Caitlyn Jenner se consagra como símbolo: ‘Las personas transexuales merecen respeto’

EEUU Entrega de premios ESPY

  • Su discurso ha emocionado a un auditorio entregado y emocionado que la escuchaba

  • ‘Si quieren llamarme por otro nombre, háganlo, yo puedo soportarlo’

Caitlyn Jenner es ya un icono del colectivo homosexual y transexual en Estados Unidos y a nivel mundial. Su trayectoria en los últimos meses tras culminar el proceso de cambio de sexo la había colocado en un lugar destacado, pero en el país norteamericano nadie llega a ser verdaderamente una figura sin un discurso reivindicativo y lacrimógeno. Pues bien, Caitlyn ya tiene el suyo, ese con el que pasará a la Historia como una de las activistas que más hizo por visibilizar a la comunidad ‘trans’.

Lo ha hecho esta noche, al recibir el Premio Arthur Ashe al Valordurante la ceremonia de los galardones ESPY que entrega la cadena deportiva ESPN.

https://youtu.be/5j5AC_NgQpc

“Mi petición para vosotros esta noche es que os unáis a mí. Las personas transgénero merecen algo. Merecen respeto y de ese respeto se construye un mejor país, una sociedad más empática y un mundo mejor para todos nosotros”, exclamó Jenner ante un auditorio totalmente entregado y emocionado.

“Si quieren llamarme por otro nombre, si quieren ponerme motes, háganlo, porque yo puedo soportarlo”, pero pidió que la gente no se comporte así con los adolescentes que se cuestionan su identidad.“Esto no es sobre mí, es sobre nosotros. Aceptémonos unos a otros con nuestras diferencias; ser diferentes no es algo malo”.

Durante casi 10 minutos, Caitlyn repasó su vida como Bruce y todo el proceso de cambio por el que ha atravesado. “Los últimos meses han sido un torbellino de experiencias y emociones. A decir verdad, parece que cada vez que doy la vuelta me pongo en estas situaciones de mucha presión, pero nunca he sentido más presión que en los últimos meses”, aseguró.

Las hermanas Jenner, con Kim Kardashian delante, en la ceremonia.

Las hermanas Jenner, con Kim Kardashian delante, en la ceremonia.

Vestida con un impresionante modelo de Atelier Versace de color blanco, Jenner disfrutó emocionada del carrusel de imágenes que iban desde su infancia hasta el momento actual pasando por sus éxitos como deportista, entre los que destaca la medalla de oro en el decatlón de los JJOO de 1976. Con la voz del actor Jon Hamm (Don Drapper en ‘Mad Men’), el montaje destacó su valentía al afrontar un cambio de género que durante años ocultó.

“Debéis aceptar a las personas por lo que son […] Debéis aprender todo lo que podáis de los demás para llegar a conocerlos verdaderamente”, dijo en un momento de su intervención, en la que no paró de mencionar, además, la importancia del “respeto” y la “educación”.

Entre los asistentes que escuchaban casi sin pestañear se encontraban las hijas de su ex mujer, es decir, Kim Kardashian y todas sus hermanas. También ellas atendían admiradas y con los ojos acuosos a las palabras de su padrastro. “Estoy muy orgullosa de que forméis parte de mi vida”, les dijo mirándolas directamente.

Al terminar, el auditorio se puso en pie para dar la bienvenida a un nuevo símbolo de las reivindicaciones LGTB.

Ireland Baldwin: “No somos amigas. Somos una pareja lésbica interracial”

Ireland Baldwin, hija de Alec Baldwin y Kim Basinger, ha confirmado su relación con la rapera Angel Haze, hablando abiertamente en una entrevista a The Independent.

Ireland Baldwin, hija de Alec Baldwin y Kim Basinger, ha confirmado su relación con la rapera Angel Haze, hablando abiertamente en una entrevista a The Independent.

Todo el mundo nos dice que somos grandes amigas, las mejores, como si solo fuéramos dos amigas que salen juntas por ahí. Es gracioso. Es bueno por una parte, pero jode mucho por otra. Si fuéramos dos chicos, sería una locura, una locura de las malas en lo que a atención se refiere. Con nosotras todo está siendo positivo, los medios están en plan ‘mira que guapas, son superamigas’. Pero somos una pareja lésbica interracial. Todavía eso es algo raro para Estados Unidos. Nosotras tenemos sexo y las amigas no lo tienen. Nunca he tenido sexo con ninguna de mis amigas. Una vez que te tengo como tal, ya no puede ocurrir. Pero nosotras sí tenemos sexo y es una locura”, dijo Baldwin a ese medio.

El emotivo mensaje de un niño homosexual

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Un niño homosexual compartió en las redes sociales una fotografía en la que aparece el pequeño llorando junto a un texto que indica: “Soy homosexual y tengo miedo a cómo será mi futuro y de que no guste a las personas“.

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La publicación llegó al corazón de cientos de usuarios que no dudaron en animar al pequeño con mensajes de apoyo. Entre ellos, se encontraba el de la ex secretaria de Estado de Estados Unidos que comentó: “Predicción de un adulto: tu futuro va a ser increíble. Te sorprenderás con lo que serás capaz de hacer y las cosas increíbles que harás. Encuentra las personas que te aman y creen en ti, habrá un montón de ellas”.

La publicación se compartió a través de la página de ‘Humans of New York‘, del fotógrafo Brandon Stanton. Esta página destaca por compartir instantáneas de neoyorquinos con historias conmovedoras.

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El presidente de Zimbabue, contra la euforia gay, pide ‘matrimonio’ al ‘diabólico’ Obama

ÁFRICA En contra del gran paso para los derechos humanos en EEUU

El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, en un mitin, en Harare

El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, en un mitin, en Harare. ALEXANDER JOE AFP

Es probable que cuando Barack Obama decidió legalizar el matrimonio homosexual en Estados Unidos contara con múltiples polémicas y opiniones en contra. Quizá el único escenario que fue incapaz de adivinar era uno en el que empezara a recibir ofertas de matrimonio por parte de otros presidentes.

Y así ha ocurrido. Burlándose de este gran paso para los derechos humanos en EEUU, el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, ha dicho que se trasladará a Washington DC para realizar una propuesta de matrimonio al presidente estadounidense. “Creo que voy a viajar hasta allí, me pondré de rodillas y pediré su mano”.

El vetusto líder, cuya homofobia es conocida internacionalmente,hizo estas declaraciones durante su entrevista semanal en la radio nacional ZBC. “Yo sólo he concluido que desde que el presidente Obama respalda el matrimonio entre personas del mismo sexo también aboga por la existencia de las personas homosexuales.Además, goza de una fisonomía atractiva”, ironizó justificando su jocosa propuesta.

El nonagenario presidente, siempre polémico en sus declaraciones, profesa una fuerte creencia cristiana y considera una abominaciónque la Corte Suprema de Estados Unidos haya decidido hacer del matrimonio entre personas del mismo sexo un derecho nacional.

A la cuestionable oferta de matrimonio no le faltaron todo tipo de calificativos a los precursores de la ley: “No puedo entender cómo esta gente se atreve a desafiar las órdenes explícitas de Cristo que prohíben la sodomía. El Gobierno estadounidense está dirigido por pervertidos adoradores de satanás que insultan a la gran nación americana. La tradición y el patrimonio estadounidense se basan en los principios cristianos nobles, pero en detrimento de esta gran nación, la élite política corrupta está actuando de acuerdo a sus caprichos diabólicos”.

No es la primera vez que Mugabe trata de ridiculizar alguna de las medidas que el líder americano lleva a cabo, ni tampoco es la primera vez que realiza unas declaraciones en contra de la comunidad homosexual. Durante sus discursos previos a su reelección en 2013, quiso acentuar su postura: “Si la Iglesia tacha a los homosexuales como una abominación, los hombres que participen en estas prácticas merecen ser castrados. Si fuera por mí, me aseguraría de que fueran derechos al infierno y se pudrieran”.

También entonces lanzaba sus primeros dardos contra Obama:“Este presidente estadounidense, cuyo padre es africano, dice que no nos respalda si no apoyamos a los homosexuales, tendremos que preguntarle si le dieron a luz los homosexuales”.

Dos años antes, cuando Reino Unido debatía la puesta en vigor de la ley de matrimonio igualitario, Mugabe advirtió que “es la elección de los británicos si ahora quieren llamar a su país ‘Reino Gay Unido’, pero eso no sucederá aquí”. Orgulloso de sus políticas tras 35 años en el poder, siempre ha advertido que jamás heredará “las tendencias europeas donde ocurren cosas antinaturales y transforman hombres en mujeres y mujeres en hombres”.

@cvaldehita

Hillary Clinton da ánimos a niño homosexual en Facebook

EEUU  Tras la publicación de una fotografía acompañada de una conmovedora leyenda

  • ‘Tengo miedo de cómo será mi futuro y de no gustar a la gente’, decía el mensaje en la red

  • La candidata demócrata respondió con un mensaje pronosticándole un ‘futuro fantástico’

Hillary Clinton, ex secretaria de Estado norteamericana y aspirante a convertirse en la candidata demócrata a la presidencia estadounidense en las elecciones de 2016 dio ánimos por Facebook a un joven homosexual.

La página de Facebook “Humans of New York” (personas de Nueva York) mostraba la foto del que era apenas un niño, con la mirada abatida y aspecto infeliz, bajo el que se leía: “Soy homosexual y tengo miedo de cómo será mi futuro y de no gustar a la gente”.

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Dos horas después, la política de 67 años respondió con un mensaje “de un adulto” pronosticándole un “futuro fantástico”.

“Te sorprenderás a ti mismo con tus capacidades y cosas increíbles que harás. Encuentra a gente que te quiera y crea en ti: habrá muchos”. La foto y el comentario de la ex secretaria de Estado se convirtieron en un éxito.

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El texto está firmado con “H”, una indicación de que lo escribió la propia Clinton y no uno de sus colaboradores, apunta el diario “New York Times”. Clinton hizo de su apoyo a los homosexuales uno de los aspectos centrales de su campaña electoral.

La próxima guerra cultural

Niños del Coro Archidiocesano de Boston en Cambridge, Massachusetts, el 28 de febrero de 2013

Niños del Coro Archidiocesano de Boston en Cambridge, Massachusetts, el 28 de febrero de 2013. / JESSICA RINALDI (REUTERS)

El cristianismo está en declive en Estados Unidos: el número de estadounidenses que se declaran cristianos y van a la iglesia está cayendo y los votantes evangélicos constituyen una cuota cada vez más pequeña del electorado. Los miembros de la generación del milenio se alejan de las instituciones religiosas en tropel.

Los reveses más graves que se ha llevado el cristianismo se encuentran en el reino de los valores: la cultura estadounidense se está separando de las posturas cristianas ortodoxas en materia de homosexualidad, sexo antes del matrimonio, métodos anticonceptivos, hijos nacidos fuera del matrimonio y divorcio, entre toda una gama de cuestiones sociales. Cada vez más cristianos se sienten ajenos a la cultura mayoritaria, y temen que pronto empezarán a ser tratados como parias sociales, el equivalente moral de los segregacionistas, por su fidelidad a las enseñanzas bíblicas sobre el matrimonio homosexual. Temen que sus universidades pierdan credibilidad, que sus instituciones religiosas pierdan sus exenciones fiscales, que su libertad religiosa sufra un acoso aún mayor.

La decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio homosexualse ha sentido como una especie de puñetazo culminante en medio de este clima de asedio. Rod Dreher, autor del excepcional libro How Dante Can Save Your Life [Cómo Dante puede salvarte la vida],escribió un ensayo en Time en el que afirmaba que para los cristianos era hora de retirarse estratégicamente a sus comunidades, donde “la llama de la fe seguiría brillando merced a la oscuridad cultural en derredor”.

Y seguía: “Tenemos que aceptar que vivimos en un país culturalmente poscristiano. Las reglas fundamentales de las que han dependido los cristianos durante mucho tiempo ya no existen”.

La mayoría de los analistas cristianos han optado por otra estrategia: seguir luchando. La semana pasada, varios colaboradores de la revista First Things, en un especial sobre la decisión del tribunal en elcaso Obergefell, aseguraban que la resolución era como el caso Roe contra Wade —que abordó el tema del aborto— del matrimonio: hay que oponerse a ella una y otra vez. Robert P. George, probablemente el teórico social conservador más brillante del país, aseguraba que de la misma manera que Lincoln rechazó constantemente la decisión delcaso Dred Scott —sobre la esclavitud—, “nosotros tenemos que rechazar y resistirnos a un acto atroz de usurpación judicial”.

Estos conservadores están enfrascados en una guerra cultural que lleva décadas librándose sobre los temas surgidos de la revolución sexual, y la mayoría de los analistas conservadores que he leído en los últimos días están decididos a seguir librando esa guerra.

Yo me sitúo a la izquierda de la gente que he descrito en casi todas estas cuestiones sociales. Sin embargo, confío en que me vean como un amigo y admirador. Y desde esa posición privilegiada, yo me limitaría a pedirles que se planteasen un cambio de rumbo.

Que se planteasen dejar de lado, en el clima actual, la guerra cultural que orbita alrededor de la revolución sexual. Dejar de lado una guerra cultural que ha propiciado que buena parte de tres generaciones no sienta ningún tipo de apego por la religión o las creencias. Dejar de lado un esfuerzo que ha supuesto un desastre en lo que concierne a la comunicación, y ha reducido una fe rica, compleja y hermosa a una obsesión pública por el sexo. Dejar de lado una guerra cultural que, al menos a corto plazo, están destinados a perder.

Que se planteasen una guerra cultural diferente, una igual de importante para su fe y con un ejemplo persuasivo mucho más poderoso.

Vivimos en una sociedad asediada por un cambio informe y radical, donde los vínculos, las estructuras sociales y los compromisos se tensan y se rompen. Millones de niños viven en unas condiciones inestables y abrumadoras. Muchas comunidades han sufrido una pérdida de capital social. Muchos jóvenes crecen en un contexto sexual y social que se ha vuelto bárbaro porque no hay normas comunes. Muchos adultos anhelan unas vidas regidas por el bien y la relevancia, pero carecen del vocabulario espiritual con el que reflexionar.

Los conservadores sociales podrían ser las personas que ayudasen a revigorizar, a unir de nuevo los tendones de la sociedad. Ellos ya se adhieren a una fe construida sobre el amor desinteresado, y pueden servir de ejemplo de compromiso. Poseen el vocabulario para distinguir el bien del mal, lo que dignifica y lo que envilece. Ellos ya pagan el diezmo a los pobres y ofrecen consuelo a los abandonados, aunque lo hagan en privado.

El rasgo definitorio del conservadurismo social podría ser el siguiente: ser las personas que van a zonas desamparadas y crean organizaciones para ayudar a formar familias estables. Ser las personas que construyen instituciones comunitarias en lugares donde escasean. Ser las personas que pueden ayudarnos a comprender que el desempleo y la pobreza espiritual se alimentan mutuamente. Ser las personas que nos hablan de los elementos trascendentes de la vida cotidiana.

Esa guerra cultural tiene más de Albert Schweitzer y Dorothy Day que de Jerry Falwell y Franklin Graham; más de Ejército de Salvación que de Mayoría Moral. Está haciendo en público, con gran determinación, lo que los conservadores sociales ya hacen en privado.

No espero que los conservadores sociales cambien su postura sobre el sexo, y es evidente que las disputas sobre la definición del matrimonio tienen como objetivo reparar la sociedad. Sin embargo, la revolución sexual no tocará a su fin a corto plazo. La lucha más práctica consiste en reparar una sociedad fragmentada, despiadada e inhóspita. Los conservadores sociales están bien equipados para reparar ese tejido, para ser mensajeros de amor, dignidad, compromiso, comunión y gracia.

 

La niña que desafió a un predicador “homófobo” con una bandera del arcoíris

BBC.COM

Fueron muchos los que el pasado fin de semana celebraron en Estados Unidos la decisión de la Corte Suprema de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país.

Zea se situó frente al hombre en silencio sosteniendo una bandera multicolor que representa a la comunidad LGBT

Zea se situó frente al hombre en silencio sosteniendo una bandera multicolor que representa a la comunidad LGBT. (Foto cortesía de Ryan Bowling)

La noticia no fue bien recibida por grupos conservadores, que consideran que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer.

Ese es el caso de un predicador cristiano que acudió hace unos días a un evento en el que participaron miembros de la comunidad LGBT -que incluye a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales- en la ciudad de Columbus, en Ohio (noreste de EE.UU.).

Acompañado por un individuo que portaba un letrero en el que se leía “Jesús salva del infierno”, el hombre se dedicó a lanzar mensajes religiosos en contra de los gays y lesbianas, dirigidos a los asistentes a la celebración.

Lo que no esperaba el predicador es que fuera una niña de siete años la que le plantara cara por sus comentarios, que fueron calificados de “homófobos” por los presentes.

Lo único que la pequeña Zea hizo fue situarse frente al hombre en silencio sosteniendo la bandera del arcoíris que representa a la comunidad LGBT.

“Este mundo te dará angustia, te dará divorcio, de dará dolor. Jesucristo viene a redimir a la gente de este mundo”, gritaba el hombre, sin que la niña se inmutara.

La escena fue grabada por el padre de la pequeña, Ryan Bowling, quien colgó las imágenes en internet en la página de videos YouTube, que han sido compartidas en las redes sociales por miles de personas en las últimas horas.

Lea: Corte Suprema de EE.UU. declara legal el matrimonio homosexual en todo el país

“El amor gana”

Muchos celebraron en Estados Unidos la decisión de la Corte Suprema de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Muchos celebraron en Estados Unidos la decisión de la Corte Suprema de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Según le explicó Bowling a BBC Mundo, él y su familia estaban haciendo de voluntarios en el Festival de la Comunidad celebrado el pasado sábado en Columbus, cuando apareció el predicador con sus consignas en contra de los gays.

El hombre, según Bowling, rebajó el tono de lo que estaba diciendo cuando su hija se le acercó, aunque no dejó de gritar.

La niña, en cambio, se quedó mirándolo sosteniendo la bandera, mientras algunos de los que presenciaban la escena la felicitaban por plantar cara al predicador, que no ha sido identificado.

“Estábamos muy contentos con la decisión de la Corte Suprema y con el hecho de que nuestra hija pudiera ser parte de las celebraciones”, le explicó Bowling a BBC Mundo.

“Mi familia acude a menudo eventos sobre igualdad y donamos dinero a organizaciones que promueven esas causas cuando podemos”.

Según Bowling, el mensaje de la imagen de su hija frente al predicador es que “el amor gana”.

La fama de la pequeña Zea ha llegado hasta el punto de que se han empezado a fabricar camisetas con la foto de la niña con la bandera.

Parte de los beneficios que se obtengan con su venta irán a parar a una organización sin ánimo de lucro.

Nuestras bodas, nuestra dignidad

El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha dictaminado en favor del matrimonio homosexual porque hay que tener ‘la misma dignidad ante la ley’. Tienen el mismo derecho que los demás a celebrarlo con alegría y con una tarta

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Hasta qué punto la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre el matrimonio homosexual va a cambiar nuestros sentimientos respecto a nuestro país y respecto a nosotros mismos?

No puedo generalizar. Pero sí puedo hablar en nombre de un niño de 12 años.Es un chico que destaca entre sus hermanos porque le falta el optimismo que tienen ellos, incluso su facilidad para sonreír. Tiene una melancolía que no poseen los demás. Siempre está pensativo, huraño. Cohibido. Nunca está a gusto consigo mismo. Quizá sea genético, quizá no. Se ha dado cuenta de que lo que le acelera el corazón no son las chicas sino otros chicos, y es una sensación solitaria, aterradora e intensa.

No sabe qué hacer. Sabe que habrá insultos, porque conoce todos los chistes llenos de prejuicios y los comentarios crueles que hace la gente, a veces sin darse cuenta. Le gustaría tener la seguridad de que que no habrá desprecio ni repugnancia, pero no tiene motivos para confiar.

Puedo hablar por un chico de 16 años. Sabe cómo se llama lo que es —gay, homosexual, o algo peor, según quién hable—, pero no sabe lo que eso va a significar. Una tarde, en un centro comercial, se separa a escondidas de sus amigos y entra en una librería. Busca algo que aplaque sus temores.

Encuentra un estudio sobre “ser gay en Estados Unidos” que se titula Afectos alienados. La expresión le inquieta. Parece un diagnóstico o un mal presagio. Para comprenderla mejor, pasa a toda velocidad las páginas, vigilando para asegurarse de que no le ve nadie y con el oído atento a cualquiera que se aproxime.

Su valor le dura poco; solo le da tiempo a ver una referencia a las drag queens, una explicación de qué es el bondage y una investigación sobre el erotismo homosexual entre los presos.

¿Esas son sus opciones? ¿Plumas, cadenas o la cárcel? Le llama la atención en especial el título de un capítulo: “Más allá de la alegría y la tristeza: las miserias cotidianas”. ¿Tristeza? ¿Miserias?

No está seguro de tener ganas ni fuerza para afrontarlo. Cierra el libro y, con él, un pedazo de su corazón.

Puedo hablar por un universitario de 20 años. Se ha abierto a su familia y a muchos amigos, no porque sea especialmente valiente, sino porque ser sincero causa menos tensión y exige menos esfuerzo que guardar secretos. Y porque quiere conocer a hombres cono él, relacionarse, tal vez incluso enamorarse.

Hasta ahora, no ha pagado ningún precio terrible. Su familia no acaba de comprenderle, pero lo intenta. Por cada amigo que se ha alejado, hay otro que se acerca.

El alivio es inmenso.

Sin embargo, le gustaría poder ser sincero sin tener que ponerse una etiqueta, incluirse en una categoría, sin que le apliquen siempre un adjetivo que le recuerda que no es “normal”.

Como se lo recuerdan las leyes que, en muchas partes de su país, prohíben que dos hombres o dos mujeres mantengan relaciones sexuales y permiten que los despidan por su forma de enamorarse. En el debate público, se lo recuerda el propio lenguaje, cuando se felicita a alguna persona por su “tolerancia” con los gays y las lesbianas.

Tiene que explicar constantemente que no ha escogido este camino, que no es una declaración de intenciones ni un capricho, que ni lo hace por gusto ni lo lamenta, sino que está ahí, una parte esencial, eterna. Y la explicación le agota.

Puedo hablar por un hombre de 30 años que vive en una casa con otro hombre de su edad. Son una pareja. La casa, de ladrillo rojo, tiene una valla blanca de madera rodea que impide que se escape su pastor alemán. El hombre y su pareja no han hablado nunca de tener hijos, porque habría que tomar medidas muy complicadas y porque a la mayoría de la gente no le parece bien. Nunca se han abrazado en el jardín, no se han besado delante de una ventana, porque ¿qué pensarían los vecinos?

Y, aunque no da importancia a esos detalles, que le parecen pequeñas incomodidades, estar tan pendiente de todo eso tiene un precio. Es otra forma de volver a sentirse cohibido. Lo que de verdad le gustaría es que le juzgaran solo por su talento, por las virtudes que tiene y las que le faltan. Que le miraran como a cualquier otra persona.

Puedo hablar por un hombre de 45 años que ve asombrado y agradecido los cambios a su alrededor. Aunque no planea tener hijos —a estas alturas ya tiene pocas energías y demasiadas manías—, ve que muchas parejas de gays y lesbianas están formando familias. En algunos sitios, ya son indistinguibles de los demás.

Pero todavía hay otros sitios en los que no, y todavía hay demasiada libertad para los extremistas religiosos que dicen que las personas como él son despreciables, malvadas, impías. En algunos países, no se limitan a hablar. Matan. En el país de este hombre, no llegan tan lejos y cada vez son más minoritarios, pero son osados e insolentes y están consentidos. Él se pregunta cuándo empezará a haber menos indulgencia. Ya va siendo hora.

En 2015, el último viernes de un mes que se asocia a las bodas y al orgullo gay, llega la ruptura.

Después de varios años extraordinarios en los que el matrimonio entre personas del mismo sexo se ha ido legalizando en un estado detrás de otro, el Tribunal Supremo dictamina que deben hacerlo todos, porque lo exige la Constitución y se trata de tener “igual dignidad ante la ley”, escribe el juez Anthony Kennedy.

Puedo hablar por un hombre de 50 años que soñaba con esto pero aún no acaba de creérselo, porque cuando era joven parecía imposible y luego improbable, y porque ahora todo va a ser distinto.

Mañana, el chico de 12 años no sentirá la misma aprensión que el de entonces. Mañana, el chico de 16 años tendrá menos probabilidades de encontrarse con los tristes estereotipos sobre lo que significa ser gay o lesbiana.

El de 20, el de 30 y el de 45 no tendrán que dar tantas explicaciones ni pedir tantas disculpas, ni estarán tan dispuestos a aceptar límites. No habrá los mismos límites.

Y eso es así porque la decisión del Tribunal Supremo no habla solo de bodas. Habla de dignidad. Desde la instancia más alta del país, con las voces más autorizadas, la mayoría de los magistrados que la componen han dicho a una minoría de estadounidenses que son normales y que tienen el mismo derecho que los demás a celebrarlo con alegría y con una tarta.

Frank Bruni es columnista y editorialista de The New York Times.
© The New York Times
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

Júbilo entre la comunidad gay de Estados Unidos

WASHINGTON La alegría era incontenible entre la comunidad gay de Estados Unidos. San Francisco, la ciudad que hace una década allanó el camino para la aprobación de los matrimonios gay en Estados Unidos, explotó ayer de júbilo tras el respaldo del Tribunal Supremo a las uniones de personas del mismo sexo en todo el país. Poco después de que se conociese el fallo que legaliza el matrimonio homosexual en los cincuenta estados, una enorme bandera con el arcoíris que simboliza el matrimonio gay ondeaba en la entrada del Ayuntamiento de la ciudad.

Fue precisamente allí donde, a principios del 2004, con la bendición del entonces alcalde Gavin Newson y la mirada atenta del resto de estadounidenses, 4.000 parejas del mismo sexo contrajeron matrimonio. Las pioneras fueron Phyllis Lyon y Del Martin, una pareja de ancianas lesbianas juntas desde hacía 51 años. El Tribunal Supremo de California declararía ilegales aquellas uniones tan solo unos meses después, pero el ejemplo de San Francisco impulsó iniciativas similares en otros estados y condujo, a la histórica decisión del máximo tribunal estadounidense. – Efe

Fiesta en el corazón del movimiento homosexual estadounidense

INTERNACIONAL Luz verde al matrimonio gay en Estados Unidos

  • Una larga cola a las puertas del bar The Stonewall Inn fue el preludio de la celebración; allí se gestó el orgullo gay

  • Al caer la noche, una marcha convocada para celebrar la jornada llegó hasta el bar donde la Historia daba sus primeros pasos

 

El verde y pequeño Christoper Park fue testigo de la gran fiesta que se organizó alrededor de la taberna The Stonewall Inn, en el corazón de Greenwich Village (Nueva York), para celebrar la decisión del Tribunal Supremo de legalizar el matrimonio de parejas del mismo sexo en todo el país. “Nunca creí que vería algo así en vida”, exclamaba Phen Wong, que vive a dos manzanas del icónico bar, con una bandera con el símbolo = en la mano.

Junto a su marido Paul Sturm, con el que se caso hace tres años en cuanto Nueva York legalizó el matrimonio gay -llevan juntos 28-, destaca que “por fin todos tienen derecho al matrimonio sin distinción. Ahora hay que ver cómo afecta a los países de alrededor”, remarca mientras intenta hacerse una foto a las puertas de la taberna. La pareja es cliente habitual de The Stonewall Inn, cuyas dos plantas se llenaron el viernes desde primera hora de la tarde, y conocen bien la historia sobre lo ocurrido el 28 de junio de 1969; aunque cuando se instalaron en el barrio era una tienda de ‘bagels’.

Los altercados con la policía en la taberna originaria, que se había convertido en centro de reunión de gay y lesbianas, eran frecuentes a finales de los años 60, cuando estaba prohibido servir alcohol a los gays o que bailasen unos con otros. Pero aquél día de 1969, propietarios y clientes se enfrentaron a la policía y los disturbiosse prolongaron varias jornadas. Nacía el movimiento por los derechos de LGBT y el orgullo gay.

La larga cola a las puertas del The StoneWall Inn -para entrar en el local y para hacerse una foto ante el luminoso-, no parecía importarle a nadie. La neoyorquina Kelly Norris esperaba su turno junto a su mujer, con la que se casó hace menos de un año, y un amigo. “Me siento genial. Esta decisión hace que otra gente pueda expresar su amor como hicimos nosotras”, explica haciendo hincapié en lo diferente que es para las nuevas generaciones en comparación con la lucha de hace medio siglo.

El matrimonio formado por Paul Sturm y Phen Wong

El matrimonio formado por Paul Sturm y Phen Wong. EL MUNDO

Para los veteranos, la legalización del matrimonio gay es un triunfo histórico en la batalla por la igualdad. A unos metros de la taberna, la actriz Lea DeLaria -que interpreta a Big Boo en la serie ‘Orange is the new black’- subrayó el orgullo que siente por pertenecer al movimiento LGBT. “Esto es lo que significa el orgullo gay. Estamos cambiando el mundo una vez más “, dijo ante varios centenares de personas desde un escenario improvisado horas antes para festejar la decisión de la Corte.

DeLaria, que declaró ser “lesbiana profesional desde 1982, antes era ‘freelance'”, pidió al público que corease una máxima del movimiento “rechazo ser invisible”. El consejero delegado de GMHC (Gay Men’s Heal Crisis), Kelsey Louie, señaló que la “comunidad es imparable cuando marchamos juntos” e hizo un llamamiento para seguir combatiendo el VIH. Una batalla que sigue vigente hoy.

Cuando cayó la noche, una marcha convocada para celebrar este día histórico llegó a las puertas de The StoneWall Inn. Al epicentro el movimiento LGBT y donde este domingo se volverán a dar cita miles de personas durante la celebración del desfile del Orgullo Gay.