Casi la mitad de los homosexuales negros en EEUU podría tener VIH

La mitad de la población homosexual y bisexual de raza negra en Estados Unidos podría ser diagnosticada como portadora del VIH, según muestra un estudio gubernamental en relación con el ratio de prevalencia de este virus entre ese segmento de población en países en vías de desarrollo, como Mauritania o Senegal.

Los hombres negros que tienen sexo con otros hombres en EEUU tienen 250 veces más probabilidades de ser diagnosticados con el virus en comparación con los heterosexuales, tal como refleja el informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

En el caso de la comunidad latina, se prevé que uno de cada cuatro tendrá VIH a lo largo de su vida. Para un homosexual y bisexual blanco, la probabilidad es de uno entre 11, según el estudio publicado esta semana.

Los funcionarios del CDC hacen públicas estas cifras a modo de recordatorio del esfuerzo que debe realizarse en la prevención del VIH y del sida.

“Cientos de miles de personas serán diagnosticadas en su vida si ahora no se aumenta el esfuerzo para remediarlo”, ha dicho Jonathan Mermin, director del Centro Nacional para el VIH/Sida, Hepatitis Viral, ETS de los CDC, y Prevención de la Tuberculosis.

Las previsiones para gays negros en EEUU evocan las tasas de VIH y sida en países africanos como Mauritania, donde el 44% de los hombres homosexuales y bisexuales tenía VIH en el año 2014, según refleja el programa ONUSIDA de Naciones Unidas sobre el virus. En el caso de Senegal, la tasa es del 42%, según el mismo informe.

En EEUU, más de 1,2 millones de personas tienen VIH (datos de CDC). A nivel mundial, esta cifra ascendía a casi 37 millones a finales de 2014 (ONUSIDA).

Como dato positivo, las muertes relacionadas con el sida alcanzaron su punto más alto en todo el mundo en 2004. Desde entonces, el número de infectados por el VIH ha ido cayendo.

Violencia en el hogar: Cuando la víctima es él

El asesinato de Koldo Losada podría ser, si se termina por condenar a su marido, un ejemplo más de la violencia que sufren los hombres a manos de sus parejas. Son víctimas, igual que las mujeres, pero no cuentan con el mismo apoyo.

El maltrato ejercido por las mujeres a sus parejas suele ser psicológico, aunque también físico

El maltrato ejercido por las mujeres a sus parejas suele ser psicológico, aunque también físico. (Borja Guerrero)

MI mujer tiene problemas psicológicos. Mi mujer está pasando por muy mal momento. Mi mujer es muy temperamental”. Así suelen comenzar su relato los hombres maltratados que se sinceran por primera vez con el abogado Víctor Martínez Patón, especializado en estos casos. Nada de mi mujer me pega o me insulta. “Lo normal es que empiecen justificando lo que ella hace”, explica. Eso los que son capaces de hablar, porque la mayoría lo hacen por boca de sus acompañantes. “Una vez vino un cliente solo, lo cual ya es sorprendente, y dijo: Yo soy un hombre maltratado. Le dije: Eso ya me demuestra que no lo eres. Si vienes solo aquí y eres capaz de entrar a saco con el tema, tendrás algún problema, pero no ese”, relata.

En el despacho de Martínez Patón, con sedes en Madrid, Sevilla y Barcelona, atienden un centenar de casos al año. Algunos “muy sangrantes y dolorosos”, como el de un hombre al que su mujer amenazaba con matar. “Le decía que había asesinado a sus anteriores parejas y que él era el siguiente. Ya había recibido bastantes palizas y amenazas con armas blancas. Era una situación de riesgo objetivo, pero el juez, en un auto verdaderamente escandaloso, consideró que no se creía que una mujer pudiera pegar a un hombre. Él tuvo que huir de casa. Fue muy doloroso porque el riesgo era cierto y si hubiese sido una mujer, habría tenido ayuda, afortunadamente, porque de eso se trata”, explica.

Apenas acaparan titulares y cuando lo hacen es demasiado tarde, pero no hay duda de que los hombres maltratados existen y algunos acaban enterrados. El juicio por el asesinato del actor Koldo Losada, que se está celebrando estos días en la Audiencia de Bizkaia, pondrá de manifiesto una vez más, si finalmente su marido resulta condenado, que ellos también son víctimas de la violencia de sus parejas, aunque esta no se califique como violencia de género, sino intrafamiliar, con todo lo que esos apellidos conllevan.

La Ley de Violencia de Género ampara exclusivamente a las mujeres agredidas por parejas masculinas, por lo que quedan excluidos los hombres y las mujeres homosexuales. “No entiendo por qué no hay que darles cobertura, ayuda y apoyo a estas víctimas igual que se les da a las otras. ¿Que hay menos casos? Bien, pero ¿por el hecho de que ocurra menos veces hay que dejarlos sin protección? A la mujer hay que protegerla, probablemente incluso más, pero no por eso hay que dejar desamparados a otros”, insiste el letrado.

“MIEDO A NO SER TOMADO EN SERIO” A Imanol Álvarez, miembro de Ehgam, no le consta que ninguna persona maltratada haya acudido a su asociación, pero “existir existen”, asegura. De hecho, sabe de “algún caso esporádico” por la prensa y conoció “a una mujer que sufrió malos tratos psíquicos por parte de su pareja, que era otra mujer, pero lo dejaron y se acabó el problema. A veces desgraciadamente las cosas van por otros derroteros mucho más desagradables”, comenta.

Al igual que otros compañeros, Álvarez considera “discriminatorio” que gais y lesbianas no puedan acceder a los mismos recursos que las mujeres maltratadas por un hombre. “Si hay una víctima y hay una persona que provoca ese mal, las ayudas y las penas tendrían que ser similares”, reivindica, convencido de que la “violencia dentro de una pareja es muy grave” la ejerza quien la ejerza. No obstante, admite que a otros activistas “les parece normal” la protección extra que se brinda a las víctimas de la llamada violencia de género “porque ese tipo de violencia es el más extendido y además tiene un origen sociocultural y está muy arraigado en nuestra sociedad”.

Para Javi Regalado, presidente de Hegoak, la Ley de Violencia de género se elaboró “para poner freno” a “la violencia ligada al machismo”, que “no está presente en las parejas homosexuales”, por lo que “habría que ver la conveniencia de ampliar el ámbito de aplicación de la Ley actual o elaborar una diferente”.

El miedo al agresor o el sometimiento, dice Regalado, son universales, pero “en el caso de las parejas homosexuales está también el miedo a no ser tomado en serio, a que el policía o el juez de turno le quite gravedad al asunto alegando que, siendo del mismo sexo, no estás en inferioridad de condiciones. Todos esos miedos suponen un freno a la hora de denunciar. Tener que dar a conocer su orientación sexual puede ser que para algunas personas suponga una barrera más”, expone.

Salvo “un caso hace tiempo”, Justo Sáenz, presidente de la Federación de Euskadi de madres y padres separados Kidetza, no recuerda haber recibido “denuncias de maltrato físico a hombres. De maltratos psicológicos, sí. Algunos lo llegan a denunciar, pero muy pocos porque no creen que les vaya a solucionar nada, entienden que tampoco les van a creer y no hay un servicio específico donde les orienten”. A eso se añade, apunta, “la vergüenza que les da denunciar, más antes que ahora, que ya la gente no aguanta tanto”.

ASISTENCIA A LA VÍCTIMA

EN BIZKAIA

12 HOMBRES MUERTOS

Orígenes del amor romántico y la propuesta queer

Entrevista publicada en Revista Perfil

El amor contemporáneo debe basarse en la libertad y en la igualdad, afirma una experta en la deconstrucción del amor romántico.

La autora del libro Bodas diversas y amores queer y bloguera deEl rincón de Haika, Coral Herrera, ha pasado muchos años desgranando estas cuestiones del amor entre seres humanos y se ha especializado en una particular categoría de análisis: las teorías queer.
Dichas teorías sostienen que buena parte del comportamiento humano social es producto de construcciones culturales y de ello no escapa el amor romántico, que se exacerba en este día de San Valentín o del amor y la amistad.
Coral explica a Perfil cómo operan estas trampas del amor y cómo podemos identificarlas y ser felices como seres humanos.
P-    ¿Qué es eso del amor romántico y cómo influye en mujeres y los hombres?
C- El amor romántico es un espejismo colectivo del mismo modo que las navidades. En este mes a todos nos entra el espíritu romántico a la vez que el afán consumista, del mismo modo que en diciembre nos invade el espíritu navideño y la locura de las compras. El amor romántico es una construcción social y cultural que varía con las zonas geográficas y las épocas históricas: en la Antigua Grecia tenían sus normas amorosas, y en este siglo XXI tenemos las nuestras. No ama igual una mujer campesina bibrí que una bróker de Manhattan, pero en casi todas las culturas del planeta, nuestro romanticismo es patriarcal, porque se sostiene sobre la base de la desigualdad y las jerarquías, la heteronormatividad y la monogamia.
“Este romanticismo patriarcal que heredamos del XIX es hoy una utopía emocional colectiva de carácter individualista basada en el lema del “sálvese quien pueda”: una vez que han caído las utopías sociales y políticas, nos queda el paraíso romántico de la felicidad individualista: tú y yo unidos frente al mundo. Nos venden la idea de que la salvación espiritual y económica consiste en encontrar al príncipe azul o a la princesita rosa… y por eso nos frustramos tanto cuando tenemos  que abandonar las mitificaciones y enfrentarnos a la realidad. Y la realidad es que estamos todos sedientos de afecto y de amor, cada vez más solos y solas…”
P-    ¿Cómo vivir un amor sano –y un rompimiento sano, también–, en medio de tanto mensaje social que refuerza esa sumisión, sufrimiento, entrega y dolor?
C- Creo que la igualdad es la única vía para acabar con las relaciones basadas en el interés económico y la dependencia mutua. Si lográsemos relacionarnos desde la libertad, tendríamos relaciones más libres y bonitas. Creo que hasta que las mujeres no logremos acabar con la discriminación laboral y logremos la titularidad de las tierras que trabajamos, no podremos relacionarnos con los hombres en condiciones de igualdad. Si ellos siguen acaparando los recursos y los medios, y nosotras seguimos sufriendo la precariedad y la pobreza, seguiremos relacionándonos desde la necesidad: ellas buscarán proveedores y ellos buscarán criadas domésticas.
“Desde mi perspectiva el amor es para disfrutarlo, aunque nos hayan vendido la idea de que el amor verdadero implica sufrimiento. Nuestra cultura cristiana ha mitificado el dolor como vía de conocimiento y como el camino para alcanzar la gloria eterna, pero la verdad es que la vida es muy corta y tenemos que disfrutarla. El amor correspondido es algo sumamente placentero que nos puede hacer muy felices si somos capaces de construir parejas cuya motivación principal sea el amor, el buen trato, el cariño, el trabajo en equipo, la solidaridad y la ayuda mutua”.

P-   ¿Cómo percibe los amores modernos entre la población joven? ¿Qué diferencias hay en las mujeres contemporáneas y las de hace unos 20 años, en su concepto de “amor romántico?
C- Pocas, realmente. En algunos países se ha avanzado mucho en el ámbito legislativo para garantizar los derechos de las mujeres, pero en el ámbito emocional el patriarcado sigue anclado, victorioso e irreductible. Es cierto que las jóvenes de hoy en día disfrutan de la revolución sexual que construyeron sus madres y abuelas en los años 70, pero aunque puedan tener las relaciones que quieran, es necesaria una revolución sentimental. Por mucho que nos empoderemos social o económicamente, las mujeres seguimos soñando con “el salvador”, los hombres siguen soñando con las esposas sumisas y complacientes y todos seguimos teniendo fe ciega en la pureza y la eternidad del amor verdadero. Toda nuestra cultura nos manda mensajes para que busquemos pareja y no nos quedemos “solas”, para que tengamos hijos porque si no somos madres no estamos completas, para que adoptemos los roles asignados al género femenino con fidelidad.
“Necesitamos, pues, una revolución sentimental para desmontar todos los mitos románticos basados en la tradición patriarcal. Necesitamos otro tipo de héroes y heroínas, otros modelos de relación amorosa, otros finales felices, otros esquemas de relación más abiertos”.   
P-    ¿Cómo definir el amor queer sin causar escándalo y procurando mente abierta?
Los amores queer reivindican el derecho humano universal al amor. Desde esta perspectiva, se respeta el modelo dual heterosexual tradicional, pero también se promueve la diversidad sexual y amorosa. Amar no es un delito, pese a que en muchos países del mundo mueren miles de personas al año por enamorarse de personas de su mismo sexo. La homofobia, la transfobia y la lesbofobia son muy peligrosas porque matan a millones de personas que tienen derecho a amar y a quererse. El queer reivindica que hay muchas formas de relacionarse, todas igualmente válidas, y también promueve la idea de que el amor no puede centrarse en una sola persona. Estamos rodeados, a diario, de vecinos y vecinas, compañeras de trabajo, amigos y amigas, primas, hermanos, tías, sobrinos, abuelas… Es necesario expandir la idea de amor más allá de la pareja y cuidar nuestras redes sociales y afectivas, porque el individualismo está acabando con lo comunitario, con las redes de solidaridad y ayuda mutua.
P-    Desde las teorías queer, ¿se celebra San Valentín o es una especie de “antivalor”?
C- Creo que hay que celebrar todo lo que se pueda celebrar. Tenemos que reivindicar un San Valentín inclusivo que no discrimine a ninguna persona enamorada, sea monógama o poliamorosa, sea hetero u homosexual, se trata en realidad de ir más allá de las etiquetas que constriñen nuestra libertad para relacionarnos con más amor y más ternura social.
P-    Denos unos consejos para celebrar mañana desde las teorías queer este día y cómo deben asumirlo quienes no tienen o no quieren tener pareja.
C- Aconsejaría que la gente se regale plantas vivas, en macetas. Se me encoge el corazón pensando en la cantidad de flores muertas que va a haber el día 16 o 17…
“También aconsejaría, especialmente a los países europeos, que abran el concepto del día del amor y hagan como acá en América latina, que también celebramos el día de la amistad. Es un día perfecto, pues, para homenajear a nuestras amigas y amigos, chinearlos, enviarles mensajes de cariño y regalos. Así podemos celebrar todos y todas…”

La ofensiva contra los homosexuales en Indonesia llega a los ‘emojis’

El Ejecutivo pide a aplicaciones como Line o Whatsapp que eliminen los pictogramas LGTB

Un hombre revisa varios emoji de temática LGTB en Yakarta, el 12 de febrero

Un hombre revisa varios emoji de temática LGTB en Yakarta, el 12 de febrero. ISMOYO AFP

El hostigamiento a los gais en Indonesia ha llegado también al mundo virtual. El Gobierno quiere prohibir los emoji que muestran algún significado homosexual, y ha pedido a compañías de mensajería como Line o WhatsApp y a redes sociales como Facebook que los retire de las opciones para los usuarios en ese país. El Ejecutivo considera que símbolos o pictogramas como la bandera arcoíris o dos hombres o dos mujeres de la mano no respetan “los principios culturales y normas religiosas” de Indonesia, con 250 millones de habitantes y un 89% de la población musulmana.

La aplicación de mensajería Line ha cedido a las presiones y ha dicho que retirarálos símbolos o pictogramas de temática LGTBI de su tienda online para Indonesia. La aplicación de mensajería instantánea ha publicado un comunicado online en el que piden disculpas a quienes se hayan sentido ofendidos por losemojis que, dicen, “muchas personas consideran sensibles”.

Emojis de la tienda de Line

Emojis de la tienda de Line

Este es sólo un capítulo más del acoso a la comunidad LGTBI (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales e intersexuales) que las autoridades y los líderes religiosos han intensificado en los últimos meses. En Indonesia, a diferencia de algunos de sus países vecinos, como Malasia, la ley no prohíbe la homosexualidad; sin embargo, las normas están lejos de reconocer o apoyar a los gais. La homofobia, denuncian las organizaciones de derechos humanos y quienes trabajan por los derechos sexuales, es cada vez mayor; sobre todo lejos de las grandes ciudades.

Hace unos meses, por ejemplo, la provincia de Aceh, la más conservadora del país, comenzó a aplicar una ley que castiga con 100 golpes de vara a quien tenga relaciones con alguien de su mismo sexo. Y aunque la pena no se ha aplicado aún, según los grupos de defensa de los derechos humanos, ya ha habido detenciones; como la de dos chicas (18 y 19 años) por abrazarse en público. En enero, el ministro de Educación, Tecnología e Investigación declaró que las universidades deberían expulsar a los gais o lesbianas que hiciesen algún tipo de demostración pública de afecto en los campus. Esos gestos, dijo, “dañan la moralidad del país”.

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También el vicepresidente indonesio, Jusuf Kalla, ha repetido varias veces ese razonamiento. El lunes fue más allá y pidió al programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP, por sus siglas en inglés) que no financie programas de apoyo a la comunidad LGTB en Indonesia. Este miércoles, el Consejo Indonesio de Ulemas —junto a otras organizaciones islámicas— respaldó las acciones homófobas de las autoridades y reiteró que la homosexualidad, bisexualidad y transexualidad son harám [pecado], “un riesgo y pueden causar enfermedades infecciosas como el sida”.

El director de la Asociación Internacional de Gais, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales (ILGA), Renato Sabbadini, alerta sobre la agudización del discurso homófobo en el país; sobre todo por parte de las autoridades. “Por desgracia, esta avalancha de declaraciones ofensivas ha ido acompañada de acciones discriminatorias hacia la comunidad LGTB, como es el caso de la prohibición de los emojis”, dice Sabbadini, que incide en que los ataques a los gais son una violación de los derechos humanos. “Cuanto más crece una población, mayor conocimiento tiene de la orientación sexual, identidad de género, expresión de género y cuestiones de diversidad corporales; también son más fuertes son los intentos de desalentar la visibilidad de la comunidad LGBT”, añade el presidente de ILGA.

Algunos de los 'emoji' de la tienda de la aplicación Line

Algunos de los ’emoji’ de la tienda de la aplicación Line

Y cuando las declaraciones homófobas de algunos miembros de su Gobierno se suceden, el presidente Joko Widodo, Jokowi, se ha mantenido de perfil durante la polémica. Jokowi, jefe de Gobierno desde 2014, y a quien se comparaba con el estadounidense Barack Obama no se ha pronunciado. La organización Human Rights Watch le ha recriminado su silencio y le ha enviado una carta en la que le exige que condene el discurso de odio de sus ministros y altos funcionarios. “El presidente ha defendido durante mucho tiempo el pluralismo y la diversidad. Esta es la oportunidad de demostrarlo”, le ha pedido el responsable de LGTBI de la ONG, Graeme Reid.

¿Qué fue de los ‘madonnos’?

Madonna y sus bailarines, en los años del tumulto.

Madonna y sus bailarines, en los años del tumulto.

El 13 de abril de 1990, Madonna arrancaba en Chiba (Japón) su tercera gira mundial, The blond ambition world tour. Un espectáculo a la medida de Like a prayer (1989), su cuarto elepé, que jugaba a mezclar iconografía católica y toneladas de sexo más o menos explícito (durante la canción Like a virgin, por ejemplo, dos de sus bailarines simulaban masturbarse vestidos de sacerdotes). De esa gira nació Truth or dare (1991), en Europa conocida como En la cama con Madonna, un polémico documental que desvelaba los entresijos de la gira y que, de paso, lanzaba a la fama (efímera) a su troupe de baile, seleccionada personalmente por la propia artista: Luis Camacho, Oliver Crumes III, Salim Gauwloos, Jose Gutierez, Kevin Stea, Gabriel Trupin y Carlton Wilborn.

En aquella cinta se podía ver a siete personajes extravagantes hasta extremos nunca vistos y, además, actuando de manera abiertamente gay. Para muchos homosexuales, el beso que se daban dos de ellos en una de las secuencias era el primero entre dos hombres que veían en una pantalla de cine. Gracias a eso, el filme se convirtió en una especie de pieza de culto para la comunidad gay, mientras la propia Madonna subía a los altares homo gracias a su apoyo a los derechos de los homosexuales, la liberación sexual y la lucha contra el sida.

Hoy, 25 años después de aquel jaleo, otro documental relata la vida de estos siete hombres tras aquel punto y aparte que supuso formar parte del universo de la diva. Strike a pose, que así se llama la cinta, celebró ayer su estreno mundial dentro de la Berlinale. Obra de la escocesa Ester Gould y el holandés Reijer Zwaan, dos jóvenes directores indies, Strike a pose muestra los estragos de la fama fugaz y su bajonazo posterior, cuando ya nadie se acuerda de ti.

“Recuerdo ver En la cama con Madonna por primera vez cuando tenía 11 años y los bailarines me impactaron muchísimo”, comentaba ayer Reijer Zwaan, después del estreno berlinés. “La vi decenas de veces en VHS con mi hermana. Para mí estos chicos eran algo más grande que la vida: estaban girando con Madonna y eran parte de todo aquel show. Cuando conocí a Ester Gould, que también era una gran fan del filme, nos preguntamos dónde estarían esos siete bailarines que nos habían cambiado la vida como a mucha otra gente. Y ahí nació la idea de esta película. Empezamos a buscar en internet y también había un montón de personas preguntándose lo mismo. La gente decía: ‘Gracias a ellos salí del armario’ o ‘Gracias a ellos pude liberarme'”.

Los supervivientes de la 'troupe', en 2015.

Los supervivientes de la ‘troupe’, en 2015.

Mientras duró el impacto del Blond ambition world tour los siete bailarines eran la salsa de todos los platos: las discotecas de medio mundo se pegaban por tenerlos en sus zonas VIP, la gente les reconocía por la calle e, incluso, aprovechando el tirón, dos de ellos, llegaron a grabar un disco (Queen’s English) bajo el nombre de Jose & Luis. Después de esa gira, Madonna nunca jamás volvió a contar con ellos. La inevitable resaca, ya se sabe: muchos tuvieron que enfrentarse al VIH (uno de ellos, Gabriel Trupin, falleció a causa de la enfermedad en 1995), superar sus adicciones al alcohol y a todo tipo de drogas y cargar con una mochila de sueños rotos.

“Conseguimos contactar con los seis supervivientes a través del correo electrónico”, continúa Gould. “Les mandamos un mail y algunos respondieron y otros no. En verano de 2014 pudimos visitarlos uno a uno en diferentes ciudades de EE.UU. Y ahí nació la idea de volver a juntarlos a todos para alguna de nuestras escenas, ya que hacía 25 años que no estaban todos juntos”.

Por el documental planea, claro, la ausencia de Madonna Louise Ciccone, que sólo aparece en pantalla en las tomas de sus conciertos de la época. Si en 1991 estatroupe era “parte de su famlia” (según sus propias palabras), en 2016, rige la ley del “si te he visto no me acuerdo”. “Creemos que Madonna verá la película en algún momento, cuando acabe su actual tour“, se excusa Zwaan. “Y seguro que volverá a quedarse impresionada de nuevo con estos hombres. Pero nuestra idea desde un principio era hacer una película sobre ellos, no sobre Madonna. Ésa sería otra historia muy diferente”.

Los bisexuales no se encuentran en el diccionario

Se están recogiendo firmas para pedir a la RAE que cambie la definición de la palabra ‘bisexual’. Igual que se modificaron ‘matrimonio’, ‘tableta’ o ‘autista’, se añadieron ‘wifi’, ‘ciclogénesis’ o ‘chupi’ y se eliminaron ‘biarca’ y ‘concubio’. «Ni el diccionario tiene que ser políticamente correcto ni se cambia por presiones populares», advierte la Academia de la Lengua

El de 1780 fue el precedente de la serie de diccionarios que se han editado.

El de 1780 fue el precedente de la serie de diccionarios que se han editado.

Se levantó la gente del campo hace un tiempo y con razón. ¿Cómo que eran incultos? ¿Y eso quién lo decía? Pues lo decía nada menos que la Real Academia Española, que hasta 2014 mantuvo estos adjetivos en la definición de la palabra ‘rural’. «Perteneciente o relativo a la vida del campo y a sus labores», señalaba la primera acepción, pero el dardo iba en la segunda: «inculto, tosco». Hace dos años, en la vigesimotercera revisión del diccionario se eliminó esta polémica e injusta explicación.

También se retocaron (añadiendo, eliminando o afinando) las definiciones de la palabra ‘matrimonio’, para reflejar la nueva realidad de uniones entre personas del mismo sexo avalada por la Ley del PSOE de 2005; o la de ‘botellón’, que hasta entonces solo se refería a un «recipiente de vidrio o barro cocido que sirve para contener líquidos» y solo se usaba en México. En España se ha extendido en los últimos años entre los adolescentes, a los que la RAE ha hecho alusión en su primera y nueva acepción: «Reunión al aire libre de jóvenes, ruidosa y generalmente nocturna, en la que se consumen en abundancia bebidas alcohólicas». También se incluyeron en la última edición, publicada en 2014, nuevas palabras como ‘wifi’, ‘hacker’, ‘homoparental’, ‘chupi’ o ‘cameo’, entre otras.

El resultado, un diccionario más grueso que el anterior porque se pasó de 88.431 palabras a las 93.111 actuales. Más gordo y más ‘real’. «La lengua está en evolución constante y los cambios en las palabras no son caprichos. Se hacen modificaciones para corregir usos erróneos, como ha ocurrido con la definición de la palabra ‘Franquismo’, que es más clara y tajante ahora, más contundente para adaptarse a la realidad actual», explican desde la RAE y remiten a echar un ojo a la ‘f’. Hasta 2014 se definía ‘Franquismo’ como «movimiento político y social de tendencia totalitaria». Ahora se explica como una «dictadura de carácter totalitario impuesta en España por el general Franco».

Se levantó la gente del campo hace un tiempo y con razón. ¿Cómo que eran incultos? ¿Y eso quién lo decía? Pues lo decía nada menos que la Real Academia Española, que hasta 2014 mantuvo estos adjetivos en la definición de la palabra ‘rural’. «Perteneciente o relativo a la vida del campo y a sus labores», señalaba la primera acepción, pero el dardo iba en la segunda: «inculto, tosco». Hace dos años, en la vigesimotercera revisión del diccionario se eliminó esta polémica e injusta explicación.

También se retocaron (añadiendo, eliminando o afinando) las definiciones de la palabra ‘matrimonio’, para reflejar la nueva realidad de uniones entre personas del mismo sexo avalada por la Ley del PSOE de 2005; o la de ‘botellón’, que hasta entonces solo se refería a un «recipiente de vidrio o barro cocido que sirve para contener líquidos» y solo se usaba en México. En España se ha extendido en los últimos años entre los adolescentes, a los que la RAE ha hecho alusión en su primera y nueva acepción: «Reunión al aire libre de jóvenes, ruidosa y generalmente nocturna, en la que se consumen en abundancia bebidas alcohólicas». También se incluyeron en la última edición, publicada en 2014, nuevas palabras como ‘wifi’, ‘hacker’, ‘homoparental’, ‘chupi’ o ‘cameo’, entre otras.

El resultado, un diccionario más grueso que el anterior porque se pasó de 88.431 palabras a las 93.111 actuales. Más gordo y más ‘real’. «La lengua está en evolución constante y los cambios en las palabras no son caprichos. Se hacen modificaciones para corregir usos erróneos, como ha ocurrido con la definición de la palabra ‘Franquismo’, que es más clara y tajante ahora, más contundente para adaptarse a la realidad actual», explican desde la RAE y remiten a echar un ojo a la ‘f’. Hasta 2014 se definía ‘Franquismo’ como «movimiento político y social de tendencia totalitaria». Ahora se explica como una «dictadura de carácter totalitario impuesta en España por el general Franco».

Esa viveza del lenguaje de la calle es lo que trata de reflejar la RAE, que está «atenta a las quejas» pero, advierte, «no todo se puede dar por bueno porque hay sugerencias razonables pero otras que son solo ocurrencias». Y remiten a la anécdota de «un grupo de murcianos que estaban empeñados en que incluyéramos el nombre de un postre típico. Es como si yo, que soy asturiano, quiero que aparezca en el diccionario la palabra ‘carbayón’. Es un dulce que se vende sobre todo en las confiterías de Oviedo pero un vasco o un madrileño no saben lo que es. Con cosas de estas tenemos que luchar cada día, pero para eso están los diccionarios locales», explica un portavoz de la RAE.

Más allá de elaborar un listado exhaustivo sobre los postres típicos de las regiones españolas, que no es la función, en la RAE trabajan para que el diccionario recoja «todo el vocabulario necesario para entender desde ‘El Quijote’ hasta la última novela de Arturo Pérez-Reverte’». Y para eso a veces hay que añadir palabras… o quitarlas. «Hay un Diccionario Histórico, donde se recogen todos los vocablos que han sido eliminados del diccionario por estar en desuso durante un largo periodo de tiempo». Quizá es lo que le acabe pasando con el paso de los años a la quinta definición de la palabra ‘carroza’: «persona vieja o anticuada». «Eso lo decían los de generaciones anteriores pero los jóvenes no lo usan. Si dentro de unos años se documenta que este uso ha desaparecido se eliminará» y podría tener el mismo destino la palabra ‘perforista’: «persona que perforaba las tarjetas para el funcionamiento de las primeras computadoras», una profesión ya desaparecida. Ya la reemplazarán oficios nuevos.

Palabras nuevas desde 2014

Agroturismo: turismo rural, especialmente el que incluye actividades agrícolas y ganaderas.

Cameo: intervención breve de un personaje célebre, actor o no, en una película o una serie de televisión.

Ciclogénesis: formación de un ciclón.

Empoderar: hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido.

Hacker: pirata informático

Homoparental: dicho de una familia: Formada por dos personas del mismo sexo y los hijos.

Localizador: clave alfanumérica de búsqueda e identificación de un documento.

Precuela: obra literaria o cinematográfica que cuenta hechos que preceden a los de otra obra ya existente.

Wifi: sistema de conexión inalámbrica, dentro de un área determinada, entre dispositivos electrónicos, y frecuentemente para acceso a internet.

Nuevas acepciones añadidas a palabras ya existentes

Abdominal: dicho de un ejercicio que sirve para desarrollar, fortalecer y mantener en buen estado los músculos abdominales.

Acoplar: dicho del sonido de un altavoz: Recibirse en el mismo micrófono del que procede, con la consiguiente distorsión o emisión de pitidos.

Botellón: Reunión al aire libre de jóvenes, ruidosa y generalmente nocturna, en la que se consumen en abundancia bebidas alcohólicas.

Caballito: Maniobra acrobática que consiste en levantar en marcha una moto o una bicicleta sobre su rueda trasera.

Iluminado: dicho de una persona: Que, sin atender a razonamientos cree estar en posesión de la verdad absoluta.

Pantallazo: captura del contenido que se visualiza en la pantalla de una computadora

Perla: frase llamativa por desafortunada.

Tableta: dispositivo electrónico portátil con pantalla táctil y con múltiples prestaciones.

Palabras que han desaparecido del diccionario con la revisión de 2014

Biarca: En la milicia romana, oficial que cuidaba especialmente de los víveres y de las pagas, bajo la dependencia del prefecto de los reales.

Calántica: Tocado de tela semejante a una mitra, que usaban las mujeres de la Antigüedad clásica.

Cámpago: Zapato usado por los dignatarios romanos y bizantinos.

Concubio: Hora de la noche en que suelen recogerse las gentes a dormir.

Fabrido: Fabricado, labrado.

Mea: Voz con que el niño indica querer orinar. Pedir la mea.

Talamite: En las naves antiguas de dos o más órdenes de remos, remero de la fila inferior.

Ochentañal: Dicho de una persona de 80 años.

Treintañal: Dicho de una cosa, que es de 30 años o los tiene.

‘Cultura’, la palabra más buscada en el diccionario

Más de cuarenta millones de consultas al mes (1,3 millones al día). Son los datos, mastodónticos, que arrojan los balances de consultas online a la web de la RAE. ¿Y qué buscan los internautas? Pues curiosamente una de las palabras más solicitadas es ‘cultura’, desvelan en la Academia de la Lengua (casi medio millón de búsquedas al año). Es sorprendente, pero más aún lo es el ‘furor’ que durante unos meses causó el vocablo ‘majunche’, que se usa en Venezuela para referirse despectivamente a los que en el Río de la Plata son meros ‘boludos’ o ‘pelotudos’ (necio, estúpido). Tiene explicación: «en los fragores de la campaña presidencial venezolana de 2012 Hugo Chávez nunca mencionaba a su oponente Henrique Capriles por su nombre, sino que se refería a él como ‘el majunche por antonomasia’». Otras palabras muy buscadas en el diccionario son ‘haber’, ‘haya’, ‘amor’, ‘paradigma’, ‘bizarro’, ‘vehemente’, ‘hostia’, ‘demagogia’…

11 verdades sobre sexo que las tarjetas de San Valentín no cuentan

Claves que avivan el calor entre las sábanas. Si “te admiro” es un mensaje precioso, “veamos cine erótico” también

pareja hetero

El día de los enamorados coincide con el Día Europeo de la Salud Sexual. Y no es casualidad. Finalmente, las relaciones de pareja implican todo tipo de intercambios, también el de fluidos. Y aunque hay individuos que optan porborrar la pasión carnal de sus vidas, la mayoría de nosotros disfruta de su compañero también entre las sábanas. Estas son algunas de las lecciones que aprendimos en BUENAVIDA para una vida sexual satisfactoria. Tome nota y escriba al menos una de ellas en la tarjeta de San Valentín que piensa regalar a su pareja.

1. Puedo ser hombre hetero y haber tenido sexo con otros hombres: No les llame gais, llámelos heterosexuales flexibles. ¿Qué mueve a algunos varones a estas prácticas? El perfil más extendido es el del explorador sexual: aquel a quien le gusta probar cosas nuevas.

2. Cuando tenga problemas de erección, intentaré solucionarlos sin pastillas: 6 remedios naturales contra la disfunción eréctil. El 80% de los casos de este trastorno están causados por problemas vasculares. Moverse en bicicleta y otros trucos que ayudan.

3. Hagamos juntos el examen de los buenos amantes: La prueba definitiva para saber si es bueno en la cama. Ni orgasmos ni despliegue postural. El único modo de aprobar entre las sábanas pasa por responder afirmativamente a una sencilla pregunta.

4. Pasar un mes sin sexo tendrá efectos en mi cuerpo (y no serán buenos):Así responde el organismo ante la abstinencia sexual no deseada. No es una cuestión de hormonas, sino de sentimientos.

5. Puedo ser mujer hetero y excitarme con otras mujeres: Con imaginación no hay genitales. La ciencia señala el hecho y los expertos lo explican. “A las féminas nos excita el contexto. Y no tanto que el protagonista del relato sea él o ella. El ambiente erótico nos hace sentirnos deseadas y deseantes”, cuenta Marta Pascual, sexóloga.

6. El orgasmo simultáneo está sobrevalorado: La falsa idea romántica que está arruinando nuestra vida sexual. La verdadera sincronía consiste en otra cosa, e intentar llegar al clímax a la vez puede tener indeseados efectos secundarios.

7. Nos daremos besos eróticos con frecuencia: Este es el efecto que un beso con lengua tiene en su cerebro. El acto íntimo despierta neurotransmisores básicos que conducen al optimismo, la excitación y el bienestar. Y hay más.

8. Me entrenaré para un maratón (sexual): Sexejercicios o cómo ser el mejor en la cama. Una vida sexual plena beneficia mente y cuerpo. Si ya no aguanta como antes, ponga remedio con una actividad física apropiada. ¿Un poco de kung-fu?

9. Tendré muchos orgasmos para embellecer mi piel: 11 dudas razonables sobre cómo los orgasmos afectan a la salud. ¿Qué huella deja el clímax sexual sobre cuerpo y mente? Desgranamos sus presuntos poderes curativos.

10. Veremos porno juntos (si nos consideramos maduros): Porno, ¿a partir de qué edad? Acceder a este tipo de contenidos antes de ser capaces de distinguir realidad de ficción con claridad dibujará una estampa errónea de la sexualidad.

11. Practicaremos sexo en playas y piscinas: Amor y roce bajo el agua: una guía para curiosos. Los expertos dan luz verde a este tipo de experiencias. Siga unas pautas para evitar inconvenientes y sacar partido a la aventura.

“Uno, o una, puede cambiar, nada es fijo, ni siquiera el género”

Serge Sceveneles, en la tienda de ropa sostenible Circular Project Shop

Serge Sceveneles, en la tienda de ropa sostenible Circular Project Shop. S. GONZÁLEZ-VALERO

Serge Sceveneles lleva de tribunal en tribunal todos los géneros que es. Maldita la gracia. Ni su ingeniería aeroespacial, ni su acento de belga a la española, ni su lucha por el sueldo fueron nunca un problema. Su género, sí. O sus géneros. Porque Serge es un hombre. O una mujer. O las dos cosas. O ninguna. Es un “género fluido”. Un intergénero. “Uno, o una, puede cambiar, nada es fijo, ni siquiera el género. El género es un modo de expresarse”.

Y así, expresándose, Serge Sceveneles lleva dos años viviendo una cuita procesal interminable a la que acaba de sumarse el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) con unas gotas de esperanza: que se anule la sentencia que avaló su despido.

Conocimos a Serge a finales de 2013, cuando contó a este periódico su peripecia. Había denunciado a la multinacional Rhea Systems, perteneciente al Grupo Fes-Moore Stephens Madrid, por un despido que su abogado, Armando Gil, y él aun hoy siguen considerando “nulo y discriminatorio”: “Me echaron exclusivamente por mi condición de diversidad de género”.

Este ingeniero, especializado ahora en análisis de datos, había sido contratado a finales de 2012 por Rhea, una empresa que trabaja para la industria espacial europea. En la entrevista de selección estaban tres altos cargos de la empresa y la directora de Operaciones de Rhea, Nicola Mann, una persona que resultará fundamental en esta historia.

Sceveneles les comunicó a los cuatro que él era un hombre, pero que no respondía a los estereotipos masculinos. “Les dije que, en realidad, no me sentía de ningún género. Me contestaron que eso no era ningún problema”.

En enero de 2013, Rhea hizo a Serge un contrato de seis meses a prueba. El ingeniero acudió a trabajar algunas veces con pantalones y muchas con falda y nunca tuvo conflictos. Pero, en febrero, una semana antes de que el director general, Andre Sincennes, visitara la sede donde Serge trabajaba, Nicola Mann le sugirió que se vistiera de manera más “formal”.

El día de la visita, Serge se presentó de negro. Y de falda. Entonces, el ingeniero fue conminado a volver a casa y ponerse unos pantalones. “Me pareció una agresión”. Sin embargo, el miedo al paro pudo más que el orgullo de ser y nuestro intergénero de combate aceptó. Pero con la condición de entrevistarse con el jefazo.

Según Sceveneles, la reunión fue un monólogo del director general, que le dijo que no podía ir a trabajar con falda porque su aspecto no correspondía a la imagen de la empresa. “Éstas son mis reglas. Vuelva a su despacho”, soltó Andre Sincennes. Y Nicola Mann allí, de oído y ojos presentes, de escribiente y testigo muda.

El ingeniero aeroespacial siguió trabajando allí tres meses “con dos episodios de mobing” de por medio. Y un mes antes del final de su contrato, Recursos Humanos le citó para decirle que “un problema de compatibilidad y comunicación con el director” provocaba la extinción de su vínculo “por no haber superado el periodo de prueba”, tesis que sostiene la multinacional para negar “discriminación alguna”. De nada sirvió que, según Serge, la jefa de Recursos Humanos, Magda Jennes, intentara convencer al director general para evitar el despido. “¡Hazlo!”, ordenó la máxima autoridad.

Serge Sceveneles llevó a juicio a Rhea. Pero, desde el principio, la vista oral celebrada en el Juzgado de lo Social Número 2 de Madrid no pintó bien para el despedido.

“El juez parecía tener prisa, quería ir rápido. Dijo que mi modo de vestir era como si él fuera a trabajar en pantalón corto. Armando y yo nos miramos y pensamos que no lo íbamos a ganar”, cuenta Serge en este arranque de 2016, el tercer año judicial de su vida. “Fue un juicio… incalificable. Al iniciarse la vista, el juez no consideró que se tratara de un despido discriminatorio, obligó a interrogar en inglés a una testigo cuya lengua vernácula es el francés y, sobre todo, se negó a citar a Nicola Mann, la directora de Operaciones de Rhea, que estuvo presente en la reunión en la que el director general prohibió a Serge vestirse con falda”, narra el abogado Armando Gil, aún frotándose los ojos y las demandas.

El 3 de febrero de 2014, el juzgado de lo Social madrileño no vio motivos de discriminación, absolvió a la empresa y zanjó el asunto. Pero Gil presentó ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid un recurso de suplicación. Y la historia cambió.

En su sentencia del 2015 recién terminado, el TSJM recrimina al juez de lo Social no haber practicado la “diligencia final” de la declaración de Nicola Mann, “pese a que el propio fallo del juzgado decía que las manifestaciones del actor no han sido acreditadas ni siquiera de manera indiciaria”. Y es que el TSJM argumenta que esas manifestaciones se refieren a la discriminación que Serge asegura haber sufrido como consecuencia de la entrevista con el director general “de la que fue testigo la señora Mann, cuya declaración, consecuentemente, deviene imprescindible y que, al no haber sido admitida, ha generado indefensión” a este transgénero sin dudas.

Así, el alto tribunal ordena que se practique, presencialmente o por videoconferencia, “la indicada prueba” y “se dicte una nueva sentencia”.

“No sé si soy optimista, porque la declaración no va a ser presencial, sino desdeBélgica, y me gustaría que todos estuvieran presentes. Pero creo que la onda europea es favorable. Espero que ahora las cosas salgan mejor”, aventura Serge, que mira con sonrisa las legislaciones que vienen por ahí. “Reconocer el tercer género no necesita argumentación. Lo que cuenta de las personas es lo que hacen, no sus características, ni su acento, ni lo que parecen. Eso es secundario”.

Lo dice Serge Sceveneles ojeando la ropa sostenible de Circular Project Shop, una tienda con la que ha participado en proyectos sobre la diversidad. “El término del tercer género parece complejo para mucha gente. Diversidad todos lo entienden”.

Como los jefes de su nueva empresa, un empleo firmado en los bordes finales de 2015. “No mencioné mi condición hasta el momento de firmar el contrato. Quería estar seguro de que me seleccionaban por mi competencia. Y justo antes de firmar, lo dije”.

– ¿Y qué pasó?

– Que el director me contestó que ya lo sabía. Había leído ELMUNDO hace dos años, sabía de mi condición y me dijo: ‘Eso no es ningún problema’.

Jaime Gil de Biedma: inédito, íntimo, abrumadoramente honesto

Jaime Gil de Biedma en Nava, 1956

Jaime Gil de Biedma en Nava, 1956. / Fotografía incluida en Diarios. 1956-1985

Jaime Gil de Biedma (1929-1990) empezó a escribir un diario para “adiestrarse en la prosa” y, de paso, ponerse en orden. Era 1956 y estaba viviendo probablemente la etapa de mayor metamorfosis de su vida. Una transformación marcada por un viaje a Manila, donde el poeta se mudó para trabajar en la Compañía General de Tabacos de Filipinas, dirigida por su padre. Y donde trabajaría toda su vida.

El joven burgués de Barcelona criado bajo el yugo del relato oficial de los vencendores se ponía en contacto por primera vez con una nueva realidad que, según se desprende de sus líneas, le provocó una ruptura interior. Esa grieta empujó, quizá también por un instinto tan básico como la autoconservación, a iniciarse con un relato de cotidianeidad cuya escritura se mantuvo, con las pausas precisas, hasta 1985.

El testimonio del poeta (y de una época), custodiado durante años por la agente literaria Carmen Balcells, aterriza inédito en Diarios 1956-1985 (Lumen). Con cuidadísima y minuciosa edición anotada y prólogo de Andreu Jaume, el volumen incluye el Diario de Moralidades. 1959-1965 (la época de más esplendor creativo),Diario de 1978 (o el relato de su crisis literaria) y Diario de 1985 (después de haber sido diagnosticado de sida). Se completa así la autobiografía diarística de Retrato del Artista en 1956, la edición ya sin censura del publicado en 1974 como Diario del artista seriamente enfermo.

aime Gil de Biedma con su padre Luis Gil de Biedma en Nava, 1956.

Jaime Gil de Biedma con su padre Luis Gil de Biedma en Nava, 1956.

Volvemos al punto de inflexión: 1956. Jaime Gil de Biedma enfrenta su primera responsabilidad laboral en la gran compañía tabacalera de su padre y clausura una juventud despreocupada en Barcelona. En sus anotaciones de esta época sobresale, como explica el editor Andreu Jaume, “una reivindicación permanente de la corporeidad muy ajena a la cultura española por el peso tradicional del catolicismo”. El cuerpo como un espacio para sentir y para pensar. A fin de cuentas, como un espacio para entendernos a nosotros mismos.

El poeta deja aquí constancia de su sexualidad transgresora y varios de sus relatos de esos días son la mejor fotografía de la miseria del país que estaba descubriendo, engullido por una permanente esquizofrenia entre la urgencia sexual y ciertos principios morales y políticos.

Estábamos en el cuchitril más miserable que he visto en mi vida (…) Dolía respirar. No creo que se pueda expresar mi estado de ánimo ante el espectáculo de aquella espantosa miseria. (…) El vivir de continuo hostigados por las necesidades, aterrados, rechazados, retrocedidos al último escalón de la sobrevivencia, será su vida humana, será toda su vida”. Es el relato de su encuentro con un chaval chaquetero de 20 años, sobre el que volvió a escribir más tarde: “desde aquella noche han pasado más de dos semanas. Procuro no recordarla demasiado, es una pesadilla cuya realidad voy aplazando; duele todavía y el día en que deje de dolerme habré dejado de ser una persona decente”.

Una nueva patria intelectual

El infierno no eran los otros, como decía Sartre, sino uno mismo. La prosa de sus diarios se revela como una narrativa que salva a quien escribe, lo que otorga a su testimonio una abrumadora honestidad consigo mismo. Como observa Nora Catelli en su ensayo sobre Retrato, hay en Gil de Biedma “una habilidad casi idiosincrásica, fría y equilibrada para la recreación de lo sórdido”. La bebió de la literatura inglesa, su patria intelectual desde que viajó a Oxford en 1953 como parte de la preparación a una fallida carrera diplomática.

Allí entró en contacto con la obra de autores como T.S. Eliot, W.H Auden o Stephen Spender. De algún modo, descubrió el romanticismo europeo como la verdadera fuente de modernidad, una nueva deriva que fue alejándole no sin cierto desengaño de su maestro Jorge Guillén, a la vez que se deshacía de la herencia moral y política de su familia.

Esa toma de distancia le condujo directamente hasta Luis Cernuda, a cuyo poemario La realidad y el deseo ya le había hincado el diente en 1952. Volvió a hacerlo, esta vez consciente de que el poeta había abierto un camino por el que él ya estaba transitando rompiendo con los límites de su generación.

De izquierda a derecha, Jaime Gil de Biedma, Román Rojas, Yvonne Hortet y Carlos Barral a principios de 1950

De izquierda a derecha, Jaime Gil de Biedma, Román Rojas, Yvonne Hortet y Carlos Barral a principios de 1950. / Fotografía incluida en Diarios.1956-1985

La prosa de esta etapa, describe Andreu Jaume, “avanza los modos de su poesía madura”. “El modo de observar, el ritmo de las escenas, la adjetivación, el gusto por el detalle, la tensión sentimental y moral en toda la constucción de la escena… ya es plenamente deudora de todo lo aprendido en su estancia en Oxford”.

Su generación es también la de Carlos Barral, Jaime Ferrán, Alfonso Costafreda o Josep María Castellet, a los que conoció en 1949 en la Facultad de Derecho de Barcelona. A aquel grupo, cuyos primeros poemas y ensayos se reunieron en la revista Laye, se sumaron más tarde los hermanos José Agustín y Juan Goytisolo.

“Una parte de mí que no desea vivir mucho más”

“Lo que he descubierto ahora, siendo feliz, con una certeza que se ha ido haciendo cada vez más consciente, día tras día, es que hay una parte de mí que ya no desea vivir mucho”. En 1978, Jaime Gil de Biedma tenía 48 años y se suponía feliz en pareja con Josep. “Fue un poeta con toda su significación y con todo su riesgo; un extraordinario escritor con una prosa bien entrenada para especular en todos los ámbitos, pero que no tenía nada más que decir “, afirma Andreu Jaume.

Jaime Gil de Biedma en Venecia, 1984.

Jaime Gil de Biedma en Venecia, 1984.

La sequía literaria le consumía, y él se dejaba consumir por ella. Nada más triste que saber que uno sabe escribir, pero que no necesita decir nada de particular, nada en particular, ni a los demás ni a sí mismo”. Después llegó la enfermedad. En verano de 1985 le diagnosticaron sarcoma de Kaposi, el primer síntoma de una patología entonces deshonrosa e incurable como el sida. Unos meses después ingresó en el hospital Claude Bernard de París. Solo cubrió unos días de su internamiento en ‘Diarios de 1985’. Murió en Barcelona cinco años después.

La exposición  En palabras de Jaime Gil de Biedma  puede verse desde el 9 de febrero en la Biblioteca Nacional (BNE).

CLASE OBRERA Y HOMOSEXUALIDAD – Mi vida de obrero gay

Artículo publicado  por La izquierda diario

La historia de Rachid no es un caso aislado, su historia es la de millones de trabajadores y trabajadoras en la oscuridad. Asumir la sexualidad, cuando ésta no corresponde a la norma heterosexual, es un combate en todas las clases sociales.

Asumir la sexualidad no heterosexual es aún más difícil cuando uno es un obrero y que los patrones lo usan para humillarnos y mantenernos bajo su dominación. Desgraciadamente, la historia de las personas LGBTI en la clase obrera ha sido también la de la marginalización de sus luchas en las organizaciones del movimiento obrero.

Por ejemplo, la homosexualidad fue, para los partidos estalinistas hasta los años 1970, una « tradición extranjera a la clase obrera ». Sin embargo, como la historia de Rachid lo muestra, la clase obrera también es gay, lesbiana, bisexual, trans, intersexo, etc.

Esta es una historia de vida y de lucha de un trabajador inmigrante en Francia, contra un sistema que explota, que oprime, pero también que da confianza a todos los trabajadores y trabajadoras en su lucha de todos los días:

Mi padre vino de Argelia en 1947. Primero trabajó en las minas del Norte de 1947 a 1951, y después en la fábrica de Faure Electroménager. Se casó con mi madre en 1959, con quien tuvo cuatro hijos. Yo soy el segundo, nacido en 1961, un año antes de la guerra de Argelia. A los 16 ya sabía que era diferente de los demás.

A los 14 años tenía amigos en el barrio con los que nos acostábamos en el pasto durante el verano puesto que no teníamos dinero para ir de vacaciones. Todo el mundo piensa que a los 14 años uno se interesa por las chicas, pero yo miraba a los chicos. Mientras que mi hermano mayor miraba bajo las faldas de las chicas, yo me preguntaba: «¿Soy normal?». En mi cabeza me decía que tenía un problema…

En esa época yo era aprendiz de panadero. Iba a la escuela tres semanas, y después trabajaba tres semanas. Comenzábamos el trabajo a las cuatro de la mañana, en vez de a las seis. El patrón decía que había que cerrar la boca y los otros empleados también eran muy desagradables. A fin de cuentas, era tratado como un esclavo Trabajaba seis días a la semana ¡y ni siquiera recibía un salario!

Después de tres semanas de trabajo, me daban como «salario» dos pasteles y un brioche. Cuando regresaba a casa, mi padre estaba muy disgustado porque veía que su hijo, un hijo de inmigrante, se dejaba humillar en el trabajo.

Durante esos años no mostraba ningún signo de quién era en el fondo, aun cuando me atraía un chico del barrio. Cada vez que lo veía yo vibraba, pero no podía expresarlo por el miedo del «qué dirán». Las cosas se complicaron cuando entré a trabajar en la fábrica. Mi padre me hizo entrar en Porcher en 1979, tenía 18 años.

El sábado salíamos a discotecas con los chicos del barrio y, para mostrar que era como ellos, bailaba con chicas ¡Inclusive llegaba a besar alguna! Pero lo vivía mal, porque sabía que era diferente. Un día me miré en el espejo y me dije: «Soy maricón, ¿cómo voy a hacer?». Tenía mucho miedo con respecto a los otros, tienes 18 años, tienes miedo de tu futuro.

En la fábrica, cada vez que abría mi locker, me preguntaban por qué no tenía fotos de chicas desnudas, como todos los demás. En la clase obrera tenemos muchas de esas fotos. Un compañero del trabajo me decía: «¿viste a ese coño?» Yo no decía nada, no me interesaba, era totalmente indiferente. Me preguntaban en el trabajo: « ¿Qué tal el fin de semana en la discoteca? ¿Follaste mucho?» Yo decía que sí, que coqueteé mucho. Era imposible decir que era homosexual, sobre todo cuando venías de una pequeña ciudad como la mía.

Las cosas empeoraron cuando un colega empezó a decirme todos los lunes: «¿Cómo estas artaïl ?». Artaïl quiere decir maricón en árabe. Yo le respondía «¡cállate la boca! », pero me dolía, porque era la verdad e intentaba protegerme.

Fui a hacer mi servicio militar en Argelia de 1984 a 1986 y allí fue bien complicado. En el cuartel estaba rodeado de chicos muy guapos, ¡y yo resistía! Yo sabía que en el cuartel pasaban cosas, sabía que la homosexualidad estaba presente. Estaba todo el tiempo dividido entre el deseo y la abstinencia.

Durante el Ramadán, llegué a rechazar a un chico porque no quería que se supiese, y sin embargo ¡era muy guapo! Una vez que regresé a Francia tuve muchos empleos. Trabajé algunos años en un centro de comida rápida de Paris, y luego fui a Savoie para trabajar en la construcción de las instalaciones olímpicas durante dos años.

Finalmente, en 1993, conocí a alguien, un africano bisexual, y fue en ese momento que empecé a asumirme. Es ahí que mi vida sexual comenzó realmente.

Yo pienso que los obreros tienen también derecho a una sexualidad y derecho a la felicidad. La clase obrera ¡también tiene que ser feliz! Mirando hacia el pasado, lamento no haberme asumido más temprano, pero la situación no me lo permitía, sobre todo en una pequeña ciudad.

En mi familia comenzaban a preguntarse por qué no estaba casado, cuando todo el mundo ya lo estaba y tenía hijos, querían que haga como ellos. Empezaba a estar asfixiado por las preguntas y las historias de matrimonio, entonces decidí hacer mi “salida del armario”. Primero lo anuncié a mis hermanos. En esa época era muy delgado, parecía enfermo, es por eso que mi hermano tuvo miedo cuando le dije que tenía algo que anunciarle, pensó que iba a anunciarle una enfermedad.

Mi otro hermano, que es ferroviario, que es alguien muy sentimental, se puso a llorar diciéndome que siempre sería su pequeño hermano, pero que tenía miedo de las agresiones posibles (que en esa época eran corrientes) y de las consecuencias con la familia y el barrio. Mi padre falleció antes de mi “salida del armario”. Fue muy doloroso, pero estoy contento de no haberle dicho, no quería herirlo. Mis hermanos estaban de acuerdo, no sé cómo habría reaccionado.

En 2005 llegué a las cocinas de una universidad. El jefe parecía buena persona al principio y los colegas también. En 2007 todos sabían que era homosexual, y el jefe decía que no le molestaban pero no era verdad en el fondo, lo que pasó después lo confirmó. Me invitaba a su escritorio donde me mostraba imágenes pornográficas en su computadora para ver mi reacción, o a veces me empujaba sobre una colega diciendo «¡aprovecha!». Pero yo no decía nada porque era un trabajador precario. Era el maricón de servicio y todos me lo hacían saber. Todo esto porque era precario. Si no hubiese sido precario, ¡no me hubiese dejado tratar así! Y la dirección de la Universidad no hizo nada durante años. Era peor que la fábrica.

Un día, después de una primera asamblea general, una huelga se desata. Me encuentro con el jefe y le digo: «Buenos días jefe, ¿todo bien?» y me responde «¿Que tal, maricón?». Las máscaras habían caído… Se servía de mi precariedad y de mi orientación sexual para aplastarme. Me atacaba porque había decidido hacer huelga. Esta huelga contra la precariedad también sirvió para denunciar esta jerarquía.

Muchas personas sufrían en el servicio porque el jefe también era racista y sexista, tenía que irse. Al final, ganamos la huelga, obtuvimos los contratos que pedíamos y el jefe se fue. Desgraciadamente solamente lo cambiaron de servicio, todavía está por ahí, en algún lado.

La clase obrera tiene derecho a la felicidad. Tenemos que defender la diversidad entre los trabajadores, y ser feliz es importante. Hay mucho que hacer en ese sentido.

Traducción: Claude Scorza, Révolution Permanente, Francia