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“Una prisión militar masculina es un lugar espantoso para cualquiera, pero para una joven transgénero lo es mucho más”
Vincent Ward, abogado de Chelsea Manning, la presentación del informe anual de Amnistía Internacional.
Chelsea Manning, analista de inteligencia, fue arrestada en Bagdad en mayo de 2010 por filtrar medio millón de documentos clasificados a WikiLeaks. Un mes antes, la organización de Julian Assange había publicado una pequeña parte del material que impactó al mundo entero. Se trataba de un vídeo donde dos helicópteros Apache estadounidenses disparaban y mataban a un grupo de civiles desarmados, matando a doce personas, incluyendo dos periodistas de Reuters. Lo titularon Collateral murder.
Chelsea, que entonces se llamaba Bradley, confió su filtración a un hacker llamado Adrian Lamo, que inmediatamente la denunció al Departamento de Defensa de EEUU. Después de tres años esperando su juicio en una prisión de 2,5×2 metros cuadrados en condiciones que han sido denunciadas por numerosas asociaciones de derechos humanos, un tribunal militar la sentenció a pasar 35 años en una prisión militar. Era el primer filtrador que cumplía sentencia por espionaje en EEUU.
En los últimos días de su cargo como presidente, Barack Obama le conmutó la pena por una de siete años, la mayor parte cumplidos. Manning será liberada el próximo 17 de mayo. Vincent Ward, parte del equipo que consiguió sacarlo de la cárcel, ha venido a Madrid para participar en la presentación del informe anual de Amnistía Internacional.
Usted es uno de los dos miembros del equipo que ha conseguido sacar a Chelsea Manning de prisión.
Mi colega Nancy Hollander y yo representamos a Chelsea Manning en su apelación penal y hemos sido los abogados de su apelación de clemencia. Asi que sí, yo escribí la petición que la ha sacado de la cárcel.
Han necesitado tres años para escribirla. ¿Cuáles eran las dificultades específicas de este caso?
Primero, que tiene un perfil muy alto. A los políticos en principio no les gusta hacer cosas que vayan a llamar mucho la atención cuando se trata de indultos. Segundo, no es un juicio. El presidente se mueve mayormente por un criterio propio y no sabes qué argumento va a ser el más convincente para él. Uno no tiene la oportunidad de sentarse con él y preguntarle qué aspectos de este caso le preocupan o interesan más.
En el caso concreto de Chelsea, encontrar ese argumento ha sido especialmente difícil porque mucha gente admira a Chelsea por sus filtraciones, pero no creo que Barak Obama comparta esa admiración. Así que decidimos -pienso que acertadamente, puesto que tuvo éxito- recordar al presidente que Chelsea ha asumido la responsabilidad de lo que hizo, que la sentencia que ha recibido es con mucho la peor que ha recibido nunca nadie por una filtración.
También que se declaró culpable sin tratar de negociar un acuerdo, lo que significa que confió en que el sistema sería justo con ella, demostrando mucho valor. Que era muy joven, y todavía lo es. Que estuvo sometida a condiciones inhumanas mientras esperaba al juicio. Y que el estado en el que se encontraba, las condiciones mentales y emocionales a las que se enfrentaba como joven soldado que resulta ser transgénero en el Ejército era algo a tener en cuenta a la hora de juzgar sus acciones.
Nosotros nos centramos en estos aspectos y el presidente, en sus observaciones, claramente encontró que algunos de esos argumentos eran convincentes. Creo que, si hubiéramos retratado a Chelsea solo como agente de una filtración que ha beneficiado al público en general, habríamos perdido el peso de todos los demás aspectos que hacen que la sentencia de 35 años sea injusta y excesiva.
Dice “en sus observaciones”. ¿Qué aspecto piensa que ha sido el más convincente de la apelación para Barak Obama?
Creo que el presidente incidió especialmente en su valor al someterse al proceso legal sin tratar de negociar. Eso, y el hecho de que la sentencia parece completamente desproporcionada para lo que hizo. Creo que estas fueron las dos cosas que convencieron al presidente y que, al final, Chelsea ya había cumplido una sentencia realmente larga.
Cuando sea liberada esta primavera habrá cumplido siete años.
Exacto. Históricamente, siete años sigue siendo una sentencia larguísima para un delito de esta naturaleza. Pero, aunque nos hubiera parecido más justo una sentencia menor o ninguna sentencia, estamos satisfechos de que vaya a salir en siete años y pueda vivir. Treinta y cinco años en sus circunstancias era una sentencia de muerte. Porque una prisión militar masculina es un lugar espantoso para cualquiera, pero para una joven transgénero lo es mucho más.
Era una sentencia ejemplarizante. ¿Cree que ha servido para detener futuras filtraciones en el Ejército?
Me parece completamente cuestionable la idea de que esta sentencia vaya a detener a cualquier soldado que, como Manning, tenga documentos en su poder y esté pensando en hacerlas públicas. Y no tiene precedentes: nadie ha sido condenado antes a 35 años por filtrar documentos. Y creo que ha sido así porque la justicia militar no está equipada ni es apropiada para gestionar un caso de esta naturaleza.
Para empezar, no tiene los recursos: el juez militar que condenó a Chelsea no tenía el contexto en el que este tipo de casos se tratan fuera de su entorno. Estoy seguro de que esa sentencia solo era posible en un tribunal militar. Esperamos que, en el futuro, la ley predisponga más protección para filtradores. Pero lo que está claro es que el tribunal militar no es lugar para juzgar este tipo de casos.
Ni siquiera cuando se juzga a un miembro del Ejército.
No, porque en EEUU tenemos un Departamento de Justicia que está mucho más preparado para casos como este. El propósito del sistema judicial militar es mantener el orden, y está acostumbrado a tratar delitos administrativos. En este caso tan notorio, el Ejército se sintió muy presionado, les venía muy grande.
No tenían la experiencia ni los recursos y, como consecuencia, produjo una respuesta sobredimensionada y muy exagerada en relación al delito cometido. Creo que el indulto ha corregido ese error y que el Ejército debería estar aliviado. Ya no tienen que pensar cómo alojar a alguien tan inclasificable, dentro de su estándar, ni pelearse con Chelsea sobre la clase de tratamientos a los que tiene derecho.
Volviendo a las razones del presidente para conceder el indulto, es difícil obviar que ha decidido liberarla en el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia.
Confieso mi total ignorancia sobre el particular. Me informas de un dato que desconocía por completo. Me pareció que la razón para el 17 de mayo era que ese día se cumplían siete años desde su arresto.
Pero la arrestaron el día 27 de mayo de 2010. ¿Le parece posible que se trate de una coincidencia? ¿No cree que la fecha misma contiene un dato relevante sobre las razones del indulto?
No puedo especular. Pero, de ser así, mi única satisfacción sigue siendo que Chelsea va a salir de la cárcel.
No cree que la hayan liberado porque sea transgénero.
Creo que el Ejército la ha maltratado por ser transgénero. Creo que no le ofreció las condiciones apropiadas a sus circunstancias. Y esto es un aspecto completamente separado de las razones del indulto. Y creo que, para Chelsea es importante la distinción porque ella no está pidiendo un trato deferencial o preferente para la comunidad LGTBI, está luchando para que reciban el mismo trato que los demás. Pero si ocurre que el día de su liberación se produce en una fecha importante para la comunidad LGTBI, mucho mejor.
Voy a reformular mi pregunta: ¿cree que si Chelsea no fuera transgénero estaría cumpliendo la sentencia completa?
Creo que, si Chelsea no fuera transgénero, no la habrían sentenciado a 35 años de prisión.
La cuestión viene a cuento por lo que significa para el resto de filtradores como Edward Snowden. La comparación a veces es estéril; Snowden no puede ser indultado porque no ha sido sentenciado aún. Pero es inevitable preguntarse en qué beneficia o afecta este indulto al resto de la comunidad.
Yo no represento a Edward Snowden y no me gusta comparar su caso con el de Chelsea. Dicho esto, los dos casos demuestran que necesitamos crear un sistema que recoja a aquellos que quieren denunciar injusticias cometidas por el gobierno, incluso cuando la denuncia incluye material clasificado. Y hay mucha gente que piensa que Snowden y Manning filtraron material que el público tenía derecho a conocer. No puedo hablar de las motivaciones o intenciones de Snowden pero, si hubiera un sistema para gente como él en nuestro país, no creo que perjudicara a EEUU.
¿Se arrepiente Chelsea de haber filtrado los documentos?
Chelsea ha aceptado la responsabilidad de lo que ha hecho, pero no ha dicho que se arrepienta. Uno puede, a sabiendas, infringir la ley por motivos que consideran justos y asumir las consecuencias de esa infracción. Históricamente, esto es lo más noble que se puede hacer como ciudadano: quebrantar la ley y entregarte confiando que el sistema tendrá en cuenta tus motivaciones.
Decir que se arrepiente es simplificar el caso. Chelsea hizo lo que hizo porque pensó que era lo que tenía que hacer. Y lo hizo sabiendo que quedaba fuera del proceso apropiado. Pero el proceso para denunciar crímenes de guerra con material clasificado es prácticamente inexistente.
Aunque el indulto corrija una injusticia, no es una sentencia que pueda ser utilizada como precedente legal para casos similares. ¿Qué impacto tendrá en el futuro?
Creo que es un precedente simbólico que establece que una sentencia muy larga no es el camino a seguir. En el sistema legal estadounidense, un juez no está limitado en el número de años de una sentencia por el número de años que ha sentenciado un juez anterior. Pero sí que trabaja en el marco establecido por la experiencia previa. En mi opinión, siete años sigue siendo demasiado tiempo, pero establece un margen de actuación. Y establece el precedente de que tratar a los filtradores de manera desproporcionada e injusta no es una parte de nuestro sistema que queremos conservar.
¿Cree que la nueva Administración ofrece alguna esperanza de que ese patrón mejore?
No lo creo, no. Aunque la Administración de Obama tampoco ofrecía grandes esperanzas. No hay voluntad política para tolerar a los filtradores. Pero que no haya esa voluntad política entre aquellos que hemos elegido políticamente no significa que no sea necesario establecer ese marco de referencia. Este presidente está loco, y habrá muchas batallas contra él.
No creo que Donald Trump vaya a promover leyes justas para proteger a los filtradores. Y me preocupa que sus políticas van a tener un gran impacto negativo sobre los derechos humanos en general. Hay muchas cosas por las que estar preocupado ahora mismo. Pero cada vez hay más abogados como yo, dedicados a los derechos civiles, y eso me hace optimista. Cada vez que Donald Trump apruebe una ley injusta, habrá un abogado como yo que ofrezca resistencia.