Nacer hombre, sentirte mujer

La obra ‘Envasadas’ habla de la aceptación, de sentirte diferente, de identidad. Se representa los viernes en El umbral de la primavera de Madrid.

Elena Triviño, Pilar Barrera y Zaloa Zamarreño con el enigmático frasco.

Elena Triviño, Pilar Barrera y Zaloa Zamarreño con el enigmático frasco.

MADRID.- Dos mujeres, una mesa y un tarro de cristal que no está vacío. Así comienza Envasadas, una obra de teatro a caballo entre el pequeño y el gran formato que se representa todos los viernes en la sala madrileña El umbral de la primavera. A simple vista, el contenido del frasco podría ser una extraña salchicha descompuesta, aunque por el aspecto del bote parece que en un pasado albergó algún tipo de fruto en almíbar. En un acercamiento, de estos en los que tienes que guiñar el ojo para asegurarte de que lo que ves es lo que parece, descubres su contenido: un pene.

En realidad es una salchicha, pero como se trata de teatro, nuestra imaginación hace el resto. ¿Por qué un falo está dentro de un bote de cristal? Puede parecer mentira, pero eso no es lo importante, o al menos no tanto como para explicar el significado de la función. Sobre el escenario, una madre visita a su hija. Aunque tiene aspecto femenino, nació hombre. Hace diez años que no se ven.En el último reencuentro la hija era hijo. La obra, que dura 20 minutos, es un cúmulo de revelaciones entre ambas en busca de una aceptación que ninguna tuvo.

No vamos a tirar más de la manta. Si acaso, un dato: el padre nunca llevó bien el travestismo de su hija. Sobre este tema, la aceptación, hemos hablado con Elena Triviño, directora del espectáculo, Pilar Barrera y Zaloa Zamarreño, ambas actrices y desde Escocia con Javier Esteban, autor del texto y codirector. “La historia parte de un hecho real, el dramaturgo tenía una compañera de trabajo que un día le confesó que había sido hombre. Él se quedó flipado porque jamás hubiera pensado que esa mujer tan femenina pudiera haber sido masculino en el pasado”, explica la directora.

Prácticamente nos pasamos la vida pretendiendo ser aceptados: el trabajo, los amigos… y la familia. Nuestros padres son los primeros en los que buscamos aprobación, y más tarde, los primeros contra los que nos revelamos. “El amor de una madre con su hijo lo supera todo, aunque hay excepciones”, asegura Barrera, que hace de madre en la ficción. La mayoría de los padres que rechazan a sus hijos lo hacen, sencillamente, porque son diferentes. Qué tontería, ¿verdad? ¿Se imaginan a todos iguales? ¿Cómo podríamos distinguirnos? Algunos padres encuentran en lo que hace la mayoría una especie de camino hacia la seguridad que garantice el éxito de sus hijos. Es mejor ser médico que actor. Con lo primero encuentras trabajo y con lo segundo, pan y agua.

Reivindicar las diferencias

Ahora que se acercan las fiestas del orgullo gay en Madrid, la primera semana de julio, reivindicar nuestras diferencias parece justo y necesario. Y sobre todo, tener el valor para aceptarte. Caso difícil, porque algunos han crecido bajo la tutela de unos progenitores inquisidores que tienen un sentido de la ética propio de la época de Franco.

Afortunadamente, hablamos del pasado, las nuevas generaciones presumen de ser más tolerantes. Aunque queda camino por recorrer, un elevado número de ciudadanos trata el tema con naturalidad. “Hoy ya no es tabú”, asegura Triviño mientras hace una pausa y recuerda la labor de Pedro Zerolo, socialista que hace unos días falleció a causa de un cáncer y “una persona buena que luchó por los derechos de los homosexuales y los transexuales”. Barrera, que se mete en la conversación, recuerda que hace no muchos años debatir este tema era impensable: al colectivo se le trataba como “unos viciosos y no podían entender que una persona naciera de un sexo y se sintiera de otro”. Ahora las cosas son diferentes. Porque lo son, ¿verdad?

Es por ello que acercarse bizco y difuso al frasco y descubrir un pene no aporta mucha información. Es solo un detalle escabroso. Lo práctico de la función es el debate posterior. Esa fue la intención de Esteban, que escribe desde su piso en Escocia, reivindicar un discurso que nunca debe cesar, y de hacerlo será porque hemos aceptado las múltiples identidades. A él también la sociedad le ha impedido ser él mismo. Estudió Publicidad y Relaciones Públicas, y tuvo que emigrar para poder trabajar, pero no en lo suyo, ni remotamente. No es partidario de usar etiquetas. A la pregunta de ¿a qué te dedicas? Responde de esta forma: “soy incapaz de responder. Digamos que soy escritor que se dedica a muchas más cosas: unas para pagar la hipoteca y otras para pagar la luz”.

ALFONSO ÁLVAREZ-DARDET

‘La cruz simboliza el sufrimiento de los gays y transexuales en Brasil’

AMÉRICA LATINA Viviany Beleboni, la transexual que indignó a los líderes evangélicos

  • La joven lamenta ‘los mensajes de odio’ de políticos y líderes religiosos

  • El país registró 312 víctimas gays o transexuales en 2013, según un estudio

  • Viviany no se arrepiente de lo que hizo, a pesar de haber recibido numerosas amenazas

Viviany Beleboni simula la crucifixión bajo el cartel 'basta la homofobia'

Viviany Beleboni simula la crucifixión bajo el cartel ‘basta la homofobia’. REUTERS

Con el torso desnudo y pintado con sangre falsa, simulando ser crucificada y bajo el letrero “basta de homofobia”, corona de espinas y bandera gay, la travesti Viviany Beleboni incendió durante la Parada Gay de Sao Paulo el cada vez más polarizado debate sobre los derechos de la comunidad LGBT en Brasil. Aunque ella asegura a EL MUNDO que quería transmitir “una imagen de amor”, varias decenas de diputados evangélicos se indignaron en una sesión posterior del Congreso, rezaron un Padre Nuestro en la Cámara y pidieron el fin de estos “crímenes de profanación”, palabras del diputado Joao Campos, del PSDB. La iglesia católica se sumó a las críticas con un comunicado oficial de la Confederación Nacional de Obispos de Brasil.

La protagonista de la imagen, capturada por el fotógrafo de la agencia Reuters Joao Castellano, cuenta a El MUNDO que esa simulada crucifixión “simboliza el sufrimiento y la humillación diaria de los gays y transexuales en el país” y lamenta “los mensajes de odio” de políticos y líderes religiosos como el pastor Marcos Feliciano, uno de los portavoces más activos del lobby evangélico en el Congreso brasileño.

Líder mundial en crímenes homófobos, Brasil registró 312 víctimas gays o transexuales en 2013, según un estudio de la ONG Grupo Gay de Bahía, que la elaboró basándose en datos oficiales. Los insultos y agresiones verbales son visibles en cualquier esquina de las redes sociales y no hace falta escarbar mucho para conocer casos de maltratos físicos. “Empecé a darme cuenta de que era diferente por las agresiones que recibía”, relata Viviany. “Desde que empecé a jugar con muñecas y con las niñas, los niños del colegio empezaron a perseguirme, burlarse y golpearme. Una vez se juntaron seis, competían para ver quién me daba más fuerte“, cuenta, recordando con especial amargura una paliza que le dieron cuando tenía trece años al salir de clase, “aún tengo cicatrices en las rodillas”, desde la cual empezó a esconderse en cuanto sonaba la alarma del colegio. “Quienes no estaban de acuerdo con esas actitudes tampoco hacían nada, miraban para otro lado”, completa.

Criada en una familia de clase media-baja de una pequeña ciudad de interior del estado de Rio Grande do Sul,Viviany acabó huyendo para Sao Paulo, “en la gran ciudad hay más personas abiertas y más oportunidades de trabajo”. A falta de formación y medios para sustentarse, y cuando aún era un chico homosexual, empezó a prostituirse y fue el mundo de la noche el que le empujó a ser transexual. “La mayoría de transexuales se siente mujer y después se opera, en mi caso fue al revés, primero fue el cambio físico y después el mental, muchos otros transexuales me presionaron para que lo hiciera porque, como chico, tendría muchos menos clientes. Al principio, yo no me aceptaba, no era lo que yo quería, pero hoy día sí me considero transexual”, cuenta Viviany, que consiguió dejar las calles y hoy se gana la vida bailando en una discoteca.

Ambiente crispado

A la Parada Gay se llegó ya con un ambiente crispado entre líderes religiosos y portavoces de los derechos LGBT, después de que el mediático pastor evangélico Silas Malafaia se indignara y pidiera boicot a los productos de la marca de cosméticos Boticario por mostrar a una pareja homosexual en un anuncio. “¡Que vendan perfumes a los gays!”, decía, al tiempo que la comunidad LGBT salía públicamente en apoyo de la firma.

“Cada día escuchamos casos de travestis o gays apedreados, apuñalados, así que me planteé que este año en la Parada Gay quería hacer una manifestación diferente, algo que realmente llamara la atención”, reflexiona Viviany sobre la preparación de su crucifixión simulada, “que no se refiere a Cristo sino a todos los humillados en la cruz como somos humillados los transexuales y gays cada día”.“Nunca falté al respeto”, defiende la joven, practicante de la religión espírita, que contaba en 2010 con unos 3,8 millones de adeptos en Brasil.

Pocos días después, en el Congreso brasileño varios diputados evangélicos enseñaron un cartel mezclando fotos de la Parada Gay con otras marchas paganas que usaron símbolos religiosos (incluso una estadounidense) y 330 diputados firmaron una carta de repudio contra este tipo de expresiones, poco después de rezar un Padre Nuestro en la sala. “Es una tentativa de desmoralizar la creencia de millones de brasileños, con provocaciones innecesarias”, rezaba la carta, que recordaba que “la sociedad brasileña es religiosa y en su mayoría cristiana”. Algunos pidieron castigos y multas para lo que, creen, se trata de un crimen de odio contra símbolos religioso. Los obispos católicos, por su parte, calificaron como “claras manifestaciones de falta de respeto” algunas manifestaciones llevadas a cabo en la marcha, aunque no se refirieron expresamente a la transexual.

Viviany, mientras tanto, asegura no arrepentirse de lo que hizo a pesar de que ha recibido numerosas amenazas, muchas de muerte, en su Facebook, hasta el punto de haber decidido desactivarlo. “Creo que ha servido para despertar un poco a la sociedad sobre la violencia con la que nos tratan y también he recibido muchos mensajes de apoyo del tipo ‘representas el dolor de mi amiga que murió’, muchos casos que me han emocionado”, narra. Apoya, como gran parte de la comunidad LGBT, la creación de una ley que castigue como un crimen la homofobia para agravar las agresiones con esta motivación.

El problema es otro para líderes evangélicos como el diputado Rogerio Rosso, que pide que lo que se convierte en delito sea la “cristofobia”, que según muchos de ellos se manifiesta a diario en actos como la crucifixión de Viviany. La frontera, una vez más, entre la libertad de expresión y la discriminación religiosa, se torna difusa. Lo que está más claro es la gravedad de la violencia contra los colectivos gays, que se ha traducido en 148 homicidios en lo que va de año, según la página de Facebook “A quién ha matado hoy la homofobia”.

El último caso, recogido por la web G1 del grupo Globo, fue la muerte de un niño de 14 años muerto a pedradas en el estado de Espírito Santo, que ya sufría ‘bullying’ en la escuela según la madre contó a la prensa local.

@german_aranda

Homosexuales piden cambios en la política durante la Parada Gay de Sao Paulo

Millares de homosexuales y activistas desfilaron hoy en la 19ª Parada del Orgullo Gay de Sao Paulo, que este año se realizó con el lema “Yo nací así, crecí así y voy a ser siempre así” y en la que muchos de los participantes pidieron cambios en la clase política brasileña.

Carteles y consignas tuvieron como blanco de las críticas a políticos encabezados por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, apuntado como uno de los opositores en el Legislativo del proyecto de ley que pretenden tipificar la homofobia como crimen.

“El momento de Brasil para la comunidad LGBT (Lesbianas, Gay, Bisexuales y Travestis) no está fácil. El Congreso es muy conservador, pero al mismo tiempo tenemos esta parada magnífica aquí en la Avenida Paulista, que es la más importante de Sao Paulo”, señaló a Efe la senadora Marta Suplicy.

La congresista, quien fue ministra de Cultura y Turismo, lideró varias campañas del llamado ‘Movimiento Gay’ en Sao Paulo cuando fue alcaldesa de la mayor ciudad brasileña entre 2001 y 2004.

Suplicy destacó el respeto a la diversidad como uno de los caminos que debe adoptar el país.

“Eso es lo que el brasileño desea, porque no queremos vivir en la intolerancia, no queremos vivir en la pelea, no queremos violencia contra cualquier ciudadano”, apuntó la senadora, quien está dejando el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) por diferencias políticas con la presidenta, Dilma Rousseff, y otros líderes.

La organización esperaba 2,5 millones de personas durante la marcha y la concentración en la que se llevó a cabo una programación artística y cultural, pero números no oficiales de las autoridades calcularon la presencia de menos de un millón de activistas y simpatizantes, un número expresivo, pero inferior al de otros años.

Las críticas de la comunidad homosexual contra Cunha y otros legisladores del llamado ‘frente religioso’, del que forman parte algunos pastores evangélicos que son congresistas, han tomado más fuerza en los últimos días con el estancamiento para el debate de aprobación de diferentes proyectos a favor de ese grupo social.

Cunha defiende, entre otras medidas, la implementación del Estatuto de la Familia, que prevé el fin de la adopción por parte de parejas homosexuales.

“Nosotros tuvimos un retroceso en el Legislativo, siendo electas personas que no representan el pueblo y que están representando intereses propios y no los intereses que representan al pueblo”, comentó a Efe Fernando Quaresma, presidente de la Parada Orgullo Gay de Sao Paulo.

Para el activista, la parada “da visibilidad al movimiento ‘LGBT’ de Brasil, que es hoy el mayor del mundo”.

Un grupo de evangélicos participo de la marcha con el propósito de pedir “disculpas” por el maltrato y prejuicio de algunas religiones con la comunidad homosexual y portaron carteles contra los políticos y pastores cristianos Marco Feliciano y Silas Malafaia.

“En mi opinión esas personas no representan a los cristianos. Malafaia, Feliciano o Eduardo Cunha, ninguno de ellos representan al pueblo. En mi opinión, ellos levantan esas banderas homofóbicas para captar votos. Entonces, en verdad, eso es sólo un plan de poder y nada más”, resaltó Ramos.

Este año, la Parada del Orgullo contó con 18 carrozas gigantes de sonido, animadas muchas de ellas por pinchadiscos, cantantes como la ‘funkeira’ Valesca Popozuda y las actrices extranjeras del elenco de la serie televisiva estadounidense ‘Orange is the new black’, que aborda la temática homosexual y fueron invitadas para el evento.

Las actrices que participaron y danzaron sobre uno de los camiones de sonido fueron Natasha Lyonne (‘Nicky Nichols’), Uzo Aduba (‘Crazy Eyes’) y Samira Wiley (‘Poussey’).

El ayuntamiento de Sao Paulo organizó la infraestructura de la Parada y presentó a través de su oficina municipal de turismo una guía especializada sobre atracciones turísticas y comerciales de los establecimientos considerados ‘gay friendly’ (amigo homosexual).

El Museo de la Diversidad de Sao Paulo, el primero de su género en América Latina, exhibe durante la semana la muestra de ilustraciones ‘Homofobia Fuera de Moda’ y 280 salas de cine acogieron durante el mes una programación con películas de temática homosexual.

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http://www.eldiario.es/sociedad/Homosexuales-Parada-Gay-Sao-Paulo_0_396160800.html

Teo Pardo: “Me gustaría ver historias trans más felices en el cine”

Mujeres y Feminismos

[Entrevista a Teo Pardo, activista trans y feminista. Comentamos la película 52 martes.]

[Entrevista por Itziar Ziga]

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(Teo Pardo comienza aclarando que, aunque se nombra a si mismo en masculino, para el plural siempre utiliza el femenino genérico.)

¿De dónde sale esta película tan preciosa, tan rara en el retrato de una familia y un entorno?

La directora Sophie Hyde se puso unas normas antes de rodar la película. Grabaron cada martes y en orden cronológico, con actores y actrices no profesionales. De cada martes que se grababa, había que recuperar al menos una parte para la producción final. Todo esto genera una película muy particular que mezcla realidad y ficción. Además, partían de un guión semiabierto que se iba modificando cada martes. Se ve cómo va cambiando el tiempo a lo largo de la película y el aspecto de los personajes, algo que no consigues tan fácilmente si tienes quince días para grabar. La idea de alargar los tiempos huyendo de las prisas capitalistas me parece muy linda y muy feminista.

Las actrices y los actores no sólo no son profesionales, además están muy vinculadas a las realidades que refleja la película y han podido aportar mucho al guión. Por ejemplo, el personaje que hace de madre-padre, el personaje trans, está interpretado por Del Herbert-Jane que se identifica como genderqueer o de género ambiguo, no se identifica ni como hombre ni como mujer y tiene un conocimiento profundo de las realidades trans y esto se nota. Se nota que la película no está hecha por alguien que desde un lugar lejano decide retratar un mundo que desconoce.

La transición de la madre de Billie, de Jane a James, marca el inicio de la película. Comienza una transformación necesariamente física y que pasa por la consulta del médico…

Vemos que James va al psiquiatra porque sin su evaluación no conseguirá el tratamiento de hormonas. Si eres trans aquí y en otros muchos países, para cambiarte el nombre en el DNI te piden un tratamiento hormonal obligatorio y para acceder a éste, necesitas sí o sí un certificado psiquiátrico anterior que certifique que tienes una enfermedad mental que se llama disforia de género, que está catalogada en los manuales de enfermedades mentales. Ese tratamiento psiquiátrico puede durar entre seis meses y dos años, depende del caso. Vas allí a que alguien desde fuera evalúe tu género, algo muy invasivo.

¿Quién decide qué es ser hombre y qué es ser mujer, qué es lo masculino y qué es lo femenino? ¿Cómo alguien desde fuera puede evaluar mi género? Se dan esta licencia y deciden si puedes o no puedes continuar con ese proceso y si te dan o no acceso a hormonas. Estos procedimientos son profundamente violentos. Utilizan dos canales para evaluar tu género. Uno es un test, una batería de tres mil preguntas que se llama Test de Minnesota y es de los años 60. A parte de descartar otras patologías mentales, algo muy cuestionable, evalúa la masculinidad y la feminidad a través de preguntas como “¿te gustan las flores?”, el sí puntuaría femenino, “¿te gustan las revistas de mecánica?”, el sí puntuaría masculino. La medicina está construyendo la feminidad y la masculinidad desde una lógica heteropatriarcal.

Se refuerzan estereotipos de masculinidad y de feminidad aberrantes. Otro de los requisitos para pasar este test rápido es ser heterosexual. El otro test es el de la vida real. Tú vas a vivir en tu género de destino durante un tiempo sin haber hecho ningún cambio físico para demostrar que te adaptas. Vas haciendo ese juego de rol y mientras el psiquiatra te va diciendo. Para ser un chico, igual tienes que cortarte un poco más el pelo. Uy, esta camisa rosa fatal. Para la trans femeninas igual: tienes que ponerte más tetas, no te pintes tanto que pareces una puerta o píntate que pareces una camionera.

Nadie pasaríamos ese test si respondiéramos desde la sinceridad. La intimidación médica que sufrís es terrible.

Hay una escena en la que James está en la cama con su compañera de trabajo. Él le da placer a ella pero ella no puede tocarle a él. Para mí tiene mucho que ver con esos discursos médicos que te repiten sin parar: tienes un cuerpo equivocado. Cuando te lo han repetido hasta el infinito, es difícil pensar que el problema está en la sociedad que clasifica los cuerpos en normales y anormales y que dentro de los cuerpos normales sólo hay el de mujer estupenda y el de hombre cañón. Es difícil, porque son discursos que al final van entrando con calzador, se te han grabado a fuego. Y, además, la persona que emitía ese discurso es la que tiene la vuelta de llave para permitirte continuar con el proceso. Ese es un juego de poder que nos afecta mucho y al final la gente se siente incómoda con sus cuerpos.

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Los dos personajes principales, Billie y James, están en transición. Billie atraviesa la adolescencia y James el cambio de género.

Los 52 martes es el año que pasa desde que Billie tiene que marcharse de casa para facilitar la transición de su madre. Parten de un vínculo muy estrecho con su madre y ese vínculo a lo largo de la película se rompe y se reconstruye. La creación de la propia identidad, la importancia de los iguales. Esa tensión adolescente entre encajar y resistir, ser aceptada por los iguales y a la vez revolverse en contra de todos los patrones que durante toda su infancia han ido absorbiendo. Las identidades se van construyendo a través de la mirada del otro. James puede tener muy claro que se siente un hombre, pero si no es reconocido como hombre por los demás, no le sirve de mucho. La identidad no es algo individual.

Es muy bonita la escena en la que Billie llega a casa de su madre, de James, y se encuentra un paquete postal. Lo abre, dentro hay un prótesis: el pene de su nuevo padre. Y se lo pone debajo de los leotardos. Divertida, sin pudor, sin drama.

La representación es muy importante para generar vidas posibles. Me gustaría ver películas sobre la realidad trans más felices. En general los personajes trans suelen tener procesos difíciles, dramáticos, y claro que lo son. Todos los procesos vitales son difíciles y tienen complejidades. Está bien reflejar estas dificultades pero también tienen un montón de alegrías y te permiten pensar cosas que desde otros procesos de vida nunca hubieras pensado. Y se te abren caminos y alianzas muy lindas con otras personas que a mí me dan la vida.

Igual que ha pasado con el cine de lesbianas durante muchos años, que al final de la película ya estabas esperando que muriese alguna…

Sí, ha pasado con los personajes de lesbianas hasta hace poco y anteriormente con las mujeres en el cine.

Masculinidad en conserva

La lucha por salir de un cuerpo que no se siente como propio, la meta de ser quien uno quiere ser, de eso habla ‘Envasadas’, teatro a medio tiempo en Lavapiés

Zaloa Zamarreño (i), Elena Triviño (c) y Pilar Barrera (d)

Zaloa Zamarreño (i), Elena Triviño (c) y Pilar Barrera (d). / CARLOS ROSILLO

Un bote de cristal transparente preside una mesa cercada por dos sillas. Es la sala de visitas de una cárcel. Podría ser un pepinillo en vinagre. O una salchicha macerada en vino blanco. Pero es un pene. Cómo ha llegado hasta ahí es algo que desmenuza, con excelente manejo del tiempo, Envasadas, una obra de teatro a medio tiempo en El Umbral de Primavera, en el madrileño barrio de Lavapiés.

La pieza, que no supera los 20 minutos y que podrá verse los dos próximos viernes, es un ovillo emocional que se desmadeja tirando de un solo hilo: la transexualidad. Una cuestión hasta no hace mucho oscurecida por prejuicios y reminiscencias irracionales y absurdas de épocas pasadas. Aún hoy quedan rincones a los que esa luz, la del respeto, no llega. Envasadas es otra de las formas de acercarse al tema, de capturarlo, de darle calor y soltarlo, con fuerza, al público. Como una bofetada. En parte, porque es una historia real.

Cartel de 'Envasadas'.

Cartel de ‘Envasadas’.

Su autor, Javier Esteban, un publicista madrileño freelance de varias profesiones que ahora reside en Edimburgo, se preguntó por qué no contarlo: “Todos llevamos dentro, en mayor o menor medida otro ser que nos gustaría ser y que muy pocos nos atrevemos a mostrar”. El padre del novio de una amiga suya había decidido cambiar de vida, y su mujer y su hijo le acompañaron en ese viaje. “Los vecinos no tanto, vamos… que fueron unos capullos”. A Esteban le pareció una historia tan tierna y tan dura que decidió escribirla. “Sin tener que ver demasiado con la que me contaron”.

De sus manos pasó a las de Elena Triviño (Málaga, 1975), que aprovechó un pequeño parón laboral en su trabajo habitual en televisión para dirigir la pieza. “Ha habido mucho feeling, tanto personal como laboral y la comunicación y la sensibilización con el tema son importantísimas. Somos personas, independientemente de nuestra sexualidad”. Algo que acaba aceptando la madre, Pilar Barrera (Madrid, 1951), bajo la luz cenital. Una voz profunda pero dulce que desvela miedos y secretos en apenas dos metros cuadrados: “Es el reencuentro entre dos personas después de años sin verse, pero una madre perdona y acepta lo que sea con tal de estar unida a su hijo o a su hija”.

O a ambos, en este caso. Dos en un cuerpo. Él, fue. Ella, es. Zaloa Zamarreño (San Sebastián, 1974) es Sandra: “Un personaje maravilloso que consigue derribar todas las trabas; y también difícil, no creo que nadie sepa exactamente qué siente alguien que no se reconoce en su cuerpo”. Sandra está en prisión. ¿El motivo? El cierre a un tiempo dilatado en la memoria de ambas, la cicatriz aún tierna del pasado, y la espina dorsal de la obra. No se puede contar más.

El autor, desde Edimburgo

Javier Esteban, autor de 'Envasadas'.

Javier Esteban, autor de ‘Envasadas’.

Javier Esteban estudió publicidad y fue personal laboral del Ministerio de Defensa: Plaza a la que renunció. “Ahora soy decorador freelance, copy freelance, empresario sin mucho éxito, inventor de una sola cosa que no me ha dado un euro pero de la que me siento muy orgulloso, escritor y director de teatro”, ahí acaba la lista, según el autor de Envasadas, también, entre otras, de Despiertos, Efecto dominó, Amor propio, ¡¡Qué rollo!!, y algunos monólogos.

Ahora vive en Edimburgo, “la fría Edimburgo”. Y desde allí, habla de la concentración temática de la historia: transexualidad, maltrato, relaciones familiares… ¿Cuál, de entre todos los mensajes, es más necesario hoy?

“No voy a ser el típico que ante esa pregunta diga que no hay mensajes. ¡Una leche! En serio, yo lucho todos los días de mi vida por quitarme prejuicios e idioteces de la cabeza e intentar respetar al otro. A veces lo consigo, y cuando lo consigo yo soy más feliz y los demás son más felices. A ver, ¿por qué tenemos que amargar la vida de los demás si quieren vivir como les da la gana y no nos hacen daño?”

Dice de la foto que envía desde la capital escocesa que no es la mejor: “Pero no tengo otra en la que salga un poco bien, soy menos fotogénico que un camaleón”.

Uniformes para transexuales en la Universidad de Bangkok

TAILANDIA Dejará que elijan la indumentaria adecuada al género con el que se sienten identificados

  • La Facultad de Bellas Artes regula la vestimenta oficial para ‘ladyboys’ y ‘tomboys’

  • En Tailanda, los transexuales no pueden cambiar su género en el documento de identidad

De izqda a dcha los uniformes para ladyboys y para tomboys

De izqda a dcha: los uniformes para “ladyboys” y para “tomboys”. UNIVERSIDAD DE BANGKOK FACEBOOK

Para aquellas personas nacidas varones pero con mente de mujer, y para aquellos hombres encerrados en cuerpos femeninos. La Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Bangkok ha hecho historia regulando por primera vez un uniforme específico para la comunidad LGBT que permitirá a cada estudiante elegir la indumentaria adecuada al género con el que se siente identificado y no al marcado en su documento de identidad.

En Tailandia, el uniforme está muy extendido en las universidades pero hasta ahora la variedad se limitaba entre la versión masculina y la femenina. La citada facultad ha optado por dar un paso más allá, publicando en Facebook (otra novedosa forma de comunicar sus decisiones) fotografías “del uniforme de los géneros alterativos” yoficializando así la normalidad que implica la presencia del colectivo de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales en sus aulas.

“Nosotros, en la Facultad de Bellas Artes, tenemos una mentalidad abierta en lo que se refiere a la sexualidad, pero vistámonos apropiadamente para seguir las reglas”, se podía leer en el muro de la Facultad en la citada red social. A continuación las fotografías de los nuevos uniformes: los ‘ladyboys’, chicas nacidos chicos, podrán optar por falda negra y camisa blanca o, si se decantan por la segunda versión, por un pantalón más estrecho que el de los estudiantes varones.

En el caso de los ‘tomboys’, chicos nacidos chicas, la opción oscila entre la misma falda y un pantalón de tiro más largo que el de los alumnos varones. Quedan excluidas las minifaldas, los shorts y los vaqueros desgarrados tan usados por los adolescentes tailandeses.

El anuncio oficial ha sido muy bien aceptado por los estudiantes, a juzgar por los comentarios de las redes sociales, y aplaudido por el colectivo LGBT. “Estoy encantada de escuchar que esta universidaddeja a los estudiantes elegir el uniforme que se ajuste a su deseo y a su género“, explicaba Nok Yollada, ex modelo y reina de belleza y actual política, a la par que presidenta de la Asociación de Transexuales Femeninas de Tailandia.

La actriz Poy Treechada, también transexual, también se felicitó por la decisión ya que, a su juicio, el colectivo será aceptado en la sociedad si comienza a ser respetado en las universidades. La decisión viene a sumarse a la instalación, en algunas universidades tailandesas, de baños “del tercer género” para aquellos estudiantes que no se sintieran cómodos en el masculino o el femenino debido a la variedad de su condición sexual.

Para aquellas personas nacidas varones pero con mente de mujer, y para aquellos hombres encerrados en cuerpos femeninos. La Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Bangkok ha hecho historia regulando por primera vez un uniforme específico para la comunidad LGBT que permitirá a cada estudiante elegir la indumentaria adecuada al género con el que se siente identificado y no al marcado en su documento de identidad.

En Tailandia, el uniforme está muy extendido en las universidades pero hasta ahora la variedad se limitaba entre la versión masculina y la femenina. La citada facultad ha optado por dar un paso más allá, publicando en Facebook (otra novedosa forma de comunicar sus decisiones) fotografías “del uniforme de los géneros alterativos” yoficializando así la normalidad que implica la presencia del colectivo de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales en sus aulas.

“Nosotros, en la Facultad de Bellas Artes, tenemos una mentalidad abierta en lo que se refiere a la sexualidad, pero vistámonos apropiadamente para seguir las reglas”, se podía leer en el muro de la Facultad en la citada red social. A continuación las fotografías de los nuevos uniformes: los ‘ladyboys’, chicas nacidos chicos, podrán optar por falda negra y camisa blanca o, si se decantan por la segunda versión, por un pantalón más estrecho que el de los estudiantes varones.

En el caso de los ‘tomboys’, chicos nacidos chicas, la opción oscila entre la misma falda y un pantalón de tiro más largo que el de los alumnos varones. Quedan excluidas las minifaldas, los shorts y los vaqueros desgarrados tan usados por los adolescentes tailandeses.

El anuncio oficial ha sido muy bien aceptado por los estudiantes, a juzgar por los comentarios de las redes sociales, y aplaudido por el colectivo LGBT. “Estoy encantada de escuchar que esta universidaddeja a los estudiantes elegir el uniforme que se ajuste a su deseo y a su género“, explicaba Nok Yollada, ex modelo y reina de belleza y actual política, a la par que presidenta de la Asociación de Transexuales Femeninas de Tailandia.

La actriz Poy Treechada, también transexual, también se felicitó por la decisión ya que, a su juicio, el colectivo será aceptado en la sociedad si comienza a ser respetado en las universidades. La decisión viene a sumarse a la instalación, en algunas universidades tailandesas, de baños “del tercer género” para aquellos estudiantes que no se sintieran cómodos en el masculino o el femenino debido a la variedad de su condición sexual.

La importancia de llamarse Paul

Publicado por Página12

Por primera vez visita la Argentina Paul B. Preciado, una de las voces (españolas y también francesas) fundamentales de la Teoría Queer. Invitado por el MALBA y el Centro Cultural de España en Buenos Aires, este filósofo y curador de arte conocido como Beatriz Preciado hasta hace poco tiempo expone su decisión de habitar la masculinidad y el goce político que esto implica. La letra “B” persiste en su nombre como rastro de su historia personal, que incluye sin dudas el compromiso con los feminismos. A la pregunta ¿por dónde pasa hoy el desafío?, responde que por la inclusión de las políticas sexuales dentro de un movimiento de emancipación más amplio: “La revolución por venir será a partir de alianzas transversales con otros colectivos ninguneados o no será”.

paul b preciado

Paúl B. Preciado

Paul B. Preciado vuelve carne la crítica. Es en sí mismo la encarnación de los mismos cuestionamientos al régimen biopolítico que desarrolla en sus libros. Eso es ser autocobayo. De eso se trata el llamado a la intoxicación voluntaria que propone en su famosísimo Testo Yonqui: micropolíticas bioterroristas, autoexperimentación, ejercicios de reprogramación del género. Así como hizo Benjamin con el hachís, Freud con la cocaína o Micheaux con la mezcalina, enmarcados en toda una tradición de pensadores que usaron sustancias psicoactivas para producir conocimiento, Preciado vio en la testosterona una droga política, una arma química con el potencial de hacer explotar al sistema sexo/género desde adentro. En sus textos y en persona ha denunciado los protocolos de reasignación sexual (regulados por las instituciones médicas y jurídicas) como medios para normalizar la plasticidad sexual: “No quiero el género femenino que me fue asignado en el nacimiento. Tampoco quiero el género masculino que la medicina transexual me promete y que el Estado me acabará otorgando si me porto bien”. La heterosexualidad y la homosexualidad no existen, son ficciones políticas, dice. Del mismo modo que ser hombre o ser mujer son construcciones producidas “por un conjunto de tecnologías de domesticación del cuerpo”. Más que luchas identitarias –explica Preciado en Manifiesto contra-sexual, libro catalogado como una de las propuestas más influyentes y provocadoras de la filosofía contemporánea– “lo que me interesa es que las técnicas de producción de verdad, cuerpo y subjetividad no sean capturadas por el neoliberalismo, la elite sexual, el monolingüismo, sino que estén abiertas a lo múltiple: no se trata de ser un funcionario homosexual sino un revolucionario total”. Paul B. Preciado, agitador de mentes y cuerpos, es profesor en la Universidad París VIII, doctor en Teoría de la Arquitectura en Princeton, master en Filosofía contemporánea y Teoría de género en la New School for Social Research de Nueva York, donde tuvo como maestros a Agnes Heller y Jacques Derrida. Un montón de títulos que, según él mismo aclara, no sirven para nada si no se ponen al servicio de desarmar la dimensión técnica de todo aquello que se presenta como “natural”.

Qué dice un nombre

Desde diciembre de 2014, la persona que escribió Manifiesto contra-sexual, Pornotopía, Testo Yonqui, entre otras biblias de la teoría queer, decidió intensificar un proceso de masculinización, que empezó con la experiencia de administrarse testosterona de modo experimental desde 2005, y que ahora, con dosis más altas, ha cambiado de modalidad. Entre muchos otros efectos –“mi voz y mi cuerpo están cambiando”– hay uno lingüístico: Preciado hoy lleva el nombre masculino, según sus palabras, como una máscara más y a su vez como “una variable discursiva tremendamente importante para modular mi género”. Casi no hay fotos de esta etapa más que las que se ven en esta nota porque Preciado no ha querido documentar este proceso con imágenes sino con palabras. “A todas las sensaciones que experimento con el cambio de nombre y esta nueva transición las anoto compulsivamente. El nombre nuevo es una ficción, igual que el anterior. Pedirle complicidad a la gente, que te llame por otro nombre, incluso uno en el que al principio no te reconoces, es un pacto colectivo bellísimo. Un ejercicio de desidentificarme. Vivo este borrado con un enorme goce político. Cada vez que alguien me llama ‘Paul’ borra conmigo lo que el género normativo quiso hacer de mí. Tengo 44 años y me siento como un niño, llamando a todas las cosas de nuevo.”

¿Cómo decidís cambiar de modalidad?

–Hablar de transición lenta o rápida es una modulación política. La transexualidad, como la homosexualidad, es una noción inventada por la medicina. En la mayoría de los países europeos, si quieres cambiar de sexo, tienes que reconocerte como disfórico e iniciar una “terapia” para pasar de F a M o al revés. Cuando te piensas a ti mismo como un disidente del sistema sexo-género, la cuestión de cambiar de un lugar a otro, puesto que ambos son ficciones, no va. En mi caso es difícil hablar de algo así como “un punto de inflexión”. El supuesto cambio rápido legal hubiera sido entrar en el protocolo, administrarme 250 ml de testosterona por semana hasta que un comité médico me permita cambiar de nombre. La transición a mi ritmo ha sido una forma de mediar con mi propia tradición feminista, reapropiarme estratégicamente de la masculinidad sin ocupar una posición normativa. Me cuesta pensar por qué alguien elegiría un solo género toda la vida. No veo mi situación como excepcional; lo excepcional es la inmovilidad de género en el resto de la gente. Estoy cambiando ahora, pero tal vez al final de mi vida quiera cambiar a otra cosa.

Además, la B persiste…

–Durante mucho tiempo quise afirmar la posición de las mujeres como minoría en la filosofía pero al final tuve que renunciar y acabé de reconocer mi propio deseo, que políticamente es muy importante. Me conocieron como Beatriz, bueno, ahora le tendrán que dar la vuelta. Esa B está ahí como el rastro de temporalidad política, de lucha feminista. Estoy envejeciendo. Mi propia temporalidad casi es como la historia del feminismo del siglo XX y XXI. Viví en una dictadura, los ’70, me asignaron sexo femenino. A los cinco años alguien me llama bollera, me construyo desde la resistencia a esa injuria, luego voy a Estados Unidos y allí me doy cuenta de que no soy homosexual, soy queer. Accedo a la testosterona, sin ver diferencia entre ella y la filosofía.

¿Por qué no hay diferencia?

–Ambas son técnicas de producción de subjetividad, así como el chamanismo, la ayahuasca. Hay muchísimos rituales de transformación de la subjetividad. Yo tengo acceso a algunos que tampoco son la maravilla. Pero hay que sobrevivir con lo que hay. La transexualidad para mí no es volver a un origen, sino una deriva. Por supuesto que no transformas tu subjetividad y tu cuerpo solo, hay un colectivo alrededor. Pude acceder a la testosterona que estoy tomando ahora porque soy profesor de la Universidad de Nueva York y con el sistema médico pude ir a una clínica nada tradicional especializada en minorías sexuales. Aquellos históricamente patologizados, a los que se nos ha negado el acceso a las técnicas de producción de subjetividad, de repente encontramos un lugar para articular nuestros propios lenguajes con nuestras propias técnicas y resignificarnos políticamente. Cuando llegué a esta clínica dije: “Esta es mi casa, éstos son mis parias”.

¿Qué otros cambios le trajo a tu vida diaria esta forma de habitar la masculinidad?

–Estoy en un momento en el que ya no puedo entrar ni en los baños de hombres ni en los de mujeres, ni a las tiendas de hombres, ni las de mujeres. ¡Me echan de todos los sitios! Tomo aún más conciencia de las violentas y constantes fronteras de género. El espacio público y el supuesto espacio privado están absolutamente segmentados en términos de género. Está tan hipercodificado que el simple hecho de que pudiera haber mujeres con barba sería un escándalo. Y parece una estupidez. Hablar de las mujeres con barba debería darnos vergüenza: si hubiera sabido que iba a estudiar tantos años filosofía para acabar hablando de la depilación con láser… (risas). Pero realmente es así: la depilación con láser es una técnica de normalización necesaria para la estabilidad del sistema. Así que lo siento por la banalidad…

Qué dice un rostro

Toda arquitectura corporal es política. Preciado lo sabe desde la niñez, cuando le vio la cara al aparato médico, que fue el que le reconstruyó su propia cara. “Nací con una deformación de mandíbula. Durante años no tuve fotografías personales, sólo médicas. En casa no hacíamos fotos porque yo era deforme.” Pasó por dos cirugías de mandíbula, a los 7 y a los 18. Con todo cicatrizado escuchó por todos lados “estás fantástica”, ahí es cuando se dio cuenta de que “mi imagen y la que los otros veían no coincidían ni coincidirían nunca”. ¿Es la cara el reflejo del alma? Preciado responde que no: que la suya es el espejo de la medicina plástica, bastante poco sofisticada, de la España de los ochenta. “En Manifiesto contra-sexual pensaba la sexualidad a partir de la prótesis y no del órgano. Los movimientos que mejor respondieron a ese libro fueron los de diversidad funcional: tenían la necesidad de pensar la prótesis políticamente. No soy de hablar mucho de esto pero yo vengo de ahí, vengo de esa deformación congénita de mandíbula, porque pasé toda la niñez en contacto con el sistema médico en una redefinición constante de lo que era mi cara. Además tuve dificultades en el colegio, acabé en un grupo de educación especial para ocho alumnos con problemas de autismo y de adaptación al medio escolar. Mi infancia se dio en la tensión entre la diferencia y la normalización, y me ha dado una relación particular con el discurso científico y médico al que me dirijo casi como a un padre, en el peor sentido de la palabra.”

Garganta profunda

Al poder hoy no se lo obedece, se lo traga. En forma de cápsulas, por la boca, o se lo absorbe por los poros. Es líquido, viscoso, aspirable e inyectable. A veces, transparente. Siempre, dispuesto a fluir. Para Preciado –y alrededor de esa idea entre otras gira Testo Yonqui– el poder ya no produce cosas sino estados del alma, tejidos vivos, deseos, reacciones químicas, que también son moneda de cambio en el mercado. El poder ya no somete desde afuera como un aparato de ortodoncia, hace uno con el cuerpo. Se traga, también, a través de la mirada cada vez que la pantalla indica cómo hay que gozar, cómo consumir y consumar. La verdad del sexo toma forma de imperativo visual. Paul B. Preciado llama a este momento en el cual el poder ya no es ni vigilante ni castigador, exclusivamente, era farmacopornográfica. En Testo Yonqui, su diario íntimo de intoxicación voluntaria, un manifiesto tan personal como político para expandir el mal ejemplo, donde el autor demanda que el Estado saque sus números de sus genitales, Preciado respondió preguntas como ¿qué tendrá que ver el sexo con la economía? ¿Por qué la heterosexualidad produce plusvalía a través de la división del trabajo sexual? ¿Por qué ser hombre, mujer, heterosexual, homosexual, no son más que etiquetas? “Nunca fue pensado como un texto documental –dice–, las interpretaciones literales de lo que cuento allí no van porque no hay pretensión de verdad, sino ficción política”.

En Testo Yonqui te definís como pirata de género en contraposición al activista legalista. ¿Qué sucede cuando todo pasa por ingresar a la legalidad?

–No se trata de privilegiar unas luchas sobre otras, ni de pensar que la batalla por el matrimonio y la adopción, etc., no son la vía. Hay multiplicidad de estrategias que operan a distintos niveles. Todas necesarias. El problema es cuando una de ellas se convierte en finalidad última de activismo, que es lo ocurrió con el matrimonio. Me interesa inscribir las políticas sexuales dentro de un movimiento de emancipación más amplio que incluye a minorías raciales, minorías colonizadas y movimientos feministas. Hay una lucha, en absoluto acabada, por la redefinición del espacio democrático. Sabemos que el espacio democrático de la modernidad, que supuestamente se abre con la Revolución Francesa y al que tanto bombo y platillo le solemos dar como un espacio ejemplar, en realidad, es excluyente. Deja afuera un conjunto de sujetos que no son reconocidos como ciudadanos de derecho. Desde el siglo XVIII asistimos a un conjunto de luchas por la redefinición de ese espacio.

Dijiste alguna vez que más que luchar por el acceso equitativo al matrimonio sería más interesante luchar por abolirlo.

–En la medida en que, por ejemplo, hay una relación entre matrimonio y acceso a la nacionalidad, como en la mayoría de los países, ahí el matrimonio homosexual es una forma de reconocimiento del sujeto político. Pero eso no debe evitar que haya otras estrategias de lucha, más revolucionarias, de trasformación de las técnicas de gobierno. Lo central es quién tiene derecho a definir quién nos gobierna y cómo queremos gobernarnos. Históricamente, las mujeres, los homosexuales, los discapacitados, los adictos y todos los etcéteras de una lista que es casi la totalidad de la población, porque ahí también entran niños y ancianos, han quedado fuera de lo importante. Si miramos bien, ¡el espacio democrático está vacío! Las minorías han inventado una cultura de resistencias y ésa es otra utopía de espacio democrático, otras formas de relación, otros modos de vida, como relaciones múltiples o una filiación que no es necesariamente biológica. La belleza de nuestros movimientos minoritarios es que, no habiendo sido considerados sujetos de derecho, sin embargo, tenemos la capacidad de inventar nuestras propias técnicas de gobierno. Es una paradoja enorme.

A fondo y a la izquierda

Todos los que alguna vez fueron los impensables del feminismo aparecieron en el Manifiesto contra-sexual, su primer libro: juguetes sexuales, sexualidad anal, asignación del sexo de los bebés intersex, cultura BDSM. Preciado los convoca como los proletarios desviados de una revolución corporal. Habla para “la butch, la camionera, las bromas ontológicas, las imposturas orgánicas, las mutaciones prostéticas”. Un grito hacia las masas queer para reclutar a los invertidos del mundo pero no sólo a ellos: “La cosa va más allá de constituir a los lgbti como sujetos políticos. ¿Y la diversidad funcional, y la infancia, la animalidad, la Tierra? Las propuestas políticas radicales deben venir en esa línea, del conjunto de alianzas transversales”.

¿A qué se deben las dificultades del movimiento para armar alianzas transversales con otros colectivos?

–No veo tantas dificultades, por lo menos en Europa, que es el contexto que más conozco. Acabo de llegar de Estados Unidos a España justo para las elecciones municipales. La izquierda obtuvo muy buenas posiciones. Hay un tremendo entusiasmo popular. Los ’80 y ’90 aquí fueron de mucha despolitización excepto por las luchas del sida y la emergencia de los movimientos trans e intersex. Aparecían como muy periféricos pero ponían en escena un cuerpo vulnerable a las estrategias de normalización de la industria farmacológica y la gestión neoliberal. Después, la gestión neoliberal, farmacológica, etc., se han extendido al resto de la población. Después viene la crisis de 2008, con una enorme precarización de las clases medias en Europa, que ha hecho que se sientan vulnerables. Entonces se abrieron nuevas estrategias y aparece una nueva transversalidad, con los temas de precariedad y acceso a la vivienda, por ejemplo. Se han tomado estrategias que venían de las luchas del sida o del escrache argentino. Todas con mucha visibilidad performativa en el espacio público. Ese nuevo cuerpo vulnerable ha tomado forma a partir de 2008 y ha permitido que emerjan nuevas alianzas entre, por ejemplo, trabajadoras sexuales y los sin techo.

Es decir que las estrategias lgbti terminan nutriendo a otros colectivos.

–En Europa ha habido una emergencia fascinante de los movimientos de diversidad funcional y cognitiva, lo que antes llamábamos discapacidad, que está tomando modelos de acción de las políticas queer. Lo mismo con la cuestión racial, anticolonial y de migración. Ahora mismo esa frontera líquida que es el Mediterráneo, que divide Europa de Africa, se ha convertido en necropolítica, un lugar de muerte masiva. Eso ha generado una nueva conciencia: tenemos que tomar posiciones colectivas con respecto a cómo estamos definiendo la frontera política de Europa. Ya no se trata tanto de la identidad, de si somos gays, lesbianas, trans o lo que sea. El conjunto de tecnologías que nos normalizan son transversales, nos atraviesan a todos. En vez de seguir distrayéndonos con nuestras pequeñas luchas identitarias, pensemos cuáles son las técnicas de producción de la vida con las que nos queremos construir colectivamente. La identidad al final es otra de las ficciones de las que se sirve el neoliberalismo para evitar que podamos llevar a cabo una lucha global.

¿Estas nuevas alianzas podrían ser las nuevas multitudes queer?

–El interés que tuve, hace varios años, en inventar la noción de “multitudes queer” era establecer un diálogo entre la izquierda radical y los movimientos feministas y queer. Históricamente ha habido una ruptura entre esas dos tradiciones, que probablemente explique el fracaso de ambas. A esas multitudes de clase de la izquierda radical debíamos también poder pensarlas desde la sexualidad, cuestiones de razas y colonialismo. Las masas revolucionarias han estado para la izquierda descorporalizadas o encarnadas por un cuerpo masculino heroico. Yo quería poner en el centro un cuerpo no masculino, vulnerable, marica, indígena. Creo que la izquierda no me hizo mucho caso en ese momento (risas), pero esa noción me parece hoy muy operativa. La tradición de la izquierda ha sido muy cómplice del patriarcado. Ahora es tiempo de pensar juntos qué es la izquierda hoy.

En el principio la vedette fue el dildo, ¿cuáles son hoy las tecnologías que te interesan?

–Cuando me puse a trabajar sobre dildos era como un chiste. Un objeto impuro e invisibilizado. Estaba presente en la cultura lesbiana pero no se podía hablar de él porque surgían los fantasmas de que el dildo era un elemento patriarcal. Estaba haciendo un doctorado en teoría de la arquitectura y decidí mirar los dildos desde el punto de vista de la historia de la tecnología. Las tecnologías del cuerpo, como la testosterona, la píldora, etc., son productoras de subjetividad. En ese sentido hoy me interesan los medios de comunicación, las redes sociales, la informática. Como aparatos de producción de conciencia colectiva, ofrecen posibilidades de normalización y resistencia. Pienso a las tecnologías en sentido amplio, no son sólo máquinas: el matrimonio es una técnica, la familia también. Estoy prestando atención a lo que pasa en Estados Unidos con el Truvada. Se cree que va a prevenir el contagio del sida. El gobierno y los laboratorios piensan distribuirlo masivamente en los supuestos “grupos de riesgo”. Entonces, para las biomujeres tenemos la píldora y, ahora, a las “masculinidades de riesgo” (minorías raciales, etc.) se las trataría con Truvada. El resultado: una sexualidad totalmente mediada por técnicas farmacológicas.

Bestiario

En marzo de este año en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), el mismo día de la inauguración, se suspendió la exposición La bestia y el soberano, en la que desde hace más de un año y medio venían trabajando como curadores Paul B. Preciado, el historiador del arte Valentín Roma (ambos del equipo del museo) y los alemanes Hans D. Christ e Iris Dressler. El director del museo, Bartomeu Marí, declaró a último momento que había descubierto una pieza inapropiada y exigió su retirada. Frente a esto, los curadores decidieron suspender la muestra. La obra “degenerada” es una escultura de la austríaca Inés Doujak que no es nueva: ya había participado de la Bienal de San Pablo el año pasado. La obra muestra al rey Juan Carlos I siendo penetrado por la activista feminista boliviana Domitila Barrios de Chúngara. No es un dato menor que la presidenta de honor del patronato del MACBA sea la reina Sofía, esposa de Juan Carlos I. Finalmente la obra de Doujak se exhibió igual (y la venta de entradas del museo aumentó un 50 por ciento), el director de museo renunció pero antes despidió a Valentín Roma y Paul B. Preciado. “Valentín y yo –dice Preciado– siempre imaginamos que en algún momento las autoridades nos iban a querer ahorcar por las propuestas que llevábamos, ¡pero nunca pensamos que saldríamos de allí de manera tan esperpéntica!”

¿Cuál es tu reflexión sobre este episodio de censura ahora que han pasado algunos meses?

–Estamos en juicio contra el museo, así que por ahora no puedo explayarme muchísimo. Pero no creo que haya que leerlo en términos de censura sino de control institucional. El director del MACBA estuvo al corriente de todo, conocía la obra de Inés Doujak. Pero cuando la escultura llega al museo y el director le presta verdadera atención entra en un colapso epistémico. Dice que no puede exponerla porque la fundación MACBA, cuyo presidente es Leopoldo Rodés Castañé, un amigo personal del rey, lo iba a echar. Deja en evidencia que el museo público está controlado por la fundación que es propietaria de las obras y tiene unas relaciones oligárquicas con la casa real. La pregunta es cómo estamos definiendo el museo público, ¿es un espacio de representación del poder o un espacio de debate? El gobierno de la ciudad de Barcelona venía observando la programación que hacíamos con Valentín. Me han dicho que yo no programaba para el “público” sino para los sudacas, los inmigrantes, los discapacitados, las lesbianas, que era una programación de extrema izquierda. En el fondo lo que pasó en las últimas elecciones (en muchas posiciones los gobiernos de derecha fueron desplazados por las izquierdas) era algo que ya veían venir y estaban aterrados.

En el Cceba
Conversación con Majo Pulido y Elena Urko. Un encuentro sobre teoría y práctica de la performance. Moderan: Ricardo Manetti y María Valdez. Viernes 5 de junio a las 18.30. Paraná 1159.

En el Malba
La revolución que viene: luchas y alianzas somatopolíticas. Sábado 6 de junio a las 12. Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415.

Manifiesto contra-sexual
(Opera Prima, 2002).
Su primer libro es una de las Biblias de la Teoría Queer. Allí realiza un análisis crítico de las diferencias de género y sexo asociadas a la sociedad heterocentrada.

Testo Yonqui
(Espasa, 2008).
Su diario de autoexperimentación bioterrorista. Analiza cómo el modelo capitalista actual se asienta sobre dos pilares: la industria farmacológica y la pornográfica.

Terror anal
(Melusina, 2009).
Texto que acompaña El deseo homosexual de Guy Hocquenghen. Preciado sitúa en el ano un motor degenerado y generador de nuevos deseos que separa los tantos entre placer y reproducción.

Pornotopía
(Anagrama, 2010).
Ensayo que analiza la estética Playboy desde una perspectiva biopolítica y traza relaciones entre arquitectura, género, sexualidad y pornografía.

De Bruce a Caitlyn Jenner: historia de una transformación quirúrgica

HOLLYWOOD Horas de cirugía

Jenner, en Montreal en el 76, el pasado diciembre y en la portada de VF

Jenner, en Montreal en el 76, el pasado diciembre y en la portada de VF. CORDON | G3 | Annie Leibovitz

Pocas cosas faltan por saber de un Bruce Jenner que le contó al mundo su experiencia y sus razones antes de convertirse en Caitlyn Jenner y dejar con la boca abierta al mundo occidental. La gran incógnita quizá es la del final de su transformación, la última especulación abierta, que como era de esperar, ya se ha convertido en carnaza para los medios sensacionalistas que no han parado de cebarse con el caso en los últimos días.

Si se someterá (o ha sometido) a una cirugía de reasignación de sexo en los genitales es algo que es cuestión de tiempo que vea la luz. A simple vista, resulta obvio concluir que las operaciones en el cuerpo del ex atleta olímpico convertido en mujer han sido cuantiosas, empezando por los senos , que no dejan lugar a dudas en su sesión de fotos con Vanity Fair, el medio que eligió Jenner para mostrar su nuevo aspecto.

También se ha hablado de operaciones en la nariz, los pómulos y la nuez de Adán, además de otros retoques faciales que podrían haber elevado la factura hasta los 200.000 dólares, de acuerdo al portal Radar Online, que ha publicado diversas fotos de Jenner cuando entraba y salía de los distintos médicos que le han ayudado en su proceso de transformación. Él mismo cuenta en Vanity Fair que el pasado 15 de marzo se sometió a una operación de cirugía facial de 10 horas.

La citada fuente de Radar on line da por hecho que Jenner ya se ha hecho la operación de reasignación de sexo, un procedimiento quirúrgico mediante el cual se modifican los genitales de nacimiento de una persona. Sin embargo, la semana pasada The New York Post-también partícipe del ‘circo’ mediático en torno a Caitlyn Jenner- titulaba sin pudor: “Caitlyn Jenner todavía conserva su pene”.

Se haya sometido o todavía no a la reasignación de sexo, el principal interesado fue confirmando que se sometería a la operación en el ‘reality’ de televisión en el que interviene desde hace año como parte de la familia Kardashian. En uno de los últimos episodios, contestó con su sí ante la posibilidad de un cambio de sexo completo y a la opción de dejar de ser Bruce Jenner para siempre. Asimismo, señaló que ya tenía la cita concertada con un médico de Los Ángeles para dar el paso y que eso sería en algún momento de la primavera.

El cómo y el cuando puede que nunca se lleguen a saber. Lo que sí confirmó Jenner es que el acoso mediático ha sido frenético y que eso le complicó mantener en privado sus visitas a distintos médicos. Ahora, independientemente de los detalles escabrosos, su cambio parece completo, una mujer que ha conseguido su propósito a los 65 años.

@pscarpe

Reabierto el caso por supuesta discriminación a una niña transexual

niña

Una de las niñas espera a que se resuelva el problema para volver al colegio. / GARCÍA-SANTOS

Un juzgado de Málaga investigará si el colegio concertado de la capital en el que estudiaba la niña transexual que se cambió de centro porque no se admitía su identidad de género y se le daba trato de varón supuestamente denegó la prestación de un servicio público por motivo discriminatorio. La Audiencia Provincial ha estimado parcialmente el recurso presentado por la familia de la menor contra la inadmisión de una querella por estos hechos y ha ordenado al Juzgado de Instrucción 10 que tome declaración a la directora, una de las personas contra las se dirigió. La otra era el obispo de Málaga, Jesús Catalá, aunque la Sección Segunda entiende que del relato de la denuncia no se presume su participación.

El colegio no acató las instrucciones de Educación para que la pequeña pudiera llevar la falda del uniforme. La niña solía vestir el atuendo de deporte, que es unisex, y tras varios meses de conflicto,los padres optaron en febrero de 2014 por cambiarla de centro. Unas semanas más tarde, se querellaron contra la directora del colegio y el obispo de Málaga, que preside la fundación religiosa a la que pertenece, al entender que se le había denegado la prestación de un servicio público por discriminación, delito recogido en el artículo 511.1 del Código Penal.

El Juzgado de Instrucción 10 rechazó la querella en septiembre del año pasado al entender que no existía infracción penal y que los hechos denunciados no tenían encaje en el artículo que se alegaba. La Audiencia corrige ahora esa resolución y afirma que la negativa a la petición de la madre para que su hija pudiera asistir al centro con falda, teniendo en cuenta el momento en que se encuentra el procedimiento, es “encuadrable” en ese precepto penal.

Para la Sala, las personas contra las que se dirige la querella “tienen la obligación” como responsables del centro escolar de favorecer la prestación de la enseñanza, que es un servicio público, y la lesión al bien jurídico se estaría produciendo con su negativa, “independientemente” de que la niña llegara a acudir o no al colegio con el uniforme femenino.

La familia entendía que se había negado el derecho a la educación porque, cuando fue requerido por la Delegación, el centro contestó que si la pequeña acudía a clase con falda, sería llevada a una sala y se llamaría a su madre para decirle que así “no podía acceder al aula”. Esto, señala el tribunal, fundamenta indiciariamente que se deniega la prestación de ese servicio.

Que esa negativa sea causa de una discriminación se concretaría en que a una niña transexual no se le permite elegir el uniforme que se ajusta a su orientación sexual. “Entendida, no como una atracción erótica hacia otro –que es la única acepción que parece aceptar la resolución recurrida – , sino como manifestación externa del género de cada persona”, añade el auto de la Sección Segunda.

Para el tribunal “no resulta descartable” que haya existido un comportamiento “arbitrario y único” para un sujeto concreto y por razones discriminatorias por su orientación sexual, y por eso acuerda admitir la querella respecto a la directora del colegio y ordena tomarle declaración y hacer cualquier diligencia que se derive de la instrucción . Sobre el obispo, entiende que del relato de los hechos “no resulta” su participación en los mismos.

En pleno conflicto, la Junta revisó el concierto que mantiene con el colegio y lo mantuvo, aunque hizo un apercibimiento para que retirara de sus normas de funcionamiento la obligatoriedad de llevar uniforme. El tribunal, en su auto, aprecia “un importante grado de inhibición” en este asunto de la Administración autonómica, que se limitó a “recomendar” al centro escolar la aplicación “de toda la letanía de normas” que integran el marco educativo español, pero sin adoptar medida alguna en el ámbito de sus competencias.

¿Y si tu madre se convierte en un hombre?

Sophie Hyde es una adolescente durante el cambio de sexo de su madre en ’52 martes’. La película, que le valió el Premio a la Mejor Dirección en Sundance, es un experimento narrativo, rodada con actores no profesionales.

Imagen de la película 52 martes, que ganó el Premio a la Mejor Dirección en Sundance.

Imagen de la película ’52 martes’, que ganó el Premio a la Mejor Dirección en Sundance.

MADRID.- Sophie Hyde enfrenta a una adolescente con el proceso de cambio de sexo de su madre en 52 martes. La película, que le valió el Premio a la Mejor Dirección en Sundance, es un experimento narrativo, rodada durante los martes de un año con actores no profesionales

La ópera prima de Sophie Hyde, 52 martes, una película que nació como experimento narrativo, ha terminado convirtiéndose en referente de la nueva ola del “cine trans”, una corriente que refleja el creciente interés social que existe por las cuestiones de género e identidad sexual.

Con actores no profesionales y rodada solamente durante los martes de un año, la película cuenta la relación de Billy, una adolescente de 16 años, con su madre desde que ésta le dice que va a someterse a una operación de cambio de sexo. La chica va a vivir con su padre ese tiempo, durante el que verá a su madre los martes por la tarde.

“Es emocionante, hay una nueva ola de películas trans que muestran que hay personas que no se conforman con el género que les han asignado. Son personas que sienten que no encajan y esa es una buena historia que todavía hay que seguir contando, es necesario”, dijo en una entrevista con Indiwire la directora y coguionista de 52 martes.

Un filme que pone el acento en la necesidad de ser uno mismo, más allá de cómo nos perciban los demás, en lo irreal de una división solo en dos de los géneros (hombre / mujer) y en lo poco que conocemos a nuestros padres.

“Tuve un padre que era abiertamente gay”

A propósito de la celebración, el 17 de mayo, del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, se han publicado los datos de una realidad de discriminación, acoso, agresiones… contra homosexuales y transexuales. Las personas transexuales son las más perjudicadas en los ataques contra la libertad sexual en el mundo, según reveló una encuesta que hizo hace tres años la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Esto, sin embargo, no es lo fundamental en la película de Hyde, que, aunque absolutamente consciente de ello, quería poner el acento en cuestiones psicológicas y familiares.

“Tuve un padre que era abiertamente gay, lo recuerdo desde que era muy pequeña, y eso para mí fue un privilegio, me mostró quién era él en todas su formas. Él no trataba de ocultar esa parte como si fuera algo que estuviera separado de su condición de padre. Yo creo que es muy bonito mostrar a un hijo cómo eres y eso es lo que yo quería busca en esta historia”, dijo en una entrevista en Australia Sophie Hyde.

Desde su película quiere preguntar al público: “¿Cuándo conociste a tu madre y a tu padre como una persona adulta y real? y ¿Cómo madre o padre, cuándo hay que mostrarse por completo a un hijo?”.

Un individuo inconformista del género

La identidad, los vínculos, la sexualidad, la familia, la mortalidad incluso, son temas que surgen en esta película, una obra que nació, sin embargo, como simple experimento narrativo. El coguionista Matthew Cormack propuso a Hyde rodar una película solo los martes y se pusieron manos a la obra.

Crearon unas reglas para su historia: rodarían en un año, una vez a la semana, los martes hasta medianoche, durante 52 semanas consecutivas y de forma cronológica; trabajarían con actores no profesionales a los que darían el guion cada semana; debería aparecer algo de cada uno de los martes…

Tilda Cobham- Hervey, una joven formada en el circo, acróbata, trapecistas y artista del hula-hoop, es Billy, la adolescente protagonista de esta película, en la que comparte cartel con Del Herbert-Jane, que en realidad llegó a este proyecto comoconsultor de la diversidad de género y al que invitaron a participar poco después como actor.

El masculino en este caso no es el género con el que se siente identificada esta persona. “Del –explica la directora- se identifica como un individuo inconformista del género, que piensa que el sistema binario hombre/mujer está obsoleto y es incapaz de expresar/representar toda la gama de individuos que conforman la humanidad. Del prefiere la utilización del pronombre sin género”.

Lo individual es lo que nos define

Entre el documental y la ficción, la película de Sophie Hyde va un poco más allá. 52 martes defiende también la idea de que a cada uno de nosotros nos define lo individual y no los grandes acontecimientos que suceden en nuestro tiempo.

La búsqueda sexual de Billy, el conocimiento de su madre, el vínculo con su padre se producen en medio de los conflictos en Siria, Egipto… y, aunque son imágenes que recibe constantemente, no son las que determinan sus decisiones.

Y todo ello es la mirada de una mujer, aunque ésta se pregunte desde su propia obra: “¿Qué significa ser una mujer?” A la cuestión hecha directamente a la realizadora, ésta responde que no está segura de la respuesta “aparte de que es personal y, por supuesto, muy política, como todas las cosas buenas”.

Bastantes menos dudas tiene respecto de la necesidad de que haya más mujeres haciendo películas. “Una cultura cinematográfica sin la voz de las mujeres es limitada y refleja la vida de una forma poco sincera”, afirma.