España sigue concibiendo la transexualidad como una enfermedad mental

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Manifestación Orgullo LGTBI de Valencia, 2016 / EFE

Un diagnóstico psiquiátrico. Es lo que precisa la mayoría de personas transexuales en España para poder acceder a tratamientos hormonales, cirugías de reasignación o modificación del sexo en los documentos oficiales. Deben acreditar médicamente que sufren disforia de género, un “malestar” asociado a la diferencia “entre el género experimentado o expresado y el que los demás le asignarían”.

Es la definición que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría hace en el manual de enfermedades mentales de mayor influencia, el DSM. En su ultima edición, de 2012, movió la transexualidad de la categoría de trastornos sexuales a una propia y la renombró. Y aunque la asociación acepta que no es una enfermedad en sí misma, los colectivos LGTBI y activistas trans llevan años pidiendo salir de la llamada “biblia de la psiquiatría”.

Lo mismo exigen a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en la décima versión de la Clasificiación Internacional de Enfermedades (CIE-10) incluye “los trastornos de identidad de género” bajo el epígrafe “trastornos mentales y del comportamiento”. Una filosofía que subyace en la mayoría de los países del mundo, también en España.

La falta de regulaciones o la diversidad de normas dibujan un panorama autonómico desigual. Hay leyes en comunidades como Navarra, País Vasco o Canarias, pero las más despatologizantes, en opinión de los colectivos trans, han sido las recientes de Madrid y Andalucía, que suspenden el requisito diagnóstico. A ello se suma ahora Cataluña, que ha diseñado un nuevo modelo de salud, y próximamente Valencia, que aprobará una norma en este sentido.

Autodeterminación de la identidad

A nivel estatal, el pasado 26 de octubre la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados aprobaba una proposición no de ley impulsada por Ciudadanos y que apoyaron todos los grupos políticos salvo el PP. En ella se urgía al Congreso aprobar una ley que posibilitara tanto a menores como a adultos trans cambiar el sexo registral en los documentos oficiales sin necesidad de acreditar los requisitos a los que obliga la ley. 

“Es una declaración de intenciones que nos da un poco de luz, pero debe concretarse”, apunta Mar Cambrollé, presidenta de la Plataforma por los Derechos Trans. La norma de 2007 establece como condiciones para modificar el nombre acreditar “que le ha sido diagnosticada disforia de género” y que “ha sido tratada médicamente durante al menos dos años  para acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado”. 

En este sentido, el Consejo de Europa adoptó en abril de 2015  una resolución que insta a los Estados a ” garantizar que las personas transexuales, incluidos las menores, no sean considerados como enfermos mentales”. Amnistía Internacional también ha solicitado que “el reconocimiento de la identidad de género no debe hacerse depender de diagnósticos psiquiátricos”, apunta en su informe ‘El Estado decide quién soy’.

El borrador que ha elaborado la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FELGTB) exige la aprobación de una ley estatal que se base en el derecho a la autodeterminación de la identidad de género y que garantice que “ninguna persona podrá ser obligada a someterse a tratamiento, procedimiento médico o examen psicológico”. Quieren asegurarse de que no haya desigualdades según la comunidad autónoma y virar el rumbo hacia la despatologización.

Más allá de avances autonómicos como Andalucía, que permite la modificación registral en la tarjeta sanitaria, o Aragón, que obliga a los centros educativos a tratar al alumnado por su sexo sentido, España sigue contradiciendo algunos parámetros internacionales. Países como Argentina, Dinamarca, Noruega o Irlanda ya han reconocido en sus legislaciones el derecho de que cada persona decida cómo quiere ser tratada legalmente sin necesidad de diagnóstico médico.  

¿Y las operaciones estéticas?

Este cambio de filosofía está basado en un giro del enfoque que, para el activista trans Pol Galofre, parte de asumir que el malestar que puede sentir una persona trans “no es intrínseco”. “¿Qué es lo que genera malestar? ¿Su propio cuerpo o la mirada que el sistema nos devuelve de él?”, cuestiona. Asegura que generar “tu personalidad en torno a un problema implica pensarte y crecer entendiendo que tienes una patología, algo que merma la propia autoestima”.

La ginecóloga Rosa Almirall puso en marcha hace cuatro años en Barcelona el servicio de salud Transit, en el que se ha basado la Generalitat para implementar el nuevo modelo. En su opinión, el papel médico debe centrarse en la escucha y en el acompañamiento porque “la única prueba diagnóstica es su relato de vida”. “No me dice nada”, concluye sobre el término disforia de género. “Yo como mujer también puedo tener ese malestar, que es social”, prosigue.

El relato de ambos se asienta sobre una crítica al binarismo hombre-mujer, a la noción de género y a la idea de que todas las personas trans desean seguir un camino hormonal y quirúrgico predeterminado. Sobre la necesidad de modificar el cuerpo, Galofre se pregunta: “¿Quién no modifica hoy en día su cuerpo para sentirse mejor? ¿Y las dietas, los gimnasios, los blanqueamientos dentales o las operaciones estéticas? ¿Son todo eso trastornos?”.

El género, dice, “es una construcción social, si el cuerpo no determinase el género, la gente no tendría necesidad de modificarlo”. Galofre pone el acento en la necesidad de ampliar los imaginarios sobre cuerpos diversos en vez de seguir insistiendo en que “estos cuerpos están equivocados y que se arreglan modificándose”. “¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo? ¿No sería más interesante trabajar para erradicar las presiones que se ejercen y ampliar los cuerpos habitables?”.

Sólo cuatro comunidades permiten iniciar el tratamiento a transexuales sin un diagnóstico psiquiátrico

El colectivo, que en la mayoría de regiones debe acreditar disforia de género para empezar la hormonación, reivindica que, como las embarazadas, necesitan control médico pero no están enfermos.

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Navarra, País Vasco, Andalucía, Canarias y la Comunidad de Madrid tienen leyes integrales de Transexualidad.

MADRID.- El primer paso que debe dar un hombre o una mujer transexual para acceder a los tratamientos de reasignación de sexo en España es mentir. En la mayoría de comunidades autónomas, tienen que hacerle creer a un psicólogo que sufren disforia de género, es decir, que, en cierto modo, son enfermos mentales. Sólo Andalucía, Canarias y la Comunidad de Madrid —que cuentan con leyes integrales de Transexualidad— no exigen este diagnóstico médico para empezar la hormonación en la sanidad pública. Catalunya se acaba de sumar a esta lista al trasladar también la gestión del tratamiento a la atención comunitaria.

“Necesitamos apoyo médico, pero no porque estemos enfermos sino porque estamos siguiendo un tratamiento y eso requiere un control. Es lo mismo que sucede con las mujeres embarazadas, que son usuarias de la sanidad pública porque necesitan un seguimiento, no porque estén enfermas”. Así lo resume Mané Fernández, portavoz de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) y responsable de los temas relacionados con Transexualidad y Transgénero. Una visión que, poco a poco, van asumiendo algunos gobiernos autonómicos.

Navarra, País Vasco, Andalucía, Canarias y la Comunidad de Madrid tienen leyes integrales de Transexualidad. Sin embargo, en las dos primeras todavía es necesario el diagnóstico de disforia de género para iniciar el tratamiento de reasignación de sexo. Asturias, Aragón y País Valencià están a punto de aprobar sus normas y todas ellas contemplan la despatologización del modelo de atención al colectivo transexual.

Mané Fernández se vio obligado a iniciar su proceso de hormonación por la sanidad privada a finales de los ochenta. “Antes de que te visitara el endocrino para empezar el tratamiento, tenías que convencer al psicólogo de que eras un enfermo mental. Las preguntas que te hacían estaban condicionadas por el estereotipo social de lo que se consideraba que tenía que ser un hombre —un machote con pasión por el fútbol— y una mujer —una princesita preocupada por la moda—”, recuerda Fernández. En aquellos años, la consulta psicológica costaba unos 60 euros y la hormonación, unos 15 euros al mes.

Las cirujías son una cuestión a parte. En la sanidad privada, las vaginoplastias cuestan 20.000 euros y las faloplastias, unos 35.000, pero no todos los transexuales quieren someterse a estas intervenciones. “Es muy bajo el porcentaje de personas que se someten a ellas porque influyen cuestiones de salud y opciones personales”, apunta Fernández, quien señala, sin embargo, que sí son muy comunes las mastectomías (extirpación de los pechos) y las mamoplastias (implantación de los pechos), que oscilan entre los 3.000 y los 6.000 euros.

Unidades de identidad de género

El hecho de no necesitar el diagnóstico de disforia de género para acceder al tratamiento de reasignación de sexo es un paso adelante en la lucha por los derechos del colectivo transexual, pero lo es aún más que las unidades de identidad de género de los centros hospitalarios dejen de regular el acceso a la hormonación. “Estas unidades son necesarias porque debemos someternos al control médico que exige todo tratamiento, pero a la vez son patologizantes porque los síntomas de depresión y ansiedad que sufrimos a lo largo del proceso no son inherentes a la transexualidad, sino que vienen de fuera, de la presión social que se ejerce sobre nosotros”, confiesa Fernández. Por ese motivo, en Catalunya, los tratamientos de reasignación de sexo dejarán de depender de las unidades de identidad de género y se empezarán a articular a través de la atención primaria y comunitaria con la llamada Unitat Trànsit.

En las antípodas de este modelo está, por ejemplo, la gestión de Castilla y León y Castilla-La Mancha, donde ni siquiera hay unidades de identidad de género y cuyas consejerías de Sanidad derivan a otras comunidades a las personas transexuales que desean la reasignación. “Una trampa”, advierte la FELGTB, porque en muchas ocasiones es un requisito imprescindible estar empadronado en la región donde se lleva a cabo el tratamiento.

Entre ambos extremos se encuentran Galicia, Extremadura, Balears y Murcia, que ya han aprobado leyes de Igualdad LGTBI con apartados dedicados a la transexualidad. La Comunidad de Madrid y Catalunya también tienen una y Andalucía, Aragón, Asturias, Navarra y País Valencià están trabajando en ellas.

El presidente de los obispos: “Tenemos que decir ‘no’ a la ideología de género”

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Ricardo Blázquez, en una imagen de archivo EFE

El presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ha defendido que la Iglesia debe denunciar la ‘idelología de género’ porque es “poco serio que se intente separar el género del sexo”: “La sexualidad no es solo genitalidad, también es una forma especial de sentir. Esta cuestión no se resuelve con una operación quirúrgica, es de otro orden. Por eso, tenemos que decir ‘no’ a la ideología de género”.

Según recoge Religión Digital, Blázquez pronunció estas palabras en una conferencia llamada ‘La belleza del amor matrimonial en la exhortación Amoris laetitia’ en las Jornadas de reflexión para el presbiterio madrileño, que se celebran en el Seminario Conciliar de Madrid. En su intervención, defendió también la existencia de un “desplome” del “matrimonio católico” en muy pocos años porque “hoy es más fácil divorciarse que romper el contrato de arrendamiento de un piso”.

Otra de las cuestiones recogidas en esta exhortación al Papa Francisco y que “preocupan” a la Iglesia son las “tendencias homosexuales”. A su juicio, la humanidad “no se divide entre homosexuales y heterosexuales, sino entre varones y mujeres”, aunque “la ‘catequesis’ que le llega a la gente, a través de los medios, sea la contraria”.

Blázquez ha defendido que debe diferenciarse “entre la tendencia homosexual y el ejercicio de la homosexualidad” y “acoger con respeto” a las personas homosexuales, “evitando toda discriminación injusta”. “A veces, en nuestros pueblos cuántos motes hemos puesto a estas personas, cuando ya llevan una buena encima tanto ellos como sus familias”, ha reflexionado.

Para Blázquez, la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia está constantemente “atacada” por “lobbies que reivindican libertad para ellos y se cierran a la libertad de los demás” y por “centros de gestación de legislación para todos los países, que a veces lo ponen como condición para recibir subvenciones”.

El cardenal Blázquez dice que el cambio de sexo es «poco serio»

El presidente de la Conferencia Episcopal sostiene que la «sexualidad no es solo genitalidad»

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El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez. / EFE

El cardenal arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez, advierte de que es «poco serio» separar «el género del sexo» y precisa que esta cuestión «no se puede resolver con una operación quirúrgica». «La sexualidad no es solo genitalidad, también es una forma especial de sentir. Esta cuestión no se resuelve con una operación quirúrgica, es de otro orden», opina Blázquez.

Así lo expresó ayer en las Jornadas de reflexión para el presbiterio madrileño organizadas por la Vicaría Episcopal para el Clero. Según Blázquez, la humanidad no se distribuye entre homosexuales y heterosexuales, «sino sabiamente entre varones y mujeres». El cardenal recordó al Papa Francisco, que llama «a acoger con respeto a las personas homosexuales evitando toda discriminación injusta». «A veces, en nuestros pueblos, cuántos motes hemos puesto a estas personas, cuando ya llevan una buena cruz el que lo lleva y su familia», añadió.

Blázquez criticó la revolución biotecnológica en el ámbito de la reproducción humana –«una persona no es producto de laboratorio»– y condenó que haya parejas de jóvenes que convivan «antes de casarse o incluso sin planteárselo», como su propio sobrino: «Tenía la secreta esperanza de que esto no nos llegaría a nosotros», señaló.

El 60% de los nuevos casos de VIH en España están provocados por pacientes aún no diagnosticados

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Test de detección del virus del VIH en una farmacia. EL MUNDO

Hasta un tercio de los enfermos con el virus del sida presentes en España desconoce que está infectado. Este hecho da lugar a un diagnóstico tardío en el 48% de los casos, favoreciendo nuevos contagios en un 60%, de los casi 4.000 nuevos casos registrados cada año.

Así lo ha asegurado el jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, Santiago Moreno, durante la presentación de la última campaña de la Coordinadora Estatal del VIH y sida (Cesida) avalada por el Ministerio de Sanidad con motivo del Día de la Prueba del VIH que se celebra este jueves 20 de octubre. La campaña -bajo el nombre ‘Prueba cerca de ti’- se realiza para favorecer el diagnóstico precoz del virus.

El experto lamenta la falta de generalización en servicios sanitarios de la prueba del VIH: actualmente sólo se lleva a cabo de forma sistemática en mujeres embarazadas y donantes de sangre, tejidos u órganos, a pesar de tener una fiabilidad del 100% y costar apenas tres euros. “Cualquier análisis de sangre por otro motivo resulta más caro”, ha aseverado. Por ello, y a pesar de que es necesario concienciar a la población de la importancia de realizársela, Moreno también ha denunciado la falta de implicación de las autoridades sanitarias en un problema que, a su juicio, es “fácil de arreglar” con un mayor uso de la prueba. La misma permitiría tratar antes a los pacientes y evitaría nuevos contagios.

“La cura tenemos que seguir esperando a que alguien la invente, pero para diagnosticar a los infectados ya tenemos la solución”, ha defendido este experto, que recuerda que en otros países donde han sido “más agresivos” con sus políticas, como Estados Unidos o Reino Unido, el porcentaje de pacientes no diagnosticados es de apenas un 13-15%. Otros como Suecia dicen estar a punto de acabar con los nuevos contagios.

Lejos del objetivo de la OMS

Además, España se encuentra actualmente lejos de alcanzar uno de los objetivos fijados por la ONU para el año 2010: el correcto diagnóstico del 90% de los afectados por el VIH. “En los otros dos objetivos -que un 90% de quienes conozcan su diagnóstico puedan acceder al tratamiento antirretroviral y tengan un nivel de carga viral no detectable- estamos muy bien y tenemos cifras incluso superiores, el problema es el diagnóstico”, ha reconocido.

Una de las causas de este infradiagnóstico es el miedo al resultado positivo y el estigma que se sigue asociando a la enfermedad. “El principal problema no es ver qué pasará con su salud, sino la incertidumbre de lo que pensará su entorno social y familiar”, ha añadido Juan Ramón Barrios, presidente de Cesida.

El VIH se ve como “algo del pasado”

Asimismo, la baja percepción del riesgo real de la enfermedad supone un hecho preocupante. Esto propicia el repunte de nuevos casos entre la población más joven que piensa que el VIH “es algo del pasado”. Pese a todo, ha añadido Moreno, los jóvenes de 25 años siguen representando apenas el 10% de los nuevos casos y la edad media del diagnóstico se sitúa en los 37 años. “La inmensa mayoría es gente madura que sabe de qué va la historia. Se le ha perdido el miedo”, lamenta este experto.

Además, insisten en focalizar las campañas de diagnóstico precoz entre la población homosexual. La transmisión en hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres sigue siendo la más frecuente: un 53,9% de todos los casos. “A pesar de ser el grupo más mentalizado también son los que más descuidan las precauciones”, ha insistido Moreno.

Por todo ello, la campaña busca generalizar el uso de la prueba que, según recuerdan, es gratuita, sencilla de realizar y totalmente anónima. “Si el resultado es positivo, la persona tiene la posibilidad de iniciar el tratamiento cuanto antes, y sus efectos son más beneficiosos cuanto más precozmente se inicia”, ha recordado Barrios. En ello coincide la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), que se une al Día de la Prueba del VIH llamando a la ciudadanía a conocer su estado serológico como forma de prevención. Esto se lleva a cabo para fomentar el diagnóstico precoz y evitar, de esta forma, una merma de la salud de quienes viven con esta enfermedad.

Agreden a una pareja gay que caminaba abrazada por la Puerta del Sol

La asociación Arcópoli denuncia que un grupo de entre 10 y 15 personas se había juntado “para reírse y agredir verbal y físicamente a las dos víctimas”

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Vista de la bandera arcoíris desplegada en la fachada del Ayuntamiento de Madrid. EFE/Javier Lizón

MADRID.- Una docena de personas insultaron y agredieron este martes de madrugada a una pareja de chicos que iba abrazada paseando por la Puerta del Sol de Madrid, ha denunciado la asociación Arcópoli.

Poco después de la 1 de madrugada de este martes cuando la pareja volvía a casa caminando por la Puerta del Sol compartiendo un paraguas cuando recibió empujones y golpes.  Se trataba, según los denunciantes, de un grupo de entre 10 y 15 personas las que se habían juntado “para reírse y agredir verbal y físicamente a las dos víctimas”, que finalmente pudieron huir del lugar.

Tras lo ocurrido, Arcópoli se puso en contacto con ellos y uno de los chicos acudió ayer al centro de salud por los hematomas y dolores sufridos en cabeza y brazo. Ya por la tarde, la víctima ha interpuesto una denuncia en las dependencias de Policía Municipal (Unidad de Gestión de la Diversidad) acompañado de personal del Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia. Es el ataque número 186 que han registrado en lo que va de año.

De hecho, el Observatorio ha puesto en conocimiento de Policía Nacional, del concejal presidente del distrito Centro, Jorge García Castaño, y de la Fiscalía de Delitos de Odio de la Comunidad de Madrid el caso para poder profundizar en los delitos de odio al colectivo LGTB. Es el ataque número 186 que han registrado en lo que va de año.

Las agresiones al colectivo LGTB siguen produciéndose con total impunidad en la ciudad de Madrid. En los últimos días hemos tenido conocimiento de 3 denuncias por homofobia. La respuesta de las instituciones ha de ser contundente y transmitir el mensaje de‘Tolerancia cero’ ante la mínima agresión“, ha señalado el coordinador de Arcópoli, Yago Blanco.

Denuncian una agresión homófoba en Madrid de una decena de personas a un chico gay

Madrid ha vivido una nueva agresión homófoba que eleva el número de ataques de este tipo a 186 en lo que llevamos de año, según los datos del colectivo LGTB Arcópoli. Este martes a la una de la mañana F.P y su novio volvían a casa abrazados por el centro de la capital cuando el primero recibió un empujón, según la denuncia que ha interpuesto ante la Policía Municipal a la que ha tenido acceso eldiario.es.

Cuando F.P se dirigió al hombre, que se encontraba en el lugar, para pedir explicaciones, éste le propinó un puñetazo que le hizo caer al suelo. “Que por este motivo y al ver que la motivación de la agresión era por su orientación sexual, al levantarse del suelo le dio un beso a su novio”, asegura la policía según el relato del chico.

En ese momento, narra la denuncia, entre 10 y 15 personas se abalanzaron sobre la pareja  y comenzaron “a reírse y agredir verbal y físicamente” a F.P, que finalmente pudo huir con su pareja con la ayuda de un testigo que se encontraba en el lugar de los hechos, según afirma Arcópoli, que ha acompañado a los dos hombres a interponer la denuncia a través del  Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia.

Los agresores, que no hablaban español, afirma la denuncia, le “propinaron patadas y puñetazos, profiriendo gritos en su idioma en tono burlesco”, que hicieron que F.P “se sintiera intimidado y vejado durante toda la agresión”. Pocas horas después de lo sucedido, F.P compartió lo ocurrido a través de una publicación de Facebook.

“Además de que me duele la oreja y todo el lado izquierdo de mi cabeza, aunque nada grave me haya pasado, no dejo de pensar que por ir abrazado a mi novio terminé ahí tirado en el suelo”, contaba. “Ya van muchas agresiones contra el colectivo LGBT”, asegura, “y esto sólo me da más ganas y me reafirma quién soy.. iré agarrado de la mano con quien me de la gana e iré abrazado o besando a quien me de la gana de amar y estar enamorado”.

Yago Blando, Coordinador de Arcópoli, ha declarado que”las agresiones al colectivo LGTB siguen produciéndose con total impunidad en la ciudad de Madrid. En los últimos días hemos tenido conocimiento de 3 denuncias por homofobia. La respuesta de las instituciones ha de ser contundente y transmitir el mensaje de Tolerancia cero ante la mínima agresión”.

“Nos hemos pasado de optimistas con el VIH. Es una patología seria”

Cada día, en España mueren personas de sida y se infectan 10

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Entrevista al Doctor Bonaventura Clotet, presidente de la Gala contra el SIDA. (Foto: JUAN BARBOSA) JUAN BARBOSA EL PAÍS

“Hay que patentizar que el sida sigue siendo un problema”. Después de seis ediciones en Barcelona, la Gala contra el Sida que promueve Bonaventura Clotet, director del IrsiCaixa y presidente de la Fundación de Lucha contra el Sida, se celebrará este año en Madrid con dos objetivos claros: darle más visibilidad y aumentar la recaudación de fondos. “Nos hemos pasado de optimistas con el VIH. Los jóvenes lo ven como algo vintage, que si les pasa se trata con una pastilla y no pasa nada. Pero cada mes se mueren personas por sida y cada día se infectan en España 10 personas con el virus. Es verdad que la mayoría se podrá tratar con buen resultado, pero en los extremos de la escala estarán los que reciban un virus resistente o de evolución rápida, aparte de que todos tendrán que tomar una medicación toda la vida, con las toxicidades que suponen, además del coste que suponen”, explica. “No hay que ser frívolo y decir: ′Si me he infectado,ya me trataré”.

La gala empezó hace seis años en Barcelona con el “decisivo impulso de Miguel Bosé, que ha dado la cara por la enfermedad”, y es una de las pocas que se celebran en España con fines de recaudación fondos para investigar. En seis años se han recaudado 3,8 millones de euros, una cantidad que aumenta al ritmo de 100.000 euros a cada edición, dice el médico. Para que este año la tendencia se mantenga, la función, que se celebrará el 21 de noviembre en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, debería alcanzar los 2 millones. Con ellos se ayudaría a financiar el centro de investigación que puso en marcha Clotet con la ayuda de la Obra Social la Caixa. “Somos de los pocos que abordamos todas las áreas, desde la vacuna a los anticuerpos, las inmunoglobulinas, los fármacos que despiertan el virus que está latente en los linfocitos y el microbioma”.

odo este abanico de trabajos solo es sostenible con dinero. Y, en España, acudir a los patrocinadores no es fácil. “Hace falta una ley del mecenazgo que no ayude, lo de ahora es ridículo”, afirma Clotet. “En Francia la desgravación es del 60% para empresas y del 63% para particulares; en España es del 30% y del 33%”. Este año, la fundación que él preside va a recibir una ayuda extra. Parte de la recaudación de Los 40 Music Awards, que precisamente se otorgan el 1 de diciembre, día mundial de la lucha contra el sida, serán para este proyecto. Además, la emisora hará una campaña de prevención.

Pero, además, falta la costumbre social de colaborar. “Hay que ayudar a la investigación porque así se ayuda a la sociedad y se proporciona un retorno por todo lo que se recibe de ella. Uno debe sentirse responsable de que la sociedad mejore. En los últimos años ha descendido mucho el soporte a la investigación en biomedicina. A ver si los futuros Gobiernos lo corrigen”, declara.

Aparte de las cuestiones de justicia social, el apoyo a la investigación en sida tiene otras ventajas, expone Clotet. Por ejemplo, uno de los grupos que trabaja en su centro ha descubierto cómo se diseminan los virus por el cuerpo por un proceso de nanobiología, lo que les ha llevado a estudiar procesos similares de nanotecnología para diseminar fármacos en un cuerpo.

También es novedoso, y útil, es el estudio de la relación del microbioma (los microorganismos que habitan el sistema digestivo, sobre todo, bacterias) con los procesos inmunitarios. La relación con el VIH es evidente, ya que se trata de una infección que afecta al sistema inmunitario, pero, además, su estudio puede ayudar para entender cómo revertir procesos de resistencia de las bacterias a los antibióticos, apunta.

El IrsiCaixa también está investigando en una vacuna terapéutica, que sirva para combatir la infección cuando ya la persona ha adquirido el VIH.

Con todo ello colabora la gala, recalca Clotet, quien, por eso, cree que es una oportunidad para recaudar fondos, pero, sobre todo, para que “no se olvide que queda mucho por hacer ante una enfermedad grave”.

Leer las cartas de amor lésbico de Virginia Woolf en tiempos del ‘sexting’

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Virginia Woolf en la película ‘The Hours’

Hay una creencia equivocada de que los demonios internos de Virginia Woolf le impedían sentir placer sexual. Que se obsesionó tanto por buscar la androginia en su obra que repudiaba cualquier alarde de femineidad. Que su torpe gusto al vestir, como ella misma lo definía, era en realidad una manera de reivindicar la represión machista y económica sobre las mujeres de la época.

La escritora británica fue, en efecto, una de las mentes más lúcidas contra la encorsetada herencia victoriana y una firme defensora de que las mujeres firmasen como ellas mismas sin ser catalogadas de literatura ñoña. Pero también sintió deseo, y mucho, por Vita Sackville-West. Soñaba con sus grandes senos y le gustaba verla rebosante de perlas, “como un racimo de uvas”. Admiraba el estilo recargado de Vita porque las burlas hacia su aspecto desaliñado le atormentaban más de lo que estaba dispuesta a admitir, según dice en el cuento Un vestido nuevo.

Son los detalles de una de las mejores y breves historias de amor que nos ha dejado la literatura. Porque su affaire, además de trascender en la vida real, reside en las cartas que ambas se intercambiaron con exquisito lenguaje erótico. Correspondencia que ahora refresca su tinta en el nuevo libro de Pilar Bellver,editado por Dos Bigotes. A Virginia le gustaba Vita habla de la trastienda de sentimientos de aquel romance mientras pendula entre los hechos y la ficción documentada.

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Portada ‘A Virginia le gustaba Vita’

Los comienzos de esta intensa amistad fueron retorcidos, pero los antecedentes no son la prioridad del libro. Bellver prefiere hacernos entender por qué su relación se salía de lo convencional, tanto a nivel sexual como de la misma concepción del amor. Y no solo entre ellas, también hacia sus maridos: Leonard Woolf y Harold Nicolson.

Si Virginia Woolf nos sigue perteneciendo como símbolo es, en cierta manera, gracias a su gusto por escribir cartas. Los biógrafos no han necesitado estrujarse los sesos para adivinar su ideología o preferencias sexuales en su obra, porque ella misma las anunciaba de viva voz.

Lo mismo ocurría con Sackville. Si su mundo interior era una verbena, el que vivieron en alto no se quedaba atrás. Ambas eran populares entre el grupo de Bloomsbury, cultas, protagonistas de anécdotas macarras -Woolf se disfrazó de hombre negro para colarse entre la corte de los príncipes de Abisinia– y estaban locas por el intelecto femenino.

Los lectores que ya conozcan esta aventura sáfica encontrarán en  A Virginia le gustaba Vita la imaginación necesaria para completar ciertas lagunas. Los primerizos tendrán aún más suerte y serán testigos de un mundo privado sin prejuicios homófobos ni ataduras sentimentales. Y para muestra, el primer narrador omnisciente de este affaire lésbico: el hijo de Vita, Nigel Nicolson, que publicó los detalles menos conocidos de la doble vida de su madre en  Retratos de un matrimonio.

Amantes, pero siempre esposas

“Estoy segura de que en todo Londres solo a ti y a mí nos gusta estar casadas”, le escribió Woolf a su amiga en una de sus cartas. Esa sencilla frase representa todo lo que la una esperaba de la otra y también lo que sus maridos esperaban de ambas.

Vita era una aristócrata y lesbiana confesa que se había casado con Harold Nicolson, un diplomático gay con el que encontró el perfecto equilibrio para seguir con sus líos de faldas. Ese nivel de “confianza”, como lo describe su hijo, era fruto de una absoluta noción y respeto por las “diversiones masculinas” de uno y las escapadas mujeriegas de la otra.

El matrimonio Woolf se ceñía un poco más a la moral conservadora del siglo XIX. Leonard parece que llevaba peor la orientación sexual de su mujer, pero sabía que había renunciado a cualquier acercamiento en la alcoba en el momento que dijosí, quiero. Ella se lo había dejado bien claro. Aún así se amaban, se cuidaban -él más por la fragilidad anímica y física de su esposa- y se alimentaban mentalmente. Virginia tampoco se consideraba lesbiana, pero sí que se definió como queer en alguno de sus textos.

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Leonard y Virginia en ‘The hours’

¿Qué se daban Vita y Virginia? La primera estaba prendada de la prosa de Woolf y esa admiración no era mutua, aunque Sackeville era mucho más conocida entre la élite como autora que  La señora Dalloway. De hecho, tras el primer encuentroVirginia no escribió precisamente bondades de su futura amante. “Es recargada, bigotuda, con los colores de un periquito y toda la soltura de la aristocracia, pero sin el genio del artista”.

Y fue precisamente eso último lo que le hizo sucumbir a su arrebato. Sackville presumía de su ascendencia malagueña para ser una depredadora carismática en un mundo de lores ingleses. No había mujer, según dicen, que se resistiese a su conquista y se encaprichó de Virginia desde el principio: “Tú también te rendirías a su encanto y personalidad. La cabeza me da vueltas pensando en ella”, escribió en una carta a su padre. Los dos matrimonios entablaron una relación muy cercana, sobre todo entre las mujeres, y no fue hasta tres años más tarde cuando admitieron su amor.

Devoción antes que pasión

Lo brillante de su relación es que ponían por escrito toda su devoción al mismo tiempo que conocían su fecha de caducidad. Vita y Virginia consumaron ese amor cerca de la famosísima villa de Knole, pero seguían respetando su espacio, esahabitación propia que tanto ansiaba Woolf. Los detalles de aquella fusión apenas se conocen porque Virginia las omitió de su diario por respeto a Leonard y Vita dio menos cuenta de ellas que de sus apasionados encuentros con Violet Trefusis.

“Me gusta su caminar a grandes pasos con sus largas piernas que parecen hayas, una Vita rutilante, rosada, abundosa como un racimo, con perlas por todos lados. Veo una Vita florida, madura, con su abundante pecho: sí, como un gran velero con las velas desplegadas, navegando, mientras que yo me alejo de la costa”- Virginia sobre Vita.

Pero Sackville era de espíritu indomable y solo se casaba con su marido (y porque este toleraba su promiscuidad). Los celos de Virginia por la nueva presa de Vita, la periodista de la BBC Hilda Matheson, resquebrajaron cualquier resto de pasión y aparcaron sus experimentos sexuales. Sin embargo, lograron reponerse a la ira de Eros y no hubo reproche entre ellas, aunque sí mucha pena.

Entre las idas y venidas de Vita, y para aplacar su desasosiego, Virginia escribióOrlando como homenaje y terapia contra unos demonios que le arrastraban cada vez más hacia el río. “Era un himno de gratitud a la felicidad que Vita le había dado. La más larga y hermosa carta de amor jamás escrita”, escribió Nigel Nicolson sobre la novela de 1928. También era un manifiesto hermafrodita contra los roles de género y sus estúpidas leyes hacia las mujeres, como las que impidieron a Vita heredar su villa de Knole.

Pero sobre todo era un canto a la amistad femenina por encima de la lujuria. “Qué placer sería poder tener amistad con mujeres: ¡una relación tan secreta y privada comparada con las relaciones con los hombres!”, había escrito Virginia en uno de sus diarios. Así que hizo frente al dolor y no dejó escapar a Sackville, y eso es más sexy que cualquier relato erótico.

La histórica revolución de las familias que apoyan a sus hijos transexuales

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Un dibujo de Gabriela, cedido por la familia

Filósofo, lingüista y antropólogo, Juan Gavilán cree que hay unas madres que “están cambiando el mundo” y explica que él, que ha escrito un libro sobre ellas, las conoció por casualidad. Las mujeres son madres de niños y niñas hasta ahora estigmatizados por ser transexuales y que un día decidieron defender los derechos de su hijos: el primero de ellos, el derecho a la identidad.

Gavilán, que había investigado y escrito sobre identidad y transexualidad, leyó en el periódico el caso de “ una niña a la que le negaban su identidad“, y a partir de ahí (y por una serie de casualidades) conoció de primera mano decenas de casos de los niños y niñas a quienes la sociedad les asignó un sexo, como un estigma, que no sienten.

Los relatos se recogen en un libro, Infancia y transexualidad (Catarata, 2016), en el que aparece la historia de esa niña, Gabriela, célebre porque su madre Pilar plantó cara a un colegio y a un obispo que pretendían decirle a su hija quién era. Su caso fue determinante para la adopción de un protocolo de actuación sobre identidad de género en los colegios andaluces.

Pilar y Juan, madre y autor, conversan con  eldiario.es/andalucía sobre menores transexuales y experiencias de vida, sobre identidad y coerción, sobre un modelo biomédico en retroceso y patologizador, y un modelo sociocultural, abanderado por la rebeldía de estas madres, que ha alumbrado una generación de menores que dejaron de esconder lo que son.

Habla en su libro de un proceso histórico. ¿Por qué?

Juan Gavilán: La aparición de niñas y niños transexuales apoyados por sus familias es histórica porque no se había dado nunca. Habían vivido en la familia una situación de opresión y rechazo, porque la familia se convertía en un instrumento para ejercer la capacidad de expulsión y segregación de los niños transexuales. Hay un momento en que por muchos factores algunas madres y familias deciden poner sobre la mesa el problema, visibilizar a los niños y defender los derechos que tienen, tanto su identidad como a la escolarización. Son pocas y luego se convierte en un fenómeno multitudinario. Es un acto de rebeldía.

Ha conocido a decenas de familias que un día aceptaron que sus hijos e hijas eran menores transexuales. ¿Hay un patrón común en esas experiencias?

Juan Gavilán: Hay unos patrones de conducta que se repiten, hasta el punto de que hay psicólogos que piensan que es una especie de visión errónea producida por algún tipo de mirada retrospectiva de las madres, porque tienden a pensar que hay algún engaño. Yo he tipificado periodos de latencia en los que los niños y niñas no tienen capacidad para salir y se producen alteraciones de la conducta por la presión social. En el periodo de latencia todas las niñas juegan con toallas simulando el pelo, utilizan la ropa de la madre, de la hermana, de quien sea. Luego hay un periodo de desvelación: niños muy inteligentes, desde quien le dice a la madre “yo tengo en mi cabeza que soy un niño”, y se señala, o una niña que estudia los artículos y dice “yo no soy el niño, soy la niña”.

Hay dos fenómenos verdaderamente importantes: se rebelan contra el proceso de socialización de género, algo muy complicado porque el proceso de aculturación es tan fuerte que es casi imposible, pero estos niños se rebelan y dicen “no soy un niño o una niña”. El segundo es que todos y todas adoptan valores de género que son propios del sexo asumido, como una especie de reacción instintiva. Esto es muy criticado por psicólogas o antropólogas feministas, pero un niño asume instintivamente aquello que se le está negando, lo que no quiere decir que defiendan una ideología de género machista.

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Juan Gavilán, autor de ‘Infancia y transexualidad’ | N.C.

¿Cuándo está manifestando su identidad y cuándo está jugando o experimentando?

Juan Gavilán: Puede ocurrir que haya niños que experimenten, pero esos no son transexuales. Por lo que conozco, hay que esperar y observar los comportamientos sin ningún prejuicio. Condición absolutamente necesaria: no reprimir ni castigar el sexo sentido. Y que vaya aflorando la personalidad. Los psicólogos no confían en esto, y creen que hay que diagnosticar y evaluar. Se espera que no sólo tengan disforia de género sino que venga acompañada de comorbilidad, una patología acompañante. Es un discurso que trastoca la realidad porque no existe la disforia: la persona transexual no es disfórica por sí misma, sino que la disforia la produce la presión social y el entorno. Hay un caso de una niña que se desnuda tranquilamente en la piscina. La madre se preocupa porque cree que va a sufrir. La niña le dice: “Mamá no me importa. Si alguien me dice algo, le diré que soy una niña transexual”.

Eso parece indicar que los niños no sólo saben lo que son, sino que lo conceptualizan.

Juan Gavilán: Se da en muchos niños, aunque no lo crean los psicólogos. Yo una vez, hablando con un psicólogo conocido, le conté el caso de una niña de 10 años que quería llamarse Cambrollé de apellido. Le pregunté por qué quería llamarse así. Me miró y me dijo: “Porque es nuestra presidenta”. Lo que quiero decir con este caso es que el niño no trae la disforia, no viene con la patología o el malestar sino que se lo están creando.

Pilar Sánchez: Claro. El otro día otro de mis hijos le dijo a mi hija “transexual”, para meterse con ella. Y ella le respondió, “pues claro. Soy transexual. Igual que tú eres un niño”.

Esos niños y niñas sufren una presión social de su entorno para que asuman el sexo asignado. ¿Cómo de difícil es de lograr la autodeterminación de la identidad con esa presión?

Juan: Yo creo que para ellos no es especialmente difícil. Mi teoría es que el cerebro humano está formado de tal manera que tiene que controlar el cuerpo, y es normal que el niño reconozca el medio y su cuerpo e identidad. Lo que es complicado es que la familia lo acepte. Entre que el niño sabe, muy pronto, hasta que la familia lo acepte hay un periodo de tiempo no determinado, porque dependerá de la voluntad del niño y la capacidad de la familia para asumir el fenómeno. Hay casos de niños que han vivido desde los dos años conforme a su sexo asumido, sin problemas en el colegio o en la familia. Otros tardan dos, tres o cuatro años. Hay casos en que la familia reacciona cuando ven daño físico. Hay otras que lo aceptan porque son muy insistentes. Hay niños que han empezado a los dos años y se les reconoce a los ocho.

Pilar: O que no se lo han reconocido…

Juan: Las narraciones son de madres que han aceptado el fenómeno y cuentan su experiencia y les sirve de sanación o catarsis. Es normal que las madres asuman un cierto sentido de culpa, por qué no lo hice, o no lo hice antes. Hay madres que cuentan que terminan hartas porque la niña no para.

Porque hay una resistencia…

Juan: Porque le están dañando su identidad, la obligan a vestir como no se sienten. Imagina que te obligaran a ir al trabajo vestido de mujer. Todos son padres que han terminado aceptando la situación.

¿En su caso, Pilar, cómo llega a la conclusión de que Gabriela es una niña?

Pilar: Yo viví en casa conductas muy repetitivas: llegar y desear quitarse el uniforme para transformarse, o esconderse para que no la vieran, o acostarse totalmente pintada como una choni… Cuando llega el momento de salir a la calle, de decir esta soy yo y no como me disfraza mi madre, parecen árboles de Navidad, hasta que hay una normalización. Mi hija se lesionó con cinco años y medio. Yo vi que su comportamiento no era acorde a lo que me habían dicho en el hospital al nacer, y me rebelaba. Llevaba un bagaje de sufrimiento porque veía que no era feliz y algo pasaba, pero pensaba que iba a ser gay, que es algo totalmente distinto. Fue al ver un documental. Fue tomar las riendas, ponerme en contacto con Mar Cambrollé, y empezamos cuatro familias locas a reunirnos en Sevilla. Eso fue un punto de inflexión.

¿Le costó?

Pilar: Muchísimo. Una madre comprende a su hijo y acepta todo. Pero tiene metidos unos prejuicios y unos valores, y luchas con eso, y dices: “Lo estoy haciendo mal, me estoy equivocando, esto es un capricho”. Pero cuando te das cuenta de que tu hija está sufriendo, y empiezas a informarte y leer, te das cuenta de que la equivocada era yo. ¿Quién me va a certificar la identidad de mi hija? ¿Qué psicólogo? ¿Desde cuándo te sientes tú un chico? ¿Alguien te dijo algo?

Juan: Se plantea esto porque las familias desconocen la transexualidad. El primer día que alguien les diga algo es un mazazo tremendo.

Pilar: Uf…

Juan: Sufren muchísimo, porque la imagen que tienen de la transexualidad es muy negativa. Hay muchas madres que hacen consultas no sólo a psicólogos, sino a un hermano o un amigo homosexual que le dice: “Tu hija dirá eso, pero yo nunca quise ser una niña. Piensa si es transexualidad”. Esa madre sufre un proceso durísimo porque nunca ha pensado que pudiera ocurrir. Y hay quien va al psicólogo y le dicen que puede ser complejo de Edipo. Los psicólogos a veces no saben nada de esta realidad.

Cuando se acepta esa realidad se genera un nuevo problema: explicarlo. ¿Cómo fue?

Pilar: Recuerdo el encuentro de las cuatro locas que fuimos a Sevilla. Cuando me dijeron lo que pasaba, el viaje de vuelta fue un punto de inflexión. Estaba sola. Mi hija se quedó dormida y yo de Sevilla a Málaga estuve dos horas llorando. Sabía lo que se me venía encima, pero nunca me pude imaginar el problema por estar en un colegio religioso. Sí, la gente te mira, te juzga. Pero a mí me ha pasado de todo, desde llamarme el fiscal, hasta que el fiscal general del Estado intermedie en el caso de mi hija.

Juan: Lo que pasó ahí no se puede repetir porque la ley marca la pauta. Pero además el conocimiento que se ha difundido, cada programa que se hace en televisión atrae a las asociaciones a personas que se reconocen en esos casos. Eso está facilitando que las familias y las niñas tengan una vida más llevadera. Era un problema de ignorancia y desinformación.

Pilar: El protocolo educativo surge a colación de lo que le pasó a mi hija y el impulso de personas como Mar Cambrollé. Cuando entra en vigor y cada colegio lo asume y ningún menor puede ser discriminado por su identidad, escribí una noche un texto llorando. Ningún menor va a tener los problemas que mi hija tuvo, pero falta una ley estatal. No puede ser que un niño andaluz tenga más derechos que uno de Toledo.

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Dibujo de un menor transexual cedido por la familia

¿Cómo fue para las personas que estaban alrededor?

Pilar: Mira: mi madre, con 75 años, dice que ella nunca ha tenido un nieto. Nunca. Mi familia lo estaba viendo desde chiquitita. Yo tengo fotos de mi hija con año y medio con sujetador. Me di cuenta al hacer un barrido de fotos. También mis amigos la veían, alguno me defraudó, pero el apoyo fue general.

Es común que la primera reacción ante este tema sea plantearse si con cinco o seis años ya saben lo que son.

Pilar: Es la pregunta que yo te he hecho: ¿cuándo te dijeron que eres un chico?

Sí, pero yo sigo el cauce ya aceptado socialmente y no tengo que confrontar con lo que me dicen que soy. Un transexual tiene que salirse de la pauta…

Pilar: Porque no has tenido necesidad.

Juan: Claro, los demás seguimos el raíl. No hemos tenido problema porque vamos conforme a la norma. El problema lo tienen las personas que tienen que caminar contra a la norma. Lo sabe desde muy pronto y lo manifiesta en cuanto puede, no hay una edad concreta porque depende del niño y la resistencia de la familia. Hay niños que se sienten vencidos por la familia, se encierran en una cárcel interior hasta que exista un momento favorable.

Pilar: Imagina un niño como mi hija en una familia como las que hicieron la recogida de firmas en contra de mi hija.

¿Ella fue consciente?

Pilar: No, ella sabía que pasaba algo pero puse un paraguas.

Y entonces el caso se convierte en una bandera mediática…

Pilar: La querella contra el obispo se ha archivado y contra el colegio hemos recurrido al Supremo. Si de algo estoy orgullosa es que nuestros niños han ganado mucho. Mi niña con seis años fue un estandarte. Yo me prometí que ningún niño iba a pasar lo que ella pasó. No he ganado la batalla judicial ni una disculpa pública, pero hemos ganado en felicidad de estos niños y niñas y en derechos para ellos. No nos van a callar y vamos a seguir.

¿Por qué lo inició?

Pilar: Porque sé dónde vivo. Me rebela la injusticia. En mi casa, en mi entorno y en la política. Hice eso porque me llevaron ellos: hablé con el colegio y les expliqué lo que pensábamos hacer, pero como la ignorancia es tan atrevida se desató aquello tan absurdo, encontrarte la puerta del colegio como la casa de la Pantoja. Yo venía llorada de casa, con sonrisa de oreja a oreja. Todos me juzgaban, a mi hija le señalaban por la calle, y fue estigmatizada. Todos en el barrio saben que es transexual, esa es su etiqueta; pero lo que no se etiqueta por desgracia no existe y no se generan recursos para ello. Mi hija tiene que decir que es transexual, con todo el orgullo porque para mí es un orgullo.

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Juan Gavilán, autor de ‘Infancia y transexualidad’, y Pilar Sánchez, madre de Gabriela, durante la charla | N.C.

¿Cómo es el tránsito a la adolescencia?

Juan: No tiene nada que ver lo que era antes a lo que van a vivir estos niños. Puede ser absolutamente traumático, con un sufrimiento horrible, porque son niños que de golpe descubren la menstruación; o que empiecen a despuntarle los pechos. Están encontrando aquello que los está mortificando, y el horror es a la sociedad que les marca unos patrones y roles tan duros. Pero tenemos que ver qué pasa con estos niños acompañados por la familia, que no tienen que tener un tránsito tan doloroso. Las escuelas e institutos son los lugares con mayor presión, porque hay jóvenes intentando constituir su propia identidad y se convierten en guardianes de la norma. Quien vive en este ambiente sin educación, sin acogida, sin apoyo familiar lo pasa fatal. ¿Qué pasará cuando estos niños lleguen con educación, acompañados por su familia y sus profesores, y muchos con apoyo médico?

¿Qué efectos tiene la aceptación del sexo sentido en la familia y en el menor?

Juan: Los efectos son fulminantes. Una niña o un niño pueden ser introvertidos, irritables, tener incontinencia, problemas de sueño… y en el momento en que lo aceptan da un cambio radical: tranquilo, sereno, estudiante, concentrado. He conocido niñas a las que en una semana les ha cambiado hasta el rostro. De tener un rostro tenso a relajado. Las familias tienen una evolución no lineal. Descansan, se tranquilizan, pero siguen manteniendo elementos de preocupación o alerta. Y cierto sentimiento de culpa, de haberlo hecho antes o mejor. ¿Lo estaré haciendo bien? Esto ocurre durante un tiempo porque es un periodo de incertidumbre, hasta que llega la tranquilidad. He visto periodos largos, que sienten inquietud por qué va a ser de sus hijos en el futuro.

Pilar: Y cansancio, porque tienes que estar justificando la identidad. Mi hija me pidió ir a sincronizada, y he tenido que hablar con el director. Pienso en quién la va a querer, en la familia normalizada a la que le presenten a mi hija y sepa que no puede tener hijos biológicos… Que la vayan a dañar en la adolescencia, porque ella sabe que no va a tener la regla.

¿Cómo protege a Gabriela? ¿Cómo se protege ella?

Pilar: Ella es consciente de lo que es. Me ha visto con periodistas, alguna vez se ha escapado algo de la tele, o ha visto alguna portada de periódico, ve cómo hablo con otras madres, o cómo vienen chicos a dormir a los que han echado de su casa. Yo tuve que sacarla del colegio: le dije lo que era, y lo orgullosa que estoy. Ella sabe. Como madres, con nuestro discurso, apoyamos la diversidad. Yo no quiero ponerle un inhibidor de crecimiento, quiero que sea una mujer diversa, no está el código binario rosa y azul, hay niños con comportamiento no normativo. No quiero meter a mi hija en un quirófano, pero sé que por la sociedad en la que vive tendrá que pasar para ir con el resto. Mi hija tiene que parecer ser más chica, ser mejor estudiante… No puede ser traviesa, porque dirán “claro, es que es transexual”. Está generando habilidades, porque le preguntan en el patio qué tiene entre las piernas, pero sabe defenderse y estoy tranquila.