De los ‘electroshock’ de Franco a las terapias del obispo Reig Pla: décadas de homofobia para ‘curar’ la homosexualidad

Asistentes a la primera manifestación del Orgullo permitida en España, en las Ramblas de Barcelona el 27 de junio de 1977 EFE

El obispado de Alcalá, en manos de Juan Antonio Reig Plá, organiza talleres para ‘curar’ la homosexualidad dirigidos a adultos y a menores. Son pseudoterapias clandestinas prohibidas por la ley contra la LGTBIfobia de la Comunidad de Madrid y herederas de la concepción médica patologizante de la homosexualidad que empezó a divulgarse a finales del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX. Entre sus aplicaciones prácticas, descargas eléctricas, lobotomías, electroshock, tratamientos psiquiátricos… Muchas de estas técnicas fueron frecuentemente usadas en la dictadura franquista en España y en la Alemania nazi. La lista es larga y se une a la trayectoria de represión sufrida por gays, lesbianas y bisexuales históricamente.

El origen del tipo de cursos que organiza el obispado se sitúa en la década de los 80 del siglo XIX, cuando la palabra “homosexualidad” surge en el contexto científico de la época. La clave la aporta el psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing, que en su obra Psicopatía Sexual incluyó la orientación sexual no heterosexual en su lista de “perversiones” y “enfermedades” sexuales. La homosexualidad “se construyó entonces como una enfermedad, un comportamiento desviado que requería cura, que se podía (y debía) reconducir a la normalidad”, apunta la profesora de Sociología de la Universidad de Castilla- La Mancha y activista Gracia Trujillo.

En el ámbito europeo comenzaron entonces a sucederse las investigaciones sobre el tema, en principio de tono teórico, pero sujetas a la evolución de la medicina, que pronto comenzó a desarrollar aplicaciones prácticas, explica Ramón Martínez, historiador especializado en el colectivo LGTBI y escritor. Estas ideas culminaron en la inclusión de la homosexualidad en los principales manuales de enfermedades. El objetivo subyacente de las técnicas era modificar la orientación sexual de la persona para seguir la norma heterosexual y bajo el prisma de que se debía a algún tipo de trauma. La actualización de estas ideas no parecen estar muy lejos de las tesis divulgadas por el obispado de Alcalá, que aunque rechaza denominarlas como terapias “reversivas”, emplea el mismo modus operandi.

La represión franquista

Estas prácticas tuvieron un gran apogeo en la época franquista en España. El régimen de Franco no incluyó la homosexualidad en la legislación hasta mediados de los años 50, cuando concretamente en 1954 reformó la Ley de Vagos y Maleantes para incluir a los homosexuales, que podían ser condenados a ser internados “en instituciones especiales” y “en absoluta separación de los demás”. La Segunda República había despenalizado la homosexualidad, anteriormente perseguida por la dictadura de Primo de Rivera, pero no quiere decir que en la práctica hubiera aperturismo a la diversidad afectivo sexual.

Posteriormente, en 1970, entró en vigor la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que inauguró en la normativa española el enfoque de la reparación, conversión y curación de la homosexualidad.

“La aplicación en forma sistemática de la tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes contra homosexuales y transexuales constituyó una pauta de la represión homofóbica” de la época, resume Amnistía Internacional en su informe España: poner fin al silencio y la injusticia, publicado en 2005 para hacer frente a la deuda pendiente con las víctimas del franquismo. Con la ley de 1970, que sobrevivió al franquismo y no fue derogada completamente hasta 1995 –en el 79 se eliminó lo referente a la homosexualidad– se crearon los penales de Badajoz y Huelva para “rehabilitar” a los homosexuales, donde permanecían entre tres meses y cuatro años. También fueron confinados en Carabanchel (Madrid) y en Barcelona.

“Bajo la idea de ‘curar’ la homosexualidad eran sometidos a ‘tratamientos’ mediante terapias aversivas como la aplicación de descargas eléctricas ante estímulos homosexuales, cesando ante estímulos heterosexuales”, explica Amnistía Internacional en su estudio, que también asume que posteriormente eran desterrados de sus lugares de origen “a fin de quebrar los lazos con sus familias y amistades”. En esta época, fueron famosos dos psiquiatras, Juan José López Ibor y Antonio Vallejo-Nájera que, amparados por las leyes franquistas, “investigaron y aplicaron técnicas terribles para ‘curar’ la homosexualidad dejando a la gente echa polvo”, nombra Martínez.

A las lesbianas no se las incluyó en la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social explícitamente, pero eso no significa que no fueran reprimidas. Trujillo apunta a que “los legisladores ni siquiera las consideraron porque la idea de que dos mujeres (o más) pudieran tener una sexualidad autónoma y placentera era, literalmente, impensable”, pero también sufrieron persecución. “A las lesbianas las denunciaban las familias o gente conocida, las repudiaban, y muchas acabaron en hospitales psiquiátricos, donde se les aplicaron los sistemas de supuesta ‘curación’ como electroshocks. Internarlas en manicomios era otra forma de encarcelarlas, de privarles de libertad”, señala la socióloga.

Entre tanta represión, el activismo y la defensa de los derechos LGTBI se fue haciendo cada vez más fuerte y presente. En España, tras la muerte del dictador y a pocos días de las elecciones democráticas, el colectivo salía por primera vez a la calle en una manifestación histórica en las Ramblas de Barcelona. Ocho años antes, una revuelta contra las redadas homófobas que la Policía neoyorkina solía hacer en el bar Stonewall Innde la ciudad inauguraba el activismo LGTBI tal y como lo conocemos. La pelea por la visibilidad y contra la homofobia y el paso de los años acabaron por desterrar de los manuales de psiquiatría la homosexualidad.

Prácticas ‘contra naturam’

Ahora el consenso científico se opone al tipo de técnicas que celebra el obispado de Alcalá y la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) declaró en 2009 su oposición a que profesionales de la psicología o psiquiatría hagan creer a sus pacientes que pueden cambiar su orientación sexual. Es más, asumió que hacerlo no era inocuo para ellos y podía derivar en problemas de ansiedad, depresión y suicidio. Junto a ello, unos años antes, en 1990, la Organización Mundial de la Salud excluyó la homosexualidad de su lista de enfermedades y en 1973 hizo lo propio con su manual de trastornos mentales la Asociación Americana de Psiquiatría.

No quiere decir que antes del estudio de la homosexualidad en el contexto científico no existiera represión, pero su existencia estaba muy marcada por el contexto judeocristiano, que lo consideraba “un pecado”. Martínez explica que “entonces eran prácticas que se consideraban válidas o inválidas y no había identidades”. “Lo único permitido era la práctica heterosexual encaminada a la reproducción y sin placer. El resto era considerado sodomía”.

La principal diferencia era que la homosexualidad no se consideraba algo que pudiera corregirse ni “repararse” porque ni siquiera estaba categorizada de tal manera, sino que eran consideradas prácticas anti natura y contrarias a lo divino. “En la época de la Inquisición, por ejemplo, los principales castigos eran la condena a la hoguera o a las galeras a remar”, prosigue el historiador, que hace hincapié en que “el argumento” no era pseudocientífico sino religioso: el Levítico (libro del Antiguo Testamento) condena explícitamente la homosexualidad masculina en sus capítulos 18 y 20, calificándola de “acto infame”.

 

 

La Comunidad de Madrid investigará las terapias para ‘curar’ la homosexualidad en el Obispado de Alcalá

La Comunidad de Madrid abre una investigación sobre las terapias para curar la homosexualidad en el Obispado de Alcalá.

La Comunidad de Madrid ha abierto una investigación sobre las terapias clandestinas celebradas en el Obispado de Alcalá de Henares que ha destapado eldiario.es. La Consejería de Políticas Sociales será la encargada de determinar, a través de la Inspección, si “ha habido algún tipo de incumplimiento”, según ha informado el vicepresidente del Gobierno, Pedro Rollán, tras el Consejo de Gobierno. “Se verificará por parte de los instructores si se ha cometido algún tipo de actividad al margen de la ley” y, en el caso que así fuera, “se aplicará la sanción correspondiente, como no podía ser de otra manera”.

La investigación se ha iniciado a raíz de la denuncia presentada por Eduardo Rubiño, diputado y miembro de Más Madrid en el Registro General de la Comunidad de Madrid. Otras organizaciones, como el Observatorio de la LGTBIfobia preparan también denuncias para exigir la actuación del Gobierno regional contra unas terapias que están recogidas como infracciones graves en la ley autonómica aprobada por el Ejecutivo de Cristina Cifuentes (artículo 70) y son susceptibles de multas de hasta 45.000 euros, según la normativa.

Fuentes de la Consejería de Políticas Sociales precisan que la actuación del Gobierno se limitará a “sanciones administrativas” contempladas en la ley, y no al “cese de la actividad”, si tuviera lugar. “Eso lo tendrá que decidir un juez”, apuntan las mismas fuentes.

“Según la información que hemos conocido parece que en el entorno del obispado se está realizando un seminario, una charla o un tratamiento”, ha dicho el vicepresidente ante las preguntas de los periodistas. Rollán no ha entrado a valorar estas terapias ilegales y ha contemplado la posibilidad, a la espera de la investigación de que de ellas sea responsable “una clínica particular”.

Por su parte, Ciudadanos ha tildado de “despropósito” que el Obispado de Alcalá imparta estos cursos ha señalado que la Iglesia “debería evolucionar”. “Me parece que es un absoluto despropósito y confío en que la Diócesis rectifique y que elimine ese tipo de cursos que no ayudan a nada, más bien a todo lo contrario, nos hacen involucionar en lugar de evolucionar”, ha dicho el candidato de la formación a la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado.

La diputada del PSOE autonómica Carla Antonelli ha asegurado que “llueve sobre mojado” con el obispo de Alcalá porque es una “continuación reiterada en la LGTBifobia en su pretensión absurda de curar la homosexualidad y la transexualidad”. “Esto es un delito y una falta muy grave de la ley contra la LGTBifobia de la Comunidad de Madrid del artículo 70 con más de 45.000 euros de multa más otras sanciones administrativas que se le pueden interponer”, ha indicado diputada.

Gabriel J. Martín, psicólogo: “Las técnicas homófobas del obispado de Alcalá hacen que las víctimas desarrollen aversión hacia sí mismas”

Gabriel J. Martín, psicólogo. LARA SANTAELLA

Ha visto pasar por su consulta a varias personas que han sufrido las llamadas “terapias de conversión” de la homosexualidad similares a las que oferta el obispado de Alcalá de Henares, según ha revelado una investigación de eldiario.es. El psicólogo Gabriel J. Martín, autor de libros como Quiérete mucho, maricón o El ciclo de amor marica, es uno de los mayores especialistas en la llamada psicología afirmativa LGTBI, una corriente que precisamente busca acompañar a las personas LGTBI para que vivan libremente y sin tapujos su orientación sexual.

Martín, representante del Consejo General de la Psicología de España ante la Red Internacional de Expertos en piscología afirmativa LGTBI, lamenta que este tipo de técnicas no sean perseguidas lo suficiente y reniega de llamarlas “terapias”, a pesar de que están así definidas en la Ley LGTBI de la Comunidad de Madrid que las prohíbe, porque “una terapia favorece el bienestar de la persona” y, al contrario, “esto tiene un impacto muy profundo” sobre las víctimas. “Son destructivas”, asegura en conversación con eldiario.es.

¿Cómo afectan estas terapias a las personas que acuden?

En primer lugar, llamarlas terapias es un error. Una terapia favorece el bienestar de una persona y eso no favorece el bienestar de nadie. Al contrario, tienen un impacto profundo sobre la autoestima de la persona porque le están diciendo que su forma de amar y/o de relacionarse sexualmente es inválida, incorrecta y enferma. ¿Cómo va una persona a valorarse a sí misma con este tipo de mensajes? Si en todo momento me están diciendo que lo que soy yo es enfermizo, la valoración de mí mismo no va a ser buena.

Además, afecta a cómo viven su sexualidad. Las personas que reciben este tipo de técnicas homófobas tienen su sexualidad profundamente deteriorada. Lo único que consiguen es que las víctimas repriman su sexualidad, la forma en que se relacionan con los demás y castran su personalidad. Son destructivas. Causan un perjuicio tremendo a las personas que las sufren y hacen que desarrollen una aversión hacia sí mismas y su propia sexo afectividad. Todo esto es fácilmente comprobable con la evidencia científica disponible, ampliamente recopilada por la Asociación Estadounidense de Psicología.

¿Qué hay detrás de estas técnicas?

Hay integrismo religioso, una profunda homofobia y una absoluta falta de conocimiento de las vivencias sexuales. Hay que decir que no se rigen por los conocimientos científicos. Consideran la homosexualidad una enfermedad, lo cual ya califica su discurso, porque tenemos clarísimo desde hace décadas que no lo es. Estos grupos tienen una visión de la homosexualidad como si fuera algo adquirido, producto de determinadas circunstancias traumáticas. Sin embargo, es algo innato y no se aprende. ¿Crees que un gay en Chechenia no querría dejar de ser homosexual para que no lo matasen?

Nada de lo que dice esta gente tiene validez. Y es que utilizan una pseudoexplicación científica y palabrería para tratar de justificar algo que no tiene fundamento: que la homosexualidad es producto de un trauma y se puede cambiar.

¿Ha recibido alguna vez en su consulta a personas que han pasado por estas técnicas?

Sí. Vienen con una enorme depresión, con una relación pésima con su sexualidad y la autoestima totalmente destruida porque les han estado diciendo durante años que son enfermos. Siempre son personas a las que sus propios entornos familiares les han inducido a ello. Son familias profundamente conservadoras, religiosas y homófobas. Ellos han tenido que pasar por años de sufrimiento, de dudas y de pensar que son enfermos hasta llegar hasta aquí.

El obispado de Alcalá ha asegurado que “no renuncia a acoger y acompañar a las personas que libremente lo soliciten”

Es algo absolutamente falso. Como te decía, las personas que acuden a estas técnicas van presionadas por su entorno homófobo y porque desde pequeños han estado recibiendo el lavado de cerebro de que la homosexualdiad es una enfermedad y que se cura. Si no fuera por eso, no iría nadie. Estos mensajes de la voluntariedad son muy perversos. Por otro lado, no son técnicas de acompañamiento ni acogimiento. Al contrario, están empujando y obligando a las víctimas a tratar de aparentar algo que no son.

En eldiario.es hemos recibido cartas de personas que supuestamente pasaron por estas sesiones, lo que en determinados foros ultracatólicos se llama “exgay”. Entre otras cosas, hacen afirmaciones como que pudieron “comprender la verdad de las causas” de su “atracción” o “iniciar libremente un camino de sanación y maduración”.

Este tipo de testimonios no tienen ningún tipo de validez. Son respuestas que tienen preparadas cuando salen este tipo de artículos. Ni siquiera sé si podríamos considerar que son responsables de lo que están diciendo porque están abducidos por dogmas fundamentalistas. La orientación sexual no se puede cambiar.

Muchos de los chicos que yo he tratado y que han pasado por estos procesos nos contaban cómo les presionaban diciéndoles que dijeran que ‘habían sido curados’. Ahora son conscientes de que estaban atrapados en una mentira que han ido lanzando al mundo.

Aunque aparentemente son técnicas dirigidas a hombres y a mujeres, están muy dirigidas a ellos. ¿Por qué?

Yo creo que ocurre porque la Iglesia es machista y le presta muchísima más atención al testimonio de los hombres. Sé de mujeres que han pasado por ahí, pero la mayoría son hombres. Las mujeres no tienen presencia en la Iglesia ni siquiera para eso.

Son terapias prohibidas por la ley LGTBI de la Comunidad de Madrid y por otras muchas legislaciones a nivel autonómico. ¿Cree que se persiguen lo suficiente?

No, para nada se persiguen lo suficiente. De todas formas es que esta gente funciona en entornos profundamente religiosos y sectores muy conservadores de la Iglesia. Son entornos muy ocultos. Y muchas víctimas se sienten tan avergonzadas que ni siquiera se atreven a denunciar. Tienen mucho miedo de la familia, además. Se sienten fracasados y piensan que no han sabido reconducir su orientación sexual.

Usted es uno de los mayores expertos de psicología afirmativa LGTBI. ¿Qué significa?

Cuando la evidencia científica demostró que nadie tiene que curarse de la homosexualidad y que no es una enfermedad, la comunidad científica se puso de acuerdo en que lo que debíamos hacer era afirmarlo, acompañar a la persona para que lo viva con libertad y naturalidad y revertir las secuelas de la homofobia que ha sufrido. Es decir, justo todo lo contrario de lo que dicen las técnicas reversivas como las del obispado.

Consiste, primero, en ayudar a corregir los falsos conceptos de la homosexualidad con los que nos instruyen desde que nacemos, tienes que ayudar a estas personas que acuden a reconstruir sus relaciones, a superar las secuelas emocionales y tener una mejor relación con su sexualidad, profundamente dañada. Cada uno es un mundo, pero en general es así. Este tipo de situaciones son consecuencia del rechazo, del maltrato y de la homofobia que han vivido.

El obispado de Alcalá también hace terapias homófobas con menores: “Si hubiera seguido allí, me habría suicidado”

El obispado de Alcalá celebra pseudoterapias para revertir la homosexualidad y no pone barreras siquiera para menores de edad. eldiario.es ha podido confirmar la asistencia de varios menores, con el conocimiento de sus padres, en Alcalá y Murcia, en la época en la que Reig Pla era obispo allí. Según alertan en el Consejo General de Psicología de España se trata de sesiones anticientíficas, peligrosas y que dejan secuelas.

Es el caso de Samuel -nombre falso porque prefiere no dar el suyo-, que empezó a asistir a los cursos cuando era menor de edad. Tenía 13 años el día que tuvo su primera sesión, a la que acudió por la presión de su entorno. “Me convencieron para ir. Me dijeron que mi orientación suponía un problema para mí y para mi familia”. En aquella sesión le dijeron que era un error lo que estaba haciendo y que tenía que ponerle remedio. “Como mi familia es para mí tan importante decidí ir a la terapia para curarme”, explica a eldiario.es.

Su asistencia a esta terapia se prolongó durante más de tres años y aquello le generó un trauma del que todavía tiene secuelas hoy, con apenas 20 años. “Yo estaba mal, me hundía más, me sentía como una mierda”. Pronto empezó a pensar que querían lavarle el cerebro. “Notaba que me estaban quitando la forma de pensar y de sentir”, recuerda. Samuel ha tenido que ir a terapia psicológica para poder superar la depresión en la que cayó tras sus encuentros en el obispado. “Si hubiera seguido allí me hubiera suicidado”. Decidió salir porque no aguantaba más, porque la presión le estaba afectando demasiado, según relata.

En el caso de los menores, las posibles responsabilidades aumentan, ya que están protegidos por la Ley Orgánica de Protección del Menor. Establece que los padres, tutores y poderes públicos, deben respetar los derechos de los menores de posibles ataques de terceros. El artículo de la norma expone que “tienen derecho a buscar, recibir y utilizar la información adecuada a su desarrollo” y que los padres o tutores velarán porque la información que reciban los menores “sea veraz, plural y respetuosa con los principios constitucionales”. Si estas terapias provocan algún tipo de secuela psicológica, tanto los tutores como quienes han impartido las sesiones podrían ser considerados responsables del daño provocado, según expertos consultados. También cualquier institución que lo hubiera amparado.

Además de las sesiones de psicoterapia, parte del tratamiento de Samuel tenía un fuerte componente religioso. “Cuando terminábamos íbamos a una capilla, leíamos la Biblia y la terapeuta nos hacía rezar. Nos hacía arrodillarnos delante de un sagrario y nos imponía las manos en los hombros y en la cabeza, a mí y a la persona mayor de edad que me acompañaba”. Íñigo (también prefiere un nombre falso) cree que tuvo suerte, porque muy pronto se dio cuenta de que no quería seguir “No quise aceptar lo que me decían, me contaban que estaba buscando una relación de abuso. Tengo un amigo que empezó a ir a esta terapia y ha acabado por distanciarse de todos nosotros”, se lamenta.

Álvaro (en este caso es su nombre verdadero) estuvo acudiendo a terapia en 2008, también cuando era menor de edad. Sus sesiones tuvieron lugar en el Centro de Orientación Familiar de Murcia. En ese momento, Reig Pla era el Obispo de la diócesis de Cartagena-Murcia y, por tanto, el centro también era responsabilidad suya. “Me dijeron que tenía que curarme sí o sí”, cuenta por teléfono a eldiario.es. “Fueron mis padres los que me llevaron. Un cura amigo suyo les comentó que podían tratarme para cambiar mi orientación”. La terapeuta, según cuenta Álvaro era itinerante, y no recuerda su nombre ni si era la misma B. V. de Alcalá, que estuvo con Reig Pla en Murcia. Álvaro se siente feliz por haber logrado salir de las terapias. “La relación con mis padres es ahora muy buena. Se llevan muy bien con mi marido, le tratan como a un hijo”, sentencia.

Íñigo fue a terapia en Alcalá hace dos años y explica que asistió casi por casualidad. “Yo no fui por mi orientación sexual, quería ver a un psicólogo y no podía permitírmelo”. Así entró en los cursos del obispado. Según cuenta, pensaron que sus formas eran amaneradas y trataron de convencerle de que tenía que dejar de ser gay. “En ese momento yo estaba confuso, no sabía si era o no homosexual”. Su terapeuta, B. V., es la misma persona que atendió al periodista de eldiario.es. Íñigo acudía a las sesiones cada dos semanas para tratar de reparar su masculinidad, según esta teoría. “Me dijeron que era inseguro, que no tenía confianza en mí mismo y que mi dinámica familiar no era sana”. Le ofrecieron asistir a una terapia de grupo, pero se negó. “No quería ir a terapia por miedo a que otra gente pensase que era gay”. Sus secuelas, aunque no psicológicas, también han condicionado su vida. “Siempre que empiezo a conocer a un chico me pregunto si la relación es sana o si la otra persona quiere aprovecharse de mí. Además, soy incapaz de decir la palabra gay”, relata a eldiario.es

“Me preguntaron qué clase de porno veía”

Samuel tampoco quiso ir a las terapias de grupo, porque le daba vergüenza compartir su experiencia. “Me dijeron que me vendría bien ver a personas que ya estaban sanadas para comprobar que no me iba a pasar nada malo y que me podía curar”. Le plantearon ir a terapias de pareja, con más gente gay y con chicas lesbianas, pero se negó porque no quería que la terapeuta le hiciera en público las mismas preguntas que le hacía en privado. “Si veía porno, si me masturbaba, qué clase de porno veía o el tipo de chicos que me gustaban”. Fue un religioso quien le instó a acudir a la terapia, también por considerar que su actitud era afeminada. “Un cura me dijo que había cosas en mí que no eran normales. Mi forma de hablar, de andar, mi forma de ser… Me dijo que yo era gay y que lo tenía que solucionar”. Le explicaron que las terapias las impartía una amiga del obispo y que servían para encontrar tu masculinidad. Esta supuesta terapeuta también era B. V.

A ambos les dijeron que tenían que reparar su masculinidad herida. Las heridas, como detalla la documentación a la que ha tenido acceso eldiario.es, son la causa de la homosexualidad según estos materiales. “Al final lo que están diciendo es que los homosexuales no son hombres completos. Si eres inseguro, estás buscando esa seguridad acostándote con otros chicos”, explica Íñigo. Los dos también recibieron multitud de documentos  que explicaban que la vida gay era un camino equivocado alejado de la masculinidad. “Tú eres un varón con masculinidad, esta es tu real y verdadera identidad, pues esta es la forma en la que tu ser se manifiesta en el mundo, y aunque ésta no haya madurado lo suficiente, sin embargo siempre es tiempo de madurarla, y mucho más a tu edad.

La gruesa línea que une al obispo de Alcalá con Santiago Abascal y la asociación homófoba HazteOír

Santiago Abascal, el obispo de Alcalá e Ignacio Arsuaga (dcha) en la gala de premios HazteOir 2012 CONTANDO ESTRELAS

El 4 de diciembre de 2012, la asociación ultracatólica HazteOír (conocida por sus postulados homófobos y los autobuses tránsfobos) concedía al obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, su premio anual por su “defensa de la dignidad humana” y como una de las voces “más libres y contundentes sobre la verdad de la familia”. Un galardón que llegaba pocos meses después de la polémica homilía de Viernes Santo, retransmitida por La2, en la que el prelado arremetía contra los homosexuales que “encuentran el infierno”.

Poco después, Reig recibía el galardón de manos del presidente de HazteOír, Ignacio Arsuaga, en una gala a la que acudieron, entre otros, el entonces portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, y el hoy presidente de Vox, Santiago Abascal. La relación entre el sector de la Iglesia donde se adscribe Reig, la plataforma HazteOír, presidida por Ignacio Arsuaga, y la extrema derecha política viene de lejos.

En concreto, de 2007, cuando la Iglesia de Madrid, liderada por el cardenal Rouco Varela, anunció una convocatoria por la “dignidad de las familias” que, con el tiempo, acabó convirténdose en un mítin anual contra las políticas de José Luis Rodríguez Zapatero.

El cardenal Rouco nombró responsable de las jornadas al obispo de Alcalá, y éste hizo un llamamiento a todas las asociaciones de familia y movimientos de la Iglesia católica, que respondieron en masa, especialmente los ultracatólicos kikos, los Legionarios de Cristo y, en menor medida, el Opus Dei.

Durante ocho años, y hasta la llegada de Carlos Osoro (hombre del papa Francisco) al arzobispado de Madrid, las manifestaciones por la familia cristiana fueron un clásico de fin de año en Madrid, siempre bajo el auspicio de Reig Pla y con el beneplácito de Kiko Argüello. El iniciador del Camino Neocatecumenal se encargó de llenar, cada año, las plazas de Colón y Lima, con el apoyo de otros grupos pro familia, como el Instituto de Política Familiar (dirigido por Eduardo Hertfelder, a quien distintas investigaciones colocan como uno de los líderes de El Yunque); el Foro de la Familia; o HazteOír y sus organizaciones aledañas (Derecho A vivir o Abogados Cristianos, la plataforma que ha denunciado recientemente una obra de teatro)

Tras el éxito de las primeras convocatorias, Reig y Rouco dieron un paso más, y con la colaboración de Arsuaga y varios políticos del PP -entre ellos, Santiago Abascal, que aún no había abandonado la formación- urdieron la convocatoria de una gran manifestación contra la aprobación del matrimonio igualitario. Por primera vez en la historia de la democracia, más de media docena de obispos (capitaneados por Rouco) acudían a una manifestación, que tuvo continuidad varios meses después con otra concentración en contra de Educación para la Ciudadanía. Como confesaban varios ministros de la época, durante la primera legislatura de Zapatero “la Iglesia fue la verdadera oposición al Gobierno”.

Acumulación de poder

Avivados por el éxito de las convocatorias, la capacidad de maniobra de HazteOír se fue incrementando, hasta el punto de provocar una quiebra en el movimiento pro familia católico. Instituciones como el Foro de la Familia llegó a quejarse del excesivo protagonismo de la organización de Arsuaga, y algunos obispos comenzaron a recibir un informe que cuestionaba los valores cristianos de HazteOír, así como su vinculación con la sociedad secreta ultracatólica El Yunque.

En 2011, un documento interno de la Conferencia Episcopal instaba a los obispos a pedir a los responsables de HazteOír que se desvincularan de su pertenencia a una sociedad secreta, y diócesis como Toledo o Getafe (posteriormente, también Madrid) impidieron que la asociación de Arsuaga utilizara sedes parroquiales o diocesanas para sus intervenciones. Uno de los obispos que defendió, con uñas y dientes, a HazteOír, fue Reig Pla. Después, fue premiado por la asociación en una gala en la que también homenajeado Santiago Abascal, en 2012, por “su elocuente y tenaz compromiso con la libertad de los españoles frente al terrorismo y el separatismo” y su labor al frente de Denaes y “por su difusión de los valores de un patriotismo desacomplejado”.

Desde entonces, y hasta ahora, los vínculos entre los grupos ultracatólicos y algunos obispos se han ido afianzando, y la aparición de Vox hizo que estos sectores vieran en la formación de Santiago Abascal -bendecido y apoyado por HazteOír– el tan ansiado partido católico que defendiera las esencias del catolicismo que venían auspiciando desde hacía décadas. Un catolicismo contra la “ideología de género”, por la “familia tradicional” y la “educación diferenciada”, un partido que guardara las esencias de la unidad de España, que los obispos calificaron en su día como “un bien moral”.

Un partido que, sin embargo, no tenía cantera. Ahí es donde entran algunos grupos ultracatólicos, especialmente el Camino Neocatecumenal -aunque también existe una importante presencia de miembros del Opus Dei-, en Vox. Como ejemplo, el juez Serrano, número 1 de Vox en Andalucía y miembro del Camino Neocatecumenal. O Lourdes Méndez, miembro del Opus Dei, que durante décadas perteneció al PP (fue su portavoz de Asuntos Sociales en el Congreso), y que hoy forma parte de la formación de Abascal. O como el exgeneral Rossety, número 1 de Vox por Cádiz y que todavía hoy es delegado diocesano de Fundaciones de la diócesis de Cádiz-Ceuta, dirigida por Rafael Zornoza (uno de los grandes apoyos de Reig Pla en el Episcopado).

“El deseo puede llegar a funcionar de forma perversa, pero nunca se debe criminalizar”

Aixa de la Cruz, autora de ‘Cambiar de idea’

Es curioso cómo unas memorias escritas de manera muy específica, que hablan de drogas muy específicas y de una infancia muy específica, se pueden catalogar como un retrato generacional. La clave de que haya ocurrido con Cambiar de idea (Caballo de Troya) radica precisamente en su título. Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988) da cuenta de sus treinta años de vida a través de diversos vaivenes que, sin quererlo, describen muy bien a una masa de jóvenes obligada a desaprender para encabezar un cambio.

Paradójicamente, Cambiar de idea no se sustenta en genéricos. Aborda desde las fiestas salvajes de los veintipocos hasta las resacas infernales de los veintimuchos, desde un matrimonio fallido con un mexicano hasta diversas experiencias lésbicas, y desde el gusto por el dolor físico hasta la indiferencia emocional frente a la violencia explícita.

Todos estos episodios tejen una red alrededor de dos acontecimientos que sustentan el verdadero cambio en la autora, el del despertar feminista: haber presenciado la violación de su amiga Garazi cuando eran niñas y el brutal accidente que estuvo a punto de reducir a polvo los huesos de Zuriñe. Dos tipos de cuerpos femeninos vulnerados y violentados sobre los que pivota un ensayo memorístico que escuece como la sal en una herida mal cerrada.

Se ha definido Cambiar de idea como un relato generacional. ¿Es una forma de hablar de los millennials como frágiles ideológicamente?

La verdad es que he escuchado un poco de todo. Hay gente que lo ha visto muy generacional, pero me gusta porque ven así el hecho de desdecirse y de cambiar de idea. Somos una generación que se ha visto atrapada en diferentes momentos de conciencia colectiva. Nos ha tocado reconstruirnos mucho y asumir que lo que era normal cuando teníamos 15 años, de pronto ya no lo es.

Más que unas memorias reposadas, parecen pensamientos escritos a borbotones. ¿Dónde queda la vulnerabilidad y dónde colocas el filtro en la edición de este tipo de textos?

He ido pasando el texto original por diferentes filtros y cada vez el filtro era un poquito más pequeño. El primer borrador tenía mucho que ver con una estructura clásica y psicoanalítica. Una vez pulido, me he tenido que enfrentar a asuntos más prácticos relacionados con la ética de publicar estos textos.

Es decir, yo soy responsable de lo que me ha sucedido a mí, pero no puedo contar mi historia sin terceras personas. Y, claro, ahí la cosa se pone complicada. Le he pedido permiso a casi todo el mundo que aparece citado, y lo he obtenido por parte de algunos y por parte de otros no. Por tanto, he modificado ciertas partes para que los afectados no se vieran identificados pero que la historia fuera equivalente.

Comienzas con una descripción brutal del accidente de tráfico de una amiga. ¿Por qué escogiste un punto de partida tan físico para analizar la violencia sexual?

Me suelen preguntar de qué va el libro y me cuesta sacar un tema que lo unifique todo. Es verdad que la violencia sexual lo vertebra y, sin embargo, no es del todo cierto. Lo que quería remarcar con este comienzo es que son unas memorias sobre cómo adquiero conciencia del otro y la capacidad de enfrentar el dolor del de enfrente sin tantas mediaciones.

Empieza en un momento en el que estoy muy ensimismada en mi tesis, que trataba sobre las representaciones de la tortura, de manera que me pasé cuatro años rodeada de imágenes violentas, de testimonios terribles y aprendiendo a protegerme frente a esta violencia mediante el discurso. En este primer capítulo, me enfrento a lo que le ocurre a mi amiga, que está destrozada por un accidente de tráfico terrible y me presento allí con mis herramientas teóricas de siempre como si siguiera dentro de mi tesis.

Pero ella no me deja mirarla con distancia, me obliga a mirarla de otra manera sin intermediaciones. Es entonces cuando se da una transformación en mí que me va a enfrentar a otros tipos de violencia con una sensibilidad distinta que no había tenido hasta entonces.

¿Tendemos a normalizar la violencia sobre el cuerpo de una mujer hasta que no vemos cicatrices y heridas abiertas?

Si, totalmente. A nivel simbólico hablo de este cuerpo accidentado para introducir la idea general de los cuerpos vulnerados de las mujeres. Empiezo con una amiga que ha sufrido una violencia del tipo físico-traumática, en el sentido de impacto, y acabo hablando de heridas más relacionadas con la psique, con los traumas psicológicos y con las secuelas que deja la violencia sexual. Así que se genera una especie de círculo cerrado.

Esa indiferencia ante el dolor ajeno era un mecanismo de defensa por haber presenciado la violación de una amiga por parte de su padre. ¿Cómo llegaste a esa conclusión a partir del accidente?

Como te decía, este texto proviene de otro mucho más amplio y con un carácter más psicoanalítico que literario. Fui analizando mi biografía y viendo hacia dónde me llevaba, y me di cuenta de que me llevaba sobre todo a lugares culposos. Tenía una sensación de no haber actuado bien.

Y, al final, la herida relacionada con la culpa más importante de mi vida me llevó a ese episodio de la infancia. Cronológicamente, ese episodio ocurre al mismo tiempo que el propio proceso de autodescubrimiento que llevo a cabo en el libro. Empiezo desde lo más reciente y poco a poco voy ahondando en el pasado hasta que llego al origen de la herida.

Si haber sido testigo de una violación te enquista la culpa hasta tal punto, ¿cómo no se disparará ese sentimiento en una víctima a la que se acusa de consentimiento?

Es curioso, porque hay dos tipos de culpa. La primera es una culpa violenta que se ejerce sobre la víctima, que forma parte del sistema de opresión y de la cultura de la violación, que es absolutamente no productiva y que la revictimiza.

Por otro lado, soy defensora de otro tipo de culpa que sí puede ser productiva. Creo que muchas veces somos copartícipes de violencias que están muy normalizadas e institucionalizadas y que la culpa es esa llamarada que nos hace tomar conciencia de una situación que estábamos normalizando. Desde el malestar y la incomodidad propias, podemos hacer una deconstrucción e intentar cambiar.

Leaving NeverlandExamen de conciencia…se está trasladando el foco a los testigos o a quienes callaron. ¿Es lo justo? ¿O esta búsqueda continua de un culpable omnisciente descarga la responsabilidad del agresor?

La verdad es que no tengo una respuesta muy clara sobre esto. No sé hasta qué punto, como bien dices, es productivo seguir culpándonos por errores del pasado. Yo en general tengo la sensación de que han cambiado mucho las cosas en los últimos años y ya no me juzgo con la misma dureza sobre algo que hice a los 14, a los 18, a los 20 años, porque vivíamos en un mundo distinto en el que todavía no habíamos tomado conciencia sobre ciertas cosas.

Pero yo soy implacable conmigo misma y con la gente que tengo cerca desde el año 2017, en el que todos nos vimos envueltos en un proceso de revisión de culpas colectivas que ha hecho que ahora tengamos mucha más conciencia. Me parece poco productivo empezar a señalar las culpas, pero en este punto ya no podemos tolerar ciertas cosas. Por eso, más que revisar el pasado, me parece importante tomar conciencia sobre el presente.

Escribes que, cuando salió la sentencia de ‘la manada’, te llegaste a plantear tus propias fantasías sexuales de sumisión y sometimiento. ¿Cómo revisarse a una misma sin caer en el juicio moral que te imponen desde el exterior?

No se puede legislar sobre las fantasías sexuales de nadie porque hemos sido educadas en un entorno determinado. Recuerdo un artículo de Gabriela Wiener que me impactó mucho en el que relataba cómo una chica que había sido violada en su adolescencia decía que, sin embargo, se excitaba con imágenes de violación. Ella no lo entendía. Pero es algo muy común entre las víctimas.

De alguna manera, el trauma sexual también funciona así: acaba configurando nuestro deseo desde la violencia y desde el propio evento traumático. Teniendo en cuenta que la psicología del deseo puede llegar a funcionar de formas tan perversas, lo que no podemos hacer nunca es criminalizar el deseo privado de las personas.

¿Cómo diferenciar entre el deseo real y al que nos han forzado?

Me ha ocurrido algo curioso en mi vida diaria. Siempre he sostenido que no se puede legislar sobre el deseo y que podemos tener un discurso público activista, y que eso es más importante que nuestras fantasías sexuales.

Pero, a medida que iba deconstruyendo ciertos comportamientos a nivel teórico, y pasado un periodo de latencia de seis meses o un año, empecé a ser muy crítica con el porno (y seguía viéndolo). Hasta que llegó un día en el que, de pronto, no pude hacerlo más. Así que empiezo a tener dudas sobre si realmente el deseo y la fantasía son conceptos inamovibles, o no.

Hablando de dudas, tu percepción del género es quizá lo más cambiante del libro. Vas desde el rechazo absoluto a todo lo que implica ser mujer hasta la vanidad de encajar en los cánones de belleza patriarcales. ¿Cómo te percibes ahora?

La verdad es que sigo siendo muy contradictoria en relación a este tema. El cambio más importante se dio cuando pasé a una negación absoluta de todos los condicionantes que tiene ser mujer. Es decir, yo era consciente de que ser mujer tenía que ver con una opresión y pensaba que si me desligada de la lucha eso ya no iría conmigo.

Partía de un rechazo muy fuerte hacia hacia todo lo asociado con lo femenino, e incluso al principio con el feminismo. Me molestaba mucho que un movimiento se tomara el derecho de hablar en mi nombre en tanto que mujer. ¿Qué es ser mujer y por qué tengo que formar parte de esta categoría?

En todo caso, he acabado entendiendo que la lucha es colectiva y que para formar parte de ella y para obtener representación política sí que me tengo que sentir identificada como mujer. Hay que aceptar esa categoría y ahora no tengo ningún problema en sentirme cómoda dentro de ella. También me he obligado a quitarme todos los prejuicios con respecto a lo considerado femenino y en esas andamos.

Encima ahora existe esa coletilla de “yo no soy feminista, soy femenina”. 

Total. Pasan estas cosas y te vuelve a salir el monstruo de dentro y diciendo, ¡no, yo no soy eso! (ríe). Tiendo a sentirme incómoda en general con las identidades estables. Lo más lógico es ser consciente de que las identidades a veces son volubles y flexibles y que en un momento nos podemos sentir así y al siguiente no. Que un día podemos sentirnos perfectamente identificadas con el concepto social de lo femenino y al día siguiente renegar del mismo.

Aixa de la Cruz, autora de ‘Cambiar de idea’

Dices en el libro que “los editores que no publican a mujeres andan locos por publicar a mujeres que escriban de una determinada manera”. Es decir, de una manera masculina. ¿Ocurre ahora justo lo contrario? ¿Se busca destacar el feminismo a la fuerza en el faldón de cualquier libro escrito por una mujer?

En efecto. Es una cita que me han sacado mucho y una de las que más pronto ha caducado. Desde que escribí este texto han pasado dos o tres años en los que hemos visto que el feminismo ha tenido un auge muy importante y al mercado le ha empezado a interesar vender ciertas voces y ciertos textos. Se puede percibir como una moda. Es verdad que ahora mismo hay muchas voces femeninas, muchos textos que se venden como feministas y a mí me parece estupendo todo. Mi único miedo es que perdure. Que sea tratado justo como una moda.

En los últimos cuatro meses he encadenado muchísimas buenas lecturas y todas son libros escritos por mujeres. Podemos correr el riesgo de dar por hecho que esta lucha está ganada demasiado pronto. Pensar que las mujeres están súper asentadas en el mundo literario, que ya tenemos una voz que nadie nos va a cuestionar y que, de pronto, no sea así. Que los editores se estén tomando esto como una moda y que cuando pase la ola fuerte volvamos a las andadas. Diría que es el único peligro. Por lo demás, me parece que en este sentido en muy poquito tiempo hemos ganado un montón.

Pero el feminismo no es un género literario. Si al final en las estanterías de novela negra o memorias sigue habiendo más hombres, ¿existe el riesgo de haberse hecho un hueco a nivel temático?

A nivel temático es evidente que irá fluctuando. Si las mujeres que están publicando ahora y reciben mucha atención, deciden en cinco años ponerse a escribir ficción masculinista tipo thriller, a mí me parecerá estupendo. Lo que es más peligroso es que desaparezca la cuota de mujeres, no tanto que dejen de escribir sobre lo femenino.

Si la única forma que tenemos de ganar ganarnos un micrófono es hablando sobre temas relacionados con la mujer, eso también es un tipo de discriminación. Una integración plena en el sistema literario sería que recibamos la misma atención que un hombre escribamos sobre lo que escribamos.

El riesgo de convertir el feminismo en una “moda” va más allá de lo literario, se usa para conseguir votos a través del “feminismo liberal” o vender camisetas. ¿Qué le hace más daño al movimiento: ser poco exigente o excluyente?

Claro, es que está esta paradoja entre, ¿qué preferimos? ¿Firmar por unos básicos y que por tanto el feminismo sea más abierto a todas las mujeres del mundo?¿O lo que queremos es que el feminismo sea realmente una fuerza de cambio y que por tanto signifique el final de todos los privilegios y de todas las represiones? Porque ahí no encajarían conceptos que para mí que son un oxímoron como el de feminismo liberal.

Conozco a compañeras que no acaban de encontrar una respuesta a este dilema. Yo aquí soy más tajante. Creo que el feminismo no puede ser liberal del mismo modo que no puede ser de derechas. Porque feminismo no solo busca la igualdad entre hombres y mujeres, busca la igualdad. Sin más. La gente de derechas acaba buscando privilegios para un sector determinado de la población y eso ya a nivel de formulación va en contra del feminismo.

En Ciudadanos, por ejemplo, están intentando sumar adeptas a un “feminismo” individualista que no genera incomodidad. 

En el caso de Ciudadanos, en particular, me parece repugnante la forma en la que están frivolizando todas las luchas. Han conseguido relacionar la lucha LGTBI con la gestación subrogada, que me parece uno de los emblemas del neoliberalismo más brutales que se me ocurren. Y están intentando hacer algo parecido con el feminismo, sin duda.

Trivializarlo o quitarle cualquier componente de lucha anticapitalista y hacerlo cómodo para las mujeres que quieren igualdad salarial y quieren llegar a los puestos de administración para explotar a otras mujeres o a otros hombres que estén por debajo. Para mí, obviamente, ese no es el espíritu de la lucha feminista. Pero bueno, qué le vamos a hacer. Al final hay que seguir alzando la voz y seguir desmintiendo estos discursos. No podemos hacer otra cosa.

El obispado de Alcalá celebra cursos ilegales y clandestinos para ‘curar’ la homosexualidad

El obispado de Alcalá de Henares imparte terapias ilegales y clandestinas para ‘curar’ la homosexualidad. Haciéndose pasar por un joven que quiere cambiar su orientación, este periodista ha asistido a la primera sesión de una de estas pseudoterapias, que tuvo lugar el 21 de marzo en el Centro de Orientación Familiar Regina Familiae, un servicio que pertenece a la diócesis de Alcalá y que está dentro del mismo complejo religioso. Este tipo de sesiones están prohibidas en la Comunidad de Madrid y quienes las imparten pueden enfrentarse a multas de más de 45.000 euros, según el artículo 70.4.c de la Ley de Protección Integral contra la LGTBfobia de la Comunidad. El obispado confirma por escrito a eldiario.es que el centro es suyo y que se hacen las terapias, aunque niega que sean “terapias reparativas” y explica que se trata de formación “educativo-sexual (educación en el amor)”.

No solo se trabaja en persona, también desde una dirección de correo corporativa del obispado se realizan envíos con materiales (imagen arriba). Uno de esos materiales es el libro titulado ‘Terapias Reparativas’, del psiquiatra estadounidense Joseph Nicolosi, cuya lectura recomienda la supuesta profesional, que colabora con Reig Pla desde hace años. En 2006, cuando él era obispo de Cartagena, B. V. fue nombrada también directora del Centro de Orientación Familiar de dicha diócesis, desde donde trabajaba.

“Una herida que puede curarse”

Según los documentos enviados antes de la sesión, la homosexualidad se produce por no haber despertado o cultivado suficientemente la masculinidad debido a un trauma que puede ir desde una mala relación con tus padres a abusos sexuales. “A lo largo del proceso de maduración personal ha habido relaciones, hechos, ausencias, sufrimientos, traumas… Que han producido heridas en nuestro ser. Habrá complejos, carencias y experiencias que te han hecho estar buscando y comparándote con otros chicos”, dice B. V. nada más iniciar la sesión. Esa herida, aseguran sus tesis homófobas, puede repararse mediante psicoterapia y asesoramiento pastoral. “LGTBfobia cognitiva”, bautiza a la sesión sin ningún criterio científico.

Según las fichas de trabajo a las que ha tenido acceso eldiario.es, el proceso para dejar la homosexualidad es lento y debe compaginarse con psicoterapia, lecturas y tareas que completar en casa. La primera recomendación durante la reunión es dejar de consumir pornografía y masturbarse menos, para deshacerse del refuerzo positivo que supone haber recibido estímulos visuales. “Tú ya tienes un hábito muy arraigado. Para tener una relación con una chica tienes que controlarte”, explica B. V. La cita para la segunda sesión fue concertada el 23 de abril e iba a tener lugar en el mismo Palacio Arzobispal. “Atendemos también en el obispado. Tenemos un despacho allí”, confirma la pseudoterapeuta a eldiario.es. Una cita que ya no se producirá.

Rechazo de la aceptación

Uno de los documentos que se envía desde este centro del obispado considera la homosexualidad como indeseable: “La mentira gay y la desinformación sobre este tema está llevando a muchos adolescentes y jóvenes a pensar que han de aceptarse y por lo tanto, se les está condenando a una vida de sufrimiento, de mentira, de degradación y de muerte. En lugar de ayudarles a descubrir y madurar su verdadera identidad, la masculinidad, se les condena a vivir una falsa identidad”. Se habla de falsa identidad porque quienes llevan a cabo estos tratamientos consideran que la homosexualidad ni siquiera existe.

El trauma que sufrieron las personas con tendencias homosexuales ha provocado lo que en el obispado de Alcalá llaman AMS y PMS: atracción y proyección hacia las personas del mismo sexo. “La AMS es el grito, la alarma, la fiebre que te avisa de que algo en ti necesita madurar, ser cultivado. Si la Mentira/Manipulación Gay no hubiera inundado todos los rincones de nuestro mundo y por el contrario fuéramos capaces de responder con prontitud y verdad a esta llamada del corazón de los adolescentes, sería muy sencillo y rápido madurar la personalidad y la masculinidad y superar la atracción hacia el mismo sexo”, reza uno de los documentos entregados a los jóvenes.

Este mismo vocabulario homofóbico aparece en la web oficial del Obispado de Alcalá de Henares. Desde donde hace varios años se define la homosexualidad como una inclinación que se puede cambiar mediante “una terapia apropiada”. En la página del Obispado existe incluso un directorio desde el que acceder a todo tipo de material homofóbico. Entre las webs recomendadas aparece esposiblelaesperanza.com, la misma asociación que pone en contacto a este periodista con la terapeuta.

No es nuevo que las instituciones religiosas que dirige José Antonio Reig Pla mantengan tesis que rechazan y denigran a los homosexuales. En 2012 demandó que los padres que tuviesen hijos con conductas homosexuales, buscasen “la ayuda de personas expertas y calificadas para proporcionarles todo el apoyo posible”. En 2008, cuando era obispo de Cartagena, trató de poner en marcha patrullas informativas para promover la virginidad, rechazar el aborto y el matrimonio homosexual.

Fuentes de la Conferencia Episcopal rechazan hacer comentarios ya que “este no es un órgano jerárquico de las diócesis, sino un órgano que les da servicio”.

Si has sido víctima de una de estas terapias y quieres contar tu caso, puedes escribirnos a nuestro mail pistas@eldiario.es

Fuentes oficiales del obispado de Juan Antonio Reig Pla, conocido por sus polémicas homófobas, puntualizan que se trata de “acogida y acompañamiento de personas que acuden a nosotros”. Sin embargo, eldiario.es ha comprobado en primera persona que tanto el contenido de los materiales enviados por correo como la primera sesión de pseudoterapia (impartida por una persona sin formación) están enfocados a que la persona deje de ser homosexual, algo que los expertos del Consejo General de la Psicología de España consideran anticientífico y peligroso, “porque suelen derivar en problemas de ansiedad, depresión y suicidio”. La ley madrileña lo califica directamente de ilegal, ya que prohíbe “la promoción y realización de terapias de aversión o conversión con la finalidad de modificar la orientación sexual o identidad de género”, independientemente de si las personas acuden voluntariamente o no, y las considera una infracción muy grave que puede conllevar la retirada de subvenciones públicas.

La supuesta terapeuta, B. V., dice ser doctora en biología y, como confirma el Colegio de Psicólogos de la Comunidad de Madrid a eldiario.es, no está colegiada y por tanto no tiene habilitación para hacer terapia de ningún tipo. En el obispado tiene un cargo en la sección madrileña del Pontificio Instituto Juan Pablo II, un centro de estudios que en España dirige el obispo de Alcalá de Henares y que imparte el “Máster para las Ciencias del Matrimonio y la Familia”, según el obispado.

Aunque la diócesis niega que sean terapias de reversión, la propia pseudoterapeuta lo admite en una grabación en una de estas sesiones ilegales y asegura que conoce bien el riesgo y la ley que lo prohíbe: “Explicarte por qué sientes lo que sientes y cómo dejar de sentirlo se considera homofobia. Yo sé que esto puede tener consecuencias. Esto es un acto LGTBfóbico cognitivo. Podrían llegar incluso a cerrarnos el centro”, dice al periodista, que se hace pasar por un chico confundido con su sexualidad. “Estoy teniendo contigo un acto homofóbico. O sea, yo te estoy intentando ayudar. Yo sé que esto puede tener consecuencias, hasta tal punto que yo podría ir a la cárcel”. También le pide que no se lo cuente a nadie, ni siquiera a sus amigos, y le avisa de que si lo hace habrá problemas para todos los que acuden y además le intentarán convencer para que no vuelva a una sesión.

El Gobierno retira la declaración de utilidad pública a HazteOir

  • Interior ha tomado esta decisión alegando que sus mensajes son “incompatibles con cualquier reconocimiento público”
  • Este departamento no considera que esta acreditación sea compatible con un colectivo que “denigra o minusvalora otras concepciones sobre la familia”
  • Iniciaron este procedimiento porque incluyeron la polémica campaña del autobús tránsfobo en sus cuentas del 2017

El nuevo autobús de HazteOir circula por Madrid / MB

El Gobierno de Pedro Sánchez ha decidido retirar la declaración de utilidad pública al grupo ultracatólico HazteOir. El Ministerio del Interior, del que dependen las concesiones y revocaciones de este beneficio, ha tomado esta decisión porque consideran que los mensajes difundidos en su polémica campaña del autobús tránsfobo “se pueden considerar atentatorios contra determinadas personas, colectivos y entidades, incompatibles con cualquier reconocimiento público”,  según ha adelantado la Cadena Ser y ha podido confirmar esta redacción.

El departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska ha tomado esta decisión emitiendo una resolución de doce páginas y firmada por el ministro en la que determinan que la actuación de este colectivo ultracatólico es “incompatible con la utilidad pública la promoción de las propias ideas de la forma extralimitada en que lo hizo Hazteoir, faltando al respeto y a la dignidad de las personas o colectivos que en nuestra sociedad tienen una concepción distinta en materia de orientación sexual”.

“Lo que resulta incompatible con la condición de utilidad pública, aunque esté amparado por las libertades ideológica y de expresión, es que una asociación que goza de este beneficio legal, más allá de sostener con sus actividades los fines estatutarios que fundamentan su existencia, realice actuaciones que, aunque no fuera ésta la intención, producen objetivamente el efecto de denigrar o minusvalorar otras concepciones sobre la familia, la identidad de género, la educación de la infancia, etc., cada vez más presentes en nuestra sociedad abierta, plural y diversa”, reseñan en la resolución emitida.

Campaña tránsfoba en 2017

La campaña que lanzó esta organización fue difundida con el lema Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo. Según explican fuentes del Ministerio, se ha tomado esta decisión después de que este colectivo incluyese esta actuación entre las actividades que realizaron en 2017 y que figuran en las cuentas que depositó en el mes de agosto.

La Secretaría General Técnica del Ministerio del Interior considera que estos mensajes “implica objetivamente un menosprecio de otras opciones dignas del mismo respeto que las que postula Hazteoir”. El 23 de agosto el departamento de  Grande- Marla ska acordó iniciar el procedimiento de revocación de la declaración de utilidad pública.  Según recoge el escrito, este colectivo llegó a admitir en sus alegaciones que la citada campaña “pudo resultar ‘ofensiva’  y ‘desacertada'”. Aunque insisten en que “el polémico lema tiene pleno amparo en la libertad de expresión”.

Antes de emitir la resolución final, Interior recabó las opiniones de la Dirección General de Servicios para las Familias y la Infancia del Ministerio de Sanidad, así como de la Dirección General para la Igualdad de Trato y la Diversidad del Ministerio de Presidencia. Este último organismo determinó que las actividades de esta organización “no parecen alinearse con la promoción de los valores constitucionales, antes bien, podrían situarse en un plano de enfrentamiento con la promoción y respeto del valor superior de la igualdad y el respeto del derecho fundamental a la igualdad de trato y no discriminación”.

Obtuvo la acreditación en 2013

El Gobierno del PP  declaró de utilidad pública a HazteOir en mayo de 2013 cuando ocupaba la cartera de ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, que firmaba la disposición del BOE en la que se oficializaba este beneficio que permite exenciones fiscales y justicia gratuita. En aquel momento, el grupo ultracatólico destacaba por su firme oposición al aborto y estaba inmerso en una intensa campaña para exigir a Alberto Ruiz Gallardón, entonces ministro de Justicia, que acabara con la ley de plazos de interrupción voluntaria del embarazo.

Unos años después la organización volvió a los titulares informativos al poner a circular, primero en la ciudad de Madrid, un autobús naranja con el mensaje “los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo”. El anuncio móvil formaba parte de una campaña contra las leyes LGTBI que ya había dado comienzo con la difusión de folletos homófobos a más de 16.000 centros educativos. Posteriormente, pusieron en marcha otro autobús contra la Ley estatal de protección del colectivo. “Van a por tus hijos”, alertaba el mensaje.

El autobús fue inmovilizado un tiempo en Madrid – la Audiencia Provincial levantó después esta medida–, pero recorrió otras ciudades españolas entre la indignación social y de los colectivos LGTBI. Meses después un juzgado de Madrid dictó que los mensajes tránsfobos del autobús no son mensaje de odio y archivó la denuncia de la Fiscalía.

El colectivo LGTBI, ante el año electoral: “No vamos a dar ni un paso atrás en nuestros derechos”

  • La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) llama a la unidad y a hacer un frente común frente a la irrupción de Vox y de cara a las elecciones del próximo mayo
  • Ha vuelto a mostrar su descontento ante la “lentitud” con la que se tramita la Ley LGTBI en el Congreso  y señala directamente al PSOE
  • “No vamos a aplaudir una ley que no garantice los derechos de todo el colectivo”, ha dicho su presidenta, Uge Sangil

Mané Fernández, Uge Sangil y Loren González en la rueda de prensa de la FELGTB.

Unidad de los movimientos sociales y defensa de los derechos humanos. Es la receta que el colectivo LGTBI propone tras la irrupción de Vox en la escena política y de cara a las elecciones del próximo mes de mayo. “Vamos a preservar los derechos conquistados. No vamos a dar ni un paso atrás ni a negociar ni dejar que nadie negocie con nuestros derechos”, ha dicho la presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Trans (FELGTB), Uge Sangil, en una rueda de prensa para analizar el contexto político actual.

El partido de extrema derecha se ha posicionado siempre en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, aprobado en 2005, y su líder Santiago Abascal  ha asegurado que le cambiará el nombre si tiene oportunidad. Amenazas, que se unen a incidentes de odio como el ocurrido este domingo en el centro municipal LGTBI de Barcelona, que amaneció con cristales rotos y pintadas como “Estáis muertos” o “Fuck LGTBI”. Ante este escenario, la FELGTB pide “unidad a todo el colectivo” y a otros movimientos como el feminismo, el antirracismo o las entidades que trabajan con personas con discapacidad. “Debemos estar todas a una. Haremos un frente común”, ha sostenido Sangil.

Como ya hiciera el pasado mes de noviembre, la federación ha vuelto a exigir agilidad en las negociaciones de la Ley LGTBI que tramita actualmente el Congreso de los Diputados. El colectivo ha vuelto a mostrar su descontento ante “la lentitud” con la que la Comisión de Igualdad tramita la norma y ha sugerido que el PSOE “está poniendo trabas” al contenido de la ley que tiene que ver con la autodeterminación de género de las personas trans. Sangil ha sido contundente en este sentido: “No vamos a permitir y no vamos a aplaudir una ley que no garantice los derechos de todo el colectivo LGTBI”.

En este sentido, Mané Fernández, portavoz de Políticas Trans de la federación, ha hecho hincapié en que los derechos de las personas tran son “una línea roja” que no permitirán que se traspase y ha aludido a la exclusión social y laboral que viven muchas personas del colectivo, especialmente las mujeres trans.

La FELGTB también ha aprovechado para presentar el arranque oficial del año temático, una estrategia anual con la que la federación pretende visibilizar un ámbito del movimiento LGTBI. Este 2019, será el dedicado a las personas mayores y la memoria histórica después de que el pasado 26 de diciembre se cumplieran 40 años de la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que consideraba delincuentes y perseguía a las personas trans y homosexuales.

El técnico de proyectos sociales y miembro de la Ejecutiva de la FELGTB, Loren González, ha explicado los ejes sobre los que trabajarán desde la organización este año temático, entre ellos, el envejecimiento activo, la realidad del VIH en las personas mayores o la de mujeres lesbianas y bisexuales mayores.

Beatriz, madre de un chico trans con síndrome de Down: “La sociedad cree que nunca lo va a tener claro”

  • Jack es un joven de 19 años con síndrome de Down cuya historia visibiliza la múltiple discriminación a la que se enfrentan las personas trans con discapacidad
  • “Son tratadas como eternos niños que inventan cosas y de pronto cambian de parecer. Imagínate si lo que dice es que es transexual”, explica su madre
  • Beatriz y su hijo combaten los prejuicios arraigados y apuestan por la construcción de referentes diversos: “Yo creo que hay muchas personas como mi hijo silenciadas por sus propias familias”

Jack.

“No creo que Jack sea el único chico trans con síndrome de Down. Estoy segura de que hay muchas personas con diversidad funcional a las que se les niega el derecho a la autodeterminación de género”. Beatriz Giovanna habla desde Alicante de su hijo, que nació hace 19 años y vive junto a su familia en la ciudad valenciana. Está aprendiendo el oficio de cocinero y le encanta jugar a baloncesto, pero además cuenta con otra característica que le ha marcado la vida: es un chico transexual. La de Jack es una historia invisible y apenas contada, la de un camino de obstáculos para lograr que su decisión sea válida y respetada.

“La palabra de las personas con discapacidad no es concebida como algo serio, para la sociedad no tiene importancia ni validez. No son tomadas en serio y son tratadas como eternos niños que inventan cosas y de pronto cambian de parecer. Imagínate si lo que dice es que es transexual”, explica su madre. Como el joven no se expresa ni escribe de forma convencional, Beatriz le ayuda a contar que “ser Jack” es lo mejor de todo el proceso, que empezó ya hace tres años. A sus 16 fue capaz de verbalizar con la ayuda de una psicóloga y una logopeda del centro al que acude que era un chico. Eso tras años de frustración y negativas a vestir y comportarse de una forma, asociada a la mujeres, que sentía impuesta.

Jack pone nombre y rostro a la múltiple discriminación que sufren las personas LGTBI con discapacidad, una realidad lastrada por la falta de referentes y de visibilidad. Así lo corrobora un reciente informe elaborado por la red europea  Transgender Europe (Europa Transgénero), un colectivo de escala internacional que ha puesto el foco en este tipo de situaciones. En el estudio se ilustran alguna de las barreras que impiden a este colectivo “acceder a sus derechos humanos” atendiendo al hecho de que “la transfobia y el capacitismo –la discriminación contra las personas con discapacidad– están a menudo arraigados a los servicios y profesionales” a los que acuden estas personas.

Ello convierte en “probable” que experimenten “discriminación en relación con ambos aspectos de sus identidades cuando simplemente están tratando de satisfacer sus necesidades”, concluye el informe, que apunta a la necesidad de adaptar las prácticas y los protocolos sanitarios, poner fin a las actitudes prejuiciosas y acabar con “la falta de autonomía” que suele recaer sobre estas personas.

“¿Tu hija sigue diciendo que es un chico?”

Aunque Beatriz no esconde el duelo que ha supuesto “perder a una hija para ganar a un hijo” y reconoce que no ha sido un proceso fácil, alude también a los lazos y la estrecha relación que han logrado tejer. “Transitamos con paso decidido y en busca del derecho a ser y gozar de una ciudadanía plena. Sí, la de un chico con retardo mental, mi hijo, que decide y sabe lo que quiere”. Frente al prejuicio, esta mujer pelea para evitar que se repitan algunas de las situaciones desagradables que ya ha tenido que vivir antes y alude a que está convencida de que el proceso de Jack ha sido más largo que el de cualquier otro joven trans de su edad.

“Hay cosas que se te quedan grabadas. Hubo una psiquiatra que insinuó que su transexualidad era producto de que yo quería tener un hijo en vez de una hija”, cuenta Beatriz. “Fue doloroso, pero lo que hice fue responderle que jamás se me ocurriría condicionar a mi hijo así y que no era una cuestión mía”. Recuerda también cómo una compañera con la que entonces estudiaba un máster universitario le preguntó: “¿Entonces tu hija sigue diciendo que es un chico?”. “El hecho de que tenga síndrome de Down hace que la sociedad crea que nunca lo va a tener claro y que está impedido para tomar decisiones”.

Más allá de este tipo de discriminación más cotidiana e invisible, las personas con diversidad funcional y con orientaciones sexuales e identidades de género diversas sufren también agresiones. De hecho, estos son dos de los parámetros que mide el Ministerio del Interior en sus informes anuales sobre delitos de odio: en 2017, se registraron 23 denuncias por el primer motivo y 271 por el segundo. Sin embargo, los colectivos creen que esta es la punta del iceberg lastrada por la infradenuncia. De hecho, solo la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales  contabilizó el mismo año 623 incidentes de este tipo.

Cambiar el nombre, pero no el sexo

En este sentido, el estudio de Transgender Europe hace hincapié en “el papel clave” que desempeñan las organizaciones en la puesta en marcha de un activismo “interseccional”, aquel que tiene en cuenta los diferentes ejes de discriminación que pueden confluir en una misma persona. Algo que, junto a la construcción de referentes, puede contribuir a romper el armario en el que están muchas personas: “Yo creo que hay muchas como mi hijo silenciadas por sus propias familias. De ahí la importancia de visibilizar esta experiencia de vida”, dice Beatriz.

Jack confiesa que actualmente se encuentra “muy feliz”. Desde el pasado mes de junio toma hormonas, pero aún no puede cambiar el sexo oficial en los documentos oficiales, aunque sí el nombre, algo que aún tiene pendiente y hará lo más pronto posible. Desde el pasado mes octubre, las personas trans y no binarias pueden modificar la mención registral relativa al nombre sin estar obligados a cumplir los requisitos que actualmente contempla la ley  gracias a una instrucción del Gobierno.Con respecto al sexo, sin embargo, la patologización sigue pesando, ya que deben presentar un informe que acredite que tienen disforia de género,  algo que el Congreso está trabajando para cambiar. “La sociedad tiene una deuda pendiente con las personas diversas”, concluye Beatriz.