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Acelerar el diagnóstico del VIH de meses a minutos

23 October, 2017/in Africa, Artículo, EL PAIS, VIH SIDA /by Editorea

Descentralizar la prueba en 10 países africanos salvará la vida a 16.000 bebés y ahorrará 200 millones de dólares en cinco años. Unitaid financia el proyecto con 149 millones

Una enfermera prepara el material para obtener una gota de sangre del pie de un bebé en el centro de salud de Ndlavela, Mozambique. GLÒRIA PALLARÈS

Una madre seropositiva acude con su bebé al centro de Salud de Ndlavela, en el sur de Mozambique. La criatura nació hace 30 días. Se sabe su sexo y su peso, pero lo que toca desvelar hoy es si porta el VIH. Hasta hace poco, las muestras debían trasladarse hasta uno de los pocos laboratorios centrales del país y las clínicas tardaban hasta seis meses en recibir los resultados. Para entonces, muchos de los bebés infectados ya habían fallecido. Hoy, se resolverá la incógnita en 50 minutos y, si es positivo, se iniciará el tratamiento de inmediato. En el caso del VIH infantil la velocidad importa, y mucho: sin un diagnóstico y tratamiento precoz, un tercio de las criaturas infectadas morirá antes del primer año de vida —la mortalidad se dispara a los tres meses— y la mitad antes del segundo.

Por ello, UNICEF y la Iniciativa Clinton de Acceso a la Salud (CHAI) están trabajando con Ministerios de Salud de 10 países africanos para integrar sistemas de diagnóstico precoz en los programas nacionales. La iniciativa, enmarcada en una inversión de 149 millones de dólares por parte de Unitaid, prevé salvar la vida a 16.000 bebés y generar eficiencias por valor de 200 millones de dólares entre 2016 y 2020. En concreto, se propone derribar barreras en la lucha contra el VIH mediante exámenes diagnósticos en el punto de atención —es decir, con aparatos que no requieren laboratorios ni personal técnico especializado, y que son rápidos, resistentes y pueden instalarse en clínicas locales para aumentar el acceso de las comunidades al diagnóstico.

Tradicionalmente, los programas nacionales para detectar el VIH se han apoyado en los laboratorios convencionales. Ello requiere buenas infraestructuras, profesionales altamente capacitados y cadenas de distribución adecuadas para los productos científicos, justamente los elementos que escasean en los países en vías de desarrollo, que acumulan el grueso del problema. Consecuencia: largos tiempos de espera para recibir los resultados; dilación en la toma de decisiones médicas y graves retrasos en el inicio de la terapia antirretroviral (TAR), por lo que muchos pacientes se descuelgan del seguimiento médico.

Aunque los bebés se sometan a la prueba, en torno al 43% jamás recibe los resultados. “La dificultad y el coste de desplazarse desde las zonas rurales significa que las personas hacen un gran esfuerzo para ir a la clínica; todo para llegar, una y otra vez, y que los resultados no estén disponibles”, explica en Ndlavela la experta del Instituto Nacional de Salud de Mozambique, Bindiya Meggi. Este vasto país, por ejemplo, se extiende a lo largo de 2.300 kilómetros entre Sudáfrica y Tanzania. Su sistema de salud se derrumbó a raíz de una guerra civil que concluyó en 1992 y, en la actualidad, tiene uno de las peores ratios de trabajadores sanitarios de África y una prevalencia de VIH en adultos del 12,3%, según Onusida.

El problema se repite en el resto de países del proyecto (Kenia, Malawi, Tanzania, Uganda, Zimbabue, Camerún, República Democrática del Congo y Senegal), pero el pronóstico es esperanzador. Según los resultados de la fase piloto, el diagnóstico precoz en el punto de atención (POC EID por sus siglas en inglés) logra que el 87,4% de los bebés seropositivos empiece la terapia a los 60 días de realizar la prueba, frente a un 12,8% cuando se remite la muestra de sangre a un laboratorio convencional.

“Es como poner un laboratorio dentro de una máquina del tamaño de una batería de coche”, ilustra la directora de CHAI en Mozambique, Lise Ellyin. “Aunque es un aparato altamente sofisticado, es muy sencillo de utilizar y de mantener”. Las propias enfermeras lo manejan y dan inicio al tratamiento en el mismo día.

Madres e hijos esperan el turno de visita en el área de Infancia en Riesgo del centro de salud de Ndlavela. El 45% de las muertes de menores de cinco años en Mozambique está vinculada a la malnutrición, según Unicef, y la prevalencia del VIH es del 12,3%, según Onusida. UNITAID/J.DENGUNCHO

Múltiples beneficios

El mismo aparato que realiza la prueba —la reacción en cadena de la polimerasa o PCR— en bebés de hasta 18 meses también permite medir la carga viral en niños y adultos en tratamiento. Por ello, el proyecto trabaja para aumentar el acceso a ambas pruebas, además de crear un mercado sostenible para los productos de diagnóstico en punto de atención, y de reforzar los laboratorios nacionales como herramienta complementaria. La meta es avanzar hacia los objetivos 90-90-90 de Onusida para 2020 (90% de los casos, diagnosticados; 90% de los diagnosticados, en tratamiento, y 90% de los medicados, con una carga viral indetectable).

La carga viral es un indicador de la eficacia del tratamiento, la adherencia del paciente y la aparición de resistencias a los fármacos. Hacer un seguimiento periódico de esta carga es clave para garantizar que el paciente toma los fármacos debidamente, lo que frena el desarrollo de resistencias y mantiene la eficacia de los tratamientos de primera línea. Además, ayuda a identificar los casos de fallo terapéutico y agiliza el cambio a tratamientos de segunda línea. El éxito de la iniciativa está siendo tal que “las clínicas privadas, sobre todo en Maputo, están mandando sus pacientes al sistema público para que se hagan las pruebas con esta tecnología; algo extremadamente revolucionario”, remarca Ellyin de CHAI.

Para aumentar el impacto del proyecto, el diagnóstico en el punto de atención debe combinarse con otras inversiones en el sistema sanitario, incluyendo en recursos humanos, digitalización de datos, cadenas de suministro y estándares de calidad, detalla Meggi del Instituto Nacional de Salud.

Otra clave es la integración de los servicios sanitarios para reducir los desplazamientos a la clínica. Según Ellyin de CHAI, ahora se atiende a madres e hijos en el mismo lugar y día, y se somete a los menores en situación de riesgo a un examen completo para descartar desde neumonía, hasta VIH pasando por tuberculosis. Las vacunaciones son otro momento ideal para detectar indicios de malnutrición y VIH. “Si se observan síntomas clínicos de VIH, se realiza el examen diagnóstico tanto al bebé como a la madre, que puede no saber su propio estado”.

Creencias y comportamientos

La tecnología, la inversión y el entusiasmo del personal sanitario están allí. Sin embargo, persisten algunos obstáculos culturales. “En este sentido, nuestro mayor reto es que el marido permita a su esposa traer a los hijos al centro de salud”, señala Ellyin. “A menudo, se culpa a la mujer por ser seropositiva, aunque haya sido el hombre quien le ha transmitido el virus a ella” e, indirectamente, a su hijo. No es de extrañar muchas mujeres seropositivas ni tan siquiera se atrevan a revelar su condición.

Máquina de PCR para diagnosticar el VIH en la clínica sin tener que enviar la muestra a un laboratorio en la capital. Esta innovación reduce de seis meses a 50 minutos el tiempo de espera para obtener los resultados y permite iniciar el tratamiento el mismo día. GLÒRIA PALLARÈS

Los maridos y suegras también se oponen, a veces, a que las embarazadas tomen antirretrovirales (ARV) durante el embarazo, añade Meggi del Instituto Nacional de Salud. “Ahora animamos a los maridos a acompañar a sus esposas embarazadas a la clínica para someterse a la prueba diagnóstica del VIH”, señala la experta. “Si vienen en pareja están autorizados a saltarse la cola, pero los hombres no quieren perder un día de trabajo para venir a la clínica; por ello, la prevalencia en este grupo sigue siendo un problema”. Y los escollos no acaban aquí. “A los afectados no les gusta comprar el tratamiento en establecimientos como las farmacias porque el estigma todavía es muy fuerte”.

50 minutos después

El proyecto de Unitaid ha tenido que demostrar que el aparato diagnóstico resiste entornos austeros —con polvo y sin cadenas de frío—, y que la calidad del servicio se mantiene al descentralizarlo. Hasta la fecha, puede decir prueba superada: la máquina de PCR puede trabajar durante siete horas sin suministro eléctrico, y un módem transmite la información de cada prueba a una base de datos digital. De este modo, los gestores pueden ver cuántas pruebas se realizan e, incluso, de qué modo han insertado el cartucho las enfermeras —profesionales como Lucía que, pasados los 50 minutos, imprime el resultado diagnóstico del bebé de 30 días.

La visión del proyecto es promover los diagnósticos en el punto de atención más allá de los países piloto. Con este fin, trabaja para que estas innovaciones sean más asequibles y sostenibles, y disemina aprendizajes a través de la Sociedad Africana de Medicina de Laboratorio (ASLM). Los abordajes en el punto de atención —allí donde está el paciente— suponen una auténtica inflexión porque “abren una nueva vía para realizar diagnósticos muy complicados, como los del VIH pediátrico y la preeclampsia en embarazadas”, destaca Ellyin de CHAI.

En el centro de salud de Ndlavela, medio centenar de mujeres con criaturas envueltas en fardos esperan su turno, sentadas en bancos de cemento al aire libre. Entre ellas, se abre paso una madre seropositiva que sale de la consulta de Lucía. Una chica de 34 años con su hija cargada a la espalda y un documento que no tiene precio: VIH-1, no detectado; VIH-2, no detectado. Resultado: negativo.

https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png 0 0 Editorea https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png Editorea2017-10-23 12:36:532017-10-27 12:41:54Acelerar el diagnóstico del VIH de meses a minutos

Recuerdos del ‘gulag gay’ de Rusia: “Cada día me decían cómo me iban a matar”

21 October, 2017/in Agresiones, EL MUNDO, HOMOFOBIA @es, Homosexualidad, Libertad sexual, Noticia @es, Política, Rusia /by Editorea

Habla una de las víctimas de las redadas de homosexuales en Chechenia

Maxim Lapunov, en rueda de prensa en Moscú. ALEXANDER NEMENOVAFP-PHOTO

El horror que padecen algunos homosexuales en Rusia ya tiene un rostro, con nombres y apellidos. Maxim Lapunov, de 30 años, asegura haber estado detenido 12 días en una oscura celda con manchas de sangre por el suelo. Fue golpeado con palos, amenazado y humillado por la policía en Chechenia, una república del sur de Rusia. “Apenas podía gatear cuando me soltaron”, recuerda. Su madre estuvo esperando una llamada para ir a recoger su cadáver.

Su testimonio llega seis meses después de la aparición de informaciones que hablaban de una “cacería de gays” por la cual hombres homosexuales estaban siendo detenidos ilegalmente y torturados en Chechenia.

Lapunov trabajó en Chechenia dos años hasta que, una noche del pasado mes de marzo pasado, fue detenido por unos presuntos agentes vestidos de paisano. Fue interrogado y golpeado en una comisaría. “Entraban cada 10 o 15 minutos gritando que yo era gay y que me iban a matar”, recordó hace unos días en una rueda de prensa en Moscú convocada por activistas de derechos humanos: “Me pegaban con un palo durante mucho tiempo”.

El caso ha horrorizado a muchos rusos, generalmente ajenos a los problemas de los gays. “Cada día me aseguraban que me iban a matar y me decían cómo”, narra su testimonio. Su historia coloca al gobierno ruso en una posición difícil. Aunque en Rusia impera una ley que proscribe la propaganda de la homosexualidad, el Gobierno siempre ha explicado que los gays, mientras estén callados, viven con normalidad en Rusia. Slava, activista LGTB afincada en San Petersburgo que rechaza dar su nombre real por razones de seguridad, es pesimista respecto a si pueden cambiar las cosas a partir de estas revelaciones: “Investigar este crimen sería admitir que todo lo que se ha dicho antes es falso”. O peor, reconocer la falta de control de Moscú sobre lo que pasa en Chechenia, que según la oposición es el rancho privado de Ramzan Kadyrov, el ‘virrey’ de Vladimir Putin en la zona.

A Lapunov lo soltaron después de que su familia denunciara su desaparición y sus amigos colocaran carteles buscándolo. Pero antes tuvo que firmar un documento donde declaraba su homosexualidad y prometía no hablar de lo sucedido. A pesar de haber informado a las autoridades, su abogado dice que no se ha abierto una investigación.

Las revelaciones del ‘gulag’ gay de Chechenia empezaron gracias al periódico ruso ‘Novaya Gazeta’, que publicó en febrero un artículo sobre la detención de al menos 100 “sospechosos de ser homosexuales”. Al menos tres de ellos fueron asesinados, según les confirmaron fuentes policiales.

La noticia de redadas a la caza de homosexuales ha despertado la preocupación de líderes extranjeros como la canciller alemana, Angela Merkel, o el presidente francés, Emmanuel Macron. Por eso en mayo, el presidente ruso, Vladimir Putin, pidió a las fuerzas de seguridad que apoyasen a la defensora de los derechos humanos en lo que llamó “rumores” de abusos en Chechenia.

“Si permitimos esto, puede pasar en cualquier región. Y nadie sabe quien será el siguiente”, concluye Lapunov. Según la BBC, 27 homosexuales con experiencias similares han escapado de esta república del Cáucaso desde el día en el que se informó de su violenta persecución en la prensa rusa. Algunos de los que escaparon han recibido asilo en el extranjero. En su evasión cuentan con el apoyo de un colectivo ruso llamado Red-LGTB. Su líder, Igor Kochetkov, recuerda que “hay otros gais que han denunciado torturas”, pero sólo Lapunov estaba dispuesto a declarar públicamente: “La diferencia es que él no tiene familia en Chechenia”. Con frecuencia los familiares de los gays chechenos son amenazados por las autoridades, pero también por otros vecinos debido al asfixiante código de honor que impera en esa sociedad.

De hecho en algunos casos las familias colaboran para que los gays amenazados salgan del país, pero otras veces los parientes son los primeros en vengarse. Algunos de los ‘exiliados’ han narrado cómo fueron torturados con descargas eléctricas. “La excusa de las autoridades hasta ahora era que las víctimas no habían declarado”, dice Tanya Lokshina, de la ONG Human Rights Watch: “Ahora por fin ya tienen una”.

https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png 0 0 Editorea https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png Editorea2017-10-21 17:40:142017-10-30 17:42:42Recuerdos del ‘gulag gay’ de Rusia: “Cada día me decían cómo me iban a matar”

La familia ya no es lo que era: historias que nuestros abuelos no imaginaban

17 October, 2017/in Artículo, EL DIARIO, España, Familia, Libertad sexual /by Editorea
  • El relato de que un hombre y una mujer se casan, tienen sexo, nacen los hijos y forman una familia para siempre ya no sirve para explicar lo que pasa en los hogares
  • Paula y Joaquín forman una “familia reconstituida”: son una pareja que convive con los hijos que cada uno tuvo en sus anteriores relaciones
  • Las técnicas de reproducción asistida permitirán a María ser madre: “Con o sin pareja lo intentaré”
  • Hartas de esperas y pruebas médicas, Carmen y Silvia compraron semen por Internet y probaron una inseminación casera

La mitad de los niños nacen en parejas que no están casadas. FERNANDO SÁNCHEZ

No hace mucho que Paula y Joaquín se fueron a vivir juntos. No es su primera convivencia en pareja ni tampoco tienen en mente casarse. En su nueva casa hay dos habitaciones: la que usarán ellos y otra en la que jugarán y dormirán sus hijos. Sus hijos que no son sus hijos en común, sino los que cada uno tuvo con su anterior pareja. Paula llevaba un tiempo separada, Joaquín decidió dejar a su pareja para embarcarse de lleno en su nueva relación. “Es raro porque cuando tienes un hijo tus decisiones tienen otra trascendencia, ya no estás tú solo. Pero apostamos por esto y ahora somos una especie de nueva familia aunque los niños tienen a su padre y a su madre biológica y también convivirán con ellos, no sabría bien cómo llamarlo”, duda Joaquín.

La suya es una de las llamadas “familias reconstituidas”, un término rimbombante que alude a la “gente que se ha separado o divorciado que se vuelve a unir y que tienen hijos de relaciones anteriores”, explica la profesora de antropología social de la Universidad Complutense de Madrid Ana María Rivas. Un fenómeno cada vez más común y que muestra hasta qué punto ha cambiado el relato familiar y afectivo de la sociedad: la historia de que un hombre y una mujer se casan, tienen sexo, nacen los hijos y forman una familia para siempre ya no sirve para explicar lo que pasa en los hogares.

“La familia tradicional, entendida como una unión conyugal heterosexual nuclear y biparental no ha desaparecido, sigue siendo el modelo de referencia, pero convive cada vez más con muchas otras fórmulas que se van normalizando. La diversidad es cada vez más normal y tiene más reconocimiento social”, apunta Rivas. En España, por ejemplo, prácticamente la mitad de los niños nacen ya de parejas que no están casadas, casi dos millones de hogares son monomarentales o monoparentales, es decir, un adulto solo convive con sus hijos, y cada año nacen más de 30.000 criaturas por técnicas de reproducción asistida.

Esas técnicas son las que permitirán a María ser madre. No tiene pareja estable o sí la tiene, ni siquiera se atreve a definirlo. Pero, más allá del hombre con el que mantiene una relación de idas y venidas, hay una cosa que tiene clara: quiere ser madre. Con 37 años y una menopausia precoz que le acecha ya ha congelado sus óvulos en una clínica privada a razón de 4.500 euros.

“Es algo que me gustaría hacer con pareja, siempre lo he imaginado así. Por la parte romántica y por la parte práctica, me parece algo maravilloso pero también una gran responsabilidad que prefiero compartir y que me apetece vivir con alguien”, explica. Fallo ovárico precoz, recuento de folículos, hormona antimulleriana. María maneja con soltura los términos que le están forzando a tomar una decisión: “Con o sin pareja lo intentaré”. Eso sí, en la sanidad privada para evitar esperas y sortear requisitos y con la ayuda económica de su familia.

De la Ley del Divorcio al semen por Internet

Las leyes del divorcio de 1981 y 2005, el matrimonio homosexual y el derecho a la adopción, los avances en reproducción asistida, el reconocimiento de las parejas de hecho, el acceso de las mujeres a la independencia económica, la equiparación en derechos de los hijos dentro y fuera del matrimonio… Los hitos que han favorecido esta explosión de nuevas formas de afrontar las relaciones y las familias se han sucedido en los últimos treinta años. “La familia ya no es el sujeto principal, ahora es el resultado de aquello que pactan los individuos, que además puede ir cambiando. Esos pactos van adoptando una enorme variedad de formas”, dice la catedrática de sociología de la Universidad Carlos III de Madrid Constanza Tobío, que recuerda que en España el proceso ha sido especialmente acelerado porque hasta los años 80 “pasó poco”.

Lo primero que el padre de Carmen le soltó cuando le contó que le gustaban las mujeres fue un estereotipo del pasado. “Ah, entonces me olvido de ser abuelo”, masculló. Estaba lejos de la realidad. “Para mí no era nada extravagante pensar en ser madre, desde niña quería serlo. Cuando conocí a Silvia ella estaba planteándose la maternidad y ese proyecto de vida me atrajo”, cuenta Carmen. Ahora, las dos buscan su primer bebé.

Cansadas del largo proceso de la sanidad pública y de la sucesión de pruebas médicas y protocolos “frustrantes”, decidieron probar un método casero: compraron semen por Internet a una empresa danesa por 650 euros. “Nos parecía una idea bonita que implicaba tanto a mi pareja como a mí y que nos permitía hacerlo en casa, en la intimidad, con un orgasmo”, relata Carmen. El embarazo no llegó y sus nombres siguen en la lista de espera de la pública. Eso sí, es probable que hagan otro intento casero. La adopción también está sobre la mesa. El tiempo dirá de qué forma llega su criatura.

Nuevas normas para nuevas familias

El matrimonio no es importante para Sonia y Jorge. Nueve años de relación y dos hijos después, siguen sin papeles que certifiquen su unión salvo el libro de familia. “No hemos tenido necesidad de hacerlo, de buscar un reconocimiento público de nuestra relación”, señala Jorge, que asegura estar rodeado de casos como el suyo. Ahora, sin embargo, se plantean inscribirse en el registro de parejas de hecho de su comunidad, más por seguridad que por convicción. “Hasta ahora donde trabajamos no nos han exigido papeles si a alguno le pasaba algo o queríamos acompañar al otro al médico, pero tengo amigos a los que sí les ha pasado. Estamos, además, pensando en inscribirnos por si a alguno de los dos le pasa algo tener más seguridad”, explica.

El relato de Jorge da con una de las claves que rodean esta transformación social. La sociedad cambia, pero ¿lo hacen las normas al mismo ritmo? “La estructura no está reaccionando de la misma manera a los cambios personales”, responde Constanza Tobío. Las prestaciones sociales, los permisos o las pensiones aún siguen pensados para una familia tradicional de dos miembros que conviven.

Incluso el propio concepto de maternidad y paternidad, aún muy ligado a la biología, no casa con una sociedad donde muchas personas ejercen como padres sin tener lazos de sangre. “A veces las prácticas de la gente y el ordenamiento jurídico van por separado. Ese ordenamiento está aún muy impregnado de un modelo de la familia biogenético”, explica Ana María Rivas. ¿Qué pensiones de viudedad necesita una sociedad donde las mujeres ya tienen sus propios empleos y las parejas cambian a lo largo de la vida?, ¿quién debe tener derecho a permiso para cuidar de un menor cuando las familias reconstituidas son ya una realidad?, ¿qué medidas de conciliación hay que plantear para que en las familias monoparentales se pueda trabajar y cuidar?

La profesora Ana María Rivas subraya que otros países donde la diversidad está más avanzada ya cuentan con cambios estructurales que responden a los nuevos modelos de relaciones y familias. Es el caso de las bajas y permisos en Suecia. En Canadá o Francia, por ejemplo, debaten el concepto de “autoridad parental”: las personas que conviven con los hijos de sus parejas y que, de facto, ejercen como padres y madres también tendrían derecho a coger un permiso para cuidar de esos menores y a participar en la toma de decisiones que les afecten. Rivas lo tiene claro: “Las situaciones son cada vez más diversas y las normas tendrán que ir adaptándose”.

La reproducción asistida, entre el tabú y la normalidad

El perfil más convencional de esta historia lo ponen Julia y Alberto: tres años después de comenzar su relación se casaron por lo civil y se olvidaron de los anticonceptivos. “No estábamos pendientes de nada, de los días que ovulaba y esas cosas”, cuenta Julia. Los meses pasaron sin novedades y comenzaron a impacientarse: empezaron entonces a mirar el calendario, a utilizar test de ovulación, a hacerse los primeros análisis.

Dos años después tienen un diagnóstico –infertilidad de origen desconocido–, que no ha impedido que Julia esté embarazada. La inseminación artificial en una clínica privada, por la que han pagado unos 3.400 euros, ha conseguido que estén esperando su primer hijo. Aunque saben que su proceso es cada vez más frecuente ni siquiera su familia sabe que el embarazo es fruto de un tratamiento de reproducción asistida.

“Hay gente que habla de esto de forma muy natural, pero también hay mucho postureo, gente que te dice todo el rato que todo le ha ido fenomenal y que te hacen sentir rara. Es mentira porque las propias estadísticas dicen que hay muchísimas parejas con problemas para concebir, pero sentimos que aún hay tabú”, cuenta ella. Tanto Julia como Alberto son conscientes de que la llegada de su hijo será posible gracias a unas técnicas con las que sus abuelos ni siquiera soñaban. “Y lo volveremos a intentar porque queremos dos hijos. Esto no nos ha quitado las ganas”.

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Un homosexual ruso denuncia persecución y atroces torturas sufridas en Chechenia

17 October, 2017/in Agresiones, EL CORREO, HOMOFOBIA @es, Homosexualidad, Noticia @es, Política, Rusia /by Editorea

Maxim Lapunov, de 30 años de edad, se ha atrevido a narrar públicamente el calvario padecido

Dos policías detienen a participantes en una concentración LGTB en Moscú. / SERGEI ILNITSKY (EFE)

Después de que las autoridades rusas y chechenas negaran durante meses las informaciones del rotativo ruso, Nóvaya Gazeta, sobre muertes, desapariciones, torturas y arrestos masivos de homosexuales en la república norcaucásica de Chechenia, una de las víctimas, Maxim Lapunov, de 30 años de edad, se ha atrevido a narrar públicamente el calvario padecido. Ha sido el único por el momento, pese a las amenazas recibidas. Lo hizo el lunes a través del canal de televisión de Nóvaya Gazeta en una comparecencia en compañía de defensores de los derechos humanos y entrevistado por la periodista Elena Miláshina.

“Me apalearon durante mucho tiempo con pesadas porras de goma mientras me daban patadas y golpeaban con los puños”, cuenta Lapunov refiriéndose al primer día de arresto en un lúgubre sótano en la que, según sus impresiones, debió ser la Dirección General de la Policía de Chechenia en Grozni. “Pude oír los gritos de dolor de otros detenidos”, aseguró. A él no le aplicaron descargas eléctricas, pero, según su testimonio, sí a otros que allí se encontraban.

Lapunov, natural de la ciudad siberiana de Omsk, se trasladó hace dos años a Chechenia por motivos de trabajo y todo iba bien hasta que, el 16 de marzo pasado, fue detenido por dos agentes cuando se encontraba en un centro comercial. El joven asegura que no llevaba una vida abiertamente homosexual, por lo que no relacionó el arresto con tal circunstancia.

Sin embargo, ya en las dependencias policiales, fue increpado por ser gay. “No deberían existir personas como tú en el mundo (…) no merecéis la consideración de ser humano”, cuenta Lapunov que le espetaron sus torturadores durante el interrogatorio. El suelo de aquella cámara de los horrores, añadió, “estaba encharcado de sangre (…) los detenidos llegaban sin cesar”.

“Me acusaron de haberme instalado en la república con la idea de seducir a chicos chechenos y me conminaron a que identificase a mis amigos y a todos los que pudieran tener vínculos con homosexuales”, declaró. El martirio se prolongó por espacio de 12 días y luego fue liberado bajo la advertencia de que lo pasaría “muy mal” si contaba a alguien lo sucedido. “Cuando salí de allí no podía andar, me movía casi arrastrándome”, cuenta Lapunov. Según sus palabras, “tuve que estampar mis huellas dactilares en una pistola”, forma de intimidación para hacer creer que con el arma será asesinado alguien y él terminará siendo acusado del crimen.

Nóvaya Gazeta publicó la pasada primavera varios artículos sobre casos de persecución a homosexuales en Chechenia, república rusa de mayoría musulmana, incluyendo tres supuestas ejecuciones extrajudiciales y la existencia de cárceles secretas para recluirlos y torturarlos. La cerrazón de las autoridades chechenas impidió a la prensa hacer sus averiguaciones mientras que la investigación judicial ordenada por Putin insiste en que no hay pruebas de tales atrocidades.

Las organizaciones rusas LGTB opinan los contrario y aseguran que por lo menos 40 gais han tenido que ser sido evacuados de Chechenia y enviados al extranjero. Human Rights Watch (HRW) ha acusado en un informe a la Policía de Chechenia de detener, torturar, golpear y humillar a decenas de hombres homosexuales y bisexuales en un intento por “excluirles” de la sociedad.

La defensora del pueblo, Tatiana Moskalkova, estuvo el mes pasado en Chechenia para investigar los hechos. Se reunió con el líder de la república, Ramzán Kadírov, quien siempre ha negado las denuncias de desapariciones, ajusticiamientos sumarísimos y persecución de miembros de las minorías sexuales, pese a que tachó una vez de “demonios” a los gais. Moskalkova dijo que llevaría el caso al Comité de Instrucción, pero no hay todavía en curso ninguna nueva investigación judicial al respecto.

El pasado mes de junio, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo dictaminó que la ley vigente en Rusia contra la “propaganda homosexual” entre los menores es “discriminatoria” y “alienta la homofobia”.

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Denuncian una nueva agresión homófoba a un joven cuando viajaba en Metro de Madrid

17 October, 2017/in Agresiones, España, HOMOFOBIA @es, Homosexualidad, Noticia @es, PUBLICO /by Editorea

El Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia ha registrado 236 incidentes de odio ocurridos en la Comunidad de Madrid

Una persona posa con la bandera gay en una imagen de archivo

El Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia ha denunciado la presunta agresión homófoba que padeció un joven gay de 26 años la medianoche del pasado viernes cuando viajaba en un vagón de Metro de Madrid por parte de un hombre que le insultó, amenazó y propinó una patada.

Según explica el Observatorio en un comunicado, el presunto agresor de unos 30 años tenía un niño en brazos cuando se percató de la presencia del joven en el mismo vagón de Metro en el que viajaba. Entonces, se dirigió a él y le dijo: “ten cuidado conmigo”.

El joven, ante la situación optó por alejarse y se sentó en un asiento del convoy, pero el hombre continuó su actitud agresiva y se le quedó mirando fijamente durante todo el trayecto, según relata la denuncia del Observatorio.

Posteriormente, el hombre se acercó al joven y le insultó al grito de “maricón”para luego lanzarle una patada en el muslo de la pierna derecha. Tras ello, salió del vehículo con el niño en brazos y también junto a una mujer que, según el Observatorio, trató de justificar al presunto agresor.

La víctima se puso en contacto con el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia, que acompañó al joven a interponer una denuncia a la Policía Nacional al día siguiente. Además, el Observatorio ha presentado la denuncia a la Fiscalía de Delitos de Odio, a la Unidad de la Gestión de la Diversidad de la Policía Municipal y a la Policía Nacional específica de delitos de odio.

Además, desde Arcópoli, dentro del convenio de colaboración con Metro de Madrid, ha puesto también “inmediatamente” los hechos en conocimiento de esta institución, que se mostrado toda su disposición para investigarlo.

El Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia ha registrado 236 incidentes de odio ocurridos en la Comunidad de Madrid, una cifra “preocupante”. El coordinador general de Arcópoli, Yago Blando, ha asegurado que “lejos de estar acabando con la lacra de la LGTBfobia, siguen unas duras cifras de intolerancia en la ciudad”.

“Hemos de trabajar duramente en todos los ámbitos de la sociedad para poder erradicar este tipo de ataques y para ello necesitamos dotarnos de recursos y una implicación activa de las instituciones madrileñas”, ha subrayado.

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La hora de la despatologización de las identidades trans*

16 October, 2017/in España, Opinión, PUBLICO, Transexualidad /by Editorea

Emilio García García
Padre de persona trans* @egarciagarcia 

En mi infancia y adolescencia, aún se programaban en televisión películas rodadas en los años cuarenta del pasado siglo. Era cuando sólo había en España dos canales de televisión, por lo que esas películas eran objeto de conversación en el patio del colegio al día siguiente de haber sido incluidas en la parrilla de programación. Con una de ellas, aprendimos cómo el terror se podía introducir en nuestras vidas cotidianas de la mano de quien más confiamos, convirtiéndose en una tortura permanente que consume toda vitalidad. La película se llama “Luz de Gas”, donde un sádico marido (Charles Boyer) se esfuerza, primero, en intentar convencer a su dulce esposa (Ingrid Bergman) que aquello que percibe no es cierto, para, después, acusarla de enferma mental. Tanto nos aterrorizó aquella historia que dió lugar a la frase “hacer luz de gas”.

“Luz de Gas” me viene al pensamiento hoy como parábola de la patologización de las identidades trans* cuando estamos a unos días de la jornada mundial contra la misma. Quizás muchos de los que lean estas líneas no sean conscientes de cómo la vida de nuestros hijxs y el resto de personas trans* se asemeja al papel de la divina Bergman. Primero, se les dice en la escuela que su íntima percepción de identificarse como hombre con vagina o mujer con pene no puede ser cierta. Después, se les dice que su identidad es una enfermedad mental, una condición que se clasifica dentro del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) como un trastorno sexual y de la identidad sexual denominado “disforia de género”.

El DSM-5 caracteriza la “disforia de género” como un conflicto entre el sexo asignado a una persona y el género con el que se identifica. El conflicto existe, pero no en todas las ocasiones supone situaciones de angustia que puedan asociarse con un diagnóstico médico. Los estudios demuestran que el inicio en la infancia de la transición social disminuye el riesgo de sufrir depresiones y ansiedades en la población trans*. Es más, en aquellas personas trans* que comienzan su transición con algún tipo de angustia es palpable la desaparición de la misma a medida que avanza el proceso. El malestar que puede acompañar al conflicto entre sexo asignado y sexo sentido, no es tanto una característica inherente a la identidad trans* como la consecuencia de un entorno donde se rechaza la misma. La enfermedad (social) es la transfobia no la “disforia de género”.

No existe un test que permita identificar si una persona es trans*, como no lo existe para identificar si es cis. En un artículo reciente de la revista médica The Lancet, expertos de la salud defendían que “la única vía válida para entender la identidad de género de una persona es escucharlas”. A pesar de ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) seguirá manteniendo la transexualidad en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) tras la renovación que entrará en vigor en 2018. Si bien deja de calificar las identidades trans* como un trastorno de personalidad, lo mantiene como una de las “condiciones relativas a la salud sexual” junto a otros conceptos como “disfunciones sexuales” o “trastornos relacionados con dolencias sexuales”. La justificación dada por la OMS para mantener las identidades trans* en la lista de enfermedades es poder garantizar en ciertos países la prestación de los tratamientos hormonales y de reasignación de sexo al colectivo trans*. Buenas intenciones que, sin embargo, son también la excusa para continuar patologizando la identidad de nuestros hijxs.

Todo señala que habremos de esperar unos años más para que la despatologización total de las identidades trans* llegue a la OMS, por lo que resulta perentorio deshacer el nudo entre manuales médicos y procedimientosadministrativo. Siguiendo las líneas marcadas por la resolución el 22 de abril de 2015 contra la “Discriminación de las personas transgénero en Europa” de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, se comienza desarrollar una nueva generación de legislaciones para reconocimiento legal de la realidad trans*, que hacen énfasis en la despatologización y autoidentificación. Cuatro países en Europa (Irlanda, Dinamarca, Malta, y Noruega) han adaptado ya su legislación a este nuevo modelo. En el Parlamento español se debate ya la proposición de ley contra la discriminación LGTBI que incorporaría a nuestro marco legal la aproximación  despatologizadora mediante la reforma de la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas.

Son muchos las falsedades divulgadas por los lobbies ultra conservadores contrarios a la proposición de ley contra la discriminación LGTBI. Entre ellos figura la previsión de una avalancha de rectificaciones registrales si el único requisito para ello es la autoidentificación y se elimina el requisito de diagnóstico médico. La realidad de los datos desbaratan estos argumentos. En el primer año tras la introducción de la despatologización de las identidades trans*, se registraron tan sólo 109 rectificaciones registrales en Irlanda y 44 en Malta. En ambos casos, son datos por debajo de la prevalencia de la transexulaidad en la población, que los últimos estudios en Estados Unidos sitúan en una de cada trescientas personas.

Por contraposición, si son reales los efectos de la patologización de la identidad trans*. La transición la inician nuestros hijxs sin tener documentación acorde con su sexo sentido, que sólo la obtienen tras certificación médica de dos años de tratamiento. Son frecuentes en ese tiempo los contratiempos motivados por la la disonancia entre su identidad administrativa y su identidad de género que empieza a ser corporalmente visible. En el reciente estudio “Investigación sociológica sobre las personas transexuales y sus experiencias familiares”, R. Lucas Platero recoge varios casos que reflejan incidentes de personas trans* con fuerzas de seguridad y vigilantes de seguridad por dudas sobre su identidad.  A este tipo de percances, hay que sumar otros cotidianos para transexuales y transgénero, como por ejemplo la reticencia de los servicios de correos a servirles cartas certificadas, las dudas de los vendedores de grandes almacenes cuando hacen uso de medios de pago o las dificultades para acceder a un empleo.

La patologización de la identidad trans* y los requisitos de certificación médica para reconocimiento legal están en el centro de de las dificultades vitales a que se enfrentan nuestros hijxs. Sin embargo, según el estudio realizado en 23 países por el Instituto Williams de UCLA, España es el único estado donde más del 50% de la población se muestra a favor de no poner restricción ni condicionante alguno a la rectificación registral de la identidad de género, tal y como se incluye en proposición de ley contra la discriminación LGTBI. Sólo nos queda desear que en 2018 la jornada de lucha contra la patologización de las identidades trans* sea tan sólo de solidaridad con personas trans* que vivan en países que aún no la hubieran reconocido. Sería la señal que nuestros legisladores han hecho realidad en España lo que nuestra sociedad demanda.

https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png 0 0 Editorea https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png Editorea2017-10-16 11:33:102017-10-27 12:50:38La hora de la despatologización de las identidades trans*

Toma posesión la primera senadora transexual en la historia de Uruguay

10 October, 2017/in América latina, Noticia @es, Política, PUBLICO, Transexualidad /by Editorea

Michelle Suárez, senadora de la coalición de izquierdas que gobierna en en país, el Frente Amplio, considera que con su llegada a la cámara se hace justicia frente a una “vulneración histórica”.

Michelle Suárez, primera senadora trans de la historia uruguaya. /elpais.com.uy

Michelle Suárez tomará hoy posesión como senadora de la coalición de izquierdas que gobierna en Uruguay, el Frente Amplio (FA), y se convertirá en la primera legisladora transexual en ocupar una bancada en el Parlamento uruguayo. La abogada Suárez sustituirá al senador del FA Marcos Carámbula para tratar el Proyecto de Ley Integral para Personas Trans, que actualmente está a estudio de la Comisión de Población de la Cámara alta.

La legisladora comentó a Efe sentir una sensación similar a la que experimentó en 2010 cuando se convirtió en la primera mujer trans en recibir un título universitario, ya que Suárez es abogada y ejerce esa profesión en la actualidad. Expresó sentir “una dualidad”, ya que por un lado se encuentra “muy honrada de poder pertenecer al Parlamento como el órgano más representativo de la democracia uruguaya” y, por el otro, afirmó que “también es un elemento que delata una situación de vulneración histórica”.

De esta manera, criticó que las mujeres sean minoría en cargos de decisión, pese a que representan “más del 50 % de la población” y añadió que, en el caso de las mujeres transexuales, “la situación de marginación es sumamente extrema”. “Cualquier ciudadano uruguayo tiene una esperanza de vida mayor a los 70 años”, mientras que “las mujeres trans tienen una expectativa de vida de 35”, manifestó.

Suárez cuenta con una larga trayectoria como activista en el colectivo Ovejas Negras y trabajó en la elaboración de la ley de matrimonio igualitario, que Uruguay aprobó en agosto de 2013 bajo el mandato del expresidente José Mujica (2010-2015). La abogada pretende generar un cambio para las personas transexuales, cuya población en Uruguay asciende a las 937 personas, según el censo que realizó a ese colectivo el Ministerio de Desarrollo Social (Mides).

El proyecto de la Ley Integral para Personas Trans busca mejorar el acceso a becas, la atención médica, medios laborales y educativos, así como la instauración de un “régimen reparatorio” que provea prestaciones a quienes cumplan con determinados requisitos. Esta normativa es tratada por el Parlamento uruguayo desde el pasado mayo y actualmente “está en la Comisión de Población de la Cámara de Senadores para ser analizada probablemente en noviembre” por el pleno, sostuvo Suárez.

https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png 0 0 Editorea https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png Editorea2017-10-10 15:09:092017-10-11 16:12:05Toma posesión la primera senadora transexual en la historia de Uruguay

Decenas de detenidos en Egipto tras ondear una bandera LGTB

10 October, 2017/in EL PAIS, HOMOFOBIA @es, Mundo Islámico, Noticia @es, Política, Religión /by Editorea

Con Al Sisi, la comunidad gay se ha convertido en el chivo expiatorio de la grave crisis social

Imagen de un tribunal en Egipto. © GETTY IMAGES

El Gobierno de Egipto ha dado un paso más en su campaña de represión a la comunidad gay. En las últimas dos semanas, decenas de personas que apoyan las reivindicaciones homosexuales han sido arrestadas en varias ciudades del país después de que el pasado 22 de septiembre se ondearan varias banderas arcoíris en un concierto del popular grupo libanés Mashrou’ Leila.

Según la ONG Iniciaitva Egipcia por los Derechos de las Personas (EIPR en sus siglas en inglés), la cifra de detenidos asciende a 57 e incluye residentes en ciudades del país que nada tuvieron que ver con el incidente del concierto. De estos, al menos una treintena han sido ya procesados. A los cargos habituales contra la comunidad gay, como lujuria o incitación al vicio, se ha añadido esta vez el de pertenencia a una organización ilegal. Sin embargo, el Código Penal egipcio no prohíbe de forma expresa la homosexualidad.

La polémica ha crecido tras la denuncia de que varios de los arrestados habrían sido sometidos a pruebas anales, lo que ha suscitado la condena de varias organizaciones de derechos humanos, tanto egipcias como internacionales. “Los tests anales forzados son equiparables a la tortura. No hay ninguna base científica para esas pruebas y no pueden estar justificadas bajo ninguna circunstancia”, denuncia Najia Bounaim, directora de la campaña de Amnistía Internacional para el norte de África. “Es completamente absurdo que investiguen el incidente de la bandera como un acto criminal. Nadie debería ser castigado por expresar su solidaridad con las personas LGTB”, añadió.

Por su parte, el grupo Mashrou’ Leila, popular y a la vez controvertido en el mundo árabe por su defensa de los derechos de los homosexuales, emitió un comunicado en el que expresaba su tristeza por una nueva campaña represiva. Desde la llegada al poder del mariscal Al Sisi se ha intensificado el acoso judicial y mediático contra la comunidad gay, convertida en chivo expiatorio de la grave crisis social, política y económica que padece el país.

https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png 0 0 Editorea https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png Editorea2017-10-10 15:02:422017-10-11 15:05:58Decenas de detenidos en Egipto tras ondear una bandera LGTB

Lesbianas en el ginecólogo: heteros hasta que se demuestre lo contrario

9 October, 2017/in Artículo, EL DIARIO, España, Lesbianismo, Libertad sexual, Mujer /by Editorea
  • Incredulidad, prejuicios e invisibilización integran el relato de muchas mujeres que tienen sexo con mujeres en sus visitas a la consulta
  • Apenas se habla de las enfermedades sexuales que pueden transmitirse y ellas nunca son público objetivo de las campañas de prevención
  • “Cuando te preguntan ‘¿mantienes relaciones sexuales?’, lo que en realidad te están preguntando es si tienes un coito heterosexual”, dice la psicóloga Mai Insua

Foto de archivo de una consulta ginecológica. EFE

-¿Pero ella también se ha echado la crema?

-Sí, estuvimos juntas después de varias semanas. Pero por lo que me dijo tu compañera, al estar en tratamiento ese es un periodo de seguridad, ¿cierto?

-¡Mujer, pero verse y hablar no pasa nada!

-No estábamos hablando. Ella es mi pareja sexual.

Podría haber tenido lugar en una consulta cualquiera, pero es lo que le pasó a Mai Insua hace algo más de un año en urgencias. Su relato no es solo una anécdota, es la experiencia más o menos generalizada entre las mujeres que tienen sexo con mujeres en sus citas con el ginecólogo. Un momento íntimo al que, en su caso, se suman los prejuicios, los comentarios incómodos o las situaciones violentas entre las que una destaca por encima de todas: la presunción de heterosexualidad. Es decir, concebir a priori que esa es la orientación de una persona hasta que se demuestre lo contrario.

“Es algo que ocurre de manera permanente y se entrevé en las cuestiones que te plantean. Cuando te preguntan ‘¿mantienes relaciones sexuales?’ o ‘¿son con penetración?’, lo que en realidad te están preguntando es si tienes un coito heterosexual, pero sin decírtelo”.

Insua, que es psicóloga y terapeuta sexual en Galicia, abunda en esta idea: “Es una pregunta trampa porque solo se refieren a ese tipo de penetración, con pene, y conciben el sexo como sinónimo de coito asumiendo que no hay más diversidad en las relaciones sexuales. Socialmente sigue concibiéndose la idea de que si no hay penetración no hay sexo. Eso nos invisibiliza, sesga mucho las posibilidades de atención y hace que no nos sintamos esperadas. Y si no soy esperada es probable que no sepas tratarme adecuadamente”, prosigue.

El escenario ya no es el mismo que hace una década, sobre todo entre ginecólogos más jóvenes, –coinciden las mujeres entrevistadas para este reportaje– porque l a sensibilización social es mayor y  las  reivindicaciones LGTBI han ocupado la agenda, pero este tipo de situaciones siguen siendo comunes. Isabel Serrano, ginecóloga e integrante de la Federación de Planificación Familiar Estatal, cree que “salvo excepciones, no hay un componente ideológico de rechazo, si no más bien falta de formación y de tiempo”. 

La continua salida del armario

Cuando Sara López le respondió al ginecólogo que no utilizaba métodos anticonceptivos, él le espetó sorprendido: ‘¿Cómo que no? ¿Entonces no mantienes relaciones sexuales?’. La ginecóloga de Rosa (nombre ficticio), otra de las mujeres consultadas, se llevó las manos a la cabeza cuando le dijo que no empleaba estos métodos y le reprochó que si estaba loca, que si no era consciente de los riesgos que corría, que podía estar embarazada. La joven acababa de volver de una estancia en California, donde fue por primera vez al ginecólogo. Allí le hicieron rellenar un papel en el que le solicitaban el género de sus parejas sexuales. De esta manera, la médica ya contaba con esa información.

“Nunca pensé que la situación pudiera ser tan diferente en una consulta en España. Aquella vez le reproché que estaba asumiendo que era heterosexual, pero en otra ocasión, en la que otra doctora presupuso que no mantenía relaciones sexuales porque le había dicho que no usaba anticonceptivos y que no tenía pareja estable, sentí que no tenía fuerzas para salir del armario con ella. Después me enfadé conmigo misma por no haber sido honesta, pero es agotador tener que estar continuamente haciendo un esfuerzo por visibilizar quién eres”, dice Rosa, que se define como bisexual.

Se refiere a la continua salida del armario que pesa sobre las personas LGTBI, lo que en ocasiones se suma a la vergüenza, al no querer ser irrespetuosas y a la falta de reacción. “Muchas veces te quedas cortada o no sabes qué decir porque te hace sentir muy incómoda”, explica Elena Gallego, lesbiana que vive en Madrid.

Gloria Fortún, de 39 años, recuerda una de estas situaciones en su última visita al ginecólogo: “Al decir que era lesbiana utilizó conmigo el espéculo –instrumento médico empleado para dilatar la vagina– más pequeño que tenían, el que se usa con las adolescentes que van por primera vez. Yo no sabía si reír o llorar”.

Lo que en el fondo subyace a este tipo de anécdotas es la idea de que “el sexo entre mujeres no es sexo de verdad”. “Revelan un profundo desconocimiento sobre cómo pueden ser este tipo de relaciones, como si no pudiera haber penetración más allá del pene ni otro tipo de prácticas sexuales. A mí han preguntado, tras decir que mis parejas son mujeres, ‘entonces puedo explorarte ¿no?'”, explica Insua.

A Elena le han llegado a reprochar ‘entonces ¿qué haces aquí?’ tras revelar en una consulta que mantiene relaciones sexuales con mujeres. Con ello, además, el especialista asume a priori que estas mujeres nunca han mantenido relaciones sexuales con hombres. “Hay que hacer las preguntas adecuadas que nos induzcan con delicadeza a saber y nunca hay que dar por hecho nada”, dice Serrano.

El vacío de las ETS entre mujeres

La invisibilización de la identidad se une al desconocimiento sobre las enfermedades de transmisión sexual (ETS) que pueden transmitirse. “Tengo amigas a las que les han mandado para casa al saber que no tienen relaciones heterosexuales y asumir que no tienen nada que explorar. No es difícil pensar que quedan enfermedades sin diagnosticar”, dice Insua. Mar, otra de las mujeres consultadas, preguntó directamente a la ginecóloga qué posibilidades tenía de contraer una ETS al mantener sexo con chicas. Le dijo que ninguno, que estuviera tranquila.

Para esta joven lesbiana, las consultas médicas “ocultan una gran diversidad de formas de vivir la sexualidad, pero también de vivir el riesgo. Mi ginecóloga no supo responderme porque estaba desinformada y tenía una serie de concepciones a priori que le han hecho no interesarse por su cuenta”. Algo que, prosigue, “tiene que ver con que la concepción del sexo es muy falocéntrica y en cuanto falta eso, las relaciones se consideran algo infantil o muy afectivo pero poco sexual”.

Todas las mujeres consultadas para este reportaje coinciden en afirmar que nunca han sido informadas sobre la incidencia de determinadas ETS en mujeres que practican sexo con mujeres y tampoco les han hablado de métodos para evitarlo. De hecho, lo más habitual es no utilizar ninguno. 

La Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA)  realizó en 2007 uno de los pocos estudios que existen sobre esta realidad.Aunque antiguo, reveló que las lesbianas acuden menos al ginecólogo y que en las consultas hay “obstáculos para la comunicación” por “la dificultad” de revelar su identidad y la presunción de heterosexualidad de los médicos: “Esta invisibilidad en la salud puede tener consecuencias importantes para el bienestar psicofísico”. 

La literatura científica sobre ETS entre mujeres es prácticamente inexistente y, de hecho, nunca son objeto de las campañas de prevención del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.  Su página web cuelga todas las que ha puesto en marcha desde 2005, pero ninguna ha tenido por público objetivo a las mujeres lesbianas o bisexuales. Sí lo han sido, por el contrario, los gays o los heterosexuales.

Iria, médica de familia en la sanidad pública, relaciona este vacío   con una falta de formación en las carreras de medicina y con “una concepción heteropatriarcal” de la misma, que todavía está vigente. “Los ginecólogos muchas veces no hacen las preguntas adecuadas para hallar las patologías que tenemos porque con las mujeres lesbianas o bien se da por hecho que no las va a tener o no se le concede toda la importancia que debería”, sentencia.

La experta insiste en el tema de las ETS “por las implicaciones que pueden tener” y añade: “Un detalle que jamás he visto preguntar es por el uso de juguetes eróticos, si se usan, cómo y, sobre todo, si se protegen”.

https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png 0 0 Editorea https://ehgam.eus/igoera/2014/04/logo-550.png Editorea2017-10-09 15:06:182017-10-11 15:08:48Lesbianas en el ginecólogo: heteros hasta que se demuestre lo contrario

Anciano y gay: la fórmula de la sexualidad escondida

8 October, 2017/in Artículo, EL DIARIO, España, Homosexualidad, Libertad sexual /by Editorea
  • Toda una generación LGTBI, nacida durante el franquismo, aún padece las secuelas de la represión sexual: “Se buscaba en las cloacas”, explican  
  • La senectud no se asocia a lo carnal, “hay una creencia de que en la vejez el sexo no se hace desde un lugar natural”, analiza la sexóloga Marian Pontes
  • “Les hacemos saber que tienen derecho a sentirse queridos y deseados, y de una forma saludable”, apunta Fernando Armentero de la Fundación 26 de diciembre

Jesús Herrerro durante una entrevista.

Jesús Herrero sorbe su café sentado en la terraza de un bar mientras aparta las moscas con la mano. Lo hace con el mismo gesto con el que se ha sacudido durante años la palabra “maricón” en boca ajena. A sus 75 años vive su sexualidad con menos pudor que cuando tenía 20. En voz baja, porque así es como se hacen las confidencias, dice: “A veces veo un chico en el metro y pienso: ‘Ay, qué guapo’. Pero nunca les digo nada, eso les puede violentar”.

Es tan “religioso como marica”, asegura. Estudió Filosofía y Teología en un seminario de Francia, su sueño era ser misionero en África pero le expulsaron por ser gay: “Me dijeron que era muy nervioso. Sutilezas”. Su orientación sexual fue durante décadas como vestir de luto y guardar silencio.

Jesús es un ejemplo de esa generación LGTBI que va más a misa que al barrio de Chueca, polo de liberación gay en Madrid. Aquella que nació en los años 30 y 40 del siglo XX. El mundo en el que despertaron carecía de libertades. En España ahora permite el matrimonio igualitario. Muchos de ellos, sin embargo, aún sienten que viven en los márgenes.

“A esta gente le costó mucho salir del armario no quieren volver a uno. Saben que en una residencia convencional no se van a sentir aceptados, no podrían exhibir su sexualidad en un sitio así”, explica Federico Armentero, director de la Fundación 26 de Diciembre, una organización que trabaja con personas de la tercera edad y del colectivo LGTBI. Muchos de ellos rompieron lazos con su entorno cuando sus familias les dieron la espalda al saber que eran homosexuales.

“Te haces viejo y estás solo. Te invitan a una boda y te dicen: ‘¿Vas solo?’. Sí, voy solo. Yo querría ir con un hombre, agarrado del brazo… Cuando eres joven no te importa, pero con los años comprendes que estarás solo siempre”, cuenta Jesús.

El viejo verde y la mujer invisible

Culturalmente, la senectud no se asocia a lo carnal, analiza la sexóloga Marian Pontes. “Hay una creencia de que en la vejez el sexo no se hace desde un lugar natural. En los hombres está la figura del ‘viejo verde’ y las mujeres ni siquiera cuentan porque en una sociedad patriarcal, como ya no pueden procrear, el sexo pierde sentido. La sexualidad está asociada a la genitalidad y a la belleza física y eso nos esclaviza”.

“Nuestro colectivo ha vivido una sexualidad muy reprimida, buscando en las cloacas. Eso no es saludable. Aquí les enseñamos a que el placer es mucho más que eyacular”, explica Armentero. La organización ofrece servicios sexuales: “Aquí la gente no llega y dice: ‘Quiero una paja’. Bueno, igual sí, pero no funciona de esa forma. Es un proceso. ¿Quieres sexo? Vale, vamos a ver cómo. Hay personas enfermas que ya ni tienen erecciones. Con ellos pasas más tiempo lavándoles el cuerpo, les das aceite, les acaricias durante el baño, les masajeas, les tocas el pene… No es algo impuesto o algo que nosotros creamos que necesitan. Se habla y según lo que la persona demanda, se hace”, añade.

Jesús es uno de los usuarios de este servicio. Si la persona lo puede costear, la fundación solo les ayuda a encontrar a alguien adecuado: “Nuestra gente tiene muchos complejos. Unos con cáncer de próstata, otros con VIH, otros que creen que su cuerpo da asco… Aquí trabajamos con escorts que saben tratarles. Estás muy equivocado si piensas: Tienes servicio de chapero, qué bien’. Aquí se trabaja la sexualidad, no se les masturba y ya está. Les hacemos saber que tienen derecho a sentirse queridos y deseados, y que se puede hacer de una forma saludable”, apunta Armentero.

El rechazo erosiona la autoestima. Jesús recuerda cuando contrató los servicios de un prostituto: “Él eyaculó y cuando acabó, le dije: ‘Me toca a mí’. Se negó”. También cuando conoció a otro hombre que le pidió que no se quitase la camiseta: “No me quería ver, le daba asco”.

La fundación le puso en contacto con el escort que acude a su casa dos veces al mes: “Le pago 200 euros. Es como un amigo, solo que él se gana la vida así. Llega y me da un beso, me acaricia, me escucha. A veces solo se tumba a mi lado y hablamos. Otras veces la cosa se anima un poco más”, dice riendo.

La brecha de género

Iván Zaro, trabajador social de la asociación Imagina Más que asiste a prostitutos, explica que a las personas de más de 60 años “se les condena al ostracismo” en el terreno sexual. “A las mujeres, directamente, se les amputa el deseo”. Algunos de los trabajadores sexuales que acuden a esta ONG ejercen para la Fundación 26 de Diciembre: “Los hombres mayores que requieren estos servicios están en una situación de vulnerabilidad física. A esas edades, si el prostituto quiere pegarle una paliza al cliente anciano, lo hace”, señala Zaro.

El trabajador social apunta que el género influye en las relaciones de poder que se establecen en la prostitución: “En la masculina, la trata es prácticamente inexistente. Ya partiendo de esa base, es muy diferente el servicio que requiere un hombre gay anciano que el que pide un hombre hetero”. Zaro también reconoce que apenas hay mujeres que hagan uso de este servicio.

En la propia Fundación 26 de Diciembre asumen que hay una brecha de género: “Hay muy pocas mujeres. Vienen sobre todo trans, y lo especifico porque son mujeres con pene que se han visto abocadas a ejercer la prostitución. Con ellas hacemos trabajo psicológico porque han aprendido que su sexo solo lo buscan aquellos hombres que se excitan cuando ven dos pechos y un pene en un mismo cuerpo. Es injusto para ellas. Están en los márgenes de los márgenes”, señala Federico Armentero.

“Primero tienen que desaprender que no son simples objetos sexuales; después intentamos que aprendan que hay muchos otros puntos de placer. A menudo, al hormonarse pierden deseo sexual. O simplemente, por presión social, el pene es algo traumático para ellas y rechazan alcanzar placer a través de él”, añade.

Dice Jesús que le hubiese gustado no ser homosexual, tener una vida “facilita”. “Acepté mi orientación ya casi con 60 años. Me habría gustado envejecer junto a alguien pero no podía decir: ‘Mi novio’. Era ‘el amigo con el que vivía’. Cuando ya no tuve que esconderme más resultó que ya era anciano”. Su discurso no es el del romanticismo, sino el de alguien que sufre la soledad como si fuese un alimento abandonado en una nevera: “No es que sea necesario estar con alguien, pero que estar solo sea una elección”.

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