Los tiempos cambian y las sociedades también. Si las mujeres todavía tienen objetivos por conquistar en la lucha por la igualdad, según los expertos, los hombres también tienen sus propios retos: adaptarse a esta nueva realidad
FUERZA, decisión, liderazgo. Son características que durante siglos han definido la masculinidad. El hombre se impuso como cabeza de familia, como el encargado de llevar a casa el pan y aquel que ostentaba el poder y la razón en la relación. No obstante, a día de hoy eso está cambiando: la entrada en escena de la mujer en el ámbito de lo público ha trastocado el modelo de masculinidad patriarcal predominante. Todo ello, según los expertos, ha sumido a la sociedad en un estado de transición donde los roles tradicionales han quedado desfasados. ¿Qué se espera entonces del hombre en pleno siglo XXI?
Eduardo Urzelay es sexólogo en el centro Emaize. Al igual que sus compañeros de profesión, él entiende el sexo desde la perspectiva de lo que implica ser hombre y ser mujer. “Es mucho más que el coito”, indica. Para ello, tiene en cuenta tanto las influencias biológicas como las biográficas -vivenciales- y también las culturales. Precisamente en este último ámbito, en el nivel social y educativo, es donde se están dando los cambios.
“Ser hombre y ser mujer ya no se vive de la misma manera que hace unas décadas”, asegura Urzelay. Dicho cambio, explica, guarda una estrecha relación con los procesos sociales, como las reivindicaciones feministas, que se llevan dando activamente desde los siglos XIX y XX. El derecho a las participación política, a unas condiciones laborales más justas y equitativas, etc., lograron que la mujer saliera de lo íntimo -de lo privado- para entrar también en lo público. “Ese cambio en el rol tradicional de la mujer ha hecho que los hombres tengamos que resituarnos”. Pero no de cualquier manera: si históricamente ha primado un modelo de masculinidad único, troncal -el modelo patriarcal-, con esta “recolocación” no ha surgido un solo modelo, sino muchos.
Esto se traduce en la sociedad vasca de diferentes maneras. Por un lado, se está pasando de un modelo patriarcal en el que el hombre solo se encargaba de lo público para poder gestionar también lo íntimo y lo doméstico. “Hay modos de entender la masculinidad que dentro de la familia tienen un rol más cuidador, tanto con los hijos como en el caso de sus mayores”.
Asimismo, Urzelay también indica que están apareciendo hombres más sensitivos y conscientes de sus gustos y sus deseos, dejando de lado ese modelo en el que el hombre tenía que detentar el poder y la iniciativa, de saber el cómo y de qué manera gestionar la intimidad -el deseo- en una relación. “Librarse de las presiones del rendir”, como dice Urzelay. Tras varios años trabajando la terapia sexual, asegura que esto genera todavía muchos problemas y tensiones en la actualidad. “No da más de sí el modelo del fin coital, por lo que hay que pensar en qué es lo que desea cada uno”.
Y todo ello sin olvidar la homosexualidad, cuya socialización progresiva ha aportado otra manera de vivir la masculinidad. “Aunque continúen existiendo estereotipos sociales y culturales, a día de hoy hay que hablar de la masculinidad en plural”.
Pero los cambios siempre provocan incertidumbre. “El no saber dónde estamos y hacia dónde vamos nos produce desasosiego”. Ese es, en opinión de Urzelay, el primer gran reto al que se enfrentan los hombres del siglo XXI. Para ello, alude que cada uno ha de reflexionar, primero, sobre sí mismo, sobre lo que busca y sobre lo que siente; y después, también, establecer un diálogo con las personas con quien se guarde relación. “Es decir, ser conscientes de nosotros mismos y establecer un espacio de tú a tú con tu pareja”. Todo ello, añade, supone un cambio al que hay que ir dando contenido tanto a nivel social y cultural como en el espacio de lo íntimo.
“Somos lo que somos y los hombres somos diferentes a las mujeres”, recalca Urzelay. Después de todo, como apunta, ahí están las influencias biológicas. Aun así, asegura que este es el momento de buscar nuevas formas de relación. “El sexo está pensado para diferenciarnos, pero también para incentivar el encuentro”.
¿SE NACE O SE HACE? Más allá de la Sexología, otra disciplina que también ha estudiado las masculinidades es la Antropología. Esta, por su parte, la comprende como un proceso de creación y de socialización. “La masculinidad no existe siempre, ya que hay culturas donde no la hay”, comenta Carmen Díez, profesora de Antropología Social en la UPV/EHU. Es decir, que se basa en la idea de que la mujer no nace, se hace; y con el hombre más de lo mismo.
En el caso concreto de Euskadi, Díez apunta la gran influencia que tienen las actividades deportivas sobre los hombres como una de las principales características. “Vincular el deporte con la masculinidad es muy típico de aquí”. No solo el fútbol, sino también los herri kirolak y cualquier tipo de ejercicio. Al igual que Urzelay, Díez también ha observado cambios en las masculinidades que conforman la sociedad vasca. Nuevas formas de vivir la paternidad, de valerse por sí mismos en las tareas del hogar, de mostrar las emociones y ese lado “más femenino”. “Hay muchos hombres que quieren vivir su propio camino y por eso critican la masculinidad más hegemónica”.
No obstante, Díez asegura que no todo son avances. “El feminismo introdujo fuertes cambios en los años 80, pero ahora se está retrocediendo”. Se refiere, principalmente, a la división social por sexos. “Tengo nietos pequeños y estoy horrorizada, porque se está volviendo al esto es de niña o esto es de niño”.
En Euskadi, algo similar que se ha mantenido es la separación existente entre hombres y mujeres. “A partir de los 10 u 11 años ellos van por un sitio y ellas por otro”. Como ejemplo, se sigue hablando de “cuadrilla de chicos” y “cuadrilla chicas”. “Hay una socialización muy diferenciada”.
Los desafíos son grandes, pero tanto Urzelay como Díez se muestran optimistas. “El feminismo ha hecho que el hombre se resitúe en una posición de mayor equidad con respecto a la mujer y eso es positivo”, asegura Díez. Aunque opina que los hombres no lo tienen nada fácil, afirma que sí que tienen más opciones que hace cincuenta años de elegir cómo quieren vivir: “A día de hoy hay tantos modelos de masculinidad como hombres hay en el mundo”.