La transfobia como argumento jurídico: el nombre de las personas trans no es un pseudónimo

La tuitera Cassandra, en el banquillo de la Audiencia Nacional acusada de enaltecimiento del terrorismo EFE

Cassandra Vera se llama Cassandra Vera aunque aún no lo diga su DNI. No lo cree el Ministerio Fiscal,  que en un escrito adelantado por la Cadena Ser ha asegurado que la joven “se escondía bajo el pseudónimo de Cassandra” para cometer  el delito por el que le ha condenado la Audiencia Nacional.Este es uno de los elementos que utiliza la Fiscalía, al pedir al Tribunal Supremo que confirme la pena de un año de cárcel, para argumentar que la joven sabía que cometía “hechos patentemente ilícitos” al tuitear varios chistes sobre la muerte de Carrero Blanco.

“Además de ser un argumento sin fundamento porque yo jamás he ocultado mi identidad en redes sociales, es una falta de respeto más por parte de la justicia”, explica Cassandra a eldiario.es. Y es que a pesar de ser una mujer –mujer transgénero, según especifica en su biografía de Twitter–, las alusiones de la Fiscalía se unen a que fue tratada en masculino durante todo el procedimiento judicial, en el que no se respetó su género sentido. Ocurrió durante el juicio y también en la sentencia que se ha hecho pública y que contiene hasta medio centenar de referencias a “el acusado”, “el autor” o “el declarante”.

Los colectivos trans y LGTBI suman ahora sus quejas a la indignación que ya mostraron en su momento y aseguran que estos hechos “chocan contra los avances que se vienen produciendo en los últimos años en esta materia”, explica Mané Fernández, portavoz de Políticas Trans de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales (FELGTB). “Es un argumento que denota la transfobia institucional con la que muchas veces nos encontramos”.

“¿Quién está humillando a quién?”, se planteaba la jurista especializada en derechos LGTBI Violeta Assiego en un artículo en el que llamaba la atención sobre lo que estaba ocurriendo con el tratamiento judicial a Cassandra, que ha sido condenada por humillación a las víctimas. “Se estaba juzgando que yo podía haber atacado el honor de alguien y a la vez se estaba faltando al mío”, dice la joven. Eso a pesar de que su abogado pidió que fuera tratada por su nombre y en femenino. “En principio no pusieron ninguna pega, pero en el momento del juicio no se respetó”, dice Cristóbal Gázquez, portavoz de BGD Abogados.

Un principio que ya está en las leyes

Cassandra, como muchas otras personas trans, se encuentra ahora tramitando la modificación de la mención registral de los documentos oficiales. Un proceso que sigue necesitando de varios requisitos a la espera de que el Congreso prosiga el trámite de la proposición de ley que los elimina  y que fue aprobada por la cámara, con la abstención del PP, el pasado 30 de noviembre. La iniciativa se basa en el principio de la libre autodeterminación del género y establece que las leyes deben reconocer el derecho a la identidad de género “ sin condicionamientos ni dependencias de asignación o acreditación por parte de terceros”.

Es también este mismo principio el que ha inspirado la redacción de muchas de las leyes autonómicas contra la LGTBIfobia aprobadas en los últimos años y que establecen el derecho de las personas trans al respeto a su identidad sentida . La norma madrileña, por ejemplo, lo hace en su artículo 4.1: “Toda persona tiene derecho a construir para sí una autodefinición con respecto a su cuerpo, sexo, género y su orientación sexual. La orientación, sexualidad e identidad de género que cada persona defina para sí es esencial para su personalidad y constituye uno de los aspectos fundamentales de autodeterminación, dignidad y libertad”.

Cassandra Vera debería haber sido tratada como Cassandra si la primera ley estatal LGTBI,  cuya toma en consideración fue aprobada por el pleno del Congreso el pasado mes de septiembre, hubiera estado en vigor en el momento del juicio. Y es que la norma reserva un artículo específico para instaurar que las personas trans tienen derecho a la identidad de género “en los diferentes ámbitos de la vida social” y en particular en el acceso a los servicios públicos. De esta manera, prosigue la ley, “el personal de cualquier administración deberá respetar la expresión e identidad de género de la persona en el trato que le dispense, con independencia de haber obtenido o no el reconocimiento legal del mismo”.

El TEDH se pronunció en 2002

El tratamiento de las personas trans en base a su sexo sentido también ha atravesado las puertas de las aulas y  muchas comunidades han comenzado a enviar circulares a los centros educativos para que el alumnado sea llamado por su nombre elegido y utilicen los baños y vestuarios acordes. En este escenario, las referencias de la Fiscalía a Cassandra como un pseudónimo son, para la Plataforma por los Derechos Trans, “un retroceso” y algo “vejatorio, trasnochado y una agresión al derecho de la libre determinación de la identidad y expresión del género”, afirma el colectivo en un comunicado hecho público este miércoles.

“La identidad de género no es un disfraz, es un derecho humano. Nuestra intención no es inmiscuirnos en el procedimiento judicial, pero denominar pseudónimo al nombre con el que Cassandra se socializa y reconoce es un retroceso y una burla que afecta a todas las personas trans”, asegura la presidenta de la plataforma Mar Cambrollé. “Si yo digo que soy María, ¿quién me lo puede negar? Yo desde mi madurez, mi voluntad y el reconocimiento de mi identidad, ¿por qué no voy a estar capacitado para ser quién soy? ¿Qué otra persona en España debe pasar por un filtro de terceros para ser reconocida?”, se pregunta Mané Fernández.

No solo hablan de ello los colectivos LGTBI, también el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se ha pronunciado al respecto. En una sentencia histórica de 2002, resultado de la demanda que Christine Goodwin interpuso contra el Reino Unido, estimó que identificar a una persona como hombre o mujer “atendiendo únicamente al sexo biológico/cromosómico” puede suponer una vulneración de los derechos humanos del individuo. Desde entonces y según varias letrados consultados, cuando el tribunal conoce casos de personas trans, usa el nombre y el género tal y como se identifica él o la demandante y sin atenerse al nombre que consta en los documentos oficiales.

Carmen, una mujer trans miembro del colectivo LGTBI Cogam, hace hincapié en que las referencias de la Fiscalía a Cassandra “son un ataque a su dignidad y algo vejatorio”, explica poniendo como ejemplo su situación actual: “A mí mis compañeros y compañeras de trabajo me llaman Carmen, pero cuando abro el correo electrónico aparece el nombre masculino porque todavía no ha sido cambiado a pesar de que lo he pedido. Además de obligarte constantemente a dar explicaciones sobre tu vida privada, es algo humillante”, concluye.

Una jueza no reconoce como delito de odio una agresión homófoba a una pareja de gays al grito de “maricones”

Álvaro, uno de los denunciantes / Foto cedida

Álvaro y José Manuel daban un paseo agarrados de la mano por una de las principales vías de Valladolid cuando fueron agredidos por un grupo de unas seis personas. Ocurrió en junio de 2017 y, según se especifica en la denuncia, los agresores les llamaron “maricones” y “homosexuales” mientras les empujaban y les daban patadas. Los jóvenes denunciaron ante la Fiscalía de delitos de odio de la capital castellanoleonesa y el caso ha llegado hasta el Juzgado de Instrucción nº3 de Valladolid. Sin embargo, en las diligencias previas que ha iniciado, la jueza no considera que la agresión sea un delito de odio y las ha tramitado como unas lesiones leves.

Así lo establece en el auto, fechado el 30 de octubre de 2017, en el que decreta el sobreseimiento y el archivo de las diligencias en lo que respecta al delito de odio, que no es un artículo concreto del Código Penal, sino que se define como cualquier infracción en las que la víctima sea elegida por su pertenencia o su conexión con un grupo que puede estar basado en la raza, el origen, la religión, las creencias o la orientación sexual e identidad de género, entre otros motivos.

La jueza no estima que este caso pueda enmarcarse ahí y afirma que “los hechos objeto de la presente causa no son constitutivos de delito de odio”, por lo que las injurias denunciadas “no tienen encaje en el delito de odio”, pero sí en unas vejaciones injustas, afirma el auto. Estas fueron despenalizadas en la reforma de 2015, por lo que “procede acordar el sobreseimiento libre y el archivo de las actuaciones respecto lo anterior”. Lo que sí imputa la jueza es un posible delito leve de lesiones –no necesitaron más de una asistencia– castigado con una pena de multa de uno a tres meses.

“No entendemos cómo una agresión a dos chicos que van de la mano con insultos claramente homófobos puede dar lugar a que se considere que nuestra orientación sexual no juega ningún papel”, explica Álvaro, uno de los denunciantes a eldiario.es. Ambos cuentan con un parte de lesiones que especifica un pronóstico clínico leve y acredita que los dos presentan una contusión en la pierna.

Este joven de 21 años asegura que muchos de estos incidentes son calificados de manera errónea, según su experiencia en base las denuncias que llegan a Valladolid Diversa, el colectivo LGTBI al que pertenece. “Sabíamos que teníamos que incidir en la denuncia en que queríamos que se calificara como delito de odio y que, de las vías posibles para denunciar, la más efectiva es la Fiscalía”.

“Vienen de darse por el culo”

Según la denuncia, eran las 23.45 del pasado 18 de junio del año pasado cuando Álvaro y José Manuel paseaban cerca de la entrada del conocido parque del Campo Grande. En ese momento, relatan, vieron a un grupo de tres hombres y un adolescente “tirando piedras a una pareja de cisnes con unas crías” justo en esa entrada del parque. Cerca había tres mujeres, un niño y un bebé. Los denunciantes se acercan para reprocharles su actitud, que ellos niegan, y afirman que llamarán a la Policía si continúan.

Es entonces cuando una de las mujeres “dice al resto del grupo en actitud de mofa ‘vienen de ahí atrás –señalando el parque– de darse por el culo”, continúa la denuncia, que relata cómo algunos de los presentes se acercan a Álvaro y José Manuel “gritando y mostrando una actitud amenazante y agresiva” repitiendo “varias veces los insultos “maricones y homosexuales” –algo que, dicen, se repitió durante toda la agresión–. Uno de ellos “intenta agredir” a Álvaro, que saca el móvil para llamar a la Policía. Posteriormente relatan empujones y una patada a cada uno con expresiones como “separaos, que tiene sida” o “vamos a llamar a la Policía para decirles que os hemos visto tocando al niño”.

Álvaro sigue sin entender cómo los hechos denunciados no han sido considerados un posible delito de odio y por ello han interpuesto un recurso en el que aseguran que el ataque está motivado “exclusivamente” por su orientación sexual al considerar que “la aversión irracional hacia las personas homosexuales es el motivo de los actos” enjuiciados en este caso. El joven estudiante de Geografía e Historia considera que el hecho de que la justicia no considere esta realidad  “es un factor más para que la gente no denuncie” porque “piensa que no va a servir para nada”.

Un ataque contra todo el colectivo

Según varias letradas consultadas este tipo de hechos debería enmarcarse en el artículo 173 del Código Penal, que castiga al que “infligiera a otra persona un trato degradante, menoscabando gravemente su integridad moral”, en este caso, motivado por la orientación sexual de las víctimas. “Las lesiones y las injurias deberían verse en global, no por separado como se ha hecho en este caso, porque juntas constituyen un delito contra la integridad moral por la humillación que supone para las víctimas”, explica la abogada experta en delitos de odio Charo Alises.

El recurso hace hincapié en que el auto “debería haber considerado con mayor profundidad las circunstancias” en las que se produjeron los hechos y “las motivaciones discriminatorias” porque, de otro modo, prosigue el escrito, “se está quitando importancia a algo que realmente lo tiene: la actuación injuriosa y agresiva contra una persona por su pertenencia a un colectivo concreto”, algo que “debe ser reprobado con contundencia, pues existen cauces jurídicos para ello”.

Por otro lado, Alises insiste en la importancia de reconocer los delitos motivados por la orientación sexual de la víctima, u otro tipo de circunstancias o discriminaciones, como delitos de odio porque “además de tener más entidad penal” supone el reconocimiento de que “se ataca a la víctima por ser quién es, por ser diferente” y “no solo afecta a la persona que lo sufre, sino que lanza un mensaje de intolerancia hacia todo el colectivo al que pertenece”.

Algo que también contempla el recurso presentado por Álvaro y José Manuel y que resumen así: “En este tipo de delitos, un elemento clave junto a ese trato humillante que vulnera la integridad física y/o moral del individuo lesionado, también se produce un efecto que repercute en todo el colectivo, que multiplica su estigmatización y contribuye a mantener los estereotipos y la posición social del mismo”.

Alises también lamenta que la jueza apenas profundice en los fundamentos en los que se basa para tomar esta decisión. “O bien no se ha querido complicar o es la falta de conocimiento del tema”, explica, porque “aunque parezca mentira, falta mucha formación y sensibilización por parte de los jueces y fiscales que no son de odio. Nos encontramos ante muchos casos que o bien archivan o consideran delitos leves asuntos que son delitos de odio”.

Cataluña trans

Por Carne Cruda

Carne Cruda – Cataluña trans (EDITORIAL #CC369)

Cuando despertemos del 21D, el dinosaurio seguirá ahí y Catalunya estará dividida en dos mitades y ninguna dejará de existir. Están condenadas a entender y convivir, a pactar y a transigir, pero ninguno de los dos bloques lo dice porque no da retuits

El selfie que difundieron y retrató a varios políticos

Las campañas electorales son como las campañas bélicas. Todos quieren acabar con el enemigo. Sólo puede quedar uno, como en Los Inmortales. O como en Gran Hermano, el programa de tele, que es más su rollo. Sexo, mentiras y cintas de vídeo. Todos hacen extraños compañeros de cama y edredoning con desconocidos, mienten para que les voten y votan para echar al resto de compañeros de piso. La democracia en Espataluña o Catapaña es esto. Una temporada más de GH. Posado para las cámaras. O como se dice ahora, postureo.

En Cataluña, como están en campaña continua desde hace años, hace demasiado tiempo que los políticos siempre posan. Son como modelos, pero no modelos a seguir sino maniquíes que se pasean por una pasarela, que es un camino a ninguna parte. Actúan más para sus espectadores en Instagram o sus seguidores de Twitter que para los ciudadanos. Ya no hablan de desahucios, paro o desigualdad. Como las estrellas de la red, hablan de sí mismos, convierten en nuestros sus problemas y nosotros les seguimos. Los indepes lanzan tuits como el que tira dardos, los unionistas se hacen selfies como si fueran amigos y los comunes están tan fuera de sitio que hasta van a Tele 5, que es la única manera de acercarse a una mayoría que tienen en este momento.

Que Ada Colau normalice la homosexualidad y la bisexualidad en la televisión más vista, es lo único bueno de todo este circo. Eso y que una chica se bese con su pareja trans en Operación Triunfo. Hay que celebrar que la tele de masas sirva para algo, tanto como lamentar que los políticos no estén sirviendo para casi nada. Mientras la política nos ha convertido en manada, llegan estas mujeronas y hacen lo más subversivo, vanguardista y avanzado en este país, en estos tiempos: morrearse con lo raro, o con lo igual pero impropio, besar al distinto y al diverso, amarse fuera de la norma y contra lo establecido.

Parece impensable que algo así pueda ocurrir en Cataluña tras el 21 de diciembre, porque los dos bloques, que son bloques de piedra, creen que esto sólo puede resolverse por aplastamiento. Negando al otro, lo haré desaparecer. Y si no desaparece, ignorarlo hasta que enmudezca, se arrodille y baje la cabeza. En lugar de plegarme al otro, doblegarlo. La democracia entendida como superioridad numérica y dictadura de la mayoría, no como pacto entre minorías. No sólo los indepes, los dos bandos quieren la vía unilateral.

Pero no va a poder ser. Porque cuando despertemos del 21D, el dinosaurio seguirá ahí y Cataluña estará dividida en dos mitades y por más que una niegue a la otra, ninguna dejará de existir. Y ninguna debe imponerse a la otra. Están condenadas a entenderse y a convivir, a pactar y transigir con el contrario, pero esto en la política tuitera, no se puede decir porque no da retuits. Por eso la clave la tienen los que se han quedado atrapados en el medio, aprisionados entre los dos bloques de hormigón, que tienen la formidable y larguísima tarea de deshacer la piedra como si fuera un terrón de azúcar y desbastarla hasta quitarle a los fanáticos que le sobran.

Para algunos es imposible, para otros inaceptable, pero como la familia de Colau, los catalanes tendrán que aceptar con normalidad las relaciones fuera de la norma, los amores bisexuales y los cambios de género. La única Cataluña posible tiene que ser bi y trans.

Los ‘youtubers’ LGTBI reivindican la diversidad: “No quiero que seamos invisibles nunca más”

Las responsables del canal Devermut

En junio, YouTube superó la barrera de los 1.500 millones de espectadores únicos al mes. Cada día se suben miles de contenidos, desde entrevistas o conferencias a tutoriales y vlogs. Y, entremedias, en canales como The Tripletz, Spanish Queens, Devermut, Koala Rabioso o Alejandro P. E. se habla de transexualidad, de salir del armario, de acoso en las aulas, de activismo, de series o de literatura con personajes LGTBI.

Cuando Alba Vidal  −en Internet, Koala Rabioso− era adolescente pensaba que no había gente como ella. Ni estaban a su alrededor ni nadie hablaba de ello. De ahí la importancia de encontrar herramientas que permitan mostrar la diversidad: “Es muy importante que exista gente que ayude a visibilizarnos. De joven nunca tuve un referente, por lo tanto ni siquiera pensaba que existía gente como yo. No había Internet y en mi pueblo nadie hablaba de eso. Así que era una realidad que ni siquiera era real para mí”, reflexiona Vidal, la realizadora audiovisual  responsable del canal Koala Rabioso y KoalaVlogs.

Su primer canal cuenta con más de 4,8 millones de visualizaciones en total y el segundo, en el que muestra vídeos de su día a día o de sus viajes, con 13,5 millones. Vidal valora que se visibilice y normalice la diversidad “ya sea a través de vlogs simples en los que hacemos vida normal o vlogs complejos de activismo LGTBI más directo”. “Todos los días me escribe gente agradeciendo la labor que hacemos, porque simplemente les hacemos ver que no son monstruos, que no son raros. ¡O al menos que “ser raro” no es malo! Que es lo más natural del mundo, que es solo una realidad más dentro de la sociedad y los hacemos visibles”.

Vidal y Penadas participan junto a Daniel Valero ( Tigrillo) en Spanish Queens, un canal con 19,1 millones de visualizaciones en el que se pueden ver desde sketcheshumorísticos hasta recomendaciones de libros. Su compañero Daniel Valero señala que los ‘youtubers’ son una representación LGTBI “para gente de 11, 12, 13 años que sabe que son LGTBI”. “Cuando yo tenía 15 años no había visto una persona gay en mi vida porque no salían ni en el cine ni en la televisión. Si salían era completamente paródico”, expresa.

Valero plantea el gran cambio que supone para cualquier adolescente ver que entre los youtubers más mediáticos hay personas LGTBI y su posible efecto en el acoso escolar homofóbico. Lo ejemplifica con YellowMellow, con más de un millón y medio de suscriptores y más de 130 millones de visualizaciones en su canal principal: “Contamos con que va a haber miles de niñas de 11, 12 años que no van a tener que vivir escondidas ni van a sufrir el mismo bullying que sufrían hace diez años. Porque a lo mejor la niña que tiene al lado, que es cisheterosexual [persona heterosexual que se reconoce con el sexo que le asignaron al nacer], es superfán de Yellow Mellow y no tiene problema en admirar a una lesbiana. Entonces, ¿por qué no va aceptar a la de al lado?”, argumenta.

En España, los datos más recientes que existen sobre el acoso escolar homofóbico apuntan a que el 3,2% de los niños y niñas que han sufrido acoso identifican su orientación sexual como la causa, según un estudio de la ONG Save the Children. La encuesta de la ONG, realizada en 2016, revela también que un 4,2% de los menores que han sufrido ciberacoso consideran que han sido víctimas por su orientación sexual.

“Un hetero no verá una serie entera por ver un beso”

Ahora, en un mundo en el que nos hemos acostumbrado a buscar en Internet todo aquello sobre lo que tenemos dudas, es más fácil acceder a contenido donde el colectivo LGTBI esté representado. Pero todos coinciden en la pervivencia de una gran laguna, especialmente en el caso de las personas trans: la cultura.

“En el canal intentamos recomendar referentes culturales de temáticas relacionadas con el movimiento LGTBI, feminismo, género, sociología, filosofía, historia…”, comenta Alba Vidal, para quien esta clase de vídeos son importantes para “debatir y avanzar” y poder comprender “de dónde venimos, cómo hemos llegado hasta aquí y conocer cómo funciona la sociedad”.

“Toda esa información es útil si lo trasladamos a la adolescencia porque en esa época empiezan a despertar todas esas dudas y sentimientos si perteneces al colectivo LGTBI y necesitas encontrar respuestas. De manera que facilitar esa información a los jóvenes me parece darles esas herramientas que pueden estar necesitando para que puedan llegar a las respuestas que buscan”, reflexiona.

“Quienes somos del colectivo LGTBI una de las faltas más grandes que hemos tenido ha sido esto. Nunca teníamos historias de amor entre chicas o entre chicos, o no había transexuales e intersexuales…”, contesta Marta, responsable junto a Sara de Devermut, un canal creado por la pareja en 2016 y en el que hacen videoblogs, se habla de cine y series o realizan charlas distendidas a cámara con una persona invitada sobre diversos temas de actualidad.

“Transexuales e intersexuales sigue sin haber”, interviene Sara. Marta señala que, aunque pueda parecer “una tontería”, la televisión, el cine y la literatura dan “la guía de la normalidad”: “Hay un patrón súper repetido: las lesbianas somos capaces de tragarnos una serie entera solo porque sabemos que hay un beso entre dos chicas en la tercera temporada, capítulo diez”. “Un hetero no verá una serie entera por ver un beso. Porque besos hay en todas partes”, incide Sara.

YouTube como plataforma para el activismo

En marzo de este año, YouTube tuvo que rectificar tras darse a conocer que con el Modo Restringido (un filtro para evitar que los más pequeños accedan a contenido violento) desaparecían vídeos con palabras y etiquetas como “gay” o “LGTB”. “Me parece bastante curioso que cuando subes un vídeo donde pone la palabra lesbiana, gay o LGTBI, YouTube te veta la monetización en muchos países”, critica Sara. “La monetización es ridícula, hablamos de nada, de números ridículos, pero que lo siga vetando da tanta pena. Que porque pongas ‘cómo salir del armario si soy gay’ ya te estén vetando para muchas marcas de publicidad me parece ridículo”.

A raíz de la polémica por el filtro parental, YouTube emitió un comunicado en el que señalaron que estaban “orgullosos” de representar voces LGTBI y explicaban que estaban trabajando para solventar los problemas con el filtro. Pese a ello, Alba Vidal coincide con la visión de las creadores de Devermut: “En el Modo Restringido obviamente no aparece todo ese contenido catalogado como ‘sensible’. Dicen que lo están arreglando y que es un error del algoritmo, pero la realidad es que de 160.000 suscriptores que hay en Spanish Queens, no llegan a poder vernos ni un 10% desde hace tiempo”, comenta Vidal. El canal se encuentra parado y explica que no está claro que vayan a retomarlo.

En opinión de Vidal, la plataforma fue “muy potente en su momento” pero ahora no es “tan libre” como antes porque el contenido LGTBI no es “adecuado para anunciantes”: “Los anunciantes que ponen su publicidad quieren asegurarse, en su inmensa mayoría, que su marca y contenido no se va a relacionar con temas polémicos como puede ser la política, el terrorismo, drogas o… contenido LGTBI. Sí, está todo dentro del mismo saco para ellos”, apunta. “No somos adecuados. Pero luego bien que usan la bandera LGTBI en su logo siempre que pueden. Muchos creadores LGTBI han tenido problemas y otros tantos han tenido que dejar la plataforma porque se han cansado. Es muy frustrante”.

Exposición a delitos de odio

La visibilidad que da la plataforma tiene una doble cara: expone a los creadores de contenido a amenazas e insultos homófobos en las redes sociales. Valero ha denunciado delitos de odio por amenazas de muerte: “He tenido vídeos que se han viralizado un poco y la mayoría de los comentarios eran homófobos. Eran ‘maricón, muérete’. Hasta el punto de que he llegado a denunciar delitos de odio por amenazas de muerte”, explica.

“Siempre que te expones y das la cara van a insultarte y amenazarte. Más si hablas y te mojas como lo hago yo”, coincide Alba Vidal, al tiempo que señala que “son personas cobardes que se crecen detrás de una pantalla”. La ‘youtuber’ recuerda uno de los primeros mensajes que recibió: “Ponía ‘Juventudes hitlerianas vamos a por ti’. Pues ok, muy bien, gracias. La realidad es que en la calle nunca nadie (¡nadie en 5 años!) me ha dicho una mala palabra”.

Para Valero, ser ‘youtuber’ del colectivo LGTBI es “cuanto menos difícil de llevar” por la carga que supone “saber que hay cientos de personas que en su día a día están deseándote la muerte”. Incide en que ocurre lo mismo con las creadoras por el hecho de ser mujeres:  “Simplemente es el traslado de lo que es nuestra sociedad a un lugar donde pueden decir lo que piensan sin miedo a que les den un bofetón porque están detrás de un avatar”. Pese a ello, insisten en la necesidad de continuar ocupando cada vez más espacios. Lo resume Vidal: “No quiero que seamos invisibles nunca más”.

El Congreso permitirá a las personas transexuales cambiar legalmente el sexo y el nombre sin declararse enfermos

Manifestación Orgullo LGTBI de Valencia, 2016 / EFE

El Congreso de los Diputados albergará este martes uno de los debates que las personas trans llevan años esperando. Los grupos discutirán una propuesta del PSOE que pide eliminar  la concepción de la transexualidad como una enfermedad a la hora de acceder al cambio de nombre y sexo en los documentos oficiales. Además, propone acabar con la exclusión de los menores, las personas extranjeras con residencia e intersexuales, que no están reconocidas en la ley. Estas son algunas de las reivindicaciones que con mayor fuerza han enarbolado los colectivos LGTBI en la batalla que libran para lograr la despatologización de las identidades trans.

La proposición de ley socialista pretende introducir una modificación en la ley 3/2007 de 15 de marzo, que regula la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. Así, apuesta por acabar con la obligación de que las personas trans pasen por un proceso en el que son obligados a declararse enfermos para acceder al cambio: según la norma actual, deben contar con un diagnóstico médico o psicológico que acredite que la persona que quiere modificar su nombre padece disforia de género y que ha sido tratada un mínimo de dos años “para acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado”.

La nueva redacción –que cuenta a priori con el apoyo de Ciudadanos y el grupo confederal de Unidos Podemos, según han confirmado a eldiario.es, lo que vaticina que saldrá adelante– establece que la rectificación registral “no precisa de más requisitos que la declaración expresa de la persona interesada del nombre propio y sexo registral con los que se siente identificado/a”. Algo que se expresará en una declaración que acredite su voluntad.

 

Además, específica que “el reconocimiento de la identidad sexual y/o expresión de género […] no se podrá condicionar, en ningún caso, a la acreditación de haberse sometido a ningún tipo de cirugías, a terapias hormonales o a tratamientos psicológicos, psiquiátricos o médicos de cualquier tipo”.

“Es algo que venimos reivindicando las personas trans desde hace mucho tiempo, por eso es muy importante. No se puede seguir pidiendo un diagnóstico de disforia de género para acceder al cambio registral porque no somos enfermos mentales. Que se nos reclame algo así es seguir negando nuestro derecho a la identidad”, dice Mané Fernández, portavoz de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales (FELGTB) y experto en políticas trans.

Por ello, el PSOE reconoce en su exposición de motivos que, aunque la ley de 2007 “supuso un hito”, existe la necesidad de reformarla “para superar de una vez por todas una legislación que conceptúa la identidad sexual y/o la expresión de género como una enfermedad, como un trastorno y como un problema individual”. El proyecto pide que, en vez desde un paradigma patologizante, las identidades trans sean enfocadas “desde la perspectiva de la diversidad de género”.

La libre autodeterminación del género

“Para que el Estado reconozca verdaderamente el derecho a la identidad de género y/o expresión de género autopercibida y libremente determinada por cada persona sin menoscabo de su dignidad se precisa una legislación que reconozca su derecho a rectificar la mención registral sin condicionamientos ni dependencias de asignación o acreditación por parte de terceros a través de los informes médicos hasta ahora exigidos”, prosigue la propuesta.

Los colectivos celebran el avance, pero apuestan por un marco más global. Así, esta reforma ya está incluida en la ley LGTBI (elaborada por la FELGTB y presentada por Unidos Podemos)  que se tramita en el Congreso de los Diputados  –con la abstención del PP– y que todavía está en periodo de enmiendas. También contempla este cambio la propuesta de Ley Trans estatal que ha redactado la Plataforma por los Derechos Trans y que Unidos Podemos se ha comprometido a registrar.

“La discriminación que sufrimos las personas trans no se combate solo con el cambio de nombre y sexo legal, esta viene determinada por la transfobia vigente en la legislación que no reconoce la autodeterminación, el derecho al propio cuerpo y las amplias expresiones de género posibles”, dice su presidenta, Mar Cambrollé. “Es una ley administrativa necesaria, pero la transexualidad debe de ser despatologizada en todos los ámbitos”. Por ejemplo, en algunas comunidades autónomas sigue siendo necesario este diagnóstico de disforia de género para acceder al tratamiento hormonal.

De hecho, varios organismos internacionales han reclamado que los Estados deben establecer sus políticas públicas respecto a las personas trans desde la óptica de la libre autodeterminación del género. El Consejo de Europa  adoptó en abril de 2015  una resolución que insta a los Estados a ” garantizar que las personas transexuales, incluidas las menores, no sean considerados como enfermos mentales”.

Extender el derecho

Esta es otra de las modificaciones que incorpora la PL socialista: eliminar la exclusión de los menores trans de la ley y permitirles que puedan acceder al cambio de nombre y de sexo para dejar atrás la arbitrariedad a la que están sujetos actualmente dependiendo del Registro Civil o del juez que les toque.

El proyecto considera que incluir a los menores es “inaplazable” para cumplir con el artículo 14 de la Constitución en lo que se refiere a la prohibición de la discriminación por razón de edad y otros artículos de la Carta Magna que el Tribunal Supremo estimó en 2016 que la ley podría estar vulnerando al vetar a los niños, niñas y adolescentes.

“Con la reforma introducida por la presente ley se reconoce de manera definitiva que los menores transexuales y/o trans tienen derecho a desarrollarse libremente durante su infancia y su adolescencia conforme a la identidad sexual y/o expresión de género sentida, poniendo fin a la inseguridad jurídica que se está generando para ellos por las resoluciones contradictorias que se están dictando”.

Los menores de edad podrán solicitar la modificación de la mención registral a través de sus progenitores o representantes legales. En caso de oposición entre uno y otro o de ambos respecto a la petición de su hijo o hija, se podrá solicitar a través del Ministerio Fiscal para que lo resuelva el juez “teniendo siempre en cuenta el interés superior del menor”.

Por último, la propuesta del PSOE también elimina otro de los requisitos que contempla la ley reguladora de la rectificación registral: el de la nacionalidad española. Este condicionante excluye a aquellas personas extranjeras que residen en nuestro país. Algo que ahora se corrige circunscribiendo esta posibilidad a las que cuenten con permiso de residencia ante “la insuficiencia” de dicha norma en relación a estas personas y “para evitar su discriminación”. 

Los obispos tildan la ley LGTBI de “propuesta fundamentalista” con “visos inquisitoriales”

José María Gil Tamayo, portavoz de la Conferencia Episcopal EFE

Los obispos han vuelto a cargar contra la ley LGTBI que se tramita en el Congreso. Así, la norma, cuya toma en consideración fue aprobada por la Cámara el pasado mes de septiembre con la abstención del PP, es para los obispos “una propuesta fundamentalista” con “visos ciertamente inquisitoriales” que “llega a instaurar una verdadera censura”.

Durante la rueda de prensa posterior a la celebración de la Asamblea Plenaria, el portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, denunció que la propuesta “presenta graves dificultades, y un ataque frontal a una serie de derechos fundamentales, so capa de la protección de minorías, que merecen todo el respeto”. “No puede convertirse en una asfixia de la libertad y pone en peligro seriamente todos los bienes que nos trae la convivencia en democracia y libertad”, añadió el portavoz.

Citando un informe presentado por el obispo de Bilbao y responsable de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal, Mario Iceta, el portavoz de la CEE habló de “imposición” que “pretende excluir e impedir otras visiones acerca del ser humano”. Así, según los obispos, “se coartan libertades fundamentales como la libertad religiosa ideológica, libertad de expresión, de presnsa, de cátedra, etc…. Llega a instaurar una verdadera censura; se trata, en definitiva, de una propuesta fundamentalista”.

Gil Tamayo llegó a hablar de “destrucción de libros, incluso en las bibliotecas, que vayan contra la ideología de género” para justificar su visión de “una ley inquisitorial”. “En la ley hay un pensamiento único impuesto a todos, excluyendo los otros. Por eso puede ser considerada una ley totalitaria, porque va desde la escuela a los medios de comunicación, no se da lugar a la libertad de pensamiento”, añadió. “Aquí nadie se va a poder mover, si no es para apoyar la ideología de género”, concluyó.

No es la primera vez que los obispos se pronuncian sobre el tema. A finales de septiembre l a Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española trató el tema durante su reunión en Madrid para concluir que el proyecto y el resto de normas autonómicas contra la LGTBIfobia, “conculcan derechos fundamentales de la persona”.

La situación en Catalunya

Los obispos también reconocieron haber hablado de Catalunya.  El portavoz habló de un “ambiente de confianza”, y de la necesidad de “saber comprender y de discernimiento”, además de nombrar a los obispos de Catalunya “que están a gusto en esta CEE, que es la suya”.

Así se ha hablado, constató Gil Tamayo, “sin apasionamientos y con serenidad”, porque “la Iglesia está para trabajar en esa reconciliación”, en el marco “que consagra nuestra Constitución”. Un documento que “es perfectible, el marco constitucional ampara un estado de derecho con respeto a las leyes. Esto es perfectible, pero es el mejor que tenemos”. Así, los obispos llamaron al entendimiento entre todos, “que queremos que sea así después de las elecciones”.

Al tiempo, Gil Tamayo  recordó las palabras de Blázquez sobre Catalunya en la apertura. “Apoyamos el restablecimiento del orden constitucional, porque es el bien común”, y animó a “un esfuerzo de todos por la cohesión social en la vida pública, eclesial y familiar”, señaló Gil Tamayo, en referencia directa a las elecciones del 21D.

Brevemente, Gil Tamayo hizo suyas las críticas de Cáritas al encierro de docenas de personas en la cárcel de Archidona. “Cualquier identificación de inmigrantes o refugiados con delincuentes es profundamente injusta”, declaró.

Finalmente, y sobre 13TV, Fernando Giménez Barriocanal subrayó cómo, en los últimos seis años, los obispos “han invertido 60 millones de euros en este proyecto”, que los obispos “respaldan, animan a seguir trabajando, a buscar un modelo de sostenibilidad para que no tenga que ser financiada de ninguna manera”. “Los obispos seguirán apoyando el proyecto, porque creen que es un proyecto estratégico”.

El actor Anthony Rapp denuncia que Kevin Spacey le acosó sexualmente cuando tenía 14 años

El actor Anthony Rapp acusa a Kevin Spacey de acoso sexual y fuerza su disculpa

El actor estadounidense Anthony Rapp ha acusado de acoso sexual al también intérprete y director de cine Kevin Spacey, en un incidente que según ha denunciado tuvo lugar en 1986, cuando el primero tenía 14 años de edad.

La denuncia ha forzado a Spacey a afirmar que no recuerda ese incidente, pero que si tuvo lugar le debía a Rapp “la más sincera disculpa”. “Honestamente, no recuerdo el encuentro, hubiera sido hace más de 30 años. Pero si me comporté como él describe le debo la más sincera disculpa por lo que habría sido un comportamiento ebrio profundamente inapropiado”, dijo el veterano actor.

Los hechos, relatados por Rapp al portal Buzzfeed News, supuestamente ocurrieron durante una fiesta en el apartamento de Spacey en Nueva York. Ambos se conocieron en un evento relacionado con el éxito de las obras de teatro en las que participaban por entonces.

Rapp, intérprete de la serie “Star Trek: Discovery”, acudió a la fiesta solo y era el único adolescente presente en ella, así que cuando se aburrió se metió en una habitación a ver la televisión pasada la medianoche.

Según relata, allí se dio cuenta de que era el único que seguía a esas horas en el evento, momento en el Spacey, de 26 años por aquel entonces, entró en la habitación, se le acercó y se tumbó encima con intención de mantener relaciones sexuales.

“Mi recuerdo era… ‘bueno, todos se han ido. Debería volver a casa'”, explicó Rapp a la publicación. Sin embargo, Spacey “se interpuso en la puerta mientras se tambaleaba. Mi impresión es que estaba borracho”.

“Trataba de seducirme. No sé si hubiera utilizado ese lenguaje. Pero era consciente de que estaba tratando de tener sexo conmigo”, aseguró Rapp. Spacey, según el relato del denunciante, le agarró “como cuando el marido agarra a su mujer” en la noche de bodas y se tumbó sobre su cuerpo. Rapp dijo no recordar cuánto tiempo permaneció Spacey en esa posición, pero explicó que tras unos segundos logró zafarse de él.

La reacción de Spacey no se hizo esperar y publicó un comunicado a través de su perfil en Twitter donde aseguraba estar “horrorizado” por la historia.

“Esta historia me ha llevado a abordar otros asuntos sobre mi vida. Ahora elijo vivir como un hombre gay. Quiero afrontar esto de forma honesta y abierta, y eso empieza examinando mi propio comportamiento”, indicó.

Rapp señaló que nunca volvió a hablar con Spacey tras el incidente y que el escándalo relacionado con el productor Harvey Weinstein, acusado por decenas de mujeres de acoso y abuso sexual, le animó a dar el paso y tratarlo públicamente.

“Con esto quiero arrojar luz sobre décadas de comportamientos que han continuado porque mucha gente, incluido yo mismo, hemos permanecido en silencio”, sostuvo Rapp.

 

¿Cómo te atreves, Kevin Spacey? Has propagado una mentira horrible sobre los hombres gays

Por Owen Jones

Su declaración tras las acusaciones de un intento de agresión sexual es despreciable y se utilizará para justificar la opresión sobre el colectivo LGTBI

En la imagen, el actor estadounidense Kevin Spacey EFE

¿Cómo te atreves, Kevin Spacey? Uno de los clichés milenarios utilizados contra los hombres gays y bisexuales es que suponen una amenaza para los niños, que son sinónimo de pedófilos y pederastas. Esta mezquina mentira ha resultado ser útil para justificar la persecución sistemática de hombres gays y bisexuales. Y es por eso que la declaración de Spacey es tan absolutamente despreciable.

Spacey ha sido acusado de un  intento de agresión sexual contra el actor Anthony Rapp, que tenía 14 años en el momento del ataque. El ganador del Oscar ha dicho que no recuerda nada de lo sucedido y ha elegido usar la oportunidad para salir del armario.

Salir del armario es un hito en lo personal para todos los hombres gays, un momento decisivo “antes y después”. Puede implicar un estrés importante por culpa del miedo al rechazo, pero para muchos es una liberación, como quitarse de encima un peso agotador. Que ahora muchos hombres se sientan cómodos al salir del armario se debe a una lucha dolorosa y prolongada por parte del colectivo LGTBI, sobre todo en una época en la que ser gay podía suponer ser arrestado y encarcelado.

No estoy entre los que creen que los personajes públicos tienen una responsabilidad especial de salir del armario, aunque sí es cierto que el hecho de que haya figuras respetadas abiertamente gays ayuda a las personas que están luchando con lo que son. Se trata de un momento profundamente personal, y solo a aquellos que utilizan sus plataformas para promover la homofobia (como políticos que son gays en secreto y votan en contra de los derechos LGTBI) deberían ser declarados gays en contra de su voluntad.

Pero ¿usar una acusación de intento de agresión sexual contra un niño como oportunidad para salir del armario? Kevin Spacey, una vez más, cómo te atreves. Cuando los famosos responden a escándalos tienen un equipo de representantes expertos en relaciones públicas para ayudar a esbozar los comunicados. ¿Y qué intentan hacer los representantes en este tipo de circunstancias? Intentan desviar la atención introduciendo una nueva historia. En este caso, era la salida del armario de su cliente. Spacey ha dañado a una minoría de la que se ha negado a formar parte hasta hace unas horas.

¿Recuerdas la Sección 28, introducida por el  gobierno de Thatcher en 1988, prohibiendo la llamada “promoción de la homosexualidad” en las escuelas? ¿Recuerdas cómo sus defensores justificaron esta legislación homófoba apoyándose en que los hombres gays eran desviados y pervertidos que amenazaban a los niños del país?

Es un tema común. A finales de los 70, el senador californiano derechista John Briggs lanzó una iniciativa llamada  Proposición 6 de California intentando prohibir a gays y lesbianas trabajar en colegios de ese Estado. Afortunadamente, California votó en contra de la iniciativa, pero sus defensores presentaron a la comunidad LGTBI como una amenaza contra los niños estadounidenses.

En la Rusia de Putin, el grupo paramilitar homófobo más destacado se llamó a sí mismo  Occupy Paedophilia (Ocupar la Pedofilia). Se presentan a sí mismos como defensores de los derechos de los niños. Algunas leyes rusas conciben “pedófilo” y “gay” como sinónimos. En Ucrania, el grupo paramilitar antigay  White Lions justifica sus ataques a gays de manera similar. Manifestaciones en defensa de los derechos homosexuales en Polonia han sido recibidas en el pasado con gritos de “prohibir a los pedófilos”, mientras que miembros destacados del partido en el poder, Ley y Justicia, meten en el mismo saco a la homosexualidad y “la pedofilia, la necrofilia y la zoofilia”.

En los próximos días, semanas, meses, apuesto que fanáticos intolerantes homófobos van a usar el caso de Spacey para insistir en que la comunidad LGTBI es una amenaza para los niños. Será usado como argumento para justificar la opresión y el abuso físico y psicológico. También habrá quienes todavía no hayan salido del armario y serán disuadidos de hacerlo. Y todo gracias a la declaración de Spacey.

El punto de mira está ahora sobre hombres poderosos que usan su posición para acosar y agredir sexualmente. Los supervivientes y las víctimas necesitan nuestro apoyo desesperadamente. No hay excusa –ninguna– que justifique el comportamiento de estos hombres.

 

La familia ya no es lo que era: historias que nuestros abuelos no imaginaban

La mitad de los niños nacen en parejas que no están casadas. FERNANDO SÁNCHEZ

No hace mucho que Paula y Joaquín se fueron a vivir juntos. No es su primera convivencia en pareja ni tampoco tienen en mente casarse. En su nueva casa hay dos habitaciones: la que usarán ellos y otra en la que jugarán y dormirán sus hijos. Sus hijos que no son sus hijos en común, sino los que cada uno tuvo con su anterior pareja. Paula llevaba un tiempo separada, Joaquín decidió dejar a su pareja para embarcarse de lleno en su nueva relación. “Es raro porque cuando tienes un hijo tus decisiones tienen otra trascendencia, ya no estás tú solo. Pero apostamos por esto y ahora somos una especie de nueva familia aunque los niños tienen a su padre y a su madre biológica y también convivirán con ellos, no sabría bien cómo llamarlo”, duda Joaquín.

La suya es una de las llamadas “familias reconstituidas”, un término rimbombante que alude a la “gente que se ha separado o divorciado que se vuelve a unir y que tienen hijos de relaciones anteriores”, explica la profesora de antropología social de la Universidad Complutense de Madrid Ana María Rivas. Un fenómeno cada vez más común y que muestra hasta qué punto ha cambiado el relato familiar y afectivo de la sociedad: la historia de que un hombre y una mujer se casan, tienen sexo, nacen los hijos y forman una familia para siempre ya no sirve para explicar lo que pasa en los hogares.

“La familia tradicional, entendida como una unión conyugal heterosexual nuclear y biparental no ha desaparecido, sigue siendo el modelo de referencia, pero convive cada vez más con muchas otras fórmulas que se van normalizando. La diversidad es cada vez más normal y tiene más reconocimiento social”, apunta Rivas. En España, por ejemplo, prácticamente la mitad de los niños nacen ya de parejas que no están casadas, casi dos millones de hogares son monomarentales o monoparentales, es decir, un adulto solo convive con sus hijos, y cada año nacen más de 30.000 criaturas por técnicas de reproducción asistida.

Esas técnicas son las que permitirán a María ser madre. No tiene pareja estable o sí la tiene, ni siquiera se atreve a definirlo. Pero, más allá del hombre con el que mantiene una relación de idas y venidas, hay una cosa que tiene clara: quiere ser madre. Con 37 años y una menopausia precoz que le acecha ya ha congelado sus óvulos en una clínica privada a razón de 4.500 euros.

“Es algo que me gustaría hacer con pareja, siempre lo he imaginado así. Por la parte romántica y por la parte práctica, me parece algo maravilloso pero también una gran responsabilidad que prefiero compartir y que me apetece vivir con alguien”, explica. Fallo ovárico precoz, recuento de folículos, hormona antimulleriana. María maneja con soltura los términos que le están forzando a tomar una decisión: “Con o sin pareja lo intentaré”. Eso sí, en la sanidad privada para evitar esperas y sortear requisitos y con la ayuda económica de su familia.

De la Ley del Divorcio al semen por Internet

Las leyes del divorcio de 1981 y 2005, el matrimonio homosexual y el derecho a la adopción, los avances en reproducción asistida, el reconocimiento de las parejas de hecho, el acceso de las mujeres a la independencia económica, la equiparación en derechos de los hijos dentro y fuera del matrimonio… Los hitos que han favorecido esta explosión de nuevas formas de afrontar las relaciones y las familias se han sucedido en los últimos treinta años. “La familia ya no es el sujeto principal, ahora es el resultado de aquello que pactan los individuos, que además puede ir cambiando. Esos pactos van adoptando una enorme variedad de formas”, dice la catedrática de sociología de la Universidad Carlos III de Madrid Constanza Tobío, que recuerda que en España el proceso ha sido especialmente acelerado porque hasta los años 80 “pasó poco”.

Lo primero que el padre de Carmen le soltó cuando le contó que le gustaban las mujeres fue un estereotipo del pasado. “Ah, entonces me olvido de ser abuelo”, masculló. Estaba lejos de la realidad. “Para mí no era nada extravagante pensar en ser madre, desde niña quería serlo. Cuando conocí a Silvia ella estaba planteándose la maternidad y ese proyecto de vida me atrajo”, cuenta Carmen. Ahora, las dos buscan su primer bebé.

Cansadas del largo proceso de la sanidad pública y de la sucesión de pruebas médicas y protocolos “frustrantes”, decidieron probar un método casero: compraron semen por Internet a una empresa danesa por 650 euros. “Nos parecía una idea bonita que implicaba tanto a mi pareja como a mí y que nos permitía hacerlo en casa, en la intimidad, con un orgasmo”, relata Carmen. El embarazo no llegó y sus nombres siguen en la lista de espera de la pública. Eso sí, es probable que hagan otro intento casero. La adopción también está sobre la mesa. El tiempo dirá de qué forma llega su criatura.

Nuevas normas para nuevas familias

El matrimonio no es importante para Sonia y Jorge. Nueve años de relación y dos hijos después, siguen sin papeles que certifiquen su unión salvo el libro de familia. “No hemos tenido necesidad de hacerlo, de buscar un reconocimiento público de nuestra relación”, señala Jorge, que asegura estar rodeado de casos como el suyo. Ahora, sin embargo, se plantean inscribirse en el registro de parejas de hecho de su comunidad, más por seguridad que por convicción. “Hasta ahora donde trabajamos no nos han exigido papeles si a alguno le pasaba algo o queríamos acompañar al otro al médico, pero tengo amigos a los que sí les ha pasado. Estamos, además, pensando en inscribirnos por si a alguno de los dos le pasa algo tener más seguridad”, explica.

El relato de Jorge da con una de las claves que rodean esta transformación social. La sociedad cambia, pero ¿lo hacen las normas al mismo ritmo? “La estructura no está reaccionando de la misma manera a los cambios personales”, responde Constanza Tobío. Las prestaciones sociales, los permisos o las pensiones aún siguen pensados para una familia tradicional de dos miembros que conviven.

Incluso el propio concepto de maternidad y paternidad, aún muy ligado a la biología, no casa con una sociedad donde muchas personas ejercen como padres sin tener lazos de sangre. “A veces las prácticas de la gente y el ordenamiento jurídico van por separado. Ese ordenamiento está aún muy impregnado de un modelo de la familia biogenético”, explica Ana María Rivas. ¿Qué pensiones de viudedad necesita una sociedad donde las mujeres ya tienen sus propios empleos y las parejas cambian a lo largo de la vida?, ¿quién debe tener derecho a permiso para cuidar de un menor cuando las familias reconstituidas son ya una realidad?, ¿qué medidas de conciliación hay que plantear para que en las familias monoparentales se pueda trabajar y cuidar?

La profesora Ana María Rivas subraya que otros países donde la diversidad está más avanzada ya cuentan con cambios estructurales que responden a los nuevos modelos de relaciones y familias. Es el caso de las bajas y permisos en Suecia. En Canadá o Francia, por ejemplo, debaten el concepto de “autoridad parental”: las personas que conviven con los hijos de sus parejas y que, de facto, ejercen como padres y madres también tendrían derecho a coger un permiso para cuidar de esos menores y a participar en la toma de decisiones que les afecten. Rivas lo tiene claro: “Las situaciones son cada vez más diversas y las normas tendrán que ir adaptándose”.

La reproducción asistida, entre el tabú y la normalidad

El perfil más convencional de esta historia lo ponen Julia y Alberto: tres años después de comenzar su relación se casaron por lo civil y se olvidaron de los anticonceptivos. “No estábamos pendientes de nada, de los días que ovulaba y esas cosas”, cuenta Julia. Los meses pasaron sin novedades y comenzaron a impacientarse: empezaron entonces a mirar el calendario, a utilizar test de ovulación, a hacerse los primeros análisis.

Dos años después tienen un diagnóstico –infertilidad de origen desconocido–, que no ha impedido que Julia esté embarazada. La inseminación artificial en una clínica privada, por la que han pagado unos 3.400 euros, ha conseguido que estén esperando su primer hijo. Aunque saben que su proceso es cada vez más frecuente ni siquiera su familia sabe que el embarazo es fruto de un tratamiento de reproducción asistida.

“Hay gente que habla de esto de forma muy natural, pero también hay mucho postureo, gente que te dice todo el rato que todo le ha ido fenomenal y que te hacen sentir rara. Es mentira porque las propias estadísticas dicen que hay muchísimas parejas con problemas para concebir, pero sentimos que aún hay tabú”, cuenta ella. Tanto Julia como Alberto son conscientes de que la llegada de su hijo será posible gracias a unas técnicas con las que sus abuelos ni siquiera soñaban. “Y lo volveremos a intentar porque queremos dos hijos. Esto no nos ha quitado las ganas”.

Lesbianas en el ginecólogo: heteros hasta que se demuestre lo contrario

Foto de archivo de una consulta ginecológica. EFE

-¿Pero ella también se ha echado la crema?

-Sí, estuvimos juntas después de varias semanas. Pero por lo que me dijo tu compañera, al estar en tratamiento ese es un periodo de seguridad, ¿cierto?

-¡Mujer, pero verse y hablar no pasa nada!

-No estábamos hablando. Ella es mi pareja sexual.

Podría haber tenido lugar en una consulta cualquiera, pero es lo que le pasó a Mai Insua hace algo más de un año en urgencias. Su relato no es solo una anécdota, es la experiencia más o menos generalizada entre las mujeres que tienen sexo con mujeres en sus citas con el ginecólogo. Un momento íntimo al que, en su caso, se suman los prejuicios, los comentarios incómodos o las situaciones violentas entre las que una destaca por encima de todas: la presunción de heterosexualidad. Es decir, concebir a priori que esa es la orientación de una persona hasta que se demuestre lo contrario.

“Es algo que ocurre de manera permanente y se entrevé en las cuestiones que te plantean. Cuando te preguntan ‘¿mantienes relaciones sexuales?’ o ‘¿son con penetración?’, lo que en realidad te están preguntando es si tienes un coito heterosexual, pero sin decírtelo”.

Insua, que es psicóloga y terapeuta sexual en Galicia, abunda en esta idea: “Es una pregunta trampa porque solo se refieren a ese tipo de penetración, con pene, y conciben el sexo como sinónimo de coito asumiendo que no hay más diversidad en las relaciones sexuales. Socialmente sigue concibiéndose la idea de que si no hay penetración no hay sexo. Eso nos invisibiliza, sesga mucho las posibilidades de atención y hace que no nos sintamos esperadas. Y si no soy esperada es probable que no sepas tratarme adecuadamente”, prosigue.

El escenario ya no es el mismo que hace una década, sobre todo entre ginecólogos más jóvenes, –coinciden las mujeres entrevistadas para este reportaje– porque l a sensibilización social es mayor y  las  reivindicaciones LGTBI han ocupado la agenda, pero este tipo de situaciones siguen siendo comunes. Isabel Serrano, ginecóloga e integrante de la Federación de Planificación Familiar Estatal, cree que “salvo excepciones, no hay un componente ideológico de rechazo, si no más bien falta de formación y de tiempo”. 

La continua salida del armario

Cuando Sara López le respondió al ginecólogo que no utilizaba métodos anticonceptivos, él le espetó sorprendido: ‘¿Cómo que no? ¿Entonces no mantienes relaciones sexuales?’. La ginecóloga de Rosa (nombre ficticio), otra de las mujeres consultadas, se llevó las manos a la cabeza cuando le dijo que no empleaba estos métodos y le reprochó que si estaba loca, que si no era consciente de los riesgos que corría, que podía estar embarazada. La joven acababa de volver de una estancia en California, donde fue por primera vez al ginecólogo. Allí le hicieron rellenar un papel en el que le solicitaban el género de sus parejas sexuales. De esta manera, la médica ya contaba con esa información.

“Nunca pensé que la situación pudiera ser tan diferente en una consulta en España. Aquella vez le reproché que estaba asumiendo que era heterosexual, pero en otra ocasión, en la que otra doctora presupuso que no mantenía relaciones sexuales porque le había dicho que no usaba anticonceptivos y que no tenía pareja estable, sentí que no tenía fuerzas para salir del armario con ella. Después me enfadé conmigo misma por no haber sido honesta, pero es agotador tener que estar continuamente haciendo un esfuerzo por visibilizar quién eres”, dice Rosa, que se define como bisexual.

Se refiere a la continua salida del armario que pesa sobre las personas LGTBI, lo que en ocasiones se suma a la vergüenza, al no querer ser irrespetuosas y a la falta de reacción. “Muchas veces te quedas cortada o no sabes qué decir porque te hace sentir muy incómoda”, explica Elena Gallego, lesbiana que vive en Madrid.

Gloria Fortún, de 39 años, recuerda una de estas situaciones en su última visita al ginecólogo: “Al decir que era lesbiana utilizó conmigo el espéculo –instrumento médico empleado para dilatar la vagina– más pequeño que tenían, el que se usa con las adolescentes que van por primera vez. Yo no sabía si reír o llorar”.

Lo que en el fondo subyace a este tipo de anécdotas es la idea de que “el sexo entre mujeres no es sexo de verdad”. “Revelan un profundo desconocimiento sobre cómo pueden ser este tipo de relaciones, como si no pudiera haber penetración más allá del pene ni otro tipo de prácticas sexuales. A mí han preguntado, tras decir que mis parejas son mujeres, ‘entonces puedo explorarte ¿no?'”, explica Insua.

A Elena le han llegado a reprochar ‘entonces ¿qué haces aquí?’ tras revelar en una consulta que mantiene relaciones sexuales con mujeres. Con ello, además, el especialista asume a priori que estas mujeres nunca han mantenido relaciones sexuales con hombres. “Hay que hacer las preguntas adecuadas que nos induzcan con delicadeza a saber y nunca hay que dar por hecho nada”, dice Serrano.

El vacío de las ETS entre mujeres

La invisibilización de la identidad se une al desconocimiento sobre las enfermedades de transmisión sexual (ETS) que pueden transmitirse. “Tengo amigas a las que les han mandado para casa al saber que no tienen relaciones heterosexuales y asumir que no tienen nada que explorar. No es difícil pensar que quedan enfermedades sin diagnosticar”, dice Insua. Mar, otra de las mujeres consultadas, preguntó directamente a la ginecóloga qué posibilidades tenía de contraer una ETS al mantener sexo con chicas. Le dijo que ninguno, que estuviera tranquila.

Para esta joven lesbiana, las consultas médicas “ocultan una gran diversidad de formas de vivir la sexualidad, pero también de vivir el riesgo. Mi ginecóloga no supo responderme porque estaba desinformada y tenía una serie de concepciones a priori que le han hecho no interesarse por su cuenta”. Algo que, prosigue, “tiene que ver con que la concepción del sexo es muy falocéntrica y en cuanto falta eso, las relaciones se consideran algo infantil o muy afectivo pero poco sexual”.

Todas las mujeres consultadas para este reportaje coinciden en afirmar que nunca han sido informadas sobre la incidencia de determinadas ETS en mujeres que practican sexo con mujeres y tampoco les han hablado de métodos para evitarlo. De hecho, lo más habitual es no utilizar ninguno. 

La Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA)  realizó en 2007 uno de los pocos estudios que existen sobre esta realidad.Aunque antiguo, reveló que las lesbianas acuden menos al ginecólogo y que en las consultas hay “obstáculos para la comunicación” por “la dificultad” de revelar su identidad y la presunción de heterosexualidad de los médicos: “Esta invisibilidad en la salud puede tener consecuencias importantes para el bienestar psicofísico”. 

La literatura científica sobre ETS entre mujeres es prácticamente inexistente y, de hecho, nunca son objeto de las campañas de prevención del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.  Su página web cuelga todas las que ha puesto en marcha desde 2005, pero ninguna ha tenido por público objetivo a las mujeres lesbianas o bisexuales. Sí lo han sido, por el contrario, los gays o los heterosexuales.

Iria, médica de familia en la sanidad pública, relaciona este vacío   con una falta de formación en las carreras de medicina y con “una concepción heteropatriarcal” de la misma, que todavía está vigente. “Los ginecólogos muchas veces no hacen las preguntas adecuadas para hallar las patologías que tenemos porque con las mujeres lesbianas o bien se da por hecho que no las va a tener o no se le concede toda la importancia que debería”, sentencia.

La experta insiste en el tema de las ETS “por las implicaciones que pueden tener” y añade: “Un detalle que jamás he visto preguntar es por el uso de juguetes eróticos, si se usan, cómo y, sobre todo, si se protegen”.