La cruel ejecución de Margarida Borrás, la hija del notario que nació hombre
Artículo publicado en Valencia Plaza
EN EL SIGLO XV
El colectivo Lambda reivindica desde hace décadas la figura del primer ajusticiado por transexual
VALENCIA. Aquel lunes 28 de julio de 1460 fue un día soleado y caluroso. Como en tantas otras ocasiones, la plaza del Mercado de Valencia estaba llena para asistir a una ejecución. Gentes venidas de todas partes de la ciudad y la huerta se congregaron cerca del cadalso. Mientras las tenderas vendían sus productos a los curiosos, labradores, comerciantes y religiosos se mezclaban con mendigos y pillos.
Siguiendo la práctica habitual, recogida por Vicente Adelantado Soriano en su artículo La pena de muerte como espectáculo de masas en la Valencia del Quinientos, el trompeta había dado noticia del suceso. “Dicho trompeta, en los lugares más concurridos, cuando había conseguido reunir a un buen número de espectadores, leía la sentencia”, explica Adelantado.
La horca fue dispuesta para la ocasión. A los caballeros se les ejecutaba cerca de la Catedral de Valencia, enfrente de la calle Caballeros. A los herejes, cerca del Paseo de la Pechina, en un espacio muy próximo al jardín Botánico de Valencia. En el Mercado se ejecutaba a todo tipo de delincuentes: Asesinos, parricidas, uxoricidas… y sodomitas. La ejecución pública era uno de los motivos de diversión de la plebe en la Edad Media. Lo más parecido a un partido de fútbol.
El ajusticiamiento de aquel 28 de julio de 1460 era especial. No era la primera vez que se ejecutaba a lo que la sociedad medieval considerabapervertidos, los sodomitas. Pero en este caso, a diferencia de otras ejecuciones que se celebraron en la misma plaza, al que se ahorcaba era a un hombre que se le quitaba la vida porque se sentía mujer, se comportaba como tal, vestía como tal y así había sido vista en “al menos diez casas”.
Se llamaba a sí misma Margarida Borrás, aunque su nombre de nacimiento era Miquel. Posiblemente el sacerdote Melcior Miralles, capellán de Alfons el Magnànim asistió a la ejecución. Como con tantas otras muertes, ejecuciones, asesinatos, accidentes, tomó nota y la incluyó en su dietario. Por su anotación, la 130, incluida en el folio 118, tenemos constancia de ella. Es el único recuerdo que nos queda de esta muerte.
En ella, más extensa de lo habitual, Miralles explica que Margarida había estado “en muchas casas en Valencia” con ropas de mujer. En cuanto fue sabido esto, fue “presa y torturada”. El uso del femenino no es casual y advierte de la confusión que existía en torno a su identidad sexual. También señala el dietario que por Margarida fueron apresados y torturados otros hombres, posiblemente sus amantes. De ellos no se sabe sus nombres. De ellos no se sabe si sufrieron algún tipo de condena posterior. Nada.
El propio Miralles dejó constancia en su dietario de otras ejecuciones a homosexuales a los que normalmente se les quemaba vivos. Así ocurrió con el hijo del relojero Pedro Vego, quien fue llevado a la hoguera con su amante, del que no se sabe tampoco su nombre por ser de baja condición. Raro es el año en el que no incluye una anotación de este tipo.
¿Por qué el caso de Margarida Borrás fue tan relevante para Miralles? El novelista y profesor valenciano Vicent Josep Escartí tiene una tesis al respecto. De Borrás dice el capellán del Magnànim que era hijo de un notario de Mallorca. Esto hace más que plausible la teoría de que “debió ir por los salones de la Valencia más rica y seguramente fue conocida“. Escartí piensa en una mujer divertida, encantada de llamar la atención, hasta cierto punto famosa por su liviandad. Posiblemente, entre sus amantes se encontraban personalidades de la clase alta valenciana, hijos de nobles, casados. “Uno de ellos debió delatarla”. Quizás, mal de amores. Se trataba pues de un escándalo en toda regla.
Asimismo, el hecho de ejecutar a un hombre que se sentía mujer era “algo inaudito”, dice Escartí. El caso, además, debió ir por la Cort de Governació o por la Justicia Criminal. La Inquisición no llegó a Valencia hasta 1484 por lo que no ha quedado constancia documental de esta infame ejecución al margen del texto del capellán. Todo era inusual.
También lo fue la ejecución. A Margarida se le obligó a vestir ropas de hombre, con calzón corto, para que quedase bien claro su condición masculina. Se le ahorcó con sus partes íntimas al descubierto. Resulta fácil y terrible imaginarse a la muchedumbre riéndose de aquel afeminado, aquelpervertido, a los niños burlarse de ella con toda clase de insultos. Resulta fácil y terrible imaginarse la mirada de miedo de Margarida.
Esa humillación formaba parte de la pedagogía del terror de la justicia medieval, de la que se han realizado numerosas estudios. “Hay, además, un claro deseo por convertir en espectáculo toda realidad, tal como sucede en nuestra poca, aunque en
ésta se busca el aspecto comercial, y en aquélla la participación, la fiesta, la comunión”, escribe Adelantado. La comunión del horror, cabría añadir.
Las autoridades celebraron la muerte y el cuerpo de Margarida, torturado, humillado en la Plaza del Mercado, fue después abandonado en la fosa común. Seguramente fue llevado a enterrar con la Virgen de los Desamparados encima de su cuerpo exánime, y su nombre habría sido olvidado de no mediar la anotación de Miralles.
Fue mediados los años noventa que Escartí escribió su primer artículo en prensa sobre el hecho. Ya era conocido entre los historiadores pero aquella nota adquiriría una gran relevancia entre la comunidad de gays, lesbianas y transexuales valencianos con el tiempo.
El Premi Margarida Borrás es ahora el galardón más importante que otorga todos los años Lambda, Col·lectiu de lesbianes, gais, transsexuals i bisexuals de Valencia. Desde 1995 Lambda otorgaba el Premi 28 de juny a aquellas personas y entidades que se habían destacado por su trabajo contra la homofobia, la transfobia y la bifobia, así como por su defensa de los derechos del colectivo LGTB. En el año 2002 se utilizó el texto del Dietari del Alfons el Magnànim que hacía referencia a Margarida para preparar la ceremonia de entrega de los premios, y se propuso en Comisión Permanente cambiar el nombre a Premi Margarida Borrás.
Según explica Luis Noguerol, responsable de proyectos culturales de Lambda, fue un acuerdo unánime ya que “la figura de Margarida Borrás simboliza perfectamente el empeño de todas aquellas personas que queremos vivir nuestra identidad sexual u orientación sexual libremente. Por la descripción del dietario podríamos entender que Margarida, nacida Miquel, fue una persona transexual. Por ello queríamos hacer un pequeño homenaje a la primera persona de la que tenemos constancia histórica en Valencia que murió a consecuencia del odio y la discriminación sufridos por el solo hecho de mostrarse a la sociedad tal y como se sentía”.
En breve Lambda decidirá en quien recaerá el premio este año. Para Noguerol, “además del reconocimiento a las personas y entidades galardonadas, el Premio Margarida Borrás, nos ayuda a tener perspectiva histórica para tomar conciencia de los avances conseguidos y de la necesidad de seguir trabajando para conseguir la igualdad real”.
Hace dos años Compromís colocó una placa simbólica con el nombre de la infortunada, cuyo único delito fue sentirse mujer en un cuerpo de hombre. La situó en la Plaza del Mercado. En estos momentos hay pendiente la colocación de una permanente que ayude a que el nombre de Margarida no se olvide. Nació Miquel. Ahora el tiempo al menos le ha devuelto el nombre que ella quiso para sí, el que atendía a su verdadera condición de mujer.