España es un país de amor. Sí, nos gusta achucharnos, besarnos, tocarnos y dar muestras de cariño por doquier. Nos gusta más el roce que a un niño un caramelo. ¡Y me encanta! Es uno de nuestros santo y seña, va en nuestro ADN y el que no lo quiera ver es que está ciego.
Es por ello que no nos debería sorprender cuando encendemos la televisión y vemos un beso. Pero, nos sorprende, nos emociona, nos deleita y más cuando ese beso es, de nuevo, la demostración de la diversidad y el respeto que reina en nuestra sociedad. Porque sí, porque sabemos respetarnos, porque sabemos aceptarnos y porque sabemos normalizar lo que debería haber estado normalizado hace mucho tiempo.
Y no, no está normalizado. Todavía queda mucho. Si lo estuviera no seríamos testigos de la agresión sufrida por los Javis o del ataque homófobo de un profesor de la Universidad de Barcelona contra el candidato del PSC Miquel Iceta. Esto pasa todos los días y se necesitan más besos como el de anoche, como el de Marina, para acabar con ello. Muchos, muchísimos.
‘Operación Triunfo’ ha logrado lo que muy pocos habían conseguido. Ha logrado que en la televisión pública, en la tele de todos, se vean besos por doquier y de todos los tipos con toda la normalidad del mundo. Ya era hora.
Lo vimos con el beso a Marina y su novio transexual y lo volvimos a ver anoche cuando Raoul y Agoney se fundieron en uno al final de su actuación. Así sí se normalizan las cosas, así sí se empuja al respeto, así sí se enseñan valores.
Muchos diréis que es un beso y nada más, pero es mucho más, muchísimo más. El beso de Marina, el beso de Raoul y Agoney, la charla de los Javis, el speech contra la homofobia de Noemí Galera son detalles, imágenes que tenían que verse, que tenían que tratarse con la misma normalidad que la ‘cobra’ de Amaia a Alfred(‘cobra’ que anoche se volvió a repetir en su revival de ‘Escondidos’. Y venga la burra al trigo) o el fanatismo adolescente por Cepeda.
Y es cierto que todas estas cosas están dejando en un segundo plano la verdadera esencia del concurso musical, pero benditas sean, bendito sea ‘Operación Triunfo’ por abrir puertas que se querían dejar cerradas a cal y canto, benditos sean los ‘triunfitos’ y bendita sea la Academia.
Llevamos toda la semana con el beso para arriba y el beso para abajo. Los Javis, que han sufrido ya en su propia piel la homofobia que aún persiste en esta nuestra sociedad, convirtieron la canción de Miguel Bosé y Rafa Sánchez ‘Manos vacías, en un la historia de amor de dos homosexuales que después de pasar una noche juntos acaban separándose a la mañana siguiente.
Una historia triste, melancólica, pero romántica donde las haya. Un ‘temazo’ que los dos profesores quisieron que se coronara con un beso en la boca de los dos intérpretes para sorpresa de todo el claustro, de sus compañeros y, si no hubiera sido por los directos de la semana, de toda España.
Era uno de los momentos más esperados de la noche. Se había adelantado algo durante los directos de la semana, pero había que verlo en plena gala, en vivo y en directo, y el público no esperaba menos.
El casto y recatado beso que se dieron fue más que aplaudido, en el plató, en las redes y probablemente en cada una de las casas que lo vieron. Aquí está el logro, aquí está leyenda. Lo siguiente será que esto no nos parezca sorprendente. Y llegará, no lo dudo.
Es curioso que una canción que tiene ya un cuarto de siglo sobre sus espaldas se fuera a convertir en himno de la diversidad, de la igualdad y del respeto. Lo que no haga la tele…
Anoche nadie se fue con las manos vacías porque todos nos llevamos algo con la interpretación de Raoul y Agoney. Ellos ya han hecho historia y todavía no lo saben.
Y mentiría si dijera que no les ha costado. Raoul se ha mostrado toda la semana algo más cohibido que su compañero, pero se han dejado llevar y al final ha terminado en simbiosis. Los Ragoney, como han sido bautizados, lo hicieron y, aunque a uno le costó más que al otro, ninguno dudó y se tiraron a la piscina. Es la revolución sexual de OT, es el hito de OT.
Fue la noche del beso, de la ‘cobra’, otra vez, y del sapoconcho de Roi. Sí, el sapoconcho. No te acostarás sin saber una cosa más. El sapoconcho, que ya podemos bautizar como la nueva palabra de moda, es la palabra gallega que se utiliza para referirse a un tipo de tortuga.
Al inicio de la gala, como cada lunes, todos los concursantes cantan una canción, anoche le tocó el turno al ‘A quién le importa’ de Alaska (toda una declaración de intenciones) que el gallego amenizó saliendo al escenario con una tortuga de peluche. Para qué queremos más. Sapoconcho, tortuga de peluche y Roi, si alguien puede dar más que se atreva.
Hasta la Real Academia Galega se visto salpicada por el sapoconcho y las lecciones de lengua gallega de Roi. Increíble, lo de este OT está siendo increíble. Pues parece que el sapoconcho le trajo suelte al gallego. Meigas, sapos y bruxas, Roi se coló entre los tres favoritos, junto a Amaia (por supuesto) y Aitana, y acabó siendo él y su tortuga los que cruzaron la pasarela. Fascinante, sorprendente…
Y el expulsado de la noche fue… Mireia. Sí, de nuevo el público ha salvado a Cepeda. Mare de Déu lo de este chico. ¿Cuántas nominaciones lleva ya? ¿Cuántas veces le ha salvado el público? Otro que va a hacer historia. Pero ahí sigue, impasible, indolente, impertérrito… He visto plantas con más expresividad que Cepeda, os lo juro. Sin embargo, por una razón que todavía no llego a comprender tiene un club de fans que ni Madonna.
Y para la semana que viene otra vez. Sí Cepeda Cequeda vuelve a estar nominado y se enfrenta a Raoul. Sí, a uno de los chicos del beso porque Alfred, que para infarto del público fue uno de los nominados, y Ana Guerra fueron salvados por los profes y los compañeros, respectivamente. Yo si fuera Raoul estaría acojonado. Enfrentarse a Cepeda es muerte segura. Tres de tres y ahí sigue.
Volvió a ser la noche de Amaia y no porque anoche tuviera su mejor actuación, pero resulta que cada vez que sale esta chica al escenario a alguien se le rompe el alma. Esta vez ha sido a la cuarta miembro del jurado, Sole Giménez, que con su valoración dejó a cuadros hasta a la ‘triunfita’.
“Tienes una belleza extraordinaria en la voz y en el alma que nos has transmitido esta noche”. A mí me dicen eso y os juro que me caigo de culo y me hago la muerta. Se puede decir más alto, pero no más claro, y encima que te lo diga Sole Giménez. No me extraña que haya voces que pidan que Amaia sea Patrimonio de la Humanidad. Nos estamos volviendo locos, OT nos está volviendo locos.
Ahora y tras agradecer todo lo que está edición está haciendo, hago un llamamiento al equipo de vestuario y peluquería. Por favor, ¿de dónde salen los vestidos y los trajes que lucen en las galas? Es que es encender el televisor y ver a estos chicos y juro que se apodera de mí Bonnie Tyler y todos sus coetáneos. Si es que les visten igual que en ‘OT 1’.
Anoche me pasó con Aitana y con Mireia. Si parecían sacadas de ‘Total Eclipse of the Heart’. Resulta que Aitana tenía que darlo todo con el baile y con su versión de ‘New Rules’ y le encasquetan un ajustadísimo y cortísimo vestido perfecto para explosionar en la pista de baile. Lo mejor es que el baile lo sacó adelante y se llevó el rapapolvo por sus errores vocales. Pero vamos, que no me extraña si ese traje le tenía que estar cortando la respiración.
Nimios detalles de la que ha dormido poco, como la mayoría de los que se quedaron hasta el final. Pero, no importa. Merece la pena si OT nos va a seguir sorprendiendo, si OT va a seguir siendo lo que nuestra TV necesitaba desde hace tiempo. OT nos está dando lecciones que van a ser muy difíciles de olvidar, ojalá se queden siempre.