«Le conocí en un portal de contactos, me drogó y me desvalijó la casa»

La Ertzaintza investiga al menos cuatro denuncias interpuestas por robo en domicilio por sumisión química. Las víctimas encontraron al autor en una red social para gais

Las víctimas encontraron al autor de los robos en un portal de contactos para gais. / PEDRO URRESTI

«Creo que aquí en Bilbao el tipo puede haber hecho miles de desastres, pero la gente que está dentro del armario no denuncia por vergüenza». Enrique, nombre ficticio, es una de las víctimas de un individuo al que busca la Ertzaintza tras recibir al menos cuatro denuncias por robo en domicilio por sumisión química. Él se ha decidido a contar su caso «para que no le ocurra a nadie más. Lo que yo he perdido ya no lo voy a recuperar», se resigna. «No tengo ningún problema en ir a juicio, enfrentarme a él y decirle: ‘Fuiste tú’, pero es lo que temen los otros. Quiero que encierren a ese tío un buen tiempo», proclama.

El autor emplea en todos estos casos el mismo modus operandi. Moreno, con barba, complexión fuerte y unos treinta años, habla con acento caribeño. Encuentra a las víctimas, de edad madura y que supone puedan tener importantes ingresos económicos, a través del portal Grindr para contactos entre gais, cuyo uso se ha generalizado en los últimos años. Una vez que consigue acceder al domicilio de la víctima, les suministra una sustancia sedante en la bebida y cuando están dormidos, les roba a placer.

 

Enrique entró en su perfil el pasado 27 de agosto, lunes, y le «llamó la atención que le gustaba cocinar». Daba un nombre que probablemente sea falso y se identificaba como latinoamericano y productor de televisión. Decidió enviarle un mensaje esa misma tarde, pero él no le contestó hasta horas después. A medianoche, le pidió su número de teléfono para mantener una vídeollamada a través de whatsapp. Durante la conversación quedaron en que, como ya era tarde, él acudiría a la casa de Enrique a tomar algo. «Estaré ahí en ocho minutos», le anunció. Como él no bebe y no tenía ninguna bebida alcohólica en casa, el desconocido se ofreció a comprarlas en un ’24 horas’.

Enrique bajó a recibirle y vio cómo pagaba las dos latas de cerveza con una tarjeta de crédito, ahora cree que sería robada. Le extrañó que no esperara a llegar a casa para abrirlas y que lo hiciera cuando caminaba a su espalda. Sospecha que fue en ese momento cuando vertió la droga en la bebida. Rechazó varias veces la cerveza, pero el joven se puso muy insistente. «No me puedes hacer este desplante», le repetía. Al final accedió, pero apenas mojaba los labios, por lo que aquel individuo llegó a darle la bebida a la boca. Enrique empezó a tener los primeros síntomas de sueño, «pero pensé que era porque era muy tarde». Entonces, «empezó a sobarme el brazo y hasta ahí me acuerdo».

No despertó hasta dos días después, el jueves por la mañana. «Había perdido la noción del tiempo, pensaba que era martes». Al abrir los ojos se encontró con todos los cajones abiertos. Le había robado un reloj Festina de acero, varias cadenas de oro, unos zapatos nuevos, el teléfono móvil y la tarjeta de crédito, con la que realizó esos días varias pequeñas operaciones.

«Atemorizado»

Un amigo le acompañó al hospital de Basurto, donde le sometieron a varias analíticas de sangre y orina. Cuando recibió el alta, horas después, acudió a una comisaría de la Ertzaintza a interponer una denuncia y allí le confirmaron que había otros casos. Ha contactado con uno de ellos, al que también le ofreció una lata de alcohol que le hizo dormirse profundamente. «A él sólo pudo robarle unas monedas extranjeras porque tenía cámaras por la casa». Desde entonces, Enrique se siente «atemorizado» y piensa que la dosis de sedante era tal que «podía haberme llevado al otro barrio». «Llego a casa y miro en el baño, detrás de la puerta… No he vuelto a quedar con nadie y estos días no voy a trabajar». Enrique ha visitado de nuevo el perfil de este individuo, pero «cambia la foto y los datos». Está convencido de que ya no está en Bilbao, sino que ha ido a otra ciudad en busca de nuevas víctimas.

Bilbao aspira a ser sede de la gran cita europea del orgullo gay

El primer paso es acoger la asamblea anual de la asociación que reúne a los colectivos LGBT del continente, cuyo anfitrión se decidirá el sábado en Viena

La ‘Ur Parade’ que cruza la ría se ha convertido en el acto con mayor tirón del programa de Bilbao Bizkaia Pride. / IGNACIO PÉREZ

Bilbao y Bizkaia llevan años apostando fuerte. Lo hicieron con el BBK Live, las finales de rugby, los ‘50 best‘, los premios MTV… y les salió bien. Por eso, el territorio parece decidido a seguir pujando. Lo que está en juego ahora es convertirse en anfitrión el próximo año de la asamblea general anual de EPOA, la Asociación Europea de Organizaciones del Orgullo, que ya cuenta con más de 70 miembros. ¿Con qué fin? El de aspirar a organizar a medio plazo la gran cita del orgullo gay en el viejo continente, el Europride.

Representantes de la Diputación y el Ayuntamiento viajarán este fin de semana a Viena para arropar a los miembros de Bilbao Bizkaia Pride, la plataforma que defenderá la candidatura de la villa para traerse la reunión anual de la EPOA. La pelea será dura, porque tendrán que vérselas con aspirantes potentes, Atenas e Ibiza, pero ilusión les sobra. La ‘Ur Parade’, el desfile de embarcaciones que desde hace tres años surca la ría navegando por la diversidad, será el emblema que presentará el colectivo en la capital austríaca. La votación se celebrará este sábado.

La carrera por arrastrar a la EPOA hasta el botxo arrancó a principios de este año. Así, la ejecutiva de la asociación, dedicada a apoyar a las organizaciones de orgullo locales, se reunió en marzo en la villa. Fue entonces cuando las instituciones le trasladaron su interés por que repitiera visita a Bilbao, la próxima vez para celebrar en 2019 su asamblea general. La organización es, además, la que escoge la ciudad que cada año se encarga de organizar el Europride.

Un territorio abierto

Bilbao y Bizkaia «han abierto la puerta a acoger futuras conferencias y eventos de sus organizaciones», advirtieron la Diputación y el Ayuntamiento a los responsables de EPOA, a quienes subrayaron su compromiso con los derechos LGBT+. «Bilbao-Bizkaia es un destino que ha ido ganando fuerza como territorio abierto y ‘friendly’ en los últimos años. El Orgullo está activo aquí y va a más», destacaron. De hecho, en 2017 más de 15.000 personas participaron en este evento, que suma en cada edición nuevas actividades.

La capital vizcaína conocerá en cuatro días sus verdaderas opciones de hacerse con la fiesta gay por excelencia, cuyos anfitriones para los dos próximos años ya están decididos. Así, en 2019 Viena cogerá el testigo a Estocolmo y Gotemburgo, las dos ciudades suecas que por primera vez en la historia de esta cita han compartido el protagonismo este año, y dentro de dos le tocará el turno a Thessaloniki, en Grecia, que se ha impuesto a Bergen, Bruselas y Hamburgo.

A la espera de lo que ocurra en Austria, Bilbao contempla seis objetivos para los próximos ejercicios, entre ellos, fomentar la inclusión LGBT+ y la diversidad entre todas las organizaciones públicas y privadas del territorio, proyectar al resto del mundo una imagen de Bizkaia «auténtica e inclusiva», y sensibilizar y profesionalizar la actividad empresarial desde una óptica abierta con este colectivo.

En su contexto

1992
Londres inauguró el Europride. En aquella edición, más de 100.00 personas se sumaron a la fiesta del orgullo gay.
15.000
personas participaron el pasado año en las actividades en apoyo a la diversidad que se celebraron en Bilbao.
2019
Bilbao-Bizkaia se postula como sede de la asamblea general de la EPOA, asociación que reúne a 70 colectivos LGBT de Europa

Un joven sufre un ataque homófobo en el recinto de txosnas de Sestao

La víctima, que ha denunciado los hechos ante la Ertzaintza, recibió dos puñetazos en el ojo y en la barbilla

Decenas de vecinos del municipio expresaron su rechazo a la conductas que atentan contra la dignidad de las personas. / FERNANDO GÓME

A. B., de 29 años y vecino de Erandio, sufrió un ataque homófobo la madrugada del pasado sábado durante las fiestas patronales de Sestao. Según el parte médico, reflejado en la denuncia que ha interpuesto ante la Ertzaintza, sufre una contusión en la cabeza y sendas heridas en la barbilla y en el pómulo y la zona del ojo. La última ha necesitado puntos de aproximación. El documento no refleja, sin embargo, la rabia e impotencia que sufre la víctima.

Al filo de las cuatro y media de la madrugada, el joven se encontraba disfrutando con sus amigos en el recinto de txosnas. Era el día grande de los ‘sampedros‘ y el ambiente, inmejorable. Todo iba bien hasta que acudió a miccionar. «Estaba con mis amigos y en un momento me alejé unos diez metros. Ya sé que no se debe hacer, pero me metí tras unos contadores a orinar. A una distancia considerable, de espaldas, vi a otro ‘tío’ haciendo lo mismo. Le observé sin más. Justo se giró y cruzamos la mirada», relata. Lo que encontró en los ojos del desconocido no le gustó demasiado, así que, terminó lo que estaba haciendo y regresó con sus amigos «con bastante prisa».

Sin embargo, aquel individuo le siguió y comenzó a insultarle. «Me dijo, entre otras muchas lindezas que no recuerdo, ‘eres un puto maricón de mierda y te voy a dar de hostias’», cuenta. Ni a él ni a sus compañeros les dio tiempo a reaccionar. «Creo que el primer puñetazo fue en la barbilla. Me quedé tan sorprendido que no recuerdo bien», admite. Sin tiempo para oponer resistencia, recibió el segundo golpe. «Lo sentí en el ojo y fue tan fuerte que me caí de espaldas. No sé ni cómo, me levanté y eché a correr», explica. Sin mirar atrás, porque «solo quería salir de allí y que aquello acabara».

Como pudo y sin pararse a pensar en que estaba sangrando, ni en sus amigos, llegó al metro y se fue a casa: «Me metí en la cama y nada más». Al día siguiente, fue su madre la que le situó ante la realidad. «Cuando vio cómo estaba, me dijo que teníamos que ir al médico. Entonces comencé ser consciente de lo que me había pasado», admite. «Pasó todo muy rápido, pero recuerdo que era de aquí y que tendría unos 24 ó 25 años», describe. La Ertzaintza continúa con la investigación para tratar de dar con el agresor.

Concentración de repulsa

La noticia conmocionó a la localidad, que salvo este ataque homófobo, ha vivido unos festejos tranquilos. Sestao Iris Taldea, un grupo en contra de la homofobia, bifobia y transfobia, contactó con la víctima para mostrarle su apoyo. La asociación convocó ayer una concentración de repulsa en las escalinatas del Ayuntamiento, a la que se sumaron todos los grupos políticos y decenas de vecinos. En un comunicado, las autoridades municipales quisieron mostrar «su apoyo y solidaridad» con el joven. «Estos hechos son intolerables y muy graves, suponen un ataque a la libertad e igualdad de las personas», zanjaron.

Sestao convoca una concentración contra la agresión homófoba del fin de semana

BILBAO. Los hechos ocurrieron sobre las 4:30 de la madrugada del sábado en la zona festiva cuando un joven sufrió insultos homófobos y una agresión de la que tuvo que ser atendido en un centro sanitario, según han señalado a EFE fuentes del Departamento de Seguridad.

En un comunicado, el Ayuntamiento de Sestao ha mostrado su “apoyo y solidaridad al joven” agredido y a “todas aquellas personas que, en alguna ocasión, también se han visto acosadas, intimidadas o agredidas por su condición sexual, por su orientación sexual o por su identidad de género”.

El Ayuntamiento de Sestao considera que “estos hechos son intolerables y muy graves” y que “suponen un ataque a la libertad e igualdad de las personas y una amenaza a los valores y principios democráticos”.

Por todo ello, los grupos políticos del Ayuntamiento de Sestao han hecho un llamamiento a la ciudadanía para participar en “una concentración de repulsa” que se celebrará esta tarde a las 20:00 horas en las escalinatas de la casa consistorial.

En el colegio a Xabi, de cinco años, ya le llaman Nora

Una niña transexual vizcaína pide a sus compañeros de clase que asuman su cambio con naturalidad

Con apenas cinco años, Nora -nombre ficticio- se ha convertido sin saberlo en un icono de valentía al no temer vivir libremente su identidad de género. Esta pequeña vizcaína, a la que hasta hace unas semanas le llamaban Xabi, ha decidido dar un paso al frente acompañada de su familia. A través de una emotiva carta, enviada a los padres y madres de la escuela y que se ha hecho viral en las redes sociales, explican cómo su hija les ha ido guiando en este proceso desde que comenzó a expresarse, hasta pedirles este año que la llamaran Nora y no Xabi, el nombre que decidieron «erróneamente, fijándonos únicamente en sus genitales».

Aunque queda mucho camino por recorrer, en ocasiones salen a la luz historias que muestran la valentía de niños con vulva y niñas con pene a la hora de vivir su identidad de género arropados por su familia. El pasado 4 de mayo, Nora escribió otro capítulo en esa historia. Fue el día en el que decidió dejar de ser Nora solo en casa, para serlo también «en la escuela, en la plaza, en el parque, en el cine…».

Ha sido un camino en el que reconocen haber tenido «dudas», pero en el que optaron por respetar sus ritmos y sus tiempos. «Si a los mayores en ocasiones nos cuesta tanto decidir qué zapatos ponernos o dónde ir de vacaciones, cómo no le va a costar a una niña de cuatro o cinco años decir a todas las personas que conoce que están equivocadas, que ella no es un niño sino una niña, y que si tiene pitilín es porque hay otras muchas niñas que también lo tienen, del mismo modo que hay niños que tienen vulva, y que a partir de ahora quiere que le llamemos por su verdadero nombre, que es Nora, y no por el que por error le asignaron su aita y su ama…».

«Ni la primera ni la última»

‘Ni neska naiz’ (‘soy una niña’) fue, como aseguran en la carta, la primera frase que pronunció Nora. «Nos equivocamos en su día, hace ya cinco años y un mes, pero en nuestra casa muy pronto caímos en la cuenta de nuestra equivocación». Desde muy pequeña «vimos, supimos y comprendimos que Xabi, como le llamábamos entonces (y como le hemos estado llamando hasta hace escasos días), era una niña. Una niña con pene, es cierto. Ni la primera ni la última. Pero una niña», explican en la carta.

Los progenitores narran cómo la pequeña ha ido «marcando los tiempos» y se ha manifestado como chica cuando «se sentía protegida», en su hogar o en vacaciones donde nadie sabía si era niño o niña, y más adelante en ocasiones en donde la gente «se vestía de forma especial». Por último, cuando después de Semana Santa pidió que comenzaran a llamarle Nora. «Xabi pasaba automáticamente a ser Nora en el preciso instante en que se sentía a salvo del ‘qué dirán’, en cuanto se sentía acompañada».

El paso al frente de Nora la ha hecho «la persona más feliz del mundo», según sus padres. Acompañados del asesoramiento de profesionales, expertos y miembros de las asociaciones que trabajan en este ámbito, como Chrysalis, agradecen también el «trato exquisito en lo profesional e impagable en lo humano» de la escuela. Ahora piden a los otros padres y madres que, aunque se confundan, respeten la decisión de Nora y la llamen por su nombre. «La práctica ayuda. Cuantas más veces dices Nora, más quieres a Nora. Pruébalo y verás», subrayan.

La guía de Miren, la niña trans que mostró a sus padres qué hacer en cada momento

Los progenitores de una menor de cinco años piden con una carta dirigida a los padres de los niños de su ‘ikastola’ que respeten la decisión de su hija

Miren, nombre ficticio, les dijo a sus padres que era una niña cuando apenas tenía dos años. LOUIS BLYTHE

“Este viernes, 4 de mayo, Miren va a dejar de ser Miren solo en casa: también va a ser Miren en la ikastola, en la plaza, en el parque, en el cine…, y en los lunes de otoño que llueva, y los jueves de invierno que nieve”. Los padres de una niña trans de cinco años que vive en el País Vasco han relatado a través de una carta dirigida a otros padres de su escuela cómo su hija les ha guiado, marcando los tiempos y decidiendo qué hacer en cada momento, hasta pedirles que la llamen Miren y no por el nombre masculino que decidieron “erróneamente” al nacer. El padre, con el que se ha puesto en contacto EL PAÍS, ha pedido que no se faciliten datos personales que puedan identificar a su hija. Los nombres de pila han sido cambiados. Con el escrito, en el que muestran su inmensa gratitud a la labor realizada por el colegio —”nos equivocamos al asignarle el sexo, pero no al elegir la ikastola“—, animan al resto de progenitores a que respeten la decisión que su hija ha adoptado “libre y felizmente” y a que la traten como lo que es y quiere ser: “Una persona normal y feliz”.

Los tres años de recorrido de la familia de Miren aparecen resumidos en una emotiva carta de siete párrafos y una posdata. El escrito ha circulado en los últimos días por las redes sociales sin que los autores lo hayan autorizado, según asegura el padre. En el texto, los padres viajan hasta el nacimiento de Miren y reconocen que “hace ya cinco años y un mes” se confundieron cuando pensaron que era un chico. “Le pusimos de nombre Jon y le traspasamos la ropa de su hermano, y no la de su hermana… ¡Cómo no íbamos a equivocarnos si le asignamos su sexo fijándonos únicamente en sus genitales!”, detallan. A pesar de ello, reconocen que se dieron cuenta “muy pronto” de su equivocación. “No sabríamos precisaros exactamente cuándo, si al año, al año y medio o a los dos años, pero muy pronto vimos, supimos y comprendimos que Jon, como le llamábamos entonces (y como le hemos estado llamando hasta hace escasos días), era una niña. Una niña con pene, es cierto. Ni la primera ni la última. Pero una niña”.

Ni neska naiz” (Soy una niña). Los padres de Miren jurarían que esta fue la primera frase con sujeto, verbo y predicado que construyó su hija. “Una frase que no ha dejado de pronunciar un solo día desde entonces, y habrán pasado ya unos tres años… o más”, precisan. “En todo este tiempo, y tras superar las lógicas dudas iniciales, siempre hemos visto y querido a Jon como una niña, pero hemos respetado sus ritmos y sus tiempos. Si a los mayores en ocasiones nos cuesta tanto decidir qué zapatos ponernos o dónde ir de vacaciones, cómo no le va a costar a una niña de cuatro o cinco años decir a todas las personas que conoce que están equivocadas, que ella no es un niño sino una niña, y que si tiene pitilínes porque hay otras muchas niñas que también lo tienen, del mismo modo que hay niños que tienen vulva, y que a partir de ahora quiere que la llamemos por su verdadero nombre, que es Miren, y no por el que por error le asignaron su aita y su ama…”, continúa la carta.

Los padres relatan cómo la pequeña “ha marcado los tiempos” y se ha ido abriendo cuando se sentía segura. “Ella ha decidido qué hacer en cada momento. Nosotros nos hemos limitado a acompañarla, a arroparla, a comprenderla, a quererla y a hacerla sentirse acompañada, arropada, comprendida y querida. Al principio, solo se manifestaba como chica cuando se sentía protegida, en espacios de confort: nuestra casa, la casa de aitite (abuelo) y amama (abuela), el baserri de amama (caserío de la abuela), donde izeko (la tía) y osaba (el tío) o de vacaciones, donde nadie sabía si era Jon, Miren, niño, niña”.

El siguiente paso la llevó a vestirse “como lo que se siente y como lo que es, una niña”. Miren “aprovechó aquellas ocasiones en las que ella, observadora, detectaba que la gente se vestía de forma… especial”, como fiestas patronales o periodos de vacaciones. “Pasaba automáticamente a ser Miren en el preciso instante en que se sentía a salvo del ‘qué dirán’, en cuanto se sentía acompañada por las personas que ya conocíamos su ‘secreto’: “Ni neska naiz” (Soy una niña)”. El último paso, lo dio en Semana Santa, mientras estaban de vacaciones. Fue entonces cuando pidió que la llamaran Miren. “Pero, en un principio, solo los de casa. En la Ikastola y en la calle, un poco más tarde. Sin prisa”.

En cuestión de un mes, los padres han recabado información y opiniones para afrontar de la mejor manera esta nueva situación. “Hemos escuchado a profesionales, expertos y miembros de las asociaciones que trabajan en este ámbito”, explican.  Aunque Miren había previsto anunciarlo a sus compañeros de clase un viernes, terminó haciéndolo un miércoles y, según el testimonio de sus padres, dar a conocer su decisión la hizo “la persona más feliz del mundo”.

Para terminar y como posdata, los padres de Miren reconocen que tienen un gran lío en casa con el tema de los nombres y quitan importancia a que se produzcan equivocaciones. Con todo, garantizan que “la práctica ayuda”. “Cuantas más veces dices Miren, más quieres a Miren. Pruébalo y verás”, animan en un escrito en el que apelan a valores como el respeto, la solidaridad y la generosidad.

La emotiva carta de los padres de una niña transexual de Zornotza al resto de padres de la ikastola

Con esta carta los padres de una niña transexual de Zornotza, detallan a los progenitores de los y las compañeras de aula, el camino recorrido por la niña y piden respeto a su decisión.

 

Esta es la carta del aita y la ama de una zornotzarra de cinco años que pese haber nacido con pene su primera frase fue «ni neska naiz» – yo soy una niña-. Ahora, cinco años y un mes después de su nacimiento, sus progenitores se dirigen con esta carta a los padres de los y las compañeras de aula para que a partir de ahora todas y todos le llamen por su verdadero nombre, el nombre elegido por la niña, y no con el nombre, que como ellos mismos reconocen, le asignaron por error; «¡Cómo no íbamos a equivocarnos si le asignamos su sexo fijándonos únicamente en sus genitales!», aseguran sus padres.

La carta, que ha tenido gran difusión en Facebook, descubre el camino realizado por la niña desde su nacimiento hasta ahora. Destaca cómo a su temprana edad, era capaz de diferenciar los espacios y las personas con las que se sentía a salvo y podía dejar «ver su secreto». «Ella ha marcado los tiempos. Sus tiempos. Ella ha decidido qué hacer en cada momento. Nosotros nos hemos limitado a acompañarle, a arroparle… Al principio, solo se manifestaba como chica cuando se sentía protegida, en espacios de confort (nuestra casa, la casa de aitite y amama, el baserri de amama, donde izeko y osaba o de vacaciones, donde nadie sabía si era niño, niña, de Zornotza o de Sebastopol…). El siguiente paso le llevó a vestirse como lo que se siente y como lo que es, una niña, en aquellas ocasiones en que ella, observadora, había detectado que la gente se vestía de forma… especial… Si nos hubiésemos encontrado este agosto, habríais visto a nuestra hija con un bikini naranja, un vestido blanco o una falda rosa. Lo que queremos explicaros con estos ejemplos es que pasaba automáticamente a ser niña en el preciso instante en que se sentía a salvo del ‘qué dirán’, en cuanto se sentía acompañada por las personas que ya conocíamos su ‘secreto’: “Ni neska naiz”».

El último gran paso lo dio en las pasadas vacaciones de Semana Santa pidiendo a sus padres que la llamaran por el nombre elegido por ella misma. Pero en el escaso mes que ha pasado desde entonces, se ha sentido segura y arropada para presentarse también en la ikastola. Y esta carta es muestra de ello.

Con esta carta los padres se dirigen al resto de progenitores de la Ikastola Zornotzako Andra Mari para pedir respeto a la decisión de la niña y para que le traten como lo que es, una niña. « No estamos en posición de exigiros nada, y menos aún en aquello que incumba a la educación de vuestros hijos e hijas, –asegura la carta–. Tampoco os pedimos comprensión, aunque mentiríamos si dijéramos que no la agradeceríamos. Sí nos atrevemos a animaros a que respetéis la decisión que ha adoptado libre y felizmente y a que, a partir de ahora, le llaméis por su nombre y le tratéis como lo que es y lo que quiere ser, una persona normal y feliz».

Los progenitores de la niña muestran mediante esta carta una gratitud inmensa hacia la labor realizada desde la Ikastola, «de quienes hemos recibido un trato exquisito en lo profesional e impagable en lo humano. ¡Nos equivocamos al asignarle el sexo, pero no nos equivocamos al elegir la Ikastola!» se congratulan en la carta.

Ester, Marta y su lucha por la igualdad

Ester Suárez y Marta Busturia, presidenta y secretaria de la asociación Santurtzadar, posan junto a su perrita ‘Urre’ en un banco con los colores LGTBI.Foto: M. A. Pardo

SANTURTZI– “Cuando escuchamos algún comentario, insulto o burla contra el colectivo LGTBI ya no sentimos rabia, sino pena de quien lo dice. Pena porque, estando en los tiempos que estamos, con lo que hemos evolucionado, todavía haya gente que piense de ese modo”. Esta frase la pronuncian Ester Suárez y Marta Busturia. Pese a que a algunas mentes retorcidas aún les cueste verlo, Ester y Marta son pareja y ellas son dos de las personas que forman parte de Santurtzadar, la asociación LGTBI de Santurtzi. Este colectivo nacido el pasado mes de octubre busca dar visibilidad a gais, lesbianas, transexuales e intersexuales y también brindar su apoyo y su referencia a todas las personas que formen parte de alguno de estos grupos. “Hay gente que se siente sola y discriminada. Cualquier persona LGTBI te va a contar historias, momentos y situaciones en las que ha sido discriminada. Nosotros queremos apoyar, hacerles ver que cada vez somos más. El problema no lo tenemos nosotros, está en los prejuicios de los demás”, señala Ester, presidenta de Santurtzadar. En esta asociación, que está en pleno crecimiento, se unen personas de todo tipo que quieren brindar su apoyo, poner su ladrillo para construir una sociedad sin discriminación alguna por cuestiones de género y tendencia sexual.

Y es que aún queda muchísimo camino por recorrer en este aspecto y Ester y Marta lo saben por experiencia propia. “Por fortuna no hemos sufrido ninguna agresión física, pero sí insultos. El lesbiana de mierda es el insulto favorito. Le ponen hasta el apellido. Sobre todo lo dicen hombres, a nosotras nunca nos lo ha dicho una mujer”, indica Ester. En esos insultos que más de una vez han recibido, se mezclan dos lacras de la sociedad como son el machismo y la LGTBIfobia. “En la escala de nuestra sociedad primero están los hombres heterosexuales, después, las mujeres heterosexuales, luego los hombres homosexuales, después estamos las mujeres homosexuales y ya, en el último escalafón, están los transexuales”, apunta Marta. El de ayer, era un día de conmemoración para ellas, ya que se celebró el Día Internacional contra la LGTBIfobia. El 17 de mayo de 1990 la OMS dejó de denominar la homosexualidad como una enfermedad mental. “Durante 14 años fui, sin saberlo, una enferma mental”, comenta Marta con un punto de ironía. Ahora, la lucha que abandera, entre otros colectivos, Santurtzadar es que la OMS reconozca las plenas facultades de los transexuales.

PUEBLO COMPROMETIDOEster y Marta responden a las preguntas de DEIA mientras están sentadas en un nuevo banco con los colores de la bandera LGTBI que ayer colocó el Ayuntamiento de Santurtzi en la confluencia de las calles Itsasalde y Juan XXIII. Es el tercero, ya que ya había sendos bancos con los colores de la bandera trans y LGTBI. “Este es un pueblo muy comprometido. Ves pegatinas con la bandera LGTBI, estos bancos… Los santurtziarras son, por norma general, respetuosos y muy tolerantes. Es como para estar orgullosas de este municipio”, señala Marta ante la atenta mirada de Urre, la perrita de esta pareja.

Ese compromiso con el colectivo LGTBI podrá mostrarse hasta el próximo 28 de junio en una urna que se ha colocado en la Casa Torre. “Animamos a tanto a santurtziarras como a quienes no lo sean a que vayan y voten, nos apoyen”, explica Ester. Cada voto, cada apoyo al colectivo LGTBI puede ser un paso más para cubrir un camino cuya meta aún está lejana. “Queda mucho por hacer. Hoy día, una mujer va con otra de la mano, se dan un beso… Y hay quien se gira y mira, como que en su cabeza no entra algo así”, reconoce Ester. Ella, junto a Marta y otras muchas personas más, trabaja desde la asociación Santurtzadar para que Santurtzi destaque por ser un lugar en el que haya igualdad y se respete la diversidad.

 

Agresión en Sestao: «Me decían barbaridades por ser gay, pero nadie hacía nada»

Una pareja insulta y propina una patada a un joven en la estación de metro ante la indiferencia general

La agresión ha quedado documentada ante la Ertzaintza. / H. RODRÍGUEZ

Y. L. es de Sestao y acaba de cumplir 23 años. Desde siempre tiene muy clara su identidad sexual. Es gay y no tiene ningún problema en decirlo. «Tengo un lado femenino muy acentuado», describe. En sus años como escolar jamás se sintió presionado por su orientación. Ya de adulto, «a veces alguien te hace un comentario despectivo, pero sin más», resume con resignación.

El pasado día 11, sobre las 15.30 horas, cuando estaba sentado en la estación de metro de la localidad fabril, una pareja comenzó a increparle. Pese a que él no respondió a las provocaciones, la tensión empezó a crecer. «Me dijeron barbaridades. Empezó la chica y él, al principio, intentó mediar, pero al final se acabó sumando», recuerda el joven. Los términos usados por la pareja sobrepasan el límite de la educación y el más mínimo decoro. En la denuncia interpuesta por Y. L. ante la Ertzaintza figuran entre otras lindezas palabras como «puta», «zorra» y frases como «¿Qué eres? ¿Un hombre o una mujer?».

«Me bloqueé. Miraba a la gente de alrededor y nadie hacía nada. Solo quería que me dejaran paz», relata. Lejos de calmarse, las cosas se pusieron peor y el joven sestaoarra recibió una patada. Cuando finalmente llegó el suburbano, corrió hacia el vagón y al llegar a su destino, puso los hechos en conocimiento de los empleados del metro. Poco después, animado por su entorno y porque «estas cosas hay que decirlas para que no se repitan», acudió a la comisaría de la Policía autonómica e interpuso una denuncia.

El episodio tiene al muchacho muy preocupado porque no es el primero que sufre. «El año pasado, un grupo de doce personas me persiguieron. Empezaron a insultarme y, al ver que eran tantos, eché a correr. Cuando ya pensaba que no podía más, encontré refugio en un portal. Eso me salvó de algo peor. No había pasado tanto miedo en mi vida», cuenta aún estremecido.

Desde entonces, el miedo se ha instalado en su cabeza. Hasta tal punto que pasó una época en la que cualquier aproximación, «hasta de una amiga», le hacía dar un respingo, o incluso sufrir ataques de ansiedad. «El problema es que siempre son los mismos. No me refiero a que sean las mismas personas, sino de la misma etnia, y es algo que no se puede consentir. Estoy muy harto de esta situación», se queja Y. L. «Precisamente yo, que sé lo que es la discriminación, no quiero serlo. Es que simplemente siempre son ellos. Creo que deberían modernizarse y no meterse en la vida de los demás», recrimina con rabia.

Hasta una niña pequeña

El joven asegura que los episodios son continuos. «Se me acercan y se creen con el derecho a decirme las mayores barbaridades. En el metro, cuando me los cruzo por la calle… Una vez hasta una niña pequeña me insultó», asegura.

El temor tiene a este chico de 23 años recluido en su casa. «¿Cómo voy salir de noche de fiesta si para volver tengo que coger el metro y caminar solo por la calle?», se pregunta. Su familia tampoco duerme tranquila. «Cuando salgo de casa y me retraso un poco, mi hermana me llama para asegurarse de que estoy vivo. Mis padres, lo mismo», asegura.

Algunos conocidos le han recomendado visitar a un psicólogo para superar el creciente estado de nervios en el que vive. Él esgrime un argumento aplastante: «Por qué tengo que ir yo a tratar un problema mental cuando el problema es de ellos». El optimismo le abandona cuando se da cuenta de que «aún hay mucho que andar» en materia de respeto a los derechos del colectivo LGTBI. Dar el paso de contar su caso, aunque sea con las compresibles cautelas, es para él una llamada de alerta a toda la sociedad. «Espero, por favor, que si alguien ve una agresión como la mía, ayude o llama a las autoridades. Yo lo haría», pide.

IGNA DE GOMAR PÉREZ «Ni hábito ni mantilla: “Para cantar saetas hace falta sentimiento, y a mí me sobra”

Artista transexual, nacida en Cádiz pero residente en Bilbao desde 1978, para desde su balcón el pulso de La Palanca al paso del Nazareno. «Dios es más de corazón que de sexo». 

Igna de Gomar Pérez no tiene reparos en decir que la Semana de Santa de Bilbao le parece más «sosa» que la de su tierra. Claro que ella es de Vejer de la Frontera (Cádiz), donde el carnaval se vive al ritmo de las chirigotas y las procesiones al de las saetas, nada que ver con la contención que caracteriza estos pagos. Transexual por bandera, cambió su pueblo natal por Bilbao en 1978, cuando vino a trabajar a una sala de fiestas, el Variedades, se enamoró y echó raíces. Estrella del mítico Bataclán hasta que el edificio ardió por los cuatro costados en 1987, es testigo privilegiado del auge y caída de la calle Cortes, primero meca de los artistas y luego lumpen por obra y gracia de la droga, un tema en el que ella no desea entrar. «Tenías que ver cómo era esto. Cuando a Bilbao se le conocía por el color gris y el humo de las fábricas, Las Cortes era una isla de luz, llena de espectáculos y ambiente; los taxis haciendo cola del comienzo al final de la calle». El no va más.

«Cuando Bilbao era humo y fábricas, esto parecía una isla de luz; los taxis haciendo cola en la calle»

Siempre le gustó cantar saetas, «desde niña», y cuando llegó a Bilbao y conoció a las reinas del cabaret de finales de los 70 –Fina del Río, Manolita Quintero, Pepita Sevilla– que abrieron camino, algo se le removió dentro y decidió dar un paso al frente, «aunque al principio me ponía muy nerviosa y me faltaba el aire». Pero el destino estaba echado. Igna, que cantaba en directo, hablaba con el público y era cómica, no se cortaba ni con sierra, rememora mientras salen en la conversación nombres como Sara Montiel o Mari Fe de Triana. «Chiquilla, con esa voz que tú tienes que haces que no te han fichado para grabar un disco», le decía la sevillana cuando le cantó las ‘Cinco Farolas’.

La biografía de Igna daría para una enciclopedia. Artista del Bataclán, gerente del ‘Moulin Rouge’… «Me llamaban la ‘Giralda portátil’ –medía 1,97 metros–. A mí es que la altura me ha matado», suelta con una sonrisa que derrama un poco de tristeza y otro tanto de nostalgia. ¿Lo echa en falta? «Pues mira, no», dice con la certeza de quien sabe que cada cosa tiene su momento. «¿Conoces a la Divina Diva, de ‘La Tramoya’? Pues el año pasado le pasé el baúl entero con toda mi ropa. Es que somos muy amigas». Carretera y manta.

Se encoge de hombros cuando se le recuerda que dan mal tiempo para estos días. La Semana Santa es para ella «sentimiento, corazón y víscera», resume mientras se asoma al balcón enfrentado al de Vicente, otra leyenda del barrio. «No se puede cantar si no tienes algo dentro que sacar». Y susurra «Quisiera ser / quisiera ser golondrina / pa’posarme en el madero / pa’quitarle las espinas». El año pasado, los aplausos desbordaron los límites del barrio». Una paz enorme se dibuja en su cara mientras se asoma al balcón situado enfrente de ‘El Edén’ –otro imprescindible del barrio–, el mismo desde donde cautiva a sus incondicionales. «Porque te aseguro que mucha gente viene a ver al Nazareno, pero otros lo hacen para escuchar las saetas. Uno no se entiende sin las otras», apostilla orgullosa.

«Donde más fe se respira»

Y sí, Igna es muy religiosa. Tiene la casa llena de vírgenes y santos, «aunque no sea mucho de ir a misa. Eso sí, al Nazareno le visito con frecuencia». Cuando se le pregunta qué tiene la procesión de La Palanca contesta sin dudar que es «la más bonita de Bilbao, donde más fe se respira. No me imagino la Semana Santa sin ella. Aquí no sois tanto de saetas, por eso nosotras tenemos que hacernos fuertes». Lo dice sin arrogancia, pero convencida. «Mira, yo soy muy natural. No llevo mantilla, ni me pongo colorete o me pinto los ojos. Para cantar saetas no hace falta maquillaje ni hábito, sino tener sentimiento. Y a mí de eso me sobra».

Además, agradece los buenos momentos que le ha traído la vida y no se arrepiente de nada. «A mí me pusieron vagina con 20 años, ojalá hubiera sido antes, y aquí en Bilbao eso jamás ha sido un problema. Todos me quieren, me respetan. No tengo queja ni de los gitanillos del barrio. ¿Por qué iba a ser de otra forma? A Dios no le importa el sexo, sino el corazón de las personas, que se ayuden unas a otras».