TRANSEXUALIDAD INFANTIL : Leo se siente ahora más Leo

El servicio de salud vasco suministra bloqueadores de la pubertad por primera vez a un niño transexual de once años de Irún

 

Leo y su madre contentos por empezar con el tratamiento hormonal

Leo y su madre contentos por empezar con el tratamiento hormonal JAVIER HERNÁNDEZ

“Ahora a los once años está feliz y seguro de sí mismo” “Soy un niño, ¿por qué me llamo Ane?”. A veces, los niños actúan de forma arrolladora. Esta es una de las frases con las que, con toda la naturalidad, Leo expresó el desacuerdo que sentía a su madre, Mónica Zamora. La ruleta biológica hizo que al nacer le asignasen un sexo que su corazón no sentía. “No había manera de ponerle una braguita de su hermana”, recuerda Mónica. Pero el desconocimiento lleva a los adultos a taparse los ojos y pensar que ya se le pasará cuando madure. “No sabemos interpretarles, sin embargo, ellos son contundentes”, reconoce. Leo, de once años y natural de Irún (Gipuzkoa), es el primer menor transexual al que el Servicio vasco de Salud, Osakidetza, suministra y financia inhibidores hormonales, después del preceptivo informe psiquiátrico.

El tránsito “es complejo” cuando las piezas del puzle no encajan en el esquema que la sociedad impone, reconocen los expertos. Una incomprensión, la de los adultos, que se da de bruces con la lógica de la infancia. La hermana mayor de Leo, Nagore, tiene 13 años y también lo tenía claro: “Es un niño, ama, no sé qué dudas tienes”, le solía decir a la madre de ambos. La identidad de género se determina entre los dos y los cinco años. No depende de los genitales: hay niños con vulva y niñas con pene. Con diez años, cuando Ane empezó a intuir que le salía el pecho, fue cuando Leo se hizo fuerte y marcó un punto de inflexión. “No quería cenar, lloraba, tampoco quería ir al colegio… Intuí que podía ser por eso. Vimos juntos el documental El sexo sentido y enseguida me dijo: Esto es lo que me pasa a mí”.

Fue tajante. Lo tenía claro. Al día siguiente, fueron a pasear al monte, y dio el paso: “Quiero que me llamen Leo ya”, le decía y “estaba ansioso”, recuerda Mónica. Poco a poco fueron encajando las piezas. Él siempre había sido un niño , pero, a partir de ese momento, fue Leo para el resto. Hizo el tránsito social y pocos meses después se informaron del siguiente paso: frenar la pubertad. Se pusieron en contacto con la endocrino de la Unidad de Género del Hospital de Cruces. Después de recibir el informe psiquiátrico favorable que garantizaba la transexualidad de Leo, tuvieron que esperar seis meses de seguimiento antes de recibir la primera inyección de bloqueadores hormonales.

Se les hizo eterna la espera. “Lo vivió con mucha angustia, con miedo a que le crecieran los pechos. Cuando empezó las clases de gimnasia se ponía delante del espejo para comprobar que no se le notaba nada y preguntaba “¿cuándo vamos a empezar?”. Ese día llegó en octubre. Después de la primera sesión su mundo cambió. Se reafirmó. “Ahora está seguro de sí mismo”, se felicita Mónica. “Antes escondía el rosa, no bailaba, tenía bloqueado todo lo que a los ojos de los demás podía asociarle con una niña. Ahora está súper feliz. ¡Se ha apuntado a clases de hip hop!”. Un paso firme para Leo y Mónica que también abre la puerta a otros menores que puedan verse en el mismo espejo porque es la primera vez que Osakidetza suministra y financia inhibidores hormonales a un menor transexual.

Leo sigue viviendo como él quiere vivir con la complicidad de su familia y del entorno. “Hemos tenido muestras de apoyo a todos los niveles”. Con once años ha alcanzado un grado de madurez que le lleva a no negar su vida anterior, ni su nombre Ane, tampoco su vulva. Mientras Leo sigue avanzando las instituciones siguen estancadas. Tiene su DNI guardado en el cajón. Podría solicitar el cambio de nombre, de Ane a Leo, pero seguiría apareciendo la etiqueta de género. “Que le pongan Leo y sigan etiquetándole como mujer no soluciona nada”, reprocha Mónica. Espera que las instituciones, de una vez por todas, avancen a la par que un niño de once años.

SALIR DEL ALA DE PSIQUIATRÍA

“La Unidad de Género debe salir del ala de Psiquiatría del hospital”, reclaman desde la asociación Chrysallis. La Asociación de familias de menores transexuales en Euskadi, Chrysallis, cumplirá un año el mes que viene. Afirman que es un paso en positivo el hecho de que la sanidad pública vasca ofrezca el tratamiento con inhibidores hormonales a Leo , pero denuncian que es “una falta de respeto y que vulnera la ley” el hecho de que la Unidad de Género creada en 2012 está en el ala de Psiquiatría del hospital de Cruces. Su presidente, Aingeru Mayor espera que se corrija en el Plan Integral que prepara el Gobierno vasco “con cuatro años de retraso”.

El Gobierno vasco ha puesto en marcha una comisión de trabajo de cara a aprobar una línea integral de atención a la transexualidad. Incluye, entre otros muchos aspectos, un protocolo específico en los colegios. Un texto del que hay un borrador y desde la asociación consideran imprescindible que, además del respeto a la identidad sexual y un protocolo contra el acoso, incluya un programa de formación para docentes, familias y la intervención pedagógica en el aula. Asegura que ahora mismo lo primordial es divulgar el conocimiento en torno a la diversidad sexual porque “está demostrado que los niños a los que se les niega su identidad están sumidos en la tristeza y cuando hacen el tránsito florecen”.

Detenido el presunto agresor de un joven transexual en Granada

La víctima, el joven de 21 años Daniel Peinado, que denunció los hechos, fue abordado hace una semana y media por dos jóvenes con los que se cruzó cuando paseaba a su perra

Daniel Peinado, la víctima de la agresión, en uno de sus vídeos en su canal de YouTube

Daniel Peinado, la víctima de la agresión, en uno de sus vídeos en su canal de YouTube

GRANADA.- La Policía Nacional ha detenido a un joven con antecedentes policiales como presunto autor de la agresión, lesiones y amenazas que sufrió hace unos días un joven transexual cuando paseaba por una plaza de Granada.

La víctima, el joven de 21 años Daniel Peinado, que denunció los hechos, fue abordado hace una semana y media por dos jóvenes con los que se cruzó cuando paseaba a su perra, ha informado este lunes la Policía Nacional en un comunicado.

Uno de ellos se acercó al joven transexual, al que conocía por un vídeo que circulaba en las redes sociales, y empezó a proferir contra él expresiones vejatorias y humillantes mientras le daba golpes y patadas.

Según ha verificado la Policía, el acompañante del ahora detenido no participó en las agresiones verbales ni físicas, por lo que no ha sido arrestado.

Una vez que la víctima denunció las agresiones en comisaría, la Policía abrió unainvestigación aplicando el protocolo contra los denominados delitos de odio, que establece protección a la víctima en todo momento y el apoyo necesario para su seguridad.

Los agentes localizaron finalmente al presunto agresor de las agresiones y establecieron un dispositivo para su detención. El presunto autor de los hechos fue detenido y puesto a disposición judicial.

Según relató la víctima tras sufrir la agresión, los hechos se produjeron cuando paseaba a su perra y se le acercaron dos jóvenes de su edad que, antes de agredirle, le dijeron entre otras cosas que “si Franco estuviera vivo me fusilarían, que era un degenerado, que por mucho que hiciera siempre sería una mujer y que todo lo hacía por vicioso”.

El joven, que no reconoció a sus agresores, interpreta que ambos conocían su transexualidad por los vídeos que ha colgado en Youtube en los que cuenta todo el proceso y su experiencia personal, un canal en el que también ha narrado la pesadilla de la paliza.

“Lucía es una niña con pene, si no cuestiono a mis otros hijos, ¿por qué lo voy a hacer con ella?”

Abi, Agustín y sus cuatro hijos

Abi, Agustín y sus cuatro hijos

Abigail Labayen es la madre de la que se ha convertido en la menor transexual más pequeña en conseguir rectificar su nombre en el Registro Civil. Lucía acaba de cumplir cinco años, pero el día que sus padres recibieron la resolución judicial que enterraba el nombre de Luken, con el que la bautizaron, solo tenía cuatro. Su madre recuerda cómo al poco tiempo de empezar a hablar “comenzó a utilizar el castellano para referirse a sí misma en femenino, porque en euskera los adjetivos son neutros”, explica.

Fue entonces cuando esta familia de Asteasu (Gipuzkoa) decidió buscar información y dio con Chrysallis, una asociación que agrupa a familias de menores transexuales. “Estar en contacto con otras personas que ya están por delante de ti ayuda mucho; saber que no estás solo en el mundo es fundamental”, afirma Abi. Desde el colectivo, afirma, les dijeron “quizás tengáis una niña con pene”. Una frase que tanto a ella como a Agustín, su marido, no les resultaba extraña. “Lucía nos preguntaba mucho si podía ser una niña con pene y le dijimos que sí”.

Ambos observaban “desde siempre”  que Lucía mostraba preferencias “por todo aquello que socialmente se considera de mujer: los juguetes, la ropa…”. El tránsito social, afirma, comenzó en diciembre de 2014, cuando decidieron hablar con el colegio para pedir que la trataran como lo que es, una niña. “No hubo ningún problema”, comenta, “la profesora les dijo a los alumnos ‘ahora vamos a cambiar todos el nombre en los percheros'”. Abi agradece que “en toda la escuela están tratando el tema, informando, pero no hay recursos”, lamenta. Esta es, de hecho, una de las principales quejas del movimiento LGTB, que demanda la educación en diversidad como una pieza clave de las aulas.

Derechos sujetos a la arbitrariedad

Para Lucía el colegio constituye un espacio seguro. Pero no lo es para otros niños y niñas trans a los que no se les garantiza el libre desarrollo de su personalidad en el entorno escolar. Algo que pasa por ser tratados por su nombre o posibilitarles utilizar las instalaciones de acuerdo a su “sexo sentido”. “En Andalucía, Extremadura, Canarias y Euskadi existe legislación que obliga a ello”, enumera Natalia Aventín, presidenta de Chrysallis.

“No quiere decir que en otras comunidades no lo hagan, pero depende más de la voluntad del colegio o los profesores”, critica. Lo cierto es que así ocurre con la mayoría de derechos de las y los menores trans. La maraña de leyes autonómicas y la ausencia de una estatal provoca que estén sujetos a la arbitrariedad de médicos, jueces y centros educativos. Ocurre con el acceso a tratamientos hormonales que bloquean el desarrollo de la pubertad, por ejemplo, e incluso con la rectificación del nombre.

“A nosotros el fiscal nos dijo que no, pero cuando la jueza consideró que era necesario para que Lucía pudiera vivir plenamente no recurrió”, explica Abi. Confiesa que es un paso en el que en un principio no pensaban, pero poco a poco fueron dándose cuenta de que podría generar situaciones violentas. “Un día fuimos al médico, y al usar Luken en las recetas, el hermano de Lucía le corrigió. El profesional dijo que hasta que no se cambiara en el ordenador no podía ponerlo. Al salir, la niña me pregunto: ‘Ama, ¿y cuándo va a cambiar el nombre en todas partes?'”.

“¿Y si mi hija no quiere hormonarse?”

Abi es consciente de que la decisión puede dar lugar a juicios sobre si es demasiado temprano. “Es una pregunta que yo misma me hacía”, asiente. Pero “cuando te empiezas a informar aprendes que la identidad de género se determina entre los dos y los cinco años y que no depende de los genitales, si no que hay niñas con pene y niños con vagina”. Algo que Lucía tiene claro a pesar de su corta edad: “Cuando nací me mirasteis y pensasteis que era un niño”, les dice a sus padres.

La información condujo a Abi y Agustín, que son padres de otros tres niños, a un punto de inflexión. “Cuando mis otros hijos, con tres años, me dijeron que eran chicos yo no les cuestioné, ¿por qué lo voy a hacer con Lucía?”. Abi lanza la pregunta junto a una reflexión: “Como sus genitales no corresponden a lo que socialmente nos han dicho qué es ser una mujer, lo ponemos en duda”, sentencia.

Sobre los siguientes pasos, la madre de Lucía se muestra indignada por que el Registro Civil restringe el cambio de sexo a los menores de edad. El DNI de la niña seguirá mostrando la letra ‘M’. La legislación actual se lo permite a los mayores de 18 años que, además, deberán contar con un informe médico que pruebe que han sido “diagnosticados con disforia de género” (“disonancia entre el sexo morfológico o género fisiológico inicialmente inscrito y la identidad de género sentida”, según la ley). También deberán llevar al menos dos años bajo tratamiento para “acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado”.

Unos requisitos que las asociaciones en defensa de los derechos trans consideran “patologizantes”. “¿Y si mi hija no quiere pasar por un proceso hormonal? ¿Es menos mujer por ello?”, pregunta Abi. “Se sigue dando por sentado que las personas cisexuales (aquellas cuya identidad sexual y género asignado al nacer concuerdan) son las cuerdas y las personas trans deben demostrar su cordura”, opina Aventín. La presidenta de Chrysallis pone un ejemplo: “La cirugía plástica es muy demandada por mujeres cis a nivel mundial, pero nadie les obliga a pasar por test psicológicos ni les tratan como a enfermas mentales”.

El gesto de Adele por educar a su hijo más allá de las normas de género

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Era un simple viaje familiar de Adele, pero las fotografías de la cantante paseando con su hijo Angelo, de tres años de edad y vestido como una de las princesas de Frozen, ha despertado el aplauso en medios de comunicación y redes sociales. La estrella estadounidense de Vine Freddy Amazin ha colaborado en hacer la imagen popular. Tras publicarla en su perfil de Twitter, más de 3.600 personas han compartido el mensaje.

La visita de la británica a Disneylandia, en California, poco antes de actuar en la ceremonia de entrega de los premios Grammy, ha despertado un buen número de comentarios positivos. Junto a ella aparecen en las fotografías su pareja, Simon Konecki, y su hijo en común. El niño luce el vestido amarillo y zapatos de Anna, uno de los personajes de la cinta de animación Frozen.

“Todavía no me he recuperado al ver a Adele dejar a su hijo vestir como una princesa. Realmente nunca pensé que pudiera quererla más”, dice el influencerante sus 3,8 millones de seguidores en la red social. Decenas de comentarios en respuesta a este tuit y en otros mensajes celebran el respeto que la cantante muestra por su hijo y el modo en el que enfrenta su educación.

“Adele le hace una peineta a los roles de género y deja que su hijo vista como Anna de Frozen para ir a Disneylandia”, destaca este tuit.

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“No suelo comentar la prensa de cotilleos, pero esto destruye las barreras de género”, comenta el cantante irlandés Bry con respecto a las fotografías familiares de la cantante.

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La razón por la que la cantante tardó años en lanzar un nuevo álbum tras el éxito de 21 fue el papel primordial que ha concedido a la educación de Angelo desde que naciera en 2012. “Lo primero que hago en la vida es ser madre, luego va mi vida personal y luego va mi trabajo”, ha declarado en el número de marzo 2016de la edición estadounidense de Vogue.

Hace tres meses, los fotógrafos captaban la imagen de la cantante en el aeropuerto JFK de Nueva York con su hijo Angelo disfrazado de Spiderman.

En la entrevista de portada de la revista Time de diciembre de 2015, la intérprete de Hello ya dejó clara su posición como madre de Angelo. “Estoy muy orgullosa porque haya nacido de mi vientre. Esa persona que está empezando a andar y a tener independencia. No puedo esperar por saber quiénes serán sus mejores amigos; quién va a ser su novia o su novio o qué películas le van a gustar. Siempre le apoyaré sin condiciones en todo aquello que quiera hacer o ser”.

Adele es una de las candidatas a premio en la próxima edición de los British LGBT Awards, que galardonan a las personalidades públicas que apoyan los derechos de la comunidad gay, lésbica, bisexual y transexual.

Reúnen en Internet documentación sobre la lucha por los derechos de los homosexuales

El servicio vasco de apoyo a lesbianas, gays, trans, bisexuales e intersexuales,Berdindu, ha creado en Internet un centro de documentación virtual en el que se reúnen todos los materiales generados durante la lucha por el reconocimiento de los derechos de las personas homosexuales en Euskadi.

En dicho centro, que está alojado en la página web de Berdindu, han volcado sus archivos documentales, tanto escritos como audiovisuales y gráficos, las cinco grandes asociaciones de defensa de los homosexuales que existen en Euskadi: Aldarte, Ehgam, Errespetuz, Gehitu y Guztiok.

Otras tres asociaciones que trabajan en este campo, Hegoak, Pikara y el Centro de Documentación de Mujeres Amite Albiz, incorporarán sus materiales próximamente, según informa en un comunicado dicho servicio, dependiente de la Consejería vasca de Políticas Sociales y Empleo.

Hasta el momento se han volcado en el sitio web 1.583 documentos, 726 carteles, 458 expedientes textuales, 149 audios, 141 vídeos, 74 expedientes fotográficos y 18 pancartas utilizadas en la lucha por el reconocimiento de sus derechos y de la igualdad con el resto de la sociedad.

En la página de Internet se ofrece una breve visión de la historia reciente del movimiento LGTBI en Euskadi y del cambio de mentalidad social e institucional que ha experimentado la sociedad vasca en estos años, así como de las acciones más relevantes llevadas a cabo por las organizaciones de homosexuales.

El archivo documental esta estructurado en seis apartados en los que se encuadran la memoria de los movimientos LGTBI, sus hitos históricos, su material gráfico, los recursos materiales con que ha contado, un listado de las principales asociaciones LGTBI y su entorno, una agenda de actividades de las asociaciones participantes y un motor de Búsqueda de materiales.

“Uno, o una, puede cambiar, nada es fijo, ni siquiera el género”

Serge Sceveneles, en la tienda de ropa sostenible Circular Project Shop

Serge Sceveneles, en la tienda de ropa sostenible Circular Project Shop. S. GONZÁLEZ-VALERO

Serge Sceveneles lleva de tribunal en tribunal todos los géneros que es. Maldita la gracia. Ni su ingeniería aeroespacial, ni su acento de belga a la española, ni su lucha por el sueldo fueron nunca un problema. Su género, sí. O sus géneros. Porque Serge es un hombre. O una mujer. O las dos cosas. O ninguna. Es un “género fluido”. Un intergénero. “Uno, o una, puede cambiar, nada es fijo, ni siquiera el género. El género es un modo de expresarse”.

Y así, expresándose, Serge Sceveneles lleva dos años viviendo una cuita procesal interminable a la que acaba de sumarse el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) con unas gotas de esperanza: que se anule la sentencia que avaló su despido.

Conocimos a Serge a finales de 2013, cuando contó a este periódico su peripecia. Había denunciado a la multinacional Rhea Systems, perteneciente al Grupo Fes-Moore Stephens Madrid, por un despido que su abogado, Armando Gil, y él aun hoy siguen considerando “nulo y discriminatorio”: “Me echaron exclusivamente por mi condición de diversidad de género”.

Este ingeniero, especializado ahora en análisis de datos, había sido contratado a finales de 2012 por Rhea, una empresa que trabaja para la industria espacial europea. En la entrevista de selección estaban tres altos cargos de la empresa y la directora de Operaciones de Rhea, Nicola Mann, una persona que resultará fundamental en esta historia.

Sceveneles les comunicó a los cuatro que él era un hombre, pero que no respondía a los estereotipos masculinos. “Les dije que, en realidad, no me sentía de ningún género. Me contestaron que eso no era ningún problema”.

En enero de 2013, Rhea hizo a Serge un contrato de seis meses a prueba. El ingeniero acudió a trabajar algunas veces con pantalones y muchas con falda y nunca tuvo conflictos. Pero, en febrero, una semana antes de que el director general, Andre Sincennes, visitara la sede donde Serge trabajaba, Nicola Mann le sugirió que se vistiera de manera más “formal”.

El día de la visita, Serge se presentó de negro. Y de falda. Entonces, el ingeniero fue conminado a volver a casa y ponerse unos pantalones. “Me pareció una agresión”. Sin embargo, el miedo al paro pudo más que el orgullo de ser y nuestro intergénero de combate aceptó. Pero con la condición de entrevistarse con el jefazo.

Según Sceveneles, la reunión fue un monólogo del director general, que le dijo que no podía ir a trabajar con falda porque su aspecto no correspondía a la imagen de la empresa. “Éstas son mis reglas. Vuelva a su despacho”, soltó Andre Sincennes. Y Nicola Mann allí, de oído y ojos presentes, de escribiente y testigo muda.

El ingeniero aeroespacial siguió trabajando allí tres meses “con dos episodios de mobing” de por medio. Y un mes antes del final de su contrato, Recursos Humanos le citó para decirle que “un problema de compatibilidad y comunicación con el director” provocaba la extinción de su vínculo “por no haber superado el periodo de prueba”, tesis que sostiene la multinacional para negar “discriminación alguna”. De nada sirvió que, según Serge, la jefa de Recursos Humanos, Magda Jennes, intentara convencer al director general para evitar el despido. “¡Hazlo!”, ordenó la máxima autoridad.

Serge Sceveneles llevó a juicio a Rhea. Pero, desde el principio, la vista oral celebrada en el Juzgado de lo Social Número 2 de Madrid no pintó bien para el despedido.

“El juez parecía tener prisa, quería ir rápido. Dijo que mi modo de vestir era como si él fuera a trabajar en pantalón corto. Armando y yo nos miramos y pensamos que no lo íbamos a ganar”, cuenta Serge en este arranque de 2016, el tercer año judicial de su vida. “Fue un juicio… incalificable. Al iniciarse la vista, el juez no consideró que se tratara de un despido discriminatorio, obligó a interrogar en inglés a una testigo cuya lengua vernácula es el francés y, sobre todo, se negó a citar a Nicola Mann, la directora de Operaciones de Rhea, que estuvo presente en la reunión en la que el director general prohibió a Serge vestirse con falda”, narra el abogado Armando Gil, aún frotándose los ojos y las demandas.

El 3 de febrero de 2014, el juzgado de lo Social madrileño no vio motivos de discriminación, absolvió a la empresa y zanjó el asunto. Pero Gil presentó ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid un recurso de suplicación. Y la historia cambió.

En su sentencia del 2015 recién terminado, el TSJM recrimina al juez de lo Social no haber practicado la “diligencia final” de la declaración de Nicola Mann, “pese a que el propio fallo del juzgado decía que las manifestaciones del actor no han sido acreditadas ni siquiera de manera indiciaria”. Y es que el TSJM argumenta que esas manifestaciones se refieren a la discriminación que Serge asegura haber sufrido como consecuencia de la entrevista con el director general “de la que fue testigo la señora Mann, cuya declaración, consecuentemente, deviene imprescindible y que, al no haber sido admitida, ha generado indefensión” a este transgénero sin dudas.

Así, el alto tribunal ordena que se practique, presencialmente o por videoconferencia, “la indicada prueba” y “se dicte una nueva sentencia”.

“No sé si soy optimista, porque la declaración no va a ser presencial, sino desdeBélgica, y me gustaría que todos estuvieran presentes. Pero creo que la onda europea es favorable. Espero que ahora las cosas salgan mejor”, aventura Serge, que mira con sonrisa las legislaciones que vienen por ahí. “Reconocer el tercer género no necesita argumentación. Lo que cuenta de las personas es lo que hacen, no sus características, ni su acento, ni lo que parecen. Eso es secundario”.

Lo dice Serge Sceveneles ojeando la ropa sostenible de Circular Project Shop, una tienda con la que ha participado en proyectos sobre la diversidad. “El término del tercer género parece complejo para mucha gente. Diversidad todos lo entienden”.

Como los jefes de su nueva empresa, un empleo firmado en los bordes finales de 2015. “No mencioné mi condición hasta el momento de firmar el contrato. Quería estar seguro de que me seleccionaban por mi competencia. Y justo antes de firmar, lo dije”.

– ¿Y qué pasó?

– Que el director me contestó que ya lo sabía. Había leído ELMUNDO hace dos años, sabía de mi condición y me dijo: ‘Eso no es ningún problema’.

Llega el tercer género

Entrevista con Serge Sceveneles, que se define como género neutro

Entrevista con Serge Sceveneles, que se define como género neutro. SERGIO GONZÁLEZ-VALERO

 

Entender en qué consiste el tercer género -o tercer sexo, o género neutro o incluso género fluido- exige un salto empático y una buena dosis de atención. Si todavía hoy a muchos cuesta comprender en qué consiste la transexualidad -la pasada Nochebuena, un joven transexual, Alan, se suicidaba tras sufrir años de acoso escolar-, abordar el ‘genderfluid’, como lo conocen en países anglosajones, pone del revés la concepción clásica del mundo como un lugar habitado por hombres y por mujeres.

En 2007, con la entrada en vigor de la Ley de Identidad de Género en España, las personas transexuales comenzaron a inscribirse legalmente con el nombre sentido, con independencia de que sus genitales fueran unos u otros y sin necesidad de pasar por el quirófano. En 2008, el pensador Beatriz Preciado (hoyPaul B. Preciado), profesor de Filosofía del Cuerpo en New York University y activista transfeminista, escribía en su volumen ‘Testo yonqui’: “Así están las cosas, habrá que hacerles frente: si no acepto definirme como transexual, como disfórico de género, entonces deberé admitir que estoy enganchado a la testosterona. Cuando un cuerpo abandona las prácticas que la sociedad en la que vive le autoriza como masculino o femenino, se desliza progresivamente hacia la patología. Esas son las opciones biopolíticas que se me ofrecen: o me declaro transexual, o me declaro drogadicta y psicótica. En el estado actual de cosas me parece más prudente declararse transexual y dejar que la medicina crea que puede proponerme una cura satisfactoria para mi trastorno de identidad de género”.

En las antípodas de España, esto es, Australia, 2010 trajo consigo un nuevo comienzo. El británico Norrie May-Welby, nacido hombre en 1961 y convertido en mujer, o en transexual, en abril de 1989, seguía sin sentirse él mismo. Afirmó: “La solución más simple es no tener identificación”. Y pidió que se le permitiera no identificarse ni como hombre ni como mujer. Fue en 2014 cuando el Tribunal Superior de Australia determinó la existencia de un sexo “no definido” con el que poder registrarse en documentos oficiales, como una tercera categoría además de la de hombre y mujer. Si hombre es XX y mujer XY, género neutro sería X.

Alemania, por su parte, acometió un proceso cercano pero diferente en 2013, cuando adoptó el término tercer género para atender las necesidades de las personas nacidas intersexuales o hermafroditas, o quienes, al nacer, no tuvieran sus genitales definidos. A la espera de que un sexo prevaleciera sobre otro, se permitía a los padre inscribir a sus hijos sin definición de género, con la posibilidad de hacerlo en lo venidero, cuando un género prevaleciera sobre otro.

En el lejano Oriente, mientras tanto, India decidía considerar tercer género a las personas transexuales, los ‘hijra’, una comunidad con una larga tradición que, en su mayoría, está formada por hombres que se visten de mujer o personas intersexuales. En la misma línea se manifiestan países como Tailandia, Nepal yBangladesh. España, dice el sociólogo y especialista en cuestiones de géneroLucas Platero, debería, sin embargo, mirar a América del Sur, a Argentina, en concreto.

“Alemania no tiene una legislación progresista, no permite la autodeterminación de la persona, y menos sin pasar por el diagnóstico médico, la Ley de Identidad de Género de Argentina, de 2012, que tiene sus reflejos en Colombia, Malta yDinamarca, permite voz y voto respecto al cuerpo y su identidad. Esto transforma los cimientos de la autoridad”, expone.

La posibilidad de que España adoptara el término tercer género en su legalidad a Platero no le parece “descabellado”, pero admite que se precisaría de una “voluntad distinta o cuando tengamos personas más libres”. “También era imposible que las mujeres votasen, o el divorcio…”, añade.

Es más, según argumenta Irene Culebras, abogada de Legalitas, un “procedimiento de reasignación” como el desarrollado en Australia “no se podría dar en España” e incluso “sería catalogado como una enfermedad mental”.

Desde el Programa LGTBI (Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales) de la Comunidad Madrid cuentan que, “en la actualidad”, se encuentran con “personas, sobre todo jóvenes, que se definen con un género no binario”. Los profesionales que les atienden intentan que se acepten, que refuercen su identidad y que se hagan fuertes ante la posible discriminación.

Dice Manuel Rodenas, abogado de este organismo, que “es necesario diferenciar todas las cuestiones planteadas, pues son diversas”. Si bien “algunas comunidades autónomas han aprobado leyes integrales trans y leyes contra la LGTBIfobia, en las que se va incorporando el reconocimiento de algunas realidades y su debida atención social, en la legislación estatal cuestiones como la mera definición e identificación de la persona con un género no binario o tercer sexo aún no se contemplan”.

Rodenas también piensa que, como en muchos otros asuntos, “la sociedad siempre suele ir por delante de la regulación de temas que afectan a la ciudadanía”. “Por tanto si bien hoy día no está regulado explícitamente, ello no es óbice para que, tras la oportuna demanda social, se establezcan las medidas adecuadas. Es algo que, en cualquier caso, está en manos de la demanda social que lo reclame y del legislador que lo establezca. España ha evolucionado legal y socialmente en las cuestiones que afectan a la identidad de género. Se trata de uncontinuo proceso de adaptación de la realidad material a la formal“.

Un transexual denuncia a dos jóvenes por pegarle una paliza e insultarle

Daniel, el joven transexual agredido en Granda, muestra las secuelas del suceso

Daniel, el joven transexual agredido en Granda, muestra las secuelas del suceso. M. RODRÍGU

La plaza -por paradoja- se llama de la Concordia y el barrio es el de Alminares, una zona colindante con el centro histórico de Granada, donde el martes pasado Daniel paseaba su perra. Una escena cotidiana en los jardines de esta plaza que, sin embargo, fue insoportable para los dos jóvenes que acechaban a Daniel, del que no soportaron su condición de homosexual: “Si Franco levantara la cabeza ya te habrían fusilado”, le dijeron, como preludio de la agresión que sufrió a continuación.

A esa hora la zona estaba desierta y Daniel prefirió no entrar en discusión. Se estaba marchando cuando uno de los agresores pateó a la perrita. Quiso decirles que el animal no tiene culpa de nada. “Yo tampoco”, precisa, pero prefirió irse. No hubo tiempo para ello. A pocos pasos sintió a sus espaldas la presencia de los dos jóvenes y todo se desarrolló entre una cascada de golpes e insultos.

Una auténtica paliza, en el relato de Daniel, de 21 años, a quien sus agresores llamaron por su nombre, probablemente reconocido a través del canal de una web donde esta nueva víctima de la transfobia ha colgado un vídeo contando el suceso. Los dos jóvenes le abordaron y entre insultos le derribaron mientras le golpeaban, golpes que le han provocado hematomas en la cara, costillas y piernas. “Me decían ‘prefiero ahorcarme antes que ser como tú’ y me llamaban‘vicioso’ y ‘degenerado’, sin dejar de pegarme”, rememora a El Mundo. La violencia del incidente le hizo pensar que “no saldría vivo de allí”.

Daniel se fue al Hospital Clínico donde tras ser atendido y recoger el parte de lesiones llamó desde el propio centro hospitalario a la Policía. “Los agentes me vieron muy nervioso y me recomendaron que me calmase y que al día siguiente presentase denuncia. La Policía Nacional ya investiga el suceso y trata de identificar a los agresores. Daniel tuvo que volver al hospital al día siguienteporque los dolores no cesaban.

“Yo no me he metido con nadie y nadie se merece ese trato”, que Daniel atribuye a “la diversión de dos personas” de las que lamenta “que haya todavía en el siglo XXI gente así”. A Daniel le duele, ante todo, “la parte emocional, pararme y pensar si no es suficiente que en un cuerpo que no me corresponde, que no deseo, “me tenga que ver con estos moratones”, que tres días después de la agresión se siente “el doble de fuerte” para evitar “que me humilles y se rían de mí”.

Entretanto, la Asociación de Transexuales de Andalucía ha condenado la agresión y ha reclamado a la Junta de Andalucía el “urgente desarrollo de las medidas” recogidas en la “Ley Trans de Andalucía”. La presidenta del colectivo, Mar Cambrollé, recuerda en un comunicado que “Andalucía cuenta con un marco jurídico desde el 2014 que contó con el apoyo unánime de todas las fuerzas políticas para su aprobación”, hecho que situó a esta comunidad como “un referente en todo el Estado español y en Europa”

“Es hora ya de que el desarrollo de la misma se haga efectiva en medidas contra la transfobia”, entre las que se incluyen campañas de sensibilización para contrarrestar las actitudes discriminatorias y la “imposición de estereotipos en relación con la expresión de la propia identidad de género”. La asociación exige una actuación rápida y una sanción contundente contra los agresores del joven granadino y se ofrece al Gobierno andaluz para trabajar en planes de educación y estrategias de sensibilización para acabar con la transfobia.

“Críos de 20 años me gritaban que los transexuales somos unos degenerados, que con Franco me fusilarían”

Daniel Peinado, un joven de Granada de 21 años, ha denunciado en Youtube que el pasado martes por la noche fue objeto de una agresión por parte de dos desconocidos por el hecho de ser transexual. “Me insultaron, me pegaron. Críos con 20 años: que somos unos degenerados, unos viciosos, que si Franco levantara la cabeza nos fusilaba, que ellos antes que ser como yo preferirían ahorcarse…”, relata Daniel desde su habitación. Los hechos han sido denunciados a la Policía, según Granada Hoy.

El muchacho explica en el vídeo que sufrió daños en el ojo, en el costado (muestra un hematoma) y en la pierna, que tiene vendada. Pero además, refleja un daño emocional por la impotencia que sintió: “Quiero contar cómo viví la experiencia de tener miedo y decir ¿merece la pena todo esto?”.

Según explica, los hechos ocurrieron en un parque cercano al Palacio de Congresos mientras paseaba a su mascota. Los agresores, a los que no conocía, le llamaron por su nombre y luego le insultaron. Golpearon al perro y finalmente lo golpearon a él. Daniel llegó a temer por su vida: “Supongo que en cierto modo… tenía que pasar. Hubo un momento en que pensaba que me mataban, que no salía de ahí”.

“Esto me ha hecho tener muy claro que antes que vivir una vida de mujer prefiero arriesgarme a estas cosas, aunque me duela y sea difícil, aunque sea un poco inhumano. Nunca te imaginas que vayan a ti. Nunca piensa que realmente hay gente cerca de ti así”, comenta el joven, entre incrédulo, dolido e impotente. Daniel abrió un canal de Youtube el pasado diciembre. En el primer vídeo comunicaba que había comenzado un tratamiento hormonal y ahora cree que los agresores podrían conocerlo por eso.

El relato de Daniel estremece porque refleja el sinsentido con el que actuaron los agresores y la incomprensión del agredido. “Yo no me meto nunca con nadie y no me merecía eso, que dos personas por diversión me dijesen las cosas que me dijeron (…) Mi pregunta es ¿de verdad en pleno siglo XXI hay gente tan patética de llegar a ese extremo?”. “¿A ti qué te molesta que yo sea transexual o deje de serlo?”, se pregunta más adelante.

Daniel Peinado, que recuerda el caso de Alan (un joven de Barcelona que se suicidó en diciembre ante el acoso de sus compañeros) reflexiona más adelante sobre las heridas que le deja el episodio: “Lo que más duele es la parte emocional, pararme y decir, ¿no tengo ya suficiente de verme en un cuerpo que no me corresponde, que no deseo, para que haya hijos de puta que se sacien con una persona, como se saciaron conmigo?”.

La Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera ha emitido un comunicado en el que, después de condenar la agresión que relata Daniel, pide a la Junta de Andalucía el desarrollo de medidas contra la transfobia previstas en la Ley Andaluza 2/2014, entre las que se incluyen campañas de sensibilización. “Es hora ya de que el desarrollo de la misma la haga efectiva, entre otras, en medidas contra la transfobia”, explica Mar Cambrollé, presidenta de la asociación.

“Críos de 20 años me gritaban que los transexuales somos unos degenerados, que con Franco me fusilarían”

Daniel Peinado, un joven de Granada de 21 años, ha denunciado en Youtube que el pasado martes por la noche fue objeto de una agresión por parte de dos desconocidos por el hecho de ser transexual. “Me insultaron, me pegaron. Críos con 20 años: que somos unos degenerados, unos viciosos, que si Franco levantara la cabeza nos fusilaba, que ellos antes que ser como yo preferirían ahorcarse…”, relata Daniel desde su habitación. Los hechos han sido denunciados a la Policía, según Granada Hoy.

El muchacho explica en el vídeo que sufrió daños en el ojo, en el costado (muestra un hematoma) y en la pierna, que tiene vendada. Pero además, refleja un daño emocional por la impotencia que sintió: “Quiero contar cómo viví la experiencia de tener miedo y decir ¿merece la pena todo esto?”.

Según explica, los hechos ocurrieron en un parque cercano al Palacio de Congresos mientras paseaba a su mascota. Los agresores, a los que no conocía, le llamaron por su nombre y luego le insultaron. Golpearon al perro y finalmente lo golpearon a él. Daniel llegó a temer por su vida: “Supongo que en cierto modo… tenía que pasar. Hubo un momento en que pensaba que me mataban, que no salía de ahí”.

“Esto me ha hecho tener muy claro que antes que vivir una vida de mujer prefiero arriesgarme a estas cosas, aunque me duela y sea difícil, aunque sea un poco inhumano. Nunca te imaginas que vayan a ti. Nunca piensa que realmente hay gente cerca de ti así”, comenta el joven, entre incrédulo, dolido e impotente. Daniel abrió un canal de Youtube el pasado diciembre. En el primer vídeo comunicaba que había comenzado un tratamiento hormonal y ahora cree que los agresores podrían conocerlo por eso.

El relato de Daniel estremece porque refleja el sinsentido con el que actuaron los agresores y la incomprensión del agredido. “Yo no me meto nunca con nadie y no me merecía eso, que dos personas por diversión me dijesen las cosas que me dijeron (…) Mi pregunta es ¿de verdad en pleno siglo XXI hay gente tan patética de llegar a ese extremo?”. “¿A ti qué te molesta que yo sea transexual o deje de serlo?”, se pregunta más adelante.

Daniel Peinado, que recuerda el caso de Alan (un joven de Barcelona que se suicidó en diciembre ante el acoso de sus compañeros) reflexiona más adelante sobre las heridas que le deja el episodio: “Lo que más duele es la parte emocional, pararme y decir, ¿no tengo ya suficiente de verme en un cuerpo que no me corresponde, que no deseo, para que haya hijos de puta que se sacien con una persona, como se saciaron conmigo?”.

La Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera ha emitido un comunicado en el que, después de condenar la agresión que relata Daniel, pide a la Junta de Andalucía el desarrollo de medidas contra la transfobia previstas en la Ley Andaluza 2/2014, entre las que se incluyen campañas de sensibilización. “Es hora ya de que el desarrollo de la misma la haga efectiva, entre otras, en medidas contra la transfobia”, explica Mar Cambrollé, presidenta de la asociación.