Llega el tercer género

Entrevista con Serge Sceveneles, que se define como género neutro

Entrevista con Serge Sceveneles, que se define como género neutro. SERGIO GONZÁLEZ-VALERO

 

Entender en qué consiste el tercer género -o tercer sexo, o género neutro o incluso género fluido- exige un salto empático y una buena dosis de atención. Si todavía hoy a muchos cuesta comprender en qué consiste la transexualidad -la pasada Nochebuena, un joven transexual, Alan, se suicidaba tras sufrir años de acoso escolar-, abordar el ‘genderfluid’, como lo conocen en países anglosajones, pone del revés la concepción clásica del mundo como un lugar habitado por hombres y por mujeres.

En 2007, con la entrada en vigor de la Ley de Identidad de Género en España, las personas transexuales comenzaron a inscribirse legalmente con el nombre sentido, con independencia de que sus genitales fueran unos u otros y sin necesidad de pasar por el quirófano. En 2008, el pensador Beatriz Preciado (hoyPaul B. Preciado), profesor de Filosofía del Cuerpo en New York University y activista transfeminista, escribía en su volumen ‘Testo yonqui’: “Así están las cosas, habrá que hacerles frente: si no acepto definirme como transexual, como disfórico de género, entonces deberé admitir que estoy enganchado a la testosterona. Cuando un cuerpo abandona las prácticas que la sociedad en la que vive le autoriza como masculino o femenino, se desliza progresivamente hacia la patología. Esas son las opciones biopolíticas que se me ofrecen: o me declaro transexual, o me declaro drogadicta y psicótica. En el estado actual de cosas me parece más prudente declararse transexual y dejar que la medicina crea que puede proponerme una cura satisfactoria para mi trastorno de identidad de género”.

En las antípodas de España, esto es, Australia, 2010 trajo consigo un nuevo comienzo. El británico Norrie May-Welby, nacido hombre en 1961 y convertido en mujer, o en transexual, en abril de 1989, seguía sin sentirse él mismo. Afirmó: “La solución más simple es no tener identificación”. Y pidió que se le permitiera no identificarse ni como hombre ni como mujer. Fue en 2014 cuando el Tribunal Superior de Australia determinó la existencia de un sexo “no definido” con el que poder registrarse en documentos oficiales, como una tercera categoría además de la de hombre y mujer. Si hombre es XX y mujer XY, género neutro sería X.

Alemania, por su parte, acometió un proceso cercano pero diferente en 2013, cuando adoptó el término tercer género para atender las necesidades de las personas nacidas intersexuales o hermafroditas, o quienes, al nacer, no tuvieran sus genitales definidos. A la espera de que un sexo prevaleciera sobre otro, se permitía a los padre inscribir a sus hijos sin definición de género, con la posibilidad de hacerlo en lo venidero, cuando un género prevaleciera sobre otro.

En el lejano Oriente, mientras tanto, India decidía considerar tercer género a las personas transexuales, los ‘hijra’, una comunidad con una larga tradición que, en su mayoría, está formada por hombres que se visten de mujer o personas intersexuales. En la misma línea se manifiestan países como Tailandia, Nepal yBangladesh. España, dice el sociólogo y especialista en cuestiones de géneroLucas Platero, debería, sin embargo, mirar a América del Sur, a Argentina, en concreto.

“Alemania no tiene una legislación progresista, no permite la autodeterminación de la persona, y menos sin pasar por el diagnóstico médico, la Ley de Identidad de Género de Argentina, de 2012, que tiene sus reflejos en Colombia, Malta yDinamarca, permite voz y voto respecto al cuerpo y su identidad. Esto transforma los cimientos de la autoridad”, expone.

La posibilidad de que España adoptara el término tercer género en su legalidad a Platero no le parece “descabellado”, pero admite que se precisaría de una “voluntad distinta o cuando tengamos personas más libres”. “También era imposible que las mujeres votasen, o el divorcio…”, añade.

Es más, según argumenta Irene Culebras, abogada de Legalitas, un “procedimiento de reasignación” como el desarrollado en Australia “no se podría dar en España” e incluso “sería catalogado como una enfermedad mental”.

Desde el Programa LGTBI (Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales) de la Comunidad Madrid cuentan que, “en la actualidad”, se encuentran con “personas, sobre todo jóvenes, que se definen con un género no binario”. Los profesionales que les atienden intentan que se acepten, que refuercen su identidad y que se hagan fuertes ante la posible discriminación.

Dice Manuel Rodenas, abogado de este organismo, que “es necesario diferenciar todas las cuestiones planteadas, pues son diversas”. Si bien “algunas comunidades autónomas han aprobado leyes integrales trans y leyes contra la LGTBIfobia, en las que se va incorporando el reconocimiento de algunas realidades y su debida atención social, en la legislación estatal cuestiones como la mera definición e identificación de la persona con un género no binario o tercer sexo aún no se contemplan”.

Rodenas también piensa que, como en muchos otros asuntos, “la sociedad siempre suele ir por delante de la regulación de temas que afectan a la ciudadanía”. “Por tanto si bien hoy día no está regulado explícitamente, ello no es óbice para que, tras la oportuna demanda social, se establezcan las medidas adecuadas. Es algo que, en cualquier caso, está en manos de la demanda social que lo reclame y del legislador que lo establezca. España ha evolucionado legal y socialmente en las cuestiones que afectan a la identidad de género. Se trata de uncontinuo proceso de adaptación de la realidad material a la formal“.