarse en un tercio, hasta llegar a los 26.200 millones de dólares anuales en 2020, año de mayor inversión. Una vez llegado este punto, las inversiones se irán reduciendo paulatinamente hasta bajar a los 22.300 millones de dólares en 2030.
Sin embargo, como aseguró durante la conferencia Matt Kavanagh, analista deHealth Gap, “tenemos una crisis de financiación que no nos permite pensar en el fin de una crisis. Existen las herramientas necesarias para acabar con el sida. Pero ni siquiera hay tratamiento para todas las personas con VIH. Esto se debe, simplemente, a que no hay suficiente financiación para llegar a todos, y debemos preguntarnos por qué”.
Y es que, de los más de 36 millones de personas que viven con sida, sólo 17 millones están bajo tratamiento. “No podremos acabar con el sida si hay más de 20 millones de personas sin tratamiento y más de 2.000 nuevas infecciones al día”, añadió Anele Yaga, secretario general de Treatment Action Campaign.
El Fondo Mundial, una pieza clave
No es una cosa teórica: la pérdida de financiación significa la pérdida de vidas. Chris Beyrer, presidente de la International Aids Society, lo tiene claro: “Existen enormes retos entre los que se incluye la expansión del tratamiento, el suministro de PreP (profilaxis Pre-exposición) o las donaciones al Fondo Mundial de lucha contra sida, tuberculosis y malaria, y nada de esto va a ocurrir con esa tendencia”. Y ejemplifica: “La mayor parte de los programas para las poblaciones clave se realizan con el dinero de donantes externos, y la retirada de fondos del Fondo Mundial no está siendo cubierta por los gobiernos de muchos países”.
Desde su creación en 2002, el Fondo Mundial invierte unos 4.000 millones de dólares al año en las regiones más afectadas por las pandemias. Este dinero viene de diferentes países y financiadores, que lo donan para ayudar en la lucha contra estas enfermedades. Por poner un ejemplo, de los 17 millones de personas que hay bajo tratamiento de sida, 8 millones lo hacen a través de los programas que el Fondo Mundial implementa alrededor del mundo.
Cada tres años, el Fondo Mundial organiza una Conferencia de Donantes en dondelos gobiernos o financiadores privados comprometen fondos para el siguiente trienio. Este año tendrá lugar en Montreal (Canadá) durante el mes de septiembre, y ya son muchos los países que han anunciado su contribución para la reposición. España todavía no.
Canadá, liderazgo global en aumento
Destaca la aportación del propio Canadá, que aumentará en un 20% con respecto al anterior trienio, pasando de 600 a 720 millones de euros. “Es una oportunidad histórica para Canadá y para el resto del mundo”, dijo durante el anuncio el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. “Financiando la respuesta y construyendo solidaridad global, podremos ver el fin de estas pandemias devastadoras, que afectan a las poblaciones más vulnerables del mundo”.
La sociedad civil canadiense, mientras, se muestra orgullosa ante el anuncio del Gobierno que, además, anunció otra financiación de 60 millones de dólares para programas de tuberculosis a través de Stop TB Partnership. “El compromiso de Canadá demuestra un liderazgo global real y de vital importancia en la respuesta actual al sida y otras pandemias”, dice Robin Montgomery, deInteragency Coalition on AIDS and Development (ICAD). “Estos anuncios ofrecen un marco enorme para fomentar un debate sobre el impacto de la financiación y de la ayuda al desarrollo del resto de países donantes, sobre todo ahora que estamos viendo una marcha atrás en la financiación”.
Francia, agridulce compromiso
Francia, por su parte, ha anunciado una aportación de 1.080 millones, repitiendo la misma cifra con respecto al trienio anterior y manteniéndose como segundo mayor donante del Fondo, solo por detrás de Estados Unidos. Es una aportación que demuestra el liderazgo del país en la lucha contra estas pandemias. Sin embargo, el no aumento de la misma parece un paso atrás en un momento en el que las inversiones deben crecer hasta el año 2020 para evitar que la pandemia rebrote.
“Mantenerse como segundo donante es todo un hito para Francia, pero a la vez es decepcionante”, lamenta Alix Zuinghedau, responsable de incidencia en Coalition PLUS. “En 2012, tras alcanzar la presidencia, François Hollande aseguró que invertiría todo lo necesario para acabar con el sida y para poner a Francia en la senda del 0,7%. Cinco años después, las contribuciones al Fondo Mundial no han aumentado y la ayuda al desarrollo ha descendido hasta alcanzar el 0,37%“.
Italia, un punto de referencia para España
Italia, como España, dejó de ser donante del Fondo Mundial hace unos años, durante el Gobierno de Silvio Berlusconi. No fue hasta la Conferencia de Reposición del periodo que ya termina (2013-2016) que el país, con el Ejecutivo de Monti, volvió a mostrar compromiso en la lucha contra el sida con una aportación al Fondo Mundial de 100 millones de euros.
A finales del pasado junio Renzi anunciaba un incremento del 30% para el trienio que viene. Es decir, 130 millones de euros. “Ha habido un cambio: para este gobierno la cooperación internacional es la manera de ser más fuerte de cara al exterior”, asegura Stefania Burbo, de Osservatorio Aids. “Pese a todo, para la sociedad civil el incremento no es muy alto. Nos hubiese gustado que doblasen la cifra anterior”.
“Hasta 2009, Italia donaba 400 millones para el trienio. Puede parecer que es una utopía pedir el doble de los 100 millones, pero hay que recordar que sería dar sólo la mitad de lo que daba hasta hace poco”, recuerda Francesca Belli, directora de Action. “Por eso las organizaciones de la sociedad civil también estamos peleando por la implementación del Impuesto a las Transacciones Financieras que negocian varios países europeos y que ayudaría a generar ingresos para financiar el Fondo Mundial“.
“Es un compromiso real por parte del Gobierno. Renzi está personalmente comprometido y sabe, por supuesto, que ser un líder en políticas internacionales también es una manera de evadir algunos problemas domésticos”, asegura Belli. Y añade: “Italia albergará el G7 en 2017 y Renzi prometió ser el cuarto país para entonces en Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). Actualmente es el séptimo. Así que incrementar las donaciones al Fondo Mundial es una manera de alcanzar ese compromiso”.
“Italia puede ser ahora un ejemplo para otros donantes. Pese a sus ausencias durante los años anteriores, ha vuelto a subirse al tren. El incremento del 30% no es mucho, pero es importante para mostrar compromiso y liderazgo, y muestra a otros países que hay que aumentar y no reducir las ayudas al Fondo Mundial“, recuerda Burbo.
España, estancada en los años 80 en ayuda al desarrollo
En la década pasada, España llegó a ser el quinto mayor donante del Fondo Mundial, con más de 600 millones de euros comprometidos. Sin embargo, desde 2011 dejó de aportar dinero. Ni un solo céntimo>. Es más: dejó a deber más de 100 millones de los anteriormente comprometidos. Y aún más: actualmente el nivel de AOD está estancado en el 0,13%, igual que durante los años 80, cuando España dejó de ser receptor de estas ayudas para pasar a ser donante.
Desde organizaciones de la sociedad civil, como Salud por Derecho, llevamos muchos años trabajando para que España vuelva a ser un donante significativo del Fondo Mundial y asuma un papel clave en la lucha contra las pandemias. El pasado mes de mayo, la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo del Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad una Proposición No de Ley (PNL) para ‘apoyar definitivamente la lucha contra el sida y contribuir al fin de la pandemia en 2030′.
La PNL insta al Gobierno a llevar a la Conferencia de Reposición de Fondos del Fondo Mundial de septiembre una posición de país, contundente y a la altura de las circunstancias. Es decir, reemprender las aportaciones al Fondo Mundial, “con el objetivo de alcanzar una financiación similar a la que destinan los países de nuestro entorno“.
Aún es complicado saber si en septiembre habrá un Gobierno en este país. Igualmente, sería fundamental (como pide gran parte de la sociedad civil española) que España esté representada, como mínimo, por el secretario de Estado y que exista una declaración institucional consensuada por los grupos políticos en sede parlamentaria que ponga de manifiesto el compromiso real de que España anunciará, antes de que finalice este año, una contribución al Fondo Mundial para el período 2017-2019 acorde a la importancia de un país como el nuestro. Los 100 millones de Italia podrían ser un punto de partida.
Acabar con la pandemia de sida es posible en 15 años, a través de una financiación adecuada y una serie de políticas que incluyan prevención, educación y respeto de los derechos humanos. Alcanzar este objetivo salvará millones de vidas y mostrará que, con voluntad política, se puede cambiar el futuro. “¿Qué mejor mensaje de esperanza para estos tiempos tan difíciles?”, se pregunta Alix Zuinghedau. “Necesitamos más que nunca políticos que miren más allá de sus mandatos e inviertan en solidaridad global. Y la cumbre de septiembre será un momento importantísimo para hacerlo”.
Y es que, como aseguraba Anele Yaga en la XXI Conferencia Mundial de sida que finalizó hace unos días en Sudáfrica, “necesitamos donantes, necesitamos salvar vidas“.
* Pablo Trillo es periodista y trabaja para Salud por Derecho