Ligar en tiempos modernos

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“Es un juego con recompensa”. “La experiencia es similar a la de ir a una tienda de pinturas a elegir colores”. “Abres la aplicación, miras las fotos y decides: esta sí, esta no. Te sientes Dios”. “Es marketingpuro y duro: pones tus mejores fotos para venderte”. “Es entretenido, divertido, emocionante”. “Mi sensación es que es Sodoma y Gomorra”. “Quedar es muy fácil. Follar es muy fácil. La gente está predispuesta. Los chicos y las chicas”. “Es tan fácil establecer relación que, si no va bien, buscas otra”. “Es una forma alternativa de conocer gente”. “Es sile, nole. Es brillante”.

Cada vez hay más solteros. En España, el INE registró el año pasado 4,4 millones de hogares unipersonales. Y la tendencia no parece que vaya a remitir. Además, los españoles son líderes europeos en uso desmart­phones: el 81% de los móviles son inteligentes, según un informe de la Fundación Telefónica. Internet –entre otras muchas cosas– ha facilitado que oferta y demanda se encuentren sin necesidad de intermediarios: compramos en eBay, buscamos alojamiento en Airbnb y ligamos a través Tinder, Happn, Badoo o AdoptaUnTío.

Grindr fue la pionera. Su fundador, Joel Simkhai, llevaba tiempo buscando una solución: él era gay, y siempre se preguntaba quiénes a su alrededor también lo eran. Había recurrido a webs para conocer chicos, pero sin resultados satisfactorios. En 2009 lanzó ­Grindr, una aplicación geolocalizada que permite, de un vistazo, ver perfiles de otros gais en la misma zona del usuario. Hoy la utilizan a diario más de dos millones de homosexuales en todo el mundo, desde Estados Unidos y España –su sexto mercado– hasta Irak o Ghana. Y Tinder, nacida en 2012, es la responsable de la popularización de las apps para ligar. Ninguna otra crece tan rápido. En 2010, plataformas como Badoo o AdoptaUnTío acomodaron sus sites alsmartphone, pero no dieron con el eureka de Tinder. Fundamentalmente dirigida a un público heterosexual, la clave de su éxito es la sencillez: solo hay que registrarse con el perfil deFacebook, seleccionar unas cuantas fotos, determinar el radio dedescubrimiento, el sexo y el rango de edad de los chicos o chicas a los que se quiere conocer, y empezar a mirar fotos. Sí. No. Sí. No. Con el movimiento de un dedo. Si se desliza a la derecha, te gusta. A la izquierda, no te gusta. Si la atracción es mutua, hay una coincidencia y se puede empezar a hablar. En España, según datos facilitados por Tinder, se producen 15 millones de movimientos dactilares (swipes, en inglés) al día. La app estadounidense, que opera en 196 países y está disponible en 30 idiomas, no proporciona cifras de usuarios, pero presume de haber superado los mil millones de coincidencias en su breve historia. Es la aplicación de la que habla todo el mundo. Un filón para monologuistas.

A finales de los noventa y principios de los 2000 surgieron webs de contactos como Meetic, Match, OkCupid o eDarling que, basándose en exhaustivos cuestionarios y algoritmos de recomendación, proponían personas compatibles con sus usuarios y permitían navegar entre montones de perfiles. Estas representan el modelo tradicional: el del agente inmobiliario con experiencia y profesionalidad como avales. En Estados Unidos, las plataformas dedating ganarán mil millones de euros –las apps, 550 millones– en 2015, según previsiones de la firma IBISWorld. En España los datos escasean y para encontrar una referencia del sector hay que remontarse a abril de 2012: en la presentación de su versión española, AdoptaUnTío valoraba el mercado en 40 millones de euros y destacaba su “importante potencial de crecimiento”.

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El nuevo modelo está liderado por las aplicaciones concebidas para elsmartphone y, por tanto, fáciles de utilizar. Ahora el cliente va solo alsupermercado: busca, compara y elige. La crítica recurrente a Tinder es su superficialidad. Unas cuantas fotos, la edad, una descripción de 500 caracteres –opcional– y una serie de intereses no bastan para tomar una decisión informada. “Es la vida real, pero mejor”, defienden sus fundadores. Sus perfiles proceden de Facebook, lo cual garantiza una cierta autenticidad, y además, como apuntaba Eli J. Finkel, psicólogo de la Universidad Northwestern de Illinois y estudioso de la evolución de las citas online enThe New York Times, Tinder se basa en la imagen, pero nosotros también: siempre hemos ligado con el que nos entraba por el ojo.

“Encuentra a quien te has cruzado”. Ese es el eslogan de Happn, aplicación que ya suma más de 350.000 usuarios registrados en España. Es la favorita de Pablo, informático de 24 años. “A veces voy por la calle y pienso: ‘A ver si por casualidad esa chica está en la app”. Él empezó a utilizar Happn y Tinder porque sus amigos lo hacían. Sentía curiosidad. ­Estas herramientas móviles han creado una audiencia completamente nueva: por primera vez chicos y chicas de 18 y 25 años, fundamentalmente residentes en un entorno urbano, se plantean utilizar servicios dedating.

Yago, madrileño de 44 años, separado desde hace ocho, probó sucesivamente Meetic, Badoo y, por último, Tinder. También sentía curiosidad, pero, como suele ocurrir al usuario habitual de los sitios de encuentros, sus oportunidades de conocer gente se habían reducido. “Mi grupo de amigos no me aportaba nada, estaban todos emparejados, y mi entorno laboral estaba muy condicionado por mi posición. Quería conocer gente sin compromisos. Para tomar una cerveza. Para ir al cine. No estaba pensando ni principal ni exclusivamente en sexo”. Conoció a su pareja actual a través de Tinder. “Ella tiene 26 años y era reacia a utilizar este tipo de apps, pero en su caso lo hizo porque parecía que estaba off si no tenía Tinder. Equivalía a no estar en el mundo”.

Torso desnudo, a la izquierda. Haciendo surf, a la derecha. Con perrito, a la izquierda. Con la ex cortada de la foto, a la izquierda. Con cinco amigos, a la izquierda. Con barba, a la derecha. Hiperguaperas, a la izquierda”. Tras la criba, a María, periodista de 32 años, le quedaron 220 coincidencias. Ella buscaba una relación y se puso un límite: tendría 10 citas, y si nada prosperaba, abandonaría Tinder y Happn. Pero rectificó. “Puedo haber quedado con 15, quizás alguno más, y repetido con 4”. Adicta al trabajo, al principio siempre quedaba a tomar algo cerca de su casa. Hasta que se aburrió y cambió de estrategia. “Siempre era la misma situación, las mismas preguntas, así que empecé a hacer planes. A uno me lo llevé a clase de trapecio”. Ahora ni siquiera tiene tiempo para ligar, pero se plantea volver a la carga en primavera. “Yo he llegado a quedar con cinco chicos en una semana y media, y he de decir que mi ratio de citas en la vida real no era así”. Es el punto fuerte de estas aplicaciones: multiplican las oportunidades, aceleran el proceso de conocer a alguien. Hay quienes chatean durante semanas para minimizar riesgos, otros en cambio se aventuran tras unas horas de intercambio de mensajes. A veces sale bien, otras no tanto, pero siempre asegura cómicas anécdotas con las que deleitar a amigos casados o en “relaciones eternas” –les fascina este nuevo mundo, coinciden los entrevistados–. Dos hits de tertulia: la “decepción” de Jessica (nombre supuesto), valenciana de 39 años, con David. Para ella, la música es una línea roja: es fundamental compartir gustos. Había mucha química, pero escuchaba Kiss FM, y cuando ella le comentó que le gustaba David Bowie, él contestó que prefería a David Guetta. O aquella vez en la que Enrique (30 años) triunfó en Grindr con una foto que se hizo con Manuela Carmena, actual alcaldesa de Madrid, durante la campaña de las elecciones municipales. “Fue la época de mi vida en la que más me han escrito: decenas de mensajes al día y la mayoría muy positivos. Solo dos me llamaron comunista… Entre otras cosas”.

La pujanza de las aplicaciones de citas constata, en opinión de Luis Ayuso, profesor de Sociología en la Universidad de Málaga, “una pérdida del pudor”. Nuestros abuelos se excitaban con el cancán y los adolescentes de hoy son maestros en el arte del sexting. En muchas ocasiones, añaden sus usuarios, también de modales. “Es muy duro: escribes a alguien y a lo mejor la foto de perfil les gusta, pero las siguientes no, y lo normal es que no te respondan. Hay quienes te dicen: ‘Disculpa, no es lo que me esperaba’, pero no es lo habitual”, cuenta Enrique. Él lo primero que hizo cuando estrenó su smartphone fue descargarse Grindr, pero ahora lleva cuatro meses sin utilizarla. “Si tienes tendencia a la baja autoestima, es un círcu­lo vicioso: llegas a casa y echas la red. Hubo una tarde que me tiré cinco horas y no quedé con nadie. Me enfadaba conmigo mismo, pero al mismo tiempo estaba buscando que me dijeran lo bueno que estaba. A mí estas aplicaciones me minan la autoestima: cuando las elimino me siento liberado”.

Tener una actitud más fría es parte del aprendizaje. Un signo de veteranía. “Necesitas una vida entera. Del chat de Tinder pasas al WhatsApp y tienes esa conversación más tu grupo de amigas, del trabajo, Instagram, Facebook. A ratos estresa”, asegura Jessica. “Al principio me tomaba más tiempo, pero ahora voy más al grano y, si no me interesa, directamente borro”. Eugenia, de 39 años, calcula que el 70% de sus relaciones han nacido en chats o aplicaciones. Las cuatro últimas surgieron en Wapa, una app para lesbianas con 200.000 usuarias activas (Wapo, para chicos gais, suma casi 350.000). “Al principio era una ilusa y me imaginaba en el altar con la chica con la que hablaba. Ahora, en cambio, soy muy distante”, explica. “Yo, por mi personalidad, siempre he tenido miedo al rechazo, pero en la app me da más igual”. Ella dice no, a ella le dicen no. Es parte del juego.

“Es como si no hubiese habido sexo antes de Tinder. Veo el consumo compulsivo propio de la novedad”, resume Jessica. El año pasado presenció cómo la hija de unos amigos abría sus regalos de Reyes. Retiraba el envoltorio, miraba el juguete unos segundos, lo apartaba y abría el siguiente. Para ella, esa imagen podría ilustrar el “desenfreno” que propician las aplicaciones. “Me descargué Tinder hace nueve meses porque buscaba una relación, pero no tardé en darme cuenta de que no era el medio que pensaba y cambié el chip. He aprendido a disfrutarlo, pero me encantaría regresar a lo tradicional. Es mucho más interesante. Lo triste de las apps es que no te tomas el tiempo de descubrir a la otra persona. No se da pie a profundizar”.

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Paul W. Eastwick, profesor de Psicología de la Universidad de Texas, ha dedicado buena parte de su investigación académica a entender cómo se inician las relaciones románticas y los mecanismos psicológicos que favorecen que las parejas permanezcan unidas. “Las aplicaciones y las webs de contactos hacen que la gente piense que tiene más opciones románticas y hay evidencia empírica que demuestra que tardarán más en comprometerse”, explica.

“Yo creo que sí que está cambiando nuestra forma de relacionarnos”, opina Yago, profesional delmarketing de 44 años. “Pero más en la forma que en el fondo, porque al final se acaba quedando y es lo de siempre. Pero en este primer paso se están produciendo cambios. Yo he tenido relaciones en las que, ante la primera crisis, una de mis respuestas ha sido volver a mirar Tinder. Son herramientas frívolas, pero no creo que esto las inhabilite para entablar relaciones duraderas. Una vez das con una persona con la que estás a gusto, tiene el mismo valor que la hayas conocido en una app, en la discoteca o en un curso de cocina”.

Enrique es menos optimista. “En Madrid y Barcelona se busca sexo. Directo e inmediato. Y es tan fácil conseguirlo cuando quieras y con quien quieras que es imposible iniciar relaciones. Conozco muy pocos casos de parejas que hayan salido de encuentros fortuitos vía appscomo Grindr o Wapo. La oferta es tan brutal que está todo muy devaluado”.

El pasado verano, la edición estadounidense de Vanity Fair publicóun polémico artículo que vaticinaba el “apocalipsis” de los encuentros románticos. Y la culpa era de las aplicaciones. De nuevo, Eastwick apela a la evidencia científica: “No está probado que la gente sea más proclive a establecer una relación seria o esporádica en función de cómo se conozcan. El lugar no tiene efecto alguno sobre la duración de la relación”.

María defiende que el cartel de “solo sexo” que se cuelga a Tinder es inmerecido. “Estoy muy cansada de que la gente piense que solo es para acabar en la cama. Me dicen: ‘Si buscas pareja, mejor métete en Meetic o eDarling’, pero yo tengo poco tiempo y no quiero rellenar cuestionarios. Tinder es más relajado, respondes o no respondes, apareces o no apareces. Me ha ayudado a quitarle hierro a las citas porque cuando estás soltero tienes pocas y cada una es un mundo. Para la primera, me depilé y maquillé, lavé el coche, me puse la mejor ropa interior. Y dos horas antes el tío me canceló. Aprendes, y a la sexta te pones rímel y a correr. Cuanta menos importancia le das, menos te duele. No es un fracaso: es parte del juego. Ha habido chicos que han desaparecido y otros con los que he repetido y han querido más. En mi experiencia, también se busca pareja. Me he encontrado a muchos como yo: workaholics con todos sus amigos casados con hijos o emparejados”, precisa.

En Usos amorosos de la postguerra española (Anagrama), Carmen Martín Gaite relata la historia de una señorita, de Palencia o de Valladolid, “que le había aguantado al novio tal cantidad de desaires y de humillaciones que nadie se explicaba cómo no lo mandaba a paseo”. El día de la boda, tras el sí de su prometido y esperándose de ella idéntica respuesta, espetó un rotundo “¡No, señor!”. Perpetrada la venganza, se volvió ante los allí presentes y aclaró: “¡Y si he llegado hasta aquí es para que sepan todos ustedes que si me quedo soltera es porque me da la gana!”. En el libro, tejido a base de hemeroteca y recuerdos personales, Martín Gaite describió cómo éramos. Sobre todo, cómo era ser mujer en esa España. Si el marido era infiel, que lo hiciera de tapadillo, así nada pasaba. El divorcio no existía: era cosa de rojos. Las jovencitas que se metían a monja recibían admiración; las solteronas, piedad y desdén. Los trabajos que alejaran a la mujer del hogar eran un “peligro disolvente”. A la hora de casarse, se aconsejaba a las muchachas que no eligieran a un “jovencito inexperto”, sino a un hombre “vivido”. Ellas, por supuesto, debían llegar vírgenes al matrimonio. Sumisión y sonrisa.

Afortunadamente, esa es una cultura tradicional que vamos dejando atrás”, apunta el profesor Ayuso. “Las nuevas generaciones de mujeres están más formadas y, por tanto, son más abiertas. Pero además ahora tenemos a la abuela, educada para el matrimonio, que le dice a su nieta: ‘Oye, no se te ocurra casarte, ten muchos amiguitos, pero sé siempre independiente’. Hay un verdadero cambio social”. Sin ese paso adelante, subraya, hoy no estaríamos hablando de aplicaciones. En Happn, que el pasado mes de junio cumplió un año en España, el 60% son hombres y el 40% mujeres. Por edades, los solteros más activos son los de 18 a 25 años, que representan la mitad. El 40% restante tiene entre 26 y 35, y las franjas de 36 a 45 y mayores de 46 suman el 7% y el 3% respectivamente, según datos facilitados por esta app francesa. En ­AdoptaUnTío, quizá por su política de ladies first, la proporción se equilibra: 50-50 y las edades más comunes son las comprendidas entre los 18 y los 35 años. Un inciso: no solo hay solteros en estas plataformas. Según un estudio reciente de GlobalWebIndex, consultora especializada en consumo digital, el 42% de los usuarios de Tinder no lo estaban. Al menos, no sin compromiso. La aplicación reaccionó rebajando el porcentaje: según sus datos, solo les constaba que el 1,7% estuvieran casados. ¿Cómo detectarlos? No ponen foto en sus perfiles o, si lo hacen, se cuidan de que no se les reconozca, explican varios entrevistados. También, añaden, existe otra categoría: los que solo se dan de alta para jugar. Una vez más, los infieles saldrían malparados de producirse un caso de hackeo como el de ­Ashley Madison. Pero a los que no tienen pareja no les preocupa en exceso ni la privacidad ni el uso que se haga de sus datos. “Todos ligamos” es la respuesta más repetida. “Y cada vez más gente utiliza las aplicaciones para hacerlo”. No existe el estigma que antaño se asociaba a los sitios de citas, pero los usuarios de estas apps quieren controlar la información: en un grupo de WhatsApp de sus amigos detallarán sus aventuras, pero en Facebook serán más cautos porque entre sus amigos está tanto el profesor de yoga como el tío de Málaga.

“Yo creo que es precisamente el equilibrio de roles lo que ha hecho que este tipo de herramientas hayan despegado”, señala Yago. “Estuve un par de meses en Meetic, Badoo apenas lo utilicé y cuando llegué a Tinder me encontré con mucha más proactividad por parte de las mujeres. Mi chica es muy joven y en su entorno de amigas de su edad, 26, 27, 28 años, utilizan Tinder para tener sexo. Ni se cuestionan que no pueda ser una vía tan buena como cualquier otra para una relación estable, pero no tienen reparos en utilizarla para sexo”.

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Tras salir de una larga relación, Carlos, madrileño de 33 años, vivió su año “de libertinaje”. Se dio de alta en Badoo –su red mundial supera los 267 millones de usuarios, aseguran, pero no facilitan datos de España– y AdoptaUnTío. Esta última, de origen francés, fue la que más utilizó porque él prefiere “dejarse querer”. En este “supermercado de las citas” son las mujeres quienes eligen. Ellos solo pueden enviar “hechizos” para llamar su atención, pero únicamente podrán conversar si ellas los compran. Nunca antes. “Te levantabas por la mañana y tres chicas te habían metido en la cesta. ¡Te subía el ego y la moral!”. En total, echa cuentas, quedó con unas 30 o 40 mujeres. “Fue una época graciosa y divertida. De no parar”, rememora. Su semana álgida tuvo cuatro encuentros. Las de tres –con chicas distintas– eran habituales. Su impresión es que los hombres no son los únicos cazadores. “Quizá todavía un poco más, pero se está igualando casi al 50%”. Sí son los que, lamenta, tienen el comportamiento más reprochable. “Me impactó que muchas chicas, al final de la noche, me confesasen que estaban sorprendidas de que fuera un tío normal. Contaban auténticas barbaridades”. El envío espontáneo de fotos de los genitales ya casi ha alcanzado la categoría de chiste (de mal gusto) entre las usuarias de servicios de dating.

El amor romántico nació en el siglo XVIII en Occidente y desde entonces ha sufrido distintas transformaciones. Si antes su máxima expresión era el matrimonio para toda la vida, ahora lo es la monogamia sucesiva. “Los cambios son consecuencia de la tensión entre el deseo de individualidad y el de fusión en una pareja y del ensalzamiento de la elección continua en todos los ámbitos de esta sociedad de consumo”, afirma Jordi Roca, profesor de Antropología de la Universidad Rovira i Virgili. “De ahí el modelo actual tan generalizado de la sucesión de relaciones, posible gracias a la normalización del divorcio. Dicho esto, no es el fin del matrimonio: la mayoría de personas que se divorcian reincide. Y en muchos casos cada nueva unión es pensada y deseada como definitiva”.

Pero si en la actualidad el matrimonio para toda la vida pierde adeptos, el ideal romántico sigue siendo hegemónico. Y, según Roca, “contribuye en gran medida a la mo­nogamia sucesiva. Son tantas y tan elevadas y tan poco realistas las expectativas que transmite el amor romántico que difícilmente puede evitarse la frustración y el desengaño tras unos años, algunos estudios cifran un promedio de siete, de relación”.

Y Tinder y compañía son alumnos aplicados de la teoría y práctica del amor: explotan el ideal romántico –Happn se cimienta en el amor a primera vista– y, al mismo tiempo, satisfacen la necesidad periódica de encontrar pareja.

Entonces, ¿acabarán estas herramientas con el amor, como anticipan los agoreros? “La tecnología no genera pautas sociales. La gente ya no cree en el ‘para toda la vida’ y busca cosas más prácticas, más a corto plazo, y ahí entran estas aplicaciones”, opina Cristina Miguel, profesora ayudante en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Leeds, que está a punto de presentar su tesis sobre la intimidad en la era de la redes sociales. Roca está de acuerdo, pero añade una reflexión: “Las aplicaciones y sites de ligue cuestionan varios mitos del amor romántico. El mito del azar, del carácter fortuito del encuentro de pareja; el de la media naranja, es decir, solo hay una persona en el mundo a la que estamos destinados y a la inversa; y el del amor ciego y no calculado, ahora sustituido por la elección razonable e interesada”.

Según Felim McGrath, analista de GlobalWebIndex, “las aplicaciones para ligar se han propagado muy rápidamente, pero las webs de contactos están muy consolidadas, así que todo parece indicar que seguirán siendo relevantes durante un tiempo”. El conglomeradoIAC/InterActive aglutina a algunas de las más importantes: OkCupid, Meetic, Match, Tinder. Si el futuro pertenece al modelo tradicional o al de Tinder, tanto da. El hábito se consolida y las personas que quieren conocer gente utilizan varias herramientas a la vez. Cuantas más opciones, mejor.

Víctor (26 años) tiene un smartphone desde hace poco. Pero utiliza OkCupid desde hace un par de años. “Es otra parte del pastel”, justifica. ¿Por qué limitarse a su círcu­lo de amigos o de trabajo? “Yo no he relegado el ligar a lo virtual. Simplemente lo sumo. Y mucha gente lo hace”. Él ahora está “quedando” con una chica a la que seguía en Twitter. Enrique, que lleva cuatro meses sin Grindr, conoció a su chico en la verbena de la Paloma.

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El cura que declaró ser gay acusa al clero de “violentamente homófobo”

El prelado Krysztof Charamsa (izquierda), durante la comparecencia ante la prensa junto a su pareja, Edouard, en Roma

El prelado Krysztof Charamsa (izquierda), durante la comparecencia ante la prensa junto a su pareja, Edouard, en Roma. / TIZIANA FABI (AFP)

Krzysztof Charamsa, el prelado que declaró públicamente que es gay y tiene pareja, ha cargado duramente contra la jerarquía de la Iglesia católica. En una carta enviada al papa Francisco, acusa al Vaticano de hacer “un infierno” la vida de millones católicos homosexuales de todo el mundo. Charamsa, que tras al anuncio fue despojado de sus cargos, critica también a la jerarquía católica por “perseguir” y provocar un “sufrimiento inconmensurable” a los católicos gais y sus familias.

El prelado, polaco de 43 años, afirma que el clero católico está “lleno de homosexuales” pero que es también “violentamente homofóbico”, según cuenta la BBC, que ha tenido acceso a la misiva. En ella, pide a “todos los cardenales, sacerdotes y obispos gais” que tengan “el valor de abandonar esta Iglesia insensible, injusta y brutal”.

Charamsa, que era oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe –el antiguo Santo Oficio– y secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano, escribió la carta hace unas semanas; el mismo día en el que compareció públicamente en Roma para hablar de su homosexualidad y donde presentó a su novio.  En la carta, explica al Papa sus razones de contarlo y dice que tras un “periodo largo y atormentado de oración y discernimiento” tomó la decisión de “rechazar públicamente la violencia de la Iglesia hacia los homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y personas intersexuales”.

El polaco agradece al papa Francisco algunos de sus gestos y palabras sobre los homosexuales —“¿Quién soy yo para juzgar a los gais?”, dijo por ejemplo el Pontífice en 2013—, pero a la vez indica que esos gestos quedarán en nada si no se retiran todas las declaraciones de la Santa Sede ofensivas y violentas hacia los homosexuales.

El anuncio de Charamsa, sacerdote desde 2003, desató una fortísima polémica en el Vaticano. Su declaración pública, además, fue un día antes de la reunión de 270 padres sinodales –obispos, cardenales, religiosos y expertos— para tratar los nuevos modelos de familia, el prelado polaco quería, efectivamente, sacudir el debate:

Grupos ultras destruyen en París un “árbol de Navidad” hinchable con forma de juguete sexual

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Puede que lo verde empiece en los Pirineos, pero todo tiene un límite. Por ejemplo, instalar un árbol de Navidad “conceptual” en pleno centro de París, como hizo el artista Paul McCarthy y que rápidamente se convirtió en objeto de las burlas primero y de las iras después de los conservadores por su forma ambigua, querecuerda más a un dildo anal que a un árbol propiamente dicho.

La instalación de McCarthy contaba con los parabienes de todas las autoridades de la capital francesa, desde la alcaldía a las asociaciones de vecinos del barrio, la elegante Place Vendôme, donde se emplazan, entre otros, el Ministerio de Justicia francés y el hotel Ritz (de donde salió por cierto Lady Di minutos antes de su muerte). No obstante, los problemas empezaron desde el mismo día de lainauguración el pasado viernes, cuando el artista de Los Angeles fue abofeteado tres veces por un transeúnte que huyó a la carrera, según relata The Guardian.

Por aquel entonces ya se estaba montando la marimorena en las redes sociales. En el grupo de Facebook del ultraconservador Le Manif por Tours, que saltó a la fama durante las movilizaciones contra el matrimonio gay y que ahora se apunta a cualquier causa que pueda ofender a las mentes bienpensantes (¿les suena?), empezó a hablarse de que el árbol inflable formaba parte de “complot para humillar a Francia”. Y eso que el dildo anal estaba en París, una ciudad que no está precisamente escasa de arquitecturas fálicas.

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Desde luego, McCarthy tenía todas las papeletas para levantar sospechas: americano, de Los Angeles y con un currículum provocador que incluye instalaciones con Blancanieves en situaciones sexualmente comprometidas o deGeorge Bush copulando con un cerdo. La mecha de la indignación estaba prendida.

El desenlace del pulso entre el artista y sus detractores tuvo lugar en la noche del viernes al sábado. Unos asaltantes arrancaron el motor que insuflaba aire a la escultura. Cuando el guardia de seguridad intentó volver a conectarlo, los vándalosrompieron los cables de acero que mantenían la instalación amarrada al suelo. El árbol fálico amaneció lánguido, como una pavesita, tal y como muestra la imagen:

nformado del incidente, el propio artista decidió no volver a hinchar el árbol de la controversia. Pero la venganza es un plato que se sirve frío en California, así que McCarthy ya está pergeñando su respuesta a los enemigos del arte abstracto: el artista ha encargado a Paris Mint una serie de 250 figuras de Santa Claus de chocolate, cada una con un dildo insertado en el recto, que se exhibirán en un largo túnel (nada de hacerlo al aire libre esta vez) y que los parisinos podrán devorar el 6 de enero, una vez concluyan las fiestas navideñas.

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Visto en The Guardian y Nouve Lobs.

Denunciado una médico por decir que ser lesbiana “es anormal”

María Eugenia Gieco, una mujer de 33 años, ha presentado una reclamación en un centro de salud de Alicante contra su médico de cabecera, una doctora que, según la denunciante, calificó de “anormal” su condición de lesbiana. En su denuncia, la paciente asegura que la profesional que sustituía a su médico de cabecera habitual le dijo textualmente “no es por meterme contigo, pero sabes que ser homosexual no es normal, si lo normal es ser heterosexual, y es por eso que vosotras tenéis más enfermedades”.Según su relato, la denunciante acudió el pasado lunes 26 de octubre por la mañana al Centro de Salud Hospital Provincial de la calle Doctor Sapena, en el barrio del Pla. Tras solicitar a la médico, a la que no conocía, que le proporcionara una cita para acudir al ginecólogo, reveló su orientación sexual mientras le daba cuenta de su historial médico. Fue cuando escuchó las afirmaciones de la doctora por las que afirma haberse sentido “discriminada y atacada”.Ante ese trato que considera “vejatorio”, y sin deseo de entablar una discusión, rogó que le fuera devuelta su tarjeta sanitaria y solicitó la hoja de reclamaciones en el Servicio de Atención al Paciente para pedir el cambio de médico y una reunión con la coordinadora del Centro de Salud, que según le ha sido notificado tendrá lugar el próximo 5 de noviembre.Maria Eugenia Giego, italoargentina con quince años de residencia en España, asegura que “nunca en mi vida me faltaron al respeto de ese modo, es la primera vez” y añade que el principal objetivo de su denuncia es impedir que hechos como el relatado “le ocurran a una chica de 18 años que no tiene ninguna razón para ser tratada de ese modo debido a su orientación sexual”. La paciente ha trasladado los hechos al colectivo Diversitat, entidad sin ánimo de lucro que trabaja por los Derechos y la defensa de las personas Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales (LGTB), con el fin de que sus servicios jurídicos estudien posibles medidas adicionales.La joven también se ha puesto en contacto a través de la red social Facebook con la concejal de Juventud del Ayuntamiento de Alicante, Marisol Moreno, quien ha hecho pública su condena por “el presunto trato recibido por María Eugenia Gieco” y ha denunciado “la falta de sensibilidad por parte de la administración, que no tiene en cuenta la formación de los profesionales médicos en materia LGTBI”. La concejala asegura que “se da la circunstancia de que el colectivo de lesbianas es el grupo menos afectado por Enfermedades de Transmisión Sexual”.

Una lesbiana denuncia a su médico por definir su condición como ‘anormal’

Denuncia pública de María Eugenia Gieco en la página web del colectivo LGTBI de Alicante, Diversitat. E.M.

Denuncia pública de María Eugenia Gieco en la página web del colectivo LGTBI de Alicante, Diversitat. E.M.

María Eugenia Gieco, de 33 años de edad, acudió a su médico de cabecera hace unas semanas para solicitar una consulta con el ginecólogo. La doctora había reemplazado hacía poco a su médico habitual en el centro de salud de Alicante que esta paciente tiene asignado. Durante la conversación, en la que solicitaba un volante para revisar un problema ginecológico que tiene desde la infancia, María Eugenia le comentó a su médico que es lesbiana. Según explica, la doctora le espetó: “¿sabes que ser homosexual es anormal, verdad?” y añadió que “esa es la razón por la que tenéis muchas más enfermedades relacionadas con ser lesbianas, al ser un hecho anómalo”.

Según ha explicado a EL MUNDO la denunciante, “su respuesta me dejó absolutamente bloqueada porque no esperaba esta contestación por parte de un médico, alguien que supuestamente es una profesional y a quien yo expliqué un aspecto de mi intimidad que, además, no tiene nada que ver con el motivo por el que yo deseaba concertar la cita con el ginecólogo, ya que se trata de un problema que tuve de pequeña“.

Tras la respuesta recibida, la afectada pidió a su médico que le devolviera la tarjeta sanitaria. “Lo único que pude decirle fue: ‘te ahorro un turno’. Me sentí absolutamente impotente y no pude evitar llorar“, comenta. Posteriormente se dirigió al mostrador del centro de salud e interpuso su reclamación a la coordinadora, solicitando un cambio de médico.

La mujer, además de poner la denuncia en Atención al Paciente del Centro de Salud del casco urbano y solicitar el cambio de médico, ha puesto la pertinente queja en Diversitat, para su posterior tramitación por los servicios jurídicos de la entidad sin ánimo de lucro que trabaja por los Derechos y la defensa de la personas Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (LGTB). “He querido seguir el proceso legal y por eso, una vez interpuesta la queja, acudí a Diversitat para solicitar asesoramiento y ver qué hacemos”.

María Eugenia Gieco añade que decidió hacer pública la situación e interponer esta denuncia por la repercusión que la actitud de este médico pueda tener sobre personas más jóvenes o que tengan dudas sobre su sexualidad. “En cierta manera,yo tengo 33 años y estoy segura de quién soy y de mi sexualidad. Pero imagina si lo mismo que me dijo a mí se lo suelta a una chiquilla de 18 años o a alguien que acuda con sus padres o que albergue dudas. Un comentario así la machaca“, apunta.

Trato vejatorio

La concejala de Juventud en el Ayuntamiento de Alicante, Marisol Moreno, ha condenado el presunto trato recibido por María Eugenia Gieco, un trato que ha calificado de “vejatorio” .

La edil denuncia la “falta de sensibilidad por parte de la administración, que no tiene en cuenta la formación de los profesionales médicos en materia LGTBI”. Añade que, “se da la circunstancia de que el colectivo de lesbianas es el grupo menos afectado por Enfermedades de Transmisión Sexuales”.

Reclamación en el centro de salud. E.M.

Reclamación en el centro de salud. E.M.

«Rocky Horror Picture Show» retorna en versión televisiva

Con motivo del cuarenta aniversario del estreno cinematográfico del musical de culto «Rocky Horror Pictures Show», la cadena Fox ha puesto en un marcha un remake televisivo que será dirigido por el prestigioso coreógrafo y director Kenny Ortega.

the rocky horror picture show

Fiel a su cita desde hace cuarenta años, cada fin de semana multitud de espectadores acuden puntualmente a alocados pases de medianoche y otorgan sentido a este ritual que forma parte del imaginario que siempre ha rodeado al que ha sido considerado como uno de los mayores fenómenos de culto de la historia del cine, “The Rocky Horror Picture Show”.

Terror, glam, diversión, medias de rejilla y mucha música se dan cita en este clásico cuya trama gira en torno a las peripecias singulares que compartirá una pareja de “niñatos” cuyo s cánones de comportamiento se derrumbarán en cuanto su coche se averíe, busquen cobijo en un castillo y sucumban a los irresistibles encantos de una variante alocada del doctor Frankenstein que responde al nombre de Frank-N-Furter, el cual les guiará a través de un modelo de subversión social y estética que desconocían mientras les muestra su nueva creación, la criatura Rocky Horror.

El éxito desbordante del musical original, propició la consabida versión cinematográfica del año 75 firmada por uno de sus creadores, Jim Sharman, y cumplidos 40 años del estreno de esta película enraizada en la cultura popular, la cadena Fox ha puesto en marcha una película de dos horas de duración que podrá ser visionada en televisión y que contará como protagonista con Laverne Cox (“Orange Is The New Black”). La dirección correrá a cargo de un director que es considerado como el mejor autor de musicales moderno, Kenny Ortega (“Michael Jackson: This is it”). Tal y como ha revelado la cadena Fox «este proyecto respetará la irreverencia del original».

 

Detenido en Tenerife por ofrecer a un menor dinero para mantener relaciones sexuales

EN EL BAÑO DE UNA CAFETERÍA EN ARRECIFE

SANTA CRUZ DE TENERIFE. Un varón de 46 años ha sido detenido en Arrecife como presunto autor de un delito de abusos sexuales y corrupción de menores, después de que al parecer ofreciese 30 euros a un menor de 14 años a cambio de mantener relaciones sexuales en el baño de una cafetería, ha informado hoy la Policía Nacional.

El contacto entre estas dos personas se produjo por medio de una conocida aplicación de mensajería instantánea después de que el menor publicase en una red social su número de teléfono y fotografías personales, se indica en un comunicado policial.

El detenido no tiene antecedentes policiales y la investigación se inició porque la madre del menor denunció que había encontrado mensajes inquietantes en el teléfono móvil de su hijo.

La madre, tras observar que su hijo había comprado un aparato electrónico con dinero que ella no le había facilitado y del que éste no le supo dar explicaciones, halló una conversación inquietante en el móvil de su hijo con un número de teléfono desconocido.

En esas conversaciones el menor aceptaba mantener relaciones sexuales a cambio de 30 euros, se señala en el comunicado de la Policía Nacional, en el que se añade que el acto sexual se consumó en el baño del establecimiento.

El cuerpo como espacio de disidencia

Artículo copiado de Histeria Revista

por Lucrecia Masson

Ilustración “Sexo” por Monchi Delaseta

Ilustración: “Sexo” por Monchi Delaseta

¿Es posible pensar el cuerpo como espacio de disidencia? Un cuerpo plagado de órganos, no siempre sanos, no siempre vigorosos, no siempre jóvenes… Nos encontramos ante la necesidad de una revuelta orgánica, en su sentido literal: revolver órganos. Es actualmente una apuesta urgente la de plantearnos una rebelión de los cuerpos. Rebelión que, necesariamente, rechaza la frontera entre el cuerpo normal y el deforme, el cuerpo saludable y enfermo, el cuerpo válido e inválido. Rebelión que debe ser planteada a partir del encuentro, la afinidad y la alianza entre estos cuerpos inapropiados e impropios. De ahí que los sistemas que nos organizan a partir de género, raza, sexualidad, normalidad corporal, salud mental o física, se vuelven edificios que es necesario derribar, y esta acción de derribo nos deberá encontrar juntas, sabiéndonos atravesadas y en constante y compleja intersección.

    ¿Podemos entonces entender el propio cuerpo como espacio de activación política? Partir de nuestras trayectorias corporales, narrar en primera persona, tanto singular como plural, la historia de nuestra realidad corporal es un desafío al que diferentes activismos empiezan a llamarnos. ¿Podemos pensar en una historia colectiva de nuestros cuerpos? ¿Cuáles son los dispositivos que producen corporalidades inapropiadas? ¿Podemos plantearnos mecanismos para crear nuevos modos de producir cuerpos, de producir deseos, de producir bellezas? ¿Y qué herramientas nos damos para hacer de nuestras vidas un espacio más habitable y feliz?

     Me parece importante volver a nombrarme ahora como gorda, nombrarme gorda como estrategia de autoenunciación. Nunca liviana. Y sirva este último adjetivo para que la paradoja dé lugar a la sonrisa. Nombrarse para volvernos visibles. Ocupar el espacio para volvernos visibles. Visibles, desobedientes, disidentes de la norma que nos impone una sociedad que estandariza y controla cuerpos y deseos, que define lo bello y lo sano.

¿Y por qué la necesidad de volvernos visibles? Porque la vista es un aparato de producción corporal. Hay modos de mirar que fabrican cuerpos, dice valeria flores1. Y agrego, hay modos de mirar que fabrican deseos y modos de mirar que fabrican bellezas. La apuesta será construir nuevos cuerpos, nuevos deseos, nuevas bellezas.

    Ante la pregunta: ¿por qué ser gorda, o vieja, o diversa funcional, o enferma (y la lista podría ser muy larga) me hace estar fuera del estándar de belleza o de normalidad corporal? ¿Qué me hace disidente de la norma? Propongo cambiar esta pregunta por otra, y he aquí el desafío político: ¿bajo qué mecanismos se construye el cuerpo normal? ¿Cuánta disciplina de normalización han soportado y soportan nuestros cuerpos? ¿Qué técnicas de domesticación y regimentación nos hacen desear ser normales y atractivas a costa de padecimientos?

Construir un cuerpo extenso

Partimos de dejarnos interpelar por el propio cuerpo. La interpelación por la que apuesto es tanto individual como colectiva. Necesito preguntarme cosas sobre mi cuerpo, sobre el cuerpo de las otras, y construir un cuerpo extenso, un espacio para la acción y reflexión. Me parece fundamental hablar desde nuestras propias carnes. Esas carnes defectuosas, inseguras, miedosas, angustiadas. Nuestras carnes, las que sobran, las que faltan, las que duelen, las que están viejas, las que están enfermas, las que no son funcionales, las que mueren incluso…

     De ahí la interdependencia como paradigma que empezar a transitar. Nadie, sea cual sea la corporalidad que encarne, es realmente autosuficiente. Por esto pienso en luchas cómplices y afines. Busco potencias vinculadas y vinculantes. Creo que es necesario y vital encontrarse. Será el encuentro, el lugar de la potencia, el lugar desde donde partir, el lugar de la posibilidad.

     Es necesario atentar contra la matriz que nos organiza corporalmente. Desnudar el artefacto que nos construye en tanto cuerpos, en tanto territorios donde se inscriben lecturas. Es necesario desafiar esas lecturas y crear, imaginar, fantasear, inventar nuevos relatos. Hay un gran aparato ficcional que hace que nuestros cuerpos se lean como generizados o racializados o viejos, o discapacitados, o gordos, o enfermos.

     Pero sí que, si bien no podemos perder de vista el carácter de artificio, hay una realidad que nos atraviesa, que hace de mi vivencia algo bien distinto a la vivencia de otras. Necesitamos narrar en primera persona, tanto la primera persona del singular como la primera persona del plural, la historia de nuestras realidades corporales. El argumento de ficción no inhabilita las ideas de trayectoria, de realidad, de experiencia corporal. Esta realidad necesita ser contada, colectivizada. Es necesario recuperar esta experiencia, asumirnos vulnerables y entender que ésta es condición misma del ser, y que no se puede ser sin exponerse, porque no somos sino en interrelación.

     Es importante reivindicar estrategias que partan de la vulnerabilidad, de poner en ésta la potencia transformadora. Destrozar el discurso que nos exige ser siempre fuertes y valientes, poderosas, aceptarnos, querernos a nosotras mismas, estar a tono siempre con un mundo que nos reclama indefectiblemente listas y sanas para asumir las tareas de producción y reproducción. Ese mundo de ahí afuera que nos reclama funcionales. Y no pienso en metas, ni en aceptación, ni en gustar, ni en convencer a nadie. Porque no creo en redenciones ni en evoluciones, ni en la barbarie convertida en civilización. Creo en búsquedas, en pasiones y en fricciones agonistas de mis propias carnes que, dadas al encuentro con otras, tienen el enorme potencial de hacer de nuestras existencias un lugar más habitable y feliz, dando lugar a indómitas formas de habitar nuestros cuerpos.

*Originalmente publicado en Periódico Diagonal: https://www.diagonalperiodico.net/cuerpo/22353-cuerpo-como-espacio-disidencia.html

11 flores, valeria: “Interruqciones”. Ensayos de poética activista, Neuquén, 2013 p. 257

Cómo decirle a tus padres que eres una estrella porno

por Elyssa Goodman

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Coming Out Like a Porn Star.’ Diseño de la portada del libro de Jamee Baiser

En la portada de la próxima antología Coming Out Like a Porn Star, Jiz Lee emerge de una vulva rosa pastel, la camiseta se le sube seductoramente y tiene los pantalones por los tobillos. Parece una metáfora: la estrella porno genderqueer (no conforme al género, en español) que emerge de las profundidades, en el porno y en la vida real.

Hasta la fecha, Lee ha aparecido en más de 200 películas porno y sitios web, granjeándose el respeto y la reputación de leyenda del porno queer. «La pornografía es una de las mejores cosas que he hecho, pero hay tantos prejuicios que no sabía cómo decírselo a mi familia», dijo Lee en un correo electrónico. «Por eso empecé a pedirle a los demás que me contaran sus historias».

Coming Out Like a Porn Star , que se lanzará el 20 de octubre, cuenta con más de 50 historias de algunos de los nombres más conocidos en el mundo del porno —Joanna Angel, Stoya, Annie Sprinkle, Nina Hartley, Conner Habib, y muchos más— y todos hablan sobre el momento en que le dijeron a sus familiares, amigos y seres queridos que se dedicaban al porno. «Si bien ya hay artículos sobre artistas porno que se lo cuentan a sus padres, o a los que los echaron de sus trabajos de oficina, los medios de comunicación por lo general solo publican historias que estigmatizan aún más esta profesión», dijo Lee.

Este libro, por el contrario, busca compartir una imagen sincera de la pornografía, en la que algunos colaboradores citan sus características liberadoras y otros las censuran por razones morales. Como Lee escribe en el libro, «Si queremos superar estos obstáculos culturales y adquirir derechos para las trabajadoras sexuales, es necesario crear un diálogo firme sobre el hecho que las personas que optaron por hacer porno no son diferentes a cualquier otra persona», incluidas las experiencias positivas o negativas y las opiniones.

Hablé con algunos de los colaboradores del libro sobre su experiencia al hacer público que son estrellas porno, el cambio en la cultura sexual y sobre lo que esperan que se pueda lograr con el libro.

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MILCAH HALILI

VICE: ¿En qué momento tu trayectoria se volvió lo suficientemente seria como para tener que «confesar» que eras una estrella porno?
Milcah Halili: Empecé a decirlo cuando la gente leía mi entrevista [en The Rumpus ]. De hecho, todos mis amigos sabían en qué estaba metida, así que en realidad no fue como una gran confesión, pero al final mi familia comenzó a hacer preguntas sobre mi trabajo y fue entonces cuando se lo conté. Mi padre era un poco patriarcal y mi madre era muy capitalista al respecto. La actitud de mi madre fue como de: «Oh, bueno, ¡ganarás un montón de dinero!». Lo consulté con mi mejor amiga y me dijo lo que creo que un montón de gente suele decir: «¿Estás segura? Sabes que esto es para siempre, ¿verdad?». Le respondí: «Lo sé, lo sé». Pero el resto de mis amigos estaban deslumbrados o lo consideraban superglamuroso. Les parecía increíble que estuviera haciendo porno.

¿A quién te costó más contárselo?
A mi madre. Su primera reacción fue bastante guay, pero después tuvimos otra conversación en la que la vi más alterada. Estábamos hablando sobre lo que hago en mi trabajo, y mi madre ya lo sabía, pero comenzó a interrogarme al respecto; me preguntaba: «¿Por qué te tienen que hacer pruebas? ¿Qué haces?». Se convirtió en algo así como en un problema de clase y etnia, digamos; mi madre decía: «Soy una madre filipina, no quiero oír este tipo de cosas», y eso fue muy duro para mí. Me puse a llorar. Llegamos al punto en que mi madre dijo: «Bueno, y ¿por qué no simplemente buscas un trabajo mejor? Y le dije: «Este trabajo me permite escribir, así que… quiero seguir haciéndolo».

Antes de esa discusión con mi madre, para mí el porno era simplemente un trabajo. Pero después tuve esa conversación y me afectó mucho emocionalmente. Me dije a mí misma que aquello era parte de mi identidad. Realmente me identifico con lo que hago y cuando pensé en conseguir otro trabajo por sugerencia de mi madre, simplemente no me lo podía imaginar.

¿Por qué quieres compartir tu historia del momento en que lo hiciste público?Siento que es parte de mi personalidad. Soy una persona muy abierta por naturaleza. Soy de las que anima a la gente a hacer cosas—me gusta empujar a la gente a que salga de su zona de confort— y también porque no siento que haya nada malo en ello. No siento que tenga que ocultar algo o estar avergonzada de algo.

A veces confesar a lo que te dedicas puede ser una experiencia aterradora. Solo quiero que la gente sepa que está bien tener estas experiencias duras y que no están solos. Jiz contactó conmigo —sus pelis fueron las primeras porno que vi— así que desde ahí dije: “¡Me apunto! [Después de leer el libro], espero que la gente vea a los actores porno de una manera más humanizada, creo que es importante, porque somos una cultura muy pornográfica. El porno debe percibirse como algo que está bien ver, no algo tan tabú. Porque, en realidad, ¿es tan tabú cuando todo el mundo lo hace?

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Dale Cooper

VICE: ¿En qué momento tu trayectoria se volvió lo suficientemente seria como para tener que «confesar» que eras una estrella porno?
Dale Cooper: Hubo un período de mi vida en que solo dependía del dinero de mi trabajo sexual para mantenerme. Entonces conocía a alguien en algún lugar, me preguntaba a qué me dedicaba y yo le decía la verdad. No creo que sea algo de lo que deba avergonzarme o de lo que nadie deba avergonzarse, así que trato de ser, de alguna manera, un buen embajador siendo honesto al respecto. En mi experiencia, ese fue el momento en que más raro me sentí al hablar sobre mi profesión.

Soy muy afortunado, en cierto modo. Todos mis amigos me apoyan. Hay una sólida comunidad de trabajadores no sexuales a mi alrededor que son geniales y súper comprensivos y están orgullosos del trabajo que hago, que es genial. Además, es fantástico conocer a gente como Jiz y los demás autores de Coming Out Like a Porn Star . Hay mucho trabajo por hacer para eliminar el estigma, así que es genial ver que hay un montón de gente muy inteligente y capaz.

Cuando conoces a alguien, ¿en qué momento sientes que debes decirle en qué trabajas?
No creo que lo que pasa en mi cabeza sea tan diferente de lo que pasa en la cabeza de mucha gente, en cuanto a cómo se comportan con alguien respecto a su situación laboral o si estás viendo a alguien o no en ese momento, y así. Siempre te haces este tipo de preguntas en tu mente cuando conoces a alguien, como: ¿Esta persona me reconoce? ¿Cuánto cree saber esta persona sobre mí? Supongo que viene con el hecho de tener una imagen pública. Creo que estamos entrando en una etapa de la vida en la que todo el mundo tiene que llenar sus Facebooks y presentar sus mejores caras en su Instagram y bla, bla, bla.

Al ser actor porno, me preocupo por mi espacio personal, mi propio espacio sexual, quiero asegurarme de que sea algo estable con alguien… Soy muy directo y honesto al respecto. Creo que eres tú el que decide cuánto revelas sobre ti mismo cuando estás conociendo a alguien.

¿Quién fue la persona a la que te costó más contárselo?
Probablemente a personas en las que estoy interesando. No es tanto el decírselo como el que acepten que soy actor porno. Quiero decir, obviamente cualquier persona con la que salga tiene que apoyar mi trabajo, porque yo me siento muy seguro al respecto. Puedo decir que, por lo menos, he tenido muy buena suerte en cuanto a que hasta la fecha he salido con personas muy tolerantes que no tienen ningún problema con lo que hago, así que eso es una suerte.

¿Qué me dices de tu familia?
Mi familia no lo sabe y prefiero que no lo sepan, de ahí el nombre artístico. No me avergüenzo de lo que hago, pero creo que no hemos llegado al punto, como sociedad, en que tu padre te dijera: «Bien por ti, hijo, separa bien las piernas ante la cámara». Sé que yo le diría eso a mi hijo, pero siempre ha sido como un trabajo aparte para mí, así que busco tener una vida plena, no como Dale Cooper.

¿ A qué crees que se debe que no se haya publicado ya un libro sobre este tema?
Creo que lo que hace que Coming Out Like a Porn Star sea tan especial es que estamos llegando a la cúspide de la consulta de Amnistía Internacional para aprobar los derechos de los trabajadores sexuales y asegurar que se protejan sus derechos humanos. Eso es un movimiento importante para ellos. Es un momento muy interesante y ahora es más importante que nunca que los trabajadores sexuales se hagan oír, exijan que se les trate con dignidad y puedan exhibir algunas de las experiencias y talentos increíbles que existen en nuestra comunidad.

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GALA VANTING

VICE: ¿En qué momento tu trayectoria se volvió lo suficientemente seria como para tener que «confesar» que eras una estrella porno?
Gala Vanting: Cuando empecé a trabajar en producción hubo un gran cambio en mi vida. Pasé al ámbito internacional, así que realmente no tenía muchas opciones de no “confesar” a lo que me dedicaba. Podía inventar algo y lo hice con algunas personas, pero siempre he querido que esto formara parte de mí. Lo he tenido claro desde que comencé a actuar.

Tomé esa decisión en muy poco tiempo y parecía que todo era muy apresurado, pero era algo en lo que había estado trabajando durante mucho tiempo. Cuando empecé a trabajar detrás de la cámara, ya había estado actuando durante tres años frente a ésta y había tenido tiempo de reflexionar y de justificar ética y políticamente mi trabajo, así que fue una cosa muy natural para mí.

¿Cuáles fueron las reacciones de tus familiares y amigos?
En general, he tenido bastante apoyo de mi familia y de mis amigos. Supongo que incluso cuando la gente no entiende muy bien o tiene algunas preguntas típicas, o lo que sea, tengo confianza en mi capacidad de tomar decisiones por mí misma y de que esas decisiones son las adecuadas para mí. A estas alturas, si quieres estar en mi círculo debes aceptar mi trabajo o mostrar entusiasmo por él. He logrado construir una bonita burbuja de positivismo en cuanto al sexo a mi alrededor, en mi espacio social, por lo que cualquiera de esas cosas que me pudieron llegar a preocupar ya no existen.

¿Por qué quieres compartir el momento en que lo hiciste público?
Creo que los mismos medios que exponen el trabajo sexual son la mejor manera de lidiar con el estigma del trabajo sexual. También porque creo que es importante que los trabajadores sexuales revelen sus propias historias en lugar de que los medios nos creen historias a nosotros. Hoy en día hay cierta fascinación cultural en torno al trabajo sexual y la pornografía, y la opción de estar en esa identidad o de estar en un cuerpo que se dedica al trabajo sexual o que hace porno. A menudo, estas historias las generan desde el exterior personas que no lo han vivido. Para mí es importante aportar algo, y esa es la misma razón por la que empecé a hacer porno.

También creo que el libro es una buena manera de identificar a esta comunidad y de señalar que tenemos algo que decir, más allá de las actuaciones o la publicidad que hacemos, o el dinero que ganamos, o lo que sea. Esto contribuye a una mejor comprensión cultural sobre lo que es ser un trabajador sexual o un actor porno.

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Annie Sprinkle

VICE: ¿En qué momento tu trayectoria se volvió lo suficientemente seria como para tener que «confesar» que eras una estrella porno?
Annie Sprinkle: En los años 70 no había internet, por lo que la mayoría de la gente que hacía porno podía llevar una doble vida. Yo no pude hacer eso, porque siempre me pillaban mintiendo, así que llevar una doble vida no era opción para mí. Pero incluso para todas esas personas que llevaban dobles vidas en los años 70 y 80, ahora que con internet se recuperan todas esas viejas películas, tendrán que decirle a sus familias a lo que se dedicaban.

¿Cómo compararías el «confesar» tu profesión en los años 70 con lo que los actores porno experimentan ahora?
Aquella época era muy diferente a la actual. Internet es una razón evidente, porque estás mucho más expuesta. También hay que tener en cuenta el hecho de que, si te pillaban haciendo porno en los años 70 y principios de los 80, te arrestaban. Era ilegal. Si estabas grabando una escena caminando por la calle, no podías decir: «¡Ah, estamos haciendo una película de sexo!». Tenías que decir: «Estamos grabando para un proyecto estudiantil», porque si la gente descubría que estabas haciendo porno, te podían arrestar. Por lo general, acababan retirando los cargos, pero perdías mucho dinero. A veces incluso tenías que ir a juicio, lo cual era malo, porque podías terminar en la cárcel.

¿Cómo compaginabas la sinceridad sobre tu labor con el marco legal de aquella época?
Era algo así como fumar marihuana. La marihuana también era ilegal. Si te pillaban con un porro, te metían en la cárcel, pero todo el mundo sabía que había gente que fumaba porros y nadie los juzgaba, pero sabías que se estaban arriesgando demasiado. Era más peligroso; era más arriesgado. Hacer porno ahora se considera una expresión creativa. Recuerdo que en los años 70 y 80, protestamos contra la revista Ms. Magazineporque celebraron una mesa redonda para debatir sobre la pornografía, pero no invitaron a nadie del mundo del porno; aquella revista era muy antiporno, así que la idea del feminismo a favor del sexo ni siquiera existía en los años 70. Se consideraba una vergüenza y un tabú.

¿ Cómo reaccionó tu familia cuando les dijiste que hacías porno?
Creo que todo el mundo estaba muy sorprendido porque yo era muy tímida, pero eran personas inteligentes y de mente abierta, había una gran cantidad de artistas en la familia que entendían el impulso creativo. Creo que les preocupaba que consumiera drogas o que fuera alcohólica, pero obviamente no era el caso. Lo hice para hacer películas, probar cosas creativas y por la aventura sexual.

¿Qué efecto esperas que el libro tenga en la industria del trabajo sexual y en la percepción que se tiene de ella?
Creo que ahora hay mucha gente en la industria sexual y no tienen que ocultarlo, creo que esto sería muy útil. Hay mucha gente que se gana la vida con el entretenimiento para adultos. Jiz Lee es el ahora, el futuro y el presente. Yo soy más la historia y el pasado. [Risas] Me gusta que nos apoyemos mutuamente y estemos juntos. La industria del sexo puede ser muy exclusivista y competitiva, o crítica, y discrimina bastante en función de la edad. Así que es maravilloso que [el libro] sea intergeneracional. Creo que va a ser un documento histórico, que ya lo es. Las palabras perduran, crean una inmortalidad y una imagen de la época.

Los trabajadoras sexuales trabajan en fantasías. Crean fantasías y representan las fantasías, y hacen expresiones sexuales creativas, pero este libro habla de la realidad; no es fantasía o ficción. Me encanta la portada en la que Jiz sale de la vulva. Es como si intentaras mirar el secreto dentro de la vulva, el detrás de escena de la vagina.

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Partidarios de ISIS asesinan a pedradas a dos hombres acusados de ser gays en Siria

El terror se ha instaurado en los países de oriente medio que están controlados por el Estado Islámico, ISIS, y las ejecuciones públicas se han convertido ya en una práctica tan habitual que resulta terroríficamente espezlunante. Monitor de Terror, el grupo que denuncia este tipo de atropellos contra la humanidad tuiteó unas fotos publicadas por ISIS este domingo, 25 de octubre, de la ejecución de dos hombres, en la ciudad Siria de Aleppo, a los que se acusa de ser gays. Los terroristas usan dos formas crueles de ejecutar a homosexuales: Arrojándolos desde azoteas de casas y estas últimas mediante lapidación.

Las imágenes muestran a una multitud enfurecida, incluyendo niños, lanzando piedras a dos hombres atados y con los ojos vendados sobre una lona blanca. Los primeros planos muestran los rostros y ropas ensangrentadas de los dos hombres y las piedras que se utilizaron para matarlos manchadas de su propia sangre.

Estas son las fotos impactantes que muestran la ejecución de estos dos hombres en Siria acusados de ser homosexuales:

gays asesinados por isis

A principios de este mes de octubre, el grupo yihadista lanzó a dos hombres gay desde el tejado de un edificio en Mosul, Irak, con el pretexto de que eran una pareja gay. El mismo fin de semana, otros dos hombres “gays” fueron lanzados desde un edificio en Nínive. Esta vez los arrojaron sobre una pila de bloques de cemento.

ISIS también ejecutó a nueve hombres y un niño acusado de ser gay en Siria en septiembre y han reivindicado la autoría de los asesinatos de al menos otros 30 hombres homosexuales.