Jimena, la joven desaparecida en Turquía, confía en que su historia combata la represión homosexual

La española retenida en Turquía y su pareja se casarán en Torrox.

Llegaron a Torrox en la madrugada del domingo, pero hasta este martes no han podido hablar. Necesitaban descansar, dijeron, para asimilar todo lo ocurrido durante 14 días de locura. Pero finalmente, Jimena Ricoy Shaza Ismail relataron este martes, en una concurrida rueda de prensa en el Ayuntamiento, toda la experiencia que han vivido a lo largo del particular infierno que les llevó desde Dubái a España, pasando por Georgia y Turquía perseguidas únicamente por el amor que ambas se profesan.

Antes, fueron recibidas por el alcalde, Óscar Medina, quien luego las acompañó a lo largo de la intervención. Y fue ahí, ante el enjambre de cámaras y flashes, cuando Jimena tomó la palabra durante la totalidad de la intervención. Shaza, a su lado, no le quitaba el ojo de encima. “Gracias a todos, si no es por vosotros no estaríamos aquí sentadas“, comenzó, agradecida, a todos aquellos que han visibilizado su situación, en la que se vieron debido a que el padre de su pareja, de nacionalidad egipcia pero residente en el Emirato Árabe, les tendió una trampa y las denunció por su relación homosexual, algo penado en dicho país. A partir de ahí, comenzó una huida de ciencia ficción que concluyó hace pocos días en España.

“Cada día, cada segundo, era una nueva emoción, un miedo diferente”, detalló Jimena, que ahora está a expensas de buscar, por medio de su abogada, la manera de arreglar las condiciones legales de Shaza, egipcia de 30 años, quien posee en la actualidad un permiso de estancia concedido por el Gobierno. “Esta noticia ha llegado a países árabes, y visibilizarlo ayudaría a que la gente que vive allí una situación de represión por su homosexualidad; puede ser un empujón para hablar y movilizarse“, expuso la joven hispano-argentina de 28 años, quien, emocionada, tuvo que parar su alocución en varias ocasiones.

Sus planes ahora, en primer lugar, pasan por buscar un trabajo “ya que con toda esta odisea de billetes y viajes perdidos… si no llega a ser por mi amiga Angie, que se ha gastado más de un mes de sueldo en hoteles y vuelos a los que nunca pudimos llegar, no hubiera sido posible”.

“Ahora toca empezar de cero; Shaza debe aprender español, ya que solo sabe unas palabras que no las dirá en público”, afirmó entre risas. “Además, ella debe insertarse en nuestra sociedad, que es diferente a la que estaba acostumbrada: es un shock que aquí se pueda ir de la mano y todos seamos tan abiertos”.

Fue, incluso, un paso más allá al desvelar que la intención de ambas “es la de casarnos”, pese a llevar juntas unos meses. “La idea ya la teníamos antes de que pasara todo esto, lo habíamos mirado en Londres -donde residen-, sacado los papeles que ella necesitaba… pero a mí ahora me gustaría hacerlo en España, en Torrox, si el alcalde quiere”, aseguró, sonriendo, Jimena, quien recibió por respuesta un “encantadísimo” por parte del regidor.

Odisea

“No nos encontrábamos tan mal a nivel emocional porque estábamos juntas, y ahí nos dimos cuenta qué grande era y hasta qué punto podía llegar”, resaltó Jimena sobre las emociones que ambas vivieron en aquella frenética escapada. “Yo lo único que tenía claro es que no me volvía sin ella, y si acababa en la cárcel, yo iría con ella“, apuntó.

En relación al padre de Shaza, quien se opuso a la relación, las amenazó e incluso persiguió hasta Tiflis, Georgia, lugar al que huyeron tras irse de Dubái -sitio al que fueron debido a la supuesta enfermedad de la madre- y en cuyo aeropuerto rompió un pasaporte con visado de Shaza y hurtó el de Jimena, aunque finalmente lo recuperó la policía. “Shaza quiere desmentir, después de hablar con la abogada, las cosas que su padre ha dicho vía telefónica; tenemos pruebas, mensajes, audios… queremos que se haga justicia”, aseveró. “Ahora está con abogados para intentar limpiar su imagen; los únicos mensajes que ha recibido Shaza fueron a través de su hermana, quien conocía su condición homosexual desde los 15 años”.

Sobre la ruta que siguieron en territorio turco, una vez que dejaron Georgia, Jimena explicó que entró en el país otomano en situación legal. “La detención fue porque se nos acusó de terrorismo por el ISIS”, subrayó, “aunque no puedo dar esa información”. “Me dijeron que la embajada se negaba a verme y me hicieron firmar un documento en turco, sin traductor, en el que rechazaba voluntariamente acudir a este organismo”.

Tras toda la tensión, los nervios y la angustia, las dos fueron, tras finalizar la rueda de prensa, a pasear delante del Ayuntamiento. Allí, con dos ramos de flores, se dieron un beso que tras de sí llevó consigo un calvario fruto de la incomprensión por su orientación sexual. Un beso con final feliz para una relación de película.

La joven española retenida en Turquía señala motivos homófobos en su detención y en la de su novia

La pareja denuncia un trato “inesperado e inhumano” en este país, del que fueron deportadas el pasado fin de semana

María Jimena Rico junto a su pareja, Shaza Ismail. VÍDEO: ATLAS. FOTO: EFE (CARLOS DIAZ)

Han pasado dos semanas en las que cada paso se convirtió en “una emoción y en un miedo nuevos”. Jimena Rico, española, y su pareja, Shaza Ismail, de nacionalidad egipcia, pasaron tres días incomunicadas en un centro de detención de Estambul (Turquía), ciudad a la que llegaron huyendo desde Dubai (Emiratos Árabes Unidos) del padre de Shaza, que supuestamente no aceptaba la orientación sexual de su hija. El arresto en Turquía se produjo porque “aparentemente” hubo una denuncia de terrorismo, aunque Jimena, este martes, se ha mostrado convencida de que también existieron motivos homófobos. “Por ser mujeres y lesbianas”, ha dicho en rueda de prensa en Torrox, pueblo malagueño en el que viven sus padres. “No ocultamos en ningún momento lo que somos”. Shaza ha apuntado a que el trato en este país fue “inesperado e inhumano”.

Faltan detalles para reconstruir completamente la huida por Dubai, Georgia y Turquía de las dos chicas. Por consejo de su abogada, aún no pueden desvelar completamente su odisea. Ismail está en España con un permiso de estancia temporal y trabajan para que pueda permanecer en el país. Uno de los planteamientos es pedir asilo político porque su vida correría peligro en el emirato por su orientación sexual. La pareja está estudiando acciones judiciales, aunque no han concretado cuáles ni contra quién. Según Jimena, en Turquía, tras su arresto, firmó documentos “sin saber lo que estaba firmando” y la Embajada española en este país no tuvo conocimiento de que estaba detenida hasta que su familia puso la denuncia ante la Guardia Civil y empezó el ruido mediático. Tanto ella como su familia solo tienen palabras de agradecimiento hacia el Gobierno español.

La pesadilla por la que han pasado se inició el pasado 14 de abril. Jimena, de 28 años, y Shaza, de 21, son pareja desde finales de 2016. Ese día volaron desde Londres, donde ambas residen, a Dubai supuestamente “engañadas” porque el padre de Shaza les dijo que su madre estaba muy enferma. La joven egipcia había revelado hacía poco a su familia que era homosexual. Una vez en el emirato, con lo que se toparon fue con supuestas amenazas de muerte y con una denuncia contra Shaza ante las autoridades. “Su padre la quiere, lo sé, pero la mente es tan cerrada que no lo puede comprender”, ha subrayado Jimena.

Las chicas lograron escaparse y llegar hasta Georgia. En el aeropuerto de Tiflis, la capital, pensaban coger un vuelo de regreso a Londres, pero fueron interceptadas por el padre de Shaza y otros familiares que querían llevar a la chica de vuelta a Dubai. Se produjo un altercado en el que tuvo que mediar la policía, que fue quien trasladó a las dos jóvenes hasta la frontera turca.

La llegada a Turquía

Según ha contado Jimena, con doble nacionalidad española y argentina, Shaza tiene dos pasaportes (egipcio y dubaití) y el padre de esta, en la refriega en Georgia, le “rompió” el visado con el que podía permanecer en Londres. Ha desmentido, tal y como trascendió en un primer momento, que entraran en Turquía indocumentadas. El hombre les quitó los pasaportes, pero los recuperaron. Ambas tramitaron un visado on line para acceder a este país y su situación era “legal”. En este punto del viaje irrumpe una de las lagunas de la historia, detalles que la pareja ha preferido no contar.

Viajaron hasta Samsun (Turquía), donde estuvieron retenidas durante 12 horas, y una vez en libertad, se desplazaron en autobús hasta Estambul, donde pensaban ponerse en contacto con el Consulado español para salir del país. Aparentemente, estuvieron controladas en todo momento, porque la policía turca las detuvo nada más llegar a esta ciudad. Esto ocurrió el pasado 24 de abril, lunes, que es cuando la familia de Jimena perdió el contacto con ella y denunció su desaparición ante la Guardia Civil.

Su estancia en el centro de detención turco es el capítulo en el que menos han profundizado las chicas (Shaza no habla español). Estuvieron tres días incomunicadas, hasta el jueves, cuando fueron trasladadas a otras dependencias para su deportación. Jimena ha contado que “robó” el teléfono de una mochila (al parecer estaba “esposada”) y pudo ponerse en contacto con su hermana María del Valle. La joven, además, peleó todo lo que pudo para que Shaza también fuera trasladada a España. “Me llamaron cuatro veces (…) Y les dije que si no me iba con ella, no me iba”, ha subrayado. “En un primer momento perdí la esperanza, pero sabía que nunca se iba a ir sin mí”, ha corroborado la joven egipcia.

Quedaron en libertad el viernes, al día siguiente de ser localizadas, y llegaron a Barcelona alrededor de la medianoche. “No nos lo creímos hasta que no estuvimos en el aeropuerto”, ha dicho Jimena, sobre el final de la pesadilla que ha vivido junto a su novia. Ahora descansan con la familia en Torrox, donde este martes han sido recibidas por el alcalde, Óscar Medina. Piensan quedarse en España y la prioridad es regularizar la situación de Shaza. Entre sus planes, además de buscar trabajo, está casarse. Y Jimena quiere que esta historia “pueda ayudar a los homosexuales” y “a cambiar las cosas” en los países árabes. En el fondo, ha confesado, se siente “afortunada”, porque su situación no ha sido tan mala como la del resto de la gente con la que ha estado en el centro de detención turco.

Las autoridades turcas tienen retenida a la española desaparecida

imena, a la derecha, con su novia Shaza, en una imagen cedida por su familia. E. M.

Jimena Rico Montero, la joven desaparecida desde el pasado domingo con su novia en Turquía, se encuentra con vida. Las autoridades de este país la mantienen retenida, según ha explicado en las redes sociales una portavoz de la familia y ha confirmado a Canal Sur el padre de la chica.

Esta portavoz ha explicado que la joven de Torrox (Málaga), de 28 años, acaba de contactar con la familia. En su cuenta de Facebook ha indicado: “Aviso importante. Jimena acaba de contactar con la familia. La tienen retenida las autoridades de Turquía. Ahora las están trasladando a otro lugar, pero no sabemos dónde. Sabemos que está viva”.

La familia respira aliviada cuatro días después de que perdieran la pista a su hija en Estambul, donde Jimena había llegado con su novia, Shaza, huyendo de la familia de ésta, que la había denunciado por su relación homosexual en Emiratos Árabes, donde es delito. Casi al mismo tiempo, el padre confirmaba a Andalucía Directo la noticia.

El Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación se encuentra colaborando con las autoridades turcas. La chica se encontraba en Estambul y la madre denunció su desaparición tras perderle la pista. La joven se encontraba en Turquía junto a su pareja, una mujer de nacionalidad egipcia con la que había huido de Dubái (Emiratos Árabes) tras ser denunciada esta por su propia familia debido a su relación homosexual.

Fuentes diplomáticas han asegurado a Europa Press que la familia de María Jimena se había puesto en contacto con el Consulado General de España en Turquía y este mismo organismo se había puesto a su disposición para llevar a cabo todas las operaciones necesarias para dar con la joven. Además, han informado de que Exteriores se encuentra trabajando sobre el caso con gestiones ante las autoridades turcas.

En la denuncia, a la que tuvo acceso Europa Press, la madre de la desaparecida, Ramona Teresa Montero, señaló que, en torno a las 22.15 horas de este pasado domingo, mantuvo una conversación telefónica con su hija, que le explicó que se encontraba en la localidad turca de Samsun a punto de tomar un autobús con destino a Estambul.

Según el relato de la madre, la joven le advirtió de que, si no volvía a tener noticias suyas antes del mediodía del lunes, se pusiese en contacto con la Embajada porque “algo malo le había pasado”, y desde ese momento no ha vuelto a tener contacto con su hija.

La familia de Jimena ha denunciado ante la Guardia Civil su desaparición en Estambul “Le dije a mi hermana que volviera sin su novia, pero no quiso dejarla sola”

Jimena, a la derecha, con su novia Shaza, en una imagen cedida por su familia

Jimena Rico Montero, 28 años, ya sabía el domingo pasado que corría peligro por una historia de amor complicada. Fue la última vez que habló con su madre, Ramona, y su hermana María, las dos en Torrox (Málaga), mientras ella iba de camino a Estambul con su novia, Shaza, de una familia egipcia de cierto poder en los Emiratos Árabes Unidos.

El padre de Shaza ya les había advertido, según cuenta María a EL MUNDO, que estaban denunciadas por mantener una relación homosexual en Dubái, donde es un crimen. Pensaron que Turquía, en ese momento, era su salvación. El lunes, Jimena llamó a su compañera de piso en Londres a las 9.30 de la mañana para pedirle los datos de la reserva del hotel en Estambul que le habían hecho desde Gran Bretaña. Jimena avisó de que se empezaran a preocupar por ella si no se registraba en el hotel. Nunca lo hizo. La familia puso ayer por la mañana una denuncia en la comandancia de la Guardia Civil de Torrox por su desaparición.

El plan pasaba por pedir ayuda en el consulado español para salir del país ya que, según contó Jimena, el padre de su novia les había roto los pasaportes en el aeropuerto de Tiflis (Georgia), donde les había seguido desde Dubái. El domingo por la noche, María le dijo a su hermana que cogiera un avión para España. Ella sola. «Pero no quiso. Sabía que el padre de Shaza les había denunciado y no quería abandonarla. De hecho, el padre le dijo a mi hermana que le había comprado un billete para que volviera a Londres sola», explicaba el miércoles por la noche María desde su casa en Torrox, sin noticias de su hermana varias horas después de la denuncia.

Desaparecida una joven española en Turquía junto a su novia, natural de Egipto

«Se conocieron en octubre en un bar de copas en el que trabajaba Jimena. Shaza estaba con dos guardaespaldas en la zona VIP», explica sobre el encuentro de las dos chicas María. Pero la chica egipcia, de 30 años, no residía habitualmente en la capital británica. No han vivido mucho juntas y Shaza no ha visitado a la familia de Jimena en Málaga. Cuando se conocieron, la egipcia estaba de vacaciones en Londres. Más tarde, fue Jimena la que se fue a Dubái a pasar una temporada. Luego, regresó a Londres y Shaza «volvió con un visado para hacer un máster que le consiguió el padre porque quería estar con mi hermana», continua María, pendiente de los mensajes del WhattsApp que sólo preguntan por novedades y no las aportan, según explicaba, rompiendo la conversación.

¿Por qué fueron a Georgia? «Según me explicó Jimena, porque en el bar donde había trabajado alguna época en Dubái conoció a dos chicos de allí que les aseguraron que sus familias les protegerían, pero no sé por qué no se volvieron a Londres».

Fue hace poco cuando, estando ya juntas en Londres, Shaza decidió darle la noticia a su familia desde la seguridad de la distancia: estaba enamorada y era una mujer. Al poco, el padre le dijo que tenía que regresar a Dubái porque su madre estaba muy enferma. «Hasta hizo un montaje fotográfico», explica María. Cuando se dieron cuenta de las intenciones del padre, emprendieron la huida. Una hermana de Shaza le dijo a María por Facebook que seguía sin saber nada de su padre ni de su hermana. El móvil de Jimena está apagado. La historia de amor que empezó en un bar de copas de Londres ha vivido su último capítulo en Estambul, paso previo por Dubái, donde su relación es delito.

Una familia de Málaga denuncia la desaparición de una joven que huía del padre de su novia

Jimena Rico viajaba con su pareja, de nacionalidad egipcia, e intentaba abandonar Turquía

Jimena Rico y su pareja Shaza. ATLAS

Una familia de Torrox (Málaga) ha denunciado ante la Guardia Civil la desaparición de Jimena Rico Montero, una joven de 28 años residente en Londres desde hace cuatro años. La última comunicación de la chica, con la compañera con la que comparte piso, se produjo el pasado lunes por la mañana, a las 9.38. Tanto su madre como su hermana temen que le haya podido pasar algo porque se encontraba en Turquía huyendo del padre de su novia, de nacionalidad egipcia, que supuestamente no admitía la condición sexual de su hija, no autorizaba la relación y la habría amenazado de muerte. La pareja viajaba junta.

La denuncia se presentó este martes y la familia está también en contacto con la embajada española en Turquía, ha explicado la hermana de la joven desaparecida, que tiene doble nacionalidad española y argentina. La Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de momento no ofrece información sobre el asunto. La familia habló con ella por última vez el domingo por la noche, unas horas antes de que contactara con su compañera de piso, y les dijo que, en el momento en que no diera señales de vida, “avisaran a la policía y a las autoridades porque podría haber pasado algo”, según ha adelantado la Cadena Ser.

La madre y la hermana de Jimena relatan lo que ha pasado en los últimos días, según les ha ido contando ella. La pareja, con una relación desde finales de 2016, habría volado “engañada” desde Londres hasta Dubai, donde está asentada la familia de la chica egipcia, llamada Shaza. Les dijeron que la madre estaba enferma. Una vez allí, el padre habría amenazado de muerte a su hija por mantener una relación homosexual y la denunció ante las autoridades de su país. Las dos jóvenes huyeron a Georgia e intentaban coger un vuelo hacia la capital inglesa cuando, al parecer, llegó el padre. María del Valle, hermana de la desaparecida, cuenta que se trata de un hombre “poderoso” que va con escolta.

Esto ocurrió el pasado jueves. Se produjo un altercado en el que intervino la policía, aunque las dos mujeres lograron zafarse y se dirigieron hasta la frontera turca. Cogieron un autobús hasta la ciudad de Samsun, donde también estuvieron durante horas y pasaron varios controles policiales, y después se desplazaron a Estambul. Jimena contactó con su compañera de piso el lunes a las 9.38, nada más llegar a esta ciudad, y le dijo que se dirigían hacia un hotel y después al consulado español, aunque no llegaron a ninguno de los dos destinos. Desde entonces no se sabe nada de ellas.

Buscan a una joven que huía de las amenazas de muerte del padre de su novia egipcia

MADRID. La familia de María Jimena se ha movilizado en las redes sociales para intentar localizarla y ha pedido ayuda a las autoridades españolas.

Fuentes del Ministerio de Exteriores han informado de que la familia ha estado en contacto con el consulado general.
Este consulado se ha puesto a su disposición y trabaja sobre el caso “con gestiones ante las autoridades turcas que son las responsables de la búsqueda”, según las mismas fuentes.

La familia de la joven pidió ayer ayuda a Exteriores y a las autoridades españolas para localizar a María Jimena, de la que no saben nada desde el lunes cuando, con su pareja, con la que huyó de Dubái tras ser denunciada por homosexualidad, se dirigía supuestamente a un hotel en Estambul y a la embajada española.

La hermana de la joven, María del Valle Rico, explicó a Efe que, a través de Facebook, se ha puesto en contacto con la familia de la novia de su hermana, Shaza Ismail, pero le han dicho que ellos tampoco tienen noticias de su hija.

“No sé si creerles porque he intentado hablar con el padre de Shaza y no me dan su contacto, y me aseguran que continúa en Georgia, hasta donde persiguió a mi hermana y a su hija cuando huyeron de Dubái”, añadió.

María Jimena Rico, de 28 años, nacida en Argentina y de padre español, viajó junto a su novia hasta Dubái para visitar a la madre de esta última, que, al parecer, estaba enferma, pero resultó ser un plan orquestado por su padre para retener a la egipcia en ese país, en el que reside la familia, según indicó su hermana.

Al enterarse las dos jóvenes de que los padres la habían denunciado por homosexualidad, consiguieron huir en avión hasta Georgia, donde permanecieron tres días en casa de unos amigos.

Cuando estaban en el aeropuerto para coger un vuelo hasta Londres, ciudad en la que trabaja Rico actualmente, apareció el padre de su novia, que quiso llevarla a la fuerza y rompió su pasaporte, además de amenazarlas de muerte, según la familia de la malagueña.

Por estos hechos fueron detenidos tanto el padre como la pareja y, una vez puestas en libertad, llegaron a la frontera de Turquía, donde después de varios intentos de entrada, lograron coger un autobús hasta la localidad de Samsun.

Al llegar allí, fueron detenidas por la policía turca y acusadas de terrorismo, al menos durante doce horas, pero finalmente fueron liberadas y trasladadas a la estación de autobuses, para trasladarse hasta Estambul, donde tenían reservado un hotel al que no llegaron.

Su hermana afirmó que en su última comunicación, María Jimena había pedido a la familia que se pusieran en contacto con las autoridades si dejaban de tener noticias de ella, ya que se sentía amenazada y temía por su vida.

Desaparece una española en Turquía tras ser perseguida por el padre de su novia egipcia

La pareja ha huido después de que el progenitor tratara de que fuera detenida en Dubái tras denunciarla por su homosexualidad, una orientación sexual que está castigada con pena de muerte en el país de los Emiratos Árabes

 

Inquietante desaparición la denunciada ayer en el cuartel de la Guardia Civil de Torrox (Málaga) por una familia del municipio. María Jimena Rico Montero, una joven de 28 años nacia en esa localidad y que vive en Londres, permanece desaparecida desde el pasado lunes por la mañana cuando se le perdió la pista en la ciudad turca de Estambul. Según ha explicado este miércoles su hermana, María del Valle, la joven viajó hasta Dubái el pasado fin de semana, el país de residencia de su pareja sentimental, otra joven de unos 30 años llamada Shaza, de nacionalidad egipcia.

Lo hicieron engañadas por el padre de ésta, que les dijo que la madre estaba muy enferma, aunque en realidad lo hizo para que fuera detenida tras denunciarla por su homosexualidad, una orientación sexual que está castigada con pena de muerte en el país de los Emiratos Árabes. Cuando supieron la intención del padre, las dos jóvenes huyeron, cogiendo un vuelo hasta Georgia, con intención de regresar a Londres. Sin embargo,el hombre, de nacionalidad egipcia, las persiguió teniendo un incidente en el aeropuerto de la capital georgiana, Tiflis, donde las agredió y les rompió los pasaportes.

Tras pasar más de diez horas retenidas por la policía georgiana, consiguieron poner rumbo por carretera en dirección a Estambul, a donde llegaron el pasado lunes. A las 9.36 de la mañana María Jimena Rico Montero llamó a una compañera de piso en Londres, que le había reservado un hotel en la ciudad turca, y donde tenía previsto acudir a la embajada española para pedir ayuda para salir del país. En ese momento se le pierde la pista. «Por lo visto nunca llegó al hotel, ni a la embajada, el móvil lo tiene apagado y en la embajada nos dice que están buscándola que ya han dado orden a la Interpol», ha explicado muy afectada su hermana María del Valle. «He conseguido hablar por el chat de Facebook con una hermana de Shaza y me dice que no sabe nada de su padre ni de su hermana», ha relatado angustiada.

La familia Rico Montero procede de Argentina, a donde emigró el padre desde Torrox hace varias décadas. Son tres hermanas y un hermano. Desde hace quince años viven en Torrox. La joven desaparecida se marchó a Londres hace cuatro para trabajar. Fuentes de la Guardia Civil han calificado de «muy inquietante la desaparición», por las circunstancias en las que se ha producido por la actitud del padre de la joven egipcia.

Una española desaparece en Turquía perseguida por el padre de su novia egipcia

Una vecina de Torrox (Málaga) ha denunciado ante la Guardia Civil la desaparición de su hija en Turquía, país al que llegó tras huir con su novia, de nacionalidad egipcia, desde Dubái, donde ésta había sido denunciada por su familia por su relación sentimental.

La denunciante, Ramona Teresa Montero, de nacionalidad argentina, ha afirmado que no sabe nada de su hija, María Jimena Rico, nacida también en Argentina y de padre español, desde el pasado lunes, cuando ésta y su pareja se dirigían supuestamente a un hotel en Estambul y a la Embajada española.

En la denuncia, a la que ha tenido acceso Efe, la madre alertó de que su hija, de 28 años, le había pedido a la familia que se pusiera en contacto con las autoridades si dejaban de tener noticias de ella, ya que se sentía amenazada de muerte por el padre de su pareja.

Según el relato, Rico, que trabaja actualmente en Londres, y su novia viajaron hasta Dubái para visitar a la madre de esta última, que, al parecer, estaba enferma, pero resultó ser un plan orquestado por su padre para retener a la egipcia en ese país, en el que reside la familia.

Al enterarse las dos jóvenes de que los padres la habían denunciado por homosexualidad, consiguieron huir en avión hasta Georgia, donde permanecieron tres días en casa de unos amigos.

Cuando estaban en el aeropuerto para coger un vuelo hasta Londres, apareció el padre de la novia, que, según la denuncia, quiso llevársela a la fuerza y rompió el pasaporte de Rico, además de amenazarlas de muerte.

Por estos hechos, fueron detenidos tanto el padre como la pareja y, una vez puestas en libertad, llegaron a la frontera de Turquía, donde después de varios intentos de entrada lograron coger un autobús hasta la localidad de Samsun.

La madre ha señalado que, al llegar allí, fueron detenidas por la Policía turca y acusadas de terrorismo, al menos durante doce horas, pero finalmente fueron liberadas y trasladadas a la estación de autobuses, para viajar hasta Estambul, donde tenían reservado un hotel al que no llegaron.

María del Valle Rico, hermana de la desaparecida, ha manifestado a Efe que se han puesto en contacto con las embajadas de España y Argentina en Turquía, pero por el momento “no hay novedades”.

“A medida que pasan las horas crece nuestra inquietud, porque nos dijo que avisásemos a la autoridades si no teníamos noticias de ella, ya que temía por su vida”, ha agregado.

“El estigma asociado al sida tiene efectos más sostenidos y venenosos que los del propio virus”

  • Matt Cook hace una historia emocional de la crisis del sida en el Reino Unido para explicar cómo los efectos del estigma y la vergüenza condicionan la vida de las personas e incluso las políticas públicas

  • “El estigma se asocia a la comunidad gay porque representaban todo lo que no debían ser los británicos”

  • “La mujer que estaba aterrada con el miedo de contraer el VIH tomando la comunión en la iglesia tenía su cabeza llena de eso, de la misma manera que el hombre gay que había perdido a su pareja por el sida”

Matt Cook, profesor de historia moderna en la Birkbeck University of London JOÃO FRANÇA

A principios de la década de los 80 se detectaron los primeros casos de sida en Estados Unidos. En 1985 ya se habían detectado casos de VIH en todas las regiones del mundo. En 1987 el sida toma un lugar central en la política global, siendo objeto de debate en la asamblea de las Naciones Unidas. También es el año en que se aprueba el primer tratamiento para el síndrome. Ese mismo año, un grupo de sociólogos británicos decide recoger las impresiones de unos 600 hombres y mujeres al respecto. Este es el punto de partida de la investigación de Matt Cook, profesor de historia moderna en la Birkbeck University of London.

El historiador pone la lupa en la cotidianidad para dibujar el paisaje emocional del Reino Unido en ese momento clave de la historia del sida. Cook busca hacer una historia emocional de esta crisis y hablar de cómo lo vivían las personas, fueran o no seropositivas, portadoras del VIH, fueran o no homosexuales. El desconocimiento sobre el virus y el contagio hacía el miedo muy presente, llevando a situaciones que hoy parecen absurdas, como llevar tus propias tijeras al peluquero, y a la vez hacía crecer un estigma que marcaba la vida de los homosexuales, considerados “población de riesgo”, cuando aún no se tenía en cuenta que el riesgo se encuentra en las prácticas, no en las personas.

Matt Cook estuvo en Barcelona para participar en el seminario (Sub)versiones, organizado por el Centro de Estudios Interdisciplinarios de Género de la UVic-UCC, y hablamos con él sobre esta historia emocional del sida, y sobre cómo las emociones condicionan las vidas de las personas e incluso las políticas públicas.

Habla de la importancia de las emociones a la hora de hacer historia. ¿Por qué es importante que los historiadores piensen en las emociones?

Como historiadores a menudo pensamos que podemos mirar al pasado y esperar que la gente se comporte racionalmente y sin contradicciones, pero olvidamos que nuestra propia vida cotidiana está completamente modulada por los sentimientos con los que nos levantamos por la mañana o que tenemos hacia las personas con las que interactuamos.

Lo que intenta decir la historia de las emociones es que estas interacciones están en el corazón de las experiencias sociales de las personas, también en el pasado, y afectan a las decisiones que se toman a diferentes niveles. Los niveles doméstico, laboral o gubernamental están inflexionados por estos encuentros emocionales.

La complejidad está en darnos cuenta que lo que entendemos por emociones y por palabras como miedo, amor u odio no es lo mismo en cada momento histórico. El gran reto es identificar su presencia y sus efectos sin ser anacrónicos. Hay que asumir que lo que entendemos por miedo ahora no es lo mismo que en los años 80 o cuando sea.

Con esta perspectiva ha estudiado la crisis del sida en el Reino Unido a finales de los años 80. ¿Considera que en este contexto el efecto emocional es más duradero que el epidemiológico?

Utilizando el ejemplo específico del Reino Unido, que es lo que he estudiado, podríamos decir que en realidad hablamos de un número relativamente pequeño de personas infectadas con el VIH que contraían la enfermedad y morían. Por supuesto era un número significativo, pero en ningún caso afectaba a un vecino de todos. Lo que afectaba más la vida cotidiana de la gente, y era especialmente incapacitante para los hombres gays en particular, eran las emociones ligadas al virus, y también la forma en que se vincularon a identidades o comportamientos particulares, sumándose a una serie de prejuicios existentes.

Un trabajo importante a finales de los 80 fue una investigación sobre el estigma del sida. Trabajaron con gente que era seropositiva y gente que no lo era. Lo que encontraron fue que los hombres gays con VIH asumían que las personas que no tenían el VIH tendrían sentimientos mucho más negativos hacia ellos que los que expresaron, que eran bastante solidarios. Pero la cuestión es que era irrelevante si era cierto o no, porque sentían que el estigma era real, y ese sentimiento afectaba su día a día, y hacía que no salieran tanto, o se sintieran incómodos en público.

Es un ejemplo de los efectos perjudiciales que pueden tener las emociones, y en muchos sentidos los efectos del estigma son más sostenidos y venenosos que los que tiene el mismo virus, especialmente desde que las terapias antirretrovirales han cambiado los diagnósticos para el VIH y la sida.

Y estos efectos perniciosos aún están presentes.

Actualmente en Sudáfrica encontramos que hay un gran proyecto para que la gente se haga las pruebas, porque obviamente sólo recibirán el tratamiento si tienen un diagnóstico, pero conseguir que la gente vaya a la puerta de una clínica es muy difícil debido al estigma y la vergüenza, que son respuestas emocionales. Son emociones que están evitando una intervención en la prevención y el tratamiento del VIH.

Este estigma se asocia sobre todo a una determinada comunidad, que son los hombres gays. ¿Cómo sucede esto?

En el Reino Unido pasa en parte porque en un primer momento fue la principal comunidad afectada por el sida, pero luego resultó que los gays eran muy convenientes para ello, porque representaban todo lo que no debían ser los británicos; eran sueltos y promiscuos, tenían demasiado sexo y el tipo incorrecto de sexo. El estigma no se asocia a los drogodependientes de la misma manera, porque los gays eran un vehículo mucho más conveniente para toda esta serie de prejuicios.

¿La mayor visibilidad que estaban obteniendo las personas homosexuales en ese momento facilita que se acaben convirtiendo en objeto de ataque?

Sí que se convierten en un blanco más inmediato. Uno de los miedos en los años 80 era precisamente que los gays y las lesbianas estaban ganando más influencia cultural, estaban reivindicando políticas, siendo tratados en el sistema nacional de salud, y se volvieron mucho más visibles en todos estos ámbitos, así que se generó una especie de guerra cultural. Había que contraatacar y hacer frente a estos gays. Pero también hay otra lectura.

Una cuestión que plantea Dennis Altman es que la crisis del sida, en términos de mayor visibilidad para los hombres gays, resultó en una especie de legitimación a través del desastre. Precisamente porque el VIH y el sida en ese momento hacen que los hombres gays sean más visibles. Más gente los conoce en su día a día, trabajando en hospitales, o en las escuelas, o en los barrios, y los hombres gays se integraron cada vez más en los sistemas sociales. En muchas formas esta situación permitió a los hombres gays encontrar un lugar que ya no estaba al margen sino dentro de la sociedad, o más bien tener un pie en cada lado. Creo que fue una ruta hacia la legitimidad, aunque partió del miedo al homosexual.

¿Más allá de los hombres gays, cómo afectó la paranoia en torno al sida al conjunto de la sociedad?

La gente tenía miedo, y tiene sentido cuando ves el tipo de retórica que se utiliza y la imaginería del miedo que se asocia a la crisis. Es donde ves las emociones teniendo un efecto muy directo sobre la vida social. La gente dejó de ir a nadar, no compraban ropa de segunda mano, o un clásico era llevar tus propias tijeras y peine a la peluquería. Una gran preocupación a mediados y finales de los 80 era cómo recibir la comunión en la iglesia y el miedo a la transmisión del VIH en este contexto. Ya ves que afectaba la vida cotidiana de la gente, pero lo que es realmente interesante es cómo empiezas a ver las diferentes dimensiones del miedo.

¿Cómo son estas diferentes dimensiones del miedo al VIH?

Los miedos cotidianas que tenían las personas heterosexuales eran muy diferentes a los que tenía un hombre gay cuya pareja había muerto. Hay un sentimiento mucho más potente de miedo. Podríamos decir que hay una jerarquía de miedos, pero eso no quiere decir que ocupara menos espacio mental. La mujer que estaba aterrada con el miedo de contraer el VIH tomando la comunión en la iglesia tenía su cabeza llena de eso, de la misma manera que la tenía el hombre gay que había perdido a su pareja por el sida. Te consumía.

A todo ello se suma el hecho de que en los 80 había un sentido apocalíptico en el Reino Unido. Nuestro sistema social estaba cambiando completamente, estábamos en una recesión enorme y la primera ministra Margaret Thatcher estaba dividiendo el país. Había campañas antinucleares y muchas cosas en la televisión sobre el holocausto nuclear, y entonces llega el sida. Era como si el mundo se estuviera acabando, así que creo que el miedo al virus y el sida se convierten en un conducto para un sentido más amplio de riesgo y peligro que estaba presente culturalmente.

¿Qué efecto tienen hoy esos miedos que se generan en ese momento?

Hay una generación mayor de hombres gays que vivieron la crisis, perdieron amigos y experimentaron la intensidad de lo que se ha denominado la generación perdida, que cargan y viven con una serie de emociones que hoy se pueden sentir como no sentidas por otra parte de la comunidad, y aquí hay una división generacional.

Creo que aquí radica la controversia sobre la PrEP [ profilaxis pre-exposición, un tratamiento para personas seronegativas para evitar el contagio], en la idea de que hay una generación que no está preocupada por el VIH, y no hay que estarlo tanto, porque ahora se puede vivir con eso, pero hay un miedo a la pérdida de la memoria. Parece que haya personas que se aferran a una memoria de trauma que vive con ellos, pero es que en esta brecha generacional también hay muchos hombres gays que viven con el duelo de la pérdida de amantes y amigos, o familias que han perdido a hijos y hermanos.

Aparte de eso, creo que muchas de las ideas sobre la vergüenza también resisten, y la intensa lacra del sexo gay es algo que se articuló entonces y de lo que todavía vemos efectos hoy.

¿Todavía está presente la asociación entre sexo y peligro presente en las campañas de prevención de aquella época?

Sigue presente para muchas personas. Siempre hay un miedo a qué puede significar el tener sexo, en términos de quién soy, qué tipo de persona, cuál es mi identidad… Sigue siendo mucho más que un acto físico que es placentero, porque tiene toda esta carga y el desarrollo de juicios que se extraen de ello: ¿he sido una mala persona? ¿Tengo que avergonzarse? ¿He tratado a esta persona bien o mal? Toda la retórica en torno al sexo está absolutamente poblada con este tipo de sentimientos y discursos.

También hay trabajos interesantes sobre el uso de drogas entre los hombres gays, como la metanfetamina, que resultó una epidemia muy devastadora para muchos hombres en Londres. Hay que hablar del apuntalamiento de cuestiones en torno a la intimidad y la vergüenza que pueden llevar a un uso extendido y extensivo de drogas, que es una forma de generar intimidad rápidamente y superar una vergüenza que puede venir de muchos lugares, pero creo que se generó particularmente en los 80.

¿Y las campañas de prevención actuales, con la idea de hacerse la prueba del VIH cada tres meses, pueden vincular el sexo con el miedo?

Creo que hay una mezcla de cosas. Cuando te haces la prueba da miedo, porque te darán un resultado y parte de ti puede temer que sea positivo, y eso está presente. Por otra parte, creo que el VIH da menos miedo que antes. En el Reino Unido tenemos campañas muy exitosas proponiendo que los hombres gays se hagan la prueba regularmente por rutina y no sólo ante situaciones de riesgo. Cuando yo estaba en mis veinte me hacía la prueba cuando creía que algo había ido mal, mientras que ahora el sentido común es hacérsela cada tres meses independientemente de las prácticas.

En cierta forma esto se ha vuelto parte de la red de seguridad, pero está claro que si hablamos de la sensación de seguridad, del mismo modo que el orgullo y la vergüenza, la seguridad está apuntalada por el miedo. En todo caso creo que carga un bagaje diferente que hasta principios de los 90 y antes, cuando un diagnóstico de VIH era realmente devastador.

Considera que las personas hoy tienen menos miedo del VIH. ¿Es positivo?

Sí, y creo que es interesante que las campañas que hay ahora en el Reino Unido se centren en el estigma que perdura. También perdura la desinformación en torno al VIH y el sida, y esto significa que muchas personas aún deben ser cautelosas sobre revelar su estado serológico, y creo que es aquí donde están muchos de los problemas y es sobre lo que estamos intentando trabajar en el Reino Unido ahora mismo.

La FELGTB convoca movilizaciones para denunciar la existencia de campos de concentración para gais en Chechenia

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales también pide al Gobierno de España que condene la violación de derechos humanos en Chechenia y las terribles declaraciones de odio al colectivo LGTB.

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales ha convocado diversas manifestaciones a lo largo y ancho de España para solidarizarse y denunciar la situación de persecución que viven las personas gais en Chechenia. La organización, compuesta por más de 40 entidades LGTBI, pide al Gobierno de España que condene públicamente la violación de los derechos humanos que está sufriendo este colectivo esta república de la Federación Rusa, tal como ya lo han hecho ya Reino Unido, Suecia, Francia o EEUU, entre otros.

Según la FELGTB, a estos actos de protesta, que tendrán lugar el próximo 25 de abril, se han sumado ya ciudades como Alicante, Cádiz, Córdoba, Huelva, Madrid, Málaga, Santa Cruz de Tenerife, Sevilla y Tarrasa y confían en que en los próximo días se vayan sumando más ciudades.

​Las movilizaciones de solidaridad están motivadas por las tremendas noticias que se han publicado en los últimos días en diversos medios de comunicación sobre la existencia de lugares de detención clandestinos, donde se están llevando a supuestos hombres gais o bisexuales en Chechenia.

Algunas fuentes hablan de torturas a más de 100 personas para que delataran a otros gais, que incluyen patadas, palizas con palos y electroshocks y se denuncia el asesinato de tres personas.

Según recuerda el manifiesto hecho público por la FELGTB “la república de Chechenia es tristemente conocida ya por la vulneración de los derechos de las personas LGTB. Los crímenes de honor contra hombres percibidos como homosexuales son comunes en la sociedad chechena”.

La respuesta de las autoridades chechenas ante estas acusaciones de violaciones de derechos humanos ha sido la de negar la existencia de estos centros de detención clandestinos y replicar que estas acusaciones son falsas “porque no se puede detener y perseguir a quién simplemente no existe en nuestro país”, negando la existencia de homosexuales o bisexuales en su población. De hecho, Kheda Saratova, miembro del Consejo de Derechos Humanos de Chechenia, ha declarado que “cualquier persona que respeta nuestras tradiciones y cultura, dará caza a este tipo de personas sin necesidad de las instituciones y hará todo lo posible para que esta gente no exista en nuestra sociedad”.

La FELGTB exige al Gobierno español una condena por la violación de derechos humanos en Chechenia, que el Parlamento español muestre su solidaridad con el colectivo LGTB checheno y la puesta en marcha de una investigación inmediata por parte del Consejo de Europa.