El grupo radical que se autonombra Estado Islámico (EI) tiene un castigo especial para los gays: los condena a muerte lanzándolos desde edificios altos. Taim, un estudiante de medicina de 24 años, le cuenta a la BBC la historia de cómo escapó esa suerte al huir de Irak a Líbano
Taim estudiaba medicina en Irak cuando tuvo que huir por ser homosexual.
En nuestra sociedad, ser gay significa muerte. Cuando EI mata a los gays, la mayoría de la gente se alegra porque piensan que los gays están enfermos.
Yo me di cuenta de que era homosexual cuando tenía unos 13 o 14 años. Entonces también pensaba que la homosexualidad era una enfermedad y yo sólo quería ser normal.
Mi terapeuta me indicó que le dijera a mis amigos que estaba pasando por una “etapa difícil” y que les pidiera apoyo.
Tengo origen musulmán pero mi exnovio tenía orígenes cristianos y cuento con muchos amigos cristianos con quienes solía pasar el rato.
En 2013 me vi involucrado en una pelea con otro estudiante, Omar -quien después de unió a EI- por juntarme con cristianos.
Un amigo mío le dijo que fuera paciente conmigo porque estaba pasando una etapa difícil y que estaba en tratamiento por ser gay.
“Primera lección”
Así fue como la gente se enteró. Creo que la intención de mi amigo fue noble pero lo que ocurrió como resultado arruinó mi vida.
En noviembre de 2013, Omar me atacó junto con dos amigos. Yo iba camino a mi casa. Me golpearon, me arrojaron al piso y me raparon.
“Esta es sólo una lección -me dijeron- porque tu padre es un hombre religioso. Pero ¡ten cuidado con lo que haces!”.
EI publica en internet los videos donde muestra el castigo que da a los gays.
Salí de la ciudad por unos días pero cuando regresé, en marzo de 2014, estaba un día lavándome las manos en el baño de la universidad cuando Omar y otros volvieron a atacarme.
Me golpearon casi hasta perder la conciencia. Difícilmente podía caminar y dejé de ir a la universidad por un mes.
Después, EI tomó el control de la ciudad. Omar me llamó y me pidió que me arrepintiera y me uniera a ellos. Le colgé el teléfono.
El 4 de julio un grupo de combatientes de EI vinieron a mi casa. Mi padre abrió la puerta y al parecer ellos le dijeron: “Tu hijo es un infiel y un homosexual y hemos venido a imponerle el castigo de Dios“.
Afortunadamente mi padre los convenció de que regresaran el día siguiente, para que él pudiera ver si la acusación era cierta.
Entró a la casa y comenzó a gritar. “Si estas acusaciones son ciertas, yo personalmente te entregaré a ellos, y lo haré alegremente”, dijo.
Quedé conmocionado. Pero mi madre decidió que debía salir de la casa de inmediato y comenzó a moverse para que pudiera huir de Irak.
Escape
Me llevó a casa de su hermana y al día siguiente reservó un pasaje para volar a Turquía, desde Erbil. Permanecí en un pueblo cerca de Erbil por dos semanas tratando de entrar a la ciudad pero nunca lo logré. Traté de viajar saliendo por Bagdad, pero también fracasé.
Eventualmente en agosto, después de semanas de estar escondido, mi madre logró que alguien me llevara a Kirkuk por carretera. Aunque mi plan era ir a Turquía, el primer vuelo disponible iba a Beirut y como no necesitaba una visa, aquí es donde ahora me encuentro.
“Omar” y su grupo atacaron a Taim, lo golpearon y raparon.
Si me hubiera quedado EI hubiera ido por mi y me habría matado como ha matado a otros. Si EI no me hubiera encontrado, los miembros de mi familia lo habrían hecho. Días después de que salí me enteré que mi tio, el hermano de mi padre, hizo un juramente para limpiar el honor de mi familia.
Hace podo recibí un mensaje anónimo en Facebook, que mi padre cree fue de mi tio. Decía: “Sé que estás en Beirut. Aún si vas al infierno, te seguiré hasta allí”.
Lo único que deseo es estar seguro, donde no me encuentre mi padre ni nadie con creencias extremistas. Quiero ser libre y ser yo mismo, terminar mi carrera y comenzar a vivir… Sólo quiero comenzar a vivir.
El Proyecto de Asistencia a Refugiados Iraquíes me está ayudando a conseguir un estatus de refugiado y están tratando de reubicarme en otro país donde pueda continuar mis estudios. Aquí vivo en un cuarto del tamaño del baño de mi casa en Irak. Estoy en un limbo.
No he vuelto a hablar con mi padre. Lo que hizo me dolió mucho. Se supone que debía protegerme y defenderme. Pero cuando dijo que me entregaría a EI, él sabía lo que me iban a hacer. Lo sabía. Quizás en el futuro pueda perdonarlo pero ahora no puedo ni siquiera pensar en él. Quiero que salga de mi vida.
EI alega que los gays “provocan la ira de Dios”.
Tampoco tengo contacto con mis amigos gay en Irak, por su propia seguridad.
A principios de este año uno de mis amigos fue asesinado. Lo lanzaron desde lo alto del principal edificio de gobierno.
Era grandioso, una persona muy amable. Tenía 22 años, era estudiante de medicina. Era muy calmado y realmente inteligente, una especie de genio. Siempre alcanzaba el mejor grado. Nunca se le veía sin un libro.
Nos conocimos en internet. Los iraquíes pasan mucho tiempo en las comunidades de internet y después se encuentran cara a cara. Solíamos hablar hasta que se iba la luz y perdíamos la comunicación. Me compartió sus secretos más profundos.
Como gays todos teníamos que llevar una vida secreta. Pero él era el tipo de persona con la que era muy fácil hablar.
No supe como se reveló que era gay porque era muy cuidadoso. Quizás fue por un texto o mensaje en internet. Cuando EI captura a la gente revisan todos sus contactos.
Temor
No puedo describir lo que sentí cuando vi las imágenes. El video me persiguió en pesadillas. Me vi a mi mismo volando por el aire. Soñé que me arrestaban y me lanzaban de un edificio y que tenía la misma suerte que mi amigo.
Fue devastador verlo morir de esa forma tan brutal. Tenía los ojos vendados pero supe que era él por el color de su piel y la constitución de su cuerpo.
Parecía que había muerto inmediatamente pero un amigo me dijo que no fue así. Quizás el edificio no era suficientemente alto. Mi amigo dijo que lo habían lapidado.
La persecución de gays en Irak ya existía antes de la llegada de EI.
Incluso antes de que EI llegara yo vivía en constante temor. No hay leyes que te protejan. Los milicianos matan a la gente en secreto y nadie dice nada.
Para ellos somos un montón de sucios criminales de los que deben dehacerse porque provocamos la ira de Dios y somos -según creen ellos- la fuente de todo lo malvado.
Los últimos años fueron realmente difíciles. Si los milicianos o los agentes de seguridad se enteraban de que alguien era gay lo arrestaban, lo violaban y torturaban. Hubo muchos asesinatos supervisados por el ejército iraquí.
Surgieron videos de personas quemadas vivas o lapidadas y puedes ver a los soldados allí. Vi un video en el que algunos homosexuales tienen cuerdas atadas a los cuellos y los arrastran por las calles y la gente les lanza piedras. Cuando están a punto de morir les prenden fuego. A algunos les ponen pegamento en el recto y los dejan en el desierto para morir.
Si EI desapareciera este segundo, la amenaza a mi vida seguiría siendo seria ahora que me han identificado como gay.
La diferencia ahora es que EI tiene un solo método horrible para matar a la gente: lanzándolos de edificios y, si no mueren, lapidarlos.
Los gays en Irak temen por su vida.
Me preocupan los gays que siguen allí. Tengo decenas de amigos que no pueden huir porque está fuera de su alcance. Pero después de la muerte de nuestro amigo les he dicho adiós en internet y los he bloqueado, por su propia seguridad.
Hablo sobre esto para honrar a mi amigo asesinado y a todos los gays que conozco que aún están en Irak. Quiero que los iraquíes sepan que somos seres humanos, no somos criminales. Tenemos sentimientos y almas. Dejen de odiarnos sólo porque nacimos diferentes.
Yo fui afortunado y salvé mi alma. Pero ¿qué pasará con ellos? ¿Podrán sobrevivir? Y, si sobreviven, ¿se recuperarán del trauma de verse perseguidos? Es un desastre. Todos son un blanco.
Taim le contó su historia a Caroline Hawley de la BBC. Taim no es su nombre verdadero ni Omar es el verdadero nombre de su perseguidor.