Muchos actores han decidido salir del armario en público en los últimos años para contribuir a la aceptación social
De izq. a dcha. y de arriba abajo: Ellen Page, Luke Evans, Neil Patrick Harris, Matt Bomer, Jodie Foster y T.R. Knight. Gtres
A pesar de su carácter liberal, Hollywood sigue siendo una industria donde salir del armario no está exento de riesgos, al menos para la comunidad de actores que aún hoy se expone a que su vida privada condicione, en alguna medida, el futuro de su carrera.
Recientemente, Matt Damon comentaba en una entrevista para el diario británico The Guardian lo inconveniente que resultaba en su gremio hablar en público sobre las preferencias sexuales de cada uno. Para el protagonista de la saga “Bourne”, cuanto menos sepa el espectador, mejor.
“Ya seas heterosexual o gay, la gente no debería saber nada de tu sexualidadporque ese es uno de los misterios que deberías poder interpretar”, dijo Damon, quien en 2013 hizo de pareja homosexual de Michael Douglas en el éxito de HBODetrás del candelabro y es conocido por sus opiniones de izquierdas.
Damon fue muy criticado por sus palabras, que se entendieron como retrógradas, y él las justificó en términos de eficacia profesional.
“Alguien dijo que yo dije que los actores homosexuales deberían volver al armario. Es doloroso que se afirmen cosas en las que uno no cree”, explicó Damon el lunes en el programa de Ellen DeGeneres, famosa presentadora lesbiana pareja de la actriz Portia de Rossi.
Más allá de lo acertados o desacertados que fueran sus comentarios, estos constataron una realidad existente en una industria que, desde su creación, se ha mostrado incómoda con la homosexualidad de sus estrellas.
Por ‘vender’ películas
Durante décadas los estudios han velado para evitar que trascendieran las inclinaciones sexuales de galanes y divas temerosos de que un desliz de camaechara al traste la imagen de seductores del sexo opuesto que servía para vender películas.
Muchas páginas se han escrito sobre la homosexualidad de Rock Hudson, Montgomery Clift o Anthony Perkins, y la bisexualidad de Cary Grant y Katharine Hepburn, quienes triunfaron en una época en la que la sodomía estaba penada por la ley en EE.UU. y mostrar atracción por personas del mismo sexo era considerado una enfermedad mental.
Aunque el movimiento de derechos civiles de la comunidad homosexual ha dado pasos de gigante recientemente en EE.UU. -en junio el Tribunal Supremo falló a favor del matrimonio gay-, el rechazo es aún notable en gran parte del país.
En Hollywood, muchos han decidido salir del armario en público en los últimos años para contribuir a la aceptación social.
Los valientes
Jodie Foster, Zachary Quinto, Neil Patrick Harris, Jim Parsons, Wentworth Miller, Matt Bomer, Ellen Page, T.R. Knight y Luke Evans son algunos de los que han hablado abiertamente de su homosexualidad y lesbianismo.
Antes que ellos, lo hicieron Ian McKellen y George Takei, entre otros, así comoRichard Chamberlain, quien dejó constancia de eso en unas memorias que publicó en 2003.
Siete años después, preguntado por el diario The Advocate sobre su decisión aseguró que “no le recomendaría” a un hombre con aspiraciones de papeles protagonistas en Hollywood que saliera del armario. “Hay aún una tremenda cantidad de homofobia en nuestra cultura”, afirmó Chamberlain.
En esa misma línea se ha expresado el actor Rupert Everett, quien a diferencia de Chamberlain, reveló su homosexualidad cuando su carrera estaba despegando, en la década de 1990, y vio cómo las ofertas para hacer papeles principales desaparecían.
“Fue un asunto enorme durante toda mi carrera”, insistió Everett en una entrevista en 2014 con el periódico The Daily Telegraph en la que admitió que, “hasta cierto punto”, se había saboteado su propia carrera. “Es difícil argumentar que (Everett) no se vio afectado por salir del armario”, dijo Matt Damon.
Un signo de que los tiempos están cambiando también en Hollywood es la carrera de Luke Evans. El actor galés, que ha sido pareja del modelo español Jon Kortajarena, acumula papeles de acción propios de macho alfa desde El Hobbit aDrácula, la leyenda jamás contada”, y próximamente se le verá combatiendo a criminales de guerra en SAS: Red Notice.
https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png00Editoreahttps://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.pngEditorea2015-10-01 08:18:192015-10-01 08:18:19Los actores que salen del armario tienen dificultades para encontrar trabajo
Uno de ellos trata de la situación que vivieron gais, lesbianas y transexuales en ese periodo, pero apenas un par de párrafos tratan del lesbianismo porque sencillamente los ideólogos del régimen decidieron que no existía. Como apunta Empar Pineda, “el sexo entre mujeres no se perseguía porque para el régimen no podía existir”.
Las mujeres en general debían ser asexuales y tanto la norma que avalaba las relaciones dentro del matrimonio con fines reproductivos como su transgresión (todas las demás eran putas), se enmarcaban en un concepto heterosexual. Incluso la homosexualidad masculina, porque los gais eran asimilados a mujeres y como tales tratados con desdén. El placer era negado a las mujeres y debía incluso disgustar a sus propios maridos porque suponía un indicio de vicio no deseable. Al respecto un insigne rector de la Universidad Complutense de Madrid, Botella Llusiá, tío de Ana Botella por cierto, afirma que “las mujeres que gozan no son mujeres, sino marimachos y hasta la excitación de la libido en la mujer es un carácter masculinoide”.
En ese contexto se trataba de no reconocer a las lesbianas, no hablar de ellas, no considerar posible la existencia de una sexualidad ajena al control masculino. Quedaban fuera del modelo y eso hizo que en la mayoría de casos se libraran de la represión, sólo las más díscolas acababan en centros de internamiento dependientes de Pilar Primo de Rivera, de quién siempre se sospechó su preferencia por las mujeres. En esos campos de concentración que administraban monjas, las internas eran rapadas y se les administraba aceite de ricino para limpiarles el cuerpo y el alma. Posteriormente se procedía a la “refeminización” basada en tareas consideradas femeninas y en la oración.
En las zonas rurales muchas lesbianas buscaron el convento como alternativa al matrimonio, aunque en su mayoría eluden la Iglesia como institución y se enmascaran en las sociedades urbanas más tolerantes en general con la convivencia entre mujeres. Crean sus redes de amigas, organizan fiestas que eran bien vistas por los vecinos porque no acudían chicos, generan un argot de reconocimiento (entre elles se llamaban “libreras” para identificarse), organizan excursiones y salidas, pero viven sometidas por el disimulo y la negación. Se trata de no hacer alarde, de no reconocer jamás en público tus sentimientos so pena de aceptar elevadas multas o el temido ingreso en Instituciones para ser rehabilitadas. No deja de ser curioso que en los centros penitenciarios españoles se prohibiera el uso de pantalones a las reclusas hasta finales de los años 60 por temor a que esa prenda fomentara el lesbianismo.
A menudo se frivoliza sobre la situación de las lesbianas bajo el franquismo diciendo que lo tuvieron fácil, que ni siquiera se vieron afectadas por la “Ley de vagos y maleantes” o la de “Peligrosidad social”, que no fueron víctimas de los aberrantes tratamientos y terapias aversivas con electroshocks, vomitivas, hormonales o lobotomías. En primer lugar eso no fue así en todos los casos y en segundo lugar, al maltrato sufrido por cualquier mujer bajo el régimen, las lesbianas añadieron el agravio de no existir, de ser negadas en su esencia más básica, de que las cubriera un oscuro manto de silencio que en ningún caso se trató de olvido o tolerancia, sino más bien de un estructurado plan que tenia como objetivo último la negación de la sexualidad femenina. Y eso durante décadas en un largo periodo de tiempo que se alargaría hasta bien entrada la transición.
https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png00Editoreahttps://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.pngEditorea2015-09-26 17:43:182015-09-26 17:43:18Lesbianas bajo el franquismo
La razón por la que a Bissinger le habían encargado el reportaje no tenía nada que ver ni con el atletismo ni con la telerrealidad. Jenner se encontraba en pleno proceso de cambio de sexo y el periodista iba a hacer la crónica del surgimiento de Caitlyn, el ser femenino que el exatleta había escondido toda su vida. Resultó ser el trabajo más extraordinario que este ganador del Pulitzer hubiera realizado en sus 38 años de profesión. Supuso un año de preparación. ‘Vanity Fair’ llevó aCaitlyn a la portada de su edición de julio con una foto firmada por Annie Leibovitz. La imagen de Jenner embutida en un corsé, melena con brillantes reflejos y lápiz de labios tuvo un impacto inmediato. La ahora Caitlyn se unió a Twitter el mismo día en que la revista llegó a los quioscos y sumó más de un millón de seguidores en solo cuatro horas, superando el anterior récord de cuenta de más rápido crecimiento, que era la del presidente Obama. Vips como Lady Gaga, Anna Kendrick y Sam Smith le tuitearon su apoyo. Se lanzó asimismo el primer avance de un ‘reality show’ en ocho capítulos titulado ‘I Am Cait’ (soy Cait), que documentaba la transformación de Jenner (y al que corresponden los retratos que ilustran este reportaje).
En julio, Jenner subió al escenario vestida con un Versace blanco para aceptar el galardón ‘Arthur Ashe Courage’ en los premios Espy, cuyo objetivo es homenajear la valentía en el ámbito del atletismo. En un emotivo discurso, expuso en voz alta la traumática realidad cotidiana que afrontan muchos niños transexuales y fue aplaudida por un público entre el que se encontraban sus hijos, su hermana y su madre.
Por un momento, en medio de los focos destelleantes y la agitación de los medios, parecía como si el tema de la transexualidad hubiera llegado a un punto crítico de aceptación social. No era solo Jenner. Un año antes, Laverne Cox, una transexual afroamericana que protagoniza la serie de éxito ‘Orange is The New Black’, apareció en la portada de la revista ‘Time’. El reportaje que ilustraba se titulaba El punto de inflexión transexual.
En enero de este año, ‘Transparent’, una serie dramática de Amazon que refleja la reacción de una familia al descubrimiento de que el padre es transexual, ganó dos Globos de Oro y llegó a recibir 11 candidaturas a los Emmy. En mayo, Andreja Peji se convirtió en la primera modelo declaradamente transexual que salía en ‘Vogue’ y, dos meses más tarde, se anunció que la primera agencia de maniquíes transexuales del mundo iba a abrir sus puertas en Los Ángeles: Apple Model Management LA.
También está ‘I Am Jazz’, la serie de la cadena americana TLC que sigue la vida de Jazz Jennings, una chica transexual de 14 años de edad y toda una ‘celebrity’ en YouTube. Atrae regularmente a alrededor de un millón de espectadores. ‘The Danish Girl’, película basada en la vida de Lili Elbe, uno de los primeros casos conocidos de cirugía de reasignación de sexo en el Copenhague de los años 20, tiene previsto su lanzamiento a finales de este año.
No hay duda de que las cuestiones sobre transexualidad han emergido a la superficie de lo público. Durante tiempo, los ‘trans’ han recibido un pésimo trato por parte de la sociedad. El péndulo ha oscilado hacia una mayor aceptación. En determinadas zonas, el giro se ha acompañado de cambios políticos. Recientemente se anunció en Estados Unidos que tendrían la posibilidad de servir sin trabas en el Ejército, por ejemplo.
Tampoco ha sido buena la relación entre ‘trans’ y ciertos sectores del feminismo. Hay quien tiene la convicción de que las operaciones de reasignación de sexo no deberían otorgar el derecho a reclamar privilegios especiales más allá de aquellos por los que han luchado las mujeres que lo han sido desde su nacimiento. Pero también hay quien argumenta que la cirugía no convierte en mujeres a las ‘trans’ bajo ningún concepto. Feministas históricas como Gloria Steinem han pedido perdón por sus opiniones anteriores, tachadas de transfóbicas, aunque el silencio no siempre es señal de arrepentimiento. La escritora Julie Bindel se negó recientemente a hablar sobre la transformación de Jenner con un periódico por miedo a ser acosada por lo que ha llamado “el ‘lobby trans'”.
¿Está ligado el aumento de la aceptación de los transexuales a un simple incremento de su número? Los datos escasean, y en España más que en ningún otro sitio. Según una estimación realizada por Iratxe Herrero y Carlos Díaz de Argandoña, del Gabinete Sociológico Biker, en España, en 2009, había alrededor de 2.292 personas transexuales -1.632 mujeres y 660 hombres- y cada año se producirían alrededor de 67 nuevos casos. En Gran Bretaña y de acuerdo con la asociación Gires (Gender Identity Research and Education Society), las cifras crecen en torno a un 15% anual. En términos absolutos, Bernard Reed, fundador de esta ONG, estima que unas 65.000 personas dan cada año el paso en pos de algún tipo de transformación sexual. Las listas de espera de determinadas clínicas especializadas se alargan hasta los tres años. El número de niños de 10 años o menos que se han dirigido al servicio nacional de salud británico (NHS) por sus sentimientos transexuales se ha más que cuadruplicado en cinco años, pasando de 17 en 2009-2010 a 77 en 2014-2015.
¿Por qué este aumento? En parte, internet ha facilitado acceso a información, apoyo y asesoramiento. Eso implica también que los jóvenes se sienten más inclinados a considerar la transexualidad como algo normal y no excepcional. La visibilidad a través de personajes mediáticos como Laverne Cox y Jenner ha llevado también a una mayor aceptación, mientras que los avances médicos transmiten la idea de que transformar radicalmente el propio cuerpo no es un hecho extraordinario.
“En concreto, la historia de Jenner está teniendo un gran impacto porque ella lo ha difundido en los medios”, opina la escritora, periodista y activista británica Jennie Kermode. “Mucha gente se ha sentido más cómoda con la idea de la transexualidad cuando esta se le puso por delante en la forma de una mujer privilegiada, glamourosa. En 2010 realizamos una encuesta en la que nos centramos en los ‘trans’ y los medios de comunicación. Muchos de ellos dijeron entonces que la mayoría de sus apariciones en prensa los ridiculizaba. Eso ha cambiado en gran manera”.
Por supuesto, no hay que olvidar que detrás de esta explosión se encuentra un activismo de décadas, sobre todo en Estados Unidos, que va desde los disturbios de Stonewall en el Nueva York de la década de los 60 hasta hoy. Según Susan Stryker, profesora de Estudios sobre Sexo y Mujer en la Universidad de Arizona, lo que estamos viendo ahora no es tanto un punto de inflexión como “un reguero de agua abriéndose paso por una llanura que con el tiempo esculpe una garganta”.
Ahora bien, ¿la atención prestada a Jenner y otros ha tenido algún efecto real sobre la vida cotidiana de los ‘trans’ que viven al margen de la burbuja privilegiada de los famosos? En este punto las cosas ya no están tan claras.
Existen carencias en el entorno sanitario y también, muchas, en el educativo. Los niños son frecuentemente víctimas de acoso escolar, a veces tanto de los maestros como de los alumnos. En cuanto al empleo, lo más probable es que todavía se enfrenten a discriminación, mientras que una gran cantidad de delitos transfóbicos ni siquiera se declara y no supone un problema significativo para la policía. Una encuesta realizada el año pasado en Gran Bretaña entre más de 2.000 ‘trans’ dirigida por Pace, una organización benéfica de salud mental, reveló que el 48% de los menores de 26 años confesaba haber intentado quitarse la vida, mientras que al menos un 59% había pensado en suicidarse (entre la población general de 16 a 24 años, este porcentaje es del 6%).
Por cada Caitlyn Jenner, Laverne Cox o Jazz Jennings, hay una Lucy Meadows, una maestra transexual de escuela primaria en Accrington (Lancashire, Gran Bretaña) que tras su transformación tuvo que afrontar la angustiosa experiencia del acoso de los medios de comunicación y acabó suicidándose en marzo de 2013. O un Kyler Prescott, un chico ‘trans’ estadounidense de solo 14 años que padeció un problema grave de depresión y se quitó la vida en mayo de este año.
Llamar a lo de Caitlyn Jenner punto de inflexión “ayuda muy poco, por no decir nada”, opina el mencionado Bernard Reed, “porque hace que la gente piense: ‘¡Ah, ya está hecho el trabajo!’. Lo que sí se puede decir es que ahora hay muchas personas que se sienten más seguras porque pueden declarar quiénes son, pero todavía queda mucho trabajo por hacer”.
Para los ‘trans’ comunes y corrientes, la historia tiende a ser la de la supervivencia diaria. La británica Leah Gaynor, de 42 años comenzó a vivir como mujer a los 39. Se ha hormonado durante dos años y está en lista de espera de una intervención quirúrgica de reasignación de sexo después de someterse a psicoterapia.
El suyo ha sido un viaje difícil. Pasar por la pubertad, explica, fue “un infierno. Quería cortarme a mí misma en cachitos”. Sin embargo, trató de vivir de acuerdo con un patrón ideal de masculinidad. Se casó y tuvo tres hijas. Practicaba artes marciales y deportes extremos y se formó como electricista, trabajando en un ambiente decididamente masculino. Como Jenner, se travestía secretamente en la intimidad, no por razones sexuales, sino simplemente por sentirse mujer cuando no había nadie en casa y podía fumarse un cigarrillo sola en el jardín.
El matrimonio de Gaynor terminó en un amargo divorcio. Ella se ha visto separada de sus hijas. Su interés en hablar en este reportaje es el de relatar “cómo es la vida de las personas ‘trans’ que no tienen cantidades de seis cifras en el banco”. Jenner, subraya, se sometió a cirugía de feminización facial, cosa más allá del alcance de la mayoría; ella está en una posición de privilegio, la que le brinda su clase socio-económica.
“Cuando tienes tantos millones como Caitlyn es realmente fácil conseguir que te realicen la cirugía”, afirma Gaynor, pero existe una gran cantidad de trans, especialmente mujeres, que no son tan afortunados. “Tengo una amiga que mide 1,88 m, con unas manos como palas y una cabeza enorme, típicamente masculina”. Lo más probable es que a estos transexuales los increpen por la calle y los conviertan en objeto de burla y agresión. La razón por la que estamos dispuestos a aceptar a Jenner, al menos en parte, es por la persistente idea de que ser guapa es la primera condición de aceptabilidad para ser mujer.
“Eso es misoginia de la buena, a la antigua”, opina Eric Plemons, antropólogo cultural cuyo trabajo se centra en el cambio de sexo. “Sin embargo, a las chicas trans se les exige aun más: que representen el papel de mujer para demostrar que realmente son del sexo femenino. Se ha puesto el listón tan alto que lo único que se consigue es que no lo superen. Estuve viendo un programa de debate organizado en torno a la portada de Jenner en ‘Vanity Fair’; los contertulios hacían todo lo posible por clasificar correctamente su género. Y entonces uno de ellos dijo: ‘Por supuesto, esconde las manos'”.
Caitlyn Jenner. Foto: Gtresonline
La mencionada Leah Gaynor se considera a sí misma “una afortunada”. Es menuda y asegura comportarse “de manera femenina. Nadie me mira dos veces”. No obstante, le preocupa que se esté exhibiendo a Jenner como la cara pública de la transexualidad, porque esa historia en particular, representada bajo la deslumbrante luz de la atención pública, con el apoyo pleno de su familia y sus hijos, con cada uno de sus movimientos seguido por cámaras y difundido a los hogares de todo el mundo, nunca puede ser auténticamente representativa. Jenner no sabe lo que es vivir en la marginalidad, ser despreciado, o intimidado o agredido físicamente, o forzado a prostituirse para ganarse la vida.
La transformación de Jenner no ha proporcionado todas las respuestas a un conjunto enormemente complicado de preguntas. No obstante, es otro ladrillo más en la pared. Marca la celebración de la diferencia sobre la uniformidad, de la liberación sobre la rendición, de la aceptación del auténtico ser de uno mismo sobre la identidad propia construida socialmente. Tal vez lo que ha empezado a enseñarnos, como dice Leah Gaynor, es que nadie es él mismo, y tampoco deberíamos esperar que los demás lo sean.
Mientras tanto, en España…
La transexualidad también quiere visibilidad aquí. Y no es fácil cuando, de entrada, no existen datos oficiales ni fiables del número de personas trans que hay en nuestro país, “y mira que lo hemos solicitado veces en las Unidades de Trastornos de Identidad de Género (UTIG) y en el Registro Civil”, indican desde la Federación de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).
En los años 90, el profesor Paul Baker empezó a escribir anuncios en la sección de contactos de varias revistas gays. Solo buscaba hablar. Literalmente. Buscaba a los antiguos hablantes del polari, un lenguaje extinto que se popularizó a mediados del siglo pasado en los bares gais de Inglaterra. Después de varias entrevistas y meses de investigación, Baker hizo un libro que recopilaba las palabras más usadas de esta jerga marginal. Un corto basado en este trabajo ha rescatado del olvido el polari y ha puesto el foco en un lenguaje que nació en los bajos fondos de Inglaterra y acabó muriendo de éxito. Esta es su historia.
En España los homosexuales «entendían». En EE UU se declaraban «amigos de Dorothy». Durante los años de miedo y represión ha habido muchas maneras sutiles de declarar la propia homosexualidad, pero ninguna tan rica y compleja como el polari, el lenguaje perdido de los homosexuales británicos.
Paul Baker, profesor de la universidad de Lancaster especializado en lenguaje y temas de género y sexualidad, ha contabilizado más de 500 palabras, aunque asegura que es «improbable que la mayoría de la gente conociera y usara tantas». Al tratarse de una jerga que surgió de forma espontánea y orgánica, el polari tenía unos 20 términos en su génesis, conocidos por todos los hablantes, y a partir de ahí variaba según la zona o los ambientes en los que se diera.
Incluso el propio nombre del lenguaje, polari (proveniente del italiano parlare: hablar) no fue unánime, y muchos lo conocían como ‘palari’, ‘palare’ o ‘parlaree’. Su origen es difuso, pero Baker lo sitúa en torno a los años 30 y habla de influencias como el ya citado italiano, el occitano, el francés, la lengua franca usada por las fuerzas aéreas americanas y el cant, una jerga usada por criminales.
Este mejunje lingüístico dio como resultado una jerga relativamente cohesionada que tenía su epicentro en el casco urbano de Londres. Puede que ahí estuviera su génesis y palabras como ‘Dilly’ (para referirse a la céntrica Plaza de Picadilly, frecuentada entonces por prostitutos) parecen confirmar esta teoría. Sin embargo, el polari se fue extendiendo por la Inglaterra urbana en la primera mitad del siglo XX, cuando la homosexualidad era un pecado que podía llevarte a la cárcel y era mejor camuflar en función del tipo de conversación. Pero, ¿cómo sonaba el polari? Exactamente así.
Brian Fairbairn y Karl Eccleston, los autores del vídeo que precede estas líneas, leyeron el trabajo de Baker y decidieron resucitarlo para Putting on the dish, un corto rodado y titulado en polari (si quieres saber su significado echa un vistazo a nuestro minidiccionario polari-español, al final de este artículo).
La escena tiene lugar a principios de los 60, cuando ser homosexual en Inglaterra aún era ilegal. La conversación –ininteligible a menos que seas un homosexual inglés de unos 60 años– arranca con el libro que está leyendo uno de ellos, La Naranja Mecánica. Según ha explicado Eccleston, la elección de este libro «hace referencia a cómo se veía entonces la homosexualidad, como algo transgresor y pervertido [como lo fue en su momento La Naranja Mecánica] que se curaba con humillación pública y castración química [de forma similar a lo que le ocurre al protagonista del libro]».
Eccleston también resalta el hecho de que la novela de Anthony Burgess esté escrita en una jerga llamada neolenguaje (su edición en español está acompañada de un pequeño diccionario para hacer más comprensible la lectura). Putting on the dish se conforma así como una complicada vuelta de tuerca, un corto que habla en polari sobre un libro para retratar la situación de los homosexuales en la Inglaterra de los años 60.
A pesar de lo críptico de su lenguaje, comentan Fairbairn y Eccleston que un usuario ha traducido el diálogo de su vídeo. «No tenemos ni idea de quién es, pero su traducción es básicamente perfecta», aseguran. «En general ha sido fascinante y muy gratificante ver aparecer estas traducciones en los comentarios, ver cómo la gente discutía sobre lo que decían nuestros personajes», comentan, reafirmándose en su idea de no poner subtítulos a su corto para que la gente lo percibiera «como algo ajeno» para que se pusieran en situación. «El polari es un lenguaje rico y divertido», comentan, «pero también dice mucho sobre el nivel de opresión histórica que existía entonces, y sobre cuánto hemos avanzado».
Estos dos cineastas se declaran encantados de «haber puesto el polari en el mapa» y sorprendidos del nivel de aceptación que ha tenido su corto. Su éxito parece derivar de la curiosidad por retratar una lengua marginal del pasado, aunque no es la primera vez que el polari se cuela en los hogares de las familias heterosexuales de bien, fue precisamente su sobreexposición la que acabó condenando esta jerga.
Era 1960 cuando la radio de la BBC decidió incluir dos nuevos personajes en su popularshowRound the Horne. Julian y Sandy no fueron los primeros personajes homosexuales que retrató la radio. Tampoco se salieron de los estereotipos prefijados en aquella época. Pero fueron los primeros en utilizar el polari en antena, en un horario tan familiar como las tardes de los domingos. Aquello fue el principio del fin. Mientras palabras como ‘bona’ (bueno), ‘vada’ (mirar) o ‘blowjob’ (sí, exactamente eso que estás pensando) eran cada vez más conocidas por el público heterosexual, los homosexuales dejaron de usar el polari. Sucedió algo parecido a lo que había pasado siglos atrás en Inglaterra, cuando el uso de un clavel verde dejó de ser un guiño secreto al público homosexual por haber sido expuesto en el libro The Green Carnation. Oscar Wilde fue de los últimos en enterarse, pues en su juicio por sodomía se usaron el clavel y el libro que desvelaba su significado como pruebas en su contra.
Con estos precedentes y la sodomía aún castigada por el código penal inglés, el polari empezó un declive que se agravaría aún más con la despenalización parcial de la homosexualidad en 1967 y la normalización de las cosas. Empezó esta jerga entonces un letargo del que aún no se ha despertado. Pero el que no se use no quiere decir que se tenga que olvidar. Gracias al trabajo de lingüistas como Baker y cineastas como Fairbairn y Eccleston esto está lejos de suceder. Por si las moscas dejamos para la posteridad este breve diccionario polari-español.
bevvy – bebida
bitch – marica mala
blow(job) – dar sexo oral
bona – bueno
camp – amanerado
cod – horrible
cottage – baños públicos donde se practica sexo ocasional
dish – ano/culo
dolly – bonito
drag – ropas estrafalarias
eek – cara
feely – joven
lally – pierna
lattie – casa
omi – hombre
omi-palone – hombre gay
palone – mujer
putting on- lubricar
riah – pelo
trade – hetero curioso
vada – mirar
https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png00Editoreahttps://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.pngEditorea2015-09-23 11:53:122015-09-23 11:53:12Polari, el lenguaje secreto del mundo gay
A los conocidos como “guevedoces” los educan como niñas porque no tienen testículos ni pene visibles.
Conocimos a Johnny cuando estábamos filmando una nueva serie de BBC Two llamada “Countdown to Life” que examina cómo desarrollamos el útero y cómo esos cambios, normales y no, nos afectan en otras etapas de la vida.
Como los otros güevedoces, Johny fue educado como una niña porque no tenía testículos ni pene visibles. Solo cuando se acercaba a la pubertad le creció el pene y descendieron sus testículos.
Johny, conocido antes como Felicita, recuerda ir a la escuela con un pequeño vestido rojo, aunque dice que nunca le gustó hacer “cosas de niñas”.
“Nunca me gustó vestirme como una niña y cuando me traían juguetes para niñas nunca los utilizaba. Cuando veía a un grupo de niños, me paraba para jugar a la pelota con ellos”.
Cuando se convirtió en hombre de forma evidente fue objeto de burlas en la escuela, a las que respondía con los puños.
“Solían decir que era el diablo, cosas feas, palabras sucias, y no tenía otra opción que pelear con ellos porque estaban cruzando una línea”.
De Carla a Carlos
También grabamos a Carla, que a la edad de siete años está a punto de convertirse en Carlos.
Su madre empezó a percibir el cambio desde hace tiempo.
“Cuando cumplió cinco años, me di cuenta de que siempre que veía a uno de sus amigos niños, quería pelear con ellos. Sus músculos y su pecho empezaron a crecer. Podías ver que iba a ser un niño. Yo la quiero sea quien sea. Niña o niño, me da igual”.
Pero, ¿por qué sucede esto?
Una de las primeras personas en estudiar esta inusual condición fue Julianne Imperato-McGinley, de la Universidad de Medicina de Cornell, en Nueva York.
En la década de 1970, llegó a esta zona remota de República Dominicana, atraída por los reportes extraordinarios de las niñas que se convertían en niños.
Cuando llegó, vio que los rumores eran ciertos. Hizo multitud de estudios sobre los güevedoces, incluyendo biopsias de sus testículos que debieron ser bastante dolorosas, antes de descubrir finalmente el misterio.
El “juego” de los cromosomas
Cuando una persona es concebida, tiene normalmente un par de cromosomas X si va a ser una niña, o un par de cromosomas XY si va a ser un niño.
El género de un niño generalmente depende de los cromosomas.
Durante las primeras semanas de vida en el útero no somos ninguno de los dos, aunque empiezan a crecer los pezones para los dos sexos.
Luego, alrededor de ocho semanas después de la concepción, las hormonas del sexo aparecen.
Si eres genéticamente hombre, el cromosoma Y instruye a tus gónadas para que se conviertan en testículos y envía testosterona a una estructura llamada el tubérculo, donde se convierte en una hormona más potente llamada dihydrotestosterona.
Esto, por su parte, transforma el tubérculo en un pene. Si eres mujer y no produces dihydrotestosterona, tu tubérculo se convierte en un clítoris.
Condición genética
Cuando Imperato-McGinley investigó a los güevedoces, descubrió la razón por la que no tienen genitales masculinos al nacer: tienen deficiencia de una enzima conocida como 5-alfa reductasa, que normalmente convierte la testosterona en dihydrotestosterona.
Los guevedoces son deficientes en una enzima conocida como 5-alfa reductasa.
Esta deficiencia parece ser una condición genética, bastante común en esta parte de la República Dominicana, pero muy rara en otros sitios.
Así que los niños, a pesar de tener un cromosoma XY, parecen niñas cuando nacen. En la pubertad, como otros chicos, reciben otra dosis de testosterona.
Esta vez el cuerpo responde y les nacen músculos, testículos y pene.
Las investigaciones de Imperato-McGinley mostraron que en la mayoría de los casos los nuevos órganos masculinos funciona bien, y que muchos güevedoces viven sus vidas como hombres. Aunque algunos se operan para seguir siendo hembras.
Otra cosa que descubrió Imperato-McGinley, que tendría implicaciones profundas para muchos hombres de todo el mundo, fue que los güevedoces suelen tener próstatas más pequeñas.
Esta observación, hecha en 1974, fue recogida por Roy Vagelos, director de investigación en el gigante farmacéutico Merck.
Ayuda a la Ciencia
Pensó que esto era muy interesante y puso en marcha investigaciones que llevaron al desarrollo del que se convertiría en el medicamento más vendido para afecciones de próstata, finasterida, que bloquea la acción de la 5-alpha-reductasa imitando la falta de dihydrotestosterona vista en los güevedoces.
Mi esposa, que es médica de atención primaria, prescribe con frecuencia finasterida porque es una forma efectiva para tratar un alargamiento benigno de la próstata, una verdadera maldición para muchos hombres a medida que se hacen mayores.
Algunos guevodoces se operan para seguir siendo mujeres.
La finasterida también se usa para tratar la alopecia masculina.
Una observación final interesante que hizo Imperato-McGinley fue que todos estos chicos, a pesar de ser educados como chicas, mostraron casi todos preferencias heterosexuales.
Ella concluyó en su estudio que las hormonas en el útero son más importantes que la educación cuando se habla de la orientación sexual.
En el caso de Johny, desde que desarrolló genitales masculinos, ha tenido novias durante cortos periodos, pero todavía busca el amor.
“Me gustaría casarme y tener hijos, una pareja que esté conmigo en lo bueno y en lo malo”, relató.
https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png00Editoreahttps://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.pngEditorea2015-09-22 21:04:352015-09-22 21:04:35Los güevedoces: los niños de República Dominicana a los que el pene les empieza a crecer a los 12 años
La cantante Soraya, una de los ‘eurovisivos’ que felicitaron a los novios a través de un vídeo
La boda de Javier Maroto y José Manuel Rodríguez, que terminó por trascender el círculo de amigos y familia, se ha convertido esta semana en uno de los eventos sociales de la temporada, capaz de congregar en Vitoria a toda la cúpula del PP, incluido el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. La presencia de los principales cargos del partido tenía además especial relevancia, dado el posicionamiento que mantuvo la formación cuando en 2005 se aprobó la ley que modificaba el código civil y permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo. A las movilizaciones sociales, a favor y en contra, se sumó el PP con un recurso ante el Tribunal Constitucional que se resolvió, a favor de la ley, en el año 2012.
Diez años después de presentar aquel recurso, la presencia, entre otros, del presidente Mariano Rajoy en la celebración del enlace del ex alcalde de Vitoria y actual vicesecretario sectorial del PP suponía «un impulso absoluto» y toda una «rúbrica» a la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo en España. Un símbolo inequívoco de que «esto es inamovible», valoraban ayer algunos miembros de la comunidad homosexual en el País Vasco, quienes veían especialmente positivo que personalidades de la «relevancia» de los invitados,algunos de ellos miembros reconocidos del Opus Dei, avalaran con su presencia la celebración de bodas homosexuales.
El propio Javier Maroto lo destacó antes los medios, después de una larga jornada en la que formalizó el matrimonio en la intimidad de su despacho en el Ayuntamiento, a primera hora de la mañana, y recelebró el enlace por la tarde con toda la cúpula del partido. «Esta boda humilde es también un paso más al reconocimiento del matrimonio, sea quien sea quien lo contraiga», resaltaba Maroto junto a su ya marido, José Manuel Rodríguez.
Entre los asistentes estuvieron de hecho los principales rostros del partido que, con disidencias, se había manifestado abiertamente en contra de la aprobación de la ley promovida por el PSOE. Y así lo resaltó Maroto, quien dijo que, «diez años después», sus compañeros de partido han querido «dar este paso al frente».
La secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal; la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso; el vicesecretario general de comunicación, Pablo Casado; el vicesecretario general de organización, Fernando Martínez Maíllo; Javier Arenas y Carlos Florianofueron algunas de las personalidades de la alta cúpula del partido que se sentaron entre los 270 invitados a los que los novios sentaron en diferentes mesas con nombres de rostros conocidos del Festival Eurovisión.
Algunas voces destacan, de hecho, que al margen de la relevancia que tiene Maroto como figura pública y cargo del PP, su enlace no deja de ser «una boda de dos personas» que no tienen por qué comulgar con el posicionamiento al respecto de su partido. Y que, de hecho, durante años han intentado impulsar desde dentro del partido cambios que condujeran a la normalización de los enlaces entre personas del mismo sexo.
El propio vicesecretario general del PP resaltó que «los partidos evolucionan» y que «en España, el derecho al matrimonio es para todos». «Y hoy todos los partidos compartimos ese mensaje», recalcó en su intervención ante los medios, en un paréntesis de las celebraciones con las que culminó la jornada de ayer.
En su intervención, Maroto, que hizo un alegato a favor del matrimonio homosexual, no quiso olvidar tampoco el reconocimiento a «muchísimos hombres y mujeres activistas» que han trabajado para hacer posible la igualdad de derechos para los homosexuales. «Durante muchísimas décadas han luchado por los derechos de los que hoy hemos gozado nosotros», subrayó Maroto. En el mundo, de hecho, aún son muchos los países en los que los enlaces homosexuales están prohibidos. En Vitoria, desde la aprobación de la ley, han sido 28 los enlaces homosexuales.
https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png00Editoreahttps://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.pngEditorea2015-09-21 08:52:082015-09-21 08:52:08La ‘rúbrica’ del partido al matrimonio gay
Después del coito vaginal y el sexo oral, la sodomía es la práctica favorita de los humanos.
Se trata de una práctica tan antigua como puedan serlo las relaciones humanas.
Dar por culo, encular, sodomía, amor griego, sexo de puerta trasera… Son incontables los nombres con los que esta práctica sexual ha sido bautizada a lo largo de la historia. El sexo anal, en definitiva, es tan antiguo como el ser humano y aunque ha sido tradicionalmente asociado en la cultura judeocristiana a una relación entre dos hombres, se extiende mucho más allá de las relaciones homosexuales. Existen figuras precolombinas del Perú que muestran a parejas heterosexuales practicando este tipo de penetración, así como vasijas griegas de cinco siglos antes de la era cristiana en las que los soldados se sodomizan unos a otros con alegre camaradería.
Y de la época romana se sabe que era de buen tono entre las clases altas sodomizar a los inferiores y esclavos, así como tener un buen ‘padrino’ gracias al que ascender socialmente. Julio César sodomizó y se cree que fue sodomizado, sin que se tenga claro si su orientación fue exclusivamente homosexual. Y deAlejandro Magno, el más grande conquistador de todos los tiempos, se cree queera un gran amante del sexo anal pasivo, además de ser más o menos abiertamente gay. El sexo anal, y por ende la homosexualidad, está ligado así a grandes gestas militares, civiles y culturales.
Pero, ¿es la sodomía una práctica que excluye a las mujeres? ¿Es cierto queellas ni disfrutan ni forma parte de sus fantasías? ¿Es realmente doloroso? ¿Se trata de un acto desviado y contra natura que no aporta placer sino perversión del orden de las cosas y enfermedad? ¿Se practica con frecuencia en las relaciones de pareja heterosexual? ¿Es bueno para combatir el cáncer de próstata? Vamos a tratar de responder en este artículo estas y algunas otras preguntas.
El sexo anal no interesa a las mujeres
Es una aserción muy relativa, por cuánto que aproximadamente el 50% de las parejas heterosexuales practican eventualmente el coito anal, según varias estadísticas que destacan que un 10% lo hace con cierta regularidad y declarando que la práctica es placentera y satisfactoria. Por lo tanto, parece que mujeres sienten como mínimo curiosidad por esta modalidad de penetración y la mitad se atreven a llevarla a la práctica, aunque solo una quinta parte la incorpore a su costumbrario.
Por otro lado, algunos estudios muestran que la proporción de parejas heterosexuales que practica el sexo anal aumenta cuanto más bajo es el estrato sociocultural o más pobre es el país. Este hecho se debe probablemente a que la sodomía es una práctica profiláctica en zonas donde no hay otros medios de contracepción. De hecho, en las antes mencionadas figuras precolombinas solo aparece la penetración anal cuando junto a la pareja hay un niño, lo que indicaría que se ha usado desde antiguo para evitar el embarazo.
El sexo anal duele
Si doliera, no sería una práctica habitual de las parejas homosexuales ni contaría con una proporción significativa de entusiastas entre los heterosexuales, y no solo cuando es el hombre el que penetra. Sin embargo, sí es cierto que al no haber lubricación natural del ano es necesario contar con ayuda sintética para facilitar la penetración. En una plataforma tan convencional como Amazon, por ejemplo, se pueden adquirir numerosos productos destinados a lubricar la penetración anal y hacerla más fácil y menos dolorosa. Son de uso frecuente en relaciones tanto homosexuales como heterosexuales.
Pero también hay que tener en cuenta que el recto, la parte final del intestino, es un músculo contractor que posee dos válvulas destinadas a contener el paquete fecal antes de expulsarlo. Por lo tanto si el recto está contraído la penetración es dolorosa. Para una relación anal consentida y placentera es necesario que la pareja, sea cual sea su orientación, esté dispuesta y relajada, de modo que el recto no se contraiga. Por supuesto, mejor desterrar la pasión violenta en la penetración anal.
Se puede estimular el ano con caricias o con la lengua, dado que posee muchos terminales nerviosos, de modo que provoque un primer placer relajante que permita la penetración. Como en toda práctica sexual, los preámbulos son casi más importantes que la culminación. También se venden en Amazon juguetes especialmente diseñados para la estimulación y la penetración anal:consoladores, dilatadores, bolitas chinas, etc., si bien es mejor leer sus instrucciones de uso antes de ponerlos a trabajar. De nuevo, sus consumidores son tanto homosexuales como heterosexuales, puesto que muchos hombres ‘heteros’ convierten en realidad su fantasía de ser penetrados por una pareja femenina con resultados gratificantes.
Las mujeres no alcanzan el orgasmo con el sexo anal
Se sabe que la penetración entre hombres puede provocar orgasmos intensos si la punta del pene estimula la próstata de la pareja. ¿Cómo funciona en las mujeres si no tienen próstata? Para empezar la zona erógena de las mujeres es mucho más amplia y difusa que la de los hombres. Dependerá de cada mujer, pero el clítoris no es la única fuente de placer femenina, sino que se define en un triángulo entre el cuello del útero, la vagina en sí y el clítoris, según defiende el reputado sexólogo Barry Komisaruk.
Ahora bien, el ano es otra zona con numerosas terminaciones nerviosas que se pueden estimular en la penetración, ayudando como mínimo a intensificar un orgasmo clitorideo o incluso provocando uno local por la cercanía con el cuello uterino. En un estudio llevado a cabo por el sexólogo, y gurú de las relaciones anales heterosexuales, David DeCitore, las mujeres encuestadas aseguraron queel orgasmo anal mientras se les estimulaba el clítoris era más pleno que el orgasmo clitorideo solo.
El sexo anal es sucio
Es cierto, como otras prácticas sexuales, incluyendo el coito vaginal, aunque en este caso el riesgo de infecciones es especialmente alto. Pero eso no significa que no sea lícito ni fuente de placer. Basta con tomar precauciones si una o uno es muy dado o dada a la promiscuidad. En primer lugar si no estamos con una pareja estable y queremos mantener una relación anal, el preservativo es fundamental.
Si estamos con nuestro compañero o compañera habitual, como mínimo es recomendable el uso de lubricantes para evitar las heridas. Hemos de ser conscientes que el sexo anal puede provocar fisuras en el intestino por donde se pueden colar tanto bacterias fecales como otros contaminantes procedentes del pene que nos penetra, entre ellos el VIH, pero también el virus de la hepatitis B y otros. Todos ellos muy graves.
Por otro lado, es conveniente lavarse adecuadamente tras mantener una relación anal, sobre todo si deseamos penetrar seguidamente a otra persona, ya que en el pene nos quedarán restos de materia fecal procedentes del recto de la pareja a quien hemos penetrado. Por último, conviene evitar los excesivos ímpetus en la penetración anal para no crear daños en el tracto intestinal de la persona penetrada.
Los gays viven más gracias al sexo anal
La teoría de que la estimulación anal de la próstata mediante el pene la previene del cáncer, viene traída por diversos estudios que aseguran que el aumento de la frecuencia en los orgasmos previene a los hombres de diversos tipos de cáncer. Tomando con pinzas el segundo aserto, pues procede de unos pocos estudios, la primera afirmación es totalmente falsa. Si los homosexuales viven más, desde luego no es por tener sexo anal.
Al contrario, los estudios citados muestran que el riesgo de cáncer se dispara entre los hombres que han sido penetrados por numerosas parejas a lo largo de su vida, sin que se conozca el motivo. Se especula con que podría tener que ver con lesiones en la próstata al ser reiteradamente estimulada por un pene, pero los mismos investigadores subrayan que son solo hipótesis sin confirmación.
Por otro lado, se ha alegado que el semen, que se sabe que aporta diversas hormonas euforizantes a la mujer penetrada vaginalmente, se absorbe también vía anal, incluso mejor. Además se dice de este modo un hombre penetrado recibe adicionalmente selenio, un regulador fundamental de nuestra fisiología. Se trata de un elemento antioxidante que estimula el sistema inmunológico e interviene en el funcionamiento de la glándula tiroides.
Diversas investigaciones realizadas desde los años setenta del siglo pasado sugieren la existencia de una correlación entre el consumo de suplementos de selenio y la prevención del cáncer en humanos. Pero aun siendo así, lo cierto es que estos hombres ya poseen selenio en su propio semen, además de poder absorberlo de numerosos alimentos. No parece, por otro lado, que una relación anal sin protecciones, con los peligros que entraña, sea la mejor vía para tomar un suplemento de selenio.
El sexo anal es inmoral
Lo es para la moral judeocristiana, que lo llama “el vicio nefando”. Pero en otras culturas mediterráneas, como las antiguas griega y romana, no tenía connotaciones de inmoralidad sino de estatus social y de dominación. En algunas culturas árabes occidentales parece haber una mayor tolerancia tradicional hacia esta práctica, aunque también es condenada en muchas otras yen países como Qatar se paga con la pena de muerte. Pero sin ir tan lejos, la sodomía no fue totalmente legal en los Estados Unidos hasta el fallo de la Corte Suprema de 2003 en el que se legalizó la penetración anal.
¿Por qué esta inquina? Es posible que intervenga la identificación de sexo anal con homosexualidad y su consiguiente inversión de los roles convencionales, cosa que molesta a quien los sigue. Las minorías nunca son bien vistas ni toleradas porque ponen en duda las convicciones de la mayoría. También puede intervenir el hecho de que es un acto que, sin las debidas precauciones, puede ser vector de algunas enfermedades graves, como ha ocurrido con el VIH o las diferentes formas de hepatitis.
Pero quizás el motivo más profundo sea que el acto anal conlleva inconscientemente una imagen de agresión de un inferior por parte de un superior. El intento de monta entre machos es frecuente en animales, incluso domésticos como los perros, y tiene como fin marcar el estatus. En la antigua Grecia, mientras que el sexo anal homosexual era sinónimo de amor y amistad, el heterosexual era de desprecio hacia la mujer. Y la situación en Roma no era menos inquietante, según refleja Pascal Quignard en su ensayo El sexo y el espanto, que analiza la sexualidad grecorromana.
El trabajo del escritor francés es fruto del material que recogió durante varios años en las ruinas de Pompeya, Herculano y otros pueblos sepultados bajo lagran erupción del Vesubio a principios del siglo I de nuestra era. De él deduce que la sexualidad no se dividía en hetero y homosexuales sino en activos y pasivos, de modo que el activo era el dominaba y penetraba al inferior, ya fuera por la vagina, el ano o la boca.
Los activos eran en general los hombres libres de posición, mientras que los pasivos eran las mujeres, los esclavos y algunos jóvenes de posición inferior que sin embargo, podían obtener protección dejándose sodomizar y así escalar socialmente. En este sentido, la revolución filosófica cristiana que acabó con la esclavitud en Roma, podría haber querido desterrar esta práctica tan humillante para los esclavos, por el motivo de que muchos eran forzados a ella, obviando que para otras personas tenía connotaciones completamente distintas.
https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png00Editoreahttps://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.pngEditorea2015-09-20 21:07:552015-09-22 21:17:03¿Qué sabes sobre la tercera práctica sexual más extendida en el mundo?
Orry-Kelly, ganador de tres Oscar por su trabajo como diseñador de vestuarios, fue pareja del gran actor. Su historia sale ahora a la luz en un documental
Cary Grant,Tony Curtis, George Cukor y Billy Wilder portaron su féretro en 1964. Jack Warner, el poderoso presidente de Warner Bros, leyó su panegírico. Y, sin embargo, hoy pocos reconocen el nombre de Orry-Kelly. Incluso dentro de Hollywood. Es lo que le pasó a Gillian Armstrong, que como directora veterana (Mujercitas) y australiana jamás había oído hablar de su compatriota. “Cuando empecé a leer sobre él no me lo podía creer: hasta el año pasado, cuando Catherine Martin le superó, Orry-Kelly era el australiano con más Oscar de la historia, tres, ganados por el vestuario Un americano en París, Las Girls y Con faldasy a lo loco; fue el diseñador de Casablanca, El halcón maltés, trabajó con Bette Davis, con Natalie Wood, con Jane Fonda”, cuenta Armstrong.
La directora presentó esta semana en el Festival de Toronto el documental Women He’s Undressed (Las mujeres que desvistió) dedicado a la figura de este nombre olvidado en las costuras de la meca del cine. “Me entró curiosidad por saber cómo lo hizo, qué tenía de especial; y, al mismo tiempo, quería reivindicar este arte, porque la gente no se da cuenta de lo que importante que es el vestuario en el cine”, dice Armstrong. Las grandes divas del cine mantenían estrechas relaciones con sus diseñadores de vestuario. “Orry y Bette Devis, por ejemplo, eran muy cercanos. Nada más conocerse, se entendieron”, dice la directora.
El diseñador Orry Kelly ajunstando el vestuario de Kay Francis en una escena de ‘Women He’s Undressed’. / PHOTO COURTESY OF WOMEN HE’S UNDRESSED
Ojo artístico
Hijo de un sastre, nacido en un pueblo cerca de Sidney, en 1922, a los 24 años se marchó a Nueva York a ser actor. Después de una breve experiencia algo desastrosa en Broadway, enseguida empezó a destacar por su ojo artístico y su instinto con la aguja. Al poco de llegar, Orry-Kelly conoció a un joven inmigrante inglés que había llegado también persiguiendo el sueño de ser actor. Entonces se llamaba Archie Leach, aunque años más tarde, sería conocido comoCary Grant. Los dos comenzaron una relación de amantes; vivían juntos en el Greenwich Village, con el dinero que mandaba la madre de Kelly, con lo que ganaba Grant como scort de mujeres ricas y con el de los primeros empleos de ambos en el mundo del espectáculo. Juntos, tras un breve paso por Reno, perseguidos por mafiosos, llegaron a Hollywood, donde ambos triunfaron por separado. Grant sería el nuevo Clark Gable. Y Orry-Kelly entró a trabajar en Warner Bros. Vistiendo casi 60 películas al año, su amistad con Davis o con el propio Jack Warner le ayudaron a convertirse en uno de los diseñadores mejor pagados. Cary Grant, decidido a ocultar su homosexualidad, le dio la espalda. “Orry fue de los pocos en aquella época que fue fiel a sí mismo, que no fingió un matrimonio como hacían actores o incluso otros diseñadores”, dice Armstrong.
“Solo se llevó mal con Marilyn Monroe”, cuenta Armstrong, a quien no le sentó muy bien que comparara su trasero con el de Tony Curtis y Jack Lemmon. Tampoco recuperó su amistad y relación con Cary Grant. Salvo a finales de los cincuenta, cuando el actor volvió a mostrar interés, con el único objetivo: prohibirle a Kelly que contara nada sobre él en las memorias que estaba escribiendo. Orry-Kelly murió en 1964, dejando como última película Irma la dulce; y sus memorias jamás publicadas. Supuestamente bloqueadas por Cary Grant. Durante casi 30 años permanecieron perdidas, hasta que Gillian Armstrong y su equipo las encontraron.
https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png00Editoreahttps://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.pngEditorea2015-09-20 10:50:552015-09-20 10:50:55El hombre al que amó Cary Grant
Aunque las bodas son un acontecimiento familiar, las hay que también pueden ser un acontecimiento político. Por definición, casi todas las bodas importantes son de cuento de hadas, según los cronistas de la cosa. Por azares del destino, dos bodas concretas nos permiten reflexionar sobre cómo ha cambiado el cuento de hadas en el PP. Dos bodas que han superado la intimidad de una ceremonia íntima para acabar siendo objeto de análisis político. Con los contrayentes como testigos.
Las dos bodas que se celebraron en el mes de septiembre con trece años de diferencia. En la primera los novios eran un hombre y una mujer. En la segunda, dos hombres. Tanto en una como en otra, los contrayentes y los invitados pertenecían a la plana mayor del PP.
El 5 de septiembre de 2002, Ana Aznar, hija del entonces presidente del Gobierno, se casó en El Escorial con Alejandro Agag, un emprendedor político de éxito. Al enlace asistieron los Reyes y mandatarios internacionales, lo que la convirtió casi en una boda de Estado. La boda de El Escorial ha pasado a la Historia del PP como el acontecimiento que precipitó el principio del fin del aznarismo. Fue la máxima expresión del poder de Aznar al mismo tiempo que la imagen de sus debilidades. Para infortunio de su familia, muchos años más tarde, su hija y Alejandro Agag se siguen casando casi todas las semanas en las televisiones, cuando el caso Gürtel cobra actualidad y se proyectan las imágenes en las que los cabecillas de la trama aparecen vestidos de gala llegando a la iglesia. El archivo de la boda Aznar-Agag es una mina de personajes imputados, tanto nacionales como internacionales. Las imágenes son un castigo, una penitencia impuesta al pecado de arrogancia.
La boda de Javier Maroto con su novio Josema también se ha celebrado en septiembre, trece años después. Un enlace muy distinto. Pero también con lectura política. Y con perdón de los pecados. La cúpula del PP encabezada por Rajoy ha ido a la boda de dos homosexuales no sólo para acompañar a los novios, sino también para hacer penitencia por su error político y de apreciación social. El PP se opuso frontalmente y sin piedad a la ley de matrimonio homosexual impulsada por Zapatero. La dirección popular creyó en 2005 que la sociedad española no había evolucionado y se equivocó. Muchas voces alertaron a Rajoy sobre el error de oponerse a la ley, pero el presidente del PP no les hizo caso y prefirió escuchar a los amigos de Rouco Varela. Recurrió la ley ante el Constitucional por considerar que el matrimonio sólo puede darse entre hombre y mujer para la procreación. El PP instigó los bajos instintos de su electorado para desgastar a Zapatero acusándole de hacer ingeniería social. Iñaki Oyarzábal, dirigente vasco del PP y amigo de Javier Maroto, nunca olvidará los groseros insultos que sufrió por las calles de Madrid de militantes del partido por su condición de homosexual.
A la boda de El Escorial asistió el aznarismo en pleno. A la boda de Vitoria acudió el marianismo en pleno. Si es que eso existiera. No hay duda de cómo ha cambiado el cuento. La boda de El Escorial fue clásica. La de Vitoria contemporánea. Rouco Varela ha sido sustituido como oficiante de la ceremonia por un concejal. Los chaqués de máxima etiqueta lucidos en el convite de Vitoria nada tienen que ver con los de la finca de El Escorial. Las canciones del Festival de Eurovisión han reemplazado a la música de órgano. Mariano Rajoy fue sentado en una mesa bautizada como Céline Dion y puede que preguntara quién es esa chica.
Mariano Rajoy es precisamente el enlace entre las dos bodas. Estuvo en la primera y en la segunda. El mismo Rajoy pero distinto. Rodeado ahora de jóvenes sin pasado censurable, modernos, tolerantes, abiertos y sin complejos.
Seguramente no lo pretendía, pero Javier Maroto se ha convertido en el vicesecretario que ha perdonado el pecado político del PP. Su declaración en defensa de la ley que permite a los homosexuales contraer matrimonio con todas las letras cierra una página del partido nada gloriosa. Por fortuna, Rajoy no tiene que tomar la decisión de retirar el recurso del Constitucional porque el tribunal ya dictaminó que la ley se ajustaba a los preceptos constitucionales. El líder del PP tampoco tiene que pedir perdón por sus pecados. Ya los ha purgado asistiendo con cara de satisfacción y alegría al enlace de su vicesecretario.
https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png00Editoreahttps://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.pngEditorea2015-09-19 20:30:562015-09-19 20:30:56Dos bodas y un PP. De El Escorial a Vitoria
Entre los chicos son más habituales la intimidación, la violencia física o verbal
El 62,9% de los encuestados conoce a chicas que revisan el móvil de sus novios
Pintada en un instituto de Madrid. JAVIER BARBANCHO
Hagan la prueba. Si alguien les dice que ha conocido a una persona que es muy “sensible, responsable, tierna y que se preocupa por su imagen” piensan que está hablando de ¿un hombre o una mujer? La mayoría de los adolescentes españoles se decantan por la opción femenina, porque esas características forman parte de los estereotipos de género que aún persisten en la sociedad.
Las chicas no son guerreras, como dice la canción, sino que aceptan que ellos lleven el control de las relaciones, porque es el rol que les corresponde, y un 52,6% de ellas cree que el varón debe proteger a la mujer, porcentaje que asciende al 67% en el caso de ellos.
Son sólo algunos datos que se desprenden del informe ‘¿Fuerte como papá? ¿Sensible como mamá? Identidades de género en la adolescencia’, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado creado por la FAD (la Federación de Ayuda contra la Drogadicción). A través de una encuesta a 2.512 adolescentes escolarizados de 14 a 19 años, el documento estudia los estereotipos que existen en la juventud española con respecto a la identidad de género, cómo estos afectan a su visión de las relaciones de amistad, de pareja y sexuales.
“Es un tema muy importante para el progreso de la sociedad”, explicaIgnacio Calderón, director general del Centro. “Los datos muestran que estamos todavía demasiado atrás, porque parecía que habíamos avanzado mucho más. Y algo se ha avanzado, pero aún falta”, añade.
Entre las cifras más preocupantes figura la existencia de violencia -del tipo que sea- dentro de la pareja. Una gran mayoría de adolescentes y jóvenes españoles (superior al 80%) afirma conocer o haber conocido algún acto de violencia en parejas de su edad. Son mayoritarios los actos relativos al control. El 62,9% conoce a chicas que revisan el móvil de su novio, porcentaje del 58,6% en el caso de ellos. Sin embargo, son los chicos quienes dicen a sus novias con más frecuencia con quién pueden hablar. En ellos son más habituales la intimidación, el control personal y emocional, la violencia física y verbal o la violación de la intimidad.
En cuanto a los insultos, un 37,6% de los jóvenes conoce a chicos de su entorno que los ejerce contra sus parejas y un 28,6% señala a las chicas. También un 28,4% de ellos dice saber de jóvenes que pegan a las chicas y un 20% conoce a varones que amenazan a su novia con hacerla daño si le deja.
Los encuestados identifican una media de cinco actos por persona de violencia ejercida por chicos y una media de 3,7 actos de violencia ejercida por chicas.
Lenta revolución hacia la igualdad
“La raíz de la violencia en la pareja tiene que ver con la actitud de exclusividad, posesividad… y éstas son compartidas y percibidas por ambos sexos. Lo que ocurre es que los actos de violencia son más frecuentes y más graves en los hombres. El hecho de que la mujer reclame más libertad descoloca al varón, rompe el estereotipo y éste puede reaccionar con violencia”, explica Eusebio Megías, director técnico del Centro Reina Sofía.
También indica que a esa edad “las chicas tienen la sensación de tener que elegir entre ser una chica fácil o quedarse fuera del mercado. Y el no saber cómo comportarse les genera tensión. Ellos no tienen esta presión, porque piensan que pueden dar salida a sus instintos, que son más primarios, que esto está socialmente aceptado y está bien”, indica el investigador, que recalca que “estos tópicos marcan mucho las relaciones”.
La visión adolescente de la pareja ha sufrido una “revolución hacia la igualdad”, pero ésta no se ha producido en la práctica “de forma homogénea”. Megías explica que “es difícil encontrar a gente que no defienda la igualdad, que no diga que hombres y mujeres tienen los mismos derechos, pero siguen existiendo gestos que se apoyan en los tópicos estereotipados para defender actos de desigualdad”. Ellas son más sensibles que ellos a la hora de defender y señalar la desigualdad de género.
Noviazgo precoz en el que él toma la iniciativa
Entre los adolescentes españoles de 14 a 19 años, aproximadamente un 80% ha tenido alguna relación de pareja (82% de chicas frente al 78%) La primera pareja se tiene entre los 13 y 14 años, aunque ellos son más precoces. El 46% de los varones afirma tener su primera novia entre los 10 y los 13 años.
Eusebio Megías indica que “en la adolescencia los chicos y chicas están buscando su identidad y es importante ver qué tópicos perviven, porque influyen en sus relaciones”. Así, “además del práctico consenso sobre la importancia de la fidelidad, que comparten hombres y mujeres”, se da la convicción de que “ellos siempre quieren y son menos fieles”. De hecho, el 65,9% de los varones da mucha importancia a las relaciones sexuales, frente al 45% de las chicas.
Respecto a quién debe tomar la iniciativa en las relaciones sexuales, casi el 60% de los jóvenes afirma que “se debe tomar juntos”, pero en la práctica deciden ellos en el 46,9% de las veces. Sin embargo, en el caso de insistir para usar métodos anticonceptivos son ellas las que llevan la voz cantante, en el 47,2% de los casos frente al 9,4% de veces que insisten ellos. En otro 31,4% se toman juntos.
En el ámbito laboral y el hogar
El documento muestra que es generalizado que los jóvenes perciben que existen diferencias de oportunidades entre chicos y chicas a la hora de encontrar trabajo. El 58,2% de ellas y el 49,2% de ellos afirman que las mujeres lo tienen mucho peor en este ámbito.
Y aunque es superior el porcentaje que cree que el trabajo fuera de casa es necesario para ser independiente, hay minorías muy significativas que creen que la vida familiar se resiente con el trabajo externo de la mujer. Así lo piensa un 26% de las chicas frente a un 20,3% de los chicos. Además, casi el mismo porcentaje de chicos y chicas (38,8 y 38,5%) considera que ser ama de casa es igual de gratificante que trabajar fuera.
Los 10 estereotipos más aceptados en la adolescencia
¿Qué es ser chico y qué ser chica? ¿Cómo debe comportarse cada uno? ¿Cómo influyen los roles preconcebidos en las relaciones personales y sociales? En la adolescencia, cuando las personas están construyendo su identidad, los estereotipos y los tópicos marcan los noviazgos, las amistades y la vida en general.
El informe ‘¿Fuertes como papá? ¿Sensibles como mamá? Identidades de género en la adolescencia’, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado creado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), entre 2.514 jóvenes de entre 14 y 19 años, desvela cuáles son los roles y los referentes estereotipados asumidos por este grupo de población.
Estos son algunos de los estereotipos más asumidos entre los jóvenes, tanto por ellos como por ellas:
Las chicas son sensibles, tiernas, responsables, trabajadoras y preocupadas por la imagen. Los chicos son dinámicos, activos, autónomos, emprendedores, posesivos y superficiales.
Revisar el móvil de la pareja es normal.
Ellas son más capaces de comprender a los demás, de dar cariño y de reflexionar, además de más espirituales. Ellos son mejores para el deporte, más decididos, más hábiles con la tecnología y máscapaces de enfrentar problemas.
Los adolescentes consideran que las relaciones entre chicas son más conflictivas. La amistad entre chicos es más sincera y leal.
Con las chicas se comparten mejor los intereses más afectivos (amorosos, sexuales y familiares) Con los chicos se comparten preocupaciones generales (amigos, estudio, trabajo…)
En cuanto a las relaciones, la mayoría (59,4%) piensa que el chico debe proteger a la chica.
La fidelidad es lo más importante en la pareja
Ellas relacionan el sexo con el afecto. Ellos con diversión y con su “naturaleza”. Los jóvenes de ambos sexos piensan que ellos siempre quieren.
El machismo está presente en otras generaciones, pero no en ellos.
De cara al futuro, lo más importante es tener ingresos propios y formar la propia familia.
https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png00Editoreahttps://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.pngEditorea2015-09-16 08:42:462015-09-16 08:42:46Un 52,6% de las adolescentes cree que en una relación el hombre debe proteger a la mujer
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