Detenido en Tenerife por ofrecer a un menor dinero para mantener relaciones sexuales

EN EL BAÑO DE UNA CAFETERÍA EN ARRECIFE

SANTA CRUZ DE TENERIFE. Un varón de 46 años ha sido detenido en Arrecife como presunto autor de un delito de abusos sexuales y corrupción de menores, después de que al parecer ofreciese 30 euros a un menor de 14 años a cambio de mantener relaciones sexuales en el baño de una cafetería, ha informado hoy la Policía Nacional.

El contacto entre estas dos personas se produjo por medio de una conocida aplicación de mensajería instantánea después de que el menor publicase en una red social su número de teléfono y fotografías personales, se indica en un comunicado policial.

El detenido no tiene antecedentes policiales y la investigación se inició porque la madre del menor denunció que había encontrado mensajes inquietantes en el teléfono móvil de su hijo.

La madre, tras observar que su hijo había comprado un aparato electrónico con dinero que ella no le había facilitado y del que éste no le supo dar explicaciones, halló una conversación inquietante en el móvil de su hijo con un número de teléfono desconocido.

En esas conversaciones el menor aceptaba mantener relaciones sexuales a cambio de 30 euros, se señala en el comunicado de la Policía Nacional, en el que se añade que el acto sexual se consumó en el baño del establecimiento.

Antonella: ‘Me prostituyo porque soy libre para hacerlo’

ACTUALIDAD   Manifestación el polígono Marconi

Miembros de la Agrupación Feminista de Trabajadoras del Sexo con un cartel de la 'performance'

Miembros de la Agrupación Feminista de Trabajadoras del Sexo con un cartel de la ‘performance’./ Fotos: Sara Montero

Trabajan cada día para mantener a su familia, no se fían de los políticos y protestan por las precarias condiciones de su empleo. Podría ser la descripción del español medio, pero hay algo que les separa del resto de ciudadanos: sonprostitutas del polígono Marconi, dicen que por voluntad propia. Este lugar es conocido en Madrid por albergar cientos de trabajadoras sexuales. Ahora han formado la Agrupación Feminista de Trabajadoras del Sexo (AFEMTRAS) para reivindicar sus derechos y este miércoles han realizado una ‘performance’ simulando barrer una de las calles de esta zona industrial y han leído su propio manifiesto.

Conscientes de que en la zona operan las mafias, aquellas que se consideran libres quieren reivindicar su trabajo y sus derechos. Aunque la imagen ‘mediática’ de la prostitución es casi siempre la de la explotación sexual, la ONU les da la razón. Según este organismo solo una de siete trabajadoras del sexo en el mundo ejerce obligada. Tras el debate social se encuentra la guerra de cifras: sindicatos como UGT elevan el número de mujeres forzadas al 95%.

Hartas de que la prensa “mezcle prostitución voluntaria con forzada, de escuchardebates políticos donde nunca se nos pide opinión y de una Ley de Seguridad Ciudadana que multa a clientes y a trabajadoras sexuales”, han decidido barrer las calles para de forma simbólica eliminar los prejuicios. Piden que se reconozca su actividad como un trabajo, que se regule y que habiliten espacios para poder ejercer. A cambio aseguran que ofrecerán respeto al vecindario y se alejarán de zonas familiares como los parques. Y no, no les gusta la palabra ‘prostituta’, prefieren llamarse ‘trabajadoras del sexo’.

YO DONA ha hablado con Antonella, miembro del colectivo AFEMTRAS.

‘No me tienen que legalizar. Ya soy legal’

29.09.2015_ Barcelona. La Boqueria. Serie de Pedro Simón Conversaciones imposibles. En la imagen(izq) Marga Carrera que ejerce la prostitución y Carma Freixa (der) Psicóloga, sexóloga y escritora posan juntas en el centro de Barcelona.NO UTILIZAR SIN CONSULTAR CON FOTOGRAFIA. José Aymá

Marga Carreras, prostituta, y Carme Freixas, feminista, hablan sobre prostitución FOTOS: JOSÉ AYMÁ | VÍDEO: IRENE FDEZ JUBITERO

Cuando les propusimos este encuentro, la prostituta nos dijo que no y la feminista que tampoco. Porque Marga Carreras no quiere que nadie venga a salvarle la vida y Carme Freixas no cree que se pueda debatir sobre ‘esclavitud sí/esclavitud no’. Lo que es hablar. Empezaron de uñas y casi terminaron de la mano.

A los hombres nos saluda estrechándonos una mano glacial y a las mujeres les da un beso a temperatura ambiente.

Eso es lo primero que nos transmite sin abrir todavía la boca: que para una señora como ella -50 años, madre y más de tres décadas ejerciendo la prostitución-, los besos -hasta los más inanes- cuestan.

-Mujer, no nos llames de usted.

-Es deformación profesional.

Se sienta Marga Carreras en frente de Carme Freixa, que en su doble condición de periodista y psicóloga pregunta y escucha…

-No sois libres -le dice la feminista.

-No serás libre tú -le contesta la prostituta.

Fue una hora de silla eléctrica. Ellas se quejaron del calor que hacía en la sala y -oyéndolas- los hombres que andábamos tras la cámara sentíamos frío. Atravesamos finalmente el mercado de La Boquería para hacer una foto en el Raval.

En el periodismo a veces sucede que la pregunta más tonta te trae una buena frase de vuelta.

-¿Y antes qué hacías, Marga?

-Trabajé 10 años en una tripería. Aquí mismo. Vendía tripas, lenguas… Y también corazones. [Se gira y nos mira] Yo sé mucho de entrañas.

El macho

Pregunta.- ¿Por qué existe la prostitución?

Carme Freixa: Existe porque estamos en una sociedad en la que la supremacía del macho hace que la hembra, en este caso las mujeres, puedan ser consideradas objetos vendibles, comprables y traficables. Nadie puede decir que vive en una democracia cuando el 50% de las personas puede ser comprada por el otro 50%. Compradas, vendidas, usadas y traficadas. Las mafias de traficantes han ido edulcorando el lenguaje: en lugar de llamarlo tráfico le llamamos industria del sexo, en lugar de hablar de comercio hablamos de trabajo… Hombre, yo no conozco ningún trabajo donde el hecho de poder ser asesinada, violada y maltratada sea una cosa rutinaria. Si conoces alguno me lo dices…

Marga Carreras: La prostitución existe porque entre las pocas, malas y mal pagadas opciones, ésa es una que tú escoges… Yo pienso que había que preguntarles a todas y cada una de las que ejercen, a las que vienen de otro país consentidas y consentidoras, a cada uno de los seres humanos, transformistas, travestis, mujeres, hombres, andrógenos… A cada uno de ellos, cuál es su realidad y qué quieren ellos. No que otros decidan en su lugar. ¿Pero alguna vez se le ha preguntado a ellos? Mira, sólo se vulneran los derechos de una persona cuando tú decides por ella. Cuando tú no la dejas decidir… Podemos convivir con los demás, pero respetando la realidad de cada uno…

C: La realidad de la mafia, querrás decir.

M: La de las personas que lo ejercen [Levanta la voz]. Porque ellas lo deciden. No me digas que hay personas que no lo eligen, porque entonces no sería una verdad real.

C: Aquí estamos en vías de poder probar cómo la mafia de la prostitución, en este país y en otros países europeos, está subvencionando a supuestos colectivos de mujeres que defienden los derechos de las trabajadoras.

M: Las mujeres que nos dedicamos a esto no podemos hablar. No tenemos voz. ¿Yo no soy una persona mayor para decidir mi vida? ¿Lo que estoy diciendo no es real? [Indignada]

C: Qué distintas suenan las palabras de las supervivientes de prostitución de las que supuestamente ejercéis libremente…

M: ¿Sabes de que soy yo superviviente? [Muy seria] De la vida. Y de la ignorancia de los demás. Que me juzgan sin conocerme.

P.- Hay estudios que hablan de que hasta un 80% de las mujeres que ejercen la prostitución sufren violencia física o sexual…

M: Nunca he sufrido violencia en mi trabajo. Sino de las personas que piensan que no soy una persona sensata y que no elijo mi vida. Eso sí que es una agresión.

C: Uno de los grandes problemas que tiene una persona que ha sido prostituida es el de la disociación cognitiva: todo empieza cuando trabajan con un sobrenombre, disocian su cuerpo de sus sentimientos, de su vida personal, y es otra persona la que está trabajando… Los estudios de la OMS dicen que estas personas sufren un estrés postraumático mayor que otras que no han sufrido estos problemas.

‘La puta feliz’

[Los datos de la prostitución hablan como un telegrama de urgencias. Cuatro millones de mujeres son víctimas de la trata cada año. Stop. Más de 12 millones de personas sufren situaciones laborales similares a la esclavitud. Stop. Entre el 10% y el 30 % de mujeres víctimas son menores de edad. Stop. Y luego hay mujeres como Marga, que piden que las dejen en paz].

P.- ¿En tu caso, Marga, por qué ejerces la prostitución?

M: Ejerzo la prostitución porque soy una persona mayor de edad que alquilo mi mentalidad y mis conocimientos, mi compañía… Pero yo nunca vendo nada. Porque vender es algo que alguien se puede llevar a su casa… A la prostitución yo nunca la llamo así, sino trabajo sexual, que es una cosa diferente.

C: Como las llaman las mafias… Lo siento mucho, cariño, pero es el lenguaje de las mafias.

M: Yo empleo el lenguaje que yo quiero. Y soy Margarita Carreras y no la mafia. Y trabajo con, donde, con quien y de la manera en que yo considero que lo debo hacer. Yo escojo dónde quiero y dónde no, cuándo, con quién y de qué manera.

C: Me asombro de que se le llame trabajo a algo que lleva consigo unas relaciones de no igualdad, donde no hay seguridad… Tiene que haber una legislación europea para acabar con esto.

M: A todas las mujeres no se nos ha preguntado.

C: ¿Has escuchado a las supervivientes?

M: Sí. ¿Sabes por qué? Porque yo trabajo con muchas. Más de las que tú vas a conocer en tu vida. Las veo cada día. Y las ayudo. Pero yo gratis.

C: No sois libres.

M: No serás libre tú. Porque tú a mí no me condicionas la libertad que yo tengo en este país. Ni tú me la das, ni tú me la concedes.

P.- ¿Está cambiando algo en el terreno de los derechos laborales de las mujeres que ejercen la prostitución? Hay sentencias que los están reconociendo…

M: … E incluso una juez que se ha apuntado de autónoma como prostituta y que ha creado una cooperativa de mujeres que se han dado de alta en la Seguridad Social… Yo quiero regulación. A mí no me tienen que legalizar. Yo ya soy legal. Queremos una regulación de este trabajo, en las condiciones que se puedan pactar. Pedimos respeto. Lo mismo que respetamos a los demás.

C: Confundir el respeto a las personas con el respeto a las mafias son dos cosas distintas. Cuando las supervivientes de la prostitución han salido a hablar ha quedado muy claro que el mito de la puta feliz no existe. Nos vendían la imagen de la puta feliz que decía [Carme modula la voz. Irónica]: «Los hombres vienen conmigo para hablar de literatura, me paso las noches hablando de Cervantes». Cuando han visto eso, lo han cambiado por otro mito, el de las cooperativas de trabajadoras sexuales vestidas de Chanel.

P.- ¿Crees que la mayoría que se dedica a esto lo hace libremente?

M: De las que yo conozco, un 10% son esclavas de una red. El otro 30% puede estar condicionada por parejas (la peor esclavitud es la de los sentimientos, muchas veces); y luego hay otras que eligen (hombre, mujeres, travestis…) porque no tienen otra opción.

C: El problema no es prostitución sí o no. Sino que debemos cambiar las condiciones sociales. Ni yo ni mucha gente queremos vivir en una sociedad donde la gente pueda ser comprada.

40.000 euros al año

P.- Según la Interpol un proxeneta gana 110.000 euros al año por mujer prostituida. ¿Cuánto gana ésta?

M: De media, en torno a los 40.000 al año.

P.- ¿El abolicionismo no conduce más a la clandestinidad?

C: No. Lo que se ha demostrado es que legalizar a las mafias lo único que hace es llevar a la clandestinidad a muchas de estas personas. El alcalde de Ámsterdam ha dicho que si él hubiera pensado que legalizar la prostitución iba a suponer lo que ha supuesto, él nunca la habría legalizado. En Alemania, se llegó a utilizar una cosa que era la tarifa plana para el sexo. Eso fue un revulsivo para la sociedad alemana. Hoy está pidiendo revocar la legalización. En Dinamarca hay 90 ONG pidiendo lo mismo. ¿Hemos asumido que el 50% de la sociedad es mercancía?

M: En este país hay 100 asociaciones pro-abolición de la prostitución que viven de las subvenciones del Gobierno [Marga se la tenía guardada. Ahora sí mira a Carme]. Y todas las mujeres que somos trabajadoras del sexo y estamos ayudando a las mujeres nunca recibimos nada. Ni pedimos. Sólo pedimos a todas esas asociaciones que nos dejen hablar a nosotras…

C: Bueno, aquí sabemos cómo las personas que trabajan en APRAMP [Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida] han estado amenazadas de muerte por las mafias y han tenido que retirarse de la vida pública. La prostitución es una forma más de terrorismo machista… No es que sean hombres tímidos, solitarios, pobrecitos, con problemas. No. El único problema que tienen estos machos usuarios es que ellos se creen que lo pueden comprar todo. A lo mejor tú no se lo vendes. Pero ellos sí consideran que están comprando tu cuerpo.

M: ¿Esto te lo han dicho a ti los clientes?

C: Entra en la página puteros.com y te caerás al suelo de lo que llegan a decir. Me niego a llamarles hombres. Son tíos.

El pacto del preservativo

C: Yo te preguntaría que si crees que el trabajo infantil también se debe de legalizar, porque hay países en los que los niños tienen que trabajar.

M: En España el trabajo infantil no es legal. La comparación no me vale… Llevo trabajando desde los 18 años. Las personas somos una cosa y el trabajo ejercido es otra.

C: La prostitución nunca será un trabajo.

M: Yo creo que sí. A cambio de un pacto.

C: Eso no es un pacto, por dios [Alarmada]. Es compra-venta. El 85% de las mujeres atendidas en centros está diciendo que una cosa que no pueden negociar es la utilización del preservativo. ¿Cómo hablar de pacto?

M: Yo pacto todo. No todas vivimos obligadas.

C: Felicidades [Jocosa].

P.- ¿Sin demanda no hay oferta?

C: Hay una cuestión primordial en esta sociedad: de la cerda se aprovecha todo [Rotunda. La frase cae como una maceta desde un cuarto piso]. Y cuando digo cerda me refiero a todas las mujeres. En este momento en internet hay tráfico de leche de mujer embarazada, hay solicitud de relaciones sexuales con mujeres embarazadas, solicitud de niñas vírgenes de cinco, seis y siete años… Estamos llegando a un extremo… Las mujeres estamos siendo las parias de una sociedad que se dice democrática.

P.- ¿Te gustaría que tus hijas ejercieran, Marga?

M: Yo no puedo decir lo que mis hijas van a hacer nunca. Yo puedo aconsejar, pero la decisión la tienen que tomar ellas.

P.- No me estás contestando.

M: Te estoy contestando. Yo no puedo decirle a una hija mía en qué tiene que trabajar. ¿Tú sabes lo que yo quiero que sea mi hija el día de mañana?

P.- Feliz, supongo.

M: Eso.

[De camino al Raval, Marga nos habla de las buenas notas de las hijas. De lo cara que está la merluza. De la ausencia de miedo. De lo malo que es fumar. Íbamos a despedirla estrechándole la mano. Como ella prefiere. Pero no: ahora ya sí, Marga nos besa]

Colectivo Hetaira: “Con la excusa de combatir la trata, se está metiendo en el mismo saco la trata y el trabajo sexual, lo que hace que no se den derechos a unas ni se proteja a las otras”.

entrevista publicada por AGORA

Entre el ruido y bullicio de la concurrida Calle Fuencarral, se encuentra la sede del Colectivo Hetaira, una organización en defensa de los derechos de las prostitutas y de la normalización su trabajo. Desde 1995, este colectivo realiza una importante labor en favor de las trabajadoras del sexo, desarrollando actividades y programas de promoción de la salud y prevención del VIH e ITS, talleres de capacitación e inserción laboral, asesoría jurídica, socio-administrativa, psicológica y sanitaria, entre otros. Tanto en su local como a pie de calle, la misión de Hetaira es combatir el estigma social que recae sobre las prostitutas, defender su derecho a trabajar, a organizarse, a sindicarse, a cotizar y denunciar las agresiones físicas, los chantajes y los abusos de poder. Debido al limbo jurídico en el que se encuentra la prostitución en nuestro país, las prostitutas se hallan desvalidas y sin derechos recogidos en un marco legal que las ampare. Por esto existen colectivos como Hetaira, con una actividad continua desde hace veinte años, muchas batallas a cuestas y aún un largo camino por recorrer. Todo y esto y mucho más nos contó Alba Yskal, activista y representante del Colectivo Hetaira, a quien tuvimos el placer de entrevistar.

PREGUNTA: ¿Podría explicarnos el significado del nombre de este colectivo?

RESPUESTA: Hetairas eran las antiguas prostitutas en la Grecia clásica, mujeres que tenían una posición social bastante privilegiada, contrariamente a la posición de las mujeres “normales”. Eran mujeres muy formadas que además solían ser consultadas en temas de política, por lo que tenían un peso social mucho mayor del que tenía una mujer “corriente”, digamos. Eran prostitutas empoderadas, lo que rompe con esa imagen de víctima, de eterna menor de edad y de mujer descarriada de hoy en día.

P: ¿Sería entonces el objetivo, un poco utópico, al que trataría de llegar este colectivo?

R: No tan utópico, porque la realidad es que nos encontramos con muchas mujeres muy empoderadas, ya que la prostitución ha sido, y es, una vía para salir de situaciones más difíciles y llegar a ser alguien. Les ha permitido poder estudiar, labrarse un futuro, sacar adelante a su familia, a sus hijos y a lograr las metas que tenían en la vida. Es verdad que socialmente, las prostitutas no tiene el peso que tenían en la Antigua Grecia, en ese sentido sí que sería utópico, pero en el del empoderamiento no lo es tanto.

P: La labor del Colectivo Hetaira comenzó en 1995. ¿Cómo ha evolucionado la situación de las prostitutas en nuestro país en estos últimos 20 años? ¿Se ha conseguido reducir la estigmatización de este colectivo?

R: La realidad de la prostitución es muy cambiante. No hay un estereotipo ni un perfil definido de prostituta, porque hay tantas realidades como mujeres, igual que con cualquier otro colectivo. En los últimos 20 años, la prostitución en España ha cambiado debido al aumento de la inmigración, por lo que las nacionalidades de las prostitutas ha aumentado. Antes eran mayoritariamente mujeres cis (biológicas) españolas, mientras que en la actualidad hay un gran porcentaje de inmigrantes y también ha aumentado el porcentaje de mujeres transexuales.

Con respecto al estigma, sigue habiendo una división de las mujeres entre las “buenas” y las “malas”. Las “buenas” serían aquellas mujeres blancas, heterosexuales, casadas, madres, que tienen relaciones sexuales dentro del matrimonio para reproducirse; las “malas”, todas las que se salen de ese mandato de género. En realidad es un estigma que no afecta solamente a las prostitutas, sino que afecta a cualquier mujer que se sale de la norma, que no cumple con su mandato de género: por orientación sexual, por prácticas sexuales, por tener relaciones sexuales cada fin de semana con una persona diferente o por usar su sexualidad de una manera diferente. Ese estigma de “mala mujer” sigue estando, y de manera aún más marcada con las putas, prostitutas o trabajadoras sexuales. Usamos los tres conceptos indistintamente porque hay mujeres que prefieren usar unos u otros, y nos parece que hay que revertir los términos como “puta” que se usan peyorativamente y normalizarlos.

Se sigue considerando que la trabajadora sexual no puede ser una buena madre o una buena pareja. Muchos dicen “¿cómo va a cuidar bien a sus hijos? ¿cómo va a tener pareja? Le estará engañando o será su chulo”. De hecho, eso es lo que lleva a que la mayoría de prostitutas quieran ocultar su oficio, no tanto porque lo vivan mal (que hay casos en los que sí y hay casos en los que no), sino por el “qué dirán” los demás. Una prostituta no puede decir en el colegio de su hijo que se dedica al trabajo sexual porque automáticamente la van a tachar de “mala madre”, se tendrá un cuidado especial con ese niño y se le considerará en situación de riesgo. Ahí está el estigma y eso es lo que más afecta a las trabajadoras sexuales.

P: ¿Cuáles son los principales riesgos a los que se exponen las personas que ejercen la prostitución en las condiciones actuales?

R: El principal riesgo al que se exponen las prostitutas es la vulnerabilidad por la falta de derechos. Dicho esto, existen dos realidades que hay que diferenciar. Por una lado, la trata con fines de explotación sexual, y por otro lado, el trabajo sexual. Son dos cosas totalmente diferentes.

La trata es un delito gravísimo que hay que combatir enérgicamente con medios y de manera efectiva, poniendo en el centro de todo las necesidades de las víctimas y protegiéndolas. Esto es muy importnate ya que muchas veces se habla de “mujeres liberadas”, y lo que ocurre en realidad es que terminan en CIEs (Centros de Internamientos de Extranjeros) y acaban siendo deportadas, algo que es ilegal, o volviendo a caer en redes mafiosas.

Por otro lado, en el trabajo sexual, las mujeres deciden, por unos u otros motivos, realizar dicho trabajo sin ningún tipo de coacción y de manera autónoma. Lo que ocurre es que, con la excusa de combatir la trata, se está metiendo en el mismo saco la trata y el trabajo sexual, porque no interesa diferenciarlo, lo que hace que no se den derechos a unas ni se proteja a las otras. Además, lo que está ocurriendo ahora con la Ley de Seguridad Ciudadana es que se está barriendo el trabajo sexual de la calle porque se ve y queda feo, porque no tiene tantos intereses y porque se quiere beneficiar a los empresarios. Por tanto, a parte del estigma, los problemas que están teniendo las trabajadoras del sexo ahora mismo son los abusos policiales, la falta de derechos laborales de cualquier tipo, y peor aún, la ausencia de los derechos más básicos para cualquier persona:  el derecho al trabajo y a la dignidad.

“La prostitución ha sido, y es, una vía de empoderamiento de la mujer, ya que ha permitido a muchas poder estudiar, labrarse un futuro, sacar adelante a su familia y a lograr las metas que tenían en la vida”

P: Tal y como ya hemos comentado, la prostitución se encuentra actualmente en un limbo jurídico en nuestro país, lo que imposibilita en gran medida el acceso a los derechos sociales y laborales más básicos para las mujeres que se dedican a esta actividad. No obstante, la jueza Gloria Poyatos demostró que era posible que las prostitutas se dieran de alta como autónomas. Vuestro colectivo, a su vez, ofrece, entre muchas otras actividades, asesoría jurídica y fórmulas para que las prostitutas puedan cotizar a la Seguridad Social. ¿Podría explicarnos en qué consiste su labor?

R: Nosotras intentamos asesorar en todos los ámbitos según las necesidades y peticiones que nos plantean las trabajadoras. Si hay mujeres que quieren darse de alta en la Seguridad Social vemos las vías disponibles para que puedan hacerse autónomas. Hay que considerar que, por un lado, no todo el mundo tiene tan fácil hacerse autónomo y, por otro, está la cuestión del estigma, es decir, aparte de que no hay ahora mismo un “apartado” concreto que sea ‘trabajo sexual’, muchas tienen miedo que figure la actividad a la que se están dedicando. A esto se le une otro problema: se está utilizando la posibilidad de hacerse autónomas por parte de los clubs para lo que se denomina las “falsas autónomas”. Me explico: el dueño de un club no contrata directamente a las prostitutas, sino que ellas tienen que darse de alta como autónomas, y al mismo tiempo, trabajan bajo las normas de éste y se pagan ellas mismas su Seguridad Social. Esto nos parece una cuestión importante que no debe seguirse dando. Lo que hizo Gloria Poyatos es interesante y demuestra, para quien le interese, que se puede llegar a hacer, pero tenemos que contemplar otras vías. Quien quiera seguir trabajando para terceros, por los motivos que sean, debe tener la posibilidad de hacerlo con garantías y derechos. Si lo que se intenta incentivar es exclusivamente el ejercicio de la profesión de forma autónoma para que sean “falsas autónomas”, al final caemos en la espiral de la que hemos hablado. Además, ¿qué pasa con las que no tienen papeles? No podrían hacerse autónomas, esta es otra dificultad añadida.

P: En relación con esto, muchas voces, -entre ellas la de Manuel Cancio, Catedrático de Derecho penal, al que entrevistamos recientemente-, abogan por limitar el reconocimiento de la prostitución únicamente a su ejercicio por cuenta propia, donde la prostituta sea una empresaria autónoma o miembro de una cooperativa y no esté sujeta a relaciones de dependencia, ni a ninguna estructura mayor con Madames y proxenetas que favorezcan los prostíbulos masivos (como es el caso de la Junquera). ¿Vuestro colectivo estaría, por tanto, en desacuerdo con esta visión?

R: Debido a que la realidad de las trabajadoras sexuales es muy diversa, tenemos que contemplar las distintas opciones (siempre dentro del trabajo sexual y nunca en el mundo de la trata). A veces nos encontramos con trabajadoras que quieren trabajar en un club, bien porque no pueden darse de alta como autónomas o porque su intención de trabajo es temporal y no les compensa formar una cooperativa. Claro que puede haber abusos pero, para que éstos no se den, debe haber una buena legislación que proteja a las trabajadoras. Por eso no nos llamamos regulacionistas, porque no estamos a favor de cualquier regulación (como por ejemplo sucede en Holanda, en la que se pone en el centro las necesidades y los beneficios de los empresarios y los Estados). Somos una organización pro derechos que intenta poner en el centro las necesidades y reivindicaciones de las trabajadoras sexuales, dándoles voz a ellas mismas para que puedan plantear qué es lo que quieren y cómo lo quieren, negociar con vecinos, empresarios, el Estado, etc. La solución no es prohibir trabajar para terceros, sino elaborar una legislación que contemple dichos abusos y hacer que se controlen los clubs o pisos y esto ayude a controlar la trata. Lo que hay que hacer es legislar bien, en la actualidad se está barriendo la prostitución de calle y obligando a las mujeres a que trabajen para terceros y aquí es cuando se cae en un limbo legal en el que no pueden denunciar, porque no puede haber explotación laboral si no se considera un trabajo.

ENTREVISTAS: Colectivo Hetaira: “Con la excusa de combatir la trata, se está metiendo en el mismo saco la trata y el trabajo sexual, lo que hace que no se den derechos a unas ni se proteja a las otras”.

21/09/2015

Belén Carrasco Rodríguez
Elisa Castillo Nieto

Entre el ruido y bullicio de la concurrida Calle Fuencarral, se encuentra la sede del Colectivo Hetaira, una organización en defensa de los derechos de las prostitutas y de la normalización su trabajo. Desde 1995, este colectivo realiza una importante labor en favor de las trabajadoras del sexo, desarrollando actividades y programas de promoción de la salud y prevención del VIH e ITS, talleres de capacitación e inserción laboral, asesoría jurídica, socio-administrativa, psicológica y sanitaria, entre otros. Tanto en su local como a pie de calle, la misión de Hetaira es combatir el estigma social que recae sobre las prostitutas, defender su derecho a trabajar, a organizarse, a sindicarse, a cotizar y denunciar las agresiones físicas, los chantajes y los abusos de poder. Debido al limbo jurídico en el que se encuentra la prostitución en nuestro país, las prostitutas se hallan desvalidas y sin derechos recogidos en un marco legal que las ampare. Por esto existen colectivos como Hetaira, con una actividad continua desde hace veinte años, muchas batallas a cuestas y aún un largo camino por recorrer. Todo y esto y mucho más nos contó Alba Yskal, activista y representante del Colectivo Hetaira, a quien tuvimos el placer de entrevistar.

PREGUNTA: ¿Podría explicarnos el significado del nombre de este colectivo?

RESPUESTA: Hetairas eran las antiguas prostitutas en la Grecia clásica, mujeres que tenían una posición social bastante privilegiada, contrariamente a la posición de las mujeres “normales”. Eran mujeres muy formadas que además solían ser consultadas en temas de política, por lo que tenían un peso social mucho mayor del que tenía una mujer “corriente”, digamos. Eran prostitutas empoderadas, lo que rompe con esa imagen de víctima, de eterna menor de edad y de mujer descarriada de hoy en día.

P: ¿Sería entonces el objetivo, un poco utópico, al que trataría de llegar este colectivo?

R: No tan utópico, porque la realidad es que nos encontramos con muchas mujeres muy empoderadas, ya que la prostitución ha sido, y es, una vía para salir de situaciones más difíciles y llegar a ser alguien. Les ha permitido poder estudiar, labrarse un futuro, sacar adelante a su familia, a sus hijos y a lograr las metas que tenían en la vida. Es verdad que socialmente, las prostitutas no tiene el peso que tenían en la Antigua Grecia, en ese sentido sí que sería utópico, pero en el del empoderamiento no lo es tanto.

P: La labor del Colectivo Hetaira comenzó en 1995. ¿Cómo ha evolucionado la situación de las prostitutas en nuestro país en estos últimos 20 años? ¿Se ha conseguido reducir la estigmatización de este colectivo?

R: La realidad de la prostitución es muy cambiante. No hay un estereotipo ni un perfil definido de prostituta, porque hay tantas realidades como mujeres, igual que con cualquier otro colectivo. En los últimos 20 años, la prostitución en España ha cambiado debido al aumento de la inmigración, por lo que las nacionalidades de las prostitutas ha aumentado. Antes eran mayoritariamente mujeres cis (biológicas) españolas, mientras que en la actualidad hay un gran porcentaje de inmigrantes y también ha aumentado el porcentaje de mujeres transexuales.

Con respecto al estigma, sigue habiendo una división de las mujeres entre las “buenas” y las “malas”. Las “buenas” serían aquellas mujeres blancas, heterosexuales, casadas, madres, que tienen relaciones sexuales dentro del matrimonio para reproducirse; las “malas”, todas las que se salen de ese mandato de género. En realidad es un estigma que no afecta solamente a las prostitutas, sino que afecta a cualquier mujer que se sale de la norma, que no cumple con su mandato de género: por orientación sexual, por prácticas sexuales, por tener relaciones sexuales cada fin de semana con una persona diferente o por usar su sexualidad de una manera diferente. Ese estigma de “mala mujer” sigue estando, y de manera aún más marcada con las putas, prostitutas o trabajadoras sexuales. Usamos los tres conceptos indistintamente porque hay mujeres que prefieren usar unos u otros, y nos parece que hay que revertir los términos como “puta” que se usan peyorativamente y normalizarlos.

Se sigue considerando que la trabajadora sexual no puede ser una buena madre o una buena pareja. Muchos dicen “¿cómo va a cuidar bien a sus hijos? ¿cómo va a tener pareja? Le estará engañando o será su chulo”. De hecho, eso es lo que lleva a que la mayoría de prostitutas quieran ocultar su oficio, no tanto porque lo vivan mal (que hay casos en los que sí y hay casos en los que no), sino por el “qué dirán” los demás. Una prostituta no puede decir en el colegio de su hijo que se dedica al trabajo sexual porque automáticamente la van a tachar de “mala madre”, se tendrá un cuidado especial con ese niño y se le considerará en situación de riesgo. Ahí está el estigma y eso es lo que más afecta a las trabajadoras sexuales.

P: ¿Cuáles son los principales riesgos a los que se exponen las personas que ejercen la prostitución en las condiciones actuales?

R: El principal riesgo al que se exponen las prostitutas es la vulnerabilidad por la falta de derechos. Dicho esto, existen dos realidades que hay que diferenciar. Por una lado, la trata con fines de explotación sexual, y por otro lado, el trabajo sexual. Son dos cosas totalmente diferentes.

La trata es un delito gravísimo que hay que combatir enérgicamente con medios y de manera efectiva, poniendo en el centro de todo las necesidades de las víctimas y protegiéndolas. Esto es muy importnate ya que muchas veces se habla de “mujeres liberadas”, y lo que ocurre en realidad es que terminan en CIEs (Centros de Internamientos de Extranjeros) y acaban siendo deportadas, algo que es ilegal, o volviendo a caer en redes mafiosas.

Por otro lado, en el trabajo sexual, las mujeres deciden, por unos u otros motivos, realizar dicho trabajo sin ningún tipo de coacción y de manera autónoma. Lo que ocurre es que, con la excusa de combatir la trata, se está metiendo en el mismo saco la trata y el trabajo sexual, porque no interesa diferenciarlo, lo que hace que no se den derechos a unas ni se proteja a las otras. Además, lo que está ocurriendo ahora con la Ley de Seguridad Ciudadana es que se está barriendo el trabajo sexual de la calle porque se ve y queda feo, porque no tiene tantos intereses y porque se quiere beneficiar a los empresarios. Por tanto, a parte del estigma, los problemas que están teniendo las trabajadoras del sexo ahora mismo son los abusos policiales, la falta de derechos laborales de cualquier tipo, y peor aún, la ausencia de los derechos más básicos para cualquier persona:  el derecho al trabajo y a la dignidad.

“La prostitución ha sido, y es, una vía de empoderamiento de la mujer, ya que ha permitido a muchas poder estudiar, labrarse un futuro, sacar adelante a su familia y a lograr las metas que tenían en la vida”

P: Tal y como ya hemos comentado, la prostitución se encuentra actualmente en un limbo jurídico en nuestro país, lo que imposibilita en gran medida el acceso a los derechos sociales y laborales más básicos para las mujeres que se dedican a esta actividad. No obstante, la jueza Gloria Poyatos demostró que era posible que las prostitutas se dieran de alta como autónomas. Vuestro colectivo, a su vez, ofrece, entre muchas otras actividades, asesoría jurídica y fórmulas para que las prostitutas puedan cotizar a la Seguridad Social. ¿Podría explicarnos en qué consiste su labor?

R: Nosotras intentamos asesorar en todos los ámbitos según las necesidades y peticiones que nos plantean las trabajadoras. Si hay mujeres que quieren darse de alta en la Seguridad Social vemos las vías disponibles para que puedan hacerse autónomas. Hay que considerar que, por un lado, no todo el mundo tiene tan fácil hacerse autónomo y, por otro, está la cuestión del estigma, es decir, aparte de que no hay ahora mismo un “apartado” concreto que sea ‘trabajo sexual’, muchas tienen miedo que figure la actividad a la que se están dedicando. A esto se le une otro problema: se está utilizando la posibilidad de hacerse autónomas por parte de los clubs para lo que se denomina las “falsas autónomas”. Me explico: el dueño de un club no contrata directamente a las prostitutas, sino que ellas tienen que darse de alta como autónomas, y al mismo tiempo, trabajan bajo las normas de éste y se pagan ellas mismas su Seguridad Social. Esto nos parece una cuestión importante que no debe seguirse dando. Lo que hizo Gloria Poyatos es interesante y demuestra, para quien le interese, que se puede llegar a hacer, pero tenemos que contemplar otras vías. Quien quiera seguir trabajando para terceros, por los motivos que sean, debe tener la posibilidad de hacerlo con garantías y derechos. Si lo que se intenta incentivar es exclusivamente el ejercicio de la profesión de forma autónoma para que sean “falsas autónomas”, al final caemos en la espiral de la que hemos hablado. Además, ¿qué pasa con las que no tienen papeles? No podrían hacerse autónomas, esta es otra dificultad añadida.

P: En relación con esto, muchas voces, -entre ellas la de Manuel Cancio, Catedrático de Derecho penal, al que entrevistamos recientemente-, abogan por limitar el reconocimiento de la prostitución únicamente a su ejercicio por cuenta propia, donde la prostituta sea una empresaria autónoma o miembro de una cooperativa y no esté sujeta a relaciones de dependencia, ni a ninguna estructura mayor con Madames y proxenetas que favorezcan los prostíbulos masivos (como es el caso de la Junquera). ¿Vuestro colectivo estaría, por tanto, en desacuerdo con esta visión?

R: Debido a que la realidad de las trabajadoras sexuales es muy diversa, tenemos que contemplar las distintas opciones (siempre dentro del trabajo sexual y nunca en el mundo de la trata). A veces nos encontramos con trabajadoras que quieren trabajar en un club, bien porque no pueden darse de alta como autónomas o porque su intención de trabajo es temporal y no les compensa formar una cooperativa. Claro que puede haber abusos pero, para que éstos no se den, debe haber una buena legislación que proteja a las trabajadoras. Por eso no nos llamamos regulacionistas, porque no estamos a favor de cualquier regulación (como por ejemplo sucede en Holanda, en la que se pone en el centro las necesidades y los beneficios de los empresarios y los Estados). Somos una organización pro derechos que intenta poner en el centro las necesidades y reivindicaciones de las trabajadoras sexuales, dándoles voz a ellas mismas para que puedan plantear qué es lo que quieren y cómo lo quieren, negociar con vecinos, empresarios, el Estado, etc. La solución no es prohibir trabajar para terceros, sino elaborar una legislación que contemple dichos abusos y hacer que se controlen los clubs o pisos y esto ayude a controlar la trata. Lo que hay que hacer es legislar bien, en la actualidad se está barriendo la prostitución de calle y obligando a las mujeres a que trabajen para terceros y aquí es cuando se cae en un limbo legal en el que no pueden denunciar, porque no puede haber explotación laboral si no se considera un trabajo.

P: A día de hoy, predominan dos posiciones acerca del modo en que debe ser afrontada la prostitución: reglamentarismo y abolicionismo. Nuestro país suele catalogarse como abolicionista. ¿Usted lo considera tal? ¿Cree que el legislador español ha adoptado una postura clara al respecto?

R: Aunque la prostitución es alegal -porque no es legal ni ilegal-, el Estado español, tiende a sacar leyes y normativas de carácter abolicionista en las cuales en teoría no se penaliza a las prostitutas y sí a la demanda, que son los clientes. Sin embargo, penalizar a los clientes es como penalizar a las prostitutas, porque no pueden trabajar. También se supone que no se penaliza a las prostitutas, pero sí se está haciendo, fundamentalmente con la Ley de Seguridad Ciudadana (LSC ) y sin ningún tipo de contemplación. Se habla bajo la bandera de “proteger y salvar a las mujeres porque todas son víctimas de trata”, se manejan cifras que no son verdaderas porque no hay estudios que puedan hablar de cifras y, en base a esto, no se está protegiendo bien a las víctimas reales y se está metiendo en el mismo saco, y sin darles derechos, a las trabajadoras sexuales y, además, con hipocresía, “salvando mujeres” que al final acaban en los CIEs. Es tan simple como preguntarse: si todas son víctimas de trata, ¿qué hacen las calles llenas de prostitutas y sin hacerse nada? Hace poco, un policía hablando de Villaverde, donde está habiendo acoso y derribo con la LSC, decía que no se iba a multar a las víctimas de trata, sólo a las prostitutas. Pero, entonces, ¿no eran todas “víctimas de trata”? ¿De qué estamos hablando?… Me parece que las leyes en el Estado español no están siendo efectivas en materia de prostitución y trata. Con respecto a la trata, el delito está bien recogido en el Código Penal, pero no se defienden los derechos de las víctimas y hay que dejar de utilizar el término “explotación sexual” porque es muy ambiguo. Además, se deja en un limbo legal a las trabajadoras del sexo, sin derechos de ningun tipo.

P: En relación con lo que ya ha mencionado sobre la Ley de Seguridad Ciudadana, estamos viendo que muchas prostitutas están siendo multadas, no sólo en Madrid (Villaverde) valiéndose de la Ley de Seguridad Ciudadana, sino en otras ciudades de España utilizando también ordenanzas municipales. ¿Qué papel juega vuestro colectivo ante esta nueva situación? ¿Qué tipo de apoyo les podéis ofrecer a las prostitutas? ¿Les asesoráis para evitar las multas, les prestáis ayuda legal para recurrirlas?

R: Ya antes de que saliera la Ley, así como otras normativas municipales como las de Alcalá de Henares o la de Barcelona, lo que nosotras intentamos principalmente es asesorar: explicar qué es lo que puede pasar. Además fomentamos que haya una organización por parte de las trabajadoras sexuales, que ellas mismas se puedan organizar para poder reivindicar sus derechos mediante caceroladas, manifestaciones, etc. También vamos a entrevistas con el Ayuntamiento, la Comunidad y con el Ministerio.

“El estigma de “mala mujer” […] no afecta solamente a las prostitutas, sino que afecta a cualquier mujer que no cumple con su mandato de género: por orientación sexual, por usar su sexualidad de una manera diferente, etc.”

Una vez que han empezado a llegar las primeras actas de denuncia, que aún no se han formalizado, lo primero que estamos haciendo es informándonos nosotras mismas de qué podemos hacer. En el caso de que haya que recurrir las denuncias, las acompañamos durante todo el proceso, siempre que ellas quieran por supuesto, no porque sean tontas o tratadas como menores de edad, sino porque siempre es más fácil, sobre todo cuando vas a exponerte en un proceso como trabajadora sexual con el estigma social que ello conlleva. Por tanto, en la medida de nuestras posibilidades, intentamos informar, asesorar y acompañar en todos los procesos, tanto en las multas como en cualquier otro.

Por otro lado, de cara a la ciudadanía y al Estado, hacemos comunicados, protestas públicas, reuniones con las instituciones, etc.

P: Recientemente Manuela Carmena ha invitado a reflexionar sobre las causas del consumo de prostitución. ¿Qué relación tienen, si es que existe, con el nuevo equipo de gobierno de la ciudad de Madrid? ¿Hay alguna propuesta o iniciativa que se esté ya negociando entre colectivos y autoridades para la regulación de la prostitución en Madrid?

R: Claro, esa es la pregunta que nos han hecho desde que que se constituyó el nuevo Ayuntamiento. Hay que verlo, es muy pronto. Hemos tenido algunos encuentros, estamos en ello, pero no hay nada que podamos anunciar aún. Yo me imagino el follón que tiene que ser llegar con una coalición nueva, a un ayuntamiento como el de Madrid. Entonces, les estamos dejando tiempo y estamos hablando, intentando mantener el contacto dentro del ritmo frenético que tienen y que tenemos nosotras. Eso es lo que os puedo contar.

P: Vosotras decís que la Ley de Seguridad Ciudadana (LSC) lo que intenta es limpiar las calles, pero no ataja la raíz del problema. Pero por otro lado, también hay que tener en cuenta que en sitios como la Colonia Marconi (el Polígono de Villaverde) los vecinos se quejan de que ven día y noche, tanto para ir al trabajo como para llevar a los niños al colegio, a las prostitutas, condones tirados por el suelo, etc. Es decir, en la prostitución en la calle siempre existe este tipo de conflictos con los vecinos. Vosotras defendéis que no se multe a las prostitutas, pero también hay que proteger los intereses de los vecinos. ¿Cómo se puede solucionar esto?

R: Villaverde se destaca mucho y, de hecho, es el primer sitio donde se siguió una táctica de acoso y derribo en cuanto entró en vigor la LSC. Con los vecinos hay conflictividad por todo lo que comentas, y una gran parte de las trabajadoras de Villaverde se están organizando y haciendo batidas de limpieza desde hace ya tiempo. Precisamente yo coordino el equipo de salida a Villaverde y veo como las prostitutas tienen su bolsa atada a la valla, porque no hay papeleras, y no es casual, ellas te lo dicen. ¿Por qué no hay ni una sola papelera? Porque interesa que haya suciedad para achacarnos que es nuestra. Pero ellas ponen su bolsita atada a la valla donde van echando el klínex, la Coca-Cola, el condón… y luego lo tiran al contenedor. Se organizan entre sí para limpiar un poco la suciedad de las calles e intentar que las cosas estén un poco más tranquilas, poniéndose en calles que no estén tan cerca de los vecinos. Además, muchas veces denuncian que no son ellas las que tiran basura, sino que es gente que va al polígono con escombros y los tiran por las calles, y luego eso se achaca a las prostitutas cuando es imposible que ellas vayan a llevar escombros.

¿Cómo se puede solucionar esto? Negociando espacios. Ellas no quieren estar molestando, ellas mismas nos dicen “si es que yo también soy madre, yo no me voy a poner al lado de un colegio”, como está castigado en la Ley de Seguridad Ciudadana. “¿Alguien se cree que es efectivo ponerse delante de un colegio, que el padre que va a llevar al niño y luego se va a venir conmigo?” No, no es efectivo. Segundo, ellas no quieren ponerse delante de los críos. De hecho, cuando pasa algún menor andando, muchas se tapan porque les parece que es algo que no tienen que estar viendo. Ahora, lo que necesitamos es un sitio seguro, limpio, con un mínimo de condiciones para trabajar (como que haya iluminación por la noche, no que sea un descampado perdido sin ningún tipo de seguridad), que se pueda acceder bien (por carretera o autobús público), que haya papeleras y recogida de basuras, que pueda haber un bar cerca donde tomarse un café y hacer un descanso, que haya un baño público, etc. Ellas reivindican eso, no quieren ir molestando, de hecho su lema es “un lugar para trabajar sin molestar ni ser molestadas”. Ellas no pretenden tener conflictividad con los vecinos porque no les interesa, lo que pasa que se da mucho bombo a eso y encima ahora se las multa.

“No nos llamamos regulacionistas, porque no estamos a favor de cualquier regulación. Somos una organización pro derechos que intenta poner en el centro las necesidades y reivindicaciones de las trabajadoras sexuales, dándoles voz a ellas mismas para que puedan plantear qué es lo que quieren y cómo lo quieren”

Además, con la LSC se han incrementado los abusos policiales en general, pero en Villaverde en particular, de una forma brutal. Los propios policías ya venían diciendo a las prostitutas que iban a ir a por ellas en cuanto entrase en vigor la Ley, y entre otras cosas, las trabajadoras son objeto de insultos tránsfobos, homófobos, machistas, racistas, o de otras humillaciones como multar a una transexual gritando su nombre de varón. ¡Las primeras semanas con la Ley en vigor había unas 30 multas diarias! Los artículos con los que se multa a más mujeres son el 36.6, desobediencia a la autoridad, y el 37.5, incitación o realización de actos sexuales en la calle. Se multa sobre todo con el 36.6, porque se supone que avisan a las prostitutas de que no pueden ejercer en un sitio y a la siguiente ya es desobediencia, pero en la práctica… Está habiendo muchísimas multas que pretenden “limpiar la calle” sin dar ninguna alternativa para las que quieren seguir ejerciendo, que se terminan yendo a los clubs, donde no tienen derechos laborales, ni tampoco para las que quieren dejar de ejercer. Por tanto, la LSC no soluciona la conflictividad con los vecinos, sino que lo que hace es ir “barriendo” las calles, moviendo de un sitio a otra a la prostitución, a las personas sin hogar, evitando protestas… Es decir, es un recorte de libertades total y absoluto, poniendo en el centro únicamente las cuestiones económicas en vez de a las personas.

P: Antes ha hablado del machismo por parte de la policía. Uno de los problemas de cómo enfrentar el tema de la prostitución está relacionado con las críticas que hacen muchas feministas abolicionistas, que dicen que la prostitución es, al fin y al cabo, una forma evidente de discriminación hacia la mujer y de perpetuación de unos roles patriarcales de sumisión de la mujer, una manera de someter su cuerpo a las necesidades de los hombres, de dar por hecho que son un objeto, o un trozo de carne, que los hombres pueden utilizar libremente. Se oponen a la legalización de la prostitución porque, según ellas, esto supondría legitimar ese tipo de sumisión. Antes ha mencionado que para el Colectivo Hetaira, en cambio, dar derechos a las prostitutas supondría empoderarlas. ¿Se puede llegar a un punto de encuentro entre ambas visiones?

R: Bueno, primero un apunte: no sería legalizar la prostitución, puesto que no es ilegal, sino reconocerla como un trabajo, otorgándole derechos. Es decir, no caería dentro del ámbito de lo penal, sino de lo laboral. Es verdad que una gran parte del feminismo en España, por centrarnos en el Estado español, tiene una tendencia abolicionista, y plantea que la prostitución es la mayor institución patriarcal de dominación de las mujeres. No es casualidad además que esos sectores feministas sean los que están en las instituciones y sean los que tienen poder a la hora de legislar, sin tener en cuenta la voz de las protagonistas, a las que nunca se pregunta. Luego hay otro sector feminista, como Hetaira, que es un colectivo feminista mixto, formado principalmente por mujeres (pero también por algunos compañeros hombres) que ejercen la prostitución y otros trabajos también. A nosotras nos parece que, suponiendo que la prostitución fuera la mayor institución patriarcal de dominación de las mujeres, eso no quita que hay mujeres aquí y ahora que necesitan esos derechos, y que nadie está mejor sin ellos. Y si queremos proteger a las víctimas de trata, hay que poder diferenciar estas dos realidades. Además, si fuera así, también nos parece que el matrimonio podría considerarse una institución de ese tipo, y no abolimos el matrimonio. Incluso yendo más allá, nos parece que la prostitución para muchas mujeres es una opción de empoderamiento y que además rompe los mandatos de género. Si se supone, como hablábamos al principio, que las mujeres tienen que ser heterosexuales, casarse, dedicarse al hogar y los hijos, la prostituta es una mujer que maneja dinero de manera autónoma, gana su propio dinero, y maneja su sexualidad fuera de los mandatos heteropatriarcales. Con esto último me refiero a que manejan su sexualidad fuera de la reproducción, el matrimonio, la monogamia, la heterosexualidad normativa… es decir, fuera del esquema de que sólo mujer con hombre, para procrear y dentro del matrimonio.

“A nosotras nos parece que, suponiendo que la prostitución fuera la mayor institución patriarcal de dominación de las mujeres, eso no quita que hay mujeres aquí y ahora que necesitan esos derechos, y que nadie está mejor sin ellos”

P: Pero ¿no cree que esa visión ya ha cambiado un poco? España ya es más liberal en ese sentido. Una mujer puede salir, ligar y acostarse con quien quiera o no tener hijos por decisión propia.

R: No hay leyes que lo castigan, vamos avanzando, está claro. Pero por ejemplo, e independiente del trabajo sexual, ¿qué se le dice a un chico que se acuesta con cuatro mujeres en un fin de semana? Que es un machote. En cambio a una mujer se le dice que es un putón verbenero. Hay ese estigma interiorizado, que diferencia las “buenas” y las “malas”. El mandato sigue siendo el mismo, aunque se van rompiendo un poco los límites, y menos mal, porque podemos respirar un poco de aire… Pero el estigma sigue estando, el de las “malas mujeres” y las putas rompen con ese rol de mujer, que lo lleva mucho al estereotipo, pero que sigue estando.

Manejan su cuerpo, su dinero. A las prostitutas se les dice que venden su cuerpo y los hombres las utilizan como un trozo de carne, pero ellas dicen: “¿Que qué? No, no, yo vendo servicios sexuales, el cliente no se lleva una parte de mí y yo me voy enterita a mi casa”. ¿Por qué el problema es cuando media dinero? Se supone que vamos avanzando, y dos personas se pueden acostar sin ningún problema y se entiende que no tiene por qué haber una relación amorosa de por medio (por supuesto siendo mayores de edad; la de los menores de edad es otra cuestión y sería un delito y para nada mezclo una cosa con la otra). Por tanto, dos personas mayores de edad, con la voluntad de ambas partes, pueden tener relaciones sexuales sin ningún problema, pero en el momento en que media dinero hay un problema. ¿Por qué? Cuando además, es lo que a muchas mujeres les permite salir adelante y pagar su alquiler, la luz, el móvil, mantener a sus hijos y su familia… ¿Por qué esto no puede ser empoderante? ¿Por qué cuando ellas dicen que quieren seguir ejerciendo la prostitución porque es su medio de vida y su manera de conseguir lo que se plantean en la vida, está mal? Se supone que el feminismo lo que ha reivindicado a lo largo de la historia es que cada mujer pueda hacer con su cuerpo lo que quiera (‘mi cuerpo, yo decido’), y esto se reivindica para el aborto, la orientación sexual, la sexualidad fuera de la prostitución.

“¿Por qué las feministas, que hemos luchado para que ningún hombre nos diga qué hacer con nuestro cuerpo, vamos a ir a decirle a otra mujer la forma en la que tiene que usar el suyo? ¿No es una contradicción?”

¿Por qué las feministas, que hemos luchado para que ningún hombre nos diga qué hacer con nuestro cuerpo, vamos a ir a decirle a otra mujer la forma en la que tiene que usar el suyo? ¿No es una contradicción? ¿No se supone que el cuerpo de cada mujer es suyo y ella decide? Pues también para las prostitutas. Además es que se las coge a ellas como las culpables de la opresión de todas las mujeres… O sea, que el heteropatriarcado es el culpable de la opresión de las mujeres, pero la puta más. Pues no, lo que yo haga con mi cuerpo individualmente no influye en la opresión que tienen todas las mujeres. Al final, a las trabajadoras sexuales se les discrimina de una manera interseccional: por ser mujeres o por ser transexuales, por tener una sexualidad polígama, además por cobrar por ello y si son inmigrantes más… Pero es que si además no son “escorts” de lujo peor, y si lo hacen en la calle mal, si son mayores peor… No podemos estar las feministas o las mujeres diciéndo a otras mujeres que lo que pueden o no pueden hacer, que cada una haga lo que quiera pero que lo haga con garantías y derechos.

P: Pero, ¿realmente la prestación de sexo, con lo que supone para la dignidad de una persona, puede considerarse como la prestación de un servicio cualquiera? ¿Se debe normalizar así?

R: El trabajo sexual no es un trabajo como otro cualquiera pero no por lo que se hace sino por cómo lo percibe la sociedad, por la moral que pone la sociedad, porque es algo que sigue siendo tabú aunque se vayan abriendo pequeñas vías.  Pero no es porque el trabajo sexual en sí sea más denigrante que otros trabajos. Además, las trabajadoras diferencian muy bien cuando es sexo con sus parejas y cuando es sexo por trabajo. En definitiva, el problema es que no se considera un trabajo normal porque se estigmatiza y por eso no se puede legislar como un trabajo cualquiera, eso es lo que marca la diferencia. Pero les preguntas a las trabajadoras y para ellas sí es un trabajo. Lo que nos pasa con esto es que es un trabajo tan íntimo que creemos que no podríamos hacerlo, pero eso no quiere decir que la gente que sí pueda hacerlo esté mal de la cabeza… Y no podemos imponer lo que pueden o no pueden hacer las demás.

P: El Colectivo Hetaira ha dicho en varias ocasiones que “Algunas organizaciones están más interesadas en las subvenciones que en reivindicar derechos para quienes carecen de ellos o en confundir las realidades tergiversando los datos, inventado que el 90% de las mujeres que ejercen la prostitución es trata e invisibilizando a quienes ejercen por decisión propia”. ¿Qué datos manejan respecto de la trata en España?

R: Como os decía antes, no hay estudios fiables (porque no se realizan) para que podamos hablar de porcentajes de trata o de trabajadoras autónomas. Todos los datos que se manejan son bulos que se van extendiendo, y no hay mayor verdad que una mentira repetida mil veces. Nosotras nos basamos en el estudio de la ONU de 2010: Trata de personas hacia Europa con fines de explotación sexual, según el cual, una de cada siete mujeres puede ser víctima de trata, y esto se traduciría en un 15%, que está muy alejado de ser un 90%. Si lo fuera, entonces la mayoría de las prostitutas que vemos en las calles y con las que trabajamos serían víctimas de trata y no lo son. Estar lanzando cifras nos parece irresponsable pero es que, además, aunque solo una trabajadora sexual ejerciera de manera voluntaria (y no es sólo una) tendría que tener derechos.

P: Sobre esta idea de la trata, cree que la idea que tiene la Ley de Seguridad Ciudadana de barrer las calles podría fomentar las mafias?

R: No quiere decir que en todos los clubs haya exclusivamente mafias. Lo que hay en muchos casos son abusos laborales. Donde hay redes mafiosas se incurre en un delito de trata de personas con fines de explotación sexual y en otros, por no haber una legislación y unos derechos laborales, se incurre en abusos laborales. Esto ocurre en este y en cualquier otro trabajo: cuando no hay control, hay abusos laborales.

Al estar barriendo la prostitución de las calles sin dar ni protección ni derechos, podrían aumentar, sin duda, los abusos laborales y podría aumentar el delito de trata. El no tener derechos no protege. Meter a todos en el mismo saco (trata y prostitución) no ayuda ni a unas ni a otras, me parece algo muy básico.

“El trabajo sexual no es un trabajo como otro cualquiera pero no por lo que se hace sino por cómo lo percibe la sociedad, por la moral que pone la sociedad, porque es algo que sigue siendo tabú”

P: También nos ha sorprendido que solicitéis mayor transparencia en la concesión de subvenciones a las distintas organizaciones que trabajan con las prostitutas. ¿Se subvenciona más a las organizaciones abolicionistas porque siguen más la línea del Gobierno?

R: Cuando las instituciones tienen una ideología abolicionista, ¿van a subvencionar a organizaciones que defienden otro planteamiento? Cada vez nos vemos con mayor precariedad dentro del colectivo. Creemos que son, en muchos casos, medidas con un corte político y sin mucha claridad. A veces se nos ha dejado fuera de subvenciones o espacios por motivos políticos, no por no reunir los requisitos.

P: Hace unos meses Albert Rivera, líder de Ciudadanos, hizo unas declaraciones en las que proponía regularizar la prostitución con el fin de recaudar unos 6.000 millones de euros anuales ¿Cabe plantearse la regulación estrictamente desde el punto de vista de la recaudación fiscal?

R: Para nosotras no, por eso no somos regulacionistas, somos pro derechos, porque queremos poner en el centro las necesidades y los derechos de las trabajadoras sexuales. Mientras ese no sea el punto fundamental, no nos vale cualquier tipo de regulación. No queremos legislar de cualquier manera, solo por legislar: tiene que ser de una manera muy determinada. Es antagónico con nuestro objetivo. No se puede legislar con una visión puramente económica, ni en la prostitución ni en ningún otro ámbito. Cuando se pone el dinero como centro de todo y como único objetivo terminamos sin derechos sociales para nadie. Así nos está pasando, cada vez con menos libertades, menos derechos y un Estado de bienestar cada vez más arruinado. No se puede mercantilizar cualquier actividad, por hacerlo todo más rentable, al final olvida a las personas y las relega al último lugar, poniendo en el centro los intereses económicos.

Con las trabajadoras sexuales por supuesto que no. El centro deben ser sus derechos y necesidades. Esto implica escucharlas. Ellas son las que tienen que hablar sobre qué necesitan. No deben ser los demás quienes opinen sobre sus necesidades. Lo mismo debe ocurrir con cualquier colectivo. Los protagonistas y las protagonistas son las que tienen que hablar de sus vidas.

“Estar lanzando cifras nos parece irresponsable pero es que, además, aunque solo una trabajadora sexual ejerciera de manera voluntaria (y no es sólo una) tendría que tener derechos”

P: Para terminar, nos gustaría saber si sabéis cuál es el porcentaje de hombres que se estima que ejercen la prostitución en nuestro país y por qué Hetaira no los representa.

R: No podemos dar una respuesta sobre las cifras porque no hay estudios fiables que nos permitan saber cuántos hombres, mujeres o mujeres transexuales hay. Sabemos que es un porcentaje inferior al de mujeres y al de mujeres transexuales.

No es que no los representemos. Nuestra labor es limitada y ya hay otras asociaciones que ayudan a trabajadores sexuales masculinos. Nunca rechazamos a ningún hombre que venga pero trabajamos con otras organizaciones que les pueden atender mejor. Así nos coordinamos, trabajamos en red

Campaña contra Amnistía Internacional por pedir que se despenalice la prostitución

  • Grupos feministas critican la propuesta de la ONG al entender que favorece la trata de blancas mientras que otras organizaciones de derechos humanos se suman a ella

Cartel en el que se acusa a AI de dar la espalda a las mujeres elaborado por una asociación norteamericana contra la trata de blancas

Cartel en el que se acusa a AI de “dar la espalda a las mujeres” elaborado por una asociación norteamericana contra la trata de blancas / CATW

La decisión de Amnistía Internacional (AI) de apoyar la despenalización de la prostitución en todo el mundo ha generado una polémica, en la que colectivos feministas y de izquierdas están arremetiendo contra la ONG al entender que su propuesta favorece a los proxenetas. Incluso actrices de Hollywood se han sumado a esta campaña. Pero AI también está recibiendo apoyos por parte de organismos como Humans Rights Watch, que consideran positiva la iniciativa para acabar con la trata de blancas

La propuesta de Amnistía Internacional fue aprobada el pasado 11 de agosto en Dublín, en una reunión de 400 delegados de la ONG en la que se debatió un borrador que resumía dos años de trabajo. El texto final considera que la despenalización “ofrecerá condiciones de trabajo seguras, por lo que se espera que exista una mayor probabilidad de denunciar el abuso, la violencia de la policía, las palizas, el arresto arbitrario, la extorsión, el acoso, además permitir estándares básicos de sanidad y políticas de prevención de la salud”. Uno de los puntos más polémicos es el que defiende que tampoco se persiga a clientes y proxenetas, al entender que ello favorecería la existencia de mafias.

De la misma manera, AI niega que su política pretenda defender a los clientes del sexo. “Nuestra iniciativa no es sobre los derechos de quienes compran sexo: se centra exclusivamente en proteger a los trabajadores y las trabajadoras sexuales que se enfrentan a una serie de violaciones de derechos humanos vinculadas a la criminalización”, explican. A partir de este documento, Amnistía Internacional iniciará en octubre un análisis sobre cómo proteger los derechos humanos de los trabajadores y las trabajadoras sexuales en cada país.

>La aprobación de este manifiesto había sido precedida de una campaña de protestas por colectivos que sostenían que beneficiaba a la prostitución y a los proxenetas. La critica más mediática surgió de un grupo de actrices de Hollywood que apoyaron a la Coalition Against Trafficking in Women (CATWA), un grupo internacional con sede en Nuena York contra la trata de blancas. Entre las firmantes del escrito contra Amnistía Internacional se encuentran Meryl Streep, Kate Winslet, Anne Hathaway o Emma Thompson. La misiva mostraba su preocupación por una postura que, a su juicio, “llevará a la legalización de burdeles, proxenetas y consumidores de sexo, los pilares de la industria sexual, que mueve 99.000 millones de dólares a escala global”.

Críticas en España

En España, feministas históricas como Lidia Falcón han reaccionado con dureza contra la iniciativa por entender que no sirve para acabar con la explotación sexual. Falcón, en una carta abierta dirigida a Amnistía Internacional, se preguntaba la semana pasada: “¿A quién beneficia (la propuesta de AI)? La respuesta obvia es: a los proxenetas que organizan y se lucran del tráfico de personas con fines de explotación sexual”.</

La sección española de Amnistía Internacional considera que, pese a estas protestas, su decisión es la correcta. “Estamos convencidos de que esta decisión es necesaria porque realmente ayuda a acabar con la explotación sexual y porque refuerza la protección de los derechos humanos”, ha señalado a EL CORREO el director de AI, Esteban Beltrán. El responsable de la ONG, además, destaca que las campañas en contra de su iniciativa no han tenido eco en su afiliación. De los más de 80.000 socios que Amnistía Internacional tiene en España, sólo 14 personas han solicitado la baja a partir del documento sobre la prostitución.

Esteban Beltrán no duda en defender la medida. “Es necesaria para proteger a los trabajadores sexuales, uno de los grupos más marginales y que está sometido a todos tipo de malos tratos, explotación y otros abusos”, insiste. El responsable de AI, además, resalta que su decisión “marca una clara diferencia entre la legalización, que no se contempla, y la despenalización”. En cuanto a la situación española, Esteban Beltrán asegura que su organización, a la hora de aplicar esta directiva a sus campañas de sensibilización, iniciará un estudio de la situación de las prostitutas ante la legislación española, así como sobre las distintas ordenanzas municipales que afectan a su trabajo. “En España existe una situación alegal que permite que muchas prostitutas están bajo coacción”, advierte.

Con respecto a los proxenetas, Beltran recuerda que Amnistía Internacional sigue pidiendo que se actúe contra aquellas personas que exploten sexualmente a mujeres. Sin embargo, recueda que en Europa existen legislaciones que prohíben, por ejemplo, que dos personas se dediquen a la prostitución de forma conjunta, aunque en muchas ocasiones sea la única forma de garantizar su seguridad.

Prostitución y ciudadanía

La legalización y regulación de la prestación de servicios sexuales puede ser deseable, toda vez que las mujeres están mucho peor en la clandestinidad y en la alegalidad. El Estado velaría para evitar situaciones de abusos y coacciones

mercado laboral

Si existe un debate difícil, ese es el debate sobre prostitución, en parte por la complejidad del tema, en parte por la marginación y el estigma de las personas que podrían estar más interesadas en el desarrollo del mismo, o también por el desinterés en la existencia de un debate serio de quienes obtienen ingentes beneficios de esta actividad, o, más importante todavía, por la existencia de un poderoso sector de la ciudadanía que podríamos calificar de impecable e implacable. Lo cierto es que en nuestro país todo lo anterior da como resultado una situación de alegalidad e indefensión de un número importante de mujeres. Hay hombres y transexuales también en esta actividad, pero hablar en femenino refleja mucho mejor la realidad. Por supuesto, los indispensables clientes adoptan el papel de ciudadanos irresponsables.

El primer escollo importante en este debate, para muchos insalvable, es el de definir de qué hablamos cuando hablamos de prostitución o, mejor, de qué no hablamos. No hablamos aquí de trata de personas con fines de explotación sexual, ni de esclavitud, ni de ejercicio forzado, ni de tráfico, o de inmigración. Vamos a hablar de prostitución definida como “prestación voluntaria y negociada de servicios sexuales remunerados” (Maqueda). Adoptar una definición como la anterior supone una clara toma de posición.

La posibilidad de un ejercicio voluntario de esta actividad no es admitida pacíficamente. Es cierto que vivimos en una sociedad patriarcal y sexista en la cual las mujeres han ocupado tradicionalmente y todavía ocupan en buena medida posiciones de subordinación con respecto a los varones. Y por tanto no estamos en una sociedad igualitaria. En este contexto, puede ser que cierto tipo de elecciones y de preferencias, en ocasiones, tengan que ver en alguna medida con preferencias adaptativas, es decir, con ese tipo de preferencias que por decirlo de algún modo más coloquial “hacen de la necesidad virtud”. Las personas acaban prefiriendo algo que en un contexto diferente no sería una opción deseable. En este caso, consentir en el ejercicio de una actividad como la prostitución reflejaría los deseos deformados por las condiciones del sexismo cultural y unas determinadas condiciones socioeconómicas. Si llevamos esta posibilidad al extremo, no cabría una presunciónprima facie de que se ha consentido libremente en ninguna relación sexual que podamos identificar con actividades de prostitución.

No se trata meramente de despenalizar, sino de regular con una finalidad de proteger

Sin embargo, hemos de ser conscientes de que si admitimos lo anterior, y puesto que la desigualdad patriarcal permea por completo todas nuestras sociedades y todas nuestras actividades, la conclusión lógica sería que el consentimiento, cualquier consentimiento otorgado por las mujeres, al seguir inmersas en sociedades patriarcales y en situaciones de desigualdad, carecería de valor, pues nunca sería un consentimiento genuino. Si damos este paso, las consecuencias serían devastadoras y completamente indeseables, fundamentalmente para las mujeres, pero también para el resto de la sociedad. Dejaría a las mujeres inermes e incapacitadas para actuar como personas y como ciudadanas.

La prostitución es una actividad mercantil y aunque podríamos calificar a ciertos mercados como mercados nocivos, sin embargo, de tal calificación no se seguiría siempre que un mercado de ese tipo haya de prohibirse, pues en ocasiones esa prohibición intensificaría los problemas que nos han llevado a condenar ese mercado en un primer análisis. En la evaluación de los mercados no hay que olvidar nunca los efectos sobre ricos y pobres, sobre hombres y mujeres, y sobre los más y menos poderosos. Las preguntas pertinentes a la hora de realizar evaluaciones van desde cuestionar en qué medida contribuyen a una mayor igualdad, qué tipo de regulaciones y de límites son deseables y cuál es su relación con una idea de igual ciudadanía. En los análisis acerca de la prostitución, sin dejar de atribuir a esta actividad, tal y como se realiza actualmente, una influencia negativa en la persistencia de la imagen de subordinación de las mujeres y por tanto favorecedora de la desigualdad, aun así, su legalización y su regulación pueden ser deseables, pues las mujeres se encuentran en una posición mucho peor en la clandestinidad y en la alegalidad. Y el poder que pueden lograr las mujeres a partir de una regulación que las tome en consideración y castigue severamente los abusos y las coacciones, contribuiría a que alcancen una situación más simétrica en ese mercado y más igual en la sociedad.

Una prostituta no se vende ella misma, ni renuncia a su dignidad, si tal cosa pudiera hacerse

La consideración de la prostitución como un trabajo podría ser una manera de formalizar una actividad ejercida por unas mujeres, que posiblemente no sean las que pueden optar por un abanico de elecciones más amplio, y que al dedicarse a esa actividad van a quedarse desprotegidas y privadas de derechos y por tanto completamente vulnerables. La laboralización de esa actividad es lo que permitiría clarificar de una vez por todas que una prostituta no se vende ella misma, ni renuncia a su dignidad, si tal cosa pudiera hacerse, simplemente vende un servicio. Sin olvidar que el reconocimiento de su actividad como trabajo permitiría a estas mujeres acceder a la ciudadanía con plenitud de derechos, en igualdad de condiciones que los demás trabajadores, acceso que de otro modo se les niega con las implicaciones de marginación y discriminación que conlleva tal negativa. No se trata meramente de despenalizar, sino de regular con una finalidad de proteger, y esto implicaría un tipo de legislación especialmente cuidadoso con la especificidad de la actividad que se aborda. Regular esta actividad tiene que suponer, además, el firme compromiso por parte del Estado de no permitir ninguna situación de coacción y de vigilar y castigar con rigor cualquier violación en este sentido.

Para terminar, nos encontramos actualmente en una situación de regulación de la prostitución por defecto. No hay apenas regulaciones, excepto tímidos intentos municipales, pues las Administraciones no están dispuestas a asumir el coste que supone una regulación frente a la ciudadanía impecable e implacable. Así, el resultado es que ciertos grupos de presión fuertemente organizados van imponiendo sus intereses y logrando una completa impunidad e ingentes ganancias, y en la confusión, a veces interesada, en torno al tema de la prostitución, las mujeres que ejercen esta actividad siguen sometidas a los poderes mafiosos y completamente desprotegidas. Ante la incomodidad del tema, y lo bronco que puede llegar a ser este debate, tenemos que pensar con Rafael del Águila, que “hemos de resistir la tentación de convertirnos en satisfechos ciudadanos (y ciudadanas) implacables o impecables, para arrostrar la más modesta tarea de ser ciudadanos reflexivos a secas. Y no hay ley, regla o derecho que nos exima de esa responsabilidad y de los riesgos que comporta”.

Elena Beltrán es profesora titular de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid.

Suscriben el presente texto Alfonso Ruiz Miguel, Antonio Arroyo Gil, Antonio Rovira, Blanca Mendoza, Blanca Rodríguez Chávez, Borja Suarez, Elena García Guitián, Enrique Peñaranda, Esther Gómez Calle, Fernando Martínez, Fernando Molina, Gregorio Tudela, Ignacio Tirado, José Luis López, José Ramón Montero, Juan Antonio Lascuraín, Juan Carlos Bayón, Julián Sauquillo, Laura Beck, Luis Rodriguez Abascal, Manuel Cancio, Manuel Sánchez Reinón, María Moreno, Mario Maraver, Marisa Aparicio, Marta Lorente, Mercedes Pérez Manzano, Pablo de Lora, Pilar Benavente, Pilar Pérez Álvarez, Soledad Torrecuadrada, Susanne Gratius y Yolanda Valdeolivas, profesores de la Facultad de Derecho de la UAM y miembros del Colectivo DeLiberación.

SUECIA ESTÁ MÁS LEJOS QUE NUNCA

ITZIAR ZIGA ACTIVISTA FEMINISTA

Que una organización no gubernamental con la relevancia y la autoridad moral en la defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional haya decidido abogar por la despenalización del trabajo sexual, supone una victoria histórica. Y no porque los gobiernos vayan a dejar de hostigar policialmente a las prostitutas o a los clientes de una noche para otra. De sobra lo sabemos: si las peticiones de AI fueran atendidas, en el mundo ya no existiría tortura. Pero en el encarnizado tira y afloja de las últimas décadas, regulación versus abolición, hacía falta un tanto tan formidable como éste a favor de las putas. Sobre todo desde que Suecia decidiera en 1999 prohibir todo trabajo sexual ideando una fórmula novedosa: condenar a los clientes y tratar categóricamente a las putas como víctimas de violencia de género, en cuya redención el Estado estará dispuesto a invertir todo el dinero que haga falta. Es decir, que el gobierno pague a las prostitutas para que dejen de serlo en nombre de la igualdad. El gobierno que se lo pueda permitir, claro está. Más aún en estos tiempos de recortes sociales y precarización de multitudes.

Da igual, extender el modelo sueco prohibicionista a todo el mundo ha sido la obsesión de una élite de mujeres organizada como lobby y autoerigida para decidir qué trabajo es conveniente y cuál indigno para el resto de las mujeres, desde sus privilegios de raza y clase. Eso sí, en nombre del feminismo. Para ellas, ha dado igual que cien prostitutas okuparan una iglesia en Lyon el 2 de junio de 1975 para denunciar la represión policial que sufrían y que en pocos días, la protesta se extendiera a todo el Estado francés, emprendiendo el movimiento de las trabajadoras del sexo en Europa. Entre ellas estaba la pionera Grisélidis Réal, quien descansa desde 2009 en el Cementerio de los Reyes de Ginebra. Tampoco han querido escuchar nunca a Pia Covre y Carla Corso, fundadoras en 1983 de la Comisión por los Derechos Civiles de las Prostitutas italianas. Y que hoy siguen acercándose por la noche a las chicas que se prostituyen en las peores condiciones por su condición de migrantes indocumentadas en las carreteras del Este, para darles protección y trasferencia de saberes. Siempre son las prostitutas más concienciadas políticamente quienes cuidan de las putas más vulnerables. Y también una orden de monjas prodigiosas llamadas oblatas.

 

 

Al lobby abolicionista siempre le dio igual de qué vivirían las prostitutas si lograban implantar el modelo sueco, cada día más lejano. Nunca he escuchado a una abolicionista criticar la Ley de Extranjería ni relacionar prostitución con capitalismo. En realidad, nunca les he escuchado escuchar a mujeres que no piensan como ellas, menos aún a una puta o a una amiga de las putas. Creo que no hay nada más patriarcal que robar la voz a una mujer con la excusa de que es víctima. Por eso celebro tanto la decisión de Amnistía Internacional de apoyar las luchas de las putas: a partir de ahora no va a ser tan fácil enmudecerlas. O al menos intentarlo. Porque nunca lograron callarlas, ni valiéndose del estigma más misógino que existe y que nos daña a todas las mujeres. Las trabajadoras del sexo han librado una batalla heroica en todo el mundo. Y hoy son más fuertes que nunca.

«A mí otras mujeres no me van a decir qué es digno y qué no lo es»

MONTSE NEIRA  PROSTITUTA E INVESTIGADORA SOCIAL

Después de trabajar de dependienta, de mujer de limpieza y de camarera, Montse Neira (Barcelona, 1960) decidió probar suerte con la prostitución, con la cual pudo costearse sus estudios de Ciencias Políticas. Cuenta su experiencia en el libro «Una mala mujer» y es una de las voces más notables a favor de los derechos de las trabajadoras sexuales.

MONTSE NEIRA PROSTITUTA E INVESTIGADORA SOCIAL

¿Qué supone la decisión de Amnistía Internacional?

El paso es muy importante, porque es una entidad con mucho peso, pero no supone que los Estados vayan a actuar de acuerdo con esa premisa, por lo que queda mucho trabajo todavía. Pero sí que nos da a las personas que ejercemos la prostitución una herramienta para poder denunciar, lo cual no es poco, ya que somos uno de los colectivos más estigmatizados. No existimos. Además, el estigma lo que conlleva es que nos sintamos culpables, sintamos miedo, vergüenza… es lo que realmente nos hace vulnerables.

¿Cuál es la importancia de no perseguir al cliente?

Es que si se criminaliza a los clientes, ¡nos quitan el pan! Con la premisa de que sea un pacto consentido entre adultos, no se puede perseguir a una persona porque quiera pagar por sexo.

Los defensores de la prohibición ya han puesto el grito en el cielo…

Que se metan en sus asuntos y nos dejen tranquilas. Ahora ya nos acusan a las activistas proderechos de tener detrás a la industria del sexo. No se puede entender si no es por esos prejuicios y esas moralidades que les persiguen. Pero mira, a mí la dignidad como persona no me la da o me la quita nadie desde una posición de privilegio; con mi vagina, mi boca y mis manos hago lo que quiero. Y otros trabajos, que pueden ser muy dignos y aceptados, a mí no me dan de comer ni cubren mis necesidades básicas.

¿Qué le ha aportado a usted el trabajo sexual?

Yo empecé porque quería dejar de ser pobre y dejar de trabajar con cosas que me enfermaban. Me arriesgué y me salió bien, y además me di cuenta de que estaba bien, ganaba dinero, tenía una vida digna, cubría mis necesidades básicas y me podía permitir algún capricho y todo. Y con mis clientes estaba bien y con las demás relaciones sexuales también. ¿Acaso estaba haciendo algo mal, como algunas me querían hacer creer? Es entonces cuando me empoderé, me quité la vergüenza y empecé a dar la cara. A mí otras mujeres no me van a decir qué es digno y qué no es digno.

La resolución de AI incluye a los burdeles. ¿Qué le parece?

Es un asunto más complicado, porque yo he trabajado en burdeles y ahí sí que hay mucha explotación. Yo siempre digo que, si se legalizan tiene que ser para que la persona que ejerce la prostitución en un local sea la que decida las prácticas sexuales que quiere hacer y los clientes con los que quiere trabajar. Esa es la premisa que tenemos las independientes y la verdad es que en los burdeles no siempre se cumple.

NUEVO HITO EN LA LUCHA POR LOS DERECHOS DE LAS PROSTITUTAS

DESPENALIZACIÓN DEL COMERCIO SEXUAL CONSENTIDO

La decisión de Amnistía Internacional de asumir la demanda de despenalizar la prostitución consentida ha generado algunas exaltadas reacciones que han llegado hasta Hollywood. Aunque el debate sigue, la defensa de los derechos de las prostitutas se abre paso.

A prostitute holds a placard reading "clients penalised- prostitutes killed" as others wear masks during a demonstration of sex workers on December 4, 2013 in Paris, after French lawmakers approved today a controversial bill that will make the clients of prostitutes liable for fines starting at 1,500 euros ($2,000). AFP PHOTO / JOEL SAGET

La reciente revelación de que un local de alterne sufragó durante años la celebración de la fiesta del Pilar del cuartel de la Guardia Civil en Tutera, cuyo capitán al mando es amigo del propietario del prostíbulo (según “Interviú”), además de reflejar crudamente el país en el que nos ha tocado vivir, muestra la prostitución como realidad social indiscutible. Ha existido, existe y, siempre que siga habiendo dos personas dispuestas a intercambiar sexo por dinero y viceversa, seguirá probablemente existiendo.

El tema, antiguo, largo y espinoso, genera arduos debates entre las tesis abolicionistas, que abogan por la prohibición, y las demandas de derechos para las trabajadoras sexuales. Un debate que, por primera vez, la organización Amnistía Internacional ha encarado y desarrollado en toda su complejidad a lo largo de los últimos meses, proceso tras el cual aprobó este mes de agosto en Dublín una novedosa resolución según la cual Amnistía Internacional desarrollará «una política que apoye la plena despenalización de todos los aspectos del comercio sexual consentido».

Adoptada en un encuentro en el que participaron 400 delegados de 70 secciones nacionales, la resolución fue calificada de «histórica» por el secretario general de AI, Salil Shetty. Aunque explicó que no fue una decisión «fácil de adoptar», la defendió asegurando que «la criminalización del trabajo sexual consentido entre adultos puede resultar en un aumento de violaciones de las trabajadoras sexuales».

Pero que Amnistía Internacional dejase claro por activa y por pasiva que seguirán reclamando con firmeza la persecución de «la prostitución infantil, el tráfico de personas y de toda prostitución forzada» no fue suficiente para la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres (CATW, por sus siglas en inglés), que durante el proceso de debate publicó una carta abierta en la que denunciaba que AI «se pone más del lado de los explotadores que de los explotados». «No hay ninguna lógica detrás de la premisa de que para proteger a los explotados tengas que despenalizar a los explotadores. No tiene sentido», señaló tras la aprobación de la resolución la directora ejecutiva de CATW, Taina Bien-Aime, en defensa de cuyas tesis se han manifestado varias actrices de Hollywood como Meryl Streep o Kate Winslet, aportando su glamour a las tesis abolicionistas.

«¿Y qué quieren, que para ganarme la vida les friegue las escaleras a esas pijas ricas? Pues no, prefiero ser puta, la verdad», contesta contundente Paula Ezkerra, miembro del colectivo Putas Indignadas del barrio del Raval de Barcelona.

Despenalización de los burdeles

En proceso de convertirse en cooperativa, el colectivo Putas Indignadas reclama el derecho a ejercer la prostitución en la vía pública, algo prohibido en Barcelona por las ordenanzas municipales. Ezkerra explica que en la calle se sienten más seguras, ya que tienen la libertad de elegir al cliente de forma autónoma y organizarse entre ellas. Algo que no siempre ocurre en los prostíbulos, tal y como señalan la propia Ezkerra o Montse Neira, entrevistada en la página contigua. Sin ir más lejos, el club Eros de Tutera, que ha servido para arrancar este texto, está investigado por trata y explotación.

Uno de los puntos más controvertidos de la resolución de AI es, precisamente, que se compromete a hacer campaña para que tampoco se persiga «a los proxetenetas y administradores de burdeles que no fuercen a las mujeres», lo que ha despertado las críticas de aquellos que, defendiendo la no persecución de prostitutas y clientes, se oponen a la existencia de burdeles. El debate sigue abierto y, en cualquier caso, Shetty ya dejó claro que la resolución no es más que la base «para adoptar una política para la protección de los derechos humanos de los trabajadores sexuales que ayudará a dar forma al trabajo futuro de Amnistía Internacional».

Las asociaciones de personas con discapacidad reivindican una educación sexual inclusiva

Además de un servicio de “asistencia erótica” con el fin de recuperar los derechos sexuales de este colectivo

 

PÉRDIDA de visión, de movilidad, de sensibilidad, temblores, rigidez, espasmos. Son solo algunas de las particularidades con las que viven las personas con discapacidad y que requieren atención sociosanitaria. Sin embargo, según las conclusiones del encuentroAcercando la Sexología a la Discapacidad, celebrado el pasado 7 de julio en Bilbao, hay un ámbito que siempre queda pendiente: la sexualidad. Es más, abundan en que los profesionales de los centros médicos ni siquiera se sienten preparados para abordarlo.

“Siempre parece que hay cosas más urgentes, ¿pero dónde queda la convivencia, lo cotidiano y la interrelación que conforman el núcleo familiar?”. María Paz Giambastiani tiene esclerosis múltiple desde hace diez años. En la actualidad, es presidenta de la asociación Discapacidad Sin Distancia. Desde su experiencia, asegura que no se habla de la sexualidad de las personas con discapacidad ni desde las entidades ni desde los profesionales que intervienen en la atención sociosanitaria. “Es un tema tabú hasta dentro del propio colectivo”, confiesa.

Mantener esta cuestión en la trastienda ha hecho que pululen muchos mitos, entre ellos, por ejemplo, que las personas con discapacidad son asexuadas. “Pero no lo somos”, asegura María Paz. No obstante, las consecuencias de esta creencia son palpables. Una de ellas sería la exclusión de las mujeres con discapacidad de los programas ginecológicos de prevención del cáncer de cérvix. “Como imaginan que no vamos a mantener relaciones sexuales no nos ofrecen ese servicio”, critica. Algo similar ocurriría con distintas especialidades neurológicas y ginecológicas, en las que, en general, no se aborda la realidad sexuada y la erótica de estas personas.

Pero las dificultades van más allá, abarcando, entre otros aspectos, la accesibilidad a las máquinas expendedoras de preservativos de los baños. “Se encuentran a una altura que para alguien con silla de ruedas es imposible acceder”, explica María Paz. Asimismo, recuerda que la ropa sigue sin estar adaptada a las personas con discapacidad y que los zapatos especiales son más masculinos que femeninos. “Estos productos no están hechos pensando en el carácter sexuado de estas personas”.

Sensibilizar y generar un diálogo que analice y reflexione sobre este tema, esas son las vías a seguir que propone María Paz. “Hay que empezar a poner el tema sobre la mesa y acabar con la autocensura”.

“A LAS BRAVAS” Igor Nabarro es un gasteiztarra de 36 años. A los 17 tuvo un accidente que cambió su vida y desde entonces vive con una lesión medular. Como en tantos otros casos, los médicos dedicaron mucho tiempo a su rehabilitación física y también tuvo atención psicológica, pero recuerda que en ningún momento le ayudaron a adaptarse en el plano de la sexualidad. “La única rehabilitación ‘sexual’ que había tenía el fin de poder acceder a la paternidad, nada más”. Por ello, comenta Igor, tuvo que aprender el resto “a las bravas”. Precisamente, esa fue una de las razones que le empujó a formarse como sexólogo.

Desde el punto de vista de Igor, a nivel de vivencia de la sexualidad se podrían clasificar las situaciones de discapacidad en dos grandes grupos: las discapacidades sobrevenidas o adquiridas y las discapacidades congénitas o de nacimiento. En el caso de las sobrevenidas, asegura que en un primer momento la palabra clave es frustración. “Se intenta volver a la erótica de la misma manera que antes y muchas veces no se puede”, matiza. Ello hace que la persona no se sienta un hombre o una mujer “al completo”, sobre todo cuando la discapacidad afecta a las funciones reproductoras o a sus relaciones íntimas. “Y socialmente se pone en entredicho su masculinidad o feminidad”. Sin embargo, continúa Igor, esta frustración se alarga en el tiempo cuando no hay un acompañamiento en el ámbito de la sexualidad y de la erótica y la persona persiste en reintentar fórmulas y modos anteriores. “Para superarlo, es conveniente dejar de lado esa visión genitalizada y coitocéntrica del placer que nos limita y ampliar el catálogo erótico”. Besos, caricias, masajes, prácticas bucogenitales. “Más allá del coito hay una infinita cantidad de posibilidades tanto o más satisfactorias que el coito”.

En cuanto a las discapacidades congénitas, Igor afirma que el mayor problema es la visión que tiene la sociedad de la sexualidad de estas personas: “O piensan que no les interesa desarrollarla en absoluto, como si la discapacidad anulase el deseo, o que tratarla es abrir la caja de Pandora”. Estos pensamientos se dan, sobre todo cuando se trata de discapacidades intelectuales, debido a la ocultación y la prohibición que estas personas han sufrido incluso por parte de su entorno más cercano. “Al no dejarles desarrollar la sexualidad de manera natural, privándoles incluso de su propio cuerpo, es habitual que aprovechen la mínima posibilidad para experimentar”.

RELACIONES AFECTIVAS Más allá de la erótica, otro punto importante dentro de la sexualidad de las personas son las relaciones afectivas. Según Igor, está muy ligado al concepto de educación sexual inclusiva: hasta que no se considere a las personas con discapacidad como personas sexuadas seguirá existiendo una gran barrera. “A día de hoy todavía se ve con extrañeza que una persona con discapacidad ligue o que quiera ligar”. Más aún, si se trata con alguien que no tiene ningún tipo de discapacidad. “Hay que apartar el miedo y la vergüenza y erradicar la ignorancia”.

De la misma opinión que Igor es José Antonio Espinosa, miembro de Bizkel, la asociación de lesionados medulares de Bizkaia. “La sexualidad es un tema tabú, pero tiene que dejar de serlo”. Admite que ya se están dando los primeros pasos, aunque considera que van demasiado despacio. Por ello, apoya un servicio de “asistencia erótica” con el fin de afianzar lo logrado y acelerar este proceso. “Del mismo modo que se pone una rampa en un centro comercial, hay que dar apoyo para facilitar ese acceso a la sexualidad como necesidad humana”.

Ciudadanos de segunda fila. Así es como José Antonio considera que se trata a las personas con discapacidad. “Si a nivel social estamos discriminados, en el plano sexual se nos ignora totalmente”, critica. Para darle una vuelta a la situación, recalca que “hay que cambiar de chip” y para ello aboga por dejar de lado el sistema asistencialista, el paternalismo y la infantilización para apostar por una educación sexual inclusiva y un servicio de “asistencia erótica”. “Igual que comer y el resto de las necesidades básicas de la vida, el sexo es una necesidad más para nosotros también”.