Hollande renuncia a nombrar un embajador gay en el Vaticano

El presidente francés envía a Stefanini a la Unesco al no recibir el plácet del Papa tras divulgarse su condición de homosexual

Laurent Stefanini

Laurent Stefanini.

Francisco ha sido más testarudo que François. El Papa ha ganado el pulso diplomático entablado por Hollande. Francia no tendrá embajador gay en el Vaticano. Laurent Stefanini, el candidato abiertamente homosexual designado en enero de 2015 por el Elíseo, ha sido nombrado finalmente representante oficial de París ante la Unesco. La Santa Sede dio la callada por respuesta. Nunca otorgó el plácet a esta víctima colateral de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo por la izquierda gala que tanto escoció en la Curia romana. Al cabo de quince meses de silencio catedralicio, el poder socialista se ha rendido a la evidencia.

De 56 años, soltero y sin hijos, Stefanini era el jefe de protocolo de la Presidencia francesa. Católico practicante, ejerció de consejero para asuntos religiosos en el Quai de Orsay, el palacete que alberga el Ministerio de Asuntos Exteriores. Entre 2001 y 2005 fue el número 2 de la Villa Bonaparte, sede de la embajada francesa en el Vaticano, donde dejó un grato recuerdo. Hasta fue condecorado con la orden de San Gregorio el Grande por el papa Juan Pablo II en persona. Bendecido por el cardenal Jean-Louis Vingt-Trois, arzobispo de París, parecía el aspirante idóneo cuando fue nombrado por el Consejo de Ministros el 5 de enero de 2015. «Es uno de nuestros mejores diplomáticos y reúne todas las cualidades requeridas para el puesto», pregonó Hollande.

Pero almas poco caritativas abrieron la puerta del armario a este homosexual notorio pero discreto. Ludovine de la Rochère, presidenta de ‘La Manifa para Todos’, hizo saber al nuncio apostólico en París que ese movimiento católico militante contra las bodas gay se oponía al nombramiento por su orientación sexual. El papa Francisco guardó silencio. En el Vaticano, el que calla no otorga. En el codificado lenguaje pontificio, la ausencia de respuesta equivale a negativa del necesario plácet.

El examen más difícil

Hace ahora un año, en abril de 2015, el Santo Padre recibió en discreta audiencia a Stefanini en la residencia de Santa Marta. La entrevista duró cerca de tres cuartos de hora. «Fue el examen oral más difícil de mi vida», confió el candidato a un amigo. A iniciativa de Francisco, los dos hombres rezaron juntos, revela el periodista francés Vincent Jauvert en el libro ‘La cara oculta del Quai de Orsay’. Luego el Papa le dijo que iba a seguir reflexionando. «Confiemos en San Antonio», añadió. El santo de devoción casamentera no obró el milagro con el apóstol del matrimonio homosexual. Según el semanario ‘Le Canard Enchaîné’, el Sumo Pontífice le explicó que no tenía nada en su contra pero que «no había apreciado ni las bodas para todos ni los métodos del Elíseo que intentó forzarle la mano».

Stefanini ha sido nombrado embajador de Francia en la Unesco, con sede en París. La embajada francesa en el Vaticano sigue vacante desde el 1 de marzo de 2014. La representación es ejercida en funciones por François-Xavier Tillette, segundo consejero en la Villa Bonaparte. La difícil misión le ha valido ser distinguido como caballero de la Legión de Honor en la promoción del 1 de enero de 2016.

El Elíseo no ha difundido el nombre del nuevo aspirante a embajador en la Santa Sede. Según el diario ‘Le Figaro’, el elegido es Philippe Zeller, con experiencia en Canadá, Marruecos, Hungría, Indonesia y Timor Oriental. Tiene 63 años, está casado, es padre de dos hijos y abuelo de un nieto. Y heterosexual. Un candidato como Dios manda.

 

MADRID: Denuncian una agresión homófoba en el Metro

Metro asegura haber abierto una investigación interna

metro madrid

Un joven gay de 27 años sufrió una agresión, insultos y vejaciones por parte de un empleado de seguridad del Metro de Madrid el pasado tres de abril, según consta en la denuncia que interpuso tras los hechos en la comisaría del distrito Latina de la Policía Nacional a la que ha tenido acceso este diario. Con esta última son ya 47 las agresiones homófobas registradas en la Comunidad por el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia y la asociación Arcópoli.El suceso se produjo en torno a las 16.00 horas en la estación Puerta del Ángel del suburbano madrileño cuando el presunto agredido pedía “la voluntad” a cambio de ramos de romero a las puertas del metro. El joven se encontraba comiendo unas fresas en las escaleras exteriores, motivo por el que vigilante le instó a marcharse del lugar. Ante la negativa de este, y siempre según el escrito de denuncia, el trabajador del Metro le dijo frases denigrantes como “llevas las uñas y los ojos pintados, eres un maricón” o “¿por qué no me chupas la polla?”, a la vez que propinaba patadas a las pertenencias del joven.Tras un intercambio de empujones, el vigilante, ayudado por otro compañero, le introdujo en el interior de la estación, y allí ambos le agredieron con sus “armas de defensa”, además de engrilletarle. Según consta en el parte de lesiones, la presunta víctima presentaba hematomas en ambas manos, en la pierna derecha y en el tórax e hinchazón en la frente.Desde Metro de Madrid señalan que han abierto una investigación interna para aclarar los hechos y que en caso de que se demostrara un comportamiento homófobo instarán a la empresa de seguridad contratada a que despida al vigilante. En todo caso, explican que la versión de los trabajadores del suburbano difiere de la del joven e indican que este les había agredido antes, por lo que ambos vigilantes denunciaron a su vez al joven ante la Policía.

Hollande pierde su pulso al Vaticano por el rechazo a un embajador gay

París retira a su nominado para la Santa Sede tras 15 meses de tenso silencio del Papa

Laurent Stefanini, el pasado 10 de abril, en el Elíseo

Laurent Stefanini, el pasado 10 de abril, en el Elíseo. Alain Jocard AFP

Las declaraciones de respeto a los homosexuales por parte del papa Francisco han sido claves para forjar su imagen de apertura y reformismo en la Curia romana, pero los hechos van por otro lado. El presidente francés, François Hollande, ha tenido que retirar su propuesta de nombrar a Laurent Stefanini embajador ante el Vaticano, que con su silencio durante 15 meses ha dejado claro a gritos que no le da su plácet porque es gay. Rechazado en Roma, Stefanini será a partir del próximo 25 el nuevo embajador de Francia en la Unesco.

Stefanini, de 56 años, era el candidato que, sobre el papel, tenía todas las cualidades para ser un perfecto embajador ante el papa Francisco. Formado en la Escuela Nacional de Administración, donde estudian las élites francesas, este católico practicante se encargó de los asuntos religiosos en el Ministerio de Exteriores y luego fue número dos en la embajada de Francia en el Vaticano entre 2001 y 2005, cuando fue condecorado con la orden de San Gregorio el Grande, una de las más altas distinciones papales. Después, ha sido jefe de protocolo en el Elíseo con los presidentes Nicolas Sarkozy y Hollande.

En enero del año pasado, París hizo pública su nominación. Mientras se esperaba el plácet vaticano, se publicó que era gay, a la vez que se recordaban algunas declaraciones del actual Pontífice. “¿Quién soy yo para juzgar a un homosexual que busca al Señor con buena voluntad?”, había dicho en 2013. Pero las semanas transcurrían sin respuesta a París por parte del Vaticano, donde sí se estaba juzgando la idoneidad de Stefanini.

Pasados tres meses, el silencio vaticano ya se había convertido en un embrollo. El portavoz del gobierno francés, Stéphane Le Foll, explicó en abril la doctrina oficial al respecto tantas veces repetida estos meses: “Esa sigue siendo la propuesta francesa. El Gobierno cree que es el mejor candidato”.

En junio, Stefanini fue llamado a Roma para un encuentro personal con el Papa. Nada trascendió de la entrevista, salvo que el pulso continuaba. En contra del plácet, la condición sexual del candidato y la ley de matrimonio homosexual de Hollande, calificada en su día de “derrota para la humanidad” por el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin. Roma no movía ficha pese a que intercedieron a favor de Stefanini dos significados prelados católicos: el cardenal camarlengo Jean-Louis Touran, el más alto cargo francés en la Santa Sede, y el obispo auxiliar de París, André Vingt-Trois.

Pasados 15 meses de soterrada batalla, el Elíseo ha tirado la toalla ante la Santa Sede. Hollande acaba de nombrar a Stefanini para la Unesco a propuesta oficial de su jefe de Gobierno y del ministro de Exteriores. El rodillo vaticano no tenía el más mínimo indicio de ceder.

La historia se repite y Hollande conocía el precedente. En 2007, Sarkozy designó candidato a embajador ante el Vaticano a Jean-Loup Kuhn-Delforge. La Santa Sede lo rechazó tras un año de silencio por ser gay. El supuesto argumento del rechazo era que el aspirante tenía una pareja estable y que ambos aparecían juntos en los actos oficiales. Esta vez no valía ni eso. Stefanini es soltero.

Pese a semejante golpe, el Gobierno francés ha preferido hasta ahora guardar también silencio. Ni siquiera ha querido difundir el nombre del nuevo aspirante al puesto vaticano, vacío ya hace más de un año, aunque Exteriores niega que sea por temor a un nuevo rechazo.

La Primavera Árabe también fue rosa

  • La saga Primavera rosa presenta su nuevo documental centrado en México, donde se cometen 64 asesinatos contra la población LGTB al año

  • Las películas buscan analizar la problemática en un país por cada continente: primero fue Túnez, después Rusia, México y ahora empiezan a rodar en Brasil

  • Hablamos con Mario de la Torre, cabeza de proyecto y cineasta que estuvo nominado a los premios Goya por su compromiso por el respeto de los derechos humanos

Mapa de la Primavera Rosa

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No todas las Primaveras que se vivieron en Túnez son reconocidas. Tampoco tuvieron un solo color: entre el rojo de la sangre derramada por el régimen y el negro de las expectativas de cambio frustradas, se deja entrever el rosa. Los medios de comunicación occidentales narraban la mayor revuelta de los países oprimidos de Oriente Medio sin rascar la corteza. Detrás de los cantares heroicos que les dedicaban al otro lado del Mediterráneo, los nuevos gobiernos se radicalizaban aún más en la violación de los Derechos Humanos.

Los amigos árabes del cineasta Mario de la Torre le invitaron a investigar lo que ellos callaban por culpa de una mordaza maquillada en Occidente. Las minorías sexuales no solo estaban lejos de vivir en democracia -como el resto del país-, sino que fueron específicamente demonizadas por los islamistas. De ese acercamiento nació el documental Hacia una Primavera Rosa. El conocimiento de las penas de muerte en contra de los homosexuales o las violaciones “correctivas” a las lesbianas provocó un sentimiento de empatía en otros países donde la realidad es poco más alentadora.

La cinta de 19 minutos ambientada en Túnez saltó de su microcosmos hasta convertirse en una plataforma global de apoyo a la libertad sexual y visualización de las víctimas LGTB. La Primavera rosa recoge ese grito democrático para concienciar sobre la brutalidad de los crímenes de odio, pero también sobre la lucha de este colectivo por “llevar una vida normal, sin más derechos ni menos”. De la Torre comenzó a imaginar este proyecto como una radiografía de la situación particular de cada país. Primero en Túnez, paralelo a las ansias de democracia; después en Rusia, donde son víctimas de la cruzada del kremlin; y por último en México, cuyo resultado se presentó en el marco de la Semana del Corto de Madrid.

El equipo está trabajando ya en una cuarta entrega que se rodará en Brasil y que busca financiación vía crowdfunding en la plataforma goteo. “Detrás de esa imagen abierta y positiva se esconde una realidad muy cruel. Cada 48 horas es asesinado un miembro de la comunidad LGTB y el 70% de los casos quedan impunes”. Su intención a largo plazo, nos desvela el director, es regresar a España para analizar la escalada de homofobia en los institutos.

Ese es el fin último de La Primavera rosa: crear un apoyo para los jóvenes que estén descubriendo su sexualidad y naturalizar el proceso en su entorno. Para ello han desarrollado dos formatos en colaboración con la Comunidad de Madrid, Amnistía Internacional y la Universidad Rey Juan Carlos, entre otros. El primero es un mapa interactivo que busca acotar la brecha geográfica y crear un mosaico de testimonios. El segundo es lo que llaman un documentarybook, una suerte de inventario del material extra que no encontró un sitio en los documentales.

Hechas las presentaciones, acompañamos a Mario de la Torre en un viaje de Primaveras, cárceles para homosexuales, palizas en la calle y cunetas repletas de cuerpos sin reclamar. Pero también por un recorrido que reúne culturas variopintas y casos particulares bajo una misma bandera de siete colores.

Primera parada: Túnez, el Invierno Árabe

Tras las revueltas y la huida del presidente Ben Alí, se celebró en el seno de la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU una sesión a favor de la comunidad LGTB mundial. Los miembros de la Liga Islámica abandonaron en masa el pleno y afirmaron que esos derechos no pertenecían a la identidad cultural islámica ni lo harían nunca. El nuevo ministro de Justicia y Derechos Humanos, Samir Dilou, confirmó que no tenía ninguna intención de derogar el artículo 230 del Código Penal, que identifica a los homosexuales con los pederastas. “Fue un tremendo varapalo para la población, les llevó incluso a pensar que estarían mejor bajo el régimen anterior”, nos cuenta De la Torre.

“Os digo que esto es un invierno árabe, todavía espero que llegue la primavera. La revolución no ha terminado”, lamenta un joven anónimo de 18 años en el documental.  Encontrar los testimonios de  Hacia una primavera rosa fue una prueba de obstáculos para el director, pues las ONG tunecinas son ilegales y están vetadas en los espacios públicos. “Tuve que rodar casi todos los testimonios a contraluz para que no sufriesen represalias”, nos revela su artífice.

Segunda parada: la Rusia ortodoxa

Si el rodaje en Túnez tuvo que ser clandestino para proteger la identidad de sus entrevistados, lo que vivió Mario de la Torre en Rusia fue bastante peor. “Antes de viajar a Moscú recibí una amenaza de muerte por parte de un foro neonazi”, nos cuenta el cineasta. El principal desafío de este país radica en estos grupos ultraderechistas y en la iglesia ortodoxa, “que acuden a las manifestaciones a reventarlas, en el sentido literal”

Además, los chicos y chicas homosexuales se han visto obligados a tomar clases de entrenamiento personal contra armas blancas. “Si alguien se entera de que los gimnasios forman al colectivo LGTB, el gobierno podría llegar a cerrar estos negocios amparándose en sus estatutos homófobos”. De la Torre se refiere a la  Ley contra la propaganda homosexual, que se justifica en la protección de los niños ante las “relaciones sexuales no convencionales”, como les gusta calificarlas. El punto maquiavélico de este eufemismo es que engloba desde la homosexualidad hasta la pederastia.

“El caso de Rusia es curioso porque no estaban acostumbrados a la bandera gay, que siempre habían relacionado con la cultura homosexual de Occidente”. Pronto, los siete colores pasaron de ser un símbolo desconocido a convertirse en un signo de odio. De hecho, cuando Obama reclamó en público que se derogaran las leyes anti LGTB rusas, el colectivo se retorció. “Pidieron que ningún líder político occidental (y menos el de EE.UU) se pronunciase a su favor, porque así solo conseguían demonizar aún más a la población LGTB”.

Tercera parada: México, récord en asesinatos

“Habría que colgar a los afeminados y a los maricones”, ataca una mujer vestida de blanco impoluto a la salida de una iglesia del DF. Las palabras de esta católica son ley en México, país que ocupa el segundo puesto en la tasa de homicidios cometidos contra el colectivo LGTBI. Los datos que llegan desde el otro lado del Atlántico son escalofriantes: el 68% de los familiares de los asesinados no reclaman su cuerpo por vergüenza, así que las cunetas del país amanecen repletas de homosexuales y transexuales decapitados o torturados.

México es el paradigma de la contradicción. Por un lado están aprobando un amplio paquete de leyes en defensa del colectivo, pero que no llega a tener un impacto real sobre la sociedad. El peligro en este caso, además, trasciende al ámbito político. “Hay una purga muy selectiva”. No es solo una forma de esquilmar a la población activista LGTB, sino también una manera de dar una llamada de atención desde los puestos de poder.

El asesinato de Gari Bastilda es uno de los principales pilares del documental para reflejar esta dualidad de la política y el acoso. Bastilda fue la primera mujer transexual en ocupar un cargo en el DF, desde el que impulsó la creación de un departamento específico para la protección de la población LGTB. “Su cuerpo fue encontrado en 2013 envuelto en una manta y con 48 puñaladas”, recuerda Mario.

Condenan a Colombia por negar pensión a una pareja del mismo sexo

La Corte Interamericana de Derechos Humanos le ordena al Estado indemnizar a un hombre discriminado por su orientación sexual

La semana pasada, la Corte Constitucional reconoció el derecho al matrimonio en parejas del mismo sexo

La semana pasada, la Corte Constitucional reconoció el derecho al matrimonio en parejas del mismo sexo. Mauricio Dueñas/Colombia Diversa

Crecí con dos madres y así ha sido mi infancia

En mi familia nunca me faltó el afecto, pero la sociedad está lejos de normalizar una situación como la mía

adolescente con dos madres

Uno de mis primeros recuerdos se remonta a una de las casas de acogida en la que viví hasta los cinco años. Me dijeron: “Tus padres de adopción vendrán a por ti dentro de quince días”. Llegó el día y yo, ansioso, pasé todo el día asomado a la ventana, esperándolos.

Pero ese día no pudieron recogerme y me llevé un chasco. Mis compañeros en la casa de acogida, al verme llorar, quisieron calmarme, pero un cuidador se lo impidió: “Dejad que llore, no le consoléis”.

Por suerte, aunque mis padres de adopción no pudieron recogerme el día acordado, lo hicieron unos días más tarde y finalmente me trajeron desde Brasil, mi país de nacimiento, hasta España.

Durante mis tres primeros años en España viví con mi padre y con mi madre. Pero ellos se separaron y empecé a vivir con mi madre y su nueva pareja: una de sus amigas de la infancia.

A los ocho años, pues, ya estaban sentadas dos situaciones que determinarían mis años siguientes: mi condición de adoptado y mi crecimiento en el seno de una familia homoparental.

Y os voy a adelantar una cosa: ahora, con 18 años, puedo afirmar que en ningún momento me faltó afecto en mi familia. Si atravesé problemas, que los tuve, se derivaron de la falta de normalización por parte de la sociedad de mis situaciones personales.

Últimamente he acudido a algunos encuentros de niños adoptados. En ellos he encontrado una comprensión que jamás había sentido antes. La adopción, por lo general, suele tener unas connotaciones negativas, se bromea con ella, y aunque parezca algo inocente, eso es algo que deberíamos evitar.

Cuando hablo con niños adoptados, por ejemplo, les digo que Supermán y Batman -aunque ahora el cine los haya puesto a pelear- fueron adoptados, y que eso nos emparenta con los superhéroes.

La adopción a veces también se asocia con algunas dificultades relacionadas con el apego, en parte debidas a la deshumanización en los centros de acogida. Ya he hablado de eso al referirme a la crueldad de uno de mis cuidadores: aunque no seamos conscientes, si somos crueles con los demás, podemos causarnos un daño duradero. Deberíamos tratar a las personas con respeto y construir entornos más humanos.

Foto de infancia con una de mis madres

Foto de infancia con una de mis madres

Y creo que las familias homoparentales están aún menos normalizadas. En la comunicación social predomina, casi sin competencia, la imagen de la familia compuesta por un padre y una madre. Y mejor ni hablemos de los libros escolares, donde falta mucho camino para adaptar el material escolar a las nuevas realidades familiares.

La inexistencia de otros modelos de familia hace que los niños de familias homoparentales crezcan preguntándose: ¿Qué le pasa a mi familia?

Reconozco que en el colegio nadie me hostigó por tener dos madres. Eso sí, reinaba un silencio que tampoco era muy natural. Hasta los profesores parecían incómodos con el asunto, como si afrontaran algo impronunciable.

Esto me condujo a que, durante un tiempo, fuera contando que yo vivía con mi madre y con mi tía. Nadie me obligaba a hacerlo, pero no es fácil lidiar con esa situación: los chavales, al fin y al cabo, lo que más quieren es ser aceptados y no salirse de la norma.

Pero conforme más tratas de ocultarlo, más explicaciones estás obligado a dar. Ese ocultamiento es una sensación horrible, que genera mucha ira y mucha ansiedad. Se forma una bola en tu interior, un revoltijo que te lleva a vivir etapas verdaderamente complicadas, como cuando empecé a destrozar objetos en casa, para desesperación de mis madres.

Sencillamente, no tenía las herramientas para manejar mi situación y carecía del valor necesario para hablarlo abiertamente con mis madres.

Pero todo cambió cuando, en uno de los encuentros para niños adoptados -también voy a otros organizados por asociaciones de familias homoparentales-, una chica pronunció una frase que me sacudió: “¿A qué tienes tanto miedo?”.

Efectivamente, ¿por qué me daba miedo que la gente supiera que soy adoptado y que tengo dos madres? Le prometí que empezaría a contárselo a la gente. Y lo celebro, porque la primera reacción no pudo ser más divertida.

A finales del año pasado se lo confesé a mi mejor amigo -¡incuso se lo había ocultado a él!-, y me respondió entre carcajadas: “¿Acaso te crees que no lo sabía? ¡Pero si llevo años visitando tu casa!”. Yo también me reí y la liberación fue tremenda.

A partir de entonces se lo he ido contando a mis amigos más cercanos, más o menos con las siguientes palabras: “Mira, en los últimos años te he mentido. Lo siento mucho y confío en que comprendas que se debía a esto y aquello”. Siempre he encontrado apoyo.

Desde entonces, mis ataques de rabia se han disipado y me siento más seguro entre la gente. Es más, mis relaciones sentimentales también han crecido mucho: ya no arrastro mis problemas hacia aquellas personas que me quieren, como hacía antes, cuando mis secretos lo empañaban todo.

Y, por si alguien se lo pregunta, no tengo ningún problema con mi identidad sexual. De hecho, haber crecido con dos madres me ha beneficiado, porque, al contrario que mucha gente, he asumido que la homosexualidad es tan natural como cualquier otra opción.

Los problemas de los niños adoptados -esos pequeños superhéroes- y de los hijos de familias homoparentales no siempre son similares, al final dependen de cada uno, pero a partir de ahora haré lo posible para que no atraviesen los mismos problemas que yo.

Y, por supuesto, me gustaría que la sociedad les pusiera las cosas más fáciles: que visibilizara todas las opciones y que las asumiera con madurez. En resumen, que todos facilitáramos las cosas a unos niños que carecen de las herramientas para plantar cara a una sociedad que sutilmente nos encorseta y nos hace sentir miedo.

Texto redactado por Álvaro Llorca a partir de entrevistas con Claudio P.

La valla gay de Melilla

La valla gay de Melilla

La valla gay de Melilla

El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla (CETI) está prácticamente vacío. Los sirios llegan con cuentagotas y casi no se producen saltos en la valla fronteriza por parte de subsaharianos. Los vigilantes de seguridad se quejan de que no tienen apenas trabajo y bromean pidiendo a voz en grito: “¡Por favor, que haya alguna entrada masiva!”. Pero, cada noche, cerca de la pista deportiva comienza a oírse música de fiesta. Y poco a poco empiezan a salir internos de todos los rincones, entre risas y chácharas. De repente el CETI cobra vida con una avalancha de inmigrantes jóvenes, con ropajes coloridos y ansias de libertad.

Son los marroquíes solicitantes de asilo por su condición de homosexuales, que se han convertido en los últimos meses en el principal colectivo de refugiados del centro de inmigrantes. Algunos como Hassan, natural de Alhucemas, llegaron hace un par de días, y otros, como Fati, de Nador, llevan casi seis meses de reclusión.

Es impresionante ver cómo hacen piña y se protegen unos a otros. Tienen mucho miedo. Ninguno da su nombre ni origen reales, ni muestra su rostro. Excepto Driss El Arkoubi. Él ya estuvo nueve meses en Melilla entre 2013 y 2014. Tras sufrir unaviolenta violación por parte de cuatro agresores, cerca del paso fronterizo de Farhana, cruzó a Melilla para recibir asistencia médica y pedir protección internacional. Le denegaron el asilo. Fue expulsado y ahora ha vuelto con más señales de violencia en sus carnes y sin miedo a dar la cara.

Recuerda cómo entonces era el único marroquí demandante de asilo y las penurias que tuvo que pasar para hacerse oír. Ahora el CETI acoge a 73 magrebíes solicitantes de protección, la mayoría por su condición sexual. En el primer trimestre de 2016 se han recibido 45 solicitudes, una más que el año pasado. En conjunto, son 89 solicitudes de asilo en 15 meses. Y se espera seguir batiendo récords.

A pesar de que el Departamento de Estado de Estados Unidos, gran aliado de Marruecos, concluye que la persecución a los homosexuales en el reino alauí no es sistemática y que los casos de condena se derivan de “acciones imprudentes”[no persiguiéndose la orientación sexual que se practica “con discreción”], lo cierto es que cada vez son más las personas perseguidas y sancionadas en el país vecino. Desde las organizaciones sociales a ambos lados de la frontera advierten de que casos como el ocurrido hace unos días en Beni Melal -donde un tribunal condenaba a dos jóvenes homosexuales por “perversión”tras ser arrastrados desnudos por la calle y linchados pública y salvajemente- ponen en evidencia la represión que sufre el colectivo gay en Marruecos y propician la llegada a Melilla de más personas en busca de tolerancia y dignidad.

Un delito sobre el papel

Y es que el socio preferente de España y la Unión Europea considera la homosexualidad un delito desde 1972. El artículo 489 del Código Penal magrebí prevé para quienes “cometan actos lascivos o antinaturales con un individuo del mismo sexo”, penas de 6 meses a 3 años y multas de hasta 110 euros.

La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) y el colectivo Kif Kif (De igual a igual), denuncian que las instituciones persiguen a los gays y pretenden estigmatizarlos socialmente. E insisten en que desde la llegada al gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), de corte islamista, el discurso religioso se haradicalizado y que la persecución a los homosexuales es cada vez más férrea.

El Gobierno, presidido por el islamista Abdelilah Benkirane, ha calificado la homosexualidad como un “comportamiento innoble”que constituye “una provocación”y que no tiene en cuenta “los valores morales y doctrinales”de la sociedad magrebí. El Ministerio del Interior ya anunció su firme determinación por hacer frente a todas las actuaciones contrarias a los valores religiosos y morales que nutren el marco legal marroquí. En este sentido, la Policía realiza redadas y detenciones selectivas periódicamente a gays con la intención de atemorizarles o darles una lección, según denuncia Kif Kif.

Con el rostro cubierto, Abdú, de 22 años. Ha llegado a Melilla desde Oujda escapando de la homofobia

Con el rostro cubierto, Abdú, de 22 años. Ha llegado a Melilla desde Oujda escapando de la homofobia REPORTAJE GRÁFICO: JESÚS BLASCO DE AVELLANEDA

La gran mayoría de los homosexuales marroquíes acogidos en el CETI asegura haber sufrido abusos, siendo adolescentes o niños, por parte de familiares, vecinos, compañeros o profesores. Este último es el caso de Fati, de 28 años y natural de una aldea de la provincia de Nador.

Con tan sólo siete años, fue víctima de abusos y violaciones continuadas por parte de un profesor, que continuaron por parte de otros profesores y compañeros de colegio hasta los 11 años. Entonces comenzó a pintarse y a vestirse de mujer. Estudió peluquería y durante varios años trabajó en un salón de señoras. A pesar de no ser aceptado por su entorno y de tener que esconder su homosexualidad en público nunca se planteó dejar Marruecos. Hasta que un día un grupo de niñatos entró en la peluquería, le robó y le intentó prender fuego.

“Mi sueño no es ir a Europa, es escapar de Marruecos. Sólo quiero ser quien soy, y si tiene que ser lejos de mi país no me importa. Allí no soy nada, soy menos que nada. No soy libre, no puedo ser yo mismo. ¡Sólo quiero ser yo!”, grita desesperado. Rompe a llorar y cubriéndose el rostro entra al CETI con prisas, muy afectado.

Cuesta mucho sacarles del centro de inmigrantes. Sólo salen a la calle en grupo y sin alejarse apenas unos pasos de la puerta. Han cruzado la frontera de laintolerancia pero no se sienten seguros en Melilla. Tienen muy presente la imagen del joven Ibrahim, que hace unas semanas se alejó a dar una vuelta y comprar tabaco. Tuvo que ser hospitalizado después de que entre ocho personas le dieran una paliza para luego dos de ellos violarle y dejarle casi inconsciente.

El CETI está apartado del casco urbano. Situado en uno de los barrios periféricos más deprimidos, muy cerca del paso fronterizo de Farhana: “Por aquí pasan muchos marroquíes y nosotros no somos aceptados por ellos. A casi todos nos han robado los móviles, a mí en tres ocasiones. Nos quitan el tabaco. Abusan de nosotros, nos insultan, escupen. Tenemos miedo y estamos cansados”, cuenta Hassan, que asegura que algunas tiendas cercanas, regentadas por “barbas [islamistas] o musulmanes”, se niegan a venderles y les expulsan de los establecimientos de forma violenta.

Por eso quieren presentar un escrito a la dirección del centro para que pida la presencia continua de patrullas del Instituto Armado en las cercanías del CETI: “No tenemos paz ni a este ni al otro lado de la valla”, susurra Amine mientras, haciendo caso a los consejos del vigilante de la puerta, sale del centro quitándose la ropa femenina que le cubría la cabeza y los hombros: “Se exponen a que les den una paliza si se pasean con velo, con las uñas pintadas o contoneándose”, dice elsegurata.

Perversos y antinaturales

Pronto pasa una mujer marroquí, con chilaba y hiyab, y les dice que son unos“sinvergüenzas”y unos “guarros”y que todo lo que cuentan es “mentira”. Que en Marruecos tienen libertad para hacer lo que quieran en la intimidad pero que a ellos “les gusta exhibirse”. Y antes de marcharse y escupir en el suelo susurra: “Kawm lot“.

Esta expresión árabe significa procedente de la ciudad de Lot, el sobrino de Abraham que vivió en Sodoma, según los libros sagrados. En occidente sería algo así como sodomita, palabra despectiva que se utiliza para burlarse de los homosexuales. Pero en Marruecos, esa expresión tiene otra dimensión. Según sus creencias, los actos “perversos”y “antinaturales”realizados por los sodomitas no sólo recibieron la ira de Dios entonces, sino que el castigo divino sigue cayendo sobre el pueblo que les acoge: “Creen que los terremotos que han sacudido Alhucemas y Nador son por nuestra culpa. Cada vez que ocurre alguna desgracia o catástrofe nos persiguen, nos acusan y abusan de nosotros. Creen que los homosexuales enfurecemos a Dios y por eso no nos quieren cerca. Somos apestados”, cuenta Abdu.

Estas creencias se dan en la zona del Rif, en el norte del país. De esta región deprimida y conservadora proviene la gran parte de los demandantes de asilo. Son un grupo muy heterogéneo. Los hay analfabetos y filólogos; y con edades que van desde los 18 hasta los 41 años de Annan, el abuelo del grupo, como le llaman. Dice sentirse gay desde que tiene uso de razón. Esto le ha ocasionado problemas con la familia, los vecinos, en el colegio… Lo pasó tan mal en el instituto que dejó los estudios. Ha trabajado en varias cafeterías de camarero y en todas le han echado por ser gay: “Hay gente que cuando vas a servirle tú o a tomarles nota se van. Algunos piden que les sirva un hombre de verdad o te pegan o insultan. Eso no es bueno para el negocio”.

Mohamed (de 26 años y natural de Samara) se levanta la camiseta para mostrar las puñaladas que le dio su hermano tras enterarse de su orientación sexual

Mohamed (de 26 años y natural de Samara) se levanta la camiseta para mostrar las puñaladas que le dio su hermano tras enterarse de su orientación sexual REPORTAJE GRÁFICO: JESÚS BLASCO DE AVELLANEDA

Para poder comer tuvo que dedicarse a vivir del sexo. Lleva tantos años en el negocio de la calle que el resto de compañeros del CETI le conoce como Lamadame. Ironías de la vida: “Algunos hombres que me despreciaban en las cafeterías luego requerían mis servicios. Te juzgan por ser homosexual y luego ellos son peor que tú”.

En una sociedad tan cerrada e hipócrita como la marroquí, el principal enemigo para los jóvenes homosexuales es la familia. Ese primer círculo de confianza casi nunca llega a aceptar y actuar con normalidad porque se exponen a ser señalados por el resto de vecinos y temen las consecuencias. A veces la reacción es la violencia, incluso extrema. Así le ocurrió a Mohamed, de 26 años y natural de Samara, en la región del Sáhara Occidental. Durante años escondió su orientación sexual hasta que un día un familiar le vio besándose con otro chico. El padre le dio tal paliza que perdió audición en un oído. Y su hermano mayor, que estaba trabajando en El Aaiún, a tres horas de coche, juró matarle si le cogía.

Mohamed huyó y recorrió los 1.600 kilómetros que separan su ciudad natal de Nador. Pero su hermano le encontró, le asestó tres puñaladas y amenazó con matarle si volvía a casa. Tras curar sus heridas en el Hospital Hassaní, decidió cruzar a Melilla y pedir asilo. Otras veces la familia intenta barrer el problema y esconderlo bajo la alfombra, como pasó con Yusef, de Kenitra. De familia bien y liberal, se plantó ante sus padres con su pareja para decirles que era gay. En menos de dos meses tenía concertada una boda, con una estupenda chica de otra familia pudiente, y apalabrados el banquete, el viaje de novios y hasta la casa donde iban a pasar el resto de su vida: “Ya no es que no me gusten las mujeres, es que no me dejaron decidir nada sobre mi vida. Tengo 19 años y querían obligarme a dejar los estudios y formar una familia. Por un momento me volví loco y llegué a intentar suicidarme”.

Pero no todos son chicos, también hay algunas chicas marroquíes que esperan impacientes la resolución positiva de su petición de asilo. Es el caso de Houria, de 21 años. Después de casi dos años, en los que por defender su relación con Fadma, de 25, fue víctima de insultos, golpes y maltrato por parte de amigos y familiares, escaparon a Melilla, donde terminaron con su relación. Ahora apenas se dirigen la palabra, pero luchan unidas no sólo buscando ser libres y felices, sino intentando lograr un futuro más digno para que, como relata Houria, todos aquellos que vienen tras ellos “no tengan que abandonar a sus familias ni sean considerados delincuentes por ser diferentes o tener una orientación sexual distinta a la exigida por el islam”.

«Podría perder mis pezones. Ese es mi mayor miedo»

Un joven británico relata sus temores antes de someterse a su primera operación de cambio de sexo

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“Podría perder mis pezones. Ese es mi mayor miedo”. Esto es lo que confesó Romario Wanlis, un transexual británico de origen jamaiquino, antes de someterse a su primera operación de cambio de sexo, una extirpación de senos, que finalmente salió con éxito. “Las cicatrices podrían no cicatrizar bien, lo que me deprimiría al tener un pecho irreconocible”, agregó.

“Es importante para mi someterme a esta operación, porque, estéticamente, creo que va a ayudar en mi autoconfianza”, reconoció Wanlis en declaraciones a la BBC.

“Es la oportunidad de sentirme un hombre común”.¡Seré capaz de llevar una camisa! Mi sueño siempre ha sido el de vestir una camisa tradicional africana estampada que se deslice por mi pecho de forma recta”, manifestó el joven.

“En serio, esta operación es un momento crucial en la vida de un transexual, porque tendré la oportunidad de sentirme como un hombre corriente. Por ejemplo, si quiero ir a un vestuario a cambiarme la parte de arriba, no tendré que ocultar los pechos”, recalcó.

“Someterme a la operación no es una cuestión de validez, en términos de si la gente me va a considerar un hombre”. “Si soy honesto, la cirugía para mi es algo más estético. Es una cuestión de vanidad”, admitió.

“Mi mayor preocupación es que mis pezones no estén a la misma altura”, manifestó. Sin embargo, esa preocupación se desvaneció despues de que le médico le quitara los puntos. Dos semanas de la operación, Wanlisa ha relatado a la BBC cuál ha sido su sensación al vestirse su camisa favorita. “Siempre quise que esta camisa me quedara perfecta. Ahora se ve tan diferente”, ha indicado orgulloso

Voces contra la homofobia marroquí

El pequeño colectivo clandestino Aswat (Voces) lucha contra el acoso y la discriminación

Familiares y amigos de los agresores de un joven gay se manifiestan durante el juicio, el pasado 4 de abril en Beni Melal

Familiares y amigos de los agresores de un joven gay se manifiestan durante el juicio, el pasado 4 de abril en Beni Melal. Fátima Zohra Bouaziz EFE

Pongamos que él se llama Hasán y ella Zora. No quieren dar sus verdaderos nombres, ni siquiera aparecer de espaldas en una foto. La razón de tantas prevenciones es el artículo 489 del Código Penal, que prevé en Marruecos penas que de hasta tres años de cárcel, como sucede en Túnez y Argelia. Zora tiene 31 años y disfruta de trabajo estable. Solo se atrevió hace tres años a hablarle a su madre con franqueza.“Intenté usar palabras vagas. Le confesé que yo me sentía distinta de las otras mujeres. Y después de un rato le pregunté: ‘¿Me aceptas como soy?’ Me dijo que no. Pero yo creo que fue la reacción del momento, el susto. Después hemos seguido con nuestra relación igual que antes. Pero sin mencionar nunca mi orientación sexual, sin que me haya vuelto a preguntar sobre el tema. Eso es muy típico de Marruecos. Es el país de la contradicción y de la hipocresía”.

El 9 de marzo cinco hombres entraron en la casa de un homosexual que yacía en la cama con su pareja en la ciudad de Beni Melal. Los golpearon, los insultaron y los sacaron desnudos a la calle mientras filmaban la escena con un teléfono y la difundían dos semanas después en Internet. En un primer juicio, una de las víctimas fue sentenciada a cuatro meses de cárcel mientras los agresores escapaban en libertad condicional. El caso trascendió escandalizó a los medios marroquíes más progresistas y trascendió las fronteras del país. Pero esta semana, en una segunda vista, los jueces determinaron que las víctimas sean condenadas con 3 y 4 meses de prisión condicional, con lo cual no irán a la cárcel, mientras que dos de los agresores estarán presos durante medio año. En Beni Melal, un municipio de 163.000 habitantes, a unas tres horas en coche desde Rabat, ya se han celebrado varias manifestaciones en contra de los dos homosexuales y a favor de sus agresores.

El entorno en el que Hasán y Zora viven se puede resumir con la mención de cuatro casos recientes: en junio fueron detenidos en Rabat dos hombres “en flagrante delito” de homosexualidad, según la ficha policial. Sus nombres y domicilios fueron difundidos por un canal público de televisión, lo cual provocó que se organizaran sendas manifestaciones frente a sus domicilios. En julio del año pasado una turba apaleó y desnudó en Fez a un supuesto travesti. En septiembre también golpearon y desnudaron a un joven de 17 años en Casablanca. En ambos casos fueron difundidos los vídeos en Internet y arrestados algunos de los agresores.

Hasán tiene 26 años y mantiene una relación estable con un hombre. Pero su familia y su entorno no lo saben. O al menos, él no les dice nada. “A mí nunca me han golpeado. Pero la homosexualidad aquí es un estigma social, un pecado y un crimen. Son tres razones poderosas para no hablar”, explica. Desde pequeño supo que era distinto de la mayoría de sus amigos. “Pero no sabía en qué consistía esa diferencia. No conocía tampoco el concepto de homosexualidad. Y a los 18 años supe que esa era mi identidad. Descubrí también que no soy ningún enfermo mental ni un pervertido y lo acepté”.

Las veces que ha ligado han sido casi siempre por Internet. “Con un desconocido jamás me atrevería en la calle. Es muy peligroso”. Zora y Hasán pertenecen al colectivo clandestino Aswat (voces), que lucha contra la discriminación sexual. Les gustaría decir que lo integran mil personas, pero en realidad son apenas 15, sin ninguna jerarquía entre ellos. No obstante, sus mensajes llegan cada vez más lejos.

Aseguran que vivir junto a sus parejas en un piso es relativamente fácil, siempre y cuando mantengan las apariencias ante el exterior. “Todo en Marruecos gira en torno a las apariencias”, explica Zora. “Si alguien en la calle te ve algo raro se siente legitimado para llamar a tus padres o incluso a la policía. En un bar de Casablanca estaba con mi exnovia a punto de besarnos y el dueño del local nos echó. Enfrente había una pareja heterosexual besándose y le pregunté que por qué ellos podían y nosotras no. Me dijo que este es un país musulmán y con ellos no pasaba nada”.

Zora vivió tres años con su exnovia en Rabat y no sufrió grandes problemas. “Los únicos percances vinieron por nuestra militancia. Las dos pertenecemos al colectivo Aswat. Así que cuando el año pasado hubo detenciones de homosexuales y el colectivo se movilizó un policía se dedicó a vigilar nuestra casa”.

Tanto Zora como Hasán afirman que quienes más sufren en esta sociedad son las personas transgénero. “Ellas no pueden fingir como lo hacemos nosotros. Un miembro de nuestra organización aprovechó un día que caminaba por una calle vacía para andar tal cual es realmente y tal como se siente en su interior. Pero alguien lo vio y comenzó a apedrearlo. Y a él solo le quedó la opción de salir corriendo”.

Zora y Hasán no sueñan con irse de Marruecos. “Yo solo quiero despertarme una mañana y no tener miedo a expresarme”, dice Zora. “Estoy cansada de una sociedad que persigue a los diferentes. Mi deseo es que desaparezca el artículo 489 del código penal, el que castiga la homosexualidad”.

Ni el Gobierno ni la oposición pretenden reformar ese artículo. Zora y Hasán asumen que aún queda bastante tiempo para alcanzar sus sueños, pero creen que ya se ha avanzado mucho en los últimos años. “Al menos hemos llevado el debate a la sociedad. Antes ni siquiera se hablaba de esto”, aclara Hasán. “Nos hemos dado a conocer dentro y fuera del país”, añade Zora, “y ahora sería muy difícil para el Estado cortar nuestro trabajo de golpe”.

Carolina del Norte se queda sin porno por sus políticas LGTBI

bandera arcoiris

Primero Bruce Springsteen canceló su concierto en Greensboro (Carolina del Norte) el pasado domingo. Después Bryan Adams canceló el suyo en el estado de Misisipi. Ahora ha sido una página web porno la que ha decidido bloquear a todos los usuarios que vengan de Carolina del norte. Algo huele a podrido en los estados del sur, y parece ser una la ley que limita los derechos del colectivo LGTBI.

Los estados de Carolina del Norte y Misisipi han promulgado dos leyes que discriminan los derechos del colectivo LGTBI, relegándolos casi a la condición de apestados. El bloqueo se mantendrá hasta que el gobierno de Pat McCrory derogue la House Bill 2, algo que quizá no ocurra nunca. ¿Qué hay de la famosa hospitalidad sureña? McCrory considera su ley muy apropiada a los tiempos que corren:  “Otorga unas expectativas básicas en materia de protección de la intimidad en baños y vestuarios públicos”, defiende el gobernador. En vigor desde el 1 de abril, la HB2 lleva, entre sus medidas más controvertidas, varias relacionadas con los aseos públicos.

La ley establece que un hombre no podrá entrar en el baño de una mujer y viceversa, así como la prohibición de los aseos mixtos. Se aventura en una definición del concepto “sexo biológico” y plantea los supuestos en los que alguien puede entrar a un baño que no sea el indicado según su sexo. En materia de derechos laborales, suprime la regulación a nivel federal convirtiéndola en una competencia estatal. Y es que, si bien la HB2 no establece discriminación en base al color de piel, raza, religión u origen étnico de la persona, sí lo hace en lo relacionado con la orientación sexual o la identidad de género.

“Hemos pasado los últimos 50 años luchando por la igualdad para todos y estas leyes son discriminatorias, algo que xHamster.com no tolera”, defiende la página web en un comunicado. Además de la pantalla negra que experimentan los usuarios al intentar acceder, xHamster también ha publicado un tweet a modo de bofetón a McCrory en el que incluye las estadísticas de las búsquedas de contenidogay y shemale de su portal en Carolina del Norte desde que empezó el año. “A juzgar por lo que veis, ciudadanos de Carolina del Norte, creemos que este castigo es desmedido [en referencia a la HB2]”, continúa la web.

El gobernador de Carolina del Norte, Pat McCrory

El gobernador de Carolina del Norte, Pat McCrory. Foto: James Willamor / Flickr

“La tierra donde la homofobia es Ley”

Aunque tres demandas federales y la presión desde diversos colectivos y organizaciones de derechos civiles han situado a Carolina del Norte sobre el mapa, lo cierto es que Pat McCrory no ha dado ni un paso atrás. El gobernador cedió mínimamente el martes al incorporar algunas modificaciones y suavizar varios preceptos, algo que no ha conseguido aliviar la presión sobre su cabeza lo más mínimo.  Según NPR, la “Ley de baños” -como ha sido bautizada popularmente-, no ha sido sino una represalia por las medidas aprobadas el pasado febrero en Charlotte -la ciudad más grande del estado- y que otorgaba protecciones en el entorno laboral a los gays, bisexuales, transgénero y lesbianas.

“Cualquier acción que se haga desde la legalidad es bienvenida”, dice Jesús Generelo, presidente de la FELGTB (Federación Española de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) en referencia al boicot llevado a cabo por xHamster. Un portavoz de la web aseguraba al Huffington Post que “solo en marzo tuvimos 400.000 búsquedas del término ‘Transexual’ […] La gente de Carolina del Norte buscó ‘Gay’ 319.907 veces”. Por eso el título del pantallazo con las estadísticas y “la increíble hipocresía de Carolina del Norte. La tierra donde la homofobia es Ley”.

El anuncio de xHamster

El anuncio de xHamster

“Hay cosas que son más importantes que un concierto de rock. Esta lucha contra los prejuicios y el fanatismo es una de ellas”, dijo Bruce Springsteen el pasado viernes al cancelar el concierto que pensaba dar el fin de semana en una localidad de Carolina del Norte. El comunicado, colgado en su página web, continuaba: “[La HB2] es un intento de dar marcha atrás en el progreso que ha hecho nuestro país en el reconocimiento de los derechos humanos de todos nuestros ciudadanos por parte de gente que no puede soportar ese progreso”.

Ni The Boss ni xHamster han sido los únicos que se han mostrado en desacuerdo con el giro de los acontecimientos en Carolina del Norte. Gigantes como Paypal, Deutsche Bank, Nissan, Apple, American Airlines y Google ya han expresado su preocupación o cancelado su planes de negocio en un estado donde el 88% de su población es cristiana. Según el Washington Post, la ley ha provocado varias cancelaciones de conciertos y una bajada del turismo en la región.

Carolina del Norte, mal. España ¿bien?

En España no existe ninguna ley de carácter nacional que proteja los derechos del colectivo LGTBI. Tan solo pequeñas disposiciones en los estatutos de cada Comunidad Autónoma. “No pienso que en España haya ninguna ley del calibre de la de Carolina del Norte. Es inimaginable y anticonstitucional. Aunque si rascamos un poco sí hay casos de discriminación”, cuenta Jesús de FELGTB a eldiario.es. Las pocas leyes con las que cuenta España actualmente son de ámbito comarcal, como la  Ley de Igualdad Social de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transexuales, Transgénero e Intersexuales y de Políticas Públicas contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género de Extremadura o la aprobada en Cataluña en octubre de 2014. En Madrid “la ley está ya en trámite parlamentario y seguramente tendremos una ley parecida [a la de ambas comunidades mencionadas] antes de junio”, cuenta Jesús.

“Dependiendo de la comunidad en la que nos encontremos se da la paradoja que una persona LGTBI puede tener diferentes derechos y libertades, o ser defendidos sus derechos de diferente forma, y lo mismo pasa con las sanciones, que nunca podrá llegar a la parte penal por ser exclusividad del Estado”, dice Paco Ramírez, director del Observatorio STOPLGTBFobia. Las leyes autonómicas actuales sancionan de forma administrativa, nunca de forma penal. Es por eso que desde ambos colectivos se demanda la creación de una ley unificadora para todo el territorio nacional. Unas leyes que, actualmente, “no son efectivas”, según Paco.

“Es fundamental invertir la carga de la prueba en faltas administrativas”, dice Jesús. “Tiene que ser el discriminador el que pruebe que no lo ha hecho, porque probarlo a la inversa es prácticamente imposible”, continúa. La mayoría de agresiones a personas que forman parte del colectivo LGTBI se castigan como delitos de odio, aunque a veces ni eso: “Es muy raro que en España, si existe algún agravante de odio, los jueces lo apliquen de forma efectiva y certera”, dice Paco. En la retina quedan casos como el de la niña trans de Málaga, la agresión sufrida por un chico el pasado febrero o el profesor de Cádiz al que no renovaron por ser gay.

Tanto STOPLGTBFobia como la FELGTB coinciden en que “es urgente una Ley Estatatal de Igualdad y No Discriminación”, además de una “Ley Estatal contra los delitos de odio”, porque “sigue habiendo una discriminación muy oculta, muy denunciada y muy poco trabajada por parte de las administraciones”, según Jesús. Y concluye: “Bienvenida sea la actitud militante de esta página porno”.